Salvador Díaz Mirón
Salvador Díaz Mirón
Salvador Díaz Mirón
A Blanca
Tu belleza mirfica no asoma
y en xtasis escucho tu voz clara,
que llega del jardn cual un aroma,
pero cual un aroma que cantara!
Endulzas con tu acento un mar de acbar
y en xtasis escucho tu voz clara,
que viene de un amor, cual un almbar,
pero cual un almbar que cantara!
A Dltima
Vuelve a m la odorfera corola
y acoge la oblacin de mis gorjeos,
oh t, la rosa mstica, la sola
flor viva del jardn de mis deseos!
Tu esencia, en que mi anhelo se sacia,
es tu cliz ntido, que adoro,
gota de miel en nfora de gracia,
grano de mirra en incensario de oro.
A ti van los suspiros y las quejas
del nostlgico mal que me consume.
Las ansias de mi afn son las abejas
y t eres la dulzura y el perfume.
***
Mas estas notas que mi angustia exhala
son las ltimas ay! que habr de darte...
Son los batidos lgubres del ala
de la ilusin que se despide y parte.
Mujer, entre mi afecto y tu cario
hay un abismo que mi orgullo ensancha,
y s que tu virtud es un armio
que no consiente ni soporta mancha!
Altivez infernal! Deber penoso!
Escollos de dolor en nuestra va...!
Yo no puedo sin mengua ser tu esposo
y t no puedes con honor ser ma!
***
Oh memoria... gloriosa infortunada,
llvame hacia el edn que mi alma quiso!
Oh mi pobre pasin... Eva enlutada,
toma con el recuerdo al paraso!
A ella
Semejas esculpida en el ms fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes nimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.
Y mientras: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso,
y prase a escuchar con embeleso
un pjaro que canta en el camino.
Obrando t como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa del trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.
A Gloria
No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca!
Mi razn es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca!
Semejante al nocturno peregrino
mi esperanza inmortal no mira el suelo:
no viendo ms que sombra en el camino,
slo contempla el esplendor del cielo!
Vanas son las imgenes que entraa
tu espritu infantil, santuario oscuro!
Tu numen, como el oro en la montaa,
es virginal y por lo mismo impuro!
A travs de este vrtice que crispa,
y vido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o guila seducida por un astro!
Intil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo!
Fiado en el instinto que me empuja
desprecio los peligros que sealas.
El ave canta aunque la rama cruja:
como que sabe lo que son sus alas!
Erguido bajo el golpe en la porfa
A M...
Detenerme? Cejar? Vana congoja!
La cabeza no manda al corazn.
Prohibe al aquiln que alce la hoja,
no a la hoja que ceda al aquiln!
Cuando el torrente por los campos halla
de pronto un dique que le dice: atrs,
podr saltar o desquiciar la valla
pero pararse o recular... jams!
Por qu te adoro y a tus pies me arrastro?
Por qu se obstinan en volverse as
la aguja al norte, el heliotropo al astro,
la llama al cielo y mi esperanza a ti?
A Margarita
Qu radiosa es tu faz blanca y tranquila
bajo el dosel de tu melena blonda!
Qu abismo tan profundo tu pupila,
prfida y azulada como la onda!
El fulgor sooliento que destella
en tus ojos donde hay siempre un reproche,
viene cual la mirada de la estrella,
de un cielo ennegrecido por la noche.
Tu rojo labio en que la abeja sacia
su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
ms para la oracin que para el beso!
Tu voz que ora es aguda y ora grave,
..............................
Qu miseria o qu afn o qu flaqueza
te arroj del Edn, Eva proscrita?
Qu Fausto asi tu virginal belleza
y la acost en el fango, Margarita?
...............................
Inexplicable suerte, buena y mala,
la que a ti me llev y a m te trajo!
Nuestro insensato amor es una escala
y por ella t asciendes y yo bajo!
Oculta y sola, mi pasin huraa
crece en mi corazn herido y yerto;
oculta, como el cncer en la entraa;
sola, como la palma en el desierto!
A Piedad
Llegas a m con garbo presumido,
tierna y gentil. Cun vario es el orgullo!
Ostenta en el len crin y rugido,
y en la paloma tornasol y arrullo.
Brillas y triunfas, y a carnal deseo
cierras la veste con seguro alarde,
y en el fulgor de tu mirada veo
sonrer al lucero de la tarde.
Hay minutos de gracia, que suspenden
el dolor con alivio soberano,
que de la paz divina se desprenden
para cruzar el infortunio humano.
A ti
Portas al cuello la gentil nobleza
del herldico lirio; y en la mano
el puro corte del cincel pagano;
y en los ojos abismos de belleza.
Hay en tus rasgos acritud y alteza,
orgullo encrudecido en un arcano,
y resulto en mi prez un vil gusano
que a un astro empina la bestial cabeza.
Quiero pugnar con el amor, y en vano
mi voluntad se agita y endereza,
como la grama tras el pie tirano.
Humillas mi elacin y mi fiereza;
y resulto en mi prez un vil gusano
que a un astro empina la bestial cabeza.
A una dama
Bailas por antojo que al mancebo engre;
y "escotada" luces dos hechizos fuera,
y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente re.
Pasas, huyes, tornas y el placer desle
fsforo combusto que te pinta ojera,
y tu maridazo mira errar la hoguera
y nada barrunta que le contrare!
Y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente re!
Al separarnos
Nuestras dos almas se han confundido
en la existencia de un ser comn,
como dos notas en un sonido,
como dos llamas en una luz.
Fueron esencias que alz un exceso,
que alz un exceso de juventud,
y se mezclaron, al darse un beso,
en una estrella del cielo azul.
Y hoy que nos hiere la suerte impa,
nos preguntamos con inquietud:
cul es la tuya? cul es la ma?
Y yo no acierto ni aciertas t.
Cancin medioeval
Oh t la de crin rubia, luenga y rizada,
que cada en torrente barre las losas,
y que volando incita las mariposas,
porque as luce aspecto de llamarada!
Linajuda Regina que, por taimada,
finges al viejo duque modelo a esposas,
y de sus canas dices honestas cosas,
ms dignas de la espuma de una cascada.
Ven y place al que tiene la voz dorada,
y perennes ortigas y eternas rosas,
y en el taln espuela y al cinto espada.
No ignores que los himnos hacen las diosas.
Oh t la de crin rubia, luenga y rizada,
que cada en torrente barre las losas!
Cleopatra
La vi tendida de espaldas
entre prpura revuelta.
Estaba toda desnuda,
aspirando humo de esencias
en largo tubo, escarchado
de diamantes y de perlas.
Sobre la siniestra mano
apoyada la cabeza;
y como un ojo de tigre,
un palo daba en ella
Confidencias
Una flor por el suelo,
un cielo de hojas empapado en lloro
y encima de ese cielo, el otro cielo
lleno de luna y de brillantes y oro...
Un arroyo que el aura acariciaba;
un banco... sobre el banco
as, como quien flota, se sentaba;
y vestida de blanco,
bella como un arcngel, me esperaba.
An flotan en mis noches de desvelo
con la luz de una luna como aqulla,
el verde y el azul de cielo y cielo,
y aura y arroyo y flor y banco y ella.
No te acuerdas, mujer, cuntos delirios
yo me forjaba, junto a ti de hinojos,
al resplandor de los celestes cirios,
al resplandor de tus celestes ojos?
Te acuerdas, alma ma?
Entonces inocente
me jurabas amor y yo poda
besar tu corazn sobre tu frente!
Ayer, unos tras otros,
mil delirios as pude fingirme;
hoy no puede haber nada entre nosotros,
hoy t vas a casarte... y yo a morirme!
Y tanto sol y porvenir dorado,
tanto cielo soado,
en una inmensa noche se derrumba!
Hoy me dijiste t: no hay esperanza;
hoy te digo: en paz goza; y, en mi tumba,
maana me dirs: en paz descansa!
Nueva York, 1876
Consonancias
A M...*
Tu traicin justifica mi falsa
aunque lo niegues con tu voz de arrullo;
mi amor era muy grande, pero haba
algo ms grande que mi amor, mi orgullo.
Calla, pues. Ocultemos nuestro duelo,
la queja es infecunda y nada alcanza;
agonicemos contemplando el cielo
ya que el cielo es nuestra nica esperanza.
No creas que este mal decrezca y huya:
cada vez menos parco y ms despierto
imperar en mi vida y en la tuya
como reina el len en el desierto.
Los aos rodarn en el abismo
sin que recobres la perdida calma.
T siempre llevars, como yo mismo,
un cadver en lo ntimo del alma!
El tiempo no es el mdico discreto
que, por medio del frceps del olvido,
saca del fondo de la entraa el feto
muerto all como el pjaro en su nido.
*Matilde Saulnier
Copo de nieve
Para endulzar un poco tus desvos
fijas en m tu angelical mirada
y hundes tus dedos plidos y fros
Date Lilia
Clava en m tu pupila centellante
en donde el toque de la luz impresa
brilla como una chispa de diamante
engastada en una hmeda turquesa!
Tal fulgura una perla de roco
en el esmalte azul de una corola!
Tal radia en el crepsculo sombro
la estrella del amor, plida y sola!
Deja que ruede libre tu cabello
como la linfa que desborda el cauce,
para que caiga en torno de tu cuello
como el follaje alrededor del sauce;
para que flote, resplandor de aurora
sobre tu rostro que el sonrojo empaa
como esas tintas con que el sol colora
la nieve que circunda la montaa;
para que al soplo de mi aliento vuele
y tu gneo labio, cuya esencia adoro,
ra a travs cual la amapola suele,
Dedicatoria
Cuanto en m vierte luz y armona
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma ma,
porque t eres aliento y laurel.
Si he lanzado una piedra a los cielos,
si fui cruel, no me guardes rencor;
confesando que ha sido por celos,
harto digo que fue por amor.
No te aflijas si el nauta suspira
tanto nombre en las noches del mar;
si son muchos los astros que mira,
uno solo es la Estrella Polar.
La esperanza, luchando y venciendo,
me promete sin par galardn;
a ti vaya, sangrando y gimiendo,
este libro, que es un corazn!
Cuanto en m vierte luz y armona
ha nacido a tus besos de miel;
yo soy bardo y tribuno, alma ma,
porque t eres aliento y laurel.
Deseos
Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mstica y pura que tu ser despide!
Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes!
Yo quisiera, en el cielo de tus brazos,
beber la gloria que en tus labios tienes!
Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a baarte,
Despedida al piano
Tristes los ojos, plido el semblante,
El arroyo
En el lbum de Matilde
Si yo tuviera aliento como el guila
que se remonta a la regin azul,
me elevara a la mansin esplndida
donde se sienta el Padre de la luz!
Y postrado a sus pies como los ngeles
que bendicen su altsima bondad,
le pidiera la msica del cfiro
y el murmullo pacfico del mar;
le pidiera la voz dulce y montona
del viento en la desierta soledad,
y el gemido del aura melanclica
cuando calma la ronca tempestad.
Y le pidiera ms: la voz magnfica
y el arpa melodiosa de David;
y mucho ms: la inspiracin proftica,
y todo, todo, por cantarte a ti!
S, por cantarte a ti, beldad serfica,
por cantarte, dulcsima mujer,
aunque dejaras mi plegaria trmula
en alas de la brisa perecer.
Cuando tus ojos de paloma tmida
se humedecen al tacto del dolor,
y se desprende de ellos una lgrima
que pasa y moja tu mejilla cndida,
me pareces un ngel del Seor!
Y cuando miro tu cabello undvago
de tus blancas espaldas en redor,
cayendo como leve manto de bano
y sombreando tu semblante lnguido,
me pareces un ngel del Seor!
En un lbum
Dicen que el nauta que frecuenta el hielo
del yermo boreal, venciendo el fro,
recibe a veces de ignorado cielo
una olorosa rfaga de esto.
Qu beso el de tal hlito de paso!
Qu fruicin! Qu delicia! Qu embeleso!
Slo un beso de amor produce acaso
mayor placer que semejante beso!
Pues bien, yo experimento a tus miradas
lo que en el polo el peregrino siente,
cuando una de esas brisas perfumadas
va de otro clima a acariciar su frente.
En mi noche invernal, Dios ha querido
que el resplandor de tus pupilas fuera
un efluvio de rosas difundido
en un rayo de sol de primavera.
Engarce
El misterio nocturno era divino.
Eudora estaba como nunca bella,
y tena en los ojos la centella,
la luz de un gozo conquistado al vino.
De alto balcn apostrofme a tino;
y rostro al cielo depart con ella
tierno y audaz, como con una estrella...
!Oh qu timbre de voz trmulo y fino!
Y aquel fruto vedado e indiscreto
se puso el manto, se quit el decoro,
y fue conmigo a responder a un reto!
Aventura feliz! La rememoro
con intil afn; y en un soneto
monto un suspiro como perla en oro.
Epstola
A Dltima *
Me hallo solo y estoy triste.
Tu viaje -que no maldigo
porque t lo decidiste-,
me hundi en la sombra. Partiste,
y la luz se fue contigo!
Somos, en este momento
en que el afn nos consume,
dos flores de sentimiento
separadas por el viento
y unidas por el perfume!
Ay de los enamorados
un galvnico efecto;
lo rudo y es lo suave;
lo noble y es lo abyecto;
la flor y es el insecto;
el reptil y es el ave.
Semejante al aluvin
resulta de la fusin
de la rastra y de la pluma,
de la hez y de la espuma,
del ptalo y del pen.
Tu belleza seductora
dio un destello a mi ansia negra,
como el rayo que colora
Estrofas varias
A ti la de radiante y anglica hermosura,
la rubia de ojos negros que lleva el traje azul,
la del lunar lascivo junto a la boca pura,
mujer hecha de aroma, msica y de luz.
***
A la Sra. Sofa de Gonzlez Llorca
Voz que adoras me ruega que escriba
aqu en esta hoja mi nombre manchado:
el atraiga y reciba
de tus ojos el lustre dorado!
***
Idilio
( Fragmentos )
La cita
Adis, amigo, adis! El sol se esconde,
la luna sale de la nube rota,
y Eva me aguarda en el estanque, donde
el cisne nada y el nelombo flota!
Voy a estrechar a la mujer que adoro.
Cul me fascina mi delirio extrao!
Es el minuto del ensueo de oro
de la cita del sculo en el bao!
Es la hora en que los juncos oscilantes
de la verde ribera perfumada
se inclinan a besar los palpitantes
pechos desnudos de mi dulce amada!
La estrella mensajera
Al fin te asomas entre las nubes,
al fin te asomas y a verte voy...
Estrella ma que a oriente subes
qu tal te ha ido de ayer a hoy?
Toda la tarde lloviendo estuvo,
toda la tarde, para mi mal,
por las regiones del aire anduvo
rodando nieblas el vendaval.
Ah, no es posible que yo te diga
cunto he sufrido, cunto tem
que no pudieras, mi dulce amiga,
con este tiempo brillar aqu!
T eres el solo consuelo mo,
t me recuerdas mi grato ayer,
t eres mi sueo, mi desvaro...
Cuando me faltas no s qu hacer.
La giganta
II
Cules piernas! Dos columnas de capricho, bien labradas,
que de pas amarillas resplandecen espinosas,
en un prfido que finge la vergenza de las rosas,
por estar desnudo a trechos ante lbricas miradas.
Albos pies, que con eximias apariencias azuladas
tienen corte fino y puro. Merecieran dignas cosas!
En la Hlade soberbia las envidias de las diosas,
o a los templos de Afrodita engrer mesas y gradas!
Qu primores! Me seducen; y al encfalo prendidos,
me los llevo en una imagen, con la luz que los proyecta
y el designio de guardarlos de accidentes y de olvidos.
Y con mtrica hipertrofia, no al azar del gusto electa,
marco y fijo en un apunte la impresin de mis sentidos,
a presencia de la torre mujeril que los afecta.
La nube
Qu te acongoja mientras que sube
del horizonte del mar la nube,
negro capuz?
Los parias
Queris que entre el arrullo de mis brazos
tiemble el dormido corazn de Helena
como entre sus asiticas murallas
y el vulnerable hijo de Peleo
otra vez en su lecho halle al amigo
por el que rugi hermoso? Ay, quin pudiera
con su soplo alentar tales prodigios
y devolver la vida con su canto
a quienes se mostraron por la tierra
con tal deseo esplndido! Una aurora
puedo mecer en vuestros corazones
despertando la rosa en las mejillas
de aquellos hechos, dando a sus miradas
glaucos ojos y finas como liebres
piernas aventureras que recorran
con pasmo el verde mundo y, al regreso
de sus trabajos, bellos cual conquistas
de extraos soles, darles el acanto
como fresco cojn de sus placeres.
Mas debe el hombre transmitir el culto
de sus demencias? Debe en sus delirios
arrancar de la nada los secretos
del caudaloso manantial antiguo
sobre el cual las voraces primaveras
desfilaron cual mrmoles de sueo
Mstica
Si en tus jardines, cuando yo muera,
cuando yo muera, brota una flor;
si en un celaje ves un lucero,
ves un lucero que nadie vio;
y llega un ave que te murmura,
que te murmura con dulce voz,
abriendo el pico sobre tus labios,
lo que en tu tiempo te dije yo:
aquel celaje y el ave aquella,
y aquel lucero y aquella flor
sern mi vida que ha transformado,
que ha transformado la ley de Dios.
Sern mis fibras con otro aspecto,
ala y corola y ascua y vapor;
mis pensamientos transfigurados:
perfume y ter y arrullo y sol.
Soy un cadver, cundo me entierran?
Soy un viajero, cundo me voy?
Soy una larva que se transforma.
Mudanza
Ayer, el cielo azul, la mar en calma
y el sol ignipotente y cremesino,
y muchas ilusiones en mi alma
y flores por doquier en mi camino.
Mi vida toda jbilos y encantos,
mi pecho rebosando de pureza,
mi carmen pleno de perfume y cantos
y muy lejos, muy lejos, la tristeza.
Ayer, la inspiracin rica y galana
llenando mi cerebro de fulgores;
y t, sonriente y dulce en tu ventana,
hablndome de dichas y de amores.
Ayer, cuanto era luz y poesa,
las albas puras y las tardes bellas
henchidas de sutil melancola,
y las noches pletricas de estrellas...
Y hoy... la sombra y el ansia y el desierto,
perdida la esperanza, y la creencia,
y el amor en tu espritu ya muerto,
y sembrada de espinas la existencia.
Msica de Schubert
Crin que al aire te vuela, rizada y bruna,
parece a mis ahogos humo en fogata;
y del arpa desprendes la serenata
divinamente triste, como la luna.
Y del celo ardoroso despides una
fragancia de resina; y l te dilata
ojo que resplandece con luz de plata,
como en la sombra el vidrio de la laguna.
Mas tu marido llega, con su fortuna,
nos dice dos lisonjas, va por su bata,
y al dormido chicuelo besa en la cuna.
Y mientras que te ties en escarlata,
crin que al aire te vuela, rizada y bruna,
parece a mis ahogos humo en fogata.
Nox
Noy hay almbar ni aroma
como tu charla...
Qu pastilla olorosa
y azucarada
disolver en tu boca
su miel y su mbar,
cuando conmigo a solas
oh virgen! hablas?
La fiesta de tu boda
ser maana.
A la nocturna gloria
vuelves la cara,
linda ms que las rosas
de la ventana;
y tu guedeja blonda
vuela en el aura
y por azar me toca
la faz turbada...
La fiesta de tu boda
ser maana.
Un cometa en la sombra
prende una cbala.
Es emblema que llora,
signo que canta.
El astro tiene forma
de punto y raya:
representa una nota,
pinta una lgrima.
La fiesta de tu boda
ser maana.
En invisible tropa
las grullas pasan,
batiendo en alta zona
potentes alas;
y lgubres y roncas
gritan y espantan...
Parece que deploran
una desgracia!
La fiesta de tu boda
ser maana.
Nubecilla que flota,
que asciende o baja,
languidecida y floja,
solemne y blanca,
muestra seal simblica
de doble traza:
Pepilla
Como viste ropaje tan leve
me da pesadumbres,
pues l filtra y ensea vislumbres
de la carne de rosa y de nieve.
Y qu andar! La mocita se mueve
con garbo de chula.
Viene y va, y en la marcha modula
un canto de lneas,
y en las formas, apenas virgneas,
una gracia de sierpe le undula.
Como el sndalo emite una esencia,
la chica reboza
acre aroma de opima y jugosa
pubertad en febril abstinencia.
Se revuelve con mucha violencia
y a veces me humilla.
Bien aprecia su gran pantorrilla
y as, no le importa
que propulse la falda ya corta
y eche a vuelo por alto la orilla.
Con sus ojos de ardiente demonio
que ven al soslayo,
quebrantara de un golpe de rayo
Por qu?
Cuando a mis ojos tristes la alegre mariposa,
como una flor errante discurre en el vergel,
por qu se me figura que es tu alma caprichosa
que flota en la maana y va de rosa en rosa
Rimas
Al ver mi honda afliccin por tus desvos,
fijas en mi tu angelical mirada
y hundes tus dedos plidos y fros
en mi oscura melena alborotada.
Pero en vano, mujer! No me consuelas.
Estamos separados por un mundo.
Por qu, si eres la nieve, no me hielas?
Por qu, si soy el fuego, no te fundo?
Me aproximo... y te ties de escarlata
Vigilia y sueo
La moza lucha con el mancebo
-su prometido y hermoso efeboy vence a costa de un traje nuevo.
Y huye sin mancha ni deterioro
en la pureza y en el decoro,
y es un gran lirio de nieve y oro.
Y entre la sombra solemne y bruna,
yerra en el mate jardn, cual una
visin compuesta de aroma y luna.
Y gana el cuarto, y ante un espejo,
y con orgullo de amargo dejo,
cambia sonrisas con un reflejo.