Idisch y Latinoamerica
Idisch y Latinoamerica
Idisch y Latinoamerica
es tambin Latinoamrica
Eliahu Toker
Introduccin
La historia de la conformacin de una lengua y la de su
articulacin con otras lenguas y culturas es siempre fascinante. Y
si esto puede afirmarse acerca de cualquier idioma, resulta
particularmente cierto en lo que hace al dish. Sin embargo es
notable el desconocimiento que existe en Amrica Latina acerca
de la entidad de esta lengua, la de la mayora de los inmigrantes
judos arribados a este continente desde fines del siglo XIX y en la
que desarrollaron una vasta cultura literaria, periodstica y
poltica. Ms honda es an, si cabe, la ignorancia acerca de lo
creado en dish en estas latitudes, incluida la mirada particular que
sobre Latinoamrica brinda esa creacin.
Lo que las presentes pginas se proponen es precisamente
organizar una expedicin al universo del dish y al de sus vnculos
con la cultura de este continente, aventura ilustrada por una
antologa de textos literarios vertidos de ese idioma al castellano.
Esta obra incluye tambin un par de ejemplos puntuales de
esa articulacin de culturas: La evocacin de un trovador popular
--creador e intrprete de centenares de canciones en un singular
castdish-- y la de un notable prosista dish, Premio Nobel de
Literatura, que anduvo por estas tierras y volc en algunos relatos
su particular visin de las mismas.
Esta obra rene, ampliados y corregidos, trabajos mos
aparecidos en diversas publicaciones a lo largo de los aos.
"Antes de que se reciten los primeros versos de los poetas judos de Europa Oriental,
quisiera decirles, distinguidas seoras y seores,
que ustedes entienden mucho mas dish de lo que creen. Si permanecen quietos
se encontrarn repentinamente en medio del dish.
y cuando ste se haya apoderado de ustedes --e dish es todo,
palabra, meloda jasdica y el espritu mismo de este actor judo oriental-no recobraran ya la calma anterior..."
Del discurso de Franz Kafka sobre el dish
presentando en febrero de 1912
a Isaac Lwy, actor trashumante de esa lengua.
persona del narrador Isaac Bashevis Singer. Pero en Amrica Latina y en el mundo
de habla hispana en general, el dish sigue siendo una lengua fantasmal, o casi.
Para el Diccionario de la Real Academia Espaola --que recin en su ltima
edicin se decidi a eliminar las definiciones peyorativas de judo, judiada, sinagoga,
cohn, etc.-- el dish sencillamente no existe. Tambin es ignorado por el Diccionario
Ideolgico de J. Casares (G.Gili, Barcelona, 1942), por la Enciclopedia Barsa (Bs.As,
Chicago, Mxico, 1964) y por otros once de la veintena de diccionarios y
enciclopedias consultados. Y en los que la incluyen, esa ignorancia del mundo de
habla hispana respecto de la lengua dish y de su cultura se vuelve ms evidente
todava con slo prestar atencin al caos imperante, primero en la transcripcin
espaola de su nombre mismo, y luego, en su definicin (1). Lo ms usual es
encontrarlo escrito segn la grafa inglesa: yiddish , matizada por una cantidad de
variantes. Es sabido que el conocimiento y reconocimiento de una persona, una
cultura, una lengua, comienza por nombrarla. Por qu no adoptar para el dish una
transcripcin acorde con la lengua espaola?
Enfrentado al problema y apoyado en una serie de antecedentes y razonamientos (2)
opt por la grafa dish. Y no se trata de un debate abierto slo en la lengua espaola.
En francs sucede algo semejante(3). Se dira que el dish, este pas de la palabra, sin
territorio, sin ejrcito ni polica, sin gobierno ni legitimacin poltica, sigue siendo
una lengua irreductiblemente extraa, la extranjera por antonomasia.
Los mil aos del dish
Esa extranjera envuelve al dish de prejuicios e ignorancias. Estn los que lo
confunden con el hebreo y los que lo creen un alemn congelado o un alemn
venido a menos. La aventura de este idioma, particularmente dramtica y creativa,
comienza all por el ao mil de nuestra era, con el asentamiento en las mrgenes del
ro Rhin, en la regin de Alsacia-Lorena, de unas comunidades judas venidas del
norte de lo que hoy es Italia y del sur y centro de la actual Francia. Esos grupos
humanos traan lgicamente consigo un lxico formado por expresiones hebreas y
arameas de las plegarias cotidianas, de la Biblia y el Talmud, y de una vida pautada
por las normas religiosas judas, pero en las regiones de las que venan haban
integrado a ese lxico cierto nmero de vocablos de un itlico y un franco
primitivos. Algunas de esas palabras romnicas, rodando de boca en boca durante
casi un millar de aos, llegaron hasta nuestros das como reliquias de aquella
primersima poca del dish.
Por ejemplo: fachile*, ese pauelo que cubra la cabeza de abuelas y
bisabuelas judas, toda una institucin, y palabra que evoca de inmediato a las
mujeres de los cuentos de Scholem Aleijem, sentadas en la feria o conversando con
sus vecinas, andando lentamente por las calles de tierra de una aldea o sobrevolando
los cielos de Chagall. Resulta conmovedor comprobar que fachile es una recreacin
de la itlica fazzoleto, rodada de pas en pas con los judos, e integrada a la lengua
dish con todo su poder evocador. Lo mismo sucede con algunos nombres de mujer
como Inte, Shprntse, Braine, de las italianas Gentile, Speranza, Bruna, tal como del
franco Belle se acu en dish el nombre femenino Beile, y de Bon Homme, el
masculino Bnem. Del latn: bentchn (bendecir) de benedicere; lienen (leer) de
legere, etctera.
La n y en finales de bentchn y de leienen provienen del germnico, ya que en
su nuevo asentamiento, en Alsacia-Lorena, entre el Rhin y el Mosela, esta
comunidad juda entr en contacto con una de las variantes de la primitiva lengua
germana, el medio-alto alemn, del sur y centro de Alemania. A partir de all, en un
proceso que se extendi a lo largo de varios siglos, estos tres componentes --el
hebreo-arameo, el romnico y el germnico-- fueron combinndose creativamente
en boca de aquellos judos, hasta dar vida a un nuevo idioma, escrito con caracteres
hebraicos, el dish antiguo. Era un dish europeo-occidental, alsaciano, hablado an
por alguna gente.
Vale la pena acotar que el ingls se conform por la misma poca que el dish
a partir del vecino medio-bajo alemn, de ah el estrecho parentesco entre tantos
vocablos del dish y del ingls. Listar las semejanzas entre ambas lenguas sera
interminable. Pueden resultar ilustrativos, a ttulo de ejemplo, las versiones dish e
inglesa de mano, viento, sangre, noche, madre, puerta:
DISH
hant vint blut najt muter tir
INGLES
hand wind blood night mother door
Resulta interesante observar las particulares funciones que los componentes
germnicos y hebreos asumen en el habla dish. Los trminos provenientes del
alemn designan en general, objetos o tareas comunes, mientras que los venidos del
hebreo tienen una connotacin santificada. Tomando algunos aparentes sinnimos:
buj (del alemn Buch) significa en dish simeplemente "libro" mientras que seifer
(del hebreo sefer) significa "libro sagrado"; lrer (del alemn Lehrer): es "maestro",
mientras melmed (idem en hebreo) es "maestro hebreo de primeras letras"; frgue
(del alemn Frage) equivale en dish a "pregunta", mientras kshe (del arameo
kashi) es "pregunta ritual o talmdica", por ejemplo, las cuatro preguntas de la
noche de Pascua, di fir kshes.
El componente eslavo del dish
Cuando las Cruzadas y dems movimientos agresivos empujaron a gran parte
de los judos de Alsacia-Lorena hacia el este, hacia Europa Oriental, los hablantes de
aquel dish primitivo entraron en contacto con las lenguas eslavas cuyo riqusimo
folklore, convertido al judasmo e incorporado al habla, le agreg al dish un sabor
inconfundible, hondamente comprometido con las emociones y los afectos. Este
componente eslavo --sobre todo polaco, pero tambin ruso, ucranio y checo-particularmente popular, sabroso y fecundo, fue el cuarto elemento fundante del
dish moderno, y el que termin de diferenciarlo claramente del alemn y de todos
sus dems progenitores. Del eslavo incorpor el dish, sonidos palatales (ninie,
niera; lilke, mueca); interjecciones intraducibles (nu, que acepta cien
entonaciones distintas significando cien cosas diferentes, como vamos!, y?,
adelante!, etc.), o diminutivos de ternura (gteniu, Diosecito, no como expresin
diminutiva sino de cario, siendo Gott, Dios en alemn, y la terminacin niu, eslava.
Slo en dish, mediante una conjuncin as, se expresa esta cercana y familiaridad
con lo divino, que no es propia del hebreo ni del romnico, y mucho menos del
alemn). Slo sobre este tema de la sntesis espiritual lograda en el dish con la
incorporacin de eslavismos, podran llenarse pginas y pginas. Para ejemplificar
agreguemos algunas palabras ms, convertidas del eslavo al dish, y dotadas de un
sonido y sabor particulares: ishtcherke, lagarto; klimke, picaporte; bbe, abuela;
paskudnik, atorrante; ktchke, pato; shmte, trapo.
Para cerrar esta referencia a las diferentes confluencias idiomticas,
corresponde sealar la ntima fusin, palabra a palabra y frase a frase, que estas
lograron en la lengua dish. Un ejemplo es el gteniu que mencionamos ms arriba;
para dar un par de ejemplos ms: la palabra shlimazlnik, desgraciado, es la
cultural juda socialista. Encarando la encrucijada desde una otra perspectiva, los
sionistas consideraban la emigracin a Palestina y la constitucin de un Estado
propio, la nica solucin definitiva para la dramtica situacin de los judos rusos y
para la cuestin juda en general.
Quienes proponan que los judos se uniesen a la lucha general por los
derechos del hombre y del trabajador, tenan naturalmente por idioma el ruso, pero
los bundistas, que llamaban a los judos a participar, s, de la lucha general, pero
defendiendo sus derechos particulares como proletarios y como judos, tomaban al
dish de las masas judas por bandera. Los sionistas, por su parte, que soaban con
crear en las histricas tierras de Israel un pas nuevo y un hombre judo nuevo,
dejando atrs los para ellos despreciables dos milenios de Dispora, ambicionaban
remozar la antigua lengua de la independencia juda, el hebreo.
Esta divisoria de aguas resume uno de los puntos de partida de la pugna
ideolgica entre el dish y el hebreo. Desde ya que no todo se dio en blanco y negro.
Una parte de los sionistas --que eran tambin socialistas-- reivindic al dish por ser
la lengua de las masas judas. Es clsico el caso de Ber Borojov, el genio de Poltava,
idelogo del sionismo socialista y brillante orador en lengua rusa, que habiendo
estudiado dish slo para tener un idioma comn con el pobrero judo, se enamor
a tal punto de esta lengua que termin dedicndole notables estudios filolgicos.
Las escaramuzas entre el dish y el hebreo tuvieron lugar en diversos
escenarios. Una vez conformada, tras la revolucin, la Unin Sovitica, consider al
sionismo un "movimiento burgus reaccionario" y sencillamente prohibi el hebreo
llevando el ridculo al extremo de castigar las palabras dish de origen hebreo
cambiando su grafa tradicional. Por otra parte, para la poblacin juda de la
Palestina preestatal su lucha por el renacimiento del hebreo simbolizaba sentirse
continuadores, con la lengua bblica, de la antigua nacin juda independiente, y
asimismo lograr la unidad del pueblo judo mediante la fusin, en un idioma comn,
de hablantes y culturas. Apuntaban a quienes traan un bagaje lingstico dish o
judezmo, pero tambin a los portadores de todas las otras lenguas habladas por los
judos que llegaban al Estado judo en ciernes desde todos los rincones de la
Dispora. El costo de esta borratina forzada de lenguas y culturas recin se pudo
apreciar en casos arquetpicos, como el de los judos venidos del Yemen o de
Etiopa, pero eso fue mucho ms tarde. En aquella primera poca primaba la ilusin
de la fusin de disporas.
Fue recin a partir de la Primera Guerra Mundial y de la tercera oleada
inmigratoria a la entonces Palestina, que se impuso la tendencia hebrasta. Pero la
Segunda Guerra Mundial, destruyendo fsicamente hasta su raz las principales
juderas dish-parlantes, otorg una triste victoria a los defensores del hebreo,
consagrado como lengua oficial del Estado de Israel.
Sin embargo, pese a la falta de reconocimiento oficial, Israel se transform
en uno de los principales centros de una cultura dish viviente. Desde las
apasionadas diatribas anti-dishistas de lderes como David Ben Gurin pas mucha
historia. En el nterin el dish integr trminos, conceptos y expresiones al hebreo,
ocup por derecho propio un lugar destacado en las universidades israeles, fue
incluido como materia optativa en sus escuelas secundarias y su cultura mereci un
reconocimiento especial por parte del Parlamento de Israel, todo lo cual no mitiga la
difcil situacin de esta lengua con ms historia, literatura y prestigio que hablantes.
Pero como deca Isaac Bashevis Singer parafraseando a Mark Twain, los
rumores acerca de la muerte del dish son muy exagerados. El dish tal vez est mal de
salud, pero en nuestra historia, entre estar enfermo y estar muerto hay un gran trecho. Por
otra parte los judos suelen sufrir de muchas dolencias, pero la amnesia no es una
enfermedad juda.
importantsima experiencia teatral y periodstica dish de los aos '20, '30, '40. Y
cmo fue en el resto de Amrica Latina.
En esta bsqueda de puntos de encuentro entre Amrica Latina y la lengua
dish corresponde mencionar, aunque sea tangencialmente, el tema de las
traducciones, lugar donde el encuentro entre las lenguas y las culturas se materializa.
El argentino Salomn Resnick, redactor de la revista Judaica, fue el primero en
proponerse la traduccin sistemtica de textos de la literatura dish al espaol, y
otros continuaron tras l esta tarea. Pero casi todo lo que vertieron al espaol o al
portugus fueron textos clsicos y en una muy pequea escala autores dish
latinoamericanos, y eso slo en los ltimos aos.
Amrica Latina en dish
Invirtiendo el espejo, hubo --y hay-- quienes tienden un puente idiomtico
en la otra direccin, del castellano y portugus al dish. El periodista y crtico
literario Pinie Katz cuenta cmo dio comienzo su tarea de traductor: "A poco de mi
llegada a Buenos Aires encontr en un quiosco de libros usados un tomito de Leyendas
aztecas del mexicano Heriberto Fras. Me puse a leerlas y de inmediato me atrap su
desborde de colores como slo se ve en sueos. (...) Nunca haba encontrado hasta
entonces tal riqueza de idioma y colorido, salvo en los profetas, en la ms poderosa de las
lenguas, la bblica, y no pude vencer la tentacin de sentarme de inmediato a volcar esa
magnificencia al dish."
As comenz Pinie Katz su intensa tarea de traductor llevando al dish,
adems del Quijote y de otras obras de autores espaoles, el Facundo de Sarmiento,
Don Segundo Sombra de Ricardo Giraldes, Nacha Regules de Manuel Galvez,
Cuentos de la Selva y Anaconda de Horacio Quiroga, Los Gauchos Judos de
Gerchunoff, Los caranchos de la Florida de Benito Lynch, Pago chico y La vuelta de
Laucha de Payr, Huasipungo de Jorge Icaza y una increble cantidad de obras ms.
El Martn Fierro de Jos Hernandez, pese a lo difcil que resulta volcar a otra
su lengua gauchesca, tuvo dos traducciones al dish, una de Samuel Glasserman y
otra del poeta Kehos Kliguer. Y vaya esto como expresin del inters de los
inmigrantes judos por conocer las creaciones literarias de su nueva tierra.
(4) Megued, A., Reflexiones sobre dos lenguas, Nueva Sin, Buenos Aires, 5/VII/1968,
pag.7.
(5) Ver, entre muchos otros: Steinmetz, Sol, Yiddish and English, A century of Yiddish in
America, The University of Alabama Press, Alabama, 1986, pp. 173.
(6) Arlt, Roberto, Nuevas aguafuertes, Comerciantes de Libertad, Cerrito y Talcahuano, Ed.
Losada, Buenos Aires, 1975, pp. 10/14.
(7) Gobello, Jos, Diccionario Lunfardo, Pea Lillo Editor, Buenos Aires, 1982, pp. 138 y 157.
(8) Alpersohn, Marcos, Colonia Mauricio, Comisin Centenario Colonizacin Colonia Mauricio
- Carlos Casares, Buenos Aires, 1991, 402 pp. Introduccin, versin espaola y notas de Eliahu Toker.
(9) Katz, Pinie, dishe literatur in Arguentine (Literatura dish en la Argentina), tomo VII de sus
Gueklibene Shriftn (Obras Elegidas), Comit Institucional en la Editorial IKUF, Buenos Aires, 1947,
213 pp.
(10) Oif di bregn fun Plata (En las Orillas del Plata), Ed. dishe Tzaitung, Buenos Aires, 1919,
194 pp.
(11) Mendelsohn, Jos, Undzer svive un undzer gueshtalt (Nuestro ambiente y nuestra
imagen), Oif di bregn fun Plata, op. cit. p.4.
(12) Ibdem, pp. 11/12
(13) Rollansky, Samuel, Mexikanish, urugvaish, cubanish antologuie (Mexico, Uruguay y Cuba en
la literatura dish), Obras Maestras de la Literatura dish, tomo 92. Ateneo Literario en el Instituto
Cientfico Judo IWO, Buenos Aires, 1982, p. 22.
(14) Rollansky, Samuel, Chilenish antologuie (Al pie de los Andes. Poesa y prosa dish de Chile),
Obras Maestras de la Literatura dish, tomo 54. Ateneo literario en el Instituto Cientfico Judo IWO,
Buenos Aires, 1972, p. 15.
(15) Rollansky, Samuel, Mexikanish, urugvaish, cubanish antologuie, op. cit. p.22/23
(16) Rollansky, Samuel, Chilenish antologuie, op. cit. p. 48.
(17) Toker, Eliahu (Prefacio, seleccin y traduccin), El resplandor de la palabra juda, antologa
de la poesa dish del siglo XX, Ed. Pards, Buenos Aires, 1981, pp. 105/110.
HOGAR
fragmento de un poema de Moishe Pinchevski (Argentina)
Ardiente Argentina! Ardiente Buenos Aires!
Tus estepas son de fuego, de fuego es tu aliento;
de fuego tus mujeres y tus gauchos, de fuego.
Yo busqu amparo y sombra en tu puerto.
Ardiente Argentina de pan y ganado salvaje;
ardientes tus miserias, ardiente tu infortunio.
Cuntos kilmetros cubren tus alambradas,
las que protegen tus campos, tus latifundios.
Pero el gil caballito del gaucho salta las alambradas
y al galope atrapa un ternero, y con su cuchillo
corta astillas, enciende una fogata...
Toda la tierra es del gaucho, sin muros ni cerrojos!
Toda la tierra es del gaucho, pero l no necesita nada
salvo lazo, cuchillo, caballo y guitarra...
Las extensiones son suyas, no necesita techo;
pero si roba lo suyo y lo prenden, es hombre muerto.
Gaucho, querido gaucho, rebelde de maana!
Cuando arremetas desde los caminos vagabundos,
yo me hara gaucho, pero tengo miedo
de que mi padre se ra de m dentro mo:
--Mralo, mralo al gaucho; mralo al campesino,
con una pgina del Talmud, infierno y paraso...
Mis diecisis aos... Acaso he de marchitarme aqu?
Morir en una taberna extraando a mi abuelo?
LATINOAMERICANA
poema de Itsjok Ianasovich (Argentina)
A
All donde el idioma se acaricia a s mismo
en el entrebesarse de palabras;
all donde la cancin es triste y provocativa
como una bailarina de zamba;
all donde el amor es consagrado
por el sangriento pual de los celos
y la soledad enciende la ardiente noche del carnaval
en una prolongada violacin;
all, slo all plant el refinado Coln su primera pisada
luego de haber exclamado triunfalmente tierra!
Todo lo que crece en el paraso crece en Latinoamrica.
Aqu posee el cielo abundantes estrellas para cada rancho.
Aqu tiene la pampa caballos suficientes para cada lazo.
Hasta las bestias que iluminan las tataranieblas del bosque
con la verde fosforescencia de sus ojos,
son sagradas:
en sus entraas se encuentran los sepulcros de los patriarcas.
Dios detuvo sobre nuestra tierra su tempestuoso carruaje
y at sus caballos al umbroso omb.
Nuestros ros son espejos de la eternidad.
Nuestras montaas son los lechos del tiempo adormecido.
Igual que antao, hace mil generaciones,
an viven sobre nuestros cerros
los rojos dioses de los quechuas, charras y guaranes.
En los valles an hoy se sigue tomando el espumoso mate verde
con el antiqusimo ritual de los aztecas
B
Quin afirma que quienes murieron ya no viven ms?
Quin asegura que los cados en batalla
no conducen ms guerras?
En Latinoamrica un da recin nacido ya tiene mil aos.
Cada ocaso inaugura aqu
una noche ms antigua an que el caos del gnesis.
Cada nio es aqu su propio bisabuelo.
En su sangre gime el esclavo y se regocija el esclavizador.
Su cuerpo constituye el campo de batalla
donde vencido y vencedor
se abrazan en la borrachera de la mutua matanza.
Por separado es cada uno de nosotros un guila montaraz
diestro en su sueo-vuelo de rey y dominador,
pero reunidos somos un hato de asnos que cualquier ltigo
puede arrodillar y someter.
Orgullo y sumisin, esta es la cruz
que arrastramos camino del Glgota
para morir en la dulce voluptuosidad de la insurreccin.
Oh, no existe mayor placer que el de la rebelin.
No existe, no existe felicidad mayor que la de derribar muros;
muros de palacios, de crceles y de los propios hogares
construidos por manos heridas
y amasando cuerpos queridos entre los cimientos.
C
G
Amor es en Latinoamrica profundo y efervescente como el mar.
Amor es en Latinoamrica misterioso y oscuro como la muerte.
Entre nosotros amor y violencia marchan juntos
y tras ellos viene la cancin.
Oste alguna vez aquel hermoso canto de amor y traicin?
Ella, la bella muchacha, era la mujer de un fiero jaguar;
alguien cuyas charreteras eran de oro puro.
Pero ella amaba al pen, buen mozo,
que atenda a su marido y cepillaba su caballo marrn.
Una noche de luna los olfate el fiero jaguar entre las hierbas
pero no los mat en cuanto los descubri.
Largamente los acech en las sombras del placer,
y recin cuando el amor de ellos
alcanz el momento en que los instantes crecen como soles
y encienden las tinieblas de la noche,
los consagr con el signo de la cruz
y hundi sus dientes en las dulces carnes
de la traidora mujer
y se emborrach con la sangre del ardiente muchacho.
Matar por amor y traicin
no tiene castigo de ley entre nosotros;
En estos casos Dios mismo es el juez. Slo l
puede juzgar el corazn del hombre engaado.
Sucedi as: el fiero jaguar tom luego otra mujer
ms joven que aquella muchacha traicionera.
Pero desde entonces no tuvo ms un pen para su caballo
e incluso vendi su caballo marrn
cambindolo por un automvil nuevo;
LA BALADA DE HUMAHUACA
poema de Leizer Aijenrand (Argentina)
A
Vosotras, antiqusimas montaas,
ocres, petrificadas!
En azules maanas
atraviesa vuestras cspides desnudas
un sol sangriento.
El oscuro grito de un pjaro sobresalta
las arcillosas chozas amarillas del valle;
la pesada, profunda quietud estival
alienta en el ocre silencio.
B
Humahuaca es antiqusima.
Un millar de ardientes vientos
grabaron a fuego sendas secretas
en el arcilloso rostro reseco
de Humahuaca;
de sus pupilas cre Dios la noche.
De sus dedos, en sueos,
brotan cactus salvajes;
la sed de la tierra arcillosa
le sec el cerebro.
Est dispuesta a morir dos veces
por un trozo de pan negro.
Con los blancos huesos de su asno
alguno le levant una lpida
a la petrificada montaa;
un vaho de muerte se tiende cada noche
sobre el corazn angustiado de Humahuaca.
Humahuaca se trenza una cuerda
con el ocre silencio estival,
pero severos ngeles
impiden que se ahorque.
Quin clama por misericordia
para Humahuaca?
El sol, al atardecer, recoge en su ocaso
las lgrimas de Humahuaca;
las sombras de la petrificada montaa,
huyen como perlas negras
del olor de su cuerpo sudoroso;
Humahuaca quiere morir.
Tilcara, 14 de marzo 1954
Leizer Aijenrand, poeta dish nacido en 1912 en Polonia. Durante la Segunda Guerra
Mundial particip como voluntario en el ejrcito francs. Tras viajar por numerosos pases,
incluida la Argentina, se radic en Zurich, Suiza, donde falleci en 1985. Este texto est
tomado de El resplandor de la palabra juda, de Eliahu Toker, Ed.Pards, Bs.As., 1981.
LITTLE ROCK
poema de Kehos Kliguer (Argentina)
Lincoln,
levntate de tu silln de piedra
y vete hasta Little Rock.
Faubus tortura a tus hermanos liberados.
Yo, un poeta judo
te traigo tristes noticias
de tus hermanos de color
en Norfrica,
en India,
en Dakar y Medina,
en Barbados y Saint Thomas,
en Trinidad,
en Brasil y en Harlem.
(En Trinidad
vi la escalofriante imagen negra
de un linchado
hamacndose cabeza abajo en un rbol.
Slo el da lagrimeaba suavemente.
En Santos
vi el torcido rostro muerto
de un negro acuchillado;
el cuchillo clavado en su vientre todava
y un gato blanco lama sus entraas.)
En todas partes o
el grito de la piel negra.
En todas partes vi
el ardor de la encendida furia negra.
En todas partes o
su canto, que brota del dolor.
En todas partes vi
la negra llamarada de manos hechas puo:
Oh, valiente leador,
vuelve tu maciza espalda
hacia la ardiente nube,
la enloquecida turba de Arkansas,
y observa cmo, para vergenza
de tu enorme pas democrtico
a la luz del siglo veinte,
arde la hoguera
en la pequea Little Rock.
Blanco y negro
permanecen tensos en excitada lucha.
Lincoln,
baja de tu silln de piedra
y aprate hacia Little Rock.
Faubus tortura a tus hermanos liberados.
1960
Kehos Kliguer, poeta dish argentino, nacido en 1904 en Voln, Rusia. Radicado desde 1936
en Buenos Aires, parte de su obra potica est reunida en una docena de volmenes.
Tradujo al dish a una cantidad de autores de lengua espaola, desde Pablo Neruda hasta el
Martn Fierro de Jos Hernandez. Falleci en Buenos Aires en 1985. Este texto est
tomado de El resplandor de la palabra juda, de Eliahu Toker, Ed.Pards, Bs.As., 1981.
CONVENTILLOS
poema de Jos Rabinovich (Argentina)
Bajo cielos azules,
bajo soles claros,
hay sombros edificios
dispuestos como mendigos.
Las casas se lamentan:
En ellas cantan nios
con ojos aorantes,
entre ciegos muros sin vidrios.
Las calles de la ciudad
estn baadas de sol
pero estas paredes no dejan
que se filtre un rayito;
los atardeceres vacilan
y el sol no cruza la puerta;
el sol se niega a entrar
a los conventillos.
Una ciudad tan luminosa
y yo andando a tientas.
Para ver su rostro
alzo sobre mi cabeza a mi hijo.
Por la ciudad anda el sol
pero aqu reina el barro.
En fila, como corrales,
casas de lata y sin vidrios.
Jos Rabinovich, prolfico poeta y cuentista dish nacido en Bialistok, Polonia, en 1903. Se
radic en Buenos Aires en 1924 publicando gran nmero de textos poticos y en prosa,
primero en dish y luego en castellano. Falleci en Buenos Aires en 1978.
Tras ella otra, y otra, y otra ms, hasta ocho, todas sobre esas inslitas
ruedas, se estacionaron en fila, a lo largo de la lnea ferroviaria.
En ese momento lleg un joven rubio, montando un fuerte caballo
salvaje, imparti en castellano algunas rdenes a los morenos conductores
de las carretas, y cada uno de los carreros volc sobre los pastos, desde su
alto vehculo, una montaa de duros bizcochos resecos, que durante la
colonizacin cobraron renombre como galletas. Entretanto lleg otro
hombre ms, joven, blanco como la leche, de rostro suave y movimientos
delicados; montando un caballo hermosamente enjaezado, nos salud en
alemn y se present como nuestro administrador, seor Guerbil.
-Quien tenga hambre, que tome estas galletas y las coma -nos dijo.
Dado-el hambre que tenamos y tambin que nuestro pudor ya se haba
quebrado en la frontera germana -recibiendo el bocado que de lstima nos
arrojaron los judos alemanes- no encontramos inconveniente alguno, y sin
esperar que nos insistiesen nos arrojamos atropelladamente sobre esos
magros bizcochos, disputndonoslos.
Contemplando esta escena se dibuj una mueca sobre los broncneos
rostros de los carreros argentinos, pero cuando notaron que los
hambrientos chicos no podan hincar sus dientitos en esas petrificadas
galletas, bajaron de sus carretas para ensearnos cmo haba que manejarse
con este manjar: las golpearon contra las llantas metlicas de las ruedas y las
galletas se quebraron en trozos como vidrio. Pusieron esos trozos en agua
para ablandarlos y luego se los entregaron a las hambrientas criaturas,
murmurando: "Pobres nios! Pobres emigrantes!"
Cuando hubimos acallado el hambre con las remojadas galletas, desde
las altas carretas de unos cuatro metros de altura dejaron caer unas escaleras
y el administrador Guerbil, tomando en la mano su gorra de doble visera,
hizo una caballeresca reverencia ante nuestras mujeres y dijo amablemente:
-Ahora, queridas seoras y nios, suban a las carretas para viajar a
vuestras tierras, a vuestro hogar!
A los hombres se dirigi luego en un tono bastante diferente:
-Ustedes, futuros colonos, van a tener que hacer el camino a pie. No
pudimos conseguir carretas para todos. -Y volviendo su rostro hacia el joven
Como a soldados nos coloc en filas de a dos; como Avrum "el shames
del infierno" -sobrenombre que recibiera por su delgadez, estatura y fantica
religiosidad- no se tens en la fila como una cuerda, el alcoholizado
ingeniero le dio tal empujn con el pecho de su caballo, que el pobre cay
tendido cuan largo era, mientras el borracho y los baqueanos se rean a las
carcajadas, y a m y a muchos otros se nos llenaban los ojos de lgrimas.
-En marcha! -grit el ingeniero haciendo un movimiento con su mano.
-Vamos! -lo ayudaron los baqueanos. y dos de ellos se adelantaron con
sus caballos colocndose a la cabeza de la caravana mientras los otros dos se
colocaban a nuestros costados. Y la caravana se puso en marcha.
El ebrio ingeniero apur su cabalgadura, pas disparando al costado de
nuestra larga hilera, y se perdi entre los altos pastizales.
A nuestras espaldas el sol se hunda rpidamente entre los yuyos y sus
rojas llamaradas tean de fuego el campo entero.
Los cuatro criollos, nuestros guas, se hicieron seas entre ellos
indicando con la mano hacia Occidente.
-Una lluvia! -coment un viejo campesino judo-. Esta noche va a
llover...
Algunos se echaron a rer estruendosamente.
-Si todo est tan calmo y clido que da gusto! Ni una hierbecita se
mueve; no hay una nube en el cielo, de dnde saca lo de la lluvia? pregunt uno en voz alta.
-De all! -respondi el viejo, sealando una angosta faja nublada, que
pareca una delgada cinta de seda sobre el borde mismo del cielo, all donde
el sol se estaba hundiendo en la noche.
-Vean judos, ya tenemos un nuevo astrnomo! -se burl Sh- neur
Melamed, de Dinivitz- Qu me dicen de este astrlogo de aldea? Muevan
las piernas, hijos, que con la ayuda de Dios, todava vamos a tomar un vasito
de aguardiente en nuestro nuevo hogar antes de que llueva!
Y apuramos el paso marchando entre yuyos y matorrales.
EL PAMPERO
relato de Marcos Alpersohn (Argentina)
De pronto sobrevino la noche y bruscamente cay sobre nosotros la
oscuridad.
Los cuatro criollos se detuvieron, bajaron de sus caballos y de debajo de
sus monturas sacaron un enorme chai, como un tales1 con un rajo en el
medio, un poncho, y se lo pusieron por la cabeza, como un arbekanfes2. Se
fumaron unos cigarrillos, volvieron a montar sus caballos y pegados unos a
otros salieron cabalgando delante nuestro.
El cielo fue cobrando un color ceniciento, "en algunas partes gris
incluso; en seguida fueron cambiando los colores: unas zonas del cielo se
volvieron verdes y otras, negras. Comenz a envolvernos una especie de
densa negrura; las tinieblas nos cubrieron y encerraron como entre tenazas.
Instintivamente nos apretamos los unos a los otros; nos dominaba cierto
terror informe y en seguida escuchamos, efectivamente, un sordo agitarse
de los pastizales. Todo el desrtico entorno comenz de pronto a susurrar, a
rugir, a estremecerse. Los caballos de los criollos resoplaban con fuerza,
mordan el freno y tiraban de las riendas.
-El pampero! El pampero! -se dijeron asustados los baqueanos.
Entonces no comprendimos el significado de esa palabra, pero
momentos ms tarde se nos aclar su sentido. Desde el noroeste lleg hasta
nosotros el bramido de la tormenta. Desencadenado, el pampero tomaba las
cabezas de los yuyos lanzndolos con furia unos contra otros,
desmenuzndolos y arrojndonos el polvillo contra el rostro... La atmsfera
toda estaba estremecida; el viento, descontrolado, aullaba enfurecido y ruga
de un modo espantoso... Rfagas de viento, como oleadas marinas, cruzaban
por sobre nuestras cabezas; paja triturada y arena nos golpeaban los ojos.
Seguir andando resultaba ya imposible; como obedeciendo a una orden los
trescientos errantes nos echamos instintivamente al suelo.
Sbitamente se detuvo el viento y sobrevino un opresivo silencio. Un
relmpago atraves la negrura del cielo y un trueno aterrador estall
Notas
1) Tales: manto de oradores.
2) Arbekanfes: prenda interior usada por los judos ortodoxos. Cubre el
pecho y la parte superior de la espalda, tiene una abertura para introducir la
cabeza y flecos en cada una de las cuatro esquinas.
3) Shijbrider: literalmente "hermano de barco"; se solan llamar as entre
ellos, afectuosamente, quienes haban compartido en un mismo barco la
larga travesa del emigrante.
4) Treif; no kasher, o sea prohibida por las normas dietticas judas a causa
de la impureza ritual del animal (puerco, mariscos, crustceos, carroa),
purificacin impropia de la carne o su contacto con leche o con productos
lcteos.
El GAUCHO BARRABUENO
relato de Marcos Alpersohn (Argentina)
Este buen gaucho se merece que dedique unas gotas de tinta a su
memoria, y usted, lector de estas lneas, preprese a conocer el alma noble
de un gaucho semisalvaje, dotado de la sencillez de un hombre primitivo, el
misterioso Barrabueno.
Tena unos cuarenta aos. Quin puede saber a ciencia cierta la edad
de los hijos de la pampa? Ellos mismos tampoco la saben!
Moreno, con un rostro surcado de arrugas, pelo liso y brilloso, negro
como la cola de su caballo Oscuro. Usaba una larga barba negra y debajo de
sus espesas cejas cadas asomaban dos grandes ojos diamantinos, que
parecan baarse en un arroyuelo blanco, rodeado de arenas rojas. Una
aguilea nariz juda, un par de gruesos labios carnosos, algo cado el inferior,
con una sonrisa constante flotando cordialmente sobre ellos, ese era su
aspecto entonces.
Llevaba atada su abundante melena con un pauelo de un blanco nveo
sobre el cual descansaba, cayendo sobre la nuca, su gran sombrero amarillo
de ala ancha. Usaba sobre el cuello un pauelo rayado, como corbata;
llevaba sobre la cintura una faja de cuero adornada con monedas de plata;
detrs suyo asomaba un largo, filoso facn de mango de plata; caderas abajo
estaba envuelto con un chirip hasta los pies, sobre los que usaba unas
medias coloridas y alpargatas blancas.
Estaba sentado sobre su Oscuro con la soberbia y seguridad de un
general. ste era un caballo negro, aterciopelado, fogoso, gil, de pequeas
orejas y ojos chispeantes, adornado con un hermoso bozal trenzado y una
mullida montura espaola, a cuyos costados colgaban el lazo y las
boleadoras. Sobre su espalda colgaban una guitarra, una pavita metlica y un
mate con su bombilla.
boca. Yo contuve el aliento y esper. Cuando estuvo muy cerca, al lado mo,
pegu de pronto un salto, me tom de sus largas crines y ya estaba sentado
sobre l... El potro comenz a brincar, a correr enloquecido, a corcovear, a
pararse sobre las patas traseras; yo le haca cosquillas con mi rebenque entre
las orejas, le golpeaba la cabeza y le daba a entender que ya era su amo...
Hasta que qued blanco de espuma y sudor, cansado de galopar, agobiado
por la sed, entonces se rindi. "Manso!", dije. Le puse un freno y basta!
Y en medio de un relato as, de pronto se interrumpa y se quedaba
callado... Pero con un silencio que tena algo de sobrecogedor. Sus ojos
negros, algo enrojecidos, solan retraerse bajo sus largas cejas, nublarse, se
meta la bombilla en la boca, la morda con los dientes, y quedaba como
petrificado, sin articular palabra... Un silencio mortal se extenda a su
alrededor; su fogoso entusiasmo se apagaba y Barrabueno quedaba mudo...
Su silencio me infunda temor. El enorme facn, que siempre asomaba
de su cinturn, acrecentaba mi miedo. Mi dolorida alma amasada en el
exilio judo sola sobresaltarse: un cuchillo tan grande, un hombre salvaje,
solos en el campo en medio de la noche... Yo me apartaba prudentemente
dejndolo en su ensimismamiento y me meta en mi casa.
Poco a poco me fui acostumbrando a l y el temor se esfum.
Escuchaba con curiosidad sus Cndidas preguntas.
-Patrn -me pregunt cierto da-, qu es lo que tu amigo Rosenfeld, a
quien me enviaste el viernes por la noche en
busca de un libro, hablaba con dos panes trenzados?
-Barrabueno, qu tonteras dices? Qu quiere decir que hablaba con
los panes?
-"Devera", se lo juro patrn! -insiste-. Yo mismo vi la mesa servida,
cubierta con un mantel claro. En la cabecera haba dos panes blancos y el
seor Rosenfeld les deca algo, despus cort esos panes rusos; le dio un
trozo a su hijo mayor, Mondik, otro ai menor, Zazie, y tambin a doa Sara
le dio un trozo del pan trenzado. Qu significa todo eso?
-Barrabueno, estaba rezndole a Dios, entiendes?
-Qu rusos zonzosl -responde meneando la cabeza-. Hasta al pan le
rezan..A No hacen ms que rezar! Qu pueblo extrao son ustedes!
Otra vez vio a mi vecino, el sboijet Krell, haciendo la bendicin del vino
sobre una copa.
-Hasta cuando toma caa reza esta gente! -se asombr Barrabueno.
Estaba admirado del modo ritual judo de faenar y miraba al matarife
con muchsimo respeto.
-Buen matarife! -lo elogiaba-. Degella con rapidez y tiene un lindo
cuchillo.
-Por qu no matas t mismo un animal? Es un verdadero placer,
patrn! -intentaba convencerme a su manera.
-Un placer derramar sangre? Qu dices Barrabueno? Acaso el animal
no siente dolor cuando lo degellan?
-Bueno, y por qu hizo Dios as su mundo? Si vieses, patrn, all en la
selva; todo vive slo de sangre, de sangre ajena...!
-En la selva, Barrabueno, es otra cosa. Pero nosotros somos gente, no
bestias!
-Gente! Dios mo! -replic sarcstico mientras asa con furia el mango
de su facn y dejaba salir, de entre sus dientes apretados, una amarga
maldicin contra Dios y su madre, como es costumbre en el gaucho. Y en
ese mismo momento su sangre india se congel bajo su piel cetrina y
sobrevino el silencio.
-Por qu te entristeces tan a menudo? -le pregunt cierto da.
-Mi tristeza viene de la soledad, patrn! Oh! -suspir dolorido-.
Puede haber algo peor que la soledad acaso? Sientes que ests siempre
solitario, abandonado. No tienes a quin revelar tu pena; no tienes una
mano amiga que te acaricie el pelo cuando ests sumergido en
pensamientos tristes! No tienes...
-Qu sucedi con tu Anita? -me atrev a preguntarle un da.
Al escuchar mi pregunta un temblor cruz su cuerpo y su mano se
aferr instintivamente a la blanca empuadura de su facn; los ojos se le
inyectaron de sangre... Apret los dientes y se apart de m, yndose en
silencio. Nunca ms volv a recordrselo.
Unos cinco aos estuvo entre nosotros y cierta hermosa noche
estrellada desapareci, junto con toda su familia, y nunca volvimos a verlo.
UN VISITANTE NOCTURNO
cuento de Aarn Faierman (Argentina)
Don Simn estaba sentado muy tarde en la noche leyendo un libro en su pequea
tienda, ubicada en un perdido rincn de la ciudad. Devoraba pgina tras pgina y
cada tanto daba rienda suelta en voz alta a su entusiasmo. Desde el otro cuarto,
donde dorma la familia, de a ratos lo llamaba su esposa entre sueos: Simn!
Simn! Ya es muy tarde! y segua durmiendo sin esperar respuesta.
De pronto le pareci a Don Simn que llamaban a la puerta. Pero saba que de
noche haba que hacerse el desentendido cuando golpeaban la puerta. Corran
malos tiempos, tiempos de guerra. Todo estaba caro, increblemente caro; los
artculos de la tienda costaban el doble o el triple y el trabajo vala cada vez menos
porque los patrones bajaban los sueldos. Ninguna familia poda vivir con un sueldo,
e incluso a plena luz del da haba clientes que lo miraban como queriendo
devorarlo: Todos ustedes tienen siempre la misma excusa para quitarle su centavo
al pobre: La guerra..!
--Mi Dios --sola responder a las clientas-- el mayorista me arranca la piel y ustedes
creen que soy yo el que se enriquece. Yo soy apenas un pobre aguatero...
Pero los clientes slo lo conocan a l e incluso de da era un riesgo estar en la
tienda, cuanto ms de noche. Hizo, entonces, como si no escuchase los golpes en la
puerta y sigui leyendo.
Pero tras el inseguro primer golpe, vino un segundo, y un tercero, y Don Simn
pens: Tal vez sea un vecino que necesita con urgencia una aspirina, y se asom a
la sala delantera:
--Quin golpea?
Desde afuera le respondi una voz joven, casi infantil:
--Soy yo, Don Simn; y necesito hablar con usted. --Y comenz a disparar
apresuradamente frases entrecortadas desde el otro lado de la puerta, como si
temiera que su interlocutor se fuese sin escucharlo.
--Escuch con atencin, hermano, voy a aclararte las cosas. Cuando yo vine al pas
cre que llegara lejos, que lo olvidara todo y me volvera un hombre nuevo. Yo crea
que aborreca mi origen, que odiaba a mi propio pueblo. Cmo puede entender un
argentino que se pueda aborrecer al pueblo de uno? S, yo odiaba su modo de vida,
sus costumbres, y me fui de veras lejos, a Jujuy. Me hice amigo de compadres y
copi sus costumbres. Conoc a tu madre, que en paz descanse, y cre que ellos
seran mis amigos y ella, mi hogar. Pero pronto me desilusion. Ellos, mis
compaeros, se burlaban de m a mis espaldas y tu madre... pero para qu seguir;
que Dios la tenga en la gloria.
Levant la mirada hacia el muchacho, que segua sonrojndose y asenta con la
cabeza. Don Simn se acerc a l, le alcanz otro mate, lo tom paternalmente de
los hombros y como razonando con un amigo ms joven le dijo:
--Comprendeme; vos naciste entonces pero yo no poda saber hijo de quin eras.
Yo te llevaba en brazos y buscaba en tu rostro alguna huella ma, de mi raz
milenaria. A veces me pareca que este o aquel rasgo tuyo era el que yo buscaba y me
senta dichoso, pero apenas por un momento. Mis amigos, con sus burlas,
despertaban en m todo tipo de sospechas, hasta que un da decid irme, volver a los
mos. Recin entonces sent que mi odio haba sido una fantasa como todas las
fantasas juveniles; que al propio pueblo no hay que odiarlo sino amarlo, como a la
propia madre. Y que su modo de vida es otra cuestin, que depende de
circunstancias a menudo ajenas al pueblo mismo.
El muchacho dej caer la cabeza con gesto desesperanzado. De pronto sinti que
se esfumaba su nica esperanza, depositada en ese hombre a quien su madre lo
haba enviado; sinti que estaba solo en medio de la enorme ciudad extraa, como
perdido en el mar. Don Simn not la tristeza y desesperacin que demudaban el
hermoso rostro cetrino del joven criollo, y le dijo:
--No te preocupes, hermano; yo voy a encontrar la manera que tu futuro quede
asegurado.
Y cuando el muchacho se tendi sobre el lecho improvisado en la tienda, Don
Simn lo arrop paternalmente, indicndole: A mi familia vamos a decirle que tu
padre, Anselmo, --acordate, Anselmo-- me hizo muchos favores en Jujuy y por
eso te mand a m. Los detalles ya voy a inventarlos luego yo mismo.
Aarn Faierman, nacido en 1896 en Ucrania, emigr a la Argentina en 1922. Public una
novela y un volumen de cuentos, "Tsvei Shtromen" (Dos corrientes), al que pertenece el
que se incluye en estas pginas.
CONTRASTES
fragmento de un poema de Itsjok Berliner (Mxico)
ALDEA INDGENA
poema de Iankev Glantz (Mxico)
Una casucha en una cueva,
como una herida abierta.
Niitos vacos, de cuerpitos mustios,
como gusanitos se arrastran
por las puntiagudas piedras.
Viejas mujeres,
sentadas sobre tejidos de paja
como anudados ovillos de trapos,
ren entre dientes
en una lengua indgena
extraamente blanda.
Semidesnudos indios de cobre,
con achinados ojos, anchas narices
y labios carnosos,
saltan como duendes
por los soleados campos de maz
con pasitos cortos.
En el blando valle aterciopelado,
una india canta tristezas
de una reina azteca...
El sol se dej caer tras las montaas
y sin encontrar su camino
se qued dormido en los valles
como un nio...
1931
Mxico,
mis ojos no se cansan
de mirar tus agrestes paisajes.
Son como un manantial
que se bebe a s mismo
sin secarse nunca...
Iankev Glantz, poeta dish mexicano nacido en Ucrania en 1902, llegado a Mxico en 1925 y
fallecido en 1982. Padre de la escritora Margo Glanz, era dueo de un caf literario en el que
se reuna la intelectualidad de esa ciudad, includos los grandes muralistas mexicanos. Estos
tres poemas son del libro Trit in di berg --Pasos en las montaas-- aparecido en Mxico en
1939.
MANZANITAS ROJAS
poema de Moishe Dovid Guiser (Chile)
Un nio con una canasta de rojas manzanitas.
Piececitos descalzos, cubiertos de mugre,
escondida en el cuello la melenuda cabeza,
para vivir ya se gana su pan solito.
Hey, manzanitas rojas! --como una campanita
suena la voz del msero rotito.
La lluvia lo moja, el viento lo besa
y afiebradas arden sus plidas mejillas.
De pronto quita de sus hombros
la manta de arpillera y cubre con ella sus manzanitas.
Y ya grita ms luminosa y ms alegremente:
Huelen a vino estas rojas manzanitas!
La llovizna empapa el infantil cuerpito,
sus piernitas tiemblan, se quiebran de cansancio.
Su carita arde y su infantil cabecita
cae y se sumerge entre las rojas manzanitas...
Moishe Dovid Guiser, nacido en 1893 en Polonia, lleg a Buenos Aires en 1924 y en 1933 se
radic en Santiago de Chile donde falleci en 1952. Estos dos poemas pertenecen a la
antologa del autor Dos guezang fun a lebn --El canto de una vida-- editada en Buenos Aires
en 1953 por la Unin Central Israelita Polaca en la Argentina y el Comit pro-homenaje a
M.D.Guiser en Chile.
BRASIL
poema de Moishe Lakietch (Brasil)
fragmento
ANOCHECER EN LA HABANA
poema de Arn Tzeitlin (Cuba)
El anochecer,
--mulato narcotizado,
demasiado alegre-relampaguea sobre La Habana
con oscuridad de chocolate;
baila y vocifera
con encendido aliento.
Y yo, un judo,
a una Don Quijote y molino de viento,
en medio de la barahnda
escuchar a Dios pretendo.
1940
EN EL PUERTO DE LA HABANA
relato de Osher Schuchinsky (Cuba)
Cuando Shloimke lleg a La Habana corran los aos veinte y an vivan all
muchos judos europeos. Su pariente trabajaba en el ferrocarril, en algn lugar
lejano ubicado en el sector oriental de la isla. Al dejar su hogar y mientras viajaba en
el barco, Shloimke se mantuvo sereno, seguro, sin preocuparse por la suerte que lo
aguardaba en el nuevo pas. No dedic un pensamiento siquiera al idioma que se
hablaba all ni a lo que lo esperaba tras su llegada, dnde vivira, qu hara. "Una
persona puede adaptarse a cualquier circunstancia, puede aprenderlo todo..."
pensaba.
Antes de desembarcar, igual que todos los dems pasajeros, se acerc
Shloimke a la mesa de los inspectores de inmigracin. Les tendi sus papeles, pero
cuando uno de los funcionarios le hizo una pregunta, Shloimke lo mir y se qued
callado... En ese momento perdi toda su serenidad y su seguridad... "Qu me est
preguntando? No lo s..." Se sinti como alguien enfrentado, por primera vez, a una
puerta extraa.
Shloimke capt que el inspector le preguntaba si hablaba polaco o alemn, y
movi la cabeza afirmativamente.
Le indic entonces, amablemente, con la mano, que se pusiera a un costado y
mand llamar a alguien. En seguida apareci un joven de rostro judo. Habl un
momento con el inspector y de pronto dijo en dish, dirigindose a Shloimke:
--Quiere saber si tienes aqu algn amigo. Dile que s...
Shloimke se sinti aliviado. Tom su pequea valija y extrajo una carta de su
pariente.
--Sabes dnde queda?
--Del otro lado de la isla.
--Cmo vas a llegar a l? Tienes dinero?
--Tengo treinta dlares, pero necesito volver a mandarlos a casa. Mi madre
los tom prestados de un to --le explic Shloimke, totalmente confiado.
--Dile que tienes treinta dlares. Y no le cuentes historias...
Advirti que golpeaban el vidrio con una moneda. Se volvi y vio que una
mujer joven le sealaba, a travs de la ventana, a una muchacha que estaba parada al
lado de ella. Shloimke pens: "Se ofrecen como mercanca". Mir en todas las
direcciones. Todo le resultaba tan nuevo y extrao. Estaba como aturdido. Acababa
de bajar del barco. Zina haba quedado all. Qu sera de ella? Un hombre con
collares colgados sobre su brazo izquierdo se paseaba tranquilamente entre la gente,
esforzndose por vender su mercadera a los transentes. De pronto se ech a correr
tras un marinero gritndole:
--Compre! Compre!
Shloimke entendi el significado de esa palabra.
Al rato se acerc otro hombre que traa unas maracas colgadas sobre su
brazo. Eran unos instrumentos musicales de madera confeccionados con frutos
secos. Con dos maracas ejecutaba melodas que Shloimke nunca haba escuchado
antes. Tocaba rtmicamente. Los sonidos retumbaban con fuerza. Shloimke no
poda tolerarlos. Los sonidos, el hombre, el instrumento: todo le resultaba nuevo.
De las tabernas brotaba olor a vino. Dos paredes estaban cubiertas de botellas
de aguardiente y dos paredes estaban abiertas, como si formaran parte de la calle. En
la esquina, un mulato daba vueltas a la manivela de una vieja pianola instalada sobre
un carrito, ejecutando una serenata. Su ayudante, un negro alto con la nariz rota,
bailaba por la acera siguiendo el ritmo. "Otro mundo" pensaba Shloimke andando
por las calles. "Nunca se me hubiese ocurrido que mujeres pudieran venderse tan
desvergonzadamente." Se mezclaban las muchachas que llamaban desde las
ventanas, los bares con muchachas tras los mostradores, el sonido de las maracas, la
serenata, el negro... Ya no saba en qu direccin quedaba su hotel.
Lo envolvi cierto olor. Quera recordar qu olor era, a achicoria, a caf
quemado. En el borde de la acera estaba detenido un hombre con un pequeo
carrito de dos ruedas hirviendo caf negro en una botella de vidrio sobre una tablita
donde estaba escrito: "Dos centavos".
"No tengo dos centavos --pens--; tengo un dlar. Cmo sacarlo aqu del
zapato...?" Se fue y el olor lo sigui.
En la calle, apenas iluminada, abundaban las tabernas, la gente, los bares, la
msica, pero Shloimke se senta como si anduviera por un denso bosque cubierto de
ramas. Sinti temor, tristeza y cierta aoranza por aquella vida de la que se haba
EN EL CENTRAL CHAPARRA
relato de Osher Schuchinsky (Cuba)
A fines de noviembre lleg Shloimke al Central Chaparra. Central, saba l,
era el nombre de las fbricas donde se muelen las caas de azcar transformndolas
en azcar.
Las copas verdes de las esbeltas palmeras que se levantaban hacia los cielos y
los rboles recortados de diferentes formas que brotaban de las alfombras de hierba,
parecan rodear la entrada de un lujoso palacio.
Shloimke se olvid por un momento de s mismo; olvid que vena a buscar
trabajo, olvid la triste realidad que lo rodeaba y qued extasiado ante la paradisaca
belleza.
El autobs se detuvo. Una brisa tropical soplaba como si la produjeran las
altas palmeras. Shloimke mir a su alrededor y vio el edificio de oficinas. Dej la
valija en el porche de madera y entr en la administracin.
La cerrada chaqueta que trajera de Europa ya haba quedado atrs. Ahora
usaba una blanca camisa deportiva de cuello abierto que haca juego con su rostro y
su cuello tostados. Los pantalones de color marrn le quedaban como pintados y su
alta figura respiraba juventud.
Varias personas bien vestidas estaban sentadas ante los escritorios. Shloimke
se acerc a una de ellas.
--Qu deseas?-- pregunt el empleado observndolo atentamente.
El que estaba sentado ante el escritorio vecino volvi la cabeza y prest
atencin.
--Busco trabajo-- respondi Shloimke en un fluido espaol.
--Eres de aqu...? --pregunt el empleado.
--No s qu responderte... Ahora soy de aqu, pero nac en Polonia. Llegu en
enero de este ao; trabaj nueve meses en la lnea ferroviaria que construyen cerca
de Bayamo. Tambin trabaj algunas semanas en el tren que va de Camagey a
Santa Cruz. Ahora vine aqu.
--Cuando d comienzo la zafra vas a ver aqu a mucha gente. Vienen de las
islas cercanas a trabajar. De Jamaica, de Hait, de otras islas tambin. A los cubanos
no les gusta cortar caa. Lo consideran el ms bajo de los trabajos. Prefieren trabajar
en El Central... Oste la cancin cubana:
Yo no tumbo caa.
Que la tumbe el viento
con su movimiento.
--Los haitianos --prosigui el viejo jardinero-- son los mejores cortadores de
caa. Es como si hubiesen nacido para hacerlo... Sus abuelos y bisabuelos ya la
cortaban hace ciento cincuenta aos. Bajo el dominio francs los haitianos
entregaban el azcar a Francia. Hoy tienen una repblica pero buscan trabajo en la
isla cubana... Oh, los haitianos son hbiles cortadores de caa! Bajo el dominio
francs sembraban en Hait algodn, tabaco, cacao y caa. Ahora Hait est muy
empobrecida... Los de Jamaica tambin son buenos trabajadores, pero tienen otro
carcter: son peleadores, rencorosos, y desconfan del hombre blanco...
--Tal vez sea porque estn bajo la frrea dominacin inglesa. Un hombre es
aquello que la educacin hace de l... --dijo Shloimke.
El viejo guard silencio. Se tom un respiro y luego agreg:
--Todos son buenos y todos pueden ser malos.
--Cmo reconoces quin es jamaicano, quin haitiano y quin cubano?
El viejo se ech a rer:
--Tienes razn. Son todos negros. Entre los haitianos hay mulatos. Los
mulatos tienen un color blanco amarillento, a menudo tienen el cabello rubio. Los
mulatos cubanos son de un color blanco oscuro. Muchos tienen los rasgos del rostro
ms parecidos a los de los blancos. Las mujeres mulatas son hermosas. Se ve que no
conoces la historia de esta isla, por eso haces esta pregunta.
--Los soldados espaoles que dominaron Cuba --prosigui-- no tenan
mujeres blancas; slo los aristcratas trajeron consigo a sus mujeres blancas, por lo
tanto los dems vivan con negras, esclavas todava. Una gran parte se cas con esas
mujeres, otros no. Por eso criamos en Cuba una raza hbrida, ni blanca ni negra: los
mulatos. Mi mujer es una indgena que proviene de los antiguos habitantes de la isla
cubana, los siboneyes. Si no hubiese encontrado a mi mujer en aquella poca,
tambin yo tendra una esposa negra e hijos mestizos. Pero yo estoy contento as...
Los dos somos catlicos, de la fe que traje de Espaa. Los negros introdujeron en
nuestra religin a los santos; la alteraron con costumbres que trajeron del frica.
Seguramente sabes que en los parques de las ciudades y pueblos a los negros no les
est permitido sentarse en los blancos ni pasearse.
--Y a los mulatos?
--Depende de lo blancos que sean. A menudo tienen lugar peleas entre
blancos y negros. Me dijeron que en La Habana los negros pueden pasear por los
parques junto a los blancos. T los viste?
--No puedo decrtelo. Estuve all apenas un par de das... Qu sucede con los
nios en las escuelas?
--En las aldeas y en los pequeos pueblos no existen escuelas, y donde las
hay, de todos modos son muy pocos los nios negros que concurren.
--Bueno, amigo Mateo, que tengas un buen da. Volver a verte en otro
momento.
--Buen da! Que Dios te colme de dicha...
******
Los das corran, lo mismo que las semanas que se deslizaban
imperceptiblemente. Todo resultaba nuevo: la gente en el trabajo, su propia tarea, la
asombrosa transformacin de las caas de azcar de color verde-bronce en harina
de azcar, los verdes parques con rboles recortados como esculturas... Pero lo que
ms fascinaba a Shloimke eran los relatos del viejo jardinero, que conoca la historia
del Central desde que fuera construida.
El Central estaba afiebrado de gente, de trenes, de sacos de azcar. Los
domingos se trabajaba como cualquier otro da. Para tomarse un domingo libre
haba que pedir permiso con una semana de anticipacin para que buscaran un
reemplazante.
Una noche estaba Shloimke sentado en el balcn de madera de su
habitacin. Soplaba una brisa tropical trayendo sonidos que fluan como oleadas.
Eran los sonidos tristes, penetrantes, de una meloda que nunca haba odo. Estos
sonidos lo envolvieron, lo atraparon. Se dej ir hacia el lugar de donde provena la
msica. La meloda se haca cada vez ms ntida; era como si alguien volcase su
corazn, su alma, hechos aoranza. Una delicada voz pectoral se funda con los
sonidos de un instrumento. A la puerta de una barraca vio a un hombre sentado,
cantando noche adentro. Acompaaba su canto con el rasgueo de una tablita de
madera dotada de algunas cuerdas, un instrumento africano.
En cuanto oy los pasos el hombre dej de cantar.
--Buenas noches --lo salud Shloimke, distinguiendo apenas la sombra de su
figura.-- Te molesto? Dejaste de cantar...
--No! Mi nostalgia por algo que ni a m mismo me resulta claro, se detuvo.
Uno aora y no sabe qu... Acaso es posible ir en busca de lo que se extraa...? Un
hombre siente nostalgias durante toda su vida; sobre todo aora el ayer... el pasado...
A menudo siente nostalgia por la nostalgia. Voy a encender la luz as nos vemos...
--No lo hagas. Tu canto me trajo hasta aqu. Slo vine a escucharte cantar.
--No, ahora no. Alguna otra vez, alguna noche tal vez vuelvas a escucharme...
El canto brota por s mismo, sin que te des cuenta.
Encendi la pequea lmpara elctrica, ech una mirada sobre Shloimke y
dijo sorprendido:
--Salomn! Pero si t eres el que pesa las caas. Y t me reconoces?
--Seguro; t eres el que limpia los convoyes para que no se llenen de bastones
de caa pegados. No saba que cantaras tan bien.
--A veces algo le da un tirn al alma y comienzas a cantar a pesar de ti, sin
darte cuenta siquiera.
--Hace mucho que trabajas aqu?
--Ya hace mucho... Vivo lejos, del otro lado de la sierra. Mi padre se
construy una casa cuando lo liberaron de la esclavitud. Est muy viejo pero
completamente lcido. Me cuenta cmo era Cuba hace ochenta, noventa aos. Su
patrn era una buena persona; lo haba tratado muy bien de modo que cuando
abolieron la esclavitud sigui trabajando con l por propia voluntad. Se mud de la
colonia, se cas y form una familia. Es en esa casa donde vivimos.
--Qu edad tiene tu padre?
--No lo s... l tampoco lo sabe, pero ms de cien.
Tambin a l le gusta cantar?
--l me ense... Q l ahora ya le resulta difcil hacerlo. Trajo estas melodas
de otro continente. Hoy cantan en Cuba muchas viejas melodas pero las cantan de
es parte de la receta que brindaba a los gringos para aprender rpidamente a hablar
en castellano:
Castellano es muy fcil, / slo hay que decir todo con ere.
Si en el viejo hogar cosa ropa / aqu es un sastrere.
Si anda vendiendo cortes de tela / aqu es un marinere.
Si le gusta una dulce Mara / se dice aqu te quiere.
Cuarenta aos en el pas / aqu es un extranjere.
Tiene esposa e hijos en Europa / aqu es un soltere.
Los manda buscar a los veinte aos / aqu es muy lijere.
Y si prefiere no traerlos / es aqu no quiere. (2)
Jevel Katz adapt a este texto la msica de LA CUCARACHA, cancin entonces
en boga. Este era precisamente uno de sus fuertes: tomar canciones de moda y
adaptar a su meloda una letra escrita por l. As pasaron a su repertorio vidalitas,
rancheras, fox-trots, tangos y rumbas. Por slo nombrar algunas: "La cumparsita",
"Mucho lujo", "Ranchera de mi corazn", "El manisero", "Tango secreto", "Qu decs
mi chico bien" o "Yo soy as". La letra original de esta ltima, por ejemplo, dice: Si
soy as / que voy a hacer / nac porteo y embalau para el querer. La versin de Jevel
Katz es algo diferente:
Si soy as / que voy a hacer / mi lengua todava est en paales.
Si soy as / que voy a hacer / a m me cuesta mucho acriollarme. (3)
Jevel Katz haba nacido en Vilna, la llamada Jerusalem de Lituania, el 10 de mayo
de 1902, en el seno de una familia de pocos recursos, de modo que comenz a
trabajar desde muy joven como matricero en una famosa imprenta vilniana, la de los
hermanos Rom, centenaria editora de libros sagrados y tambin profanos.
Fue en el sindicato de obreros grficos de Vilna donde Jevel Katz comenz a
cantar sus primeras parodias. Se cuenta que cuando, a los 27 aos, decide seguir a un
hermano suyo radicado ya en Buenos Aires, --esa ciudad tan lejana y de tan mala
fama, Semana Trgica y trata de blancas mediante-- un capataz de los Rom le
recomienda que en esa ciudad abra bien los ojos, zol hobn gut an oig. Ese consejo
se transform en una de sus primeras y ms famosas canciones porteas:
En la ciudad donde nac / tuve un maestro /que antes de mi viaje / me dio esta
leccin: // Vas a un pas lejano / slo ten en cuenta / mirar a todas partes / y abrir muy
bien los ojos. / Ten ojo, ten mucho ojo, / ten ojo, no te olvids; /quien tiene ojo es
afortunado, / y quien no lo tiene ay de l! (4)
Jevel Katz desembarc en Buenos Aires el 20 de mayo de 1930 y de
inmediato se enamor de la ciudad y del pas. Aqu decidi dedicar todas sus
energas a componer, cantar y actuar sus canciones pardicas. Con un talento
musical innato, una simpata desbordante, un agudo sentido del humor y un ojo
atento, sacaba partido de todo lo que vea y oa. Con la gracia del cocoliche se
burlaba de su propia media lengua:
Nacido yo soy lituano / es ao y mes que estoy en pas / y ya s cantar castellano.
/ Castellano aprend muy ligero / porque yo saba / tres veces por da / hay que comer
buen puchero.
En sus diez aos de carrera portea Jevel Katz escribi y musicaliz unas 500
piezas, entre parodias, cupls, cuadros, stiras y pequeas descripciones lricomusicales de la vida juda en Buenos Aires y en las colonias agrcolas judas de Santa
Fe y Entre Ros. Cantaba en un dish lituano mechado de trminos porteos y
lunfardos, rindose de y con los gringos, satirizaba la vida en la gran ciudad, los picnics, los banquetes, las pujas electorales de las instituciones, los teatros judos, los
actores y a s mismo.
Los ttulos de algunas de sus composiciones ms famosas pueden dar una
idea de cules eran sus temas favoritos: Dados, Radio, Un poquercito, Colchas, En un
conventillo, De noche con un tranva por Corrientes, Canning, Busco un cuarto, Una
ranchera, Te, El gringo en la plaza, Mi viaje a Tucumn, Un colono, Basavilbaso, Moiss
Ville, y muchas, muchas ms. Resulta sorprendente la cantidad y variedad de
canciones que Jevel Katz compuso en los diez aos transcurridos desde su llegada a
Buenos Aires en 1930 hasta su fallecimiento en 1940.
Slo interpretaba canciones compuestas o arregladas por l mismo,
acompandose con una enorme variedad de instrumentos musicales, algunos
extravagantes, otros de su propia factura. Guitarras y mandolinas --que sonaban
como las que acompaaban a Carlos Gardel-- a menudo cedan el lugar a extraos
instrumentos de percusin o a una gama de armnicas y silbatos de todo tamao,
incluso algunos minsculos que disimulaba en su boca. Muchos de esos
instrumentos se hallaban expuestos en una vitrina del IWO, en el tercer piso del
edificio de la AMIA destruido por el atentado de 1994 y en su mayor parte fueron
rescatados de entre los escombros y restaurados.
Segn el profesor Samuel Rollansky, en esos instrumentos y en los diversos
vestuarios que usaba en sus presentaciones, gastaba la mayor parte de lo que ganaba.
Jvel Katz fue uno de los que inauguraron las recin nacidas emisiones de radio
tanto porteas como montevideanas, y vestido de gaucho, de mujer, o con un
sombrero de copa y smoking, recorra los escenarios de Buenos Aires, de ciudades
del Uruguay y de Chile, y tambin los improvisados tablados de las colonias
agrcolas judas del interior argentino.
Voy de turn por la provincia /a probar fortuna. /Con todos mis instrumentos /y un
pasaje de tren ida y vuelta. /Arre, arre, Jvele; arre, arre, ktzele / Los gastos son enormes,
/ que al menos vuelva seco, /que tenga suerte y no llueva. (5)
La conmiseracin y la ternura con que Jvel Katz mira a los artistas,
posiblemente est resumido en ese diminutivo entre triste y burln que se aplica a s
mismo: de Jvl, Jvele; de Katz, ktzele. Las canciones que dedica a las colonias judas
son particularmente hermosas en su meloda y en su letra, como la dedicada a
Basavilbaso, cuya versin espaola reproducimos ms abajo. pero no todo es ligero
y festivo en la obra de Jevel Katz. Tiene algunos textos conmovedores, como ese
monlogo empapado de nostalgia por el viejo hogar, El gringo en la plaza, del que
se conserv una vieja grabacin en la voz de Jevel Katz mismo.
Yo me abrira el corazn /para que vean como llevo escondida all /una larga
nostalgia /que no deja de doblegar en mi /la sola idea de ser feliz; /que me tironea hacia
atrs, /hacia el pueblito en el que nac...
Pasan flotando ante mis ojos /viejas casitas encorvadas / y entre ellas, all, /me
atrae aquella casita /con dos ventanitas al jardn, /donde mi padre y mi madre, /
hermanitos y hermanitas / se sentaban los sbados / alrededor de la mesa / y tras la
comida / mi padre se echaba a cantar / una meloda que sonaba as. (6)
trayecto, una multitud enmudecida, que no entenda por qu, de pronto, le haban
quitado su cantor.
Jevel Katz haba iniciado su carrera artstica cuando recin comenzaban a
desarrollarse las tcnicas de la grabacin. De ah que sea muy poco lo que dej
grabado. Apenas ese monlogo El gringo en la plaza, su famoso Mucho ojo y
muy poco ms. Pero este poco y la gracia testimonial de sus textos y melodas
alcanzaron para dar categora de leyenda a este cantor popular, Gardel judo y
porteo que, igual que el otro, cada da canta mejor.
(1) Gueit ir durj Corrientes gas / guesheftn on a tsol / di cafeen zainen ful / vi jsidim bai a rebn /
men shpilt a dmine, a dado / un men majt a lebn. /Sojrim zenen dortn do / merer vi klientn /
benklaj zainen venik do / un tsu fil prezidentn, /men votevet, men listevet, / men krigt zij oft vi
vaiber /...
(2) Castellano iz zeier gring / men darf nor zogn alts oif ere. / Zait ir gueven in der heim a
shnaider / heist ir do sastrere. / Klapt ir do arum mit kortlaj / heist ir "marinere". / Libt ir a
Marie zis / heist dos do "te quiere". / Zait ir fertsik ior in land / heist ir "extranjere". / A vaib mit
kinder in Europe / heist ir a "soltere". / In tsvontsik ior nemt ir ir op / heist es do "lijere". / Un
tomer vilt ir ir nit brenguen/heist dos do "no quiere".
(3) Si soy as / que voy a hacer / az main tsung in kimpet ligt dervail bai mir. // Si soy as / que
voy a hacer / az tsu acrioyirn zij iz mir zeier shver.
(4) In shtot vu ij bin gueboirn / a rebn hob ij guehat /hot er mir far main forn / guelernt ot dem
pshat:/Du forst in land in vaitn / vu vos ein zaj dort toig, / kukn in ale zaitn / un hobn gut an oig.
// Hob ojo, hob mucho ojo, / hob ojo, zai nisht fartrajt. / Ver es hot ojo, hot mazl brojo / un ver
es hot nit, iz nit far mir guedajt.
(5) Main tur in provintz: For ij mir arois oif a tur in der provints / oistsuprubirn main glik. /
Nem ij mir mit main klaper-guetsaig / un a bilet in un tsurik. // Vi, vi, Jvele / vi, vi, ktsele,
/ di gastes zenen zeier grois. // Zol dir guts bagueguenen, / zol dort jotch nit reguenen, / trukn
zolstu jotch arois.
(6) Ij volt main hartz oif tsveien shpaltn / un kukt, ir zet, dort ligt bahaltn / ir zet a benkshaft
dortn lign / vos es halt in ein bazign / dos guedank tsu naiem glik; / un es shlept, es tsit tsurik, /
tsu dos shtetl vu gueborn / vu farbrajt di kinder iorn / un es shvebn far di oign / di alte aizkes
oisgueboign. / Un tsuvishn zei ot dortn / mit tsvei fentsterlej in gortn, / punkt antkegn altn klaizl
/ ot dort tsit tsu ienem haizl, / vu der tate mit main mamen / shvester, briderlej tsuzamen /zainen
bai ein tish guezesn / un dem shabes nojn esn /flegt der tate zij tsezinguen / mit a nign vos flegt
klinguen...
(7) Un dos hartz hot mir guetsoign / tsu dos vos zeen nit di oign /tsu der groiser velt medine / vi
der mentch iz a mashine / tsu der velt fun kultur / vu fun prostkait iz kain shpur / vu kain poier
shpilt garmonie / vu muzik iz a simfonie.
(8) Un tsvishn mentschn masn / blanke ij tsvishn di gasn /unter vilde truberaien / un dos
klinguen fun tramvaien / tsvishn blitsn lompn lijter / fremde loifnde guezijter, / sloifn ferd,
oitomobiln / unter griltsn radio shpiln / un es guist tsunoif ingantsn / punkt vi sheidim voltn
tantsn. / Fun fri biz najt halt ij in gueien, / di oign shvindlen, der kop tut dreien, / biz ij dershlep
zij in a vinkl, / tsu a plase oif a benkl / vait fun tuml un guerider / fal ij dortn koim anider, / ij
shpir kain fis un shpir kain glider, / un ij oib on trajtn, klern, / ven ij volt konen atntshlofn vern
/un jotch in jolem, jotch in troim / zen tsurik di alte heim.
EN UN CONVENTILLO
cancin de Jevel Katz
Mi novia Reizl vive en un conventillo
y en Lavalle, en pleno centro, al lado,
yo tambin vivo en un conventillo,
siempre ruidoso, como una feria,
con gente y ms gente, cuartos y ms cuartos.
Cuartitos, cuartitos, cuartitos,
y nunca falta algo de barro.
Hay gente all de todo el mundo
rabes, espaoles, turcos, italianos,
todos apiados en un mismo patio;
y tampoco faltan judos de Lituania,
y polacos, y galitzianos.
Cada uno habla all su propia lengua,
no sea que otro lo entienda.
Slo hablan entre s castellano
cuando se mandan a los antepasados.
Y da gusto cuando empiezan a pelearse
entonces no hay pobres ni ricos,
entonces no hay grandes ni chicos,
entonces estn todos igualados.
Una lavandera friega y tiende la ropa
absorta, en medio del patio;
entre las ropas colgantes los nios
saltan y bailan en el barro.
Y cuando llega la hora de comer
slo se oyen cacerolas y platos.
BASAVILBASO
cancin de Jevel Katz
En cuanto uno toma el tren en la estacin Lacroze
slo encuentra a Jaim, a Moishe, a Iosl;
con un boleto de segunda se viaja en primera clase
slo hay que decir que uno
va a Basavilbaso.
Basavilbaso, pueblito mo
voy a recordarte en donde est;
eres mi vida, mi alegra,
Basavilbaso, pueblito mo,
Kasrlevke* de Entre Ros.
Hay judos piadosos de largas barbas grises,
hijos acriollados que andan a caballo,
en la sinagoga hay viejos, chicos en la plaza
adultos y negocitos
en Basavilbaso.
Los negocitos tienen de todo, como Gath y Chaves,
zapatos, comida, cuellos palomita, clavos,
aserrn para las ruedas, pomada para el peinado,
incluso helados calientes
en verano.
Por las tardes, cuando viene el tren,
el pueblito entero va a la estacin;
las chicas dan vueltas sin por qu,
y si en el tren viaja un buen mozo
le gritan adis.
ominosa, fantasmal, que habra estado all siempre, y en la que nos deja sumidos al
volver la ltima pgina. Slo que en este caso los escenarios donde suceden esos
hechos extraordinarios no son aquellos donde Bashevis los monta siempre; no
suceden en Varsovia ni en Lubln ni en Bilgoray ni en Tishevitz, ni en Nueva York
siquiera, sino en lugares familiares, aqu noms, al lado nuestro. En las porteas
calles Junn o Corrientes, en un pueblito de Entre Ros, en un teatro marplatense, en
las afueras de Ro de Janeiro. La Amrica Latina que pinta en esos cuentos, es un
sitio extico y salvaje, inquietante, amenazador incluso.
En esos escenarios despliega su habitual tuteo con el misterio, con lo
sobrenatural, dando por sobreentendido que lo diablico es un dato ms de una
realidad, en la que un mismo personaje puede ser posedo sucesiva o
simultneamente por las pasiones ms extremas. Los protagonistas de sus relatos no
son slo las personas; tambin lo son el placer y el sufrimiento, lo sutil y lo grosero,
la sensualidad y la violencia, la depravacin y el amor. Tanto bajo ropaje judo
ortodoxo como bajo ropaje moderno, hierve la comedia humana, la tensin entre el
abismo y la espiritualidad. La funcin del escritor --dijo alguna vez Bashevis-- es leer
la naturaleza de los personajes de Dios, y Dios tambin dej sus huellas sobre el barro que
us para crear a los extraviados.
Por aquel entonces yo era colaborador permanente de un diario, y por hablar
dish me encomendaron que lo entrevistara y siguiera de cerca sus conferencias, de
modo que convers a menudo con l durante aquella estada suya en Buenos Aires.
Ni bien llegado, Bashevis se mostr ansioso por caminar las calles porteas
cuya particular fama lo haba fascinado desde siempre. Para su primera conferencia
faltaba una semana, tiempo que aprovech andando la ciudad. Cuando volvimos a
vernos coment que Ro de Janeiro, donde su barco haba hecho escala antes de
arribar a la Argentina, lo haba impresionado como una ciudad poseda por la
poesa; Buenos Aires, en cambio, le resultaba una ciudad en prosa, dramtica, sin
decoraciones, una ciudad hecha para vivirla y no para turistas, una ciudad densa,
nerviosa, con todas las vivencias y problemas de una gran metrpolis. Siendo
prosista, si tuviese que elegir entre ambas, asegur, sin dudarlo elegira vivir en
Buenos Aires.
La Buenos Aires que alienta en su cuento Janka es misteriosa, habitada por
gendarmes, duendes y fantasmas. Aquel viaje fue un desatino desde el comienzo
No haca mucho que haba sido depuesto Pern y en la Argentina reinaba una crisis
poltica y tal vez tambin una crisis econmica. Buenos Aires no contaba, aparentemente,
con suficiente energa elctrica. Las calles estaban semioscuras. Aqu y all se vean de
guardia gendarmes armados con fusiles. Janka me tom del brazo y caminamos a lo largo
de la calle Corrientes.
Janka, la protagonista, cuyo nombre lleva el cuento y que gua al escritor por
una laberntica Buenos Aires, aparece y desaparece con la ciudad. El relator la
vislumbra luego entre el pblico marplatense durante una conferencia que dicta en
esa ciudad, para volver a esfumarse en cuanto la conferencia llega a su fin.
La colonia incluye escenas ms significativas y reconocibles, en especial
aquella parada al anochecer en las cercanas de una colonia agrcola juda
entrerriana. "Llegamos a la posada en la que habamos proyectado pasar la noche. En el
patio haba una mesa de billar y unos barriles rebosantes de libros desencuadernados y
con las hojas rasgadas. Una mujer con aire de espaola planchaba una camisa. A uno y
otro lado del patio haba puertas que se abran a los dormitorios sin ventanas. Me
asignaron una habitacin y a Sonia otra contigua a la ma. Yo crea que alguien acudira
a recibirnos, pero nadie vino. Sonia se encerr para cambiarse las ropas. Sal al patio y me
acerqu a uno de los barriles. Dios santo! Estaba lleno de libros en dish que ostentaban
sellos de bibliotecas pblicas. En la semioscuridad del ocaso lea ttulos de obras que me
haban entusiasmado en mi juventud. (...) Ahora no poda leer, pero toqu sus cubiertas y
acarici sus pginas. Ol el olor a moho que despedan. Saqu un libro del fondo y me
esforc en leer el ttulo a la luz de las estrellas. Apareci Sonia en bata y zapatillas, con el
cabello suelto. Me pregunt: 'Qu haces?' Y contest: 'Visito mi propia tumba'."
Una noche en Brasil relata el encuentro, en las afueras de Ro, de un escritor -su alter-ego literario-- con una extraa pareja: l, un grafmano judo que lo abruma
con sus escritos filolgicos; ella, una delirante mujer que intenta seducirlo. Todo
envuelto en un buclico y salvaje paisaje brasileo. ...Ella abri de un tirn la puerta
a un enorme jardn cubierto de hierba detrs de la casa. La lluvia haba cesado el da
anterior y el atardecer era fresco, envuelto en olores tropicales y brisas ocenicas. El sol
rodaba hacia el oeste como una brasa, tiendo de un rojo ardiente los restos de nubes de
-------------------------------------------(1) Isaac Bashevis Singer (1904-1991 / Premio Nobel de Literatura 1978) lleg con
su esposa Alma a Buenos Aires en la maana del 7 de octubre de 1957 a bordo del vapor
"Ro Jchal", tras una escala en Ro de Janeiro. Vena invitado por el diario Di Presse y por la
Sociedad de Escritores dish de la Argentina, a dictar conferencias en la capital y en el
interior del pas. Su primera conferencia, el 14 de octubre en el Teatro Soleil, se titulaba
"Pueden los judos seguir siendo el pueblo del libro?" La siguiente conferencia fue el 27 de
octubre en el Saln Teatro de la AMIA, sobre "Buscadores de Dios entre judos y no judos en
nuestros das". El 7 de noviembre estuvo en Montevideo y el 13 en Dominguez, Entre Ros.
(2) Por ejemplo, tangencialmente en El Spinoza de la calle Market (Ed. Plaza y
Jans, Barcelona, 1967, pg. 18) y a lo largo de todo el relato, en Escoria (Ed. Planeta,
Barcelona, 1991).
(3) En Un amigo de Kafka, Ed. Planeta, Barcelona, 1973, pg. 180/191.
(4) En Di Goldene Keit, nmero 83, Tel Aviv, 1974, pg. 74/88.
(5) En Uma noite no Brasil e outras historias, Editorial Guanabara, Brasil o en Old
Love, Farrar Strauss Giroux, NY, 1979
Eplogo
Las pginas de este libro constituyen una primera aproximacin a algunas de
las formas que tomaron los encuentros entre el paisaje lingstico, humano y fsico
de Amrica Latina y el universo de la lengua dish, una lengua que tras los
dramticos hechos que la tuvieron por protagonista, pareci haber entrado en una
irreversible crisis terminal.
En Latinoamrica la influencia del dish describi, desde finales del siglo XIX
y hasta los aos '60 del siglo XX, una parbola que acompa el auge y la
declinacin de la vida ideolgica, literaria y periodstica en ese idioma, en boca de
las primeras generaciones de inmigrantes de Europa Oriental. A partir de su
paulatina desaparicin, el mundo del dish se vio confinado cada vez ms al recinto
de la ctedra y al de la investigacin.
Pero desde fines del siglo XX y en lo que va de ste, ese inexorable apagn del
dish como instrumento vivo de creacin y comunicacin, comenz a verse
atravesado por raudales de luz que vienen cruzando todas las fronteras, includas las
de Amrica Latina. Hoy la letra y la literatura dish viven y se multiplican en
internet, la red de redes, tal como su meloda y espritu, crecen y cobran inslitos
auditorios con el impactante auge de la msica klezmer.
La paradoja actual consiste en que los mismos cidos que disuelven las
singularidades, las refuerzan. La globalizacin y la hipercomunicacin son virus que
carcomen y liman los matices, pero tambin convocan anticuerpos que llevan a
pueblos y comunidades a aferrarse con desesperacin a sus voces ms entraables y
a servirse precisamente de las poderosas redes informticas para afirmar y difundir
su particularidad.
Es el caso de la lengua dish, que circula --sobre todo trasliterado en letras
latinas-- por centenares de foros y sites, a travs de los cuales muchos miles de
navegantes hambrientos de dish intercambian informaciones, memorias, preguntas,
respuestas, cuentos o poemas. En un nuevo soporte pero conservando su honda
intimidad dialogan as en dish via red Montevideo con Pars, Sidney con Nueva
York, Ottawa con Buenos Aires, Jerusalem con Mxico, Caracas con Vilna.
Otro mbito que expresa esa extraa vitalidad del dish lo constituye el de la
msica klezmer, una msica surgida hace varios siglos de pequeos conjuntos
instrumentales de Europa Oriental, y conjuga en su clima melodas gitanas, eslavas y
jasdicas, blues y jazz, embebidas en el fuerte licor agridulce de la alegre nostalgia
juda. Existen hoy en el mundo centenares de conjuntos klezmer alemanes,
hngaros, franceses, israeles, americanos, polacos, argentinos, integrados por
hombres y mujeres, por viejos y jvenes, por judos y no judos. En el mundo estn
de moda festivales de msica Klezmer que duran varios das: uno cada ao en
Cracovia, uno hace poco en Canad, otro en Vilna, uno pronto en Buenos Aires...
El aroma, la letra, la voz y la meloda de la lengua dish, multiforme, ntima,
inquieta, contestataria, dramtica y alegre, est muy lejos an de haber escrito su
ltimo captulo en el mundo en general y en Amrica Latina en particular.
ndice
*Introduccin
*dish, el pas de la palabra
*El dish es tambin Latinoamrica
Moishe Pinchevsky, Hogar (Argentina)
Itsjok Ianasovich, Latinoamericana (Argentina)
Leizer Aijenrand, La balada de Humahuaca (Argentina)
Kehos Kliguer, Little Rock (Argentina)
Jos Rabinovich, Conventillos (Argentina)
Marcos Alpersohn, Hacia nuestras tierras (Argentina)
Marcos Alpersohn, El pampero (Argentina)
Marcos Alpersohn, El gaucho Barrabueno (Argentina)
Aarn Faierman, Un visitante nocturno (Argentina)
Itsjok Berliner, Contrastes (Mxico)
Iankev Glantz, Aldea indgena (Mxico)
Iankev Glantz, Pasos en las montaas (Mxico)
Iankev Glantz, Como ramas secas, tu ira (Mxico)
Moishe Dovid Guiser, Prodigios de las calles santiaguinas (Chile)
Moishe Dovid Guiser, Manzanitas rojas (Chile)
Moishe Lakietch, Brasil (Brasil)
Arn Tzeitlin, Anochecer en La Habana (Cuba)
Arn Tzeitlin, Los prncipes de los orgenes (Cuba)
Osher Schuchinsky, En el puerto de La Habana (Cuba)
Osher Schuchinsky, El Central Chaparra (Cuba)
*And a cantarle a Jevel Katz!
Jevel Katz, Basavilbaso
Jevel Katz, En un conventillo
Jevel Katz, Mi turn por la provincia
*Bashevis Singer en Amrica Latina y Amrica Latina en Bashevis Singer
*Eplogo