La Modernizacion Del Estado
La Modernizacion Del Estado
La Modernizacion Del Estado
Esto, naturalmente, motiva el interés de todo salvadoreño, que anhela que nuestro El
Salvador trascienda de los niveles actuales en sus diferentes ámbitos de acción, hacia
una verdadera dinámica administrativa, que favorezca a la población y que el país sea
proyectado hacia mejores horizontes de grandeza, excelencia y rentabilidad social, para
las futuras generaciones.
En tal sentido vale la pena preguntarse si cada ministerio, entidad u organismo del Estado
está cumpliendo su verdadera misión y si su visión se ha alcanzado en alguna medida en
virtud de los intereses de la ciudadanía. Las diversas respuestas seguramente no será
difícil obtenerlas y servirían de instrumento para tomar el pulso del corazón de cada
unidad organizativa del Estado, con respecto a su participación real en la satisfacción de
las demandas de la población.
Y es que la modernización nunca ha sido ni será una opción, sino algo de carácter
urgente e indispensable. Si en un país y dentro de él sus instituciones no entran en el
proceso de modernización, la obsolescencia y el fracaso están a sus puertas. Toda
organización empresarial debe ajustarse al presente dinámico en el que opera, para
asegurar un futuro mejor. En este marco referencial se debe comprender que el Gobierno
es una gran empresa; asimismo, entenderse que su modernización es impostergable.
El proceso de modernización del Estado incluye entonces todos los ámbitos de acción del
Gobierno, es decir, todo el aparataje gubernamental debe adecuarse a la implementación
exitosa del plan de modernización.
En nuestro querido país, El Salvador, se han iniciado procesos y llevado a cabo muchos
esfuerzos, pero no han sido suficientes y luego se han quedado estancados; por lo tanto,
deberán fortalecerse y continuar su implementación en forma inteligente. La
modernización es el oxígeno que necesitan los gobernantes modernos para responder
con veracidad al cumplimiento de sus promesas electorales.
1- LA DINÁMICA NEOLIBERAL
Desde el inicio de la gestión del gobierno de ARENA con el Lic. Alfredo Cristiani, se dejó
ver un crecimiento de la convivencia gobierno-sector privado. La relación se fortalece con
la llegada en 1994 del Dr. Armando Calderón Sol, cuando se planteó la modernización del
Estado como una condición para iniciar el despegue hacia el desarrollo, después de
haberse superado el problema de la guerra, al menos, aunque quedaran intactas las
razones que la iniciaron.
Aunque el plan económico del Dr. Calderón Sol nunca se ha expuesto claramente, y cuya
existencia ha sido puesta en duda, tampoco ha sido producto de una discusión nacional.
Hay algo que sí es claro: los intereses que representa y defiende el gobierno a partir de
las decisiones que toma, pertenezcan o no a un plan nacional. En la década presente son
muchas las instituciones domésticas que han elaborado propuestas para un plan que
proporcione herramientas útiles para resolver la situación de los que sufren en este país.
Universidades, fundaciones, gremiales, partidos políticos y centros de investigación
económica y social han presentado proyectos nacionales, más o menos integrales, que
coinciden en la preocupación por los altos niveles de pobreza, la impotencia del sistema
para generar vida digna al individuo, la devastación de los recursos naturales, por el
continuo irrespeto a los derechos humanos y por la necesidad de alcanzar un crecimiento
sostenido.
"Recientemente un economista del Banco Mundial admitió que podía transcurrir une
generación antes que los beneficios del ajuste llegaran a la población mayoritaria. Esta
población ya no puede esperar más"5 señala un estudio de Funde. Agrega que no solo
deben formularse políticas sectoriales o regionales, sino también hay que tomar en cuenta
las condiciones y necesidades microsectoriales y microregionales, y diseñar con ellos
medidas que les respondan.
De entre las decisiones del Estado en la década presente, es necesario separar las que
son producto de los Acuerdos de Paz, y las que son propiamente medidas de
modernización del Estado. Ambos son proyectos con distinto origen y tienen, por tanto,
distinta finalidad. La depuración de jueces, ejecutada con grandes tropiezos, en una forma
bastante tímida, por el Consejo Nacional de la Judicatura, y la creación de la PNC no son,
como es claro, iniciativas gubernamentales de primer orden; son imposiciones de los
Acuerdo de Paz. También alrededor de esto veremos más adelante el escenario que
representa para la coyuntura los Acuerdos de San Andrés.
De esta forma, dentro de la modernización, hablaremos de las dos grandes vías, como ya
se mencionó, privatización y mejoras de la eficiencia de las actividades del gobierno. Se
tratará de explorar para reconocer el verdadero objetivo que hay en estas medidas, y
saber si realmente se busca el desarrollo de toda la población o el de algún sector en
particular.
En mayo de 1996 el presidente de Argentina Carlos Saúl Menen visitó El Salvador más
para animar los movimientos de privatización que para tratar asuntos propios de la
ocasión.
Eduardo Zablah, ante la pregunta, ¿Acaso está vivo el plan económico?, responde: "De
las cinco áreas propuestas (parte fiscal, comercial, modernización, monetaria e inversión
local) se ha trabajado al pie de la letra en cuatro, con excepción de la parte monetaria,
que implicaba la dolarización. Fue cancelada.
Los procesos de privatización son un componente que no puede faltar en la receta de los
programas económicos impulsados por instancias internacionales. En El Salvador, estos
movimientos ocupan alta prioridad entre los puntos generales del programa de gobierno
del partido ARENA. Se pretende alcanzar con esto la estabilidad de las finanzas públicas
y la participación de la empresa privada en áreas productivas donde no se estaría
produciendo con toda la eficiencia y rentabilidad posible. Se trata de darle espacios a la
empresa privada para que se reproduzca en áreas antes reservadas para el Estado.
En realidad la privatización de los bienes del estado envía a otras manos lo que se
adquirió durante décadas con fondos tributarios del trabajo de la población. Por esa razón,
el proceso de privatización no deja de ser preocupante, ya que nadie está entendido, ni
por lo tanto conforme de los criterios ni de los objetivos, ni de la seguridad de que ese
dinero regrese a donde debe. Si bien la acumulación original de capital, que viene desde
tiempos de la colonia, como lo mencionan los estudiosos de historia económica, se ha
caracterizado por una elevada dosis de violencia, ya para este grado de evolución
capitalista de la presente década observamos la entrega de empresas con grandes
recursos al sector privado en una forma muy sutil, sin violencia abierta.
La idea del bien común que debe revestir a una labor de gobierno queda con esto más
lejos. Muy bien ha identificado el Papa Juan Pablo II este problema en América Latina. En
su mensaje de visita a El Salvador el 8 de febrero de 1996 habla, entre otras cosas, de un
"no al capitalismo excesivo", refiriéndose con esto a muchas cosas: condiciones de
trabajo indignas, nivel de remuneración injusto, acumulación excesiva de riqueza, y
cualquier otra consecuencia semejante, que sin duda afecta a la humanidad por la
humanidad.
En El Salvador no han faltado quienes hayan advertido sobre el riesgo que para la
población representa la privatización. Se supone que esto viene a resolver el problema de
la gestión de servicios del Estado, pero solo eso. No hay un mecanismo que dé beneficio
directo de la privatización a los sectores pobres. Hay otros ámbitos que el gobierno no
quiere tocar, como el replanteamiento verdadero del papel del ejército y el
cuestionamiento de que si realmente es necesario tener fuerzas armadas que consumen
altas cuotas del presupuesto nacional. También la seriedad de problemas como la
dependencia económica de las remesas provenientes de Estados Unidos, que sostiene
una economía frágil no basada en la capacidad productiva interna del país, la pérdida
anual de tierras aptas para cultivo, la sobrepoblación, la contaminación del agua, etc.
Todo esto estallará muy pronto, en las vísperas del año 2000.
En cuanto a qué vender y qué no vender para no cargar al Estado con operaciones
desventajosas, no está del todo claro que las empresas privadas sean superiores a las
empresas gubernamentales; por la evidencia de la realidad, la ineficiencia o la
competitividad no es patrimonio de nadie.
El mercado sin duda puede determinar los precios y el volumen apropiados de producto a
elaborar en muchos casos, pero no se puede generalizar. No se puede dejar a la deriva
qué debemos estudiar, qué nivel de contaminación es la adecuada en las calles, hasta
qué punto llevar el nivel de población, etc.
_ Que el Estado conserve su capacidad de incidir sobre las tarifas para evitar
especulaciones sobre los precios de los servicios.
_ Definir con claridad cuál será el destino de los fondos que se obtengan de la
privatización.
Para 1996 ANTEL enfrenta problemas financieros para llevar a cabo proyectos de
expansión de nuevas líneas telefónicas. El hecho de que existan menos de cinco líneas
por cada 100 habitantes habla de un déficit muy serio, tomando en cuenta que hay más
de 300,000 solicitudes en espera. También es necesario mejorar la calidad de las líneas
existentes para garantizar comunicación eficiente con las nuevas tecnologías.
Para buscar intermediarios inicialmente el gobierno envió detalle de los términos, para
recibir a cambio las ofertas técnicas y económicas sobre lo que ofrecían como posibles
intermediarios en la privatización de ANTEL. El 31 de mayo de 1996 la Comisión de
Modernización eligió al consorcio Morgan Stanley/Citibank. La tarea del banco elegido se
refiere a revisar los estados financieros de ANTEL, determinar el valor de la empresa,
asesorar al gobierno en la creación de dos empresas y promover la venta en el mercado
nacional e internacional. También determinaría el porcentaje que se destinaría para cada
sector, es decir, qué parte se venderá a socios estratégicos extranjeros, a los empleados
y para negociar en la bolsa de valores. Se planeaba finalizar en noviembre de 1996.
Otros agentes opinaban que la Junta había renunciado porque la "Comisión de Vigilancia"
vendría a entorpecer intereses escondidos de dicha junta, y que el banco alemán
mencionado en realidad no existe. De todos modos, hay incertidumbre sobre la forma en
que se ejecutará la privatización del Banco Hipotecario.
En el pasado, con la banca en poder del estado se tenía por común la impunidad
crediticia de algunos sectores allegados al gobierno y al ejército. El saneamiento de
cartera fue condición innegable para su privatización, por razones obvias, terminando
millones en créditos irrecuperables cargados al Estado.