Rostros Del Protestantismo Latinoamericano PDF
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WM. B. EERDMANS
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Rapids/Cambridge
protestantismo
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ROSTROS DEL
PROTESTANTISMO
LATINOAMERICANO
Jos Mguez Bonino
NUEVA CREACIN
Buenos Aires ~ Grand Rapids
y
William B. Eerdmans Publishing C o m p a n y
NDICE
1995 ISEDET
Publicado y distribuido por Nueva Creacin,
filial de Wm. B. Eerdmans Publishing Co.
255 Jefferson S.E., Grand Rapids, Michigan 49503, EE.UU.
PREFACIO
CAPTULO 1
EL ROSTRO LIBERAL
DEL PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO
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CAPTULO 2
EL ROSTRO EVANGLICO
DEL PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO
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CAPTULO 3
EL ROSTRO PENTECOSTAL
DEL PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO
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CAPTULO 4
UN ROSTRO TNICO
DEL PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO?
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CAPTULO 5
EN BUSCA DE U N A COHERENCIA TEOLGICA:
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CAPTULO 6
EN BUSCA DE LA UNIDAD:
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Prefacio
La inesperada invitacin a presentar las conferencias de la
Ctedra Carnahan en 1993 fue la tentacin de la que naci este
libro. No se me pidi ni sugiri un tema, pero se supona quq
tendra que ver con algn tema teolgico de su inters, en el quq
est trabajando, como suele decirse en las cartas de invitacin. El
que finalmente defin bajo la presin de hacer el anuncio es del
mi inters. Para ser ms exacto: es casi una obsesin. Pero no es un
tema en el que haya trabajado profunda y sistemticamente. Por
lo dems, cabalga entre la historia de la iglesia, la historia de la
teologa, la teologa sistemtica y la interpretacin social. Esta
imprecisin me libera de adherir a una metodologa estricta, pero
me expone gravemente a la improvisacin y la superficialidad.
Aun as, la pasin venci a la sensatez y as nacieron las conferencias
y el libro.
Hasta que no empec a empantanarme en el camino, en la
bsqueda de los hilos del tema, en la necesidad de meterme en
temas e historias que no conoca, no me pregunt qu espritu
malfico me habra tentado. No soy dado a la introspeccin tal
vez por temor de lo que pudiese encontrar pero llegu a la
c o n c l u s i n que dos interrogantes son p r o b a b l e m e n t e los
r e s p o n s a b l e s de la e l e c c i n del tema. Y a m b o s son
vergonzosamente subjetivos. El primero es la necesidad, que en
realidad nunca haba sentido explcitamente, de hacer claro para
m mismo mi identidad confesional y doctrinal. Y aqu tuve una
sorpresa. He sido catalogado diversamente como conservador,
r e v o l u c i o n a r i o , barthiano, liberal, catolizante, m o d e r a d o ,
liberacionista. Probablemente todo eso sea cierto. No soy yo quien
tiene que pronunciarse al respecto. Pero si trato de definirme en
mi fuero mtimo, lo que me sale de adentro es que soy evanglico.
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Prefacio
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El rostro liberal
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Cristianismo protestante en Amrica Latina? Por qu y cmo?
Comencemos con algunas opiniones y juicios:
[El protestantismo es] una forma del capitalismo norteamericano,
elemento conquistador, amigo del capitalista y enemigo del obrero,
que se ha propuesto mediante sus escuelas, sus templos y sus deportes,
la americanizacin del pueblo.
Por lo tanto, el protestantismo latinoamericano se estableci aqu en
el "vientre" de una invasin extranjera y lleva las marcas del sectarismo
y del individualismo que la caracterizaban. Result, pues, en una
aculturacin que nada tiene que ver con nuestro origen y formacin
, histrica y en un subproducto de las conquistas polticas, econmicas
y culturales de los siglos pasados.
Creo firmemente que extender la Reforma al mundo latinoamericano
de una manera inteligente y vigorosa, es provocar las luchas de
conciencia en las que se forjan y se templan los grandes caracteres tan
necesarios para el engrandecimiento y la salvacin de las repblicas y
es llevar a l l soplo vivificador de las libertades de tal modo
conquistadas por los pueblos del norte.
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Sea lo que fuere lo que el futuro nos depare, el hecho concreto es que
la estructura fundamental [framework] nacional en este momento es
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en 1942 el destacado misionero presbiteriano W. Stanley Rycroftno trajo libertad al pueblo, en el verdadero sentido de la palabra.
Esa libertad debe ser conquistada an, y est ntimamente ligada
a la difusin del cristianismo evanglico. Esta visin optimista
se repite en los escritos de algunos de los jvenes lderes
protestantes de Amrica Latina: por ejemplo, los mexicanos Alberto
Rembao y Gonzalo Bez-Camargo, el brasileo Erasmo Braga, el
argentino-estadounidense Jorge P. Howard y misioneros como
Samuel Guy Inman y Juan A. Mackay. Entre la brutalidad de un
capitalismo desalmado y el materialismo de un comunismo que
predica la lucha de clases, estos lderes vieron al protestantismo
como la avanzada de esa democracia verdadera, socialmente
progresista, modernizante y participativa de la que hablamos en
la seccin precedente. El nfasis del "Evangelio social" sobre la
redencin social y el de los evanglicos en la transformacin de la
persona parecan as encontrar su unidad.
En esa lnea se crearon en las dcadas de 1930 a 1950, "consejos"
o "federaciones" de iglesias en la mayor parte de los pases del
continente. Los propsitos declarados eran la cooperacin en la
publicacin de literatura, la representacin comn ante las
autoridades pblicas, la defensa de la libertad religiosa y la
cooperacin en la evangelizacin y la educacin cristiana. Ms
arriba indicamos la teologa y la ideologa dominante. Un vigoroso
programa de publicaciones difundi traducciones de algunos de
los clsicos antiguos y modernos de la teologa protestante; se
fundaron serninarios mterdenominacionales en Cuba, Argentina
y Puerto Rico, y se renovaron los denominacionales de otros pases,
nutriendo una generacin de liderazgo latinoamericano con
mentalidad ecumnica y preocupacin social que habra de emerger
en las dcadas de 1950 y 1960. La primera Conferencia Evanglica
Latinoamericana (I CELA), convocada y orientada desde el propio
continente, se rene en Buenos Aires en 1949.
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I. Un protestantismo evanglico
1. Los iniciadores del protestantismo "criollo". Son misioneros
mayormente norteamericanos o britnicos (entre stos varios
escoceses) que arriban a Amrica Latina a partir de la dcada de
1840. Es notable advertir que, pese a su diversidad confesional
metodistas, presbiterianos y bautistas en su mayor parte y de
origen estadounidense y britnico, todos comparten un mismo
horizonte teolgico, el que se puede caracterizar con el trmino
evanglico utilizado aqu en la acepcin anglosajona , que
Marsden define muy bien diciendo que los evanglicos son gente
que profesa una total confianza en la Biblia y se preocupa por el
mensaje de la salvacin que Dios ofrece a los pecadores por medio
de la muerte de Jesucristo, y aade: Los evanglicos estaban
convencidos de que la sincera aceptacin de este mensaje del
"evangelio" era la clave para la virtud durante la vida presente y
para la vida eterna en el cielo y que su rechazo significaba seguir
el camino ancho que concluye en las torturas del infierno.
Todos podemos reconocer en este resumen la teologa del
pietismo y del Gran Despertar (o avivamiento) del siglo XVIII que
asociamos con los nombres de Wesley y Whitefield en Gran Bretaa
y de Jonathan Edwards en Estados Unidos y que permea la mayor
parte del protestantismo anglosajn y seguramente la totalidad
de su ethos misionero. Este es el trasfondo teolgico de la misin a
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se advierte en las fechas del ingreso (de 1897 a 1914) de todas estas
iglesias a Amrica Latina. En el mundo evanglico de tradicin
reformada, el movimiento de santidad tiene el mismo vigor y
nfasis. Deriv, sin embargo, en una mayor preocupacin doctrinal, como lo seala su participacin en la formacin del grupo de
las "Conferencias de K e s w i c k " y las Prophecy Conferences,
antecedentes inmediatos del fundamentalismo.
b) David Moberg ha hablado de la gran inversin que se produce en el evangelicalismo norteamericano en las primeras dcadas
del siglo XX con respecto a la preocupacin social. En efecto, de la
frmula reviva! and reform se pasa a la disyuntiva "evangelizacin
o reforma social". La inversin parece ocurrir en dos etapas: la
primera (de 1870 a 1900) significa una retraccin de la esfera poltica
como medio de reforma social, concentrando la accin en el mbito
privado de la caridad; en la segunda, como dice Marsden, toda
preocupacin social progresista, poltica o privada, se hace
sospechosa para los revivalistas evanglicos y es relegada a un
lugar mrmo. Los historiadores suelen sugerir tres causas, i) El
triunfo del modelo metodista de santidad relega la tradicin
reformada muy ligada en los Estados Unidos desde los comienzos
a la "construccin del Reino de Dios" en Amrica. Por consiguiente,
la santidad queda desconectada de la historia para convertirse en
una experiencia subjetiva, individual -o a lo sumo de la pequea
"comunidad", que reduce el servicio a una accin caritativa; ii) la
experiencia carismtica de vivir en una especie de "nueva
dispensacin", una "era del Espritu Santo", lleva a desprenderse
de la "historia de la salvacin", a relegar el Antiguo Testamento y,
por consiguiente, la preocupacin reformada por una ley divina
que debe instaurarse tambin en la sociedad: el predominio
creciente del premilenarismo y el subsiguiente dispensacionalismo
introducido por Nelson Darby y difundido ampliamente en el
m u n d o e v a n g l i c o , consagran esa separacin al "dar por
terminado" el perodo de "el gobierno humano" y el de la ley y
ver toda la historia de la salvacin solamente como etapas
necesarias para la era presente, cuyo nico objeto es la predicacin
del Evangelio; ii) la aparicin, desde la dcada de 1910, de el
Evangelio social, el que es percibido como una forma del
modernismo o liberalismo teolgico y produce en los sectores
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a u t o s u f i c i e n c i a con la que m u c h o s h e m o s r e s p o n d i d o al
fundamentalismo no han hecho ms que confirmarlo.
ii) Hay, sin embargo, un elemento positivo que me parece ms
importante: confrontados desde afuera por la crtica destructiva
de las corrientes positivistas y ateas y desde dentro por las lneas
teolgicas que parecan vaciar de contenido la fe evanglica, muchos
evanglicos vieron en el fundamentalismo la nica barrera que podan
levantar ante esos enemigos, la nica defensa de una fe que daba sentido
a su vida. Si a manos de la crtica atea y del liberalismo teolgico
perdan la Escritura, desde cuyas pginas haban recibido el
mensaje de salvacin; si el fervor de su piedad se enfriaba en una
religin tan formal y ritualista como la que haban dejado al
convertirse, si el relativismo tico los suma en una anomia,
destruyendo las normas que haban pautado su vida, y si el
relativismo religioso destrua la motivacin y la urgencia para
comunicar el mensaje a otros, el peligro era mortal y haba que
buscar una respuesta. El fundamentalismo se les presentaba como
una respuesta segura, como un baluarte inexpugnable y como un
arma poderosa en el combate por la verdadera fe.
3. Si iba a haber una salida a esta situacin, la respuesta deba surgir
del propio seno de la piedad evanglica. Llega de dos maneras. Una,
que miraremos ms de cerca en el prximo captulo, es el
movimiento pentecostal. La otra, a la que dedicaremos unas pocas
lneas para concluir nuestra reflexin de este captulo, es lo que se
ha llamado el movimiento "neo-evanglico", un neologismo que no
me gusta: preferira hablar sencillamente de la renovacin evanglica
que en Amrica Latina ha estado representada principalmente por
la Fraternidad Teolgica Latinoamericana (FTL), vinculada con los
nombres de Rene Padilla, Pedro Savage, Samuel Escobar, Pedro
Arana, Emilio A. Nez y muchos otros, y que ha tenido una
gravitacin cada vez mayor en el mundo evanglico desde sus
orgenes en 1970. Sin duda ha sido tambin estimulada y nutrida
por movimientos en el exterior, particularmente en grupos
evanglicos en los Estados Unidos y en el ala evanglica del
anglicanismo britnico. Pero tiene rostro propio y una historia
particular en nuestro continente. Me animara a sealar lo que
considero los rasgos ms significativos:
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vs. mundo, creyente os. gentil, Dios vs. diablo, bien vs. mal y alma
vs. cuerpo) como una radicalizacindebida a una experiencia real
de la negatividad y crueldad del mundo. Cuando un pentecostal
dice: "este mundo nada ofrece, slo ofrece perdicin" no est
haciendo una afirmacin dogmtica sino narrando o tematizando
su propia experiencia (miseria, desocupacin, enfermedad,
alcoholismo, etc.); (b) determinismo y pesimismo antropolgico
describiran respectivamente la experiencia del "hombre viejo",
incapaz de liberarse por s mismo de ciertos vicios, y su sentido
de impotencia frente a fuerzas objetivas que no puede dominar
(personificadas en Satans y los demonios); (c) la afirmacin de
el poder del Espritu Santo no responde en el pentecostalismo
chileno, a diferencia del norteamericano, a una doctrina y una
codificacin sino a un reconocimiento de la obra del Espritu en
mltiples manifestaciones ... desde las lenguas anglicas hasta la
simple alegra, pasando por la danza, las visiones, etc.... la certeza
de la cercana y la presencia viva de un Dios perdonador y acogedor
... Es una forma de reapropiacin social y popular del poder de
Dios frente a su apropiacin sacramental por la Iglesia Catlica y
su apropiacin racionalista por la predicacin del protestantismo
histrico; (d) igualmente, frente a la apropiacin de la Biblia por
los "profesionales de la religin", desaparece toda mediacin entre
el creyente y la Biblia que no sea la iluminacin e inspiracin del
Espritu Santo; cada creyente puede tener su propia Biblia, leerla,
comprenderla y predicarla; (e) finalmente, hay una "Iglesia
Militante" a la que se ingresa por la conversin y a la que supedita
sus intereses personales, en la que participa plenamente y con la
que asume un compromiso total.
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Un "rostro tnico"
del protestantismo
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En el p r l o g o de su obra n o t a b l e y p i o n e r a sobre el
protestantismo brasileo, Errle Lonard aclara que omitimos
considerar las iglesias de las colonias extranjeras, cuyos problemas,
que no presentan nada de especficamente brasileo, no sern aqu
discutidos. Es curioso que un autor advertido como Lonard
cuyo propsito es estudiar los problemas institucionales y
prcticos planteados por la implantacin y el desarrollo de las
creencias y las iglesias y del "cuerpo social" en el cual se encarnan
estas creencias, haciendo de las iglesias realidades, realidades
humanas, con todas sus peculiaridades no encuentre nada de
especficamente brasileo en la implantacin y desarrollo de las
numerosas comunidades protestantes (principalmente germanas,
pero tambin japonesas, letonas, holandesas) que fueron llegando
desde muy temprano al Brasil.
De hecho, su misma llegada, como la de buena parte del
"protestantismo de inmigracin", no es ni casual ni carente de
significado. Como lo decamos de las iglesias de misin, siguiendo
en este punto a Bastan, corresponde repetir que tampoco estas
inmigraciones llegan como un fenmeno "exgeno", por mero
impulso propio, sino en respuesta a unas polticas inmigratorias
generales, cuando no a invitaciones expresas, de las mismas lites
modernizadoras que abren las puertas a las misiones. Ese mismo
h e c h o define en b u e n a parte, de entrada, los lugares de
asentamiento, las condiciones materiales y el status que se les
otorga, las dificultades con que tropiezan y, consiguientemente,
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mismo idioma.
Todo esto debera llevarnos a ser muy cuidadosos al hablar de
"iglesias tnicas" como si definiramos una unidad homognea y
esttica, totalmente identificable en trminos de un origen nacional,
una lengua y una serie de usos culturales uniformes e inmutables.
La importancia y la significacin que tiene la dimensin religiosa
en la definicin de la identidad tnica vara considerablemente de
un grupo a otro y dentro de un mismo grupo, y de un momento a
otro. En la seccin prxima vamos a tratar de ilustrar algunas de
estas variaciones al discutir caractersticas de "iglesias tnicas",
mayormente en iglesias originadas en la inmigracin en el Cono
Sur de Sudamrica.
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Una vez ms, la identidad anglicana y los modelos eclesiales que han
definido el anglicanismo estn en juego. El anglicanismo
latinoamericano puede jugar un rol activo en el proceso de reflexin,
para que juntos, y en dilogo con cristianos de otras tradiciones, los
anglicanos busquemos otros modelos de Iglesia que encajen ms
adecuadamente en la realidad de este continente, y de otros.
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Interesa sealar que los dos items que definen una espiritualidad
"ardiente" {hot) ... nunca han sido mencionados, mientras diez
denominaciones insisten ... sobre el orden, una vida cultual "fra" (cool,
si se nos permite utilizar estos conceptos del lenguaje pietista, y
tambin del lenguaje del jazz). Se marca aqu un consenso en cuanto
al estilo de la vida religiosa, y tambin en cuanto a cierto racionalismo
de la fe (la sanidad sera antes bien un concepto del campo mdico
que de la vida religiosa).
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A pesar del papel decisivo que tiene el apstol Pablo con respecto
a la misin entre los gentiles y la vocacin particular a la que se
siente convocado por el Seor resucitado, sabemos que el ministerio
a los no judos o a gentiles-proslitos fue mucho ms amplio. La
iglesia de Roma a la que Pablo se dirige tiene ya gentiles-proslitos
y posiblemente gentiles conversos. La comunidad samaritana a la
cual (y desde la cual) probablemente se escribe el cuarto evangelio
y las epstolas juaninas, la iglesia de Antioqua y las comunidades
de las que sabemos en Egipto y Siria testifican de un amplio
desarrollo independiente de la misin paulina. Sea cual fuere su
relacin directa o indirecta con Pablo, la Epstola a los Colosenses
desarrolla una concepcin complementaria a la "historia de la
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En busca de una
coherencia teolgica:
la Trinidad como criterio
hermenutico de una teologa
protestante latinoamericana
Hemos intentado, en los captulos anteriores, seguir el desarrollo
teolgico del protestantismo latinoamericano, el desarrollo de esos
" r o s t r o s " s i m u l t n e o s , a veces tan superpuestos, a v e c e s
desdibujados, a veces enfrentados. La pregunta es: para qu
h a c e m o s este ejercicio? Aunque nuestro trabajo no ha sido
estrictamente histrico, encuentro que unas palabras de Rubem
Alves corresponden plenamente a mi intencin:
El historiador es alguien que recupera memorias perdidas y las
distribuye como un sacramento a aquellos que perdieron la memoria.
En verdad, qu mejor sacramento comunitario existe que las
memorias de un pasado comn, marcadas por la existencia del dolor,
del sacrificio y de la esperanza? Recoger para distribuir. El no es un
arquelogo de memorias. Es un sembrador de visiones y de
esperanzas.
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y tenemos nuestro ser; Hch. 17.28) y que garantiza esa vida para
siempre; la fuerza del Espritu que llena la totalidad de nuestras
capacidades y dones y nos permite consagrarlos a su servicio, la
alegra de sentir su presencia y de celebrarla con emocin y a viva
voz. A la morada de ese Dios "en" nosotros corresponde la
experiencia, la oracin, la predicacin, el culto, no como meros
fenmenos psicolgicos o simblicos sino como "zarza ardiente"
de su presencia.
2. El mismo Juan Luis Segundo ha sido el primero en insistir
entre nosotros en recuperar una tradicin de los padres griegos
particularmente los llamados "capadocios" para la que la
Trinidad significaba primordial y fundamentalmente "la comunin
de las personas" de la Trinidad. Recientemente Leonardo Boff ha
desarrollado cuidadosamente esa lnea teolgica en su libro La
Trinidad, la sociedad y la liberacin. Reducido a un lenguaje menos
tcnico, significa afirmar que Dios, en su mismo ser, no es el Yo
absoluto de los filsofos, ni el monarca unipersonal que proyecta
en los cielos la imagen de un emperador absoluto, ni la soledad
inaccesible del "Uno" en egregio aislamiento, sino que Dios es en s
mismo una permanente conversacin, una comunin de amor, una
identidad de propsito y una unidad de accin: Padre, Hijo y Espritu
Santo. Un escritor del siglo VI parece haber sido el que utiliz un
trmino griego para subrayar esta afirmacin: perijoresis (morar
uno en el otro, "in-habitar" y / o compenetrarse uno con otro). Las
referencias bblicas que sostienen esta manera de expresarse son
ms que abundantes, particularmente en el Evangelio de Juan
(17.21-23; 10.30,38; 14.11) y en las frmulas ternarias que hallamos
en Pablo (Ro. 8.10,1 Co. 2.11, 2 Co. 13.14; 1.21-22). Por eso, con la
misma energa la Iglesia dir que las personas son irreductibles la
una a la otra otro es el Padre, otro es el Hijo, otro el Espritu
Santo y que el Padre est totalmente en el Hijo y totalmente en
el Espritu Santo y as sucesivamente para el Hijo y el Espritu.
No se trata de un enigma a resolver: diferenciacin y unidad no se
oponen porque "Dios es amor".
Lo que aqu se nos descubre es la naturaleza de la realidad ltima:
la vida de Dios es comunin, la identidad no se afirma retrayndose
sobre s sino abrindose al otro; la unidad no es singularidad sino
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En bsqueda de la unidad:
la misin como principio material
de una teologa protestante
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En qu consiste la identidad protestante? O ms precisamente:
hay un criterio teolgico de referencia para identificar una teologa
protestante? Hemos supuesto que los clsicos "slo" sola fide, sola
scriptura, solus Christus identificaban al protestantismo. Ms
tcnicamente, se habla de un "principio formal" (la autoridad
exclusiva de la Escritura) y un "principio material" (la dc>ctrina de
la justificacin por la fe), como los ejes sobre los que se construye
una teologa protestante. En realidad, se trata ms bien de
resmenes acuados con propsitos testimoniales o polmicos, con
un valor ms simblico que estrictamente teolgico. Al primero,
ligado al adverbio "slo", hay que aadirle siempre que, de hecho,
ni la fe, ni la Escritura, ni Cristo estn nunca solos sino en un
contexto teolgico ms amplio que permite definir su verdadero
contenido. El dilogo teolgico de los ltimos cuarenta o cincuenta
aos nos ha enseado a relativizar estas formulaciones. En cuanto
a los dos principios formal y material resultan de una larga
historia, cuyo origen en los reformadores es un tanto remoto e
impreciso. Por cierto, hay en esos principios un contenido
significativo que es necesario rescatar. Paul Tillich ha contribuido
a la discusin de lo "propio" protestante con su formulacin del
principio protestante, que interpreta la justificacin por la fe como
un principio anti-idoltrico que contiene la protesta humana y
divina contra toda pretensin de absolutizar cualquier realidad
relativa, incluso de una iglesia protestante. A su vez, Rubem
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Pues bien, Dios se revela tal como es. Si para nosotros se aparece como
Trinidad, es porque l es en s mismo Trinidad ... Si Dios se present
como misterio frontal y principio sin principio... es decir, como Padre,
es porque Dios es Padre. Si se nos revel como palabra iluminadora y
como verdad, es decir, como Hijo o Logos eterno, es porque Dios es
Hijo. Si se nos comunic como amor y fuerza que busca la realizacin
del designio ltimo de Dios, es decir como Espritu Santo, es porque
Dios es Espritu Santo. La realidad trinitaria hace que la manifestacin
divina en la historia sea trinitaria, y la manifestacin realmente
trinitaria de Dios nos hace comprender que Dios es de hecho Trinidad
de personas, Padre, Hijo y Espritu Santo.
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Si e s t o es as, la sede p r i n c i p a l y p a r a d i g m t i c a de la
evangelizacin es la comunidad de fe, en relacin con la cual toma
s i g n i f i c a d o t a n t o la e v a n g e l i z a c i n i n d i v i d u a l c o m o las
manifestaciones multitudinarias. Esa comunidad alimenta y
sostiene con su enseanza y su oracin a los miembros en sus
responsabilidades en la sociedad, y esa comunidad ilustra en su
vida y accin la calidad de sociedad que Dios quiere generar para
todos. Por otra parte, los estudios sociolgicos sobre crecimiento
que emplean mtodos cualitativos, probablemente mucho ms
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