Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2010
Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2010
Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2010
fines de lucro. Est sujeta a los principios del movimiento demcrata-cristiano. La cooperacin internacional es, por tradicin, uno de los campos prioritarios de su labor.
Junto con las 14 oficinas nacionales de la Fundacin Konrad Adenauer repartidas por
todo el continente latinoamericano que concentran su trabajo en los respectivos pases,
existen varios programas regionales. Uno de ellos es el Programa Estado de Derecho
para Latinoamrica, con sede en Mxico DF y en Montevideo, dirigido ante todo a juristas y polticos dedicados al rea del derecho.
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Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano
16. ao
o
2010
2010
2010
Konrad
Adenauer
Stiftung
Programa Estado de Derecho para Latinoamrica
Editora responsable
Gisela Elsner
Coordinacin acadmica
Agustina Gonzlez Grucci
Coordinacin editorial
Manfred Steffen
Asistencia
Alejandro Coto
Correccin de estilo
Mara Cristina Dutto (espaol)
Paulo Baptista (portugus)
Traduccin
Paulo Baptista (portugus)
Dieter Schonebohm (alemn)
Beatriz Sosa Martnez (ingls)
Correccin de traducciones
Dorota Berezicki (alemn)
Dennis Tonsing (ingls)
Asignacin de palabras clave
Mara Arign, Ana Gil, Rita Grisolia
Diseo de maqueta
Taller de Comunicacin
Diseo original de tapa
Manuel Carballa
Paginacin, impresin y encuadernacin
Mastergraf srl
Gral. Pagola 1823 (ex 1727) - Tel. 203 47 60
11800 Montevideo, Uruguay
e-mail: [email protected]
Depsito legal 353.079 - Comisin del Papel
Edicin amparada al Decreto 218/96
ISSN 1510-4974
Impreso en Uruguay Printed in Uruguay
Correspondencia, contribuciones,
solicitudes de canje o donacin
e-mail: [email protected]
El Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano est registrado en el Directorio
Latindex y se encuentra disponible a texto
completo en las siguientes pginas web:
Fundacin Konrad Adenauer
http://www.kas.de/proj/home/pub/13/4/index.html>
Biblioteca Jurdica Virtual, Instituto de
Investigaciones Jurdicas, UNAM, Mxico
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cont.
htm?r=dconstla
ndice
Prlogo .............................................................................................................
I. Derecho constitucional
Horacio Andaluz (Bolivia)
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NDICE
Metamorfosis de la soberana:
elementos para una redefinicin del concepto
a la luz del derecho internacional contemporneo ..................................... 307
NDICE
Prlogo
Es un placer presentar la 16.a edicin del Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, editado por el Programa Estado de Derecho para Latinoamrica de la
Fundacin Konrad Adenauer. Como su nombre lo indica, la publicacin se estructura
en torno al eje del derecho constitucional, pero va mucho ms all, pues se extiende a
otras ramas jurdicas vinculadas a l pero que cuentan con autonoma propia. As, los
derechos y garantas individuales, los derechos humanos internacionales y regionales
y el derecho procesal constitucional son secciones ineludibles en cualquier edicin del
Anuario.
Sin embargo, cada ao procuramos tambin abordar un tema que pueda aportar a
la realidad del derecho constitucional en Amrica Latina. Este ao, por ejemplo, incorporamos una seccin dedicada a la temtica Medio ambiente y Estado de derecho,
con artculos que los autores presentaron en el panel especial del XVI Encuentro de
Presidentes y Magistrados de Tribunales y Salas Constitucionales de Amrica Latina,
que nuestro programa organiz conjuntamente con la Corte Constitucional de Colombia en septiembre del ao 2009. Adems, realizamos una compilacin de jurisprudencia sobre los temas ms relevantes del derecho ambiental en Argentina, Brasil,
Colombia, Costa Rica y Per, que agregamos en un CD. Queremos as completar el
enfoque terico del Anuario con uno ms prctico, poniendo nfasis en la jurisprudencia reciente de tribunales, salas constitucionales y cortes supremas del continente.
En el 2009, y conmemorando los 15 aos del Anuario, realizamos un esfuerzo extra
para procurar la indexacin de la obra. Este ao continuamos trabajando en ese sentido y cumplimos nuevamente los requisitos para mantenernos dentro de los principales ndices latinoamericanos.
El Anuario refleja el alcance regional del Programa Estado de Derecho, con competencia desde el sur del continente hasta Mxico. En este contexto, intentamos incluir
trabajos de autores de diversas nacionalidades y representar as la diversidad de las
problemticas jurdicas o, por qu no, su cercana y similitud. De esta manera promovemos la integracin del conocimiento jurdico, que resulta fundamental en pleno
siglo XXI. Cabe tambin destacar que muchos de los autores del Anuario son expertos
de larga data de nuestro Programa y nos han apoyado en diversas actividades de capacitacin. A su vez, fomentamos la participacin de las nuevas generaciones de autores, constituidas por jvenes investigadores del derecho, cuyos aportes a la dogmtica
constitucional recibimos siempre con entusiasmo.
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PRLOGO
El Anuario, en definitiva, es una de las herramientas con las que cuenta el Programa
Estado de Derecho para cumplir sus objetivos, a saber: la promocin y el apoyo sostenido a la democratizacin en Amrica Latina, a travs de la contribucin al desarrollo
y la profundizacin de un orden jurdico eficiente basado en principios del Estado de
derecho, como centro de cada sistema democrtico. Creemos que estos 16 aos de la
coleccin han dejado su huella. Seguiremos trabajando y alentamos a los lectores a
hacernos llegar sus aportes, as como tambin sus sugerencias o crticas.
Esperamos que la seleccin de artculos refleje al menos una parte de la variada
doctrina y jurisprudencia constitucional del continente y aporte al debate comparativo
del derecho constitucional en Amrica Latina. Descontamos que todos los artculos
sern de inters y constituirn una referencia en la materia para los lectores. Desde ya
nuestro ms sincero agradecimiento a todos los autores por su desinteresada cooperacin, y a todo el equipo editorial del Anuario.
Gisela Elsner
Directora de la Oficina Regional en Montevideo
Dr. Christian Steiner!
Director de la Oficina en Mxico D.F.
1
El Dr. Christian Steiner sucedi en julio del 2009 a Rudolf Huber en el cargo de director del
Programa Estado de Derecho para Latinoamrica, Oficina Regional Mxico D.F.
I. Derecho constitucional
Horacio Andaluz (Bolivia)
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Palabras clave: fuentes del derecho, interpretacin del derecho, ordenamiento jurdico nacional,
Constitucin poltica, competencia de tribunales, efecto vinculante, derecho indgena, Bolivia.
ZUSAMMENFASSUNG
Die bolivianische Verfassung von 2009 bringt einige strukturelle nderungen des Rechtssystems mit sich. Der
vorliegende Beitrag geht mit Hilfe einer Untersuchung der formalen Beziehungen zwischen den einzelnen
Rechtsquellen auf diese nderungen ein und stellt die durch die neue Verfassung eingefhrte einheitliche
und zugleich territorial dezentralisierte Struktur dar. Der Artikel gliedert sich in eine theoretische Einfhrung
und zwei Hauptteile: Whrend sich der erste mit der Verfassung als Rechtsquelle, den rechtlichen Folgen ihres
Vorrangs, den Grenzen der Interpretationsklausel der Verfassung und dem verbindlichen Charakter der Przedenzentscheidungen des Verfassungsgerichts befasst, geht der zweite auf die allgemeinen Rechtsquellen, ihre
Stellung in der Struktur des Systems und die zwischen ihnen bestehenden formalen Beziehungen ein.
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ABSTRACT
The Bolivian Constitution of 2009 introduces changes within the structure of the legal system. This paper
analyzes these changes through an examination of the formal relationships between distinct sources of
the law, and discusses both the unitary structure and the territorial decentralization aspects established by
the new Constitution. The paper begins with a theoretical framework followed by two main parts: the first
addresses the Constitution as a legal source, including the legal consequences of its supremacy, the limits of
the interpretation clause of the Constitution, and the practical application of the stare decisis doctrine; the
second part exposes the ordinary legal sources, their respective positions within the structure of the legal
system and the formal relations among them.
Keywords: legal sources, interpretation of law, national legal order, political Constitution, court
jurisdiction, binding effect, indigenous rights, indigenous law, Bolivia.
1. Introduccin
La estructura de un sistema jurdico se determina por las relaciones entre sus fuentes.
Esto supone que el derecho regula su propia creacin; pero tambin que el significado
material de sus normas depende de las formas normativas que las albergan. As, la determinacin del significado jurdico de una norma depende de su posicin en la estructura
del sistema y de sus relaciones con las dems formas normativas que lo integran. De
manera que, en el pensamiento jurdico, el conocimiento formal del sistema antecede a
su conocimiento material, pues lo segundo viene determinado por lo primero. De ah la
relevancia de las fuentes en la teora general del derecho. Ahora bien, que el estudio de
un sistema positivo deba hacerse desde su norma fundacional obedece a que la norma
fundacional determina las condiciones de validez del sistema, y en esa medida determina tambin las relaciones entre sus formas normativas. Estas relaciones son las que
configuran la estructura especfica de cada sistema positivo. Que el estudio positivo de
las fuentes deba hacerse desde el derecho constitucional responde al hecho de que son
las constituciones las que, al establecer las condiciones de validez para la pluralidad de
normas que articulan, dan configuracin estructural a los sistemas positivos que fundan.
En este orden de ideas, lo que aqu se presenta es un anlisis de las fuentes del
derecho y de sus relaciones en el marco normativo de la Constitucin vigente. El anlisis ha sido efectuado desde una teora formal de las fuentes, porque solo un enfoque
segn el criterio formal permite identificar la estructura positiva de un sistema jurdico.1 Adems, es solo segn el criterio formal que se puede incorporar en la categora
1
Las teoras tradicionales definen las fuentes atendiendo o bien al criterio sustantivo o bien
al de la eficacia erga omnes. Por el primero, son fuentes las normas generales y abstractas; por el
segundo, lo son aquellas cuya oponibilidad es absoluta. Ambos criterios tienen carcter meramente terico, tiles nicamente a efectos de una exposicin de las distintas formas normativas, pero
carecen de relevancia jurdico-positiva, lo cual no puede ser de otra manera pues la diferenciacin
entre actos fuente y actos no fuente no comporta consecuencias jurdicas, ya que el sistema jurdico
no atribuye especificidades propias a las normas por el hecho de su clasificacin como fuentes del
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vicio material o sustantivo, que opera respecto de las normas jurdicas contenidas y
no respecto de las formas continentes (disposiciones jurdicas). Habida cuenta de que
todas las normas son resultado de un proceso de interpretacin de las disposiciones
que las contienen, el vicio material no significa que sea invlida la disposicin que
contenga una norma invlida, sino la disposicin que no contenga ni una sola norma
(ni una sola interpretacin posible) vlida. Este es el principio de conservacin de la
norma, que consiste en preferir la construccin interpretativa que conserve la validez
de una disposicin, a la que concluya en su invalidez. Y que si en materia constitucional deriva de interpretar el ordenamiento conforme a la Constitucin, para la teora
general del derecho es un imperativo en razn de la unidad del ordenamiento.
Para la teora formal de las fuentes del derecho, son fuentes los actos autorizados
por una norma jurdica del sistema para producir, innovar o derogar el derecho vigente. Esta es la concepcin iniciada por Merkl en sus Prolegmenos de una teora de la
construccin escalonada del derecho (1931). Kelsen, cuya teora del derecho para entonces se encontraba atrapada en una concepcin esttica del fenmeno jurdico, introdujo en su teora la concepcin dinmica de su querido alumno,3 en que se mantuvo
desde la primera edicin de su Teora pura del derecho (1934).
Para Merkl, el anlisis estructural del fenmeno jurdico puede hacerse segn el
contenido de las normas o segn su fuente de produccin (forma). A diferencia de las
formas, los contenidos en el derecho son inagotables. En cambio, sostiene, hay una
economa de la forma, ya que por vasta que fuese la multiplicidad de formas, frente
a la diversidad de su contenido siempre tendr un lmite cierto. De ah su frmula: la
forma es finita, el contenido infinito.4
En razn de la forma, 1)la relacin entre una fuente y otra se expresa en trminos
de delegacin de poder: una fuente solo tiene poder normativo en la medida en que
le haya sido delegado por otra fuente y dentro de los lmites de tal delegacin; 2)cada
delegacin de poder determina las condiciones de validez de una norma; 3) puesto
que la norma es creada por aplicacin de otra (aquella que determina las condiciones
de validez), la norma deriva de aquella que la autoriza, por lo que, al estar condicionada, le es inferior; se forma as, entre normas subordinantes y normas subordinadas,
una cadena de validez que le da al sistema jurdico una estructura jerrquica: esta es
una jerarqua lgica, que deriva de una concepcin de la filosofa del derecho sobre
el proceso de produccin jurdica, y que, en tanto tal, es la nica estructura nsita del
sistema jurdico, pues se forma a partir de las relaciones de validez entre sus normas;
4)consecuencia de lo anterior es que todo acto jurdico es a la vez la aplicacin de una
3
Uno de los primeros discpulos de Kelsen en la Universidad de Viena fue Merkl. Kelsen
lleg a considerarlo cofundador de la teora pura del derecho al reconocer el gran significado de
su obra. De hecho, escribi que el mrito de haber concebido y expuesto el orden jurdico como
un sistema gentico de normas de derecho que van concretndose gradualmente desde la constitucin, pasando por la ley y el decreto y dems fases intermedias, hasta los actos jurdicos individuales de ejecucin, corresponde a Adolf Merkl (cit. por Heinz Mayer: La teora de la construccin
jurdica escalonada, en Robert Walter: Problemas centrales de la teora pura del derecho, Bogot:
Universidad Externado de Colombia, 2001, p.63).
4
Cit. por Mayer: o.cit.
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norma y la creacin de otra, lo que pone fin a la distincin entre creacin y aplicacin
del derecho; y, por ltimo, 5)se disuelve la distincin conceptual entre actos fuente y
actos no fuente, ya que si todos los actos normativos tambin crean derecho, y no solo
lo aplican, todos son tambin fuentes del derecho.
Como filosofa del derecho, la teora formal de las fuentes es solo un instrumento
para el conocimiento y la explicacin del derecho positivo. Nada ms. Es, por tanto,
un error confundir la teora con su representacin grfica en forma de pirmide. En
consecuencia, es errneo evaluar la solvencia cientfica de esta teora compulsando tal
representacin esquemtica con la estructura positiva de un sistema determinado.5
Siendo cierto que la graficacin piramidal depaupera la teora que pretende representar, tambin lo es que no se puede confundir una filosofa del derecho, como instrumento de conocimiento, con el derecho positivo, como objeto de conocimiento.6
La teora formal de las fuentes solo hace visibles los vnculos entre las disposiciones
jurdicas; no los produce. Tampoco impone configuracin positiva alguna de los sistemas jurdicos, pues la estructura de un sistema jurdico positivo solo es deducible de
s misma.
Esto lo comprenda el propio Merkl, que acompa su teora formal de las fuentes
con su tesis de la fuerza jurdica de los actos normativos, distinguiendo la teora estructural (descripcin lgico-filosfica) de la estructura positiva de los sistemas jurdicos (descripcin jurdico-positiva).
As traz la distincin: 1)si la produccin de todos los actos normativos est condicionada, entonces la dinmica de produccin normativa est determinada por la
norma jurdica que los condiciona (jerarqua lgica); 2) frente a esto, la pregunta a
plantearse es si los rganos jurdico-positivos autorizados a producir determinados
actos tendrn tambin la correspondiente autorizacin para su anulacin; 3)su respuesta fue que ello depende del mbito de vigencia especfico de lo jurdico: lo jurdico vale en tanto que en el mbito de fenmenos jurdicos condicionantes no sean
5
Este es el nervio de la teora de las fuentes de Kelsen: [] cada norma jurdica es fuente
del precepto cuya creacin regula, al determinar el procedimiento de elaboracin y el contenido
de la norma que ha de ser creada. En tal sentido, toda norma jurdica superior es fuente de la inferior. []. La fuente del derecho no es, por tanto, como la expresin parece sugerirlo, una entidad
diversa del derecho, dotada de una existencia independiente frente a este; por s misma, la fuente
es en todo caso derecho: una norma jurdica superior en relacin con otra inferior o sea el mtodo
de creacin de una norma inferior determinado por otra, lo cual constituye un contenido especfico del derecho (Hans Kelsen: Teora general del derecho y del Estado, 5.a reimp., Mxico: UNAM,
1995, pp.155-156). En cuanto razonamiento abstracto, el mrito de la teora consiste en explicar en
trminos de derecho positivo el proceso de produccin normativa. Pero corresponde a cada intrprete la tarea de identificacin de las especficas condiciones de validez de las formas normativas
en su sistema positivo.
6
Este punto ha sido tocado por Raz. Por su mayor plstica para graficar las relaciones intranormativas, l reemplaza la pirmide por el diagrama en forma de rbol, que tambin representa
de mejor manera la organizacin jerrquica del derecho y las relaciones directas e indirectas de
validez entre las normas, que era el objetivo principal de Kelsen al usar el modelo piramidal, a la
vez que evita las implicaciones indeseables de la pirmide, entre ellas la ms indeseable: la apariencia de que hay siempre el mismo nmero de niveles en las pirmides de todo sistema positivo
(cf. Joseph Raz: The Concept of a Legal System, 2.aed., Nueva York: Oxford University Press, 1980,
p.99).
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los que muestran una forma ms sencilla (el axioma es: cuanto ms difcil la forma,
ms importante la fuerza); y 2)de acuerdo con la competencia material asignada a los
distintos rganos formales de produccin (condicin de validez 3), circunscribiendo a
la materia objeto de la respectiva asignacin competencial la validez de sus correspondientes actos normativos. Como podr verse, en este caso la estructura del sistema no
se determina por la fuerza jurdica de sus fuentes, sino por las normas que atribuyen
competencia material a los rganos productores, ya se trate de normas con la misma
fuerza o ya de que establezcan una reserva a favor de una fuente inferior. Por tanto, la
regla es que se sustituye el criterio de jerarqua ah donde el sistema ha introducido el
de competencia material, pues el hecho de atribuir a una fuente la regulacin de una
materia conlleva la invalidez de aquellas que invadieran tal campo material, incluso si
son jerrquicamente superiores; sin que venga al caso considerar si el contenido de la
norma de fuente incompetente es antinmico con el de la fuente competente, porque
lo que vicia la validez del acto es el solo hecho de incursionar en campo material ajeno
y, por tanto, normar sin competencia.9
De manera que la estructura positiva de un sistema jurdico se configura por la
coexistencia de ambos criterios, incluso al mismo nivel jerrquico. Por lo tanto, si la
Constitucin es la norma suprema del ordenamiento, es ella la que configura la estructura del sistema jurdico y las relaciones entre sus fuentes, pues las relaciones dependen de la estructura. La estructura es resultante de la reconstruccin de las normas
constitucionales sobre la produccin jurdica. Al respecto, el propio artculo 410.II de
la Constitucin, atinente a la estructura del sistema, deber ser objeto de reconstruccin, a objeto de eliminar antinomias entre su descripcin literal y la estructura real
que se configura tomando el ntegro del texto constitucional.
9
Un ejemplo paradigmtico es el de los reglamentos camerales. En este caso, existe una
norma de competencia en los artculos 159.1 y 160.1 de la Constitucin reservando a las cmaras
legislativas la atribucin de dictar sus propios reglamentos. De esta manera, aun cuando siendo de
fuente superior, un reglamento legislativo promulgado por ley debe ceder ante uno aprobado por
resolucin cameral. La razn: respecto de esta materia en particular, el sistema est estructurado
segn la competencia material de los rganos productores, por lo que la ley sera inconstitucional
por violar la reserva de competencia hecha por la Constitucin. Ni siquiera importa preguntar si
la ley es efectivamente antinmica a la resolucin cameral, pues lo que la hace inconstitucional
es la actuacin ultra vires de su rgano productor. En este ejemplo, la jerarqua entre la ley y la
resolucin cameral no juega papel alguno, solo importa la de la Constitucin. Cuando se trata del
criterio de competencia, la nica jerarqua relevante es la de la norma que distribuye la competencia entre las fuentes en compulsa: ella tiene que ser superior a ambas fuentes, pues de lo contrario
no puede condicionar la validez de estas a travs de la competencia material de sus respectivos
rganos productores. Esto es lo que hace que el vicio de competencia se sustancie como una infraccin a la norma jerrquicamente superior responsable de la distribucin de materias (norma
de competencia).
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La continuidad es una sola realidad que en la prctica presenta estas dos vertientes:
1)continuidad en el derecho preconstitucional (las fuentes vigentes antes de la publicacin de la Constitucin actual), y 2)sucesin en las competencias de los rganos
constitucionales preconstituidos (lo que incluye sus competencias formales para producir nuevas normas).
Respecto a lo primero, con la abrogacin de la Constitucin anterior, la fuente de validez del derecho preconstitucional es ahora la Constitucin de 2009.
Consecuentemente, el derecho que resulte contrario a la Constitucin vigente adolecer de una inconstitucionalidad sobrevenida, pues si bien era constitucional con referencia al contenido de la anterior Constitucin, no lo sera con referencia al contenido
de la vigente. La regla, por consiguiente, es que la validez del derecho preconstitucional
se determina segn la Constitucin de 2009. Esto implica: 1)que el enjuiciamiento de
su constitucionalidad debe hacerse conforme al contenido material del texto vigente;
2)que la declaratoria de inconstitucionalidad debe sujetarse al procedimiento previsto
en el texto vigente; y 3)que hasta tanto tal procedimiento no sea agotado, el derecho
preconstitucional contina siendo vlido (presuncin de validez).
La existencia de una norma jurdica es un dato formal objetivo, no un juicio de
valor sobre sus mritos o demritos segn la apreciacin personal de sus destinatarios.
Por ello, para toda la produccin normativa rige la presuncin de que las normas son
vlidas hasta que el rgano atribuido de competencia por el sistema jurdico no declare
su invalidez. De manera que la invalidez de una norma tambin es un dato objetivo,
pues, tanto como constitutivamente el sistema jurdico requiere de un acto formal para
que una norma comience a existir como derecho (verbigracia su publicacin), tambin
requiere de una declaratoria formal de invalidez para que una norma deje de existir como derecho.11 De manera que respecto a cualquier norma preconstitucional que
se pudiera considerar objetable de inconstitucionalidad sobrevenida, jurdicamente
solo puede decirse que segn la Constitucin de 2009 el derecho preconstitucional es
vlido mientras el Tribunal Constitucional Plurinacional no lo declare inconstitucional. Slo este rgano puede emitir tal declaratoria, por cuanto la Constitucin le ha
11
La presuncin de validez no se agota en el enunciado de su pura literalidad, sino que ella
es consecuencia de distinguir entre las condiciones de validez y las condiciones jurdico-positivas
de invalidez, pues si bien el sistema impone condiciones para la validez de sus normas, el sistema
puede, por razones de seguridad jurdica, negar efecto invalidatorio al incumplimiento de algunas
de esas condiciones. Merkl llama a esto el clculo del error, nombre con el que justifica que los
sistemas positivos sopesen (calculen) el peso de las condiciones de validez y decidan que el incumplimiento de algunas de ellas (las de menor importancia) no acarree la invalidez del acto afectado. En consecuencia, si el sistema positivo niega efectos invalidatorios al incumplimiento de una
condicin de validez, entonces tal incumplimiento no es causante de invalidez, pero si el sistema
no dice nada al respecto, entonces las condiciones de invalidez son las mismas que las de validez,
porque, ante el silencio del derecho positivo el fenmeno de la invalidez vuelve a justificarse en la
explicacin lgica-filosfica de la validez de las normas. Tambin es consecuencia de la presuncin de validez que hayan actos que sean inexpugnables por no haber en el sistema un rgano con
competencia para declararlos invlidos. Es el caso, por ejemplo, de las decisiones de los mximos
rganos jurisdiccionales, que son definitivas no por su intrnseca correccin racional respecto de
sus condiciones de validez, sino porque son irrevisables, y es esto lo que las hace incontrovertiblemente vlidas.
22
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v. Schooner Charming Betsy: una ley del Congreso nunca debe ser interpretada de tal manera que
resulte violatoria del derecho internacional si es que hay alguna otra interpretacin posible (2
Cranch 64, 6 U.S. 64, 1804, p.118). Luego, en Parsons v. Bedford (1830), el juez Story lo aplicara expresamente a la interpretacin de las leyes, dando lugar a la denominacin de avoidance canon con
que se conoce el principio en el derecho americano, y que por definicin (regla de evitamiento)
dice de su sentido: ningn tribunal debe, ni siquiera involuntariamente, construir una interpretacin que suponga una violacin de la Constitucin, a menos que los trminos de la ley lo hagan
inevitable (28 U.S. 433, 1830, p.448). En el derecho privado, que es donde al parecer tuvo su origen
la idea de conservacin de los actos normativos, formulndosela como respuesta a los conflictos
planteados por contratos con clusulas ambiguas, hay antecedentes tan antiguos como el Digesto:
en casos ambiguos, lo ms conveniente es aceptar que la cosa de que se trata ms bien sea vlida a
que perezca"(Digesto, ley 12, ttulo 5, libro 34: Quoties in ambigua oratio est, commodissimum est,
id accipi, quo res, de qua agitar, magis valeat quam pereat). Por otro lado, el principio de conservacin de la norma tambin tiene importancia para la teora poltica de la divisin de poderes, como
supuesto constitucional bsico para la organizacin del Estado de Derecho, pues, en lnea con la
doctrina preconizada por Story, los tribunales deben asumir que los poderes han querido cumplir
con la constitucin, no violarla, ya que no partir del principio importara que de inicio se sospecha
de la capacidad del legislativo y el ejecutivo para ejercer sus respectivas atribuciones con apego a
la constitucin, siendo que an para el administrado lo que debe suponerse es la buena fe y el sano
propsito de su proceder.
13
Propongo la denominacin de norma incorporante porque sus efectos son los de incorporar a la Constitucin normas que no estn en su texto formal. En este sentido, el artculo 410.II
produce a nivel constitucional los mismos efectos que a nivel contractual producen las clusulas
que establecen que determinados documentos son partes integrantes del contrato. La entidad jurdica de estas clusulas es, como la del artculo 410.II, tambin la de una norma incorporante.
25
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interno los tratados de derechos humanos que contengan tal prohibicin. Pero esta
no es una interpretacin posible, porque resulta antinmica respecto a lo establecido
por el artculo 410.II, por cuya virtud cualquier tratado sobre derechos humanos tiene
jerarqua constitucional. En consecuencia, en trminos de significado jurdico, dicho
texto estara predicando de la especialidad de sus normas en relacin con las dems
normas constitucionales (tanto las del texto formal como las incorporadas). Como la
unidad del sistema jurdico impide sostener que el artculo 13.IV est diciendo lo que
su tenor literal, en efecto, dice, debe rescatarse su sentido normativo apelando a su
especialidad, pues es lo que permite demostrar que no contradice lo dispuesto por el
artculo 410.II. As, 1)el artculo 410.II establece la supremaca constitucional llana de
todos los tratados sobre derechos humanos, pero 2)eso no es antinmico con que durante el estado de excepcin la aplicacin de tales tratados se rija por la regla especial
del artculo 13.IV reconstruido: prevalecen entre todas las normas constitucionales de
la materia (supremaca constitucional llana) aquellas que prohban la limitacin de los
derechos humanos durante el estado de excepcin (aplicacin del criterio de especialidad entre normas del mismo rango).
Que el criterio de especialidad regula las relaciones entre las normas constitucionales sobre derechos humanos est claro en el texto expreso del artculo 256.I: los tratados sobre derechos humanos que declaren derechos ms favorables a los contenidos
en la Constitucin, se aplicarn de manera preferente sobre sta. Al igual que en el
caso del artculo 13.IV, aqu la preferencia no est en funcin de la jerarqua, porque
todas las normas son del mismo rango, sino de la especialidad.
Con forma de regla de interpretacin, el artculo 256.II introduce en el sistema una
norma sobre produccin jurdica. As, establece que los derechos reconocidos en la
Constitucin se interpretarn de acuerdo a los tratados internacionales sobre derechos
humanos cuando estos prevean normas ms favorables. Excepto la parte entrecomillada, el mismo texto est en el artculo 13.IV. Otra vez, para ambos artculos debe
entenderse que la regla de interpretacin supone la especialidad de los tratados de derechos humanos respecto del texto formal de la Constitucin, tomando como criterio
especfico de especialidad su carcter ms favorable para los derechos humanos. Que
la mencin expresa al carcter ms favorable no est en el texto del artculo 13.IV no
quiere decir que no sea parte de su significado jurdico: la razn de ser de las constituciones es instituir gobiernos de poderes limitados, por lo que la regla general para su
interpretacin es que debe lersela a favor de los particulares.
No se olvide que tambin son normas constitucionales las de derecho comunitario
(sistemas normativos producidos por las comunidades de integracin entre Estados).
Por su fuente de produccin, estos sistemas estn compuestos por normas de derecho
originario y de derecho derivado. Las primeras son normas de derecho internacional
convencional producidas por los Estados miembros de la comunidad, y equivalen a la
constitucin de la comunidad. Las segundas son producidas por los rganos de gobierno de las comunidades. Son normas cuya validez deriva de los tratados constitutivos,
pues los poderes normativos resultan de las competencias que, a travs de los tratados
constitutivos, los Estados miembros han atribuido a los rganos comunitarios.
27
A propsito del derecho comunitario derivado, segn el artculo 410.II (norma incorporante), el requisito para que una norma integre el bloque de constitucionalidad
es que haya sido ratificada por el pas. En el lenguaje de la Constitucin, la ratificacin
significa: 1)el acto de derecho interno mediante el cual el rgano legislativo autoriza al
ejecutivo a celebrar tratados (artculo 158.I.14); 2)el acto de derecho internacional que
expresa la manifestacin del consentimiento del Estado en obligarse convencionalmente ante sus pares (artculo 255.I);16 y 3)la incorporacin de los tratados al derecho
interno, para que sean aplicables en este orden (artculo 257.I). Pues bien, la norma
incorporante procede bajo la comprensin de este triple alcance del trmino, y ello
es exigible, en efecto, para los tratados sobre derechos humanos y las normas de derecho comunitario originario, porque en ambos casos se trata de normas de derecho
internacional convencional, ergo regidas por la Constitucin tanto en su proceso de
formacin (participacin de los rganos constitucionales) como en las condiciones
para su aplicacin en el derecho interno. Empero, tratndose de normas de derecho
comunitario derivado debe tenerse en cuenta que su formacin y eficacia en el derecho
interno depender de lo pactado en los tratados constitutivos pertinentes, que bien
pueden disponer que tengan eficacia directa o que primero deban ser incorporadas
formalmente al orden interno, ya sea por la va usual de la ratificacin legislativa o por
mecanismos ms expeditivos.17 Por tanto, exigir para las normas de derecho comunitario derivado el cumplimiento de requisitos distintos a los convenidos en los tratados
de derecho comunitario originario, supondra 1)comprometer la fe internacional del
Estado en la medida de la violacin que hubiese al tratado (pacta sunt servanda), y
2)violentar la propia Constitucin, porque como el derecho comunitario originario
forma parte del bloque de constitucionalidad, incumplir sus normas implica violentar
la norma incorporante (artculo 410.II).
Para tomar el caso de la Comunidad Andina de Naciones, los artculos 17 y 21 del
Acuerdo Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena) atribuyen al Consejo Andino
de Ministros de Relaciones Exteriores y a la Comisin de la Comunidad Andina
16
En cuanto a esta acepcin, la mencin a la ratificacin en el texto de la Constitucin debe
entenderse referida al gnero de actos aceptados en el derecho internacional para manifestar tal
consentimiento. As, la ratificacin se equipara a la firma, al canje de instrumentos constitutivos
del tratado, a la aceptacin, a la aprobacin, a la adhesin o a cualquier otra forma convenida en
un tratado como medio para obligarse por l, pues todas ellas son las formas usadas en el derecho
internacional. De esta manera, integran el bloque de constitucionalidad todas las normas respecto
de las cuales el Estado boliviano haya manifestado su consentimiento en obligarse, aun cuando no
sea bajo la forma especfica de la ratificacin.
17
La aplicacin del derecho comunitario derivado en el derecho interno depende de cada
acuerdo de integracin. Por ejemplo, el artculo 189 del Tratado de la Comunidad Europea establece que los reglamentos son directamente aplicables en los Estados miembros, mientras que
las directivas no lo son (estas obligan a los Estados miembros en cuanto al resultado que debe
conseguirse, dejndoles en libertad para elegir la forma y los medios de alcanzarlos). En el caso
del Protocolo de Ouro Preto (Mercado Comn del Sur), las decisiones, resoluciones y directivas
deben ser incorporadas en los ordenamientos jurdicos nacionales mediante los procedimientos
previstos en la legislacin de cada pas (artculo 42). Por tratarse de un proceso de integracin,
cada uno de los Estados miembros ha regulado procedimientos menos formales que la ratificacin
legislativa.
28
18
Ratificado por ley 1872, de 15 de junio de 1998. El instrumento de ratificacin se deposit el
18 de septiembre de 1998. El Protocolo Modificatorio entr en vigor en agosto de 1999.
19
Este punto es parte de un trabajo mayor, publicado en Espaa como La justicia constitucional en el Estado de Derecho (4 Revista General de Derecho Pblico Comparado 2009).
29
30
31
tenor literal del texto. Segundo, como ya se ha visto, al fundar un sistema jurdico, la
Constitucin establece su estructura formal, de la que son consecuencia las relaciones
entre sus fuentes del derecho y las relaciones de competencia entre los rganos constitucionales. De esta manera, tambin ser interpretacin posible cualquiera que se justifique en la estructura constitucional del sistema de competencias, debiendo inaplicarse la voluntad del constituyente o el tenor literal del texto cuando los resultados
que presenten sean contrarios a la distribucin constitucional de competencias (lo que
en la interpretacin constitucional se conoce como principio de correccin funcional).
As, pues, tomados 1)el agotamiento interno de los mtodos de interpretacin; 2)la
unidad del sistema jurdico; y 3)el sistema constitucional de competencias, como razones excluyentes que justifican la decisin de no aplicar la voluntad del constituyente ni el tenor literal del texto, la clusula de interpretacin reconstruida dice:
El Tribunal Constitucional Plurinacional fundar sus decisiones en la voluntad del
constituyente, segn sus documentos, actas y resoluciones, o en el tenor literal del
texto de la Constitucin, salvo que no produzcan ningn resultado o que los resultados producidos sean contradictorios entre s o con otras normas de la Constitucin,
o alteren el sistema de competencias por ella establecido, en cuyo caso las fundar en
otros criterios. Y esta es la norma que debe aplicarse a la interpretacin de las normas
constitucionales.
32
33
Y si por independencia judicial se quiere significar el derecho de los jueces a decidir segn su propio razonamiento jurdico, entonces lo que debe recordarse es que el
respeto al precedente no implica hacer del precedente algo de suyo inalterable, porque
lo que ello conllevara es la pretensin de estancar la historia y estancar el raciocinio
jurdico. Lo que el respeto al precedente implica es el imperativo jurdico de alterarlo
solo con base en la construccin de argumentos que justifiquen debidamente su reversin como precedente. Y donde, desde luego, se entiende que el precedente no est
constituido por el texto de la sentencia ni nicamente por su parte resolutiva, sino, con
un criterio de razn suficiente, por el derecho declarado aplicable a las hiptesis necesarias para justificar la decisin. Por tanto, no hacen parte del precedente las cuestiones incidentales, como referencias doctrinales, citas de derecho comparado, mencin
a disposiciones jurdicas aplicables al asunto pero no decisivas para su resolucin, o
los hechos que, aunque considerados, no son determinantes para justificar la decisin
final; todo lo cual se conoce como dicta, que no importa jurisprudencia.26
As entendido, lejos de contraponerse a la independencia judicial, el respeto al precedente la reafirma, pues si la precondicin para que el rgano judicial sea verdaderamente inmune a las presiones, es que exista con la dignidad de un autntico poder del
Estado ante los ojos del ciudadano, es a ello que contribuye el carcter vinculante de
sus decisiones. En efecto, 1)la unidad de la jurisprudencia beneficia al ciudadano, por
redundar en certeza y previsibilidad respecto de las decisiones de los poderes pblicos,
incluyendo las judiciales (de ah que Llewellyn dijera que aun cuando los predecesores hubiesen sido malos, ignorantes, tontos o parcializados, la certeza de que sus sucesores seguirn sus precedentes da la base para que se pueda prever las acciones de los
tribunales);27 2)las garantas del ciudadano penden del supuesto de que el poder frene
al poder, y ya que ello supone la eficacia del derecho como sistema de seguridad, es
preferible que la interpretacin autoritativa de la Constitucin y las leyes sea vinculante a que no lo sea, ya que el decisor que basa sus acciones en normas est adelantando
sus futuras decisiones, lo que satisface a un principio general de consistencia que hace
a la necesidad misma de seguridad jurdica; y 3)el tema tambin envuelve la cuestin
Tribunal Constitucional pronunciadas en las acciones de inconstitucionalidad, mas no as por la
jurisprudencia formada en las acciones de tutela (cf. Jos Antonio Rivera Santibez: El Tribunal
Constitucional en el nuevo modelo de Estado, en 10 Justicia Constitucional y Estado de Derecho,
2006, p.157).
26
Deca Goodhart que el precedente se encuentra tomando los hechos considerados por
el juez y su decisin en tanto que basada en ellos (Arthur L. Goodhart: Determining the Ratio
Decidendi of a Case, 40 Yale Law Journal, 1930, p.182). El antiguo Tribunal Constitucional se refiri a la identidad de hiptesis de hecho de los precedentes (es decir, el elemento A en la frmula
Si es A debe ser B), como analoga fctica, queriendo decir con ello que las hiptesis que fundan la decisin en un caso deben ser las mismas en otro, para que a este se aplique el precedente
sentado (cf. AC 004/2005-ECA, 16 de febrero). No se debe, pues, confundir la analoga a la que
haca mencin el Tribunal con la analoga como procedimiento de integracin del derecho ante
la insuficiencia de legislacin expresa, pues esta importa el anlisis de dos situaciones de hecho, a
efectos de argumentar una semejanza suficiente como para que se justifique la aplicacin, al caso
no reglado, de la solucin prevista expresamente por el ordenamiento para el caso reglado (cf. STC
221/2004-RAC, 12 de febrero).
27
Karl Llewellyn: The Bramble Bush (reimp., Nueva York: Oceana y Oxford University Press,
1961), p.65.
34
de la unidad del sistema jurdico y, otra vez, la unidad redunda en la eficacia del sistema y al conllevar la realizacin de sus premisas conceptuales mismas, y la premisa por
excelencia de cualquier sistema normativo, incluso de uno totalitario, es que la sola
existencia de normas de aplicacin cierta ya supone limitar la arbitrariedad.
35
consecuencia, se habra formulado una excepcin tan amplia como la regla expuesta
en el artculo 410.II.
Otra forma posible de eliminar la antinomia es reconstruir los artculos 257.I y
410.II segn el criterio de fuerza jurdica pasiva (capacidad de resistencia de una norma frente a otras). En esta interpretacin, los tratados (todos menos los del bloque de
constitucionalidad) tendran jerarqua formal de ley (artculo 257.I), pero, a pesar de su
rango de ley, otras normas con el mismo rango no podran derogarlos, en virtud de su
aplicacin preferente sobre ellas, donde habra que asumir que tal preferencia se debe a
su mayor fuerza jurdica pasiva; es decir, que las otras normas del mismo rango seran
incapaces de incidir en los tratados, porque al comportar su formacin el concurso de
voluntades de dos o ms estados, obedecen a un proceso de produccin ms complejo.
La ventaja de esta interpretacin es que el criterio de temporalidad no se aplicara a
las relaciones entre los tratados y las dems normas con rango de ley, con beneficio del
cumplimiento de las obligaciones internacionales. Adems, el recurso al concepto de
fuerza jurdica pasiva permite eliminar la antinomia entre los artculos en pugna sin
desmedro de su mbito de aplicacin material.
4.2. Las leyes nacionales, los estatutos autonmicos, las cartas orgnicas
y el resto de legislacin departamental, municipal e indgena
El artculo 410.II.3 de la Constitucin presenta en el mismo nivel estructural del sistema jurdico a las leyes nacionales, los estatutos autonmicos, las cartas orgnicas y el
resto de legislacin departamental, municipal e indgena, de acuerdo a las competencias de las entidades territoriales (artculo 410.II). Esta descripcin es suficiente respecto a las relaciones formales entre leyes nacionales, estatutos autonmicos y cartas
orgnicas, pero no respecto a las relaciones de las leyes entre s, ni a las del resto de la
legislacin departamental, municipal e indgena con referencia a los estatutos autonmicos, cartas orgnicas y leyes nacionales.
Lo cierto es que las relaciones formales entre estas fuentes producen una estructura
de tres niveles jerrquicos: 1)por su fuerza jurdica, las leyes que deben ser aprobadas
por dos tercios de votos son superiores a las leyes ordinarias y a los estatutos autonmicos y las cartas orgnicas; 2) en un nivel intermedio estn las leyes para cuya
aprobacin basta la mayora absoluta, los estatutos autonmicos y las cartas orgnicas,
cuyas relaciones mutuas se rigen por la competencia constitucional atribuida a sus respectivos rganos productores; y 3)las dems normas departamentales, municipales e
indgenas estn subordinadas a sus respectivos estatutos autonmicos y cartas orgnicas, en la medida en que constituyen las normas supremas de los subsistemas descentralizados y autonmicos, y, en consecuencia, las fuentes que les proveen de validez.29
29
Un sistema jurdico puede estar compuesto por distintos subsistemas. Esto es lo que ocurre
con los subsistemas estaduales en relacin al sistema federal, con los subsistemas autnomos y
descentralizados en relacin al sistema nacional, o con los subsistemas nacionales con relacin
a los sistemas supranacionales de integracin o a las normas de derecho internacional. Esta pluralidad de subsistemas forma una unidad sistmica cuando la validez de sus respectivas normas
36
37
materia (las primeras referidas a la organizacin de los poderes pblicos y las segundas
a los cdigos), estas leyes debieran ser invulnerables a las modificaciones incidentales
del legislador ordinario.31
Respecto a las leyes ordinarias, los estatutos autonmicos y las cartas orgnicas (nivel intermedio), la relacin entre estas formas normativas se define por la competencia
material atribuida por la Constitucin a sus respectivos rganos productores, con lo
que carece de relevancia el criterio de temporalidad. Por tanto, el acto normativo producido por fuente incompetente ser inconstitucional por violar la distribucin constitucional de materias entre los distintos rganos legislativos. De manera que, siendo
cierto que solo las leyes rigen para todo el territorio nacional (artculo 145), tambin lo
es que solo son vlidas si legislan materias de competencia de la Asamblea Legislativa
Plurinacional. En este sentido, la organizacin institucional de las entidades territoriales descentralizadas y autnomas queda excluida del mbito de las leyes, por cuanto
es la Constitucin la que dispone que tal competencia normativa corresponda a los
rganos deliberativos de las entidades territoriales (artculo 275). Del mismo modo, los
estatutos autonmicos y las cartas orgnicas no son fuentes competentes para legislar
sobre las materias listadas en el artculo 298.I de la Constitucin, porque son competencias privativas del nivel central de gobierno, por tanto, materia de ley.
Respecto al resto de la legislacin departamental, municipal e indgena, 1)tal legislacin no est al mismo nivel que sus respectivos estatutos autonmicos y cartas
orgnicas, porque estos instrumentos son las normas supremas de los distintos subsistemas normativos descentralizados y autnomos, por lo que las normas que producen
los rganos de dichos subsistemas les son inferiores, ya que de ellos derivan su validez; 2)por pertenecer a subsistemas normativos distintos (el resto de la legislacin
departamental, municipal e indgena pertenece a los subsistemas descentralizados y
autnomos, y las leyes al subsistema central), entre la legislacin descentralizada y
autnoma y la legislacin central no se producen relaciones formales de jerarqua,
temporalidad ni especialidad; 3) los conflictos entre la legislacin departamental,
municipal e indgena dicen relacin con las respectivas competencias que constitucionalmente han sido atribuidas a sus rganos productores, resolvindose con la inconstitucionalidad del acto ultra vires, sea que el vicio se sustancie como un conflicto
de competencias entre los rganos productores (artculo 202.3) o como un conflicto
normativo por violacin de la distribucin constitucional de competencias (artculo
202.1); y 4)la legislacin departamental, municipal e indgena de cada uno de los distintos subsistemas descentralizados y autnomos se aplica en sus respectivos mbitos
territoriales, por lo que es un imposible lgico-normativo que entre normas de subsistemas distintos se produzcan antinomias.
31
Las leyes que en Bolivia reciben la denominacin de orgnicas, como en su momento la
antigua Ley Orgnica de Municipalidades (ley 696, de 10 de enero de 1985) o actualmente la Ley
Orgnica del Ministerio Pblico (ley 2175, de 13 de febrero de 2001), solo dan cuenta de su objeto
de regulacin (un rgano pblico), pero no dicen nada respecto a su fuerza jurdica, pues todas
ellas son por igual leyes ordinarias, con lo que lo de orgnicas termina siendo un puro nombre, pero no un efecto jurdico atribuido por la Constitucin a una forma especfica de fuente
legislativa.
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39
la facultad de dictar leyes, contra las que no pueden primar las leyes de otros Estados
ni las costumbres de sus sbditos.33 De esta manera, el monopolio estatal de la produccin jurdica es resultado del proceso histrico de consolidacin del Estado moderno.
De ah que, desde sus albores, los tericos del Estado moderno, en el entendimiento de
que la unidad poltica no era alcanzable al margen de la unidad jurdica, concibieron
para la costumbre un papel enteramente secundario y asignaron la primaca al derecho
33
La soberana es un concepto histrico: El concepto de soberana es tan reciente como el
Estado moderno. De hecho, aparece a causa de las circunstancias contra las que el Estado moderno
en germinacin debi enfrentarse para llegar a constituirse como tal. En sus orgenes, el Estado
moderno fue atacado simultnea y constantemente por dos flancos: desde arriba por la Iglesia y
el Imperio Romano, y desde abajo por los seores feudales y las corporaciones. Mientras que la
Iglesia quera poner al Estado a su servicio y someterlo a su poder, el Imperio Romano pretenda
no reconocerle valor superior al que haba reconocido a sus provincias desde las pocas de la Lex
Julia Municipalis. Por su parte, los seores feudales y las corporaciones se conceban como poderes
independientes y enfrentados al Estado. De hecho, el pueblo estaba sometido primero a los barones y solo indirectamente al rey. En el sistema feudal el pueblo prestaba fidelidad a sus seores,
los barones, y cuando necesitaban acudir en justicia, acudan a los tribunales de sus seores. Los
seores feudales tenan, en efecto, razones suficientes para considerarse enfrentados al Estado,
puesto que sus poderes y derechos de carcter pblico eran los que corresponderan al Estado que
terminara por imponerse, reclamando para s los poderes de imperium ejercidos por los seores.
Es en medio de estas circunstancias que surge el concepto de soberana. En el mundo antiguo
no haba nada que se opusiera al poder del Estado como los poderes que se opusieron al Estado
moderno. Por ello que entonces no hubiera necesidad de un concepto como el de soberana. En
el caso de Roma, no haba motivo para comparar el poder del Estado romano con un poder superior, igual o siquiera prximo al suyo. Por eso que los romanos no se vieran impelidos a elaborar
el concepto de soberana. Las expresiones maiestas, potestas e imperium, decan de la potencia
y la fuerza del pueblo romano, su poder civil y militar, pero no indicaban nada del contenido y
las limitaciones del Estado ni de la independencia de Roma respecto de los poderes extranjeros.
El concepto de soberana se debe a particulares circunstancias histricas. La soberana es, pues,
una categora histrica (Jellinek). An durante la Edad Media la doctrina oficial dominante consideraba a todos los Estados cristianos como subordinados de derecho al Imperio Romano. Pero
esta doctrina tuvo que adaptarse. El derecho a la independencia de los prncipes y las ciudades,
como ocurri con Florencia y Pisa, tuvo una marcada influencia privatista, propia de la poca. El
emperador conceda la independencia en virtud de la prescripcin por posesin inmemorial. La
independencia no se consideraba como propia de la naturaleza del Estado, sino como consecuencia de un ttulo jurdico revocable. Pero la idea de soberana no es fruto de esta doctrina oficial
ni de los esfuerzos del Imperio por adecuarse a los nuevos tiempos sin perder su poder imperial.
El concepto de soberana es propiamente francs. Es Francia que le da su carcter absoluto. Pero
no debe olvidarse que la soberana es una categora histrica y que, como tal, debe entendrsela
conforme a las circunstancias que provocaron su nacimiento. El Estado moderno deba afirmarse
como poder absoluto, y eso significaba que deba liberarse del poder de la Iglesia y del Imperio
Romano, y someter bajo su autoridad a los seores feudales y las corporaciones. Entendido en su
momento histrico, el poder absoluto del Estado es un poder relativo. Desconoce la autoridad
de cualquier poder poltico distinto al suyo, pero no niega su existencia. Los reclamos son por la
independencia, y es eso lo que quiere decir poder absoluto libre de toda ley sobre ciudadanos y
sbditos (Bodin). Es por eso que la solucin clsica al problema de la soberana tiene el mrito de
ser una solucin histrica. Presenta la soberana con el sentido que quiso imprimirle al erigirla en
concepto poltico. La presenta tal y cual fue su origen en el siglo xvi: la absoluta independencia del
Estado respecto de los poderes extranjeros Iglesia e Imperio Romano y su absoluta superioridad respecto de sus sbditos seores feudales y corporaciones. La soberana es, por tanto, un
concepto negativo, pues no expresa lo que es, sino lo que no es: no es dependencia ni es sumisin
(Horacio Andaluz: Positivismo normativo y derecho internacional, La Paz: Plural, 2005, pp.52-54).
40
41
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43
44
41
En el sentido argumentado, la lacnica redaccin del artculo 172.8 es tcnicamente
suficiente.
45
46
El control de constitucionalidad
de los tratados internacionales: un breve anlisis
terico-prctico de su posible operatividad**
RESUMEN
La posibilidad de un control de constitucionalidad de los tratados internacionales fue en gran medida construida y perfilada tericamente por Hans Kelsen en 1929. Habiendo transcurrido casi un siglo, la temtica
presenta distintas aristas. Pese a la imposibilidad de declarar inconstitucional un tratado internacional
al menos no sin transgredir lo dispuesto por el nuevo orden jurdico internacional, los estados han
habilitado mecanismos y defensas a travs de los cuales se puede controlar su constitucionalidad. Para
Amrica Latina esto no es una sorpresa; sin embargo, son incontables las crticas que despierta el uso de un
control represivo de las leyes aprobatorias de tratados internacionales. Se discute la justificacin de estas
leyes y se analiza jurisprudencia en esta materia, conforme al derecho comparado y con especial atencin
en el caso de Guatemala.
48
der Grundlage des vergleichenden Rechts und unter besonderer Bercksichtigung des guatemaltekischen
Fallbeispiels die Rechtsprechung auf diesem Gebiet analysiert.
1. Introduccin
En el marco en el que se da la relacin entre las normas del derecho de gentes y las
normas nacionales del Estado, se pone de relieve que el tradicional planteamiento
doctrinal de las relaciones existentes entre las normas internacionales (en particular,
de las normas convencionales) recibidas en el ordenamiento de un Estado y las restantes normas de origen interno de ese mismo Estado, se hizo desde la perspectiva de
la jerarqua, a los fines de precisar su rango respectivo dentro del sistema de fuentes
del ordenamiento.1 Como regla general los tratados internacionales incorporados en
el ordenamiento jurdico al igual que cualesquiera otras normas del derecho interno quedan sometidos a ese principio bsico o estructural de todo el derecho estatal,2
en virtud del cual cada una de dichas normas jurdicas, independientemente de su
fuente de produccin externa o interna, al incluirse en un determinado ordenamiento jurdico se acomoda y adapta a una suerte de encaje jurdico que determina,
entre otras cosas, principalmente su orden de prelacin. La cuestin perfila conflicto y prolijidad cuando el propio derecho estatal lase la norma constitucional,
confronta o choca tajantemente con la normativa internacional.3 El tema no es del
1
Luis Ignacio Snchez Rodrguez: El proceso de celebracin de los tratados internacionales
y su eficacia interna en el sistema constitucional espaol (Teora y prctica), Madrid: International
Law Association (Seccin espaola), 1984, p.93.
2
Julio D. Gonzlez Campos, Luis Ignacio Snchez Rodrguez, Paz Andrs Senz de Santa
Mara: Curso de Derecho internacional pblico, Madrid, 6.aed., 1998, p.275.
3
Conflicto que no existe, en el caso de Mxico, y a sazn de Jorge Carpizo, en el supuesto de
aquellas leyes que se derivan o desarrollan partiendo del precepto constitucional. Jorge Carpizo:
49
50
Si se presta atencin a este ltimo prrafo, se podr apreciar que Kelsen, a travs de
esta construccin, pretenda dar autoridad y protagonismo al Tribunal Constitucional.
No consideraba una contravencin al derecho internacional la creacin de dicho rgano jurisdiccional constitucional, cuyas funciones de tutela alcanzaran incluso a la
normativa internacional. Adems, conceba al Tribunal Constitucional como el ente
competente encargado de ratificar la aprobacin de un tratado internacional, razn
por la cual su disensin respecto a la constitucionalidad del instrumento internacional
no provocara en ningn momento conflicto alguno frente al derecho internacional.
Ello al menos si se admita al Tribunal Constitucional como el nico rgano competente para determinar la adecuacin del tratado internacional a la normativa constitucional y, por lo tanto, para darle efectos erga omnes, del todo obligatorio. As, en el
supuesto de que el tratado internacional fuese aprobado y ratificado por los rganos
del Estado competentes y contraviniese el orden constitucional, se podra discrepar la
competencia de estos para hacerlo obligatorio.
8
Ibdem, pp.66-67.
51
Kelsen incluso prev, con mucha perspicacia, que aun en el supuesto de que el derecho internacional determinara el rgano estatal competente para la celebracin del
tratado y creara una regla por medio de la cual los estados no estuviesen obligados
a admitir la reserva de otro estado, de este control de constitucionalidad que consecuentemente podra anular total o parcialmente la normativa del tratado celebrado las disposiciones contrarias de la Constitucin no por ello seran menos vlidas.
Conclua aseverando que la anulacin del tratado se traducira, en todo caso, en no
ms que una violacin, que podra sancionarse con guerra desde el punto de vista del
derecho internacional.
Actualmente, sin embargo, en el mbito de la comunidad internacional jurdicamente organizada, y partiendo de la propia plataforma impuesta por el derecho internacional, se pueden hilvanar una serie de reglas, usos y prcticas, si no en todos los
casos drsticamente opuestos, s contrarios a los existentes en 1929 fecha en que se
escribi la citada obra. Tal como acertadamente Kelsen previ, segn la Convencin
de Viena sobre el Derecho de los Tratados (aprobada y ratificada por Guatemala),9 de
conformidad con los artculos 26 y 27, todo tratado en vigor obliga a las partes y debe
ser cumplido por ellas de buena fe, y una parte no podr invocar las disposiciones de
su derecho interno como justificacin del incumplimiento de un tratado. Esta norma
se entender sin perjuicio de lo dispuesto en el artculo 46.10
Tampoco debe dejarse de lado que, de conformidad con la parte considerativa del
Carta de la Organizacin de las Naciones Unidas y de lo preceptuado, principalmente,
en sus artculos 1.1, 2.3, 2.4 y 33 al 38, la solucin de las controversias entre estados (entre ellas el incumplimiento de un tratado internacional imputable a otro estado) debe
ajustarse a los medios pacficos regidos por el orden internacional; se prohbe as el uso
de la guerra enunciado por Kelsen o ello al menos supone una sancin internacional
e incluso puede facultar el empleo de la legtima defensa internacional.
Es posible entonces la inconstitucionalidad de un tratado internacional?
9
No obstante, debe tomarse en cuenta que permanece vigente la reserva que en su momento
se hizo en relacin al artculo 27 de dicha Convencin.
10
El artculo a que hace alusin esta ltima norma artculo 46, regula las causas de nulidad de los tratados. Sin embargo, estas se encuentran dirigidas nica o exclusivamente al hecho del
consentimiento de un Estado de obligarse a un tratado y el rgano competente para celebrarlos. Es
sobre ese supuesto que, si existiese una violacin al derecho interno eso s, solo si fuera concerniente exclusivamente en relacin a la competencia para celebrar tratados, este podra ser nulo.
52
que las leyes aprobatorias de tratados internacionales puedan ser impugnadas por la
va del control de su constitucionalidad, al igual que cualquier otro tipo de leyes.11
Aunque actualmente el papel del tribunal constitucional ideado por Kelsen sigue
siendo, en principio, el mismo, no es posible considerar la anulacin total o parcial
de un tratado internacional por el Tribunal Constitucional al menos no sin que ello
provoque la configuracin de un hecho internacionalmente ilcito12 y consecuentemente el nacimiento de una nueva obligacin internacional: la de reparar el dao ocasionado.13 No obstante, s es posible divisar los mismos efectos nugatorios, con aplicacin
exclusivamente en el plano interno del orden jurdico estatal, en relacin con aquellas
leyes a travs de las cuales se aprueban los tratados internacionales, siempre que hayan
sido declaradas inconstitucionales por un rgano o tribunal con poder-deber de ejercer control constitucional.
Al margen, conviene puntualizar que los sistemas constitucionales de Amrica
Latina no son particularmente hermticos en la atribucin de determinado rango a las
normas convencionales en el orden jurdico nacional del Estado, ya que buen nmero
de ellos se refiere en trminos bastante precisos a la posicin que ocuparn los tratados
internacionales en la ordenacin de sus respectivas fuentes normativas. Es evidente,
no obstante, que las tcnicas normativas adoptadas por uno u otro sistema guardan
muchas diferencias entre s y a menudo dan cuenta de realidades sociales e histricas que no se deben confundir.14 Pese a todo, el reconocimiento expreso en el orden
constitucional de una determinada jerarqua a los tratados se puede indicar como una
coincidencia fundamental que permite reunirlos en una misma categora de sistemas.
En ella se deberan integrar los sistemas constitucionales de Argentina, Colombia,
Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Mxico, Nicaragua, Paraguay, Per y
Venezuela, respecto de una categora especfica de tratados.
En el caso de Mxico, la determinacin de la jerarqua con la que las normas convencionales se incorporan al sistema jurdico interno supone remitirse directamente
a los criterios que, segn un importante sector de la doctrina mexicana,15 establece el
sistema por medio del artculo 133 de la Carta fundamental en vigor. Con arreglo a esta
norma, la Constitucin, las leyes del Congreso de la Unin que emanen de ella y todos
los tratados que estn de acuerdo con ella, celebrados y que se celebren por el presidente de la Repblica con aprobacin del Senado, sern la Ley Suprema de toda la Unin.16
11
Alan Brewer Caras: Estados de derecho y control judicial, Madrid: Instituto Nacional de
Administracin Pblica, 1987, p.72.
12
Sobre esta material se recomienda lectura de Manuel Diez de Velasco: Instituciones de derecho internacional pblico, Madrid: Tecnos, 16.a edicin, 2007, pp.819-841ss.
13
Con relacin a la obligacin de reparar y sus distintas modalidades (la satisfaccin, la restitucin y la indemnizacin), vase Diez de Velasco; o. cit., pp.852-857.
14
Con carcter general, Jos Mara Ruda: Relacin jerrquica entre los ordenamientos jurdicos internacional e interno: Reexamen de los problemas tericos, en Manuel Rama-Montaldo
(dir.): El Derecho internacional en un mundo en transformacin: Montevideo: Fundacin de
Cultura Universitaria, vol.I, 1994, pp.115ss.
15
Leonel Pereznieto Castro: El Art.133 Constitucional: una relectura; en Jurdica, n.o 25,
vol.II, Mxico, 1995, pp.277ss.
16
Conforme a lo que establece el referido artculo 133 de la actual Constitucin de Mxico.
53
Siguiendo a L. Pereznieto Castro, el examen de esta cuestin hace imprescindible superar una condicin previa, pues al hacer un anlisis textual de esta disposicin encontramos: en el caso de los tratados debe concurrir un supuesto fundamental y que
consiste en que estos sean conformes a la Constitucin, si este requisito es salvado,
entonces procede la jerarquizacin normativa.17 Superado este requisito preliminar,
una interpretacin somera podra encaminar a ver en el propio texto la prelacin de la
Constitucin respecto de la ley, y a esta y a aquella imperar sobre el tratado. No obstante, la disposicin establece: son Ley Suprema en toda la Unin, la Constitucin, las
leyes del Congreso que emanen de ella (o sea, de la Constitucin) y los tratados. Las
leyes del Congreso resultan en este contexto, normas derivadas de la Constitucin por
lo que necesariamente estarn en un nivel inferior a sta, no as los tratados, porque
estos solo deben cumplir con los criterios de identidad18 para ser admitidos en el sistema jurdico mexicano, []. Al no ubicarlos abajo de la Constitucin, el dispositivo
del artculo133 los ubica al mismo nivel jerrquico de sta.19 Sobre esa base, dice L.
Pereznieto Castro, propongo aqu situar a los dos sistemas jurdicos internacional y
nacional en un mismo rango, previo el reconocimiento de que el primero no sea contrario al segundo. Esta diversa formulacin permite enlazar a ambos rdenes jurdicos
en uno solo sin sumisin el uno al otro.20
En Argentina, el tema del control de la constitucionalidad de las leyes aprobatorias
de tratados internacionales no ha sido ajeno a la jurisprudencia existente. Debe advertirse, en todo caso, que en este pas andino opera un sistema de control constitucional
de tipo difuso, al igual que en los Estados Unidos de Amrica, por lo que los efectos
de la sentencia son entre otros nicamente aplicables en la dilucidacin de un
caso concreto. As, brevemente se puede referir que en el caso Cabrera c/Comisin
Tcnica Mixta de Salto Grande, la Corte Suprema de Justicia trat especficamente la
incompatibilidad entre un tratado y la Constitucin, dio prioridad a esta y declar en
consecuencia la inconstitucionalidad del artculo 4 del acuerdo de sede del 15 de septiembre de 1977 suscrito entre la Repblica Argentina y la Comisin Tcnica Mixta de
Salto Grande.21
En Venezuela ya han sido esgrimidos por el mximo tribunal constitucional los
principales argumentos que gravitan en torno a esta cuestin, los cuales encajan perfectamente en este orden de ideas. Dicho rgano jurisdiccional, plante las siguientes
objeciones con relacin al establecimiento de un control de constitucionalidad de las
leyes aprobatorias de los tratados internacionales:
Pereznieto Castro: o. cit., p.280.
Ibdem, pp.277ss. Estos criterios de identidad corresponden a una conceptualizacin que
hace Joseph Raz: El concepto de sistema jurdico (trad. de Rolando Tamayo y Salmorn), Mxico:
UNAM, 1986, dirigida a determinar en qu momento el tratado internacional pasa a formar parte
del sistema jurdico mexicano y que Leonel Pereznieto Castro interpreta, en este marco, como la
conformidad que requieren los tratados internacionales respecto de la Constitucin, la celebracin
de estos por el presidente de la Repblica y la aprobacin que de ellos haga el Senado.
19
Pereznieto Castro: o. cit., p.280.
20
Ibdem.
21
Sags: o. cit., p.143.
17
18
54
1. De existir la inconstitucionalidad de una ley aprobatoria de un tratado internacional, existira consecuentemente una violacin al principio pacta sunt
servanda.
2. Adems, las diferencias derivadas de la interpretacin o ejecucin de un
tratado internacional, se refieren exclusivamente a las partes contratantes, a
los Estados signatarios del acuerdo, pero en modo alguno a los ciudadanos
o sbditos de los Estados intervinientes, pues si bien el tratado internacional puede adoptar en el derecho interno la forma de una ley conforme a la
definicin que acoja cada tcnica constitucional, sigue, no obstante, conservando en la esfera internacional la naturaleza intrnseca de una convencin,
de un acuerdo de voluntades entre Estados, y como tal solo extinguible por
las vas aceptadas en el derecho de gentes o por los otros medios previstos por el consentimiento de los contratantes []. Ningn estado ostenta
poder jurdico para hacer prevalecer el imperio de sus propias leyes sobre
las de otro, y como quiera que no existe un tercer poder o norma supraestatal con autoridad incontestable sobre los miembros de la comunidad
internacional, es preciso concluir que los rganos jurisdiccionales de los
Estados vinculados por un tratado internacional no pueden anularlo total
o parcialmente por s y ante s, unilateralmente, aduciendo razones de orden jurdico interno.22 Por lo tanto, en caso de que exista antinomia entre
la Constitucin y la ley aprobatoria de un Tratado Internacional, se debe de
estar a favor de nuestros preceptos constitucionales pero no por la va jurisdiccional de anulacin unilateral, sino por las vas reconocidas en el derecho
internacional: la denuncia de un tratado [] ante la imposibilidad jurdica
del mximo organismo jurisdiccional para declarar e imponer la nulidad del
expresado Tratado, entrara a funcionar entonces la cooperacin prevista en
la Constitucin.23 Aunque el Estado Venezolano carece de poder jurdico
para anular jurisdiccionalmente por s y ante s con efectos erga omnes un
Tratado, es indudable que en cada caso concreto de colisin sometido a su
decisin, los tribunales venezolanos deben aplicar por mandato legal la norma constitucional con preferencia a cualquier otro texto de ley, incluso los
tratados internacionales.24
Sin embargo, estos razonamientos incitaron las crticas que a continuacin se someramente se presentan:
1. La Corte venezolana confunde el acto aprobatorio (ley) y el acto aprobado
(tratado). El acto de aprobacin constituye un acto de control (ley aprobatoria) accesorio; el tratado aprobado, el acto controlado y principal.25
22
23
24
25
Ibdem, p.73.
Ibdem, p.74.
Ibdem.
Ibdem, p.75.
55
2. Siendo distintos, la ley aprobatoria sera impugnable por va de la inconstitucionalidad, y no as el tratado. La declaratoria de la nulidad de la primera no
tendra que afectar jurdicamente al tratado ni al principio pacta sunt servanda.26 El Estado debera, en consecuencia, estar sujeto internacionalmente al
tratado hasta tanto no se le ponga fin por las vas del derecho internacional.
En todo caso, la declaratoria de nulidad de la ley aprobatoria debe provocar
inmediatamente la denuncia del Tratado.27 Adems, es absurdo pretender
que las leyes aprobatorias de tratados puedan inaplicarse, en casos concretos, por cualquier juez [] y que en cambio no puedan ser objeto de control
directo.28
3. Aunque [] la Ley aprobatoria se limita a aprobar el tratado, no puede, por
supuesto, introducirle modificaciones, ni puede ser reformada o derogada
posteriormente. Pero el hecho de que sea una Ley especial y sui generis no le
quita su carcter de Ley, susceptible de ser controlada por inconstitucionalidad [].29
A juicio de Brewer Caras:
[] el problema de la declaratoria de inconstitucionalidad de las leyes aprobatorias de los Tratados, radica en los efectos de tal declaratoria en el mbito
de las obligaciones internacionales de la Repblica. En efecto, la declaratoria de
nulidad, por inconstitucionalidad de una Ley aprobatoria de un Tratado internacional, por la Corte Suprema de Justicia implica, necesariamente y por la colaboracin que los poderes del Estado deben tener entre s, que el Ejecutivo Nacional
debe poner fin al Tratado por las vas autorizadas por el Derecho Internacional
Pblico. Por supuesto, esto puede comprometer la responsabilidad internacional
de la Repblica, la cual debe ser asumida por el Estado. [] en todo caso, la
supremaca constitucional y el control de la constitucionalidad de las leyes no
pueden ser sacrificados por los compromisos internacionales. La Repblica debe
asumir estos, y sus responsabilidades internacionales, cuando una Ley aprobatoria de un Tratado sea declarada nula, por inconstitucionalidad [].30
Desde nuestra perspectiva, todo lo anterior apunta a una serie de juicios que
brevemente sintetizaremos a continuacin, partiendo del propio contexto jurdico
guatemalteco.
26
27
28
29
30
Ibdem.
Brewer Carias: o. cit., p.75.
Ibdem, p.76.
Ibdem.
Ibdem.
56
4. Referencia a Guatemala
4.1. Regmenes en presencia
En Guatemala la jerarqua interna de las normas convencionales en el sistema constitucional se funda en dos regmenes diferenciados: un rgimen particular, especfico
para cierto tipo de convenios internacionales, y un rgimen general, aplicable al resto
de los tratados. El rgimen particular comprende todo el mbito de los tratados o
convenios celebrados en materia de derechos humanos, para los que la Constitucin
establece el principio general de que los tratados y convenios aceptados y ratificados
por Guatemala en esta materia tienen preeminencia sobre el derecho interno.31 La
superioridad subrayada por la disposicin debe remitir necesariamente a la estructura
de las fuentes normativas del ordenamiento nacional, para situar en el vrtice de la pirmide interna las normas convencionales de derechos humanos. Pero la preeminente
situacin de esta categora de convenios en la estructura jurdica del ordenamiento es
concluyente sobre el derecho interno en su conjunto, por lo que su supremaca subordina incluso a la propia norma constitucional. En consecuencia, los convenios internacionales sobre derechos humanos se erigen en norma supraconstitucional en el orden
jurdico de Guatemala.32
El rgimen general, por su parte, se extiende a todas las categoras de tratados no relativas a los derechos humanos y se estructura, de modo esencial, con base en el principio de control de constitucionalidad que contempla el sistema. A este efecto, la Corte
de Constitucionalidad33 tiene entre sus funciones la de emitir opinin sobre la constitucionalidad de los tratados, convenios y proyectos de ley, a solicitud de cualquiera de
los organismos del Estado.34 Sobre esta base, los tratados internacionales debern conformarse siempre a las disposiciones de la norma fundamental excepcin hecha de
los relativos a los derechos humanos, evidentemente, con la posibilidad de reformar
32
57
58
59
en cualquier peticin que algn interesado promueva, ya sea que se pretenda con efectos erga omnes cesar en sus efectos jurdicos una ley (inconstitucionalidad general o
abstracta) o bien nicamente en determinado caso concreto (inconstitucionalidad por
va indirecta o en caso concreto). Por lo tanto, si se iniciase un proceso de inconstitucionalidad abstracta en contra de la ley que aprueba dicho tratado la cual traslada
los efectos jurdicos generales al orden interno y sobre la cual debe estar encaminada
la accin, la Corte de Constitucionalidad, en su condicin de tribunal supremo de
jurisdiccin constitucional, sera la primera llamada a defender y observar el principio
antes enunciado, e invariablemente a sealar la inconstitucionalidad en caso de que
esta exista.
Para el jurista nacional Francisco Villagrn Kramer, el problema debe abordarse
distinguiendo entre los conflictos que ponen de manifiesto la incongruencia entre la
Constitucin y un tratado cuando el tratado es anterior a la Constitucin y cuando es
posterior a ella. En el primer supuesto,
[] la norma constitucional es la que no guarda congruencia con el tratado,
por lo que la Corte, por s misma no puede, dejar sin efecto la norma constitucional, toda vez que carece de esa potestad, ms si puede, despus de constatar la
incongruencia normativa, hacer consideraciones en torno a la conveniencia de
que el Presidente de la Repblica o el Congreso examinen la necesidad de reformar la Constitucin, a fin de suprimir la causa o razn del conflicto. En el caso
de inconstitucionalidad de un tratado que es posterior a la Constitucin, la Corte
puede por un lado opinar, y por el otro constatar y declarar la inaplicabilidad por
inconstitucionalidad del tratado, ms no puede anularlo, y ello, por los efectos
y consecuencias jurdicas que apareja la nulidad, y porque solo el Presidente de
la Repblica puede en Guatemala desligar al Estado de un tratado mediante su
denuncia. La Corte puede, desde luego, apuntar el camino a seguir. En el nterin,
el Ejecutivo puede hacer saber al rgano encargado del depsito de ratificaciones
y a las otras en el tratado que suspende por el trmino de tres meses, ya sea la disposicin inconstitucional o todo el tratado, segn el caso, siguiendo para ello el
procedimiento previsto en el artculo 65 de la Convencin de Viena de 1969 sobre
el Derecho de los Tratados que fuera ratificada por Guatemala, a fin de resolver si
negocia la reforma del tratado o si lo denuncia.40
Conforme a lo expuesto y a efecto de esclarecer y replicar posteriormente lo apuntado, en primer lugar se debe encaminar enfticamente el problema, siempre con relacin a la ley que integra o incorpora al tratado internacional dentro del marco jurdico
vigente en el orden interno, ya que en caso contrario tal como concluye el citado
autor se estara dotando a la Corte de Constitucionalidad de una potestad que no
le atae: la de anular o desligar al Estado de la vinculatoriedad del tratado en el plano
40
Francisco Villagrn Kramer: Derecho de los tratados, Guatemala: S&G Editores, 2.a ed.,
1995, p.2003.
60
internacional. Entendido esto, sin embargo, cabe objetar que, si se admite el poder
y deber de la Corte de Constitucionalidad para declarar la inconstitucionalidad (o
inaplicabilidad, en el trmino utilizado por el autor) de la ley que incorpora el tratado
dentro del marco jurdico nacional, no puede considerarse til ya ni mucho menos
vlida la distincin cronolgica entre un tratado aprobado con anterioridad a la
Constitucin o bien con posterioridad a ella. En ambos supuestos, el parmetro de
medicin de su constitucionalidad ser siempre la Constitucin en vigor, y en consecuencia en ambos casos (y no solo con respecto a los tratados aprobados con posterioridad a la Constitucin) la Corte de Constitucionalidad podr declarar la inconstitucionalidad que eso s solo en el plano del derecho interno provocar la cesacin
de efectos jurdicos de la ley que introduce en el marco jurdico vigente dicho tratado
internacional.
Lo anterior requiere las siguientes consideraciones:
1. Las leyes aprobatorias de los tratados internacionales no dejan de ser disposiciones normativas con carcter general. Si ello es jurdicamente valido,
tambin lo es que en virtud del principio de supremaca constitucional, recogido en la Constitucin Poltica de la Repblica (artculos 44, tercer prrafo,
175 y 204), todas las leyes deben sujecin a la normativa constitucional, y es
por ello precisamente que el constituyente ha ordenado a todos tribunales de
justicia que en toda resolucin o sentencia observen obligadamente el principio de que la Constitucin de la Repblica prevalece sobre cualquier ley o
tratado. Por lo tanto, tan nulas ipso iure son las leyes que violan o tergiversan
los mandatos constitucionales como las sentencias o resoluciones que, amedrentando la supremaca constitucional, otorguen primaca a lo establecido
por un tratado.
2. En el supuesto de que exista contradiccin entre lo preceptuado por un tratado internacional y lo enunciado por la normativa constitucional, si no se
reconociese la supremaca de la segunda de estas sobre la primera, se estara
sustituyendo la voluntad del legislador constituyente y, a la postre, frente a
una reforma o abrogacin de las propias prescripciones constitucionales.
3. El tribunal constitucional (en el caso particular de Guatemala, la Corte de
Constitucionalidad), conociendo en su modalidad concentrada, est llamado por mandato constitucional a defender el orden constitucional. Es en esta
direccin que se lo ha dotado del conocimiento y la resolucin de las garantas necesarias para alcanzar semejante fin; entre ellas, la inconstitucionalidad de las leyes en forma general o abstracta: remedio preciso para poner
freno y expulsar todas aquellas normativas jurdicas aun los mismos tratados internacionales que se atrevieran a ponerla en entredicho, al desbordar
en sus contenidos las extensiones prescritas por las lneas matrices magnas o
supremas.
4. Nada obsta, pues, para afirmar que, frente a un tratado internacional que se
tie de inconstitucionalidad, jurdicamente (artculos 44 tercer prrafo, 175,
61
62
al derecho interno estatal. Nos estamos refiriendo, pues, al control represivo de los
tratados internacionales.
Aunque algunos respetados tratadistas promueven como solucin nicamente el
control previo u oficioso del mximo tribunal constitucional y entrarn en pnico ante
la sola idea de admitir un posible control represivo de los tratados internacionales, ello,
desde nuestra modesta apreciacin, es burdamente insuficiente.43 Si bien un control
previo u oficioso44 asegura que el tratado internacional no entre en vigor hasta que
se asegure su compatibilidad con el ordenamiento jurdico interno de forma y de
fondo,45 qu pasara si dicho tratado internacional, al haberse prolongado su vigencia, posteriormente entrase en conflicto con nuevas disposiciones constitucionales,
distintas obviamente a las dispuestas en el momento de su suscripcin? O bien, qu
solucin se podra dar en el supuesto extrao por cierto, pero no imposible de que
el Tribunal Constitucional cambiase determinada interpretacin de las disposiciones
constitucionales y considerara incompatibles con el tratado internacional algunas que
en su jurisprudencia anterior consider compatibles?
La pregunta en el fondo sigue siendo la misma, solo que ahora con un matiz distinto: Puede declararse, en los supuestos antes mencionados, inconstitucional la ley que
incorpora al derecho interno el tratado internacional cuando este ya se ha incorporado
a aquel vlidamente (control represivo o a posteriori)?
Para algunos (indudablemente en su mayora internacionalistas) la respuesta es una
categrica negativa. Ello debido a que, en estos ltimos supuestos, la nica solucin
posible debera ser, respectivamente: 1)reformar la Constitucin (debido a que el constituyente debi haber advertido el compromiso internacional previamente adquirido
43
Tal es el caso de Humberto Nogueira Alcal, quien considera que, partiendo de una perspectiva de responsabilidad y coherencia del Estado de Derecho Constitucional y de los propios
principios generales del derecho internacional, es obligatorio que los tratados solo puedan tener
control de constitucionalidad en el proceso de su incorporacin al derecho interno, control que
debiera ser obligatorio quedando inhibido el control de constitucionalidad cuando las normas de
derecho internacional se han incorporado vlidamente al derecho interno, ya que de lo contrario
se vulnera conscientemente y de mala fe el principio esencial de primaca del derecho internacional vlidamente incorporado, adems, quedara facultado el Estado para determinar unilateralmente si cumple o no sus obligaciones internacionales. Coherentemente con el principio de buena
fe y de seguridad jurdica no puede existir control de constitucionalidad represivo de los tratados. Humberto Nogueira Alcal: La soberana, las constituciones y los tratados internaciones en
materia de derechos humanos: Amrica latina y Chile, en Eduardo Ferrer Mac-Gregor (coord.):
Derecho procesal constitucional, tomo II, Mxico: Porra, 2003, p.1842.
44
Como es el caso del ordenamiento colombiano, donde el control de constitucionalidad
de los tratados internacionales es posterior en cuanto se trata de una ley que ya ha sido sancionada por el Presidente de la Repblica, una vez agotado el trmite en el Congreso, pero es previo
en cuanto el pronunciamiento de la Corte debe anteceder al perfeccionamiento del instrumento
internacional, el cual no puede darse sin que exista el fallo de constitucionalidad correspondiente. Ernesto Rey Cantor: Derecho procesal constitucional en Colombia, en Eduardo Ferrer MacGregor (coord.): Derecho procesal constitucional, tomo II, Mxico: Porra, 2003, tomo IV, p.3006.
45
En efecto, el examen es de forma, y opera en dos vas: a)en cuanto a la representacin y
competencia del Estado legalmente ejercida, y b)con relacin al procedimiento seguido por el
Congreso para la emisin de la ley (interna corporis). Y de fondo, en cuanto supone efectuar una
comparacin entre el ajuste que deben guardar las disposiciones del texto del tratado internacional
y los preceptos constitucionales.
63
64
Con relacin al juicio emitido, el entonces magistrado Mario Guillermo Ruiz Wong,
con voto disidente, se opuso fervientemente a dicha resolucin, de manera tal que conjuga desde nuestra particular ptica, si no todos, al menos la mayora de los argumentos sealados por la doctrina respecto a la no admisibilidad o procedencia de un
control constitucional represivo de tratados internacionales. El citado jurista sostiene
las siguientes argumentaciones:
1. Una norma internacional, una vez incorporada vlidamente al derecho interno, no puede ser objeto del control represivo de constitucionalidad de las
leyes, sin incurrirse en una violacin de lo dispuesto en el artculo 27 de la
Convencin de Viena sobre el Derecho de los Tratados []. En un rgimen como el que se propone en el artculo 149 constitucional encaminado
sobre la perspectiva de responsabilidad y coherencia con los principios del
Estado de Derecho Constitucional, y los principios generales del Derecho
Internacional, se exige que los tratados solo pueden tener control de constitucionalidad de sus preceptos, en el proceso de su incorporacin al derecho
interno, quedando inhibido el control de constitucionalidad cuando las normas de derecho internacional se han incorporado vlidamente al derecho
interno; de manera que no entenderlo as implicara vulnerar consciente y
de mala fe el principio del derecho internacional vlidamente incorporado.
2. El Estado de Guatemala, libremente, en cada una de las etapas de creacin
del Tratado Constitutivo del Parlamento Centroamericano y otras instancias
Polticas, pudo decidir el suscribirlo o no, o bien el advertir en l contravencin a normas de la Constitucin Poltica vigente y formular reservas
respecto de la normativa infractora del texto constitucional; y al no haberse
realizado reserva alguna e incorporado al ordenamiento jurdico interno dicho tratado por aprobacin por parte del Organismo Legislativo y ratificacin por el Organismo Ejecutivo, ahora el Estado de Guatemala no podra
declarar la inconstitucionalidad de normas de un tratado internacional []
ya que de hacerlo de esa manera, tal actitud implica una marcada violacin
de los artculos 26 y 27 de la citada Convencin, lo cual genera responsabilidad internacional para el Estado de Guatemala.
3. En la sentencia se considera que los tratados internacionales estn sujetos
al control abstracto de constitucionalidad. Por ello, en caso de que una regulacin de carcter internacional convencional aceptada y ratificada
por Guatemala, sea declarada inconstitucional por esta Corte, no podr ser
aplicada o invocada dentro del Estado ni por l mismo o sus funcionarios
y habitantes. Sin embargo, [] tal argumento carece absolutamente de
Interno, por lo que, en caso una regulacin de carcter internacional convencional, aceptada
y ratificada por Guatemala, sea declarada inconstitucional por esta Corte, no podr ser aplicada o
invocada dentro del Estado ni por el mismo o sus funcionarios y habitantes, circunstancia que no
afecta su validez en el mbito internacional ni los efectos e implicaciones que ello conlleve en esa
competencia.
65
66
67
no declar inconstitucional dicho decreto sino el tratado mismo, si bien con efectos
exclusivamente para el Estado de Guatemala. Existi, pues, confusin entre lo que ya
antes se ha denominado acto aprobatorio ley o decreto y el acto aprobado tratado. Pese a que la Corte de Constitucionalidad admiti que los efectos de dicha declaratoria (anulabilidad) no se aplicaran sino estrictamente al orden jurdico interno,
al no referirse a la ley aprobatoria del tratado careci de una conexin lgica y jurdica
que sustentase su inconstitucionalidad con efectos exclusivamente para el Estado de
Guatemala del propio tratado internacional.
Como se ha venido recalcando, lo que se puede controlar por va de la inconstitucionalidad es el acto aprobatorio, no el acto aprobado. Lo que la Corte de Constitucionalidad
provoc, en realidad, fue una denuncia parcial (de hecho) del tratado internacional,
cuestin que es imposible justificar desde un punto de vista internacional y aun desde
la ptica del derecho constitucional. En todo caso, conviene preguntarse cul fue la
justificacin que encauz el actuar de la Corte de Constitucionalidad. Y aunque humanamente es imposible desentraar un raciocinio que se desconoce, nos atrevemos
a realizar las siguientes consideraciones.
En primer lugar, debe recordarse que la ley o el decreto incorporan al orden interno el tratado internacional de forma ntegra, sin deslindar a travs de un articulado
especfico cada una de las normas convencionales. Por ello, cuando solo unas cuantas
de esas normas chocan con la normativa constitucional, parece difuminarse o ponerse
en entredicho la viabilidad de declarar su inconstitucionalidad parcial. De ah que algunos estimen que el procedimiento debera ser declarar la inconstitucionalidad total
del decreto o la ley aprobatoria. Y posteriormente, o bien que la magistratura constitucional seale al poder constituido competente las normas inconstitucionales para
que este proceda a su denuncia parcial (siempre que ello sea posible),51 o bien que se
reforme la Constitucin para que guarde armona con la disposicin internacional, o
bien, en ltima caso, que se realice la denuncia total del tratado internacional.
El primer supuesto la denuncia parcial constituira, segn el derecho de los tratados, una excepcin a la regla general, por cuanto un Estado queda siempre obligado
y facultado, en principio, a denunciar la totalidad del tratado internacional.52 De ah
que no parezca la salida ms idnea, ya que en la mayora de los casos, a costa de unas
cuantas normas internacionales teidas de inconstitucionales, se estara sacrificando
el resto de la preceptiva internacional. Adems, aun en el supuesto muy lejano de que
se pudiese proceder a su denuncia parcial, al ya haberse declarado inconstitucional
totalmente el decreto que incorpora el tratado al orden interno, cul podra ser la
senda legal para incorporarlo nuevamente? Emitirse un nuevo decreto? Emitirse una
nueva sentencia que aclare el panorama? Ninguna parece ser la salida correcta.
Supongamos ahora que la magistratura declarase inconstitucional todo el decreto
en mencin y se propusiese una reforma a la Constitucin. El problema radica aqu en
51
De conformidad con el artculo 44.1. de la Convencin de Viena sobre el Derecho de los
Tratados.
52
Procede nicamente cuando las partes as lo hayan dispuesto o el tratado lo permita (artculo 44.1. de la Convencin de Viena sobre Derecho de los Tratados).
68
que, aunque dicha reforma se promueva, ello no asegura que ser aprobada o uniforme en cuanto al criterio esgrimido. Y aun si lo fuera, en el nterin (que seguramente
no ser corto) el tratado internacional conservara sus efectos jurdicos en el mbito
internacional pero carecera de ellos en el mbito nacional. Por lo tanto, el remedio no
es seguro ni, mucho menos, eficiente.
En la ltima de las hiptesis, si se declarara inconstitucional totalmente la ley aprobatoria del tratado internacional por unas cuantas normas internacionales que choquen con la normativa constitucional y se debiese denunciar totalmente el tratado
ya que, como se ha dicho, en la mayora de casos no ser admitida la denuncia
parcial, se estara a la postre, al igual que en el primer supuesto, sacrificando el contenido ntegro de las disposiciones internacionales por unas cuantas normas que a
menudo no sern trascendentes en relacin con la importancia del tratado en general.
Esta ltima solucin, entonces, tampoco parece la ms correcta.
Lo ms apropiado parecera ser considerando el carcter sui generis del decreto
o ley relacionado la declaratoria de inconstitucionalidad parcial, respecto al artculo
especfico mediante el cual se dinamiza la incorporacin del instrumento internacional al orden estatal. En este caso, la magistratura constitucional debera hacer la salvedad de que todos los artculos aprobados son constitucionalmente vlidos, excepto
aquellos enunciados al efecto. Esta sera la interpretacin a imponer, pero huelga decir que nicamente sera aplicable cuando existiese una inconstitucionalidad parcial
del tratado internacional.53 As, el tratado sera nicamente inaplicable en el territorio
nacional, en orden a aquellas normas que adolecieran de inconstitucionalidad, pero
pervivira conforme a las reglas del derecho internacional. Se evitaran as, a nuestro
parecer, los males sealados en los supuestos anteriores.
69
internacional que conllevara dicho actuar. En caso de que la inconstitucionalidad fuese parcial, la ley aprobatoria se puede declarar inconstitucional pero nicamente de
forma parcial, y la magistratura constitucional debe imponer la final interpretacin
respecto a aquella normativa. Advirtamos que en ambos casos, conforme a la dinmica antes expuesta, el hecho de habilitar al tribunal constitucional el control constitucional de los tratados internacionales salvo la excepcin hecha en materia de derechos humanos no equivale a un poder omnmodo, sino a una funcin muy delicada
que requiere las ms prudente mesura en su ejercicio. La magistratura no debe estar
alejada de esta realidad, sino ser consciente de que sobre sus hombros no solo pesa el
afn de justicia, sino tambin el compromiso internacional que inexorablemente deber asumir el Estado como corolario a su operar.
Por otra parte, aunque ciertas doctrinas del derecho internacional (verbigracia, la
doctrina de los actos propios) tengan plena validez en el orden externo, en muchos
casos no hacen sino mancillar las reglas matrices constitucionales. Nos oponemos a
ello, no porque en todos los casos sean errneas, sino porque las perspectivas e interpretaciones no han sido las adecuadas. He aqu el trabajo del jurista, he aqu el advenimiento de una deuda y un compromiso, pero no simplemente con la patria, sino
principalmente con el raciocinio y la justicia.
cierta esttica lo disconforme, generando, en el mayor de los casos, una serie de contradicciones e
incoherencias que engarzaran en inseguridad jurdica.
!!!
!"#$%&'(%")$*%"+$,")$-%#.'+#*(.'%#)*%/&$&0)$*%"+##
RESUMEN
El impacto de principios del derecho internacional pblico sobre el orden constitucional es un importante
fenmeno del constitucionalismo moderno. El proceso de internacionalizacin del orden constitucional se
alimenta esencialmente de tres fuentes: los derechos humanos, los estndares democrticos y los principios del derecho internacional econmico. La absorcin de parmetros internacionales por la normatividad
constitucional depende de la receptividad de las leyes fundamentales y de la interpretacin constitucional
para tal proceso. Sera inadecuado considerar esta internacionalizacin solo como amenaza para la autonoma constitucional de los estados. Ms bien, la orientacin hacia estndares internacionales facilita la
capacidad de reaccin de los estados a novedosos desafos mediante la cooperacin internacional y fomenta
la legitimidad del Estado a travs de los valores esenciales que fundamentan la comunidad internacional
en derecho. La normatividad internacional incorporada al orden constitucional contribuye a la realizacin
de good governance.
72
neuartige Herausforderungen zu reagieren, und frdert die Legitimitt des Staates mit Hilfe der wesentlichen Werte, die der internationalen Gemeinschaft als Grundlage dienen. Die in die Verfassungsordnung
bernommene internationale Normativitt trgt zur Umsetzung der good governance bei.
Keywords: human rights, international economic law; democratic rule of law, national legal
order, international law, constitutional courts, Germany, Latin America.
73
74
75
siempre y cuando esto sea metodolgicamente posible.10 Este mandato se hace extensivo a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Como puede observarse, este
modelo, que parte del dualismo entre derecho internacional y derecho constitucional,
termina por aproximarse al postulado de primaca de proteccin de los derechos humanos consagrados en convenciones internacionales.
En muchos pases iberoamericanos, la Constitucin concede a los tratados internacionales de derechos humanos validez privilegiada en el orden jurdico interno.11 En
este proceso de internacionalizacin del orden constitucional, la Sala Constitucional
de la Corte Suprema de Costa Rica ha llegado muy lejos al otorgar a los derechos proclamados en la Convencin Americana rango supraconstitucional.12
76
Sentencia del Tribunal Constitucional alemn, BVerfGE 101, 361 (regla 4).
Vase al respecto, en referencia a la relacin libertad de prensa y proteccin a la esfera privada, el caso Carolina de Hannover / Repblica Federal de Alemania, en Neue Juristische
Wochenschrift (NJW), 2004, pp. 2647ss.
17
Corte Europa de Derechos Humanos, caso Probstmeier ./ Deutschland, RJD 19-IV, en
Europische Grundrechte Zeitschrift (EuGRZ), 1997, p. 405; vase tambin EGMR, Voggenreiter
./ Deutschland, en EuGRZ, 2004, p.150.
18
Corte Europea de Derechos Humanos, caso Opuz v. Turkey, n.o 33401/02, 9 de junio de
2009.
19
Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas
Tingni / Nicaragua, 31 de agosto de 2001, serie C, n.o79, 149.
15
16
77
tradicional explotacin que sirven de base para perpetuar la forma de vida tradicional
de tales comunidades indgenas o comunidades tnicas equiparables.20
A partir de la garanta de propiedad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha establecido condiciones concretas a la explotacin de recursos naturales por terceros, a saber: 1)la participacin de las comunidades afectadas en la toma de decisiones
sobre la explotacin de recursos; 2)la participacin en los beneficios econmicos obtenidos, y 3)el requerimiento de estudios de impacto ecolgico y social.21 Estas condiciones son de trascendental importancia para la explotacin de recursos naturales; por
ejemplo, en la minera, en la construccin de represas o en el tendido de oleoductos.
4. Estndares democrticos
Los estados participantes en la Organizacin para la Seguridad y la Cooperacin en
Europa (OSCE) reconocen en la Carta de Pars, de 1991, la existencia de un ncleo de
principios del orden estatal, a saber: los derechos humanos y las libertades fundamentales, el principio de Estado de derecho y el principio de pluralismo.22 Estos estados
reconocen, junto con este ncleo, el principio de solidaridad respecto de gobiernos
legtimamente elegidos en los casos de derrocamiento por vas no democrticas.23
Conforme con el artculo9 de la Carta de la Organizacin de Estados Americanos
(OEA), la Asamblea General de la OEA puede suspender los derechos de participacin de los estados miembros, cuando su gobierno configurado democrticamente es
depuesto de manera violenta. La Carta Democrtica Interamericana, adoptada por la
Asamblea General de la OEA en el 2001, prev la suspensin de derechos de participacin, cuando en un estado miembro acontece una ruptura del orden democrtico
(artculo21).
En el ao 2009, tras el derrocamiento del presidente elegido y su deportacin forzosa a otro pas, la Asamblea General de la OEA suspendi los derechos de participacin de Honduras. El caso es bastante complejo: el presidente haba perdido su
investidura por haber buscado la reeleccin contrariando una prohibicin absoluta de
la Constitucin de su pas, que tiene el carcter de clusula ptrea. Tanto el Congreso
como el ms alto tribunal de Honduras se pronunciaron en favor de la prdida del
cargo correspondiente y de la eleccin de un nuevo presidente por el Congreso. Estas
decisiones se basaron en supuestos y en un procedimiento dudoso desde la perspectiva del principio de Estado de derecho. De todas maneras, el caso muestra el modo
y la fuerza con que las normas de derecho internacional y de derecho constitucional
se encuentran actualmente entrelazadas. Tambin revela el modo como los rganos
20
Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Pueblo Saramaka / Surinam, 28 de noviembre de 2007, serie C, n.o172, 122.
21
Ibdem, 129ss.
22
Bull. BReg. 1990, n.o137, p.1409; Europische Grundrechte Zeitschrift (EuGRZ), 1990, p.517.
23
Conferencia sobre la dimensin humana de la Conferencia sobre Seguridad y la
Cooperacin de 1991, Encuentro de Mosc, documento, en Europische Grundrechte Zeitschrift
(EuGRZ), 1991, p.495.
78
estatales tienen que compartir con instancias internacionales sus prerrogativas de interpretacin relativas a la evaluacin de hechos controvertidos.
La importancia y el sentido de la cuestin de una prioridad entre principio democrtico o principio de Estado de derecho es discutible, por cuanto las estructuras democrticas y del Estado de derecho se condicionan mutuamente a partir de cierto nivel
de desarrollo econmico y de proteccin de los derechos humanos. Al respecto resulta
caracterstico el hecho de que el Convenio Europeo de Derechos Humanos se remita a
la perspectiva de una sociedad democrtica cuando se trata de justificar ciertos ataques
en los derechos y libertades por l protegidos.24 Por lo dems, la experiencia muestra
que un orden democrtico estable depende siempre de un mnimo nivel de Estado de
derecho y de pluralismo.
Corrientes en el mundo occidental urgen una democratizacin de ciertos pases,
sin poner atencin en la necesidad de crear condiciones suficientes y adicionales para
un Estado de derecho y un pluralismo sostenible. Algunas voces provenientes de la
ciencia poltica norteamericana advierten sobre los riesgos de las llamadas democracias no liberales, esto es, democracias basadas en la pura ley de mayoras, sin garantas confiables de pluralismo y derechos de minoras, y sin condiciones materiales de
una democracia funcional.25 Con razn, la Corte de Estrasburgo ha recordado que, de
acuerdo con una comprensin moderna de los derechos humanos, no puede existir
democracia sin pluralismo.26
79
en la aplicacin del derecho. Tales garantas fomentan el desarrollo de la cultura jurdica en los pases anfitriones en beneficio de los propios ciudadanos. La obligacin
contractual de tratamiento justo y equitativo (fair and equitable treatment) a la inversin extranjera desempea un papel clave.28 Este principio garantiza consistencia, la
claridad y la transparencia en el derecho nacional y en su aplicacin.29
El comportamiento de un estado en la proteccin a la inversin es, justamente, un
agudo indicador de la actitud asumida frente a ciertas posiciones de propiedad y, en
general, frente a la seguridad jurdica. En la Repblica Popular de China, la proteccin
contractual a las operaciones de capital extranjero, as como multiplicidad de acuerdos
de proteccin a la inversin, han precedido a la adopcin de la proteccin del derecho
de propiedad en la Constitucin. En el marco de la discusin sobre la proteccin de
la propiedad de nacionales chinos, conforme con su propio derecho, la remisin a la
posicin protegida de la inversin extranjera es un argumento de peso.
La proteccin contractual a la inversin no solo repercute sobre las estructuras de
pases en vas de desarrollo o de pases con economas emergentes. Tambin los pases
desarrollados industrializados, como Alemania, experimentan actualmente el modo
como su orden jurdico y su prctica administrativa son puestos a prueba con el rasero
de los tratados de proteccin a la inversin. Un ejemplo actual lo brinda la demanda
de la empresa sueca de energa Vattenfall contra la Repblica Federal Alemana por la
imposicin de cargas limitantes en el establecimiento y la operacin de una planta termoelctrica de carbn en Hamburgo. Segn la demanda, estas limitaciones contraran
ciertos acuerdos previos y expectativas legtimas del inversionista. En este sentido,
Vattenfall invoca una infraccin del Tratado sobre la Carta de Energa, en particular
de la clusula de tratamiento justo y equitativo.30
6. Derecho comparado
En el mtodo de derecho comparado se puede encontrar una forma suave de la internacionalizacin. La perspectiva comparatista proporciona una beneficiosa herramienta
de interpretacin constitucional. Ella integra el proceso de indagacin jurdica, en los
diferentes biotopos jurdicos constituidos por una diversidad de casos concretos. Con
ello se ofrece un buen fundamento para la verificacin de ciertos supuestos y consecuencias de la interpretacin constitucional. Hoy en da, la Corte Suprema de los Estados
Unidos, que en el pasado evidenciaba ms bien una comprensin introvertida de la
Constitucin, reconoce el valor hermenutico de tal perspectiva comparatista.31 Entre
Vase al respecto Rudolf Dolzer y Christoph Schreuer: Principles of International Investment
Law. Oxford, 2008, pp. 119ss.
29
International Centre for the Settlement of Investment Disputes (Additional Facility):
Tecmed S.A. v. The United Mexican States, International Legal Materials 43 (2004), p. 33, 154.
30
Caso ARB/09/6, Vattenfall AB, Vattenfall Europe AG, Vattenfall Europe Generation AG &
Co. KG v. Federal Republic of Germany, ICSID, archivado el 17 de abril de 2009.
31
Casos Lawrence v. Texas (539 U.S. 12, 16, 2003); Atkins v. Virginia (536 U.S. 12, 2002) y Roper
v. Simmons (U.S. 4, 2005).
28
80
81
de identidad estatal, a la que tambin el Tratado de Lisboa rinde tributo en pro de los
estados miembros de la Unin Europea.35
De esta manera, la bsqueda de un balance entre autonoma y elstica apertura a la
normatividad internacional se convierte en tarea constante del orden constitucional.
El Estado debe continuamente reasumir esta tarea en aras garantizar un futuro viable
de la propia sociedad y de la Constitucin como living instrument, y tambin en inters
de la comunidad internacional.
35
Artculo 4.2 del Tratado de la Unin Europea: La Unin respetar la igualdad de los
Estados miembros ante los Tratados, as como su identidad nacional, inherente a las estructuras
fundamentales polticas y constitucionales de estos, tambin en lo referente a la autonoma local
y regional. Respetar las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto
garantizar su integridad territorial, mantener el orden pblico y salvaguardar la seguridad nacional. En particular, la seguridad nacional seguir siendo responsabilidad exclusiva de cada Estado
miembro.
84
ABSTRACT
Classifying cases into easy and difficult is not proper because this entails an unrestricted application of the
law, and therefore it does not recognize other elements that are commonly resorted to for the solution of
the cases submitted to courts. A classification that recognizes principles of its own allows for a three-case
classification by including the different case that must be solved by the constitutional judge. This classification is justified because we are not always bound to be treated equally, and there are times in which
we need to be treated differently. And it is precisely under the principles of equal and different treatment
where the individual becomes important.
1. Introduccin
Mucho se ha dicho sobre los casos fciles y los casos difciles. Dworkin, por ejemplo,
seala que cuando un asunto sometido a la consideracin de un juez no se puede
subsumir claramente en la hiptesis establecida en la ley estaramos hablando de un
caso difcil.1 El caso fcil ser en otro sentido aquel que puede ser subsumido claramente en la hiptesis establecida en la ley. As que, desde esta perspectiva, el punto
de referencia es la subsuncin a la ley. Se subsume claramente a la ley el caso o no se
subsume; de la respuesta que adoptemos depender la ubicacin del caso como fcil o
difcil. Digamos, este punto de vista es, ms o menos, el estndar atribuido a los casos
fciles o difciles. Bsicamente en los casos fciles no hay ms que aplicar la ley y en los
casos difciles se requiere hacer algo ms.2
En este ensayo, mi argumento ser que fcil o difcil no es una clasificacin adecuada para la identificacin de los casos, ya que, si bien pretende dar cuenta del objeto
de estudio esto es, los casos, ignora otros elementos que pueden o, mejor dicho,
deben ser tomados como referente para una clasificacin terica, As que abandono
esta clasificacin bicsica y acuo una nueva clasificacin tricsica; una clasificacin
que me permita ubicar los casos no solo en relacin con la ley, sino adems con los
principios. Una clasificacin que no tenga como nico eje de referencia la subsuncin
a la ley, sino que reconozca por lo menos otro de los elementos que comnmente
son utilizados en la solucin de los diferentes casos sometidos a la consideracin de los
jueces. Me refiero a los principios.
Por supuesto que para justificar la clasificacin parto de la premisa de que el derecho
es un sistema que no contiene solo leyes, sino que adems contiene otros elementos
Ronald Dworkin: Los derechos en serio, Barcelona: Ariel, 2002, p.146.
Puede verse Vctor Bazn: Amicus curiae, transparencia del debate judicial y debido proceso, en Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, 2004, Montevideo: Fundacin Konrad
Adenauer, 2004, p.258; dem: La reconfiguracin del rol institucional de la Corte Suprema de
Justicia argentina y el camino hacia su consolidacin como un tribunal constitucional, en Anuario
de Derecho Constitucional Latinoamericano, 2008, Montevideo: Fundacin Konrad Adenauer,
2008, p.47.
1
85
Para este trabajo, sin embargo, supondr que el derecho enfrenta un caso mediante la aplicacin de leyes, jurisprudencia tcnica y principios, aunque otros elementos
pudieran estar presentes. As que, si es as y estos son utilizados de continuo dentro de
un sistema para la solucin de los casos, entonces, y solo entonces, estaramos en condiciones de ver que la solucin a un caso depende no solo de la aplicacin irrestricta de
la ley, sino en cierta medida de esta y los principios. Por tal motivo, indicar en primer
lugar cmo llego a la clasificacin tricsica. Luego mostrar algunos casos paradigmticos que me sirvan de ejemplo para evidenciar la necesidad de la clasificacin tricsica
en razn de que no en todo caso todos debemos ser tratados siempre igual. Esto nos
llevar a los principios de trato igual y de trato desigual y la relacin de estos con la
clasificacin que proponemos. Por ltimo, y precisamente porque el sujeto importa,
muestro cmo la clasificacin tricsica est acorde con otros ideales de los sistemas
jurdicos que la clasificacin bicsica soslaya.
Ibdem, p.72.
86
APLICACIN DE PRINCIPIOS
APLICACIN DE LA LEY
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99
99
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1
87
88
estaba en estado casi vegetativo desde que tuvo un accidente de trnsito.5 La carta
deca: Seor presidente, usted es mi ltima oportunidad [] Eddy no merece vivir lo
que vive actualmente. Mi hijo era un joven alegre, con futuro y lleno de fuerza. Ahora,
qu es su vida? Nada: una cama, una silla de ruedas y el sufrimiento, la humillacin
y un malestar permanente. Eddy se empotr con su moto contra un tractor el 21 de
agosto de 2001, cuando iba a una entrevista de trabajo; ahora solo se comunica con
los ojos. Segn su madre, vea en la mirada de su hijo una splica para acortar sus
sufrimientos. La respuesta fue negativa.
Qu es lo que estaba pidiendo la madre de Eddy? Algo parecido a lo que pidi
Chantal, algo que se encontraba prohibido por la ley. Ella estim que el caso de su hijo
era distinto y que l tena derecho a morir dada su situacin singular.
No son los nicos casos que tenemos registrados en los que, por sus caractersticas singulares, los impetrantes solicitan un trato distinto a aquel que la ley dispensa.
Hace muchos aos ocurri el famoso caso Holy Trinity Church vs. United States,6 en el
cual, a pesar de que la ley consideraba ilegal que una persona asistiera la inmigracin
de cualquier extranjero a los Estados Unidos mediante acuerdo o contrato efectuado
antes de su ingreso a fin de que el extranjero llevara a cabo servicios o trabajos de cualquier clase, la Holy Trinity Church haba celebrado un acuerdo con un pastor britnico
que deba prestar servicio como rector y pastor de la iglesia, para lo cual deba viajar
a los Estados Unidos. En este caso la Suprema Corte estim que el caso se opona a
lo establecido por la ley, pero que al tratarse de una circunstancia relevante deba ser
considerado como excepcin, una excepcin que por supuesto no se encontraba establecida en la ley.
Qu es lo que muestran estos casos? Los primeros, hacen evidente que existen sistemas normativos cerrados en los que, aparentemente, solo se otorga aquello establecido por la ley y se niega lo que se oponga. Digamos que en estos sistemas la solucin
se sustenta nicamente en la aplicacin de la ley, sin tomar en consideracin otros
elementos que, como dice Hart, caen en la textura abierta del derecho:
La textura abierta del derecho significa que hay, por cierto, reas de conducta
donde mucho debe dejarse para que sea desarrollado por los tribunales o por los
funcionarios que procuran hallar un compromiso, a la luz de las circunstancias,
entre los intereses en conflicto, cuyo peso vara de caso a caso.7
El ltimo caso, sin embargo, muestra que existen sistemas normativos abiertos en
los que se puede otorgar algo que se opone a lo establecido por la ley; por supuesto,
Puede consultarse, entre otros, el artculo Una madre pide a Chirac el derecho a morir de su hijo tetrapljico, publicado el 20 de noviembre de 2004, en http://www.deia.com/es
(9/3/2008).
6
Puede ser consultado en el US Supreme Court Center, http://supreme.justia.com
(28/10/2008).
Informacin
general
en:
http://en.wikipedia.org/wiki/
Holy_Trinity_Church_v._United_States.
7
H. L. A. Hart: El concepto de derecho, Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1968 (1961), VII/1
p.168.
5
89
cuando exista alguna circunstancia singular que justifique otorgar lo impetrado aun
en contra de la ley. As, a pesar de que la ley es suficiente para los casos que se adecuen
a su generalidad y abstraccin, es insuficiente para aquellos que por sus caractersticas singulares y concretas requieran consideraciones no establecidas en ella para su
solucin. La ley no prev solucin para estos casos cuyas caractersticas particulares
y nicas requieren un trato distinto en un sistema normativo concreto, un trato que
de entrada se opone a lo establecido por la ley misma. Son casos que requieren una
solucin no apegada a la ley pero s apegada al derecho, es decir que no se aplique simplemente la ley sino que se estimen otros elementos jurdicos para su solucin.
Por supuesto que el caso que ordinariamente es resuelto por el juzgador, al encontrarse regulado por la ley, solo requiere de la aplicacin de la norma general derivada de la ley para la solucin individual subsuncin, o bien de la jurisprudencia
tcnica o las sentencias; o sea, de lo que se trata es de tratar igual a los iguales.
El caso igual comprende la situacin jurdica o de hecho establecida en la hiptesis
normativa. El caso diferente representa una excepcin al caso igual por cuestiones que
generalmente implican el sexo, la edad, etctera, que no se encuentra en la ley sino en
la jurisprudencia tcnica. Se trata de un caso ya resuelto.
90
puede ser justificado con razones opuestas.12 Esto es, para l la desigualdad se justifica
si existe una razn que justifique no tratar al sujeto igual y que esta justificacin sea
opuesta a la que obliga a un trato igualitario. As:
La interpretacin del concepto de razn suficiente con la ayuda del concepto
de arbitrariedad procura que haya casos en los cuales razones suficientes hablan a
favor de la permisin pero no de la obligatoriedad de un tratamiento desigual. Una
razn es suficiente para la permisin de un tratamiento desigual si, en virtud de
esta razn, el tratamiento desigual no es arbitrario. Como lo ha expuesto Leibholz,
la arbitrariedad es una versin aumentada de la incorreccin. Por lo tanto, un tratamiento desigual no es arbitrario no solo cuando es la solucin mejor o la ms justa,
sino tambin cuando existen razones plausibles para su permisin.13
Ibdem, p.398.
Ibdem, p.400.
91
Mara Jos An: Igualdad, diferencias y desigualdades, Mxico: Fontamara, 2001, p.11.
Ibdem, p.15.
Ibdem, p.23.
Ibdem, p.27.
Ibdem, p.33.
Ibdem, p.40.
92
necesidad real y sea necesaria para la realizacin del objetivo fijado y apropiada a dicho objetivo.
El principio de trato desigual implica que todas las personas que son miembros
de una misma comunidad constitucional donde rija el principio de equidad en un
sistema normativo determinado tengan garantizado el derecho constitucional, por un
lado, a ser tratadas de manera desigual ante la ley si su caso es diferente y sin ella si su
caso es distinto. El primer caso implica que se nos trate igual dentro de una subclase
legal en la que formalmente ya se hizo la diferencia; el segundo, que cumplindose las
condiciones particulares se nos trate distinto. Tales condiciones particulares del caso
distinto significan que lo que se pretende, si bien se opone a lo establecido por la ley
al ubicarse en la hiptesis normativa, y la disposicin normativa no establece ninguna
distincin que resulte relevante, no entraar un sacrificio social ni se tratar de una
cuestin entre particulares. Adems, la pretensin en la forma que se presenta no ha
sido resuelta por el sistema normativo donde se somete a consideracin, y lo que se
solicita es una solucin distinta por algunas cuestiones relacionadas con humanidad,
la dignidad o la justicia. Incluso debe tomarse en consideracin que, al ser conocido
el caso por la sociedad, esta considera que debe drsele una solucin justa que no ser
siempre lo establecido por la ley, porque la sociedad es consciente de que todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.20
As que, segn estas condiciones del caso distinto, sin duda que privar de la vida a
Chantal Sbire es homicidio; cualquiera que la ayude a morir se coloca en esta situacin, porque privar de la vida a otro es homicidio. Esto establece la ley porque el caso
particular de Chantal Sbire se encuentra dentro de la generalidad de la ley y la ley es
obligatoria. El caso de Chantal Sbire se encuentra dentro de la igualdad de trato para
todos; la ley simplemente expresa el principio de igualdad.
Pero muchos casos como estos han dado pie a diferencias en las actuales leyes y
constituciones. Muchos han comenzado como distintos socialmente hablando y ahora
son texto de ley. Aun diferencias ya reconocidas por la ley, por cuestiones de gnero,
son ahora ley misma. Por esa razn, por ejemplo, las leyes laborales tratan en forma
diferente a las mujeres. No en las cuestiones comunes de la especie humana, donde
hombres y mujeres son iguales, pero s en las cuestiones exclusivas del sexo femenino.
Pero esta diferenciacin que se hace en la propia ley no es ms que una clase (el subconjunto que integra a todas las mujeres) dentro del gnero (el conjunto que integra a
los hombres y las mujeres); hay por tanto igualdad en el gnero (el conjunto hombres
y mujeres) e igualdad dentro de las clases (el conjunto de las mujeres o el conjunto de
los hombres).
Todas las mujeres siguen siendo iguales ante la ley aunque existan diferencias de
trato para ellas con respecto a los hombres por cuestiones de gnero; por ejemplo,
hombres y mujeres son iguales ante las leyes laborales, pero por cuestin de gnero se
hacen diferencias entre ambos y por ello la ley hace una clase la clase de las mujeres y les da un trato diferente en aquellas cuestiones que se consideran relevantes del
20
93
sexo femenino. Estas mismas diferencias de trato se pueden presentar con relacin al
trabajo de los menores, para lo cual se hace una clase un subconjunto de los menores con respecto a todos los hombres y mujeres, pero esta diferencia por cuestiones
de edad y condicin no significa trato distinto.
As, las diferencias de trato establecidas en la ley, como simples diferencias o como
excepciones, al estar en la ley son ley misma y por tanto generales para todos aquellos
que se ubiquen en la situacin jurdica de excepcin o de diferencia, sin que importe
siquiera el origen del trato diferenciado, aun si este responde a condiciones de gnero,
movimientos sociales o cualquier otra naturaleza. En este caso la ley simplemente da
trato diferente a las clases que contempla, pero a todos los contemplados ya en el subconjunto los trata igual.
Sin embargo, el caso de Chantal, el caso de Eddy y el caso de la iglesia Holy Trinity
son distintos. La solucin que se requiere no puede provenir de la ley porque la ley no
puede contemplar cabalmente a la desigualdad, pero la solucin s debe provenir del
derecho, s debe ser jurdica, es decir, sustentarse en los principios jurdicos. Como
dice An:
[Debe ser] lcito tratar de modo diverso a personas que se encuentran en situaciones diversas, siempre que [] exista una justificacin razonable de la diferencia de trato y se demuestre proporcionalidad entre los medios empleados y
el fin perseguido.21
94
condicin de un sujeto, prevista asimismo por una norma jurdica positiva, como
presupuesto de su idoneidad para ser titular de situaciones jurdicas y/o autor de
los actos que son ejercicio de estas.23
A partir de esta definicin, Ferrajoli aborda otras cuatro tesis que forman el ncleo
central de su propuesta. Entre otras cosas seala:
Los derechos fundamentales tanto los derechos de libertad como el derecho
a la vida, y los derechos civiles, incluidos los de adquirir y disponer de los bienes
objeto de propiedad, del mismo modo que los derechos polticos y los derechos
sociales son derechos universales (omnium), en el sentido lgico de la cuantificacin universal de la clase de los sujetos que son sus titulares; mientras los
derechos patrimoniales del derecho de propiedad a los dems reales y tambin
los derechos de crdito son derechos singulares (singuli) [].24
Los derechos fundamentales son derechos indisponibles, inalienables, inviolables, intransigibles, personalsimos. En cambio, los derechos patrimoniales
de la propiedad privada a los derechos de crdito son derechos disponibles
por su naturaleza, negociables y alienables. Estos se acumulan, aquellos permanecen invariables. No cabe llegar a ser jurdicamente ms libres, mientras que s
es posible hacerse jurdicamente ms ricos. [].25
Del mismo modo que la igualdad en derechos genera el sentido de la igualdad basada en el respeto del otro como igual, la desigualdad en los derechos genera la imagen
del otro como desigual, o sea, inferior en el plano antropolgico, precisamente por ser
inferior en el plano jurdico.26
La aportacin de Ferrajoli es muy importante porque la maximizacin de las garantas y los derechos fundamentales se logra cuando estas alcanzan no solo cuestiones
meramente individuales sino orden social, que por supuesto implicarn hacer perfectas diferencias entre cundo dar trato igualitario y cundo dar trato diferenciado,
pero haciendo llegar estos tratos incluso a grupos sociales. El individuo importa por
s mismo y como elemento social, por lo que tendra que pensarse seriamente en darle
trato igual y trato desigual aun en aquellas cuestiones que sean de ndole social.
Aulis Arvi Aarnio, cuando habla de la meta del Estado de bienestar, afirma que
esta es garantizar la calidad de vida y [] proteger a la parte ms dbil de la relacin social, y que justicia, razonabilidad, equidad son conceptos clave del sistema
del Estado de bienestar y, por tanto, necesariamente tambin son criterios para las
decisiones jurdicas.27 Desde su perspectiva, las decisiones judiciales no deben estar
supeditadas nicamente a la ley, sino que, como afirma Tom Campbell, tambin estn
Luigi Ferrajoli: Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid: Trotta, 2001, p.19.
Ibdem, p.30.
25
Ibdem, p.31.
26
Ibdem, p.44.
27
Aulis Arvi Aarnio: La tesis de la nica respuesta correcta y el principio regulativo del
razonamiento jurdico, en Doxa, n.o8, 1990, p.26.
23
24
95
Tom Campbell: El sentido del positivismo Jurdico, en Doxa, n.o25, 2002, pp.322-323.
Jacques Derrida: Fuerza de ley: el fundamento mstico de la autoridad, en Doxa, n.o11,
1992, p.148.
30
Liborio Hierro: Justicia, igualdad y eficiencia, en Isonoma, n.o9, 1998, p.142.
31
Jorge F. Malem Sea: Pueden las malas personas ser buenos jueces?, en Doxa, n.o 24,
2001, p.399.
32
Carlos E. Alchourrn: Sobre derecho y lgica, en Isonoma, n.o13, octubre 2000, p.16.
28
29
98
Verabschiedung von Normen fortsetzt, die diese respektieren und eine ehrliche und an die neuen Realitten
angepasste Interpretation des Textes beinhalten. Schlielich gibt es eine dritte Ebene der Verfassungskultur,
nmlich die der Gemeinschaft, fr die die Verfassung bestimmt ist und die ebenfalls auf der Kontrolle ihrer
Umsetzung besteht. Dem gegenber kann es zur Herausbildung einer gegen die Verfassung gerichteten Kultur
kommen, deren bedeutendste Ausdrucksform die Entkonstitutionalisierung darstellt, also ein Phnomen, bei
dem es zu einer gewissen Entleerung oder zum Verlust des Inhalts und der normativen Kraft der Verfassung
selbst kommt, obwohl diese ihrem Wortlaut nach formal unverndert bleibt.
99
2
Cabe recordar, en esta materia, la clasificacin de Finer acerca de los distintos grados de
cultura poltica: madura, desarrollada, baja, mnima y antediluviana. Vase Artemio L. Melo:
Compendio de ciencia poltica, Buenos Aires: Depalma, 1979, t.I, pp.335-336.
3
Sobre los defectos del constituyente, vase Nstor Pedro Sags: Teora de la Constitucin,
Buenos Aires: Astrea, 1.a reimp., 2007, pp.252ss.
100
101
directamente invalida las normas constitucionales domsticas opuestas a l, en particular en materia de derechos humanos.7
Por ltimo: la constitucin adecuada, compatible con un grado cultural bsico, es
la respetuosa de ciertos valores y derechos imperantes en la conciencia jurdica contempornea, que quiz puedan resumirse en la idea de respeto a la dignidad de la persona (y sus proyecciones en lo poltico, en lo econmico y en lo social), por un lado, y
en un rgimen gubernativo moderno que incluya ingredientes esenciales de democracia, publicidad de los actos de gobierno, responsabilidad de las autoridades, acceso a la
informacin pblica, alternancia y periodicidad en el ejercicio de los cargos polticos,
genuina divisin de los poderes, control jurisdiccional de constitucionalidad, etctera.
102
103
una constitucin de la concordia. Cuando el grado de rechazo comunitario a la constitucin es alto, el hecho de haberse aprobado por una simple mayora es una victoria
a lo Pirro que provoca un serio pronstico de fragilidad y de vida corta. Ni que decir
si esa mayora relativa se ha obtenido con artimaas o jugarretas, o con agresividad o
violencia en las campaas electorales, en los referendos o en la propia asamblea constituyente, episodios que en los casos ms agudos pueden desembocar en una especie
de guerra civil constitucional, al fin de la cual medio pas (el victorioso) encaja a casi
otro medio pas (el derrotado) la constitucin de la discordia.
Es obvio que en tales hiptesis la minora vencida, en particular si es numricamente importante, tendr la tentacin, cuando pueda, de destruir a la constitucin
impuesta. Al revs, constituciones de la concordia, producto del consenso como
fueron por ejemplo las de Bonn de 1949, de Italia de 1946 o de Espaa de 1978, al
resultar constituciones queridas, contaban ya con un buen antecedente para obtener
lo que Konrad Hesse llama voluntad de constitucin.9
Otro dato significativo, en lo que hace a la cultura constitucional en el establecimiento de una constitucin, es el respeto al procedimiento de enmienda, o directamente de sancin de una nueva constitucin. En el caso latinoamericano es altamente
preocupante una serie de reformas constitucionales practicadas en los ltimos lustros
que infringen el trmite de cambio constitucional programado por la constitucin anterior, para lo cual se han utilizado con frecuencia: a)referendos convalidatorios de
un llamado a reforma mediante trmites no contemplados por el texto constitucional
preexistente, y b)referendos aprobatorios del nuevo documento constitucional as elaborado. Se trata del ejercicio del poder constituyente irregular,10 presuntamente legitimado con el argumento poltico de la soberana del pueblo, curalotodo que superara
cualquier objecin jurdica a todos los vicios habidos durante la reforma.
Este recurso, muy efectista y casi siempre exitoso en los hechos, apela a sentimientos ms que a razones y es una muestra ms del voluntarismo decisionista al estilo de
Carl Schmitt. Pero no resulta compatible con el Estado constitucional de derecho, donde en verdad no hay soberano alguno (ya que todos estn sometidos a la constitucin y
a la ley), y donde el pueblo debe expresarse en el momento y segn los procedimientos
establecidos por el orden jurdico.
10
104
105
Luis Snchez Agesta: Principios de teora poltica, Madrid: Nacional, 3.aed., 1970, pp.341-342.
Maurice Hauriou: Principios de derecho pblico y constitucional, trad. de Carlos Ruiz del
Castillo, Madrid: Reus, 2.aed., s/f, pp.331-332.
18
En cuanto la derogacin sociolgica de normas, vase por ejemplo Germn J. Bidart
Campos: Filosofa del derecho constitucional, Buenos Aires: Ediar, 1969, pp.100, 102.
19
Sags: La interpretacin judicial, o.cit., pp.165ss.
20
Conviene aclarar, de todos modos, que una muestra de cultura constitucional alta exige
realizar interpretaciones constitucionales dinmicas y renovadoras, en orden a ajustar (pero con
sensatez y habilidad, y no con extravagancias o desatinos) la constitucin histrica a las nuevas
realidades, y que un indicador de cultura constitucional baja es persistir con interpretaciones anacrnicas de la ley suprema, que la contrapongan con el contexto temporal en el que cabe aplicarla. En el sentido de que si cambia la realidad social, cambia con ella el contenido de la norma
(constitucional), y de que toda constitucin es constitucin en el tiempo, vase Conrado Hesse:
Constitucin y derecho constitucional, en Ernesto Benda et al.: Manual de derecho constitucional,
trad. de Antonio Lpez Pina, Madrid: Instituto Vasco de Administracin Pblica y Marcial Pons,
1996, pp.9-10.
16
17
106
7. Evaluacin axiolgica
La desconstitucionalizacin se perfila, por lo comn, como una infraccin a la cultura constitucional. O, si se prefiere, como una muestra de contracultura o anticultura
constitucional. Su connotacin, desde la estimativa jurdico-poltica, es, como regla,
negativa.
Sin embargo, paradjicamente, ciertas manifestaciones de la desconstitucionalizacin son rescatables. Por ejemplo, la costumbre derogatoria de reglas constitucionales
gravemente ilegtimas. Tambin es explicable que una constitucin de las que hemos
llamado impuestas genere por su mal parto rechazo social, mxime si las normas que
contiene no son las mejores. De todos modos, si fue regularmente establecida, lo propio es reformarla mediante el procedimiento pertinente, sin perjuicio del incumplimiento de los preceptos irremediablemente injustos.
8. Conclusiones
Una constitucin sin una base cultural constitucional mnima a)en sus autores, b)en
sus operadores fundamentales y c)en el pueblo al que va destinada es una constitucin
destinada al fracaso. En rigor de verdad, esa dosis de cultura constitucional, ms que
un adorno del sistema, es un presupuesto de su funcionalidad.
Tal cultura constitucional requiere que la constitucin cumpla con una cuota indispensable de buena tcnica, razonabilidad y consenso. Por ello, no es acertado que sea
utpica, copista ni elefantisica. Su contenido, paralelamente, debe conciliarse con el
derecho internacional, respetar los derechos fundamentales de la persona y adoptar
una estructura de poder acorde con el actual Estado constitucional de derecho (divisin de los poderes, control jurisdiccional de constitucionalidad, transparencia de la
Vase Carlos Santiago Nino: Un pas al margen de la ley, Buenos Aires: Emec, 1992, pssim; Antonio M. Hernndez, Daniel Zovatto y Manuel Mora y Araujo: Encuesta de cultura constitucional. Argentina, una sociedad anmica, Mxico: UNAM, 2005, pp.18ss.
21
107
108
112
allem aber in Luxemburg, befindet, zum Mastab der Gltigkeit der Verfassung selbst geworden. Gleichwohl hat die von der Verfassungsgerichtsbarkeit vertretene militante Verfassungsdemokratie mit jeweils
spezifischer Intensitt einen Beitrag zum verspteten bergang der Mittelmeerlnder sowie der Staaten
Lateinamerikas und Osteuropas zu einer verfassungsmig begrndeten Demokratie geleistet.
113
114
p.12.
Herbert Krger: Grundgesetz und Kartellgesetzgebung, Gotinga: Vanden & Ruprecht, 1950,
7
Peter Hberle: El eterno combate por la justicia. La ciencia jurdica en el camino hacia
Europa, en Pensamiento Constitucional, aoV, n.o5, PUCP-MDC, Lima, 1998, pp.13-19; Felice
Battaglia: Teora del Estado, Madrid, Publicaciones del Real Colegio de Espaa en Bologna, 1966,
pp.175ss.; asimismo, Enrique Prez Luo: Derechos humanos, Estado de derecho y Constitucin,
Madrid: Tecnos, 1991, p.65 ss., 125 ss.
8
Werner Kgi: Die Verfassung als rechtliche Grundordnung des Saates. Untersuchungen
ber die Entwicklungstendenzen im modernen Verfassungsrecht, Zrich: Polygraphischer, 1945,
pp.39ss.; asimismo, Wolfgang Schluchter: Individuelle Freiheit und soziale Bindung. Vom Nutzen
und Nachteil der Institutionen fr den Menschen, Heidelberg: Universittsverlag C. Winter, 1994,
pp.1-26.
9
Felix Ermacora, Allgemeine Staaslehre, I, Berln: Duncker & Humblot, pp.249ss.; asimismo, Pablo Lucas Verd: Curso de Derecho poltico, vol.I, Madrid: Tecnos, 1976, pp.391ss.
115
116
de la justicia nazi. Vase Kurt Oppler: Justiz und Politik, en Deutsche Rechts-Zeitschrift, vol.2,
octubre de 1947, pp.323-327.
18
Konrad Hesse: Stufen der Entwicklung der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit, en
JR n.o 46, 1998, pp. 1 ss.; asimismo, W. Hanel: Die Bedeutung der Grundrechte in der Sozialen
Rechsstaat, 1957.
19
Klaus Stern: Verfassungsgerichtsbarkeit zwischen Recht und Politik, Westdeurscher, 1980,
pp.12ss.; asimismo, Karl Hinkel: Vefassungsgerichtsbarkeit zwischen Recht und Politik, Maximilian,
1984, pp.18ss.
20
Hermann Weinkauff: Der Naturrechtsgedanke in der Rechtsprechung des
Bundesgerichtshofes, en Naturrecht oder Rechtspositivismus?, en Werner Maihofer (ed.):
Naturrrecht oder Rechtspositivismus, Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellsachaft, 1981, p.576.;
asimismo, Ernst-Joachim Lampe: Grenzen des rechtspositivismus. Eine rechtsanthropologische
Untersuchung, Berln: Duncker & Humblot, pp.42ss.
21
Peter Hberle: La libertad fundamental en el Estado constitucional, Lima: PUCP-MDC,
1997, p.97ss.; dem: Das Bundesverfassungsgericht im Leistungstaat, en DV, 1972, pp.729-740,
ahora incluido en Kommentierte Verfassungsrechtsprechung, Athenum, 1979, pp.57 y 90; asimismo, Christian Starck: Verfassungsgerichtsbarkeit und Fachgerichte, en JZ, 21, 1996, pp.1033ss.
22
Walter Leisner: Grundrechte und Privatrecht, Mnich: C. Beck, 1960, pp.285 ss.; asimismo,
para conocer la eficacia de los derechos frente a terceros en la Corte Europea, revsese Michael
Jaensch: Die unmittelbare Drittwirkung der Grundfreiheiten, Baden-Baden: Nomos Recht, 1997,
pp.33ss.
117
del derecho.23 Sin embargo, un problema central ha sido el exceso de demandas ciudadanas y el diseo de los lmites del ejercicio jurisdiccional en el sistema de divisin
de poderes;24 tambin la realidad contempornea de la liberalizacin econmica y la
progresiva privatizacin de los servicios pblicos, que como ha sealado el profesor
Konrad Hesse han puesto en dilema la vigencia de ciertos derechos fundamentales y
el propio principio de Estado social.25 En virtud de ello se pone en el debate la eficacia
de algunas sentencias, sobre los Crucifijos (BVerfGE 93,1), La sentada, Los soldados son
asesinos (BVerfGE 93,266), Marihuana (BVerfGE 90, 145), Aborto (BVerfGE 88, 203),
Misin militar del Ejrcito Federal en Yugoslavia (BVerfGE 90, 286). Ms recientemente, las sentencias El mercado del Pltano (BVerfGE 102, 147), El velo Ludin (BVerfGE
108. 282), La Ley de Parejas de Hecho (BVerfGE 105, 313), El espionaje acstico masivo (BVerfGE 109, 279), La Ley de Seguridad Area (BVerfGE 115, 118) y El Tratado de
Lisboa (BVerfG, 2 BvE 2/08), entre otras.26
Si bien lo controvertido de algunas de sus decisiones ha llevado a sealar que el
TCF pretende materializar un orden judicial total en la vida poltica y social, que
no siempre ha recibido confianza institucional o ciudadana, y que las construcciones
jurdicas abiertas vienen siendo discutidas por otros tribunales federales, sobre todo
debido a que la prdida de la autovinculacin apareja el debilitamiento o la prdida de
la vinculacin externa,27 tambin es cierto que el TCF sigue gozando del ms alto nivel
de confianza de la opinin pblica alemana.28
Otro de los mayores desafos se present en la incorporacin de la ex Repblica
Democrtica Alemana a la Repblica Federal. Aunque desde un punto de vista poltico
23
Ernst Bckenfrde: Staat, Verfassung, Demokratie, Studien zur Verfassungstheorie und zum
Verfassungsrecht, Frncfort: Suhrkamp, 1991, pp.124ss.; dem: Escritos sobre derechos fundamentales, Baden-Baden: Nomos, 1993, pp.95-137; asimismo, Ignacio Gutirrez Gutirrez: Teora y
realidad constitucional en Alemania, en Teora y Realidad Constitucional, n.o1, primer semestre,
UNED, 1998, pp.197-204.
24
Hasso Hofmann: Development and crisis of constitutionalism, en Christian Starck (ed.):
Studies in German Constitutionalism. The German contribution to the Forth World Congress of
the International Association of Constitutional Law, Baden-Baden: Nomos, 1995, pp. 36 ss.; asimismo, Meinhard Scheder: Strengthening of constitutional law, en Christian Starck (ed.): New
Challenges to the German Basic Law. The German contribution to the Third World Congress of the
International Association of Constitutional Law, Baden-Baden: Nomos, 1991, pp.25-41.
25
Konrad Hesse: Stufen der Entwicklung der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit, en JR,
46, 1998, p.17; asimismo, Jrn Kmmerer: Verfassungsstaat auf Dit?, en JZ, 1, 1996, pp.1042ss.
26
Jrgen Schwabe: Jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemn, Mxico: Fundacin
Konrad Adenauer, 2009, pp.669; asimismo, Benito Alez Corral y Leonardo lvarez lvarez: Las
decisiones bsicas del Tribunal Constitucional Federal alemn en las encrucijadas del cambio del
milenio, Madrid: CEPC, 2008, pp.1154.
27
Bernhard Schlink: Abschied von der Dogmatik. Verfassungsrechtsprechung und
Verfassungsrechtswissenschaft im Wandel, en Juristen Zeitung, Tubinga: Mohr Siebeck, 2007,
vol.62, n.o16, pp.157-162, asimismo, Helmut Schulze-Fielitz: Das Bundesverfassungsgericht in
der Krise des Zeitgeists, en AR, 122, 1997, pp.4ss.
28
Evelyn Haas: TC Federal: Juridificacin de la poltica - Politizacin de la justicia. Ponencia
presentada en Triana Deutsch-Lateinamerikanische Juristenvereinigung, Lima, 28-29 setiembre de
2009; asimismo, revsese la encuesta anual sobre la confianza ciudadana en las instituciones pblicas alemanas, donde el Tribunal Constitucional ocupa el primer lugar con el 75% de aprobacin,
en Spiegel Wissen: Statistik; Vertrauen in ffentliche Einrichtungen und Institutionen, 27 de setiembre de 2009, disponible en http://wissen.spiegel.de.
118
119
proteccin era asumida por el ordenamiento nacional, pues la tutela de los derechos
fundamentales es ofrecida como algo irrenunciable a la Constitucin alemana. La afirmacin de la decisin en favor de la aplicacin de los derechos fundamentales nacionales se basa en la idea de su proteccin subsidiaria por la Constitucin nacional, es
decir, por un ordenamiento diferente del ordenamiento en el cual el acto normativo en
cuestin ha sido adoptado.32 De all que el TCF reconozca su competencia para declarar inaplicable una norma del derecho comunitario que entra en conflicto con uno de
los derechos fundamentales de la Constitucin.
Si bien en el caso Solange II, del 22 de octubre de 1986 (BVerfGE 73, 339),33 el TCF
reconoce la competencia atribuida al TJCE para llevar a cabo la interpretacin del
ordenamiento jurdico comunitario al servicio de los objetivos de la integracin, seguridad jurdica e igualdad en su aplicacin, de conformidad con la Ley Fundamental
de Bonn, difiere del caso Solange I por cuanto excluira una competencia subsidiaria
o general de los tribunales alemanes. Pero, esta autolimitacin se ve matizada, pues va
aparejada en ltima instancia con la reserva del TCF de la competencia para controlar
los lmites constitucionales a esta atribucin competencial, no ilimitada del TJCE.34
As, resulta en sus consecuencias conforme con lo establecido en Solange I, con lo que
se confirma una idea de sustitucin, en un proceso dinmico, de la proteccin nacional
por la proteccin supranacional de los derechos fundamentales,35 en virtud de la cual la
garanta comunitaria ha de configurar el parmetro de control de validez del derecho
comunitario derivado, que es tomado a su vez como base normativa para la actuacin
de los tribunales y autoridades alemanas.
Ello se pone en evidencia, sobre todo, a partir de la firma del Tratado de Lisboa
(13 de diciembre de 2007), por el que se modifica el Tratado de la Unin Europea y
el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea,36 con el objetivo, por un lado, de
mejorar el radio de accin de la Unin Europea y, por otro, de fortalecer y mejorar la
proteccin de los derechos fundamentales en la Unin Europea. Aunque se ha previsto
que dicho tratado entre en vigor a fin de ao (est pendiente su ratificacin por Irlanda,
Polonia y la Repblica Checa), debe sealarse que fue impugnado ante el Tribunal
Constitucional Federal Alemn. La Segunda Sala, sin embargo, mediante sentencia
(BVerfG, 2 BvE 2/08), de 30 de junio de 2009, ha considerado que el Tratado de Lisboa
es compatible con la Ley Fundamental de Bonn, pero a condicin de que se refuercen los mbitos de participacin del Bundestag y del Bundesrat. Precisamente esto
Ibdem.
Vase asimismo la sentencia recada en el caso Eurocontrol II (BVerfGE 59, 63).
34
Antonio Lpez Castillo: De integracin y soberana. El Tratado sobre la Unin Europea
(TUE) ante la Ley Fundamental Alemana (LF). Comentario de la Sentencia-Maastricht del
Tribunal Constitucional Federal (TCF) de 12 de octubre de 1993 (Das Bundesverfassungsgericht
als Hter der staatlich verfassten Volkes), en REDC, ao14, n.o40, Madrid: CEC, 1994, p.224.
35
Rainer Arnold: Conflictos entre ordenamientos y su solucin. El ejemplo alemn, en
Revista de derecho Constitucional Europeo, ao 1, n.o1, enero-junio de 2004, disponible en http://
www.ugr.es/~redce/.
36
Diario Oficial de la Unin Europea, C 306, de 17 de diciembre de 2007.
32
33
120
38
121
122
123
dada su nueva forma de asumir la interpretacin jurdica, acorde con los principios
constitucionales, ha llevado a replantear el derecho jurisprudencial.48
En efecto, en el nuevo constitucionalismo de la posguerra, los textos constitucionales no otorgan carcter constitutivo a los derechos humanos, sino en muchos casos tan
solo de manera declarativa; en consecuencia, no cierran exclusivamente en la norma
positiva, el reconocimiento y la validez de la proteccin de los derechos fundamentales, como antao, sino que los incorpora enunciativamente o en normas abiertas
a futuro como la clusula Lelio Basso del artculo 3 de la Constitucin italiana de
1948, sobre la igualdad material49 para que en todo tiempo y lugar se pueda defender
la dignidad de la persona frente a cualquier sujeto, forma o modo de violacin de los
derechos humanos.
La transformacin de la Constitucin y los derechos fundamentales, como clave
del ordenamiento del sistema de vida italiana, ha dado lugar a una judicializacin del
ordenamiento, la cual ha encontrado en los derechos sociales-econmicos y culturales
casos lmite para la jurisprudencia y la doctrina del derecho constitucional, debido
sobre todo al nuevo rol del juez en la poltica.50 De ah que la fuerza vinculante de
las decisiones de la Corte Constitucional italiana para los poderes pblicos se presente especialmente problemtica tambin en las relaciones con los dems poderes y
rganos constitucionales, como fue el caso de laguerra delle due Corti51 o los graves
conflictos con el legislador.52 Sin embargo, ello tambin ha dado lugar a que la Corte
Constitucional haya ganado un importante espacio poltico que complementa, de manera subsidiaria y excepcional, la labor legislativa, mediante la diversidad de tipos de
sentencias de control constitucional de la ley.53
48
Achille Battaglia: I Giudice e la Politica, Bari: Laterza, 1962, pp.11ss.; Mauro Cappelletti:
Giudice legislatore?, Miln: Giuffr, 1984, pp. 19 ss.; asimismo, Alessandro Pizzorusso: Curso de
Derecho comparado, Barcelona: Ariel, 1987, pp.170ss.
49
Fulco Lanchester: La dottrina giuspubblicistica italiana alla Costituente, en Vicenzo
Atripaldi: Costituente e Costituzione (1946-48), Roma: Edizioni Scientifiche Italiane, en Diritto e
Cultura, aoVII, n.o1-2, 1997, pp.48ss. Constituyente que reuni a juristas de la talla de Mortati,
Ambrosini, Calamandrei, Tosato y Orlando, este ltimo padre de la iuspublicstica italiana. Vase
Alberto Lucarelli: Modelli liberali alla Costituente nel pensiero di Vittorio Emanuele Orlando:
la conciliabilit tra Rechsstat e governo parlamentare, en Diritto e Cultura, aoVII, n.o1-2, 1997,
pp.505ss.
50
Michael Dietrich: Der italianische Verfassungsgerichtshof, Status und Funktionen, Berln:
Duncker & Humblot, 1993, pp.221-227; as como, Otto Kirchheimer: Politische Justiz, Frncfort:
Europische Verlagsanstalt, 1981, pp.21-48.
51
Gustavo Zagrebelsky: La giustizia costituzionale, Bolonia: Il Mulino, 1977, pp.355ss.; asimismo, Nicola Assini: Loggeto del giudizio di costituzionalit e la Guerra delle due Corti, Miln:
Giuffr, 1973.
52
Vezio Crisafulli: La Corte Costituzionale tra Magistratura e Parlamento, en Scritti Giuridici
in memoria di Piero Calamandrei, vol. 4: Miscelania di Diritto Pubblico e Privato, I, Padua:
CEDAM, 1958, pp.274-295; Alessandro Pizzorusso: La Corte costituzionale tra giurisdizione e
legislazione, en Il Foro Italiano, aoCV, n.o2, Roma, 1980, pp.118ss., y Gustavo Zagrebelsky: La
Corte costituzionale e il legislatore, en Il Foro Italiano, aoCVI, n.o2, Roma, 1981, pp.246ss.
53
Nicola Occhiocupo: La Corte costituzionale come giudice di opportunit delle leggi,
en N. Occhiocupo (ed.): La Corte costituzionale tra norma giuridica e realt sociale. Bilancio di
vent`anni di attivit, Bolonia: Il Mulino, 1978, pp.31ss.; asimismo, Nicola Matteucci: Positivismo
giuridico e costituzionalismo, Bolonia: Il Mulino, 1996, pp.106ss.
124
125
como filosofa del nuevo Estado constitucional alemn adquiri carta de ciudadana en
las reformas constitucionales o en la nuevas constituciones de Rusia, Polonia, Hungra,
las repblicas federales Checa y Eslovaca, as como de los nuevos estados nacionales
emergentes de la ex Unin Sovitica y Yugoslavia.59
Ms an, la Constitucin de Espaa de 1978, en la cual la impronta constitucional
alemana ha quedado reflejada, tambin ha servido de fuente de inspiracin para las
nuevas constituciones de la mayora de los estados latinoamericanos, que en la dcada
de los ochenta dejaron atrs la poca de los regmenes militares autoritarios.60 En ese
sentido, por ejemplo, el artculo 4 de la Constitucin del Per de 1979 consagr: Los
derechos fundamentales reconocidos en este captulo no excluyen los dems que la
Constitucin garantiza, ni otros de naturaleza anloga o que se derivan de la dignidad
del hombre, del principio de soberana del pueblo, del Estado social y democrtico de
derecho y de la forma republicana de gobierno. En un proceso inverso de retroalimentacin, tambin ha servido como punto de referencia en las innovaciones creativas de algunas constituciones de Europa Oriental, como bien ha resaltado el profesor
Hberle en su carcter de consultor de algunas de las reformas constitucionales antes
mencionadas.
Pero este proceso universal e inagotable de afirmacin democrtica y constitucional
en el mundo ha servido de instrumento de integracin en la transicin democrtica de
la Sudfrica de Mandela, como tambin se observa permanente y atentamente en pases orientales como Corea, donde se espera el momento histrico de la reunificacin
del pueblo coreano tarea que en el caso alemn supuso una operacin constitucional
de alta ciruga, por cuanto los intrpretes de la Constitucin alemana permitieron una
transicin pacfica y ordenada, sin mayores costos polticos.61
En esa medida se puede afirmar que la frmula del Estado democrtico y social de
derecho de origen alemn ha pasado a formar parte del patrimonio constitucional de
la humanidad, con los matices que le otorga cada realidad constitucional. Sin embargo,
las realidades de los pases democrticos emergentes no pueden crear de la noche a la
maana el tipo de Estado constitucional que la comunidad de los estados constitucionales avanzados ha logrado madurar, como es el caso de Alemania a lo largo de 60
aos. Por ello, si bien la perspectiva de llegar a estados democrticos constitucionales
en trminos generales es optimista, tambin hay procesos polticos contemporneos
pendulares de corsi e recorsi, como el peruano.
Carlos Flores Juveras (dir.): Las nuevas instituciones polticas de la Europa oriental, Madrid
y Valencia: CEC, Edicions Alfons el Magnnim y Generalitat Valenciana, 1997.
60
Larry Diamond, Marc Plattner, Yun-han Chu y Hung-mao Tien (eds.): Consolidating the
third wave democracies. Regional challenges, Londres: Johns Hopkins University Press, 1997; asimismo, Manuel Alcntara e Ismael Crespo (eds.): Los lmites de la consolidacin democrtica en
Amrica Latina, Salamanca: Universidad Salamanca, 1995.
61
Konrad Hesse: Stufen der Entwicklung der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit, en
JR, 46, 1998, p.17.
59
126
127
128
estas seis dcadas: una cultura de los derechos fundamentales, el estatus del Tribunal
Constitucional Federal como guardin no solo de los derechos fundamentales, sino
tambin del Estado de bienestar y del establecimiento de una democracia libre y abierta, as como el desarrollo del federalismo, la europeizacin y la mundializacin del
Estado Federal de Alemania.
130
und transparente Begrndung darum bemht zu berzeugen, ohne dabei den Gestaltungsspielraum der
brigen Verfassungsorgane einzuschrnken.
1. Introduccin
La Repblica Federal de Alemania cumpli en el 2009 60 aos. En muchos lugares y
con muchos eventos ella celebra el sexagsimo aniversario de la constitucin alemana,
la Ley Fundamental. Se hace relacin a una historia triunfal de 60 aos, se elogia la Ley
Fundamental como hazaa magnfica de los alemanes, como golpe de fortuna y como
constitucin modelo; se habla de la mejor constitucin de Alemania.
Hace 60 aos, al entrar en vigencia, no haba certeza alguna de que la Ley
Fundamental de la Repblica Federal de Alemania fuera a percibir este entusiasmo y
gozar la gran aceptacin que experimenta hoy en da, debido a que la Ley Fundamental
se haba establecido explcitamente con carcter provisional por la falta de soberana
de Alemania en aquel entonces. Pero, una vez cumplido el trigsimo aniversario, Dolf
Sternberg marc el concepto de patriotismo constitucional1 y con l corrobor que
los ciudadanos de la Repblica Federal de Alemania se identificaban con los valores
fundamentales, las instituciones y los procesos dispuestos en la constitucin. En 1989
haba consentimiento en considerar la Ley Fundamental como una constitucin extraordinaria, fundamento de una democracia y de un Estado de derecho democrtico.
Ttulo de un editorial en el Frankfurter Allgemeine Zeitung del 23 de mayo de 1979; vase
tambin Dolf Sternberg: Schriften X: Verfassungspatriotismus (Patriotismo constitucional), 1990,
pp.3-16.
1
131
132
todos los poderes estatales estn llamados a respetar la constitucin, a acatarla durante
el ejercicio de sus propias competencias, y as se hace imperiosa su interpretacin y
aplicacin.
Desde el punto de vista terico, a ningn rgano constitucional se le ha atribuido
desde un inicio mayor competencia o capacidad de cognicin. Al Tribunal Federal
Constitucional le corresponde, en ltima instancia y de manera vinculante, el poder
de interpretar la constitucin, al resolver consultas constitucionales que han sido dirigidas a l. La constitucin misma es adems, y en el sentido especfico de la palabra,
derecho poltico, al direccionar a favor del bienestar comn la lucha de relevantes actores estatales y sociales y sentar lmites.4 Esto conduce inevitablemente a considerables
discrepancias frente a la interpretacin de la constitucin entre el Tribunal Federal
Constitucional y los otros rganos polticos. En una segunda parte se abordar la relacin de tensin entre el derecho y la poltica.
La jurisprudencia del Tribunal Federal Constitucional se ha hecho valer hasta el
da de hoy, pese a algunas crticas procedentes de las esferas polticas y cientficas,
y determina de manera decisiva la vida constitucional y la realidad jurdica en la
Repblica Federal de Alemania. Cuando hay divergencia de criterio, la jurisprudencia
del Tribunal Federal Constitucional es aceptada e implementada por los dems rganos estatales, aun si unos pocos participantes de la vida poltica la desaprueban. De
ah resulta la interrogante de cmo el nico rgano estatal, que no dispone de recursos
propios para materializar una ejecucin forzosa, ha logrado alcanzar una posicin tan
fuerte en Alemania. En una tercera parte se indagar la razn por la cual al Tribunal
Federal Constitucional se le ha otorgado ese poder a travs de la Ley Fundamental, y
por qu los dems rganos constitucionales en la Repblica Federal de Alemania suelen acatar las decisiones del mximo tribunal alemn.
133
134
a los propietarios de tiendas y negocios abrir sus negocios los domingos y festivos.13 El
Estado tiene que concederles a los ciudadanos acceso a los expedientes, si del conocimiento de los procesos administrativos depende la concesin de una efectiva proteccin jurdica.14 La garanta de proteccin jurdica finalmente puede limitar la duracin
de la detencin preventiva de sospechosos.15 Todos estos ejemplos ponen en evidencia
que casi no existe un mbito de la vida que no pueda llegar a ser ponderado por el
Tribunal Federal Constitucional.
Tambin existen decisiones que sientan un precedente jurisprudencial (Leitentscheidung) que alcanzan una significativa repercusin y determinan ampliamente la
realidad constitucional en s y numerosos mbitos de la vida diaria. Prueba especial
de ello se evidencia en el ejemplo de la proteccin de datos. Cuando en 1983 se haba
previsto realizar en Alemania un censo de la poblacin con la recopilacin de amplios
datos personales, un nutrido nmero de ciudadanos se dirigi al Tribunal Federal
Constitucional. En sentencia proferida el 15 de diciembre de 1983, el Tribunal dispuso,
que el derecho general al libre desarrollo de la personalidad del artculo 2, prrafo 1, de
la Ley Fundamental (GG) brinda proteccin en el marco de las condiciones del procesamiento moderno de datos frente a la irrestricta recoleccin, almacenamiento,
aplicacin y circulacin de datos de carcter personal. El derecho fundamental garantiza al individuo por principio la facultad de decidir por s mismo sobre el suministro y
uso de sus datos personales. No obstante, el Tribunal permite restricciones al derecho
de autodeterminacin informativa, y con ello tambin a la recopilacin de datos en
contra de la voluntad del ciudadano. Esto, sin embargo, solo es admisible en caso de
prevalecer un inters general. Adems de esto se requiere un fundamento jurdico especfico y amplio, que satisfaga el principio de la proporcionalidad.16 Pero el Tribunal
Federal Constitucional exige para la proteccin del ciudadano medidas efectivas que
impidan eventualidades de abuso.17 Con el propsito de establecer medidas procesales
de proteccin, se consagra la obligacin de esclarecer, la de informar y la de extincin
como mandato constitucional.18
Mediante esta jurisprudencia el Tribunal previene con mucha antelacin el riesgo
de que se materialice un completo registro y catlogo de datos personales y evita con
ello tambin el peligro de que se disponga de un amplio perfil de datos personales de
individuos. Aquel que desconoce habitualmente el tipo de informacin que recopilan
sobre l y en qu lugar lo hacen o en dnde deja huellas puede convertirse en caso
14
135
19
Cf. Di Fabio, en Maunz y Drig: Grundgesetz (Ley Fundamental), artculo 2, 1,
apartado173.
20
BverfGE 115, 320ss.
21
BVerfGE 117, 202.
22
BVerfGE 120, 378ss.
23
Ibdem, 274ss.
136
BverfGE 4, 375ss.; BverfGE 6, 104ss., BverfGE 82, 322ss.; BverfGE 95, 408; BverfGE 120.
BVerfG, sentencia del 3.3.2009, 2 BvC 3/07 y 2 BvC 4/07, en NJW, 2009, 21.
Asimismo, BverfGE 85, 264ss.
BVerfGE 85, 264 (283).
137
favor del ejecutivo, en detrimento de la funcin de manejo poltico que tiene el parlamento. Por ello no sorprende que precisamente en relacin con este tema se acuda
reiteradamente al Tribunal Federal Constitucional, que por medio de su jurisprudencia ejerce influencia sobre la distribucin de poder en el Estado constitucional.
En este contexto se repite el motivo de fortalecer los derechos de las minoras frente
a la mayora de gobierno en el parlamento y tambin de concederle al parlamento
facultades que le permitan cumplir con su funcin de control frente al ejecutivo.
Sin embargo, la funcin central que tiene el parlamento en una democracia representativa no implica que todas las decisiones, sin excepcin, tengan que estar en manos del parlamento. En razn de la jurisprudencia del Tribunal Federal Constitucional,
se ha reconocido hoy en da en la Repblica Federal de Alemania que todas aquellas
interrogantes que son de esencial importancia para la comunidad no pueden ser definidas pasando por alto al parlamento.28 No solo las intervenciones en el campo de
la libertad y de la propiedad le competen al legislador parlamentario, sino todas las
decisiones importantes, particularmente aquellas que son relevantes para los derechos
fundamentales.29
El Tribunal Federal Constitucional ha definido en numerosas decisiones las competencias del parlamento frente al gobierno, fortaleciendo con ello los derechos de la
representacin popular. En este sentido el Tribunal determin que es requisito para
el Gobierno Federal conseguir por principio y anticipadamente la aprobacin constitutiva del Bundestag para el envo y la operacin de fuerzas armadas.30 El parlamento
posee frente al gobierno amplios derechos a la informacin, a los que corresponde al
gobierno por obligacin dar respuesta. Sin embargo, la obligacin de informar est
sujeta a lmites, como por ejemplo, en caso de afectarse lo que est bajo la exclusiva
responsabilidad del ejecutivo, o en el evento de que las informaciones conduzcan a
una situacin de cogobernacin frente a decisiones que competen exclusivamente al
gobierno.31
Incluso frente a hechos que exigen reserva no existe un derecho absoluto de negacin de informacin del gobierno. O bien se toman las medidas correspondientes a
proteger el inters de la reserva fundada, o en caso de no ser posible el gobierno
se ve obligado a dar, conforme la problemtica, la debida y exhaustiva razn de la necesidad de reserva, con el fin de que el parlamento pueda cumplir con su funcin de
control.32
29
138
139
36
140
39
Vase Oppermann, en Festschrift 50 Jahre Bundesverfassungsgericht (Escrito Conmemorativo 50 Aos del Tribunal Federal Constitucional), vol.1, pp.421ss.
40
Instructivo: Huler: Der Konflikt zwischen Bundesverfassungsgericht und politischer
Fhrung (El conflicto entre el Tribunal Federal Constitucional y la dirigencia poltica), 1993.
41
Baring: Auenpolitik in Adenauers Kanzlerdemokratie (Poltica Exterior en la democracia
de Adenauer como Canciller), pp.251ss.
141
Hasta el da de hoy las sentencias del Tribunal dan lugar a fuertes reacciones polticas. En el mbito del derecho tributario se le reprocha a la Corte llevar a cabo una
poltica fiscal de corte neoliberal.42 Hace dos aos los polticos le reprobaron poner
al Gobierno Federal en estado de indefensin frente a ataques terroristas, si llegase a
aprobar la prohibicin de derribar aviones, que probablemente pudieran transportar
terroristas, siempre y cuando se vieran afectados43 seres humanos ajenos a los delitos a bordo de la nave. En lo que va del ao muchos polticos y lobbistas reniegan
del Tribunal Federal Constitucional por haber exhortado al Parlamento alemn a una
mayor participacin en los asuntos jurdicos europeos y por haber autorizado una
integracin de la Repblica Federal de Alemania en la Unin Europea solo bajo la condicin de que el Estado alemn disponga de suficiente espacio para la configuracin
poltica de las condiciones de vida en trminos econmicos, culturales y sociales.44
Nuevamente se le reprocha al Tribunal hacer poltica, estar lejos de la realidad y que su
nico propsito es asegurar su propia pretensin de poder.
4.1. Legitimacin
Debido a que la Constitucin es definitiva para cualquier actividad pblica, todo poder estatal se ve sometido al control de la jurisdiccin constitucional. A travs de la
jurisdiccin constitucional no solamente se somete la administracin, sino tambin
el legislador y el gobierno al control de la constitucionalidad de sus quehaceres. Las
decisiones de la Corte Constitucional le sealan al legislador cules son los lmites de
su poder de configuracin poltica. El Tribunal Constitucional le fija al Parlamento
el marco de su labor legislativa. En este contexto el Tribunal Constitucional puede
42
Kppe: Neoliberale Steuerrechtslehre und Bundesverfassungsgericht (Doctrina neoliberal del derecho tributario y Tribunal Federal Constitucional), en KritJ, 1999, p.15ss.
43
Cf. sentencia del Tribunal Federal Constitucional relativa a la Ley de Seguridad Area:
BverfGE (Decisin del Tribunal Federal Constitucional) 115, 118ss.
44
Cf. BverfG (Tribunal Federal Constitucional), sentencia del 30.6.2009, 2 BvE (Litigios
constitucionales entre rganos federales) 2/08, 2 BvE (Litigios constitucionales entre rganos federales) 5/08, 2 BvR (Recurso de amparo) 1010/08, 2 BvR (Recurso de amparo) 1022/08, 2 BvR
(Recurso de amparo) 1259/08, 2 BvR 182/09 (Tratado de Lisboa), para publicado en la recopilacin
oficial de sentencias.
142
declarar la inconstitucionalidad de leyes, aun si estas han sido aprobadas por un parlamento elegido democrticamente por abrumadora mayora o hasta por unanimidad.
Por qu se le concede a un Tribunal Constitucional ese poder? Este tema ya haba
sido abordado durante la Asamblea Constituyente de la constitucin alemana. Un renombrado parlamentario alemn Carl Schmid haba sealado que el problema del
poder de disposicin de los tribunales sobre los rganos estatales conduce a la esencia de
la concepcin del Estado, y es la diferencia entre Estado de poder y Estado de derecho.
Otros participantes indicaban que, o se reconoce el derecho como el fundamento de
la comunidad humana, en ese caso provisto con todas las garantas necesarias para su
puesta en prctica, o se lanza la conveniencia poltica como principio supremo, lo que a
su vez conducira nuevamente hacia los peligrosos dogmas fundamentales de la poca
pasada.45 Bajo el impacto de la historia alemana, los creadores de la Ley Fundamental
estaban llamados a formular los derechos humanos y los derechos a la libertad no solamente como derechos subjetivos tutelables. Ellos, de manera expresa, vincularon la
legislacin, la administracin y la jurisprudencia directamente a la constitucin.
Con una amplia jurisdiccin constitucional se ayuda al Estado de derecho a consagrar su reconocimiento. De esta manera se evita, a conciencia, dejar a la libre disposicin del legislador los contenidos de una constitucin. En la controversia por el
derecho conforme la constitucin no debe imponerse la mayora, sino que un rgano
constitucional en independencia judicial debe tomar la decisin. Del fundamento de
la democracia parlamentaria no se deduce un monismo de poderes, y no existe una
primaca amplia del parlamento frente a los otros poderes, sino un principio que se
superpone a todas las asignaciones concretas de competencias contenidas en la constitucin. Cuando se trata de legalidad o ilegalidad frente a la constitucin, el tribunal
constitucional es ms fuerte que el legislador. El Estado de derecho democrtico no
convierte la jurisdiccin constitucional en prescindible; todo lo contrario: la requiere
Desde que los tribunales constitucionales tienen que revisar las leyes en cuanto a su
constitucionalidad, se le puso fin al absolutismo parlamentario. Es el mismo legislador
el que tiene que poner la mayor atencin en el acatamiento de la constitucionalidad de
su procedimiento. La creacin de una jurisdiccin constitucional de esta ndole conduce
inevitable e intencionalmente a restricciones en la libertad del actuar poltico del legislativo y del ejecutivo. El legislativo, el ejecutivo y tambin la jurisdiccin normal tienen
que aceptar que la jurisdiccin constitucional los corrija a ellos en nombre de la constitucin, por razn de que a ella le corresponde, en caso de litigio y para el objeto del litigio,
la decisin del litigio y la interpretacin vinculante del derecho constitucional.
4.2. Aprobacin
Aun si desde el enfoque terico-constitucional y jurdico-constitucional exponemos
la razn por la cual el Tribunal Constitucional tiene la facultad de fijarles lmites a los
45
Palabras del diputado Ssterhenn, durante la segunda sesin del Consejo Parlamentario, el
8.9.1949. Informe taquigrfico del Consejo Parlamentario, 25.
143
otros rganos constitucionales y por la cual sus decisiones no solo son vinculantes
para el ciudadano individual sino tambin para el parlamento y el gobierno, esto no
explica por qu las decisiones del Tribunal Federal Constitucional hasta el da de hoy
se consideran vinculantes para todos los rganos y todos los frentes polticos, ni la
razn por la cual la realidad constitucional se define en parte ms por la jurisdiccin
del Tribunal que por los rganos polticamente responsables.
En este contexto el punto de partida para el Tribunal Federal Constitucional no
es tan beneficioso, aunque, segn la ley relativa al Tribunal Federal Constitucional,
las decisiones del Tribunal son vinculantes para los rganos constitucionales de la
Federacin y de los Lnder, as como para todos los tribunales y entidades. A esto
se le suma que en determinados casos las decisiones del Tribunal adquieren fuerza
legislativa.
No obstante, el Tribunal no dispone ni de rganos de ejecucin forzosa ni de otros
medios para imponer sus decisiones frente a los otros rganos estatales, en caso de que
estas no sean acatadas. En los Federalist Papers Alexander Hamilton precisaba que el
Poder Judicial no poda hacer uso ni de la espada ni del bolsillo,46 a diferencia del
Ejecutivo y el Legislativo, ni aplicar fuerza de constreimiento, ni ejercer influencia a
travs del poder presupuestario e impedir actuaciones.47 Al Tribunal se le dificultara
defenderse, en caso de que el legislador llegase a limitar de manera considerable la jurisdiccin constitucional y sus competencias por medio de una ley o al no dotarlo con
los recursos necesarios para llevar a cabo sus funciones.
A pesar de que el respaldo jurdico y legal es comparativamente dbil, no existe actualmente el riesgo de que las decisiones del Tribunal Federal Constitucional no sean
reconocidas o implementadas. Esto se debe a varios factores.
144
49
Hberle: Die Verfassungsbeschwerde im System der bundesdeutschen. Verfassungsgerichtsbarkeit (El recurso de amparo en el sistema de la jurisdiccin constitucional a nivel de
Federacin), en Jahrbuch des ffentlichen Rechts (Anuario del Derecho Pblico), vol. 45, 1997,
89 (112).
145
jurisdiccin poltica.50 La jurisdiccin constitucional interpreta la Constitucin, siguiendo el modo y el mtodo judicial de resolver un litigio.
La forma jurdica de tomar una decisin contribuye a la aceptacin del Tribunal
Federal Constitucional. En general el Tribunal no se conforma con una breve explicacin apodctica frente al resultado hallado, sino que trata de ser convincente mediante
una argumentacin consistente y transparente. Intenta convencer con pericia, con severidad de conocimiento y precisin argumentativa. Adicionalmente les ofrece a los
rganos constitucionales cuando se trata de decisiones importantes la oportunidad de participar en el proceso con posicionamientos propios. En procesos con gran
impacto, el Tribunal incluye dentro de lo posible a aquellos grupos de intereses y
asociaciones que se ven ampliamente afectados.
146
requiere ms bien una discusin argumentativa, en la que se exponen las razones que
condujeron a la decisin. Los que expresaron su crtica deben formular las razones por
las que el Tribunal, de manera improcedente, ha interferido en el espacio de configuracin, propio de la poltica.
147
5. Final
La Ley Fundamental de la Repblica Federal de Alemania se redact en los tiempos
arduos posteriores a la Segunda Guerra Mundial; inicialmente se haba formulado
con carcter provisional y se ha convertido en fundamento estable del Estado democrtico de derecho. El Tribunal Federal Constitucional particip desde un principio
como vigilante y guardin de la Ley Fundamental en la implementacin de la Ley
Fundamental. Tras los tiempos de vaco jurdico, el Tribunal procedi inicialmente
con cautela y luego fue desplegando de manera cada vez ms efectiva los derechos
fundamentales y fue conciliando las controversias polticas entre los rganos constitucionales. La Constitucin logra hoy en da su vigencia, en la medida en que el Tribunal
Federal Constitucional la conduce hacia su validez. Es as como la realidad constitucional es definida considerablemente por la jurisprudencia. La gran eficacia de este
Tribunal se debe sin tener en cuenta las crticas frente a algunas decisiones al gran
renombre, a la confianza que en l deposita la poblacin y a su capacidad de integrar.
De mi parte les deseo a las dems cortes constitucionales que de igual manera reciban
la aprobacin de los ciudadanos de sus pases, con el fin de as tener la posibilidad de
participar activamente en la configuracin de la realidad constitucional en sus pases.
150
152
Mglichkeit zur Kontrolle von verfassungs- und/oder vertragswidrigen Unterlassungen, zumal die soziologische Gltigkeit der Verfassung und des Geflechts internationaler Grundrechtsabkommen mit vergleichbarem Rang auf der Annahme der Unantastbarkeit der genannten Hauptsulen von rechtlichem Vorrang
und Normativitt beruht.
1. Preliminar
En el presente aporte subyace el propsito de insistir en la necesidad de dinamizar mecanismos jurisdiccionales que, sin soslayar ni violentar la autoridad democrtica del
legislador, aseguren la densidad normativa de la Constitucin y de los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos con valencia homloga a ella, preserven su
contenido axiolgico y resguarden su supremaca, la que puede ser jaqueada no solo
por accin, sino tambin por inercia u omisin.
Presentado en breves trazos, el recorrido comenzar con la identificacin de los rasgos bsicos de la inconstitucionalidad por omisin, contextundola y argumentando
por qu consideramos que el control a su respecto es legtimo y necesario como herramienta para proteger y asegurar la primaca y la normatividad de la Ley Fundamental.
Asimismo, y para avanzar en la delineacin de los perfiles del problema, enfocaremos
panormicamente la tipologa de omisiones factibles de ser fiscalizadas en tanto contrarias a aquella.
Seguidamente, exploraremos diversos antecedentes que registra el derecho comparado sobre el instituto que concita nuestra atencin, tanto en Europa como en
Latinoamrica, desde las vertientes constitucional, subconstitucional y jurisprudencial.
153
Luego nos centraremos en un elemento analtico que no debe ser marginado y que
gira en torno a la insuficiencia del modelo kelseniano de legislador negativo, vis--vis
la creciente complejidad de las actividades y operaciones que los tribunales constitucionales u otros rganos de cierre de la jurisdiccin constitucional deben afrontar,
la diversificacin de los desafos que sobre ellos se posan y la necesidad de generar
tcnicas sentenciales intermedias o atpicas, que por ende escapan del encorsetamiento
de la alternativa constitucionalidad-inconstitucionalidad (respectivamente, pronunciamientos desestimatorios o estimatorios), entre las que se contabilizan algunas variantes para detectar y salvar las omisiones inconstitucionales.
Nos aproximaremos a continuacin a la retroalimentacin de los controles de constitucionalidad e inconvencionalidad, dada la creciente y trascendente conexin del
derecho interno y el derecho internacional de los derechos humanos, para verificar
la sustentabilidad jurdica del ejercicio del control respecto de la inconvencionalidad
omisiva.
Por ltimo, cerraremos este intento propositivo con ciertas reflexiones de recapitulacin en torno a la sustentabilidad que en el Estado constitucional de derecho1
adquieren las herramientas enderezadas a superar las pretericiones contrarias a la
Constitucin y a los instrumentos internacionales jerarquizados constitucionalmente,
en orden a salvaguardar su supremaca, su vinculatoriedad para el conjunto de los
poderes constituidos y viabilizar la exigibilidad de los derechos y garantas que ellos
deparan, aun ante su falta de desarrollo legal o la insuficiente o deficitaria reglamentacin a su respecto.
154
155
Una sntesis del alcance del neoconstitucionalismo viene propuesta por Sastre Ariza,11
quien se refiere a l expresando que se trata de un nuevo modelo jurdico que representa
el Estado constitucional de derecho, cuya peculiaridad est dada por las caractersticas
o funciones de algunas constituciones que aparecen en la segunda posguerra mundial y
que se contraponen a las del constitucionalismo antiguo o decimonnico, lo que en
la visin de Fioravanti supone que aquellas constituciones representan el intento de
recomponer la gran fractura entre democracia y constitucionalismo.12
156
157
quedado momentneamente marginada por la agresin negativa del rgano omitente.18 En direccin convergente, debe recordarse que el control de constitucionalidad
como nocin jurdica es inseparable de la de Constitucin como norma suprema de
un ordenamiento jurdico dado.19
Al respecto, es siempre conveniente reenviar a Wessel20 cuando de afrontar la tipologa de omisiones inconstitucionales se trata. En una simplificacin taxonmica
extrema (pues profundizar en otras variantes tipolgicas de pretericin excedera el
objeto del presente trabajo), nos limitamos a sealar que ellas pueden ser: absolutas o
totales, cuando directamente media ausencia de la norma que debera regular una determinada situacin jurdica fijada constitucionalmente; y relativas o parciales, cuando
el legislador, al emitir la norma para cumplir el mandato constitucional, y en equivalencia de condiciones y circunstancias, favorece a ciertos grupos y, sin fundamento
objetivo, deja de lado a otros o concede ventajas a unos que no son dispensadas a otros,
es decir que, al legislar, lesiona el principio de igualdad (con su presupuesto de no
discriminacin) o emite una regulacin deficiente gestada por una regla incompleta o
normativamente insuficiente. En otras palabras, incurre en lo que la doctrina alemana
denomina una exclusin arbitraria de beneficio contraria a la Constitucin.
Avanzando en esa lnea argumental, con un punto de toque con la problemtica que
analizamos, puede incluso plantearse la cuestin vinculada al defecto de pronstico o
de prognosis del legislador, esto es, el que gira en derredor de las reglas que, dictadas
para operativizar un mandato constitucional concreto, habran sufrido desgaste o desfase, devenido anacrnicas y, consiguientemente, disvaliosas. Ello da lugar al interrogante de si la omisin del legislador en actualizarlas es idnea para desencadenar la
correccin jurisdiccional.
Con todo, es indispensable al menos bosquejar el permetro y la superficie con que
cuenta la magistratura jurisdiccional para analizar el cuadro de situacin que le permita descubrir la presencia de pretericiones inconstitucionales y generar los remedios
para superarlas. Tal labor requerir dosis importantes de prudencia y rigor en orden a
sortear el riesgo de deslizarse hacia una trivializacin de las declaraciones de inconstitucionalidad al ritmo de la insensatez o el apresuramiento.
En esta dinmica reflexiva con que debe actuar el juez para descifrar si convergen
o no los requisitos configurativos de la inconstitucionalidad por omisin, no debera
prescindirse de un balance cuidadoso y realista de las diversas pautas en juego: normatividad y primaca de la Constitucin; connotaciones axiolgicas del derecho alegado
18
Sobre la problemtica de la inconstitucionalidad por omisin en general, pueden consultarse entre otros los siguientes trabajos de Vctor Bazn: Un sendero que merece ser transitado: el control de la inconstitucionalidad omisiva, en Vctor Bazn (coord.): Desafos del control
de constitucionalidad, Buenos Aires: Ciudad Argentina, 1996, pp.171-269, y Hacia la plena exigibilidad de los preceptos constitucionales: el control de las omisiones inconstitucionales. Especial
referencia a los casos de Brasil y Argentina, en Vctor Bazn (coord.): Inconstitucionalidad por
omisin, Bogot: Temis, 1997, pp.41-108.
19
Ignacio Villaverde Menndez: La inconstitucionalidad por omisin. Madrid: McGraw-Hill,
1997, p.3.
20
Wessel: Die Rechtsprechung des Bundesverfassungsgerichts zur Verfassungsbeschwerde,
en Deutsches Verwaltungsblatt (DVBl), cuad. 6, 1952, p.164.
158
21
Vase para ampliar Vctor Bazn: Respuestas normativas y jurisdiccionales frente a las
omisiones inconstitucionales: una visin de derecho comparado, en Miguel Carbonell (coord.):
En busca de las normas ausentes. Ensayos sobre la inconstitucionalidad por omisin, 2.aed. Mxico:
UNAM (IIJ), 2007, pp.75-270.
159
160
161
la posibilidad de un control mediato del poder legislativo, toda vez que la Sala o la
Seccin del Tribunal Constitucional que conoce del recurso de amparo puede concluir
que la lesin de los derechos fundamentales ocasionada por la accin o la omisin administrativas o judiciales trae en realidad causa de la ley aplicada al caso, supuesto en
el que ha de elevarse al Pleno del Tribunal Constitucional una cuestin sobre la constitucionalidad de dicha ley, que ser enjuiciada en Sentencia antes de la resolucin del
proceso de amparo (artculo 55.2 LOTC),26 por lo que consecuentemente cabe por esta
va el control de constitucionalidad de las omisiones legislativas que hubiesen dado
lugar a omisiones administrativas o judiciales lesivas de derechos fundamentales.27
162
y, ms especficamente, las aditivas y de remedios bilaterales, que generan la necesidad de colaboracin entre el Tribunal Constitucional y el legislador por caso,
las declaraciones de mera incompatibilidad o de inconstitucionalidad sin nulidad, las
sentencias de apelacin, etctera,28 tema que retomaremos.
3.4.2. Latinoamrica
Entre otros supuestos, tambin merecen atencin los siguientes ejemplos en el contexto latinoamericano:
3.4.2.1. Argentina
El instituto no resulta desconocido por la Corte Suprema de Justicia nacional. As, y
por citar algunos casos recientes, relevaremos brevemente las causas Badaro, Adolfo
Valentn c. Administracin Nacional de Seguridad Social (ANSeS) s/ reajustes varios,29
sentencias I30 y II,31 respectivamente de 8 de agosto de 2006 y de 26 de noviembre de
2007, y Halabi, Ernesto c. P.E.N. - ley 25.873 - Dto. 1563/04 s/ amparo Ley 16.986,32 de 24
de febrero de 2009.
Concretamente, en Badaro I33 detect la omisin legislativa inconstitucional consistente en la falta de disposicin de un ajuste por movilidad en el beneficio previsional
del actor que haba llevado a privarlo de un derecho conferido por la Carta Magna;
se abstuvo de adoptar per se la decisin supletoria de la mentada omisin;34 difiri
el pronunciamiento sobre el perodo cuestionado por un plazo que resultara suficiente
para el dictado de las disposiciones pertinentes; y decidi comunicar al Poder Ejecutivo
Nacional y al Congreso de la Nacin el contenido de la sentencia a fin de que, en un plazo
razonable, adoptaran las medidas pertinentes para efectuar las correcciones necesarias.
A su turno, en Badaro II,35 al haber transcurrido un espacio de tiempo prudencial
(un poco ms de quince meses) sin recibir respuesta especfica y satisfactoria sobre el
Cf. Francisco J. Daz Revorio: El control de constitucionalidad de las omisiones legislativas
relativas en el derecho comparado europeo, en Revista Espaola de Derecho Constitucional, ao 21,
n.o61, enero-abril 2001, Madrid: Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, pp.85-86.
29
Causa B.675.XLI.
30
Fallos, 329:3089.
31
Se trata de un segundo pronunciamiento en la causa identificada en la nota 27, emitido ms
de quince meses despus de Badaro I.
32
Causa H.270.XLII.
33
Omisin que se centraba principalmente en el artculo14bis, concretamente en la parte
referida al derecho a las jubilaciones y pensiones mviles.
34
Votaron de manera coincidente los ministros Petracchi, Highton de Nolasco, Fayt,
Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti.
35
Luego del fallo Badaro I el Congreso sancion la ley 26198 (B.O. de 10 de enero de 2007),
aprobatoria del presupuesto 2007, que reconoci un aumento general del 13% con vigencia desde
el 1 de enero de 2007, convalid los aumentos de los haberes inferiores a $1.000 implementados
por distintos decretos de necesidad y urgencia y facult al Ejecutivo para conceder incrementos
adicionales, lo cual se concret por medio del decreto 1346/2007 (B.O. de 5 de octubre de 2007),
que estableci un aumento general del 12,5% a partir del 1 de septiembre de 2007.
Del breve repaso anterior se observa claramente que, en definitiva, ninguna de las medidas
descritas previ la razonable movilidad de los beneficios jubilatorios en el perodo reclamado por
el demandante: 1 de enero de 2002 al 31 de diciembre de 2006; con lo cual quedaba incumplido lo
resuelto en Badaro I.
28
163
punto ordenado (emisin de reglas adecuadas a la situacin del peticionante),36 y aadir que el primer fallo dictado en la causa fue preciso al detallar la omisin legislativa
que la Corte haba advertido y el dao derivado de ella,37 por unanimidad de votantes
declar la inconstitucionalidad del artculo 7.2, de la ley 24463, en el caso, y determin
que la prestacin del accionante (que superaba los $ 1.000) se ajustara, entre el 1 de
enero de 2002 y el 31 de diciembre de 2006, de acuerdo con las variaciones anuales del
ndice de salarios, nivel general, elaborado por el Instituto Nacional de Estadsticas y
Censos, dictando una resolucin que ante la omisin legislativa supuso la fijacin
de una regla para el caso concreto no exenta de contenido aditivo.
A su tiempo, en Halabi38 por mayora, descubri la existencia de una mora legislativa en relacin con la reglamentacin legislativa de las acciones de clase y, en el
interregno hasta el dictado de tal normativa por el cuerpo legisferante, defini algunos
lineamientos a los que deberan ajustarse las acciones colectivas de aquella naturaleza
que se dedujeran en dicho lapso.
Para llegar a tal conclusin, y entre otros eslabones argumentales, entendi que
la Constitucin Nacional admite en el segundo prrafo del artculo 43 una categora
conformada por derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales
homogneos, como sera el caso de los derechos personales o patrimoniales derivados
de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores, as como de los derechos de sujetos discriminados.
En ese sentido, y si bien reconoci que en tales casos no hay un bien colectivo,
ya que se afectan derechos individuales enteramente divisibles, advirti que hay un
hecho, nico o continuado, que provoca la lesin a todos ellos y por lo tanto es identificable una causa fctica homognea. Por tanto, al existir una homogeneidad fctica y
normativa, consider razonable la realizacin de un solo juicio con efectos expansivos
de la cosa juzgada que en l se dicte, salvo en lo que hace a la prueba del dao.
Manifest al respecto que no hay en nuestro derecho una ley que reglamente el
ejercicio efectivo de las denominadas acciones de clase en el mbito especfico que es
objeto de esta litis. Este aspecto resulta de gran importancia porque debe existir una
ley que determine cundo se da una pluralidad relevante de individuos que permita
ejercer dichas acciones, cmo se define la clase homognea, si la legitimacin corresponde exclusivamente a un integrante de la clase o tambin a organismos pblicos o
asociaciones, cmo tramitan estos procesos, cules son los efectos expansivos de la
sentencia a dictar y cmo se hacen efectivos.39
Luego agreg que, frente a esa falta de regulacin la que, por lo dems, constituye una mora que el legislador debe solucionar cuanto antes sea posible, para facilitar
el acceso a la justicia que la Ley Suprema ha instituido, cabe sealar que la referida
Cursivas aadidas.
La mayora estuvo compuesta por los doctores Lorenzetti, Highton de Nolasco, Maqueda
y Zaffaroni; mientras que en disidencia parcial conjunta lo hicieron los ministros Petracchi y
Argibay y en disidencia parcial individual lo hizo el doctor Fayt.
38
Considerando 12 de la mayora.
39
Ibdem, cursivas aadidas.
36
37
164
Considerando 20 de la mayora.
Ibdem.
42
Segn la pgina web del Tribunal Constitucional existen 4831 expedientes paralizados por
ausencia de magistrados, lo que lleva a una cantidad de 30.947 personas afectadas (www.tribunalconstitucional.gov.bo, 11.9.2009).
43
Csar Astudillo Reyes: Las entidades federativas y la accin por omisin legislativa, en
Vctor Bazn (coord.): Derecho procesal constitucional americano y europeo (2t.), Buenos Aires:
Abeledo-Perrot, en prensa.
40
41
165
3.4.2.3. Colombia
La experiencia colombiana marca que su Corte Constitucional va moldeando pretorianamente ciertas pautas referidas a las omisiones legislativas y ha acudido a resoluciones atpicas, por ejemplo, en las sentencias C-073/96, C-543/96, C-540/97,
C-080/99, C-956/99, C-427/00, C-1433/00, C-007/01, C-1064/01, C-041/02, C-185/02,
C-871/02, C-402/03, C-858/06.
3.4.2.4. Mxico
Como resalta Astudillo Reyes,44 a finales de 2005 la Suprema Corte de Justicia de la
Nacin sent doctrina con relacin al concepto y la tipologa de las omisiones legislativas; as, las controversias constitucionales 46/2002, de 10 de marzo de 2005, y 14/2005,
de 3 de octubre de 2005, dieron lugar a tres tesis jurisprudenciales sumamente relevantes: 9, 10 y 11 de 2006,45 que establecieron las modalidades tipolgicas de las omisiones
del legislador.
Colateralmente, y en torno a la viabilidad del control sobre las omisiones por medio
de las controversias constitucionales reguladas en la fraccin I del artculo 105 constitucional, Cosso Daz razona que, en punto a la materia sobre la que pueden versar
aquellas, la Constitucin se refiere a disposiciones generales y actos, lo que abre amplias
posibilidades de impugnacin, a tal grado que prcticamente puede comprenderse
cualquier tipo de norma jurdica o, incluso, que bajo la segunda acepcin se lleguen a
comprender las actuaciones u omisiones de las autoridades correspondientes.4647
3.4.2.5. Nicaragua
Algn vestigio embrionario al respecto dej la Corte Suprema de Justicia, Sala de lo
Constitucional, al dictar la sentencia 90, el 22 de abril de 1999, en expediente 1375, recurrente: Dr. Julio Centeno Gmez, recurrido: Dr. Ivn Escobar Fornos.
En tal pronunciamiento hizo lugar al amparo por omisin articulado en virtud de
haberse constatado que la Asamblea Nacional de la Repblica no haba cumplido con
las normas constitucionales establecidas en los artculos 113; 138, num. 6; y 150, num. 5;
en punto a la obligacin constitucional de conocer, discutir y aprobar el proyecto de
ley presentado por el Presidente de la Repblica para su aprobacin.
Orden volver las cosas al estado que tenan antes de la violacin constitucional por
omisin, superando el estado de violacin constitucional por la falta de aprobacin del
Proyecto de Presupuesto General de la Repblica 1999, y seal adems que era obligacin de la Asamblea Nacional cumplir con su atribucin constitucional de conocer,
discutir y aprobar el Proyecto de Presupuesto General de la Repblica 1999, a efecto de
que no persistiera el estado de violacin constitucional entonces existente.
44
Tituladas respectivamente Principio de divisin funcional de poderes. Sus caractersticas; rganos legislativos. Tipos de facultades o competencias derivadas del principio de divisin
funcional de poderes y Omisiones legislativas. sus tipos; Semanario Judicial de la Federacin y
su Gaceta, 9.apoca, Pleno, t.XXIII, febrero de 2006, pp.1533, 1528 y 1527 respectivamente.
45
Cf. SJF, 9.a poca, t.X, agosto de 1999, p.568.
46
Fundamento 39, cursivas aadidas.
47
Fundamento 49, cursivas aadidas.
166
3.4.2.6. Per
Vale tambin colacionar la praxis de suTribunal Constitucional, que, entre otros casos, muestra que su Sala Primera afront el problema en el expediente 2945-2003-AA/
TC, in re A.A.M.G., hiptesis en la que se ventilaba una accin de amparo contra
el Estado peruano, representado por el Ministerio de Salud, en el que la peticionantepersegua el otorgamiento de atencin mdica integral en su condicin de paciente
con VIH/sida, es decir, la provisin constante de medicamentos necesarios para su
tratamiento y la realizacin de exmenes peridicos, as como las pruebas de CD4 y
carga viral; ambos a solicitud del mdico tratante y/o cuando la necesidad de urgencia
lo requiriera. Tal amparo fue acogido solo parcialmente por la Tercera Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima, razn por la cual la impetrante acudi al Tribunal
Constitucional por va de recurso extraordinario.
En concreto, es interesante la argumentacin que este tribunal elabora analizando
los derechos econmicos y sociales en general y en particular el derecho a la salud y
su relacin inseparable con el derecho a la vida, para dar cabida al amparo y razonar
que, como jueces constitucionales, sin entrar a cuestionar la poltica de salud per se,
era necesario analizar la actuacin del Estado en el presente caso, al haberse alegado
la afectacin de derechos de la demandante que ponen en riesgo su propia vida. Si bien
es cierto que en el caso de pases en desarrollo, como el nuestro, resulta difcil exigir
una atencin y ejecucin inmediata de las polticas sociales para la totalidad de la
poblacin, este Tribunal reitera que tal justificacin es vlida solo cuando se observen
concretas acciones del Estado para el logro de resultados; de lo contrario, esta falta de
atencin devendra en situaciones de inconstitucionalidad por omisin.48
Convergentemente, aadi:
[] los derechos sociales, como es el caso de la salud pblica, no representan
prestaciones especficas por s mismas, pues dependen de la disponibilidad de
48
Concretamente, decidi: Primero: Declarar que el recurso de amparo previsto en el artculo 25.1 de la Convencin Americana de Derechos Humanos, de San Jos, Costa Rica, del 22 de
noviembre de 1969, es una institucin de derecho positivo dominicano, por haber sido adoptada
y aprobada por el Congreso Nacional, mediante Resolucin 739 del 25 de diciembre de 1977, de
conformidad con el artculo 3 de la Constitucin de la Repblica; Segundo: Determinar: a)que
tiene competencia para conocer de la accin de amparo el juez de primera instancia con jurisdiccin en el lugar en que se haya producido el acto u omisin atacado; b)que el procedimiento que
deber observarse en materia de amparo ser el instituido para el referimiento, reglamentado por
los artculos 101 y siguientes de la Ley 834 de 1978; c)el impetrante deber interponer la accin de
amparo contra el acto arbitrario u omisin, dentro de los quince (15) das en que se haya producido el acto u omisin de que se trate; d)la audiencia para el conocimiento de la accin, deber ser
fijada para que tenga lugar dentro del tercer da de recibida la instancia correspondiente. Sin embargo, cuando la accin fuere ostensiblemente improcedente a juicio del magistrado apoderado,
as lo har constar en auto y ordenar el archivo del expediente. Este auto no ser susceptible de
ningn recurso; e)el juez deber dictar su sentencia dentro de los cinco das que sigan al momento en que el asunto quede en estado; el recurso de apelacin, que conocer la corte de apelacin
correspondiente, deber interponerse dentro de los tres das hbiles de notificada la sentencia, el
cual se sustanciar en la misma forma y plazos que se indican para la primera instancia, incluido
el plazo de que se dispone para dictar sentencia; f)los procedimientos del recurso de amparo se
harn libres de costas. [].
167
medios con que cuente el Estado, lo que, sin embargo, de ninguna manera puede
justificar la inaccin prolongada, como se ha subrayado en los fundamentos anteriores, ya que ello devendra en una omisin constitucional.49
168
52
Cf. ngel Garrorena Morales: Opacidad y desestimacin de la inconstitucionalidad en
el fallo de las sentencias interpretativas, en La Democracia Constitucional. Estudios en homenaje al Profesor Francisco Rubio Llorente, vol. 2, Madrid: Congreso de los Diputados, Tribunal
Constitucional, Universidad Complutense de Madrid, Fundacin Ortega y Gasset, Centro de
Estudios Polticos y Constitucionales, 2002, pp.1844-1845.
53
Sobre el punto, vase Vctor Bazn, por ejemplo, en: De jueces subrogantes, casos difciles
y sentencias atpicas, en Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires: LexisNexis, 15 de agosto de 2007,
pp.23-33.
54
Al respecto, consultar Vctor Bazn, por ejemplo, en: Derecho Procesal Constitucional:
estado de avance, retos y prospectiva de la disciplina, en Revista Iberoamericana de Derecho
Procesal Constitucional, n.o 8, julio-diciembre de 2007, Mxico: Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal Constitucional y Porra, pp.89-112; La Corte Suprema de Justicia argentina y
la depuracin de su competencia apelada por medio del control de constitucionalidad, en Revista
Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, n.o5, enero-junio de 2006, Mxico: Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional y Porra, pp.257-287; La reconfiguracin
del rol institucional de la Corte Suprema de Justicia argentina y el camino hacia su consolidacin
como un tribunal constitucional, en Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2008,
Montevideo: Fundacin Konrad Adenauer, 2008, pp.25-61.
169
En torno a estas variantes decisorias existen casi tantas clasificaciones como autores
se embarcan en intentos taxonmicos a su respecto, lo que demuestra la dificultad de
lograr acuerdos absolutos en punto a su sistematizacin.
Sin embargo, justo es reconocer que pareciera existir algn consenso en cuanto a que
la problemtica de la interpretacin conforme a la Constitucin (Verfassungskonforme
Auslegung de la doctrina alemana) mucho tiene que ver con el nacimiento y la multiplicacin de estos instrumentos sentenciales. Segn Groppi, la idea se inscribe en
el marco de la minimizacin del impacto de las decisiones de inconstitucionalidad
sobre el sistema, a fin de evitar vacos y de buscar un equilibrio entre la necesidad de
eliminar normas inconstitucionales y la de no crear lagunas o discontinuidades que
pondran en duda el carcter de ordenamiento jurdico []. Con las sentencias interpretativas el juez constitucional hace propia una de las interpretaciones posibles de
la disposicin censurada, escogiendo la que es conforme (sentencia interpretativa de
rechazo) o la contraria (sentencia interpretativa estimatoria) a la Constitucin.55
Estando las sentencias interpretativas estrechamente vinculadas a la interpretacin conforme, ellas parten del presupuesto de la distincin entre disposicin y norma,
o entre el enunciado normativo y la norma que, por medio de la interpretacin constitucional, se desprende de l. Ligada a tal faceta de la cuestin, una de las numerosas
aproximaciones que se han ensayado sobre las sentencias interpretativas en este caso
la surgente de la pluma de Rubio Llorente las entiende como aquellas que emiten un
pronunciamiento, no sobre el enunciado de la ley sino de una norma que de l puede
deducirse mediante los medios habituales de interpretacin.56
Ilustrativamente, y dentro de la categorizacin de las interpretativas, existen por
ejemplo las sentencias manipulativas, que a su vez pueden ser sustitutivas, reductoras o aditivas. Siguiendo a Gascn, las primeras sustituyen una interpretacin plausible, pero inconstitucional, del precepto legal impugnado, por otra que claramente no
se deduce de l, pero que resulta acorde con la Constitucin; las reductoras suponen
precisamente una interpretacin restrictiva del mbito de aplicacin del precepto legal
impugnado para conformarlo a la Constitucin, como producto de lo cual, y luego de
la tarea interpretativa, la regla deja de ser aplicable en uno o varios de los supuestos comprendidos en abstracto por el enunciado legal; y las aditivas, que implican la aceptacin
de la inconstitucionalidad por omisin, consisten en una interpretacin extensiva del
radio de accin del precepto legal objetado, para conformarlo a la Constitucin, de
resultas de lo cual y tras la interpretacin, la regla es aplicable a ms supuestos de los
comprendidos en abstracto por el enunciado legal.57
Tania Groppi: Hacia una justicia constitucional dctil? Tendencias recientes de las relaciones entre Corte Constitucional y jueces comunes en la experiencia italiana, en Eduardo Ferrer
Mac-Gregor (coord.): Derecho procesal constitucional, t.I, o. cit., p.355.
56
Francisco Rubio Llorente: La jurisdiccin constitucional como forma de creacin del derecho, en La forma del poder. Estudios sobre la Constitucin, 2.aed., Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, p.484.
57
Cf. Marina Gascn: voz Interpretacin conforme (con la Constitucin), en Miguel
Carbonell (coord.), Diccionario de derecho constitucional, o. cit., p.318.
55
170
58
171
59
Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, sentencia sobre excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 26 de septiembre de 2006, Serie C, n.o154, 124 (cursivas
aadidas). Tambin lo ha expresado, verbigracia, en el Caso La Cantuta vs. Per, sentencia sobre
fondo, reparaciones y costas, 29 de noviembre de 2006, Serie C, n.o162, 173.
60
Corte IDH, Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Per, sentencia sobre excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 24 de noviembre de 2006,
Serie C, n.o158, 128.
172
En definitiva, la Corte IDH impone a los poderes judiciales de los estados la obligacin de concretar el control de convencionalidad de las normas jurdicas internas
que aplican en los casos concretos vis--vis la CADH, tomando en consideracin al
efecto no solo la literalidad de dicho pacto sino la lectura que de l ha realizado el
Tribunal Interamericano, que, como se sabe, es el intrprete ltimo de aquel. Realza,
as, la operatividad de la pauta de interpretacin conforme a la CADH como estndar
hermenutico a respetar y resguardar por los rganos jurisdiccionales vernculos (incluso de oficio), dinmica en la que subyace la idea de retroalimentacin del control de
constitucionalidad y el control de convencionalidad.
Solo por traer a colacin un ejemplo, en Mazzeo, Julio Lilo y otros s/ recurso de
casacin e inconstitucionalidad,62 de 13 de julio de 2007, la Corte Suprema de Justicia
argentina por mayora63 aport un relevante enfoque institucional en torno a la
invalidez constitucional de la atribucin presidencial de emitir indultos que beneficien a sujetos acusados de cometer delitos de lesa humanidad (ver, por ejemplo, el
considerando 31 de la mocin mayoritaria). Para conformar tal matriz argumental ha
receptado expresamente la pauta adoptada por la Corte IDH en el 124 de la sentencia
recada en Almonacid Arellano, siendo al efecto particularmente relevante el considerando 21 de la posicin triunfante de nuestro mximo tribunal en punto al deber del
poder judicial local de realizar el control de convencionalidad, lo que aadimos por
nuestra parte significa discernir si una norma interna es o no convencional.
Como el Tribunal Interamericano dej en claro en el caso Boyce y otros, ello significa que no alcanza con limitarse a evaluar si una norma es inconstitucional, sino que
la cuestin debe girar en torno a si esta tambin es convencional, o sea, debe adems
el rgano jurisdiccional en cuestin decidir si ella restringe o viola los derechos reconocidos en la CADH.64
Enlazando tales cuestiones con lo dispuesto por el artculo 2 de la CADH cuando
claramente subraya el deber estatal de adoptar disposiciones de derecho interno, en el
sentido de que si los derechos y libertades mencionados en el artculo 1, ibdem (o sea,
los reconocidos en la Convencin), no estuvieran ya garantizados por disposiciones
61
Luis Jimena Quesada: La vinculacin del juez a la jurisprudencia internacional, en Miguel
Revenga Snchez (coord.), El Poder Judicial, Valencia: Tirant lo Blanch, 2009, pp.495-544. Para su
afirmacin, tal autor se apoya en Benedetto Conforti (International Law and the Role of Domestic
Legal Systems, Dordrecht: Martinus Nijhoff, 1993, p.9), y pasa luego a agregar: Cabalmente, cuanto mayor xito tenga la tarea de difusin de la jurisprudencia internacional entre los operadores
jurdicos internos, menos operativo resultar el principio jura novit curia, pues la mayor formacin de los abogados comportar una elaboracin ms cuidada y perfeccionada de sus pretensiones y, por lo tanto, menor margen de discrecionalidad interpretativa en manos de los jueces.
62
Fallos, 330:3248.
63
Los alineamientos fueron: por la mayora, los doctores Lorenzetti, Highton de Nolasco,
Maqueda y Zaffaroni; en disidencia se expidi el ministro Fayt, y en disidencia parcial lo hizo la
doctora Argibay.
64
Corte IDH, Caso Boyce y otros vs. Barbados, sentencia sobre excepcin preliminar, fondo,
reparaciones y costas, 20 de noviembre de 2007, Serie C, n.o169, 78.
173
legislativas o de otro carcter, los estados partes se comprometen a adoptar las medidas
legislativas o de otro carcter que fueren necesarias para hacerlos efectivos; no parece
irrazonable pensar que el preceptivo control de convencionalidad a cargo de la jurisdiccin deba llevarse adelante para enfrentar no solo acciones o normas lesivas de la
CADH sino tambin a omisiones estatales que resulten contrarias a esta.
Y aquella obligacin jurisdiccional de los jueces nacionales de aplicar el derecho
internacional, marcada y subrayada por la Corte IDH, lejos est de ser una entelequia.
Es realidad tangible para la magistratura jurisdiccional, en cuyo arsenal de insumos
analticos con que cuenta para dar vida a la argumentacin de sus sentencias no puede
estar ausente la letra de la CADH ni las del resto de los instrumentos internacionales
que conforman el corpus juris bsico en materia de proteccin de los derechos humanos;65 como tampoco sera vlido prescindir de la lectura que del texto y el espritu
de tal pacto ha realizado el nombrado Tribunal Interamericano.66
En la dinmica de interrelacin de los tribunales locales y la Corte IDH, el control
de convencionalidad se conecta con el establecimiento por esta de patrones hermenuticos generales que deben ser observados por aquellos para pugnar por que los
actos internos se conformen a los compromisos internacionalmente asumidos por el
Estado, evitar que este incurra en responsabilidad internacional, adems de la convergencia de razones de economa procesal y hasta de preservacin de la sustentabilidad
del propio sistema protectorio interamericano.
Clara explicacin de ello nos brinda Garca Ramrez, para quien, dentro de la lgica
jurisdiccional que sustenta la creacin y operacin de la Corte IDH,
[] no cabra esperar que sta se viese en la necesidad de juzgar centenares o millares de casos sobre un solo tema convencional lo que entraara un
enorme desvalimiento para los individuos, es decir, todos los litigios que se
presenten en todo tiempo y en todos los pases, resolviendo uno a uno los hechos violatorios y garantizando, tambin uno a uno, los derechos y libertades
particulares. La nica posibilidad tutelar razonable implica que una vez fijado el
criterio de interpretacin y aplicacin, este sea recogido por los Estados en el
conjunto de su aparato jurdico: a travs de polticas, leyes, sentencias que den
trascendencia, universalidad y eficacia a los pronunciamientos de la Corte constituida insisto merced a la voluntad soberana de los Estados y para servir a
65
En esa lnea, el doctor Sergio Garca Ramrez ha sealado en su voto razonado a la sentencia de la Corte IDH Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Per, cit.,
su criterio en punto a que al referirse al control de convencionalidad, si bien el Tribunal ha tenido
a la vista la aplicabilidad y aplicacin de la CADH, tal funcin se despliega en lo que toca a otros
instrumentos de igual naturaleza, integrantes del corpus juris convencional de los derechos humanos de los que es parte el Estado: Protocolo de San Salvador, Protocolo relativo a la Abolicin de la
Pena de Muerte, Convencin para Prevenir y Sancionar la Tortura, Convencin de Belm do Par
para la Erradicacin de la Violencia contra la Mujer, Convencin sobre Desaparicin Forzada,
etctera (2).
66
Vase para ampliar Vctor Bazn, por ejemplo, en Los derechos de los pueblos indgenas y
el rol de los jueces en la decisin de conflictos sobre propiedad comunitaria, en La Ley. Suplemento de
Derecho Constitucional, Buenos Aires, 10 de agosto de 2009, pp.39-52.
174
6. Reflexiones finales
1. El modelo jurdico-poltico representativo del Estado constitucional de derecho, nutre a las constituciones que, aparecidas fundamentalmente a partir de la segunda mitad
del siglo pasado, pretenden reparar la ruptura entre democracia y constitucionalismo.
Precisamente, la discusin acerca de las posibilidades de sustentacin de la fiscalizacin de la inconstitucionalidad por omisin configura un pliegue ms de la tensin
entre aquellos elementos: democracia-constitucionalismo.
Sobre el punto, no puede negarse la importante transformacin que, respecto del
esquema de relaciones entre Parlamento o Congreso y tribunal constitucional o judicatura, ha favorecido el advenimiento de una Constitucin concebida como norma
jurdica por tanto, dotada de riqueza y potencia normativas, impregnada de valores y principios, y presente en todos los espacios jurdicos y conflictos mnimamente
significativos.
Tal como verifica Carrillo, en Europa (aunque con irradiaciones hacia el espacio
latinoamericano), la configuracin de la justicia constitucional como mecanismo de
defensa de la Constitucin ha supuesto una notable innovacin en la funcin jurdica y poltica de la Ley Fundamental: desde el punto de vista jurdico, porque no hay
duda de que la Constitucin adquiere progresivamente la condicin de norma jurdica
exigible ante los poderes pblicos y los particulares; y desde la ptica poltica, porque
aquella ordena el sistema poltico y los tribunales constitucionales se convierten en
instrumentos de defensa del ordenamiento constitucional ante el legislador y el resto
de los poderes del Estado.68
Ello supone que, en palabras de Prez Tremps, ha quedado superada la visin de la
Constitucin como norma meramente organizativa y, en cierto sentido, emplazada en
un parmetro casi metajurdico desde el punto de vista material, siendo tal concepcin sustituida por otra que entiende a la Ley Fundamental como norma directamente
eficaz tanto en sus mandatos organizativos o institucionales, como en aquellos de naturaleza material y sustantiva.69
2. Las relaciones tensionales entre el Parlamento o Congreso y el tribunal constitucional o el Poder Judicial (de acuerdo con las respectivas adscripciones a los diversos
Cit. en nota 55, 8.
Marc Carrillo: La Jurisdiccin Constitucional en Europa: las funciones del Tribunal
Constitucional Espaol y las hipotecas del caso chileno, en Ral Morodo y Pedro De Vega (dirs.):
Estudios de teora del Estado y derecho constitucional en honor de Pablo Lucas Verd, t.II, Madrid:
UNAM (IIJ) y Servicio de Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense
de Madrid, 2000, p.1472.
69
Pablo Prez Tremps: La Justicia Constitucional en la actualidad. Especial referencia a
Amrica Latina, en Foro Constitucional Iberoamericano, n.o2, abril-junio 2003, Madrid: Instituto
de Derecho Pblico Comparado, Universidad Carlos III, www.uc3m.es/uc3m/inst/MGP/JCI/
revista-02art-ppt1.htm.
67
68
175
sistemas de contralor de constitucionalidad) deben reconducirse en trminos constructivos y, en el contexto especfico de la inercia o la mora legislativas anticonstitucionales, la labor jurisdiccional superadora que al respecto se acometa no debe ser
impulsada ni entendida en un plano confrontativo o de puja de poder, sino desde la
vertiente del dilogo y la colaboracin comprometidos institucionalmente en la bsqueda de un equilibrio que, sin soslayar la irrenunciable misin del rgano de clausura
de la jurisdiccin constitucional en punto a mantener inalterada la vigencia normativa
suprema de la Constitucin, resguarde la estructura del Estado, la divisin de poderes,
la autoridad democrtica del legislador y la libertad de configuracin poltica de este.
En este como en todos los mbitos jurdicos relevantes, la labor de la judicatura
(constitucional u ordinaria) al respecto deber estar recorrida axiolgicamente por la
pauta de razonabilidad, cuya forma de ser percibida y concebida ha mudado, pasando en palabras de Zagrebelsky de requisito subjetivo del jurista a requisito objetivo
del derecho.70
Es todava posible aadir, con Gmez Puente, que si bien el control de la inactividad legislativa entraa riesgos de injerencia del juzgador en las funciones polticonormativas del legislador, tales riesgos son inherentes a la propia funcin jurisdiccional, a la actividad de control en s misma, e independientes del objeto de ese control,
y, adems, estn presentes tanto si se trata de controlar un acto como de hacerlo sobre
una omisin legislativa.71
3. El examen de las experiencias normativas (constitucionales o subconstitucionales) y jurisprudenciales en Europa y Latinoamrica (estas corporizadas en la generacin de modalidades sentenciales atpicas o intermedias) pone al descubierto el
creciente inters por institucionalizar o hacer aplicables en la prctica, aun pretorianamente, diversos mecanismos para superar o corregir las omisiones inconstitucionales
para aportar a favor de la fluidez del trnsito de la supremaca constitucional, la vigencia realde los derechos y la consolidacin del Estado constitucional de derecho.
4. Las omisiones inconstitucionales no pueden quedar inatacadas solo porque el
rgano legislativo inoperante no disee los dispositivos procedimentales idneos para
combatirlas, porque paradjicamente en tal hiptesis el remedio contra aquellas quedara en manos de uno de los principales responsables de tal incumplimiento.
Adems, no es difcil imaginar que la implementacin de mecanismos de contralor
por el cuerpo parlamentario, que lo tenga justamente como principal destinatario de
semejante fiscalizacin, muy probablemente no despertar euforia o hiperactivismo
entre sus filas. Por consiguiente, recaer en la magistratura jurisdiccional la faena de
trazar tales vas procesal-constitucionales si aquel dejara de realizarlo.
5. Nada se descubre al recordar que en la hora actual se multiplican los puntos de
contacto entre el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho interno, incrementndose la exigencia de lograr una pacfica articulacin de tales fuentes
70
Gustavo Zagrebelsky: El derecho dctil. Ley, derechos, justicia, trad. de Marina Gascn,
3.aed., Madrid: Trotta, 1999, p.147.
71
Marcos Gmez Puente: La inactividad del legislador: una realidad susceptible de control,
Madrid: McGraw-Hill, 1997, p.270.
176
Cf. Corte IDH, OC-2/82, El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la
Convencin Americana sobre Derechos Humanos (artculos 74 y 75), 24 de septiembre de 1982,
Serie A: Fallos y Opiniones, n.o2, Secretara de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
San Jos de Costa Rica, 29, p.44.
Un anlisis de tal opinin consultiva puede verse en Vctor Bazn: La Convencin Americana
sobre Derechos Humanos y el efecto de las reservas respecto de su entrada en vigencia: a propsito
de la OC-2/82 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Derechos humanos. Corte
Interamericana, Mendoza: Ediciones Jurdicas Cuyo, t.I, 2000, pp.91-165.
72
177
180
Instanzenwege bei einem Vorgehen von Amts wegen bzw. auf Antrag einer interessierten Partei, das Ergebnis der Schutzmanahme und die ihr zugrunde liegenden inhaltlichen Annahmen des Anscheins der
Ordnungsmigkeit, der Gefahr im Verzug und der Angemessenheit der Manahme eingegangen.
1. Introduccin
Hace tres lustros se aprobaron en Mxico las reformas constitucionales en materia judicial ms importantes de la segunda mitad del siglo pasado. La trascendental reforma
de 31 de diciembre de 1994 tuvo como eje fundamental el convertir materialmente a la
Suprema Corte de Justicia de la Nacin en un tribunal constitucional.1
Por una parte, se incorpora la accin abstracta de inconstitucionalidad de normas
generales y, por otra, se amplan los supuestos de las controversias constitucionales
(conflictos de atribuciones entre rganos del Estado),2 de tal manera que en algunos
supuestos las sentencias pueden tener efectos generales hacia el futuro (salvo en materia penal), y la propia Corte posee amplias facultades para determinar las dems
condiciones de eficacia de las sentencias estimatorias que dicte.
Es cierto que la sentencia constitucional representa la mxima expresin de los
poderes del juez constitucional. Es el corazn de la jurisdiccin constitucional, la
1
Cf. nuestro reciente trabajo sobre La Corte Suprema di Giustizia del Messico quale
Tribunale Costituzionale, en Luca Mezzetti (coord.): Sistemi e modelli di giustizia costituzionale,
Padua: Cedam, 2009, pp.587-622.
2
El ms reciente y completo estudio sobre este proceso constitucional corresponde a Jos
Ramn Daz Cosso: La controversia constitucional, Mxico: Porra, 2008.
181
actuacin jurisdiccional por excelencia, al resolver la cuestin constitucional planteada con repercusiones jurdicas (polticas y sociales tambin) de la mayor importancia
en un determinado sistema jurdico. Sin embargo, no todos los actos jurisdiccionales
dentro de un proceso constitucional constituyen resoluciones y menos aun sentencias.3
Es ms, no todas las manifestaciones de los poderes del juez constitucional se encuentran contenidas, en estricto rigor, en las actuaciones jurisdiccionales,4 si bien es en estas donde alcanzan su mayor expresin y particularmente en las resoluciones que dicta.
Es frecuente que algunas resoluciones dentro del procedimiento constitucional sean
de tal importancia que se convierten en una tutela fundamental para la efectividad del
objeto mismo del proceso. Se constituye una garanta de la garanta, al mantener viva
la materia y objeto del proceso, a tal extremo que en ocasiones resulta necesario anticipar los alcances de la sentencia definitiva para que la pretensin logre su cometido.
De ah que los poderes del juez constitucional se manifiestan durante todo el procedimiento y no solo al resolver la cuestin de mrito a travs del acto jurisdiccional
conocido como sentencia. Una de las manifestaciones ms claras de estos poderes del
juzgador constitucional precisamente se encuentran en las medidas o providencias
cautelares, que constituyen un tipo de resolucin dentro del proceso constitucional.
Nuestro objetivo es brindar algunas notas sobre la suspensin del acto reclamado
en controversia constitucional a la luz de las atribuciones del ministro instructor, sin
ningn nimo de exhaustividad.
182
o no influyan en la sentencia definitiva; designar al perito o peritos que estime conveniente; decretar pruebas para mejor proveer; requerir a las partes para que proporcionen los informes o aclaraciones que estime necesarios para la mejor resolucin del
asunto; resolver sobre los diversos incidentes nominados e innominados; y elaborar el
proyecto de resolucin para someterlo al Tribunal Pleno, entre otras. Dentro de estas
amplsimas facultades se encuentran tambin las relativas a otorgar, negar, modificar o
revocar la suspensin del acto impugnado.
Todas estas facultades no se encuentran en disposicin constitucional alguna. El artculo 105 constitucional, que regula en su fraccin I las controversias constitucionales,
remite a la ley reglamentaria, contrariamente a lo que sucede en el juicio de amparo. Si
bien pudiera pensarse que tiene aplicabilidad en materia de controversias lo dispuesto
en la fraccin X del artculo 107 constitucional, que regula la suspensin en materia
de amparo, no es as, ya que se trata de un diverso proceso constitucional y no existe
remisin alguna a este dispositivo constitucional, ni referencia similar en la LR105.5
Esto ltimo resulta importante, ya que el primer prrafo de la fraccin X del citado
precepto establece previsiones que el juez constitucional debe considerar para el otorgamiento de la suspensin del acto, a saber: [] la naturaleza de la violacin alegada,
la dificultad de reparacin de los daos y perjuicios que pueda sufrir el agraviado con
su ejecucin, los que la suspensin origine a terceros perjudicados y el inters pblico.
Si bien estos elementos pueden considerarse en el incidente de suspensin en controversia constitucional, creemos que no es por aplicacin del artculo 107 constitucional
que no le resulta aplicable, sino ms bien por ser coincidentes con los parmetros de
las medidas cautelares en general y con las particularidades propias que se derivan de
la LR105 y de la jurisprudencial constitucional.
La regulacin de la suspensin en controversia constitucional se encuentra prevista
de manera precisa en la LR105, en los artculos 14 a 18, que integran la seccin segunda: De la suspensin, del captulo segundo, relativo a Los incidentes; mientras que
el artculo 12 se refiere a la oportunidad en la resolucin del incidente de suspensin,
que deber realizarse antes del dictado de la sentencia definitiva; y el artculo 35 complementa la posibilidad de que el ministro instructor pueda decretar pruebas para
mejor proveer y requerir a las partes informes o aclaraciones necesarios para resolver
sobre la suspensin (por remisin del primer prrafo del artculo 14 de la misma ley,
que seala la aplicabilidad del referido artculo 35), posibilidad que se considera una
facultad que puede utilizar el ministro instructor para resolver sobre la suspensin, sin
que implique una obligacin.6 Asimismo, deben tenerse en consideracin los artculos
5
Vase la tesis CXVII/2000, de la Segunda Sala, cuyo rubro es: Suspensin. Es inaplicable
lo preceptuado en la fraccin X del artculo 107 de la carta magna, tratndose de controversias
constitucionales (SJFG, t.XII, septiembre de 2000, p.588).
6
Cf. la tesis 15/97, del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Controversias constitucionales. El ministro instructor tiene facultad, pero no obligacin, de recabar pruebas, previamente a la decisin
sobre la suspensin (SJFG, t.V, febrero de 1997, p.509). En sentido contrario, Castro y Castro
considera que, al no preverse en la LR105 la substanciacin del incidente de suspensin, debe acudirse, en trminos del artculo 1 de la misma ley reglamentaria, a los artculos 358 a 364 del Cdigo
Federal de Procedimientos Civiles, que sealan la tramitacin de los incidentes que no tengan
183
As lo deja ver Garca de Enterra en otra clsica obra, si bien en materia contencioso-administrativa, al sealar que el Tribunal Constitucional espaol ha proclamado
precisada una tramitacin especial. Cf. Juventino V. Castro y Castro: El artculo 105 constitucional,
3.a ed., Mxico: Porra, 2000, p.210.
7
Cf. la tesis jurisprudencial 14/97 del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Controversias constitucionales. Inters jurdico en materia suspensional, no es supletorio el cdigo federal de procedimientos civiles (SJFG, t.V, febrero de 1997, p.579).
8
Sobre los alcances de este precepto, vase Miguel Carbonell y Eduardo Ferrer Mac-Gregor:
Comentario al artculo 14 de la Constitucin Poltica de los Estados Unidos Mexicanos, en
Derechos del pueblo mexicano, Mxico a travs de sus Constituciones, Mxico: Porra, 2006, t.XVI,
pp.506-526.
9
Incluso se ha considerado como fundamento constitucional de las medidas cautelares en
general, el contenido del artculo 17 constitucional al sealar, en la parte conducente, que Las
leyes federales y locales establecern los medios necesarios para que se garantice la independencia
de los tribunales y la plena ejecucin de sus resoluciones. Cf. Hctor Gonzlez Chvez: La suspensin del acto reclamado en amparo, desde la perspectiva de los principios de las medidas cautelares,
Mxico: Porra, 2006, pp.158-160.
10
As, por ejemplo, lo ha estimado el Tribunal Constitucional espaol, al considerar las medidas cautelares como parte de la tutela judicial efectiva. En general, sobre las medidas cautelares
en Espaa, vase Manuel Ortells Ramos: Las medidas cautelares, Madrid: La Ley, 2000; en cuanto
a los procesos constitucionales, vanse Javier Cifuentes: Las medidas cautelares en los procesos ante
el Tribunal Constitucional, Madrid: Colex, 1993; Carmen Chinchilla Marn: La tutela cautelar en la
nueva justicia administrativa, Madrid: Civitas, 1991; Eduardo Garca de Enterra: Las batallas por
las medidas cautelares. Derecho comunitario europeo y proceso contencioso-administrativo espaol,
3.aed., Madrid: Thomson-Civitas, 2006; y Miguel ngel Montas Pardo: La suspensin cautelar
en el recurso de amparo. Prontuario de jurisprudencia constitucional, Pamplona: Aranzadi, 2001.
11
Piero Calamandrei: Introduccin al estudio sistemtica de las providencias cautelares, trad.
de Santiago Sents Melendo, Buenos Aires: Bibliogrfica Argentina, 1945, p.45. La obra original en
italiano fue publicada en 1936, con el ttulo Introduzione allo studio sistematico dei provvedimenti
cautelari, Padua: Cedam.
184
que existe un verdadero derecho fundamental a la tutela cautelar y que concretamente ha definido el contenido de ese derecho como todo lo que exija la efectividad de la tutela en las situaciones particulares de que se trate, lo cual incluye,
necesariamente, medidas positivas de proteccin, y no solo suspensiones de actos
administrativos.12
De ah que el ministro instructor deba cuidar el equilibrio entre las partes al otorgar
la medida cautelar, lo que no significa que deba siempre otorgarse audiatur et altera
pars, como veremos ms adelante.
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no se otorg, o porque no se hubiese decretado de oficio. Y aun existiendo, su finalidad no puede identificarse con la del proceso constitucional, dado que su funcin
consiste en conservar la materia del objeto de la litis y evitar daos irreparables a las
partes o a la sociedad por la demora del procedimiento, es decir, constituye como
lo advierte Calamandrei instrumento del instrumento. Esta instrumentalidad cualificada solo se explica en razn del proceso principal que pretende asegurar, ya que
nunca constituyen un fin por s mismas, sino que estn preordenadas a la emanacin de una ulterior providencia definitiva, el resultado prctico de la cual aseguran
preventivamente.15
El hecho de que en ocasiones se anticipen los contenidos de la sentencia en la medida cautelar (al prejuzgar sobre la inconstitucionalidad del acto) no significa que
desaparezca su carcter instrumental, toda vez que siempre se otorga en funcin del
proceso que pretende garantizar, sea para evitar daos irreparables a las partes o a la
sociedad, sea para mantener viva la litis principal y lograr la eficacia del proceso como
institucin de inters pblico, siendo esta funcionalidad propia de las medidas cautelares, que se vincula con su segunda caracterstica relativa a su autonoma.
b. Autonoma. Es comn que se afirme que este rasgo de las medidas cautelares
aparece por el procedimiento especial que se sigue, que en general se tramitan por va
incidental, es decir, en cuaderno separado del principal.
Sin embargo, la autonoma, como rasgo caracterstico de la suspensin del acto
en controversia constitucional, no se constituye por el procedimiento seguido para
la decisin cautelar, sino por su funcionalidad, esto es, por su autonoma funcional
como institucin procesal. La finalidad de la suspensin en controversia constitucional, como lo ha definido la jurisprudencia de la Suprema Corte, consiste en permitir conservar la materia del litigio, de tal suerte que se asegure provisionalmente
la situacin jurdica, el derecho o el inters de que se trate para que la sentencia que
se dicte eventualmente declare el derecho del actor y pueda ser ejecutada eficaz e
ntegramente; y, por otra parte, su finalidad consiste en evitar un grave e irreparable dao a las partes o a la sociedad con motivo de la tramitacin del proceso
constitucional.16
De esta manera su objeto es comn al de las medidas o providencias cautelares en
general, que difieren del objeto del proceso principal y que nunca pueden coincidir en
su objetivo debido al carcter instrumental en los trminos precisados y en su rasgo de
provisionalidad que ahora pasamos a analizar.
c. Provisionalidad. Al otorgarse la suspensin del acto impugnado en controversia constitucional, sus efectos siempre resultan temporales, es decir, limitados en
el tiempo. Lo son por la finalidad misma de su naturaleza, que no pretenden resolver
16
186
sobre la pretensin planteada, por lo que no recaen sus efectos en la relacin jurdica
principal y, por lo tanto, carecen del atributo de la autoridad de cosa juzgada.17
Esta caracterstica se deriva del artculo 16 de la LR105, que establece que podr ser solicitada por las partes en cualquier tiempo hasta antes de que se dicte
sentencia definitiva, ya que por su propia naturaleza la decisin cautelar no puede
prolongarse ms all de la sentencia definitiva. Aqu conviene distinguir entre el
momento de solicitud de la medida o del momento de otorgamiento de oficio,
que en todo caso tiene que ser antes del dictado de la sentencia, de aquel otro momento en que los efectos de la suspensin del acto dejan de producirse. Lo anterior lo consideramos importante, ya que en trminos del artculo 45 de la LR105 la
sentencia definitiva produce sus efectos a partir de la fecha que la propia Suprema
Corte determine, razn por la cual creemos que la eficacia de la medida cautelar
debe prolongarse hasta que entren en vigor los efectos del fallo definitivo. De lo
contrario, podran causarse daos irreversibles a las partes (en algunas ocasiones
incluso por mala fe) en el lapso que medie entre la emisin de la sentencia y la
fecha en que se produzcan sus efectos.
El carcter provisional de la suspensin del acto implica, por consiguiente, su
condicin de resolucin provisional, que est por esencia condenada a desaparecer.
Se agota la medida cautelar por naturaleza, sea por terminacin del proceso en cualquiera de sus formas o incluso por revocacin o modificacin de la medida cautelar
debido al carcter siempre flexible que tienen, que define su ltima caracterstica.
d. Mutabilidad. Mientras que las tres caractersticas anteriores, instrumentalidad,
autonoma y provisionalidad, constituyen caractersticas que siempre estn presentes
en la suspensin del acto reclamado en controversia constitucional, la mutabilidad
representa un atributo de la decisin cautelar referida a su variabilidad, por lo que
en ocasiones no se da este supuesto. Esta caracterstica no debe confundirse con la
provisionalidad, que atiende al carcter no definitivo de la medida; en cambio, la mutabilidad se refiere al carcter flexible, sea por decisin del propio ministro instructor
al cambiar ciertas circunstancias fcticas que la motivaron (hecho nuevo o superveniente) o bien por ser impugnables ante el pleno o las salas de la Suprema Corte (de
conformidad con los acuerdos plenarios 5/2001 y 3/2008).
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1)de oficio, o 2)a peticin de parte, conforme lo establece el artculo 14 de la LR105. Sin
embargo, no existe claridad en el procedimiento a seguir para ambos tipos de suspensin, a diferencia de lo que ocurre en materia de amparo, cuya regulacin es precisa.
Esto ha motivado ciertas dudas de la doctrina. El hoy ministro jubilado de la
Suprema Corte Juventino Castro y Castro ha considerado que en realidad no existe
la suspensin de oficio en la controversia constitucional. Considera que este tipo de
suspensin que se da en materia de amparo, en ciertos casos precede al juicio principal que probablemente se abrir, pero que tambin no se asegura que existir. As
esta suspensin es autnoma; es decir es una cautela emergente que tiene vida por s
misma. El procedimiento que se instaura no es un incidente. Todo esto que demuestra
una autonoma de la providencia cautelar, puede ocurrir en el juicio de amparo. No
es ese el caso de las controversias constitucionales. En estos procedimientos no hay
suspensin de oficio; por lo tanto, en ellas no cabe pensar en una suspensin autnoma
del principal. En todo momento es un incidente. As lo dice el artculo 16 de la Ley: La
suspensin se tramitar por va incidental y podr ser solicitada por las partes en cualquier tiempo hasta antes de que se dicte sentencia definitiva.21
Pareciera que existe confusin sobre lo que debemos entender por autonoma, que
como hemos visto constituye una caracterstica de la suspensin en controversia constitucional, que resulta comn a cualquier medida cautelar; son autnomas, no por el
procedimiento por el cual se ventilan (en general se tramitan por va incidental), sino
por su finalidad como institucin procesal, es decir, por tratarse de una categora procesal que persigue en s misma un objeto distinto al juicio principal. En este sentido,
la autonoma es vista desde su funcionalidad, como medio que garantiza la eficacia del
proceso.
Por lo anterior estimamos que la suspensin de oficio en el juicio de amparo no deja
de ser una medida cautelar de naturaleza instrumental al juicio principal, por el simple hecho de no tramitarse en va incidental, toda vez que en ningn caso adquiere la
suspensin independencia del juicio principal. Tanto es as, que no podra otorgarse
la suspensin de oficio sin que se presente una demanda de amparo debido al principio de instancia de parte agraviada, de conformidad con la fraccin I del artculo 107
constitucional, ni tiene definitividad la decisin cautelar al estar supeditada su temporalidad a la duracin del proceso principal, inclusive a la admisin de la demanda en
los supuestos en que se hubiera otorgado la medida cautelar previamente.
La procedencia de oficio de la suspensin en controversia constitucional se encuentra prevista expresamente en el artculo 14 de la LR105. Su tramitacin difiere de la
que se prev en materia de amparo, que debe otorgarse de plano. En la controversia
constitucional, en cambio, siempre tendr que ser en va incidental en trminos del
artculo 16 de la LR105, como bien lo seala Castro y Castro; y adems, teniendo en
consideracin que la regulacin especfica De la suspensin constituye una seccin
especial del captulo II, De los incidentes, se infiere que la suspensin, sea de oficio
21
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o a peticin de parte, deber tramitarse va incidental, sin que ello sea obstculo para
que bajo esta forma se otorgue la suspensin de oficio.
Qu sucedera si las partes no solicitan la suspensin y el ministro instructor advierte que debe otorgarse al considerar afectacin al inters pblico con inminente
dao a la sociedad? Si la propia ley permite que el ministro instructor, de oficio o a
peticin de parte, podr conceder la suspensin del acto, no advertimos obstculo
alguno para que pueda el ministro otorgarla en va incidental, ya que el citado artculo 16 claramente seala que la suspensin se tramitar por va incidental, debiendo
tenerse en cuenta para concederla los elementos que sean proporcionados por las
partes o recabados por el ministro instructor (artculo 14 de la LR105) y atendiendo
adems la regla general prevista en el artculo 18 de la LR105, relativa a que debern
tomarse en cuenta las circunstancias y caractersticas particulares de la controversia
constitucional.22
No creemos que el citado artculo 16 se refiera exclusivamente a la suspensin a peticin de parte, ya que la primera parte de dicho precepto es categrica al sealar que
la suspensin (sin distinguir si es de oficio o a peticin de parte) se tramitar por
va incidental, lo cual se corrobora adems con el artculo 12 de la misma ley, donde
le otorga el carcter de incidente a la suspensin, cuestin lgica si se advierte que
precisamente la suspensin del acto se encuentra regulada dentro del captulo De los
incidentes.
Pudiera pensarse que si en el amparo la suspensin de oficio se otorga de plano, implica una mayor celeridad en la decisin cautelar. Lo anterior no es del todo
exacto, ya que si bien este tipo de suspensin en controversia constitucional debe
tramitarse por la va incidental, es decir, debe abrirse un cuaderno por separado,
nada impide que el ministro instructor decida sobre la medida de inmediato en el
incidente respectivo (que incluso no vemos inconveniente, si bien no es lo ortodoxo,
que sea antes de admitirse la demanda si as se amerita, como sucede en amparo),
en casos extremos de notoria urgencia; de lo contrario, la dilacin podra ocasionar
daos irreparables a la sociedad, mermando en todo o en parte la eficacia del proceso constitucional.
La urgencia de la medida implica, por lo tanto, que sea inaudita altera parte, sin que
ello represente violacin al debido proceso, ya que no debe perderse de vista que el
principio de audiencia se respetara en una fase posterior, dado el carcter flexible de la
medida adoptada, al poder ser modificada o revocada por el propio ministro instructor (por hechos supervenientes o nuevos que lo fundamenten) o a travs del recurso
de reclamacin a que se refiere el artculo 51.IV, de la LR105, que pudiera conducir a
revocar o modificar la medida. Adems, como hemos visto, la medida siempre resulta
provisional, por lo que en ningn caso puede resultar irreversible, puesto que ello constituira una situacin jurdica inmodificable, lo que ira en contra de la finalidad de la
suspensin.
22
Los ministros instructores han otorgado la suspensin de oficio en el incidente correspondiente, por ejemplo, en la controversia 8/2001.
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suspensin provisional que contemplan otros ordenamientos jurdicos (pgina 30 de la resolucin). Asimismo, vanse las crticas del ministro Jos Ramn Cosso en casos en los que se ha otorgado la suspensin de oficio cuando existe solicitud de la medida cautelar (Cosso: o.cit., p.377).
29
Cf. las tesis I/2003 y LI/2005, de la Segunda y Primera Sala, respectivamente, cuyos rubros
son Suspensin en controversias constitucionales. El ministro instructor tiene facultades para decretarla no solo respecto del acto cuya invalidez se demande, sino tambin respecto de sus efectos
y consecuencias (SJFG, t.XVII, febrero de 2003, p.762); y Suspensin en controversia en contra
del procedimiento de juicio poltico. No procede el otorgamiento de sta, tratndose de la sustanciacin de dicho procedimiento, pero s respecto de sus efectos y consecuencias (SJFG, t.XXI,
junio de 2005, p.648).
30
Resulta interesante el planteamiento de Jos Ramn Cosso, al sealar que la regla general
es la dacin de la suspensin y la negativa de la medida cautelar debe ser cuando claramente no
procede por tratarse de los supuestos a que se refiere el artculo 15 de la LR105; cf. Cosso: o.cit.,
p.354.
31
As, por ejemplo, se ha determinado que la legitimacin no puede estudiarse en el incidente
de suspensin. Cf. la tesis LXXXVI/95 del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Suspensin en controversias constitucionales. no es materia de anlisis la legitimacin procesal activa del promovente
(SJFG, t.II, octubre de 1995, p.165).
32
Cf. la tesis jurisprudencial 109/2004 del Tribunal Pleno, cuyo rubro es: Suspensin en
controversias constitucionales. Para resolver sobre ella es factible hacer una apreciacin anticipada
193
2. El ministro instructor puede negar la suspensin del acto cuando se trate de una
situacin jurdica no cautelable, es decir, cuando se impugnen determinados actos que
por su propia naturaleza o por sus efectos no son susceptibles de suspensin, o bien en
los supuestos prohibidos por ley.
3. La suspensin en controversia constitucional no procede cuando se impugnen
normas de carcter general, que alcanza tambin a los artculos transitorios por interpretacin del artculo 14, segundo prrafo, de la LR105.33 En este supuesto, basta
con analizar la naturaleza material de la impugnacin para determinar si estamos en
presencia de una norma general, de tal suerte que constituya una situacin jurdica no
cautelable atendiendo a la naturaleza propia de la impugnacin.
La jurisprudencia de la Suprema Corte ha ido precisando lo que debemos entender
por normas generales.34 En general son aquellas que materialmente tengan los atributos de generalidad, impersonalidad y abstraccin, sin que sea necesario que formalmente emanen de un rgano legislativo. De tal suerte que en cada caso se tendr
que analizar la naturaleza de la impugnacin con independencia del nomen iuris que
formalmente reciba, debiendo el juez constitucional, por consiguiente, atender a su
contenido material.35
As sucede con los reglamentos federales y locales que constituyen normas generales a pesar de que formalmente no provengan de un rgano legislativo,36 o incluso con ciertos decretos que, si bien formalmente se emiten con base en la fraccin I
del artculo 89 constitucional, materialmente renen las caractersticas aludidas de
los reglamentos, como sucedi en la controversia constitucional 5/2001, respecto del
decreto emitido por el ejecutivo federal para establecer los husos horarios en el pas,
toda vez que dicho decreto no se limit a establecer una norma individual sobre una
especie particular de la administracin pblica, como es propio del decreto administrativo, sino que, refirindose a la aplicacin de los husos horarios que corresponden
de carcter provisional de la inconstitucionalidad del acto reclamado (apariencia del buen derecho
y peligro en la demora) (SJFG, t.XX, octubre de 2004, p.1849).
33
Cf. la tesis XXXI/2005, de la Segunda Sala, cuyo rubro es Suspensin en controversias
constitucionales. La prohibicin de otorgarla respecto de normas generales incluye los artculos
transitorios y sus efectos (SJFG, t.XXI, marzo de 2005, p.910).
34
Dentro de esta concepcin se comprenden los tratados internacionales, las leyes nacionales, federales y locales, las constituciones de las entidades federativas, los reglamentos federales y
locales, as como ciertos decretos o acuerdos que tengan los atributos de ser abstractos, generales
e impersonales.
35
Para la procedencia de la accin de inconstitucionalidad, la jurisprudencia ha sealado las
diferencias entre la ley y el acto administrativo. La ley refiere un nmero indeterminado e indeterminable de casos y va dirigida a una pluralidad de personas indeterminadas e indeterminables. El
acto administrativo, en cambio, crea situaciones jurdicas particulares y concretas, y no posee los
elementos de generalidad, abstraccin e impersonalidad de las que goza la ley; cf. la tesis jurisprudencial 23/99, del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Accin de inconstitucionalidad. Para determinar
su procedencia en contra de la ley o decreto, no basta con atender la designacin que se le haya
dado al momento de su creacin, sino a su contenido material que lo defina como norma de carcter general (SJFG, t.IX, abril de 1999, p.256)
36
Cf. la tesis aislada CXVI/2000, de la Segunda Sala, cuyo rubro es Suspensin en controversias constitucionales. Es improcedente tratndose de reglamentos (SJFG, t.XII, septiembre de
2000, p.588)
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Por lo que hace al tercer supuesto de prohibicin de la medida cautelar, el juez constitucional deber ponderar en cada caso particular si la afectacin grave de la sociedad
es de tal importancia que resulte en una proporcin mayor a los beneficios que con
la suspensin pudiera obtener el solicitante de la medida. As, por ejemplo, el Pleno
ha considerado que estamos en este supuesto cuando, de concederse la suspensin, se
afecte la facultad del ministerio pblico federal prevista en los artculos 21 y 102 constitucionales, relativa a la persecucin de los delitos y la vigilancia para que los procesos
penales se sigan con regularidad; de tal suerte que en este supuesto de prohibicin se
encuentran cuando la suspensin se pide contra actos como la continuacin y el trmite de las averiguaciones previas, ya que lesionara la seguridad social de perseguir
los delitos, afectando el inters pblico de la colectividad que le ha encomendado de
manera exclusiva esa funcin impersonal de investigar y comprobar la verdad de las
conductas delictivas, lo que afecta gravemente a la sociedad en una proporcin mayor
a los beneficios que con ella pudiera obtener el solicitante.46
Con base en estas definiciones conceptuales del contenido del artculo 15 de la
LR 105, de manera casustica se han venido resolviendo las medidas cautelares, debiendo considerarse en su conjunto las prohibiciones aludidas.
As, por ejemplo, lo ha realizado la Segunda Sala, al estimar que la suspensin de las
obras de ampliacin y mejoramiento en las carreteras no puede considerarse dentro de
las prohibiciones del citado precepto ya que las carreteras no pueden ser consideradas
como un principio bsico de la estructura poltica del pas o de proteccin y efectividad de las disposiciones constitucionales que d estabilidad y permanencia a la nacin
mexicana, ni la concesin de la medida cautelar suspensional implica una afectacin
grave a la sociedad en proporcin mayor a los beneficios que pudiera obtener el solicitante, pues mientras que con la suspensin de la obra referida se deja de beneficiar
a los usuarios del tramo carretero relativo y se preserva la materia de la controversia,
con la negativa a otorgarla se presenta el riesgo de que cesen los efectos del acto cuya
invalidez se demanda y, por tanto, que queden fuera de control actuaciones autoritarias contrarias al orden constitucional.47
concepto de instituciones fundamentales del orden jurdico mexicano para los efectos del incidente de (interpretacin del artculo 15 de la ley reglamentaria de la materia) (SJFG, t.XII, octubre de
2000, p.1091). Sobre lo que debe entenderse por instituciones fundamentales del orden jurdico
mexicano, vanse las advertencias formuladas por Cosso Daz en su obra La controversia constitucional, o.cit., pp.364- 370.
46
Cf. la tesis LXXXVIII/95 del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Suspensin en controversias
constitucionales. Debe negarse cuando se afecta la facultad del ministerio pblico federal de perseguir los delitos y vigilar que los procesos penales se sigan con toda regularidad, porque se afectara
gravemente a la sociedad (SJFG, t.II, octubre de 1995, p.164). Asimismo, vanse los casos en que
se ha pronunciado el Pleno y la Comisin de Receso referidos por Cosso Daz, as como la propuesta metodolgica que plantea, en su obra La controversia constitucional, o.cit., pp.370- 375.
47
Cf. la tesis II/2003 de la Segunda Sala, cuyo rubro es Suspensin de las obras de ampliacin
y mejoramiento de un tramo carretero. Su otorgamiento no pone en peligro a las instituciones
fundamentales del orden jurdico mexicano, ni implica una afectacin grave a la sociedad en proporcin mayhor a los beneficios que pudiera obtener el solicitante (SJFG, tomo XVII, febrero de
2003, p.737).
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Por ltimo, creemos que tambin el ministro instructor puede negar la suspensin
solicitada cuando estime, dada las caractersticas particulares de la controversia constitucional, que no se satisfacen los presupuestos materiales relativos a la apariencia
del buen derecho y el peligro en la demora; elementos que deben contemplarse para
el otorgamiento de la medida cautelar en los trminos y condiciones precisados por la
propia Suprema Corte y que ahora pasamos a analizar.
6. Presupuestos materiales
6.1. Apariencia del buen derecho
La apariencia del buen derecho (fumus boni iuris) fue reconocida por los tribunales
federales en materia de amparo hasta la ltima dcada del siglo pasado, al realizarse
una nueva interpretacin del artculo 107.X constitucional. El parteaguas de esta mutacin constitucional lo constituye el criterio del Tercer Tribunal Colegiado en Materia
Administrativa del Primer Circuito, resuelto el 21 de octubre de 1993, por mayora de
votos, cuyo ponente fue el entonces magistrado Genaro David Gngora Pimentel.48
Este criterio aislado entr en confrontacin directa con la doctrina tradicional que
haban seguido los tribunales federales, que estimaban que con la suspensin no poda
haber pronunciamiento alguno sobre el fondo y que sus efectos tenan necesariamente
que ser conservativos.
En la actual novena poca, se resolvieron en 1996 las contradicciones de tesis 12/90
y 3/95,49 acogiendo la esencia de aquella pionera resolucin de 1993, cuyo ponente ya
integraba la Suprema Corte como ministro. En las ejecutorias, hoy precedentes obligatorios, se concluye que:
a. La suspensin de los actos reclamados participa de la naturaleza de una medida cautelar cuyos presupuestos son la apariencia del buen derecho y el peligro en la demora.
b. El primero de ellos se basa en un conocimiento superficial dirigido a lograr
una decisin de mera probabilidad respecto de la existencia del derecho discutido en el proceso.
Recurso de revisin RA- 2233/93, relativo al incidente de suspensin del juicio de amparo
nmero 237/93, promovido por Juan Manuel niguez Rueda. La tesis aislada que se origin de este
asunto, lleva por rubro el siguiente: Suspensin de los actos. Procede concederla, si el juzgador de
amparo sin dejar de observar los requisitos del artculo 124 de la Ley de Amparo, considera que los
actos son aparentemente inconstitucionales (SJF, t.XIII, marzo de 1994, p.473).
49
Cf. las tesis jurisprudenciales 15 y 16/96, del Tribunal Pleno, cuyos rubros son: Suspensin.
Para resolver sobre ella es factible, sin dejar de observar los requisitos contenidos en el artculo
124 de la Ley de Amparo, hacer una apreciacin de carcter provisional de la inconstitucionalidad
del acto reclamado; y Suspensin. Procedencia en los casos de clausura ejecutada por tiempo
indefinido (SJFG, t.III, abril de 1996, pp.16 y 36, respectivamente).
48
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c. Dicho requisito, aplicado a la suspensin de los actos reclamados, implica que para la concesin de la medida se requiere la comprobacin de la
apariencia del derecho invocado por el quejoso, de tal modo que segn un
clculo de probabilidades sea posible anticipar que en el amparo se declarar
la inconstitucionalidad del acto reclamado.
d. El examen de la aparente inconstitucionalidad del acto reclamado encuentra
adems su fundamento en el artculo 107.X constitucional, en cuanto establece que para el otorgamiento de la medida suspensional deber tomarse
en cuenta, entre otros factores, la naturaleza de la violacin alegada, lo que
implica que debe atenderse al derecho subjetivo que se dice violado.
e. En todo caso, tal examen debe realizarse sin prejuzgar sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los actos reclamados, que solo puede determinarse en la sentencia de amparo, con base en un procedimiento ms
amplio y con mayor informacin, teniendo en cuenta que la determinacin
tomada en relacin con la suspensin no debe influir en la sentencia de
fondo, toda vez que solo tiene el carcter de provisional y se funda en meras
hiptesis, y no en la certeza de la existencia del derecho.
f. Dicho examen deber sopesarse con los otros elementos requeridos para
la suspensin, porque si el perjuicio al inters social o al orden pblico es
mayor que los daos y perjuicios de difcil reparacin que pueda sufrir el
quejoso, deber negarse la suspensin solicitada, ya que la preservacin del
orden pblico del inters de la sociedad est por encima del inters particular afectado. Con este proceder se evita el exceso en el examen que realice el
juzgador, el cual siempre quedar sujeto a las reglas que rigen en materia de
suspensin.
El principio fumus boni iuris, adoptado por la jurisprudencia en materia de amparo,
tambin fue reconocido en poca reciente por la Suprema Corte para la suspensin en
controversia constitucional.50
Se parte tambin de la idea fundamental de que la suspensin es una especie del
gnero de las medidas cautelares,51 por lo que, si bien sus caractersticas se perfilan
de manera singular y concreta, le son aplicables las reglas generales de tales medidas
en lo que no se oponga a su especfica naturaleza. De esta manera se acepta que son
dos los extremos que deben actualizarse para obtener la medida cautelar, a saber: 1)la
apariencia del buen derecho, y 2)el peligro en la demora.52
En cuanto al primer presupuesto, la apariencia es, como lo predica el adagio latino, solo un humo de buen derecho, que como todo humo en ocasiones aparece nebuloso y puede incluso desaparecer cuando en el proceso principal se llega al
convencimiento pleno de su ausencia en la sentencia definitiva. De ah que en realidad nunca puede la medida cautelar constituir, en rigor, un adelanto de la sentencia
50
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199
constitucional, toda vez que no puede saberse con plena certeza el resultado del anlisis de inconstitucionalidad, al poder desaparecer lo que aparentemente reflejaba ese
humo de certeza del derecho. A lo sumo puede haber una apreciacin de carcter
provisional a la luz de una cognicin sumaria del incidente respectivo, con la finalidad de asegurar la eficacia del proceso o evitar daos irreparables (a las partes o a la
sociedad), sin que en ningn caso la decisin cautelar tenga como finalidad satisfacer
la pretensin de la causa principal.
En otras palabras, si bien la medida cautelar puede coincidir (en todo o en parte)
con la sentencia constitucional definitiva, al implicar la primera un anlisis superficial de la inconstitucionalidad del acto impugnado (y de sus efectos y consecuencias),
siempre se realiza de manera provisional para conservar el objeto del proceso o evitar
daos irreversibles; en cambio, en la sentencia constitucional se resuelve de manera
definitiva sobre la pretensin o pretensiones sostenidas a lo largo del proceso principal, teniendo en consideracin lo probado y alegado por las partes, y que al resolverse
sobre la litis en la sentencia adquiere la calidad de cosa juzgada, elemento fundamental
del que carece la decisin cautelar.53
De tal suerte que este fumus boni iuris apunta a una credibilidad objetiva y seria
que descarte una pretensin manifiestamente infundada, temeraria o cuestionable, lo
que se logra a travs de un conocimiento superficial, dirigido a lograr una decisin de
mera probabilidad respecto de la existencia del derecho discutido en el proceso. Dicho
requisito, aplicado a la suspensin de los actos impugnados, implica que para la concesin de la medida, sin dejar de observar los requisitos contenidos en el artculo 15 de
la ley reglamentaria de la materia, basta la comprobacin de la apariencia del derecho
invocado por el solicitante de modo tal que, segn un clculo de probabilidades, sea
posible anticipar que en la sentencia definitiva se declarar la inconstitucionalidad del
acto impugnado.54
Esta verosimilitud del derecho no implica certeza. Implica, ms bien, un clculo de
probabilidades sobre la viabilidad de la pretensin principal. Si bien este presupuesto
de la apariencia del buen derecho puede ser considerado por el ministro instructor
para la dacin de la medida cautelar, no implica necesariamente que en todos los casos
donde se otorgue la suspensin se tenga que prejuzgar sobre la inconstitucionalidad
del acto impugnado, a manera de adelanto provisional de la sentencia en el proceso
principal. Esta situacin resulta excepcional y debe aplicarse cuando as sea necesario
para la eficacia del proceso, teniendo en consideracin el presupuesto de la adecuacin
de la medida cautelar, como veremos ms adelante; de tal suerte que como regla general opera el efecto conservativo y solo cuando sea insuficiente puede adelantarse de
manera provisoria el derecho cuestionado en el fondo.
53
Vase lo advertido en la nota 17, respecto al debate en la doctrina sobre el tema de la cosa
juzgada en las medidas cautelares.
54
Recursos de reclamacin 219 y 221/2004, resueltos por el Tribunal Pleno, que en esencia
siguen los lineamientos acogidos por el pleno para la suspensin en materia de amparo, al resolver
las contradicciones de tesis 12/90 y 3/95.
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Lo anterior significa, por una parte, que la medida cautelar que el ministro instructor en primera instancia o el Pleno o las salas en su caso adopten, deben considerar
como presupuesto que con ellas se logre la situacin jurdica pretendida en la accin
constitucional, ya que de nada sirven en algunos casos, por ejemplo, medidas conservativas cuando estas no sean adecuadas para asegurar el objeto del proceso; y por otra
parte, tambin significa que la medida corresponda a esa finalidad sin desequilibrar a
las partes en el proceso. Esto ltimo resulta importante, ya que puede suceder que por
evitar un dao a una de las partes se otorgue una medida cautelar desmedida que implique consecuencias graves e irreparables para la contraparte.
De ah que sea necesario mantener la igualdad de las partes en lo que sea posible
y evitar perjuicios innecesarios. En este sentido, la adecuacin a la situacin jurdica
cautelable corresponde a la necesidad de que se otorguen medidas cautelares congruentes con el objeto que con la providencia cautelar se pretende garantizar, de tal suerte
que se eviten desequilibrios innecesarios y a la vez se garantice la eficacia del proceso.62
Los anteriores presupuestos materiales que operan para la concesin de la medida
cautelar en controversias constitucionales no deben confundirse con el contenido de
la resolucin cautelar, cuyos elementos se especifican en la segunda parte del artculo
18 de la LR105. De conformidad con ese precepto, en el auto de concesin de la suspensin deber sealar con precisin: a)los alcances y efectos de la suspensin; b)los
rganos obligados a cumplirla; c)los actos suspendidos; d)el territorio respecto del
cual opere, y e)el da en que deba surtir sus efectos.
Estos elementos deben siempre precisarse en el auto de suspensin. Cuestin distinta representan los requisitos para que sea efectiva a que alude la ltima parte del
mismo precepto, que, en su caso, deben sealarse atendiendo las circunstancias y
caractersticas particulares de la controversia constitucional, como lo prev la primera parte del sealado precepto. Estas condiciones de efectividad de la medida cautelar
adoptada constituyen una garanta desde el punto de vista legal, por lo que podr
ofrecerse en cualquiera de las formas previstas en la ley (fianza, hipoteca, prenda o
depsito).63
La garanta de ninguna manera debe verse como un requisito de procedencia de la
medida cautelar donde operan otros presupuestos. La garanta constituye un elemento
contingente que puede darse o no, segn la caracterstica especial del asunto, de tal
suerte que la garanta est dirigida a reparar los posibles daos y perjuicios que pudieran
203
ocasionarse con el otorgamiento de la medida cautelar, siendo una carga para el actor
y no para la parte demandada.64
En todo caso, esta garanta como condicin de efectividad de la suspensin, debe ser
excepcional si se considera que las partes actora y demandada en este tipo de proceso
constitucional son poderes y rganos del Estado;65 si bien para un sector de la doctrina
precisamente por esta circunstancia no debe nunca operar, ya que las entidades son
solventes en s; fianzas y contrafianzas para garantizar cumplimientos o respetos les
son ajenas.66
Cf. la tesis 14/2004 del Tribunal Pleno, cuyo rubro es Suspensin en controversia constitucional. en el auto en que se concede debe precisarse, entre otros requisitos, el otorgamiento de una
garanta cuando sta sea necesaria para que surta efectos (SJFG, t.XIX, marzo de 2004, p.1354).
65
En pocos casos se ha pedido garanta como condicin de efectividad de la suspensin.
As ha sucedido, por ejemplo, en la controversia constitucional 23/2003, donde se solicit exhibir
garanta de billete de depsito expedido por Nacional Financiera, S.N.C. En el recurso de reclamacin 105/2003 derivado de esta controversia, resulta interesante que se consider que la garanta
para reparar posibles daos y perjuicios no es para la partes, sino para reparar los daos causados
a la carretera.
66
Cf. Castro y Castro: o.cit., p.210.
64
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RESUMEN
El trabajo estudia la aplicacin del control difuso o judicial review previsto en la Constitucin peruana para
el Poder Judicial en sede administrativa, sea en cuanto a que actos administrativos tengan efectos frente a
terceros o a que sus efectos resulten aplicables al administrado en un procedimiento administrativo, conforme a un precedente vinculante del Tribunal Constitucional. Analiza la competencia o capacidad de un ente
administrativo para aplicar el control difuso en sede administrativa, sobre el supuesto de que dichos actos
sean ilegales o inconstitucionales a juicio del ente, de conformidad con las reglas sustanciales y procesales
dictadas por el Tribunal Constitucional. Para ello hace un estudio sumario y comparado de las principales caractersticas del control difuso y del control concentrado como modelos de control constitucional, as como
las facultades y caractersticas de los llamados precedentes vinculantes de un tribunal constitucional.
206
vergleichende Betrachtung der wichtigsten Komponenten der berprfung durch ordentliche Gerichte
sowie der konzentrierten berprfung im Sinne von Modellen zur Verfassungskontrolle vor und geht auf
die Wirksamkeit und die Charakteristika der sogenannten verbindlichen Przedenzflle aufgrund von verfassungsgerichtlichen Entscheidungen ein.
207
1. Introduccin
En el curso del siglo XX, el artculoXXII del Ttulo preliminar del Cdigo Civil de 1936
(D) fue la primera norma positiva en el Per que estableci:
ArtculoXXII. Cuando hay incompatibilidad entre una disposicin constitucional y una legal se prefiere la primera.
Esta disposicin, poco entendida y mal estudiada, tuvo como antecedente el artculo148 del proyecto de Constitucin de 1925, de la llamada Comisin Villarn. Casi
no tuvo aplicacin judicial, ni gener una jurisprudencia o ejecutoria sostenible ni
destacable. No fue entendida por los civilistas y ni estudiada por los constitucionalistas
de entonces.
Ms tarde, el artculo8 de la Ley Orgnica del Poder Judicial de 1963 (D) reiter este
mismo principio, estableciendo para ello un trmite procesal vigente para todo tipo de
procesos y ante toda instancia judicial sin distincin:
Artculo8. Cuando los Jueces o Tribunales, al conocer cualquiera clase de
juicios, encuentren que hay incompatibilidad entre una disposicin constitucional y una legal, preferirn la primera. Si no fueran apeladas las sentencias de
Primera Instancia en que se aplique este precepto, se elevarn en consulta a la
Primera Sala de la Corte Suprema. Las sentencias de Segunda Instancia se elevarn en consulta a la Primera Sala de la Corte Suprema, si no se interpusiere
recurso de nulidad.
Tampoco esta previsin tuvo gran auge ni fue prctica usual en sede judicial. Sin
embargo, nadie seal o discuti la posibilidad de que tal principio y tal potestad estuviera fuera del sistema judicial o del Poder Judicial.
Es recin con la Carta Constitucional de 1979 (D), en su artculo236, que este reiterado principio constitucional adquiere rango constitucional, al tiempo que ya no aparece considerado en el vigente Cdigo Civil de 1984. Cabe sealar que dicha norma en
la Constitucin de 1979 (D) est sistemticamente ubicada en el captulo IX del ttulo
IV, denominado Del Poder Judicial, y que a la letra sealaba:
Artculo 236. En caso de incompatibilidad entre una norma constitucional
y una legal ordinaria, el Juez prefiere la primera. Igualmente, prefiere la norma
legal sobre toda otra norma subalterna.
La Ley Orgnica del Poder Judicial de 1992, hoy vigente en Texto nico Ordenado,
reiter el trmite procesal de su antecedente en su numeral 14, reglamentando de este
modo lo previsto en el artculo236 de la Carta Constitucional de 1979 (D), y que la
fecha se encuentra vigente.
208
Actualmente la Constitucin de 1993, en vigencia, mantiene la previsin constitucional del control difuso de la constitucionalidad de las leyes en sede judicial, en la
segunda parte del artculo138, el primero del captulo VIII, Poder Judicial, que dice:
Artculo 138. [] En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera.
209
As la cosas, el 14 de noviembre de 2005 el Tribunal Constitucional expidi sentencia de fondo en la causa 3741-2004-AA/TC, una causa de amparo constitucional interpuesta por don Ramn Hernando Salazar Yarlenque, y en la que fij como
precedente vinculante la interpretacin extensiva del artculo138 de la Constitucin
en vigencia, sealando que tambin correspondera esta facultad-potestad a los rganos colegiados y tribunales administrativos. En su concepto e interpretacin, tal
facultad-potestad tambin se extendera a dichos rganos de la administracin pblica por cuanto:
[] si bien el artculo 138 de la Constitucin reconoce a los jueces la potestad para realizar el control difuso, de ah no se deriva que dicha potestad les
corresponda nicamente a los jueces, ni tampoco que el control difuso se realice
nicamente dentro del marco de un proceso judicial.5
210
3. Desarrollo
El control difuso, tambin denominado revisin judicial de la constitucionalidad de las
leyes o judicial review, es considerado en la doctrina del derecho procesal constitucional uno de los sistemas de control constitucional vigentes en el derecho occidental. Por
ello tambin recibe la denominacin de sistema americano de control constitucional.8
Como su nombre y definicin lo indican, es un sistema de control constitucional de
las leyes o normas legales de carcter general que, al ser aplicadas en la sentencia de un
proceso judicial real, de verdadera controversia, genera dudas en la interpretacin del
juzgador respecto de su constitucionalidad. Por ello, el juzgador judicial recibe la autorizacin y el poder de desvincularse del poder jurdico de dicha norma legal y lograr
su inaplicacin para el caso concreto (la norma seguir en vigencia en el ordenamiento
jurdico de que se trate), resolviendo la controversia con otras normas legales vinculadas
o conexas, o con principios constitucionales aplicables a dicho caso concreto.
Este sistema de control constitucional, de control difuso o sistema americano, naci en forma pretoriana en la Corte Suprema Federal de los Estados Unidos en 1803,
al sentenciarse el ahora clebre caso Marbury vs. Madison, en una Writ of Mandemus.
Poco ms de cien aos despus, Hans Kelsen aportaba en Europa (Austria, Baja
Sajonia, Alemania, etctera) la creacin del Tribunal Constitucional como base del
sistema concentrado de control constitucional, sistema europeo o control ad hoc de la
constitucionalidad de las leyes.
En principio, ambos sistemas son profundamente antagnicos, y los pases se agrupan siguiendo uno u notro modelo. As, donde hay sistema difuso suele no haber sistema concentrado, y viceversa. La peculiaridad en el sistema jurdico del Per, a partir
de la Constitucin de 1979, es que contiene los dos sistemas a la vez, en lo que se ha
venido en llamar sistema mixto de justicia constitucional (Quiroga) o sistema dual de
justicia constitucional (Garca Belaunde).9
Anbal Quiroga Len: El derecho procesal constitucional en el Per y el Cdigo Procesal
Constitucional. Ensayos, Lima: ARA, 2005.
9
Ibdem.
8
211
Hoy, sin embargo, dado el auge del derecho procesal constitucional, y su innegable
desarrollo, Fix-Zamudio sostiene:
Los dos modelos, el americano y el europeo, se aproximan paulatinamente,
de manera recproca, y como ejemplo podemos mencionar a la Corte Suprema
Federal de Estados Unidos, que en apariencia es el Tribunal Federal de mayor
jerarqua en el clsico sistema difuso, por medio de su competencia discrecional denominada Certiorari, [], pero [que] se ha convertido en un verdadero
Tribunal Constitucional ya que la mayora por no decir la totalidad de los asuntos de que conoce tienen carcter directamente constitucional, en especial en
materia de derechos humanos, por otra parte, sus resoluciones son obligatorias
para todos los jueces del pas, de acuerdo que se llama stare decisis, de manera
que cuando la citada Corte Suprema declara la inconstitucionalidad de una Ley,
dicho fallo posee efectos generales (indirectos) pues debido a su prestigio moral
tambin las autoridades administrativas acatan sus resoluciones.11
Por ello es que en los en los ltimos tiempos, a raz de polmicas decisiones del
Tribunal Constitucional, se han difundido y puesto en discusin las caractersticas y
los alcances de lo que la doctrina del derecho procesal constitucional denomina control difuso, judicial review, sistema americano o revisin judicial de la constitucionalidad
de las leyes, as como de lo que se ha denominado sistema concentrado o sistema europeo de justicia constitucional.
Ambos sistemas se crean en momentos diferentes, y por razones diferentes. Luego,
responden a criterios diferentes y a diferentes concepciones, por lo que no parece
adecuado hacer respecto de ellos un trasiego conceptual que termine desvirtuando la
esencia de cada uno de ellos. Para este efecto, desarrollaremos los principales aspectos conceptuales de ambos sistemas, aparentemente incompatibles entre s, a fin de
10
Hctor Fix-Zamudio: La justicia constitucional en Amrica Latina y la declaracin general
de inconstitucionalidad, disponible en http://www.bibliojuridica.org/libros/2/703/3.pdf.
11
Hctor Fix-Zamudio: Introduccin al derecho procesal constitucional, Quertaro: FUNDAP,
2002.
212
perfilar sus contornos para comprender mejor el conjunto del sistema peruano y la
situacin planteada.
El Tribunal Constitucional se encuentra definido en el texto de la Constitucin
como el rgano de control de la Constitucin. Esto significa que la Constitucin peruana de 1993, en vigencia, al consagrar su existencia dentro del ttulo V De las Garantas
Constitucionales, ha optado de manera clara por el denominado control ad hoc de la
constitucionalidad, tambin conocido como el modelo europeo o de justicia constitucional concentrada,12 con todo lo que ello implica en su gnesis, historia, desarrollo,
evolucin y alcances.
Siendo el Tribunal Constitucional el mximo rgano de control de la Constitucin,
le corresponden dos facultades esenciales que son implcitas al poder del control: 1)la
interpretacin de los postulados constitucionales, en cuyo marco habr de hacer la labor de control constitucional, como referente obligado y obligante a s mismo y a todos
los poderes del Estado y todos los ciudadanos, y b)como consecuencia de esta tarea
interpretativa, le corresponde la facultad de disear y definir los alcances de los dems
rganos del Estado, sean constitucionales, sean de orden legal, de modo tal que se
logre una sistematicidad y unidad constitucional que determine el slido cimiento de
la institucionalidad constitucional de la nacin, teniendo en cuenta que, como ha sostenido la antigua doctrina del derecho constitucional, lo fundamentalmente nuevo del
Estado constitucional frente a todo el mundo del autoritarismo es la fuerza vinculante
bilateral de la norma constitucional; esto es, la vinculacin o sujecin a la Constitucin
de todas las autoridades (absolutamente todas) y al mismo tiempo de todos los ciudadanos, en contraposicin al Estado de viejo cuo premoderno.
En el Estado moderno de derecho, la Constitucin jurdica transforma el poder
desnudo en legtimo poder jurdico, segn una clsica definicin de Kaegi, donde el
gran lema de lucha del Estado constitucional hoy ms vigente que nunca ha sido el
cambio cualitativo logrado en el antiguo y arbitrario Government by men, transformado en el democrtico y jurdico Goverment by laws actual.13 Entonces, la Constitucin
no es solo una norma poltica con expresin y manifestacin de norma jurdica, sino
que es precisamente la primera de las normas del ordenamiento entero, la norma fundamental, la lex superior o la higher law.
As, resulta evidente que la primera de las tareas del Tribunal Constitucional ser
definir y delimitar sus propias facultades, de modo tal que para s mismo tenga claro
el alcance de su poder de control y frente a los poderes del Estado y la Nacin entera
tenga definido el lmite de sus poderes de control. Esto es, corresponde al Tribunal
Constitucional, de acuerdo con esta misma premisa de ser el intrprete constitucional
para el ejercicio del control constitucional erga omnes, interpretar adecuadamente el
alcance de sus propias facultades y atribuciones conferidas por la Constitucin.
12
Hctor Fix-Zamudio: Veinticinco aos de evolucin de la justicia constitucional (1940-1968),
Mxico: UNAM, Instituto de Investigaciones Jurdicas, 1968.
13
Kaegi y Von Ihering, citados por Eduardo Garca de Enterra: La Constitucin como norma
y el Tribunal Constitucional, Madrid: Civitas, 1985, pp.49ss.
213
214
c. La dirimencia de los conflictos de competencia o de atribuciones de los rganos constitucionales segn la interpretacin de su alcance en la Constitucin,
con arreglo al Cdigo Procesal Constitucional.
Para el cabal cumplimiento de estas atribuciones taxativamente dispuestas por la
Carta Constitucional, el Tribunal Constitucional debe definir, de modo previo y claro,
el alcance de sus facultades y poderes, explcitos e implcitos, dentro del enunciado
o marco general de ser el rgano de control de la Constitucin y, por lo tanto, rgano
constituido y no rgano constituyente.
La facultad del control concentrado de la constitucionalidad de las leyes, segn el
modelo europeo o kelseniano nacido bajo la inspiracin de Kelsen a partir de 1920
con la Constitucin de Austria y perfeccionado con la Constitucin de 1929,15 implica que el control se habr de dirigir bsicamente hacia el Parlamento. En efecto, si la
tarea primera del Tribunal Constitucional es la de ser el intrprete de la Constitucin,
intrprete vinculante u obligatorio en virtud de la concordancia artculo 204 ab initio de la Constitucin y VI in fine y VII del Ttulo preliminar del Cdigo Procesal
Constitucional,16 esta tarea debe estar dirigida a interpretar, en primer lugar, los alcances, la recreacin y la determinacin de los verdaderos lmites constitucionales de sus
propias facultades, para luego determinar los alcances de las potestades de los dems
rganos del Estado, o del Parlamento en particular cuando se trate del control de la
constitucionalidad de las leyes.
En efecto, como aparece obvio, la sola creacin y presencia en una Constitucin
escrita de un Tribunal Constitucional supone, per se, la creacin y el designio por
el constituyente de un modelo especfico de control al Congreso, pues si la tarea
acciones de garanta estimatorias. Ese precedente vinculante ha sido quebrado en el primer overruling que el Tribunal Constitucional ha sentenciado (el cambio de un precedente vinculante por
otro), determinando ahora que lo correcto es entender que el Tribunal Constitucional no puede
conocer es decir, carece de competencia para revisar las acciones de garanta estimatorias en
materia de acciones de garanta constitucional. Es decir, se ha apartado de su propio precedente,
de suyo discutible por contener una interpretacin que colisionaba con el texto expreso de la
Constitucin, para regresar a la interpretacin natural y literal de la Constitucin, privilegiando
el texto escrito que no puede ser superado por la va de la interpretacin constitucional, so riesgo de invadir fueros constituyentes que no le corresponden. Vase Anbal Quiroga Len: Los
precedentes vinculantes y el overruling en el Tribunal Constitucional, ponencia en el Congreso
Iberoamericano de Derecho Constitucional, Lima, PUC, 2009. Vase tambin la opinin unnime
de diversos juristas a favor de este overruling en Tribunal Constitucional. rgano oficial, ao 1,
n.o6; Lima, abril-mayo de 2009, pp.4-5.
15
Anbal Quiroga Len: Una aproximacin a la Justicia Constitucional: el modelo peruano,
en Anbal Quiroga Len (comp.): Sobre la jurisdiccin constitucional, Lima: PUC, 1990; pp.153ss.
16
En la redaccin del Proyecto de LOTC (proyecto 1419/93 y dictmenes 1419/94 y 1421/94)
se defina en el artculo1 esta interpretacin como suprema (suprema [del lat. Supremus]; adj.
Sumo, altsimo. || 2.Ser supremo. || 3.Que no tiene superior en su lnea [], segn el Diccionario
de la lengua espaola de la Real Academia Espaola, 21.a ed, Madrid: Espasa-Calpe, 1992, t. II,
p.1922). En el debate parlamentario esta adjetivacin cualificadora fue suprimida. Sin embargo,
luego de la dacin del Cdigo Procesal Constitucin, al reformarse la Ley Orgnica del Tribunal
Constitucional, ya aparece esta definicin en su actual artculo1. Igual enunciado aparece en el
artculo1 de la Ley Orgnica del Tribunal Constitucional espaol, LO 2/1979, de 3 de octubre. Cit.
por Jess Gonzales Prez: Derecho procesal constitucional, Madrid: Civitas, 1980.
215
216
217
218
219
Lo que responde la cuestin, a fin de cuentas, es la pregunta: Podra otro Poder del
Estado el Congreso haber promulgado esta ley creyendo razonablemente en su
validez constitucional? Dicho de otro modo, la cuestin no es: Cul ser el verdadero
sentido de la Constitucin segn el criterio de los jueces constitucionales?, sino si la
legislacin ser sostenible como ejercicio razonable del Poder Legislativo.29
Dentro de este rubro de ideas, conviene en este punto determinar si el Tribunal
Constitucional posee, por extensin, en la accin de control directo de la constitucionalidad de las leyes, la facultad del control difuso o de judicial review de que trata la
segunda parte del artculo138 de la Carta Constitucional.
Ibdem.
Dale Furnish: La Revisin Judicial de la Constitucionalidad de las Leyes en los Estados
Unidos; en Anbal Quiroga Len (comp.): Sobre la jurisdiccin constitucional, Lima: PUC del Per,
1990, p.91.
29
Thayer: The Origin and Scope of the American Doctrine as Constitutional Law, en
Harvard Law Review, vol.7, n.o149 (1893); cit. por Furnish: o. cit., p.96.
27
28
220
30
Furnish: o. cit., p.88. All se puede hallar la transcripcin literal de la parte ms importante de este clebre fallo. Se le puede encontrar completo en: Lecturas sobre Temas Constitucionales
n.o2, Lima, 1988, pp.100ss.
31
Recurdese que esta facultad, como tal, no exista antes de 1803 en la Constitucin de los
Estados Unidos y que, hasta la fecha, no se la consigna expresa ni literalmente. Corresponde a una
exclusiva y autntica creacin o redefinicin jurisprudencial efectuada por el Supremo Tribunal
Federal, siempre dentro del Poder Judicial. Vase Furnish: o. cit., pp.96-97.
221
222
con facilidad, la justicia constitucional concentrada o ad hoc, bajo el modelo kelseniano de Tribunal Constitucional, es un ejercicio constitucional, mental y metodolgico
absolutamente opuesto al anterior, ya que no puede ser subjetivo sino que es fundamentalmente abstracto. Son entonces conceptos antitticos.
Y ello surge as desde la no receptividad del sistema americano en la Europa de
finales del siglo pasado e inicios del presente (la doctrina francesa lleg a hablar de la
dictadura de los jueces aludiendo a su no legitimacin directa) y de sus metodologas
opuestas. No cabe hacer un juicio axiolgico, de cualidad de una sobre la otra; simplemente cabe enunciar sus diferencias objetivas.
Mientras aquella es subjetiva, esta es abstracta, puesto que no requiere de contencin subjetiva ninguna ni se hace en sede judicial. Mientras aquella es para el caso
concreto, esta es erga omnes. Mientras aquella est difuminada entre todo el sistema
judicial, con todas sus variantes, esta se halla concentrada en un solo rgano expresa
y especficamente diseado en la Constitucin. Mientras aquella surge del valor que
determina el derecho en conflicto con la realidad que enmarca su proceso judicial, esta
proviene de un examen objetivo de subsuncin dentro de la simple confrontacin de
las interpretaciones del referente constitucional y de la interpretacin de la norma dubitada. Tal diferenciacin y antagonismo ya haban sido puestos de relieve por Mauro
Cappelletti y John Clarke Adams:33
Esta coexistencia, cuando no incluso conjuncin, de modelos dispares, nos
enfrenta a la necesidad de abordar una cuestin nada pacfica entre la doctrina:
la compatibilidad o incompatibilidad del sistema difuso de control de la constitucionalidad con todos los sistemas jurdicos, esto es, con los sistemas anglosajones o de common law y con los de tradicin romano-canonista o civil. []
existe una incompatibilidad fundamental entre el control difuso de la constitucionalidad de las normas y los sistemas de tradicin romanista. [] la experiencia italiana y alemana anterior a la constitucionalizacin de sus respectivos
Tribunales Constitucionales revela la desadaptacin del modelo difuso respecto
de los pases con sistemas jurdicos de derecho civil. Entre los varios argumentos
esgrimidos en defensa de (esta) posicin [] (se) advierten (los riesgos) que el
mtodo difuso pueda conducir a una grave incertidumbre y confusin cuando
un Tribunal decide aplicar una ley y otro la considera inconstitucional. Esta inseguridad es salvada en los sistemas jurdicos del common law mediante el recurso
a la doctrina del stare decisis []. Cuando el principio del stare decisis es extrao
a los jueces en los sistemas jurdicos romanistas o de derecho civil, [] un mtodo de control de la constitucionalidad que permita a cada juez decidir sobre la
constitucionalidad de las leyes, puede conducir a que una (misma) ley pueda ser
33
Mauro Cappelletti y John C. Adams: Judicial Review of Legislation: Europeans Antecedents
and Adaptations, cit. por Francisco Fernndez Segado: El Control de la Constitucionalidad en
Iberoamrica, en Pensamiento Constitucional, aoIII, n.o3, Lima: PUC, 1996, pp.238ss., y CISS
n.os33-36.
223
224
funcin de control de la actividad judicial, la de control directo de la constitucionalidad de las leyes. En este caso s hay un caso concreto, s hay partes adversarias y s hay
derechos subjetivos en controversia (no se debe olvidar que las acciones de garanta
solo son procedentes frente a la violacin de derechos constitucionales de orden subjetivo y con legitimacin activa real, vigente y existente). Por ello, como aparece obvio,
en la jurisdiccin negativa de la libertad el Tribunal Constitucional s tiene, con las
caractersticas ya sealadas, la facultad de la judicial review como derivacin judicial
(reconduccin del Poder Judicial) de la facultad de control sobre las acciones judiciales de garanta, lo que no se debe confundir en ningn momento con las verdaderas
competencias del Tribunal Constitucional, dentro de una actitud de autocontrol de sus
poderes o self restraint que ha caracterizado siempre la actividad y el funcionamiento
del Tribunal Constitucional en el ejercicio de sus poderes explcitos e implcitos.
Entonces, no hay actividad constitucional ms opuesta que la judicial review y el
control concentrado de la constitucionalidad de las leyes, por lo que es necesario determinar siempre con claridad y acierto sus fronteras. Pero, al mismo tiempo, hay que
establecer bien sus canales de contacto, sobre todo en un sistema como el peruano en
donde confluyen ambos al mismo tiempo y en el mismo espacio constitucional (artculos138, segunda parte, y 201 de la Constitucin), en lo que la doctrina constitucional peruana denomina sistema dual o sistema mixto.35
Diramos, con Garca Belaunde,36 que estos canales de contacto son, pues, bsicamente dos: a)el control del Tribunal Constitucional sobre la labor del Poder Judicial
en la denominada jurisdiccin negativa de la libertad a la que ya nos hemos referido,
y b)en la vinculacin constitucional que se estatuye por mandato del artculoVI, segundo prrafo, del Ttulo preliminar del Cdigo Procesal Constitucional, respecto a
la imposibilidad del juez del Poder Judicial para hacer control difuso frente a un fallo desestimatorio del Tribunal Constitucional en una accin de inconstitucionalidad,
donde la facultad de la judicial review cede paso frente a la cualidad mayor y efecto
mandatorio en cuanto a la interpretacin constitucional de una decisin del Tribunal
Constitucional, por mandato propio de la Constitucin Poltica del Estado y por necesaria coherencia constitucional del sistema mixto de control constitucional.
As surge de la sentencia de fondo de 14 de noviembre de 2005, recada en el expediente 3741-2004-AA/TC,37 Ramn Hernando Salazar Yarlenque contra la Municipalidad
Distrital de Surquillo, sobre accin de amparo constitucional, en que el Tribunal
Constitucional estableci como precedente vinculante, a la luz de su interpretacin
constitucional, el que todo tribunal u rgano colegiado de la administracin pblica
tiene en principio la facultad y el deber de preferir la Constitucin e inaplicar una
disposicin infraconstitucional que vulnera manifiestamente, bien por la forma, bien
por el fondo, de conformidad con los artculos38, 51 y 138 de la Constitucin.
35
Vase Quiroga Len: Una aproximacin, o. cit., p.180 y nota 72, referida a la posicin del
Dr. Domingo Garca Belaunde, destacado constitucionalista.
36
Garca Belaunde: Sobre la jurisdiccin constitucional, o. cit., pp.27ss.
37
Sentencia publicada en el diario oficial El Peruano el 24 de octubre de 2006.
225
Para ello, seal entonces el Tribunal Constitucional, se deben observar los siguientes presupuestos: a) que dicho examen de constitucionalidad sea relevante para resolver la controversia planteada dentro de un proceso administrativo, y b)que la ley
cuestionada no pueda ser interpretada de conformidad con la Constitucin.
El precedente vinculante fue finado del modo siguiente por el Tribunal
Constitucional:
Precedente. [] 41. En tal sentido, y desarrollando los supuestos establecidos en la sentencia 0024-2003-AI/TC, este Colegiado considera que constituyen
supuestos para la emisin de un precedente vinculante los siguientes: a)La constatacin, a partir de un caso que ha sido sometido a la jurisdiccin del Tribunal
Constitucional, de la existencia de divergencias o contradicciones latentes en la
interpretacin de los derechos, principios o normas constitucionales, o de relevancia constitucional; b)La constatacin, a partir de un caso que ha sido sometido a la jurisdiccin del Tribunal Constitucional, de que los operadores jurisdiccionales o administrativos, vienen resolviendo en base a una interpretacin
errnea de una norma del bloque de constitucionalidad; lo cual, a su vez, genera
una indebida aplicacin de la misma; d)Cuando en el marco de un proceso constitucional de tutela de los derechos, el Tribunal constata la inconstitucionalidad
manifiesta de una disposicin normativa que no solo afecta al reclamante, sino
que tiene efectos generales que suponen una amenaza latente para los derechos
fundamentales. En este supuesto, al momento de establecer el precedente vinculante, el Tribunal puede proscribir la aplicacin, a futuros supuestos, de parte o
del total de la disposicin o de determinados sentidos interpretativos derivados
del mismo; o puede tambin establecer aquellos sentidos interpretativos que son
compatibles con la Constitucin; e)Cuando se evidencia la necesidad de cambiar de precedente vinculante; [] 50. Hechas estas precisiones conceptuales, el
Tribunal considera que, sobre la base de lo expuesto, en el presente caso, las reglas
de derecho que se desprenden directamente del caso pueden ser resumidas en
los siguientes trminos: A) Regla Procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con el artculo VII del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional,
tiene la facultad jurdica para establecer, a travs de sus sentencias que adquieren
la autoridad de cosa juzgada, un precedente vinculante cuando se estime una
demanda por violacin o amenaza de un derecho fundamental, a consecuencia
de la aplicacin directa de una disposicin por parte de la administracin pblica, no obstante ser manifiesta su contravencin a la Constitucin o a la interpretacin que de ella haya realizado el Tribunal Constitucional (artculo VI del
Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional), y que resulte, por ende,
vulneratoria de los valores y principios constitucionales, as como de los derechos
fundamentales de los administrados. A) Regla Sustancial: Todo Tribunal u rgano Colegiado de la Administracin Pblica tiene la facultad y el deber de preferir
la Constitucin e inaplicar una disposicin infraconstitucional que la vulnera
manifiestamente, bien por la forma, bien por el fondo, de conformidad con los
226
artculos 38., 51. y 138. de la Constitucin. Para ello, se deben observar los siguientes presupuestos: (1)que dicho examen de constitucionalidad sea relevante para resolver la controversia planteada dentro de un proceso administrativo;
(2)que la ley cuestionada no sea posible de ser interpretada de conformidad con
la Constitucin. B)Regla Procesal: El Tribunal Constitucional, de acuerdo con
el artculoVII del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional, tiene la
facultad jurdica para establecer, a travs de sus sentencias que adquieren la autoridad de cosa juzgada, un precedente vinculante, a consecuencia de la aplicacin
directa de una norma o cuando se impugnen determinados actos de la administracin pblica que resulten, a juicio del Tribunal Constitucional, contrarios a la
Constitucin y que afecten no solo al recurrente, sino tambin, por sus efectos
generales, o por ser una prctica generalizada de la administracin pblica, a un
grupo amplio de personas. Regla Sustancial: Todo cobro que se haya establecido
al interior de un procedimiento administrativo, como condicin o requisito previo a la impugnacin de un acto de la propia administracin pblica, es contrario
a los derechos constitucionales al debido proceso, de peticin y de acceso a la tutela jurisdiccional y, por tanto, las normas que lo autorizan son nulas y no pueden
exigirse a partir de la publicacin de la presente sentencia.
Sin embargo, este precedente vinculante fue complementado mediante una resolucin aclaratoria del 13 de octubre de 2006,38 en que el Tribunal Constitucional acot:
Resolucin de aclaracin. [] 4. Que, si bien los funcionarios de la administracin pblica se encuentran sometidos al principio de legalidad, ello no
es incompatible con lo que se ha sealado en el fundamento 50 de la Sentencia
N3741-2004-AA/TC, esto es, que [] todo Tribunal u rgano Colegiado de la
Administracin Pblica tiene la facultad y el deber de preferir la Constitucin
e inaplicar una disposicin infraconstitucional que la vulnera manifiestamente []. Precisamente con respecto a este extremo de la sentencia mencionada, el Tribunal Constitucional estima necesario precisar que los Tribunales
Administrativos u rganos Colegiados a los que se hace referencia en dicho
fundamento son aquellos Tribunales u rganos Colegiados Administrativos
que imparten justicia administrativa con carcter nacional, adscritos al Poder
Ejecutivo y que tengan por finalidad la declaracin de derechos fundamentales
de los administrados. [] 7.Que el ejercicio del control difuso administrativo se
realiza a pedido de parte; en este supuesto, los Tribunales Administrativos u rganos Colegiados antes aludidos estn facultados para evaluar la procedencia de la
solicitud, con criterios objetivos y razonables, siempre que se trate de otorgar mayor proteccin constitucional a los derechos fundamentales de los administrados.
38
Conforme a la doctrina procesal, el recurso de aclaracin de un fallo pertenece a la categora de los medios ordinarios de impugnacin, y su resultado la resolucin aclaratoria forma
parte jurdica de la sentencia original, formando un solo cuerpo o texto jurdico, y de ese modo
debe ser interpretada, unitariamente.
227
En aquellos casos en los que adviertan que dichas solicitudes responden a fines
manifiestamente obstruccionistas o ilegtimos, pueden establecerse e imponerse sanciones de acuerdo a ley. Excepcionalmente, el control difuso procede de
oficio cuando se trate de la aplicacin de una disposicin que vaya en contra de
la interpretacin que de ella haya realizado el Tribunal Constitucional, de conformidad con el ltimo prrafo del artculo VI del Ttulo Preliminar del Cdigo
Procesal Constitucional; o cuando la aplicacin de una disposicin contradiga
un precedente vinculante del Tribunal Constitucional establecido de acuerdo con
el artculo VII del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional. 8. Que
los Tribunales Administrativos y los rganos Colegiados de la administracin
pblica que imparten justicia administrativa con carcter nacional no pueden
dejar de aplicar una ley o reglamento cuya constitucionalidad haya sido confirmada en procesos constitucionales, ni tampoco aplicar a las consecuencias de
las relaciones y situaciones jurdicas existentes, en un caso concreto, los efectos
jurdicos de una ley o reglamento que haya sido declarado inconstitucional en
dichos procesos, de conformidad con el tercer prrafo del artculo VI del Ttulo
Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional. [] Determinar cundo una ley
es inconstitucional y llegar a establecer jurdicamente ya sea su inaplicacin o
su derogacin, no le corresponde ni a la Administracin Pblica ni a los particulares. Existen otros rganos a los que se le ha atribuido esa potestad: el Poder
Judicial y el Tribunal Constitucional. Nuevamente aparece el principio de la separacin de poderes para reafirmar la exigencia constitucional que cada rgano
del poder ejerza solo aquellas potestades (facultades y consecuentes deberes) que
el constituyente haya decidido atribuirles.
228
Todo tribunal u rgano colegiado de la Administracin Pblica tiene la facultad y el deber de preferir la Constitucin e inaplicar una disposicin infraconstitucional que la vulnera manifiestamente, bien por la forma, bien por el fondo.
Si este dispositivo constitucional se interpretara de modo que el control difuso de la constitucionalidad ah recogido se circunscribiera solamente a los jueces y,
por ende, solo a los procesos judiciales, entonces contina diciendo el Tribunal
Constitucional, no solo se desconoceran determinados principios de interpretacin constitucional, como los de unidad de la Constitucin y de concordancia
prctica,41 sino que adems se dara una serie de contradicciones insolubles en la
validez y vigencia de la propia Constitucin.42
La segunda razn la encuentra el Tribunal Constitucional en la llamada eficacia
vertical de los derechos fundamentales. Los derechos fundamentales acompaan a su
titular ah donde este se localice. El hombre lleva sus derechos fundamentales cuando
acta como trabajador, como procesado y para lo que aqu interesa resaltar cuando acta como administrado. El poder poltico, cuando acte en relacin con los particulares, debe respetar los derechos fundamentales de estos. Por eso, apela el Tribunal
Constitucional a la eficacia de los derechos fundamentales sealando:
[] en particular frente a todos los poderes y rganos del Estado, lo que incluye a la Administracin Pblica. Y es que en el marco del Estado constitucional, el respeto de los derechos fundamentales constituye un imperativo que el
Estado debe garantizar frente a las eventuales afectaciones que pueden provenir,
tanto del propio Estado eficacia vertical como de los particulares eficacia
horizontal.43
Consecuentemente, si las normas constitucionales que reconocen los derechos fundamentales obligan a la Administracin Pblica, esta no puede actuar de manera que
40
41
42
43
Ibdem.
Fundamento 8 de la sentencia original.
Ibdem.
Fundamento 10 de la sentencia original.
229
vulnere esos derechos. De tal forma, si se encuentra vigente alguna ley que vulnera un derecho fundamental, la Administracin debe estar en posicin de evitar esa
vulneracin, lo cual se lograra reconociendo el derecho y el deber de los tribunales
administrativos y rganos colegiados de preferir la Constitucin a la ley,44 es decir, reconocindoles el derecho-deber de realizar el control difuso de la constitucionalidad.
Una tercera razn es ubicada en la significacin actual del principio de legalidad en
sede administrativa. Si antes la eficacia y el respeto de los derechos fundamentales se
realizaba en el mbito de la ley, en el Estado constitucional, la legitimidad de las leyes
se evala en funcin de su conformidad con la Constitucin y los derechos fundamentales que ella reconoce.45
A partir de aqu, concluye el Tribunal Constitucional, el derecho y el deber de los
tribunales administrativos y rganos colegiados de realizar el control difuso dimensin objetiva, forma parte del contenido constitucional protegido del derecho
fundamental del administrado al debido proceso y a la tutela procesal ante los tribunales administrativos dimensin subjetiva.46
Y, al fin, una cuarta justificacin la encuentra el Tribunal Constitucional en el ordenamiento constitucional chileno, en el cual se admite que un rgano constitucional
como la Contralora General de la Repblica realice un control constitucional de las
normas en sede administrativa.47
Pero, como se sabe, en un sistema en el que la Constitucin est llamada a ser el
fundamento bsico del Estado de derecho, el fundamento republicae y la lex superior,
que sostiene, irradia y vincula por entero al sistema jurdico en que se halla inserta;
en un sistema en el que la Constitucin es un orden valorativo en el que se advierte el
carcter sumamente sucinto y desde luego lapidario y vaco de las declaraciones del
texto constitucional,48 el cual resulta necesitado de concreciones y determinaciones,
la labor de la suprema interpretacin de la Constitucin debe caracterizarse no solo
por su prudencia, sino tambin por el hecho de que sus decisiones jurisprudenciales
no deben ser el resultado de una tesis singular, sino de consenso, y estar destinadas
a crear el mayor consenso posible en la sociedad en general y en el mundo jurdico
(acadmico y judicial) en particular.
No es posible realizar una adecuada y duradera labor de ordenacin y pacificacin
sin ese consenso, o con un consenso estrecho o fundado en bases endebles. Y qu duda
cabe de que ningn consenso es posible sin la debida y correcta fundamentacin. De
modo que, si el Tribunal Constitucional es el encargado de establecer (determinar) lo
que la Constitucin vale, entonces las razones que debe emplear para sustentar una
concreta determinacin de algn dispositivo constitucional deben gozar de la mayor
230
razonabilidad posible,49 de manera que genere el mayor convencimiento posible, necesario para el mayor consenso posible.50
Sin embargo, aparece con evidencia que las razones que ha fundamentado en este
caso el Tribunal Constitucional no solo carecen de la suficiente fuerza jurdica para
crear el consenso deseado, sino que adolecen de una serie de deficiencias y puntos dbiles que son precisamente el inicio de su crtica y su necesaria reformulacin. La cuestin que resuelve el Tribunal Constitucional consiste en determinar si el control difuso
que la historia constitucional, la doctrina procesal constitucional y la Constitucin
reconocen de modo exclusivo y excluyente solo al Poder Judicial, pueden ser extendidos o analogizados hacia los rganos colegiados y tribunales de la Administracin
Pblica del Poder Ejecutivo. Esto es, si el Tribunal Constitucional puede, por va de la
interpretacin de la Constitucin, alterar el texto expreso de la Constitucin, darle un
sentido verdaderamente opuesto a su literalidad, si le asiste una funcin de poder constituyente adems de ser poder constituido, y si una facultad constitucional, que es de
orden pblico-constitucional, puede ser interpretada extensivamente hacia otro orden
constitucional no expresamente previsto.
Como ya se ha visto, el control difuso en el derecho comparado naci en 1803, en
la Suprema Corte Federal de los Estados Unidos (vrtice superior de todo el Poder
Judicial en esa nacin), pertenece al Poder Judicial en el derecho comparado, y en el
derecho comparado solo ha tenido auge y difusin dentro del Poder Judicial. No hay
precedente comparado en que se haya extendido el control difuso a la justicia administrativa o a la administracin pblica.
En el Per, desde su nacimiento formal (1963), su mbito de aplicacin ha sido solo el
Poder Judicial (de hecho, fue concebido por primera vez en el texto de la Ley Orgnica
del Poder Judicial (D) de 1963, fue reiterado en el actual TUO de la Ley Orgnica del
Poder Judicial en vigencia, fue reiterado en el artculo236 de la Constitucin de 1979
(D) y lo mismo ha pasado en el texto expreso de la actual Carta Constitucional en
vigencia (artculo138, segunda parte). De hecho, la norma jurdica ms reciente que
la contiene expresamente, que es el Cdigo Procesal Constitucional, y que se refiere a
esta facultad (artculosVI del Ttulo preliminar y 3), solo tienen como destinatario al
juez del Poder Judicial y al Tribunal Constitucional excluyendo a la Administracin
Pblica, como se puede ver de sus artculos I, III y IV de su Ttulo preliminar.51
49
Carlos Bernal Pulido: El derecho de los derechos, Bogot: Universidad Externado de
Colombia, 2.areimp., 2005, pp.62-65.
50
Robert Alexy: La institucionalizacin de los derechos humanos en el Estado constitucional democrtico, en Derechos y Libertades, n.o8, 2000, p.41.
51
Artculo I. Alcances. El presente Cdigo regula los procesos constitucionales de hbeas corpus, amparo, hbeas data, cumplimiento, inconstitucionalidad, accin popular y los
conflictos de competencia []. Artculo III. Principios Procesales. [] El Juez y el Tribunal
Constitucional tienen el deber de impulsar de oficio los procesos, []. Asimismo, el Juez y el
Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de las formalidades []. Cuando en un proceso constitucional se presente una duda razonable respecto de si el proceso debe declararse concluido, el Juez y el Tribunal Constitucional declararn su continuacin. [] ArtculoIV. rganos
Competentes. Los procesos constitucionales son de conocimiento del Poder Judicial y del Tribunal
Constitucional, de conformidad con lo dispuesto en la Constitucin, en sus respectivas leyes orgnicas y en el presente Cdigo.
231
Cmo entonces se puede fundamentar que ello puede ser transvasado conceptualmente a la Administracin Pblica en sus tribunales administrativos o en sus rganos
colegiados?
Uno de los argumentos ms dbiles del Tribunal Constitucional, y que revela poca
consistencia jurdica, radica en la alegacin de que en la Constitucin peruana no
existe norma que prohba que el control difuso pueda ser aplicado por orden distinto
al Poder Judicial, para concluir que vlidamente puede ser ejercitado por un orden
diferente al del Poder Judicial. La endeblez terica de esta consideracin se patentiza al
determinarse, prima facie, que la Constitucin no contiene un orden prohibitivo, sino
atributivo. No es un cdigo poltico de prohibicin. Es decir, por tratarse de facultades
constitucionales que son de orden pblico y de capital importancia para la estructuracin de nuestro Estado de derecho, la Constitucin no contiene prohibiciones sino
atribuciones (en ello el argumento del Tribunal Constitucional constituira un claro
sofisma); atribuciones que son de orden pblico y que, por ende, no pueden ser materia de analoga ni de extensin en la interpretacin. Lo que seala claramente la doctrina de la interpretacin constitucional 52 es que las facultades constitucionales, al ser
de orden pblico, se dan sobre vasos comunicantes, de manera que lo que se le atribuye
a un rgano no puede ser ejercitado por el otro, siendo de aplicacin el principio de
interpretacin previsto en el artculoIV del Ttulo preliminar del Cdigo Civil.53 As,
del mismo modo que la Constitucin no prohbe el control difuso para otros rdenes
(no tendra que prohibirlo ni ello viene al caso), tampoco prohbe que el Ejecutivo d
las leyes (basta para ello que la facultad de dar leyes est conferida al Congreso de la
Repblica) o que el Poder Judicial conozca de la accin de inconstitucionalidad de las
Leyes (lo que est conferido al Tribunal Constitucional), etctera.
En consecuencia, a la luz de la doctrina citada y del precedente vinculante, lo que
hay que determinar es si tal precedente se sostiene y es en verdad aplicable y vigente;
de manera que, si la respuesta es positiva, hay que determinar cmo es que rige en la
vida de la Administracin Pblica, en sus tribunales administrativos u rganos colegiados, dentro de lo que tanto la sentencia original como la sentencia aclaratoria han
denominado Justicia Administrativa en sede del Poder Judicial.
Nuestra posicin es que claramente constituye una contravencin directa y flagrante al texto expreso de la Constitucin el atribuir a la Administracin Pblica del
Poder Ejecutivo el ejercicio de una facultad expresamente diseada y sealada para
el Poder Judicial. No basta para zanjarlo, en nuestro concepto, el que tal interpretacin conste en un precedente vinculante, ya que, como lo ha dicho el propio Tribunal
Constitucional y lo tiene determinado la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, ninguna orden superior ser vlida ni debe ser cumplida si atenta
contra el orden pblico, los derechos fundamentales de las personas y el propio respeto
de los lmites constitucionales. De hecho, tal principio est recogido en el artculo25
232
El Tribunal Constitucional es un rgano constituido y no un poder constituyente y es a todas luces evidente que carece de facultades constituyentes o para modificar la Constitucin por la va de la interpretacin constitucional. En consecuencia,
tambin el Tribunal Constitucional tiene por lmite objetivo el texto expreso y literal
de la Constitucin. La fidelidad a la Constitucin as lo exige. De este modo, la conclusin evidente es que este Precedente Vinculante es inaplicable o de ejecucin imposible, so riesgo de alterar el texto expreso de la Constitucin.
En consecuencia, nuestra primera posicin sera relativizar la aplicacin de este mal
llamado control difuso en sede administrativa, por las razones ya expuestas y porque su
aplicacin, reiteramos, constituye a nuestro criterio una evidente y flagrante vulneracin constitucional. Tngase en cuenta, adems, que la normatividad vigente que desarrolla este postulado constitucional (el del control difuso), contenida tanto en el TUO
de la Ley Orgnica del Poder Judicial cuanto en el Cdigo Procesal Constitucional, remite la definitoriedad del control difuso a la Corte Suprema de Justicia de la Repblica,
por la va de la consulta obligatoria en caso de que no existan o no se interpongan los
recurso de impugnacin.55 Esta definitoriedad de la Corte Suprema no se cumplira, y
sera de imposible cumplimiento, en el caso de este mal llamado control difuso en sede
administrativa.
Sin embargo, cabe reconocer que otra posicin podra establecer, de manera vertical y jerarquizada, que si al Tribunal Constitucional competen la interpretacin autntica de la Constitucin y el supremo control de la Constitucin, su jurisprudencia
vinculante debe ser aplicada e interpretada tal como se expresa, sin ningn anlisis
de razonabilidad o de constitucionalidad a contrapelo de lo que el propio Tribunal
Constitucional ha sealado en reiteradas oportunidades, de manera que, a partir de
dicho precedente vinculante se debe considerar que la Administracin Pblica, por
medio de los tribunales u rganos colegiados administrativos, siempre que impartan
la Justicia Administrativa con carcter nacional, y siempre que sean dependientes o adscritos al Poder Ejecutivo (solo a ella se refiere la sentencia aclaratoria bajo
Ratificada y vigente en el ordenamiento jurdico peruano desde julio de 1978.
Tal como hasta la fecha ocurre en su cuna, en derecho constitucional de los Estados Unidos,
donde todo control difuso judicial es siempre controlado por la Suprema Corte Federal, que tiene
la palabra final. All no existe, ni se ha postulado jams, que ello pueda ser ejercitado por su administracin pblica.
54
55
233
comento, fundamento 4 in fine), podrn hacer control difuso al resolver los casos que
le correspondan.
Es evidente que esta formulacin aclaratoria es impropia, carente de sustento jurdico, desde que el carcter nacional (resaltado en el texto) no se refiere a que sean
rganos o tribunales nacionales, sino de competencia nacional, en todo el territorio
nacional, y no de competencia local, regional, departamental o sectorial. En segundo
lugar, se excluye a la justicia administrativa de competencia nacional, ejercitada por
rganos o tribunales no dependientes del Poder Ejecutivo. Y, finalmente, se excluye
a la autoridad administrativa unipersonal de competencia nacional, y a la autoridad
administrativa colegiada o conformada en tribunales administrativos de orden local,
regional o sectorial. El Tribunal Constitucional no ha explicado el porqu de esta diferenciacin, que luce como arbitraria e incompleta.56
Pero, si tal fuera el caso, que se opine por la obediencia debida al fallo vinculante del
Tribunal Constitucional, dado que sera una facultad adosada de orden excepcional,
esta tendra que ejercerse taxativamente, en el expreso caso de que se configure el supuesto normativo de fallo precedente, tanto en su versin original cuanto en su versin
aclaratoria que debe ser leda, interpretada y aplicada como un todo unitario, de
conformidad con el principio de interpretacin que informa el artculoIV del Ttulo
preliminar del Cdigo Civil ya citado.
Las reglas seran las siguientes:
a. Solo podra ser ejercitada por un rgano colegiado, cuerpo colegiado o tribunal administrativo colegiado de competencia nacional.
b. Solo podra ser ejercitado por un rgano colegiado, cuerpo colegiado o tribunal administrativo colegiado de competencia nacional adscrito, dependiente o perteneciente al Poder Ejecutivo.
c. Solo podra ser ejercitado por un rgano colegiado, cuerpo colegiado o tribunal administrativo colegiado de competencia nacional adscrito, dependiente
o perteneciente al Poder Ejecutivo dentro de un procedimiento administrativo de orden contencioso,57 en que el que el derecho del administrado se encuentre confrontado por la Administracin Pblica, y en donde el resultado
afecte la esfera de sus derechos fundamentales.
56
Se tiene claro en la doctrina nacional que, as como el Tribunal Constitucional ha efectuado
ya un overruling respecto de un anterior precedente vinculante (el caso del RAC constitucional
frente a fallos estimatorios) (vase la nota 13), asimismo lo har en breve respecto del precedente
vinculante en anlisis.
57
No nos estamos refiriendo a un proceso contencioso administrativo, que se da en sede
judicial, y donde se confronta a la Administracin Pblica con el derecho del administrado en sede
del Poder Judicial, segn la teora del control interrganos, sino a que el procedimiento administrativo a que se refiere sea uno en que el administrado contiende con la administracin pblica,
por la consecucin de una determinada prestacin que le ha sido negada, en que haya un real y
verdadera controversia de derechos subjetivos, y donde el resultado de la administracin pblica
tenga por finalidad la declaracin de derechos fundamentales de los administrados. Fundamento
4 in fine de la sentencia aclaratoria del Precedente Vinculante.
234
d. Deber ser aplicado solo de manera excepcional, luego de haberse descartado todos los mtodos ordinarios de interpretacin, como ltima ratio o
dernier resort, cuando tal interpretacin de control difuso administrativo
sea realmente relevante para resolver la controversia planteada dentro de un
proceso administrativo (regla sustancial A, in fine, punto 1, de la sentencia
original del Precedente Vinculante), y siempre que la norma a cuestionarse
en el control difuso administrativo no sea pasible de ser interpretada de
conformidad con la Constitucin (regla sustancial A, in fine, punto 2, de la
sentencia original del Precedente Vinculante).
Si solo puede ser aplicado por un rgano colegiado, cuerpo colegiado o tribunal
administrativo colegiado de competencia nacional adscrito, dependiente o perteneciente al Poder Ejecutivo dentro de un procedimiento administrativo de orden contencioso, se deber proteger la vulneracin constitucional por la forma o por el fondo
de una disposicin infraconstitucional (regla sustancial A de la sentencia original del
Precedente Vinculante), el que la norma infraconstitucional tenga una manifiesta contravencin a la Constitucin o a la interpretacin que de ella haya realizado el Tribunal
Constitucional (regla procesal A de la sentencia original del Precedente Vinculante), o
cuando la aplicacin de tal disposicin infraconstitucional contradiga un precedente
vinculante del Tribunal Constitucional (fundamento 7 de la sentencia aclaratoria del
Precedente Vinculante).
En conclusin, ante la interrogante de cmo debera ser aplicado por un ente administrativo, la respuesta sera la siguiente:
a. Adoptar una posicin de cautela constitucional, por respeto a la Constitucin
misma, en el entendido de que nadie debe obediencia a un mandato, orden o
previsin flagrantemente inconstitucional, sin que de ello no se desprendan
responsabilidades, sobre todo de cara a un expreso mandato constitucional
(en el Estado democrtico constitucional y de derecho, no cabe la obediencia
debida frente a actos ilegales, inconstitucionales o violatorios de derechos
fundamentales), as como el Tribunal Fiscal se ha limitado a ejercer el control normativo por la va de la jerarqua normativa, sin ingresar en la calificacin de la inconstitucionalidad de la norma ni hacer una interpretacin de
la Constitucin que no le corresponde (aplicndose lo mismo para el caso de
la vulneracin a un precedente vinculante del Tribunal Constitucional).
b. Aplicar tal control difuso en sede administrativa solo cuando: a)solo cuando deba hacerse en sede de su rgano colegiado que tiene competencia nacional; b)solo en el momento de resolver tal cuestin contenciosa en sede
administrativa (esto es, en la decisin final que pone fin a la instancia administrativa); c)solo frente a un reclamo del administrado, y solo en el caso
de que se ejerza justicia administrativa de competencia nacional; d)solo
cuando la aplicacin de la norma infraconstitucional tenga por resultado la
vulneracin de los valores y principios constitucionales y, por ende, la de
235
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238
240
1. Introduo
O conjunto das dificuldades encontradas pelas mulheres para ascender aos espaos de
poder e deciso considerado um dos principais desafios pendentes do sculo XXI,
no que concerne concretizao da igualdade de gnero (CAMPS, 2003, p.11). Tais
dificuldades ocasionam a sub-representao das mulheres nas estruturas de poder poltico, econmico, religioso e militar. No concernente ao mbito poltico, e, mais especificamente, ao Poder Legislativo, a baixa presena feminina manifesta e demonstra
que de fato no existe igualdade de gnero na sociedade atual. A mdia mundial de
participao das mulheres na Cmara dos Deputados somente de 18,4%.1 No Senado,
de 17,5% e considerando-se as duas casas combinadas de 18,3%.2 Em razo disso, a
necessidade de superar a nfima participao das mulheres nos espaos de deciso em
geral e, especificamente, no mbito parlamentar, recebe destaque na ao dos poderes
pblicos dirigida a tornar efetiva a igualdade de gnero. No Brasil, esse assunto constitui uma das prioridades do II Plano Nacional de Polticas para as Mulheres (PNPM).3
Considerando-se o mencionado contexto, as cotas eleitorais surgiram como medidas destinadas a facilitar o acesso das mulheres aos cargos pblicos e, consequentemente, a combater a sub-representao feminina na poltica. As cotas adotadas por
meio de lei podem consistir na reserva de um nmero ou de uma porcentagem de assentos parlamentares, ou na reserva de um nmero ou de uma porcentagem de vagas
nas candidaturas eleitorais de cada partido.
Os pases da Amrica Latina4 e da Europa5 que adotaram cotas mediante lei preferiram o segundo tipo mencionado, ou seja: a previso de reserva de uma porcentagem
de vagas das candidaturas eleitorais dos partidos. Em alguns pases, as leis que estabeleceram cotas em razo de sexo6 foram levadas ao Tribunal Constitucional para a
* Graduada e Mestra em Direito pela Universidade Federal do Cear/UFC. Doutoranda em
Direitos Fundamentais na Universidade Autnoma de Madrid/UAM. [email protected]
(A presente pesquisa obteve o apoio financeiro do programa Alban).
1
De acordo com os dados da Inter-Parlamentary Union (IPU). http://www.ipu.org/wmn-e/
world.htm.
2
No Brasil a porcentagem de mulheres na Cmara dos Deputados de 9%, e, no Senado, de
12,3%. Assim, o Pas apresenta mdia bem abaixo da mundial, ocupando a lamentvel 105 posio
da classificao mundial. Dados extrados da Inter-Parlamentary Union (IPU). http://www.ipu.
org/wmn-e/world.htm.
3
A participao plena e igualitria da mulher nos espaos de poder e deciso constitui objeto do captulo 5 do II PNPM (Plano Nacional de Polticas para as Mulheres. Braslia: Secretaria
Especial de Polticas para as Mulheres, 2008).
4
Entre os pases da Amrica Latina que adotaram cotas mediante lei se encontram Argentina,
Bolvia, Brasil, Costa Rica, Equador, Honduras, Mxico, Panam, Paraguai, Peru e Repblica
Dominicana. Dados extrados da base de dados internacional fornecida pelo International
Institute for Democracy And Electoral Assistance (IDEA) em cooperao com a Universidade de
Estocolmo. http://www.quotaproject.org/about.cfm.
5
Entre os pases europeus que estabeleceram cotas mediante de lei, possvel mencionar
Blgica, Bsnia-Herzegovina, Eslovnia, Espanha, Frana, Grcia, Itlia, Macednia, Portugal e
Srvia. (Fonte: http://www.quotaproject.org/about.cfm).
6
Neste trabalho, faz-se referncia s cotas eleitorais por motivo de sexo pelo fato de este
ser o critrio objetivo utilizado pela legislao e pela jurisprudncia para tratar do tema. necessrio ressaltar, porm, que, quando se faz meno a uma cota em funo do sexo, torna-se
241
242
10
Lei n. 81/1993, art. 5, pargrafo 1 (modalidade de eleio do prefeito e do Conselho
Municipal nos municpios com populao de at 15.000 habitantes).
243
lei.11 Assim, a sentena considera que em tema de direito ao sufrgio passivo, a regra
irrevogvel estabelecida pelo prprio Constituinte, no primeiro pargrafo do art. 51,
aquela da absoluta igualdade, da que toda diferenciao em virtude de sexo resulta
objetivamente discriminatria, diminuindo para alguns cidados o contedo concreto
de um direito fundamental em favor de outros, pertencentes ao grupo que se mantm
em desvantagem (FJ 6).
Primeiramente, observa-se que a Corte Constitucional italiana apresenta nesta sentena uma interpretao semelhante adotada na primeira etapa da jurisprudncia
do Tribunal Constitucional espanhol; ou seja, uma interpretao formalista e rgida
do princpio de igualdade e no-discriminao em razo de sexo, que leva ao entendimento de que qualquer uso deste critrio estaria proibido inexoravelmente. Como
destaca Ballestrero (1996, p. 106), a discriminao histrica por motivos de sexo se
configurou, mediante esse entendimento, como rgido princpio de igualdade formal,
que obriga a fazer abstrao das caractersticas diferenciadoras e a negar legitimidade
considerao de alguns elementos que diferenciam os indivduos, como o caso do
sexo. Neste sentido, a autora (1996, p.108) ressalta que a Corte Maior italiana considera a todos os candidatos pessoas sem sexo, e o sexo dos candidatos um acidente que
no pode nem deve ter relevncia. Em razo disso, a Corte Constitucional italiana no
analisa com profundidade por qual motivo entende que a garantia de representao
mnima para cada sexo faz diminuir para alguns cidados o contedo concreto do
direito fundamental ao sufrgio passivo, j que a previso da norma nem ao menos
adota um tratamento desigual do ponto de vista formal.
Os argumentos apresentados pela Corte italiana na sentena 422/1995 podem ser
contrastados com os fundamentos alegados pela mesma Corte na sentena 49/2003
(de 10 de fevereiro), referida constitucionalidade da legge regionalle Del Valle dAosta
de 2002, que prev a obrigao de incluir postulantes de ambos os sexos nas listas
de candidaturas para as eleies regionais. O Tribunal Constitucional espanhol adota
na sentena 12/2008 vrios argumentos similares aos expostos pela Corte italiana na
sentena 49/2003, motivo pelo qual alguns arrazoamentos podem ser apresentados
conjuntamente.
Na mencionada deciso 49/2003, a Corte Mxima italiana admite que a norma
respeita a igualdade entre os sexos, tanto porque a lei se refere indiferentemente aos
candidatos de ambos os sexos, quanto porque dela no se deduz nenhum tratamento
diverso em razo do sexo dos candidatos (FJ 3.2).12
Por outra parte, a sentena da Corte italiana estabelece que, na seleo dos polticos
para compor as listas, no se realiza nenhum mtodo de concurso, em virtude do qual
um sujeito no includo na lista possa alegar que sua posio jurdica foi sacrificada
em favor de outro sujeito que tenha sido includo (FJ 3.1). Afirma-se, pelo contrrio, que a formao das listas est submetida liberdade de configurao de quem as
11
Por meio do art. 1 da Legge Constituzionale de 30 de maio de 2003, acrescentou-se ao primeiro pargrafo do art. 51 da Constituio o seguinte: Para tal fim a Repblica promove com
disposies apropriadas a igualdade de oportunidades entre mulheres e homens.
12
Ver, no mesmo sentido, a sentena 12/2008 do Tribunal Constitucional espanhol (FJ 5).
244
apresenta e dos prprios candidatos em aceitar a candidatura, motivo pelo qual nem
ao menos se pode falar de uma incidncia sobre um hipottico direito dos aspirantes a
candidatos a ser includos na lista.13 Isto ocorre porque qualquer candidato deve obter
o apoio de um partido poltico que o integre em sua candidatura (Rodrguez Daz,
1990, p.106), pois se confia aos partidos polticos a concreo dos elegveis (Bastida,
1980).!Em razo destes argumentos, conclui-se que a liberdade de candidatar-se, como
direito individual, no existe, pois para ser candidato o postulante deve cumprir os
requisitos legais e ser apresentado pelas formaes polticas (Trujillo, 2000, p.381).
Na sentena 49/2003, a Corte italiana entende que as disposies impugnadas no
consideram a pertena a um ou a outro sexo como mais um requisito de elegibilidade
dos indivduos e que a obrigao imposta por lei e a consequente sano de invalidao concerne unicamente lista e aos sujeitos que a apresentam (FJ 3.1). O Tribunal
Constitucional espanhol adota fundamentao similar, acrescentando que a norma se
refere aos partidos polticos, que no se constituem sujeitos dos direitos de sufrgio
ativo nem passivo (Sentena 12/2008, FJ 3).
O direito de sufrgio ativo consiste no direito de participar da vida poltica, diretamente ou por meio da livre eleio dos representantes. Argumenta-se que a obrigao
de incluir nas listas uma porcentagem mnima para cada sexo restringe a liberdade dos
eleitores e que, por isso, viola o direito de sufrgio ativo.
A liberdade dos eleitores no absoluta e, por isso, somente se pode exercer o direito ao voto dentro das possibilidades permitidas pelo ordenamento jurdico. Os cidados no possuem direito a uma concreta composio das listas eleitorais, pois, como
assevera a Sentena 12/2008 do Tribunal Constitucional espanhol, da mesma maneira
que do direito de sufrgio passivo no se pode deduzir a exigncia de um determinado
sistema eleitoral, do direito de sufrgio ativo no se pode derivar um direito subjetivo
dos cidados a uma concreta composio das listas eleitorais (FJ 9).
Alm disso, necessrio destacar, as normas que estabelecem cotas eleitorais em
benefcio do equilbrio entre os sexos nos pases europeus e latino-americanos no reservam, diretamente e com independncia da eleio, uma porcentagem de vagas no
Parlamento, e sim reservam uma porcentagem de vagas nas candidaturas eleitorais (Ruiz
Miguel, 2003, p.299). Por isto, como dispe a Corte Constitucional italiana, a limitao
da norma ocorre somente na fase anterior verdadeira e prpria competio eleitoral,
e no incide sobre esta (Sentena 49/2003, FJ 3.1). Assim, consoante Ballestrero (1996,
p.105) e na linha do que foi afirmado tambm pelo Tribunal Constitucional espanhol
(FJ 9), garantir o acesso s listas eleitorais significa unicamente promover igualdade de
oportunidades de acesso aos cargos eletivos.!Alm disso, no h nada na previso normativa de cotas eleitorais que altere a correlao entre a vontade do corpo eleitoral e a
proclamao dos candidatos eleitos (Sentena 12/2008, FJ 9).
Tambm oportuno mencionar a alegao de alguns autores, para quem as cotas
eleitorais violam o princpio da indivisibilidade do corpo eleitoral, ao dividi-lo em
13
FJ 9).
245
246
No que se refere mencionada liberdade ideolgica, parte da doutrina considera que, impondo cotas aos partidos polticos na configurao das listas eleitorais, a
lei melindra a liberdade destas organizaes para concretizar seus fins e objetivos. A
justificativa desse posicionamento consiste em que, por uma parte, nem todas estas associaes devem estar obrigadas a ter como iderio poltico a finalidade de promover
a igualdade entre mulheres e homens, e, por outra parte, e ainda tendo como objetivo
promover esta igualdade, poderiam preferir outras vias de promoo diferentes da
cota eleitoral (Martnez Alarcn, 2007, p.195).
Sobre esse tema, o Tribunal Constitucional espanhol considera que a exigncia de
que as formaes polticas aspirantes participao nos processos eleitorais devam
incluir necessariamente candidatos de ambos os sexos em determinada proporo no
implica a obrigao de que essas mesmas formaes polticas participem dos valores
sobre os quais se sustenta a denominada democracia paritria (Sentena 12/2008, FJ
6). Portanto, a Corte Mxima espanhola entende que a norma impugnada no impede
as formaes polticas de defenderem postulados passveis de ser rotulados de machistas ou feministas; exige que, quando pretendam defender estas teses no mbito
do acesso aos cargos pblicos, atuem partindo de listas de candidaturas nas que se
integram pessoas de um e outro sexo (FJ 6). Desta forma, o Tribunal Constitucional
espanhol entende que a exigncia de equilbrio entre os sexos nas candidaturas eleitorais dos partidos no afeta a liberdade ideolgica e de expresso dos partidos polticos.
Apesar do exposto pelo mencionado Tribunal, deve-se afirmar que parece contraditrio, ao menos na primeira anlise, que um partido poltico defensor, por exemplo, da
tradicional diviso de tarefas sociais entre o homem (esfera pblica) e a mulher (esfera
privada), tenha de incluir mulheres em sua candidatura. Neste sentido, alega-se que
certas ideologias podem impedir o partido ou agrupao de eleitores de lograr compor
listas paritrias, ocasionando a impossibilidade de participar do processo eleitoral e
violando, portanto, a ideia de uma democracia pluralista (Rey Martnez, 2007, p.74).
importante observar que a liberdade ideolgica apresenta um carter bidimensional, j que est integrada por uma dimenso interna e outra externa. A dimenso
interna pode ser comparada liberdade de pensamento, de adotar um sistema prprio
de crenas e valores, enquanto a dimenso externa consiste na liberdade de expressar
as prprias ideias e de atuar em conformidade com elas (Fernndez Segado, 2002,
p.295).
A norma impugnada certamente no afeta a liberdade ideolgica dos partidos em
sua dimenso interna, j que eles continuam com o direito de adotar os prprios sistemas de valores. Alm disso, no se cr que reste afetada a liberdade de expresso,
considerada como a dimenso externa fundamental e mais comum da liberdade ideolgica (Rollert Liern, 2002, p.173), j que o Tribunal Constitucional espanhol tem
razo quando assevera que a imposio das cotas eleitorais de equilbrio entre os sexos
no impede que os partidos defendam e manifestem sua ideologia sobre a relao de
igualdade/desigualdade/diferena entre mulheres e homens. Isto porque estas organizaes permanecem com o direito de expressar e difundir livremente seus pensamentos, ideias e opinies por qualquer meio de reproduo.
247
No obstante, os partidos adotantes de certas ideologias no podem atuar em conformidade com estas no momento da composio das listas, uma vez que no possvel elaborar candidaturas unissexuadas. Portanto, pode considerar-se que a norma
afeta a liberdade ideolgica em sua dimenso externa e em seu sentido instrumental,
ou seja: no sentido de servir de instrumento para que se possa agir de acordo com
determinada ideologia.
Verificou-se, portanto, que a norma que estabelece cotas eleitorais por motivo de sexo
nas candidaturas dos partidos no afeta o sufrgio ativo ou passivo. Observou-se, entretanto, que a norma afeta o direito de associao e a liberdade ideolgica. Dessa forma,
resta averiguar se a limitao a estes direitos atende ao princpio de proporcionalidade.
5. O princpio da proporcionalidade
O teste de proporcionalidade, concebido com estribo no Direito Constitucional alemo,
identifica trs subprincpios: idoneidade (adequao ou utilidade), necessidade (ou exigibilidade) e proporcionalidade em sentido estrito. O critrio de idoneidade requer que
a medida seja adequada para conseguir sua finalidade (Guerra Filho, 2003, p.270). Esse
critrio pressupe a existncia de uma relao de causalidade entre a medida objeto de
controle e a finalidade pretendida; por isso, obriga a excluir aquelas medidas que no
estejam aptas a conseguir a pretendida finalidade. No contexto deste requisito, indicase que o legislador est legitimado e obrigado a experimentar solues legislativas que
busquem atender a certa(s) finalidade(s). Alm disso, afirma-se que, como o requisito
de idoneidade se projeta algumas vezes sobre prognsticos do legislador, em relao a
alcanar determinado objetivo por meio de certa medida, deve aceitar-se determinada
margem de erro por parte deste e levar em considerao o fator tempo para analisar as
consequncias da medida (Gonzlez Beilfuss, 2003, p.52). Por estas razes, considera-se
que para o princpio de idoneidade importa que o meio adotado no seja, a priori e
com base em qualquer ponto de vista, absolutamente incapaz ou inidneo. Assim, por
menor que seja a restrio da liberdade, se esta resulta manifestamente intil, torna-se
absurda e carece de sentido num Estado de Direito (Barnes Vzquez, 1998, p.25).
Em relao norma que estabelece cotas eleitorais para cada sexo, possvel identificar-se como finalidade lograr mais igualdade entre mulheres e homens no acesso
s candidaturas eleitorais e, portanto, no alcance dos cargos pblicos e na participao
poltica de um modo geral. A imposio normativa de determinada cota para cada
sexo no acesso s candidaturas resulta, a priori, uma medida adequada para alcanar
o mencionado objetivo, j que existe relao entre este e a medida adotada (Martnez
Alarcn, 2007, p.207).
Diversas experincias indicam que as cotas eleitorais so um mecanismo eficaz para
alcanar mais igualdade no mbito poltico.14 verdade que a maior ou menor eficcia
Como exemplo, pode-se mencionar a exitosa experincia de aplicao das cotas eleitorais nos partidos polticos dos pases nrdicos. Tambm possvel citar, entre outras experincias
europeias, o caso da Espanha, uma vez que a adoo de cotas eleitorais pelos partidos polticos
14
248
das cotas num determinado pas depende tanto de caractersticas especficas da legislao como de um conjunto de fatores multicausais, entre os quais se pode incluir o
sistema eleitoral adotado (Arajo e Alves, 2007, p.537). No caso do Brasil, h alguns
fatores apontados como possveis responsveis pelo baixo impacto das cotas para o
aumento da participao parlamentar feminina.15
Estes fatores apontam para a necessidade de que as leis estabeleam cotas que regulem mecanismos de sano e controle de sua eficcia. Isto no significa, entretanto,
as cotas eleitorais estabelecidas por lei serem, a priori, um meio manifestamente intil ou inadequado para alcanar a finalidade buscada. Em razo disso, a previso de
cotas por meio de lei supera o juzo de idoneidade, sem que seja necessrio indagar
se consiste no mecanismo mais til para conseguir o resultado pretendido (Martnez
Alarcn, 2007, p.207).
Superada a anlise da idoneidade, passa-se avaliao da necessidade ou exigibilidade. O meio exigvel quando o legislador no poderia ter escolhido outro igualmente eficaz, mas que seria um meio no-prejudicial ou portador de uma limitao
menos perceptvel a direito fundamental.16 Neste sentido, alguns autores argumentam
que as cotas eleitorais no observam o requisito da necessidade, pois defendem a ideia
da existncia de medidas menos limitativas passveis de resultar igualmente eficazes
como, por exemplo, a aplicao voluntria das cotas pelos partidos polticos ou as
medidas de incentivo a sua implantao voluntria pelos partidos17 (Rey Martnez,
2007, p.74).
Embora estas medidas tambm possam contribuir para conseguir a finalidade buscada pelas cotas eleitorais estabelecidas por lei, elas no oferecem obrigatoriamente o
mesmo grau de eficcia para alcanar o objetivo pretendido, em razo de permitir que
os partidos optem por cumprir as cotas ou no.18
Deve-se ressaltar, tambm, que a deciso sobre a necessidade da medida compete
principalmente ao legislador, motivo pelo qual a adoo de um controle severo deste
requisito poderia anular sua liberdade de deciso poltica (Medina Guerrero, 1998,
espanhis considerada um fator importante para o aumento da porcentagem de mulheres na
representao poltica espanhola (URIARTE, 1999, p.66). Na Amrica Latina, oportuno destacar
a Argentina, que desde 1991 aplica cotas por meio de lei, o que ocasionou o aumento significativo
da proporo de mulheres no Parlamento.
15
Como exemplo, menciona-se o tipo de lista aberta adotada pelo sistema brasileiro. Alm
disso, no que se refere legislao, necessrio ressaltar que a Lei 9.504/97 aumentou em 50% o
nmero de candidatos que podem concorrer, ao dispor que um partido pode lanar at 150% de
candidatos para a totalidade das vagas disputadas. Com isso, torna-se mais difcil o preenchimento
das vagas e abre-se espao para que no haja um deslocamento de postulantes homens, em favor
da incluso de mulheres, causando pouco impacto em relao s chances destas. Alm disso, a
mencionada legislao de 1997 no prev sano para o partido que no preenche as cotas para
cada sexo nas listas de candidatura (Arajo, 2001, p.246 e 247).
16
BVerfGE, 30, 292 (316), citada em Guerra Filho (1989, p.87).
17
Afirma-se, por exemplo, que poderiam ser beneficiadas as associaes polticas que adotarem cotas com um aumento do tempo de que dispem gratuitamente nos meios de comunicao
para as campanhas eleitorais.
18
No caso do Brasil, para que esta afirmao possa adquirir maior peso, torna-se imprescindvel a alterao da lei para que se imponha uma sano aos partidos que no cumpram as cotas.
249
250
Povo fonte de que emana a soberania nacional tem, nessas agremiaes, o veculo necessrio ao desempenho das funes de regncia poltica do Estado (ADI-MC
1096/RS, de 16 de maro de 1995). Alm disso, pode-se ressaltar que a seleo de candidaturas consiste numa das funes primordiais dos partidos polticos no processo
eleitoral, apresentando, assim, relevncia externa para a democracia.19
Desta forma, o fato de os partidos apresentarem funes de relevncia constitucional conduz legitimidade da existncia de uma regulao jurdica especfica para
eles (Garca Roca,1999, p. 149). Alm disso, tal importncia constitucional tambm
legitima o fato de tais entidades serem utilizadas como veculo para buscar a efetivao de um princpio to fundamental no ordenamento constitucional, como o caso
da igualdade (Tribunal Constitucional espanhol Sentena 12/2008, FJ 5). Portanto,
o que torna razovel a limitao do legislador s liberdades ideolgica e de associao
consiste, por um lado, na condio constitucional de instrumento de participao poltica apresentada pelos partidos. De outra parte, tal limitao se legitima na finalidade
de que a participao poltica seja exercida em conformidade com o mandamento
constitucional de igualdade efetiva.
conveniente destacar a ideia de que preservar o valor constitucional de igualdade entre homens e mulheres no acesso aos cargos pblicos mais importante do
que conferir aos partidos liberdade absoluta no momento da configurao das listas.
Como assegura o Tribunal Constitucional espanhol, a liberdade ideolgica no pode
ser exercida com total abstrao do mandamento constitucional de igualdade formal
e material. Assim, o sacrifcio que as cotas eleitorais produzem para a liberdade ideolgica e de associao dos partidos polticos no excessivo, levando-se em considerao o alcance restrito da limitao e a importncia do bem jurdico que se busca
proteger. Dessa maneira, constata-se, a norma que estabelece cotas para cada sexo nas
candidaturas eleitorais obedece lei da ponderao, pois consiste numa medida proporcional entre o grau de afetao dos direitos fundamentais de associao/liberdade
ideolgica e o grau de importncia da satisfao do direito de igualdade efetiva no
acesso aos cargos pblicos. Portanto, segue-se a linha de argumentao do Tribunal
Constitucional espanhol, ao considerar que essa restrio liberdade do partido resulta perfeitamente constitucional por legtima, por razoavelmente instrumentada e
por no lesiva ao exerccio dos direitos fundamentais (Sentena 12/2008, FJ5).
6. Concluses
Aps as reflexes procedidas, torna-se possvel apresentar algumas concluses. Acerca
da delimitao conceitual das cotas eleitorais, constatou-se que a medida no se enquadra no conceito da discriminao inversa ou positiva, mas pode ser enquadrada no
conceito genrico de ao positiva.
19
De acordo com Schattschneider (1964, p.89), a designao de candidatos a atividade mais
importante do partido e consiste na nota caracterstica do partido moderno.
251
252
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256
was der Trger des Rechtsguts gegenber dem Staat geltend machen kann, welche verfassungsmigen
Grenzen diesen Rechten gezogen sind und wie die Festlegung von Grenzen, die in jedem Fall dem Grundsatz
der Verhltnismigkeit zu folgen hat, begrndet wird. Das Ergebnis ist die Festlegung der Grenzen der
Zweckdienlichkeit des juristischen Instrumentariums.
257
3
As chamadas, na literatura jurdica alem, Fachgerichte. Neste caso, o problema no se coloca como invaso de uma funo estatal em outra, principalmente no sistema difuso do controle
normativo, mas de natureza orgnico-judiciria. Porm, a falta de clareza sobre a partir de que
ponto o juiz natural constitucional pode ser chamado tambm gera instabilidade, enfraquecendo
a fora normativa da Constituio, alm de comprometer a capacidade funcional de uma corte suprema na medida em que uma constitucionalizao excessiva de todo o ordenamento acaba com a
fronteira entre direito constitucional e direito infraconstitucional, podendo qualquer ao chegar
at a corte suprema.
4
Como se sabe, o caso mais eloqente de normas constitucionais desclassificadas categoria de normas programticas foi o captulo de direitos sociais da Constituio da Repblica de
Weimar. A resposta do constituinte alemo de 1949 foi justamente retirar do texto constitucional
os direitos fundamentais sociais, substituindo-os pela consagrao do princpio do Estado social e delegando ao legislador ordinrio o dever de criar organizao e procedimento para sua
realizao.
258
vezes ficando em segundo plano.5 Neste mesmo sentido, ineficazes tambm so certas
hipertrofias tericas e processuais constitucionais como a que se observa na doutrina
constitucional contempornea. A legitimao de cortes constitucionais est claramente presente: deriva das normas constitucionais vinculantes. As discusses (jus)sociolgicas e de cincia poltica so relevantes quando se pretende lanar um olhar externo
ao sistema jurdico, bem-vindo precipuamente para se chegar a certas polticas jurdicas
tendo em vista municiar o processo legislativo com informaes necessrias a uma legislao coerente e eficiente. Porm, no momento de se avaliar pontualmente a correo de
uma deciso judicial constitucional, o debate em torno de questes justericas e sciopolticas no parece promissor. Em todo caso, no dispensam o operador jurdico do
dever de fundamentao metodolgica e jurdico-dogmaticamente rigorosa.6
Para se atingir o objetivo de se demonstrar alguns descaminhos da discusso contempornea, a investigao se pautar em dois parmetros centrais da dogmtica dos
direitos fundamentais: os direitos fundamentais liberdade e igualdade. Junto a eles,
poder-se- aferir a inconvenincia e desnecessidade da discusso em torno da legitimidade de cortes constitucionais.
259
8
A rea ou mbito de proteo (Schutzbereich) conceito central da dogmtica dos direitos
fundamentais que designa os comportamentos e/ou situaes jurdicas tuteladas em face do poder
pblico. A respeito de sua utilizao na interpretao da CF brasileira, vide Dimoulis e Martins,
2007: 136 s. Sobre a recepo em geral pela doutrina brasileira de conceitos jurdico-dogmticos
importados da discusso alem, v. Sarlet, 2005.
260
261
262
especificamente tutelado o ser pelo direito liberdade. Por ser subsidirio, o direito
liberdade assegura que a proteo constitucional no apresente nenhuma lacuna.
O reconhecimento da liberdade geral de ao traz consigo dois problemas:
Em primeiro lugar, todo o ordenamento infraconstitucional poderia ser considerado matria constitucional em razo de tal entendimento do caput do art. 5, comprometendo a autonomia principalmente do direito privado, porque ele todo interfere na
liberdade geral de ao do indivduo. A legalidade em si, e com isso todos os direitos
subjetivos garantidos pela lei civil, seria alada ao nvel constitucional. Um instrumento de proteo individual concreta de direitos fundamentais como a reclamao constitucional alem (Verfassungsbeschwerde) se transmutaria em controle normativo abstrato suscitado por qualquer titular que no concorde com uma legislao.14 Qualquer
revogao ou derrogao representaria imediatamente um problema constitucional.
No campo do direito penal, o problema poderia ser ainda maior. Levado s ltimas
consequncias, a rea de proteo abrangeria at mesmo um direito ao homicdio.
Mas, neste campo do direito penal trata-se de uma questo meramente acadmica:
mesmo que consideremos o homicdio como exerccio do direito fundamental liberdade consoante o art. 5 caput da CF, possibilidade que em tese s pode ser excluda de
modo poltico-filosfico, principalmente com base nas clssicas teorias contratualistas
(Hobbes, Rousseau e outros), a interveno estatal pela via do direito penal restaria
sempre justificada. Ademais, na coliso entre o dever de tutela estatal de proteo
vida15 e um suposto direito ao homicdio, o questionamento pela adequao e necessidade do meio utilizado para a satisfao do propsito da liberdade no chegaria a ser
feito, porque o Estado teria antes que cumprir o seu dever de tutela.
Em segundo lugar, e como consequncia direta da aludida transmutao de procedimento de defesa de direito individual em controle normativo abstrato, a falta de
limites possibilidade de ajuizamento de uma ao constitucional leva inexoravelmente a grande quantidade de aes constitucionais e seus sucedneos, o que pode
comprometer seriamente a capacidade funcional de qualquer corte.
No h sada satisfatria para este problema. No reconhecer de plano a existncia
do direito liberdade geral de ao tambm contrariaria o teor do art. 5 caput da CF.
A doutrina constitucional alem16 sugere que, neste caso, o conceito de interveno
estatal na rea de proteo de direito fundamental volte s suas razes clssicas, isto :
que se exija a presena de um ato imperativo do poder pblico, que atinja a liberdade
geral de ao de modo intencional, direto e por ato jurdico formal.
Esta medida excluiria a possibilidade de violaes fticas, ainda no implementadas por ato administrativo e/ou no intencionais. Questionvel ela seria se a criao
de tipos penais no atendesse ao requisito da interveno imediata. Porm, no faria
14
Problema ressaltado pelo juiz Grimm em seu voto discordante. V. BVerfGE 80, 137 (164170) e Martins, 2005: 231.
15
Sobre o dever estatal de tutela e suas implicaes dogmticas: Dimoulis e Martins, 2007:
121-131.
16
Cfr. BVerfGE 39, 1 e BVerfGE 88, 203. V. os excertos, anotaes e comentrios em Martins,
2005: 266 ss. e 273 ss.
263
sentido deixar de considerar uma nova norma penal como interveno estatal por no
atender a esse requisito s porque se trata da cominao penal de uma conduta que
pode ser considerada como fazendo parte da rea de proteo de direito fundamental
e no da aplicao da pena. A cominao ou ameaa de pena j representa uma interveno imediata, cumprindo este requisito.
Tem-se, no caso, problema semelhante ao que ocorre com os poucos direitos fundamentais outorgados sem limitao expressa: podem certas condutas consideradas
ilcitas ser excludas de plano da rea de proteo do direito fundamental liberdade?
No a determinao em si da licitude da conduta feita pelo legislador penal o objeto
(e no parmetro!) do exame de constitucionalidade em face do direito fundamental
liberdade?
H principalmente dois complexos temticos que elucidam essa questo: a avaliao constitucional da criminalizao do aborto, uma vez que a conduta da grvida
decorrente de sua deciso (autonomia) pela interrupo da gravidez faz parte da rea
de proteo do direito fundamental liberdade,17 e a avaliao constitucional da criminalizao do porte e comrcio de substncias entorpecentes, uma vez que a opo pelo
uso de substncias consideradas nocivas sade individual e pblica faz parte tambm
da rea de proteo do direito fundamental liberdade.
Em razo dos necessrios limites de extenso da presente exposio, opta-se pela
anlise do segundo caso a partir de uma conhecida deciso do Tribunal Constitucional
Federal alemo.
Na deciso alcunhada Cannabis,18 o TCF precisou decidir sobre representaes judiciais de controle normativo concreto provenientes do Tribunal Estadual de Frankfurt
e reclamaes constitucionais de condenados por crime de porte de canbis. O parmetro de julgamento foi o Art. 2 I GG; os controles e reclamaes propostos atacavam a constitucionalidade do sancionamento penal ao porte da substncia porque no
seu entendimento tal sancionamento representaria uma violao do direito ao livre
desenvolvimento da personalidade na acepo de autodeterminao ou, na pior das
hipteses, de liberdade geral de ao. O TCF entendeu, em sntese, que, embora o
Art. 2 I GG proteja qualquer forma de ao humana, no englobaria o direito de ficar
18
264
em xtase (Recht zum Rausch).19 Ainda que se admitisse tal direito como parte da
liberdade geral de ao, a interveno estatal, consubstanciada na previso e aplicao
concreta de pena privativa de liberdade (interveno no Art. 2 I c.c. Art. 2 II 2 GG),
restaria constitucional, uma vez que seria proporcional em sentido estrito. Assim, de
forma no muito explcita, o TCF admitiu que o portar para uso prprio substncias
entorpecentes como a canbis faria parte da liberdade geral de ao como elemento
subsidirio de proteo do direito fundamental ao livre desenvolvimento da personalidade. A admisso implcita na medida em que o TCF avaliou a proporcionalidade
da interveno legislativa penal, pois somente se aplica o critrio da proporcionalidade
como limite de a competncia do legislador limitar a rea de proteo do direito quando o direito prima facie existe. Caso contrrio, o exame de constitucionalidade j se
encerra pela mera verificao de que o comportamento pretendido no corresponde
rea de proteo do direito.
A Constituio brasileira, assim como a Grundgesetz alem, uma constituio das
liberdades juridicamente ordenadas,20 que servem de parmetro inclusive para o legislador penal. Excluir de plano do controle de constitucionalidade a deciso poltica de
criminalizar certas condutas acarretaria a relativizao total do vnculo do legislador
penal com os direitos fundamentais, incluindo o direito fundamental liberdade que
oferece a referida proteo subsidiria.
19
BVerfGE 90, 145 (171 s.): O Art. 2 I GG protege qualquer forma de ao humana, sem considerar a importncia da atividade para o desenvolvimento da personalidade (cf. BVerfGE 80, 137
[152]). Absolutamente protegido e, com isso, retirado da ingerncia do poder pblico, entretanto,
existe apenas um mbito nuclear da conformao da vida privada. A relao com drogas, especialmente a ao de se entorpecer, no pode ser aqui includa, devido aos seus diversos efeitos, s
diversas interaes sociais que ela implica. No mais, a liberdade geral de ao s garantida nos
limites do segundo semi-perodo do Art. 2 I GG, estando, assim, especialmente sob a reserva da
ordem constitucional (cf. BVerfGE 80, 137 [153]). [].
Segundo esse princpio [da proporcionalidade], uma lei que restringe o direito fundamental
deve ser adequada e necessria para o alcance do propsito almejado. Uma lei adequada, se o
propsito almejado puder ser promovido com o seu auxlio; necessria, se o legislador no puder
selecionar outro meio de igual eficcia, mas que no restrinja, ou que restrinja menos, o direito
fundamental. Cfr. Martins, 2005: 252-253.
20
Sobre o conceito de inspirao neokantiana e sua aplicao jurdico-dogmtica, v. Poscher,
2003.
21
Sobre tais figuras dogmticas vide Dimoulis e Martins, 2007: 153 ss., 163 ss.
265
claro que essa margem discricionria do legislador deve ser respeitada pela corte
constitucional. Porm, quando a corte admite que a conduta faa parte da rea de
proteo do direito ao livre desenvolvimento da personalidade, ao contrrio do que
seriam outras condutas com potencial anti-social to evidente como condutas tipificadas dos crimes contra o patrimnio, a vida, a incolumidade fsica ou a f pblica, no
h como deixar de avaliar com a devida intensidade se as polticas antidrogas usadas
tm ao menos fomentado seus propsitos (critrio da adequao), ou se, em sendo
adequadas, no existem alternativas tambm adequadas, mas menos onerosas para a
liberdade atingida (necessidade).
Trata-se de um exame complexo que s pode ser feito com o auxlio de outras cincias sociais aplicadas e biomdicas. O TCF resolveu a questo julgando improcedentes
as reclamaes e confirmando a constitucionalidade da tipificao penal (ainda que
sua aplicao em alguns casos com menor potencial lesivo critrio da quantidade
tenha sido considerada desproporcional e, portanto, violadora do art. 2 I c.c. art. 2 II
2 GG), com base no critrio da proporcionalidade em sentido estrito ou ponderao.
Este critrio, porm, no atende aos parmetros mnimos de racionalidade jurdica,
22
, como fundamenta o TCF, o critrio da proporcionalidade. V., por exemplo, BVerfGE 65,
1 (44) e Martins, 2005: 233-244.
23
V, por exemplo, na doutrina brasileira: Mendes, 1999: 43.
24
Dimoulis e Martins, 2007: 181 ss.
266
pois ponderar entre bens jurdicos, entre princpios que no caso concreto teriam uma
decisiva dimenso do peso ou importncia, deve ser reservado instncia legislativa.25
267
liberdade social tambm a liberdade agressiva do mais forte, a igualdade social justamente a igualdade de oportunidades do mais fraco. As garantias fundamentais de liberdade e igualdade, por sua vez, encontram-se lado a lado sem
conflitos. Ambas deixam, em larga medida, ao critrio do legislador o quanto
de possibilidade de ao ele deixar ao mais forte e de proteo ao mais fraco,
isto , o modo de satisfao das exigncias polticas opostas. Ao mesmo tempo,
as garantias fixam em ambos os lados apenas certos limites. Comum s imposies de limites por intermdio de garantias de liberdade e de igualdade o
fato de tanto a reduo da liberdade como o tratamento desigual no poderem
ocorrer sem fundamento.
A diferena, como salientam os mesmos autores com base em toda uma tradio
constitucional e na jurisprudncia do TCF, reside na tcnica jurdica das garantias:
Nos direitos de liberdade questiona-se se a interveno do Estado na rea de proteo
do direito pode ser justificada com base em um limite constitucional. No caso dos direitos de igualdade, no h um mbito da vida social especfico, tambm chamado de
rea de regulamentao, sobre o qual recairia a especfica proteo (rea de proteo),
por se tratar de uma norma relacional; mas se busca, sim, verificar se houve tratamento desigual e se ele pode ser justificado. o que se explicitar no tpico a seguir.
268
28
269
270
271
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274
1
El Reglamento de Constitucin Provisoria para el Estado de Chile de 1818 seala, en su
artculo 1, que los hombres por su naturaleza gozan de un derecho inajenable e inamisible a su
seguridad individual, honra, hacienda, libertad e igualdad civil. La Constitucin de 1828 agrega que tienen el carcter de derechos imprescriptibles e inviolables la libertad, la seguridad, la
propiedad, el derecho de peticin y la facultad de publicar sus opiniones (artculo 10). Por su
parte, la Constitucin de 1833 asegura la igualdad ante la ley, ante los cargos y cargas, la libertad de
movimiento, la libertad de opinin, el derecho de peticin y la propiedad (artculo 12), adems de
garantas penales. Los textos en Luis Valencia A.: Anales de la Repblica, 1951.
2
El artculo 13 del Reglamento de 1818 indica que todo individuo de la sociedad tiene incontestable derecho a ser garantido en el goce de su tranquilidad y felicidad por el Director Supremo y
dems funcionarios pblicos del Estado, quienes estn esencialmente obligados a aliviar la miseria
de los desgraciados y proporcionarles a todos los caminos de la prosperidad.
3
El ttulo VII de la Constitucin de 1822 est dedicado a la educacin pblica. As, el artculo 230 expresa: la educacin pblica ser uniforme en todas las escuelas, y se le dar toda la
extensin posible en los ramos del saber, segn lo permitan las circunstancias. Del mismo modo,
se procurar poner escuelas pblicas de primeras letras en todas las poblaciones (artculo 231).
Por su parte, la Constitucin de 1823 indica entre los gastos esencialmente nacionales aquellos
referidos a la instruccin de los ciudadanos (artculo 9). En concordancia con ello se afirma
que la instruccin pblica, industrial y cientfica, es uno de los primeros deberes del Estado
(artculo 257). En igual sentido, la Constitucin de 1833 indica que la educacin pblica es una
atencin preferente del Gobierno. El Congreso formar un plan general de educacin nacional; y
el Ministro del Despacho respectivo le dar cuenta anualmente del estado de ella en toda la repblica (artculo 153). Adicionalmente, se precisa que habr una superintendencia de educacin
pblica, a cuyo cargo estar la inspeccin de la enseanza nacional, y su direccin bajo la autoridad del Gobierno (artculo 154).
4
La reforma constitucional de 1874 reconoce expresamente la libertad de enseanza.
5
La Constitucin de 1833 seala que ninguna clase de trabajo o industria puede ser prohibida, a menos que se oponga a las buenas costumbres, a la seguridad, o a la salubridad pblica, o
que lo exija el inters nacional, y una ley lo declare as (artculo 151). Sobre el texto de 1833 vase
Jorge Huneeus Z.: La Constitucin ante el Congreso, 2vols. (1879). Tambin sobre la carta de 1833
vase Jos Lastarria V.: La Constitucin comentada (1856); y al final del perodo, Alcibades Roldan:
Elementos de derecho constitucional (1924).
275
276
suficiente que asegure a ella y a su familia un bienestar acorde con la dignidad humana
y a una justa participacin en los beneficios que de su actividad provengan.16
Cabe sealar que por primera vez se regula el derecho a la seguridad social, obligando al Estado a adoptar todas las medidas que tiendan a la satisfaccin de los derechos sociales, econmicos y culturales necesarios para el libre desenvolvimiento de la
personalidad y de la dignidad humana, para la proteccin integral de la colectividad
y para propender a una equitativa redistribucin de la renta nacional.17 Igualmente se
imponen deberes adicionales al Estado en esta materia.18
277
mismo modo, se indica que es deber preferente del Estado garantizar la ejecucin de
las acciones de salud, sea que se presten a travs de instituciones pblicas o privadas,
en la forma y condiciones que determine la ley, la que podr establecer cotizaciones
obligatorias. Por ltimo a cada persona se le otorga el derecho individual de elegir el
sistema de salud, ya sea pblico o privado.22
En materia de educacin se estable que la educacin tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida. A los padres se les otorga el
derecho preferente y deber de educar a sus hijos, mientras al Estado le corresponde
otorgar especial proteccin al ejercicio de este derecho. Igualmente le compete fomentar el desarrollo de la educacin en todos sus niveles; estimular la investigacin
cientfica y tecnolgica, la creacin artstica y la proteccin e incremento del patrimonio cultural de la Nacin.
A fines de los aos noventa se le agrega al Estado el deber de promover la educacin
parvularia.23 De igual forma, se indica que la educacin bsica y la educacin media son
obligatorias, debiendo el Estado financiar un sistema gratuito con tal objeto, destinado
a asegurar el acceso a ellas de toda la poblacin. En el caso de la educacin media este
sistema, en conformidad a la ley, se extender hasta cumplir los 21 aos de edad.24
En el mbito de la libertad de trabajo, adems de reconocerla, se la ampara. Desde un
punto de vista liberal, seala que toda persona tiene derecho a la libre contratacin y a
la libre eleccin del trabajo con una justa retribucin. Se prohbe cualquiera discriminacin que no se base en la capacidad o idoneidad personal, sin perjuicio de que la ley
pueda exigir la nacionalidad chilena o lmites de edad para determinados casos. A su
vez, se precisa que ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a
la moral, a la seguridad o a la salubridad pblicas, o que lo exija el inters nacional y una
ley lo declare as. Por ltimo, se regulan la negociacin colectiva25 y la huelga.26
Finalmente, al regular el mbito de la seguridad social se establece: el Estado supervigilar el adecuado ejercicio del derecho a la seguridad social. Del mismo modo,
se indica que la accin del Estado estar dirigida a garantizar el acceso de todos los
habitantes al goce de prestaciones bsicas uniformes, sea que se otorguen a travs de
Artculo 19.9 de la Constitucin Poltica de la Repblica
Ley 19634, artculo nico, publicado en el DOF del 2.10.1999
24
Ley 19876, artculo nico, publicado en el DOF del 22.5.2003. Hasta ese momento solo se
reconoca constitucionalmente la educacin bsica
25
El artculo 19.16.5 indica: La negociacin colectiva con la empresa en que laboren es un
derecho de los trabajadores, salvo los casos en que la ley expresamente no permita negociar. La
ley establecer las modalidades de la negociacin colectiva y los procedimientos adecuados para
lograr en ella una solucin justa y pacfica. La ley sealar los casos en que la negociacin colectiva
deba someterse a arbitraje obligatorio, el que corresponder a tribunales especiales de expertos
cuya organizacin y atribuciones se establecern en ella.
26
El artculo 19.16, en su inciso final, precepta: No podrn declararse en huelga los funcionarios del Estado ni de las municipalidades. Tampoco podrn hacerlo las personas que trabajen
en corporaciones o empresas, cualquiera que sea su naturaleza, finalidad o funcin, que atiendan
servicios de utilidad pblica o cuya paralizacin cause grave dao a la salud, a la economa del
pas, al abastecimiento de la poblacin o a la seguridad nacional. La ley establecer los procedimientos para determinar las corporaciones o empresas cuyos trabajadores estarn sometidos a la
prohibicin que establece este inciso.
22
23
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28
279
36
280
sobre los ttulos profesionales, dado que no participaran del carcter de bienes
incorporales.44
Sin embargo, casi dos aos despus el mximo tribunal sostena que la calidad de
estudiante universitario faculta al interesado para acceder al ttulo, lo que configura una especie de propiedad, que se encuentra amparada en el artculo 19.24 de la
Constitucin Poltica;45 lo que tambin se ha sealado en los ltimos aos.46
Por su lado, en la misma poca, la Corte de Santiago estimaba infringido el artculo 19.2 al expulsarse un alumno sin seguirse el procedimiento fijado por el estatuto
reglamentario.47
De igual forma, se ha resuelto que la negativa de un establecimiento educacional de
entregar certificado de notas y estudio vulnera el derecho de propiedad del recurrente
sobre los logros acadmicos.48
281
282
Destaca el sentenciador que la disposicin no tiene el carcter de norma programtica, y hace suya la circunstancia de que la amplia mayora de la doctrina nacional y
extranjera reconoce que los derechos sociales, llamados tambin derechos de prestacin o de la segunda generacin, son tales y no simples declamaciones o meras expectativas, cuya materializacin efectiva quede suspendida hasta que las disponibilidades
presupuestarias del Estado puedan llevarlos a la prctica.59
Por otra parte, la magistratura constitucional efecta un anlisis y adopta una tesis
respecto a la naturaleza jurdica de estos derechos, precisando que se trata de derechos
que suponen la actuacin positiva del Estado.60
Teniendo en consideracin la relevancia de los derechos sociales en el Estado social
de derecho, el Tribunal sentenci que estos tambin constituyen un lmite a la actuacin de legislador. De este modo, concluy que, si bien la doctrina y jurisprudencia
comparadas han sealado que los derechos sociales requieren la concretizacin legal
de su contenido, tambin han realzado que la Constitucin establece, en relacin con
ellos, un ncleo esencial, indisponible por el legislador.61
60
283
En lo que dice relacin con las cotizaciones previsionales, se afirma que se trata
de un acto mediante el cual de manera imperativa, por mandato de la ley, el empleador debe descontar determinadas sumas de dinero, de propiedad del trabajador,
para garantizar efectiva y adecuadamente prestaciones de seguridad social vinculadas
a estados de necesidad que son consecuencia de la vejez y sobrevivencia, esto es, jubilaciones y montepos.65
Por su lado, en lo que respecta al arresto del empleador que no pague las cotizaciones previsionales, la magistratura constitucional precisa que, en cuanto medida de
apremio, cumpla los requisitos constitucionales para ser considerada legtima.
Adems, se pronunci sobre el fundamento del arresto del empleador sealando:
[] una orden de arresto determinada puede o no pugnar con la Carta
Fundamental en la medida que ella inobserve o, por el contrario, cumpla con todos y cada uno de los requisitos y medidas ya sealadas, siendo esto ltimo lo que
ciertamente ocurre en el caso de autos, tal como se desprende de la lectura de los
artculos 12 y 14 de la Ley N 17.322, conforme a los cuales el apremio puede decretarse si el empleador o su representante no consigna las sumas destinadas
al fondo previsional y se cumplan rigurosamente los dems supuestos legales.66
284
68
285
persecucin no solo es legtima sino que es una exigencia que el legislador y la autoridad deben requerir.69
Del mismo modo, se hace presente que la calidad de la educacin es una exigencia para el Estado que impone el derecho a la educacin. De forma que cuando la
Constitucin asegura el derecho a la educacin, exige que el Estado adopte las medidas
para que la que reciban los alumnos sea de la mayor calidad posible. Por lo tanto, si
la norma impugnada persigue ese objetivo y establece mecanismos idneos para alcanzarlo, sin infringir otros principios constitucionales, este Tribunal no tiene ningn
reproche que formular.70
Por ltimo se ha precisado que los titulares del derecho a la educacin no son los
docentes. En efecto, ellos participan del proceso de instruccin y son parte de la comunidad educativa. Sin embargo, los verdaderos titulares son los alumnos; son ellos,
como dice el proyecto, los que tienen derecho a recibir una educacin que les ofrezca
oportunidades para su formacin y desarrollo integral (artculo 10, letra a), sin perjuicio de que lo tengan tambin los padres (artculo 4.o).71
286
A su vez, estableci que la limitacin al dominio, que supone la norma y que habilitan para conceder el paso pblico a las playas para fines tursticos y de pesca, s puede
justificarse desde la perspectiva de la funcin social de la propiedad, toda vez que permiten el acceso a las playas que son un bien nacional de uso pblico. As,
[] las playas de mar son bienes nacionales de uso pblico. Su dominio pertenece a la Nacin toda y su uso a todos sus habitantes. En consecuencia, pueden
naturalmente ser empleadas por quienes acceden a ellas no solo, sino tambin
para fines de recreacin y pesca. De ese modo, si el legislador ha establecido que
el paso pblico a ese bien nacional a travs de propiedades colindantes solo puede decretarse para esos dos fines, entonces ha limitado y no ampliado el uso que
los particulares pueden hacer de esa playa que es, en razn de disponerlo as otros
preceptos legales cuya validez constitucional no ha sido impugnada, de dominio
de la Nacin toda. Si, como ya se ha demostrado, es legtimo que el Estado pueda
determinar, en los trminos que lo hace el artculo 13 del DL 1939, el derecho a
paso por una propiedad privada para acceder a una playa de mar, por ser esta un
bien de uso pblico en razn de la utilidad que ha de prestar a la Nacin toda,
entonces no cabe sostener que si ese paso se restringe (y no ampla) a dos posibles
usos para el pblico, se pierde la razn de utilidad pblica. No es el bien privado
el que se puede utilizar para esos fines recreativos o de pesca, sino la playa, bien
nacional que est reservado por otras normas al uso pblico.75
287
4. Conclusiones
De lo sealado es posible concluir lo siguiente:
1.
Los primeros textos constitucionales chilenos del siglo XIX no contienen mayores disposiciones referidas a derechos de contenido social y econmico, sino ms
bien a las libertades pblicas, aunque ocasionalmente se hace referencia a la educacin
pblica.
2. La Constitucin de 1925 establece que la educacin pblica es una atencin
preferente del Estado. A su vez, se impone al Estado el deber de velar por la salud pblica. Con las reformas de 1971 se profundiza el Estado social de derecho al otorgarse al
Estado un rol fundamental en materia educacional, adems de regularse por primera
vez el derecho a la seguridad social y la justicia de la remuneracin laboral.
3. El actual texto constitucional refuerza la servicialidad del Estado y su finalidad
de promover el bien comn. Asegura nuevos derechos, como el derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminacin y resalta el rol fundamental del Estado con
relacin a las diversas acciones vinculadas a la salud (preventivas y rehabilitadoras), a
la promocin del derecho a la educacin en sus diversos niveles y al acceso a las prestaciones bsicas uniformes en materia de seguridad social.
4. El artculo 20 de la Constitucin Poltica permite que cualquier afectado por
un acto u omisin ilegal o arbitrario recurra a la proteccin de las cortes de apelaciones
en caso de que sus derechos fundamentales sean amenazados, perturbados o privados.
Entre estos ltimos, no se encuentran tutelados con la accin de proteccin los derechos de contenido social, de modo que frente a situaciones abusivas de particulares o
de la autoridad la Corte Suprema ha dado amparo a travs de otros derechos, como el
derecho de propiedad y la igualdad ante la ley.
5. El Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de efectuar diversos pronunciamientos con relacin a los derechos de contenido social y econmico, particularmente a travs de la accin de inaplicabilidad.
6. As, ha sealado que infringe la Carta Fundamental la disposicin legal que
autoriza modificaciones en los planes de salud en atencin a factores vinculados a
78
288
290
Palabras clave: derecho internacional de los derechos humanos, tortura, tratos crueles,
inhumanos y degradantes, Corte Interamericana de Derechos Humanos, aplicacin de los
tratados internacionales, ONU, OEA, responsabilidad del Estado, Amrica Latina.
ZUSAMMENFASSUNG
Diese Arbeit behandelt die Frage der Prvention und des Verbots von Folter und anderen grausamen,
unmenschlichen und erniedrigenden Behandlungen anhand der auf internationale und nationale
Rechtsquellen gesttzten normativen Regelungen in Lateinamerika, wo sich auf diesem Gebiet seit der
zweiten Hlfte des 20. und zu Beginn des 21. Jahrhunderts eine eigene Gesetzgebung herausgebildet hat.
Besondere Beachtung verdient auch die Arbeit der internationalen und regionalen Institutionen zum
Schutz der Menschenrechte. Der Realitt der Folter wird unter Bezug auf zwei aktuelle Problembereiche
Rechnung getragen: Terrorismus sowie von Polizei und Streitkrften verbte Gewalt, wie sie in mehreren
Lndern Lateinamerikas zu beobachten ist.
292
ABSTRACT
This paper discusses the prevention and prohibition of torture, cruel, inhuman, and degrading treatment
through the provisions of international and Latin American regulations, based upon laws designed during
and after the second half of the twentieth century. The role of international and regional bodies for the
protection of human rights is also underscored. The existence of torture on the continent is addressed by
considering the topics of terrorism and violence at the hands of both police and military personnel, as encountered in different Latin American countries.
Keywords: international human rights law, torture, cruel, inhuman and degrading treatment,
Inter-American Court of Human Rights, implementation of international treaties, United
Nations, OAS, State responsibility, Latin America.
1. Introduccin
Las prcticas de la tortura y tratos inhumanos son una gravsima violacin a los derechos de los seres humanos. Su erradicacin en el mundo constituye uno de los grandes
desafos de las sociedades contemporneas.
La prevencin y prohibicin de la tortura ha sido objeto de regulacin jurdica especfica, especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, con la evolucin del derecho internacional de los derechos humanos como vertiente del derecho internacional
pblico clsico. Este proceso, que se verifica en forma armnica a travs de la ratificacin de normas de fuente internacional en gran parte de los pases latinoamericanos,
ha determinado la conformacin de un conjunto de documentos que promueven la
prohibicin de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. As tambin
los pases han incorporado, en forma gradual, mecanismos nacionales e internacionales de prevencin y prohibicin de la tortura, como forma de complementar y asegurar
la proteccin integral de los derechos de la persona humana.
293
el plano nacional como internacional, deben ser compatibles con las normas de jus
cogens. En este caso, la que prohbe tajantemente la aplicacin de torturas y tratos
similares a cualquier persona, sin ningn tipo de distincin.2
294
295
9
Fechas de ratificaciones: Argentina el 15 de noviembre de 2004 (primer estado latinoamericano en ratificar el documento); Bolivia el 23 mayo 2006; Brasil el 12 de enero de 2007; Costa
Rica el 1 diciembre de 2005; Chile el 12 de diciembre de 2008; Guatemala el 9 de junio de 2008;
Honduras el 23 de mayo de 2006; Mxico el 11 de abril de 2005; Paraguay el 2 de diciembre de 2005;
Per el 14 de setiembre de 2006 y Uruguay el 8 de diciembre de 2005. Cf. www.apt.ch.
10
El artculo 17 del Protocolo establece: Cada estado parte mantendr, designar o crear,
a ms tardar un ao despus de la entrada en vigor del presente Protocolo o de su ratificacin o
adhesin, uno o varios mecanismos nacionales independientes para la prevencin de la tortura a
nivel nacional. Los mecanismos establecidos por entidades descentralizadas podrn ser designados mecanismos nacionales de prevencin a los efectos del presente Protocolo si se ajustan a sus
disposiciones.
11
Debra Long y Nicola Boeglin Naumovic (comps.): El Protocolo Facultativo a la Convencin
de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Un manual para la prevencin, San Jos (Costa Rica) y Ginebra: Instituto Interamericano de
Derechos Humanos y Asociacin para la Prevencin de la Tortura, 2004.
12
Ley 18446 de 10 de diciembre de 2008, artculo 83: La Institucin Nacional de Derechos
Humanos llevar a cabo en coordinacin con el Ministerio de Relaciones Exteriores las funciones
del mecanismo nacional de prevencin al que se refiere el Protocolo Facultativo de la Convencin
contra la Tortura y otros Tratos Crueles Inhumanos o Degradantes. La INDDHH deber cumplir
con las exigencias que para el mecanismo nacional prev el Protocolo dentro de sus competencias
y atribuciones.
296
La labor realizada por los dos rganos del sistema de proteccin de los derechos
humanos, la Comisin Interamericana y la Corte Interamericana, revela la existencia de casos individuales que han denunciado prcticas de tortura con distintos fines
y resultados, los cuales han tenido diferente andamiento en los rganos del sistema.
Esto ha permitido la aplicacin de la normativa internacional y la condena a diversos
estados por la aplicacin de prcticas abusivas, violatorias de los derechos humanos
de los denunciantes. La jurisprudencia de la Corte aplica en varios casos la normativa prevista en el sistema interamericano en materia de tortura, as como tambin la
universal.15 Por ejemplo, en sentencia de 6 de abril de 2006, recada en el caso Balden
Entre ellos: Declaracin Americana de Derechos y Deberes del Hombre, de abril de 1948,
artculo 1; Convencin Interamericana sobre Derechos Humanos, del 19 de diciembre de 1966,
artculo 5.2; Convencin Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer, del 9 de junio de 1994, artculo 4.
14
OEA (comp.): Documentos bsicos en materia de derechos humanos en el sistema interamericano, Washington: OEA, 2004, p.91. La fecha que figura corresponde al depsito del instrumento
de ratificacin o adhesin.
15
Mltiples sentencias permiten profundizar en el derecho a la integridad fsica y la tortura.
Al respecto pueden verse sentencias de la Corte Interamericana recadas contra Honduras casos
Velsquez Rodrguez; Godnez Cruz, y Fiaren Garbi y Sols Corrales, publicadas en Sergio Garca
13
297
Garca Fondo contra Per, se condena al Estado peruano tras establecer que este incumpli la obligacin de investigar y sancionar la tortura establecida en la Convencin
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura (artculos 1, 6 y 8).
En la actividad de la Corte Interamericana se destacan dos opiniones consultivas:
la n.o8, del 30 de enero de 1987, y la n.o9, del 6 de octubre de 1987. En la primera de
ellas, la Corte fue consultada sobre El hbeas corpus bajo suspensin de garantas;
en la segunda, sobre las Garantas Judiciales en estados de emergencia. Las opiniones permiten reafirmar lo ya establecido en la Convencin Americana de Derechos
Humanos (artculo 27.2) en relacin con los derechos y garantas no suspendibles ante
situaciones de emergencia, en las cuales se protege el derecho a la vida y la integridad
fsica de la persona.
Expresa la opinin consultiva 8/87:
El Hbeas Corpus, para cumplir con su objeto de verificacin judicial de la
legalidad de la privacin de libertad, exige la presentacin del detenido ante el
Juez o tribunal competente bajo cuya disposicin queda la persona afectada. En
este sentido es esencial la funcin que cumple el habeas corpus como medio para
controlar el respeto a la vida e integridad de la persona, para impedir su desaparicin o la indeterminacin de su lugar de detencin, as como para protegerla
contra la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.16
298
Nadie ser sometido a desaparicin forzada, a torturas ni tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.17
En referencia expresa al sistema penitenciario, la Constitucin de Guatemala establece en su artculo 19.a que este debe cumplir con las siguientes normas mnimas:
[] deben ser tratados como seres humanos; no deben ser discriminados por
motivo alguno, ni podrn infligrseles tratos crueles, torturas fsicas, morales,
squicas o coacciones o molestias, trabajos incompatibles con su estado fsico,
acciones denigrantes a su dignidad o hacerles vctimas de esas acciones, ni ser
sometidos a experimentos cientficos.
18
299
19
Dictamen del Comit de Derechos Humanos del 6 de abril de 1989 en relacin con las
comunicaciones 210/87 y 225/87, casos Earl Pratt e Ivan Morgan c/ Jamaica. El Comit consider
que el hecho de no haber comunicado a dos personas condenadas a muerte la suspensin de la ejecucin hasta cuarenta y cinco minutos antes de la hora prevista para ella caus a las vctimas una
angustia intensa, violatoria del artculo 7 del Pacto de Derechos Civiles y Polticos, que establece
que nadie ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Puede
verse tambin la jurisprudencia sobre el tema en el mbito del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos del Consejo de Europa.
20
Mortificar es Daar gravemente alguna parte del cuerpo, segn el Diccionario de la Real
Academia Espaola, 21.aed., Madrid: Espasa, 2001.
21
Constitucin de la Nacin Argentina. 1994.
300
6.1. Terrorismo
En los ltimos aos han proliferado en varios pases del mundo legislaciones catalogadas como antiterroristas que limitan y debilitan el goce de determinados derechos,
especialmente los de naturaleza civil. El alcance de las legislaciones antiterroristas hace
retroceder viejas conquistas en materia de derechos humanos, lo que genera una grave
contradiccin. Esto ha determinado el abuso en cuanto a detenciones y tcnicas de
interrogatorio, entre otras problemticas, esgrimiendo el supuesto inters nacional de
la lucha contra el terrorismo como factor que legitima la accin abusiva del Estado.
Sobre el tema, resulta ilustrativa la Declaracin del Comit contra la Tortura aprobada en su 501.a sesin, el 22 de noviembre de 2001. Habida cuenta de las reacciones
de los estados tras los atentados ocurridos en Estados Unidos el 11 de setiembre de
2001, la Declaracin condena de manera absoluta los ataques terroristas y expresa
su profundo pesar por las vctimas que provenan de ochenta pases incluidos muchos
estados parte en la Convencin contra la Tortura. En dicho documento, el Comit
contra la Tortura recuerda
[] a todos los Estados Partes en la Convencin, el carcter irrenunciable de la mayora de las obligaciones que han contrado por ellos al ratificar la
Convencin. Las obligaciones que figuran en los artculos 2: en ningn caso podrn invocarse circunstancias excepcionales que justifiquen la tortura; artculo
15: prohibicin de que las confesiones extradas como resultado de la tortura puedan ser invocadas como prueba, salvo en contra del torturador, y artculo 16:
prohibicin de los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, son tres de
esas disposiciones que deben observarse en toda circunstancia.22
301
Reafirmar que la lucha contra el terrorismo debe realizarse con pleno respeto
a la ley, a los derechos humanos y a las instituciones democrticas para preservar
el estado de derecho y las libertades y los valores democrticos del Hemisferio.23
Esta Convencin fue ratificada por la gran mayora de los pases latinoamericanos:
Paraguay (2003), Mxico (2003), Nicaragua (2003), Venezuela (2003), Per (2003) El
Salvador (2003), Chile (2004), Honduras (2004), Guatemala (2005), Argentina (2005),
Brasil (2005), Costa Rica (2006), Ecuador (2006), Grenada 2006), Uruguay (2006) y
Colombia (2008). Canad la ratific en el ao 2002 y Estados Unidos en el 2005.24
Las legislaciones represivas adoptadas en diversos pases del mundo con el fundamento de la seguridad nacional y las prcticas abusivas en los interrogatorios y dems actuaciones constituyen una severa violacin a los derechos humanos de muchas
personas. En diversos casos las denuncias han arrojado luz sobre circunstancias que
ameritan una solucin inmediata que proteja los derechos vulnerados, como es el caso
flagrante de la Base Naval de Guantnamo, donde se encuentran ms de dos centenares de detenidos sin ninguna normativa internacional que los ampare.
Sobre el punto resulta por dems significativo lo ocurrido el 22 de enero de 2009,
cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, bajo los ttulos Revisin y
disposicin de las personas detenidas en la Base Naval de la Baha de Guantnamo y
cierre de las instalaciones de detencin y Asegurar la legalidad de los interrogatorios,
orden que las autoridades revisaran en forma inmediata la situacin de todas las personas detenidas en Guantnamo y aseguraran que las condiciones de detencin cumplieran las leyes nacionales e internacionales aplicables, incluidas las Convenciones
de Ginebra. Se reconoci tambin el derecho constitucional al hbeas corpus de todos los detenidos y se orden el cierre del centro de detencin de Guantnamo en el
Secretara General de la OEA: Informe sobre terrorismo y derechos humanos, Washington:
OEA, 2002, p.295.
24
Cf. www.oas.org/juridico.
23
302
303
La Comisin denuncia casos de violencia y tortura en los establecimientos especiales destinados a menores. Al respecto seala:
[] la violencia practicada en estas instituciones es causada por los propios
menores o por los funcionarios encargados de su seguridad y asistencia. Muchas
veces, los menores son torturados o asesinados por otros menores con la convivencia de los propios funcionarios que simplemente omiten adoptar medidas
cuando tales menores someten otros a tortura. Otras veces los mismos funcionarios llegan a prestar armas a los menores para que stos puedan practicar actos
de violencia.28
Asimismo, se incluyen quejas acerca de la destruccin de alimentos, radios, televisores, lmparas de luz, se expresa que en lo que va del ao se han realizado requisas
militares fueron acusados de torturar a los menores con una tcnica conocida como ahogamiento,
sumergiendo la cabeza de las vctimas en un tanque con agua. Adems de eso fueron tambin acusados de agredirlos con gas y puntapis, con un palo y un cao de revlver en costillas y cabeza.
28
Vase el informe especial CIDH citado, captulo V, 33ss.
29
Vase el Informe Anual 2007 de la CIDH, www.iachr.org/annualrep/2007.
30
El Comisionado Parlamentario para el Sistema Penitenciario uruguayo fue creado por la
ley 17684, de 29 de agosto de 2003, con el cometido principal de asesorar al Poder Legislativo en su
funcin de control del cumplimiento de la normativa supranacional, constitucional, legal y reglamentaria, referida a la situacin de las personas privadas de libertad por decisin judicial. Tambin
le compete al la supervisin de la actividad de los organismos encargados de la administracin de
los establecimientos carcelarios y la reinsercin social del recluso o liberado.
304
con un injustificado nivel de violencia y que algunos de los implementos requisados en Canelones solo pudieron ser ingresados del exterior. El Informe destaca un
episodio de violencia en el que un guardia (que registra ms de cien denuncias en su
contra) empuj a un recluso por una escalera fracturndole de una de sus clavculas.
Tambin refiere a regmenes de encierro con una hora semanal de patio al aire libre,
corte en el suministro de energa y en el telfono pblico, y omisiones en el traslado
de los presos a dependencias de Salud Pblica.31
En marzo de 2009 luego de su visita al pas, el relator especial de la ONU sobre
Tortura Manfred Nowak,32 elabor un Informe33 sobre la situacin carcelaria que puso
en evidencia el grado de emergencia humanitaria que revisten los establecimientos
uruguayos. En un pasaje del Informe Nowak expres:
Durante la dictadura militar el Penal de Libertad se convirti en un smbolo
infame de tortura y malos tratos. Dos dcadas despus, sigue siendo conocido
por sus condiciones infrahumanas. En particular, las condiciones en los mdulos
de acero conocidos como Las Latas, son un insulto a la Dignidad Humana de
los reclusos, as como a la de los guardias que tienen que trabajar ah, corriendo
ambos riesgo para su vida.
Entre las recomendaciones del relator se destacan: a)la necesaria reforma del sistema penal judicial, con hincapi en la prevencin del crimen y en la resocializacin de
los delincuentes, y no en medidas punitivas y en una poltica de encierro de presuntos
criminales y condenados lejos de la sociedad; b)satisfacer a los reclusos sus necesidades bsicas: agua, comida, salud educacin, recreacin; c)llevar a cabo investigaciones
efectivas sobre casos de tortura y malos tratos y llevar a los perpetradores de tortura
ante la justicia.
Vase el Informe especial del Comisionado Parlamentario Penitenciario del Uruguay 1/2008
- 9/2008 sobre la Crcel de Canelones, en www.parlamento.gub.uy.
32
Manfred Nowak fue nombrado relator especial el 1 de diciembre de 2004 por la Comisin
de Derechos Humanos de la ONU. En ese carcter es independiente de cualquier gobierno y trabaja a ttulo individual. La Comisin nombr a un primer relator para examinar cuestiones relacionadas con la tortura en 1985. El mandato fue renovado por el Consejo de Derechos Humanos de la
ONU. Abarca a todos los pases, independientemente de que hayan ratificado o no la Convencin
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
33
Vase el Informe especial del Relator Especial de la ONU sobre Tortura, Manfred Nowak,
sobre Uruguay, marzo de 2009, en www.ohchr.org/english/issues/torture/rapporteur/index.htm.
31
305
7. Conclusiones
La regulacin normativa muestra una constante respecto a la prevencin y prohibicin
de la tortura. Dicha preocupacin se materializa en la sancin de normas de fuente
internacional y nacional que en forma armnica pretenden erradicar las prcticas de
tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Sin embargo, con la incorporacin de estas normas en los ordenamientos jurdicos
no basta. Las prcticas de tortura y tratos crueles o degradantes continan verificndose, tal cual se ha visto.
Mltiples tareas debern llevarse a cabo para combatir estas prcticas, sin que ninguna de ellas pueda asegurar su eliminacin definitiva.
En este panorama, la prevencin cobra un valor fundamental para alejar situaciones
que determinen violencia y abuso. Entre las iniciativas que apuntan a ello, reviste especial inters la capacitacin de la poblacin, en particular de los grupos que se encuentran en situacin directamente vinculada a la seguridad pblica. Recomendaciones
varias apuntan a erradicar las prcticas violentas a la hora de desarrollar esta labor.
306
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vol.2, Porto Alegre: Fabris, 1999.
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Uruguay, marzo de 2009, en www.ohchr.org/english/issues/torture/rapporteur/index.htm.
Long, Debra, y Nicola Boeglin Naumovic (comps.): El Protocolo Facultativo a la
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Renucci, Jean Franois: Droit europen des droits de lhomme, Pars: Librairie Gnrale
de Droit et Jurisprudence. 2.aed., 2001.
Villan Duran, Carlos: Curso de Derecho Internacional de los Derechos Humanos,
Madrid: Trotta, 2002.
Metamorfosis de la soberana:
elementos para una redefinicin del concepto
a la luz del derecho internacional contemporneo
RESUMEN
Hasta hace poco, la soberana del Estado era considerada un valor absoluto en el derecho internacional, que
permita a los gobiernos implementar en su territorio las polticas que vean ms convenientes. A pesar de
un respaldo constante de los tribunales internacionales a la institucin que es la soberana, esta percepcin
ha ido cambiando, y ahora son cada vez ms los ejemplos de injerencia del mundo exterior en el Estado. Los
factores que explican esta nueva permeabilidad de las fronteras estn relacionados con la internacionalizacin de los derechos humanos, la globalizacin, el papel creciente de los mass media, la emergencia de una
jurisdiccin penal internacional y de una pltora de nuevos actores en la comunidad internacional, as como
la naturaleza cambiante de los conflictos armados.
Palabras clave: derecho internacional, soberana del Estado, ONU, Corte Internacional
de Justicia, jurisprudencia comentada, derecho internacional de los derechos humanos,
globalizacin.
ZUSAMMENFASSUNG
Bis vor Kurzem wurde die staatliche Souvernitt vlkerrechtlich als ein absoluter Wert betrachtet, der es
jeder Regierung gestattete, auf ihrem Gebiet die von ihr fr angemessen gehaltene Politik durchzusetzen.
Ungeachtet der fortlaufenden Untersttzung der Gerichte fr die Souvernitt als Institution hat sich diese
Wahrnehmung gendert, so dass die Zahl der ueren Einmischungen in die Angelegenheiten von Staaten
zunimmt. Faktoren, die diese neue Durchlssigkeit der Grenzen erklren, sind die Internationalisierung der
Menschenrechte, die Globalisierung, die zunehmende Bedeutung der Massenmedien, die Ausbildung einer
internationalen Strafgerichtsbarkeit und das Auftreten einer Vielzahl neuer Akteure der internationalen
Gemeinschaft sowie die vernderte Natur von bewaffneten Konflikten.
308
ABSTRACT
Until recently, state sovereignty was an absolute value in international law, that allowed governments to
implement in their territory the policies they deemed more convenient. In spite of the international courts
constant endorsement of sovereignty, this perception has been changing, and examples of international
interference with the sovereign state are increasing.
Factors that account for this new permeability of boundaries are related to the internationalization of human rights, globalization, the increasing power of mass media, the emergence of an international criminal
jurisdiction, and of a number of new players in the international community, as well as the changing nature
of armed conflicts.
Keywords: international law, State sovereignty, United Nations, International Court of Justice,
annotated jurisprudence, international human rights law, globalization.
1. Introduccin
El derecho internacional ha descansado durante varios siglos en la premisa de que la
soberana del Estado constitua una de sus piedras angulares. Este paradigma parece haber cambiado en un mundo globalizado, en el que la comunidad internacional,
siempre ms concientizada, se ha dotado de herramientas eficaces para injerirse de
forma creciente en lo que acontece dentro de las fronteras de los estados. Prueba de
ello es la reciente decisin del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) de pretender
empezar por primera vez un procedimiento en contra de un jefe de Estado en funciones. La organizacin de este nuevo orden mundial se ve complicada por el hecho
de que, durante el ltimo siglo, el nmero de estados que conforman la comunidad
internacional se ha multiplicado por cuatro; este aumento ha causado mutaciones profundas en la esencia misma del derecho internacional y de la prctica de las organizaciones internacionales, a la vez que ha sido una de las ms importantes fuentes de
conflictos internacionales (Crawford, 2007: 4).
Para contextualizar la problemtica que nos ocupa, en un primer apartado definiremos la idea de soberana, desde el surgimiento de este concepto; en un segundo tiempo, analizaremos el trato que la comunidad internacional en particular la
Organizacin de las Naciones Unidas le ha brindado en la praxis, para finalmente
explicar por qu se puede hablar actualmente de un desgaste de la soberana del Estado
moderno.
309
la soberana (Jellinek, 1954: 340). Cabe apuntar aqu que tanto en la Grecia antigua
como en el mundo romano, la soberana no haba preocupado verdaderamente a
los pensadores. Para Bodino, lo que distingue al Estado de todos los dems grupos
formados por familias es la existencia de un poder soberano. El elemento esencial
de la comunidad poltica es la presencia de un soberano comn, sin el cual esta no
puede concebirse como un Estado. Este Estado viene definido por Bodino como
todo dominio sobre una pluralidad de familias, dotado de poder soberano, esto es,
revestido de un poder supremo e independiente en lo exterior y en lo interior (Serra
Rojas, 2005: 413-414).
El poder soberano es perpetuo, inalienable, no sometido a leyes ya que el soberano es la fuente del derecho, y no es legalmente responsable ante los sbditos, ya
que solo est limitado por las leyes de Dios y el derecho natural. El atributo primario
de la soberana es el poder de brindar leyes al ciudadano, sin la necesidad de obtener
el consentimiento de algn ente superior. A partir de Bodino, la soberana aparece
como un atributo esencial del Estado y no ya simplemente como un atributo personal
del monarca. Es de notarse, sin embargo, que Bodino, en la poca transicional hacia
el Estado moderno en la que hay que ubicarlo, defiende el absolutismo: debido a las
numerosas guerras civiles, el nico medio de salvacin del Estado es el reconocimiento de la omnipotencia del rey (Heller, 1995: 80). El tratado de Westfalia en 1648 vino
entonces a cristalizar el concepto de soberana, al dividir Europa en varios estados con
fronteras claramente establecidas (Bacik, 2008: 16).
Fue sin embargo necesario esperar unas dcadas ms para que se abandonara la
idea de soberana monrquica y se pasara ms bien a un nuevo concepto, el de soberana popular en el que esta reside en el pueblo: el cuerpo de ciudadanos es soberano en
el sentido de que posee la potestad suprema, no en virtud de una devolucin derivada
del orden jurdico establecido en el Estado, sino en virtud de un derecho primitivo
anterior al Estado y a toda Constitucin (Carr de Malberg, 1948: 93). Este cambio
se debi a los trabajos de Locke, Montesquieu y sobre todo Rousseau con su obra El
contrato social.
De hecho, es posible afirmar que la soberana puede ser vista en las versiones del
contrato social, tanto de Hobbes como de Locke, como un tipo de pacto a travs del
cual el Estado promete proteger los miembros de una sociedad de cualquier intrusin
fornea (Hoffman, 1998: 23).
Andrs Serra Rojas apunta que existen cuatro doctrinas acerca del fundamento de
la soberana. La primera es la teolgica, que afirma que el poder es de esencia divina.
La segunda es la del contrato social, que enuncia que los hombres, viviendo en estado
de naturaleza, libres e iguales, renuncian a parte de su libertad para obtener la proteccin que ofrece un orden social. En tercer lugar, encontramos la doctrina del cuasicontrato social, en la que el Estado se encuentra efectuando una gestin de negocios
en ausencia de los titulares. Las doctrinas inspiradas en la naturaleza del poder, finalmente, nos dicen que la existencia de una autoridad que se pueda imponer a los dems
facilita el desarrollo de las comunidades sociales y otorga al hombre los beneficios de
la vida social (Serra Rojas, 1998: 423).
310
La soberana, en la teora jurdica contempornea, conlleva dos facetas: una interna y la otra externa. Internamente, es el hecho para el Estado, por un lado, de tener
el poder mximo, de tal forma que prevalece sobre cualquier otra fuerza interna que
exista, y, por el otro, de tomar las medidas que considere ms idneas para el mejor
desarrollo de la comunidad. El aspecto externo que es ms precisamente el que nos
interesa es la capacidad que tiene un Estado de mantener su independencia de toda
subordinacin a otro Estado, y de ser tratado como igual en el seno de la comunidad
internacional; es el criterio que permite distinguir los estados de otras formas de colectividades pblicas (Morand, 2001: 154).
El tratadista Carr de Malberg (1948: 82) puntualiza:
[N]o debe verse, en la soberana interior y exterior, a dos soberanas distintas. Una y otra se reducen a este concepto nico de un poder que no reconoce a
otro ninguno por encima de l. Una y otra significan igualmente que el Estado
es dueo en su territorio. La soberana externa no es otra cosa que la expresin, a la vista de los Estados extranjeros, de la soberana interior de un Estado.
Recprocamente, la soberana interna no es posible sin la soberana externa: un
Estado que estuviera obligado a alguna sujecin respecto a un Estado extranjero
no podra poseer tampoco una potestad soberana en el interior. Evidentemente,
el concepto de soberana se analiza o descompone en independencia en el exterior y superioridad en el interior del Estado, por lo que este concepto parece
doble. Pero, en definitiva, soberana interna y soberana externa no son sino los
dos lados de una sola y misma soberana.
Dabin (2003: 116), por su lado, opina que no puede existir verdaderamente un concepto de soberana externa, ya que la idea de soberana presupone un poder superior y
otro inferior, lo que no ocurre en el plano internacional, debido al principio de igualdad de los estados.
Al respecto, el eminente internacionalista mexicano Alonzo Gmez-Robledo
Verduzco (1993: 82) establece que para los efectos del derecho internacional, la nocin
de soberana comporta en ella misma la exclusividad, la autonoma y la plenitud de la
competencia territorial; pero es obvio que dichos atributos de la soberana no pueden
concebirse de manera absoluta, ms que cuando se hace referencia al orden jurdico
interno, pues en el orden internacional tales atributos se vuelven relativos.
Complementando el comentario anterior, podemos citar al jurista Bernardo
Seplveda Amor (1995: 113), quien, antes ser electo par fungir como juez en la Corte
internacional de justicia (CIJ), opin que la capacidad de cada uno de los Estados de
determinar libremente sus formas concretas de organizacin poltica es un elemento
medular de la soberana.
La realidad que impera actualmente lleva algunos autores a hablar de crisis de la
soberana (vase por ejemplo Ferrajoli, 1999). En el plano internacional, en efecto, la
Carta de la Organizacin de las Naciones Unidas, que desde 1945 prohbe la guerra,
viene a suprimir el principal atributo de la soberana externa de los estados. De igual
311
Alonzo Gmez-Robledo Verduzco (1993: 90) opina que, desde el punto de vista
estrictamente jurdico, esta es la definicin ms clara que se haya dado del concepto:
el conjunto de las materias que aun y cuando pudiendo tocar muy de cerca intereses de ms de un solo Estado, no [son] en principio reglamentadas por el derecho
312
internacional, es decir, las materias en las cuales cada Estado es nico soberano de sus
decisiones.
Posteriormente, en la sentencia relativa al caso del Lotus (1927), el mismo rgano
jurisdiccional estatuy que la limitacin primordial impuesta al Estado por el derecho internacional es la de excluir a menos que exista una regla permisiva contraria todo ejercicio de su potencia sobre el territorio de otro Estado (p. 18, traduccin
ma). La Corte afirmaba as el principio de la igualdad soberana de las naciones y su
corolario: el principio de no intervencin, directa o indirecta, en los asuntos exteriores
o internos que pertenecen a la jurisdiccin nacional de otro Estado. Se habla tambin
de soberana territorial, definida como la existencia del poder entero y exclusivo de un
Estado sobre los hombres que habitan en su territorio, las cosas que all se encuentran
y los hechos que all ocurren (Rousseau, 1977: 8).
La Carta de las Naciones Unidas, en su artculo 2, prrafo 7, enuncia el mismo principio que contena el Pacto:
Ninguna disposicin de esta Carta autorizar a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdiccin interna de los Estados,
ni obligar a los Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo
conforme a la presente Carta; pero este principio no se opone a la aplicacin de
las medidas coercitivas prescritas en el Captulo VII.
La disposicin en comento, que se refiere al concepto de mbito reservado de los estados correspondiente a los asuntos que caen esencialmente dentro de su jurisdiccin,
ha sido objeto de numerosos anlisis. La idea de mbito reservado de los estados parece muy clara: corresponde a la distincin, comnmente admitida, entre los asuntos
internos y los asuntos exteriores, y constituye una de las ms importantes garantas de
respeto, por la ONU, del principio de igualdad soberana de los estados, sobre la cual
est fundado (artculo 2.1 de la Carta de las Naciones Unidas). Es, pues, uno de los
elementos esenciales del estatus jurdico de los estados miembros.
En este sentido, otro pronunciamiento jurisprudencial de singular importancia viene a reforzar el principio de no injerencia. En efecto, la Corte Internacional de Justicia
heredera de la CPJI, en su sentencia del 9 de abril de 1949, relativa al caso del canal
de Corf, declar:
El supuesto derecho de intervencin solo puede concebirse [] como la manifestacin de una poltica de fuerza, la cual, en el pasado, ha dado lugar a los ms
graves abusos, y que no podra, fueran los que fuesen los recelos actuales de la
Organizacin internacional, encontrar lugar alguno en el derecho internacional
[p.45, traduccin ma].
313
314
que todos los Estados tienen un inters jurdico para que tales derechos sean protegidos; dichas obligaciones son obligaciones erga omnes (traduccin ma, prrafo
33). El punto clave de este pasaje es la afirmacin del inters jurdico de todos los
Estados de que ciertos derechos, en vista de su importancia, sean protegidos (Jimnez
de Archaga, 1993: 48). Como apunta el doctor Gutirrez Bayln (1999: 42-43), sin embargo, la potestad jurdica internacional [] esta encomendada de manera estricta
a varios rganos del sistema de las Naciones Unidas, sin que pueda interpretarse que
cualesquiera Estados u organizaciones, a ttulo del referido principio pudiesen tomar
la justicia internacional en sus propias manos.
Finalmente, el Consejo de Seguridad ha relajado l mismo el criterio cuasiintocable de la no injerencia, cuando se trat de condenar los regmenes de apartheid
en Rhodesia, en Namibia y sobre todo en Sudfrica. Con insistencia, el Consejo de
Seguridad sancion al rgimen de este ltimo pas, aplicando por primera vez un embargo, con fundamento en el artculo 41 de la Carta (resolucin del 4 de noviembre
de 1977). La cuestin kurda fue la ocasin para que el Consejo relativizara el ejercicio
absoluto e ilimitado de la soberana nacional (Corten y Klein, 1992: 85), estableciendo
claramente un vnculo de causalidad entre un drama humanitario, resultado de una
violacin de los derechos humanos, y las fuentes de la amenaza contra la paz y la seguridad internacionales.2 La defensa y la promocin de los derechos humanos forman
entonces parte del campo de accin de las Naciones Unidas, ya que su no respeto puede constituir una amenaza para la paz. Esto es lo que fundamenta la intervencin del
Consejo, en virtud del captulo VII de la Carta, titulado Accin en caso de amenazas
a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresin.
Pero el testimonio ms reciente de la comunidad internacional sobre la importancia de la proteccin de los derechos humanos se encuentra probablemente
plasmado en la Declaracin de Viena, del 25 de junio de 1993, adoptada en forma
unnime por los miembros de la ONU. Su prrafo 4 expresa especficamente que
la promocin y proteccin de todos los derechos humanos es una preocupacin
legtima de la comunidad internacional (Danish Institute of International Affairs,
1999: 53-54).
Resulta interesante, para cerrar este apartado, referirnos al apunte del profesor Gros
Espiell (1995: 219):
La extensin del dominio reservado y la determinacin de las materias que
son o no propias de la jurisdiccin interna, varan con las exigencias de la evolucin histrica, de acuerdo con lo que resulta del derecho internacional. La actual
idea de lo que es la comunidad internacional, el aumento constante de las materias cuya regulacin es vital para la vida de la humanidad en su conjunto, y el
cambio de las ideas respeto de cules son las cuestiones que no pueden ya estar
reservadas exclusiva ni esencialmente a la jurisdiccin interna de los Estados,
2 La resolucin 688 fue la primera en borrar prcticamente la distincin planteada entre
asuntos internos y exteriores.
315
han llevado y seguirn llevando en el futuro al derecho internacional a ser competente y a regular asuntos que en una poca anterior estaban en el dominio
reservado de los Estados.
4. El desgaste de la soberana
En el discurso de apertura de la 54.a Asamblea general de la ONU, en 1999, el entonces
secretario general, Kofi Annan, plante ante los representantes de la comunidad de
naciones que el concepto jurdico clsico de soberana del Estado puede a veces ser
llamado a desvanecerse, en algunas circunstancias, ante la soberana del individuo
(Reisman, 1990: 871). En efecto, a pesar de la importancia otorgada a la soberana
en el sistema jurdico internacional, los desarrollos en las ltimas seis dcadas han
hecho evolucionar, gradual pero inevitablemente, el concepto original de soberana.
La variacin en la interpretacin jurdica de la norma contemplada en el artculo 2.7
de la Carta de la ONU, y el concepto en s de soberana del Estado, resultan del hecho
de que las condiciones materiales en las cuales la soberana es ejercida han cambiado
drsticamente desde 1945.
316
que describe este documento como un estndar comn para todos los pueblos y todas
las naciones. La doctrina de la universalidad significa que, generalmente hablando,
los estndares de los derechos humanos desafan barreras econmicas, geogrficas,
polticas, sociales y culturales. Son universales y comunes. Desde la adopcin de la
Declaracin Universal de los Derechos Humanos, se han adoptado otros numerosos
instrumentos tendientes a la salvaguardia de estos derechos, tocando todos los aspectos de la vida humana, desde las situaciones suscitadas durante los conflictos armados, hasta la reciente Convencin de la ONU sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad. Otros tratados importantes celebrados bajo los auspicios de la ONU en
referencia a los derechos humanos son la Convencin de 1948 sobre el genocidio y la
Convencin de 1951 referente al estatus de refugiado.
La ya citada Declaracin de Viena de 1993 sobre derechos humanos lleva la universalidad ms lejos, enfatizando en frases inequvocas que los derechos humanos y las
libertades fundamentales son el derecho inherente de todos los seres humanos, y que
la naturaleza universal de estos derechos y libertades se ubica ms all de cualquier
cuestionamiento (Danish Institute of International Affairs, 1999: 53-54). La Declaracin
tambin remarca que todos los derechos humanos son universales, y que la comunidad internacional los debe tratar de una manera global y justa, con los mismos fundamentos y con el mismo nfasis.
La internacionalizacin de los derechos humanos tambin ha permeado regionalmente en bloques econmicos de estados, tales como la Unin Europea, a la cual los
estados europeos han cedido gran parte de su soberana a favor de la integracin de los
derechos humanos y del desarrollo regional. La Carta Africana de Derechos Humanos
y de los Pueblos ha sido ratificada por todos los estados africanos, as como el Acta
Constitutiva de la recientemente creada Unin Africana. El citado documento permite
explcitamente que la Unin intervenga (obviamente de manera militar) a fin de detener
o evitar situaciones de genocidio, crmenes de guerra y crmenes contra la humanidad en
los estados miembros de la Unin. Segn lo observado en la ya citada opinin consultiva
relativa a los decretos sobre nacionalidad publicados en Tnez y Marruecos, la aceptacin por un Estado de las obligaciones de un tratado referentes a un tema dado tiene el
efecto de eliminar ese tema del dominio puramente domstico (p.28).
Muchos de los principios vertidos en la Declaracin Universal de los Derechos
Humanos y otros instrumentos de la ONU y regionales de proteccin de los derechos
humanos tambin se han asentado en instrumentos nacionales de salvaguardia, evidenciando adicionalmente la universalidad de estos derechos.
La proteccin de los derechos humanos se ha convertido en una responsabilidad
cada vez ms compartida entre los estados y la comunidad internacional. Si bien es
cierto que la responsabilidad principal de velar por el respeto de los derechos humanos
incumbe al Estado, tambin se lo puede convocar para rendir cuentas en foros internacionales, que han desarrollado mecanismos de supervisin cada vez ms sofisticados
para este propsito.
Adems del Estado y las organizaciones intergubernamentales, las instituciones internacionales de gobernanza econmica, notablemente el Fondo Monetario
317
4.2. La globalizacin
El segundo factor que ha contribuido al desgaste de la soberana del Estado se relaciona con el aumento exponencial, en las ltimas dcadas, de la interdependencia y
la interconexin globales, segn lo ejemplificado por el concepto de la globalizacin
(vase Jackson, 2007). Las transformaciones en el escenario mundial han desgastado
grandemente los lmites entre las economas nacionales y la economa mundial, que
nunca han estado tan cercanamente integradas como actualmente.
El fenmeno de la globalizacin favorece la formulacin de puntos de vista uniformes sobre asuntos sociales, econmicos, polticos, culturales y ambientales, haciendo
del mundo una sola comunidad donde la vida y las actividades de cada persona son
influidas, en ltima instancia, por las de otras alrededor del mundo. Aunque la globalizacin no es enteramente un nuevo fenmeno, la ltima dcada del siglo XX ha
atestiguado una enorme aceleracin del proceso. La globalizacin est ahora, ms que
nunca, multiplicando los contactos entre los pueblos, ms all de lmites nacionales en
los mbitos de la economa, la tecnologa, la cultura y el gobierno.
La globalizacin, en su actual forma, ha resultado de la interaccin de ciertos factores. En primer lugar, se han desarrollado mercados de bienes y servicios nuevos, desregulados y globalmente ligados entre s. En segundo lugar, han emergido ltimamente
flamantes actores en el nuevo orden global: los estados ya no son los actores principales; otras entidades, como las firmas multinacionales, se han incorporado a la escena
318
319
por la soberana y los lmites jurisdiccionales han ido evolucionando, de una teora en la
que prevaleca la soberana absoluta a una postura mucho ms relajada, en la que el papel
de la soberana no es ya tan crucial. Numerosos tratados, declaraciones de principios
y otros instrumentos de derechos humanos definen el papel del individuo en el plano
internacional. Adems, el crecimiento del papel del individuo en derecho internacional
queda manifiesto en las disposiciones referentes a los mecanismos de queja previstos en
protocolos opcionales al Pacto de Derechos Civiles y Polticos o la Convencin sobre la
Eliminacin de todas las Formas de Discriminacin Racial, por ejemplo.
El derecho internacional se ha definido tradicionalmente como el derecho que gobierna la relacin entre estados. Esta definicin ha sido modificada por los desarrollos
acontecidos en el derecho internacional, que otorgan cada vez ms derechos a los individuos y les imponen ms y ms deberes y, por lo tanto, la capacidad de actuar en
el plano internacional. Encontramos un ejemplo de tales progresos en el campo del
derecho penal internacional, el cual castiga a los individuos que llevan a cabo crmenes internacionales y protege a los individuos de los autores de estos crmenes. Sobre
esta base, el Estatuto de Roma de la CPI prev una responsabilidad penal individual,
la cual impide que un acusado se deslinde de sus actuaciones por el hecho de ser un
jefe de Estado u oficial del gobierno. Como ya se apunt, el fiscal de la CPI decidi
recientemente utilizar esta disposicin para contemplar la posibilidad de incoar un
procedimiento contra el presidente de Sudn por los actos de genocidio perpetrados
en Darfur. En el mismo sentido, de acuerdo con lo previsto en el Estatuto del Tribunal
penal para Ruanda, este rgano jurisdiccional en 1998 conden a Jean Kambanda, primer ministro de Ruanda, por genocidio y lo sentenci a cadena perpetua.
La individualizacin del derecho internacional tambin ha conducido cada vez ms
a argumentos tendientes a responsabilizar a las corporaciones multinacionales y otros
actores no estatales en referencia a las violaciones de los derechos humanos. Al mismo
tiempo, la individualizacin de los derechos humanos ha dado lugar a un incremento
del papel de las ONG en la fiscalizacin del cumplimiento de las normas de derechos
humanos en el marco del sistema de la ONU, as como en el mbito de los mecanismos
regionales de salvaguardia de estos derechos.
320
grado tal que algunos estados se estn desintegrando o estn al borde de ello. Por lo
tanto, los gobiernos de varios pases han adoptado medidas represivas speras en un
intento de mantener la unidad nacional.
Tambin la polarizacin de los conflictos armados entre los de carcter interno y los
interestatales se ha ido desvaneciendo desde el final de la Guerra fra. Los conflictos
internos a menudo conducen a conflictos entre estados y viceversa. Un buen ejemplo
de ello es el conflicto en la Repblica Democrtica del Congo, que comenz como
insurreccin interna contra el gobierno del presidente Mobutu Sese Seko, pero termin implicando a otros siete pases africanos.3 De la misma forma, muchas fronteras
nacionales no coinciden con lmites tnicos, religiosos o culturales, lo que facilita un
desbordamiento de los conflictos. Adicionalmente, los flujos de refugiados que cruzan
las fronteras tienen el impacto de internacionalizar un conflicto armado que hasta ese
momento era interno.
Estos nuevos patrones de conflicto significan que los medios diplomticos tradicionales de intervencin pueden no resultar los ms idneos cuando los propios
gobiernos amenazan a sus poblaciones con exterminarlas. Las sanciones econmicas
tambin tienen un efecto limitado, ya que su impacto llega a ser solamente evidente en
el largo plazo, mientras que la prevencin del genocidio de civiles requiere una accin
rpida y decisiva. Esto significa que la intervencin militar es a menudo la nica manera disponible de contener una catstrofe, lo cual ha desgastado sustancialmente el
principio de la soberana del Estado como es concebido tradicionalmente.
5. Conclusin
Aunque el concepto conocido de Estado no est a punto de desaparecer, ya no es lo que
sola ser. Los efectos combinados de la globalizacin, el papel de los medios y de la tecnologa de la informacin, la individualizacin del derecho internacional, los nuevos
actores en el plano internacional y la naturaleza cambiante de los conflictos armados
han conducido al desgaste sustancial de la doctrina de la soberana del Estado segn se
conceba tradicionalmente. La multiplicacin de los llamados estados desvalidos failed states en ingls, en los que las estructuras institucionales se desmoronan, es otra
expresin de este mismo fenmeno.
La soberana del Estado ha sido todava ms erosionada por la poltica y los condicionamientos estructurales impuestos en pases que han recibido ayuda de las instituciones de Bretton Woods y las agencias donadoras bajo el esquema bilateral. Est
por otro lado reconocido y aceptado desde hace varias dcadas que algunos estados
se han involucrado en procesos de formulacin de la poltica pblica de varios pases,
supuestamente independientes, de la comunidad internacional.
3 Angola, Namibia y Zimbabue mandaron tropas para apoyar al gobierno; Ruanda y Uganda
penetraron en el territorio para apoyar a los rebeldes; Libia y Somalia manifestaron su apoyo al
gobierno.
321
Otro tema de gran relevancia y de mucha actualidad, en el marco de la multiplicacin de los modelos de unin que se estn forjando a escala regional en varias partes
del globo terrqueo y con varios grados de integracin, es la problemtica suscitada
por la reubicacin de la soberana en el mbito internacional por ejemplo, en relacin con la transferencia de soberana de los pases miembros de la Unin Europea
hacia los rganos centrales de esta organizacin (vase la obra colectiva al cuidado de
Colin Warbrick y Stephen Tierney, 2006).
Por lo tanto, cabe concluir que la nocin de soberana del Estado, segn se entiende
en la actualidad, es el resultado de una evolucin que la hace apartarse de su nocin
original la nocin westfaliana. Resulta de suma importancia no perder de vista
esta mutacin cuando nos proponemos aprehender los pormenores de las relaciones
interestatales en un mundo globalizado siempre ms complejo, o analizar el quehacer
jurdico internacional.
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324
Palabras clave: proteccin de datos personales, hbeas data, acceso a la informacin pblica,
garantas procesales, derechos fundamentales, legislacin comentada, Uruguay.
ZUSAMMENFASSUNG
Der Beitrag befasst sich mit der Entwicklung des uruguayischen Prozesssystems im Hinblick auf den
Schutz personenbezogener Daten und den Zugang zu ffentlichen Informationen, besonders nach
der Verabschiedung der Gesetze 18331 und 18381, die ein spezifisches, selbststndiges Verfahren zur
Durchsetzung des Informationsanspruchs bezglich der eigenen und anderer Personen geschaffen haben. Dabei wird der soziokulturelle Kontext, in dem die Bestimmungen verabschiedet wurden, ebenso
zusammenfassend analysiert wie der Zugang zum Justizsystem, die Notwendigkeit des prozessrechtlichen
Schutzes der genannten Institute und die wichtigsten Aspekte der von der uruguayischen Gesetzgebung
vor Kurzem geschaffenen prozessrechtlichen Instrumente.
326
ABSTRACT
This paper analyzes the evolution of the Uruguayan procedural system with reference to the protection of
personal data and access to public information sources, especially on account of the recent enactment of
laws 18331 and 18381, which establish a special and autonomous procedure to deal with claims relating to
proper and improper habeas data. The socio-cultural context of the approval of the law is briefly discussed,
as well as access to the legal system, the need for procedural protection of these rules, and several outstanding aspects of the new procedures established by this recent Uruguayan legislation.
Keywords: protection of personal data, habeas data, access to public information, procedural
guarantees, fundamental rights, annotated legislation, Uruguay.
1. Introduccin
La informacin tiene gran relevancia en la determinacin y planificacin de la conducta diaria de los individuos. Es bien sabido que la informacin habilita a determinar
la conducta propia y ajena. La concentracin de informacin se transforma, as, en un
reducto incuestionable de poder.
El acceso al dato personal se ha impuesto como una urgencia en la sociedad actual,
al verse los individuos enfrentados al absurdo de no tener informacin sobre los datos
que existen sobre s mismos.
Por otra parte, la transparencia que exige un Estado de derecho democrtico hace
tambin impostergable el control efectivo de la informacin pblica atinente a la gestin de los distintos gobiernos.
El manejo de los datos personales y el acceso a la informacin pblica es, cada da
ms, una cuestin claramente cotidiana y sumamente delicada, aunque esto todava
pase algo inadvertido en el Uruguay.1
1
No obstante, vale reconocer el proceso que en los ltimos aos se empez a gestar en Uruguay
para institucionalizar la solucin de estos problemas a travs de la Agencia para el Desarrollo del
Gobierno de Gestin Electrnica y la Sociedad de la Informacin y del Conocimiento (AGESIC).
La AGESIC inici su proceso de creacin en el ao 2005, a travs de la ley 17930, del 19 de diciembre de ese ao, que se complet con otras normas legales hasta concretar su institucionalizacin
en el 2008. Su objetivo es promover el avance de la sociedad de la informacin y del conocimiento,
impulsando a las personas, las empresas y el gobierno a que hagan el mejor uso de las tecnologas de la informacin y las comunicaciones. Puntualmente, en relacin con la fiscalizacin del
tratamiento de los datos personales, el artculo31 de la ley 18331, del 11 de agosto de 2008, cre la
Unidad Reguladora y de Control de Datos Personales como rgano desconcentrado de la Agencia,
encargado de velar por el respeto de los derechos relativos al tratamiento de datos personales.
Asimismo, y de forma similar a como acontece con las pretensiones sobre manejo de datos personales o hbeas data propio, la ley 18381, del 17 de octubre de 2008, en su artculo19, cre la Unidad
de Acceso a la Informacin Pblica como otro rgano desconcentrado de la AGESIC, en este caso,
encargado de velar por el respeto de los derechos previstos en la Ley de Acceso a la Informacin
Pblica. De cualquier manera, queda de manifiesto que en Uruguay, comparativamente con otros
ordenamientos jurdicos, los esfuerzos por efectivizar las garantas propias del Estado de derecho
relativas a la cuestin que se tratar en esta obra, y que han sido plasmados en la legislacin, no
son de larga data.
327
2. El garantismo procesal
En la esencia del estudio del proceso de hbeas data y de sus particularidades nos encontramos, desde un inicio, con su postulacin en los mbitos nacional e internacional
como garanta procesal.4
Tanto el principio de tutela jurisdiccional efectiva como el concepto de garanta
procesal de los derechos sustanciales (los cuales componen el marco terico de nuestro trabajo) influyen de forma concreta y relevante en los planteos sobre la proteccin
de datos personales y el acceso a la informacin pblica.
As, visualizamos al Estado constitucional de derecho como metagaranta de los
derechos de las personas y en l y para su funcionamiento ubicamos al proceso.
El proceso (desde el deber ser, como tal) es el nico que hace al derecho sustancial
coercible y, por ende, derecho. La garanta debe estar ah, siempre presente, para hacer
efectivos los derechos.56
2
Su texto completo puede consultarse en el sitio oficial del Parlamento uruguayo, http://sip.
parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=18331&Anchor= (19.8.2009).
3
Su texto completo puede consultarse en el sitio oficial del Parlamento uruguayo,
http://200.40.229.134/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=18381&Anchor (19.8.2009).
4
Algunas de las preguntas que trataremos de responder en este anlisis (y que a priori todos
nos deberamos formular en torno a las garantas), son aquellas que Gelsi Bidart ya ha explicitado
para su comprensin: Toda delimitacin de una garanta ha de responder a varias preguntas esenciales: 1.o)qu se garantiza; 2.o)a quines se garantiza; 3.o)quin garantiza; 4.o)cmo se realiza la
garanta; y concluye magistralmente el autor 5.o) es eficiente la garanta? Vale decir: se logra,
con ella, el resultado perseguido?. Adolfo Gelsi Bidart: De derechos, deberes y garantas del hombre
comn, Montevideo: BdeF, 2006, p.192.
5
El propio Cdigo General del Proceso (CGP), en su artculo14, prrafo primero, establece
una norma muy importante en ese sentido: Para interpretar la norma procesal, el tribunal deber
tener en cuenta que el fin del proceso es la efectividad de los derechos sustanciales. En ese mismo sentido, Alejandro Abal Oli: Estudios del Cdigo General del Proceso, t.I, Montevideo: FCU,
1992, pp.9-27; dem: Derecho procesal, t.I, Montevideo: FCU, 1999, pp.101-110; Enrique Vscovi et
al.: Cdigo General del Proceso. Comentado, anotado y concordado, t.1, Montevideo: baco, 1992,
pp.273-283; ngel Landoni Sosa: La interpretacin y la integracin de las normas en el CGP y
en el Cdigo Procesal Civil Modelo para Iberoamrica, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal,
n.o 4, Montevideo, 2004, pp. 475-485; ngel Landoni Sosa et al.: Cdigo General del Proceso.
Comentado, anotado, con jurisprudencia, vol.1, Montevideo: B de F, 2002, pp.31-33.
6
A su vez, relacionado con el concepto de garanta, puede hacerse mencin a la caracterstica de la instrumentalidad del derecho procesal. En reiteradas ocasiones, la doctrina procesalista ha
328
Como indica Andrs Ibez, el concepto de garanta hace que el legislador deba
dar los instrumentos adecuados para procurar la satisfaccin de las expectativas
referido a dicha caracterstica como una de las notas salientes del derecho procesal, desde el punto
de vista de su utilidad y de su relacin con los derechos sustanciales. A saber, entre muchos otros:
Dante Barrios De ngelis: Teora del proceso, Montevideo: BdeF, 2.aed. actualizada, 2005, p.77;
Enrique E. Tarigo: Lecciones de derecho procesal civil, t.I, Montevideo: FCU, 3.a ed., 1998, pp.40-42;
Abal Oli: Derecho procesal, o. cit., pp.45-46.
7
Bruno Gaiero Guadagna e Ignacio M. Soba Bracesco: Aspectos procesales y de garantas en la clausura de establecimientos por la administracin tributaria, en Revista Uruguaya de
Derecho Procesal, n.o4, Montevideo, 2007, p.697.
8
Cursivas aadidas.
9
Cursivas aadidas.
10
Ley 16736, artculo 694: Las administraciones pblicas impulsarn el empleo y aplicacin
de medios informticos y telemticos para el desarrollo de sus actividades y el ejercicio de sus
competencias, garantizando a los administrados el pleno acceso a las informaciones de su inters.
11
Gelsi Bidart: De derechos, deberes y garantas del hombre comn, o. cit., p.195.
329
generadas por los derechos.12 Sin la garanta los derechos no son tales, sino una mera
expectativa no jurdica. Por eso expresa con gran claridad el maestro Ferrajoli:13
[] las garantas no son otra cosa que las tcnicas previstas por el ordenamiento para reducir la distancia estructural entre normatividad y efectividad, y
por tanto, para posibilitar la mxima eficacia de los derechos fundamentales en
coherencia con su estipulacin constitucional.
Uno de los pilares para que el Estado constitucional de derecho sea profundamente democrtico es, justamente, la adopcin por parte del ordenamiento jurdico de
garantas debidas, adecuadas y efectivas (o simplemente garantas). En lo que hace a
nuestro estudio, la consagracin de la garanta procesal debida, adecuada y efectiva
para los derechos sustanciales en juego (esto es, proteccin de datos personales y acceso a la informacin pblica).
En definitiva, el proceso y su vinculacin con el Estado constitucional de derecho
pueden ser abordados desde una nueva derivacin del modelo de Ferrajoli: el garantismo procesal.14
330
Este apartado intenta explicar, pues, cmo esos factores influyeron en el proceso de
hbeas data: a)en cuanto a que la relevancia cada da ms alta del manejo de los
datos personales y del acceso a la informacin pblica hizo imperiosa la regulacin
y efectivizacin del instituto, y b)en cuanto a cmo los factores sociales y culturales
tienen relevancia en el acceso real al sistema de justicia.
Ahora bien, ya en 1890 Warren y Brandeis16 destacaban en su obra clsica The Right
to Privacy que recientes inventos y mtodos comerciales hacan necesario dar nuevos
pasos en orden a asegurar el respeto de lo que en el common law se considera el derecho
a que nos dejen en paz (the right to be let alone).
A pesar de no existir en la poca de los autores referidos un nivel de volatilidad de
la informacin tan alto como el que nos toca vivir desde hace algunos aos, aquellos
consiguieron ya plasmar una idea gua plenamente vigente hoy por hoy.
La evolucin de la proteccin de los datos de las personas y el acceso a la informacin pblica se relaciona inevitablemente con el contexto histrico, social, cultural y poltico en el que se vive.
15
Carlos E. Delpiazzo: A la bsqueda del equilibrio entre privacidad y acceso, en Carlos E.
Delpiazzo (coord.): Proteccin de datos personales y acceso a la informacin pblica, Montevideo:
FCU, 2009, p.9.
16
Samuel D. Warren y Louis D. Brandeis: The right to privacy, en Harvard Law Review,
vol. 4, n.o 5, 1890, http://www.lawrence.edu/fast/BOARDMAW/Privacy_brand_warr2.html
(18.9.2009). Altmark y Molina han reseado algunos de los pormenores del famoso caso en su
obra: Con motivo de los inconvenientes que le estaban ocasionando determinadas publicaciones
periodsticas, un joven abogado de Boston, Samuel D. Warren (quien se haba casado con la hija
del senador Bayard y haba comenzado a llevar una vida de lujo y rumbosa, hecho que atrajo
la curiosidad y chismografa de la llamada prensa amarilla, hasta el punto de convertirse en un
escndalo, sobre todo en la puritana sociedad bostoniana de fin de siglo), en colaboracin con
Luis D. Brandeis (quien luego lleg a ser juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde
sostuvo su celebre discordia en el caso Olmstead v. United States 1928) publican el trabajo
titulado The right to privacy en la Harvard Law Review, ensayo en que los autores plantean
que todo individuo tiene derecho a ser dejado en paz, o a ser dejado tranquilo, o a que lo dejen
solo, o a no ser importunado, es decir, plantean efectivamente el necesario reconocimiento de
la existencia de una vida ntima, destacando el necesario arbitrio de los medios adecuados para
protegerla del modo en que se protege la propiedad privada. Se menciona tambin, investigando
los orgenes, que Kohler, en Alemania, se haba referido ya en 1880 a un derecho individual que
protege el secreto de la vida ntima de la publicidad no autorizada. En Daniel Ricardo Altmark y
Eduardo Molina Quiroga: Rgimen jurdico de los bancos de datos, en Daniel Ricardo Altmark
(dir.) y Rafael A. Bielsa (coord.): Informtica y derecho. Aportes de doctrina internacional, vol.6,
Buenos Aires: Depalma, 1998, pp.142-143.
331
As, la evolucin de la proteccin de los datos personales relativos a cuestiones religiosas, polticas, sindicales, comerciales, financieras, etctera, vara sustancialmente
de poca en poca; no es lo mismo la situacin en las postrimeras de la revolucin industrial a fines del siglo XIX que en la segunda mitad del siglo XX con el comienzo de
la revolucin tecnolgica o en los comienzos del siglo XXI, ya instalados fenmenos
como la globalizacin e internet. En la actualidad, la necesidad se torna mucho ms
intensa, en virtud de que la caracterstica de los datos y sus registros se vuelve ms y
ms compleja.17
Lo mismo sucede con el acceso a la informacin pblica. La gradual consagracin
y profundizacin de la democracia en el mbito internacional luego de finalizada la
segunda guerra mundial ha llevado a que, poco a poco, las ideas de transparencia en
la gestin de gobierno, cristalinidad en el manejo de los recursos estatales y acceso
a la informacin pblica (entre otras) sean requeridas cada vez ms como parte del
estndar mnimo que componen las reglas de juego de la democracia y del Estado
constitucional de derecho.
En este nuevo siglo, y luego de numerosos eventos relevantes para explicar la necesidad del instituto, la cuestin se ha complejizado y sigue aumentando ms y ms en
su trascendencia.
Simplemente a modo de ejemplo, luego del 11 de setiembre de 2001, la lucha contra
el terrorismo ha potenciado innumerables carreras detrs de los datos personales de
ciudadanos de todas partes de mundo. Y esto ha generado numerosos intercambios y
tiranteces entre diferentes pases (en particular, Estados Unidos de Amrica) y organismos internacionales. As, la administracin del presidente Obama viene haciendo
gestiones ante la Unin Europea para alcanzar un acuerdo que le permita el acceso
libre a informaciones personales de ciudadanos europeos. En concreto, la propuesta
consiste en que Estados Unidos siga teniendo acceso al servidor financiero SWIFT
(Society of Worldwide Interbank Financial Telecommunications) incluso despus de
que su servidor principal se traslade de Estados Unidos a Suiza.18 El banco de datos
17
Hoy por hoy, la informtica y el mundo de la inteligencia artificial a que ha dado lugar
aquella, ha permitido la acumulacin ilimitada de datos que pueden ser memorizados y transmitidos. Al poder social informtico se ha contrapuesto la libertad informtica. Como seala
Fernndez Segado: Esta ya no es el antiguo right to privacy como derecho a la intimidad entendido como separacin y defensa del individuo frente a la sociedad; es un nuevo derecho social de
libertad; no es ya nicamente el derecho a negar la informacin sobre s mismo, sino tambin el
derecho a pretenderla. Francisco Fernndez Segado: El rgimen jurdico del tratamiento automatizado de los datos de carcter personal en Espaa, en Ius et Praxis, ao3, n. 1, Universidad de
Talca, 1997, p.35. Comienza entonces a mostrarse como un derecho a disponer de la informacin,
de preservar la propia identidad de informacin o lo que es lo mismo, de controlar, consentir o
rectificar la informacin que de uno se tiene.
18
La Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por
sus siglas en ingls) es una empresa a travs de la cual el sector financiero lleva a cabo parte de sus
operaciones comerciales. A travs de SWIFT se intercambian mensajes financieros de tipo estandarizados, lo que permite que diariamente se enven y reciban millones de esos mensajes entre las
diversas entidades bancarias, instituciones de valores y clientes corporativos que utilizan el sistema
en todo el mundo. SWIFT, cuya sede central se encuentra en Blgica, es nicamente un transmisor
de mensajes, no posee fondos ni gestiona cuentas en nombre de los clientes, tampoco almacena
informacin financiera de forma permanente. Su poltica empresarial se basa en el intercambio
332
333
334
sus mbitos. Slo determinadas capas de la poblacin tenan acceso a este proceso,
lo que supona un nmero no excesivo de procesos que podan ser decididos por
una organizacin judicial reducida y con pocos medios personales y materiales.22
En concreto, las condiciones para el acceso no solo son fsicas (en un sentido estricto, comprendiendo por ejemplo la edad o la capacidad o discapacidad de los individuos), tambin son geogrficas, econmicas, socioculturales (la discriminacin
en razn de edad, capacidad-discapacidad o gnero trascienden lo meramente fsico
para convertirse en factores distorsionantes desde la perspectiva del acceso adecuado
y efectivo al sistema), etctera.
Interesa destacar, simplemente por ser una de las manifestaciones ms recientes sobre el punto, algunas de las Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas
en Condiciones de Vulnerabilidad.23 All se hace referencia, entre otras cosas, a lo que
buscamos enfatizar: la cultura jurdica.
Los puntos 26 y 27 de dichas reglas refieren, respectivamente:
Se promovern actuaciones destinadas a proporcionar informacin bsica sobre sus derechos, as como los procedimientos y requisitos para garantizar un
efectivo acceso a la justicia de las personas en condicin de vulnerabilidad.
Se incentivar la participacin de funcionarios y operadores del sistema de
justicia en la labor de diseo, divulgacin y capacitacin de una cultura cvica
jurdica, en especial de aquellas personas que colaboran con la administracin de
justicia en zonas rurales y en reas desfavorecidas de las grandes ciudades.
Sin duda, la problemtica de la cultura jurdica se manifiesta a nuestro entender como especialmente trascendente en el tema de la proteccin de datos personales y acceso a la informacin pblica.24 La vulnerabilidad ante el trasiego irregular o
22
Declaracin de Azul sobre el Proceso Civil en los Pases Iberoamericanos, del 14 de noviembre de 2008, suscrita en la ciudad de Azul, Argentina, http://www.e-derecho.org.ar/congresoprocesal/ (13.8.2009).
23
Suprema Corte de Justicia del Uruguay, acordada 7647, del 1 de abril de 2009, mediante la
cual se declaran con valor de acordada (esto es, norma de carcter reglamentario destinada principalmente a organizar el funcionamiento de las oficinas de los tribunales y emanada del jerarca
del Poder Judicial) a las mencionadas reglas, aprobadas previamente por la Asamblea Plenaria de
la XIV Edicin de la Cumbre Judicial Iberoamericana, las que debern ser seguidas, en cuanto
resulte procedente, como gua en los asuntos a que refieren (artculo1).
24
Esta cuestin tambin se ha tratado respecto de otros temas de actualidad (nuevas realidades), como el de los derechos o intereses difusos, colectivos e individuales homogneos. En
ese sentido, se han realizado apreciaciones en torno a un cambio profundo en el plano cultural
y de paradigma procesal que se est produciendo, desde hace ya un tiempo, tanto en el mbito
nacional como (ms an) en el internacional. A modo de ejemplo, se ha dicho: La tutela de estos nuevos derechos o intereses: difusos, colectivos e individuales homogneos requiere de un
cambio cultural, pero debemos advertir, como lo ha hecho el Dr. Van Rompaey, que aun lograda
la culturalizacin o concientizacin acerca de los derechos e instrumentos de defensa que la ley
pueda consagrar y proveer, la tutela no ser totalmente eficaz si no se logra llevar a la realidad la
creacin de un proceso gil y eficaz para la efectiva proteccin de esos derechos. En definitiva, se
debe insistir en la bsqueda de una mayor participacin de los operadores del derecho, no solo en
335
ilegal de datos personales se hace ms preocupante en pases que cuentan con amplios
sectores de su poblacin en condiciones de pobreza y de marginalidad. En especial,
precisamente, cuando esa marginalidad restringe la conciencia sobre los instrumentos
que estn al alcance de las personas y ello conlleva a una disminucin de la eficacia de
la herramienta procesal y a una subutilizacin de los mecanismos de garanta previstos
en el ordenamiento jurdico.
336
A los efectos de la proteccin de los derechos vinculados con el hbeas data, debe tenerse presente lo dispuesto en los artculos 72 y 332 de la Constitucin de la Repblica.27
La doctrina destac que no era necesaria la aprobacin de una ley sobre el mecanismo de tutela de derechos supralegales (por ejemplo, a travs del amparo) ms que
como una reglamentacin del instituto ya constitucionalmente reconocido.28
Viera sostuvo, de conformidad con otros relevantes exponentes del derecho procesal, que segn la Constitucin no era imperiosa la existencia de una ley para que se
pudiera otorgar la garanta del amparo genrico para todo tipo de derecho supralegal,
[] toda vez que cualquiera de los derechos y libertades, expresa o implcitamente reconocidos por la Constitucin (artculo 72) se viera lesionado por acto
de ilegitimidad manifiesta que causare o pudiera causar al titular del derecho
afectado un dao irreparable. La falta de reglamentacin legal poda ser llenada,
conforme con el referido artculo 332 de la Carta por recurrencia a los fundamentos de las leyes anlogas, a los principios generales de derecho y a la doctrina ms
recibida.29
337
4.1.3. Cdigo General del Proceso (CGP), aprobado por ley 15982,
de 18 de octubre de 1988, y ley 16011, de 19 de diciembre de 1988
A pesar de que la ley 16011, de 19 de diciembre de 1988, fue sancionada con posterioridad al CGP (aprobado por ley 15982, de 18 de octubre de 1988), la primera entr en
vigencia con anterioridad, en funcin de la postergacin en la vigencia del CGP.
Antes de la aprobacin de las leyes 18331 y 18381 que consagraron vas procesales especficas para viabilizar las pretensiones sobre tratamiento de datos personales y
acceso a la informacin pblica la doctrina y la jurisprudencia nacionales eran pacficas en admitir que esas pretensiones se vehiculizaban a travs del proceso previsto
en la ley 16011.32
En aditamento a ese argumento, la doctrina tambin sealaba que, de cualquier
manera, todo sujeto poda viabilizar una pretensin de hbeas data en razn de la previsin del artculo 11 del CGP, a travs del proceso ordinario previsto en dicho cuerpo
normativo.33
En tal sentido, Recarey34 sealaba:
30
Convencin Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San Jos de Costa Rica), artculo25: Proteccin Judicial. 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rpido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitucin, la ley o la presente
Convencin, aun cuando tal violacin sea cometida por personas que acten en ejercicio de sus
funciones oficiales [].
31
Nstor Pedro Sags: Derecho procesal constitucional. Logros y obstculos, Buenos Aires:
Fundacin Konrad Adenauer y Ad-Hoc, 2006, pp.180-185.
32
Destacamos lo referido por el Poder Ejecutivo al momento de remitir el proyecto de ley de
amparo, en su mensaje del da 1 de marzo de 1985 (fecha emblemtica que coincide con la asuncin
del primer presidente electo democrticamente luego de la dictadura padecida por el pas desde
el ao 1973 hasta esa fecha), en tanto se expresa que el texto legal que se propone no pretende ser
definitivo, por cuanto [] la multiplicidad y complejidad de las situaciones que movilizarn
el uso del amparo aconsejan ser parco en las normas reglamentarias y permitir que las luces, la
prudencia y la experiencia de los magistrados vayan supliendo las insuficiencias u oscuridades
de aquellas. Dicho de otro modo, la jurisprudencia habr de tener una importancia singular en
la consolidacin y verdadera eficacia del instituto como garantizador de la plena vigencia de toda
una gama de los derechos humanos. Ochs Olazbal: o. cit., p.83.
33
La ley procesal define al fin del proceso como el logro de la efectividad de los derechos
sustanciales. En efecto, cualquier persona tiene autorizacin para plantear un problema jurdico
concreto ante los tribunales; basta para ello con que cuente con legitimacin en la causa en cuestin (11, 14 y 337 y siguientes del Cdigo General del Proceso).
34
Agrega con acierto el autor que, precisamente, el artculo 1 de la ley 16.011, prescribe el
amparo como remedio frente al menoscabo de cualquiera de los derechos y libertades reconocidos expresa o implcitamente por la Constitucin (artculo 72), con excepcin de los casos en que
proceda la interposicin del recurso de hbeas corpus; Alejandro Recarey: Publicidad de informacin en poder del Estado sobre desapariciones forzadas. Satisfaccin procesal de los derechos
338
[] se ha considerado que el vehculo idneo para plasmar este derecho rotulable como hbeas data es el recurso de amparo, de raigambre constitucional,
reglamentado por la ley 16011.
En tal sentido, lo que signific un relevante avance para la proteccin de datos utilizados con fines comerciales no signific ms que un leve y relativo avance en la regulacin de la proteccin de datos personales con carcter general (incluidos todos los
datos personales que no son manejados con fines comerciales).36
Los artculos 17, 18 y 19 de la derogada ley37 establecieron, por primera vez en nuestro ordenamiento, una estructura especfica por la que deba transcurrir el hbeas data.
Se refera, concretamente, a las pretensiones de conocer los datos personales, rectificarlos, actualizarlos, eliminarlos o suprimirlos.
derivados del artculo13 del Pacto de San Jos de Costa Rica, en La Justicia Uruguaya On Line,
http://online.lajusticiauruguaya.com.uy/DesplegarCaso.asp?t=119&p=Doctrina8 (22.8.2009).
35
Adolfo Gelsi Bidart: El proceso de amparo en la ley de Uruguay (n.o16.601 de 19/XII/1988),
en La Justicia Uruguaya On Line, http://online.lajusticiauruguaya.com.uy/DesplegarCaso.
asp?t=113&p=Doctrina6 (22.8.2009).
36
No obstante, cabe reconocer que el artculo2.2 de la ley regul de forma parcial cuestiones
relativas no solo a datos de carcter comercial. Es as que estableci: Para la obtencin y tratamiento de datos que no sean de carcter comercial se requerir expresa y previa conformidad de
los titulares, luego de informados del fin y alcance del registro en cuestin (cursivas aadidas).
37
La derogacin expresa del rgimen all establecido opera en virtud de lo dispuesto por el
artculo48 de la ley 18331.
339
39
340
Como ya hemos dejado traslucir, en esta ley se establece una estructura especial
y abreviada para la efectivizacin de los derechos sustanciales de las personas en lo
referente a pretensiones de acceso a la informacin pblica. Los detalles de dicha estructura se analizarn en el captulo siguiente.
40
Dante Barrios De ngelis: Teora del proceso, Montevideo: BdeF, 2.aed. actualizada, 2005,
pp.201-202 (entre otras).
41
Hctor Superti: La garanta constitucional del juez imparcial, en Adolfo Alvarado Velloso
y Oscar Zorzoli (dirs.): El debido proceso, Buenos Aires: Ediar, 2006, p.326. Citado por Santiago
Garderes y Gabriel Valentn: Bases para la reforma del proceso penal, Montevideo: Fundacin
Konrad Adenauer, 2007, p.194.
341
Estos desarrollos tericos se traducen en soluciones concretas en cuanto a la distribucin de la competencia. En primera instancia entendern en los asuntos vinculados
con el hbeas data propio e impropio los juzgados letrados (de la materia que se corresponda con el caso concreto, civil o contencioso-administrativo);42 a su vez, en segunda instancia (para los supuestos de apelacin) la competencia en funcin de los
criterios generales previstos en el ordenamiento para la administracin de justicia
ser de los tribunales de apelacin en lo civil. En el caso del recurso de casacin (de
ser admisible en estos procesos)43 entender la Suprema Corte de Justicia. Lo mismo
sucede con la resolucin del recurso de revisin de la cosa juzgada.
En cuanto a la legitimacin de las partes en el proceso de hbeas data propio, estas
pueden ser tanto personas fsicas o jurdicas, pblicas o privadas (artculos 1, 2, 4, 24,
28, 37 y 38, entre otros). Debe tenerse en cuenta que la propia ley 18331 en su artculo
4 da algunas definiciones, como la de destinatario de la comunicacin de datos (literal
f), del encargado del tratamiento de los datos (literal h), el responsable de la base de
datos o del tratamiento (literal k), titular de los datos personales (literal l) y usuario
de los datos personales (literal n). Estas figuras muestran que no se encuentran legitimados solo el titular del dato personal o responsable de la base de datos en una causa
vinculada con el hbeas data.
Finalmente, en el hbeas data impropio, los artculos 3, 13, 22 y 23 de la ley 18381
prevn especficamente la legitimacin de cualquier persona (incluye a las personas jurdicas) para ejercer el derecho de acceso a la informacin pblica, aun cuando no sean
ciudadanos del pas o tampoco en principio habitantes. Esta amplia legitimacin
parece estar estableciendo una accin popular o class action que responde, precisamente, a la finalidad del instituto de acceso a la informacin pblica. Por su parte, los
legitimados pasivamente son exclusivamente organismos pblicos, sean estatales o no
(por lo que en el Uruguay esta previsin abarca a las personas pblicas paraestatales).
Por ltimo, entendemos tambin aplicable la disposicin contenida en el artculo
42 del CGP (cuando se dan sus requisitos) para la defensa de los intereses difusos, en
tanto all se prev que la representacin de aquellos recaiga en el Ministerio Pblico,
cualquier interesado o cualquier asociacin o institucin de inters social que segn la
ley o a juicio del tribunal garanticen una adecuada defensa del inters comprometido.
42
La ley 18331, en su artculo 38, refiere a que, cuando sea una pretensin dirigida contra
personas pblicas estatales, entendern los juzgados con competencia en la materia contenciosoadministrativa, y cuando la pretensin se entable contra otros sujetos, entendern los juzgados con
competencia en la materia civil. A su vez, la ley 18381, en su artculo23, establece idntica solucin.
43
Con relacin al recurso de casacin en el proceso de hbeas data propio e impropio hay argumentos de ndole procesal para sostener tanto la posicin que lo admite como la que lo rechaza.
Sin perjuicio de que esa problemtica (as como otras atinentes a la tcnica legislativa empleada
por el legislador o la interpretacin e integracin de las normas procesales contenidas en las leyes
que se comentan, como la cuestin de la adhesin a la apelacin) no puede ser analizada en el
presente trabajo en virtud de su extensin, es del caso sealar que a nuestro entender para su
resolucin debe analizarse en primer lugar el alcance de los artculos 40 y 25 de las leyes 18331 y
18381 respectivamente. All se expresa que el procedimiento se rige por las normas contenidas en
la ley y, en lo pertinente, por las resultancias de la aplicacin del artculo14 y 15 del CGP, los cuales
establecen pautas y criterios para la interpretacin e integracin de la norma procesal.
342
343
supuestos enumerados por el artculo 37, no estara comprendida como condena hacia
el futuro en el contenido de una condena a rectificar, incluir o suprimir datos existentes, pero s quedara abarcada por la expresin ampliatoria final a la que ya referimos
(lo que entienda corresponder).
En definitiva, y dado el carcter no taxativo del artculo 37, se comprende en principio todo lo vinculado a proteger los datos personales.
En cuanto al hbeas data impropio regulado en la ley 18381, esta norma en su artculo 22 refiere a una accin (rectius: pretensin) de pleno acceso a la informacin pblica.46 Dado la finalidad perseguida por la ley (nada menos que el control democrtico
de la gestin pblica y su transparencia), el contenido posible de las pretensiones referentes al acceso a la informacin pblica debe ser interpretado con un criterio amplio.
Es decir, y conforme a la ltima doctrina,47 todas las pretensiones necesarias para el
control de la informacin referente a la administracin pblica.
Por otra parte, en cuanto al posible reclamo de daos y perjuicios por incumplimientos de las leyes referidas, la estructura para vehiculizar la pretensin indemnizatoria no parece ser la regulada en las leyes 18331 y 18381.
La especialidad de la estructura est justificada por la particularidad y urgencia (eventual) que el tratamiento de estas cuestiones amerita para el legislador. Una pretensin no
urgente como es la indemnizacin patrimonial del dao ocasionado parece exigir
un texto y voluntad legislativos expresos para alejarse de la estructura de principio.
Tal como resalta Fgoli:48
Por ltimo, sealamos que la Ley 18.331 no ha previsto a texto expreso la accin de indemnizacin.49 No obstante ello, ha reconocido en su artculo 12 el
principio de responsabilidad, por lo que de producirse y poder probarse un dao,
deber seguirse la va ordinaria por cobro de daos y perjuicios contra el responsable de la base de datos.
344
Finalmente, es bueno destacar que todas las pretensiones a las que hicimos referencia estn incluidas en el objeto de este proceso. Tal como lo sealara Guerra,51 a
diferencia de lo ocurrido con el objeto del proceso del amparo, no tiene el hbeas data
ese carcter residual y no importa la existencia de otros remedios efectivos para la
cuestin. Este es, incondicionadamente, el procedimiento aplicable a las pretensiones
analizadas en este captulo.
345
Sin perjuicio de lo anterior, se seala que aquellos procesos de hbeas data propio e
impropio en los cuales sea actor o demandado el Estado u otra persona pblica estatal
estarn exceptuados de la conciliacin, por expresa previsin del artculo 294.12 del
CGP.
En cuanto a la cuestin estructural, se reitera que los procesos previstos en la ley
18331 y en la ley 18381 (artculos 40 a 45 y 25 a 30, respectivamente) se encuentran regulados de forma idntica.
Sucintamente, se pueden identificar las siguientes etapas procedimentales:
1. Como venimos de decir, de regla, conciliacin previa.
2. Presentacin de la demanda, dando cumplimiento a los requisitos generales
previstos en el CGP para el acto de proposicin inicial de la parte. De conformidad con lo anterior y en cuanto al contenido de la demanda, se deber, bsicamente, indicar de forma precisa los hechos constitutivos de la pretensin
concreta, los fundamentos de derecho, los medios de prueba de que quiera
valerse y el petitorio, entre otros aspectos.
3. Contralor liminar de la demanda, con la posibilidad de que el tribunal entienda que esta es manifiestamente improcedente y mande archivar las actuaciones. El demandante podr apelar dicha resolucin, en un plazo perentorio e improrrogable de tres das hbiles, con lo que las actuaciones se
elevarn al tribunal de apelaciones, sin traslado a la contraria ni ms trmite.
4. En caso de entenderse que la demanda es procedente por el tribunal de primera instancia (o por el de segunda instancia en el caso de la apelacin de
la sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva que dispone el archivo
de las actuaciones), se convocar a una audiencia pblica que debera celebrarse dentro del plazo de tres das hbiles contados a partir del primer da
hbil siguiente al de presentacin de la demanda (en casos excepcionales se
podr prorrogar la audiencia por hasta tres das hbiles ms). La actividad
desplegada en la audiencia, en la que deber estar presente el juez (so pena
de nulidad principio de inmediacin), es a grandes rasgos la siguiente:
a.
Sin perjuicio de la audiencia de conciliacin previa, recin en esta etapa, se oirn las explicaciones del demandado, sin admitirse el planteamiento de cuestiones previas, incidentales y de reconvenciones. Se
trata, pues, de una manifestacin atenuada del principio de bilateralidad que nos resulta ciertamente cuestionable y que encontrara su
fundamento en la sumariedad de la estructura por la que se tramitan
pretensiones privilegiadas por el legislador, relativas a derechos de rango supralegal.
b. Se producirn las pruebas, pudiendo el tribunal rechazar las manifiestamente impertinentes o innecesarias.52 Tambin ser en la propia
Tngase en cuenta que eventualmente puede que se est ante cuestiones muy complejas
desde el punto de vista gnoseolgico y/o probatorio, por lo que el tribunal puede requerir, a modo
de ejemplo, que se realicen inspecciones judiciales en el lugar donde se encuentran las bases de
52
346
audiencia en donde se deber interrogar a los testigos que puedan proponerse o a las partes. Finalmente, se realizarn los alegatos de bien
probado, relativos a las resultancias probatorias de la causa. Se debe
tener en cuenta, adems, que el tribunal de primera instancia en cualquier momento podr ordenar diligencias para mejor proveer. El tribunal gozar de los ms amplios poderes de polica y de direccin de la
audiencia.
5. La sentencia definitiva se dictar en la audiencia antes referida o a ms tardar
dentro de las veinticuatro horas de celebrada. El contenido de la sentencia
depender, obviamente, de la pretensin planteada y del objeto del proceso
concreto. A su vez, el tribunal en cada caso podr hacer lugar o no a lo solicitado (de forma total o parcial). En caso de acogerse la pretensin se deber
identificar concretamente la autoridad o el particular contra quien se dirige
la pretensin, determinar de forma precisa lo que deba o no deba hacerse y
el plazo para el cumplimiento de lo dispuesto, que no puede ser mayor de
quince das corridos e ininterrumpidos computados a partir del da siguiente
al de la notificacin.
6. Dentro del plazo de tres das hbiles siguientes a la notificacin de la sentencia, se podr interponer recurso de apelacin en escrito fundado por quien
considere que la sentencia le causa agravio. De dicho recurso se dar traslado
a la contraparte por igual plazo.
7. En segunda instancia, el tribunal resolver en acuerdo dentro de los cuatro
das hbiles siguientes a la recepcin del expediente. La interposicin del
recurso no suspende los efectos de las medidas decretadas, las cuales deben
ser cumplidas de inmediato.
Por ltimo, resta referir a la posibilidad de adoptar medidas provisionales durante
la tramitacin del proceso, si resultara la necesidad de actuacin inmediata para la
proteccin de los derechos presuntamente violados. A su vez, se menciona que si se
planteara la inconstitucionalidad de alguna norma de rango legal se proceder a la suspensin del proceso solo despus de que el tribunal que entiende en la causa adopte las
medidas provisorias del caso (o, eventualmente, deje consignadas las circunstancias de
las razones por las que las considera innecesarias).
datos, con la concurrencia de peritos o incluso directamente pericias (como puede ser, en cuestiones de ndole informtica, una pericia para conocer el contenido de un servidor determinado,
las modificaciones que se le introdujeron, etctera). La cuestin es discutible en tanto nos encontramos ante una estructura sumaria, en la que el debate probatorio est acotado al menos desde el
punto de vista de los tiempos dentro del proceso.
347
6. Conclusiones
1.
La regulacin de la proteccin de datos personales y acceso a la informacin
pblica en el ordenamiento jurdico uruguayo es relativamente reciente. En cuanto a la
proteccin y tutela jurisdiccional efectiva de los derechos de las personas, la necesidad
actual del instituto es incuestionable. Tambin lo es envirtud de su importancia para el
pas desde el punto de vista de su posicionamiento internacional, tanto por la trascendencia del flujo transfronterizo de datos como por la relevancia dada a la transparencia
y el acceso a la informacin de los organismos pblicos.
2. Se destaca, desde una perspectiva evolutiva y descriptiva de las garantas en el
derecho procesal uruguayo, la aparicin de un sistema de tutela diferenciado y especfico para los derechos sustanciales involucrados en la proteccin de datos personales y
el acceso a la informacin pblica.
3. Las nuevas tutelas se diferencian del proceso de amparo en el Uruguay en que
desaparecen algunas de sus limitaciones, como el carcter residual del amparo y el requisito de la existencia de ilegitimidad manifiesta para tutelar el derecho o la caducidad
de treinta das (limitante temporal) para la presentacin de la demanda de amparo,
entre otras. Asimismo, tambin se diferencia del proceso de amparo en cuanto a que
en los procesos de hbeas data propio e impropio se resuelve de forma definitiva la
pretensin planteada.
4. Sin perjuicio de lo anterior, las diversas pretensiones que se pueden sustanciar
en el proceso de hbeas data (propio e impropio) tramitarn por una estructura idntica a la del amparo, cuya naturaleza es tambin contenciosa y sumaria.
5. De la descripcin de las etapas del procedimiento se puede apreciar que en
este predomina una bilateralidad atenuada, la sumariedad en el debate, y tiempos procesales acotados para la realizacin del procedimiento probatorio. En definitiva, la
profundizacin del anlisis de la presente cuestin desde el punto de vista del derecho
procesal pasa, fundamentalmente, por la utilizacin adecuada de los principios involucrados; a saber (bsicamente): debido proceso y tutela jurisdiccional efectiva.
348
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349
Palabras clave: proceso penal, sistema judicial, debido proceso legal, prueba en el proceso
penal, recurso de revisin, derecho indgena, justicia comunitaria, jurisprudencia comentada,
Bolivia.
ZUSAMMENFASSUNG
Die Rechtswirksamkeit und Geltung einer Gerichtsentscheidung, vor allem aber eines Antrags auf Revision
eines Urteils zu Gunsten des zu Unrecht Verurteilten, beruht ausschlielich auf der geordneten Darlegung
der rechlichen Argumentationskette der Gerichte, die einen Freispruch aussprechen. Damit ist sie die einzige Art und Weise, um dauerhafte Legitimitt zu erwerben und zum Garanten einer Rechtsordnung zu werden, die auf verfassungs- und prozessrechtlichen Prinzipien beruht, dank derer es mglich ist, einer Person
die ihr von Rechts wegen zustehende Freiheit zurckzugeben, nachdem sie ihr zu Unrecht entzogen wurde.
Eine intelligente Form der kommunitren Justiz, die in der Lage sein soll, die Kollektivrechte der ursprnglichen indigenen Landbevlkerung zu verteidigen, wird den Geltungsbereich ihrer Entscheidungen auf die
Grenzen ihrer althergebrachten, natrlichen Gebiete beschrnken mssen.
* Abogado y profesor de las universidades Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de
Chuquisaca. Fiscal general de la Repblica y abogado asistente de la Sala Penal y de la Presidencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin. Miembro de la Academia Boliviana de Estudios
Constitucionales. [email protected]
352
Keywords: criminal process, court system, due process of law, criminal law evidence, review
of judgment, indigenous rights, indigenous law, community justice, annotated jurisprudence,
Bolivia.
353
354
355
Por otra parte, es pertinente indicar que, de las ms de cincuenta acciones de revisin
que se hallan materializadas en la jurisprudencia penal estudiada, aproximadamente
356
un 90% han sido declaradas inadmisibles y el resto han sido objeto de resolucin de
fondo en sus formas tradicionales de Rechazo por improcedente y Anulando la sentencia directamente o disponiendo la realizacin de un nuevo juicio. Se advierte, asimismo, que los recurrentes que ms han solicitado la revisin de sentencia firme han
sido los condenados por delitos de trafico de sustancias controladas (en nmero de
6), seguidos por el despojo (5), falsedad material e ideolgica y uso de instrumento
falsificado (5), violacin agravada (4), giro de cheque en descubierto (3), estafa (3) y
estelionato (3).
Cabe hacer hincapi en el trmino adoptado por la jurisprudencia, en sentido de
que la nueva prueba tiene que se ser de reciente obtencin, es decir, totalmente desconocida por el tribunal del proceso y por el concernido. La cualidad asumida por
la doctrina de la jurisprudencia en el tema de la revisin habra que tomarla no en el
sentido restrictivo, sino en la direccin que reporte la acogida de mayores variantes
de pruebas bajo el concepto de nuevas. Verbigracia, entendemos que podra ser doblemente injusto que el condenado, sabiendo que es inocente, al interponer la revisin
fundamente que no cometi el delito atribuido y que la condena ha sido dictada por
el tribunal omitiendo la prueba determinante para su inocencia sin darle ningn valor. Prcticamente este sera el caso que podra interpretarse como una variante de
desconocimiento a pesar de haber sido ofrecida oportunamente en el proceso, puesto
que lo que interesa no es la fecha del calendario en que se obtiene la nueva prueba,
sino acreditar que esa prueba se mantuvo alejada del anlisis crtico, lgico y valorativo del juez o tribunal, sea por negligencia del condenado, por omisin involuntaria
del rgano jurisdiccional u otro elemento perturbador de tal intensidad que impidi
su valoracin acorde a la ley procesal, como sera valido admitir el recurso en caso
de indefensin absoluta y violacin de los derechos fundamentales del condenado.
Empero, son supuestos que precisan de un desarrollo legislativo futuro.
De manera conclusiva en este tema de reflexin, ms all del elemental derecho a la presuncin de inocencia y de la trascendencia de preservar el valor de la
justicia y la dignidad de la persona, que estn siempre despiertos y detrs de este
derecho, la prdida de la libertad y otros derechos no se justifica por el desacierto
del sistema jurdico, sino por la proverbial probidad que a tiempo se repone por
va de revisin.
357
358
Si reparamos en que los efectos de la sentencia son de ejecucin inmediata, conforme se lee del primer acpite del artculo 426 del Cdigo de Procedimiento Penal
(Cuando la sentencia sea absolutoria o declare la extincin de la pena, se ordenar
la inmediata libertad del injustamente condenado []), es claro que la medida debe
partir al instante y del tribunal que asumi el conocimiento y la decisin principal en
la revisin. A este respecto, es pertinente remitirse al contenido semntico del trmino inmediato: Que sucede de seguida sin tardanza, algo que debe ocurrir al instante,
sin interposicin de nadie.1 De ello se infiere que la inmediatez es condicin de lo
inmediato, que se interpreta como aquello que est prximo en el espacio, cercano en
el tiempo y de prontsima realizacin.
Si se cataloga a la libertad como uno de los bienes jurdicos de mayor resguardo e
importancia, probablemente resulte inadecuada la remisin para la ejecucin de los
efectos de la nueva sentencia, de manera especial el referido a la proteccin de la libertad y los derechos fundamentales. En efecto, la medida de remisin estara en contra
de la agilidad y la adaptabilidad de la norma procesal y, subsecuentemente, del principio de inmediatez. La simetra de lo esbozado alcanza su amplificacin justiciera en
la sentencia del Tribunal Constitucional SC 1646/2005-R, que indica librar en el acto el
respectivo mandamiento de libertad conforme a lo dispuesto por el artculo 129.7 del
Cdigo de Procedimiento Penal.
Por otra parte, lo que s debe preocupar es la cuestin referida a que el tribunal
de revisin ha preferido guardar silencio en el tema de la ficha de registro de antecedentes, por lo que de suyo se espera un desarrollo jurisprudencial en este orden.
Simplificando la cuestin, sera pertinente que el tribunal de revisin, al decidir la
anulacin de la sentencia condenatoria a favor del recurrente (condenado) por los delitos acusados, disponga con carcter de urgencia en forma explcita la supresin de la
ficha de registro de antecedentes penales al REJAP, a fin de que se proceda a cancelar
los datos penales que dejaron de ser tales por efecto de la sentencia de absolucin.
En el caso del nuevo juicio, el artculo 425 del Cdigo de Procedimiento Penal
determina:
Si se dispone la realizacin de un nuevo juicio, no podrn intervenir los mismos jueces que dictaron la sentencia. En el nuevo juicio, la sentencia no podr
fundarse en una nueva valoracin de la prueba que dio lugar a la sentencia anulada. El fallo que se dicte en el nuevo juicio no podr contener una sancin ms
grave que la impuesta en la primera instancia.
1
Guillermo Cabanellas y Luis Alcal-Zamora y Castillo: Diccionario enciclopdico de derecho usual, t.IV, Buenos Aires: Heliasta, 12.aed., 1979, p.731.
359
tribunal, sino para apreciar la nueva prueba que el recurrente haya ofrecido como de
carcter relevante y desconocida, y la que pudieran producir los acusadores.
El legislador parece haber redactado el artculo precedente en forma negativa; as
se infiere de la triple prohibicin que describe: 1)que no pueden intervenir los mismos jueces que pronunciaron la sentencia; 2)que la sentencia no podr fundarse en
una nueva valoracin de la prueba del proceso, y 3)que la sentencia que se dicte en
el nuevo juicio no podr imponer una sancin ms grave que la sentencia primera.
Generalmente, las normativas que utilizan la tcnica prohibitiva terminan afectando
los principios de igualdad y legalidad; por cuanto anteladamente se limita la amplia
libertad del juez en momento de tener que emitir la decisin final. Obviamente que
se justifica desde todo punto de vista la separacin de los jueces que tuvieron opinin
de fondo con anterioridad a la revisin, ya que en determinados casos podran verse
en dilemas jurdicos contradictorios que llevaran a interpretar sus actuaciones como
prevaricato.
El profesor Montero Aroca Juan, al calificar que la jurisdiccin por esencia es un
tercero imparcial, seala con claridad lo siguiente:
Los jueces y magistrados, al aplicar el Derecho objetivo en el caso concreto, no
persiguen el inters general; con su decisin en un asunto, no aspiran a trascender a fines distintos de la mera actuacin de la ley en el caso concreto.
360
En este enclave del tpico, y desde un punto de vista puramente formal, la pena es
la consecuencia jurdica esencial del delito entendido como comportamiento tpico,
antijurdico y culpable. Es decir que la pena se conmina y se impone, en su caso, en
atencin al hecho cometido, pero ha de aspirar a ser en todo caso til, y solo conseguir serlo si sirve a finalidades de prevencin. Asimismo, se destaca que la pena y su
aplicacin influyen en el comportamiento de los destinatarios de la norma intimidacin, eliminacin de la venganza privada, consolidacin de las convicciones ticas
generales, refuerzo del sentimiento de fidelidad al ordenamiento, resocializacin.
En este contexto explicativo, si la sentencia fuera condenatoria y pasada en autoridad de cosa juzgada, se abre la posibilidad al condenado de volver a presentar el
recurso de revisin, si existen marcadas dudas de que el tribunal haya incurrido en
manifiesto error judicial al condenarlo. Aparentemente este accionar generara una
cadena interminable de recursos, pero lo imposible de mantener a la vista del inters
social y pblico es la injusticia, con sus repercusiones negativas de orden psicolgico,
familiar, social, econmico, etctera.
361
362
Por otra parte, siguiendo la inspiracin de la doctrina del derecho comparado que
reconoce que la legitimidad de las decisiones judiciales depende del razonamiento
jurdico acorde a la Constitucin y la ley, el tribunal de revisin en su ltima jurisprudencia ha acuado:
Teniendo en cuenta que el recurso de revisin constituye un medio de ataque de la cosa juzgada que se fundamenta en razones de justicia, cuya finalidad
es rescindir sentencias condenatorias por causales contenidas en el Cdigo de
Procedimiento Penal, cuando existen elementos probatorios que demuestren la
injusticia de un fallo; [] Se rechaza por improcedente al no haberse probado la
causal invocada.
El repaso de la jurisprudencia penal de las salas penales del Tribunal Supremo permite descubrir su pensamiento sobre el valor de la justicia y el derecho de justicia del
condenado, en los casos en que resuelve anular la sentencia impugnada, conforme a
los fundamentos jurdicos siguientes:
[1.o] Si la nueva prueba acompaada a la solicitud de revisin el tribunal encuentra plenamente probada, justificada la causal invocada. Elementos de prueba
relevantes recin descubiertos, no pueden ser punibles ya que no acarrean ningn perjuicio contra el bien jurdico protegido por los tipos penales acusados.
363
El caso de revisin que motiv el fundamento objeto de inters tiene relacin con
la condena impuesta contra el recurrente por delito de lesin seguida de muerte de
una nia de escasos diez meses, en la que a criterio del tribunal el condenado, por
medio de apoderado legal, justific plenamente la causal prevista en el numeral 5 del
artculo 421 del Cdigo de Procedimiento Penal, que establece que procede la revisin
Cuando corresponda aplicar retroactivamente una ley penal ms benigna. El efecto
de la anulacin de la sentencia se tradujo en la reduccin de la pena impuesta de cinco
a cuatro aos de reclusin.
[4.o] Las dos sentencias resultan incompatibles entre s porque ambas tratan
iguales hechos producidos [] entre las mismas personas que se ofendieron recprocamente y actuaron como querellantes e imputadas simultneamente, atribuyndose la comisin de idnticos delitos y dando como resultados fallos distintos
y contradictorios dictados por separados por la misma juez.
364
A.V. que la confirma, de fecha 19 de marzo de 1993, No 304, dictado por la Sala
Penal Segunda de la Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz y dispone que
dicho juzgado ponga en libertad al recurrente Sr. E. M. C., siempre que no es
estuviere detenido por otras causas, nulidad de fallos judiciales que solo comprende a esta persona exclusivamente.
365
que prev el Cdigo de Procedimiento Penal ha dejado atrs y en el archivo las decisiones no fundamentadas, que afectaban al derecho de la presuncin de inocencia, el
debido proceso, la obligacin de los jueces y tribunales al imperio de la ley. Entendido
el acceso a la administracin de justicia y al recurso de revisin funcionalmente como
corresponde a su esencia, ciertamente que ampara la pretensin de que lo resuelto por
el tribunal se ejecute y cumpla a cabalidad.
El Tribunal Constitucional, en la STC 1523/04, del 28 de septiembre, ha establecido
como lnea jurisprudencial:
[] cuando un Juez omite la motivacin de una Resolucin, no solo suprime
una parte estructural de la misma, sino tambin en los hechos toma una decisin
arbitraria y dictatorial que vulnera de manera flagrante el citado derecho que
otorga a las partes saber el por qu de la parte dispositiva de un fallo o Resolucin
[] cada autoridad que dicte una Resolucin debe imprescindiblemente exponer los hechos y al margen de ello, la fundamentacin legal que sustenta la parte
dispositiva de la misma.
El tribunal de revisin ha tenido que suplir las deficiencias de las normas procesales para dar cabida al derecho sustancial del condenado, fijando el trmino de diez
das al Ministerio Pblico y al acusador particular para que, a partir de su legal notificacin con el auto de admisin contesten con fundamento el recurso, y en similar medida confiere el trmino de cinco das para que el juez de sentencia eleve el expediente
original al despacho del Tribunal Supremo.
Adquiere notable importancia la amplia libertad interpretativa del tribunal de revisin, que ha cambiado prcticamente el concepto restrictivo que se mantena en
el AS819, del 12 de diciembre de 1996, respecto a los efectos extensivos de la sentencia anulatoria en circunstancias en que solo uno de los condenados haya recurrido.
Efectivamente, al amparo de este criterio y en aplicacin del contenido del artculo 397
del Cdigo de Procedimiento Penal, el Tribunal, mediante el AS101, del 12 de febrero
de 2003, ha adoptado la doctrina siguiente:
Si bien el recurso ha sido interpuesto por H.A.Q.R., la naturaleza de la prueba acompaada y los efectos que esta acarrea para el fondo de la causa, opera
tambin a favor de su hermano Z.Q.R., dada que su situacin resulta idntica a
la del recurrente.
366
A este respecto el profesor Eduardo Cifuentes Muoz, en Acceso a la justicia y debido proceso en Colombia, manifest:
Esta forma de proceder pone a cubierto al juez contra cualquier sospecha de
arbitrariedad y, al mismo tiempo, le concede una amplia libertad interpretativa,
lo que evita que permanezca rgidamente sujeto al precedente.4
La parte resolutiva de la sentencia nueva que anula la condenatoria injusta y absuelve al recurrente por los delitos acusados tiene la precisin de ordenar la inmediata libertad del recurrente, siempre y cuando no estuviere detenido por otras causas,
mandamiento de libertad que no es expedido por el tribunal de revisin sino por
el juez o tribunal de sentencia. Ello en cierta forma le resta celeridad a la ejecucin
y produce una contradiccin con la lnea jurisprudencial asumida por el Tribunal
Constitucional, en el sentido de que corresponde al rgano jurisdiccional que la medida adoptada se materialice y sea cumplida a cabalidad, para lo cual y dentro de su
competencia plena debe librar el respectivo mandamiento en previsin de los artculos 129.7 y segunda parte del 428 del Cdigo de Procedimiento Penal.
La publicacin, en un medio de comunicacin de alcance nacional, de la parte
resolutiva de la sentencia que declar la absolucin del recurrente o extincin de la
pena tiene su base en la previsin de la ltima parte del artculo 426 del Cdigo de
Procedimiento Penal, de modo que, al ser imperativa la obligacin, el tribunal de
revisin deber consignar la orden de publicacin en cada una de sus resoluciones en
que le corresponda anular la sentencia condenatoria plenamente justificada de injusta.
Por otro lado, surge con nitidez la garanta que materializa el tribunal de revisin,
en consignar en la parte resolutiva del auto supremo que el rechazo por improcedente
del recurso deducido no le impide al condenado la interposicin de un nuevo recurso
por causales diferentes. Esta misma posicin favorable para el recurrente, que tiene su
asidero en el artculo 427 del Cdigo de Procedimiento Penal, se contempla de manera
expresa en la jurisprudencia que declara inadmisible el recurso de revisin, que para
mayor ilustracin se transcribe textualmente:
La medida jurisdiccional adoptada en los trminos de la parte resolutiva, de
ninguna manera limita el derecho del recurrente de poder intentar uno nuevo por
otras causales conforme establece el artculo 427 del Cdigo de Procedimiento
Penal.
367
Por ltimo, el Tribunal, refirindose a las acciones de revisin y al papel del Estado
como dispensador de justicia, para evitar declarar inadmisible el recurso de revisin
por no cumplir determinados requisitos formales, ha adoptado como medida para
hacer expedito el acceso a la justicia la providencia siguiente:
[] que el recurrente con carcter previo acompae y acredite las circunstancias de ejecutoria de la sentencia, bajo pena de inadmisibilidad del recurso, en el
plazo de cinco das computable a partir de su legal notificacin.
De relevante y oportuna se califica la decisin del Tribunal si esto contribuye a repudiar la denegacin de justicia, pues los requisitos de forma y de fondo consagrados
en los cdigos procesales se deben aplicar segn la premisa de que su sentido ltimo
es hacer efectivo el derecho sustancial.
Como valor aadido podra calificarse el progreso que ha tenido la jurisprudencia
en el valor de la libertad del injustamente condenado, al adoptar en una resolucin
de admisin del recurso la necesidad urgente de suspender la sentencia recurrida de
revisin, si por efecto de su apreciacin primaria considera fundado el recurso.5 Es
destacable la previsin del tribunal de revisin en este caso, en que se ve compelido de
asumir la medida, probablemente orientado a evitar en dichas circunstancias perjuicios mayores al condenado.
368
369
370
el trmite a aplicarse ser el contenido en los artculos 382 y siguientes del Cdigo de
Procedimiento Penal.
Merecen inmediatez y urgencia en este caso la rehabilitacin plena del ejercicio
de los derechos afectados como consecuencia de la condena injusta, el levantamiento
de las medidas de seguridad, la devolucin de los bienes incautados y/o confiscados
y los montos cancelados por concepto de sanciones econmicas. Estos derechos que
hacen a los efectos de la sentencia anulatoria, tienen que ser expresamente ordenados
en la parte resolutiva del auto supremo y de manera uniforme en las salas penales del
Tribunal Supremo, ya que en definitiva es la claridad y la forma explcita del contenido dispositivo la frmula ms adecuada para hacer cumplir y ejecutar lo resuelto. La
doctrina procesal penal del derecho comparado seala:
El tribunal se legitima no por el acervo de conocimiento de la ley y su aplicacin de procedimiento; sino por saber que su decisin ejecutoriada ha sido
cumplida con inmediatez y sin dilaciones injustificadas.
371
prueba, son de clara estirpe sancionatoria y por tanto no son ajenas a la revisin; mxime si existe un tribunal competente para tramitar y resolver el recurso.
Algo que no puede escapar nuestra atencin es lo referido a la obligacin que tiene el tribunal de revisin de disponer con carcter de inmediatez la publicacin de
la parte resolutiva de la sentencia que declar la absolucin o extincin de la pena
a favor del condenado recurrente en un medio de comunicacin social de alcance
nacional, en los trminos que seala la ltima parte del artculo 426 del Cdigo de
Procedimiento Penal, medida que deber ser insertada de forma explcita y uniforme
en los autos supremos que declaren la anulacin de la sentencia.
En situaciones en que se disponga la realizacin de un nuevo juicio, el tribunal
de revisin ha reconocido en su jurisprudencia que la garanta de la no reformatio
in peius no solo tiene cobija en el derecho penal, pues la prohibicin de reformar la
condena en perjuicio del recurrente no solamente es aplicable en materia penal, sino
que se extiende a otras ramas del derecho y se hace exigible en las actuaciones administrativas y fundamentalmente disciplinarias, las cuales claramente son de ndole
sancionatoria y, por tanto, son cobijadas bajo el paraguas de esta garanta.
La extensin de los efectos de la sentencia de absolucin a favor del condenado que
no hubiere recurrido de revisin por descuido, negligencia, carencia de recursos u
otro factor, reconocida en el AS101, del 12 de febrero de 2003, merece destacarse como
producto de una interpretacin cabal del artculo 397 del Cdigo de Procedimiento
Penal, que establece:
Cuando en una causa existan coimputados, el recurso interpuesto por uno de
ellos, favorecer a los dems, a menos que los motivos en que se base sean exclusivamente personales.
372
373
374
Ello explica de la vigencia de tratamientos diferenciados en la solucin de los conflictos del pueblo Tacana.
6
Defensor del Pueblo: Sistema jurdico de los pueblos indgenas amaznicos de Bolivia, La
Paz, 2008, p.20.
375
Referencias bibliogrficas
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Constitucional y Precedentes Obligatorios en Derechoi Procesal Penal, t.II, Sucre:
Tupaj Katari, 2008.
Keywords: human rights, fundamental rights, constitutional process, due process of law,
Argentina.
* Abogado por la Universidad Nacional de Crdoba. Profesor de Derecho Constitucional en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Catlica de Crdoba y de Derecho
Procesal Constitucional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Crdoba. <[email protected]>
** A Carola, Alfonsina y Genaro, que me estimulan con su apoyo.
378
EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
1. Introduccin
La rica y constante evolucin de los derechos humanos en Latinoamrica ha aparejado
no solo la creacin de nuevos institutos procesales destinados a su proteccin, sino la
actualizacin, la puesta en funcionamiento, la reformulacin y la revalorizacin de
aquellos que haban quedado en la indiferencia.
Estas herramientas procesales se ubican en su mayora en el mbito interno de
cada pas (amparo, hbeas corpus, recurso de proteccin, etctera); sin embargo, es
necesario recordar que estos derechos no han encontrado mecanismos de proteccin
suficiente en la esfera interna, lo que ha derivado en la creacin de herramientas supranacionales destinadas a completar su resguardo y defensa. Ello se evidencia en el
hecho de que, cuando un individuo debe recurrir a un sistema de proteccin internacional para exigir el respeto de sus derechos humanos, queda reflejado el fracaso de
los mecanismos jurisdiccionales internos para dar una adecuada respuesta.
Este escenario ha provocado la puesta en marcha de un derecho procesal destinado
a satisfacer el restablecimiento de los derechos fundamentales cuando estos se ven de
alguna manera lesionados o amenazados.
En este contexto, a lo largo del presente artculo pretendemos determinar si existe
una rama jurdica especfica ocupada de dicha labor, si conlleva ventajas su existencia
como disciplina y si no est absorbida por el derecho procesal constitucional de los
distintos estados latinoamericanos.
Por esto, creemos pertinente tomar como punto de partida el contenido y el alcance del derecho procesal constitucional latinoamericano.
379
humanos all establecidos y los consagrados por los instrumentos internacionales, tales como la accin de amparo, de hbeas corpus, de hbeas data,
etctera. Estos institutos pueden adoptar otras denominaciones segn los
ordenamientos jurdicos propios de los estados.
b. Derecho procesal constitucional orgnico o jurisdiccin constitucional orgnica, que se encarga de estudiar los mecanismos y procedimientos para la
proteccin directa de las disposiciones y los principios constitucionales que
consagran las atribuciones y competencias constitucionales de los distintos
rganos de poder, donde se ubica el control judicial de constitucionalidad de
las normas.
c. Derecho procesal constitucional transnacional o jurisdiccin constitucional
transnacional, que se ocupa de estudiar las regulaciones internacionales que
disponen la creacin de rganos supranacionales de proteccin de los derechos humanos, con competencia determinada, con procedimientos precisos
y con la determinacin de efectos jurdicos de sus decisiones.
Asimismo, otra posicin, sostenida por autores como Eduardo Ferrer Mac-Gregor
y Vctor Bazn,2 incorpora a esta triloga clsica del contenido y alcance del derecho
procesal constitucional un nuevo e importante sector:
d. Derecho procesal constitucional local, dedicado al anlisis de los distintos
instrumentos encaminados a proteger no solo la Constitucin nacional o federal, sino tambin las constituciones o estatutos de los estados, provincias o
comunidades autnomas de los pases con estructura constitutiva compleja
(federal, regional, etctera).
Sin embargo, el distinguido tratadista Nstor Sags, a la hora de pensar en el contenido del derecho procesal constitucional, destaca su integracin por dos elementos
claves: la magistratura constitucional y los procesos constitucionales.3
Por otra parte, en un sentido opuesto al enunciado por las dos primeras posiciones,
este destacado autor deja entrever la divisin existente entre el derecho procesal constitucional, encargado de afirmar la supremaca constitucional nacional, y el derecho
procesal transnacional, que atiende los procesos que se diligencian ante la magistratura internacional, incluyendo el de su ejecucin en los mbitos estatales internos.
2
Eduardo Ferrer Mac-Gregor: El derecho procesal constitucional como disciplina jurdica
autnoma, en Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2006, Montevideo: Fundacin
Konrad Adenauer, 2006, pp. 363-364; Vctor Bazn: Derecho procesal constitucional: Estado
de avance, retos y prospectiva de la disciplina, en La Ley, 2007-E, 799 (Derecho constitucional,
Doctrinas esenciales), t.IV, p.461.
3
Nstor P. Sags: Derecho procesal constitucional, t.I, Buenos Aires: Astrea, 4.a ed. actualizada y ampliada, 1.areimp., 2002, p.8.
380
EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
4
Nstor P. Sags: Derecho procesal constitucional. Logros y obstculos, en Julio B. J.
Maier (dir.): Estudios de derecho procesal constitucional, t.IV, Buenos Aires: Fundacin Konrad
Adenauer y Ad Hoc, 2006, p.247.
5
Ibdem, pp.248-252.
381
internacional,6 mientras que otros, como Alcal Zamora y Castillo, la designan como
derecho procesal relativo a los derechos humanos, indicando que custodia los mismos
derechos que abarca cualquier juicio en el mbito interno de un pas, pero que opera
fuera de las fronteras nacionales.7
En este entendido, es preciso aclarar que quiz esta ltima denominacin coincida
de alguna manera con la que aqu proponemos como objeto de estudio, aunque es
preciso reparar en que, conforme se ver, las conclusiones a las que arribaremos van a
sealar diferencias radicales con la concepcin de Alcal Zamora y Castillo.
El derecho procesal transnacional o supranacional implica el trmite ante un rgano jurisdiccional internacional como la Corte Interamericana, que conlleva el ejercicio del derecho de accin, con similares caractersticas aunque tambin con diferencias a las del que se lleva a cabo ante los tribunales locales; es decir, tiene grandes
similitudes con el derecho procesal interno y algunos rasgos diversos.8
En su contenido, podemos reconocer dos sectores:
a. Por un lado, el que se ocupa del estudio sistemtico de los mecanismos
procesales encargados de la proteccin de los derechos reconocidos en
los instrumentos internacionales de derechos humanos. En lo que hace a
nuestras latitudes, podemos destacar los procedimientos llevados a cabo
ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
b. Por otro, decimos que se ocupa del anlisis de los tribunales supranacionales
como organismos especializados en la tarea de conocer, interpretar y aplicar
las normas que se extraen de los instrumentos internacionales de derechos
humanos. Forma parte de este sector el estudio del funcionamiento y la estructuracin de la magistratura transnacional.
382
EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
Queremos demostrar ahora que existe la posibilidad de considerar una nueva disciplina capaz de abarcar todos los institutos procesales encargados de la proteccin de
los derechos humanos, sin distinguir si pertenecen a la esfera interna o supranacional
a la hora de su inclusin en esta rama.
Sin lugar a dudas, estamos haciendo alusin al derecho procesal de los derechos humanos, que podemos definir como la disciplina jurdica que estudia y regula el conjunto de normas referentes a los requisitos, contenidos y efectos de los procesos destinados
a la proteccin de los derechos humanos.
Es decir, se trata de un rea del derecho que tiene por objeto el estudio de todos
los procesos protectorios de los derechos humanos de un pas, incluidos aquellos del
orden internacional al que ese Estado haya adherido.
En Argentina, por ejemplo, este tendra la siguiente composicin:
a. El amparo general o clsico, que es la garanta encargada de defender la amplia gama de derechos individuales, con excepcin del derecho a la libertad
fsica, a cargo del hbeas corpus (artculo 43 de la CN, primer prrafo). Se
trata de una accin procesal expedita y rpida que se interpone ante los tribunales locales en contra de la Administracin Pblica o de particulares
que hayan sido los autores de actos u omisiones manifiestamente ilegales o
arbitrarios, violatorios de los derechos humanos del actor.
b. El amparo colectivo, que se diferencia del anterior por cuanto opera con eficacia jurisdiccional en los casos en los que, por cualquier motivo, la decisin
que se adopte incide en un conjunto humano.9 Es decir, se trata de una accin
que tiene como objeto la proteccin de los llamados derechos de incidencia
colectiva o intereses difusos, como es el caso de los derechos ambientales (artculo 43 de la CN, segundo prrafo). En esta figura procesal se destaca una
ampliacin de la legitimacin activa, ya que abarca, adems del afectado, a
las asociaciones civiles que persigan la proteccin de estos derechos y a la
institucin del Defensor del Pueblo, rgano de vital relevancia en el derecho procesal de los derechos humanos argentino debido a su eficacia para
proteger los derechos humanos contra las transgresiones que provienen de
actos de la Administracin Pblica. La Constitucin argentina le confiere el
carcter de rgano independiente, con plena autonoma funcional, que no
recibe instrucciones de ninguna autoridad y goza de legitimacin procesal
para actuar en juicios. El artculo 86 de la Constitucin Nacional establece
su misin al disponer que es la defensa y proteccin de los derechos humanos y dems derechos, garantas e intereses tutelados por la Constitucin y
las leyes, ante hechos, actos u omisiones de la Administracin; y el control
del ejercicio de las funciones administrativas pblicas.
383
384
EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
385
5. Disciplina autnoma?
La autonoma de esta parcela del saber va a depender, sin lugar a dudas, del tratamiento que reciba en cada estado.
Seguramente, la discusin puede enfocarse en si se trata de una disciplina que se
encuentra absorbida por el derecho procesal constitucional de cada pas o bien por el
derecho procesal internacional de los derechos humanos.
Por supuesto que no es materia de anlisis en este artculo determinar si son o no
autnomas estas dos ltimas reas del mundo jurdico, pero nos anticipamos a decir
que, en principio, el derecho procesal internacional se queda corto para atender a
todos los asuntos que describimos como parte del derecho procesal de los derechos
humanos, puesto que su alcance no le permite hacer frente a los mecanismos internos
de cada estado.
En lo que respecta al derecho procesal constitucional, nos animamos a decir que,
en los pases en que el sistema de proteccin internacional al cual adhieren tiene rango
constitucional, la disciplina propuesta en principio va a quedar inmersa en el derecho procesal constitucional. En cambio, en aquellos estados en los cuales la tutela
internacional no tenga la jerarqua constitucional aludida, el derecho procesal de los
derechos humanos ser ms amplio que el procesal constitucional, ya que este ltimo
solo alcanzar a los procesos internos.
En este contexto, ser en los pases en los que el sistema internacional no tiene
jerarqua constitucional donde la rama del derecho propuesta va a adquirir gran relevancia y real dimensin, lo que nos lleva a sostener, en estos casos, su autonoma
cientfica.
19
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EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
Cabe advertir que en modo alguno sostener tal autonoma nos lleva considerarla
desconectada del derecho procesal constitucional, del derecho procesal internacional
e incluso del derecho procesal y del derecho constitucional. Por el contrario, se nutre
constantemente de tales reas esenciales del mundo jurdico y constantemente interacta con ellas.
Por otra parte, la circunstancia de que en determinados estados el sistema de proteccin supranacional haya adquirido jerarqua constitucional (verbigracia, Argentina)
no es obstculo para reconocer la existencia del derecho procesal de los derechos humanos en ellos, el cual seguramente integrar el derecho procesal constitucional. Sin
embargo, su tratamiento diferenciado en determinados aspectos puede presentar las
mismas ventajas que en aquellos pases en los que se propicia su autonoma.
7. Conclusin
La misin del derecho procesal de los derechos humanos es muy significativa y probablemente prioritaria respecto de otras disciplinas del derecho. Nos hemos limitado
aqu a enfocar algunos de sus aspectos y perfi les, tratando de delimitar el objeto de
387
estudio de una especialidad en trnsito hacia la configuracin de su identidad definitiva, que le permita coexistir sin dificultades con el derecho procesal constitucional y
con el derecho procesal internacional de los derechos humanos.
Se trata de una disciplina en gran medida por hacer, que convoca a los estudiosos
de los mecanismos de defensa de los derechos humanos a inmiscuirse en su desarrollo.
En este sentido, sin pretensiones desmedidas y generando con seguridad ms dudas que certezas y ms interrogantes que respuestas, solo hemos procurado presentar,
con el debido respeto por quienes opinan distinto, un aporte que nos lleve a un campo
de estudio tan multifactico como trascendente.
Como dice Sags, los disensos iniciales infaltables en toda disciplina en formacin pueden generar, positivamente, hondos replanteos en una temtica singularmente dinmica, fluida, tremendamente importante y, en muchos aspectos,
novedosa.20
Bibliografa
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Sags, Nstor P.: Derecho procesal constitucional, t.I, Buenos Aires: Astrea, 4.a ed.
actualizada y ampliada, 1.areimp., 2002.
Nstor P. Sags: Derecho procesal constitucional y jurisdiccin constitucional, en La Ley
1981-C, 865 (Derecho constitucional. Doctrinas esenciales), t.IV, p.263. Aqu el autor se refiere a
la disciplina del derecho procesal constitucional.
20
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EL DERECHO PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, UNA NUEVA DISCIPLINA? / LUCAS L. MORONI ROMERO
Palabras clave: control de constitucionalidad, debido proceso legal, jerarqua de las normas,
sentencia arbitraria, cosa juzgada, derechos sociales, Argentina.
ZUSAMMENFASSUNG
Mit dieser Arbeit sollen die Bedeutung und der Stellenwert von sozialen Grundrechten als realer Grundlage
effektiver und fairer Verteilungsgerechtigkeit hervorgehoben werden. Es geht darum zu vermeiden,
dass einige Gleiche gleicher sind als andere, und zwar als Folge von Urteilen, die soziale Grundrechte
und damit soziale Menschenrechte verletzen, ohne ber die erforderliche Rechtsgrundlage zu verfgen und ohne den Grundsatz des Schutzprinzips zu bercksichtigen. Die Folge sind Willkrakte, die nichtig
und mit einem Legimittsverlust verbunden sind. Daraus ergibt sich folgendes Dilemma: Ist es mglich,
im Bereich der sozialen Grundrechte die Revision einer nichtigen rechtskrftigen Entscheidung zu betreiben und das Vermgen der Betroffenen (Arbeitnehmer, Rentner, ffentliche und private Angestellte usw.)
wieder herzustellen? Oder ergibt sich daraus eine so schwere Verletzung der Rechtssicherheit durch das
Gerichtssystem, dass es unter dem Aspekt der sozialen Stabilitt vorzuziehen ist, die Sicherheit der Autoritt
von rechtswirksamen Entscheidungen nicht aufzugeben?
* Abogado, profesor de derecho procesal constitucional de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Crdoba, Argentina. [email protected]
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LA VIOLACIN DEL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA... / MARCELO GIL
Keywords: constitutionality control, due process of law, rule hierarchy, arbitrary judgment, res
judicata, social rights, Argentina.
1. Introduccin
El recurso extraordinario federal por sentencia arbitraria (en adelante REF) fue producto, en Argentina, de la labor creadora y pretoriana de nuestro mximo tribunal,
que en 1909 introdujo la nueva causal, por sentencia arbitraria, que hasta entonces se
haba limitado a los tres supuestos reglados en 1863, a travs del artculo 14 de la ley 48.
El sistema cerrado inicial empez a expandirse como consecuencia de la realidad
jurdico-social del pas, captada por la labor de activismo judicial de la Corte Suprema
de Justicia de la Nacin (en adelante CS). Esta fue discutida, sobre todo desde los sectores ms conservadores del pensamiento jurdico argentino, que se basan en un positivismo o excesivo rigor formal que limita la labor del juez a aplicar la ley como si
all se agotaran las fuentes del derecho y la supremaca constitucional fuera un simple
enunciado, mientras reserva la labor creadora del derecho como funcin exclusiva
del legislador.
La justicia, a travs de los fallos ejemplares de la CS, recuper su funcin esencial
de aplicar todo el derecho, comenzando por la Ley Suprema, y en funcin de ello fue
creando en cada caso concreto nuevos conceptos de derecho que, por su ejemplaridad,
provocaron seguimiento. Ello dio lugar a una extensa jurisprudencia que en ms de
una ocasin fue fuente de inspiracin del legislador para la sancin de nuevas reglamentaciones legales o reformas de la existente.
La elaboracin doctrinaria de la causal que nos ocupa es uno de los principales
logros de la CS, y est a punto de cumplir un siglo sin que haya recibido reglamentacin legal, pese a ser la causal ms utilizada por los litigantes para lograr el debido
control de constitucionalidad y reestablecer el derecho a la defensa en juicio, a travs
del debido proceso y la obtencin de una sentencia fundada razonablemente en la ley.
391
Es la ineficacia de los recursos extraordinarios locales (casacin e inconstitucionalidad provincial) lo que ha provocado la inobservancia o la errnea aplicacin de la
ley procesal y sustantiva, dejando inclumes sentencias arbitrarias que, en definitiva,
debieron ser anuladas por la CS, ya que la arbitrariedad es signo inequvoco de inconstitucionalidad y, como tal, bien puede encuadrar como una cuestin de inconstitucionalidad en el artculo 14.2 de la ley 48 y, en ltima instancia, como una nueva
causal de origen pretoriano de la CS, cuando la arbitrariedad se produce por violacin
de las reglas de la sana crtica racional.
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LA VIOLACIN DEL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA... / MARCELO GIL
Por ello afirmamos que nos encontramos en presencia del mbito excepcional del
REF, por el motivo de haberse dictado una sentencia arbitraria, lo que en definitiva es
inconstitucional, por haberse violado reglas procesales que hacen al debido proceso
(como la violacin de los principios de la sana crtica racional en el modo de apreciar
la prueba, que siempre es sobre hechos), o por apartarse de las constancias objetivas de
la causa, o porque la arbitrariedad se cometi al interpretar y aplicar la ley sustantiva.
Por ello, el mbito de accin del recurso extraordinario se expande hacia motivos o
causales de casacin que no han sido subsanados a travs del sistema recursivo local,
razn por la cual es revisable el fallo por la CS, que siempre ser el intrprete final
de la Constitucin Nacional, en resguardo del debido proceso y la defensa en juicio
(artculo 18 CN).
393
el sentido de que no solo es imposible, sino que sera intil, alcanzar una definicin
lo suficientemente global, abarcadora, completa y autosuficiente que agrupe todas las
caractersticas multidimensionales del fenmeno jurdico conocido como de sentencia arbitraria, aunque difiero en orden a los fundamentos que conducen a tamaa
conclusin.
En la gnesis de las dificultades en que se ha visto la doctrina para alcanzar una definicin de sentencia arbitraria, se encuentran coincidencias absolutas con las dificultades que tuvieron que enfrentar los filsofos del derecho para lograr una definicin
de la palabra derecho. En este aspecto, seguir las enseanzas del filsofo del derecho
H. L. A. Hart,4 quien, cuando intentaba explicar esas dificultades, manifestaba que la
palabra derecho adolece de tres dificultades propias del lenguaje natural: vaguedad,
ambigedad y carga emotiva. Dichos inconvenientes se constituan en verdaderos
obstculos a la hora de encontrar una definicin de la palabra, y nos enseaba que,
ms que buscar una definicin, lo que debemos hacer es descubrir los criterios de uso
de esa palabra.
Con la palabra arbitrariedad sucede exactamente lo mismo, y esta es la raz de las
dificultades habituales cuando procuramos definirla, con el agravante de que quiz
arbitrariedad tiene mayor carga emotiva que derecho. Es ms, segn el Dr. Carri,
cuando el mximo tribunal argentino declara procedente un REF por sentencia arbitraria, lo que hace es esgrimir una funcin descalificadora de la sentencia, por contener arbitrariedades cometidas por el juzgador que no son derivacin razonada de las
circunstancias objetivas de la causa ni del derecho vigente. Entonces, lo que se debe
intentar en este punto, siguiendo a Hart, es descubrir los criterios de uso lingsticos
del trmino y su sentido jurdico, que utilizan los ministros de la CS para individualizar o singularizar la arbitrariedad verificada en el caso concreto resuelto.
En forma muy atinada y precisa dice el Dr. Carri:
La arbitrariedad como materia estrictamente excepcional del recurso extraordinario no consiste en la mera disconformidad con la interpretacin que
hacen los tribunales de justicia de las leyes que aplican y en tanto no exceden las
facultades de apreciacin de los hechos y del derecho que son propias de su funcin (fallo 234:157) y cuyo acierto o error no incumbe a esta corte revisar (fallos
234:743; 237:142).
En este sentido, desde antiguo la CS ha sealado, como exigencia formal, que las
decisiones de los jueces deben contener motivacin y fundamentacin suficientes,
cuya carencia no solo determina un vicio de naturaleza procesal, sino una verdadera
trasgresin constitucional al derecho a la defensa en juicio y a la garanta del debido
proceso. Como motivacin se ha entendido la relacin y derivacin razonada de los
hechos invocados y comprobados de la causa; y como fundamentacin, la derivacin
razonada de la aplicacin del derecho vigente, en forma congruente con la accin y las
4
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LA VIOLACIN DEL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA... / MARCELO GIL
pretensiones esgrimidas por las partes. Se debe respetar la traba de la litis y la consideracin de las pruebas decisivas para la solucin del litigio. Segn reiterada jurisprudencia de la CS, el REF no tiene por objeto corregir pronunciamientos equivocados.
Su procedencia requiere un apartamiento de la solucin normativa prevista para el
caso o una absoluta falta de fundamentacin. Si as no fuera, la CS se transformara
en un simple tribunal de apelacin de todas las sentencias provinciales y federales, lo
que significara el colapso funcional de la CS.
Por dichas razones, el criterio para descalificar una sentencia por arbitraria es eminentemente casustico, y la CS solo lo puede llevar a cabo en el caso concreto. Para
dicha labor resulta valiosa, a ttulo ilustrativo, la clasificacin de las causales de arbitrariedad que desarrollan los autores con distintos criterios, pero teniendo en comn
que no agotan la enunciacin de todos los supuestos y que se basan en la jurisprudencia que ha ido elaborando la CS.
En tal sentido, se destaca la clasificacin que hace el Dr. Carri5 a la cual nos
remitimos, quien reconoce que las distintas categoras que analiza no son ntidas,
sino que existen zonas de penumbra e imbricaciones entre ellas.6 Para los casos que
este autor no menciona, seguimos la nocin general de arbitrariedad, que se configura
cuando un fallo no deriva razonadamente del derecho vigente, segn las circunstancias comprobadas de la causa.
Entre las clasificaciones ensayadas por otros autores, podemos citar la que hace
Fiorini, quien menciona tres especies: sentencias que prescinden de los contenidos
esenciales del litigio, sentencias que alteran o sustituyen tales contenidos esenciales y
sentencias contradictorias.7
Sags las divide en arbitrariedades fcticas, normativas y concurrentes, y a su vez
subdivide las dos primeras.8
Palacio9 y Guastavino10 prefieren examinar las causales principales y ms frecuentes de arbitrariedad, sin pretender una clasificacin que comprenda todos los casos
posibles.
395
la Constitucin Nacional como ley suprema, nica norma que otorga validez a todo el
sistema. En aquella poca la discusin estaba marcada por el monismo contra el dualismo o, si se quiere, el conflicto de supremaca entre el derecho interno y el derecho
internacional.
En una primera poca la doctrina pacfica de la CSJN, en orden a la aplicacin
del artculo 31 constitucional, se inclinaba por interpretarlo en forma literal, es decir:
primero la Constitucin, en segundo lugar las leyes dictadas por el Congreso de la
Nacin y por ltimo los tratados internacionales. Dicha interpretacin permaneci
invariable hasta que en 1992 la Corte Suprema de Justicia dict el fallo Ekmekdjian c/
Sofovich, en el que hizo prevalecer el derecho internacional sobre el derecho interno
al declarar operativa la clusula del Pacto de San Jos de Costa Rica que estableca el
derecho de rplica.
Este antecedente llev a los constituyentes de 1994 a introducir un cambio fundamental en el ordenamiento jurdico argentino con la incorporacin del artculo
75.22. El nuevo orden jerrquico normativo que resulta de este artculo, al decir del
Dr. Ricardo Haro, ha dejado de ser una pirmide para transformarse en un trapecio,
en cuyo segmento superior se encuentran la CN y los tratados de derechos humanos
incorporados al texto constitucional, a los que se otorga igual jerarqua normativa,
pero que no derogan artculo alguno de la CN y se consideran complementarios de las
declaraciones, derechos y garantas que esta reconoce.
En un segundo nivel de jerarqua se encuentran los tratados internacionales de
integracin, los simples tratados, los acuerdos internacionales y concordatos con la
Santa Sede, es decir, aquellos que no estn incorporados al texto de la Constitucin,
pero que por expresa disposicin del constituyente de 1994 tienen jerarqua supralegal.
Y en un tercer escaln se ubican las leyes dictadas por el Congreso de la Nacin y los
tratados provinciales internacionales con conocimiento del Congreso de la Nacin.
El sistema de jerarqua constitucional ha sufrido, pues, un agregado importante
al conceder jerarqua constitucional a los tratados de derechos humanos; en especial,
aquellos que consagran las conquistas sociales de la clase trabajadora constituyen
el principal elemento que tomo en cuenta para esta publicacin. Por consiguiente, si
la Corte Suprema de Justicia de la Nacin o los tribunales inferiores desconocieran la
supremaca de los derechos sociales y humanos de raigambre constitucional, estaran
dictando sentencias inconstitucionales, que no respectan la jerarqua reconocida por
el artculo 75.22 de la CN, en funcin del artculo 31 de la Ley Fundamental.
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LA VIOLACIN DEL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA... / MARCELO GIL
CN, aunque la legislacin ya haba receptado desde 1905 numerosos derechos sociales,
con encuadre en el bienestar general y en la llamada clusula del progreso (entonces
artculo 67.11, hoy 75.18 de la CN). Con respecto a todos ellos rige el principio de progresividad, de modo que no se puede retroceder a viejas pocas de desconocimiento
de dichos derechos en pro de lites o grupos dominantes.
Entre los tratados de derechos humanos a los que se reconoce jerarqua normativa constitucional en la reforma de 1994 (artculo 75.22) se encuentran la Declaracin
Americana de Derechos y Deberes del Hombre, la Declaracin Universal de los
Derechos Humanos, la Convencin Americana sobre los Derechos Humanos y el
Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales, entre otros. Estos
instrumentos reconocen derechos sociales, como el derecho a una retribucin justa,
condiciones dignas y equitativas de labor, proteccin contra el despido arbitrario, estabilidad del empleado pblico, jubilaciones y pensiones mviles, etctera. Entonces, y
dado el estado actual de evolucin del derecho internacional de los derechos humanos
en Argentina y en toda Amrica Latina, qu sucede con las sentencias dictadas por
la CSJN y tribunales inferiores que han desconocido la operatividad de los derechos
sociales despus de 1994? Sern revisables y declaradas nulas, o quedarn como especies de arbitrariedades que hay que tolerar por la teora consecuencial?
Todos los derechos humanos gozan de jerarqua normativa constitucional, sin que
se fije ningn orden entre ellos ni ninguna exclusin que autorice a dispensar mayor
proteccin a ciertos derechos humanos en desmedro de otros. Todos los derechos humanos deben gozar de igual sistema protectorio.
En consecuencia, si el principio de cosa juzgada reconoce como limitacin el respeto y la operatividad de los derechos humanos plasmados en instrumentos internacionales, y si adems existen elementales necesidades de hacer prevalecer la justicia
y la equidad, se debera pensar en articular un recurso de revisin por cosa juzgada
rrita que tenga por objetivo subsanar la violacin de los derechos sociales mediante
sentencias judiciales.
Surge as un nuevo cuestionamiento al cierre ptreo que significaba la cosa juzgada, que genera hasta una nueva denominacin, contradictoria en el concepto al tradicional de cosa juzgada (como perfeccin): la cosa juzgada rrita (como imperfeccin).11
Ello apareja el dilema de cmo mantener la confianza en el sistema a pesar de su revisin y debilitar la desconfianza basada en la falibilidad y la frustracin del fin jurisdiccional. Por otro lado y simultneamente, se impone la defensa abstracta de la confiabilidad, asumiendo que la situacin de cosa juzgada rrita, si existe, se revertir para
mostrar la justicia del sistema (el dilema es sustancial en la teora de los sistemas).12
El REF no se articul para desbaratar la cosa juzgada rrita, sino para eliminar
un obstculo al descubrimiento de la verdad real, a tal punto que solo hubo cosa no
juzgada, por especial deferencia con el actuar del poder poltico.
11
Invlido, nulo, sin fuerza ni obligacin, Real Academia Espaola: Diccionario de la lengua
espaola, 21.aed., 1992, p.1191. H. Hitters: Revisin de la cosa juzgada, La Plata: Platense, 2001.
12
Duncan Kennedy: Libertad y restriccin en la decisin judicial, Bogot: Siglo del Hombre,
1985; Pierre Bourdieu y Gunther Teubner: La fuerza del derecho, Bogot: Siglo del Hombre, 1987.
397
As, resulta lgico concluir que, por elementales razones de justicia, se puede revisar la constitucionalidad de los fallos dictados por la misma CS durante la dcada del
noventa, que con otra integracin cercen las garantas constitucionales que hacen a
la proteccin de los derechos sociales, como aconteci con los fallos que desconocieron
la estabilidad propia del empleado pblico (transformndola en una estabilidad impropia), las que convalidaron la constitucionalidad de la Ley de Riesgos 24557 (como el
caso Gorosito o el caso Gangi [del TSJ de Crdoba] y tantos otros que los siguieron con
igual sentido, provocando la nulidad de fallos de rganos judiciales de menor jerarqua que haban respetado la supremaca constitucional de los derechos sociales), los
que menoscabaron los derechos de los jubilados a obtener una jubilacin mvil como
manda el artculo 14bis, etctera.
Normando Amaya: Medios de impugnacin de la cosa juzgada, Crdoba: UNC, 1972, p.3.
398
LA VIOLACIN DEL PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ARGENTINA... / MARCELO GIL
Mariano F. J. Arbons, profesor consultor de Derecho Procesal en la UNC, distingue la condicin rrita (defectos formales) de la iniquidad (agravio sustancial), y al
respecto se pregunta:
Una sentencia adquiere la condicin de cosa juzgada por el solo hecho de
haber sido precedida de un proceso formalmente correcto? O bien un proceso
formalmente correcto constituye suficiente fundamento para otorgar a la sentencia con la que culmina autoridad y eficacia de cosa juzgada?
14
15
Eduardo Garca Maynez: Lgica del juicio jurdico, Mxico: FCE, 1955, p.138.
Amaya: o. cit., p.5.
400
402
ABSTRACT
The purpose of this paper is to highlight the importance of the Venezuelan constituent process of 1999
to understand the evolution of institutionality in the country up to present times. The propensity to unrestricted exercise of power and the unilateral use of institutional spheres marked future developments.
A significant factor in this context was the transitional system poorly designed and spuriously approved
by the National Constituent Assembly. This political-constituent lever has also found an essential fulcrum
in the constitutional jurisdiction. In line with the discussion of these national facts, general theoreticalconstitutional issues are addressed.
1. Introduccin
El propsito de este trabajo es poner de manifiesto que la evolucin que ha tenido el
sistema poltico venezolano desde 1999 no podra entenderse sin tener en consideracin el proceso constituyente de ese ao. Ello es adems imprescindible para comprender la posicin que ha ocupado la Constitucin en el ordenamiento jurdico y el
papel que ha jugado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. De lo
dicho se desprende que este trabajo tambin pondr de relieve la conexin existente
entre los tres conceptos y elementos constitucionales mencionados: el proceso constituyente, la Constitucin y la justicia constitucional.
Anticipando las conclusiones del estudio podemos decir que la reducida eficacia de la Constitucin en la orientacin de la dinmica poltica e institucional del
pas es correlativa a la enormidad de los poderes ejercidos por la Asamblea Nacional
Constituyente de 1999 y al tratamiento dado a la transicin constitucional. No estamos afirmando que esta es la nica ni la principal causa para explicar las desviaciones
constitucionales que desde entonces se han producido; solo sostenemos que ha sido
un importante factor concurrente. A la vez, el uso dado a tales poderes se ha visto
reflejado en la funcin cumplida por la Sala Constitucional, como veremos.
403
la vida de los respectivos partidos a una lite, cuando no al mximo lder de cada
organizacin (cogollocracia), aunada al bloqueo del relevo poltico y generacional,
condujo al anquilosamiento de esos partidos, lo cual inevitablemente trascendi a la
institucionalidad democrtica, que en buena medida estaba supeditada a sus dictados,
incluso en esferas que deban resultarles ajenas, como el Poder Judicial. La descomposicin institucional afect sobre todo al Congreso de la Repblica, al ser normalmente
el parlamento u rgano representativo-legislativo nacional el que ms sufre las consecuencias de las crisis de las democracias. Desde la sociedad se reclamaba con razn
una mayor participacin, y era visible el abandono de sectores vulnerables que en su
da haban inspirado programas y acciones partidistas, los cuales llegaron a traducirse
en significativos logros que no encontraron a tiempo una reproduccin.
La necesidad del cambio poltico y de reformas institucionales era innegable. La
Comisin Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE) haba sealado un camino que solo fue seguido parcialmente, cuyos frutos fueron palpables en el mbito de
la descentralizacin poltica. La reforma poltica fue sin embargo tmida, por un lado,
y, por otro, no estuvo acompaada de programas sociales que al menos frenaran la
exclusin. Por el contrario, los planes neoliberales aplicados en 1989 profundizaron la
brecha que se estaba abriendo entre el pueblo y los gobernantes.
Escapara a los fines de este estudio una explicacin ordenada o sistemtica de
estas circunstancias y de las correspondientes percepciones sociales. Solo nos interesa
constatar que la situacin reinante obligaba a un viraje democrtico en la dinmica
poltica, destinado a abrir espacios de participacin a otros actores, tanto dentro como
fuera de los partidos, los cuales deban renovarse; a retomar e intensificar programas
de inclusin social; a rescatar la confianza en la institucionalidad, lo que implicaba
la salida de los partidos de la administracin de justicia, entre otras medidas. Una
mirada retrospectiva desde el presente permite aseverar que los cambios finalmente
impuestos en el pas desde 1999 no han ido en esta direccin. Pero en este punto de la
exposicin basta con subrayar que buena parte de los electores vio en la convocatoria
de una Asamblea Nacional Constituyente un principio de solucin a esos problemas,
lo cual, hasta un cierto punto, era comprensible en el contexto esbozado. Es importante observar cmo se lleg a dicha convocatoria, as como apreciar su significacin
poltico-constitucional.
404
1
Vase Jess M. Casal H.: El constitucionalismo venezolano y la Constitucin de 1999, en
Revista de la Facultad de Derecho (UCAB), n.o56 (2001), pp.137ss.
2
Vase las sentencias de la Corte Suprema de Justicia, en Sala Poltico Administrativa, del 18
de marzo y del 13 de abril de 1999.
405
406
la vigencia de una Constitucin el pueblo est sujeto a sus preceptos, y las formas de
participacin poltica que ella pueda establecer han de ejercerse en conformidad con
el ordenamiento jurdico. El punto crtico de las relaciones entre el Estado de derecho
y la soberana popular puede sin embargo suscitarse al activarse el poder constituyente del pueblo.
Por lo general las Constituciones no prevn su sustitucin por otra emanada de
una asamblea constituyente, sino que tienden a reservar a las instancias democrticas instituidas la adopcin de enmiendas o de reformas parciales o generales a la
Constitucin, sin perjuicio de una intervencin final del pueblo mediante referendo.
Pero en circunstancias extremas de deslegitimacin o descomposicin de un orden
poltico-constitucional es posible que tales cauces institucionales normativamente
instaurados para la modificacin de la Constitucin no puedan canalizar las exigencias mayoritarias, ante lo cual no es descartable que se acuda a una invocacin del poder constituyente originario y al despliegue de su fuerza poltica y jurdica demirgica.
En trminos de la teora y prctica constitucional cabe afirmar que la competencia de revisin constitucional encomendada a determinados rganos, normalmente al parlamento, no es apropiada para satisfacer el requerimiento de crear una
Constitucin enteramente nueva, cuya elaboracin corresponde al pueblo en ejercicio
del poder constituyente. Si la Constitucin vigente no permite la activacin por el
pueblo de este poder o si solo la autoriza en condiciones formales que no estn en
consonancia con las aspiraciones mayoritarias, surge un conflicto entre la soberana
popular y la normatividad en vigor. Ello fue certeramente advertido por Loewenstein:
Como una necesaria vlvula de escape, la revisin total no puede ser criticada
tericamente; pero su valor prctico puede ser pequeo. Si el descontento de los
destinatarios del poder con su constitucin est tan extendido que aspiran a una
transformacin radical, o el caso ms frecuente si un grupo desea apoderarse del poder, pero se siente impedido por el procedimiento de reforma en vigor,
suele producirse, por lo general, un golpe constitucional revolucionario.6
407
normatividad constitucional existente al momento de su irrupcin.8 En sentido contrario se ha afirmado que el pueblo quedara autolimitado por las disposiciones que l
mismo ha dictado al elaborar la Constitucin, incluyendo a las normas referidas a su
reforma.9 No sera pertinente abordar aqu estas y otras teoras destinadas a explicar
la naturaleza y el alcance del poder constituyente. S es importante advertir que la
primera concepcin, en sus versiones ms radicales, no est en capacidad de canalizar
adecuadamente la aludida tensin entre el Estado de derecho y la soberana popular,
pues sacrifica a aquel en beneficio de esta.
La exigencia de respetar el Estado de derecho no solo rige en los supuestos en los
que se hace uso de la competencia de revisin de la Constitucin, sino tambin es
relevante cuando el pueblo pretende elaborar una nueva Constitucin. Sin embargo,
desde postulados poltico-decisionistas lo importante sera lo que el pueblo, es decir,
una porcin mayoritaria del electorado, determine en cada ocasin en cuanto al si y al
cmo de la manifestacin del poder constituyente.10 Obsrvese que, aun en los casos de
ordenamientos que han previsto una asamblea constituyente como mecanismo para
la aprobacin de una nueva Constitucin, podra sostenerse, sobre estas premisas, que
dicha regulacin deja inclume la facultad del pueblo de optar por una expresin del
poder constituyente no coincidente con los procedimientos o parmetros fijados en la
Constitucin. El asunto adquiere especial calado si se llega a sostener, en conformidad
con algunas versiones de la tesis esbozada, que la irrupcin del poder constituyente,
como poder libre de vnculos jurdico-positivos, no es un hecho revolucionario, es
decir, un quiebre del orden constitucional instaurado, sino un momento singular pero
natural o incluso regular dentro de la dinmica del orden jurdico.
Ntese que conforme a los postulados decisionistas enunciados la tensin latente en la concepcin del poder constituyente no solo estara referida a la supremaca
constitucional, por un lado, y a la soberana popular, por el otro, sino ms bien a esta
ltima y al Estado de derecho globalmente considerado, pues se estara admitiendo
que hay una fase normal o regular dentro de la evolucin del Estado en la cual el derecho quedara, al menos en parte, silenciado o desplazado, y en la cual la poltica, a
travs de la voluntad de la mayora, se impondra a las consideraciones normativas, y
es posible que en acatamiento a dicha voluntad llegue a reemplazarse la ordenacin
del Estado de acuerdo con la separacin de poderes por una concentracin de estos en
una asamblea constituyente.
Es obvio que diversos acontecimientos polticos pueden provocar la cada de un
rgimen y de la Constitucin que le serva de soporte. Igualmente, es posible que una
nueva Constitucin originada en circunstancias de esa ndole alcance legitimidad poltica, aun cuando el poder constituyente haya sido ejercido al margen de lo dispuesto
8
Vase Jorge Vanossi: Teora constitucional I (Teora constituyente), Buenos Aires: Depalma,
1975, pp.123ss.
9
Martin Kriele: Das demokratische Prinzip im Grundgesetz, en Verffentlichungen der
Vereinigung der Deutschen Staatsrechtslehrer, 29, Berln-Nueva York: Walter de Gruyter, 1971,
pp.49ss.
10
Vase Vanossi: o. cit., pp.39ss.
408
409
El carcter previo, total o ilimitado que a menudo es atribuido al poder constituyente solo puede explicarse desde esta ptica poltica o fctica, no desde la jurdica.
No descartamos que una interpretacin basada en los principios estructurales o bsicos de un orden constitucional pueda justificar jurdicamente, con una Constitucin
que no prevea una asamblea constituyente, la activacin del poder constituyente del
pueblo, especialmente en los supuestos en los que dicho texto no contemple la iniciativa y el referendo popular en los procedimientos de cambio constitucional, pero en
tales casos el derecho tendra que ser ab initio el fundamento y el lmite del proceso
constituyente.
Si la opinin prevaleciente en el alto tribunal hubiera sido la de permitir, con base
en una interpretacin (jurdica) de la Constitucin de 1961, la celebracin del referendo sobre la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, sus mayores esfuerzos dogmticos habran debido estar orientados, desde el comienzo, a subrayar la
fundamentacin jurdica de la consulta y de la eventual convocatoria de la asamblea
constituyente, as como las limitaciones que a estas y a la propia asamblea imponan
principios contenidos en dicha Constitucin. Esta va argumental era posible, desde
un razonamiento apoyado no tanto en la letra o texto constitucional, que circunscriba la participacin poltica a la eleccin de los representantes ante los rganos constituidos y que nada deca sobre una asamblea constituyente y sus lmites, sino en los
principios bsicos del orden constitucional entonces vigente, entre los cuales se encontraban la soberana popular y el Estado de derecho, as como una comprensin de
la democracia en la cual la representacin proporcional ocupaba una posicin capital.
En lugar de cruzar el puente constituyente de la mano del derecho, la Corte se hizo
eco de visiones poltico-decisionistas corrosivas del orden jurdico que luego, tardamente, intentara preservar.
Ni siquiera acot el pronunciamiento judicial que, de acuerdo con el pensamiento
fundacional de Sieys sobre el poder constituyente, su carcter ilimitado se referira
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legales dictadas.29 Por otro lado, la perpetuacin de un rgimen llamado a durar poco
tiempo, en conjuncin con intereses metajurdicos, desemboc en su vulneracin por
la propia Sala Constitucional, como lo demuestra la sentencia en la que reemplaz a
los integrantes de la Comisin de Funcionamiento y Reestructuracin del Sistema
Judicial,30 que conforme a dicho rgimen deban permanecer en sus cargos hasta que
este rgano cesara junto con la transicin.
Esta prolongacin y manipulacin del rgimen de transicin ha sido un pesado lastre sobre la Constitucin de 1999, que ha obstaculizado su operatividad como norma
suprema del ordenamiento. Este ha sido uno de los factores que han conspirado contra la eficacia de la Constitucin y contra la sujecin al derecho de los poderes instituidos. La debilidad del derecho a la que antes se hizo mencin se refiere precisamente
a su mnima relevancia como fuerza moderadora de quienes ejercen el poder y como
garanta de los derechos humanos. Esta misma fragilidad ha estado acompaada de
una instrumentalizacin de la legalidad destinada a brindar soporte formal a decisiones lesivas de valores fundamentales del orden jurdico.
El desquiciamiento del orden jurdico que ello ha trado consigo se ha puesto de
relieve adems en la solapada tesis de la subsistencia de un residuo de poder constituyente, nsito a la funcin de administracin de la transicin que ha cumplido la Sala
Constitucional y explcito en sentencias de este rgano referidas al recurso directo
de interpretacin constitucional, el cual ms de una vez ha servido para reescribir la
Constitucin. En un comienzo dicha sala lleg incluso a declarar abiertamente, como
luego veremos, que el pueblo conservaba el poder constituyente tras la sancin de la
Constitucin, no ya para activar mecanismos formales de cambio constitucional sino
para legitimar mediante referendos consultivos decisiones que pudiesen ser contrarias a la Constitucin.
La brecha preponderantemente fctica abierta en 1999 no solo no se ha cerrado
sino que se ha profundizado. Las designaciones de magistrados y de los titulares de
los rganos del Poder Ciudadano efectuadas inconstitucionalmente en el ao 2000
dieron lugar luego a la ampliacin del nmero de magistrados del Tribunal Supremo
de Justicia, lo cual persegua el objetivo de controlar polticamente este tribunal, y a
la eleccin de nuevos integrantes con un procedimiento y criterios no cnsonos con
las exigencias de la Constitucin. Este ltimo vicio afect tambin a la eleccin de las
mximas autoridades del Poder Ciudadano en el ao 2007.
El rechazo popular de la reforma constitucional propuesta por el presidente de
la Repblica y ampliada por la Asamblea Nacional, cuyas disposiciones en parte pretendan legalizar (constitucionalizar) prcticas viciadas desarrolladas por las
Sentencia de la Sala Constitucional 2816/2002, del 18 de noviembre. En esta oportunidad
se asever: [] el rgimen transitorio sobre los organismos del Poder Electoral, creado por el
Decreto emanado de la Asamblea Nacional Constituyente que contiene el Rgimen de Transicin
del Poder Pblico, y que con fundamento en su artculo 39 se dict el Decreto sobre el Estatuto
Electoral del Poder Pblico, perder validez en tanto en cuanto los rganos transitorios se adapten,
en su organizacin y funcionamiento, a las leyes que dicte la Asamblea Nacional, de tal forma que,
mientras ello no suceda, dicha transitoriedad sigue en vigor, en lo que no haya sido derogado.
30
Sentencia de la Sala Constitucional 1057/2005, del 1 de junio.
29
420
autoridades, pareca augurar una etapa en que la Constitucin fuese rescatada como
pacto fundamental para la convivencia democrtica. Dicho rechazo provena, de una
u otra forma, tanto del electorado opositor como del electorado chavista, y esta convergencia no calculada entre sectores del pas polticamente contrapuestos poda impulsar una dinmica poltica basada en la Constitucin como denominador comn.
Nada de esto ocurri. Por el contrario, se inici un proceso de franca desconstitucionalizacin31 que no ha concluido, en virtud del cual se ejecutan polticas y se dictan
decretos-leyes, leyes o reglamentos contrarios a la Constitucin, que cuentan con el
aval de la jurisdiccin constitucional. La huida hacia adelante encontr coronacin en
la enmienda constitucional sobre la reeleccin indefinida o sucesiva del presidente de
la Repblica y dems autoridades electivas, que desdibuj el principio constitucional
de alternabilidad. Segn quien result principalmente favorecido por la modificacin
constitucional, ella estaba abriendo las puertas de la historia, pero en realidad se estaba retomando un sendero aciago de nuestra evolucin poltico-constitucional sobradamente conocido, que con mucho esfuerzo se haba dejado atrs.
421
Y para despejar cualquier duda sobre la naturaleza del poder ejercido por el pueblo
aadi:
El referendo, pues, como institucin democrtica, es la reivindicacin del poder constituyente dentro del sistema constitucional vigente, para garantizar el
proyecto poltico de la Constitucin y para realizar, respecto de la consulta referendaria, el ejercicio de la democracia participativa, la que, por esta va, deviene democracia gobernante o social, como lo seala Burdeau (LEtat, Pars, Seuil,
1971, pp.57-61). Los referendos populares exceden, por tanto, la representacin
y la participacin misma y le permiten al pueblo reivindicar su poder de decisin directa en asuntos de inters pblico, lo que significa la irrupcin ocasional
de la potestad soberana dentro del rgimen legal constitucional de democracia
representativa.
De esta forma se reproducan algunas frases contenidas en la sentencia ya comentada del 19 de enero de 1999 y se razonaba como si cualquier consulta al electorado
mediante referendo implicase la activacin del poder constituyente. Huelga decir que
una tesis as conducira a la completa disolucin del orden constitucional, cuando no
32
422
del orden jurdico en s mismo, por lo que es plausible que este criterio haya sido abandonado, aunque no est claro si el abandono, que no fue explcito, respondi a razones
dogmticas o a consideraciones metajurdicas.33
Pero la Sala tambin se reserv la posibilidad de emplear ese supuesto poder constituyente subsistente por medio de su jurisprudencia. En particular, ha sostenido:
El recto sentido del artculo 335 de la Constitucin de la Repblica Bolivariana
de Venezuela hace posible la accin extraordinaria de interpretacin, ya que, de
otro modo, dicho artculo sera redundante en lo dispuesto por el artculo 334
eiusdem, que solo puede dar lugar a normas individualizadas, como son, incluso,
las sentencias de la Sala Constitucional en materia de amparo. La diferencia entre
ambos tipos de interpretacin es patente y produce consecuencias jurdicas decisivas en el ejercicio de la jurisdiccin constitucional por parte de esta Sala. Esas
consecuencias se refieren al diverso efecto de la jurisdictio y la jurisdatio y ello
porque la eficacia de la norma individualizada se limita al caso resuelto, mientras
que la norma general producida por la interpretacin abstracta vale erga omnes
y constituye, como verdadera jurisdatio, una interpretacin cuasiautntica y paraconstituyente, que profiere el contenido constitucionalmente declarado por el
texto fundamental [].34
423
jurisprudencial abierta a cnones ideolgicos indeterminados lo que potencia la penetracin de valoraciones polticas en la interpretacin jurdica.
4. Reflexiones conclusivas
La primera leccin que puede extraerse de la reciente experiencia venezolana es que la
fuerza moderadora del derecho es imprescindible en la vida institucional de los pueblos. En una democracia constitucional ninguna razn poltica justifica el sacrificio o
la instrumentalizacin del derecho como marco regulatorio de la convivencia basado
en criterios de justicia tcnicamente depurados. Si algo representa la esencia del derecho pblico contemporneo es el propsito de fijar lmites efectivos a los gobernantes.
Los regmenes que han subyugado o envilecido la legalidad al convertirla en arma
para la dominacin poltica han pagado un alto precio en trminos de legitimidad
poltica e histrica y, lo que es peor, de los daos causados a sus ciudadanos e incluso
a los de otras naciones. Deseamos enrgicamente que este no sea el desenlace de la
aventura de la omnipotencia poltica emprendida en su da.
Por otra parte, ha quedado claramente establecido que la transicin constitucional
ha sido un caballo de Troya de la constitucionalidad plasmada en la Carta Magna de
1999. Esperemos que otros pueblos de la regin andina que vienen de procesos constituyentes y se encuentran en la fase de transicin hacia la implementacin de la nueva
Constitucin eviten los errores cometidos en Venezuela.
En cuanto a nosotros, es necesario acometer cuanto antes la reconstitucionalizacin del proceso poltico, entendida no como la vuelta a un pasado constitucional
anterior a 1999, sino como la realizacin plena de la Carta Fundamental de ese ao.
Ya planteamos, con motivo de los acontecimientos de abril de 2002, despus de la
ruptura constitucional del funesto decreto del gobierno de facto, que entonces censuramos, que era indispensable fortalecer institucionalmente la Repblica regularizando los procesos de designacin de altas autoridades contraloras, los cuales, como
dijimos, haban sido efectuados violando la Constitucin. Tambin sealamos que
deban promoverse espacios de dilogo entre los venezolanos de diversas corrientes
polticas, para identificar denominadores comunes dentro de las diferencias nsitas a
una sociedad democrtica.37 No nos hemos cansado de reiterar esto y lo repetimos:
sin recuperacin institucional y bsqueda de entendimientos mnimos que supongan
el reconocimiento democrtico del adversario no habr solucin duradera a nuestros
problemas ms acuciantes, entre los que destacan los asociados a la desigualdad y a
la pobreza.
37
Cf. Jess M. Casal H. y Alma Chacn: Las posibilidades de una Constitucin, en SIC,
n.o645, 2002.
426
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
von Freihandelsabkommen kaum ins Gewicht. Einige der im Freihandelsabkommen zwischen den USA,
Mittelamerika und der Dominikanischen Republik (CAFTA-DR) enthaltenen Klauseln zum Beispiel zum
geistigen Eigentum, vor allem an Heilmitteln, zu besonderen Vorteilen fr Investoren und zur Regulierung
von Streitfllen zwischen Investoren und Staaten sind mit den Wertvorstellungen eines sozialen
Rechtsstaats nicht zu vereinbaren. Die durch das CAFTA-DR-Abkommen geregelte kommerzielle ffnung
entspricht weder den Anforderungen und Orientierungen der Sozialverfassung noch der Zielvorgabe einer
menschenwrdigen und gerechten Entwicklung.
Keywords: social and democratic rule of law, international economic relations, arbitration, free
trade agreement, intellectual property, pharmaceutical patents, right to health, developing
countries, Costa Rica.
427
y beneficiarn a los perdedores, efecto que en la prctica casi nunca se alcanza.2 Entre
los perdedores se incluye, sin duda alguna, a los sectores ms pobres; en Mxico, por
ejemplo, despus de diez aos de vigencia del TLCAN, la pobreza aument, ya que
China le arrebata Mxico muchos de los puestos de trabajo que se haban creado desde
la firma del tratado comercial. La liberacin comercial, como es evidente, no garantiza un desarrollo humano que sea consonante con la dignidad de de los sectores ms
desfavorecidos de los pases en desarrollo. La apertura comercial y los tratados de
libre comercio pueden aumentar las cifras de desempleo.3 Paradjicamente, tampoco
son tratados de libre comercio, pues tanto en el TLCAN como en el TLC-EUCARD
Estados Unidos retuvo los subsidios para su agricultura, adems de aplicar barreras
no arancelarias para dejar fuera productos de Mxico. Despus de una dcada de libre
comercio en la Amrica del Norte, cuatro quintos de la poblacin rural mexicana vive
en la pobreza y ms de la mitad enfrenta la pobreza extrema.4
La estrategia de liberacin sin distinciones debilita, indudablemente, el Estado
social y el modelo del Estado del bienestar. La liberalizacin, la desregulacin y la
apertura, as como la redefinicin del Estado, con su inevitable debilitamiento, con
el mercado externo como motor del desarrollo, configura un modelo social y poltico
que desfinancia el Estado, desmantelando instituciones que cumplen funciones sociales bsicas. Este deterioro se aprecia en el modelo costarricense en los ltimos veinte
aos.5
El libre comercio y los tratados se visualizan como un regateo entre pases pobres
y ricos, pero en esta dinmica, con una asimetra de origen, siempre quedan en desventaja los pases menos desarrollados. Aun cumpliendo la agenda de Doha,6 todava estaramos lejos de una agenda de desarrollo.7 Paradjicamente, ninguno de los
pases actualmente desarrollados se desarroll con una apertura indiscriminada al
comercio. Utilizaron una amplia gama de instrumentos de poltica comercial, como la
reduccin progresiva de aranceles. China y la India siguieron esta ruta, disminuyendo
2
Joseph Stiglitz y Anrew Charlton: Comercio justo para todos, Mxico: Taurus, 2007, p.59; en
igual sentido, Joel Paul: Es realmente libre el comercio?, Bogot: Siglo del Hombre, 2006, p.92.
3
Segn Juan Somava, director de la OIT, en los ltimos 23 aos la tasa de desempleo en
Amrica Latina se ha incrementado en 3,5%, el poder adquisitivo de los salarios mnimos se redujo
en un 25% y tambin baj la cobertura de seguridad social. Los desafos de la regin se resumen
en asegurar un trabajo decente. Avanza el libre comercio y los problemas sociales se agudizan.
Se provoca una precarizacin de las condiciones de trabajo. Hugo Fazio: LC, el amarre del modelo,
Santiago de Chile: LOM, 2004, p.11. Segn el Informe de los Notables, en Mxico aument el porcentaje de desempleo, pues mientras se generaron 500.000 empleos en el sector manufacturero, se
perdieron 1.300.000 puestos de trabajo en el sector agropecuario en el perodo 1994-2002. Informe
de los Notables, San Jos: Euned, 2005, p.57.
4
Stiglitz y Charlton: o. cit., pp.53-54.
5
Gerardo Paniagua: El Estado solidario frente a la globalizacin, San Jos: Servicios Grficos
Zeta, 2006, pp.73-74.
6
La ronda de Doha tambin se denomina ronda del desarrollo; es probable que la liberalizacin del comercio provoque desempleo, mayores costes para los pases pequeos y pobres. Los
costes del ajuste de la liberalizacin del comercio puede sobrepasar, notablemente, los beneficios
que puedan obtener los pases pequeos y con un desarrollo econmico insuficiente. Stiglitz y
Charlton: o. cit., p.36.
7
Ibdem, p.16
428
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
429
requiere una intervencin ms activa del Parlamento. El contenido poltico de los tratados de libre
comercio en la era de la globalizacin requiere una participacin ms activa del Poder Legislativo.
15
En los tratados de libre comercio debe existir convencimiento de los ciudadanos; por esa
razn deben tener acceso a informacin que les permita comprender que el acuerdo es esencialmente justo. En este punto resulta til la aplicacin del mtodo Rawls, que permite evaluar las
propuestas de acuerdos comerciales, en especial su principio de la diferencia, en el sentido de que
debe disponerse la igualdad social y econmica de manera que las propuestas sean principalmente
beneficiosas para los menos favorecidos. Stiglitz y Charlton: o. cit., p.121.
16
Ibdem, p.222. Una opinin similar expresa Chomsky, quien considera que estos acuerdos se alcanzan por medio del secretismo y otros mecanismos para marginar a la molesta opinin
pblica. Noam Chomsky: Estados fallidos. El abuso de poder y el ataque a la democracia, Barcelona:
Ediciones B, 2007, p.252.
430
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
Estado social y democrtico de derecho.17 Por eso se dice que este ltimo concepto es
ms completo que el primero, pues alude no solamente al sometimiento del Estado al
imperio del derecho (Estado de derecho), sino que le exige emprender acciones como
gestor de polticas pblicas dirigidas a lograr mayor equidad social (Estado social)
y hacerlo dentro de un marco procedimental que permita atenuar las asimetras de
orden social, poltico y econmico, propiciando as la vigencia efectiva de los valores
fundamentales de la democracia.
431
Sobre esta disposicin, segn la exposicin de motivos, se define muy bien el concepto de Estado social, al sealar en su mensaje el presidente Caldern Guardia que
esta disposicin es la base del nuevo concepto de Estado,
[] que ya no puede limitar su accin a una gestin administrativa, pura y
simple, ni a permitir el libre juego de factores que no pueden vivir ni progresar
sin un cabal ordenamiento de los mismos. La armona social exige, antes que
la abierta competencia de las grandes fuerzas econmicas, la intervencin del
Estado a fin de evitar que unas se impongan sobre otras, con detrimento del tranquilo desarrollo de la colectividad [] Por lo mismo, las riquezas incesantemente aumentadas por el incremento econmico social deben distribuirse entre las
personas y clases, de manera que quede a salvo lo que Len XIII llama la utilidad
comn de todos, o en otras palabras: de suerte que no padezca el bien comn de
todos, o con otras palabras: de suerte que no padezca el bien comn de toda la
sociedad [].21
Ibdem, pp.95-96.
Acta de la Asamblea Nacional Constituyente n.o49.
432
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
As entonces, la Constitucin Poltica costarricense ha mantenido un balance entre libertades y derechos sociales, pues de haberse tratado solo de libertades o solo
de derechos sociales, no sera una Constitucin democrtica, tal como se menciona
tambin en la misma acta 50 de la Asamblea Constituyente:
[] ninguna Constitucin debe englobar una teora econmica determinada, ya sea la del intervencionismo, ya la del clsico liberalismo, a menos que se
trate de la Constitucin de un pas totalitario o dictatorial. Por el contrario, la
Constitucin de los pases democrticos debe ser flexible, para que en el futuro
pueda dar cabida a las nuevas tendencias [].
Tal tendencia se evidencia en nuestra Constitucin Poltica tambin cuando se discute el captulo relativo a las garantas sociales (acta 115), particularmente en la redaccin del actual artculo 50 que dice:
El Estado procurar el mayor bienestar a todos los habitantes del pas, organizando y estimulando la produccin y el ms adecuado reparto de la riqueza [].
Es importante notar que, frente a la propuesta que pretenda cambiar la palabra organizando por la palabra orientando, se prefiri la primera, pues se dijo que lo contrario viene a mutilar un principio fundamental, cual es que el Estado debe participar
en la orientacin de la economa nacional. El contenido de este texto tiene especial
23
433
relevancia porque implica que el Estado debe participar en la orientacin de la economa nacional y que no deben existir disposiciones de orden legal que limiten, en
abstracto, sin ningn matiz, la intervencin del Estado ni justifiquen su intervencin
generalizada e ilimitada. No sera admisible que la legislacin definiera una orientacin liberal o intervencionista sin limitarla a una situacin concreta.
434
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
conforman la comunidad una esfera vital mnima y, desde luego, de erradicar todos los obstculos e impedimentos para el logro de una igualdad real y efectiva
entre ellas.
6. De la definicin del Estado costarricense como un Estado social se deriva la facultad del Estado de desplegar una serie de limitaciones a los derechos fundamentales en atencin al mayor beneficio de la colectividad, a fin de garantizar el orden
pblico, la moral social, los derechos de terceros (artculo 28 constitucional) y la
vigencia de los valores democrticos y constitucionales.
7. El Estado social de derecho produce el fenmeno de incorporacin al texto fundamental de una serie de objetivos polticos de gran relevancia social y e introduce
un importante nmero de derechos sociales que aseguran el bien comn y la satisfaccin de las necesidades elementales de las personas.
Estas determinaciones conceptuales son de gran trascendencia, porque en la jurisprudencia constitucional se ha reconocido una fortaleza especial a los derechos fundamentales y al sistema poltico y econmico, que abarca, sin duda alguna, el Estado
social y democrtico de derecho. En el considerando VII de la sentencia 03-2771 se
afirma:
En el caso de la reforma a la Constitucin se presenta una gran e importante
diferencia: aquellas normas constitucionales relativas a los derechos fundamentales o a decisiones polticas trascendentales, solo puede ser reformadas por una
Asamblea Constituyente de conformidad con el artculo 196 de la Constitucin
Poltica. En beneficio de la contundencia de la afirmacin, repetimos que las
normas originarias acerca de los derechos fundamentales y los sistemas polticos y econmicos, nicamente pueden ser disminuidas por una asamblea
constituyente.
435
436
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
Segundo, en los artculos 10.3, 11.2 y 12.2 del Tratado, donde se establecen las obligaciones de trato nacional, se coarta la posibilidad del Estado de brindar un trato preferencial o prioritario a los costarricenses que presten servicios o ejerzan actividades
estratgicas histricamente reconocidas como tales. Esta exclusin se reproduce en
varios segmentos del acuerdo.27 Esta clusula da un trato igual a David y a Goliath.
Ello supondra una violacin al principio de igualdad, por tratar de forma igual a
quienes son desiguales. Tratar igual a lo desigual es uno de los principios de los acuerdos de la OMC, y as se ha hecho en los ltimos aos. De esta forma se impide que
el Estado pueda intervenir en la distribucin de la riqueza, que es un objetivo muy
importante de la Constitucin social.28
Tercero, en el artculo 11.4 del Tratado consultado se prev una disposicin que
contraviene los fundamentos del Estado social, porque implica una prohibicin al
Estado de ejercer la potestad establecida en el artculo 46 de nuestra Carta Magna, impidindole la posibilidad de establecer nuevos monopolios. De esta forma, la apertura
de mercados se convierte en regla, decisin que ni siquiera se impuso en el Tratado
de Libre Comercio de Amrica del Norte (TLCAN- artculo 1502.1). Las necesidades
sociales y econmicas son las que deben determinar, en cada caso, si un monopolio
resulta conveniente o inconveniente. Esta adhesin a las leyes del mercado, de escasa
vigencia real, se convierte en una lesin a la constitucin social.29
Cuarto, en el artculo 10.9 se establece la prohibicin de imponer requisitos de
desempeo respecto del establecimiento, la adquisicin, la expansin, la administracin, la conduccin, la operacin, la venta o cualquier otra forma de disposicin de la
inversin de un inversionista de una parte del Tratado o de un pas que no sea parte
en su territorio, imponer o hacer cumplir cualquiera de los siguientes requisitos o
hacer cumplir cualquier obligacin o compromiso. La prohibicin de estos requisitos
impide al Estado, entre otros, exigir determinado nivel o porcentaje de exportacin
de mercancas o servicios; exigir que se alcance determinado grado o porcentaje de
contenido nacional; exigir que se transfiera en su territorio determinada tecnologa,
proceso productivo u otro conocimiento de su propiedad; restringir la ventas en su
territorio de las mercancas o servicios que tal inversin produce o presta, relacionando de cualquier manera dichas ventas con el volumen o valor de sus exportaciones o a las ganancias que generen en divisas. Todas estas prohibiciones inciden en la
potestad constitucional que tiene el Estado de imponer ciertas exigencias en funcin
del bienestar econmico y las prioridades que se requieren cuando se pretende armonizar el desarrollo econmico y el desarrollo social. Estas limitaciones reducen
sensiblemente el margen de accin estatal en funcin de la atraccin de inversiones
extranjeras que sirvan como alternativa al modelo imperante del enclave o la maquila.
De esta forma, minimiza la potestad que tiene el Estado de intervenir como factor de
27
Vase el captulo III, Trato Nacional y Acceso de Mercancas a Mercados, artculo 3.2; captulo IX, Contratacin Pblica, artculo 9.2.1; captulo XV, Derechos de Propiedad Intelectual,
artculo 15.1.8.
28
Villalta Flrez-Estrada: o.cit., pp.172-173.
29
Ibdem, p.181.
437
equilibrio, propiciando frmulas novedosas y creativas en las que la inversin extranjera se vincule realmente con la produccin interna y el desarrollo de las comunidades. Introduce el Tratado un modelo econmico liberal que impide, sin excepcin, la
posibilidad que el Estado pueda intervenir en funcin del bienestar de los habitantes,
segn lo que establece el artculo 50 de la Constitucin.30 Esta limitacin desconoce
que pases como Estados Unidos y los tigres asiticos aplicaron, en algn momento de
su desarrollo econmico, requisitos a la inversin que les interesaba potenciar conforme a su poltica de desarrollo humano y social.31 Las restricciones impuestas por
el Tratado respecto de las inversiones impiden privilegiar al inversionista local y le
aseguran total libertad al inversionista extranjero. El Tratado de Libre Comercio de
Amrica del Norte (TLCAN) contiene un captulo de inversiones parecido, lo que ha
provocado que la inversin en Mxico se haya orientado hacia el sector financieroespeculativo, con un estancamiento de la produccin nacional y una disminucin de
la produccin industrial, que en el 2003 baj un 2%.32
Quinto, en la negociacin del Tratado, los dems pases centroamericanos y el
mismo Estados Unidos establecieron una reserva general, aplicable a cualquier sector, para proteger su derecho a adoptar o mantener (dentro del anexo II, Medidas
a futuro) cualquier medida incompatible con las obligaciones de trato nacional (en
servicios e inversiones), que otorgue derechos o preferencias a las minoras social o
econmicamente en desventaja. Costa Rica no hizo reserva alguna en ese sentido, lo
que significa que no protegi la capacidad del Estado para aplicar medidas que sean
incompatibles con las de trato nacional, quedando con ello ms expuesto que el resto
de los pases centroamericanos y Estados Unidos a las obligaciones que establece el
Tratado y desprotegiendo a las poblaciones ms vulnerables. Costa Rica no podr
adoptar acciones que protejan a sectores como los campesinos, los cooperativistas,
los sectores econmicamente deprimidos, o poblaciones tales como los adultos mayores, los menores de edad, las mujeres jefas de hogar, los pueblos indgenas, etctera.
Guatemala y Nicaragua fueron ms all, pues expresamente incluyeron dentro de estos grupos a los pueblos indgenas y autctonos, excepcin que no hizo Costa Rica.
Estimamos que las disposiciones recin mencionadas imponen al Estado, sin ningn matiz o lmite, una orientacin liberal que contraviene el contenido del artculo
50 de la Carta Fundamental, pues impide que, cuando las circunstancias lo requieran,
el Estado pueda adoptar medidas que aseguren el bienestar de la poblacin sin que
quede atrapado por una orientacin liberal o intervencionista, como bien lo seal don Rodrigo Facio cuando expuso el sentido y el contenido de la norma constitucional comentada. De igual forma, consideramos que el rgimen de patentes de
El Informe de los Notables (Alvar Antilln, Franklin Chang Daz, Rodrigo Gmez Lobo,
Gabriel Macaya Trejos y Guido Villalta Loaiza) destaca que la prohibicin de requisitos de desempeo para las empresas extranjeras dificulta la definicin y atraccin del tipo de inversin que
requiere el desarrollo del pas. Vase Informe de los Notables, o. cit., p.58.
31
Vase Villalta Flrez-Estrada: o.cit., p.187-188.
32
Mara Eugenia Trejos Pars: Las desigualdades del TLC-EUCA vistas desde los textiles, en
Tratado de Libre Comercio Centroamrica-Estados Unidos, Proceso y resultados, San Jos: Euned,
2004, p.230.
30
438
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
medicamentos, aun por encima del derecho a la salud, as como las normas que establecen un rgimen especial respecto de la solucin de controversias entre el Estado y
el inversionista, no resultan consonantes con la funcin que le corresponde al Estado
como responsable de la organizacin, el estmulo a la produccin y el adecuado reparto de la riqueza (artculo 50 de la Constitucin Poltica).
439
como ADPIC-plus;33 esta poltica, como se ha especificado en el Informe sobre desarrollo humano del 2005, no ha logrado un balance razonable entre los intereses de los
consumidores y los dueos de las tecnologas.34
Existen pruebas contundentes que demuestran que las reglas existentes en patentes
y derechos de autor brindan una sobreproteccin, asegurando jugosas utilidades que
fortalecen prcticas monopolsticas de las transnacionales farmacuticas.35 No es posible ignorar que, por el poder de las transnacionales de los medicamentos, la poltica
del gobierno usamericano se ha orientado hacia un endurecimiento de la propiedad
intelectual en esta materia, lo que reduce las posibilidades de que los pases menos
desarrollados tengan acceso a medicinas ms baratas, especialmente en la versin de
genricos. Esta ha sido una poltica sistemtica, tal como ocurri, por ejemplo, justo
antes de la reunin de Cancn, en septiembre del 2003. Estados Unidos fue el nico
pas que se resista a un acuerdo para hacer accesibles medicamentos esenciales para
la salvacin de vidas; incluso despus de ceder a las presiones, demandaba estrictas
restricciones al acceso a estos medicamentos. Los trminos que pretenda forzar a
aceptar a los pases en desarrollo incluyendo a Australia, en los acuerdos bilaterales evidenciaban que no tena la intencin de facilitar a los pases ms pobres el
acceso a medicamentos a precios asequibles, especialmente la versin de genricos.36
Esta actitud restrictiva y manifiestamente favorable a las transnacionales de los
medicamentos no poda dejar de evidenciarse en el TLC-EUCARD. Los medicamentos son materia muy sensible; por eso bien sealan Bhagwati y otros que las reglas
sobre propiedad intelectual no deberan incluirse en los convenios de comercio, con
argumentos que justificaran la revocatoria del acuerdo ADPIC. Estos temas deben
discutirse y evaluarse en otros foros internacionales, como la OMPI. Ya sea en la OMC
o en cualquier otro foro, debe instituirse otro rgimen de propiedad intelectual que
equilibre con mayor equidad los intereses de los usuarios, tanto en los pases desarrollados como en los menos desarrollados, frente a los que propician el desarrollo del conocimiento. La determinacin de estas reglas debe subrayar el protagonismo de la comunidad cientfica y no el de los ministros de Comercio. Se requiere, indudablemente,
33
El TLC-EUCARD fortalece y ampla los derechos de la gran industria farmacutica transnacional, superando los que se reconocen en el ADPIC y limitando el ingreso y la renovacin de
productos genricos en un mercado altamente oligoplico. De esta manera se afecta sensiblemente
el acceso a medicamentos baratos, lo que impacta en el presupuesto de la seguridad social costarricense, particularmente en el tratamiento de enfermedades como VIH/sida, cncer, malaria y en
la medicacin a pacientes sometidos a transplante de rganos. Henry Mora Jimnez: Doce ensayos
por la dignidad nacional, la soberana y el derecho al desarrollo. No al TLC, San Jos: Departamento
Ecumnico de Investigaciones, 2006, pp.183-184 y 185. Opinin similar se expres en el Informe de
los Notables, el que seala, puntualmente, que no hay un balance razonable entre los intereses de
los dueos de las tecnologas y los intereses de la poblacin, adems del importante impacto sobre
el costo de los medicamentos. Vase Informe de los Notables, o. cit., p.75-76.
34
Informe de los Notables, o. cit., p.75.
35
Joel Paul: Es realmente libre el comercio?. Colombia: Siglo del Hombre Editores, 2006,
p.136.
36
Stiglitz y Charlton: o. cit., pp.10 y 198.
440
TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
Ibdem, p.199.
Informe de los Notables, o. cit., p.73.
Stiglitz y Charlton: o. cit., pp.112-194. En sentido similar, Chomsky: o.cit., pp.255-256.
441
pagar altos precios por los medicamentos protegidos por mecanismos de propiedad
intelectual. Adems, dicho mecanismo es independiente de las patentes, por lo que
nada impide que se aplique cuando estas no estn vigentesSobre estas objeciones, el
tema debe abordarse desde otra perspectiva para no perderse en la filigrana de las
disposiciones del Tratado, pues lo que a efectos del derecho de la Constitucin interesa
sobre esta materia es el efectivo respeto del derecho a la salud de todas las personas.
En el momento en que el Estado costarricense suscribe un tratado comercial que debilita o vulnera derechos a la vida, a la salud animal y vegetal al condicionarlos
a las necesidades comerciales de otro estado o de empresas extranjeras, afrontando
el Derecho de la Constitucin. Evidentemente, entonces, la Constitucin deber prevalecer por sobre este tratado comercial, lo cual se refuerza con las siguientes siete
argumentaciones.
1.
Como lo destac la Defensora de los Habitantes, conforme al principio de no
regresividad, est prohibido tomar medidas que disminuyan la proteccin de derechos
fundamentales. Conforme al Pacto de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales
(PIDESC), los derechos sociales deben ser progresivos, y como contrapartida se prohbe la regresividad, lo que significa que no pueden adoptarse polticas y medidas, o
sancionar normas jurdicas, que desmejoren de los derechos sociales a los que tena
acceso la poblacin.40 As entonces, si el Estado costarricense, en aras de proteger el
derecho a la salud y el derecho a la vida, tiene una poltica de apertura al acceso a los
medicamentos, no puede y mucho menos por medio de un tratado internacional
reducir tal acceso y hacerlo ms restringido, bajo la excusa de proteger al comercio.
De hacerlo, estara violando el derecho a la salud. No se puede retroceder en la proteccin de este derecho ni tomar medidas que debiliten su vigencia. Toda normativa o
actuacin del Estado debera dirigirse a la expansin de la proteccin y la garanta de
los derechos fundamentales. En el caso del Tratado, no nos encontramos frente a una
accin que garantice beneficios para la generalidad de la poblacin, sino nicamente
para aquellas personas que se constituyan en inversionistas o comerciantes.
En segundo lugar, es evidente que existe una obligacin de conciliar los derechos
de propiedad intelectual con el derecho a la salud y a la vida, elementales e inherentes a todo ser humano, y sin los cuales todos los dems seran intiles. As entonces,
aunque el Tratado (TLC-EUCARD) reconoce en su artculo 15.9.3 la posibilidad de
los estados de establecer excepciones limitadas a los derechos exclusivos conferidos
por una patente, lo hace a condicin de que tales excepciones no atenten de manera injustificable contra la explotacin normal de la patente ni causen un perjuicio
injustificado a los intereses legtimos del titular de la patente, teniendo en cuenta los
intereses legtimos de terceros. Es decir, a pesar de que la salud y la vida tienen tanta
trascendencia, se permiten en el artculo 15.9.3, al igual que en otras clusulas, excepciones al derecho que tutela la patente, pero con una limitacin que pone la salud y la
vida humana en igualdad de condiciones que los intereses comerciales del propietario
de la patente.
40
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marginal, no se ocasiona un efecto econmico grave.42 Las disposiciones recin citadas deben tener un reconocimiento expreso, en virtud de la trascendencia de los
valores constitucionales en juego.
En cuarto lugar, no forma parte del Tratado la carta de intenciones denominada
Entendimiento relativo a algunas medidas de salud pblica, del 5 de agosto de 2004,
donde se expresa:
Los Gobiernos de la Repblica de Costa Rica, la Repblica Dominicana,
la Repblica de El Salvador, la Repblica de Guatemala, la Repblica de
Honduras, la Repblica de Nicaragua, y los Estados Unidos de Amrica alcanzaron los siguientes entendimientos relativo al Captulo Quince (Derechos de
Propiedad Intelectual) del Tratado de Libre Comercio Repblica Dominicana
- Centroamrica - Estados Unidos este da (el Tratado): Las obligaciones del
Captulo Quince no afectan la capacidad de una Parte de adoptar medidas necesarias para proteger la salud pblica, mediante la promocin del acceso universal a las medicinas, en particular a aquellas para tratar casos de HIV/SIDA,
tuberculosis, malaria y otras enfermedades epidmicas as como circunstancias
de extrema urgencia o emergencia nacional [].
Adems, el compromiso se refiere solo a algunas enfermedades VIH/sida, tuberculosis, malaria y otras enfermedades epidmicas, as como a circunstancias de
extrema urgencia o emergencia nacional. Todo ello revela una orientacin restrictiva
en un tema tan sensible como la salud. Asimismo, la parte final de la nota de entendimiento solo se refiere a un compromiso, no a la vigencia de normas especificas, y esta
nota se refiere a la propiedad intelectual y no realmente al tema de los medicamentos y
la salud, que es el que tiene particularidades que trascienden la propiedad intelectual.
En quinto lugar, el tema de los costos de las medicinas no puede presumir que el
Estado costarricense, representado por la Caja Costarricense del Seguro Social, deber siempre proporcionarlas, porque los costos de los frmacos de patente son tan
altos frente a los genricos que, aunque el Estado tenga el deber de brindrselos al
ciudadano, ello impondr una reduccin general de los recursos econmicos que se
destinen para los sectores de la poblacin que dependan de los servicios de la Caja
Costarricense del Seguro Social. La obligacin jurdica que tiene el Estado frente al
asegurado no compensar el aumento de costos cuando se endurece el acceso a medicamentos con restricciones a las patentes y a los datos de prueba, que es lo que
contiene el Tratado de Libre Comercio que ahora se consulta. En esta perspectiva, la
posibilidad de que aumenten los costos de los medicamentos no es una especulacin,
sino una hiptesis fundada y razonable. Como bien lo expone Devandas Brenes, los
trminos del Tratado respecto de la propiedad intelectual permiten aseverar que las
transnacionales de la farmacia y de la qumica convirtieron el mercado centroamericano en una zona bajo su control. En el mediano plazo, el impacto del endurecimiento
42
Ibdem, pp.196-197
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transnacionales pueden imponerse. Los costes para un pas menos desarrollado, tanto
para presentar un reclamo contra un pas desarrollado como para defenderse de una
demanda de estos sectores, tiene una posicin de desventaja en cualquier disputa que
implique procesos complejos y caros.46 A propsito de la diferencia de poder entre los
contendientes, se ha mencionado que las relaciones entre Estados Unidos y Canad se
crisparon a causa del rechazo de Washington a las decisiones del TLCAN que favorecan al segundo.47
Tanto la Defensora de los Habitantes como los diputados que plantearon la consulta sobre el Tratado consideran que las disposiciones contenidas en la seccin B,
Solucin de controversias inversionista-Estado, del captulo X, Inversin, son violatorias del derecho de la Constitucin, bsicamente por cuanto facultan al inversionista a someter de manera obligatoria y genrica al Estado costarricense a un proceso
arbitral, violentando la potestad soberana del Estado para decidir si acude o no y qu
asuntos someter al proceso arbitral que propone el inversionista de una parte. Tal
consentimiento genrico que desemboca en un proceso arbitral de carcter obligatorio se deduce de artculo 10.17 del Tratado, el cual dice:
Artculo 10.17: Consentimiento de cada una de las Partes al Arbitraje
1. Cada Parte consiente en someter una reclamacin al arbitraje, con arreglo
a esta Seccin y de conformidad con este Tratado [].
Esta disposicin significa que el Estado costarricense est dando una especie de consentimiento previo, genrico y para todos los casos que se le presenten.
Evidentemente se tratara de una disposicin inconstitucional, bsicamente porque el
arbitraje, para que lo sea, debe ser absolutamente voluntario y no puede interpretarse
que esa voluntad sea establecida de una vez por todas, sino que debe manifestarse en
cada caso concreto, en especial tomando en cuenta que hay ciertas materias que por
su naturaleza no pueden ser objeto de arbitraje, tal como lo sera el ejercicio de ciertas
potestades pblicas.
El arbitraje obligatorio en virtud de la clusula genrica que admite el Estado costarricense puede recaer sobre temas generales o garantas genricas de inversin; de
igual forma, abarca conflictos relativos a los acuerdos de inversin (concesin sobre bienes pblicos) o sobre autorizacin de inversin (actos administrativos que
se dictan respecto de las actividades de una empresa inversionista). Los conceptos
que definen la materia arbitral son muy amplios y podran abarcar cualquier contrato o concesin que otorgue el Estado, incluyendo cualquiera que tenga relacin con
recursos naturales o activos controlados por autoridades nacionales (artculo 10.28
del Tratado).48 Al remitir a un arbitraje obligatorio sobre todas las materias, se propicia una privatizacin de lo que es, por esencia, pblico. El artculo 10.16 seala muy
claramente que el inversor, segn se defi ne en el Tratado, en caso de que considere
46
47
48
447
que no puede resolverse una controversia mediante consultas o negociacin, a) el demandante, por cuenta propia, podr someter una reclamacin, de conformidad con
esta Seccin, en la que se alegue []. E incluye cualquier controversia, sin excepcin
alguna, lo que abarcara, impropiamente, desde el punto de vista constitucional, la
potestad de imperio, los intereses o bienes pblicos. Tmese en cuenta que la misma jurisprudencia de la Sala Constitucional ha determinado que el artculo 43 de la
Constitucin Poltica establece que toda persona tiene derecho a terminar sus disputas, de carcter patrimonial, por medio de rbitros, y que el ejercicio de tal derecho es
estrictamente voluntario pues requiere de un acuerdo de voluntades entre las partes
en conflicto. Como bien lo ha sealado esta Sala en anterior oportunidad:
[] en forma paralela al derecho que tienen los particulares de acudir a los
Tribunales de Justicia a obtener un pronunciamiento cumplido es decir, correcto, til, el constituyente previ en el artculo 43 el derecho de toda persona de
acudir, desde luego, voluntariamente, al procedimiento arbitral para dilucidar
sus diferencias patrimoniales. La utilizacin de esta va alternativa supone un
acuerdo de voluntades entre las partes.GF
De lo expuesto se desprende que la esencia del arbitraje se encuentra en la autonoma de la voluntad de las partes. En efecto, son las partes en conflicto las que deben
seleccionar tanto los rbitros como el procedimiento dentro del cual aquellos van a
sujetar su actuacin y los efectos que tendr la resolucin final (laudo). As entonces,
el arbitraje es un mtodo de resolucin alternativa de conflictos con carcter constitucional, pero para que lo sea debe ser voluntario.JK
Si se estableciera un arbitraje forzoso (o con un consentimiento previo, genrico y
sin excepcin), se estara desnaturalizando esta figura y, por tanto, violando adems
del artculo 43 constitucional, el principio de soberana nacional conforme al cual el
gobierno que acta como representante del pueblo tiene el derecho de decidir,
por s mismo, cules controversias con un inversionista resuelve mediante un proceso
arbitral y cules no. Se trata de una cuestin a determinarse casusticamente y que impide un consentimiento adelantando de forma genrica para todo tipo de controversias. El arbitraje forzoso sobre todas las materias, sin ninguna distincin, constituye
una renuncia constitucionalmente inadmisible.
Con el TLC-EUCARD (Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-CentroamricaRepblica Dominicana), los centroamericanos admiten que cualquier decisin de sus
autoridades administrativas o judiciales que los inversionistas consideren una violacin de un acuerdo o de una autorizacin de inversin pueda ser sometida al conocimiento de tribunales externos, sin que se exija demostrar la violacin de cualquier
otra disposicin del tratado. Esta liberalidad del Tratado permite que tribunales integrados, en su mayora, por rbitros que no conocen la realidad jurdica, social y
49
50
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TRATADO DE LIBRE COMERCIO Y ESTADO SOCIAL Y DEMOCRTICO DE DERECHO... / FERNANDO CRUZ CASTRO
poltica de Costa Rica y que provienen de otros sistemas jurdicos, tendran el poder
de interpretar y aplicar la legislacin costarricense al evaluar la actuacin de las instituciones pblicas.51 Esta liberalidad pude incidir fcilmente en decisiones que tienen
que ver con el Estado social y la poltica que debe caracterizarlo.
Conforme al artculo 43 de la Constitucin, el arbitraje solo es admisible respecto
de lo patrimonial, y es inadmisible que incluya, como se hace en el Tratado, los bienes
e intereses pblicos o la autoridad pblica, al exigirse constitucionalmente que la ilicitud con consecuencias patrimoniales deba ser declarada por la jurisdiccin contencioso-administrativa, segn las previsiones del artculo 49 de Constitucin. Es decir,
conforme a la norma constitucional recin citada, la valoracin y el control respecto
de la legalidad y las posibles indemnizaciones de las decisiones y actos estatales se
reserva a la jurisdiccin contencioso-administrativa, disposicin que se conculca con
el arbitraje forzoso e indiscriminado que prev el Tratado, segn se ha expuesto. La
violacin del artculo 49 constitucional tambin supone una lesin al artculo 153 de la
Constitucin, que prev la exclusividad de las funciones jurisdiccionales, entre ellas,
por supuesto, las que corresponden a la jurisdiccin contencioso-administrativa.
Adems, tambin se est frente a una violacin al principio de igualdad (artculo 33
de la Constitucin Poltica), porque el Tratado establece una discriminacin de trato
para los inversionistas nacionales que se encuentran en suelo nacional, los cuales solo
podran optar por la jurisdiccin contencioso-administrativa, sin que se les permita
recurrir a un arbitraje internacional, mientras que los inversionistas extranjeros en
territorio nacional s tendran esta opcin y, con ello, una doble va: la jurisdiccin
nacional o el arbitraje internacional. En estas condiciones, los inversionistas a los que
se les reconocen los privilegios del captulo 10 del TLC-EUCARD tendran una injustificada ventaja frente al resto de los costarricenses, al poder exigir siempre la solucin
de controversias mediante arbitraje, a diferencia del resto de los inversionistas que
tengan un conflicto con el Estado, quienes no tendran esta posibilidad, salvo con
las limitaciones que impone el artculo 43 de la Constitucin Poltica. As entonces,
este consentimiento genrico contenido en el artculo 10.17 no es consonante con la
Constitucin, pues resulta contrario a sus artculos 33, 43, 49, 50 y 153. El arbitraje
forzoso, dadas sus caractersticas, no garantiza de ninguna forma la vigencia de la
poltica que debe caracterizar al Estado social de derecho.
En definitiva, los objetivos de la apertura comercial, y especialmente los tratados
de libre comercio, no contienen, ni implcita ni explcitamente, los valores y la orientacin que requieren la Constitucin social y la ronda de desarrollo humano global y
equitativo.
51
Ibdem, p.198.
450
Rahmen von verwaltungsgerichtlichen Aufhebungsverfahren zunehmend in groem Umfang vorbeugende Manahmen verfgt, whrend gleichzeitig auf die blichen prozessrechtlichen Mittel zur Durchsetzung
von Annullierungsurteilen zurckgegriffen wird. Leider geschieht dies bisher nicht in Uruguay, obwohl dem
keine rechtlichen Hindernisse entgegen stehen.
I. El tiempo y la cultura
1. Aparicio Mndez, al final de su excelente libro Lo contencioso de anulacin en el
derecho uruguayo, expres:
La ejecucin de sentencia en cuanto impone a la Administracin, con todos
sus poderes y medios, el cumplimiento de una decisin jurisdiccional, est ms
en el dominio de la tica, de la cultura cvica y poltica, que en el del derecho []
En esta como en todas las disciplinas, llegamos siempre a la misma conclusin.
La tcnica, como medio para obtener un fin, no puede superar el orden natural,
y el orden natural, cuando se trata del derecho, est identificado sustancialmente
con el hombre. La realidad del derecho depender necesariamente ms que de la
tcnica jurdica del elemento humano que la mueve.1
2. De esta reflexin quiero destacar dos cosas: una de tipo temporal, y otra, la referencia que all se hace a la cultura.
1
A. Mndez: Lo contencioso de anulacin en el derecho uruguayo. Montevideo: Biblioteca de
Revista de Derecho Pblico y Privado, 1952, pp.210ss.
451
452
5. Si bien nuestras primeras constituciones adoptaron un sistema judicialista, extrado fundamentalmente de la Constitucin de Cdiz de 1812 y de otras latinoamericanas inspiradas tambin en ella, como la de las Provincias Unidas del Ro de la Plata
de 1826,6 con la creacin del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, en 1952, se
introdujo una fuerte bocanada de influencia francesa en la materia que prendi muy
bien en una sociedad afrancesada, por lo menos en la segunda mitad del siglo XIX y
primera del XX.
Todo sistema de control jurisdiccional de la Administracin se edifica en tutela de
los derechos o intereses de las personas. Pero el de la dualidad de jurisdiccin originado en Francia aparece adems en tutela de la Administracin. Es ms, el Tribunal de
Conflictos se concibe, en buena medida, para evitar la injerencia de la justicia judicial
en los asuntos en que el Estado es demandado.7
Bnoit muestra de manera clara cmo la dualidad de jurisdiccin no nace de golpe con la creacin del Consejo de Estado con la Constitucin del ao VIII, sino que
se gesta lentamente en una natural evolucin de las instituciones polticas francesas
desde el perodo feudal, pasando por la creacin del Consejo del Rey en el perodo
absolutista, se asienta con los edictos de Luis XIII de febrero de 1641 (Edicto de San
Germn) y de Luis XIV de 8 de julio de 1661, que impiden a los Parlamentos intervenir
en los litigios contra la Corona, lo que en definitiva se confirma y profundiza mutatis
mutandis a travs de varias leyes de la Revolucin.8
Desde esta visin, que es la que predomina en la actualidad,9 se comprende que
Mestre haya presentado al Consejo de Estado con dos caras, como Jano: por un lado,
aparece como protector de los derechos de los administrados y, por otro, como protector de las prerrogativas de la Administracin.10 Sugestivamente su libro se titul
Le Conseil dEtat protecteur des prrogatives de lAdministration. No puede mucho
esto extraar puesto que el Consejo de Estado naci en las propias entraas de la
Administracin y all permanece.
6. Debemos tener en cuenta, por otro lado, que, aunque a travs de la Constitucin
de Cdiz, recibimos las ideas de la Revolucin Americana, ideas que ya eran conocidas
en el perodo artiguista. Admitimos as la concepcin norteamericana de Constitucin
como verdadera norma jurdica que se aplica directamente a la sociedad.
6
A. Durn Martnez: El contencioso administrativo de anulacin en el uruguay y el derecho comparado, en A. Durn Martnez (ed.): Estudios de derecho pblico, Montevideo, 2008, vol.
II, p.373.
7
A. De Laubadre: Trait de droit administratif, Pars: LGDJ, 6.aed., 1973, vol.I, pp.410ss.
8
F. P. Bnoit: Le droit administratif franais, Pars: Dalloz, 1968, pp. 275 ss.; A. Durn
Martnez: Contencioso administrativo, Montevideo: FCU, 2007, pp.514ss.
9
F. Monnier: LAncien rgime, en Le Conseil d tat, de lAn VIII nos jours. Pars: Adam
Biro, 1999, pp. 12 ss.; F. Arnoult y E. Monnier: Le Conseil d tat. Juger, conseiller, servir. Pars:
Dcouvertes Gallimard, 1929, pp.11ss.
10
A. Mestre: Le Conseil dtat protecteur des prrogatives de lAdministration, Pars: LGDJ,
1974, pp.11ss.
453
II. El mundo
1. En tiempos del neoconstitucionalismo,12 Europa, que viva una situacin en la
materia muy parecida a la nuestra, cambi radicalmente.
2. Se comienza a abandonar la tajante separacin entre moral y derecho y la neutralidad del derecho que pregona el paleopositivismo.13
11
L. Ferrajoli: Pasado y futuro del Estado de derecho, en Miguel Carbonell (ed.):
Neoconstitucionalismo(s), Madrid: Trotta, 2006, p.14; L. Ferrajoli: Garantismo. Una discusin sobre
derecho y democracia, Madrid: Trotta, 2006, p.26.
12
Sobre neoconstitucionalismo, vase Carbonell (ed.): Neoconstitucionalismo(s), o. cit.; A.
Durn Martnez: En torno al neoconstitucionalismo, en prensa; C.E. Guariglia: Presuncin de constitucionalidad de las leyes, Buenos Aires: La Ley, 2009, pp.73ss.
13
Ferrajoli: Garantismo, o. cit., pp.24ss.
454
Las constituciones adoptan un contenido tico, se cargan de valores, parten de la dignidad humana14 e incorporan un catlogo de derechos en una enumeracin no taxativa
sino abierta a los que se descubran con el progreso del conocimiento humano.15
La dignidad humana adquiere lugar central en el universo jurdico16 y as los derechos fundamentales regulan con rango mximo.17
Se reconoce a la Constitucin la condicin de verdadera norma jurdica, con fuerza
vinculante y de mayor valor, de aplicacin directa a la sociedad, por lo que puede ser
aplicada por todos los operadores del derecho sin la intermediacin de la ley.18
Esto, unido a la incorporacin de principios, lleva a que la Constitucin sea sobreinterpretada19 y hace que el juez haya dejado de ser un autmata aplicador del derecho.
La supremaca constitucional impone la interpretacin conforme a la Constitucin
de toda la normativa infravalente, a los efectos de que toda ella se ajuste al sistema de
valores de la Carta.20
De esta manera, se produce lo que Guastini llam la constitucionalizacin del
ordenamiento jurdico,21 lo que es asegurado por la adopcin de procedimientos de
declaracin de inconstitucionalidad de las leyes.22
As, se desplaz a la ley del lugar prominente que tena y este pas a ser ocupado
por la Constitucin. Del imperio de la ley se pas al imperio de la Constitucin o,
ms bien, del bloque de constitucionalidad,23 para comprender los derechos humanos
que son metapositivos como deca Bachof y por ende supraconstitucionales, y no
pueden ser desconocidos por ninguna norma puesta. Del Estado legislativo se pas al
Estado constitucional.
Bien se comprende entonces que, en este esquema, el juez independiente pase a adquirir mxima relevancia, al convertirse en la mxima garanta de los derechos humanos.24
El papel del juez se incrementa sensiblemente y con ello, tambin, su responsabilidad.
3. Sobre esta base, la jurisprudencia provoc la revolucin jurdica ya sealada y
cambi radicalmente la situacin en lo que refiere a la ejecucin de las sentencias,
14
Por ejemplo, el artculo 1.1. de la Ley Fundamental de Bonn dice: La dignidad humana es
intangible. Respetarla y protegerla es obligacin de todo poder pblico.
15
E. Garca de Enterra y T.R. Fernndez: Curso de Derecho Administrativo, 4.aed., Madrid:
Civitas, 1983, t. I, p. 128; L. Prieto Sanchs: Neoconstitucionalismo y ponderacin judicial, en
Carbonell (ed.): Neoconstitucionalismo(s), o. cit., pp.124ss.
16
Hberle: o. cit., pp.169ss.; J. Gonzlez Prez: La dignidad de la persona, Madrid: Civitas,
1986, pp.85ss.; J. Gonzlez Prez: La dignidad de la persona y el derecho administrativo, en II
Congreso Ibero Americano de Direito Administrativo, Curitiba: Juru, 2007, pp.6ss.
17
R. Alexy: Los derechos fundamentales en el Estado Constitucional democrtico, en
Carbonell (ed.): Neoconstitucionalismo(s), o. cit., pp.32ss.
18
R. Guastini: La constitucionalizacin del ordenamiento jurdico: el caso italiano, en VV
Carbonell (ed.): Neoconstitucionalismo(s), o. cit., pp.52ss.
19
Ibdem, pp.53ss.
20
Ibdem, pp.56ss.; K. Larenz: Metodologa de la ciencia del derecho, Barcelona: Ariel, 1994,
pp.337ss.
21
Guastini: o. cit., pp.49ss.
22
Ibdem, pp.51ss.
23
Guariglia: o. cit., pp.195ss.
24
Ferrajoli: Garantismo, o. cit., p.96.
455
III. La comarca
1. En el estado actual de nuestro derecho positivo es posible aplicar, en sus lineamientos bsicos, las soluciones espaolas indicadas.
En los ltimos aos, por esa razn, con Cajarville Peluffo26 y Delpiazzo,27 hemos28
emitido opiniones bastante coincidentes en tal sentido.
L. Martn Rebollo: Leyes administrativas, Pamplona: Thomson-Aranzadi, 14.a ed., 2008,
pp.127 ss., 169ss. y 1313ss.
26
J. P. Cajarville Peluffo: Breve presentacin de la jurisdiccin contencioso administrativa uruguaya, en J. P. Cajarville Peluffo: Sobre derecho administrativo, Montevideo: FCU, 2007,
t.II, pp.565ss., 577ss. y 587; dem: Visin actual del contencioso administrativo uruguayo, en
Cajarville Peluffo: o. cit., t.II, pp.601ss. y 602ss.; dem: Incumplimiento de sentencias y responsabilidad estatal, en C.E. Delpiazzo (coord.): Estudios jurdicos en homenaje al Prof. Mariano R.
Brito, Montevideo: FCU, 2008, pp.925ss.
27
C.E. Delpiazzo: Derecho administrativo uruguayo. Mxico: Porra y Universidad Nacional
Autnoma de Mxico, 2005, pp.448ss.; dem: Medidas cautelares frente a la Administracin, en
Anuario de Derecho Administrativo, Montevideo: FCU, 2008, t.XV, pp.63ss.; dem: Responsabilidad
del Estado y tutela jurisdiccional efectiva, en Delpiazzo (coord.): o. cit., pp.967ss.
28
A. Durn Martnez: Ejecucin de la sentencia anulatoria. Una mirada al derecho comparado con la preocupacin por el contencioso administrativo uruguayo, en A. Durn Martnez:
Estudios, o. cit., vol. II, pp.279ss.; dem: Ejecucin de la sentencia anulatoria en el contencioso
25
456
Las exposiciones de los profesores Graciela Ruocco, Rodrigo Ferrs, Diego Gamarra
y Mariana Presno en las VI Jornadas Acadmicas continuaron y, en algunos puntos,
profundizaron estas ideas, por lo que se puede afirmar que existe en el Uruguay, por
lo menos en lo que refiere a la aplicacin de los instrumentos comunes del derecho
procesal para la ejecucin de las sentencias y en lo que refiere a la responsabilidad del
Estado por incumplimiento de sentencias, una doctrina especializada ya arraigada.
2. No se puede dudar de que la tutela jurisdiccional efectiva es un derecho humano;
aunque sea, por haber sido recogido en el artculo 25 del Pacto de San Jos de Costa
Rica. Y, por esa razn, es de esos derechos contenidos en el artculo 72, lo que le asigna, para algunos,29 naturaleza constitucional y, en mi opinin,30 supraconstitucional.
Lo expuesto indica que la ley, al regular la tutela jurisdiccional efectiva, no puede
afectar su contenido esencial. Y si lo hace, deviene inconstitucional. Y si no hay ley,
nada impide a la jurisprudencia aplicar directamente el principio.
3. Pacficamente se admite hoy en da que las medidas cautelares destinadas a asegurar el cumplimiento de las sentencias y las conminaciones econmicas, embargos
y ejecucin forzosa finalizadas al cumplimiento de las sentencias forman parte del
derecho a la tutela judicial efectiva.31
administrativo uruguayo, en Durn Martnez: Estudios, o. cit., vol. II, pp.357ss.; dem: El contencioso administrativo de anulacin, o. cit., pp. 383 ss.; dem: Algunas cuestiones relativas a
la responsabilidad del Estado por incumplimiento de sentencias, en Estudios Jurdicos, n.o 6,
Facultad de Derecho de la Universidad Catlica del Uruguay, 2009, pp.65ss.; dem: La responsabilidad hacia la Administracin en el derecho administrativo uruguayo, en Revista de Derecho
Pblico, n.o35, 2009; dem: Medidas cautelares en el contencioso administrativo de anulacin uruguaya, Mxico: Fundacin Konrad Adenauer, en prensa.
29
J.P. Cajarville Peluffo: Relaciones de los principios generales con otras fuentes del derecho administrativo en el derecho positivo uruguayo, en M.R. Brito, J.P. Cajarville Peluffo, C.E.
Delpiazzo y A. Durn Martnez: Los principios en el derecho administrativo uruguayo, Montevideo:
Amalio M. Fernndez, 2009, p.70.
30
A. Durn Martnez: Los principios generales de derecho en el derecho administrativo.
aplicacin por el legislador, el administrador y el juez, en Brito, Cajarville, Delpiazzo y Durn: o.
cit., pp.114ss.
31
J. Gonzlez Prez: El derecho a la tutela jurisdiccional. Madrid: Civitas, 1989, pp.256ss.;
E. Garca de Enterra: Democracia, jueces y control de la Administracin. Madrid: Civitas, 2000,
pp. 285 ss.; S. Galera Rodrigo: Sistema europeo de justicia administrativa, Madrid: Dykinson,
Instituto de Estudios Jurdicos Internacionales, 2005, pp. 131 ss.; J. C. Cassagne y P. E. Perrino:
El nuevo proceso contencioso administrativo en la provincia de Buenos Aires, Buenos Aires: Lexis
Nexis, 2006, p.322ss.; F.R. Garca Pulls: Tratado de lo contencioso administrativo, Buenos Aires:
Hammurabi, 2004, t.2, pp.797ss.; P. Aberastury: La justicia administrativa, Buenos Aires: Lexis
Nexis, 2006, pp. 329 ss.; E. B. Sacristn: Medidas cautelares y recurso extraordinario, en J. C.
Cassagne (dir.): Amparo, medidas cautelares y otros procesos urgentes en la justicia administrativa,
Buenos Aires: Lexis Nexis y UCA, 2007, p.385; V.R. Hernndez-Mendible: Cuarenta aos de la
historia de las medidas cautelares en el proceso administrativo venezolano, en Revista de Derecho
Pblico, n.o30, Montevideo: FCU, 2007, pp.155ss.; J.P. Cajarville Peluffo: Sobre la suspensin
jurisdiccional de los efectos del acto administrativo, en J.P. Cajarville Peluffo: Sobre derecho administrativo, 2.aed. ampliada, Montevideo: FCU, 2008, t.II, pp.665ss.; C.E. Delpiazzo: Medidas
cautelares frente a la Administracin, en Anuario de Derecho Administrativo, Montevideo: FCU,
2008, t.XV, p.63.; F. Cordn Moreno: El sistema procesal en el marco de la Constitucin de 1978,
en 20 aos de ordenamiento constitucional. Homenaje a Estanislao Aranzadi. Navarra: Aranzadi,
457
4. Nadie discute que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo ejerce en el proceso anulatorio funcin jurisdiccional. Y nadie discute que la funcin jurisdiccional
consiste en juzgar y hacer ejecutar lo juzgado. Con relacin a la funcin jurisdiccional
ejercida por el TCA, ello se desprende adems expresamente de la interpretacin armnica de los artculos 1, 2 y 6 de la ley 15750, del 24 de junio de 1986.
5. El artculo 310 de la Constitucin, cuando dice que el Tribunal se limitar a
apreciar el acto en s mismo, confirmndolo o anulndolo, sin reformarlo, refiere al
contenido de la sentencia definitiva pero no comprende las resoluciones que disponen
medidas cautelares o los actos dictados para ejecutar una sentencia. No puede, pues,
invocarse este artculo para limitar sus potestades en materia de medidas cautelares o
de ejecucin de sentencia.
Al no poder invocarse ese artculo en estos mbitos, procede aplicar el principio
de la tutela judicial efectiva y efectuar una interpretacin de la normativa infravalente
conforme a l.
6. En virtud de lo establecido en los artculos 58 y 104 del decreto-ley 15524, del 9
de enero de 1984, he entendido que en el marco de la accin anulatoria rige el citado
decreto-ley y sus modificativas y el Cdigo de Procedimiento Civil y sus modificativas
en lo que no sean incompatibles con los primeros. En los puntos no regulados por las
normas antedichas, podra tener aplicacin en subsidio el Cdigo General del Proceso
en lo que sea conciliable con las caractersticas del proceso anulatorio.32
No obstante, advierto que la Procuradura del Estado en lo Contencioso
Administrativo sostiene la derogacin plena del CPC, por lo que entiende aplicable el
CGP en subsidio del decreto-ley 15524 y sus modificativas.33
7. En materia de medidas cautelares, si se entiende procedente mi tesis corresponde
la aplicacin del artculo 62 de la ley 13355, del 17 de agosto de 1965 (Ley de Abreviacin
de Juicios).
Es cierto que el inciso final de ese artculo impide que esas medidas cautelares se
apliquen contra el Estado o personas jurdicas de Derecho Pblico.
Pero por las mismas razones que el Tribunal Constitucional espaol consider inconstitucional la prohibicin legal de suspender actos como medidas cautelares, tambin se debe considerar inconstitucional la prohibicin de la Ley de Abreviacin de
Juicios.
1999, pp.207ss. y 213ss.; J. Gonzlez Prez: Ley de jurisdiccin contencioso-administrativa (jurisprudencia del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional), Madrid: Civitas, 1992, p.467; dem:
Comentarios a la ley de la Jurisdiccin Contencioso-Administrativa, Madrid: Civitas: 1994, p.1289;
L. Martn Rebollo: 1978-1998: veinte aos de Derecho Administrativo post constitucional, en
20 aos de ordenamiento constitucional, o. cit., pp.258ss.; Durn Martnez: Ejecucin, o. cit.,
p.297.
32
A. Durn Martnez: Contencioso administrativo, Montevideo: FCU, 2007, p.308.
33
Ibdem, pp.304ss.
458
En ambos casos se afecta el contenido esencial del derecho a la tutela judicial efectiva porque las medidas cautelares pueden llegar a ser determinantes para la ejecucin
de la sentencia.
Ese inciso final del artculo 62 de la Ley de Abreviacin de Juicios, ponindome en
una cmoda posicin positivista, era inconstitucional con relacin a la Constitucin de
1952 por ser incompatible con un derecho comprendido en su artculo 72. Y en esa misma cmoda posicin positivista, cabe decir que hoy est derogado por la Constitucin
de 1967 por oposicin superviniente, pues esta Carta reprodujo el artculo 72 en los
mismos trminos. A mayor abundamiento, procede sostener su derogacin, adems,
por el artculo 25 de la Convencin Americana de Derechos Humanos.
Si se comparte la tesis de la Procuradura del Estado, corresponde la aplicacin de
las medidas cautelares previstas en los artculos 311 y siguientes del CGP.
Como no existen diferencias esenciales en ambas normativas en este punto, no me
interesa explayarme en l. En ambos casos, las medidas cautelares son previstas con
gran amplitud. Todas ellas proceden, adems, de la suspensin de los efectos del acto
prevista en los artculos 2 y 3 de la ley 15869, del 22 de junio de 1987.
Una interpretacin conforme a la Constitucin lleva a esta interpretacin y a una
ampliacin de las medidas cautelares con mxima amplitud a los efectos de no dificultar el cumplimiento de una eventual sentencia anulatoria y no neutralizar el derecho
a la tutela judicial efectiva.34
8. En cuanto a la ejecucin de las sentencias, los profesores Rodrigo Ferrs y
Mariana Presno, con gran rigor cientfico, sostuvieron la aplicacin de los instrumentos comunes del derecho procesal, como ya se vena sosteniendo en doctrina.
Mariana Presno sostuvo con razn la aplicacin de las normas del CGP en materia
de astreintes y Rodrigo Ferrs encar muy bien el tema de los embargos y la ejecucin
forzosa. Admiti la interpretacin restrictiva del trmino Estado que figura en el artculo 478 de la ley 17930, de 19 de diciembre de 2005, por m propiciada,35 y segn parece compartida por Ettlin en un reciente libro,36 y la inconstitucionalidad de la solucin
impuesta en el CGP y su ley interpretativa respecto de la inembargabilidad genrica de
los bienes del Estado y de los gobiernos departamentales, como se sostuvo en Espaa.
9. El Tribunal debe, pues, admitir con amplitud la medidas cautelares que se le
planteen y proceder a los institutos comunes de ejecucin de sentencias incluyendo la
aplicacin de astreintes, disponer embargo y ejecucin forzosa contra cualquier bien
de los entes autnomos y servicios descentralizados, y en caso de bienes del Estado y
de los gobiernos departamentales promover de oficio la inconstitucionalidad de la ley
que declara esos bienes inembargables, sin perjuicio de que ello lo pueda hacer tambin el interesado.
Durn Martnez: Medidas cautelares, o. cit.
Durn Martnez: Ejecucin, o. cit., pp. 367 ss.; dem: Algunas cuestiones , o. cit.,
pp.80ss.
36
E. Ettlin: Procesos de ejecucin de sentencias de condena a pagar sumas de dinero contra el
Estado, Montevideo: Amalio M. Fernndez, 2008, p.121.
34
35
459
Esta es la nica actitud que corresponde en los tiempos que corren. Las vacilaciones de medio siglo atrs, a esta altura del conocimiento jurdico, son inadmisibles.
Estamos en otro tiempo y con otra cultura jurdica, muy distinta de la vivida en el
Uruguay del tercer cuarto del siglo pasado.
Por otra parte, no se puede sostener, como lo hizo Mestre con relacin al Consejo
de Estado hace 35 aos, que el Tribunal es protector de las prerrogativas de la
Administracin. Esto no surge de nuestro texto constitucional ni fue esa la intencin de sus redactores, por lo que la tradicin francesa no nos es aplicable. Si bien
el contencioso francs ha influido mucho en el uruguayo, no hemos efectuado una
copia servil. Hay muchas diferencias, por lo que hay que ser muy cuidadoso cuando
pretendemos trasladar soluciones francesas a nuestro pas. El Tribunal es un rgano
protector de los derechos e intereses directos, personales y legtimos de las personas,
pero no de las prerrogativas de la Administracin.
Eso no quiere decir que el Tribunal deba desconocer esas prerrogativas. Debe
proteger los derechos e intereses referidos, respetando las prerrogativas de la
Administracin. Pero eso es muy distinto a decir que el Tribunal es un protector de
las prerrogativas de la Administracin, prerrogativas que, por otra parte, son mucho
menores de lo que comnmente se dice. Erigir al Tribunal en protector de las prorrogativas de la Administracin significa proteger al ms fuerte, y desconocer que la
cultura de derechos humanos que vivimos significa el predominio de como dice
Ferrajoli la ley del ms dbil.37
Una interpretacin conforme al bloque de constitucionalidad impone esta solucin.
10. El incumplimiento de la sentencia compromete la responsabilidad de la entidad
incumplidora y de la omisa en ejercer los poderes de control que la Constitucin le
confiere.38
Muy interesante e inteligente es el desarrollo de la profesora Graciela Ruocco en
cuanto a la posibilidad de que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, en aplicacin del artculo 507 del CPC, obligue a la persona estatal omisa a resarcir los daos
y perjuicios provenientes de la inejecucin o a que se ejecute la sentencia a costa del
perdidoso, si es posible, a eleccin del acreedor. Bueno sera meditar este punto que,
en mi conocimiento, no ha sido tratado en doctrina.
Pero ese incumplimiento puede tambin comprometer la responsabilidad del
Estado, por omisin del Tribunal, si se abstiene de hacer ejecutar lo juzgado. El
Tribunal no puede limitarse a juzgar y omitir hacer ejecutar lo juzgado. Si lo hace,
fracciona la funcin jurisdiccional que la Constitucin le confiri y compromete su
responsabilidad. Lo mismo si la inejecucin se produce por no haberse adoptado a
tiempo las medidas cautelares que se deba adoptar. Ya se ha comenzado a admitir en
37
38
L. Ferrajoli: Derechos y garantas. La ley del ms dbil, Madrid: Trotta, 2008, pp.51ss.
Durn Martnez: Algunas cuestiones, o. cit., pp.71ss.
460
doctrina la responsabilidad del Estado por irregular prestacin de los servicios judiciales por otros supuestos adems de sentencias definitivas errneas.39
11. Esas responsabilidades comprometidas pueden tambin comprometer la de los
funcionarios que no cumplen o no hacen ejecutar las sentencias cuando debieron haberlo hecho, o no admitieron medidas cautelares que corresponda y se frustra as el
cumplimiento del fallo.
Y esa responsabilidad funcional puede ser directa. El artculo 111 de la ley 15750, del
24 de junio de 1985, cuando refiere a la responsabilidad civil de los jueces por actos
propios de su funcin, se remite genricamente a la Constitucin de la Repblica.
Estamos pues ante una interpretacin constitucional.
La responsabilidad indirecta como nica posible no surge de los artculos 24 y 25
de la Constitucin. Fue una lectura forzada, guiada por una disposicin transitoria
(literal T de las Disposiciones Transitorias y Especiales de la Constitucin de 1952) que
ya no existe, y efectuada en un marco cultural muy distinto del actual.
Con gran solvencia ha explicado el Dr. Diego Gamarra este punto, lo que contribuye a consolidar una doctrina40 que est teniendo cierta recepcin jurisprudencial41
que seguramente con el tiempo se impondr pues se trata de la interpretacin de la
Constitucin que ms se ajusta al Estado constitucional.
Hay que ser, por cierto, muy cuidadosos, ponderados y razonables en esto, porque
un mal empleo de esta responsabilidad puede provocar efectos contraproducentes
adems de injustos. Pero lo que no se puede perder de vista es que el Estado constitucional de derecho no admite islas de irresponsabilidad. Sera conveniente aqu una ley
que regulara el punto y diera las garantas del caso sin afectar el contenido esencial de
la responsabilidad, ya que ella es, por lo menos, de naturaleza constitucional.
Nieto, convencido de que sin una efectiva responsabilidad personal del funcionario no se pueden disminuir los daos causados por el Estado, propuso la siguiente
frmula para complementar la responsabilidad institucional del Estado con la personal del autor material del dao:
Primero. El damnificado puede, a su eleccin, dirigirse contra el Estado, contra el autor o contra ambos.
Segundo. Si se dirige contra el Estado y prospera su reclamacin, aqul puede ejercitar una accin de regreso contra el autor personal. El funcionario es
J. Barbagelata: Responsabilidad del Estado por la irregular prestacin del servicio de
Justicia, en J. C. Cassagne y otros: Responsabilidad del Estado, Buenos Aires: Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Derecho, y Rubinzal-Culzoni, 2008, pp.401ss.
40
M. Risso Ferrand: Responsabilidad civil de los funcionarios pblicos, en Segundo Coloquio.
Contencioso de Derecho Pblico. Responsabilidad del Estado y jurisdiccin, Buenos Aires: Editorial
Universidad. 1995, pp.11ss.; A. Durn Martnez: La responsabilidad hacia la Administracin en el
derecho administrativo uruguayo, en Revista de Derecho Pblico. n.o35, Montevideo: FCU, 2009,
pp.81ss.
41
A. Nieto: Responsabilidad personal y responsabilidad institucional de la Administracin
Pblica, en Cassagne y otros: Responsabilidad, pp.170ss.
39
461
Y enseguida agreg:
En su conjunto se trata de un sistema sencillo en el que se acumulan dos objetivos esenciales: por un lado, la percepcin de una indemnizacin suficiente
garantizada por un deudor solvente; y por otro, la evitacin de muchos daos
como consecuencia psicolgica de la amenaza de una responsabilidad personal,
frente a la que el autor material no puede quedar indiferente por contraste con
lo que sucede actualmente con la responsabilidad institucional, que no afecta al
patrimonio personal del autor.43
Ibdem, p.171.
Ibdem
462
463
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464
465
468
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
diesem Zweck wurde der Nationale Justizrat (CNJ) geschaffen. Der Beitrag befasst sich mit den wichtigsten
Herausforderungen, die bei der Institutionalisierung des neuen Organs auftraten. Am Problematischsten
erscheinen heute die Fragen, die sich auf die Stellung des CNJ als Kontrollorgan der Justiz beziehen, dessen
Kompetenzen Teil des Systems der Justizselbstverwaltung sind. Zwei Flle aus jngster Zeit belegen beispielhaft die Schwierigkeiten, vor denen der Rat steht, und die Folgen aus dieser Aufgabenbestimmung fr
seine Legitimitt und die der Judikative insgesamt.
469
las leyes por el Poder Judicial. Se plante la hiptesis de que la discrecionalidad del
juez se pudiera estar utilizando en forma tal que favoreciera un inters social que
fuera ms all de la ley y, por lo tanto, alejado del Estado de derecho. Esta crtica fue
reforzada por algunas investigaciones sectoriales y coyunturales en las cuales algunos
jueces afirmaban que preferan proteger ms el fin social de la ley que la letra de la ley.
Por lo tanto, habra un sesgo en los fallos de los jueces, sobre todo en los de primera
instancia, a favor, por ejemplo, de los deudores.2 Este sesgo provocara una falta de respeto
a los contratos legalmente constituidos. Se estara creando un ambiente jurdico contrario
al doing business en Brasil, sobre todo a las financiaciones a largo plazo, que tendra un
impacto directo sobre el flujo de inversiones globalizadas y sobre la tasa de inters.
En ese contexto, la pauta externa sobre el Estado de derecho en Amrica Latina
tena como prioridad la imprevisibilidad interpretativa de los jueces como una de las
principales fuentes de inseguridad jurdica.
En otras palabras, el problema era la calidad (previsibilidad/imprevisibilidad) de los
fallos judiciales, razn por la cual, si el pas pretendiera garantizar un Estado de derecho
favorable a la estabilidad econmica y a las inversiones globalizadas, tendra que asegurar antes un mayor control de la discrecionalidad hermenutica de los jueces.
En un artculo anterior, hemos intentado especificar mejor el concepto de seguridad jurdica, distinguiendo por lo menos tres tipos de incertezas asociadas al proceso
decisorio judicial, a saber: a)incerteza estructural; b)incerteza patolgica, y c)incerteza exgena al Judicial (resultante de actos del Ejecutivo, del Legislativo o de los agentes econmicos).3 Procuramos demostrar que la llamada incerteza estructural de la
Bank for Reconstruction and Development. Doing Business 2009, disponible en http://portugues.
doingbusiness.org/ExploreEconomies/default.aspx?economyid=28 (16.4.2009).
2
Armando Castelar Pinheiro: Judicirio, Reforma e Economia: A Viso dos Magistrados,
artculo preparado como parte del proyecto de investigacin Addressing Judicial Reform in Brazil:
Institutions and Constituency Building, realizado por el Instituto de Estudios Econmicos, Sociales
y Polticos de San Pablo (IDESP), disponible en http://epge.fgv.br/pt/files/1462.pdf (16.4.2009).
3
Vase Joaquim Falco, Lus F Schuartz y Diego Arguelhes: Jurisdio, incerteza e Estado
de Direito, en Revista de Direito Administrativo (RDA), n.o 243, setiembre-diciembre de 2006,
So Paulo: Atlas, 2006, pp.79-112. Ese texto fue escrito en respuesta a la conjetura propuesta por
economistas (Vase P. Arida, E. Bacha y A. Lara-Resende: Credit Interest and Jurisdictional
Uncertainty: Conjectures on the Case of Brazil, en Giavazzi, Goldfajn y Herrera (orgs.): Inflation
Targeting, Debt and the Brazilian Experience: 1999 to 2003. Cambridge (MA): MIT Press, 2005),
que identificaba en la incerteza jurisdiccional resultante de un supuesto sesgo antiacreedor de
los jueces brasileos y en la inseguridad jurdica generada por esta el factor determinante
de las altas tasas de inters y de la inexistencia de un mercado del crdito a largo plazo en el pas.
La principal crtica que sostenemos es la de que la actividad decisoria judicial la actividad de
aplicacin de normas generales a casos concretos es mucho ms compleja que lo que el concepto de incerteza jurisdiccional acuado por los economistas lleva a creer. Procuramos, pues,
establecer distinciones entre lo que denominamos a)incerteza estructural es decir, la incerteza
inherente a la actividad jurisdiccional, que deriva del hecho de la existencia de alternativas decisorias que, aunque puedan frustrar las expectativas de las partes, pueden ser reconducidas argumentativamente al Derecho vigente que le corresponde al juez aplicar; b)incerteza patolgica
que ocurre cuando una expectativa jurdicamente fundada es frustrada por una decisin que
no pertenece al conjunto de las decisiones jurdicamente satisfactorias en el caso concreto; y
c)incerteza resultante de factores exgenos al Poder Judicial generada por actos del Ejecutivo y
del Legislativo o de los agentes econmicos mismos. En ese sentido, argumentamos que solo la
incerteza del tipo patolgico es de responsabilidad exclusiva del Poder Judicial y constituira lo que
470
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
Nadie dira que este rasgo de la cultura econmica norteamericana el sesgo protemerario, que molde su cultura legal y que, a todo esto, ha sido intensamente
practicado hoy da en esta crisis econmica, fuera suficiente para poner en duda el
los economistas llaman incerteza jurisdiccional. Pero la inseguridad jurdica es producida tambin
por otros factores no ligados al desempeo de los jueces.
4
Vase Alexis de Tocqueville: Democracy in America (trad. Henry Reeve), 3.aed., Cambridge:
Server and Francis, 1893, vol.II, p.289, disponible en http://books.google.com.br/books?id=gTXuSzS2fAC&dq=Tocqueville+fortune+America&source=gbs_navlinks_s (9.12.2009).
471
compromiso de este pas para con el Estado de derecho. En verdad, esta pauta resultaba de una concepcin unilateral y exclusivista del Estado de derecho, cada vez menos
aceptada y evidente.
Si la cuestin crucial es la disputa por la pauta jurdico-poltica necesaria para una
Amrica Latina econmicamente estable y polticamente democrtica, la prioridad
debe ser otra. Responsabilizar eventualmente al Poder Judicial como provocador de
inseguridad jurdica resulta del an precario acceso de la poblacin a la legalidad
judicializada.5 Y uno de los factores decisivos para este precario acceso es, sin duda,
el desajuste entre la demanda por fallos judiciales y su oferta.
Tomando como presupuesto el hecho de que, desde 1988, las leyes son producidas
con razonable grado de participacin democrtica, el desafo nacional estara mucho
ms vinculado al aumento de la produccin de fallos judiciales definitivos basados
en dichas leyes o sea, en el aumento de su insuficiente cantidad que en la mejora
de la calidad de algunos de esos fallos, que sufriran de un supuesto dficit de previsibilidad. La prioridad es mucho ms la inseguridad jurdica fruto de la ineficiente
administracin judicial, que aquella fruto de la libertad interpretativa del magistrado.
El exceso de demanda en relacin con la oferta de fallos judiciales es un problema
crnico de gran parte de los pases occidentales. Este exceso provoca el fenmeno de
la lentitud del Judicial, que hoy ya se puede medir por los altos ndices de congestionamiento y recurribilidad del sistema judicial. La tabla que sigue muestra la evolucin
del ndice de congestionamiento6 en los aos 2004 a 2007 en los tres principales sistemas judiciales brasileos:
Justicia federal
ndice de
congestionamiento
2.o grado
1.er grado
Tribunal recursal
Juzgado especial
Justicia laboral
Justicia estadual
2004
2005
2006
2007
2004
2005
2006
2007
2004
2005
2006
2007
67,1
76,3
33,8
47,6
65,3
78,3
33,3
44,3
60,4
75,7
38,6
43,3
60,5
78
24,8
42,2
33,2
48,3
30
50,5
28,3
51,7
28,1
49,4
51,9
80,6
37,6
53,7
49,4
79,9
42,6
50,4
46,3
80,1
30,9
48,7
45,4
80,5
42,9
51
Por medio de la prxima tabla se puede tener una idea ms clara a respecto de los
nmeros que componen el ndice de congestionamiento en estos tres sistemas judiciales brasileos sobre el ao 2007.
5
Vase al respecto Joaquim Falco: Transgresses coletivizadas e justia por amostragem,
en Fernando Henrique Cardoso y Marclio Marques Moreira: Cultura das transgresses no Brasil:
Lies da histria. 2.aed., So Paulo: Saraiva, 2008, pp.41-68.
6
Este ndice se obtiene por la divisin de los casos no sentenciados por la suma de los casos
nuevos y de los casos pendientes de juicio.
7
Disponible en http://www.cnj.jus.br/images/stories/docs_cnj/relatorios/justica_em_numeros_volume_2.pdf (16.4.2009).
472
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
Justicia federal
Justicia laboral
Justicia estadual
Cuantitativo
2007
Casos
nuevos
Casos
pendientes
Fallos y
sentencias
Casos
nuevos
Casos
pendientes
Fallos y
sentencias
Casos
nuevos
Casos
pendientes
Fallos y
sentencias
2.o grado
443.989
674.915
442.123
642.941
212.402
615.235
1.623.974
1.173.742
1.519.690
1.er grado
646.298
1.731.406
522.267
2.968.843
2.826.863
2.930.308
11.476.577
32.103.142
8.516.057
Grupo recursal
332.743
152.937
385.896
267.804
102.797
211.670
Juzgado
especial
1.253.503
944.308
1.271.337
4.113.152
4.029.594
3.991.470
473
implementarlas y traer la paz social. Si ello es as, existira una correlacin positiva entre la legitimidad poltico-democrtica del Poder Judicial, el acceso social y la agilidad
operativa de los fallos. El desafo pasa a ser, entonces, la reduccin de la inseguridad
judicial administrativa por la reduccin de la lentitud decisoria, con la ampliacin,
concomitante, del acceso a la justicia. No es una tarea fcil, ni inmediata.
Este artculo trata, pues, de la institucionalizacin de una justicia administrativa
capaz de controlar la administracin de la justicia. No la justicia administrativa que
se desarrolla para el control y la fiscalizacin de los actos del Poder Ejecutivo, de sus
agencias reguladoras y agentes, sino la justicia administrativa que se desarrolla para
controlar y fiscalizar los actos y polticas pblicas de la administracin judicial, de
responsabilidad de los mismos jueces, servidores y serventuarios11 del Poder Judicial
en la bsqueda de la agilidad decisoria. Este es nuestro foco temtico.
La legalidad de estos actos judiciales administrativos est, como todos los actos de la
administracin pblica, subordinada al artculo 37 de la Constitucin de la Repblica
Federativa del Brasil de 1988 (CRFB/88), que dice La administracin pblica directa e
indirecta de cualquiera de los Poderes de la Unin, de los Estados, del Distrito Federal
y de los Municipios obedecer a los principios de legalidad, impersonalidad, moralidad, publicidad y eficiencia[], y a la Ley Orgnica de la Magistratura Nacional
(Loman), que, en su artculo 35, establece como deberes de los magistrados:
I.
11
Servidor, segn el artculo 2 de la ley 8112/91, es la persona legalmente investida en un
cargo pblico, mientras que un serventuario es un auxiliar de la Justicia, de acuerdo con el artculo139 del Cdigo de Procedimiento Civil: Son auxiliares del juzgado, adems de otros, cuyas
atribuciones determinan las normas de organizacin judicial, el actuario, el oficial de justicia, el
perito, el depositario, el administrador y el intrprete.
474
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
12
Artculo103-B, 4, de la CRFB/88.
475
De esta manera, el CNJ ha representado, como veremos, una solucin de compromiso entre los grupos polticos antagnicos que defendan el control interno y el
control externo de la administracin de la Justicia. La trayectoria de la institucionalizacin del Consejo es el foco histrico-emprico de este artculo.
El consenso tctico formado alrededor de los compromisos institucionales
asumidos para que se consiguiera aprobar el texto de la EC 45/2004 neutraliz, momentneamente, las divergencias entre los diferentes grupos de inters que pautaron
la construccin institucional del CNJ. Pero no las resolvi. De hecho, la tensin entre
los que rechazaban cualquier tipo de control externo al Judicial y aquellos que defendan ese tipo de control permaneci latente y hoy se manifiesta nuevamente en otra
arena, de carcter doctrinario.
La disputa poltica entre los diferentes grupos de inters que pautaron la construccin institucional del CNJ fue resulta constitucionalmente, pero no fue extinguida.13 Ha resurgido frecuentemente en las actividades polticas y en las decisiones del
CNJ que buscan planificar, controlar y fiscalizar los actos administrativos del Poder
Judicial. En verdad, el CNJ nace con el compromiso de promover una reforma de la
administracin de la justicia. Solo la reforma lo justifica. Por esto, la disputa poltica
13
Entendemos que el texto final de una Constitucin es, en ltima instancia, resultado de una
eleccin entre alternativas concurrentes e incompatibles. Por eso, la redaccin de un dispositivo
constitucional es, muchas veces, nada ms que un precario arreglo entre intereses distintos, los
cuales por medio de la negociacin llegan a un resultado que, aunque no cumpla al mximo con
las expectativas de todos, es el nico desenlace posible en un escenario en el que el consenso es
el ms escaso de los bienes. Esas divergencias subyacentes al texto constitucional, y que resultan
del proceso poltico de su elaboracin, tienden a aflorar nuevamente en el momento de la interpretacin y aplicacin de la Constitucin por una comunidad jurdica. Sobre la importancia para
la elaboracin e interpretacin de constituciones de la asuncin de compromisos (o acuerdos)
formados sin que haya consenso entre las personas sobre las razones tericas que los justifican,
vase Cass R. Sunstein: Incompletely Theorized Agreements in Constitutional Law, 74 Social
Research 1 (2007). Traducido al portugus por Diego W. Arguelhes y Pedro J. Cantisano con el
ttulo Acordos constitucionais sem teorias constitucionais, en Revista de Direito Administrativo,
n.o246, setiembre-diciembre de 2007.
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EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
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15
Es interesante notar que la encuesta de opinin realizada por la FGV Direito Rio y por el
Ipespe, ya mencionada, demostr el crecimiento, entre los brasileos, de la prctica de la conciliacin. Cuando se les pregunt qu actitud tomaban cuando sentan que sus derechos no haban
sido respetados, la gran mayora de los entrevistados (43%) afirm buscar por su propia cuenta
una solucin amigable, con conciliacin.
16
La expresin fue usada en un artculo de Diego W. Arguelhes, en el que se analizan las
decisiones del Supremo Tribunal Federal brasileo. Vase Diego W. Arguelhes: A dupla face das
decises do STF, en Correio Braziliense, 16 de abril de 2009.
17
Ibdem.
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EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
resolucin de la litis individualizada, y, por otro, una menos explcita, de largo plazo,
que pavimenta la institucionalizacin misma del Consejo.
Uno de los principales desafos de la institucionalizacin resulta de la definicin
del lugar del CNJ dentro de la estructura de control disciplinario y administrativo del
Poder Judicial. Aun restringido a materias de naturaleza administrativa, el CNJ se
encuentra en situacin de competicin con los dems tribunales integrados solo por
magistrados, una vez que cada tribunal posee su propia corregidura. Competicin
verticalizada con los tribunales estaduales locales, y competicin horizontalizada con
los tribunales especializados. Este es el mercado relevante del control disciplinario
administrativo del Poder Judicial. Cada decisin de litis es una piedra demarcadora
institucionalizadora de esta situacin de competicin.
El proceso de institucionalizacin implica definir las reglas de esta competicin.
En otras y jurdicas palabras: se trata de definir la propia competencia judicial del
CNJ. Definir si tiene competencia originaria o recursal. O sea: si la parte tiene que,
primero, litigar contra la administracin judicial en el mismo tribunal estadual local,
o se puede dirigir directamente al CNJ como tribunal nacional. O, adems, si, en
materia pertinente a la administracin de la justicia laboral o de la justicia federal, el
CNJ tendra que, antes de decidir, or a los respectivos consejos de la justicia federal y
al de la justicia laboral.
El CNJ es una institucin nueva inoculada en un organismo tradicional. De ah
el frecuente resurgimiento de la original disputa entre el control interno y el control
externo de la magistratura y sobre los caminos de la reforma del Judicial. Resurgen,
asimismo, a la limite, las cuestiones de la autonoma administrativa y financiera de
los tribunales y de la armona o competicin entre los poderes. En fin, los mismos
lmites de la independencia del juez y del Poder Judicial. En el delineado de este lmite
reside la forma como puede asumirse e innovarse institucionalmente la democracia
brasilea.
479
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EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
Para que la sociedad tenga una seguridad jurdica mayor, para que las informaciones
referentes a los intereses en conflicto producidas en la sociedad se puedan utilizar y
para que haya una mayor participacin de la poblacin interesada en el proceso decisorio, la idea de reflexibilidad administrativa concreta, en forma prospectiva, el fallo
a dar caso a caso, buscando siempre mediar los intereses en conflicto y preservar los
derechos de los involucrados.
Aplicando ese razonamiento al caso en cuestin, el tribunal sera el intrprete
de una decisin comprometida con el cumplimiento de un sistema de intereses
no solo estatales, sino tambin sociales, como los de los profesionales jurdicos,
directamente afectados por el acto administrativo. En el fondo, se trataba de discutir si era necesaria o no la participacin de los abogados y de otros profesionales
jurdicos que tuvieron sus derechos, en principio, violados en la decisin de cambio de horario de funcionamiento del tribunal, y cul debera ser la extensin de
esta participacin.
Por simple clculo de probabilidad, si fuera el mismo tribunal local el que juzgara
el pleito de la OAB, el concepto unilateral estatal de discrecionalidad tendera a prevalecer sobre el concepto de discrecionalidad estatal-social multilateral. Pero habiendo
sido trado el caso al CNJ, un tribunal integrado por magistrados y no magistrados,
el resultado podra ser otro.
La cuestin institucional en juego era clara: hasta qu punto el CNJ, en su calidad
de institucin de control de los tribunales, podra interferir, aun en nombre de una
gestin ms eficiente, en las decisiones administrativas de los tribunales locales?
481
La diferencia entre acto administrativo y acto jurisdiccional no resulta, por lo tanto, de la esencia del acto, sino del enfoque segn el cual decidimos analizar ese acto.
Son solo diferentes perspectivas para observar el mismo objeto.
En el caso que exponemos a continuacin, la dificultad fue distinguir estas dos
perspectivas dado el mismo objeto: una decisin jurisdiccional de un juez local. Se
trataba de una decisin del juez que determinaba que una empresa estatal federal brasilea pagara, en forma instantnea e irreversible, ms de R$63 millones aproximadamente USD25 millones que seran depositados en la cuenta corriente del actor de
la accin o en cualquier otra cuenta bancaria indicada por este, basndose en ttulos
emitidos por la empresa aproximadamente 30 aos antes.
Ms tarde, una investigacin del Ministerio Pblico Federal y de la Polica Federal
constat la existencia de una banda especializada en fraguar ttulos pblicos federales
con el objetivo de desfalcar los cofres pblicos, especialmente de la empresa estatal
federal en cuestin. Entre los integrantes de esa banda estaban el actor del proceso
y su abogado, que fueron arrestados poco despus de la decisin del juez, al intentar
movilizar los R$63 millones. El juez no fue incriminado.
De hecho, el fallo del juez tena caractersticas inusitadas: a)la competencia jurisdiccional para analizar el caso era, segn una posicin ampliamente dominante en la
jurisprudencia relativa a casos semejantes al caso en cuestin, de la justicia federal y
no de la justicia estadual; b)el pago no fue ordenado por medio del instrumento procesal regular, que, en el caso, era el exhorto (carta precatria); c)el fallo se emiti en
una ciudad de 14 mil habitantes, en donde no residan ni trabajaban las partes; d)al
revs que lo usual, el fallo fue proferido en aproximadamente 72 horas, en vsperas
del feriado de Navidad; e)la garanta exigida por ley para concesin de esta orden
de pago y que el beneficiario tendra que presentar previamente, en el caso un bien
inmueble, era de legalidad dudosa, sin liquidez financiera y situada en otro estado de
la federacin.
El tribunal local en el mbito jurisdiccional logr revertir parte de los valores retirados. Ya en el mbito administrativo entendi que el juez haba cometido un error en
el procedimiento y que, por lo tanto, su conducta incurra en la figura del procedimiento incorrecto, pasible de la pena de censura, segn los trminos del artculo 44 de
la Ley Orgnica de la Magistratura Nacional (ley complementaria 35/1979 - Loman).22
Inconforme con una pena administrativa tan tenue la pena de censura ante
tantos indicios de fraude, otro magistrado local acudi al CNJ a pedir que la pena fuese revista, atribuyendo a la conducta del juez un nuevo encuadre disciplinario, pasible
de una pena ms rigurosa.
En su defensa, el juez alegaba que el rgano competente para analizar la existencia de error en su decisin y, eventualmente, reformarla sera el Tribunal de Justicia
del estado, una vez que l estaba en pleno ejercicio de su funcin jurisdiccional. Aun
segn su razonamiento, en caso de que el CNJ analizara si el derecho haba sido
Loman, artculo44: La pena de censura ser aplicada reservadamente, por escrito, en el
caso de reiterada negligencia e el cumplimiento de los deberes del cargo, o en el de procedimiento
incorrecto, si la infraccin no justificare una penalizacin ms grave.
22
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EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
483
instrumento ante el fallo favorable que determin el pago de los R$63 millones a
los actores de la accin, y debera ser ejercido por el tribunal estadual. La actividad de
control jurisdiccional consistira en verificar si, basndose en las circunstancias fcticas del caso, es posible afirmar que los presupuestos del fallo se encontraban presentes
y, por lo tanto, que este fue correcto.
Ya desde la perspectiva administrativa, el libre convencimiento puede ser controlado basndose en las normas sobre procedimientos administrativos, que constituyen
una infraestructura legal del debido proceso legal administrativo y sin las cuales el
libre convencimiento no existe. Los estndares que informan el control administrativo del libre convencimiento del juzgador estn expresos en el ordenamiento jurdico
brasileo, en la CRFB/88 y en la Loman. O sea: la actividad de control administrativo
consiste en analizar si la conducta adoptada por el juzgador en la formacin de su
decisin respeta los principios de la impersonalidad, moralidad, publicidad, eficiencia (artculo 37 de la CRFB/88) y los deberes de independencia, serenidad y exactitud
(artculo 35 de la Loman).
El fallo del CNJ fue en el sentido de que, independientemente del control jurisdiccional, en cuanto control de aplicar el derecho, un control procesal y de mrito
que debera ser efectuado y lo fue por los tribunales estadual y superiores, caba tambin el ejercicio del control administrativo en el caso, en la medida en que en este no
solo no exista el libre convencimiento que fundamenta la imparcialidad necesaria al
Estado democrtico de derecho, una vez que el juez estaba previamente comprometido con una determinada subjetividad, sino que tambin haba faltado a los principios
administrativos de la dignidad, serenidad y exactitud. O sea: el libre convencimiento no es un muro intransponible cementado por una doctrina vetusta del derecho
administrativo.
En el fondo, este se transform en un leading case en el cual el CNJ establece que
existen principios y lmites administrativos que se exigen para el ejercicio del libre
convencimiento jurisdiccional, sin lo cual, al decir del escritor, el libre convencimiento sera solo el manto difano de la fantasa, en el caso, de la corrupcin. El caso ahora
se encuentra bajo la apreciacin del STF.
4. Conclusin
En ambos casos mencionados, el fallo del CNJ fue sometido al STF. Si se confirman
los fallos del CNJ, el proceso de institucionalizacin del compromiso entre el control
externo y el control interno avanzar.
El proceso de institucionalizacin de un nuevo rgano de control administrativo
del Poder Judicial se despliega en etapas que, siendo inicialmente sucesivas, se tornan
enseguida concomitantes, no obstante.
Primero, una reivindicacin sociopoltica necesaria para la democracia y la estabilidad econmica, que se transforma en disputa poltica entre los tres poderes de la
Repblica en el momento de la institucionalizacin legal control externo o control
484
EL CONTROL DE LA ADMINISTRACIN JUDICIAL / JOAQUIM FALCO, MARCELO LENNERTZ, TNIA ABRO RANGEL
485
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Tocqueville, Alexis de: A Democracia na Amrica, 1835.
488
ABSTRACT
In a doctrinal decision of the Federal Constitutional Court the use of electronic voting equipment during the
election of members for the Federal Parliament (Bundestag) in 2005 was declared to be unconstitutional,
because it disregarded the principle of publicity of the electoral process (Fundamental Law, Articles 38 and
20). Although the use of such equipment is not forbidden in principle, its conformity with the Constitution
is subject to strict requirements, including the effective control of the act of voting as well as reliable verifiability of results. Both conditions are met to the extent electors are able to accurately determine that
votes legally cast actually correspond to the electoral lists, and that the total number of votes was correctly
determined for each list.
En una sentencia doctrinal el Tribunal Constitucional Federal ha declarado inconstitucional el uso de equipos de votacin electrnicos durante las elecciones al
Parlamento federal (Bundestag) de 2005 por lesionar el principio de la publicidad del
proceso electoral (artculos 38 y 20, incisos 1 y 2, de la Ley Fundamental). El uso de
tales equipos no se prohbe de principio, pero su conformidad constitucional queda
sujeta a fuertes condicionantes. Se requiere tanto el control eficaz de la accin de votar
como la verificabilidad efectiva de los resultados. Ambas condiciones se cumplen en
la medida en que los electores tienen la posibilidad de comprobar que los votos vlidos
emitidos correspondieron efectivamente a las listas electorales y que se determin
correctamente el total de los votos correspondientes a cada lista.
El uso de equipos de votacin electrnicos, tambin conocidos como computadoras electorales, ha cobrado una relevancia creciente. Mientras en algunos pases de
Amrica Latina fueron introducidos hace varios aos, en otros, como por ejemplo
Colombia, las obligaciones legales contradas han colocado la adopcin de tales equipos en la agenda poltica.
Por ahora los equipos de votacin electrnicos tienen una incidencia mnima en la
Repblica Federal de Alemania, aunque las bases legales para su uso se sentaron hace
varias dcadas. Sobre la base de la Ley Electoral federal, aprobada en 1956 y enmendada en 1975, se promulg en 1961 un decreto sobre el uso de equipos para el conteo de
los votos durante las elecciones al Bundestag, que se enmend en 1975. Este autoriz
el uso de equipos de votacin mecnicos y elctricos en esas elecciones, con la condicin de que los modelos empleados estuvieran habilitados y su aplicacin contara con
la necesaria autorizacin. Sin embargo, por varias razones esos equipos mecnicos de
votacin no tuvieron xito en Alemania.
El primer uso masivo de los equipos de eleccin electrnicos1 se produjo en 2005, en
ocasin de las elecciones a la 16.a legislatura del Bundestag. En esas elecciones unos dos
Las bases para la introduccin de los equipos de votacin electrnicos se crearon mediante
la introduccin de enmiendas a la Ley Electoral federal, en 1993, y al decreto federal sobre el uso
de equipos de votacin, en 1999.
1
489
490
En una primera fase el Tribunal Constitucional Federal se ocupa del criterio a seguir en la revisin y de las disposiciones constitucionales que deben ser tenidos en
cuenta en este proceso.
La decisin del Tribunal Constitucional Federal parte del supuesto de que el uso
de los equipos de votacin controlados por procesadores debe ser evaluado a partir
del criterio de la publicidad del proceso electoral (artculos 38 y 20, incisos 1 y 2, de la
Ley Fundamental).
Artculo 38:
(1) Los diputados del Bundestag alemn sern elegidos por sufragio universal,
directo, libre, igual y secreto. Son los representantes del pueblo en su conjunto,
no ligados a mandatos ni instrucciones, y sujetos nicamente a su conciencia.
(2) Tiene derecho de voto quien haya cumplido dieciocho aos de edad. Es
elegible quien haya cumplido los aos con los cuales se alcanza la mayora de
edad.
4
491
492
Sobre esa base, el Tribunal Constitucional Federal formula explcitamente el requisito de un control complementario: luego de la emisin los votos de los electores no
deben ser almacenados exclusivamente en un procesador electrnico (120). Se necesita
un control fehaciente de la veracidad (121). Este se podra garantizar por medio de
equipos de votacin electrnicos
[] que ofrezcan otro registro de los votos, a parte del almacenamiento electrnico. Esto ser posible especialmente mediante el uso de aquellos equipos de
votacin electrnicos que complementen el registro electrnico del voto con la
impresin de un protocolo sobre papel del voto emitido que sea legible para cada
elector, que pueda ser controlado previo a la emisin definitiva del voto y que sea
entregado para facilitar el conteo de control (121).
493
La sentencia discute seguidamente algunos argumentos a favor del uso de los equipos de votacin electrnicos.
Se establece que, con respecto a la implementacin de la equidad electoral segn
el artculo 38.1, frase 1, de la Ley Fundamental el argumento que hace referencia a la
posibilidad de evitar errores en el relleno de la hoja de votacin debe ser tenido en
cuenta. Sin embargo, no se podr deducir del mencionado argumento la renuncia a
la verificabilidad de la accin de votar (127).
El Tribunal Constitucional Federal rechaza tambin la alegacin segn la cual
se tratara de establecer, con la mayor brevedad, las bases para la formacin de una
representacin popular con capacidad de actuar. La Ley Fundamental no obliga a
que el resultado final del escrutinio se conozca a poco tiempo de cerrar los colegios
electorales.
En resumen, el Tribunal Constitucional Federal no reconoce la existencia de otros
intereses constitucionales en funcin de los cuales se podran imponer restricciones
al principio de la publicidad del proceso electoral.
Aun para aquellos casos en que este principio no est lesionado, el Tribunal se refiere expresamente a la reserva parlamentaria, con base en los principios del Estado de
derecho y de la democracia, segn la cual es competencia del Poder Legislativo tomar
las decisiones relevantes en las reas normativas fundamentales y muy especialmente
en materia de realizacin de los derechos bsicos:
[] teniendo en cuenta las particularidades del uso de los equipos de votacin
electrnicos su reglamentacin corresponde al poder legislativo, porque se trata de
establecer los prerrequisitos para la utilizacin de tales equipos. En este marco se
debe decidir tanto sobre la admisibilidad de la utilizacin de equipos de votacin
como sobre los prerrequisitos generales para su utilizacin. Decisiones como stas
no pueden ser delegadas a la autoridad con poder de reglamentacin. (134)
El Tribunal asign una importancia tal a este aspecto que ni siquiera se expidi
acerca de la admisibilidad de las otras alegaciones de los demandantes. Estas se refieren al diseo de los equipos electorales y el software, el ensayo insuficiente de los prototipos y la habilitacin del modelo de construccin. En opinin del Tribunal, estas
alegaciones no tendran ningn peso especfico al lado de la lesin del principio de la
publicidad del proceso electoral, aun en la eventualidad de que todas fueran fundadas.
494
El Tribunal Constitucional Federal desestim parcialmente los recursos de revisin del procedimiento electoral, negando la solicitud de los demandantes de anular y
repetir las elecciones en los distritos electorales afectados. Para fundamentar su posicin el expuso fundamentalmente lo siguiente (158-162):
El error electoral incurrido debido a la admisin y utilizacin de los equipos de
votacin a pesar de la definicin insuficiente de las bases legales no modifica, en s,
el resultado de las elecciones ni cobra relevancia alguna con respecto a los mandatos.
Aun suponiendo que fuera relevante para la asignacin de los mandatos no se producira la anulacin de las elecciones al Bundestag. En caso de comprobarse la relevancia
para la asignacin de los mandatos,
[] la decisin de la revisin de procedimiento electoral del Tribunal
Constitucional Federal queda sujeta al principio de la menor intervencin []
En todos los casos deben equilibrarse el requisito de proteger la estabilidad de
la representacin elegida por el pueblo, cuyo fundamento legal est dado por el
principio democrtico, y los efectos del error electoral detectado [] Aun en
aquellos casos en que el error electoral con relevancia para la asignacin de los
mandatos est limitado a determinados mandatos, por lo que no habra que anular la eleccin en su totalidad, se debe proceder a una valoracin, cuyo resultado
podra ser favorable al principio de proteccin de la estabilidad.
Segn el Tribunal no hay evidencia de que los equipos de votacin hayan tenido
un funcionamiento defectuoso o hayan sido manipulados, lo que habra distorsionado el resultado electoral en los distritos afectados (162), por lo cual los posibles efectos
deberan ser considerados marginales. En el caso bajo estudio prevalece, por lo tanto,
el inters en la proteccin de la estabilidad.
El Tribunal Constitucional Federal pronunci una sentencia doctrinal importante
en el momento justo, estableciendo as el marco constitucional y normativo para los
futuros debates y regulaciones sobre la utilizacin de equipos de votacin electrnicos.
Esta sentencia, que no se opone a la tecnologa, contrapone el escepticismo realista
y constitucionalmente fundado a la fe y la confianza sin lmites en las supuestas bondades de las modernas tecnologas de la informacin.
Resultan convincentes los criterios establecidos a partir del principio constitucional de la publicidad del proceso electoral, cuya base es la confianza indispensable de
los electores en la realizacin correcta del proceso electoral como condicin primordial de la legitimidad democrtica. Gracias a la sentencia, en Alemania se desactiv el
peligro del black-box-voting. Por lo tanto, no debe sorprender que las reacciones hayan
sido enteramente positivas.
Si bien el Tribunal Constitucional Federal ha optado por calificar como no contundentes en comparacin con la lesin del principio de la publicidad del proceso
electoral a varias de las alegaciones de los demandantes y, en consecuencia, por dejar
sin resolver si estn fundadas, esto no debe hacer olvidar una serie de problemas adicionales relacionados con la utilizacin de los equipos de votacin electrnicos. Por lo
495
5
As el ttulo de uno de los principales programas de noticias televisivas de Alemania,
Tagesschau, del 3 de marzo, luego de conocerse la sentencia del Tribunal Constitucional Federal.
Palabras clave: Mercosur, Unin Europea, integracin regional, integracin econmica, cohesin
econmica y social.
ZUSAMMENFASSUNG
Die Realitt des Mercosur ist durch das soziale Geflle zwischen seinen Mitgliedern und deren unterschiedlichen Entwicklungsniveaus gekennzeichnet. Die politischen Manahmen zur Strkung der
Kohsion und Konvergenz sind im Sinne des Integrationsprozesses dazu geeignet, mit dieser Situation
umzugehen. In konzeptioneller Hinsicht geht es bei der soziokonomischen Kohsion darum, einen
Beitrag zu einer homogeneren Entwicklung und zur Chancengleichheit zu leisten, whrend unter
Konvergenz die Tendenz zur Angleichung der Pro-Kopf-Einkommen in den Mitgliedslndern verstanden
wird. Eine wesentliche Komponente ist in beiden Fllen die Solidaritt. Die Europische Union setzt entsprechende Politikanstze seit Jahrzehnten um und hat sie in ihre Grndungsvertrge und politischen
Entscheidungsprozesse aufgenommen. Einen entsprechenden Weg hat der Mercosur vor Kurzem mit der
Einrichtung des Fonds fr strukturelle Konvergenz eingeschlagen, was als ein vielversprechender Ansatz
fr Sdamerika zu werten ist.
498
Keywords: Mercosur, European Union, regional integration, economic integration, economic and
social cohesion.
1. Introduccin
Llegando ya a los 20 aos de vida, el Mercosur se encuentra en un momento complejo.
Enfrenta diversos desafos y una crisis de fe en la integracin como modo adecuado
para lograr el pleno desarrollo de las naciones que lo integran. Esto se manifiesta en
el pensamiento del ciudadano medio, que lo considera algo ajeno; en los actores econmicos, que plantean dudas sobre su utilidad; en la escasa integracin de las cadenas
productivas y en diversos cuestionamientos ms.
Desde el discurso poltico se valora y apuesta frreamente al Mercosur, pero la integracin en materia econmica est demorada, se dificulta avanzar y profundizar, y
las cclicas crisis econmicas que sufren sus pases miembros atentan contra una planificacin estratgica. Sin embargo, se producen avances institucionales novedosos,
algunos esperanzadores y otros que despiertan dudas.
Se presenta de esta manera un momento de reflexin, un espacio en el que es vlido
regresar a aquel espritu fundacional y formular todas las preguntas, incluso aquella
ms difcil: por qu nos integramos?
Integrarse es unirse las partes para constituir un todo1 o, como ensea el Dr. Ciuro
Caldani, es entablar vinculaciones ms estrechas entre las partes, vinculaciones econmicas, territoriales, poblacionales, etctera.2 Y la integracin es el modo ms estrecho que tienen las naciones para acercarse y convivir.3
1
Vocablo integrar, en Real Academia Espaola: Diccionario de la lengua espaola, Buenos
Aires: Espasa Calpe, 2003, t.6, p.873.
2
Miguel ngel Ciuro Caldani: Las continuidades vitales y la integracin, en Derecho de la
Integracin, n. 15, Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 2004, p.16.
3
Luis Andorno: Algunos aspectos de la integracin del Mercosur y la Unin Europea, en
Derecho de la Integracin, n. 17, Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 2005, p.9.
499
Iniciar un proceso de esta naturaleza responde a objetivos estratgicos de los pases, y el cumplimiento de estos objetivos en plazos razonables es lo que determina
el xito o fracaso del emprendimiento. El objetivo econmico se manifiesta como la
aspiracin a un mayor desarrollo, y los objetivos polticos son diversos, conforme a las
particularidades de cada proceso y cada pas.
El Mercosur ha establecido en el Tratado de Asuncin al desarrollo econmico y
social como el objetivo primordial del proceso. Lo recepta y desarrolla en el primer
y el segundo considerandos del tratado fundacional. Es deber entonces reflexionar
sobre si el Mercosur ha promovido el desarrollo econmico y social de sus naciones,
en qu medida y qu desafos estn pendientes. Algunos datos econmicos pueden
resultar de utilidad para comprender el estado de situacin.4
Un anlisis comparativo entre la evolucin del producto bruto interno (PBI) per cpita de los Estados Unidos y los pases miembros del Mercosur5 demuestra que, mientras en 1990 Brasil posea un PBI per cpita que representaba el 23% del de Estados
Unidos, en 2004 haba descendido a 21%, pese a las constantes tasas de crecimiento.
Paraguay presenta el escenario ms dramtico, habiendo descendido del 17% en 1990
al 12% en 2004. Uruguay presenta un leve descenso del 25 al 24% respectivamente. Y
Argentina es el nico pas miembro que muestra un incremento de 32% en 1990 a 34%
en 2004. Estos datos permiten afirmar que el Mercosur no ha tenido un desempeo
econmico alentador en comparacin con el promedio mundial.
Tambin nos permiten observar que los resultados de las ltimas dcadas han sido
dispares para los pases del Mercosur. Brasil ha mantenido un nivel de crecimiento
sostenido y ha iniciado un exitoso proceso de diversificacin productiva y presencia
econmica internacional, pero mantiene importantes niveles de pobreza e indigencia.
Argentina ha sufrido importantes crisis y modificaciones en su estructura social y
productiva, mantiene ltimamente un ritmo de crecimiento sostenido, pero en los
aos noventa ha generado niveles de pobreza alarmantes y paulatinamente perdi diversificacin en su matriz exportadora en el Mercosur. Paraguay posee una situacin
social complicada, con altos niveles de indigencia y pobreza, y carencias estructurales
en su economa.
Esta situacin se manifiesta en que el producto bruto interno por paridad de poder
adquisitivo (PBI PPA) per cpita vara en la regin de 14.280 dlares estadounidenses
(USD) en Argentina a 4.642 USD en Paraguay o 2.819 USD en Bolivia.6 Asimismo
los niveles de pobreza e indigencia varan de 7,7% en Uruguay a 43,4% en Paraguay o
65,4% en Bolivia.7
4
Para un panorama econmico-social conciso y acabado vase Jos Luis Machinea y Andras
Uthoff: La importancia de la cohesin social en la insercin internacional de Amrica Latina, en
Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe: Integracin econmica y cohesin social:
lecciones aprendidas y perspectivas, Santiago de Chile: CEPAL, 2005, pp.23-47.
5
Manuel Agosin: Amrica Latina en el escenario internacional. Una visin econmica, en
Patricio Leiva Lavalle (comp.): Los caminos para la integracin de Amrica Latina, Santiago de
Chile: Universidad Miguel de Cervantes, 2008, p.99.
6
PNUD: ndice de desarrollo humano 2007, Nueva York: Naciones Unidas, 2008, p.231.
7
Ibdem, p.240.
500
2. Nociones conceptuales
2.1. La cohesin econmica y social
El concepto de cohesin ha adquirido reciente notoriedad en el debate acadmico y
poltico de Amrica Latina. Sin embargo no existe uniformidad en cuanto a su significado y contenido; se habla indistintamente de cohesin social, econmica, estructural, de infraestructura, etctera.
Tampoco hay consenso sobre el contenido y el objetivo de cada una de estas facetas. Por ejemplo, se alude a la cohesin social como medio para el desarrollo social y
econmico, como un resultado de poltica pblica, o para construir nociones tericas
como capital social, integracin social, inclusin social o tica social.10
Es posible comenzar una aproximacin conceptual con la definicin que ofrece la
Real Academia:
cohesin (Del lat[n] cohaesum, supino de cohaerre, estar unido). f. Accin y
efecto de reunirse y adherirse las cosas entre s o la materia de la que estn formadas. [] 3. f. Fs[ica] Unin entre las molculas de un cuerpo. || 4. f. Fs[ica]
Fuerza de atraccin que las mantiene unidas.11
501
502
Tratado de la Comunidad Europea y modificacin del Tratado de Niza (versin consolidada) ES C 325/42, en Diario Oficial de las Comunidades Europeas, 24.12.2002, artculo 5.
17
Patten:http://europa.eu.int/comm/external_relations/news/patten/sp03_160.htm
(18.2.2007).
18
Santiago Gonzales Cravino: Globalizacin, integracin y cohesin social. El caso
Mercosur, en Rolando Franco y Armando Di Filippo (comps.): Las dimensiones sociales de la
integracin regional en Amrica Latina, Santiago de Chile: CEPAL, 1999, pp.49-66.
19
Comisin Europea: Una nueva asociacin para la cohesin. Convergencia, competitividad, cooperacin, en Comisin Europea: Tercer informe sobre cohesin econmica y social,
Luxemburgo: Comunidades Europeas, 2004, p.xxvi.
16
503
504
2. La solidaridad
La poltica de cohesin y convergencia debe ser acompaada por una poltica de solidaridad entre los Estados miembros del proceso de integracin. Esta nocin requiere
tambin una precisin conceptual. El Diccionario de la Real Academia la define como:
solidaridad (De solidario). 1. f. Adhesin circunstancial a la causa o a la empresa de otros.26
505
y pueblos. Esto exige un concepto tico fundamental para una cultura humanitaria, segn el cual solo se puede encontrar la excelencia del todo en el respeto a cada
persona individual, a cada sociedad y a cada pueblo, desde un principio de igualdad
fundamental, igualdad que es el fundamento del derecho de todos a la participacin
en el proceso de desarrollo pleno.33
La solidaridad es algo que se deben las partes recprocamente y requiere un compromiso de los actores. Pero no significa que cada uno deba lo mismo a cada cual, sino
que lo debido se configura en funcin del rol, la situacin, las capacidades y los medios
que cada parte posea o disfrute.34
No debe confundirse la solidaridad con el altruismo. El altruismo puede estar incorporado en las acciones solidarias, pero no se identifican. En la prctica, la solidaridad se manifiesta como la persecucin conjunta de intereses que redundarn en
beneficio para todas las partes involucradas y no solo para aquellas que han sido recipiendarias de la accin solidaria. De manera que la solidaridad puede ser utilitarista,
dado que vincula el inters individual con el del conjunto, y realiza un clculo de costo y beneficio.35 Puede ser un beneficio econmico, poltico, moral, espiritual, etctera.
Delimitado el concepto, es vlido entonces preguntar por qu la solidaridad en la
integracin. Porque las sociedades y los estados en los procesos de integracin comparten una comunidad de intereses y riesgos, y deben afrontarlos solidariamente. De
esta forma la solidaridad se convierte en un principio fundamental del derecho de
la integracin. En un espacio interconectado e interdependiente, la carencia o la debilidad de una parte incide en las dems de manera insoslayable, y esto obliga a las
partes a procurar el bienestar de todos sus miembros. Los costos y los beneficios son
conjuntos.
Estos beneficios conjuntos pueden ser, por ejemplo, evitar las migraciones masivas
de ciudadanos hacia las grandes ciudades, fortalecer mercados econmicos para la
colocacin de produccin, disminuir la volatilidad poltica de algn pas o regin,
consolidar el frente comn, proteger la propia frontera, etctera.
33
34
35
36
Ibdem, p.44.
Isensee: o. cit., pp.407-408.
Ibdem, p.408.
Dreses y Sanahuja: o. cit., p.44.
506
37
Vase en este sentido ngel de la Fuente: El impacto de los fondos estructurales: convergencia real y cohesin interna, en Hacienda Publica Espaola, vol.165, Madrid, 2003, pp.122-129.
38
Dreses y Sanahuja: o. cit., p.44.
39
Ibdem, p.46.
40
Sin desmedro de reconocer iniciativas anteriores, como el estudio sobre zonas crticas de
1959, o el Reporte Thomson, realizado en 1973 por lord George Thomson.
41
Tratado de la Comunidad Europea, o. cit., p.40.
507
Los lineamientos de la poltica se desarrollan en la parte III, ttulo III, captulo III,
seccin 3, sin cambios significativos respecto del Tratado de la Unin Europea.
Ibdem.
Tratado de la Comunidad Europea, o. cit., p.104.
44
Tratado por el que se Establece una Constitucin para Europa, en Diario Oficial de las
Comunidades Europeas, 16.12.2004, p.11.
42
43
508
Sin embargo, el Tratado ha perdido impulso poltico, y es de esperarse que sea remplazado por el Tratado de Lisboa, que modifica el artculo 3 del Tratado de la Unin
Europea e inserta la misma frase citada que estableca el Tratado de la Constitucin
de 2004.
3.2.1. Objetivos
El nuevo esquema de la poltica de cohesin se estructura sobre tres objetivos desarrollados en el artculo 3 del Reglamento General:49 convergencia, competitividad regional y empleo, y cooperacin territorial europea. Se simplifica as el sistema al unificar
los diversos objetivos e iniciativas que se haban ido acumulando, en tres objetivos que
se concretan con los tres Fondos citados.
El objetivo convergencia tiene como finalidad fomentar el desarrollo de las regiones menos desarrolladas creando condiciones ms favorables para el crecimiento y el
empleo mediante el aumento de la inversin en capital fsico y humano. Se pretende
hacer especial hincapi en la innovacin, la sociedad del conocimiento, la calidad del
medio ambiente y en la eficacia administrativa.
La convergencia requiere la atencin de los tres fondos de la poltica de cohesin,
pero divergen los criterios por los que se definen los territorios subvencionables.
Conforme el artculo 5 del Reglamento General, en los fondos estructurales FEDER y
FSE las regiones requieren poseer un PBI PPA per cpita inferior al 75% del promedio
general de los 25 pases de la Unin; en cambio, en el Fondo de Cohesin debe ser
inferior al 80% del promedio.
Conforme el artculo 3 del Reglamento General el objetivo de competitividad regional y empleo pretende mejorar estas variables mediante la previsin de los cambios
Reglamento (CE) 1083/2006 del Consejo, del 11 de julio de 2006, en Diario Oficial de las
Comunidades Europeas, 31.7.2006, pp.25-74.
46
Reglamento (CE) 1080/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de julio de 2006,
en Diario Oficial de las Comunidades Europeas, 31.7.2006, pp.1-11.
47
Reglamento (CE) 1081/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de julio de 2006,
en Diario Oficial de las Comunidades Europeas, 31.7.2006, pp.12-18.
48
Reglamento (CE) 1084/2006 del Consejo, de 11 de julio de 2006, en Diario Oficial de las
Comunidades Europeas, 31.7.2006, pp.79-81.
49
Comisin Europea: La poltica de cohesin 2007-2013, Luxemburgo: Oficina de Publicaciones
Oficiales de las Comunidades Europeas, 2007, p.10.
45
509
510
El parmetro habitual de calificacin de pases receptores de ayuda para la convergencia es el PBI PPA per cpita anual, el cual en el Mercosur es de 14.280USD en
Argentina, 9.962USD en Uruguay, 8.402USD en Brasil y 4.642USD en Paraguay,53 lo
que convierte a este ltimo en el candidato casi excluyente de las polticas de cohesin
y convergencia.
Pero para efectuar un anlisis realista se deben desagregar los datos por regiones
en cada pas y por sectores sociales y econmicos, dado que, como se ha expresado, las
disparidades internas son muy notorias. Ello dificulta de sobremanera la viabilidad
poltica de la transferencia de recursos de un pas a otro.
El Mercosur inici el camino hacia una poltica de cohesin y convergencia en el
ao 2003, cuando en el Programa de Trabajo 2004-200654 se acord realizar estudios para establecer fondos estructurales que permitieran elevar la competitividad
de las regiones menos desarrolladas. Consecuentemente, en 2004 se cre el Grupo de
Alto Nivel de Convergencia Estructural en el Mercosur,55 y poco tiempo despus el
Consejo Mercado Comn, en su XXVII reunin, cre el Fondo para la Convergencia
Estructural y Fortalecimiento de la Estructura Institucional del Mercosur, llamado
FOCEM.56
4.1. El FOCEM
El Fondo estructura su composicin y funcionamiento sobre dos fuentes jurdicas. La primera es la decisin 18/05, titulada Integracin y funcionamiento del
[] FOCEM,57 y posteriormente la decisin 24/05, mediante la cual se aprueba el
Reglamento del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur.58 En la exposicin que se realiza a continuacin los artculos citados se refieren a la primera norma;
cuando se refieran a la segunda ello se indicar expresamente.
54
511
59
Los porcentajes se encuentran redondeados. El clculo es: Brasil, 10/(70/100) = 14,28;
Argentina, 10/(27/100) = 37,9; Uruguay, 32(2/100) = 1600; Paraguay, 48/(1/100) = 4800.
512
Si bien el artculo 14 de la decisin contemplaba la posibilidad de otorgar prstamos reembolsables a los pases, en el Reglamento se determin que en este primer
perodo de vigencia del Fondo estos no podran realizarse. Asimismo, el artculo 3 del
Reglamento establece que el Fondo carece de capacidad de endeudamiento.
El volumen de recursos del Fondo 100 millones de dlares convierte su presupuesto en el mayor del Mercosur, y es un ndice de la importancia que se le ha otorgado a la iniciativa.
513
5. Conclusiones
La cohesin social y la convergencia, as como la solidaridad, son principios ambiguos
y de difcil concrecin en las sociedades polticas y en los procesos de integracin.
Asimismo los medios para lograrlos varan en funcin de las concepciones polticas y
econmicas desde las que se aborde la problemtica.60
Sin embargo, un simple anlisis de la realidad del Mercosur permite concluir que
es necesario actuar, puesto que, as como la pobreza genera ms pobreza en un perverso crculo vicioso, la carencia de cohesin estimula la desintegracin de las sociedades
y los pases.
La integracin comercial es una maravillosa oportunidad, pero por s misma no
resuelve los problemas de desarrollo productivo y de cohesin social en los espacios
integrados.61 Se requieren acciones de otra naturaleza que tiendan a estos objetivos.
En este sentido, la creacin del FOCEM es el principio de un camino esperanzador
para Amrica del Sur.
60
En este sentido es de utilidad el desarrollo de las diferentes visiones sobre el tema que se
realiza en Luis Enrique Alonso: Centralidad del trabajo y cohesin social, una relacin necesaria?, en Consejo Consultivo Laboral Andino: Aportes sobre cohesin social en la Comunidad
Andina, Lima: CCLA-PLADES, 2004, pp.44-55.
61
Machinea y Uthoff: o. cit., p.31.
514
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Normativa consultada
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Mercosur CMC Decisin 45/04, Belo Horizonte, 16.12.2004.
Mercosur CMC Decisin 18/05, Asuncin, 19.6.2005.
Mercosur CMC Decisin 24/05, Montevideo, 8.12.2005.
518
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
ABSTRACT
For ages, states have been challenged by critical situations. These have included external or internal
wars, significant breaches of public order, dangerous challenges to internal security, and natural catastrophes. Such exigencies have allowed governments to declare a Constitutional State of Exception. When
a Constitutional State of Exception has been declared, some fundamental rights can be limited with the
objective of ameliorating the crisis and returning to normalcy. The Chilean Constitution provides for four situations in which a Constitutional State of Exception may be declared, and guarantees that only during such
circumstances can citizens core and fundamental rights be suspended or restricted. This paper discusses the
judicial protection of these rights during a State of Exception.
519
As pues, del claro perfil de la dictadura romana tal como la describen Maquiavelo,
Bodino y Schmitt puede colegirse, en palabras de este ltimo, que el dictador no
estaba ligado a las leyes y era una especie de rey, con poder ilimitado sobre la vida y
la muerte.
Solo a partir de la primera mitad del siglo XX, y especialmente luego de concluida la Segunda Guerra Mundial y aprobada la Declaracin Universal de los
Derechos Humanos por la Organizacin de las Naciones Unidas, la conciencia
moral de la humanidad acerca de la dignidad de la persona humana logr poner
cortapisas a los poderes exorbitantes otorgados a los gobiernos en los estados de
crisis, sometindolos a reglas proporcionadas a la gravedad de cada uno de ellos,
limitando los derechos fundamentales cuyo ejercicio poda afectarse en tales estados, instaurando acciones procesales destinadas a evitar o a subsanar los abusos
de la autoridad y, en fin, estableciendo la responsabilidad de esta por las irregularidades que pudiera cometer en la aplicacin de las medidas adoptadas en dichos
estados de excepcin.
Es clebre el caso del dictador Lucio Quincio Cincinato (419a.C.), quien, nombrado para
liberar a una legin entrampada por los eucos, los venci en seis das segn Grimberg o en
quince segn Bodino y de inmediato se despoj de su poder ante el Senado.
2
520
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
3
Estos poderes se inspiran en el artculo 148 de la Constitucin de Weimar, sobre las prerrogativas excepcionales del presidente del Reich en caso de estado de necesidad (Notstand).
521
En Espaa, siguiendo la distincin tripartita tradicional en el derecho poltico espaol desde la Ley de Orden Pblico de 1933 (estados de prevencin, alarma y guerra),
el artculo 116 de la Constitucin dispone:
1. Una ley orgnica regular los estados de alarma, de excepcin y de sitio y las
competencias y limitaciones correspondientes.4
522
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
El artculo 233 contempla las restricciones de las libertades y derechos que pueden
decretarse durante la vigencia de las medidas de excepcin.
Pasemos ahora a examinar sucintamente cmo afrontan las situaciones de crisis
algunos estados latinoamericanos.
En la Repblica Argentina la declaracin de estos estados es prerrogativa del Poder
Ejecutivo. Dice el artculo 99 de la Constitucin:
El Presidente de la Nacin tiene las siguientes atribuciones: [] 15. Declara
la guerra y ordena represalias con autorizacin y aprobacin del Congreso. 16.
Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la Nacin, en caso de ataque
exterior y por un trmino limitado y con acuerdo del Senado. En caso de conmocin interior solo tiene esta facultad cuando el Congreso est en receso, porque
es atribucin que corresponde a este cuerpo. El Presidente la ejerce con las limitaciones prescriptas en el artculo 23.
Tambin se entiende como estado de emergencia la intervencin del gobierno federal, que es garante del goce y el ejercicio de las instituciones de cada provincia (articulo 5.2) y puede intervenir en el territorio de estas para garantir la forma republicana
de gobierno o repeler invasiones exteriores, y a requisicin de sus autoridades constituidas para sostenerlas o restablecerlas, si hubiesen sido depuestas por la sedicin, o
por invasin de otra provincia (artculo 6).
La reforma constitucional aprobada en 1994 incorpor la discutida institucin de
los decretos de necesidad y urgencia que el artculo 99.3, en su inciso tercero, regul
con rigurosos requisitos que no obstante su rango constitucional han sido ominosamente transgredidos en numerosas ocasiones (Hernndez, 2003: 29ss.)
Por ltimo, tambin se menciona entre las instituciones de crisis, la delegacin
legislativa en caso de emergencia pblica, regulada en el artculo 76 de la Carta
Fundamental Argentina.
La Constitucin del Per contempla, en su captulo VII, el Rgimen de Excepcin.
Dice el artculo 137:
El Presidente de la Repblica, con acuerdo del Consejo de Ministros, puede
declarar, por plazo determinado, en todo el territorio nacional, o en parte de l, y
523
Esta disposicin debe concordarse con el artculo 118, en sus numerales 4 y 15, que
justifican la intervencin del presidente en estos casos.
En Bolivia, el captulo IV de la Constitucin se refiere a la Conservacin del Orden
Pblico. El artculo 111 prescribe:
En los casos de grave peligro por causa de conmocin interna o guerra internacional, el Jefe del Poder Ejecutivo podr, con dictamen afirmativo del Consejo
de Ministros, declarar el estado de sitio en la extensin del territorio que fuere
necesaria.
Si el Congreso se reuniese ordinaria o extraordinariamente, estando la Repblica
o una parte de ella bajo el estado de sitio, la continuacin de ste ser objeto de una
autorizacin legislativa. En igual forma se proceder si el decreto de estado de sitio
fuese dictado por el Poder Ejecutivo estando las Cmaras en funciones.
Si el estado de sitio no fuere suspendido antes de 90 das, cumplido este trmino caducar de hecho, salvo el caso de guerra civil o internacional. Los que
hubieren sido objeto de apremio sern puestos en libertad, a menos de haber sido
sometidos a la jurisdiccin de tribunales competentes.
El Ejecutivo no podr prolongar el estado de sitio ms all de 90 das, ni declarar
otro dentro del mismo ao sino con asentimiento del Congreso. Al efecto, lo convocar a sesiones extraordinarias si ocurriese el caso durante el receso de las Cmaras.
524
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
525
ciudadana, y que no pueda ser conjurada mediante el uso de las atribuciones ordinarias de las autoridades de polica, el Presidente de la Repblica, con la firma
de todos los Ministros, podr declarar el estado de conmocin interior, en toda
la Repblica o parte de ella, por trmino no mayor de noventa das, prorrogable
hasta por dos perodos iguales, el segundo de los cuales requiere consenso previo
y favorable del Senado de la Repblica.
Mediante tal declaracin, el Gobierno tendr las facultades estrictamente necesarias para conjurar las causas de la perturbacin e impedir la extensin de sus
efectos.
526
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
destacar que los constituyentes han dejado constancia de que el propsito principal de
los estados de excepcin consiste en conjurar la crisis y volver a la normalidad, y que
los poderes que tales estados otorgan a la autoridad deben ejercerse solo en la medida
en que sea estrictamente necesario, debiendo ponerse fin a tales estados tan pronto
como la emergencia haya sido superada.
Pese al mandato riguroso de la oracin final que hemos subrayado, con el correr
de los aos se fue estableciendo, por va meramente legislativa, una compleja malla de
nuevos estados de excepcin que reforzaban la autoridad del gobierno al margen de
la Constitucin. A modo de ejemplos, cabe sealar la declaracin de zonas de emergencia en virtud de la ley 7200 de 1943; los estados de emergencia introducidos en
el ttulo VII de la ley 12927 sobre Seguridad del Estado de 1958, y los estados especiales
contemplados por la ley 9261 de 1948, por la ley 12042 de 1956 y por la ley 16282 de 1965.
Obviamente, en todos estos estados excepcionales se permita suspender o restringir
determinados derechos fundamentales.
El acta constitucional 4 comenz por establecer una norma de clausura en la afectacin del ejercicio de los derechos humanos al prescribir que Los derechos y garantas que el Acta Constitucional N 3 asegura a todas las personas, slo pueden ser
afectados en los casos de emergencia que contemplan los artculos siguientes. Esta
norma fue recogida por la Constitucin de 1980, cuyo artculo 39, en su actual redaccin declara:
El ejercicio de los derechos y garantas que la Constitucin asegura a todas
las personas solo puede ser afectado bajo las siguientes situaciones de excepcin:
guerra externa o interna, conmocin interior, emergencia y calamidad pblica,
527
528
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529
530
DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
a la seguridad nacional. Era indispensable el acuerdo del COSENA para que el presidente de la Repblica pudiera declarar el estado de asamblea. Y, con su acuerdo
previo, el presidente poda aplicar el estado de sitio de inmediato, mientras estaba
pendiente el pronunciamiento del Congreso acerca de su declaracin. En fin, el acuerdo del COSENA era requisito prescriptivo para que el presidente pudiera declarar el
estado de emergencia y hasta el estado de catstrofe. La reforma de 2005 puso trmino
definitivo a esta intervencin exorbitante y entreg la declaracin de los EEC a rganos de la democracia representativa, de eleccin popular, como son el presidente de la
Repblica y el Congreso.
En lo que respecta a la reduccin del listado de derechos susceptibles de ser afectados durante los estados de crisis, tambin se advierte una notoria diferencia entre la
Constitucin original de 1980 y la Carta Fundamental actualmente vigente.
En el estado de asamblea la autoridad no puede, ahora, suspender o restringir la
libertad de informacin y la de expresin, como ocurra originalmente. Tampoco, en
este estado excepcional, puede restringir el derecho de sindicacin.
En el estado de sitio el presidente no puede, en la actualidad, trasladar a las personas
de un punto a otro del territorio nacional, lo que daba origen a la ominosa institucin
de la relegacin, en virtud de la cual una persona poda ser confinada a cualquier localidad urbana del pas, quedando desprovista no solo de su sustento sino tambin de su
entorno familiar y de toda conexin con su medio social; en cambio, puede restringir
la libertad de locomocin. Tampoco el presidente puede prohibir a determinadas personas la entrada y salida del pas ni expulsarlas del territorio nacional, como ocurri
con frecuencia durante el rgimen militar y dio origen al exilio masivo de los opositores
al gobierno a los ms diversos pases de Amrica y de Europa. La ms agravante circunstancia de estas medidas es que ellas mantenan su vigencia, pese a la cesacin del
estado de excepcin que les dio origen en tanto la autoridad que las decret no las deje
expresamente sin efecto. Tampoco puede, ahora, en el estado de sitio, suspender ni restringir la libertad de informacin y de expresin ni restringir el ejercicio de los derechos
de asociacin y de sindicacin ni imponer censura a la correspondencia y a las comunicaciones; todo lo cual estaba prescrito en el texto original de la Constitucin de 1980.
En el estado de catstrofe el presidente de la Repblica no puede, actualmente,
restringir la libertad de reunin como ocurra originalmente.
En el estado de emergencia no puede el presidente de la Repblica, en la actualidad,
prohibir a determinadas personas la entrada y salida del territorio; tampoco puede
suspender el derecho de reunin ni suspender o restringir la libertad de informacin
y de opinin. Slo puede restringir las libertades de locomocin y de reunin.
Finalmente, en lo que respecta a la defensa judicial de las personas agraviadas, la reforma de 2005 culmin un giro copernicano a la situacin regulada en la Constitucin
original de 1980. En efecto, el recurso de hbeas corpus no era procedente en los estados de asamblea y de sitio, respecto de las medidas adoptadas por la autoridad competente con sujecin a las normas establecidas por la Constitucin y la ley. El recurso
de proteccin tampoco proceda, en ninguno de los estados de excepcin, respecto de
los actos o medidas adoptados por la autoridad con sujecin a la Constitucin y a la
531
ley, que afectaran a los derechos constitucionales cuyo ejercicio poda suspenderse o
restringirse en conformidad con las normas que regan dichos estados. En resumen,
bajo la Carta original de 1980, los derechos fundamentales de las personas quedaban
a la intemperie en los estados de crisis.
Esta ltima frase quiere decir que, no obstante la prohibicin impuesta a los jueces de calificar los motivos invocados por la autoridad para decretar los EEC, ellos
pueden intervenir en los siguiente casos: a)cuando la autoridad decretare un EEC no
contemplado en el artculo 39 de la Carta; b)si el fundamento o la circunstancia de
hecho en que se funda un estado de excepcin no corresponde al que ha sido decretado, y c)cuando la autoridad decreta un estado de excepcin con ausencia de todo
fundamento de hecho o motivo habilitante para hacerlo de acuerdo a la Constitucin.
Como, adems, la reforma de 2005 agreg al artculo 39, como requisito para
decretarlos, que las situaciones de excepcin afecten gravemente el normal
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DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
desenvolvimiento de las instituciones del Estado, pensamos que tambin podra impugnarse la declaracin de un estado de excepcin cuando la circunstancia que le dio
origen no cumple este requisito necesario para su procedencia.
En estos casos los tribunales no entran a calificar si la autoridad tuvo o no motivo
suficiente para declarar el estado de excepcin que se impugna; sino que controlan la
congruencia entre el EEC que se dicta y la situacin de crisis que lo autoriza conforme
a la Constitucin, estando habilitados para ejercer este control en virtud de la frase
final de la disposicin transcrita.
Este precepto significa un cambio cualitativo de importancia con relacin a la situacin original descrita anteriormente, la que haca improcedente la accin de hbeas corpus en los estados de asamblea y de sitio respecto de las medidas adoptadas
en virtud de ellos con sujecin a las normas establecidas por la Constitucin y la ley.
Para rechazar miles de recursos de amparo interpuestos en estos estados, durante el
gobierno militar, por medidas atentatorias de la libertad personal, generalmente desprovistas de todo motivo, los tribunales llegaron a utilizar una frmula sacramental:
Habindose dictado la medida que se impugna en virtud de un estado de excepcin
que la contempla, por la autoridad competente y en conformidad a las normas constitucionales y legales aplicables al caso, se declara improcedente el recurso de amparo
interpuesto.
La actual normativa supera tambin el modesto avance de la ley de reforma 18825,
de 1989, la que en lo pertinente sealaba:
La interposicin y tramitacin de los recursos de amparo y de proteccin que conozcan los tribunales no suspendern los efectos de las medidas
decretadas, sin perjuicio de lo que resuelvan en definitiva respecto de tales
recursos.
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DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
funcionarios, por cualquier abuso que hubieren cometido en el ejercicio de las facultades a que se refieren los artculos anteriores.
Similar causal de responsabilidad del presidente de la Repblica y de los ministros
de Estado establece el artculo 215.8, con respecto a la declaracin infundada del estado de emergencia y a los abusos que se cometieren en el ejercicio de las facultades que
la Constitucin otorga al gobierno en dicho estado.
El artculo 112 de la Constitucin de Bolivia, que se refiere a los efectos del estado
de sitio, contiene en su apartado 5 la disposicin siguiente: Los ejecutores de rdenes que violen estas garantas podrn ser enjuiciados en cualquier tiempo, pasado
que sea el estado de sitio, como reos de atentado contra las garantas constitucionales,
sin que les favorezca la excusa de haber cumplido rdenes superiores.
El artculo 141 de la Constitucin de Brasil establece: Cesado el estado de defensa o
el estado de sitio, cesarn tambin sus efectos, sin perjuicio de la responsabilidad por
los ilcitos cometidos por sus ejecutores o agentes.
En el derecho constitucional chileno solo se contempla la responsabilidad patrimonial del Estado, conforme al artculo 45.2, que establece: Las requisiciones que se
practiquen [durante los EEC] darn lugar a indemnizaciones en conformidad a la ley.
Tambin darn derecho a indemnizacin las limitaciones que se impongan al derecho de propiedad cuando importen privacin de alguno de sus atributos o facultades
esenciales y con ello se cause dao.
La LOC 18415 sobre los Estados de Excepcin, que regula esta materia, establece
que, en los casos sealados precedentemente, habr lugar a la indemnizacin de perjuicios en contra del fisco, siempre que estos sean directos. Aade que la interposicin de dicha accin no suspender, en caso alguno, la respectiva medida (artculo
17). En el caso de las limitaciones que se impongan al derecho de propiedad, bastar
que la autoridad notifique al afectado dejndole copia del documento que dispuso la
respectiva limitacin (artculo 18.2).
Aade el artculo 19: El monto de la indemnizacin y su forma de pago sern determinados de comn acuerdo entre la autoridad que orden la requisicin y el afectado por la medida. En caso de no lograrse acuerdo, el afectado puede recurrir dentro
del plazo de 30 das ante el juez civil competente. El Tribunal dar a esta presentacin
una tramitacin incidental esto es, breve y sumaria fijando en su sentencia el
monto definitivo de la indemnizacin, la que debe ser pagada en dinero efectivo y
al contado (artculo 19). La accin indemnizatoria prescribe en el plazo de un ao a
contar de la fecha de trmino del estado de excepcin que dio origen a la medida que
ocasion el perjuicio.
Exceptuando las normas sancionatorias existentes en el derecho penal y en el derecho administrativo, echamos de menos en nuestro derecho pblico una normativa
que establezca la responsabilidad de las autoridades y los funcionarios por los abusos
y extralimitaciones que puedan cometer en el ejercicio de las facultades extraordinarias que se les otorgan en los estados de excepcin constitucional.
***
535
El notable maestro Luis Snchez Agesta, en el prlogo de la tesis doctoral del Prof.
Francisco Fernndez Segado, acerca de los estados de excepcin constitucional en
Espaa, expres lo siguiente: Los poderes de excepcin suponen una situacin anormal, y lo anormal es en cierta forma imprevisible. Y concluy as: En todo caso
debemos tambin considerar como un fruto agridulce de la civilizacin, el que las
Constituciones prevean procedimientos lcitos de excepcin que, en cierta manera,
estn sujetos a un control de su legalidad. Este esfuerzo es quiz el mejor fruto de la
ciencia jurdica constitucional por normalizar lo anormal y prevenir lo imprevisible.
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DEFENSA JUDICIAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS DE EXCEPCIN / LAUTARO ROS LVAREZ
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538
Abkommen verstoe. Bisher ist er noch nicht Bestandteil des sogenannten Verfassungsblocks, und es gibt
kein Gesetz, auf dessen Grundlage er es werden knnte. Die Verfassung der Republik schreibt das Prinzip
fest, wonach sie die oberste Rechtsnorm darstellt. Nach Ansicht des Autors ist der Verfassungsgerichtshof
von Rechts wegen ermchtigt, den genannten Block zu integrieren; durch die Beibehaltung der angesprochenen Rechtsprechung gewhrt er hingegen keinen angemessenen Schutz der Menschenrechte im Sinne
der Vorgaben der Verfassung und des Verfassungsgesetzes ber das Recht auf Einspruch, Habeas Corpus
und Sicherstellung der Verfassungsmigkeit.
1. La normativa legal
Guatemala, a partir de la Constitucin de 1985, tiene el orgullo de poseer un sistema
de proteccin de los derechos humanos bastante aceptable, tanto desde el punto de
vista del derecho sustantivo como del adjetivo. Son ejemplo de lo primero la propia
Constitucin y los tratados internacionales1 vigentes sobre la materia; y de lo segundo, la Ley de Amparo, Exhibicin Personal y de Constitucionalidad. As, la norma
fundamental establece, entre otros, los siguientes principios: a)que los tratados sobre
derechos humanos tienen preeminencia sobre el derecho interno;2 b)que los derechos
humanos no identificados en el texto constitucional son igualmente tales,3 y c)que
1
Con apoyo en la Convencin de Viena sobre el Derecho de los Tratados, que rige en el pas,
en este trabajo se emplea la expresin genrica de tratados para referirse a convenciones, convenios, pactos, acuerdos, etctera.
2
Artculo 46.
3
Artculo 44.
539
las normas del derecho internacional general de los derechos humanos son parte del
derecho positivo guatemalteco.4
Tanto la Constitucin como los tratados vigentes, ofrecen una gama de derechos
que va desde los individuales, a los colectivos: econmicos, sociales y culturales, al
igual que sobre pueblos indgenas y medio ambiente.
Por su lado, la Ley de Amparo, Exhibicin Personal y de Constitucionalidad, desarrolla los mecanismos para hacer efectivos tales derechos sustantivos, regulando el
amparo, la exhibicin personal (hbeas corpus), la accin general de inconstitucionalidad de leyes, reglamentos y disposiciones de carcter general, as como la accin,
excepcin o incidente de inconstitucionalidad, en casos concretos.
Artculo 149.
Vase la sentencia del 25.5.1993, que se pronunci contra el golpe de Estado del ex presidente Serrano declarndolo inconstitucional, lo que facilit el regreso al Estado de derecho.
4
5
540
541
Son varios los fallos en los que la Corte ha protegido los denominados derechos
humanos innominados o derechos humanos no expresos, vale decir, aquellos que no estn expresamente consignados en el texto constitucional pero que son inherentes a la
persona humana, en correcta inteleccin al artculo 4412 de dicho cuerpo legal. Como
ejemplo, se ofrece la ficha 3, anexa a este trabajo, en la que se resume el expediente
248-98, en cuya sentencia la Corte hizo prevaler el derecho a la intimidad personal
y a morir con dignidad, derechos que no estn reconocidos en forma expresa en la
Constitucin, sobre la libre expresin del pensamiento y el libre acceso a las fuentes de
informacin,13 que s estn regulados prolijamente en el texto constitucional.
A partir de estos casos, es dable afirmar que la Corte ya ha integrado tcitamente un bloque de constitucionalidad con el texto de la Constitucin ms los valores
y principios que la inspiran. Pero esa integracin es tcita, no expresa, como sera
lo deseable, pues no incluye aquellas normas del derecho internacional convencional
10
Francisco Rubio Llorente: Bloque de constitucionalidad, en Revista Espaola de Derecho
Constitucional, ao 9, n.o27, septiembre-diciembre de 1989.
11
Corte Constitucional colombiana, sentencia C-067/03.
12
Su contenido es: Derechos inherentes a la persona humana. Los derechos y garantas que
otorga la Constitucin no excluyen otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana. El inters social prevalece sobre el inters particular. Sern nulas ipso
jure las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan
o tergiversen los derechos que la Constitucin garantiza.
13
Vase la ficha 3, caso Morir con dignidad
542
vigentes en el pas y que son notables por la proteccin y el desarrollo que confieren
en materia de derechos humanos, tales como las arriba citadas y otras ampliamente
protectoras y ms que en el derecho interno de los derechos fundamentales, tanto individuales como econmicos, sociales y culturales, del medio ambiente y de los
pueblos indgenas.
14
Opinin consultiva del 18.5.1995, en Gaceta n.o37, expediente 199-95, p.9, y otros casos que
se ofrecen en la ficha 2.
543
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lo que ella hace nicamente es reconocer que no solo los derechos humanos individuales establecidos explcitamente en la Constitucin son los inherentes a la persona
humana, sino tambin los que no figuren expresamente en ella, y c)por ltimo, al
analizar la supuesta violacin del artculo 46 que invoca el accionante se concluye
que dicha disposicin tampoco se ha afectado con la emisin del artculo impugnado,
pues en aquel nicamente se establece el principio general de que, en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones internacionales aceptados y ratificados
por Guatemala tienen preeminencia sobre el derecho interno, de modo que en presencia de un supuesto conflicto entre normas ordinarias del orden interno y los tratados
y convenios sobre derechos humanos prevaleceran estos ltimos, pero ellos no son
parmetro de constitucionalidad.
De esa cuenta, estim que no exista la inconstitucionalidad planteada y la resolvi
sin lugar.
7. Criterio para seleccin del caso (frecuencia, importancia, avances,
vacos, contradiccin, etctera):
Este fallo es importante porque constituye un ejemplo de la corriente jurisprudencial
que ha sentado la Corte con respecto a que los tratados y convenciones sobre derechos
humanos no son parmetro de constitucionalidad pues tal parmetro se da nicamente a partir de la Constitucin al compararla con una norma inferior del derecho
derivado de ella. Como se nota, esa jurisprudencia est en contra de la que tambin
mantiene la Corte en cuanto a que los tratados sobre derechos humanos se constitucionalizan pues de esa forma, ellos y la Constitucin integraran un solo cuerpo legal
unitario, que en doctrina se denomina el bloque constitucional, constituido por esta y
ciertos tratados sobre derechos humanos que han logrado brindar una mxima proteccin a los derechos fundamentales de las personas, tales como las grandes declaraciones y convenciones sobre Derechos Humanos, la Convencin Americana sobre
Derechos Humanos, las declaraciones y convenciones sobre los Derechos de la Mujer,
del Nio, etctera. La ley no ha integrado a la fecha dicho bloque y la Corte tampoco
lo ha constituido en su jurisprudencia.
Ese principio mantiene tambin la sentencia del 12.3.1997, expediente 131-95 (Gaceta
43, p.47), que se ha reiterado en los expedientes 889-2005, 1021-2002, 2379-2004, 26162004 y 307-1997.
El artculo 2 de la Ley de Amparo, Exhibicin Personal y de Constitucionalidad
obliga al operador jurdico, en materia de derechos humanos, a llevar a cabo una interpretacin extensiva o in dubio pro libertate que no se cumple en la jurisprudencia
sentada.
8. Fecha de la ficha:
Mayo de 2008.
545
546
conjunto, como un todo, con lo cual habra concluido obligadamente que lo que existe es un conflicto de leyes en el tiempo, surgido entre la actual Constitucin y la anterior, sin que sea aceptable que la primera sea contradictoria al establecer en su artculo
15 la no retroactividad de la ley y, al mismo tiempo, contener una norma fundada en
hechos consumados en el pasado, y b)que, de conformidad con el artculo 23 de la
Convencin Americana sobre Derechos Humanos, no puede hablarse de limitaciones
para participar como candidato a un cargo de eleccin popular por razones de cargo
o situacin, como lo seran las prohibiciones establecidas en el artculo 186 constitucional, norma que no puede tener aplicabilidad debido a que el propio constituyente,
en uso de sus facultades soberanas, se autolimit en el sentido de dar preeminencia
a los tratados y convenciones sobre derechos humanos, aceptados y ratificados por
Guatemala, sobre el derecho interno, el cual incluye la propia Constitucin, pues al
respecto es evidente la violacin de los artculos 44 y 46 constitucionales, al aplicar retroactivamente el mencionado artculo 186 y sostener que los tratados internacionales
sobre derechos humanos son normas de naturaleza ordinaria que jams estarn por
encima de la Constitucin de la Repblica.
Entre otros puntos, la Corte estim que no exista un derecho o una situacin
preconstitucional ya consumados para que el ciudadano Ros Montt optara al cargo de presidente de la Repblica pues no se produca una aplicacin casustica o
retroactiva de la Constitucin a su persona, por cuanto, dado el carcter normativo
de esta, la prohibicin constitucional se refera a la opcin que se planteara posteriormente a su vigencia, de la cual, por la presuncin general del conocimiento de
las leyes, se supone enterado el interesado desde su inicio, el 14 de enero de 1986.
Que el artculo 186.a de la Constitucin no se encuentra en contravencin con lo
establecido por el artculo 23.1.b y c y 2 de la Convencin Americana sobre Derechos
Humanos, as como que esta no tiene preeminencia sobre la Constitucin, como lo
sostienen los interponentes y acepta la Corte Suprema de Justicia. Especficamente,
en este ltimo punto, dado que la Corte Suprema fue de la tesis de que los tratados
sobre derechos humanos tienen preeminencia sobre el derecho interno, incluida
la Constitucin, la Corte estim conveniente precisar su criterio al respecto, en el
sentido de que, a su juicio, el hecho de que la Constitucin, en el artculo 46, haya
establecido tal preeminencia debe entenderse como su reconocimiento a la evolucin que en materia de derechos humanos se ha dado y tiene que seguir dndose,
pero esa jerarquizacin es la de ingresar al ordenamiento jurdico con carcter de
norma constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con potestad reformadora y menos derogatoria de sus preceptos, por la eventualidad de entrar en
contradiccin con normas de la propia Constitucin, y este ingreso se dara no por
va del artculo 46 sino en consonancia con el artculo 2 de la Convencin por
la del primer prrafo del artculo 44 constitucional. Adems, que el citado artculo
46 jerarquiza tales derechos humanos con rango superior a la legislacin ordinaria o
derivada, pero no puede reconocrsele ninguna superioridad sobre la Constitucin,
porque si tales derechos, en el caso de serlo, guardan armona con ella, entonces su
ingreso al sistema normativo no tiene problema, pero si la contradicen, su efecto
547
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552
Palabras clave: derechos humanos, derechos emergentes, derecho humano al agua, justicia
constitucional, Tribunal Latinoamericano del Agua, jurisprudencia comentada, Amrica Latina,
Costa Rica.
ZUSAMMENFASSUNG
Vom Wasser heit es, es sei die Essenz des blauen Planeten und unerlsslich fr das menschliche Leben;
gleichwohl ist es ein Element, das nicht allen zugnglich ist. Weshalb gibt es so viele Konflikte um diese wertvolle Flssigkeit? Die Lehrmeinungen um das Wasser sind meistens klar geteilt: Es wird entweder
nur als Menschenrecht begriffen oder ausschlielich als Ware. Worauf ist dieser Wandel in der letzten Zeit
zurckzufhren? Vor wem muss das Wasser geschtzt werden? Und welche Antworten wurden bisher aus
der Perspektive von Menschenrechten und Verfassungsgerichtsbarkeit in Missbrauchsfllen gegeben? Die
* Doctor en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid. Especialista en Ciencias
Penales por la Universidad de Costa Rica. Profesor universitario de la UCR y UNA. Premio
Alberto Brenes Crdoba 1996 por el Colegio de Abogados; premio Ulises Odio Santos 1998 por el
Poder Judicial. Magistrado de la Sala Constitucional. [email protected]
** A Melissa Armijo Losilla, apasionada asistente de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, sin cuya ayuda no habra podido concluir esta investigacin, como muestra de aprecio
y respeto intelectual.
554
Zivilgesellschaft fordert einen effektiven verfassungsrechtlichen Schutz und richtet angesichts schwacher
Antworten ihren Blick voller Hoffnung auf die neu geschaffenen Ethiktribunale. Die vorliegende Arbeit
beabsichtigt, aus einer neuen Perspektive Anste zur notwendigen Diskussion um eines der wichtigsten
Rechte des Menschen im 21. Jahrhundert zu geben.
Keywords: human rights, emerging rights, human right to water, constitutional justice, Latin
American Water Court, annotated jurisprudence, Latin America, Costa Rica.
En la prestacin de ayuda y la distribucin y gestin del agua y los servicios
de agua deber concederse prioridad a los grupos ms vulnerables o marginados
de la poblacin.1
1. Introduccin
En Amrica Latina, la abundancia del agua siempre se ha dado por descontada. Estamos
acostumbrados a verla correr por nuestros ros y, desde luego, en Centroamrica la estacin lluviosa nos ensea que es un regalo estacional que discurre por nuestras calles
y ensancha nuestros bosques.
Apropiarse de un bien comn fue durante mucho tiempo inconcebible, y cuando
esto ocurri, el derecho encontr la manera de darle una respuesta al conflicto. Es
importante desde ya precisar que para el derecho clsico no fue fcil dar una solucin
1
Comit de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, 60 de la
observacin general 15, 29 perodo de sesiones (2002).
555
apropiada al disfrute de los bienes comunes.2 En Espaa todava hoy existen enormes
conflictos entre las autonomas regionales por el uso y el disfrute del agua. Se cuestiona si las comunidades que cuentan con mayor abundancia de este recurso deben
compartirlo con las comunidades ms secas del sur (Andaluca, Granada, etctera).3
En otros casos, como ocurre en Valencia, existe un Tribunal del Agua que se ha encargado de regular el servicio desde tiempos inmemoriales.
En la actualidad el problema ha adquirido un carcter global. El agua dulce se ha
vuelto un bien escaso, indispensable y valioso. Existen pases que lo tienen en abundancia y otros no. Esta situacin fctica ha llevado a cuestionar la concepcin clsica
sobre los bienes de dominio pblico, los cuales por lo general estn garantizados en
la Constitucin y en la ley, con la finalidad de satisfacer las necesidades de los ciudadanos del Estado.4
Para algunos autores, si esta situacin se mantiene inflexible llevar a las guerras
futuras por el control y el dominio del bien. El peligro es tal que ha ameritado la intervencin de las Naciones Unidas y sus organismos, que han intentado solucionar el
problema acudiendo a diferentes interpretaciones de algunos de los instrumentos internacionales. Debemos recordar que el agua no existe como expreso derecho humano
universal, pues la Declaracin Universal de Derechos Humanos de 1948 no lo incluy
explcitamente en el artculo 25. Posiblemente por ser tan obvio en razn de su naturaleza, lo mismo que el aire, a los redactores les pareci innecesario mencionarlos.5
En la actualidad, corrientes como las que representan los derechos emergentes
postulan que todos los seres humanos tenemos mayores y mejores derechos que los
actualmente reconocidos de forma oficial, entre estos, el derecho humano al agua.6
La sociedad civil reclama respuestas de nuestros tribunales. Resalta que de nada
vale el reconocimiento oficial del derecho al agua, por ejemplo, si no se cuenta con
una instancia judicial que lo torne en efectivo y eficaz. Lo anterior significa que los
operadores constitucionales debemos replantearnos qu ha cambiado en el siglo XXI,
qu ha causado que estas exigencias se fortalezcan en la forma en que lo demanda,
por ejemplo, la sociedad civil en la Declaracin Universal de Derechos Humanos
2
Demetrio Loperena Rota: El agua como derecho humano, en Santiago Gonzlez-Varas
Ibez (coord.): Nuevo derecho de aguas, Navarra: Aranzadi, 2007, pp.81-82.
3
Para algunos, la interpretacin constitucional a veces es incapaz de darles una respuesta
apropiada a los grandes temas que afectan al ser humano en nuestros das, en especial cuando esos
temas no tienen un claro contenido normativo en las constituciones. Andrs Ollero: La suave
rigidez constitucional: derechos que no son derechos. A prposito de la STC 247/2007 de 12 de
diciembre, en Fundacin para el Anlisis y los Estudios Sociales (FAES), julio-septiembre de 2008.
4
Jorge Enrique Romero-Prez: El agua como bien econmico, en Revista de Ciencias
Jurdicas, n.o113, San Jos, mayo-agosto 2007.
5
Enrique Uldemolins: Derecho humano al agua, en Ambienta, mayo 2008, p.51.
6
Dicha declaracin afirma como postulado bsico: El derecho a la seguridad vital, que
supone el derecho de todo ser humano y toda comunidad, para su supervivencia, el agua potable
y el saneamiento, a disponer de energa y de una alimentacin bsica adecuada, y a no sufrir situaciones de hambre. Toda persona tiene derecho a un suministro elctrico continuo y suficiente y
al acceso gratuito a agua potable para satisfacer sus necesidades vitales bsicas. Declaracin de los
Derechos Humanos Emergentes, en Institut de Drets Humans de Catalunya, http:/www.idhc.org/
esp/1241_ddhe.asp#estructura (14.9.2008), artculo 1, 1.
556
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necesaria para el desarrollo de las fuentes de agua en los pases menos desarrollados.
El Informe Camdessus fue claro en cuanto a la imposibilidad de alcanzar los objetivos
de Johannesburgo11 y recomend, en cambio, que la empresa privada o mixta se encargara de realizar la inversin que se requiere para llevar al agua a las naciones ms
pobres, previa privatizacin del recurso.
Este informe fue criticado por ONG como Amigos de la Tierra, pues a su criterio
los resultados de privatizar el agua en los pases en vas de desarrollo solo beneficia a
las grandes compaas y ms bien tiende a fomentar la exclusin de los sectores ms
pobres, que no estn en condiciones de pagar el producto al precio del mercado.
Ante la tesis econmica de la privatizacin, se alzan nuevas propuestas y se retoma
el concepto de bien o patrimonio comn de la humanidad. Esto implica que el agua ya
no se podra considerar a una persona fsica o jurdica, y ni siquiera al Estado como
dueo de ciertos recursos naturales como el agua, por cuanto el destinatario del bien
deben ser todos los ciudadanos del mundo. Desde este punto de vista, la soberana estatal es un concepto obsoleto que sublima el concepto de propiedad pblica del agua,
considerada, al igual que el aire, un bien comn de todos los seres humanos. Por ende,
deducen que debe prohibirse su comercializacin.
Desde luego, esta opcin puede ser disfuncional, pues sobre este supuesto los pases
que han descuidado sus recursos naturales (por contaminacin, extraccin excesiva o
negligencia)12 podran pretender que el agua potable les sea facilitada sin costo por los
estados que an cuentan con grandes o pequeas reservas.13
Desde una perspectiva diferente, como lo sostiene el neomalthusuanismo, solo se
trata de la tragedia de los bienes comunes, donde la transferencia de derechos de propiedad pblica o comunitaria al sector privado responde al diseo de una poltica preventiva para el control del riesgo, ante la conciencia de la posibilidad del agotamiento
de los recursos naturales (agua, bosques, aire, etctera).14
11
Declaracin de Johannesburgo, adoptada en la Cumbre Mundial del Desarrollo Sostenible
de 2002.
12
Durante las ltimas dcadas han surgido problemas que han puesto en crisis los modelos
de gestin de agua predominantes a lo largo del siglo XX. Estos problemas son: la crisis ecolgica
de los ecosistemas acuticos; la explotacin insostenible de muchos acuferos; los crecientes problemas en la calidad de los recursos; los problemas de ineficiencia y de irracionalidad econmica;
problemas de gobernabilidad por falta de transparencia y participacin ciudadana. Declaracin
Europea por una Nueva Cultura del Agua, p.17, http://www.unizar.es/fnca/euwater/docu/declaracioneuropea.pdf (26.10.2009).
13
Esta posicin encuentra sustento cuando se trata el tema desde la perspectiva de desequilibrios hidrolgicos, tesis que es cuestionada por el movimiento europeo de la Nueva Cultura del
Agua. Para este, El concepto de desequilibrio hidrolgico, presentado como una injusticia de la
naturaleza, ha inducido un concepto tico de la solidaridad de las regiones o cuencas ricas en
agua hacia las que disponen de menos recursos hdricos. Ese concepto, sin embargo, es empleado a
menudo de forma demaggica, en la medida en que suele promoverse la transferencia de recursos
desde territorios menos desarrollados a otros ms ricos, agravando desequilibrios territoriales y
sociales. Declaracin Europea por una Nueva Cultura del Agua, o. cit., p.25.
14
Castro: o. cit.
558
Ciertamente, tesis tan opuestas pueden ser el ropaje jurdico de las futuras guerras
de la humanidad 15 por el agua.16 Los estudios actuales nos recuerdan que el mundo
tiene 97,5% de agua salada y 2,5% de agua dulce; de esta un 68,7% se encuentra en los
polos, un 30,1% en el subsuelo y solo 0,4% sobre la superficie de la tierra. En Asia vive
el 60% de la poblacin mundial y solo tiene el 30% de toda el agua. En Amrica del
Sur tenemos el 6% de la poblacin mundial y el 26% del agua dulce.17 La Organizacin
Metereologica Internacional sostiene que para el 2025 habr 34 pases con serios problemas para el abastecimiento del agua; actualmente en esa situacin se encuentran 29
pases, que presentan una escasez de moderada a severa.18 El consumo del agua dulce
se ha multiplicado seriamente y para el 2030 habr aumentado un 60%. En el presente,
un africano vive con 30 litros por da, un palestino con 70 litros, un israel con 260, un
norteamericano con 700 y un europeo con 200.19
En Amrica Latina, 77 millones de personas no tienen acceso al agua potable, pese
a la riqueza hdrica del continente.20 En Centroamrica la disponibilidad del agua
disminuy un 62% en los ltimos cincuenta aos. En Costa Rica tenemos un ndice de
cobertura del consumo humano de 82%; sin embargo, las aguas superficiales presentan algn grado de contaminacin: 20% de aguas residuales, 40% de desechos slidos
industriales y 40% del sector agrcola.21
Para otros, desde el derecho econmico, el agua no es un recurso ilimitado; es finito, vulnerable y, desde luego, tiene un coste econmico para su preservacin, distribucin y tratamiento. Consecuentemente, para este grupo, la discusin sobre este novedoso derecho humano qued zanjada desde la Declaracin de Dubln de 1992, donde
15
En estos das la noticia ha recorrido el mundo: Amnista Internacional denuncia que Israel
priva de agua a los palestinos. Israel no deja a los palestinos acceder ms que a una fraccin de
los recursos comunes en agua, que se sitan sobre todo en Cisjordania ocupada, mientras que las
colonias israeles ilegales reciben cantidades prcticamente ilimitadas, escribe. Piscinas, cspedes bien regados y vastas explotaciones agrcolas irrigadas en las colonias contrastan con pueblos
palestinos vecinos cuyos habitantes deben luchar a diario para garantizar sus necesidades de agua,
agrega el informe. Nacion.Com, Costa Rica, 27 de octubre de 2009, http://www.nacion.com/ln_
ee/2009/octubre/27/mundo2138048, (27.10.2009)
16
Hans van Ginkel, subsecretario general de las Naciones Unidas durante el Simposio del
Agua, de Estocolmo, 13 de agosto de 2001 (Financial Times, 14 de agosto de 2001, p.6).
17
Datos obtenidos por Mario Pea Chacn del II Informe de las Naciones Unidas sobre el
Desarrollo de los Recursos Hdricos en el mundo, en Derecho humano al agua, p.1, mariopea@
racsa.co.cr (30.10.2009).
18
Puede consultarse sobre el tema el Informe sobre Desarrollo Humano del 2006: Ms all
de la escasez: Poder, pobreza y la crisis mundial del agua, elaborado por el Programa de la Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD).
19
Pea Chacn: o. cit., p.2.
20
Latinoamrica es el continente con la disponibilidad del recurso ms alta del mundo. sus
3100m de agua per cpita por ao duplican el promedio per cpita mundial. La gran mayora de
los pases cuentan con disponibilidad catalogada entre alta y muy alta en razn de la superficie y la
poblacin; sin embargo, ello no garantiza que este sea accesible a todos los habitantes. Situacin de
los Recursos Hdricos en Amrica Latina: Amrica Latina: un continente rico en agua, en http://
www,tragua.com/biblioteca_virtual/informacion_general/situcacion_recursos_hidricos_la.html
(26.10.2009).
21
Infomacin extrada por Mario Pea Chacn del Duodcimo Informe del Estado de la
Nacin en Desarrollo Humano Sostenible. Pea Chacn: o. cit., p.3.
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se admite por primera vez que el agua es un bien econmico. Esto dio lugar al avance
de la privatizacin del agua en Amrica Latina y a las disfunciones que ella acarrea.
560
tienen un valor vinculante en algunos supuestos supraconstitucionales, en tanto otorguen a los ciudadanos mayores derechos de los que brinda nuestra Constitucin.
De ah la importancia de la mencionada observacin, como un instrumento operativo ms, pues reafirma lo que el Comit haba ya reconocido en la observacin general 6 (1995), cuando, en referencia a las personas de la tercera edad, estableci que el
agua es un derecho humano amparado por el prrafo 1 del artculo 11 del Pacto.25 Esta
tesis es desarrollada con mayor amplitud y precisin en la observacin general 15, que
no solo reafirma este postulado, sino que les impone a los estados partes obligaciones y estndares mnimos de cumplimiento inmediato y no progresivo. Igualmente,
define el derecho al agua como la condicin mnima para asegurar la existencia del
ser humano. Asimismo, establece que se traduce en el derecho de todos a disponer de
agua suficiente, salubre, accesible y asequible para el uso personal y domstico.
El Comit resalta que los estados tienen una serie de obligaciones, entre estas la
de garantizar un mnimo de agua potable a toda su poblacin, lo que conlleva la interdiccin de cualquier forma de discriminacin para los sectores ms vulnerables o
marginados. Para estos sectores, el acceso al agua debe llevarse a cabo imponiendo
tarifas ms bajas y accesibles. Por ello es indispensable que los estados cuenten con un
plan nacional sobre el agua. Este tema fue retomado por las Reglas de Berln de 2004,
sobre recursos hdricos, donde se reafirma la obligacin del Estado de garantizar a
travs de polticas pblicas el acceso de los ms necesitados al agua.
En el mismo sentido, la doctrina de los derechos humanos emergentes suele sostener que el derecho al agua es un derecho transversal, porque sin agua no hay vida, sin
vida no hay dignidad, lo que nos puede llevar a una amplia escalera de derechos interrelacionados, como el derecho a la salud fsica y mental, el derecho a la alimentacin,
el derecho al medio ambiente adecuado y, por qu no, el derecho a la paz.
La tesis, aunque parece novedosa, podra encontrar sustento en el prrafo 6 de la
observacin 15. Y esto tiene importancia porque la mayora de las salas y tribunales
constitucionales lo analizamos como un derecho derivado de otros derechos humanos, pero no como un derecho humano transversal que nos permita resolver los conflictos constitucionales que afectan a los ms necesitados.
Lo anterior nos brinda una nueva perspectiva para valorar los casos de discriminacin y desigualdad. La observacin general desarrolla este tema desde la discriminacin de facto, por la no asignacin de recursos para llevar el agua a los sectores ms
pobres. Concretamente seala:
[] las inversiones no deben redundar de manera desproporcionada en beneficio de los servicios e instalaciones de suministro de agua que suelen ser accesibles nicamente a una pequea fraccin privilegiada de la poblacin; esos
25
Vanse los prrafos 5 y 32 de la observacin general 6 (1995) del Comit, relativa a los derechos econmicos, sociales y culturales de las personas mayores.
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grupo de personas que haya sido vctima de una violacin del derecho al agua
est legitimada para acudir a los tribunales nacionales e internacionales a fin de
que le sean restaurados sus derechos.29 Estos tribunales cuando juzguen los casos de violaciones al derecho al agua, o por lo menos de las obligaciones fundamentales, deben hacerlo invocando directamente el Pacto.30 Se nos recuerda a
los tribunales nacionales que tenemos la obligacin de conceder reparaciones
adecuadas a las vctimas, que podrn consistir en restitucin, indemnizacin,
satisfaccin o garanta de que no se repetirn los hechos.31
Ibdem, 55.
Ibdem, 57.
Ibdem, 55.
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valor econmico aplicable a todos sus usos, y tiene que ser reconocido como un bien
econmico.38 Este principio fue recibido por la banca mundial como un espaldarazo
para condicionar el crdito externo de los pases en desarrollo a la apertura del agua
a alguna forma de privatizacin.39 El criterio ha sido potenciado por el Foro Mundial
del Agua, que tiene entre sus principales actividades el financiamiento del sector
privado agua en los pases subdesarrollados.
Cules han sido los resultados de esta poltica econmica en Amrica Latina? Las
grandes compaas ingresan bajo la figura de la concesin de obra pblica o bajo la
frmula del consorcio pblico-privado. Generalmente asumen la infraestructura y
las deudas nacionales, ofrecen tarifas ms ajustadas y servicios ms eficientes, y en
principio el Estado se libera de los altos costos de mantener servicios denominados
deficitarios. Lo cierto del caso es que la propuesta fue un espejismo y un absoluto
fracaso que llev a la rescisin de mltiples contratos; por ejemplo, en Buenos Aires
y Cochabamba. En efecto, el descontento de los usuarios genera una alta tasa de morosidad, pues se niegan a pagar los exagerados precios del servicio que les prestan,
ante la ineficiencia de las compaas privadas.40 Estas, por su parte, descubren que las
ganancias no se corresponden con las expectativas iniciales41 y las salidas no se hacen
esperar, como ocurri en el 2001 en Bolivia.42 En Argentina se otorgaron nueve contratos privados y cesaron siete; de estos, seis volvieron al sector pblico. En Uruguay,
se suscribieron tres contratos privados del agua, los tres cesaron y fueron asumidos
nuevamente por el sector pblico. En Venezuela se dieron tres y todos ellos, aos despus, cesaron y regresaron al Estado.43
La salida de las grandes compaas privadas del agua tuvo un alto costo para los
pases de la regin, ya que a estos, les quedan pesadas cargas crediticias y, adems, las
compaas demandaron a los Estados ante el CIADI, para que se les otorgaran compensaciones econmicas por la interrupcin de los contratos.
Actualmente se han fallado varias demandas en el caso de Tucumn, donde se
reclam una indemnizacin de $375 millones; la sentencia le otorg a la compaa
Vivendi la suma de $105 millones como indemnizacin. En la concesin de la provincia de Buenos Aires, la compaa Azurix demand a la ciudad por una suma de
$ 400 millones y recibi $ 165 millones. Otras compaas tambin demandaron a
la ciudad de Buenos Aires por un monto de $1700 millones; el caso todava no ha
sido resuelto, pero, dados los antecedentes, posiblemente el costo sea alto para la ciuConferencia Internacional sobre el Agua de Dubln, 1992.
Vase el World bank and Center for Public Integrity Analysis. El BID en el perodo de
1993-2005 condicion el 66% de sus crditos en el sector agua a la promocin de la participacin
privada. Sedientos: el BID y las polticas sobre el agua, en A Food and Water Watch, 2007.
40
El PNUD, en su informe de 2006, seala que los operadores privados son un 20% ms
caros que los pblicos.
41
PSI y World Development Movement: Espejismos en el agua. El fracaso de las inversiones
privadas en el servicio de agua de pases en desarrollo, 2006.
42
Lo que la doctrina hoy conoce como la guerra del agua de Cochabamba dio como resultado
la expulsin de los operadores espaoles de Bolivia.
43
Basteiro y Gris: o. cit., p.81.
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sus caractersticas es que no tiene jueces fijos, sino que funciona con jurados que son
invitados a participar en las audiencias del TLA; por lo general son personas de gran
solvencia cientfica y moral en sus respectivos pases.49
A modo de ejemplo, mencionamos dos de los casos que han sido resueltos hasta el momento. El primero de ellos, es el de la Explotacin minera a cielo abierto en Cajamarca:
Repblica de Per.50 La Empresa Minera Yanacocha S.R.L. fue demanda por la Alcalda
de Huambocancha Baja y sus comunidades campesinas, pues estas denunciaron que
la mina se extenda por cientos de hectreas en cabecera de varias cuencas hdricas
donde se haba removido la vegetacin. Igualmente, alegaron que se haban realizado
excavaciones, incluyendo tanques para la lixiviacin del oro por medio del cianuro, y
la explotacin de la mina provoc impactos considerables en la cantidad y calidad del
agua que afectaron directamente a la poblacin residente. Los recurrentes sostenan que
la empresa minera acept su responsabilidad e indic estar dispuesta a tomar medidas
para solucionar el conflicto y compensar a los perjudicados.
La sentencia utiliza como parmetro de interpretacin al derecho humano al agua
potable en adecuada cantidad y calidad, estableciendo que se trata de un derecho humano fundamental cuyo ejercicio pleno debe ser garantizado por el Estado. Asimismo,
tiene por cierto que, en el caso concreto, las autoridades pblicas representadas por los
ministerios de Energa y Minas y de Salud no realizaron los controles apropiados para
asegurar la salud de la poblacin, pues en diversas ocasiones fueron permisivos con la
empresa, a la que otorgaron autorizaciones en situaciones de riesgo comprobado. En
razn de lo anterior, se condena a la compaa minera y al Estado peruano a suspender de manera inmediata todas las actividades susceptibles de provocar daos en el
ambiente e impactos negativos en la poblacin.
Del mismo modo, en las recomendaciones finales se potencia el establecimiento de
una mesa de dilogo con todas las partes, que permita un entendimiento orientado a
la proteccin de la poblacin afectada.
Por otro lado, en el caso de la Explotacin minera a cielo abierto de la mina San
Xavier,51 esta se llev a cabo por una compaa minera canadiense, Metallica Resources
Inc (Minera San Xavier S.A. de C.V.), la cual inici los trabajos de exploracin sin
Mundial de la Naturaleza (1982); Declaracin de la Haya sobre Medio Ambiente (1989); Carta
de la Tierra (1992); Tratado de Agua Dulce (1992); Declaracin del Milenio (2000); Declaracin
Latinoamericana del Agua (2006), entre otros.
49
La Audiencia del 2008, estuvo presidida por el francs Dr. Fhilippe Texier, magistrado
de la Corte de Justicia de Francia y presidente del Comit de Derechos Econmicos, Sociales y
Culturales de las Naciones Unidas; por Brasil, Dr. Aleixandre Camanho de Asis, investigador,
magistrado y procurador regional de Brasil; por Mxico, Dr. David Barkin, Premio Nacional de
Economa de Mxico y connotado investigador; por Costa Rica: Alejandro Swaby, indgena bribri
que se desempe como presidente de la Asociacin de Desarrollo de Salamanca, profundo conocedor de la cultura ancestral de su pueblo. Tambin fueron llamados jurados de Guatemala, Cuba,
Panam. Vase www.tragua.com (15.10.2009).
50
Caso Explotacin minera a cielo abierto en Cajamarca: Repblica de Per, veredicto de la
Audiencia Pblica Regional, Mxico, Tribunal Latinoamericano del Agua, marzo de 2006.
51
Caso Explotacin minera a cielo abierto de la mina San Javier. Municipio de Cerro de San
Pedro, Estado de San Luis Potos. Repblica Mexicana, veredicto de la Audiencia Pblica Regional,
Guadalajara, Mxico, Tribunal Latinoamericano del Agua, marzo de 2007.
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ha permitido implementar una serie de controles y obligaciones para diferentes autoridades, con la finalidad de evitar los abusos que suelen cometer las grandes compaas constructoras.64 Entre ellas, las posibilidades que hemos conocido son muchas,
desde omitir disponer de los desechos humanos por un mecanismo que garantice
la proteccin de los posibles mantos acuferos, hasta la evasin de la prohibicin de
construir en zonas de proteccin.65
La situacin nos ha obligado a mutar el formato clsico del por tanto, de tal manera que cada vez son ms detallados: sealan el nombre y el puesto del funcionario a
quien en lo personal se le ordena el hacer o no hacer, el plazo que tiene para su cumplimiento, bajo la advertencia de que el incumplimiento a la orden de la Sala le puede acarrear responsabilidades personales, penales y administrativas. Suelen anularse
los actos administrativos violatorios del derecho humano al agua, que generalmente
van desde el permiso que aprueba el anteproyecto urbanstico hasta el permiso de
construccin otorgado a la empresa constructora.66 Con ello resulta manifiesto que la
nulidad llega a alcanzar a las autorizaciones que fueran otorgadas en contra de la normativa que obliga a los entes oficiales a proteger el agua cuando estos han sido omisos
o negligentes en la fiscalizacin.
Para dar cumplimiento efectivo a la sentencia, se les ordena a diferentes jerarcas titulares e interinos de los rganos y entes oficiales implementar medidas complementarias
dentro de un plazo concreto. Estos entes tienen la responsabilidad de darle seguimiento
al caso hasta que desaparezca la causa que origin la violacin constitucional.67
572
8. Conclusin
Actualmente, nuestro Tribunal Constitucional se ha visto obligado a establecer los
controles antes descritos, ante la resistencia que suele darse en nuestros pases de obedecer lo que suelo denominar sentencias sensibles, asuntos en los que el Estado tiende
a ser un simple espectador pasivo.
Sin embargo, aun estas medidas a veces han sido insuficientes para ejecutar una
sentencia que afecta grandes intereses econmicos. Generalmente, tras el dictado de
estas resoluciones, los abogados de las empresas implementan una increble actividad
recursiva: adiciones y aclaraciones, que en muchos casos lo que pretenden es revocar
o atrasar la ejecucin de la sentencia. Cabe agregar que, si no se fiscaliza de manera
adecuada su cumplimiento, se puede fcilmente derivar en una justicia constitucional
de papel.
El concepto, lo utilizamos para resaltar que en temas como este, pese a drsele la
razn al recurrente, hay serias dificultades para que se le otorgue lo ordenado. Desde
luego, este problema no solo existe para los tribunales o salas constitucionales que se
atreven a reconocer que existe un derecho humano al agua y que este es una norma
jurdica exigible y eficaz.
Desde luego, este es un tema que cada colegio debe decidir si hace efectivo o no,
pues tambin suele acusrsenos de ser excesivamente activistas en relacin con los
derechos humanos, lo cual para m es un honor.
Creo que tener la bendicin de laborar como magistrados o ministros de una sala o
tribunal constitucional es una preciosa oportunidad para intentar cambiar las cosas.
No tenemos que sentarnos a esperar que otros hagan lo suficiente para crear un efecto,
pero tambin es una pesada responsabilidad, pues algn da el Creador nos preguntar: Qu hiciste para llevarles agua a los sedientos?
574
ABSTRACT
The purpose of this paper is to present a Colombian constitutional perspective with respect to the right to
a healthy environment. Initially, the paper addresses two environmental principles considered essential to
understanding the law in question. Next, the subject of this entitlement is dealt with, including a discussion of whether it is a fundamental constitutional right or a collective constitutional right. Finally, the paper
examines the two principle judicial actions that, along with others, authorize environmental protection
and implementation with due regard for social justice.
Corte Constitucional, sentencia C-339 de 2002, expediente D-3767, demanda de inconstitucionalidad contra los artculos 3 parcial, 4, 18 parcial, 34, 35 parcial literales a y c y 36 parcial de
la ley 685 de 2001; demandante: Carlos Alberto Mantilla Gutirrez.
2
El concepto de smbolos ser desarrollado ms adelante como parte del principio ambiental de la humildad. Por eso, remito al lector a esa parte de la ponencia.
3
Esta es una perspectiva que pretende ampliar la tradicional visin pluriculturalista por una
multiculturalista, que parta de la base de que las relaciones humanas no solo operan y se transforman dentro de sus ncleos sociales sino en relacin con otras comunidades. Se trata de una
visin que comprenda que las relaciones operan en ambos sentidos y que existe una bicondicionalidad incluso entre grupos dominados contestatarios o no y grupos dominadores. Al respecto
puede consultarse: Boaventura de Sousa Santos: Sociologa jurdica crtica, para un nuevo sentido
comn en el derecho, Bogot: Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA),
2009. Asimismo, vase Augusto ngel Maya: El reto de la vida. Ecosistema y cultura: una introduccin al estudio del medio ambiente, Bogot: ECOFONDO, 1996. Tambin recomiendo a Orlando
Fals Borda: Ciencia propia y colonialismo intelectual, Bogot: Oveja Negra, segunda edicin, 1971.
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Y es que no se trata de preocuparnos solo por nuestros descendientes ms prximos. As, mi tataranieto ser tambin el tataranieto de otras quince personas de esta
generacin, independientemente de que nos conozcamos o no. Por ende, el bienestar
de mi tataranieto depender de la herencia (en trminos ms amplios que los simplemente patrimoniales) que le dejemos cada una de estas personas.
Lo anterior obliga a concluir que cuanto ms alejado en el futuro se encuentre cualquier descendiente, mayor ser el nmero de coprogenitores de la generacin actual.
Citando a Herman Daly, as como a John Cobb:
[] aunque no todos somos hermanos y hermanas en sentido literal, somos
literalmente coprogenitores de los descendientes distantes de los dems.12
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comn de la humanidad, 15 que se basa en estos hechos que generarn, generan o han
generado problemas ambientales de orden tanto local como global y que afectan, han
afectado o afectarn a la humanidad y a su descendencia. Reconocer esto es fundamental desde el principio de la humildad, porque supone concebir que la relacin con el
entorno ambiental tiene la potencialidad de destruir al gnero humano, el que por tanto
deber estar atento a escuchar los reclamos que provienen de la naturaleza.
As las cosas, la visin adversarial, fruto del pensamiento occidental que ha puesto
especial nfasis en la competencia y la superioridad como ncleo de la sobrevivencia,
debe ser superada. Esto acarrea la aceptacin de que el individualismo, con todas sus
virtudes, corre el riesgo de acentuar el egosmo y conducir a grandes males, tanto para
l como para el resto de la humanidad, dada su inescindible dependencia del entorno. La historia de la humanidad, como dice el profesor Augusto ngel Maya, es un
cementerio de culturas no adaptativas,16 y la falta de humildad para entender nuestra
dependencia nos aproxima vertiginosamente a ese destino.
Fruto del principio de humildad, que acarrea un cambio en la relacin con la naturaleza, es el debate en torno a los derechos de otros seres vivos diferentes de los
humanos y sus descendientes. Esta visin se enfrenta, indudablemente, a grandes
dificultades. En primer lugar, nuestra concepcin del mundo sistema social occidental es antropocntrica. Por esta razn, el discurso de los derechos est dirigido
exclusivamente hacia el ser humano, mientras que los bienes ambientales son interiorizados dentro del derecho a travs de conceptos como el de bienes o el de intereses, ya
sean privados, pblicos o colectivos.
Ahora bien, los debates en torno a la personera jurdica de los animales y la consecuente existencia de derechos no son nuevos en la historia del derecho. Ya en la Edad
Media se celebraban procesos ante jueces eclesisticos donde se debatan causas originadas por daos atribuidos a diversos animales, entre ellos sanguijuelas, escarabajos,
reptiles e incluso delfines. A estas contrapartes, hijas de la creacin divina como los
humanos, frente a las que incluso se solicitaba la excomunin, deba atriburseles un
defensor de oficio y emplazarlas a comparecer, para que ejercieran su defensa. Estos
procesos se celebraron hasta el siglo XVIII, cuando se abraz el paradigma de la ilustracin; momento en el cual con idelogos y pensadores como Descartes separamos al hombre de la naturaleza y solo a l le atribuimos voluntad y libertad.17
Entre los que defienden la idea de que los animales tienen derechos se puede encontrar un argumento interesante. El pensamiento de la humanidad avanza e incluso llega
a revivir pocas pasadas para superar desaciertos presentes. As las cosas, sujetos de
derechos que otrora no eran considerados como tales, ahora son tenidos por individuos
o incluso colectivos revestidos de la mencionada calidad.18 Hace poco ms de 150 aos
15
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580
Jrgen Habermas: El desafo de la tica ecolgica para una concepcin que obedezca a
planteamientos antropocntricos, en Marta Tafalla (ed.): Los derechos de los animales, Barcelona:
Idea Books, 2004.
23
El mencionado artculo dispone: Es obligacin del Estado y de las personas proteger las
riquezas culturales y naturales de la Nacin.
581
Esto no significa que el ambiente no deba ser protegido o que defendemos la expoliacin irrestricta de los recursos naturales. Por el contrario, con base en el principio
de humildad, creemos que desde una postura tica y humanista el ambiente ha de ser
amparado frente al ser humano, pero para los hombres y mujeres actuales y futuros.
Tal como lo establece la Declaracin de Ro, los seres humanos constituyen el centro
de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible y tienen derecho a una
vida saludable y productiva en armona con la naturaleza. Nuestra sobrevivencia se
dificulta severamente si nuestro entorno nuestro hogar est contaminado y los
ecosistemas afectados hasta el punto de que no puedan brindarnos los servicios que
necesitamos diariamente. Imaginen qu sucedera en cada una de las ciudades colombianas si por algunos das llegase a faltar el agua.
9. En suma, si la solidaridad y la humildad se convierten as en principios orientadores de toda la interpretacin que se haga respecto del ambiente sano, sus contenidos
habrn de marcar aquellos que permiten delimitar jurdicamente su lindero.
El texto del artculo citado es el siguiente: Es obligacin del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nacin.
25
El texto del artculo citado es el siguiente: Todas las personas tienen derecho a gozar de un
ambiente sano. La ley garantizar la participacin de la comunidad en las decisiones que puedan
afectarlo. Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las reas
de especial importancia ecolgica y fomentar la educacin para el logro de estos fines.
26
Antonio Prez Luo: Los derechos fundamentales, Madrid: Tecnos, 8.aed., 2004 (1984).
582
concebirse que la relacin existente entre los ciudadanos y el Estado hablando solo de
los derechos liberales sea la misma que cuando se incluyen como condicionantes los
derechos sociales o ambientales. En este sentido, los derechos fundamentales son un
conjunto de valores Grundwert que representan acuerdos bsicos de la sociedad,
se logran a partir de tensiones polticas y condicionan el actuar del Estado.27 Por este
motivo, los derechos fundamentales no son tan solo garantas negativas que imponen
al Estado lmites en cuanto a su injerencia, sino que, por el contrario, acarrean obligaciones positivas y su preponderancia es tal que irradian la totalidad del ordenamiento
jurdico infraconstitucional. En segundo lugar, cumplen una funcin especfica desde
una dimensin subjetiva, constituyndose en el estatuto jurdico de los ciudadanos
y dems personas frente al Estado y al resto de la sociedad. Por ende, los derechos
fundamentales sirven como una barrera contra todo poder, independientemente de si
es pblico o privado; esto, segn la denominada doctrina de Drittwirkung der Grund
Rechte.28
12. Desde la perspectiva analizada, el ambiente sano es un derecho constitucional
fundamental, pues en l se cumplen tanto la dimensin axiolgica como la subjetiva.
Sin embargo, dada la misma definicin de la Carta, que lo contempla como colectivo,
es imperioso concluir que tiene simultneamente ambas dimensiones, ya que tiene
tanto las caractersticas de un derecho constitucional fundamental como de uno colectivo. Esta dualidad le es propia, sin que esto implique una contradiccin.
As lo ha ratificado la jurisprudencia de la Corte Constitucional, que ha sealado
que la enftica distincin entre derechos colectivos y derechos fundamentales es difcil de mantener. De una parte, considerando que unos mismos hechos pueden afectar
a ambos tipos de derechos. En este sentido, en la sentencia T-659 de 2007, se enfatiz:
[La] primera tendencia que consider a los derechos fundamentales y colectivos [como] dos formas excluyentes de proteccin de intereses del ser humano,
entr en crisis cuando el aplicador jurdico se enfrent a casos en los que un derecho, que haba sido considerado claramente colectivo, se converta en un derecho
individual al afectar el ncleo esencial de un derecho subjetivo (pinsese en el
caso de los pescadores que no pueden ejercer su oficio cuando hay un grave dao
ambiental). O, incluso, se presentan situaciones en las que un derecho tpicamente fundamental se torna en derecho de una colectividad que se beneficia en forma
comn al individuo afectado (por ejemplo, el caso del derecho a la libertad de locomocin que se encuentra afectado por ausencia de medios de transporte) [].
En estas circunstancias, la tendencia actual de la dogmtica constitucional est
dirigida a analizar grupos de derechos que se ubican en una posicin intermedia entre los derechos individual y colectivo, o simplemente, a entender que un
derecho puede tener diferentes facetas que lo ubican en una u otra clasificacin
27
Ibdem, p. 21.
Ibdem, pp. 22-23. Vase, respecto de la importancia de la Drittwirkung en las relaciones
particulares, el importante libro de Alexei Julio Estrada: La eficacia de los derechos fundamentales
entre particulares, Bogot: Universidad Externado de Colombia, 2000.
28
583
De otra parte, la dualidad del derecho al ambiente sano ha sido denotada al permitir que sea protegido a travs de la accin de tutela. En sentencia T-092 de 1993, la
Corte indic:
El derecho al medio ambiente no se puede desligar del derecho a la vida y
a la salud de las personas. De hecho, los factores perturbadores del medio ambiente causan daos irreparables en los seres humanos y si ello es as habr que
decirse que el medio ambiente es un derecho fundamental para la existencia de
la humanidad.30
Es as como, en los eventos en los que se presenta la dualidad comentada, la jurisprudencia ha precisado:
[] la accin de tutela dirigida a obtener obras de alcantarillado no es improcedente por la existencia de otros medios de defensa judiciales como las acciones
populares, cuando se demuestra que existe una violacin o amenaza directa al
derecho fundamental de la persona que interpone la tutela y que esta situacin
tenga una relacin de causalidad directa con la omisin de la administracin que
afecte el inters de la comunidad, dado que en estos casos se genera una unidad
de defensa, que obedece al principio de economa procesal y al de prevalencia de
la accin de tutela sobre las acciones populares.31
En ese caso, los hechos que suscitaron la accin de tutela radicaron en que una va que
comunicaba la Vereda Pen Blanco-Novillos con el Municipio de Carmen de Apical presentaba
agrietamientos que dificultaban el trnsito de personas y vehculos. La Sala Quinta de Revisin
de esta Corporacin se abstuvo de amparar los derechos invocados libertad de locomocin,
trabajo, proteccin al espacio pblico, alimentacin y educacin, entre otros por considerar
que no se evidenciaba su afectacin subjetiva. En este sentido, se enfatiz que, si bien no exista
una tajante distincin entre derechos colectivos y derechos fundamentales, para que la accin de
tutela procediera, era necesario que se demostrara el acaecimiento de un perjuicio irremediable o
la transgresin subjetiva de los derechos invocados.
30
En ese caso, el accionante alegaba que la construccin de un relleno sanitario en
Villavicencio acarreaba la contaminacin de aguas de que dependa la comunidad en la que l
resida. Por esta razn, invocaba la proteccin de su derecho al ambiente sano, as como a la vida
digna y a la salud. La Sala Sexta de Revisin ampar los derechos y orden al alcalde de la mencionada ciudad prescindir de utilizar el lote que alegaba el demandante, y que en caso de construir
el relleno sanitario en otra parte iniciara y utilizara los estudios tcnicos y ecolgicos que la obra
demandara, para as prevenir el dao ambiental.
31
T-022 de 2008.
584
italiano Adriano De Cupis de que el derecho protege lo que el dao vulnera,32 observar las repercusiones del enunciado en el derecho al ambiente sano nos es de extrema utilidad ya que, por dems, nos permitir determinar el objeto que ampara el
mencionado derecho.
14. Lo anterior nos obliga, entonces, a acudir a la nocin de dao ambiental para
poder concretar el objeto del estudiado derecho y reiterar as la dualidad que le es
propia. Es importante mencionar que en la legislacin colombiana no existen normas
jurdicas que definan claramente el dao ambiental. Si bien la ley 99 de 1993 nos brinda una aproximacin, se encuentra circunscrita a las tasas retributivas y compensatorias. Esto implica que no exista en la actualidad una definicin autnoma de dao
ambiental, con las dificultades que ello genera, pues la contemplada en la mencionada
disposicin fue consagrada para efectos de fijar el alcance de estas tasas.33
As, el literal c del artculo 42 dispone que se entiende por dao ambiental el que
afecte el normal funcionamiento de los ecosistemas o la renovabilidad de sus recursos
y componentes. Concatenado a lo anterior, el mismo literal define el dao social de
la siguiente manera:
Se entiende por daos sociales, entre otros, los ocasionados a la salud humana, el paisaje, la tranquilidad pblica, los bienes pblicos y privados y dems bienes con valor econmico directamente afectados por la actividad contaminante.
Creemos que esta es una definicin que presenta algunos problemas. Por ejemplo,
cuando la accin humana afecta un parque natural bien pblico, mediante la
deforestacin para sembrar cultivos de uso ilcito, afectando la diversidad y el agua,
estaramos frente a un dao que es tanto ambiental como social.
Esta definicin de dao ambiental, establecida con el propsito de fijar los conceptos de tasas retributivas y compensatorias, no es entonces satisfactoria. Por ello, es
mejor desechar la confusin que crea la norma jurdica y buscar otras perspectivas.
En efecto, si se habla del dao ambiental como aquel que afecta a los ecosistemas y al
tiempo se afirma que el dao social es aquel que se presenta sobre el paisaje, los bienes pblicos y los dems bienes econmicos afectados por la actividad contaminante,
se observa con facilidad que los dos conceptos se cruzaran y perderan su utilidad
prctica.
32
585
Ahora bien, el dao ambiental puro, comprendido como una transgresin a los
bienes ambientales, se relaciona con otro concepto, el de dao ambiental consecutivo,
desde el cual se analizan las repercusiones de aquel, pero respecto a personas determinadas. En otras palabras, se trata del dao que lesiona el patrimonio individual de
una persona.35 36
Dada la dualidad del derecho al ambiente sano, como fue sealado, el dao consecutivo presenta dos modalidades. En la primera, que hemos denominado dao consecutivo directo, la afectacin al derecho, que se concreta por el dao ambiental puro, se
transmuta y afecta directamente a la persona sin que pueda evidenciarse claramente
una separacin entre la afectacin individual y la transgresin al derecho colectivo.
En la segunda, que denominamos dao consecutivo indirecto, el dao ambiental repercute en otros derechos de la persona, fundamentales o no, claramente diferenciables del derecho al ambiente sano. Utilicemos un ejemplo para ilustrar lo anterior. Un
derrame de petrleo contamina un ro; cuerpo de agua que es utilizado tanto para
surtir de agua potable a un municipio aledao como para el desarrollo de una industria turstica dedicada a vender planes que incluyen canotaje. El dao ambiental puro
es evidente y comprende, entre otros, la destruccin del hbitat de los peces, as como
la contaminacin del agua. A su vez, esta ltima acarrea el dao consecutivo directo,
pues afecta el derecho de cada individuo del mencionado municipio a acceder al agua
potable, que como se indica posteriormente en esta ponencia segn la jurisprudencia constitucional es un derecho fundamental. En cambio, el dao consecutivo
indirecto se presenta para la industria turstica, que ve afectada su libertad de empresa
al no poder ejercer ms su razn social.
34
Genevive Viney y Patrice Jourdain: Trait de droit civil. Les conditions de la responsabilit,
Pars: LGDJ, 1998, p.55.
35
Juan Carlos Henao Prez: Responsabilidad del Estado colombiano por dao ambiental,
en Responsabilidad por daos al medio ambiente, Bogot: Universidad Externado de Colombia,
2000, pp.142ss.
36
Partimos de una nocin amplia de patrimonio, en el cual se comprenden todos los derechos de la persona, sin importar si son una universalidad de bienes susceptibles de estimacin
pecuniaria o personalsimos, colectivos o individuales. Esto permite explicar por qu razn, al
incluirse dentro del patrimonio del individuo incluso derechos colectivos, cada persona puede
interponer acciones para defender este tipo de derechos, como la moralidad administrativa.
586
Para los efectos de este escrito los trminos reparacin e indemnizacin son tomados como
sinnimos. Asimismo, superan la idea que los circunscribe exclusivamente a reparaciones pecuniarias. A nuestro modo de ver, la reparacin por la lesin a un derecho va ms all de factores
monetarios. De esta forma, proponemos que existen varias formas de reparacin, entre ellas: el
subrogado pecuniario, la reparacin in natura, la supresin del dao o la reparacin simblica. Al
respecto puede consultarse Juan Carlos Henao Prez: De tal derecho, tal accin, en V Jornadas de
Derecho Constitucional y Administrativo. Los procesos ante las jurisdicciones constitucionales y de lo
contencioso administrativo, Bogot: Universidad Externado de Colombia, 2005, pp.485-541.
587
paisaje en una finca determinada y los casos no solo se han dado en Suecia sino
que la Corte ha otorgado razn al comerciante!, 38 lo que se constituye en un dao
ambiental consecutivo indirecto. En el primer caso se est vulnerando el derecho al
ambiente sano, debido a la ocurrencia de un dao ambiental puro imposibilitar la
reproduccin de determinadas especies. En cambio, en el segundo, dado el dao
ambiental consecutivo indirecto, se afecta al comerciante al imposibilitarle ejercer su
profesin u oficio. Si la autoridad judicial ordenara remover la cerca para beneficiar
a este comerciante, la reproduccin de la comunidad tambin se vera beneficiada,
por lo que se estara tambin reparando, indirectamente, el derecho al ambiente sano
frente al dao ambiental puro.
17. Analizados los elementos centrales del derecho al ambiente sano, se debe seguir
segn el discurso de la responsabilidad civil para mencionar algunas problemticas
especficas que, al influir en el tratamiento constitucional del tema, son de utilidad
para terminar de centrar el concepto.
18. En primer lugar influye el conocido principio de precaucin, que, aun cuando
ha sufrido variaciones a travs de la historia del derecho,39 puede ser entendido hoy
en da a partir de la comprensin de que el desarrollo tecnolgico conlleva riesgos y,
cuanto mayores sean estos, mayor incertidumbre habr sobre sus efectos.
La Declaracin de Ro, en el principio 15, lo defini en las siguientes palabras:
[] con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados debern aplicar
ampliamente el criterio de precaucin []. Cuando haya peligro de dao grave e
irreversible, la falta de certeza cientfica absoluta no deber utilizarse como razn
para postergar la adopcin de medidas eficaces en funcin de los costos para
impedir la degradacin del medio ambiente.
Vase el interesante escrito del autor Frdrique Von Plauen: L accs la nature: droit
virtuel ou droit rel?, en AJDA, n.o36, 2005, p.1984.
39
Para una aproximacin histrica del principio de precaucin, Jorge Riechmann: La precaucin: un principio para reorientar las relaciones de la humanidad con la biosfera, en Jorge
Riechmann y Joel Tickner (coords.): El principio de precaucin: en medio ambiente y salud pblica,
de las definiciones a la prctica, Barcelona: Icaria, 2002.
40
Numeral 6, artculo 1, de la ley 99 de 1993.
588
41
Corte Constitucional, sentencia C-339 de 2002, expediente D-3767, demanda de inconstitucionalidad contra los artculos 3 parcial, 4, 18 parcial, 34, 35 parcial literales a y c y 36 parcial de
la ley 685 de 2001; demandante: Carlos Alberto Mantilla.
42
Jos Luis Serrano: Principios de derecho ambiental. Ecologa jurdica, Madrid: Trotta, 2007,
p.120-121.
589
590
tanto sobre el mbito de proteccin del derecho al ambiente sano, pudindose afirmar
que cuando se trate de una actividad peligrosa surgira la responsabilidad objetiva.45
Esto mismo sucede con cualquier tipo de actividad peligrosa. Sin embargo, frente a
aquellas que no son actividades peligrosas solo operara la responsabilidad subjetiva,
y la culpa debera demostrarse.46
20. En tercer lugar, debe recordarse que la proteccin del derecho al ambiente sano
est marcada tambin por la usual concausalidad que se presenta frente a este tipo de
daos y que influir nuevamente en la garanta constitucional de aquel derecho. En
efecto, en muchas ocasiones son varias personas las que actan y causan el dao ambiental y por ello el juez constitucional debe tener en cuenta esta situacin. Para este
problema, el derecho brinda herramientas que permiten superarlo. La solidaridad en
el campo de las obligaciones es una posibilidad. Sobre este punto y refirindose a esta
dificultad, la Corte Constitucional, en sentencia T- 646 de 2003, indic:
[] no es exacto considerar, que de la comparecencia de todos los agentes
contaminantes, a las distintas acciones populares, pende el restablecimiento del
derecho a gozar de un ambiente sano, dado que la realidad indica que frente a la
confluencia de emisiones tal exigencia prolongara los litigios indefinidamente,
comprometiendo, por consiguiente, los derechos e intereses colectivos y el acceso
a la justicia de los afectados artculos 88, 228 y 230 C.P.47
Respecto de la nocin de actividad peligrosa se recomienda estudiar la importante y reciente sentencia 01054 de la Corte Suprema de Justicia, del 24 de agosto de 2009, con ponencia del
magistrado William Namen, donde se estim que el ejercicio de actividades peligrosas conlleva indefectiblemente la aplicacin de la responsabilidad objetiva. En efecto, en dicha decisin se indic:
[] al frente de toda la problemtica ontolgica y sistemtica del dao resarcible, en la legislacin
colombiana, a no dudarlo, existen categoras de responsabilidad objetiva donde el criterio de la
culpa carece de toda relevancia para su existencia, o sea, para el surgimiento del deber de reparar
el dao y, tambin, para su exoneracin, siendo oportuno verificar sus exigencias normativas. [Por
ejemplo], se considera objetiva la responsabilidad por dao al medio ambiente [] derivada de
residuos y desechos peligrosos [].
46
Henao Prez: Responsabilidad, o. cit., p.152.
47
En ese caso, el demandante consideraba que el Tribunal Superior de Bogot haba incurrido en una va de hecho en la sentencia proferida por una accin popular debido al dao ambiental causado por el represamiento de aguas del ro Bogot en el embalse del Mua. Uno de los
argumentos que formul y que sustentaba su posicin era que el tribunal no haba llamado a todos
los responsables de la contaminacin de las aguas del mencionado ro. La Corte desestim este argumento indicando, en primera medida, la responsabilidad solidara por la afectacin a ese cuerpo
de agua; en segunda medida, que las normas que regulaban la accin popular antes de la entrada
en vigencia de la ley 472 de 1998 no contemplaban la obligacin de llamar a todos los involucrados
en la contaminacin, y, en tercera medida, que no era exacto suponer que de no llamarse a todos
las personas causantes del dao ambiental la accin popular no poda proceder, dado lo difcil que
resulta determinar cada una de las personas que intervienen y afectan nocivamente el ambiente.
591
592
Sobre el segundo interrogante, esto es, el destinatario de la indemnizacin, la cuestin recae en quin es el beneficiario de la reparacin al ser el titular o los titulares del
derecho lesionado. Este punto diferencia entre peticiones para s derechos individuales o peticiones para el colectivo derechos colectivos. La diferencia central
radica en que en el caso de los derechos individuales la indemnizacin es apropiable
por el individuo salvo si se trata del dao consecutivo directo en el cual el beneficio
individual coincide con el colectivo, mientras que en las peticiones para el colectivo
la reparacin no ser exclusivamente para nadie.
Finalmente, el tercer interrogante: la prestacin como traslacin patrimonial acarrea qu clase de reparacin es la que se pretende; esta puede ser pecuniaria, in natura,
de supresin o cesacin del dao o tambin simblica. Como vimos, el dao evoluciona empezando por el riesgo, pasando por la amenaza y finalizando en la lesin consolidada. Estos diferentes momentos indican qu clase de reparacin es la que debe
ser ordenada. As, tratndose del riesgo y de la amenaza, la autoridad judicial debera
ordenar principalmente medidas que supriman o hagan cesar el dao. En cambio,
frente a un dao consolidado y consumado, la reparacin procedente sera la pecuniaria o la in natura, sin excluir la simblica para que la lesin no vuelva a ocurrir.
26. En claro el esquema anterior, analicemos la accin de tutela y la accin popular,
teniendo en cuenta los tres interrogantes que acaban de ser planteados.
27. La primera, la accin de tutela, consagrada en el artculo 86 de la Constitucin
y regulada por el decreto 2591 de 1991, fue instaurada por el constituyente de 1991
con el objetivo de brindar una proteccin inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales de todas las personas. En principio, se circunscribe exclusivamente al
amparo de derechos individuales, pero el mismo decreto mencionado, en el numeral
3 del artculo 6, expresamente abre esta posibilidad para los derechos colectivos en los
siguientes trminos:
La accin de tutela no proceder [] cuando se pretenda proteger derechos
colectivos []. Lo anterior no obsta, para que el titular solicite la tutela de sus
derechos amenazados o violados en situaciones que comprometan intereses o
derechos colectivos siempre que se tata de impedir un perjuicio irremediable.
Para la procedencia de la accin, es fundamental la nocin de perjuicio irremediable, que ha sido definida por la jurisprudencia de la Corte Constitucional como una
situacin en la cual se presentan los siguientes elementos: la inminencia es decir que
est por suceder la lesin, la gravedad que equivale a la intensidad del dao, que
la actuacin frente a l haya de ser urgente y que sea impostergable.51 En este sentido,
esta definicin es equivalente a la nocin ya estudiada de amenaza.
51
Vase, entre las mltiples sentencias que retoman estas caractersticas, la SU- 544 de 2001.
593
As las cosas, en principio, la accin de tutela debe ser interpuesta para peticiones
para s, aunque nada obsta que ante el acaecimiento de un perjuicio irremediable
proceda para peticiones para el colectivo.
Respecto al segundo interrogante, esto es, quin es el sujeto beneficiario de la reparacin, en principio tambin sera el individuo, pues estamos hablando de dao
ambiental consecutivo indirecto. Al ser diferenciable la afectacin del patrimonio del
individuo de aquella que sufra el colectivo, la reparacin sera apropiable por aquel.
Sin embargo, esto no implica que el colectivo no sea beneficiado con la reparacin
lograda por el individuo hiptesis de dao ambiental consecutivo directo, pues
al ser la reparacin eminentemente preventiva como se ver a continuacin la
cesacin del hecho daino necesariamente beneficiara a las dems personas. Esta es
precisamente una de las consecuencias de la naturaleza dual del derecho bajo estudio.
Cabe preguntarse si en el caso de dao consecutivo directo tambin procedera la
accin de tutela. Al no ser diferenciables claramente el derecho colectivo y el derecho
individual, en principio debera interponerse la accin popular. Sin embargo, dado
que el artculo 6 de la ley 472 de 1998 establece que la accin de tutela se tramitar de
forma preferente, as como su procedencia ante el acaecimiento de un perjuicio irremediable, creemos que el amparo constitucional sera viable.52 Cosa que tambin se
desprende de la mencionada dualidad del derecho al ambiente sano.
Ahora bien, la Corte Constitucional, en la sentencia T-659 de 2007 ya citada,
indic que esta accin procede excepcionalmente para proteger al colectivo. En dicha
providencia se establecieron las siguientes reglas de procedencia:
[] (i) Cuando la afectacin de los derechos colectivos requiere la intervencin urgente e inmediata del juez constitucional para evitar un perjuicio irremediable. En efecto, al igual que en toda situacin de grave afectacin de derechos
fundamentales, la accin de tutela procede como mecanismo transitorio que
desplaza la competencia del juez ordinario mientras se profiere el fallo correspondiente. En este caso, es fundamental demostrar la premura en la intervencin
judicial, la gravedad del perjuicio que sigue a la demora en resolver el asunto y
la existencia de un derecho fundamental afectado. [y] ii) Cuando la amenaza o
vulneracin de un derecho colectivo, produce la afectacin directa de un derecho fundamental. En esta situacin, no se trata de reducir la intervencin a un
nmero determinado de personas, ni de exigir la proteccin judicial del derecho
colectivo a partir de la afectacin individual de derechos, se trata de delimitar
con claridad el campo de aplicacin de cada una de las acciones constitucionales.
Por ello, es evidente que no determina la procedencia de la accin popular o de la
accin de tutela, el nmero de personas que accede a la justicia, ni el nombre del
derecho que se busca proteger.
El texto del mencionado artculo es el siguiente: Artculo 6o. Trmite preferencial. Las acciones populares preventivas se tramitarn con preferencia a las dems que conozca el juez competente, excepto el recurso de Habeas Corpus, la Accin de Tutela y la Accin de cumplimiento.
52
594
595
[] otra caracterstica esencial de las acciones populares es su naturaleza preventiva, lo que significa que no es ni puede ser requisito para su ejercicio, el que
exista un dao o perjuicio (consumado, tendramos que agregar para efectos de
guardar coherencia con lo que se ha expuesto en este escrito) de los derechos o
intereses que se busca amparar, sino que basta que exista la amenaza o riesgo de
que se produzca [que, agregamos, tambin es dao segn lo afirmado en este
escrito], en razn de los fines pblicos que las inspiran []. De igual manera,
dichos mecanismos buscan el restablecimiento del uso y goce de tales derechos
e intereses colectivos, por lo que tambin tienen un carcter restitutorio, que se
debe resaltar. Finalmente, hay que observar que estas acciones tienen una estructura especial que la diferencia de los dems procesos litigiosos, en cuanto no son
en estricto sentido una controversia entre partes que defienden intereses subjetivos, sino que se trata de un mecanismo de proteccin de los derechos colectivos
prexistentes radicados para efectos del reclamo judicial en cabeza de quien acta
a nombre de la sociedad, pero que igualmente estn en cada uno de los miembros
que forman la parte demandante de la accin judicial.
Es por ello que el artculo 25 permite medidas cautelares, que podrn decretarse a
peticin de parte o de oficio, para prevenir un dao inminente o para hacer cesar el
que se hubiere causado, y que el artculo 2 contempla la posibilidad de accionar para
restituir las cosas al estado anterior, con lo que evidentemente se trata de un dao
consumado.
29. Veamos tres ejemplos de las mencionadas acciones que permiten ilustrar la
presentacin realizada.
En primer lugar, la sentencia T-410 de 2003, de la Sala Cuarta de Revisin de la
Corte Constitucional, donde conoci el siguiente caso: El municipio de Versalles, ubicado en el departamento del Valle del Cauca, no contaba con servicio de agua potable
y el lquido que se distribua por parte de la Empresa de Servicios Pblicos de Versalles
no tena ningn tratamiento. De las pruebas obrantes en el expediente, se pudo determinar que las aguas eran aptas para consumo humano desde el punto de vista fsico
y qumico, mas no bacteriolgico, ya que se encontraban contaminadas por materias
fecales.53 Esto es, evidentemente, un dao ambiental puro. El juez de instancia, cuya
sentencia fue revisada por la Corte Constitucional, declar improcedente la accin de
tutela, al considerar que la accin procedente era la de grupo.
La Corte, tras indicar que la accin de grupo es eminentemente indemnizatoria y
no preventiva de los daos ambientales, enfatiz que el fin perseguido por el demandante era preventivo. Por ende, aquella accin no era procedente, pues la reparacin
pretendida por el accionante buscaba la cesacin del hecho daino. Refirindose al
dao ambiental consecutivo directo, la Corte indic:
53
596
[] de acuerdo con la jurisprudencia constitucional, el comprobado suministro de agua contaminada y no apta para el consumo humano por parte de las
autoridades accionadas, constituye un factor de riesgo y de vulneracin de los
derechos fundamentales a la vida, la dignidad humana, la salud y el ambiente
sano [].
En este caso, se evidenci que se presentaba la probabilidad del dao, por lo que se
constataba el primer elemento para declarar la responsabilidad. Asimismo, la Corte
determin que eran las entidades demandadas las obligadas a suministrar el agua
potable. Al no hacerlo, se les imputaba un comportamiento causante del riesgo segundo elemento de la responsabilidad civil. Finalmente, al ser la afectacin al agua
potable un dao ilcito, surga el deber de reparar. As las cosas, la Sala de Revisin
determin la responsabilidad civil en cabeza de la Alcalda Municipal y de la Empresa
de Servicios Pblicos de Versalles.
Ahora bien, la Corte abord expresamente las razones por las cuales deba ser procedente la accin de tutela, aun cuando se tratara de la vulneracin de un derecho colectivo difcilmente diferenciable en el caso concreto de un derecho individual. En
primer lugar, indic que el agua para consumo humano es un derecho fundamental,
esencial para la salud y la vida digna de las personas. Por esta razn, y al ser el trmite
de la accin de tutela preferente frente a la accin popular, aquella deba proceder para
proteger oportunamente el derecho fundamental colectivo al agua potable. En segundo
lugar, la Corte seal que, aun cuando el demandante no acreditara poder para actuar
en nombre de la comunidad, lo cierto es que tambin lo hizo a nombre propio, al ver su
derecho fundamental conculcado. Entonces, se trataba de una peticin para s que buscaba evitar que el riesgo se materializara en amenaza o en un dao consolidado.
Constatando as la vulneracin de los derechos fundamentales a la vida digna, salud, dignidad humana y ambiente sano, la Corte orden a la Alcalda Municipal y a la
empresa demandada iniciar los trmites administrativos, financieros y presupuestales
para que en un plazo no superior a seis meses garantizara el suministro de agua potable. Como se observa, se trata de una reparacin a los derechos que busca la cesacin
del hecho daino, pero que no es apropiable exclusivamente por el gestor del amparo.
En segundo lugar, la sentencia T-574 de 1996 resolvi un caso que permite mostrar
el dao ambiental consecutivo indirecto. En la ensenada de Tumaco se present en
1996 un derrame de crudo de 1500 barriles, que ocurri al momento de bombearse por parte de Ecopetrol petrleo a un buque cisterna. El derrame afect tanto el fitoplancton como el zooplancton existente en la zona, perturbando la cadena
trfica en esa regin. Asimismo, en las playas aledaas aparecieron peces muertos y
aves cubiertas de crudo, y este lleg a manglares. Una de las playas afectadas fue la
de Salahonda perteneciente al municipio de Francisco Pizarro, en donde habita
una comunidad de pescadores. Estos, en poca de bonanza, reportaban un milln de
pesos producto de las ventas, pero despus del accidente solo obtenan peces de cuyo
comercio reciban veinte mil pesos, que deban ser repartidos entre cincuenta personas. Sobre este punto, la Corte indic:
597
Es obvio que la disminucin de la pesca afecta gravemente [la] vida, salud y trabajo de los lugareos y es elemento perturbador de consecuencias impredecibles.
De igual forma, la Corte constat que la comunidad entr en un proceso de deficiencia de alimentacin que afect tanto a nios como a ancianos. En un estudio
realizado por la Capitana de Puerto, se indic que el ecosistema tardara, al menos,
cinco aos en regenerarse. Esto quiere decir que la cadena trfica, y por ende la alimentacin de los lugareos y su sustento econmico, se vera igualmente afectada por
el mismo trmino.
De esta forma se constata la existencia del dao primer elemento de la responsabilidad, porque el hecho daino repercuti en el oficio de la pesca con
sus consecuencias econmicas dao ambiental consecutivo indirecto, diferenciable del derrame y la perturbacin de los ecosistemas, aun cuando se encontrara estrechamente ligado a este. Al producirse el derrame durante el bombeo por
parte de Ecopetrol al buque cisterna, la afectacin al ambiente era jurdicamente
atribuible a una persona diferente de la vctima, con lo que se consolid el segundo elemento de la responsabilidad civil. Finalmente, dado que se trataba de
una actividad peligrosa, se encontraba el deber de responder frente a los daos
causados por ella. Con esto se evidencia la ilicitud del dao tercer elemento de
la responsabilidad.
Respecto a este punto, la sentencia indica:
[El dao ecolgico martimo] afecta sobremanera a quien tiene por oficio la
pesca. Y si este oficio forma parte de la cultura de una etnia, con mayor razn hay
que proteger al pescador. El artculo transitorio 45 de la Constitucin orden que
la ley estableciera mecanismos para la proteccin de la identidad cultural de las
comunidades negras en la cuenca del Pacfico y para el fomento de su desarrollo
econmico y social.
Es decir, el dao ecolgico martimo tuvo repercusiones tanto en el sustento alimenticio de los pescadores por la afectacin de su oficio como en su identidad
cultural al afectar esta actividad.
As las cosas, la reparacin que debi ordenarse, tratndose de un dao ambiental
consecutivo indirecto, debi haber sido apropiable por los pescadores. Sin embargo,
de forma equivocada, la providencia solo orden un monitoreo con plazo mnimo de
cinco aos, para superar cualquier secuela que quedase del vertimiento, con lo cual
no se indemnizaron los perjuicios a la actividad pesquera denunciados por los pescadores, ni tampoco se solucion inmediatamente haciendo cesar la afectacin a los
derechos de los miembros de la comunidad la situacin de desnutricin que afect
a nios y ancianos.
En tercer lugar, el caso en el cual la Seccin Tercera del Consejo de Estado resolvi
en el 2007 una accin popular instaurada por el dao ambiental causado en el humedal El Burro, ubicado en la ciudad de Bogot, debido a la autorizacin de construccin
598
sobre una tercera parte del terreno que ocupaba dicho ecosistema.54 En ese momento,
los derechos protegidos fueron los siguientes: el derecho a la moralidad administrativa, el derecho a la defensa del patrimonio pblico, y el derecho al ambiente sano; todos
definidos por la Constitucin Poltica y la ley 472 de 1998 como derechos colectivos.
Para constatar la existencia del dao ambiental puro debido al desecamiento del
humedal primer elemento para declarar la responsabilidad civil, el Consejo de
Estado estableci la alteracin negativa producida sobre el medio ambiente. Para
determinar la imputacin, observ que la lesin al patrimonio colectivo devino
de una omisin administrativa silencio administrativo positivo atribuible al
Departamento de Planeacin Distrital, lo cual permiti la construccin de una urbanizacin sobre un bien de uso pblico. Por ser dicha omisin culposa, originada en la
negligencia de la accionada, se present el fundamento del deber de reparar, porque la
conducta ilcita desprotegi un ecosistema de trascendental relevancia para el manejo
hdrico de la ciudad.
Esta indemnizacin deba favorecer a la comunidad que vio sus derechos colectivos
transgredidos, por lo que el Consejo de Estado orden que se pagara a la Corporacin
Autnoma de Cundinamarca (CAR) la reparacin correspondiente al dao causado,
entidad que representara los intereses de la comunidad. Como quiera que la afectacin al ecosistema era irreversible, ya que se rellen una tercera parte para construir
la urbanizacin y era imposible volver las cosas al estado anterior, orden que se pagaran sumas de dinero para que se invirtieran en el mantenimiento de otras zonas
del humedal o en ecosistemas similares ubicados en otras partes de la ciudad reparacin in natura. Ahora, dado que se permiti la apropiacin de bienes de uso
pblicos, debido a que la construccin se hizo sobre lo que otrora fuera el humedal El
Burro, se orden que se adelantaran las acciones judiciales pertinentes para que estos
terrenos volvieran a manos del Estado cesacin del dao en lo referente al patrimonio pblico. Finalmente, orden al distrito informar a la comunidad para que
supiera las acciones adelantadas por la CAR para recuperar y mantener el humedal
reparacin simblica.
Como se observa, las tres reparaciones ordenadas no se excluyen entre s. La accin
interpuesta fue la popular, a travs de la cual se determin la ocurrencia de un dao ambiental puro en el humedal El Burro. Debido a que este ya se haba consolidado, no busc la cesacin del dao frente al ecosistema afectado, lo cual s se hizo desde la perspectiva de la prdida del bien de uso pblico, materializado en el terreno de la urbanizacin.
Esta sentencia permite mostrar cmo una peticin para el colectivo, al constatarse
la responsabilidad del Estado, permiti reparar el dao ambiental que afect los derechos colectivos de la comunidad de Bogot. Entonces, el derecho reparado fue colectivo, la indemnizacin favoreci a la comunidad y se materializ mediante tres formas de reparacin: la in natura, la cesacin del dao y la simblica, todas a favor del
colectivo sin posibilidad de apropiacin individual ni siquiera por la entidad pblica.
54
599
IV. Conclusiones
En conclusin, dos principios ambientales deben regir el anlisis del derecho al ambiente sano. El primero, la solidaridad, es el fundamento de los derechos colectivos
y tiene una dimensin intra e intergeneracional, estrechamente ligada a una nocin
de justicia. El segundo, de la humildad, parte de la comprensin de que somos los seres humanos los dependientes de nuestro entorno y no al revs. As, nuestra relacin
con la naturaleza debe partir de comprender que sin un ambiente sano no podemos
llegar a tener, o mantener, una vida digna. De lo contrario, no seremos otra cosa que
parte de ese cementerio formado por las culturas desaparecidas que hoy enriquecen
los museos.
El ambiente sano es un derecho que tiene como una de sus caractersticas el ser
dual, pues es tanto derecho colectivo como derecho constitucional fundamental. Para
determinar su objeto, debe acudirse a la doctrina, ya que en este momento no existe
una norma legal que defina claramente lo que ha de entenderse por dao ambiental.
As, partiendo de De Cupis, consideramos que al proteger el derecho lo que el dao
vulnera, el objeto del ambiente sano es, en sentido estricto, la salvaguardia de todo
aquello que el dao ambiental puro y el dao ambiental consecutivo directo transgredan, mientras que en sentido lato incluye lo que el dao ambiental consecutivo
indirecto conculque.
Finalmente, el ordenamiento jurdico colombiano es prdigo en acciones que sirven para proteger el derecho al ambiente sano. En esta oportunidad, solo mencionamos dos la accin de tutela y la accin popular, ya que estas nos permiten analizar
cmo, a travs de tres cuestionamientos (qu se protege, a quin se protege y cmo se
protege), se puede determinar la medida judicial que habr de utilizarse para desencadenar la defensa de este derecho ante los estrados judiciales.
Bibliografa
ngel Maya, Augusto: El reto de la vida. Ecosistema y cultura: una introduccin al
estudio del medio ambiente, Bogot: Ecofondo, 1996.
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De Cupis, Adriano: El dao. Teora general de la responsabilidad civil, Barcelona:
Bosch, 2.aed., 1975.
Fals Borda, Orlando: Ciencia propia y colonialismo intelectual, Bogot: Oveja Negra,
2.aed., 1971
Ferry Luc: El Nuevo Orden Ecolgico, el rbol, el animal y el hombre, Barcelona:
Tusquets, 1994.
600
Sentencias consultadas
Corte Constitucional, sentencia T-092 de 1993, expediente T- 5849. Demandante:
Antonio Mauricio Monroy Cspedes. Demandado: Alcalda de Villavicencio
Meta. Magistrado ponente: Simn Rodrguez Rodrguez.
Corte Constitucional, sentencia T - 574 de 1996, expediente T-100774. Demandantes:
Pescadores de Salahonda. Demandado: Ecopetrol. Magistrado ponente: Alejandro
Martnez Caballero.
601
604
zu fllen. Trotzdem bleibt festzuhalten, dass wir es bei diesem Thema wie bei vielen anderen auch mit
einem Problem der Verfassungskultur zu tun haben.
Keywords: environment, solidarity rights, natural resources, private property, human ecology,
political Constitution, Colombia.
Indudablemente, cada generacin se cree destinada a rehacer el mundo.
La ma sabe, sin embargo, que no podr hacerlo.
Pero su tarea es quiz mayor.
Consiste en impedir que el mundo se deshaga.
Albert Camus
(Discurso al recibir el Premio Nobel de literatura)
1. Introduccin
El medio ambiente es sin duda uno de los elementos clave de la agenda universal del
presente siglo. El calentamiento global, el manejo de los residuos txicos y radiactivos,
la lucha por el agua, son desde ya problemas recurrentes, no solo de los grandes lderes
mundiales sino de cada uno de los habitantes del planeta.1 No extraa entonces que
entre los temas centrales que invocan los autores que se ocupan de la idea de ciudadana para el nuevo siglo2 se encuentre el tema de los deberes de todos y no nicamente
de los Estados frente al medio ambiente.
La preocupacin es relativamente nueva. El epgrafe de Camus que introduce este
escrito expresa entre otros aspectos la incertidumbre generada desde los aos cincuenta sobre el concepto y el modelo de desarrollo adoptado por los pases industrializados y sus efectos. Empero, solo en los aos setenta comenz a hablarse formalmente
Vase Jacques Attali: Une brve histoire de lavenir, Pars: Fayard, 2007.
Vase, entre otros, Andrs de Francisco: Ciudadana y democracia. Un enfoque republicano.
Madrid: Catarata, 2007, pp.63ss. Igualmente, Manuel Prez Ledesma (comp.): Ciudadana y democracia, Madrid: Pablo Iglesias, 2000, pp.3ss.
1
605
en el mbito internacional 3 del derecho al medio ambiente sano como uno de los
componentes principales de una tercera generacin de derechos conocida como la de
los derechos de solidaridad,4 que incluye adems del medio ambiente, entre otros, el
derecho a la paz, al desarrollo y al respeto del patrimonio comn de la humanidad.5
Al respecto cabe recordar que a las mltiples clasificaciones posibles de los derechos humanos6 establecidas desde la perspectiva de los individuos considerados
aisladamente o en sus relaciones con la sociedad y con el Estado se han sumado
en el ltimo tiempo una serie de tipologas que integran una dimensin colectiva de
los derechos y especficamente la existencia de categoras an discutidas,7 como la de
derechos colectivos o difusos o, para otros, de derechos de solidaridad.
En relacin con estos ltimos, constantemente se afirma que pertenecen a cada
individuo y a la vez a la comunidad de la que este haga parte, e incluso a toda la
humanidad. Por su especial naturaleza son, por un lado, de defensa frente al Estado
(el Estado debe abstenerse de violarlos) y, por otra, exigibles al Estado (el Estado
debe crear las condiciones para su realizacin). El quid consiste en que se requiere
de todos los actores sociales para su cumplimiento, lo que exige la concertacin
solidaria tanto del Estado como de los individuos, de la sociedad y de la comunidad
internacional.8
Estos derechos implicaran la concrecin del tercer elemento de la divisa revolucionaria francesa. A los derechos civiles y polticos, conocidos como de primera generacin, que se inspiran en el valor de la libertad, y a los derechos econmicos, sociales y culturales, o de segunda generacin, que buscan realizar la igualdad, vendra
a sumarse un conjunto de derechos, denominados de los pueblos, que realizaran el
concepto de fraternidad.9
3
1999.
Vase Karel Vasak: Amicorum Liber les droits de lhomme a laube du XXI, Sicle, Bruylant,
Vase Jacques Robert y Jean Duffar: Droits de lhomme et liberts fondamentales, Pars:
Montchrestien, 1993, p.65.
5
Para un panorama de las diferentes tipologas sobre los derechos, vanse, entre otros, Luis
Lpez Guerra, Eduardo Espin, Joaqun Garca Morillo, Pablo Prez Tremps y Miguel Satrstegui:
Derecho constitucional, vol.I: El ordenamiento constitucional. Derechos y deberes de los ciudadanos, Valencia: Tirant lo Blanch, 2000, pp. 143ss.; Gregorio Peces Barba Martnez: Derecho y derechos fundamentales, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1993; Alessandro Pizzorusso:
Lecciones de Derecho constitucional, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1984.
6
Vase Juan Antonio Garca Amado: Sobre derechos colectivos. Dilemas, enigmas, quimeras, en RACJ n.o318 (junio de 2001), pp.103-119. Asimismo, Hill Kymlicka: Derechos individuales
y derechos de grupo en la democracia liberal, en Rafael del guila Fernando Vallespn y otros:
La democracia en sus textos, Madrid: Alianza, 2003, pp.413ss. Igualmente, Nicols Lpez Calera:
Hay derechos colectivos? Individualidad y socialidad en la teora de los derechos, Barcelona: Ariel,
2000. En Francia vase R. Pelloux: Vrais et faux droits de lhomme, en RDP, 1981, p.67, y Jean
Rivero: Vers des nouveaux droits de lhomme, en Revue des Sciences Morales et Politiques, 1982,
p. 674.
7
Vase Robert: o. cit., p.65.
8
Vase Marie Gaille: Le citoyen, Pars: Flammarion, 1998, pp. 31 ss. Tambin Jaime Vidal
Perdomo: Introduccin al control constitucional, Bogot: Academia Colombiana de Jurisprudencia,
coleccin Portable, 2007, pp. 74ss.
9
La Corte Constitucional puso de presente en las sentencias T-02 y T-406 de 1992 que la
organizacin de los ttulos y captulos de la Constitucin no fue aprobada por la plenaria de la
4
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Igualmente, debe recordarse que corresponde al Estado, segn los mandatos constitucionales: 1)organizar, dirigir y reglamentar la prestacin del servicio pblico de
saneamiento ambiental, conforme a los principios de eficiencia, universalidad y solidaridad (artculo49), al tiempo que es objetivo fundamental de la actividad del Estado
la solucin de las necesidades insatisfechas de saneamiento ambiental y de agua potable (artculo366); 2)regular el ingreso al pas y la salida de l de los recursos genticos,
y su utilizacin de acuerdo con el inters nacional; 3)intervenir, por mandato de la ley,
en la explotacin de los recursos naturales, en el uso del suelo, en la produccin, distribucin, utilizacin y consumo de los bienes, y en los servicios pblicos y privados,
para racionalizar la economa con el fin de conseguir el mejoramiento de la calidad de
vida de los habitantes, la distribucin equitativa de las oportunidades y los beneficios
del desarrollo y la preservacin de un ambiente sano (artculo 334); 4)promover la
internacionalizacin de las relaciones ecolgicas sobre bases de equidad, reciprocidad
y conveniencia nacional (artculo 226).
La Constitucin tambin establece atribuciones especficas relacionadas con el medio ambiente en cabeza de determinadas autoridades, tanto del orden nacional como
local. As, la Carta establece la potestad para el presidente de la Repblica, con la firma de todos sus ministros, de declarar el estado de emergencia cuando sobrevengan
hechos que, entre otras posibilidades, perturben grave e inminentemente el orden
ecolgico (artculo 215).
Al legislador, por su parte, se le asignan las siguientes tareas: 1)garantizar la participacin de la comunidad en las decisiones que puedan afectarla (artculo 79); 2)delimitar el alcance de la libertad econmica cuando as lo exijan el inters social, el
ambiente y el patrimonio cultural de la Nacin (artculo 333); 3)regular las acciones
populares para la proteccin de los derechos e intereses colectivos y entre ellos el ambiente (artculo 88); 4) destinar un porcentaje de los tributos municipales sobre la
propiedad inmueble a las entidades encargadas del manejo y la conservacin del ambiente y de los recursos naturales renovables, de acuerdo con los planes de desarrollo
de los municipios del rea de su jurisdiccin (artculo317).
Asimismo, la Carta Poltica seala que 1)el procurador general de la nacin, por
s o por medio de sus delegados y agentes, tiene entre sus funciones la de defender los
intereses colectivos, en especial el ambiente (artculo 277-4); 2)al defensor del pueblo
corresponde velar por la promocin, el ejercicio y la divulgacin de los derechos humanos e interponer acciones populares en asuntos relacionados con su competencia;
3)el contralor general debe presentar ante el congreso un informe anual sobre el estado de los recursos naturales y del medio ambiente (artculo 268.7), al tiempo que debe
tener en cuenta que la vigilancia de la gestin fiscal del Estado incluye el ejercicio de
un control financiero, de gestin y de resultados, fundado en la eficiencia, la economa, la equidad y la valoracin de los costos ambientales (artculo 267).
En el nivel local, a su vez, cabe recordar por ejemplo que 1) por mandato de la ley los
departamentos y municipios ubicados en zonas fronterizas podrn adelantar directamente con la entidad territorial limtrofe del pas vecino de igual nivel programas
de cooperacin e integracin, dirigidos a fomentar entre otros temas la preservacin
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Sentencia C-246/02, M. P. Manuel Jos Cepeda Espinosa. En el mismo sentido vanse,
entre otras, las sentencias C-071/04 y C-034/05, M.P. lvaro Tafur Galvis.
19 Sentencia C-246/02, M. P. Manuel Jos Cepeda Espinosa. En el mismo sentido vanse,
entre otras, las sentencias C-071/04 y C-034/05, M. P. lvaro Tafur Galvis.
20
El fundamento de dicha postura lo ha sintetizado la Corte en la Sentencia C-246 de 2002,
M.P. Manuel Jos Cepeda Espinosa. En el mismo sentido vanse las sentencias C-071 de 2004 y
C-034 de 2005, M.P. lvaro Tafur Galvis.
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afectacin de un derecho fundamental, estos deberes excepcionalmente pueden exigirse directamente mediante accin de tutela.21
La Corte ha dicho igualmente de manera reiterada que un un deber constitucional
no puede entenderse como la negacin de un derecho, pues sera tanto como suponer
en el Constituyente trampas a la libertad.22 Asimismo que los deberes exigibles a las
personas no pueden hacerse tan rigurosos que comprometan el ncleo esencial de sus
derechos fundamentales.23
Ahora bien, en materia de medio ambiente, como se ha afirmado, la Constitucin
seala en el numeral 8 del artculo 95, entre los deberes de la persona y del ciudadano, el de proteger los recursos [] naturales del pas y velar por la conservacin de
un ambiente sano. Al tiempo que el artculo 8 superior prev que es obligacin del
Estado y de las personas proteger las riquezas [] naturales de la Nacin.
En relacin con dichos preceptos debe sealarse, a partir de las consideraciones
que se han hecho sobre el entendimiento de los deberes y su exigibilidad, e independientemente del nfasis del constituyente en las riquezas naturales de la Nacin y de
la enunciacin en un caso de un deber y en el otro de una obligacin conceptos en
principio diferentes,24 que estos resultan claramente exigibles en la medida en que
el legislador ha precisado su contenido y alcance, al tiempo que se han establecido
mecanismos administrativos y judiciales para sancionar y prevenir el desconocimiento de la normatividad expedida para el efecto, con herramientas que incluso fueron
previstas por el propio constituyente.
El legislador colombiano se ha ocupado ampliamente de dar contenido concreto
a los deberes y obligaciones enunciados en una serie de leyes que prevn un profuso
catlogo de principios, procedimientos, prohibiciones y lmites tendientes a proteger
los recursos naturales y el medio ambiente, y ello se ha dado con un particular nfasis
a partir de los aos setenta.
As como lo record la Corte Constitucional en la sentencia T-774 de 2004, la historia de la proteccin legal del medio ambiente en Colombia comienza en el siglo XIX.
El decreto 0935 de 1884, de los Estados Unidos de Colombia, sobre explotacin de
bosques nacionales, estableci como una condicin de imprescindible cumplimiento
la obtencin de una licencia de las autoridades administrativas. Adems, fij claros y
expresos deberes en cabeza de tales autoridades; todo esto como forma de garantizar
la proteccin de los bosques naturales.
21
Vanse las sentencias T-801 de 1998, M. P. Eduardo Cifuentes Muoz; T-125 de 1994,
M.P. Eduardo Cifuentes Muoz; T-036 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Daz; T-351 de 1997, M.P.
Fabio Morn Daz; T-277 de 1999, M. P. Alfredo Beltrn Sierra; C-251 de 2002, MM.PP. Eduardo
Montealegre Lynett y Clara Ins Vargas Hernndez; T-520 de 2003, M.P. Rodrigo Escobar Gil;
C-071 de 2004 y C-034 de 2005, M.P. lvaro Tafur Galvis.
22
Sentencia C-511 de 1994. En el mismo sentido, entre muchas otras, pueden verse las sentencias SU-200 de 1997, SU.256 de 1999 y C-776 de 2001.
23
Al respecto vanse, entre otras, la sentencias SU-200 de 1997, SU.256/99. M. P. Jos Gregorio
Hernndez Galindo, y C-251 de 2002, MM.PP. Eduardo Montealegre Lynett y Clara Ins Vargas.
24
Para un anlisis sobre los conceptos de deber y obligacin jurdica vase Rafael de Asis
Roig: Deberes y obligaciones en la Constitucin, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1991.
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deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparacin de los daos
causados (artculo 80 CP).
La propia Constitucin estableci, adems, que a la ley corresponde regular las
acciones populares para la proteccin de los derechos e intereses colectivos, relacionados con el ambiente, entre otros, as como sealar los casos de responsabilidad civil
objetiva por el dao inferido a los derechos e intereses colectivos (artculo 88 CP). Fue
as como se expidi la ley 472 de 1998, por la cual se desarrolla el artculo 88 de la
Constitucin Poltica de Colombia en relacin con el ejercicio de las acciones populares y de grupo.
En relacin con dicha accin, cabe destacar que en el artculo 39 de la misma ley se
estableci el derecho para el demandante en la accin popular de recibir un incentivo
que el juez fijar, al momento de proferir sentencia, entre diez y ciento cincuenta salarios mnimos mensuales. Si bien esta posibilidad ha merecido amplios debates, fue
considerada ajustada a la Constitucin por la Corte Constitucional en las sentencias
C-459 de 2004 y C-512 de 2004. En los dos casos los actores en el proceso de constitucionalidad alegaron la vulneracin del principio de solidaridad. Al respecto la Corte
Constitucional seal:
[] las acciones populares combinan el deber de solidaridad que a todas las
personas les atae, con la potestad del Estado para inducir, promocionar, patrocinar, premiar y, en general, estimular el ejercicio de tales acciones en orden a
la materializacin y preservacin de determinados bienes jurdicos de especial
connotacin social. Lo cual encuentra arraigo constitucional en el hecho de que
nuestra Carta Poltica no prohja un modelo tico nico, pues, segn se vio, la
pluralidad de pensamiento y el respeto a la diferencia campean cual coordenadas
rectoras de las instituciones del Estado y de las relaciones entre los particulares
y las autoridades pblicas. Es decir, respetando el pensamiento que cada cual
pueda tener sobre la forma de hacer efectivo su deber de solidaridad, el Congreso
prev un estmulo que resulta vlido frente a la efectiva defensa de los derechos e
intereses colectivos, el cual resulta proporcionado al tenor de los topes limitativos
del monto del incentivo a decretar judicialmente. De suerte tal que, a tiempo que
el demandante reporta un beneficio para s, la sociedad misma se siente retribuida con la efectiva reivindicacin de sus derechos e intereses colectivos [].28
De otra parte, resulta pertinente precisar que, si bien las acciones populares fueron el instrumento establecido por el constituyente para proteger el derecho al medio
ambiente sano, dado su carcter de derecho colectivo, y que efectivamente lo han
sido, como lo muestra la amplia jurisprudencia de la jurisdiccin de lo contencioso
Sentencia C-459/04, M.P. Jaime Araujo Rentera, citada a su vez en la sentencia C- 512 de
2004, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. Dichas sentencia fueron objeto de aclaracin y salvamento de voto de los magistrados Manuel Jos Cepeda Espinosa y Rodrigo Escobar Gil.
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Tal entendimiento inspira igualmente, aunque con necesarios matices, como veremos, el alcance de la funcin social de la empresa y de su papel frente a los retos
colectivos que plantea el respeto del medio ambiente.
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Dicho principio de precaucin, cuya consagracin en los ordenamientos nacionales plantea actualmente importantes debates en Francia, por ejemplo,41 es apenas
uno de los temas que traducen los retos actuales de lo que se ha denominado responsabilidad social empresarial. Este concepto de ningn modo puede entenderse como
el simple cumplimiento de las obligaciones laborales y tributarias, como algunos han
sugerido, y la doctrina ha puesto de presente que bien puede convertirse simplemente
en a)un clich de moda, una forma de marketing camuflado, una manera de evitar
las crticas a la actividad de las empresas centrada en el lucro, o una estrategia con
el fin de evitar nuevas regulaciones, sobre la base de un esfuerzo de autorregulacin
por aquellas, o bien b)una visin responsable de la empresa, un sincero compromiso
y una oportunidad histrica para limitar los efectos negativos de la mundializacin,
dentro de un inters bien comprendido de las empresas de sus dirigentes y de sus accionistas para respetar el ambiente, los clientes y los asalariados.42
En nuestro medio, como se ha visto, dicha responsabilidad social empresarial encuentra claramente en la Constitucin un fundamento expreso que no puede eludirse.
Ibdem.
Al respecto vase, entre otros, Jean-Claude Masclet: Le principe de prcaution, Pars:
LHartmattan, 2003.
40
Sentencia C-293 de 2002, M.P. Alfredo Beltrn Sierra.
41
En ese pas la Carta del Medio Ambiente fue incluso consagrada como integrante del bloque de constitucionalidad.
42
Vase Michel Capron y Franoise Quairel Lanoizelee: Mythes et ralits de lentreprise responsable, Pars: La Dcouverte, 2004.
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La cita anterior nos recuerda que la democracia est concebida como un sistema
poltico en el que las personas pueden realizar una vida en comn. Con todo, para
que dicho sistema sea posible, no es suficiente contar con elaboradas estructuras de
poder democrticas y leyes sobre las cuales se sostengan; es imprescindible adoptar
como ciudadanos los valores, actitudes y conductas que la democracia exige; parte
importante de ello es asumir la defensa de los intereses colectivos, no solo como el
mero cumplimiento de un deber, sino como una forma efectiva de autoconservacin
y de ejercicio de la democracia. Al respecto, la Corte Constitucional, en la sentencia
C-519 de 1994, indic:
Al hombre, pues, le asiste el deber de cuidado, de promocin y de desarrollo
del ambiente, los cuales debe ejercer bajo la virtud de la prudencia y la bsqueda constante de la dignidad personal y colectiva. Con este propsito, se deben
procurar todos los medios necesarios para el amparo del entorno ecolgico, de
forma tal que la conservacin del propio ser redunde en la conservacin de los
dems asociados. Atentar o destruir el ambiente significa, por ende, la autodestruccin de la persona humana o, lo que es lo mismo, la renuncia a conservarse
a s mismo en condiciones de dignidad. Para el cumplimiento de los anteriores
objetivos, es requisito sine qua non que la persona comprenda a cabalidad la
importancia de conservar su entorno vital. Se requiere para ello entendimiento y
voluntad; es decir, una conciencia ecolgica y una disposicin constante de vivir
bajo los deberes de solidaridad, uno de los cuales es actuar en pro del ambiente
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