Como Escribir Sobre Arte y Arquitectura
Como Escribir Sobre Arte y Arquitectura
Como Escribir Sobre Arte y Arquitectura
del
CULTURA ARTSTICA
Libro de estilo e
Introduccin a los gneros de la crtica y
de la historia del arte
Ediciones
del Serbal
ndice
Introduccin
Primera parte
Cuestiones generales
4. Elementos visuales
5. Derechos de reproduccin
6. Planificacin previa
7. Con qu escribir
8. Frases y prrafos
9. Ritmo, estilo y tono
1O. Los ttulos
11. Revisiones
12. Normas de estilo
Segunda parte
13
18
26
31
36
42
45
48
52
60
63
66
Los gneros
83
98
109
125
134
144
148
156
166
172
185
187
189
193
ndice de nombres
196
Si t, lectora o lector, escribes ya asiduamente sobre arte y arquitectura, y lo haces bien, dominando todos los trucos del oficio, no debes leer estas
pginasSTampoco debes hacerlo si crees que sobre
este asunto son intiles los consejos o cualquier intento de transmitir la experiencia ajengEn realidad,
lo que sigue e~t es<:rito per1sando en los principla:esMe dirijo e'sp~ciamente a esos jvenes en'tusia;t~s que quieren ser historiadores o crticos de
arte, y tienen sinceros deseos de aprender. Qu
profesiones son sas?, se preguntan a veces intrigados. Para dedicarse a ellas, qu habilidades se
requieren?
Aqu hay algunas respuestas. Es un libro de poca
envergadura, pero tampoco quiero ocultar que me
propongo abordar cuestiones muy trascendentales
para quienes aspiran a consagrarse (o ya lo han hecho) al estudio del arte y de la arquitectura.JPoy
orientaciones genricas y algunas normas precisas
para elaborar buenos textos, lo cual es importante
en disciplinas humansticas como las nuestra~Y es
que, si bien empleamos ocasionalmente convenciones grficas y otras simbolizaciones de origen
matemtico, lo cierto es que nuestros saberes se
despliegan en y con ellenguaje:jLo habitual es hacer discursos, generalmente escritos, destinados a
sectores de pblico determinados. Me parece normal que nos planteemos cmo mejorar ese trabajo.
~/".-r~....._....~
Poseo, pues, la frmula mgica que garantizar el xito literario a quien se la aprenda? De ninguna manera. Una cosa tal no existe, y todo el mundo sabe que es siempre muy difcil escribir bien.
Algunos creen, incluso, en la inutilidad de intentar
car el discurso en cuestin,fLos gneros tienen m ucho que ver con las expect~tivas y con el nivel hipottico de los presuntos lectore~f
(La otra idea es que algo de todo esto puede ensfi.arselMuchos profesionales han llegado a escribir bien tras largas dcadas de azaroso aprendizaje,
sacando lecciones de los errores cometidos y tomando nota de los aciertos propios o ajenosfEstoy
convencido de que su bagaje profesional puede ser
muy til para los dems. Un buen consejo evita pasos en falso, prdidas de tiempo, o la ruina prematura de una carrera profesional. Por qu no adoptar inmediatamente algunas orientaciones o reglas
que la experiencia ha certificado como buenas?
Tuve muy en cuenta esas consideraciones antes de redactar este libro, y por eso me pareci importante no ofrecer exclusivamente mis propias opiniones. Aunque llevo ms de veinte aos publicando
textos muy variados sobre arte y arquitectura, cre
necesario recoger tambin los testimonios de otros
profesionales. Con este fin elabor una amplia batera de encuestas que fue enviada a una treintena
seleccionada de colegas, con explicaciones de lo que
pretenda hacer. Algunos de ellos no pudieron responder (debemos contar con la eventualidad de
que los fallos postales hayan extraviado mis preguntas o-y sus respuestas), pero s recib un nmero muy significativo de contestaciones, como podr comprobar quien lea todo lo que sigue. Debo
destacar la generosidad de estos escritores de arte y
arquitectura que han sacrificado una parte de su
valioso tiempo pensando en la utilidad que otros
podran sacar de la transmisin de sus conocimientas.
Muchas de sus reflexiones van intercaladas en
los distintos epgrafes, de modo que Cmo escribir
sobre arte y arquitectura es, en cierto modo, una obra
colectiva, un intento de ordenar y objetivar lo que
se piensa hoy sobre las prcticas propias de la disciplina. Aunque hay muchos importantes crticos e
historiadores ausentes de estas pginas (este libro no
e.s~ en a~soluto un quin es quin de la profeswn), s1 puedo afirmar que todas las encuestas recibidas pertenecen a escritores de arte y arquitectura
de gran relevancia en la Espaa actual. Por eso me
ha parecido interesante que mis lectores supieran
algo de los opinantes y qu rostro tienen: las breves semblanzas bio-bibliogrficas que figuran entre
estas pginas (ms las fotografas que he podido
conseguir) pretenden satisfacer la natural curiosidad respecto a los coautores de este librito.
Aqu tienes, en fin, lector benevolente, una especie de manual (o se trata de un ensayo?) sobre
los gneros de la historia y la crtica artstico-arquitectnica; tambin es el primer intento, hasta
donde alcanzo a saberlo, de elaborar un libro de estilo para nuestro oficio. Como en otros casos similares (libros de estilo de los peridicos, por ejemplo)
se aade subrepticiamente un esbozo de cdigo deontolgico. No hablo de leyes de cumplimiento ineludible sino de exhortaciones ticas. Moralina seudorreligiosa? Ya vers que estas cosas, para m, se
reducen ms bien a consejos tcnicos: debes comprender que el comportamiento venal genera confusin intelectual, yiho es fcil escribir bien cuando uno dice barbaridades o pretende disimular la
verdad de las cosas{
Por qu escribimos?
mfl>
Transcribo, finalmente, para no hacer interminable este elenco de opiniones coincidentes, las matizaciones aportadas por Valeriana Bozal: Cuando
escribimos, lo hacemos dentro de un gnero determinado, que tiene lectores concretos. No es lo misValeriana BOZAL
2. Puede que el gnero a practicar no nos permita decir todo lo que sabemos acerca de un tema
determinado, pero sera grave confundir las eventuales exigencias de concisin con la omisin de
datos o conclusiones esenciales para el argumento
que queremos desarrollar.
3. No es adecuado atribuir a otro escritor lo que
ste no dice, o tergiversarlo gravemente en favor de
nuestras tesis.
4. No debemos apropiarnos, sin mencionar la
fuente, de ideas o de trminos especiales en contrados por otros. Es una grave equivocacin suponer
que slo debe mencionarse la procedencia de los
datos.
5. En relacin con lo anterior, est claro que debemos citar las aportaciones relevantes de los otros
autores, y no aludir a sus hallazgos menores para disimular, tal vez, que se les ha robado algo importante
y no lo hemos reconocido.
6. Es bueno, en trminos generales, que nuestros lectores puedan distinguir entre las informaciones objetivamente contrastables, y nuestras deducciones o juicios de valor.
8. No basta con escribir bien en un sentido puramente gramatical, pues la falsedad y la inmoralidad de un texto o de un escritor estropean in e vitablemente el resultado (lo cual, dicho sea de paso,
no se puede formular al contrario, pues no es necesariamente bueno todo texto que sea ticamente impecable).
9. No se debe engaar a un pblico candoroso
y no especializado con citas abrumadoras o con un
lenguaje abstruso. La erudicin que oculta la falta
de ideas es una subespecie perniciosa de la mentira acadmica.
Ideas previas
importante la eleccin del tematAlgunos gneros no favorecen el tratamiento de todos los asuntos, pues qu sentido tendra, por ejemplo, iniciar
ahora una tesis doctoral para depurar el catlogo de
Rembrandt cuando un equipo prestigiossimo ha
realizado hace poco esa tarea? Pero s se puede escribir un nuevo libro, reexaminando a esta figura seera del barroco holands. O un artculo especializado sobre alguna obra o asunto iconogrfico, o
precisando relaciones artsticas, problemas tcnicos, etcJEs difcil que no sea posible aportar cosas
inditas, aunque el tema parezca muy trillado. Y
sobre todo, siempre cabe lanzar otro punto de vista, revolucionario o ms clarificador, sin olvidar,
claro est, que s hay asuntos realmente novedosos
sobre los que existe poca literatura especializad~~{
Js en esta curiosa interrelacin entre el tema y
el tratamiento que se le da donde se define la personalidad intelectual del historiador y del crtico de
art~Hay temas con garra y otros que no la tienen.
Y no estoy pensando necesariamente en quienes siguen ciegamente las modas intelectuales, pues ya
sabemos que un sometimiento excesivo a la correccin acadmica dominante puede conducir al aburrimiento (o a la exasperacin) del hipottico lector. Lo mismo sucede, obviamente, cuando se siguen
al pie de la letra las ms rancias recomendaciones
temticas y metodolgicas. Se llevan a mediados
de los aos noventa los gender studies y los asuntos
S autntico siempre al
elegir tus temas de trabajo,
pero no te cierres ante las
posibles revoluciones delconocimiento.
Es difcil evocar todos los casos que esta problemtica puede suscitar, pero s podemos dar un consejo, especialmente a los ms jvenes:.U autntico
siempre al elegir tus temas de trabajo, pero no te
cierres ante las posibles revoluciones del conocimient9fTe defines por lo que estudias, pero al estudiar cambias y eso te permite ir ms all de ti mismg(No te falsees eligiendo cosas y orientaciones
intelectuales que no te interesan slo porque supongas que eso puede ser profesionalmente oportuno, pc=ro debes hacer gala de tu capacidad de aprendizajsfLo que no te gusta hoy puede interesarte
mucho maan~
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Podemos referirnos con esto a las fuentes secundarias que son informaciones procedentes de
otros estudiosos. Tal vez las necesitemos de un modo
perentorio pero no tienen por qu haber sido encontradas por nosotros mismos. Supongamos que
quiero estudiar la arquitectura militar de los siglos XVI,
XVII y XVIII en las posesiones ultramarinas de la corona espaola; es evidente que me vendr bien co-
Lo anterior vale en trminos generales, pues algunos profesionales deben ser capaces de escribir con
aceptable correccin sobre muchos asuntos heterogneos. Un crtico de arte, por ejemplo, no siempre puede permitirse el lujo de seleccionar aquellos
acontecimientos de actualidad sobre los cuales ha
de ocuparse. Tambin podemos aplicarlo a muchos
profesores en diferentes niveles de enseanza, obligados como estn a desarrollar temas muy variados.
Es necesario
documentarse
En cualquier caso, es impr~scindible documentarse.lfia vaguedad y la insolencia del escritor ignora~te puede y debe evitarsefEn
esto s se puede
.,/;
tener xito. Tal vez no seamos capaces de adquirir
el talento literario pero s sabemos cmo se soludonan las deficiencias de informacin ante un tema
determinado/A esg s_eJe llan::tl segciJl~mentec=s
tudio Y!~en__ algun()s casos, investig(lci_f1.
Si tienes claro cul es el tema sobre el que vas
a escribir es porque ya conoces algo del mismo: has
ledo algn libro o artculo, has visto una exposicin
sobre el periodo o artista que te interesa, te ha impresionado alguna obra aislada, etc_J;,_formarte es
profundizar lo que sabes o crees sabe_r,.fDebes intentar conocer todos los datos y opiniones que puedan ser relevantes para el asunto elegido, lo cual
obliga a considerar el acto de escribir como resultado de una compleja planificacin estratgica. El conocimiento que precede a la escritura se adquiere,
normalmente, de un modo sistemtico.-
nocer las tcnicas de ataque empleadas por los marinos de la poca, la evolucin de la artillera, el alcance de los morteros, etc. Estas cosas puedo aprenderlas en los textos de otros historiadores
especializados en asuntos blicos, de modo que yo intentar profundizar (en los archivos y en la bibliografa
especializada) sobre aquellos aspectos propios de mi
especialidad no examinados por los otros tipos de
historiadores: planos, disposiciones espaciales, consideraciones tcnicas y estticas, autores de los proyectos, etc.
Quiz no sea muy operativa, en la prdica, esta distincin entre distintos tipos
de fuentes: todo vale si sirve a nuestros propsitos.
Libreras y bibliotecas
Revistas especializadas
pregunta deja al estudioso en una situacin incmoda, aunque todos los expertos consultados responden casi de la misma manera. Antonio Bonet
Correa dice: Se debe siempre aspirar al mximo nivel de informacin posible. Ahora bien, existe un lmite para saber detenerse. La documentacin excesiva acaba siendo repetitiva e innecesaria. Darse
cuenta en dnde se encuentra la frontera que separa
la insuficiencia de la superabundancia de datos es
un signo de la madurez intelectual del investigador.
Hemos entrado en una nueva era, y es muy difcil que seamos capaces de conocer todo lo publicado sobre un tema antes de ponernos a escribir.
Qu nivel de informacin debemos, pues, poseer? Existe un punto razonable a partir del cual podemos considerarnos autorizados para opinar? La
Cuando nos queremos documentar sobre algo recurrimos a todo tipo de estratagemas.
En fin, cuando nos queremos documentar sobre algo recurrimos a todo tipo de estratagemas:
leemos todo lo necesario, hacemos entrevistas a
quienes saben del asunto, buscamos indicios materiales muy diversos, viajamos para ver cosas, etc.
Mtodos para
almacenar la
informacin
Fichas o papeletas
La informacin que adquirimos para llegar a escribir sobre algo puede guardarse en la memoria
personal, pero este procedimiento vale slo para
algunos gneros breves como el artculo periodstico o la crtica. Y ni aun as merece la pena retener
ideas o datos cuando podemos apuntarlos, archivarlos y utilizarlos en muchas ocasiones sin ningn esfuerzo especial. En la mayor parte de los casos es imprescindible desarrollar un mtodo lgico
que permita registrar y procesar toda la informacin
que adquirimos en el curso de nuestro trabajo.
Esto es ms importante de lo que parece. Son
muchos los que fracasan en sus empeos investigadores por no tomrselo en serio desde el principio. Practicar los gneros acadmicos no es igual
que escribir una novela, y por eso no recomiendo
anotar en cuadernos las distintas noticias, ideas y
citas que uno va recogiendo para elaborar un trabajo
de cierta complejidad. Con ese sistema es muy difcil llevar los datos de un lado a otro y ordenarlos
para la redaccin. El procedimiento clsico que se ha
revelado ms eficaz consiste en hacer fichas o papeletas de mediano tamao. No es necesario que
sean de cartulina y yo recomiendo, de hecho, las de
papel: un folio del tamao Din A4 dividido en cuatro partes proporciona otros tantos papelillos rectangulares de un tamao ideal ( 15 x 1O' 5 centmetros), baratos, asequibles, poco engorrosos, y muy
Fichas bibliogrficas
Estamos hablando de un
fichero personal, en funcin de uno o varios trabajos especficos, y no del
que se elabora en una biblioteca pblica.
Podemos aadir en estas fichas bibliogrficas todas las observaciones que puedan sernos tiles,
como por ejemplo, escrito al dorso de la cartulina
anterior: Coleccin de ensayos, muy sugestivos,
sobre distintos aspectos de la iconografa medieval,
ilustrados con fotos en blanco y negro, etc. Caben
otras anotaciones, como siglas de bibliotecas asequibles donde se encuentra el libro en cuestin, u
otras cosas anecdticas que sirvan de recordatorio
al usuario. No olvidemos que estamos hablando de
un fichero personal, en funcin de uno o varios
trabajos especficos, y no del que se elabora en una
biblioteca pblica. Recomiendo para estas fichas
utilizar cartulinas ms pequeas que las de las papeletas de anotaciones. Un buen tamao puede ser
el estndar de 12'5 x 7'5 centmetros.
Todo esto son pequeos consejos para la organizacin interna del material y no indican cmo
debemos citar a pie de pgina, cuando escribimos el
texto definitivo. De ello hablaremos ms adelante.
El procedimiento que he descrito aqu someramente no es muy distinto del que emplean otros conocidos historiadores y crticos de arte, aunque hay
De estos testimonios (y de otros que no copiamos aqu para no reiterar en exceso las ideas fundamentales) se desprende una interesante conclusin: el mtodo de trabajo debe ser sencillo, poco
engorroso y flexible; ha de permitir recoger y guardar datos muy variados y, sobre todo, puede ser
muy diferente segn el tipo de trabajo que se elabore. Esto nos permite aludir ya a los procedimientos
informticos. Los ordenadores porttiles hacen posible el trabajo directo en el centro de investigacin, de modo que una cita o un documento transcrito en el archivo o biblioteca puede copiarse
automticamente luego en el texto definitivo, con
el consiguiente ahorro de esfuerzo burocrtiCo. Por
supuesto, parece mejor hacer en el ordenador los ficheros bibliogrficos. Todo es posible en este terreno prometedor y es casi seguro que muchos lectores de este libro estn empleando ya, a mediados de
los aos noventa, procedimientos informticos eficaces para recabar informacin. Todo vale, sin olvidar que el objetivo final no es acumular datos
porque s sino para procesarlos, elaborando textos
originales y de calidad.
4. Elementos visuales
Importancia de las
imgenes
Cmaras fotogrficas y
accesorios
Si haces fotos de libros y revistas, o quieres reproducir planos, postales, pequeos dibujos, copiar
otras fotografas, etc., necesitars un objetivo macro,
que permite acercar la cmara a detalles muy pequeos. Ms baratas, aunque igualmente eficaces,
son las lentes de aproximacin que se colocan delante de los objetivos ordinarios permitiendo las mismas prestaciones que con un macro. Las tiendas
especializadas de fotografa suministran informacin suficiente sobre estos y otros materiales. Insisto
en que no necesitas ser un especialista y por eso
renuncio a dar aqu informacin detallada sobre
los muchos tipos de cmaras, y la casi infinita variedad de accesorios fotogrficos disponibles en el
mercado. El material imprescindible no es tan caro
como algunos suponen, y no olvides que algunos
establecimientos venden excelentes productos de
segunda mano, garantizados, cuyas prestaciones
pueden ser tan buenas como las de las ltimas novedades del comercio.
A propsito de esto, debes saber que al historiador del arte no le convienen las cmaras superautomticas, de modo que algunos modelos aparentemente anticuados pueden ser excelentes para
nuestro trabajo. Con cualquier mquina fotogrfica que usemos, debemos poder controlar manualmente el enfoque y los parmetros luminosos: casi
. siempre (sobre todo en fotos de arquitectura) es
bueno aumentar la exposicin con respecto a lo
que marca el fotmetro automtico.
Entre los accesorios, es indispensable poseer un
trpode y un disparador manual. Ello te permitir fotografiar y estudiar cosas muy oscuras, casi invisibles para la mirada ordinaria. Muy conveniente es
tambin un tablero reproductor, que sirve para fijar la cmara cuando se hacen fotos de libros, opapeles varios, aunque tal vez esto requiera un grado de especializacin mayor (casi todos los
profesionales espaoles se sirven de los tableros re-
Clasificacin de las
imgenes
Rotulado de las
diapositivas
terogneas, algo que puede ser inevitable en trabajos histrico-artsticos de cierta complejidad. Por eso
somos muchos los que recomendamos emplear casi
exclusivamente diapositivas, en blanco y negro o en
color, segn lo requiera el asunto a estudiar. Las
diapositivas cuestan menos dinero que las fotografas sobre papel, abultan poco, son muy fciles de
archivar y de manipular, y dan una calidad de reproduccin superior a las fotografas ordinarias.
Uno puede estudiar cualquier problema con ellas u tilizando un visor-ampliador de mesa. Sirven tambin
para ilustrar las conferencias o las clases, y los e ditores las prefieren cuando hemos de publicar alguna imagen. Se pueden guardar miles de diapositivas, perfectamente clasificadas, en un pequeo
mueble construido al efecto. Cmo podramos hacer lo mismo con otras tantas fotografas, recortes,
fotocopias, y otros materiales variopintos?
Importa mucho rotuladas bien, poniendo en el
marquito todos los datos relevantes: autor y ttulo
de la obra, fecha, localizacin, procedencia de la
imagen, y ao en que se ha hecho esa diapositiva.
Cuando este marco sea de plstico (es decir, casi
siempre) escribiremos estos datos empleando un
rotulador especial, para superficies lisas, de punta
muy fina. La clasificacin ulterior de estas diapositivas es muy fcil, pues pueden ordenarse en cajones, con guas especiales, igual que se hace con las
fichas ordinarias en las cajas de zapa tos.
Cambiaremos de sitio y consultaremos nuestras diapositivas segn lo vayamos necesitando en el curso de .nuestro trabajo, sin excluir su eventual proyeccin para apreciar mejor algunos detalles.
Un pequeo truco para repasar rpidamente
muchas diapositivas: se miran colocando detrs o encima de una mesa, a una cierta distancia de las mismas, un folio en blanco, procurando que est bien
iluminado. Con el tiempo se aprende a ver muchas
cosas en estas imgenes tan reducidas, y apenas se
Imgenes en soporte
magntico
Cuando la televisin de
alta definicin se combine
con las posibilidades abiertas por la informtica, no
habr ninguna razn para
mantener el reinado actual
de la diapositiva en color
sobre los otros soportes.
Elementos grficos
quiera que haya recibido un mediano entrenamiento. No olvidemos que muchos programas asequibles de ordenador permiten elaborar con facilidad muchos grficos estadsticos. Tambin los planos,
mapas y otros recursos grficos ms complejos se hacen ahora con procedimientos informticos. Pero no
podemos aspirar a que el escritor de arte domine todas estas tcnicas modernas, ni tampoco las ms
artesanales del dibujo tradicional. Ser bueno que
busque, cuando lo necesite, el auxilio de algn profesional (grafista, delineante, programador... ) pero
asegurndose el control intelectual del resultado.
Esto es importante, pues si los diseadores no reciben instrucciones muy precisas pueden enfatizar
aspectos irrelevantes, sin olvidar el riesgo de que
sacrifiquen la claridad conceptual en favor de su
peculiar concepto de la esttica.
5. Derechos de reproduccin
Derechos de las
fotografas y derechos
de reproduccin
6. Planificacin previa
En el proceso mismo de
la escritura uno llega a desvelar aspectos que no tenapensados de antemano.
Supongamos que ya llevamos un tiempo razonable documentndonos sobre nuestro tema, hemos
acopiado materiales de distinta naturaleza, y llega
el momento de empezar a escribir. Cundo exactamente podemos decidirnos a ello? O dicho de otra
manera: es necesario tener muy claras las ideas
antes de elaborar el texto propiamente dicho? Las
respuestas que nos han dado algunos eminentes
profesionales indican que no existe sobre esto un criterio uniforme. La posicin ms radical es la de
Antonio Bonet Correa: No se debe escribir ni una
sola lnea hasta el momento en el cual, por fin y de
repente, se ve con claridad lo que se quiere decir.
Ms matizada es la postura de Gonzalo Borrs:
Para escribir cualquier texto es necesario tener
previamente muy claro qu se quiere decir. Lo que
sucede es que en el proceso mismo de la escritura
uno llega a desvelar aspectos que no tena pensados de antemano. De modo que formular por escrito
in-duce a profundizar en el pensamiento y hay ideas
que surgen en el acto de la escritura. Escribir sobre
historia del arte es un acto creador en cierta me dida. Uno nunca sabe con seguridad en qu puede terminar un original, aunque haya sido diseado previamente en todos sus epgrafes.
Y en un extremo casi opuesto al de Bonet Correa
se sita la respuesta de Valeriano Bozal: En lo que
a m respecta, no tengo muy claras todas las ideas
antes de empezar a escribir, pero s tengo mentalmente (y, por lo general, tambin sobre el papel) un
conjunto de ideas que deben aparecer en lo que
voy a escribir. En algunas ocasiones, tambin tengo en la cabeza el orden y sucesin de ideas. Ahora
bien, a medida que voy escribiendo, muchas ideas
cambian y el orden se transforma, de tal manera
que todo ello no es sino un punto de partida. Escribir
es una forma de pensar y una necesidad para po-
l. Puede ocurrir que antes de empezar lo tengamos todo muy pensado y no quepa ningn resquicio para la improvisacin o el sorpresivo hallazgo intelectual. Nos limitamos entonces a redactar,
dejando muy claro que tal trmino no implica ahora ningn juicio de valor. Puede que no experimentemos muchas emociones en el momento de
poner palabras concretas a nuestras muy elaboradas ideas, pero eso no tiene por qu afectar a la calidad del resultado: el texto puede ser bueno o malo,
resultar convincente o dejar insatisfechos a los lectores.
2. Los conceptos y el desarrollo argumental estn semielaborados en la mente del autor. Sabemos
aproximadamente lo que queremos decir y tenemos
alguna idea del orden expositivo as como de los
ingredientes eruditos a utilizar, pero no estn decididos algunos desarrollos ni tampoco todos los golpes de efecto. Pueden faltarnos informaciones
complementarias que esperamos procurarnos sobre la marcha. Escribir, en este caso, es dar forma
a un pensamiento que no exista con anterioridad.
Tampoco aqu las emociones del escritor, e ventualmente exaltado con sus descubrimientos, prejuzgan la calidad de los resultados.
Entre estas dos posiciones caben, obviamente,
otras intermedias. Cualquiera de ellas puede ser legtima, y es bueno que conozcamos cul de ellas se
adapta mejor a nuestra personalidad. Tambin conviene saber que los gneros ms cientficos (te~
sis doctoral, comunicacin de congreso y artculo especializado) nos invitan ms a redactar (en el sentido
comentado) que otros textos ms literarios. Para
la crtica de arte o el artculo-ensayo, por ejemplo,
Pl!-ede ser bueno no tenerlo todo claro, y dejar que
la escritura misma vaya estirando y configurando las
ideas preliminares.
Esquema preliminar
Ordenacin de las
papeletas
En todos los casos es casi obligatorio hacer un esquema de los puntos a tratar. Puede ser un ndice
complejo, si trabajamos en un libro o un artculo largo, pero incluso para los gneros breves es muy recomendable elaborar un guin. Esto nos proporcionar un esqueleto argumental, algo bsico para
que los textos no se deshagan en divagaciones incoherentes. Es difcil que encontremos un buen escrito sin una especie de columna vertebral.
Hagamos siempre una pregunta: Qu quiero, en
sntesis, contarle al lector? Qu orden voy a seguir? No es una mala idea adoptar el esquema narrativo clsico: introduccin, desarrollo y desenlace; es decir, planteamiento preliminar, cules son las
incidencias o detalles de mi argumento, y cmo lo
reconduzco (si es que ello me interesa) hacia una
especie de recapitulacin final.
Con este esquema delante, que puede estar escrito en un trozo de papel, podemos ordenar nuestras papeletas, recortes, fotografas, etc. Si cambiamos sobre la marcha el esquema de trabajo iremos
haciendo otro tanto con estos materiales. Yo aconsejo colocarlos en montoncitos, cada uno para un
captulo o epgrafe a desarrollar, y luego subdividirlos
dentro de cada montn en funcin del orden expositivo que hayamos elegido. Si creemos que una
ficha o imagen puede servirnos de nuevo en otro
apartado, debemos trasladarla, una vez utilizada,
al montn correspondiente; conviene, en ese caso,
anotar con lpiz en la papeleta que ya se ha mane-
7. Con qu escribir
El terror a la pgina
en blanco
Ventajas del
ordenador
Naci en Madrid (1947) donde realiz estudios de historia del arte. Desde
197 4 ha ejercido la docencia universitaria, primero en los colegios
universitarios de Toledo y Ciudad Real, y luego en la Universidad
Complutense, de la cual es actualmente Titular de Historia del Arte. En
1987-88 fue Subdirector General de Bienes Muebles del Instituto de
Conservacin y Restauracin de Bienes Culturales, puesto que abandon
para ocupar el de Director General de Bellas Artes del Ministerio de
Cultura. En febrero de 1991 fue cesado de este cargo por haber firmado
una carta oponindose a la participacin espaola en la Guerra del Golfo.
Ha sido ponente y conferenciante asiduo en numerosas universidades
espaolas y extranjeras. Comisario de algunas exposiciones importantes,
es un escritor vigoroso que ha cultivado gneros muy variados. Entre sus
libros destacan los siguientes: Manifiestos, proclamas, panfletos y textos
doctrinales. Las vanguardias artsticas en Espaa. 1910-1931 (1979), Las
vanguardias artfsticas en Espaa. 1909-1936 (1981 ), La vanguardia y la
Repblica (1982), Rembrandt (1995), etc.
Es mejor habituarse a un
sistema econmico y productivo que a otro engorroso o poco eficaz.
8. Frases y prrafos
Hay muchos modos de escribir bien, y tambin
de hacerlo mal. Es imposible, como ya hemos dicho,
encontrar un recetario de aplicacin universal que
nos permita evitar las inconsistencias y debilidades
expresivas. Pero aun as, siempre es factible reflexionar sobre nuestro trabajo: estamos ya hilvanando las palabras, informando y argumentando;
presentamos, tal vez, lo que otros han dicho, entreverado con nuestros puntos de vista; conducimos a nuestros lectores de un asunto a otro, siguiendo estrategias narrativas ms o menos
sofisticadas. En todos los casos el texto que escribimos intentar acercarse a la perfeccin ideal, lo cual
quiere decir que se le podrn aplicar tres adjetivos
emblemticos: verdadero, laro e interesante.
Verdadero, claro e
interesante
Verdadero o verdico puede asimilarse, ya lo hemos mencionado antes, a verosmil. El lector debe
convencerse de que no omitimos, por desconocmiento o ignorancia, ningn dato relevante para
el asunto a desarrollar. Repitamos algunas cosas:
la veracidad es una cualidad del escritor, pero su
importancia para los gneros cientficos (o acadmicos) es tan grande que se acaba convirtiendo en
Frases y prrafos
Conviene evitar la repeticin de palabras dentro de la misma frase o prrafo, para lo cual nos veremos obligados a buscar sinnimos o a transformar
por completo el orden de una sentencia. Pero tambin aqu debemos recordar que no hay, al escribir,
casi ninguna regla de aplicacin universal. Observa,
por ejemplo, cmo la abusiva repeticin de lapalabra columna en este texto de Alejo Carpentier
tiene, frente a lo que cabra esperar, un hermoso
efecto expresivo, muy acorde con el argumento del
librito al que pertenece:
As, en muchos viejos palacios habaneros, en
algunas ricas mansiones que an han conservado
su traza original, la columna es elemento de decoracin interior, lujo y adorno, antes de los das del
siglo XIX, en que la columna se arrojar a la calle
y crear -aun en das de decadencia arquitectnica evidente- una de las ms singulares constantes
del estilo habanero: la increble profusin de columnas, en una ciudad que es emporio de columnas, selva de columnas, columnata infinita, ltima
urbe en tener columnas en tal demasa; columnas
que, por lo dems, al haber salido de los patios originales, han ido trazando una historia de la de cadencia de la columna a travs de las edades 5
De la frase al prrafo
La sonoridad del
lenguaje
modo que el empleo de uno u otro estar determinado slo por razones argumentales. El punto y
aparte se interpreta fonticamente como una pausa ligera en el tiempo de lectura.
Interrogacin y
admiracin
Te aconsejo que seas razonable en el uso de la interrogacin y muy comedido con la admiracin.
El ritmo
Le Corbusier, el arquitecto que nos prometi mquinas de habitar, termin construyendo mquinas de emocionar. El ms influyente -y acaso el ms
grande- de los arquitectos de este siglo fue, ante
todo, un desmesurado artista plstico, un creador
de formas polifnico y proteico, un orquestador
magistral del escalofro en la retina.
Lo importante es mirar, reiteraba el que defini
la arquitectura como el juego sabio, correcto y
magnfico de los volmenes bajo la luz. Su mirada abri los ojos de sus contemporneos a la belleza
de las mquinas, de los transatlnticos o las aeronaves; pero no fue por eso menos sensible a la elocuencia potica de las formas naturales o a la emocin exacta de la geometra. El ms moderno de los
arquitectos fue tambin el ltimo gran arquitecto
clsico.
Transform el lenguaje de su arte con la precisin
y la violencia de Picasso o Joyce, sin dejar de proclamarse heredero del linaje de Ictinos y Miguel
ngel. Se form en el experimentalismo insomne
de las vanguardias, pero aprendi an ms de Santa
Sofa y de la Acrpolis.
Su grandeza y su miseria se confunden con las de
la arquitectura moderna. Construy villas blancas
de gramtica precisa y delicada, bloques gigantescos y musculosos de vivienda colectiva, edificios
religiosos rigurosos y lricos; persigui la proteccin de un estadista que le permitiera realizar sus
sueos urbanos, megalmanos y premonitorios;
crey encontrar su Luis XIV en Ptain y acab hallndolo en Nehru, para el que construy en la
India una ciudad monumental, hermosa, trgica y
desolada.
que casi todos los escritores profesionales se expresan de un modo personal: repiten ciertas palabras o
recursos sintcticos, ttulos, argumentos, etc. A pro. psito de esta cuestin el profesor Gonzalo Borrs
dice lo siguiente: Alcanzar un estilo literario personal
es una meta irrenunciable para un historiador y,
por lo tanto, para un historiador del arte. He ledo
mucho por el mero placer que proporciona una expresin formal bella. Ya desde joven Ortega me interesaba ms por la forma de decir que por el contenido. Lo mismo me ocurra con Azorn. La forma
de escribir configura un perfecto autorretrato.
Es reconocible la personalidad individual, desde luego, en casi todos los profesionales de la historia del arte. Veamos unos fragmentos, muy breves, extrados de dos obras comparables por su
temtica, extensin y metodologa, aunque separadas en el tiempo por unas dos dcadas: el primero procede del volumen XV de Ars Hispaniae, escrito por Diego Angula Iguez, y el otro lo hemos
extrado de Pintura barroca en Espaa, 1600-1750,
cuyo autor es Alfonso E. Prez Snchez. Ambos hablan del mismo lienzo de Ribera, aunque sin detenerse mucho en l. Es obvio que el estilo de Angulo
es ms seco en su mero intento descriptivo que el
de su discpulo Prez Snchez, de adjetivacin ms
abundante, precisa y acerada.
La otra [obra con modelo patolgico] es la
Barbosa de los Abruzos ( 16 31), de la Fundacin de
la Duquesa de Lerma, en Toledo. Tal vez pintada por
orden superior, y no por propia iniciativa, con el fin
de conservar a la posteridad el caso extraordinario
de la retratada, el hecho es que nos presenta a una
mujer que con sus largas barbas medio cubre el
pecho que da a su hijo, mientras el marido aparece en segundo trmino, todo ello interpretado con
el ms agudo realismo 7
Ribera deja en estos lienzos [encargados por el
duque de Alcal] quizs las ms dramticas nter-
tlogo). Parece obvio que esta cuestin se re ladona tambin con los temas, como nos lo ha recordado Jaime Brihuega al ser preguntado sobre
esto:
La naturaleza de los asuntos a tratar requiere,
por regla general, una etapa de elaboracin (previa
a la escritura) muy diferente; ello acaba implicando una escritura necesariamente especfica. Sin embargo, algunos temas permiten, incluso reclaman,
mezclar distintas formas de expresin escrita del
discurso. Un claro ejemplo son los temas de arte
contemporneo, en los que lo cientfico, lo propiamente erudito, lo crtico, lo ideolgico, lo filosfico, lo semitico ... , difcilmente pueden excluirse
entre s aunque se trate de perspectivas de anlisis
que convergen con discursos, incluso 'estilos literarios', muy especficos.
El tono
La irona es un recurso
distanciador que puede
aplicarse muchas veces con
provecho.
sta es, pues, una cuestin sutil que slo puede resolverse bien ponderando cuidadosamente las
convenciones del gnero, el tono del escrito, y el
contexto concreto en el que se sita la persona verbal.
Quisiera contribuir ahora con una receta prctica: intenta que tus trabajos tengan un ttulo y un subttulo; el ttulo puede ser breve y muy sugestivo, en
cuyo caso el subttulo ser ms descriptivo y extenso. As evitars tanto los aburridos encabezamientos tradicionales como la peligrosa proliferacin de
enunciados ambiguos, a la cual se refiere Valeriana
Bozal cuando dice: Considero importantes los ttulos y subttulos, y me parece que deben ser precisos
y daros, dar cuenta de aquello de lo que se habla.
Cada vez estoy ms en contra de los ttulos metafricos y sugestivos que pueden aplicarse tanto a un trabajo de historia del arte como a un texto potico o
simplemente retrico, ttulos de los que hay en la
actualidad una considerable inflacin.
Medita ahora sobre algunos ejemplos de esta
prctica y comprueba cmo se han invertido a veces, sutilmente, las funciones evocadora e informativa del ttulo y el subttulo:
GIEDION, S.: Espacio, tiempo y arquitectura. (El
futuro de una nueva tradicin). Ed. Dossat S. A., Madrid
1978 (quinta edicin).
Los epgrafes
En relacin con los ttulos se encuentran los epgrafes. Se trata de frases o palabras que encabezan
fragmentos del texto (unos pocos prrafos o pginas, normalmente). N o es obligatorio hacerlos, y
depende mucho del gnero que estemos practicando, del tono y de otros aspectos aleatorios. En los
artculos periodsticos los epgrafes suelen hacerlos
los editores, entresacando algo del escrito que les parece significativo. Lo que pretenden, en estos casos, es evitar la sensacin de pesadez de un gran
bloque de texto sin interrupciones o decansos,
pero lo ideal es que esta operacin contribuya tambin a resaltar los argumentos fundamentales.
11. Revisiones
Correcciones
Creo que los epgrafes son tambin muy importantes y por eso debera hacerlos el autor del
texto, siempre que sea posible. Piensa en ellos como
si hubieran de figurar en un ndice, todos juntos.
Esto ~vitar las repeticiones de palabras o de frases
ingeniosas: hace muy mal efecto que varios epgrafes de un mismo texto tengan la misma estructura sintctica (a no ser que se persiga eso por razones expresivas), adjetivos idnticos, etc.
Supongamos que nuestro escrito est completamente terminado, incluyendo ttulos, epgrafes, y
el acompaamiento grfico correspondiente.
Debemos entregarlo ya a la imprenta o conviene
corregirlo nuevamente tras un cierto periodo de
reposo? A veces, no tenemos ms remedio que hacer lo primero, tal como reconoce el profesor Bonet
Correa: Me gusta revisar los textos con calma pero,
por desgracia, los editores siempre los reclaman con
prisas. Lo bueno sera dejarlos reposar en un cajn
durante algn tiempo y releerlos decantando su
contenido y puliendo su forma. Hels! esto parece un ideal inalcanzable.
Lo mismo viene a reconocer Gonzalo Borrs
cuando vincula los escritos a la naturaleza de los
encargos: Algunos -dice- se nos escapan inexorablemente de las manos. Es interesante su precisin de que por lo general, el historiador del arte
a la hora de releer sus trabajos se muestra ms preocupado por el contenido que por la forma.
Los lectores de
confianza
que ya has hecho antes. No confes, pues, en la inmediata comprensin de tus lectores de confianza
si te atreves a salirte de lo que esperan de ti. No estoy diciendo que te encastilles en la soberbia intelectual: acepta humildemente los buenos consejos,
pero tampoco dimitas de tus propias posiciones
cuando sean el resultado de una toma de partido
bien meditada. T eres el autor o autora del escrito; agradece, pues, las observaciones ajenas, pero sin
abandonar tu personalidad individual.
Un caso especial de la complejidad de caminos
que siguen las ideas antes de convertirse en textos
acabados es el de Valeriano Bozal, cuyo proceso de
trabajo, descrito por l mismo, transcribo a continuacin. Su caso, como puede apreciarse, hace innecesaria la tarea del lector de confianza: Los textos sobre los que trabajo -cualquiera que sea su
gnero- no son mundos autnomos de escritura,
sino que estn relacionados -o los relaciono- con mi
actividad docente, de conferenciante, etc. Por lo general, expongo en las clases y en conferencias los
asuntos sobre los que estoy trabajando, de talmanera que me obligo a expresarlos de viva voz y hacerme entender: lo que luego ser un texto, debe ser
comprendido y, a ser posible, discutido, o al menos
debe suscitar preguntas y aclaraciones.
Los textos no reposan en cajn alguno y luego
se recuperan, sino que reposan en la exposicin,
generalmente repetida (con variaciones), ante una
audiencia. Puede suceder que, al exponerlos, no
me resulten convincentes (en cuyo caso son retirados); puede suceder que resulten demasiado hermticos o, simplemente, ininteligibles (y entonces
habr que aclararlos); lo ms raro es que sirvan tal
como se exponen la primera vez.
Hay otro tipo de textos que no pueden ser expuestos de viva voz (bien porque respondan a un
encargo preciso -un catlogo, por ejemplo, un ar-
La ortografa
El habla coloquial
No es ste el lugar para debatir la compleja cuestin de si hemos de intervenir, o hasta qu punto,
sobre el idioma. El habla evoluciona obedeciendo
a causas muy complejas, y sabemos que no siempre
se siguen en estas transformaciones las reglas gramaticales y las convenciones idiomticas de las clases cultivadas. Lo incorrecto, desde el punto de vista acadmico, puede dejar de serlo cuando un
grupo significativo de hablantes lo ha convertido
en norma. Sigamos, pues, esta regla de oro: la prosa historico-artstica debe ser considerada inteligible y correcta por los lectores a quienes nos dirigmos. Busquemos las expresiones cultas del idioma,
tal como ste es en el momento y en el lugar donde escribimos. Ser lgico, por lo tanto, emplear algunos modismos espaoles, argentinos, mexicanos,
etc., segn sea la nacionalidad de nuestro pblico.
Pero no hay que abusar de ello. La lengua es
un instrumento de comunicacin tanto ms poderoso cuanto mayor es el nmero de sus usuarios.
Escribamos, pues, para todos los lectores del idioma
y no slo para un puado de connacionales: el
coloquialismo slo es recomendable en pocas
ocasiones y en algunos gneros especficos, como veremos ms adelante. Lo razonable es recurrir al espaol normativo, tal como lo vienen fijando las academias de la lengua, y muy especialmente la Real
Academia Espaola, sin mostrar tampoco una adhesin ciega a todas sus normas y definiciones.
Los diccionarios
Libros de estilo
acto de escribir posee siempre implicaciones morales y estticas), vamos a proponer ahora so lamente unas pocas orientaciones ortogrficas, en un primer intento de sistematizar cosas ampliamente
consensuadas entre los escritores de arte. Se trata
de un catlogo parcial de recomendaciones dirigidas a los estudiantes que deseen acercarse a los usos
de la escritura profesional.
No a las maysculas
arbitrarias
Nombres extranjeros
de evitar confusiones, se utilizar la versin que tales nombres puedan tener, eventualmente, en otras
lenguas europeas (pinsese en la toponimia checa
o hngara, por ejemplo, y en sus viejas versiones en
alemn).
Para los nombres que proceden de idiomas con
caracteres no latinos se seguir la transcripcin ms
comnmente aceptada en la literatura ordinaria o
especializada: Mahoma (no Muhammad), Lenin (y
no Lenine, que procede de antiguas transcripciones del ruso al francs), Tell el Amarna, Karnak,
etc. Cuando surjan dudas puede hacerse una transcripcin fontica, con algunas simplificaciones: Yuri
Plejnov, y no Plekhanov, pues el sonido jota del
ruso s se puede transcribir bien en espaol con una
letra, a diferencia del ingls. Tambin escribiremos
Jartm, pero no est tan claro que debamos escribir Jorsabad o Ajenaton sin que el lector se sienta
desconcertado tras haber visto muchas veces escritos esos nombres como Khorsabad o Akhenaton (e
incluso Akenatn).
Conviene recordar que de todos los alfabetos
no latinos hay normas de transcripcin ms o menos oficiales que debern tenerse en cuenta si la
ndole especializada del trabajo lo requiere: no es lo
mismo escribir una historia de la pintura china o un
artculo acadmico sobre arquitectura islmica que
hacer alguna mencin a estos aspectos en una obra
general. Quiz sea necesario, en el primer caso, informar al lector, mediante una nota, sobre cules
han sido los criterios de transcripcin seguidos en
ese trabajo especfico.
Abreviaturas y siglas
Apndice 1:
Abreviaturas en las
notas
Ten presente, en cualquier caso, que las palabras abreviadas, si las empleas, deben llevar mayscula: Admn. (con tilde), Pta. (puerta), Ayto.
(ayuntamiento), Igl. (iglesia), Pal. (palacio), etc.
En las siglas seguiremos la formulacin ms comnmente admitida: as GATEPAC, ADLAN, ONU,
etc. van escritas con maysculas, sin puntos intermedios entre cada una de las letras. En ningn caso
van en cursiva, a no ser que formen parte de un prrafo que lo requiera (como en el ttulo de un libro,
por ejemplo). La primera vez que las siglas aparezcan en un escrito debera ponerse entre parntesis
el significado de las mismas, a menos que el contexto
lo haga absolutamente innecesario: en un manual
o en una crnica periodstica, por ejemplo, deberemos especificar que GATEPAC significa Grupo de
Artistas y Tcnicos Espaoles para la Arquitectura
Contempornea (ponemos letra mayscula a cada
una de las palabras que forman la sigla), pero tal cosa
Cursiva y comillas.
Las citas
Fichas bibliogrficas
Ms precisiones sobre
las citas
puntos y por eso son maysculas las letras que vienen a continuacin.
Todo lo anterior se refere a la cita directa y literal. Existe tambin la referencia indirecta, que no
requiere comillas, pero s exige (honradez intelectual obliga) mencionar la fuente literaria de la que
procede nuestra parfrasis. Puedo escribir, por ejemplo, lo siguiente: Fernando Maras cree que
Berruguete debi de empezar el retablo de la
Visitacin para el monasterio de Santa rsula, mi entras completaba sus trabajos en la catedral de
Toledo 14
Puntuar bien es esencial para cualquier escritor. De ello dependen cosas sutiles, como el ritmo
musical interno del escrito, y otras tan importantes
como la misma inteligibilidad de lo que queremos
decir. Pero no podemos reproducir aqu lo que ya
se supone bien conocido respecto a la coma, el punto, los dos puntos, el punto y coma, interrogacin,
admiracin, etc. (vase tambin el apartado Ritmo,
estilo y tono). Recuerda, no obstante, las sigui entes indicaciones porque de ellas no se suele hablar
en los libros escolares de gramtica espaola:
Con los dos puntos baja la voz, cuando leemos
en voz alta; no se deben poner dos veces en el interior de un mismo prrafo (cuando te veas en esa
tesitura sustituye uno de ellos por un punto o un
punto y coma, pues casi siempre se puede hacer
sin alterar gravemente lo que queremos decir); la le-
La tesina
Al terminar los estudios del segundo ciclo universitario muchos estudiantes realizan un trabajo escrito, de cierta extensin: es la tesis (o memoria)
de licenciatura, tambin llamada familiarmente tesina. En algunas universidades este trabajo equivale a varios crditos de la licenciatura mientras que
en otras (depende tambin de los planes de estudios)
puede convalidarse por materias del tercer ciclo.
En todos los casos se suele entender como algo que
sirve al alumno para demostrar su dominio de las
tcnicas de investigacin o su capacidad para e laborar por escrito una sntesis coherente y bien estructurada sobre algn asunto de su especialidad.
Lo normal es que se conciba como un escrito
ms elaborado que los meros trabajos de clase, aunque todava provisional, y es muy frecuente que
los estudiantes lo adopten como punto de partida
para la tesis doctoral propiamente dicha. Tesina y tesis pertenecen, pues, al mismo gnero. Los problemas tcnicos y estratgicos que se plantean al autor son los mismos en ambos casos, variando slo
la envergadura del proyecto y la calidad de los resultados: la tesina es ms breve (unos cien folios
puede ser la extensin aceptable), y al autor se le
suelen perdonar ciertas lagunas informativas o una
escasa originalidad en las aportaciones; la tesis doctoral, en cambio, debe ser un trabajo acabado, ms
extenso y completamente profesional. Ser mejor
que hablemos slo de esta ltima, dando por sentado que todo lo que digamos valdr tambin (con
un razonable rebajamiento de las exigencias) para
la memoria de licenciatura.
La tesis doctoral es el ms elevado de los trabajos acadmicos. Con la defensa de la misma ante el
tribunal examinador culminan los estudios de tercer
ciclo y su autor obtiene el ttulo de doctor. No est claro que debamos considerar a la tesis como un gnero literario diferenciado de cierta clase de libros, pero
todos los especialistas coinciden al sealar los objetivos que debe cumplir el doctorando: [demostrar]
que sabe investigar, ofreciendo novedades en el mtodo y en el tema propuesto, segn declaraba unos
meses antes de morir el profesor Santiago Sebastin.
A esto aaden otros algunas precisiones y matizaciones, como las de Alfonso E. Prez Snchez, para
quien es importante mostrar un cierto grado de
madurez que capacite [al doctorando] para futuras
actividades cientficas y docentes.
El autor de una tesis debe hacer avanzar el conocimiento que se posee del asunto elegido, y de ah
la importancia que tiene su eleccin. Hay temas
muy trillados sobre los que no ser fcil aportar
nada nuevo, a menos que se disponga de muchos
aos para poder descubrir los entresijos no aclarados entre la enorme bibliografa existente. Pero
Alfonso E. PREZ SNCHEZ
Nacido en Cartagena en 1935, se form en Madrid con Diego Angula,
con quien colabor ms tarde en algunas obras de repertorio (pintura madrilea y toledana del siglo XVII: 1969, 1973 y 1983). Su tesis doctoral
sobre La pintura italiana del siglo XVII en Espaa, publicada en 1965, le
consagr como uno de los mejores conocedores de la pintura barroca,
campo ste al que ha dedicado una gran cantidad de publicaciones.
Entre sus libros destacan: Catlogo de dibujos espaoles del Museo del
Prado (1973 y 1977), Historia del dibujo en Espaa, de la Edad Media a
Goya (1986), Pintura barroca en Espaa, 1600-1750 (1992), De pintura
y pintores (1993), etc. En estos y otros trabajos ha sabido combinar la precisin y el rigor histricos con un estilo jugoso que no desdea los apuntes crfticos. Ha recibido numerosos premios y distinciones, en Espaa y
en el extranjero. Comisario de importantes exposiciones dedicadas a la
pintura italiana del siglo XVII y a la espaola del Siglo de Oro. Durante
treinta aos ha estado vinculado al Museo del Prado, del cual fue, sucesivamente, subdirector (1971-1981) y director (1983-1991). Como docente universitario ha dirigido tambin numerosas tesis doctorales.
Actualmente es catedrtico de Historia del Arte en la Universidad
Complutense de Madrid .
El director de la tesis
Debes buscar en un director de tesis ms orientacin metodolgica e impulso moral que saber
propiamente dicho.
El terna de la tesis
adecuadamente las sugerencias de ste, sin que interfieran consideraciones ajenas a las meramente intelectuales.
La claudicacin moral
afecta gravemente a la calidad del trabajo intelectual.
La tentacin
hagiogrfica
Es esta voluntad distandadora (el afn por la verdad en un contexto general) lo que distingue al
estudioso universitario del
mero erudito local.
Tres condiciones
previas
suficiente para investigar. Tambin pueden, obviamente, estar amparados por medios econmicos familiares, o haber acertado en las quinielas. En cualquier caso, est claro que se deben alimentar, vestir,
y vivir en algn sitio durante el tiempo que dure la
investigacin. Tambin habrn de pagarse algunos
libros, fotocopias, material fotogrfico y de papelera, viajes de estudios, etc. No es necesario ser rico
para sobrevivir con modestia, y es increble todo lo
que se puede hacer sin gastar dinero, pero aun as
conviene que tengas una idea de tus posibilidades
antes de emprender la aventura de la tesis.
Soportars sin pesadumbre la honrosa pobreza del
estudioso? Te parecern estupendos los albergues
juveniles o los campings cuando tengas que viajar
para consultar un archivo o ver una exposicin en
algn sitio remoto?
No ser l, evidentemente, tu nico interlocutor. Toda investigacin requiere contactos mltiples con gentes variadas: archiveros, coleccionistas,
funcionarios de museos, oficinistas, otros colegas,
testigos o conocidos de algn asunto o protagonista, etc. Todos pueden aportarte informaciones y
ayudarte a perfilar ideas. Con ellos discutirs, seguramente, aspectos relevantes de tu trabajo. Pero
s muy cuidadoso porque puede no ser conveniente
que alguien sepa qu ests haciendo exactamente
Tono neutro
Tambin has de contar con la ignorancia bien intencionada de tus ocasionales consejeros. O con su
envidia. Algunos te invitarn a cambiar de rumbo
o de tema, y sealarn con saa tus supuestos errores garrafales. No siempre hablarn de buena fe.
Aprende a discernir entre los crticos honrados y
los cantos de sirena: saldrn a tu paso voces seductoras que te pueden llevar a estrellarte en los arrecifes impidiendo que llegues a ninguna parte. Esto
ser ms probable cuanto ms audaz o creativo sea
el camino que hayas emprendido. As que ve forjando tu propia coraza protectora. Es importante
que tengas confianza en ti mismo, en tus posibilidades, en la bondad del tema y del mtodo elegidos.
No cultives la soberbia pero casi ser peor si te muestras pusilnime.
Todo ello influir en el tono final del escrito. Una
tesis debe redactarse de un, modo neutro y distanciado, pero no ha de tener necesariamente un estilo seco y aburrido. En ningn caso debemos hacer un
escrito pedante y oscuro. Ha de juzgarla un tribunal, cierto, pero sera un grave error escribir para las
cinco personas que lo componen. En esto hay unanimidad entre todos los profesionales consultados: El
doctorando no debe pensar en el tribunal que lo puede juzgan>, dijo Santiago Sebastin; cualquier rendimiento -seala Prez Snchez- a las modas, modos, o manas de los miembros de un tribunal, o del
Escribirs el texto principal dividindolo en captulos y stos en epgrafes (no aconsejo los subepgrafes). Ambos pueden ir numerados segn
el sistema decimal: 4.2.3., por ejemplo, significa que
nos encontramos ante el subepgrafe 3, del epgrafe 2, del captulo 4. Yo emple este procedimiento en mi propia tesis doctoral, hace veinte
aos, pero ahora me parece algo engorroso y suelo recomendar a mis estudiantes que organicen
su narracin haciendo slo captulos (numerados)
y epgrafes (no numerados). El ndice debe tener
tambin un ritmo, una especie de belleza propia,
y debe sostenerse como texto cuando se lee
completo; de ah la conveniencia de que no sea
prolijo o farragoso: es muy importante poner ttulos
(al trabajo completo, a los captulos y a los epgrafes) que sean, a la vez, verdicos y atractivos, lo
cual vale, desde luego, para toda clase de libros, y
tambin para los artculos.
Notas
Colocars todas las notas que sean necesarias, siguiendo siempre el mismo procedimiento a lo lar-
Vase Apndice 1:
Las notas y sus
abreviaturas, pp. 189
Apndice documental
Extensin de la tesis
Ilustraciones
No quiero pasar por alto la importantsima cuestin de las ilustraciones. Era frecuente hasta hace
muy poco que el doctorando presentara su tesis escrita con una nota previa en la que remita al lector a un lbum de fotografas depositado en el departamento correspondiente de su universidad. Los
miembros del tribunal lean, pues, un texto no ilustrado, y luego, poco antes del examen, echaban
una rpida ojeada al lbum en cuestin. Esto ya no
es de recibo. Todas las imgenes relevantes para la
argumentacin deben reproducirse en el interior
de la tesis. Pueden ir fotocopiadas, siempre con sus
pies, al final de cada captulo, o en el catlogo propiamente dicho si el asunto lo requiere, aunque yo
prefiero que las imgenes se siten en el lugar exigido por la lectura. Las llamadas a esas ilustraciones
se harn con el sistema de corchetes que ya he recomendado. Puedes fotocopiar, recortar, montar la
pgina y luego volver a fotocopiar. Quiz sea ms
lgico que te decidas a escanear la parte grfica y trabajes en tu ordenador textos e imgenes como una
totalidad. En cualquier caso, una tesis normal de
arte o arquitectura no puede concebirse como si las
imgenes fueran algo prescindible.
Lo dicho no te impide depositar tambin en el
departamento, o presentar en el examen, una serie de diapositivas o fotografas de mayor calidad
que las fotocopias. Por lo dems, las tcnicas mejoran rpidamente y puede que sea muy barato y
efectivo ofrecer en el prximo futuro, con cada
ejemplar de la tesis, un disco CD-ROM. Ya he visto tesis que llevan incorp<?radas cintas de vdeo en
cada ejemplar. Utiliza, pues, el procedimiento que
sea ms efectivo en funcin del tema, naturalmente, y adptate a los tiempos sin ms limitaciones
que las impuestas en cada momento por la tcnica
y la economa.
Defensa ante el
tribunal
Publicacin
No me gustan los doctorandos falsamente humildes que dan las gracias por los varapalos recibdos y eluden abordar las cuestiones que se les plantean. La defensa de una tesis es una oportunidad
para contrastar y debatir: contesta, pues, sin insolencia, y defiende con vigor tus puntos de vista (con
mucho respeto, eso s, a tus interlocutores; no olvides que son ellos los que te estn examinando a
ti). Reljate y no te pongas nervioso: piensa que
todo ese acto acadmico tiene algo de teatral; los elogios encendidos y las crticas acerbas forman parte
del ritual; nada es tan serio como parece. En cualquier caso, es casi imposible una sorpresa final desagradable, pues el visto bueno del director y la
aceptacin de la tesis por la comisin de doctorado
antes de pasar al tribunal suelen implicar ya el
apto para el trabajo.
Toda buena tesis doctoral debe publicarse. Lo
normal es que de ella salga un libro, o varios artculos. Si la has redactado ya pensando en esto no
necesitar muchos recortes y arreglos. sa es la razn principal para no recomendar tesis excesivas,
pues la industria editorial, como veremos luego, no
digiere bien los originales muy extensos. S flexible con las indicaciones de los editores y no te com-
Apndice 2:
Pruebas de imprenta
portes como algunos doctores que se niegan a suprimir ni una frase (como si su obra fuese el Viejo
Testamento), privndose as de la satisfaccin suprema del estudioso: ver sus afanes acabados e impresos, formando un libro.
14. Libros
El Diccionario de la Real Academia Espaola define al libro en tanto que objeto fsico como un
conjunto de muchas hojas de papel, vitela, etc., ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas con cubierta de papel, cartn,
pergamino u otra piel, etc., y que forman un volum en. La segunda acepcin atiende ms al contenido: Obra cientfica o literaria de bastante extensin para formar volumen.
Muchas clases de
libros
Libros cientficos
Las notas sirven para justificar lo que se est diciendo, o para que el lector pueda verificar las
informaciones, si lo desea.
El libro-ensayo
Hay autores que parecen armar el texto a partir de las notas. Es como si tuvieran la necesidad
de mostrar que conocen tal artculo, la obra de cierto autor, o no s qu documento indito, y utilizaran su escrito como pretexto para exhibir tales conocimientos. No poseen una lnea argumental que
se justifica (y se potencia) con la conveniente informacin, sino el propsito disparatado de que el
lector admire la rareza y la abundancia de unas referencias tradas a cuento por los pelos. Los libros
y artculos construidos con este procedimiento suelen ser confusos, adems de pedantes. Recuerda,
una vez ms: no hay ciencia sin ideas, y stas no
existen si no se exponen con claridad. Rehye,
pues, todo lo que dificulte la necesaria diafanidad
expresiva. El saber riguroso es incompatible con el
caos intelectual que dimana de la farragosidad de algunos supuestos eruditos.
Ser muy distinto de esto lo que haremos con
el libro-ensayo? Es una cuestin de nfasis o intensidad sobre ciertos aspectos, pues ya hemos dicho
que la frontera entre lo acadmico y lo ensaystico
es, en muchos casos, difcil de trazar. Siempre debemos tener un argumento, y esto es algo que ha
enfatizado Gonzalo Borrs al responder a la pregunta de cmo nace un libro de arte: En numerosas
ocasiones surge del encargo, que determina su contenido y su lnea argumental. Cuando es fruto de un
planteamiento o iniciativa personales, generalmente
responde al convencimiento de que se trata de un
tema de inters, no suficientemente estudiado o
indito. En todo caso un libro ha de ser necesario
o no ser un buen libro. Prefiero el argumento uni-
Se comprende la dificultad del empeo. El autor de un buen ensayo debe poseer grandes conocimientos, un criterio esttico (un gusto) muy maduro y cultivado, carcter intelectual, y vigor
expresivo. Cmo se convierte uno -te estars preguntando- en semejante especie de superdotado?
Conviene no exagerar, de entrada, en la exaltacin
de las cualidades que necesitas: hablamos del ideal supremo y no de la prctica ordinaria de la profesin. Casi todos los historiadores y crticos de arte
hemos escrito ensayos; el que no sean siempre de
calidad superlativa no nos obliga a suicidarnos.
Tambin debes contar con el tiempo y con el estudio. Lee mucho, mira las cosas con atencin, piensa, vive, compromtete con las realidades de tu
tiempo y de tu sociedad. As madurars tus propios
criterios. Analiza cuidadosamente los textos de tus
autores preferidos y observa cmo han sido construidos. Para descubrir y aprender con los trucos
de los dems no basta con una lectura apresurada
de sus escritos. Vuelve sobre ellos una y otra vez, y
no temas imitarlos cuando hagas tus propios ensayos, pues casi todos los procesos de aprendizaje se
basan en la emulacin. Ya hemos dicho ms atrs
que adquirirs tu propio estilo con el tiempo, practicando y corrigindote a ti mismo sin desanimarte ante las dificultades que, sin duda, encontrars.
El libro-ensayo ideal es bastante elstico en cuanto a sus dimensiones. Los hay muy breves, aunque
rara vez son inferiores a los cincuenta folios. Y tambin existen ensayos muy largos, de quinientos folios o ms. Entre ambos extremos tenemos un promedio que funciona como una especie de
convencin de la industria editorial: de doscientos
a trescientos folios (de dos mil cien matrices cada
uno, como siempre que no se especifica otra cosa).
Este aspecto viene normalmente muy condiciona-
Tu futuro profesional
puede depender ms de lo
que supones del fiel cumplimiento de tu palabra y
de tus obligaciones contractuales.
Sugerencias de los
editores
des para escribir de este sabio con grandes problemas de motricidad, ni las menciones que hace al
complicado sistema informtico que se vio obligado a emplear para superar sus deficiencias fsicas,
pues lo esencial para nuestros propsitos est en el
prrafo siguiente: Le mand [al agente literario]
Zuckerman un primer borrador del libro en 1984.
Lo envi a varios editores, y me recomend que
aceptara la oferta de Norton, una prestigiosa editorial estadounidense. Sin embargo, decid aceptar la
oferta de Bantam, ms orientada hacia el mercado
popular. De hecho, creo que el mo es el primer libro cientfico aceptado por Bantam, probablemente gracias al inters mostrado por uno de sus editores,
Peter Guzzardi. Se tom su trabajo muy en serio y
me hizo reescribir el libro con objeto de hacerlo inteligible para los no cientficos, como l mismo.
Cada vez que le mandaba un captulo reescrito, me
lo devolva con una larga lista de objeciones y cuestiones que me peda que aclarara. En ocasiones llegu a pensar que aquel proceso no terminara nunca. Pero l tena razn, el resultado fue un libro
mucho mejor 17 .
No es normal que un autor sea agraciado con la
dedicacin paciente y minuciosa de un editor (en
el sentido anglosajn de corrector y crtico de un texto para publicar) como el que le toc en suerte a
Hawking. Pero tampoco es frecuente que los escritores de arte y arquitectura acepten de buena gana
reelaborar lo hecho a instancias de sus editores.
Libros de divulgacin
Prescindir de lo
accesorio
Evitar lo banal
Sobre la confusin de
los gneros
Las ilustraciones
(otra vez)
Y ahora un inciso sobre los peligros de confundir los gneros. Sera una equivocacin pretender
que un texto de divulgacin pueda concebirse igual
que otro cientfico, con el mero aadido de algunas
notas eruditas. O viceversa. Una cosa es la posibilidad de reciclar o readaptar un texto ya hecho para
otro lugar o encargo diferente (el ordenador ayuda mucho en estas transformaciones), y otra muy
distinta suponer que cualquier tono o modalidad
discursiva vale para todos los gneros y situaciones. Para llegar a dominar algo tan complejo como
esto aconsejo que te ejercites en tratar un mismo
asunto con varios registros estilsticos diferentes.
Te interesan los comics underground de la transicin
poltica espaola? Pregntate por tus objetivos intelectuales y literarios, y por el pblico al que te diriges. Haz sobre ello un ensayo, un texto cientfico,
y algn captulo de un hipottico libro de divulgacin. Los problemas se resuelven sobre la marcha.
Recuerda siempre: a escribir se aprende escribiendo.
En casi todos los libros de arte y arquitectura se
plantea el problema de las ilustraciones con una
agudeza mayor que en otras ramas de las humanidades. Esto se debe, ya lo hemos comentado, a que
nosotros hablamos normalmente sobre cosas visibles, utilizando imgenes. La reproduccin fotogrfica, el dibujo o el esquema, forman parte integral del discurso, y su importancia es equiparable (y
en algunos casos superior) a la del texto escrito. Es
muy conveniente, por lo tanto, que los autores intervengan activamente en la definicin de los aspectos visuales de sus libros. Puede que choquen en
algn caso con la mentalidad anticuada de ciertos
editores que imaginan esto como algo de su competen da exclusiva. El libro ilustrado arrastra todava la pesada carga de su dependencia literaria: es
obvio que el editor puede decidir un tanto arbitrariamente qu tipo de ilustraciones le pone a una
edicin de La Regenta, pues eso no afecta para nada
a una obra que Clarn concibi para que el lector se
Pies de las
ilustraciones
Todas las ilustraciones deben llevar un pie identificador, y procura no ser redundante evitando que
la informacin tcnica (localizacin, materiales, di-
Todo parece estar maduro ya para que los escritores de arte empiecen a fabricar sus libros con
una perfecta mentalidad icnico-verbal. Los ordenadores personales y la accesibilidad de los programas de autoedicin, con el escaneado de imgenes,
hacen que resulte fcil integrar en uno solo los antiguos trabajos de escribir y maquetar. A ello se aaden las inmensas posibilidades de los cd-ro m y otros
productos multimedia para el almacenamiento y tratamiento de la imagen. N o creo que debamos volver la espalda a estas innovaciones, y mucho menos los autores ms jvenes, de quienes cabe esperar
un poderoso impulso renovador.
15. Manuales
Libros para los
estudiantes
Un manual es un libro
'intelectualmente manual',
es decir, 'intelectualmente
manejable', lo que en
modo alguno se resuelve en
Hay una clase especial de libros, dirigidos primordialmente a los estudiantes de una materia determinada, y que se conoce con el nombre de manuales. Aunque todo el mundo los ha manejado,
no parece fcil definirlos. De ellos dice lo siguiente
Valeriana Bozal: Creo que [un manual] es un libro 'intelectualmente manual', es decir, 'intelectualmente manejable', lo que en modo alguno se resuelve en un libro simplista o mediocre desde el
punto de vista intelectual. Manejable en tanto que
ofrece teora e informacin, reflexin y argumentacin de una forma sencilla -no simplista-, manejable para el lector. Un manual debe ser entendido
con facilidad -por difcil que sea el tema abordadoy a la vez, lo que es un requisito para que pueda ser
entendido, debe ofrecer informacin sobre los distintos puntos de vista que a propsito de este asuntose han venido manteniendo, sin que ello implique ocultar el punto de vista propio, que debe ser
claro y preciso. A la vez, debe ofrecer suficiente informacin historiogrfica y catalogrfica como para
que ese punto de vista propio no se convierta en una
especulacin. No es esto muy distinto de lo que dice
Fernando Chueca Goitia para quien un manual
es un libro sencillo, de fcil comprensin, bien ordenado y didctico.
Un manual es como el desarrollo impreso de
una especie de curso ideal y contiene toda la informacin relevante sobre una asignatura determinada en un nivel docente especfico. Lo que el
profesor no puede a veces explicar en clase, o lo
hace de un modo demasiado personal, figurar en
este tipo de libros de un modo objetivo. Incluyen,
pues, todo el saber acadmico de la materia correspondiente? No, y mucho menos si tales manuales se dirigen a estadios formativos no univer-
sitarios. Esto, que parece elemental, crea cierto malestar entre algunos autores potenciales; de ah que
Guillermo Solana haya podido escribir con agudeza:
Sobre los manuales de historia del arte -como de
otras disciplinas- pesan dos prejuicios igualmente
falsos: unos creen que escribir un buen manual es
muy fcil (y algo por tanto desdeable); otros lo consideran empresa imposible, porque no puede haber
manual bueno (es decir completo). Hay que recordar
que la tarea es factible, pero exigente; requiere ante
todo del autor un saber enciclopdico, y a la vez le prohbe exhibir ese saber en detalle. El estudioso tiene
que sacrificar su vanidad, y renunciar a muchas obras
y argumentos con un criterio implacable 19
Seleccin y
jerarquizacin de las
informaciones
Supongamos que tenemos que escribir un manual sobre arte romano (o tratar de ello en una
obra ms general). Dedicaremos ms espacio al
Arco de Medinaceli que al de Constantino?
Hablaremos con mayor detalle del teatro romano
de Mlaga que del Coliseo de Roma? Es cierto que
yo (hipottico autor) he nacido en dicha ciudad andaluza, y lo ms probable es que mis lectores sean
espaoles, pero eso no me autoriza a distorsionar la
importancia relativa de tales obras en el conjunto
de la arquitectura romana. En un libro-manual sobre arte contemporneo tampoco dedicar el mismo espacio a Picasso que a Julio Romero de Torres
(en el caso de que deba mencionar a este ltimo):
si me extiendo al hablar del primero no ser por
razones patriticas sino por la enorme importancia del pintor espaol para la historia del arte
universal. No me cansar de insistir sobre este aspecto trascendental: muchos manuales fallan porque no atienden debidamente a su obligacin de
dar un tratamiento adecuado a cada parte, segn sea
su valor artstico y cultural.
La escala
grande que Nueva Zelanda, el Mar Negro ms pequeo que el Mediterrneo, etc.
Planificacin en la
enseanza
Nuestro comportamiento ha de ser idntico al escribir un manual. Una vez determinado claramente el nivel de los lectores-estudiantes, hay que
saber con precisin cules sern las dimensiones y
caractersticas editoriales del libro a producir: nmero de pginas y de ilustraciones, organizacin
estructural, y tipo de maquetacin (si fuera posible
saberlo con antelacin). Con estos datos se hace
una planificacin de los temas, del orden a seguir
y del espacio que se dedicar a cada uno de ellos.
Ese plan deber seguirse con fidelidad, por lo menos en sus aspectos esenciales. Imaginad el caso hipottico de alguien que recibe el encargo de un manual de historia del arte para la enseanza media,
con una extensin global de 500 folios, y empieza
a escribir sin planifificacin previa; al cabo de cierto tiempo se da cuenta de que lleva 400 pginas
escritas sin haber llegado todava al arte gtico.
Ser razonable que despache el resto de la materia en las lOO hojas que le quedan? Puede que lo escrito, sin recortes, pudiera valerle a nuestro hipottico autor si le hubiesen pedido un manual
universitario ms especializado, pero ser inaceptable
tamaa desproporcin temtica para el encargo recibido en esa ocasin.
Ni que decir tiene que ste es un problema recurrente en la enseanza, a todos los niveles, y tambin se plantea cuando se expone en pblico algn
tema. Las limitaciones del espacio son sustittdas por
las del tiempo. Las preguntas que deberemos plantearnos son similares:
Cuntas clases (horas o minutos) tengo para
desarrollar este curso o asunto? Cules son las
cuestiones fundamentales que no puedo eludir y
cules las secundarias de las que podra prescindir?
Sobre qu cosas har especial hincapi? Ser le-
gtimo que me extienda mucho en los primeros temas y deje sin explicar los del final?
Las ilustraciones
Maquetado del
manual
A los estudiantes universitarios no se les considera tan descerebrados como a los de enseanza media y, por tanto, se suprimen todos esos elementos grficos, pero el texto contina siendo
plmbeo -acumulativo, no argumentativo, sin perspectiva terica e intelectual alguna ... - y el manual
insoportable salvo para preparar exmenes.
La ciencia no es nunca
algo momificado sino un
campo excitante, en perpetua evolucin.
Te dejo, amable lectora o lector, el placer sadomasoquista de localizar las virtudes y defectos de esa
clase de manuales con los que tal vez te hayas sentido torturado alguna vez. O reconfortado e instruido, pues no todos los libros de esta clase entran
en la negra caracterizacin del profesor Bozal. Es verdad que los manuales, en general, tienen mala prensa: algunos estudiantes y no pocos profesores les
echan la culpa del adocenamiento rutinario del saber; lo que figura en ellos sera conocimiento muerto, estereotipo. Dudo mucho, sin embargo, que la
enseanza pueda prescindir de tales libros. La experiencia en distintos centros y niveles educativos
nos ensea que el peor de los manuales es mejor que
esos apuntes tomados apresuradamente en clase, y cuyos errores se perpetan en fotocopias innumerables que circulan sin la revisin y el control
de sus supuestos autores. El buen manual no tiene por qu ser un texto inerte: puede (y debe) contener ideas novedosas y estar muy actualizado. De
ah la necesidad de reescribirlos peridicamente.
Y tambin debe quedar claro que el docente lo
utizar como un auxiliar, ms que como un sustituto
de su labor. Cuando ensea una asignatura de la
que existe un buen manual, puede concentrar sus
explicaciones en algunos problemas atractivos o importantes, invitando a que los alumnos completen
la informacin bsica con el libro elegido. Ello no excluir la recomendacin de que lean otros trabajos
de carcter ms ensaystico o cientfico, hacindoles
ver que la ciencia no es nunca algo momificado sino
un campo excitante, en perpetua evolucin.
l. Arte de la Antigedad.
2. Arte medieval.
3. Arte de la Edad Moderna.
4. Arte contemporneo.
En los dos primeros volmenes se incluyen tambin
los episodios ms relevantes del arte no occidental. Cada tomo constar de ocho partes (mdulos)
bien diferenciadas por su temtica, las cuales estarn redactadas por diferentes especialistas procedentes de varias universidades. En la obra completa participan, pues, 32 autores, los cuales constituyen
una representacin muy significativa del colectivo
de los historiadores del arte espaoles.
Al comienzo de cada volumen habr una presentacin general, de unos cinco folios de extensin,
que ser redactada por el director de la obra. No llevar ilustraciones, aunque puede haber en ese texto alusiones a imgenes contenidas en el interior
del libro.
Cada parte (o mdulo) estar organizada de la siguiente manera:
l. Obertura. Es un texto breve, de unos dos folios, en el que se presentan y subrayan los rasgos
sobresalientes del periodo correspondiente. Puede
llevar alguna ilustracin.
2. Los captulos, numerados, constarn de un texto o relato continuo, aunque fragmentado en diferentes epgrafes (no numerados). Cada parte tendr entre cinco y diez captulos; se evitar tambin
la multiplicacin excesiva de los epgrafes o subdivisiones.
3. Comentarios especiales (un folio de extensin)
a ciertas obras segregadas del relato principal.
Debern concebirse como desarrollos de los captul os y como una antologa de las imgenes fundamentales relativas al periodo o asunto tratado.
El nmero de las mismas oscilar entre 8 y 12, segn la longitud de cada mdulo. Se maquetarn en
el interior de los captulos, lo ms cerca posible del
lugar donde sean mencionadas expresamente. Las
otras ilustraciones que acompaen al texto continuo debern llevar pies descriptivos y breves comentarios de entre dos y cinco lneas de extensin.
Todas las ilustraciones irn numeradas, dentro de
cada mdulo, y las alusiones a las mismas se harn
colocando el nmero correspondiente entre corchetes, con letra negrita (por ejemplo, [4]).
4. Al final de cada parte figurar una seleccin de
documentos o/y textos, mapas, cronologas, vocabulario, etc. Su contenido exacto lo determinar
cada autor, en funcin del tema tratado. Siempre
se adjuntar una bibliografa seleccionada (entre lO
y 20 ttulos), pensada para el nivel y posibilidades
del estudiante medio espaol en los primeros cursos de su carrera universitaria. La extensin de
todo este apartado oscilar entre las 4 y las 6 pginas.
La obra se editar a todo color, cuidndose mucho
la impresin y la presentacin. Como estos tomos
aspiran a convertirse en manuales de uso constante, se procurar que la alta calidad global de los
mismos no est reida con su lanzamiento a un precio asequible. Esto ha de ayudar a que se difunda
no slo en las facultades de filosofa y letras, sino
tambin en otros mbitos docentes (escuelas de
artes y oficios, facultades de bellas artes, escuelas
de arquitectura, etc.), y entre el pblico lector en
general.
Algunas normas de redaccin
-El lenguaje debe ser llano y descriptivo, orientado siempre a transmitir la informacin fundamental del periodo correspondiente. Se evitar,
sin embargo, la mera enumeracin de autores y
obras tendente a una organizacin exclusivamente taxonmica de la produccin artstica. Conviene
que el relato posea algn argumento y no deben
soslayarse los problemas iconogrficos, culturales
o sociales de la creacin.
- Se trata de un manual relativamente elemental y por eso no se debe dedicar mucho espacio a cuestiones sobre las que existen importantes divergencias en los medios
especializados. Tal vez convenga, en estos casos,
que el autor no se ocupe de las polmicas (o lo
haga fugazmente) y exponga claramente su
propia posicin.
- Como norma general se evitar comentar
obras que no estn reproducidas en el libro.
No se olvide que cada autor elige las imgenes
que han de ir con su propio texto.
-Al seleccionar las ilustraciones debe tenerse
presente que stas cumplirn una doble misin: acompaar a las informaciones y argumentaciones de los textos, y servir como antologa de las obras ms importantes de la historia
universal del arte y de la arquitectura.
-Los pies de las fotos deben contener siempre
los datos de identificacin (autor, ttulo, fecha
y localizacin), y tambin un pequeo comentario que haga hincapi en los rasgos o peculiaridades esenciales de la obra artstica correspondiente. En las ilustraciones que llevan
comentario largo (un folio de extensin) se deben aportar informaciones y desarrollar argumentas que no se encuentran en el texto principal.
- Los nombres propios de personas y lugares se
escribirn siguiendo la tradicin consagrada en
la literatura castellana: J?urero (y no Drer),
El Bosco (y no Bosch), Pars (con acento), etc.
Lo mismo vale para los ttulos de las obras, que
irn siempre en cursiva (o subrayados), con la
primera letra en maysculas: El nacimiento de
Venus (y no La nascita di Venere, por ejemplo),
pero s tant donns, en vez de Dados, para la
obra de Duchamp, etc. En caso de duda se respetar el criterio de los autores.
- La bibliografa se ordenar alfabticamente,
por apellidos. stos se escribirn con mays-
l. Arte prehistrico
[mdulo A]
3. El arte egipcio
[mdulo B]
l. El renacimiento en Italia: el
quattrocento
[mdulo B]
2. El renacimiento en Italia: el
cinquecento
[mdulo B]
7. Arte precolombino
[mdulo A]
Jos Jimnez
Universidad Autnoma de Madrid
Rosario Camacho
Universidad de Mlaga
Enrique Valdivieso
Universidad de Sevilla
7. El arte de la Ilustracin
[mdulo A]
Valeriana Bozal
Universidad Complutense
Joaqun Brchez
Universidad de Valencia
3. Arte prerromnico
[mdulo A]
4. Arte romnico
[mdulo C]
Joan Sureda
Universidad de Barcelona
5. Arquitectura gtica
[mdulo B]
7. El arte chino
[mdulo A]
Isabel Cervera
Universidad Antonio de Nebrija
2. La pintura decimonnica
[mdulo B]
Sue-Hee Kim
Universidad Complutense de Madrid
Carlos Reyero
Universidad Autnoma de Madrid
16. Artculos
Guillermo Solana
Universidad Autnoma de Madrid
impresionismo al fauvismo
[mdulo A]
5. Las vanguardias histricas: del
cubismo al surrealismo
[mdulo C]
Jorge Sainz
ETSA, Madrid
Jaime Brihuega
Universidad Complutense
[mdulo B]
Mdulo B
Mdulo C
40
50
60
Extensin aproximada de
todos los comentarios a las
ilustraciones ordinarias (folios)
10
12
Nmero de ilustraciones
ordinarias
72
90
108
Nmero de ilustraciones
con comentario especial
10
12
El artculo es el gnero acadmico de uso ms frecuente, y casi se podra afirmar que es la unidad literaria mnima e indispensable para el despliegue y
la difusin del conocimiento. Nadie concibe laposibilidad de que una disciplina avance sin los artculos cientficos. Hay, de hecho, ramas enteras del
saber generadas y transmitidas exclusivamente mediante este procedimiento, sin el concurso de los
dems gneros examinados aqu (libros, catlogos,
etc.). Otra clase de artculos (los de divulgacin)
son decisivos para la propagacin del saber entre
un pblico no especializado, contribuyendo as a
poner en contacto efectivo la ciencia con el cuerpo
social.
Qu es un artculo?
Podemos ya intentar el esbozo de una defincin: todos los artculos son textos breves (ya veremos hasta qu punto) en los que se expone un descubrimiento, idea, o posicin intelectual. Pero esta
caracterizacin valdra tambin para cierta clase de
libros, de modo que conviene precisar algo dos aspectos importantes como son la extensin y el lugar
de la publicacin. Ambas cosas se relacionan: son artculos los escritos que aparecen en una revista de
periodicidad ms o menos regular, aunque sean tan
extensos como un libro (esto se ha visto, de hecho,
con algunos ejemplos memorables en los que una
sola colaboracin ocupaba todo el nmero de la revista20). Pero lo normal es que cada publicacin peridica lleve varios artculos y que stos sean mu-
cho ms breves que cualquier tipo de libro. Aqu interviene una casustica muy compleja, pues el nmero de pginas puede dar pistas sobre varios subgneros relativamente diferenciados: de 1 a 5 folios
pueden tener las notas o noticias que algunas revistas publican detrs de los artculos propiamente dichos.
Notas o noticias
Artculo especializado
Artculo cientfico y
artculo-ensayo
El artculo cientfico es un
gnero eminentemente acadmico: nos dirigimos a un
pblico muy restringido de
especialistas.
van a aceptar tus conclusiones si no ofreces las pruebas. No creo, por lo tanto, que debas hacer de cada
nota un artculo en miniatura, ni un repertorio bibliogrfico exhaustivo. Tampoco hemos de incluir
en ellas noticias banales ni ninguna otra cosa que
no est relacionada directamente con el asunto especfico de nuestro artculo.
Supongamos que escribo sobre el gnero (masculino o femenino) y el material (bronce o mrmol) en la escultura griega del periodo clsico, y
que deseo argumentar una efectiva conexin entre
ambos aspectos. Tendr sentido que d noticias
acerca de todas las publicaciones sobre escultura del
periodo indicado, para exasperacin de mi hipottico lector? No ser ms lgico que me limite a lo
estrictamente pertinente para desarrollar el argumento elegido? Comprtate en esto corno en todo:
utiliza el buen sentido, evita lo farragoso, y huye de
la pedantera.
Sobre esto es difcil mantener una opinin consensuada: algunos creen que se deben recoger muchas noticias colaterales y demostrar que el autor posee una erudicin prodigiosa. Recordemos los
artculos de Erwin Panofsky, con notas largusirnas
plagadas de referencias a todo tipo de autoridades,
y cornparrnoslos con los e~critos de otro autor clsico de nuestra disciplina como Pierre Francastel,
desprovistos casi por completo de tales legitimaciones eruditas. Ambos fueron excelentes historiadores del arte, aunque tal vez no sean los textos de
uno y otro ejemplos ideales cuya imitacin formal
yo recomendara. Digo aqu lo mismo que en el
caso de los libros: no abrumes con informaciones excesivas; aporta slo lo necesario para convencer a
tus lectores, pero no des por supuesto que stos
El artculo-ensayo no
suele llevar notas
palabras de Octavio Paz, uno de los mejores articulistas de la lengua castellana, que saba muy bien
lo que deca cuando escribi lo siguiente:
Estrategias narrativas
Preguntas esenciales
La pirmide
Resumen (abstract)
pero no es malo entrenarse en aquellas tcnicas literarias que exigen, de entrada, precisin y claridad.
Empieza a escribir siguiendo los procedimientos
ms razonables, pues ya te llegar el momento de
alterar con acierto las reglas, segn las circunstandas de cada texto y la inspiracin del momento.
Por eso te recomiendo tambin entrenarte en el
truco periodstico que se conoce familiarmente con
el nombre de la pirmide. Se trata, en cierto modo,
de un procedimiento inverso al de la tcnica policiaca: lo ms importante se describe en los primeros prrafos del artculo; a continuacin, mediante ampliaciones sucesivas, se van aadiendo
informaciones colaterales y argumentos complementarios, de valor decreciente. Esto tiene, al menos, una ventaja: el lector apresurado, que no llega al final, se entera de lo esencial. Una adaptacin
inteligente de esta tcnica funciona bien para m uchos textos cientficos cuyo comienzo ms razonable bien puede ser una especie de obertura que
funciona casi como un resumen de todo el escrito.
No es imposible (y en muchos casos puede ser recomendable) combinar esta tcnica de la pirmide
con los procedimientos deductivos de la tradicin
policiaca: bastar con que los primeros prrafos
o el epgrafe inicial contengan una especie de condensado argumental o metodolgico del artculo,
desarrollando el resto segn las reglas del suspense intelectual, hasta llegar con las pruebas a
la conclusin final.
Pero ten cuidado si haces esto, pues no debes
nunca confundir una parte del artculo (y menos
la inicial) con el resumen (o abstract) que muchas
revistas colocan en algn lugar de la publicacin.
No es infrecuente que tal resumen se publique
tambin (o exclusivamente) en ingls. Debes esforzarte, aunque no parezca tan fcil, en que el
inicio de tu artculo sea tan atractivo que invite a
leerlo completo, a pesar de que ya estn en l, de
alguna manera, las hiptesis y conclusiones prin-
cipales de todo el escrito. Con el resumen propiamente dicho, en cambio, no existe el riesgo de perder al lector, pues se trata de un texto muy breve
(de 5 a 1 O lneas, por regla general) que dar una
idea precisa del contenido argumental y de las aportaciones principales del artculo. Estos resmenes
deben redactarse siempre de un modo llano y descriptivo, con gran concisin, aunque evitando las
omisiones de partculas que caracterizan al estilo
telegrama. No siempre los elabora el autor o autora del artculo, pero no cabe duda de que sta
ser, como precisa el profesor Fernando Maras,
la persona ms indicada para sintetizar lo que se
ha querido contar.
Todo ello pertenece ya, casi, a la presentacin propiamente dicha del artculo. Lo primero que ve el
editor (y luego el lector) es el ttulo. Importa mucho que ste sea claro y sugestivo, lo cual es ms fcil de conseguir cuando aades un subttulo. Imagina
el hipottico asunto de la estatuaria griega, m endonado antes, con dos ttulos posibles: El gnero
y el material en la escultura griega de la poca clsica, o bien Sexo y materia. Diferencias genricas y tcnicas escultricas en la Grecia Clsica. El
primero es bastante claro, pero yo personalmente
creo que elegira el segundo pues, adems de informar con precisin sobre el tema, posee la virtud aadida de la contundencia de su formulacin
inicial.
No contradigo con esto las recomendaciones de
la UNESCO para la redaccin de artculos cient-
claras (ya sabes que recomiendo intercalar en el texto nmeros entre corchetes) y no olvides nunca enviar tambin, en hojas aparte, los pies completos de
las ilustraciones. No intercales por tu cuenta las imgenes dentro del escrito, como en un trabajo escolar. La presentacin profesional de un artculo para
su posible publicacin en una revista especializada
requiere adjuntar en hojas separadas fotocopias de
todas las ilustraciones, con su numeracin correspondiente. Los originales de todo este material slo
sern enviados al editor cuando se haya decidido
su publicacin.
Todo ello se grapar (no uses clips, pues se puede perder alguna hoja). Y un ltimo detalle: conservars siempre una copia completa de todo lo que
mandes a la revista, pues no puedes exigir la devolucin de escritos no solicitados, adems de que
su fotocopia es ms barata que el reenvo postal.
Crtica informativa
y crtica ((literaria>>
Una crtica es normalmente un texto breve, firmado por el especialista o colaborador habitual de
un medio de comunicacin (el crtico), donde se
informa y se comenta algn asunto artstico o arquitectnico de actualidad. Aunque puede haber
crticas en otras publicaciones (catlogos, panfletos
ocasionales ... ), lo normal es su vinculacin estrecha
con el periodismo; de hecho, es casi imposible concebir la historia y los avatares de este gnero al margen de los medios de masas.
Pero aunque todo el mundo est de acuerdo en
esa caracterizacin, hay varios modos de entender
la crtica: Javier Hernando Carrasco, por ejemplo,
dice que es la reflexin 'precipitada' sobre los acontecimientos artsticos recientes, que generalmente,
aunque no siempre, presentan producciones artsticas tambin recientes. Este crtico e historiador
Naci en Madrid en cuya Universidad Complutense curs estudios de historia del arte. Su tesina Las bellas artes y la revolucin de 1868 fue publicada en 1987. Desde 1983 es profesor de la Universidad de Len donde ensea fundamentalmente materias relacionadas con el arte
contemporneo y la historia del cine. Este inters por las cuestiones estticas de nuestros dfas le ha llevado a practicar la crftica de arte de una
forma cada vez ms asidua hasta ocupar en la actualidad una pgina semanal en La crnica 16 de Len. Adems de numerosos catlogos de exposiciones ha escrito libros tan importantes como Arquitectura en Espaa,
1770-1900 (1989), La arquitectura de 1945 a nuestros das (1996) y El
pensamiento romntico y el arte en Espaa (1996).
los aspectos del prrafo citado, incluyendo el carcter necesariamente poltico de la crtica, lo
cual obligara a sus practicantes a calibrar lo que
circunstancialmente conviene destacar para el pblico en concreto al que l se dirige. De ah su afirmacin (definicin, casi) de que la crtica de arte
es un discurso sobre una actualidad publicitada, cuyos enunciados de presentacin y recepcin crtica
son temporales, aleatorios y relativos, desvelando,
adems, a travs de ello ese sentido moderno de
pronunciar y entender la verdad, que lo es siempre
a tiempo y espacio parciales 24
En cuanto a la crtica propiamente dicha, espero que los filsofos comprendan lo que voy a
decir: para ser justa, esto es, para estar fundamentada, la crtica debe ser parcial, apasionada y
poltica; es decir, hecha desde un punto de vista
exclusivo, pero un punto de vista que abra el mximo de horizontes 23 .
Crtico positivo y
crtico ((negativo
La importancia extrema de esta declaracin puede deducirse cuando constatamos su plena vigencia terica, un siglo y medio despus. Francisco
Calvo Serraller ha ratificado recientemente todos
Francisco CALVO SERRALLER
Naci en Madrid en 1948 donde estudi filosofa e historia del arte. En
1970 inici su actividad docente en la Universidad Complutense, de la
cual es actualmente Catedrtico de Historia del Arte Contemporneo.
Desde mediados de los aos setenta ha venido simultaneando su actividad como historiador con la crtica de -arte. En esta ltima actividad ha
ejercido una influencia extraordinaria, gracias a sus constantes colaboraciones en las pginas de El Pas. Tambin ha escrito numerosos ensayos para catlogos de exposiciones y para otros medios especializados.
Ha dirigido algunas colecciones de arte (en editoriales como Turner,
Alianza o Mondadori), y ha organizado numerosos cursos de verano, ciclos de conferencias, exposiciones, etc. En 1993-94 fue director del
Museo del Prado. Entre sus muchas publicaciones pueden destacarse libros como los siguientes: Dilogos de la pintura de Vicente Carducho
(1979), Teora de la pintura del siglo de oro (1981), Espaa: medio siglo
de arte de vanguardia (1985), Luis Gordillo (1986), Imgenes de lo in-
significante. El destino histrico de las vanguardias en el arte contemporneo (1988), La novela del artista (1990), Artistas espaoles entre
dos fines de siglo (1991), La imagen romntica de Espaa (1995), etc.
Crtica en la prensa y
crtica especializada
Mecanismos de
defensa
Cualidades morales e
intelectuales
Es imposible soslayar la
dimensin tica del trabajo.
Cul es tu ideal artstico (pero tambin poltico y social)? Aclrate en este punto, pues lo vas a
transparentar, aunque no quieras, con tus crticas
peridicas. Si eres coherente contigo mismo parecers honrado y tendrs ms posibilidades de ser
considerado un buen crtico, incluso por quienes
no comparten tus opiniones. Es imposible soslayar
la dimensin tica del trabajo. Los crticos profesionales viven esto con una cierta tensin. Cmo
afrontan los intentos espreos de condicionar su
opinin? Existen los sobornos ms o menos encubiertos? Entre las respuestas recibidas creo que
merece la pena transcribir la de Victoria Combala:
Slo hay dos maneras: siendo o no siendo honrado; es una decisin personal. A mi modo de ver
un crtico se corrompe si cambia de opinin por dinero. Los pequeos regalos que los artistas suelen
hacer a los crticos son muy frecuentes, tradicionales en nuestra actividad y si proceden de alguien
conocido de quien se aprecia la obra, han de ser
Victoria COMBAlA
Naci en Barcelona (1952), en cuya Universidad realiz estudios de
Historia del Arte. Ha sido profesora visitante en la cole Pratique d'Hautes
tudes de Pars y en la New York University. Actualmente es Titular de historia del arte Contemporneo en la Universidad Central de Barcelona. Su
trabajo se caracteriza por la permeabilidad entre su labor como historiadora
acadmica y sus aportaciones como crtica de arte activa y militante.
Adems de sus colaboraciones regulares en el diario El Pas, debe mencionarse su trabajo como organizadora de numerosas exposiciones internacionales. Entre sus libros destacan los siguientes: La potica de lo
neutro. Anlisis y crtica del arte conceptual (1975); Estudios sobre Picasso
(1981 ); Antoni Tapies (1984) y El descubrimiento de Mir. Mir y sus crticos (1990) .
interpretados sencillamente como un gesto de generosidad por parte del artista, nada ms. Distinto
es el caso de quien ofrece dinero u obras para condicionar as la opinin del crtico. Hay sobornos
cotidianos y altamente asimilados (por su tono
light ), como lo son las continuas comidas y cenas
a las que estamos invitados los crticos. Personalmente, a no ser que se trate de un tema en el que
se mezcle una amistad personal, prefiero evitarlas:
no slo se engorda menos, sino que no van a cambiar mi opinin por venderme un producto entre
plato y plato. Pero tambin puede ser uno condescendiente y pensar que forma parte de la publicidad
de una exposicin, etc .... Hay muchas otras formas de corrupcin para un crtico: las expertizaciones en las que se duda y que se hacen por dinero son una de ellas.
Calidad de la escritura
Presentacin y
extensin
clase se hacen con mucho sentido del humor (recuerdo a cierto comentarista cinematogrfico norteamericano, de principios de los aos ochenta,
que hizo una excelente recensin-relmpago de
un western televisivo titulado Colgadlos empleando
solamente estas palabras: a todos). Es ms sencillo
y ms agradecido cuando las reseas de este tipo son
positivas: basta con seguir un esquema que consiste en mencionar los argumentos bsicos, las grandes dotes (y excelente trayectoria) del autor, para
acabar, finalmente, hablando de las aportaciones y
virtudes estilsticas o formales de la obra en cuestin.
Resea informativa
Recensin relmpago
Estos escritos valen para su publicacin en m uchos peridicos o revistas, y son casi idnticos a los
que redactan quienes hacen, en las editoriales, las
solapillas de los libros. Todo el mundo sabe, en este
ltimo caso, que tales textos (annimos) responden a los deseos del editor, lo cual no quiere decir
que hayan de ser necesariamente mentirosos: muchos libros son francamente buenos a pesar de que
los defiendan tambin quienes tienen inters comercial en promoverlos.
Recensin
propiamente dicha
Extensin y
presentacin
El artculo-recensin
Lo ms importante es que
me permita decidir si el libro comentado me interesa
y, por tanto, me siento incitado a leerlo.
Hay, de hecho, verdaderos artculos-recensiones en los que sus autores toman como pretexto el
comentario de uno o varios libros. Esta ltima posibilidad es muy interesante: si las obras tienen una
temtica prxima pueden establecerse comparaciones, mostrar cmo se configura, tras tales publicaciones, un nuevo campo del saber, apoyar otros
argumentos, etc. Al escribir esa clase de recensiones
se manejan ya varios textos y se combinan los datos y las ideas de un modo ms personal que cuando se ha de seguir la lnea argumental de un solo libro. Presta atencin a este subgnero pues la
creciente proliferacin de libros de arte y arquitectura, con frecuentes novedades de temas afines,
favorece cada vez ms su prctica.
Acabar estas recomendaciones suscribiendo la
respuesta de Jorge Sainz a la pregunta de qu virtudes admira ms en una recensin: Lo ms importante ... es que me permita decidir si el libro comentado me interesa y, por tanto, me siento incitado
a leerlo, o bien si tengo bastante con saber que existe y que contiene lo que dice el comentarista. Si
adems de eso, la resea es entretenida e inteligente y me engancha desde el primer momento
('Pero, quin lee el segundo prrafo?', pregunta
Walter Mathau a Jack Lemmon en Primera plana),
entonces probablemente seguir leyendo las reseas del autor con independencia del libro comentado.
De arte o arquitectura se puede escribir, tambin, haciendo periodismo o literatura, en el sentido ms estricto de la palabra. Y aunque no se me
oculta hasta qu punto es difcil o artificioso separar el texto artstico del meramente instrumental, creo que puede admitirse la existencia de
gneros hbridos, poco o nada acadmicos, pero de
indudable inters cultural. Unos, como el reportaje, la crnica y la entrevista pueden considerarse
tpicamente periodsticos; otros, como el libelo y el
panfleto, podran situarse a caballo entre el periodismo amarillo y la prosa potica; el poema, el cuento y la novela, finalmente, pertenecen de lleno al
mbito de la literatura creativa. Si aludo aqu a
todo esto es por su frecuente maridaje con la problemtica artstica y arquitectnica.
Crnicas y reportajes
El tono es normalmente
distanciado y objetivo, pues
se trata de un gnero fundamentalmente informativo.
Se evitar el empleo del vocabulario especializado, y se explicar siempre que sea necesario el
significado de las palabras poco habituales para el
lector comn, adaptando las neutras definiciones del
diccionario al caso concreto del que se habla: El restaurador quiso intervenir en el parteluz (pilar de
piedra, en el centro de la puerta principal), pero el
cabildo de la catedral se neg a remover la venerada imagen de la Virgen, etc. La aclaracin del parntesis me parece mejor que la formulacin errnea del Diccionario de la Real Academia Espaola
(Mainel o columna delgada que divide en dos un
hueco de venta:p_a) y menos abstracta que la de J.
R. Paniagua 25 (Elemento vertical que divide un
vano o hueco en dos o ms partes).
Como siempre, todos los datos deben ser fiables
y han de manejarse con honradez, evitando las tergiversaciones tendenciosas. Se mencionarn siempre las fuentes de las informaciones ms importantes, y cuando no se puedan revelar por razones
especiales, conviene decrselo al lector: Segn un
responsable del Ministerio de Cultura, que nos ha
rogado encarecidamente permanecer en el anonimato, las negociaciones con los herederos de Mir
atraviesan un momento crtico, etc.
Entrevistas y
conversaciones
cin, en cambio, implica una mayor igualdad entre dos (o ms) personas que pueden dialogar entre s e intercambiarse preguntas y respuestas. Lo
normal es que ste no sea ya un gnero periodstico sino acadmico, y de los ms importantes,
como puede comprobar quien recuerde en un rapidsimo (y muy incompleto) repaso algunas conversaciones artsticas memorables como las mantenidas con Duchamp, Gombrich, Lukacs, etc. 26
Debemos arreglar la
mera transcripcin de lo
hablado para que tenga la
correccin propia de todo
texto escrito.
poseen un interesante valor documental. La historia del surrealismo, pongamos por caso, no se puede explicar sin sus panfletos (Un cadver fue el ms
famoso), y tampoco sera posible conocer la personalidad y la obra del escultor vasco-espaol Jorge
Oteiza sin tener en cuenta su abundante y curiosa
produccin de libelos virulentos, redactados con
un estilo abrupto, no exento de gracia literaria. Son
dos ejemplos, casi al azar, entre una produccin tan
abundante como jugosa.
No te animo de un modo especial a que practiques estos gneros, pero como puedes verte compelido a ello en algn momento de tu vida, procura hacerlo bien. La eficacia de los manifiestos y libelos
depende mucho de su garra expresiva: valen las
exageraciones, las metforas, y los hallazgos verbales ingeniosos. Los mejores insultos suelen ser breves y estar hechos en clave de humor. Y no basta aqu
la suave irona que se espera en otros gneros: lo ideal es que el lector estalle en una sonora carcajada.
El libelista quiere ridiculizar (hundir) a un adversario. Como no aspira a convencer a sus lectores
de nada ajeno a ese simple objetivo, tiene las manos
libres para utilizar todos los recursos del idioma, lcitos e ilcitos. Por eso estn los mejores insultadores tan prximos a la poesa. Pero recuerda que ellibelo provoca indefectiblemente las iras de los
afectados, y puede ser delictivo: del teclado del ordenador, en la tranquilidad de tu cuarto de trabajo,
puedes pasar a la confrontacin fsica (ests bien entrenado?) o a los tribunales de justicia.
Que el poeta hable de lo inefable ha parecido lgico, desde tiempo inmemorial. El contenido visual
de las artes plsticas, y las complejas emociones que
suscitan, slo se podran traducir bien, en opinin de
algunos, mediante un eco creativo de carcter verbal. No son pocos los ejemplos poticos, en todas las
pocas y lugares, consagrados a la glosa de una obra
concreta, o a un artista. Puede que el libro de Rafael
Lo meramente novelesco y
ficticio debe primar sobre
lo histrico y discursivo.
una relacin sumaria de todos aquellos objetos artsticos que figuran en el interior de un edificio. Los
datos mximos que debe de incluir son la identificacin del objeto, su autor si se sabe, su datacin y sus medidas.
Al definir y caracterizar a los inventarios se detectan interesantes diferencias de matiz entre quienes han trabajado primordialmente en espacios
territoriales amplios (ciudades y provincias), y
quienes proceden del mundo de los museos. En el
primer tipo de historiadores del arte se encuentra
Rosario Camacho, para quien un inventario es la
relacin ordenada y clasificada de bienes que constituyen el patrimonio cultural de un pas, acompaada de escuetos datos definitorios. Enrique
Valdivieso, en una lnea parecida, dice que es
Las fichas del
inventario
Enrique VALDIVIESO
pueda conocer directamente el estado de las piezas y proponer los medios ms adecuados para su
restauracin; un fotgrafo, si es que ninguno de los
miembros del equipo sabe manejar una mquina;
un palegrafo o algn historiador del equipo que
tenga prctica en paleografa; y si el trabajo tuviera mayor amplitud sera deseable la presencia de
un gegrafo, e incluso de un socilogo. Pero est claro que cuanto ms amplio y diverso sea el equipo,
aunque puedan cubrirse ms aspectos para el conocimiento de los bienes culturales tambin podra
plantear ms problemas.
Problemas tcnicos y
humanos
Esta misma historiadora del arte seala con daridad algunos de los importantes problemas tcnicos y humanos que se plantean al hacer un inventario, y aunque ella est pensando fundamentalmente en los clsicos inventarios provinciales
promovidos hace aos por el Ministerio de Cultura,
sus consideraciones son extrapolables a otras tareas similares: El primer problema tcnico sera la organizacin del equipo, por el carcter multidisciplinar que debe tener para lograr un mayor rigor
cientfico. Creo que debe estar constituido fundamentalmente por historiadores del arte, pero es importante contar con la colaboracin de un arquitecto
no slo por el levantamiento de planos sino tambin
por su conocimiento de las estructuras, estado de
conservacin, ordenanzas, etc.; un restaurador que
El catlogo
Pueden distinguirse tambin inventarios o catlogos de uso interno (como son los ficheros de m useos u otras instituciones de gestin poltico-cultural), y los publicables. Esto tiene su importancia,
pues como seala Joan Sureda, las instituciones poseedoras de objetos, desde las colecciones particulares a los estados, incluyen en sus catlogos e inventaras, informaciones que no se hacen pblicas.
Sean por ejemplo: el precio de compra de los objetos, el grado de restauracin antes de ser expuestos,
las investigaciones en curso, la cuestin de seguros, etc.
Pero todas estas distinciones estn a punto de ser
irrelevantes: la creciente informatizacin de los centros culturales y las inminentes facilidades de acceso
a todos los datos desde muchas terminales de ordenador, estn convirtiendo a catlogos e inventaros en simples alimentadores de las bases de datos.
El concepto ahora es nuevo: no hay lmites ni fronteras a la hora de suministrar la informacin a los
ordenadores, y es el usuario el que selecciona los datos que necesita: pocos, como en un inventario, o
muchos, como en un catlogo exhaustivo.
La exposicin
temporal
Qu es una exposicin desde el punto de vista de los gneros literarios 7 Se trata, ante todo,
de un acontecimiento temporal: en un lugar concreto se renen para la contemplacin pblica, durante das o semanas, obras artsticas que se encuentran normalmente dispersas en distintas
colecciones y ciudades. Pero no se hace al azar. Se
supone que todas las exposiciones deben tener algn argumento, razones histrico-artsticas, coherencia esttica, y fundamentacin poltico-cultural. El ideal es que cumplan un triple objetivo:
satisfacer el deseo colectivo de ver obras de calidad,
ensanchar el conocimiento sobre las parcelas temticas elegidas, y atender a variadas demandas
culturales y de actualidad (centenarios, modas
concretas, etc.).
La organizacin de una gran exposicin es
algo complejo y muy costoso. Se hace siempre
con el concurso de una o varias instituciones culturales, ayudadas normalmente con el patrocinio econmico de poderosos entes pblicos y privados (ministerios, grandes empresas, bancos,
etc.). Es, evidentemente, un trabajo de equipo
dirigido por uno o varios individuos (en Espaa
se les llama comisarios) que llevan el control intelectual de lo que se expone (el qu y el cmo).
Tambin es tarea del comisario estructurar el catlogo, seleccionando a los colaboradores, y proponindoles los temas sobre los que han de escribir. A l le compete, pues, recibir y editar dos
tipos de textos: los ensayos preliminares y las fichas de las obras.
Fichas de la exposicin
Hemos hablado ya de estas ltimas, pero no hemos dicho todava algo obvio: todas las piezas de la
exposicin, y slo ellas, tendrn su ficha, aunque
cabe la posibilidad excepcional de incluir en el catlogo obras (con sus entradas numeradas, como
las otras) que no se pueden ver en la muestra propiamente dicha. Esto se debera problemas tcni-
Los ensayos
preliminares
El catlogo y la
monografa artstica
las piezas expuestas, en cuyo caso debers aportarlas, negociando con el comisario cuntas fotos puedes poner y cmo se publicarn. Es costumbre en
los lujosos catlogos que proliferan en nuestros das
reproducir en color las obras expuestas, y en blanco y negro (o con menor tamao) las ilustraciones
complementarias. Nada de ello afectar a la estructuracin y a la presentacin de tu propia contribucin. Trata aqu, si puedes, ms todava que
en un artculo ordinario, de aunar la amenidad con
el rigor de los contenidos: el ideal sera que pudieras contentar por igual, tanto al pblico culto en
trminos generales, como al ms exigente de los
especialistas.
Son muchos los catlogos que han contribuido
decisivamente al progreso de la historia del arte y
de la arquitectura. El derroche econmico de algunas exposiciones se traduce en catlogos lujossimos, que se venden luego a precios subvencionados por los promotores financieros. Bastantes
visitantes compran el catlogo como un acto ritual
de apropiacin de lo que se ha visto. Casi todos lo
conciben, tcitamente, como una especie de testimonio imperecededero (un monumento) del
magno acontecimiento cultural, de efmera duracin, que fue la exposicin. Esto est conduciendo
a una situacin peligrosa: el catlogo suplanta al libro o a la monografa artstica propiamente dicha.
Y sin embargo todos los especialistas consultados
estn de acuerdo en que la exposicin es un gnero propio, visual, que no debera utilizarse como
un mero pretexto para hacer libros voluminosos. Por
la misma razn, el catlogo no debera sustituir a los
estudios monogrficos independientes: Si la exposicin no puede ser pretexto para un libro -afirma Joan Sureda-, el catlogo de esta exposicin no
puede sustituir a una monografa. Los medios de una
exposicin son muy distintos a los de un libro, y
viceversa y, evidentemente, sus finalidades. Ello no
quiere decir que, en muchos casos, no haya expo-
siciones (con sus catlogos) indispensables para esclarecer la produccin artstica o arquitectnica de
ciertas pocas o figuras concretas. A fin de cuentas,
como recuerda Manuela Mena, tambin existen
monografas, sin exposicin, que no son muy buenas, no?
Propuesta y guin de
exposicin
El xito o el fracaso de
una gran idea expositiva
puede depender del modo
como se presente el escrito
preliminar.
Cuando la propuesta es muy elaborada y forma un argumento de gran densidad histrica y conceptual, con textos intercalados, podra publicarse
(como se hace con algunos guiones cinematogrficos). Yo lo hice en una ocasin, aunque reconozco
que se trataba de un caso muy peculiar, y no s si
sera fcil trasladarlo a otros supuestos 32 Ten en
cuenta en este asunto las peculiaridades visuales
(o espectaculares) del gnero: Una exposicin-ha
escrito Fernando Checa- no es nunca un libro y su
estructura narrativa necesariamente ha de tener en
cuenta el impacto visual de los objetos que ordena
a travs de un argumento cuyo rigor cientfico ha de
unirse a la de un impacto lo ms eficaz posible frente a un pblico heterogneo 33 Quisiera recomendarte, en cualquier caso, que observes atentamente
la evolucin del universo de las exposiciones temporales, pues est en plena ebullicin. Ah hay trabajo permanente para muchas personas, y para varios tipos de empresas subsidiarias. Pero las ideas
parecen estar un poco agotadas, y tal vez sea el momento de que el tipo de exposicin convencional
evolucione y se haga ms narrativo e interactivo, en
consonancia con otros medios de la sociedad contempornea. Puede, pues, que muchas propuestas futuras deban concebirse como autnticos guiones, sin
que deba entenderse eso en un sentido metafrico.
La aparicin y el desarrrollo prodigioso del turismo, ya en el siglo XX, han conducido a una proliferacin infinita de guas ms o menos especializadas. Esto, unido a la extensin de la religin del
arte (creencia supersticiosa de que el contacto directo con los monumentos y museos enriquece y
mejora la vida de las masas), ha permitido que aparezcan muchas de ellas consagradas especficamente
al arte y a la arquitectura, sin contar con que abundantes datos de este tipo figuran tambin en todas
las guas de carcter general. Como tales libros se han
venido haciendo en funcin de las posibilidades y
de los medios de viaje, pueden detectarse, al menos,
dos grandes etapas en la historia reciente de las guas: la del ferrocarril y el transatlntico (desde mediados del siglo XIX hasta la segunda postguerra
mundial), y la del automvil particular y el avin
en tanto que medios masivos de transporte (desde
los aos cincuenta hasta nuestros das).
La gua enciclopdica
Curs estudios de Filosofa y Letras (seccin de Arte) en las universidades de Murcia y Complutense de Madrid. Becario del CSIC, inici su carrera docente como profesor de historia del arte en la Universidad de
Oviedo donde defendi su tesis doctoral sobre Escultura barroca en
Asturias (publicada en 1985). En esta universidad se ocup de diversas
asignaturas, con especial dedicacin a la historia del cine de cuya enseanza en las facultades de letras espaolas ha sido uno de los pioneros.
Actualmente es Catedrtico de Historia del Arte Moderno y
Contemporneo en la Universidad de Murcia. Como publicista, es patente
su inters por conciliar el rigor de la investigacin acadmica con la claridad didctica propia de la u alta divulgacin u. Entre sus libros, destacan
los siguientes: Arquitectura civil asturiana (1978), Gua de Asturias (1979),
El Fontn, ncleo del Oviedo moderno (1979), Salzil!o (1983), Las claves
del romnico (1986), El barrroco, artes figurativas (1994), etc.
Diferentes tipos de
guas
Proceso de elaboracin
Aspectos grficos
Est claro que no se pueden mantener los mismos criterios para elaborar toda clase de guas. La
seleccin de las obras y el comentario que haremos
de cada una ser muy diferente si hacemos una
gua especializada y voluminosa o si se trata de una
muy general dirigida al gran pblico. En todos los
casos es difcil concebirlas ya como trabajos individuales y subjetivos, aunque puede haber excepciones, como apunta Germn Ramallo al hablar de
la imparcialidad de las informaciones: Una gua
artstica debe ser objetiva, a no ser que su autor sea
individuo de muy peculiar y conocida personalidad y el usuario de ella busque su reflejo en lascosas que trata o enjuicia.
El proceso ideal para elaborar una gua moderna atraviesa tres etapas fundamentales. En una primera fase se definen las caractersticas editoriales: tamao, nmero y tipo de ilustraciones, organizacin
grfica, mapas y planos, sistema de signos convencionales, etc.; en este momento debe quedar muy claro qu tipo de producto se quiere hacer y a quin ir
dirigido, todo todo lo cual permitir determinar la extensin que se dedicar a cada parte de la obra. A
continuacin viene la distribucin del trabajo entre
los diferentes colaboradores; las normas de estilo y
las indicaciones relativas a la extensin deben ser
muy precisas, obligndose los autores a seguirlas a
rajatabla (no olvidemos que en una gua, tanto como
en un manual, la importancia relativa de cada obra
o monumento guardar una relacin directa con el
espacio que le dediquemos). Por ltimo viene la edicin, que puede ser ya tarea de una sola persona; se
trata de unificar el lenguaje, limar asperezas, corregir desequilibrios, cuidar la coordinacin entre la
parte grfica y la literaria (mapas, planos, signos
convencionales, nmeros de referencia, etc.), y vigilar la correcta maquetacin.
En esta ltima fase es esencial la colaboracin estrecha con los grafistas que estn a cargo de la obra,
pues las guas actuales, ms todava que otras monografas de arte o arquitectura, son productos icnico-literarios, muy atractivos visualmente: ser difcil que te toque trabajar en el futuro elaborando
guas arcaicas de concepcin y diseo como las que
hubieron de hacer, tal vez, tus profesores.
El lenguaje
En cuanto al lenguaje utilizado, debe distinguirse entre las introducciones, que son ensayos
sobre asuntos semiespecializados (segn la temtica y el nivel de la gua), y los textos descriptivos
del interior. Estos ltimos sern ms escuetos, atendiendo al uso probable de la obra, sin desdear el
muy loable propsito de evitar el aburrimiento del
viajero-lector: Lo deseable -dice Germn Ramallosera que la gua se fuese leyendo en el transcurso
de un viaje o visita, ante los objetos artsticos, quiz de pie; por tanto, se debe tender a proporcionar
una informacin clara y concreta, basndose en
una redaccin amena. Rosario Camacho, pensando en guas ms especializadas, propugna un estilo conciso, claro, sin demasiados tecnicismos ... ,
pero sin olvidar que somos historiadores del arte y
que siempre ser un pblico ms o menos culto el
destinatario de una gua.
Foto: Durante
Informacin
actualizada
En fin, en todas las guas (y no slo en las especializadas) importa mucho que la informacin ofrecida est actualizada, pues son desgraciadamente
muy abundantes las que perpetan viejsimos errores de atribucin, datacin y valoracin. No estara
mal, si se pudiera (y as se ha hecho felizmente en
algunas ocasiones), incluir una bibliografa mnima
junto a cada edificio, obra o conjunto monumental.
Siempre deber contener ndices completos de lugares, monumentos y, a ser posible, de artistas. Ya s
que algunas de estas cosas dependen del modo como
se defina industrialmente el libro, pero como autor (coordinador, colaborador) de una hipottica
gua artstica o arquitectnica, puedes influir en los
ejecutivos editoriales mostrndoles de qu modo el
producto puede ser mejor sin que aumenten sensiblemente los costes.
No desdees esta alusin a los aspectos econmicos: una gua no debe ser fea, ni frgil, ni farragosa, ni banal, ni difcil de manejar y transportar,
pero tampoco debera ser cara. Ha de permitir siempre una consulta rpida de lo que se busca. Y no estara mal, tampoco, que los usuarios pudieran considerala tambin como una obra de lectura que
instruye, entretiene, y hace soar a quien viaja imaginariamente desde la soledad de su habitculo.
Preprate para lograr todo eso ajustando tus mejores aptitudes al funcionamiento de un buen equipo.
No es imposible combinar
el rigor histrico con las
virtudes inherentes a una
buena narracin flmica.
Lo que llamaremos pelcula dramtica con pretexto artstico plantea los mismos problemas que cualquier otro film o serial televisivo de entretenimiento,
con una pequea diferencia temtica: un creador
o una obra de arte asumen un papel importante en
la narracin. El guionista de tales pelculas debe
elaborar un relato entretenido o apasionante, evitando siempre la tentacin didctica: no escribe
para que el gran pblico aprenda historia del arte,
sino para divertir y emocionar a los espectadores.
Claro que no es imposible combinar el rigor histrico con las virtudes inherentes a una buena narracin flmica, y de hecho hay algunas magnficas
pelculas, de gran xito popular, que han reconstruido de modo bastante aceptable las circunstandas biogrficas y el entorno de algunos grandes artistas: Rembrandt ( 19 3 7) de Alexander Korda; Van
Gogh en Lust for Lije (El loco del pelo rojo; 19 56),
de Vincente Minelli; Toulouse-Lautrec en Moulin
Rouge (1953), de John Huston; Miguel ngel en
The Agony and the Ecstasy ( 196 5), de Carol Reed; etc.
Estos y otros trabajos podran servir, incluso, como
material de apoyo didctico en cursos ordinarios
de historia del arte, pero no dejan de ser dramatizaciones concebidas para impresionar a las masas. Cuando se miran con el ojo crtico del estudioso o del verdadero conocedor, se descubren
numerosas inconsistencias, por no hablar de esa visin kitsch del artista, como un ser invariablemente atormentado e incomprendido, que suelen transmitir. Y lo que es peor: las obras artsticas
propiamente dichas aparecen de un modo fugaz,
como un vago pretexto para representar la peripecia humana de los personajes.
Por qu no hay
buenas pelculas sobre
arte y arquitectura?
Lo cierto es que no es fcil encontrar buenas pelculas sobre arte y arquitectura, y conviene averiguar a qu se debe eso si queremos contribuir a
cambiar esta situacin. Romn Gubem plantea el posible antagonismo entre los medios expresivos inmviles de las artes plsticas tradicionales, y el dinamismo inherente al cine y la televisin: [El cine
de/sobre arte es] un gnero sujeto a ciertos imperativos que, a primera vista, pueden resultar con-
vencionalmente poco cinematogrficos, como operar sobre objetos estticos (cuadros, esculturas, edificios) y mudos. Se trata de dar vida a objetos inanimados.
La dificultad parece muy seria, ciertamente, pero
no es la nica. Germn Ramallo apunta otra clave
para explicar el deficiente desarrollo de este subgnero cinematogrfico: Creo que por la poca calidad de los guiones que la mayora de las veces no
estn sustentados por el suficiente rigor, y otra cosa
muy frecuente es la dificultad de entendimiento
entre el guionista y el realizador ya que ambos pueden tener distintos intereses, y a veces hasta encontractos.
Los guiones
Romn GUBERN
Entrevista, reportaje y
documental
televisiva exige, sin embargo, contar con los imperativos de la filmacin: la conversacin no es una
convencin literaria, y aunque est muy montada
a posteriori siempre se construye con fragmentos de
tiempo real. El entrevistador debe preparar el escenario, la vestimenta, la iluminacin y el tipo de
tomas para ambos interlocutores. Las preguntas
irn preparadas de antemano, aunque puedan suscitarse luego sobre la marcha cuestiones no previstas inicialmente.
Guin preliminar y
guin final
Ser bueno dar al director y a los cmaras indicaciones muy precisas relativas al modo como se deben
filmar determinadas obras
o lugares.
Las conferencias
Tipos de pblico
le oscilar entre los 45 y los 90 minutos. Sus estrategias narrativas, vocabulario y recursos didcticos
han de estar condicionados por el nivel del pblico hipottico al que se va a dirigir. Este aspecto es
el ms difcil de calibrar, pues con mucha frecuencia los asistentes poseen edades y sensibilidades muy dispares, planteando el problema irresoluble de encontrar un mnimo comn
denominador aceptable para todos ellos. Pero ayuda mucho averiguar qu institucin (y en qu contexto cultural) organiza la charla. La experiencia
nos lleva a diferenciar unos pocos mbitos relativamente tipificados:
l. Centros de enseanza como institutos, universidades, colegios mayores, etc. El pblico lo componen casi exclusivamente los estudiantes y profesores del centro correspondiente. Mi consejo es que
te dirijas a los primeros, tuteando a la audiencia (si
ests en Espaa; en Amrica Latina es ms usual el
ustedes). Puedes vestir de un modo relativamente
informal. No conviene ah banalizar los contenidos, pues ste es probablemente el ms exigente
de todos los pblicos con los que se puede topar
un conferenciante.
2. Salones de actos de las cajas de ahorros provinciales, centros culturales, ayuntamientos, clubs
recreativos, etc. El pblico estar constituido por
una mezcla heterognea de estudiantes, artistas,
jubilados ociosos, amas de casa, fanticos aislados del
tema (o de la obra escrita del conferenciante), profesionales, etc. Entre el pblico habr gentes que lo
saben todo sobre el tema y otros que carecen de la
informacin mnima. Creo que estas conferencias
deben darse pensando en un adolescente ideal, con
una cultura media al nivel de COU, inteligente,
pero sin muchos conocimientos del asunto a tratar.
El atuendo debe ser aqu algo ms formal que en el
caso anterior, aunque esto depende mucho de la
personalidad del conferenciante (y hasta del tema
a desarrollar!).
3. Simposios, congresos, galeras de arte, departamentos de arte y de arquitectura, etc. Nos dirigimos a especialistas de un nivel elevado lo cual
permite obviar muchas explicaciones contextuales.
En estos lugares se deben desarrollar argumentos
ms complejos, y lo lgico es que el conferenciante exponga alguna tesis o investigacin personal
que resulte novedosa para los asistentes.
Conviene asumir, en todos los casos, que el pblico de una conferencia nunca es tan homogneo
como el de una clase. La conexin entre el conferenciante y los asistentes debe ser inmediata. Es
esencial que la diccin sea clara y fluida, los ademanes tranquilizadores, y se avance en los argum entos desde lo ms asequible hasta lo ms compiejo. Hay muchos trucos de conferenciante: un
comienzo espectacular, golpes de efecto en momentos clave de la charla, chistes o deslizamientos
irnicos, etc. No se puede inventariar todo eso, pues
suelen ser cosas intransferibles, estrechamente ligadas al tema y a la personalidad del que habla.
Como norma general, yo te aconsejara no abusar
de tales recursos para que no te acusen de payaso
La conferencia aislada debe tener un argumento cerrado (a diferencia de la clase, que es como el
episodio aislado en un largo serial). Preprala, pues,
siguiendo las tres unidades del teatro clsico: prolegmenos, nudo (desarrollo) y desenlace. Es esencial que mantengas siempre la columna vertebral de
un pensamiento o una hiptesis de gran nitidez,
pues no es ste un gnero que se preste a las divagaciones. Tampoco es bueno que haya mucha erudicin: tu obligacin es convencer, informar y entretener al auditorio, no anonadarle con una catarata
de datos mal hilvanados y digeridos.
Apoyaturas visuales
Conferencias ledas?
Hay que escribir las conferencias y luego leerlas ante el pblico? Sin duda, sta es una actitud
muy seria que te permite publicar luego el texto, y
evita tambin las incertidumbres sobre la calidad
de tu interpretacin en el momento concreto de
la charla. Pero el pblico (al menos en Espaa) suele detestar las conferencias ledas. Te aconsejo que
la lleves bien preparada, con anotaciones muy precisas (en fichas o en folios, segn te parezca; yo
prefiero lo primero), indicando en qu momento se
deben proyectar cada una de tus diapositivas y-o vdeos: ste ser el esqueleto de una argumentacin
a la que luego debers poner carne, de un modo
aparentemente espontneo, en el momento preciso de la exposicin. No estar mal que leas algunos
fragmentos, de vez en cuando, intercalndolos con
expresiones ms coloquiales. La conferencia estar
as perfectamente estructurada, aunque su forma
concreta y la extensin que dedicas a cada cosa variar a la vista del pblico y de otras circunstancias.
El miedo escnico
Quisiera terminar con algunos consejos para dominar el miedo escnico. Siempre impone ha-
blar en pblico, y ni siquiera los ms experimentados oradores consiguen superar del todo el nerviosismo que precede a toda intervencin. Los actores
hacen ejercicios de relajacin y no son- pocos los
que consideran indispensable concentrarse en un sitio aislado antes de actuar. No es fcil que puedas
hacer eso antes de una conferencia, pues, segn
los casos, sers presentado a personalidades de variada condicin, o a periodistas locales que quieren un resumen de tu intervencin, y todo ello
unos minutos antes de la charla y no despus como
ser probablemente tu deseo. Resignacin, pues.
Slo cabe la confianza que te da el haber repasado
un poco antes todas tus notas, y la seguridad que
otorga el conocimiento profundo del asunto que
vas a desarrollar. Ponte ropas confortables y que te
agraden. Mrate un poco desde fuera, con algo de
irona, si puedes, y convncete sin soberbia ni falS~ humildad de que eres la persona adecuada para
hablar de tu tema en aquel momento y en aquellugar. Esta pequea concesin autoindulgente es necesaria aqu como lo es, tambin, a la hora de escribir.
Notas
11
VOX, Diccionario general ilustrado de la
lengua espaola. Nueva redaccin diri-
2
. MARTN GAITE, Carmen, Dar palabra. El Pas, 16 de octubre de 1988,
p. 30.
12
TAFURI, Manfredo, Sobre el
Renacimiento. Principios, ciudades, arquitectos. Ctedra, Madrid 1995, p. 148.
13
BORRS GUALIS, Gonzalo M., Arte
mudjar aragons. Guara Editorial,
16
10
19
21
. Cita recogida por Christopher
DOMNGUEZ MICHAEL en Breve diccionario [de Octavio Paz]. El Pas-Babelia,
26 de marzo de 1994, p. 15.
27
34, 1973).
22
Bibliografa
28
. Traduccin espaola en HUGHES,
Robert, A toda crtica. Ensayos sobre arte
y artistas. Ed. Anagrama, Barcelona
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Barcelona 1994.
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RAMREZ, Juan Antonio, Papel marmolada. (33 soetos). Ediciones
1990.
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. Francisco CALVO SERRALLER, La crtica de arte. Op. cit., pp. 58-59 y 67.
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Madrid 1978.
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1995.
FERRREIRO, Pilar y ZAYAS-BAZN, Eduardo, Cmo dominar la redaccin. Ed. Playor, Madrid
1989.
Libros de estilo
Mtodos de
investigacin
A
V
COMPARATO, Doc, El guin. Arte y tcnica de escribir para cine y televisin. Instituto Oficial de Radio
y Televisin. Ente Pblico RTVE, Madrid 1988.
FELDMAN, Simn, Guin argumental. Guin documental. Gedisa, Barcelona 1993.
BORRS VIDAL, Jess y COLOMER PUNTS,
Antoni, El guin del vdeo didctico. Ed. Alta Fulla,
Barcelona 1987.
Todos los escritos acadmicos (tesis, artculos especializados, comunicaciones a congresos y libros cientficos) suelen llevar notas a pie de pgina o al final
del texto. No se trata de adornos eruditos de los cuales se puede prescindir alegremente, pues estas notas
le sirven al autor para indicar, al menos, los siguientes aspectos importantes: 1) el origen de los datos e informaciones precisas que maneja; 2) la procedencia
ocasional de las ideas que est exponiendo; 3) el lugar
donde el lector puede encontrar ms noticias acerca de
los asuntos que se estn tratando. Tambin pueden
servir para matizar, corregir o ampliar aspectos del
texto principal, sin olvidar la oportnidad que se le brinda al escritor de polemizar de pasada con otros autores o corrientes de opinin. Aunque no aconsejo que
cada nota se convierta en una disgresin muy compleja,
o en un rniniartculo, s reconozco que ha habido algunos grandes historiadores del arte y de la arquitectura que han abusado con suma inteligencia de las
notas eruditas, enriqueciendo mucho con ellas sus trabajos especializados.
Se presupone siempre, en cualquier caso, que las notas son breves, y de ah que en esta parte de nuestros
escritos recurramos constantemente a las abreviaturas. Indico a continuacin las ms frecuentes, en cursiva, como es lo habitual en los escritos especializados.
a. C.: antes de Cristo
a. m.: ante meridiem (antes del medioda)
A. T.: Antiguo Testamento
AA. VV.: autores varios
arch.: archivo
ca.: circa (aproximadamente; tambin aprox.)
cap.: captulo
cfr.: confer (comprese)
cit.: citado
col.: coleccin
d. C.: despus de Cristo
D. L.: depsito legal (para los libros)
dcha.: derecha
desus.: desusado
dir.: director
doc.: documento
dpo.: departamento (tambin dep. o depto.)
Dr.: doctor
Dra.: doctora
dupl.: duplicado (tambin dupdo.)
ed.: edicin
edit.: editorial
ej.: ejemplo
etc.: etctera
f: folio
fase.: fascculo
fem.: femenino
fig.: figura, figurado
gal.: galera
gral.: general
h.: hacia
ibdem: all mismo, en ese lugar (adverbio latino)
impr.: imprenta
intr.: introduccin
izq. o izda.: izquierda
l. c.: lugar citado
loe. cit.: loco citato (lugar citado)
loe.: locucin, lugar
long.: longitud
mase.: masculino
m.: muerto
max.: mximo
mn.: mnimo
ms. o Ms.: manuscrito
n.: nacido, nacimiento
N. B.: nota bene (ntese bien, obsrvese)
N. del E.: nota del editor
N. T: Nuevo Testamento
N. del T: nota del traductor
neo!.: neologismo
nm.: nmero
op. cit. u oh. cit.: obra citada
op.: opus, obra (en msica y en literatura)
p. o pg.: pgina
P D.: posdata
p. ej.: por ejemplo
p. m.: post merdiem (despus del medioda)
P S.: post scriptum (posdata)
pl.: plaza
pp. o pgs.: pginas
pref: prefacio
prof: profesor
profra.: profesora
prl.: prlogo
1: o rev.: reverso
ref: referencia
reg.: registro
s.: siglo
S. o Sto.: san, santo
sic.: as, de esta manera (adv. lat., entre parntesis
tras algo incorrecto o sorprendente en el original)
s. f: sin fecha
s. l.: sin lugar (de edicin)
sig. o s.: siguiente
sigs. o ss.: siguientes
s. n. o s/n: sin nmero
Sta.: santa
t.: tomo
T: traductor
tb.: tambin
tip.: tipografa
tt.: ttulo
trad.: traduccin, traductor
v. o vid.: vase
v. a.: vase adems
v. t.: vase tambin
va B 0 : visto bueno
vers.: versculo
vol.: volumen
vto. o v.: vuelto
APNDICE
CORRECCIN DE PRUEBAS
DE IMPRENTA
Aunque los disquetes de ordenador han
simplificado mucho ahora la composicin de los
textos, sigue siendo necesario corregir pmebas
antes de. que los escritos lleguen a la imprenta.
Puede que el autor se haya esmerado mucho,
ayudndose, tal vez, con sofisticados programas
para detectar faltas ortogrficas y sintcticas, pero
ndice de nombres
cmo
estamos a la mitad.
Uno de los ms usados
el de "interca-
palabras
incluso
1r
#'
Abenroth, W. 186
Albert Robatto, Matilde
185, 187
Alberti, Rafael 154, 186
Alcina Franch, Jos 75,
122, 188
Al<:henaton 70
Angula Iguez, Diego 57,
180, 185
Azcrate, Jos Mara 71
Azorn 57
136, 186
Camacho Martnez,
Rosario 123, 156, 158,
171
Carlos V 68
Carpentier, Alejo 51, 185
Cassany, Daniell89
Cervera, Isabel 122
Checa Cremades, Fernando
70, 123, 188
Chueca Goitia, Fernando
Fats, Guillermo 29
Feldman, Simn 188
Felipe II 68
Felipe IV 81
Fernndez Galiana, Luis
29,54
Ferreiro, Pilar 188
Francastel, P. 61, 128
no
signos de puntuacin
cmo propongo
/~>v:
) 11
/( <<
/1 [
margen).
La sustitucin de
por otra
de una frase
Esto no es todo, pero si lo ms importante. Cualquier cosa que quieras hacer o sugerir,
adems de lo ya dicho, puede ser indicada con
notas manuscrtaq, o con llamadas de atencin
'7
Dal, Salvador 80
Delgado Valero, Clara 122
Domnguez Michael,
Christopher 186
Duchamp, Marcel 120,
151, 185-186
Duque de Alcal 57
Duquesa de Lerma 57
Durero, Albert 120
Eco, Umberto 153, 188
Elvira, Miguel ngell22
Eribon, Didier 185
Cultura artstica
l.
Silvia Bordini
2.
3.
Louis Rau
4.
Iconografa de la Biblia.
Antiguo Testamento
Louis Rau
5.
Iconografa de la Biblia.
Nuevo Testamento
Louis Rau
Yarza Luaces, Joaqun 27,
122
6.
7.
Louis Rau
Iconografa de los santos.
De laG a la O
Louis Rau
8.
Louis Rau
9.
Ana Calvo
11. El arte del siglo XX en sus
exposiciones: 1945-1995
Isabel Cervera
* Los nmeros en negrita remiten a las semblanzas biobibliogrficas.
Carmen Garca-Ormaechea
15. Cmo escribir sobre arte
y arquitectura. Libro de estilo
e introduccin a los gneros de
la crtica y de la historia del arte
Gonzalo Borrs
20. Atributos y smbolos en el arte profano.
Diccionario de un lenguaje perdido
Guy de Tervarent
21. Conservacin y restauracin
de pintura sobre lienzo
Ana Calvo
22. Diccionario clsico de arquitectura
y bellas artes
Ana vila
24. La escultura y el oficio de escultor
Javier Sauras
25. Crtica de arte: historia,
teora y praxis
KeithMoxey