Guia de Los Seres Magicos de España
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Hadas
Gua de los seres mgicos de Espaa - 2
Prlogo
Cuidado, lector. No te tomes este libro a la ligera. Ests ante un clsico. El frescor
que rezuma no es el del arbusto verde que se agosta y desaparece con las primeras escarchas;
sino el de una estructura viva, animada por la Tradicin, que asienta a horcajadas su
realidad entre la memoria colectiva y la conciencia mgica que anida en el Ser Humano.
Frente a la lectura ms al uso en nuestros das: la de ese libro que pretende
informarnos puntualmente de lo inmediato y que slo nos da la opcin de leerlo y tirarlo
despus, porque su valor es tan efmero como la circunstancia que lo provoc, hete aqu que
estamos ante una obra que ya, antes incluso de aparecer en los muestrarios de las libreras,
habr vencido al tiempo y habr entrado por derecho propio a formar parte de nuestras
lecturas recurrentes. Como Alicia en el Pas de las Maravillas; como Peter Pan; como los
Viajes de Gulliver; o como el libro Duendes del mismo Jess Callejo, que ha precedido a ste.
La razn estriba en que el lector, adentrndose en el texto de este tratado sobre las
hadas, tendr que hacer de nuevo necesariamente suya la idea que alberg de chico, cuando
crea a pies juntillas en la existencia de estos seres elementales. Ahora, la recuperacin de
esa fe juvenil nos costar pelearnos a muerte con los principios ms razonables de este
mundo en que vivimos, que no admite ms evidencias que aquellas que pueden disecarse en
el laboratorio o informatizarse en el disco duro de un PC. Slo cabe plantearse en qu
momento de nuestras vidas perdimos la nocin de su realidad. Pero si forzamos la palanca
de la memoria, comprobaremos que ese instante coincide casi al segundo con aquel en que
tambin perdimos la inocencia, la sinceridad primordial hacia nosotros mismos y hacia el
prjimo; fue entonces cuando aprendimos a mentir y nos integramos en el mundo agresivo
de la competitividad, cuando dejamos de creer en la magia que transmite nuestro entorno y
nos entregamos al deporte de pisarle el cuello al vecino para evitar que sea l quien nos lo
pise antes a nosotros.
Slo pido por favor que nadie se plantee ahora la pregunta sobre si nos
encontramos ante un tratado de antropologa, ante un estudio folclrico o ante una obra de
evasin y fantasa. Pues si algn valor universal contiene este libro, es precisamente el de
escapar limpiamente a cualquier amago de ser encasillado y el de entrar a formar parte por
derecho propio de nuestra ms ntima identidad; por ser reflejo fiel de una Tradicin que nos
es comn a todos; por devolvernos una forma holstica de contemplar el mundo, una forma
de la que el sistema vigente nos quiere alejar sin contemplaciones, porque constituye el lado
ms sincero y entraable de nuestra condicin humana. Y esa condicin no admite
etiquetas, ni definiciones; slo la conciencia de que vivimos en un universo del que an
ignoramos las races ms profundas, aunque nos demos de bruces con ellas a la vuelta de
cada esquina.
Por eso, la nica forma de leer este libro y gozar de su lectura consiste en baarse de
magia entre sus pginas, dejarse mecer por sus imgenes y sentir, de una vez por todas,
cuntas cosas realmente importantes nos identifican a los del Norte con los del Sur, a los de
Levante con los de Poniente. Y cuntas ms nos unen a todos con ese pasado que cuatro
obcecados por algo que llaman progreso se empean en que olvidemos.
Cada da se est insistiendo con ms fuerza en la necesidad de que cambiemos
nuestros viejos esquemas de conciencia. Y es cierto que debemos hacerlo, slo que tal cambio
no puede nunca discurrir por las sendas del olvido de nuestra propia identidad. Si algo
necesitamos recuperar a cada instante en medio de este cambio imparable hacia nuestra
propia evolucin, ese algo son nuestros signos de reconocimiento. Y uno de estos signos y
no uno cualquiera, sino, probablemente, uno de los ms seeros es nuestra integracin
instintiva en el mundo entraable de las pequeas criaturas de la fantasa, que personifican
el espritu vivo y latente de esta naturaleza de la que formamos parte y de la que cada da
pretenden que nos apartemos ms, para poder depredarla y violarla sin que se oiga la voz de
quienes todava sentimos que no somos sus dueos y seores, sino que formamos parte de
ella y que cualquier agresin a la que la sometamos habr de repercutir en el desarrollo de
todo el Universo.
Pues bien: este libro es precisamente un acto de amor hacia esa naturaleza y hacia las
criaturas que la simbolizan. Es una bsqueda en el espritu del pueblo y en el de aquellos
que, en un momento u otro del pasado, supieron escucharlo y reconocerlo en las tierras de la
pennsula Ibrica. Pero an es ms que eso, y por ese motivo pasa a formar parte de los
libros que dejaremos para siempre en la mesilla de noche, para recurrir a ellos cuando
necesitemos entrar en contacto con nosotros mismos: nos descubre nuestra alma a travs del
alma del pueblo del que formamos parte y, desde ella, nos abre la perspectiva infinita del
alma universal, la que anida en lo ms profundo de todos los seres, recordndonos que
somos algo ms que una mquina de producir y consumir.
JUAN G. ATIENZA
En la noche de San Juan de 1995
Primera parte
GEOFFREY HODSON:
A modo de introduccin
que decan haber visto, sentido u odo a alguno de estos personajes y seres
elementales de la naturaleza. Seres que hemos desterrado al mundo de la fantasa y
del olvido, ignorando que tambin ellos forman parte de este mundo, de una
evolucin paralela a la nuestra. Ha habido momentos en que se ha llegado al
peligroso punto de confundir todas las alusiones que sobre ellos existen, con tal
mezcolanza de datos que daba igual hablar de una ninfa que de un gnomo, de una
bruja que de un fantasma, de un hombre-lobo que de un aliengena. Todo era lo
mismo y, adems, lo que es infinitamente peor, no tena ninguna importancia
clarificarlo.
No obstante, debo reconocer que durante la fase de documentacin de este
libro me he encontrado con tal volumen de informacin sobre las hadas, incluidos
sus distintos grupos y todos sus nombres, formas y variantes, que en un primer
momento casi me hace desistir del empeo por abordarlas, ya que a la diversidad
del material con que se contaba slo en Espaa se una la imprecisin de sus
datos y, en muchos de los casos, la confusin o falsedad de algunos de ellos. Todo
esto hizo que fuera analizando leyenda tras leyenda, viendo los rasgos y puntos en
comn que tenan cada una de ellas con el fin de aclarar, en lo posible, esta
enmaraada madeja de hilos de oro que tena entre manos (metfora vlida, puesto
que estamos hablando de hadas).
Me encontr con muchos nombres que designaban aparentemente al mismo
ser femenino; comprob que se les atribua caractersticas y cualidades de otros
seres, averig que muchas historias de algunas zonas no eran sino copias de otras
y que, en gran cantidad de ocasiones, los folcloristas o autores que trataban estos
temas utilizaban una terminologa confusa, debido a que ellos mismos, al parecer,
tampoco tenan muy claro cmo ordenar a estos seres mgicos, mezclando o
tabulando aquellos aspectos sobre los que no tenan suficientes datos. Esto hizo
que la investigacin, casi detectivesca, llevara ms tiempo del que en un principio
pensaba.
Al final se pueden poner sobre el tapete una serie de conclusiones, vlidas al
menos para m, que paso a exponer en esta obra y que pretenden clarificar este
intrincado mapa de casustica ferica. Conclusiones sin las cuales difcilmente
podramos entender, en toda su compleja dimensin, muchas de las leyendas que
se han transmitido de boca en boca o por escrito en toda la extensin de nuestra
geografa, alejndonos en lo posible de los tpicos y clichs procedentes, en su gran
mayora, de las sagas nrdicas.
Nuestras tradiciones son parcas a la hora de describir a las hadas provistas de alas. Esta
imanen estereotipada de hadas voladoras, tan frecuente en el resto de Europa, se limita en
nuestro pas a vagas referencias en algunas leyendas sobre anjanas cntabras o alojas
catalanas.
este inters casi sbito por conocerlos no es nada nuevo. La historia nos demuestra
que es cclica en algunos de sus acontecimientos, y a lo largo de otras pocas el
olvido por estos personajes ha sido estremecedoramente constante.
En Espaa, al menos desde el siglo XIV, la creencia en las hadas se puso en
tela de juicio, razn por la cual para la doctrina escolstica era la mejor prueba de
que stas existan. En estas lejanas pocas, al parecer, su creencia era tal y sus
prcticas estaban tan extendidas, que un cronista de la Corte de Alfonso XI tuvo
que escribir un libro didctico contra las supersticiones relacionadas con estos
seres, denominado Tratado contra las hadas, cuyo manuscrito se conserva en la
Biblioteca de El Escorial. El autor de dicho libro fue Alfonso de Valladolid (12701349). Eso no impidi que las hadas se siguieran manifestando masivamente, sobre
todo en los siglos XVI y XVII, en los cuales, por cierto, la penetracin de los
elementales fue intenssima en todos los rincones de Europa, para ir
progresivamente decayendo a partir del siglo XVIII.
Las hadas, a pesar de que a algunos les moleste su presencia y a pesar del
tiempo transcurrido, siguen interesando a los hombres y se sigue hablando de ellas
(este libro es una clara muestra). No caen nunca en el olvido. En todo caso, es su
apariencia y su actitud la que cambia respecto a nosotros. Permanecen agazapadas
en la invisibilidad y en los cada vez ms reducidos espacios naturales y frondosos
de la naturaleza. Se transforman en animales, se metamorfosean en nubes o en
vientos, se confunden deliberadamente con otras entidades. Permiten formar parte
de cuentos distorsionados donde no quedan muy favorecidas, e incluso aceptan de
buen grado ser las protagonistas de chistes, bromas o juegos de palabras.
Las hadas han sido vistas en contadas ocasiones porque no tienen costumbre
de dejarse observar en lugares cuyo entorno natural originario est deteriorado. Al
ser consideradas como espritus de la naturaleza, protectoras de las flores, de los
rboles, de sus aromas y sus esencias, les duele en el alma ver los bosques talados y
calcinados indiscriminadamente, los viejos robles arrancados, las fuentes antao
de agua cristalina sucias, los ros contaminados y los peces muertos. Sufren
enormemente con el deterioro progresivo de nuestra naturaleza, ya que ellas estn
estrechamente vinculadas a la misma; por tal razn, han ido abandonando poco a
poco nuestros bosques, ros y montes.
Las hadas no podan seguir contemplando totalmente impasibles todo lo que
estamos haciendo a nuestro planeta Tierra, porque nuestro mundo no lo
olvidemos es el suyo tambin. En l viven y en l mueren. En la medida que su
Las hadas
las bellas hadas,
existen, mi dulce nia.
James Barrie, el autor de Peter Pan, tiene una personal explicacin, mucho
ms potica y posiblemente mucho ms real, sobre la desaparicin paulatina de
estas entidades: Cuando un nio dice que no cree en las hadas, cae muerta una de ellas,
por eso van quedando tan pocas.
Distintas teoras sobre su origen
Popularmente, se cree que las hadas y el resto de la Gente Menuda se
remontan a los tiempos ms antiguos de la Tierra, cuando todava estaban en
formacin los montes y los ocanos y an no haba surgido el primer homo sapiens.
Vivan en un lugar determinado del planeta, aunque no tardaron en extenderse por
zonas y regiones cada vez ms alejadas entre s, al tiempo que se iban formando las
montaas, los mares y los ros, y apareca el hombre primitivo.
Para explicar su remoto origen, existen una serie de leyendas que entroncan
casi todas ellas con una fuente comn: la cada de los ngeles. Veamos algunas:
Los celtas y los eslavos aseguran que estos seres descienden de los ngeles
rebeldes, los cuales fueron obligados a vivir en el mar, en el aire o en los profundos
abismos de la tierra.
La tradicin bretona puntualiza mucho ms diciendo que, despus de la
Guerra de los Cielos, los ngeles buenos se quedaron aqu, y los ngeles rebeldes
fueron arrojados al infierno, en compaa de Lucifer, mientras que los que
permanecieron neutrales se quedaron en la Tierra como hadas y elfos. Esto trajo
problemas con su alma, como veremos un poco ms adelante.
Otros pueblos piensan que las hadas no son ms que las almas de los
antiguos antepasados o nios muertos sin haber recibido el bautismo, asociando el
Reino de las Hadas al Reino de los Muertos.
Puestos a elegir, personalmente prefiero una versin islandesa que nos
remonta al Paraso Terrenal en el que hallbase Eva lavando a sus hijos en las
orillas de un ro cuando Yahv le habl. Asustada, escondi a los hijos que no haba
lavado todava, y le pregunt Yahv si estaban all todos sus hijos, y ella le contest
que s. Como no le convenci esta respuesta, advirti a Eva que aquellos que le
haba ocultado quedaran ocultos al hombre tambin. Estos nios se convirtieron
en elfos o hadas, y en los pases escandinavos se les denomin como la raza huldre.
Las jvenes huldre son de una gran belleza, pero provistas con largas colas de vaca
o apareciendo con las espaldas hundidas, y slo son hermosas de frente,
mundo a nuestra imagen, parecindose a los seres humanos, pero siendo mucho
ms hermosas. Sin embargo, sus subespecies son infinitas y es imposible
recopilarlas, dado que aparecen en todas las culturas y en todo el mundo, con
caractersticas diferenciales.
La mayor parte de los folcloristas y autores que han estudiado el mundo de
los elementales utilizan el trmino hada de forma muy amplia e incluso genrica,
para denominar a todos los tipos de mujeres sobrenaturales de los cuentos y
leyendas. Este fenmeno no es slo propio de nuestro pas, sino que se extiende a
toda Europa, donde la palabra hada puede incluso llegar a utilizarse como
sinnimo de cualquier elemental (por ejemplo, en Francia e Inglaterra las palabras
fe hada y elf elfo se usan habitualmente como equiparable a Gente
Menuda, por eso se habla de mundo ferico o de mundo lfico). Esto puede
aceptarse cuando la referencia se hace sobre el mundo en el que viven estos seres
mgicos, que es universalmente conocido como el Pas de las Hadas, pero debe
limitarse cuando de quien hablamos es de las hadas como tales, a las que
podramos definir como espritus de naturaleza femenina, vinculadas a las ms
bellas manifestaciones de la vida, en especial a las flores, a los ros, a las fuentes, a
los bosques y a los nios.
preocup sobremanera a los telogos de toda Europa de los siglos XVI y XVII.
ste es un aspecto importante para entender algunos de los extraos
comportamientos de la Gente Menuda. El hecho de que su alma sea mortal es
consecuencia, al parecer, del castigo infligido por la rebelin de los ngeles contra
Dios, de la que tomaron partido en el lado del vencido. Para la tradicin cabalista,
el Sumo Hacedor los conden a una tierra de nadie, a mitad de camino de los
hombres y los ngeles, entre la Tierra y los cielos, pero, en su infinita misericordia,
les revel el secreto para poder encontrar un remedio a este mal, pues a estos seres
elementales no les gustaba la idea de que al morir se desintegrasen sin ms en el
elemento al que pertenecan, en el alma-grupo colectivo de su especie, como ocurre
con las distintas especies de animales.
El secreto que les fue revelado consista en la posibilidad de unirse con un
deva astral, que constituye el grado de evolucin inmediatamente superior (que
para Leadbeater sera la lnea normal de desarrollo y progreso del espritu de la
naturaleza), o en casarse con un humano (que sera la excepcin a la regla general,
pero existiendo varios casos en el folclor universal). De esta manera consiguen que
su alma sea individualizada e inmortal. Debido a la importancia que el alma tiene
para ellos, es constante la referencia a este aspecto de su naturaleza tanto en las
leyendas como en los cuentos de hadas. De las sirenas y ondinas se dice que
anhelan poderosamente tener un alma (aunque lo que en realidad anhelan es
poseer un alma inmortal), y el abate de Villars nos confirma que las ninfas,
salamandras, gnomos y silfos dejan de ser mortales al esposar a uno de nuestros
hijos o hijas. Los cabalistas creen, por su parte, que adquieren la inmortalidad
mediante sus relaciones con los magos.
A pesar de todo, Paracelso se empecin en decir que si bien es verdad que
todas estas criaturas son hombres, slo lo son en sentido animal, sin alma, que se
pueden casar con los humanos, y al ser el padre un hombre que desciende de
Adn, el nio que nace de esa unin recibe un alma y se convierte
inmediatamente en un hombre de verdad, pues goza de alma y de eternidad. Esto
explicara la naturaleza totalmente humana que tienen algunos linajes mticos
como los Lusignan, los Marios o los Seores de Vizcaya (los dos ltimos en
Espaa). Paracelso, siguiendo con sus elucubraciones, asegura que segn
nuestro leal saber y entender las mujeres del agua (ninfas o sirenas), por el
hecho de haberse casado, reciben tambin un alma, o sea, que son redimidas ante
Dios al igual que las dems mujeres, pero cuando la muerte se las lleva, nada
queda de ellas, al igual que sucede con el ganado. A mi juicio, Paracelso se hace
un lo, pues, por un lado, dice que carecen de alma; por otro, que no obstante, la
pueden conseguir alindose en matrimonio con el hombre, y, por ltimo, que la
pierden al morir. En qu quedamos?
La bsqueda desesperada de esta individualidad explica que ciertos
elementales, como gnomos, stiros, hadas acuticas hayan perseguido el
contacto carnal con seres humanos, ofreciendo a cambio un amor apasionado o
meras riquezas materiales.
Su alejamiento de la Divinidad desde el mismo origen explicara el que la
mayora de estos seres elementales rehyan todo smbolo cristiano o religioso. Fue
el cristianismo el que los releg al mbito de los demonios paganos de baja
categora al formar parte de las huestes perdedoras que les supuso ese ostracismo
del que todava son vctimas, creando una raza paralela repartida por todo el
mundo, tan compleja y dinmica como la de los seres humanos.
El plano astral del que hablamos sera una dimensin alternativa de la
realidad, y es un entorno tan ligero y tan sutil que los pensamientos de un
individuo se impresionan en l, de manera que en funcin de cmo nos
imaginemos a sus habitantes, entre ellos los elementales, as sern ellos (lo mismo
escriba Swedenborg de aquellos que se imaginaban cmo sera el infierno). El
plano astral recubre el mundo fsico, por lo que ciertos aspectos de la realidad
fsica se reflejan en el plano astral, y de ah el que sean mundos interconectados.
El hombre posee una serie de centros de conciencia sensibles a todos los
teres o elementos (aire, agua, fuego y tierra), por lo que es posible para cualquier
elemental comunicarse con l, siempre que se den las condiciones adecuadas.
Los espritus de la naturaleza funcionan en una banda de vibracin ms alta que
los seres terrestres y, segn Paracelso, para cada elemental el elemento en el que
vive es transparente, invisible y respirable, tal como es la atmsfera para nosotros.
Estas criaturas tambin carecen de mente (lo que no quiere decir que sean
estpidas, si bien es cierto que poseen una inteligencia distinta a la nuestra y, a
veces, mucho ms limitada), con una conciencia neutra, pudiendo ser buenos o
malos segn su relacin con nosotros, aunque algunos de ellos tienen un elevado
carcter moral.
En realidad, lo que tienen es un cuerpo-espritu, principio o ter segn
denominan a su naturaleza algunos esoteristas, del cual se componen y en el cual
viven por familias aisladas que les hace habitar en el mundo o plano astral (en el
bajo astral, en algunos casos); por ello, al estar compuestos de materia sutil o
etrica, viven muchos ms aos que un ser humano (siendo los del elemento tierra
los que menos viven, a diferencia de los que estn compuestos de aire, que son los
ms longevos) y pueden realizar actos increbles como el cambio de forma y de
tamao.
Sin embargo, los ngeles o devas, que habitan en planos de vibracin ms
elevada, participan de otra sustancia: tienen organismos compuestos que consisten
en una naturaleza especial espiritual, junto con una serie de vehculos o cuerpos
que la expresan (salvo el limitado cuerpo fsico, que es atributo de los humanos).
Los elementales, en cambio, al estar hechos de una nica sustancia etrica (o
atmica), no tienen friccin o desgaste entre el resto de sus vehculos o cuerpos,
alcanzando lgicamente una edad mucho ms avanzada que los humanos.
Veamos con ms detalle algunos de los aspectos apuntados aqu, con el fin
de desvelar, dentro de lo posible, la autntica naturaleza de los elementales,
abarcando con esta palabra a todos los habitantes del denominado Pas Borroso o
Mundo de la Gente Menuda.
Las formas que adoptan
Una de las caractersticas de los elementales es la invisibilidad, pero el hecho
de que algunas personas, sean stas clarividentes o no, los hayan visto demuestra
que, en determinadas circunstancias y das, pueden densificarse lo suficiente como
para ser observados por un humano. Esto supone un considerable desgaste
energtico, pues es sabido que para que un fantasma, o cualquier entidad del
astral, se pueda manifestar se requiere, por un lado, un mdium o transmisor, que
es quien hace la llamada o abre la puerta de comunicacin con el ms all (el
mdium no tiene por qu ser consciente de que ejerce como tal), y, por otro, es
preciso que primero la entidad astral conciba claramente la forma que desea
adoptar y se recargue luego de energa lo suficientemente densa como para que
pueda ser vista. Para ello, ciertamente, hay das y momentos ms propicios que
otros. Tan pronto como abandonan la idea y son muy volubles vuelven a su
primitivo estado normal.
Cuando un hada o un duende deciden hacerse visibles en nuestro mundo,
procuran que el desgaste que ello supone sea el menor posible. Suelen hacerlo a
nivel etrico, que es un estado de la materia ms denso que el astral, aunque
Los seres femeninos de la naturaleza, gozan de una cierta ambigedad psicolgica. No son
esencialmente buenos ni malos; carecen de alma, aunque no siempre; tienen un cuerpo sutil
pero a la vez denso; son traviesos, sin ocultar ciertos rasgos de perversidad.
Las hadas poseen un cuerpo que les permite ser transparentes, invisibles, etricas, voltiles,
encantadoras, grciles, armoniosas, razn por la cual han formado parte del mundo de los
sueos y de los mitos.
pues, como ya hemos dicho, tan pronto como distraiga el pensamiento recobrar su
natural apariencia.
Estas transformaciones estn en relacin directamente proporcional a la
sustancia de que estn compuestos estos elementales. La materia etrea puede
moldearse fcilmente por el poder del pensamiento, pero no se plasma con tanta
rapidez como la astral. Cabe decir que la materia mental obedece instantneamente
al pensamiento, y la materia astral le sigue en orden de rapidez, de modo que el
observador vulgar no advierte la diferencia; pero en cuanto a la materia etrea, la
visin del hombre que la posea puede notar sin dificultad el aumento o
disminucin de las formas con ella plasmadas. Una slfide, al tratarse de un
espritu superior, posee un cuerpo compuesto de materia astral y cambia de forma
con relampagueante rapidez. El hada terrestre, cuyo cuerpo es etreo, cambia de
forma y aumenta o disminuye de tamao con relativa rapidez, pero no
instantneamente.
Costumbres y comportamiento sexual
Hay elementales que son parecidsimos a los hombres y, por ello, parecidas
son sus formas de nacer, vivir y morir. Incluso en circunstancias favorables han
llegado a corporeizarse tanto que, transformando su energa en materia, han
convivido con las personas, y hasta mantuvieron con ellas amoros y guerras. En
algunos de los casos tan slo han podido ser detectados como espritus de la
naturaleza, por su extraordinaria longevidad, por parir las hembras sin necesidad
de cordn umbilical o por tener la sangre de otro color que la de los humanos. La
vieja afirmacin de que algunas Casas Reales tuvieron sus orgenes en el cruce de
un humano con un espritu de la naturaleza, o con un semidis, o con un dios
mismo, no es tan descabellada como hoy nos parece, y cada pas tiene algn relato
o tradicin que hace referencia a estas descendencias mticas, alguna de las cuales
veremos en la tercera parte del libro.
Otros elementales son tan simples como un pequeo tejido energtico, sin
forma definida ni capacidad para hacer otra cosa que flotar en las cercanas de los
rincones de las casas o bajo las races de los rboles. La reproduccin de stos nada
tiene que ver con la humana y ms bien la podramos comparar con la
partenognesis celular. Son simples jirones de vida que no pueden ni quieren
vencer el magnetismo del suelo cerca del cual se arrastran. Con ellos juegan
frecuentemente los gatos domsticos. Los hay, tambin, que son verdaderos
desperdicios etricos que abundan y se amontonan en los lugares donde hay malos
Kirk, sus vestimentas y su lenguaje son similares a los de las gentes humanas de los
lugares que viven por encima de ellos. Carecen aparentemente de toda sexualidad
reproductiva, aunque son vctimas de una gran sensibilidad, de manera que
cualquier emocin violenta los espanta y los hace desaparecer, utilizando sus
formas y mimetizndose en las ramas y cortezas, como ocurre con los llamados
hombres del musgo.
Su actitud con los humanos
Por lo general, a los elementales no les gusta la compaa de los hombres,
aunque su innata curiosidad hace que jams estn alejados de ellos y los observen
frecuentemente, como ocurre con el caso de los duendes domsticos. Incluso les
gastan bromas, que es una forma infantil de comunicacin, produciendo ruidillos
en la noche, tendiendo engaos psquicos que hagan dificultoso el hallazgo de
pequeos objetos justamente cuando son necesarios, o materializndose muy
fugazmente a lo lejos de manera que dejan a los hombres y mujeres,
preferentemente jvenes, confusos y temerosos.
Todo esto no tiene que hacernos olvidar que la mayora de los espritus de la
naturaleza evitan la compaa de los hombres, y no es extrao que as sea, pues
para ellos el hombre es un ser devastador que destruye, calcina, horada y deja su
pestilente huella all por donde pasa.
Saben que el hombre es capaz de matar a sangre fra a hermosas criaturas de
las cuales los espritus de la naturaleza gustan cuidar, como son las flores o las
mariposas. Los seres humanos talan rboles, siegan las hierbas, arrancan las flores,
tirndolas acto seguido para que se marchiten, construye hogares y fbricas con
elementos impuros y artificiales que contaminan su ambiente, y todo esto nunca ha
podido ser visto con buenos ojos por un espritu de la naturaleza.
La mayor parte de los hbitos y costumbres humanas, as como sus
emanaciones, les desagradan, ya que, por lo general, envenenan su lmpido y suave
aire con vapores de alcohol y humo de tabaco. Tambin les perturban y enojan
nuestras indmitas pasiones, que se reflejan como un espejo en nuestro aura, por la
sencilla razn de que con nuestros malos sentimientos y pensamientos levantamos
un continuo flujo de corrientes astrales invisibles para los hombres que les
afecta en grado sumo, como si a nosotros y el ejemplo es de Leadbeater nos
vaciaran encima un cubo de agua infecta. Pero, como hemos dicho, raras veces
toman represalias contra el hombre, limitndose a observar y a repeler al intruso
que penetra en sus dominios, hacindole vctima de alguna pesada broma, casi
nunca daina, como extraviarlo o engaarlo, hacindole perder el camino y el
rumbo al cruzar un pantano o puente, crendole la ilusin de que ve palacios y
castillos donde no hay nada, o hacindole creer que tiene monedas de oro que al
final acaban convirtindose en carbn. Se comprende entonces que estos seres slo
se acercan a nosotros cuando ven a un ser humano receptivo que est en perfecta
sintona y armonizacin con todo lo bello de la naturaleza y, por consiguiente, en
su misma vibracin y longitud de onda.
Como norma general, al no poderse materializar jams de manera completa,
estn muy limitados para hablar de forma fsica, aunque no telepticamente,
tcnica que dominan a la perfeccin. Su odo est tan afinado que son capaces de
escuchar sonidos en gamas de frecuencia que escapan a nuestros odos. Se
comunican con los humanos que gozan de su amistad, transmitiendo a algunos de
ellos valiosos datos sobre su vida y su mundo, gracias a los cuales hoy podemos
conocerlos un poco mejor.
Algunas de las apariencias que adoptan los espritus de la naturaleza del
elemento tierra son siempre como de viejecitos (gnomos, enanos, algunos
duendes), pero la que adoptan los elementales de las aguas o del aire suelen ser
de bellas mujeres encantadoras, con profusin de colorido, aunque entre ellos
notan las diferencias que les da la edad.
Su concepto de muerte y religin
Para un elemental, como para un humano, habra que hablar de dos clases
de muerte: la fsica, que ocurre indefectiblemente, aunque estos seres hayan vivido
previamente la friolera de quinientos o ms aos de edad, y la muerte del alma, a
la que ya he hecho referencia. Cuando mueren sus cuerpos, el alma mortal que
tienen no adquiere individualidad (como la de un ser humano), sino que se acaba
fundiendo en el alma-germen colectiva de su especie.
La muerte es para ellos, como para nosotros, el abandono de sus vehculos
ms densos, con la diferencia de que, en el caso de los elementales, la conciencia
individual desaparece fundida en el alma grupal de su pueblo o grupo tnico.
La idea universal de la reencarnacin tambin prevalece en su existencia,
aunque las condiciones son un tanto diferentes de las que presentan los hinduistas
y budistas para los humanos.
opuestos.
Principio del ritmo: Todo fluye y refluye. Todo tiene sus perodos de avance
y retroceso.
Principio de causa y efecto: Toda causa tiene su efecto. Todo efecto tiene su
causa, todo sucede de acuerdo con la ley.
Principio de generacin: Todo tiene sus principios masculino y femenino.
La generacin se manifiesta en todos los planos.
No hay ninguno de ellos que no se pueda aplicar y se cumpla entre la raza
humana y entre la raza de los elementales. Las leyes csmicas rigen por igual para
todo el mundo visible e invisible, con la diferencia de que unos son conscientes de
ello y otros no.
Igualmente comenta el reverendo Kirk que, aunque se dice que tienen una
jerarqua de dirigentes aristocrticos y numerosas leyes, no demuestran, sin
embargo, devocin visible a Dios (l era prroco de Aberfoyle, en Escocia) ni a
ninguna religin, desapareciendo de nuestra vista apenas han odo invocar su
nombre o el de Jess, y este hecho se puede constatar en numerosas leyendas.
La forma de sociedad
Las variedades de los llamados espritus de la naturaleza son tan grandes
como la que podramos registrar en el reino animal. Ante un problema de tal
magnitud, nos encontramos con el agravante de que, siendo los elementales seres
cuya corporizacin normal se da en el plano de la energa y son, por lo tanto,
inmateriales e invisibles para la inmensa mayora de los humanos, toda
generalizacin est condenada al fracaso, pero se pueden anotar, aunque sea muy
someramente, algunos rasgos comunes respecto a su forma de organizacin que
nos sirva como punto de referencia para casi todos ellos.
Por lo general, son seres gregarios, viviendo en sociedad o formando una
familia extendida en donde cada uno conserva su individualismo, aunque se
sienten plenamente unidos al resto de la comunidad. Cada elemental trabaja y vive
para s pero en hermandad con los dems, y, aparte de algunas cmicas rencillas,
sabe que puede contar con todos, aunque se cuidar mucho de no interferir en la
labor de los otros sin necesidad.
En la mitologa griega, las Dradas eran las ninfas de los bosques, protectoras de los
rboles. Se consideraba que cada rbol era habitado y protegido por un hada. Su existencia
duraba tanto como el rbol que escogan por morada.
Los elementales de los rboles, por ejemplo, salvo en las excepciones en que
alguno de ellos entre en relacin con un humano, no se alejan jams de un rea
restringida, normalmente alrededor de un rbol cada grupo y de un bosque todos
juntos.
excepcin.
Se renen en peridicas asambleas, en noches de luna llena, en las que
forman verdaderas comisiones de trabajo, se mantienen informados de la marcha
de toda la comunidad. Saben quines murieron y quines nacieron y cualquier otra
novedad, todo con un espritu de gran paz y experiencia, como quien sabe que
todo lo que suceda en su mundo es correcto, lo entiendan o no.
Aunque todos parecen iguales, algunos son ms sabios que otros en
determinados temas y mutuamente se consultan, se atienden y se ayudan. Si un
humano es aceptado por ellos, lo llevarn de uno a otro para tratar de contestar sus
preguntas, ante las que hay que estar siempre preparado para lentsimas y
fraccionarias respuestas que luego habr que encajar unas con otras.
Se sienten impelidos a pagar los favores obtenidos por un humano, as como
a castigar las ofensas recibidas. Su mismo sentido de compaerismo entre ellos no
es ms que el compartir determinadas obligaciones y derechos. Obedecern al
humano mientras ste a su vez respete sus usos y costumbres, as como sus
naturalezas, y no les obligue a hacer nada que est en contra de sus leyes y
principios.
Es tan armnica la forma de sociedad que mantienen que cuando, por
excepcin, alguno de ellos est bajo la influencia de un humano, otros le hacen sus
trabajos pendientes y le ayudan en todo lo posible a que cumpla en su nueva tarea.
De alguna manera, es para todos una inocente y dulce alegra que alguien del
mundo humano se ponga en contacto con ellos y se comporte benfica y
respetuosamente con alguno de sus miembros. Siempre que han tenido ocasin
han manifestado esta idea y se han congratulado con los pocos que han hecho
intentos serios de comunicarse con su raza.
En este sentido, es interesante resear la experiencia del grupo escocs de
Findhorn, en la cual tanto los devas (espritus superiores de la naturaleza) como los
elementales (espritus interiores en rango) estaban sorprendidos y encantados de
que los hombres les hicieran caso, pues lo normal es que fueran sistemticamente
ignorados. En las comunicaciones que tuvo Peter Caddy con ellos se trasluce que
estos seres estaban dispuestos y muy ilusionados con la idea de cooperar.
Segn ellos, el mayor don de los hombres es la imaginacin creativa. El hombre
tiene que crear primero en su mente la visin de lo que hay que hacer y entonces
estos seres le ayudarn en perfecta armona. Uno de ellos coment: Venimos
cuando hay una llamada de cualquier parte de la vida. Pero la iniciativa tiene que partir de
vosotros. Celebramos la cooperacin con el hombre siempre hemos sido una parte de la
vida en la Tierra y de los esfuerzos del hombre, pero generalmente el hombre no ha sido
consciente de nuestra presencia.
Los mil nombres de las hadas
Saber el nombre de una persona confiere un cierto poder a aquel que lo
descubra, pudiendo ejercer una influencia sobre l. Bajo estas premisas,
reconocidas desde siempre por la tradicin oculta, en algunas culturas se ha tenido
un especial cuidado de no revelar el verdadero nombre a extraos, pues, de lo
contrario, podran estar a merced de aquel que poseyera el secreto, sobre todo a
efecto de invocaciones y exorcismos. Saber el nombre verdadero de cualquier ser es
tener el poder del nombre. Por una parte, poseen un nombre pblico, conocido
por todos, y, por otra, otro oculto, ntimo, esotrico, el que revela su autntica
personalidad. sta es la razn por la que tambin los seres mgicos han ocultado
su nombre autntico, y por eso, con frecuencia, en los cuentos de hadas, conocer el
nombre del hada, del duende o del demonio serva para deshacer algn maleficio o
neutralizarlo.
El poder del nombre est relacionado con la creencia de la fuerza creativa
del sonido: aquello que se invoca en voz alta, utilizando las palabras y los vocablos
correctos, acaba por cumplirse. Es la base de los libros de encantamientos y
maldiciones. Las palabras de poder pueden ser tiles para invocar a las fuerzas y
seres elementales. El nombre de Dios o de la Virgen es suficiente para provocar la
huida de las hadas (sobre todo de las lamias) o de cualquier entidad maligna. Esto
mismo lo manifiesta el reverendo Kirk en La comunidad secreta cuando escribe que
los subterrneos desaparecen apenas han odo invocar el nombre de Dios o el de
Jess, y no pueden actuar a sus anchas despus de haber odo ese nombre sagrado.
As ocurre en varias leyendas asturianas con las xanas.
La creencia en este poder ha hecho que en las supersticiones de raz cristiana
fuera costumbre, hasta hace poco, no revelar el nombre de un nio antes de que
fuera bautizado, pues en ese lapso de tiempo est desprotegido contra el poder del
demonio, las brujas o los malos espritus. En el Pas Vasco existe una arraigada
creencia de que aquello que no tiene nombre no existe (lo mismo que ocurra en la
antigua Babilonia y otras civilizaciones).
La prohibicin de usar el nombre verdadero se produce especialmente entre
las hadas. En las tradiciones espaolas esta prohibicin la establecen, sobre todo,
las hadas del agua. Ellas son delicadas en exceso y toman como una falta de
respeto el abuso de su nombre. Razn por la cual en todas las partes de Espaa, as
como en el resto de Europa, tienen otros nombres que se les aplican, siendo
innumerables las alternativas por los que son conocidas ellas y todos los espritus
elementales de la naturaleza. As, en el folclor nrdico y britnico, cuando se habla
colectivamente de estos seres, se utilizan distintos trminos a cual ms sugerente:
La Gente Menuda, mi preferido.
El Buen Pueblo.
La Gente de las Colinas (Sidhe).
La Gente Desmemoriada.
La Gente Pacfica (Sith).
La Pequea Gente.
La Gente Sencilla.
Las Personas Superiores.
Los Buenos Vecinos.
Ellos mismos.
Pequeas criaturas, etctera.
Los castillos encantados de los cuentos de hadas son imgenes que perviven en la memoria
de todos nosotros como algo inefable y difcil de alcanzar. Son castillos de ensueo y, segn
las tradiciones, reciben sugerentes nombres.
Lo mismo ocurre cuando se habla del mtico Pas de las Hadas que de
nada sirve buscar en un mapa, ubicado, por lo general, en islas imaginarias y que
recibe, entre otras, estas denominaciones:
El Otro Mundo.
El Pas de la Eterna Juventud.
El Mundo de Detrs de los Mares.
El Reino de las Mujeres.
El Imperio de la Esperanza.
El Pas de las Promesas.
Las Islas Bienaventuradas.
El Pas de la Gente Menuda.
El Pas Borroso.
El Pas de la Alegra.
Tir Nan Og (tierra de los jvenes o paraso cltico).
Mag Mor (la gran llanura).
Tirfo Thuinn (tierra bajo las olas).
Tire Nam Beo (tierra de los vivos).
los cuentos de hadas, jugando un importante papel. Los nombres tab y los
nombres secretos son la base de muchos de los cuentos que proliferan por todo el
mundo. Los protagonistas suelen ser duendes ms que hadas, y muchos de ellos
guardan alguna relacin con el hilado. As, el de una joven que alardea de tener
habilidad para hilar y se ve obligada a demostrarlo. En medio de su desesperacin,
recibe ayuda sobrenatural (una anciana, un duende, un hada o el diablo) con la
condicin de que la joven pertenecer en cuerpo y alma a quien le ayude a menos
que pueda revelarle su autntico nombre. Por suerte para la joven como nos dice
J. C. Cooper, los ayudantes hablan o cantan haciendo alarde de sus poderes, y
alguien que casualmente los escucha le dice su nombre. En Inglaterra, el nombre
oculto del duende es Tom Tit Tot, y en Cornualles el nombre del diablo, con
quien la nia hace el pacto, es Terry-Top. En la versin escocesa es Whuppity
Stoorie. En Suecia se llama Tiheliture. En un cuento hngaro es un enano cuyo
nombre revelado es Winterkoble. En Austria es Kruzimugeli, en Islandia
Gilitruh y en Alemania est el que posiblemente es el ms famoso de todos,
debido a los Hermanos Grimm, cual es el del enano Rumplestilskin. En Espaa
tambin tenemos nuestra variante de este tab que es la de Mara Quiriquitn.
Su comida mgica
Comnmente, se ha sealado que la esencia y aroma de las flores eran el
alimento bsico e indispensable de algunos seres intangibles como las hadas. Lo
cierto es que estos espritus de la naturaleza, debido al conocimiento profundo que
tienen de las propiedades de las plantas, las flores y de los frutos, lo aplican
adecuadamente en sus alimentos y en sus dolencias.
Las hadas, al menos en la mitologa espaola, prefieren alimentarse de los
productos ms puros que encuentran, pues por su naturaleza, aunque pueden
tomar alimento de nuestro mundo, slo lo hacen si es sano y natural de la tierra, ya
que de lo contrario les resultara mortal.
Su comida favorita parece ser la miel de las abejas, junto con las fresas,
almbares y ciertos manjares misteriosos que ellas mismas elaboran
artesanalmente, sobre todo aquellos que proceden del nctar de las flores,
suponiendo un elixir deliciosamente mgico y que ya quisieran para s algunos
herbolarios. En sus profundas moradas y grutas suelen tener huertos y jardines,
colmenas y fontanas de aguas pursimas, panales derretidos, vacas y ovejas que
ordean y llenan de leche sus nforas, etc. Las hadas, sin embargo, rechazan la
carne, los huevos y el pescado. Baten su propia mantequilla todo se lo preparan
ellas mismas con los frutos y productos de sus plantas y rboles fericos, de sus
huertos y de sus corrales.
Para Manuel Llano, las anjanas (las hadas cntabras) se sirven los alimentos
en vasijas doradas adornadas de rayas de plata y guardan celosamente el secreto de
la construccin de un barro que jams se decolora ni se daa con el agua o el fuego.
Las lamias se alimentan con elementos muy conocidos para el ser humano,
como son la leche, la cuajada, el pan, la sidra que sus devotos le solan ofrecer o
los pueblos celtas, muchos de los cuales aprovechaban el poder energtico de estas
construcciones.
Msicas y danzas seductoras
De todos es sabido que a las hadas les gusta la msica suave y melodiosa,
molestndoles en grado sumo el ruido estridente. Tienen terror a los truenos y
odian el sonido de los tambores y de las campanas, que tienen el extrao poder de
ahuyentar los maleficios. El hecho de que les aterrorice el taer de todo tipo de
campanas obedece a que stas suelen estar hechas de hierro, metal del que huyen
despavoridas, hasta el extremo que el reverendo Kirk deca que las hadas y dems
Gente Menuda no poseen nada de hierro o acero y, en cambio, s muchas cosas
de pedernal amarillo, material con el que elaboran sus armas y alguno de sus
utensilios.
Poseen instrumentos musicales con los que se acompaan en sus canciones,
siendo los ms habituales los de cuerda, como las arpas, violines, guitarras, y otros
menos conocidos (el birimbao y el cmbalo). Como percusin suelen utilizar
pequeos panderos. Tocan bellas melodas melanclicas, capaces de sumir al
oyente en un sueo peligroso.
Tienen una aficin desmedida por la msica, as como por la danza, que
realizan principalmente en primavera, al llegar la medianoche, momento en el que
se renen entre las braas de las cumbres de las montaas y bailan, a veces
frenticamente, casi toda la noche. Por los famosos anillos de hadas se puede
descubrir los mgicos enclaves donde tienen lugar estos bailes y, posiblemente, la
entrada a sus moradas.
El baile lo realizan siempre en crculo o en corro, pero dndose las espaldas.
Este dato nos lo confirma John Beaumont, quien fue testigo de estos
acontecimientos: Yo vi bailar a alguna de ellas en un anillo del jardn y cantar
cogidas de las manos, sin mirarse de frente, sino con las espaldas vueltas hacia el
interior del crculo.
Sin embargo, los hombres deben abstenerse de participar en sus bailes si por
una casualidad los presencian. La msica y las cabriolas son de tal intensidad y
embriaguez que los seres humanos son atrados al corro, merced a un hechizo
mgico que le impele a unirse a ellas, y pueden llegar a morir de agotamiento sin
darse cuenta, pues una vez que empiezan no pueden parar. Slo existe una manera,
que sepamos, de romper el embrujo del danzante, es que sus amigos, haciendo una
cadena humana, desde el exterior del circulo y agarrndolo de la ropa, tiren de l
fuertemente, dejando al menos un pie fuera. Si no se realiza adecuadamente el
contrahechizo, la duracin de la danza traera fatales consecuencias para el
humano encantado.
La mgica danza de las hadas es uno de los espectculos ms cautivadores que pocos
humanos pueden presenciar. Son danzas csmico-telricas, en crculo y dndose unas a
otras la espalda.
en la rama de ms arriba
la cimienta de marfil.
La tradicin que existe sobre el peine de oro est tan extendida que no hay
prcticamente cuento espaol en el que no aparezca una infanta o princesa que no
se cepille el pelo con peines confeccionados de oro o de coral, a menudo junto a las
fuentes. Es uno de los objetos mgicos que ms persistencia tiene entre damas
sobrenaturales como las lamias, las encantadas o las sirenas.
Los cabellos de la diosa Diana eran, asimismo, dorados, y es sabido que, en
algunas partes de Espaa, las hadas eran llamadas, hace tiempo, cabelludas. Por
si fuera poco, a las xanas se las designa a veces con la palabra bable de pelosas,
es decir, las que tienen el pelo muy largo y abundante. Cuenta Manuel Llano,
respecto a sus trenzas, que en Cantabria una mozuca que volva a su casa al
atardecer se encontr de repente con una anjana, vestida de blanco, con trenzas
que chispeaban como las estrellas cuando alumbran y se esconden y gelven a
alumbrar y gelven a esconderse.
El robo de objetos y el poder de las maldiciones
Existen rarsimos testimonios de objetos fsicos trados por un ser humano
del mundo de las hadas, y esto es as porque su mundo espacio-temporal se
desenvuelve en una neblinosa dimensin paralela a la nuestra (en un plano astral)
y, por lo tanto, las pocas incursiones que ellas hacen a nuestro mundo fsico no
dejan de ser, desde mi punto de vista, meras ilusiones, casi incorpreas, dada la
rico te volvers,
que aseguraba que no slo sus antepasados habran logrado capturar una de estas
toallas (tovallola), sino que incluso todava la conservaban en su casa de Barcelona,
sindole mostrado tan slo una fotocopia en papel de la misma.
Una leyenda asturiana asegura que en la parroquia de Naviego (Cangas de
Tinco) guardan un manto elaborado por estas mujeres sobrenaturales, y que en la
iglesia de Santiago de Aguino, concejo de Somiedo, existe otro objeto de estas
caractersticas. Cuentan que el da de San Juan una xana de pelo muy largo estaba
limpiando sus alhajas al pie de una fuente. Pas por all una nia, se le acerc
sigilosamente, le arrebat un cliz de un tirn y march con l a toda prisa.
La xana corri detrs de la nia, y sta, cuando iba llegando a la iglesia, dijo:
Santiago de Aguino, slvame, que lo quiero para ti!
dicen que el cliz que hoy existe en aquella parroquia es el mismo que la
nia le quit a la xana. En el pueblo de Villanueva (Teverga), a Aurelio de Llano le
dieron esta variante en el ao 1921:
Una mujer, al pasar por un sitio que llaman las Xanas, vio una tienda de
quincalla y cogi un cliz. La xana corri tras de la mujer para quitrselo, pero sta
exclam:
Virgen de Villanueva es para ti!
Y en agradecimiento entreg el cliz a la Virgen, que sera el mismo que se
expone en la iglesia de este pueblo.
Un final distinto encontramos en otra leyenda localizada en la oscense Selva
de Oza, muy cerca de la frontera francesa, donde habitaba una mora que haba
logrado reunir, con sus malas artes, una gran cantidad de clices, cruces y dems
objetos de culto. Un pastor de los contornos encontr un da, perdido en el monte,
uno de aquellos clices. Fiel cristiano, se apresur a llevarlo a Siresa, pero pronto
advirti que era perseguido por la mora. Corriendo cuanto pudo, lleg al
monasterio de San Pedro, sabiendo que all encontrara seguro refugio, ya que, por
ser recinto sagrado, estara libre de su perseguidora. La mora, enfurecida, se
convirti en serpiente, y, dando suelta a su ira, dio un fenomenal coletazo en uno
de los bancos de la entrada, en el que qued grabada la huella de su cola.
Por qu las hadas raptan a nios humanos?
Cuando nos formulamos preguntas que empiezan por qu las hadas hacen
una cosa u otra, entramos en un territorio verdaderamente espinoso, pues debido a
su naturaleza astral y a su carcter ambivalente, a nosotros, los humanos, se nos
escapan, la mayora de las veces, los intentos de dar una explicacin lgica y
coherente a ciertos comportamientos de esta civilizacin sobrenatural.
Una de las costumbres ms enigmticas de las hadas es el rapto de nios humanos, dejando
en su lugar a sus propios nios fericos, ms enclenques y enfermizos.
deca: Anda, xann, que te llama la xana, y t mujer, poco amiga del agua, si
envolvieses a mi hijo en un pao blanco y limpio y no en uno usado y de color, te
hubiera hecho rica. La mujer, al darse la vuelta para ver de dnde proceda la voz,
nada pudo ver y el xann, mientras tanto, haba desaparecido.
Para salir de sospecha, se procura deslumbrar y aturdir al supuesto nio,
para lo cual existen diversos mtodos. El ms comn es poner en el fogn de la
cocina un gran nmero de cscaras de huevo, rellenas de agua a modo de puchero,
a la espera de que hiervan; cuando el nio las ve hervir, se llena de pasmo y, si es
un xanino, acaba por exclamar:
Cien aos va que nac,
algn desencantamiento.
En Cangas de Ons se contaba que las xanas pedan a las mozas asturianas
que les tiraran castaitas para que las pudieran comer sus nenios.
En Cantabria hay pocas historias sobre el rapto de nios, de hecho, GarcaLomas dice que esta costumbre no es habitual de las anjanas, aunque s de otros
seres mticos, no propiamente del mundo de las hadas, como eran las ojncanas,
mujeres mticas y gigantes de un solo ojo, y las guajonas, especie de brujas
vampricas de los bosques.
El temor a las hadas ha dejado en el rico refranero espaol multitud de
advertencias sobre ellas; he aqu algunas:
De alhajas y hadas malas presto se llenan las casas.
Hadas malas, corazn ancho.
Ac y all, malas hadas ha.
Bien criada y mal hadada.
Da Dios habas a quien no tiene hadas.
Cerezas y hadas malas, pensis tomar pocas y vinense hartas.
Un informante de Walter Wentz confirma que: El pueblo demuestra un
gran inters por los asuntos de los hombres y siempre se ponen de parte de la
justicia y el derecho. A veces pelean entre ellos. Raptan a personas jvenes e
inteligentes que les interesan. Se apoderan de ellos en cuerpo y alma y
metamorfosean aquel en uno de los suyos.
En Gran Bretaa tienen sus sortilegios y conjuros mgicos para descubrir al
impostor. Uno de ellos es similar al utilizado en Espaa: se coge una docena de
cscaras de huevos y se meten en una marmita con agua hirviendo. Si el nio
resulta que es un elfo empezar a hablar irremediablemente (algo que sera
imposible para su corta edad) con expresiones como stas:
Qu ests preparando mami?, o sta:
un exorcismo religioso que a una ceremonia mgica, lo cual tiene su lgica desde el
momento que todos estos seres estn asociados a entidades demoniacas.
Cuando el encanto reviste la forma humana, es frecuente y conveniente
hacerle alguna herida por la que mane sangre para que surta pleno efecto el
conjuro.
Podemos encontrarnos tambin con seres cautivos por culpa de la
maldicin de una madre a una hija (las cautivas de Mari o incluso las sirenas) o por
transgredir ciertos lmites geogrficos que estn prohibidos para un simple mortal,
pagando con su cautividad tal audacia (as lo hacen, al menos, las lamias vascas).
El problema de las hadas encantadas radica en que, cuando se estudia el
mundo de estos seres femeninos y todas sus variantes, nos encontramos con una
aparente contradiccin: o son hadas genuinas, nacidas de otras hadas, o son
mujeres humanas que, por alguna extraa razn, se han convertido en hadas. De
ah que haya leyendas donde unas y otras aparecen con las mismas caractersticas y
comportamientos, pero en un caso unas actan sin ningn tipo de inters y otras
con el objetivo de conseguir su desencantamiento, lo que nos obliga a pensar que
esas damas que piden insistentemente ser desencantadas por un hombre mortal
son mujeres de carne y hueso que llegaron a este estado posteriormente, o bien
pudiera ser que se trate de autnticas hadas que quieren dejar de serlo para formar
parte del mundo de los humanos. A cambio, suelen recompensar al galn con
inmensas riquezas y a veces con su propia persona.
El mito vasco de Mari nos da en parte la respuesta a esta duda, ya que se
sabe que en su cueva suele albergar a jvenes cautivas que estn all por el
cumplimiento de una promesa o por una maldicin de su madre. Estas mujeres,
por el hecho de estar prisioneras, tambin reciben el nombre de Mari, con todos sus
atributos, ventajas y desventajas, aunque pueden ser desencantadas.
Hay muchas leyendas sobre xanas asturianas y anjanas cntabras donde se
las califica de hadas encantadas que se dejan ver, sobre todo, el da/noche de San
Juan, buscando ansiosamente el desencantamiento (a veces convertidas en gallinas
con pollitos de oro), y para conseguirlo tienen sus procedimientos.
Formas de desencantar a un hada
Exponemos a continuacin siete distintos sistemas por los que se puede
producir un desencantamiento que, sin agotar la relacin, s nos da una amplia
muestra de la variedad que tienen estas mujeres mticas para conseguir sus
propsitos. Aquellos procedimientos que estn relacionados con el matrimonio
como recompensa sern relatados en la tercera parte del libro. No debemos perder
nunca de vista que estas hadas tienen como ocupacin principal guardar tesoros y,
como anhelo, proporcionar el modo de desencantarlas.
El hilo infinito. Por el ojo de una fuente asoma un hilo de lino o de oro, y
una mujer u hombre debe devanar el hilo que parece que no se va a acabar
nunca hasta el final sin que se rompa el mismo. En este sentido hay leyendas en
la fontica del Monte de Naranco en Fuentebernalda de Naranco, y en la fuente de
Eornosvieyos de Limanes, las tres en el concejo de Oviedo. Lo ms frecuente es que
el hombre se canse de tanto devanar, tire fuerte y el hilo se rompa, quedando
entonces la xana sin desencantar y anclada en su fuente.
El preventivo. El padre se pone de acuerdo con unos encantadores para que
encanten a su hija, a la espera de que el futuro novio consiga mritos para
desposarse con ella. Llegado el momento, el encantador leer un libro delante de
una cueva, y para desencantarla un hombre tiene que: Presentarse una maana de
San Juan delante de la cueva cargado de reliquias. Matar al culebre que la guarda
de una lanzada en la garganta, rompindose en ese momento el encanto y
apareciendo la moza. O bien, dar tres besos al culebre o quitarle la rosa que lleva
en su boca.
Los panes. El joven se debe presentar a las doce en punto de la noche de San
Juan con doce panecillos o bollos de cuatro picos (otras veces es de seis picos) al pie
del ojo de una fuente, por ejemplo, de Cambroa (Asturias), y dir: Can
Cambroa, toma el pan que te enva tu seora. Estos panes se convierten en
caballos, y si les falta algn pico o cuerno, el caballo ser cojo.
La eleccin. El humano debe preferirlas a ellas antes que a las alhajas u
objetos que muestran en una mesa. La encantada hace preguntas de este estilo:
Cul te gusta ms: el peine o mis cabellos rubios?. Si responde que sus cabellos,
la desencanta, y si responde el peine, el encantamiento durar ms tiempo. Otras
veces, en vez de un peine son unas tijeras o un mechn de pelos
La serpiente. Por supuesto, hay desencantamientos relacionados con las
serpientes. La encantada bajo esta forma dice entonces: Yo te har rico si me
esperas tres veces, hacindome una culebra y subindome por una pierna tuya. La
primera vez ser delgada y subir suave; la segunda, ser ms gruesa y subir ms
torpe; y la tercera, ser ms enorme y ms gafa. Las tres veces llegar con mi
cabeza a tu cara, pero no te asustes. Si el hombre se echaba a correr antes de la
tercera vez, ella le gritar enfadada: Cobarde!, ahora me metiste ms honda, me
encantaste ms de lo que estaba.
Arrojar objetos. Las encantadas, aprovechando el sueo del culebre que las
custodia, esperan a que pase por all un hombre, al que dirn: Toma nuestra
riqueza y danos tu pobreza!. En ese momento debe tirar una medalla en la fuente
o les debe entregar un objeto bendito para quedar desencantadas. Tambin se
puede proceder a tocar su cuerpo con una prenda de lino que previamente haya
estado dentro de una iglesia o bien echando una prenda sobre el personaje
encantado, por lo general una montera, en el momento justo de dar las doce en la
noche de San Juan.
La pollada de oro. Se procurar coger uno de los polluelos de oro que suelen
acompaar a la gallina del mismo metal dorado y que se dejan ver en algunas
fuentes o castros en la noche de San Juan. El solo hecho de tocar a este pitin con
alguno de los objetos antes descritos (o incluso de orinarle) hace que el encanto
desaparezca y se convierta entonces en una bella mujer.
Como ya he indicado, una de las cualidades de las hadas, debido a su
naturaleza sutil, es su habilidad para poder transformarse en lo que quieran,
pudiendo pasar con suma facilidad por una vieja repelente o por un animal, sobre
todo en forma de reptil, aunque la mayora de las veces prefieren la adoptar la
forma de una bella doncella que, por otra parte, suele ser su aspecto habitual y
natural.
La transformacin de un hada en serpiente o en dragn, fruto por lo general
de un encantamiento, hunde sus races en la mitologa medieval.
Algunas hadas encantadas se presentan como mujeres o como serpientes que suspiran ser
desencantadas por un bello galn que se atreva a seguir los pasos del difcil ritual, entre los
que se encuentra dar siete besos a la serpiente o dejarse enrollar por ella.
Juan de Mandevilla refiere, en El libro de las maravillas del mundo (siglo XVI),
el caso de la hija de Hipocrs, transformada en serpiente en virtud de un perverso
encantamiento del que slo poda librarse si encontraba a un caballero lo bastante
valeroso como para besarla en las fauces. Segn la leyenda, un caballero de Rodas y
un joven navegante perdieron su vida en el intento de contrarrestar el hechizo. En
Espaa tenemos el clsico cuento Prncipe encantado, cuyo protagonista lo est
en forma de dragn que al llegar la noche se quita la piel para transformarse en un
bello prncipe teniendo fatales consecuencias perderla, como asimismo sucede a las
doncellas-cisne de las leyendas europeas, las selkies britnicas, o sencillamente al
licntropo u hombre-lobo.
El propio Miguel de Cervantes, en la primera parte, captulo 32, de El
Quijote, hace alusin a este tipo de encantamientos:
Pues qu me dirn del bueno de don Cirongilio de Tracia, que fue tan
valiente y animoso, como se ver en el libro, donde cuenta que navegando por un
ro le sali de la mitad del agua una serpiente de fuego y l, as como la vio, se
arroj sobre ella y se puso a horcajadas encima de sus escamosas espaldas y le
apret con ambas manos la garganta con tanta fuerza que, viendo la serpiente que
la iba ahogando, no tuvo otro remedio sino dejarse ir a lo hondo del ro, llevndose
tras de s al caballero que nunca la quiso soltar. Y cuando llegaron all bajo, se hall
en unos palacios y en unos jardines tan lindos, que eran maravilla, y luego la sierpe
se volvi en un viejo anciano que le dijo tantas cosas, que no hay ms que or.
Existe un cuento asturiano, recogido por Aurelio de Llano, que ilustra esta
facultad de transformismo referido a las xanas encantadas. En el mismo se sealan
tres modalidades para poder ser desencantada por un mortal. El protagonista es
Pachn de Morcn, a cuya puerta llaman unos vecinos para darle esta noticia:
La tu becerra, Pachn, anda suelta por el Cuetu!
Las hadas de agua dulce parece que gozan especialmente en las cascadas, cataratas y
saltos de agua, tal como sus hermanas marinas se recrean en la espuma de las olas Las
que comnmente habitan en las ras, se trasladan al mar cuando se hielan las aguas
fluviales, al paso que a otras les repugna el agua salada y prefieren emigrar a lejanos parajes
en vez de refugiarse en el ocano.
CHARLES W. LEADBEATER:
unos y otros los del Mediterrneo. Las especies que juguetean en el azul luminoso
de los mares tropicales son muy distintas de las que saltan por entre la espuma de
los grises mares del Norte.
Las formas de las hadas martimas son variadsimas, aunque con ms
frecuencia remedan la humana. En general, tienden a tomar formas ms amplias
que las hadas de los bosques y las montaas, pues as como stas son diminutas,
las nereidas y sirenas asumen la forma y estatura humanas, aunque con una
extremidad fuera de lo comn.
A las damas del agua no siempre se las ve vestidas. A veces prefieren mostrar la
exuberante belleza de sus cuerpos desnudos, acompaadas siempre de animales y flores.
amanecer de San Juan, donde se las puede observar peinando sus cabellos con
peines de oro o tendiendo madejas de lana a la entrada de sus moradas.
Sus ojos son de un profundo color verde esmeralda, con una mirada
extremadamente seductora y hechizante para un humano.
Viven en palacios fabulosos, ocultos a la vista de los humanos, en lugares
subterrneos o subacuticos, ricamente decorados e iluminados, en los cuales
guardan grandes tesoros y riquezas.
Muchas veces seducen y se casan con un ser humano por amor y tienen hijos
con ellos, pero siempre con una condicin, que suele ser la de no pronunciar o
mencionar su condicin de mujer de agua. Aqu tambin se sigue un esquema
preconcebido que veremos con ms detalle.
El origen de las ninfas del agua procede de viejos cultos paganos, donde se
buscaba el apoyo de estos seres para dar a las aguas virtudes mgicas y
medicinales, siendo en un primer momento adoradas como diosas, pasando su
culto ms tarde a centrarse en su propio habitculo, se tratara de una fuente,
estanque, remanso o similar.
Estas prcticas, cercanas a la supersticin popular, estaban tan extendidas y
arraigadas en el vulgo del noroeste peninsular que ya San Martn de Dumio, en el
siglo VI, critic duramente estas creencias en su obra De correctione rusticorum,
dolindose de que muchos de los demonios expulsados de la gloria, an triunfan
en el mar, en los ros, en las fuentes, en las selvas, y an hay hombres ignorantes
del Seor que los consideran dioses y que en el mar adoran a Neptuno, en los ros a
las lamias, en las fuentes a las ninfas y en las selvas a las dianas.
Ms tarde, en el Concilio de Toledo del ao 693, se anatematiz a todos
aquellos que seguan rindiendo culto a los espritus de las fuentes, pues una
prctica frecuente era llevarles ofrendas de pan y vino, ofreciendo incluso
sacrificios de pequeos animales. Tal vez de este viejo tributo pagano derive una de
las formas de desencantamiento ms populares de las hadas, cual es entregarle un
bollo de pan totalmente intacto.
La leyenda de Bcquer
Aparentemente no se ve ninguna relacin entre este poeta sevillano y las
ninfas. En todo caso se sabe que entre sus leyendas hay una referida a los gnomos,
Segunda parte
El diablo mundo
Las sirenas
Despus, Uriel me dijo: Aqu es donde estarn los ngeles que se han unido a las
mujeres. Sus espritus, tomando numerosas apariencias, han mancillado a los hombres y les
harn errar para que sacrifiquen tanto a los demonios como a los dioses, hasta el da del
gran juicio, da en que sern juzgados para ser perdidos. En cuanto a sus mujeres, que han
seducido a los ngeles, sern convertidas en sirenas.
prevenido por Circe, no cae en sus engaos al pasar cerca de la isla donde habitan,
tapando los odos de los marineros y hacindose atar l mismo al mstil del Argos.
Desde entonces las sirenas han sido el smbolo mitolgico de las artes seductoras y
de los engaos femeninos. El historiador romano Luciano, del siglo II d. de C., ya
se refiere a la extraa figura pisciforme de estas deidades ocenicas.
Segn las crnicas, en el ao 558, unos pescadores de Belfast Lough (Irlanda
del Norte) oyeron el canto de una sirena y lograron apresarla con sus redes. Se dio
caza a una sirena que se llamaba Liban, hija de Eochaidh, en la playa de Ollarbha,
en la red de Beon, hijo de Inli. La colocaron en una gran cmara a modo de pecera,
como exhibicin pblica del hallazgo y all permaneci durante 300 aos. Durante
ese tiempo le haba salido una cola de salmn y deseaba ardientemente la libertad.
Unos monjes piadosos, por fin, accedieron a liberarla en una red y la bautizaron
segn el rito cristiano, recibiendo el nombre de Murgan (o Murgen) que significa
la nacida en el mar. Despus eligi la muerte para salvar su alma. Desde el da
que muri se la conoci como Santa Murgen, figurando con esta denominacin en
ciertos almanaques antiguos y en el santoral irlands, atribuyndole varios
milagros. Ya conocamos brujas que ms tarde se elevaron a los altares (como Santa
Comba), pero sirenas santas? No es infrecuente esta simbiosis entre lo pagano y lo
cristiano.
El Cantbrico, en otros tiempos, tuvo fama de ser mar muy poblado de
sirenas. En el ao 1147 una gran expedicin martima llev un ejrcito cristiano del
norte de Europa a Tierra Santa, al comienzo de la segunda cruzada. Por una carta
que se conserva en la Biblioteca del Colegio de Cristo de Universidad de
Cambridge, escrita por el cruzado Osborne, sabemos que la flota sali del puerto
de Dartmouth, al suroeste de Inglaterra el viernes anterior a la Ascensin del
Seor y que, varias jornadas despus, fue dispersada por un fuerte temporal un
da antes de que pudieran arribar al puerto de Mala-Rupis (seguramente Gijn). El
relato de Osborne, en traduccin de Jess Evaristo Casariego, dice as: La noche
que sigui (al temporal), por lo tenebrosa y rapidez de las corrientes, desconcert a
los nautas, aun a los ms serenos. Entre todos esos peligros escuchamos los
horribles alaridos de las sirenas, que primero eran como gritos de dolor y luego de
risa y carcajadas, tal y como si desde sus castillos nos insultasen.
En la Edad Media, en Inglaterra, se las llam Mermaids o hijas del mar, a
diferencia de las Siren, que eran las sirenas clsicas, es decir, mujeres-pjaros (en
Escandinavia se las denomina como mermines). La creencia real en la existencia
de las sirenas se mantiene hasta muy entrada la Edad Media, a pesar de la creciente
todos estos relatos no se dice si carecan de cola o si, por el contrario, tenan una o
dos.
Recordemos que antes del siglo X ya aparecen representadas sirenas de
doble cola, como, por ejemplo, en el tmpano de la capilla de San Miguel en
Aiguihe de Puy (Francia). En Espaa tambin existen muestras de sirenas de doble
cola, una de las cuales puede verse en un bello capitel del bside del Monasterio de
San Cugat, del siglo XV, pero lo ms comn es que se las encuentre representadas
con una sola cola, como si tuvieran las dos piernas metidas en una funda.
Sirenas asesinas
La imagen estereotipada de las sirenas es que tienen una dulce y melodiosa
voz en la que concentran todo su poder. Con su canto pueden hechizar y hacer
enloquecer a los hombres, a los pjaros, a los peces, al viento y al agua. Como otros
elementales, se comunican con todos los seres vivos y son capaces de controlar las
fuerzas naturales en su beneficio, dentro, claro est, de ciertos lmites. Su poder
est asociado a la leyenda negra que arrastran consigo puesto que, al igual que el
de las lamias, alcanza su grado mximo en las noches de luna llena, en las que
suben a la superficie y con sus cantos llaman a la niebla, refugindose en ella a la
espera de que los barcos que pasan cerca se estrellen contra los acantilados. Otras
veces ese canto va destinado a los odos de los marineros que quedan hechizados,
volvindose locos o matndolos (vese el mito de Ulises).
Las leyendas que existen sobre ellas, siempre proclives a la fabulacin
exagerada, suelen decir que las sirenas desean ahogar a los marinos jvenes y
guapos y llevarlos a sus hermosos palacios en el fondo del mar. All, vigilan
celosamente a los hombres y frecuentemente les proponen matrimonio. Si acceden
a sus requerimientos, los marineros son tratados amablemente y pueden vivir
entre grandes comodidades y lujos, pero si se resisten, pasarn el resto de su
existencia presos, atados con cadenas de oro.
Puede parecer al lector, despus de todo esto, que las sirenas son crueles, y
en cierto sentido es as, sobre todo desde nuestra particular rbita humana. No
debe olvidarse que para los elementales los seres humanos formamos parte de un
mundo imperfecto, un mundo material que est perdiendo su relacin armnica
con Gaia (la Tierra), que desprecia las formas sencillas de vida que son las que la
Gente Menuda respetan, protegen y aman. Las sirenas no son malvadas,
simplemente se dejan llevar por sus sentimientos e instintos y aunque desde
nuestro punto de vista sea en apariencia un acto salvaje, para ellas lo es de amor. El
mismo Paracelso, en su Lber Nymphis, lleg a escribir: de tal manera que estas
criaturas son necesarias, tienen su lugar correspondiente en medio de la creacin y
no han sido creadas sin fundamento.
En nuestro pas, los relatos de sirenas, que han sobrevivido felizmente al
paso del tiempo y del boca a boca, estn ligados a dos ideas fundamentales: por un
lado, a su canto melodioso, que constituye un peligro a evitar por los seres
humanos, ya advertido no slo en la Odisea, sino tambin en La Celestina, donde
uno de sus personajes, Prmeno, indica que el canto de la sirena engaa a los
simples marineros con su dulzor; y por otro lado, en todas las leyendas subyace la
idea de la maldicin que una madre humana hace sobre su propia hija,
convirtindose sta en sirena, pasando a formar parte, por consiguiente, del
genrico mundo de las hadas.
La imagen clsica de la sirena es la de estar apoyada en una roca peinndose sus cabellos o
recogidos asimismo en nuestro folclor, que enriquecen sin duda su figura. No hay
en cambio unanimidad a la hora de describir el aspecto fsico de una sirena, pues
aunque es corriente representarla como mitad mujer y mitad pez, la imagen ms
comn en la Antigedad clsica de la sirena es la de mujer-ave, conocida tambin
como Arpa (cuyo retrato ptreo aparece, por ejemplo, en la catedral de Pamplona,
la de Gerona, la de Jaca o en la iglesia burgalesa de Soto de Bureba y, en general, en
casi toda la Pennsula), la cual se convirti, en la poca medieval, en la mujer-pez
con una sola cola y otras veces con cola bfida.
La sirena-ave o Arpa, cuya imagen presenta rostro de mujer y el resto de ave
de rapia, personificaba las tempestades y la muerte, siendo la encargada de raptar
a seres humanos para luego ofrecrselos al dios del infierno. Este ser ya aparece
descrito por Homero y pervive en la poca de San Isidoro, mantenindose incluso
hasta el siglo XII en las representaciones de las iglesias romnicas, donde aparecen
con su clsica silueta de sirena-pez, pero ya no se las ve en el arte gtico.
A las sirenas se las imaginaba de diversas maneras en las silleras de los
coros y en los arcos ptreos de las puertas de las catedrales de Ciudad Rodrigo,
Zamora, Astorga, Salamanca, etc., donde encontramos representaciones artsticas
de Arpas y de sirenas de cola nica, que sujetan con una mano un espejo y con la
otra peinan sus cabellos, as como representaciones ms desvergonzadas, aunque
con un claro matiz simblico, de un tipo de sirenas muy particulares: las de cola
bfida separndola a horcajadas con las dos manos, en una actitud ciertamente
provocativa (por ejemplo, en la iglesia de El Rivero de San Esteban de Gormaz
Soria, en la iglesia de Santa Juliana, de Pineda de la Sierra, en Iscar Valladolid
y en los capiteles de la catedral de Santiago).
Las sirenas estn cargadas de un rico simbolismo, como el de representar la
unin de la Gran Madre con el agua, y este elemento simboliza los sentimientos, las
emociones, la intuicin por eso es frecuente que en las historias que intervienen
sirenas haya pasin, amor desbordado hacia un mortal y ste acabe muriendo
ahogado (en las aguas o en sus sentimientos). Es muy conocida la leyenda del
pescador que captura a una sirena, quien le recomienda que la parta en algunos
pedazos y se los d luego a comer a varias personas y animales con un evidente
sentido inicitico que nos recuerda el mito egipcio de Osiris y su
desmembramiento. Aurelio del Llano, en su libro Cuentos asturianos recogidos de la
tradicin oral (Madrid, 1925), da una curiosa versin de este cuento popular, en la
que la serena le pide al pescador que la corte en ocho pedazos iguales: dos le
recomend que se los diera a comer a su mujer; dos, a la yegua; dos, a la perra, y
los otros dos, que los plantara en la huerta, debajo de un naranjo. El pescador as lo
hizo y, a su debido tiempo, la mujer dio a luz dos nios; la yegua pari dos potros;
la perra, dos perros, y debajo del naranjo nacieron dos lanzas. Los nios eran
completamente iguales, y lo mismo ocurra con los potros, los perros y las lanzas.
Posteriormente, este prodigio sirvi para que uno de los hermanos pudiera, gracias
a que ambos eran prcticamente iguales, liberar al otro de un encantamiento.
Algunas de las sirenas, si hemos de seguir al pie de la letra ciertas leyendas,
tienen su origen o su estrato en el mundo humano. Me explico: tanto en el Libro de
Enoch como en esta constante referencia a la maldicin proferida por una madre a
su hija, comprobamos que muchas de ellas (con indiferencia de las sirenas
genuinas consideradas como espritus elementales) son mujeres humanas en su
origen que ms tarde pasan a convertirse en espritus de la naturaleza (como
ocurre con las encantadas), y esto es significativo pues explicara varias de sus
reacciones: buscan el contacto con el hombre para casarse con l o para matarlo,
buscan poseer un alma que debieron perder cuando pasaron a este estado
sobrenatural, se pueden convertir con facilidad en mujeres con miembros y aspecto
humano, no manifiestan aversin hacia ningn smbolo cristiano, su estatura es
mayor que la de otras hadas, etctera.
El francs Benoit de Maillet public, en el ao 1755, una voluminosa obra
dedicada a las sirenas, donde recoga todo tipo de leyendas relacionadas con ellas,
llegando a la conclusin de que eran las supervivientes de una raza humana
primitiva, prcticamente desaparecida, sealando su presencia desde la Tierra de
Fuego hasta Madagascar.
Las sirenas de la costa
Las sirenas, dentro de sus mltiples habilidades, pueden cambiar de forma;
hay casos en los que, por poco tiempo, una sirena ha podido desintegrar su cola y
convertirse en una mujer de aspecto completamente humano. Para Nancy
Arrowsmith, cuando viajan por el mar suelen tomar forma de mujer-pez o de
delfines, y si lo hacen por el aire aparecen como gaviotas o guilas (aunque esto es
una facultad ms propia de las nereidas).
Su altura habitual se encuentra en torno al metro y medio. Son muy bellas y
adoran las joyas y las piedras preciosas. Como el resto de las hadas duermen
durante el da y solamente es posible verlas al amanecer o a ponerse el sol.
Cantabria cuenta con una interesante historia sobre el origen de las sirenas
recogida por Garca-Lomas, que no deja de ser una variante de la leyenda ms
propagada sobre su origen: la maldicin de una madre a su hija.
Una joven muy linda, de cutis blanqusimo, prodigiosa esbeltez y cantarilla
en extremo, tena irresistible aficin a recorrer los acantilados o escarpes ms
peligrosos para pescar mariscos y tambin para satisfacer sin tasa su apasionada
propensin a cantar escogidas arias.
Fue reprendida repetidas veces por su madre para evitarle una posible
desgracia y para que moderase sus ininterrumpidas cantinelas. Pero la chica,
haciendo odos de mercader, nunca tom en cuenta las amonestaciones maternales.
Por el contrario, empecinada y presa de deleitacin, la enmienda no llegaba,
limitndose a recordarlas como si fuesen triviales bagatelas. Y burlona o
inconsciente sola tatarear cancioncillas sobre los peascos, embriagada de euforia.
Pero la madre, cansada y harta de tan tenaz desobediencia y avezamiento, le
lanz en un momento de arrebato la siguiente maldicin:
As permita el Dios del ciclo que te vuelvas pez!
Sirenita de la mar
natural de Santander,
yo me acercaba a la arena
Como es sabido, un pescador que consigue capturar una sirena (cuyos ojos
suelen ser del color verde turquesa) recibe como recompensa de Lantarn, el reytritn del Cantbrico, un regalo excepcional: el derecho a casarse con ella. Para ello,
el pescador debe besar enseguida a la sirena, cuya cola se transforma
inmediatamente en dos hermosas piernas. Adems, la sirena le entrega su espejo
de ncar, que l debe esconder de manera que ella no pueda hallarlo, pues, si as
fuera, el hechizo termina, vuelve a transformarse en sirena y regresa al mar. Esta
continua esperanza de poder volver algn da al mar es lo que explica que las
exsirenas no amen a sus maridos.
En Catalua y Baleares
Coraleros, si me amis,
me llaman Sirena.
o cantar la sirena;
popular astur, cuando de una moza se dice que canta bien, la ponderan de esta
manera:
Aquella coloradina
O sta de Teruel:
La sirena de la mar
mozos del lugar no se atreven a acercarse al ro por miedo a que las ninfas o janas
(aunque algunos incorrectamente las llaman sirenas) los rapten para siempre,
hundindolos en sus fras aguas.
Tambin hay que indicar que muchos nombres de pueblos, como casi todos
los de la comarca de la Serena (Badajoz) pueden tener en su origen toponmico
algn relato concerniente a una sirena, pero el estudio de esta cuestin se sale del
propsito de esta obra.
Las anjanas
Interesa detenernos en varios puntos de cierto inters, como son los relativos
a su bculo, su capa y sus alas. A las anjanas casi siempre se las describe provistas
de un cayado o bculo de distintos colores, con los cuales realizan todo tipo de
prodigios. En ocasiones, estos cayados, en los que se apoyan para caminar,
terminan en una luz o una estrella luminosa en la noche. El bculo suele estar
hecho de una madera desconocida y nudosa, aunque a veces se determina que era
de espino o de mimbre recogida de la orilla del ro. Este bastn siempre lo llevan
en la mano derecha. El distinto color del bculo puede determinar la clase de
prodigios que puede realizar, aunque tambin puede ser en funcin del momento o
del resto de su vestimenta, pues, como coquetas que son, suele hacer juego su
vestido o su capa con el color del cayado. En lo que todas las leyendas estn de
acuerdo es en que con tocar a alguien o a algo con este trozo de madera se
producen fenmenos de todo tipo. Lo normal es que sirva para curar
enfermedades con slo tocar el cuerpo de los enfermos, aunque pueden tener otras
finalidades. En una leyenda se dice que si la anjana toca con su vara verde la
corona de espinas verdes que lleva sobre su cabeza, sta se poda transformar en
piedra, en rbol, en una joven o en una vieja como a ella se la antojase. Cuando la
picaya es azul, sirve para espantar e incluso matar a los lobos y alimias del campo
con slo rozarlos. La verdad es que no siempre llevan en su mano derecha una
picaya, a veces portan una rueca de hilar de color rojo (valle de Herreras), una
campanilla de oro (Ubiarco) o una bolsa de dinero para remediar as las
necesidades que encuentran en el camino (Toranzo).
Otro aspecto a resear es el de sus ojos, que suelen ser siempre muy
profundos y de color negro, aunque en ocasiones se las describe con los ojos
verdes, la cara amarilla y capa negra, siendo consideradas por Llano como anjanas
malas. Respecto a su vestimenta, aparte de los vestidos o tnicas largas que llevan,
es frecuente sealar que tienen una capa que, segn la poca del ao, adopta un
color distinto. Para las anjanas de los montes del valle de Herreras, su capa es del
color de la ceniza, y en localidades como Virgen de la Pea, as como en Ruiseada,
su capa es amarilla. No est claro el material de estas capas, pero se describe como
de terciopelo o de seda.
En otras leyendas se hace hincapi en lo que pueden vivir, no existiendo
acuerdo sobre si son 200 o 400 aos los que permanecen sobre la tierra.
Aunque no es muy frecuente, se suele mencionar la presencia de alas en las
anjanas, que de poco les sirven, salvo para volar detrs de las brujas cuando iban a
sus concilibulos en Cerngula (Burgos) y as cortarles el camino para que vuelvan
gea y llora,
lucero de alegra,
Si una persona se pierde en el monte con niebla, basta con que pronuncie
media docena de veces estas palabras: Anjana blanca, ten pied de m. Guame
por la oscuridad y por la niebla. Lbrame de los peligros y de los malos
pensamientos, para que encuentre el camino de salida. A la vista de todo esto, no
es verdad que estas anjanas se parecen sospechosamente a las vrgenes del santoral
cristiano?
Las moras de Carmona
Aunque las leyendas morunas debieron ser argumento socorrido en ms de
una velada, la verdad es que con el tiempo no se han extendido tanto como en
otros lugares de Espaa. No obstante, encontramos referencia a unas extraas
moras en Cantabria, aunque algo distorsionadas por la pluma del tan citado
Manuel Llano. Digo que son extraas porque, por un lado, Llano las asocia
directamente con las musulmanas y, por otro lado, sus actitudes nos recuerdan a
las de los trasgos. Comenta que en la zona de Carmona y Rionansa, las anjanas se
confunden con otro tipo de seres femeninos de la naturaleza, cuales son las
moras, que vivan refugiadas en cuevas desde el acontecimiento histrico de la
batalla de Covadonga. Se refugiaron en las montaas prximas a estos pueblos y
all permanecieron por espacio de algunos meses. Al norte de Carmona, en la Pea
de Mena, existe una cueva de las anjanas que sera la morada donde moran estas
moras, (dira Don Mendo), caracterizadas por un defecto: su glotonera; bajaban los
domingos, mientras la gente oa misa, a robar las boronas en las casas que las
cocan entre las cenizas. Las aldeanas y campesinas, ya escarmentadas, colocaban
piedras redondas en lugar de las boronas. Las moras, que al parecer eran un poco
estpidas, las cogan y, lgicamente, se abrasaban las manos, gritando: Peld!
Peld! Peld!.
Conociendo un poco el estilo de Manuel Llano a la hora de tratar los seres
mitolgicos de su tierra, no me extraara que haya mezclado estas costumbres que
atribuye a las moras con las que se atribuyen a los famosos trasgos, seres
domsticos en los que es ms lgico este comportamiento tan ingenuo, estpido e
infantil.
Por su parte, Garca-Lomas rescata una vieja leyenda, surgida cerca del
pueblo de San Vicente de Len y del de Los Llares, segn la cual, en el lugar
denominado La regata de oro sola aparecer una mora conversa que, al sentir de
las gentes del lugar, estaba encantada y que en determinadas ocasiones sala de su
refugio para transformarse en una anjana cautivadora, provista de una picaya en
cuyo extremo llevaba una estrella reluciente para guiar solcita a los pastores
despistados o caminantes extraviados en la nieve, en el recorrido comprendido
entre Brcena Mayor y los pueblos inmediatos de San Vicente de Len, Los Llares y
Valdigua. Cuentan que para reanimarlos les haca beber un pocilio de
haticuenta (aguardiente de orujo), con resultados fulminantes.
Las anjanas de Treceo
En una pequea revista trimestral cntabra Peonza de abril de 1994
aparece el testimonio de una comunicante, Blanca, que habla de su bisabuelo
llamado Femandn, el cual asegura que llego a conocer a las anjanas, har de esto
unos ciento cincuenta artos aproximadamente, y deca que vivan en la cueva
Argel, que est encima de Treceo y es muy profunda, pues bajaba hasta el pueblo
desde el Monte Corona, desembocando en un casern en ruinas que haba en la
parte ms all de lo que es hoy la gasolinera de Treceo. Los nios, para matar el
tiempo, tenan por costumbre tirar a un perro en la cueva y lo vean salir en la parte
de abajo. Yo me acuerdo de orselo a mi abuela. La comunicante tambin habla
de una seora llamada Dolores que se haba casado con un nieto de una anjana,
quedndose viuda, y con la cual su bisabuelo Femandn tuvo relaciones.
Asegura que las anjanas estaban en la entrada de la cueva, tomando el sol en
comparta de sus hijos, y a ella le contaron que tenan unos pechos muy largos y
muy grandes, dando de mamar a los cros por la parte de atrs, por la espalda,
gracias a la largura de sus pechos, y eso que decan que eran muy buenas mozas,
altas, guapas, morenas, con largas melenas de color castao. Y ellas siempre
estaban sin marido, a los que no vean nunca. Segn su abuelo, los anjanos eran
cazadores y tenan unos enormes perros.
Las anjanas vivan solas en la cueva Argel, sin bajar al pueblo; sin embargo,
eran visibles para las gentes de Treceo, que las vean dando de mamar a sus hijos,
sentadas y sin decir una sola palabra, y todo esto se lo cont su abuelo que muri
con 90 aos; el padre de ste le contaba que nadie se aproximaba a ellas y que
estaban reunidas en grupos de cuatro o de cinco. Las vea ir a lavar al ro cercano y
luego suban hacia la cueva para tender su ropa. Vivan pobremente, con ropas
poco vistosas, casi andrajosas. Sus faldas les llegaban hasta los pies y llevaban los
pechos siempre al aire.
De este testimonio se pueden sacar dos claras conclusiones: una es que estas
anjanas de Treceo son muy parecidas a las ijanas de Aras, en cuanto a sus
deformes pechos, sobre todo, no tanto en cuanto a sus taciturnas costumbres, y otra
es que esta descripcin poco o nada tiene que ver con la que nos proporciona el
foclorista Manuel Llano de sus angelicales anjanas. Existen ms visos de una
posible realidad en este relato que el que nos suministra Llano, cercano a la
oera.
A pesar de las distintas versiones que sobre las anjanas nos han llegado, ello
no obsta para pensar que todos estos relatos tienen sus partes concordantes y
complementarias. No hay que olvidar que al lado de un aspecto real, cual es su
posible existencia en estas tierras cntabras, tienen tambin un aspecto simblico
importante: son las hadas buenas, cuya misin es realizar aquellos sueos que los
nios depositan en ellas.
Hechiceras e hilanderas
Al referirnos pginas atrs al origen del nombre hada, hemos comentado
que tanto anjana como xana proceden del trmino medieval jana que por aquella
poca se le haca sinnimo de hechicera. Como todos los seres mgicos vinculados
a un lugar, estn asociados a un elemento propio del terreno, ya sea una fuente, un
arroyo, una pea o un bosque.
Al lector le parecer que todas las hechiceras que Manuel Llano designa con
este nombre en Cantabria son muy similares entre s, lo cual es cierto, ya que
probablemente hace miles de aos eran idnticas incluso es casi seguro que tengan
el mismo origen, pero al centrarse en un rea determinada, fueron perdiendo su
influencia y su poder mgico, quedando relegadas a dicho lugar, cada vez en un
radio de accin ms pequeo, hasta, finalmente, no alejarse de su cueva o de su
pea Muchas de ellas son seres tristes y bondadosos con las gentes, usando el poco
poder que les queda para hacer el bien, mientras que otras, en cambio, no
soportaron la prdida de su condicin de Seres de la Luz, que les permita
desplazarse a voluntad, sin tener que regirse por las leyes fsicas de la existencia
material, odiando a los humanos, a los que consideran responsables del desorden
generado en el entorno natural en el que ella solan vivir. Fsicamente son muy
dispares, puesto que algunas, generalmente las ms poderosas, an conservan en
plenitud su belleza, mientras que las dems han ido perdiendo su hermosura, lo
que les hace parecer tristes y apagadas.
Luis Mantecn Fernndez, maestro de escuela, relat a Llano interesantes
datos acerca de unas peculiares anjanas de La Montaa, de las que en la actualidad
se ha perdido todo rastro. En Lamasn (Cantabria) exista un grupo de seres,
denominados por las gentes del lugar como hechiceras de caractersticas muy
definidas: cenceas, demacradas, morenas, tristes, con ojos grandes y melanclicos.
Sus cabellos, a diferencia de otras anjanas eran totalmente negros.
Vivan en moradas subterrneas con entradas escondidas para que no las
localizasen los hombres. Sus poderes eran prodigiosos, emplendolos siempre en
favor de los necesitados. Antiguamente estos poderes los usaron para ayudar a
levantar los dlmenes y los menhires, pero, con su prdida paulatinamente de
energa, al final slo usaban su increble fuerza en contadas ocasiones. Su labor se
limitaba a ayudar al leador cado debajo de un rbol, a la moza que se fatigaba al
llevar un cntaro o a los ancianos que no podan con la carga. Sus demostraciones
eran, en ocasiones, bastante espectaculares. Se sabe de una hechicera de Lamasn
Lo que ms llama la atencin de estas hadas cntabras son sus desproporcionados pechos y
el modo como se las ingenian para dar de mamar a sus hijos.
No hay acuerdo entre los especialistas sobre el vestuario real de las ijanas
principalmente porque las muy picaruelas probablemente iban desnudas, tal y
como aseguran la mayor parte de los montaeses que alguna vez tuvieron
oportunidad de verlas. As, unos manifiestan que solamente cubran sus partes
pudendas con sus bonitas y largas melenas rubias o pelirrojas, en tanto que otros
creen que de la cintura a las rodillas llevaban un lienzo de un color difcil de
determinar.
En algunos casos se cubran con largas capas negras con cinturones de oro, y
algunas tenan un pecho descomunal que echaban sobre su hombro derecho, con
cierto desparpajo, caracterstica comn a gran parte de la mujeres lficas de los
bosques del norte de Europa y Escandinavia, as como a la horrorosa, mtica y
montaesa ojncana, que nada tena que ver con el mundo de los elementales.
Gracias a Manuel Llano sabemos lo traviesas que eran las ijanas, pue
consigui recoger una interesante historia que ocurri tiempo atrs en la localidad
de San Pantalen de Aras.
Las ijanas eran sobradamente conocidas en el pueblo y, sabiendo la gente lo
susceptibles que podan llegar a ser, las respetaban y trataban con el mayor de los
cuidados, menos el cura, que se burlaba constantemente de ellas.
El cura habitaba en la Quintana, que era una casa cercana a la cueva en la
que vivan las ijanas. Cada vez que el sacerdote bajaba al pueblo, entraban en su
casa y le revolvan los muebles, coman los dulces y no dejaban nada en su sitio.
En una ocasin, el cura preparaba la matanza de un cerdo. El hombre que
estaba encargado de realizar la tarea le comunic que no haba ningn cuchillo en
la casa. Cuando trat de buscar uno en el pueblo, descubri que tampoco pudo
encontrar ninguno. Todos pensaron que las ijanas eran las culpables y que lo
haban hecho para vengarse de las burlas del cura. A da siguiente fueron al pueblo
vecino y all consiguieron un cuchillo, realizando luego la matanza como todos los
aos y haciendo las acostumbradas morcillas, que colgaron de una vara para que se
curaran.
No mucho tiempo despus, cuando el cura volvi de decir misa, se encontr
con que las morcillas haban desaparecido y en su lugar colgaban las sotanas, los
alzacuellos, los bonetes, etctera.
Algunos das ms tarde unos cuantos vecinos del pueblo aseguraron haber
visto a una ijana bebiendo agua en un arroyo, comprobando que estaba mucho ms
gorda, al parecer de tantas morcillas como haba comido. En cuanto el cura lo supo,
trat de tomar todas las precauciones posibles, cerraba las ventanas y las puertas y
guardaba todo cuidadosamente, ms no serva de nada; cuando regresaba al hogar,
siempre encontraba todo revuelto y la alacena vaca.
Un da, el sacerdote convenci a un vecino para que amontonara carros y
lea en la entrada de la gruta donde se deca habitaban estas engorrosas ijanas y le
prendiera fuego, como as se hizo. En el pueblo pensaron que estos seres femeninos
haban perecido abrasadas, pero cul sera su sorpresa cuando una maana
descubrieron que todas las entradas a la casa del cura y del vecino que le ayud
estaban taponadas por maderos y lea.
Las ijanas no fueron vengativas y no llegaron a prender fuego a las casas,
pero desde entonces nadie en el pueblo ha vuelto a burlarse de ellas, pues son
conscientes de su extremado poder y de que realmente nunca han pretendido
hacer dao fsico a los humanos.
Lo cierto es que aquellos montaeses que vieron u oyeron hablar de estos
personajes fantsticos femeninos las diferenciaban muy bien de las bellas y
proporcionadas anjanas, a pesar de su similitud fontica.
En otros puntos de Cantabria, como en Mirones (Miera), se cuenta que los
ms pequeos eran advertidos de que no se acercasen por una determinada torca
(cavidad natural muy profunda) porque all habitaban los ijanos.
Las mozucas del agua
Manuel Llano, por los datos que tenemos, pensamos que traslada a su
mitologa cntabra la existencia de unas hermosas muchachitas que habitan las
profundidades de los lagos que, en la Grecia clsica, se denominaban patmides,
formando parte del extenso grupo de las ninfas.
Estas mozucas, a las que describe con detalle en su obra Braaflor, son de
aspecto semejante a las anjanas y pueden invertir el orden normal de las cosas,
convirtiendo en feliz al desgraciado. Casi todo su tiempo lo pasan ligando o
tejiendo hermosas madejas de oro. Por estas causas, Garca-Lomas considera que
las mozucas de agua no se ajustan a las tradiciones de la Montaa y que son una
mezcla inspirada en las ondinas, as como una versin acomodaticia de las dones
daigua catalanas y las xanas asturianas.
Tara comprobar este aserto, tan slo hace falta que leamos textualmente
algunos prrafos de Llano donde se aprecia su retrica y su imaginacin Las
mozas del agua eran muy majas y salan de las juentes y de los rius vestas con
capas de hilos de plata y de oru Eran chicucas y tenan en la frente una estrella
del color de las nubes cuando el sol se va En los deos de la mano derecha
gastaban unos anillos blancos, y en la mueca de la mano izquierda una argolla de
oru con franjas negras apaeca a las gargantillas que usaban las viudas haz muchos
aos Si algn mozo poda coger un hilu de las madejas, las mozas jalaban de l y
le llevaban a su palaciu, onde se casaba con la mas guapa de toas. Tos los aos, el
mesmu da de San Juan sala el mozu del agua con la su mujer y sembraban por los
senderos de monte una gargantilla, un anillu y un coral, que na mas que podan
ver las pastoras honrs y cristianas.
Segn bailan, brotan de cada pisada unas florecillas amarillas y rojas de vida
muy efmera, ya que se deshacen en el aire como la espuma. Se dice que si alguien
consigue coger una de esas flores antes de que se deshaga ser feliz y rico toda la
vida, pero todava no se conoce a nadie que haya logrado tal dicha. Las mozucas
del agua son celosas de sus costumbres y slo bailan cuando no hay nadie
observndolas, de modo que es prcticamente imposible encontrar una florecilla
entera cuando interrumpen su baile.
En definitiva, lo que hizo Manuel Llano no fue inventarse a las ninfas de
Cantabria, porque stas estn presentes en todos los mitos de nuestro pas, sino
que las ali y recre a su gusto tomando aportes de otras leyendas.
Las xanas o chanas, como dicen en el pas; las jianas, jainas o juanas, como en buen
castellano acaso debiera decirse observ Miranda; las Diosas Astures, en fin, de lagos y
fuentes, existen, ay!, sin disputa. Yo no os dir ahora si las tengo o no vistas, pues la visin
astral y la etrea, relativamente tan fciles de desarrollar como sabis, suelen ser ttulo de
dudosa gloria, y las ms de las veces un triste privilegio del que no hay para qu
envanecerse. Slo, s, os prevengo, que hago votos sinceros porque vuestro buen karma os
permita no tropezroslas alguna vez en vuestro sendero hacia el ocultismo
Las xanas
Una de las primeras menciones de las xanas se debe a la pluma, no de un
escritor asturiano, sino del escritor romntico leons Enrique Gil y Carrasco, quien,
quince aos antes de que Toms Cipriano Agero publicara los primeros trabajos
monogrficos sobre la mitologa asturiana, viaj por Asturias en 1838 y en marzo
del ao siguiente apareci el relato de sus impresiones en el Semanario Pintoresco
Espaol. En este poco conocido artculo y sumamente revelador, habla de las
xanas, dndoles el nombre de janas: La otra creacin de su fantasa, aunque ms
limpia y risuea al parecer, no por eso les infunde (se refiere a los asturianos,
obviamente) menos inters y pavor. Dicen que hay una especie de lindas mujercitas
de plata que salen por el agujero de las fuentes, que hacen coladas ms blancas que
la nieve y secan sus delicadas ropas a la luna, retirndose con ellas apenas se acerca
algn importuno que las estorba en tan inocentes ocupaciones. A estas mujercitas,
de un codo de estatura, misteriosas y llenas de poder en la mente de estos
montaeses, sealaban con el nombre de janas.
La descripcin tsica de las xanas suele ser muy potica: van desnudas o bien
cubiertas con velos y gasas transparentes, sus cabellos son largos y brillantes,
tienen una belleza excepcional, tan bonita y tan graciosa como un rayo de luz al
amanecer Para Jove y Bravo, son pequeitas como los gnomos sajones, vaporosas
como niebla, hermosas, envueltas en plateadas tnicas.
Abundan mucho las xanas que custodian tesoros infinitos, teniendo por
costumbre jugar a los bolos con una bolera de oro finamente tallada, sobre la
alfombra del prado en las maanas de San Juan. Aurelio de Llano prefiere describir
a las xanas como una especie de ninfas pequeitas, de extraordinaria belleza, que
tienen un cabello muy largo, visten el traje tpico del pas y son cristianas (a
diferencia de las lamias). Sin embargo, a semejanza de las lamias, habitan en
cuevas y fuentes y se peinan los cabellos con un peine de oro (como asimismo
hacen las gojes o donas daigua). De Llano dice tambin que algunas de ellas
estn encantadas, con lo que, a sensu contrario, est diferenciando aunque no lo
desarrolla en su obra a las xanas genuinas de aquellas que acceden a esta
condicin por algn tipo de encantamiento.
Segn diversas leyendas asturianas, las xanas visten ropajes blancos o
floreados y aparecen en las cuevas o en las fuentes de agua cristalina, rodeadas de
tesoros, siendo todo lo que poseen de oro, sean gallinas, pollos, peines o ruecas. Su
pasin favorita es hilar madejas de oro finsimo o danzar en corro con sus
compaeras, saltando alegres y contentas mientras cantan, accin con la que
enamoran a los pastores o a todo aquel que las escuche. Algunas leyendas sealan
el hecho de que las xanas, al tiempo que tejen, vigilan a los moros cautivos y
encantados.
A diferencia de las anjanas, que se las asocia mucho ms a la tierra y a los
bosques, las xanas estn muy unidas a las fuentes y a las aguas, gustando de salir
gozosas de entre la espuma de las cascadas y las ondas de los ros.
Cuando cae la noche, extienden en la orilla de los ros las madejas de oro
hiladas durante el da, haciendo de ello un divertido juego, al tiempo que bailan,
hasta que el sol empieza a despuntar.
El cura prroco de Berber (Asturias) cuenta una curiosa historia que recoge
Constantino Cabal, cuyo protagonista es un aldeano de Otero en Somiedo,
Villamor que sali una noche a regar y, al volver a su casa por el alba, dio un
rodeo por el Prado de las Tercias para no ser odo. Encontr tendidas en ese prado
una apetitosa colada de madejas de oro, aprovechando la ocasin para coger la ms
cercana, pero en ese momento alguien le grit: Ladrn, a ver si la sueltas!. El
aldeano no hizo caso y ech a correr, persiguindole una xana-hilandera
enfurecida, no teniendo ms remedio que arrojar la madeja y encomendarse a la
Virgen; en ese mismo instante la Xana se detuvo y dijo as:
Esto te vali!, y acto seguido se march de all.
Se sabe, gracias a ciertas leyendas, que en el fondo de las fuentes que
habitan, tienen las xanas un hilillo de oro que no se rompe nunca, y quien lo
devane todo l sin soltarlo, al final saca a una xana, desencantada y feliz. Una vez,
un afortunado se apoder de uno de estos hilos y se lanz al ro en su afn de
desenrollarlo, penetrando as, casi sin darse cuenta, en la caverna palacio de las
xanas, pero all qued cautivo de los encantos de estas mujeres que supieron
agasajarlo, hacindole renunciar a su libertad. Esto ocurri en una maana de San
Juan, nico da en que tal aventura puede acontecer. Jove y Bravo considera que sus
palacios son de roca, cuya entrada cubren permanentemente las aguas.
Lugares favoritos de las xanas
El mito de la xana se va extendiendo progresivamente desde el este de
Asturias hasta el oeste. Si trazramos una lnea que vaya desde la orilla del mar, en
Cudillero, hasta un punto del lmite de Asturias con la provincia de Len (donde se
las llama janas), pasando por Belmonte de Miranda y Somiedo, hallaramos su
delimitacin geogrfica. Nos pone sobre la pista Aurelio de Llano, diciendo que
desde esta lnea hasta el extremo occidental, no aparecen ms datos sobre xanas, ni
cuevas, ni fuentes, ni arroyos con ese nombre, ni personas ancianas que oyeran
hablar de ellas, todo lo cual demuestra que el mito entr en Asturias por el este,
esto es, por Cantabria. En las cuevas y fuentes del occidente astur, detrs de esa
lnea divisoria, viven, en cambio, las encantadas, las cuales se dejan ver tan slo
en el da de San Juan, pero de las que se han conservado muy pocas leyendas.
Respecto a las encantadas orientales, que viven junto a las xanas pero
independientemente de stas, tienen leyendas muy poticas, a la par que
simblicas.
Algunos lugares tradicionales donde se han ubicado las moradas de las
xanas son, segn el citado autor, los siguientes:
Cueva de la Cogolla en el Monte Naranco (Oviedo).
Cueva del Moru (Colunga).
Cueva del Castiellu de Aguilar (Muros de Pravia).
Cueva del Lago (Pola de Leo).
Cueva de la Xerra de la Pisn (Monte Alea).
Cueva de la Injana, en la Sierra del Trave (Ribadedeva).
Fonte la Xana en Aguino (Somiedo).
La Fonanona de Llamosu (Belmonte).
Pero existen muchos ms y apenas hay asturiano, viva donde viva, que no
conozca de primera, de segunda o de tercera mano alguna conseja o relato
fantstico relacionado con estas xanas principescas (pues del Principado estamos
hablando).
Se las asocia con encantamientos y con abundantes tesoros ocultos que
caprichosamente suelen ofrecer a los mortales (a diferencia de los gnomos o
enanos, que son ms tacaos y reticentes a la hora de otorgar estos dones). Esto ha
sido objeto de cierto confusionismo lingstico y mitolgico, pues en Asturias
existe, asimismo, el mito de las Ayalgas, que no son otras que xanas encantadas que
custodian tesoros.
Snchez Drag, como inquieto buscador e investigador de todos los temas
relacionados con la Espaa mgica, hace mencin de algunas costumbres de las
xanas en su Grgoris y Habidis (1985) con estas palabras: Y escuch cerca de Luarca,
en la braa de Lairiella, la increble y estupenda historia exhumada, durante su nico
parntesis de sinceridad, por un detestable charlatn de pista circense, el vaqueiro ms
redomado y menos espontneo de cuantos aquel viaje me depar. Gusta de peinarse dijo
sobre una pea situada no lejos de aqu cierta xana famosa por su hermosura y
generosidad Los hombres pueden y deben acercarse a ella maanitas de San Juan para
decirle: Toma mi pobreza, dame de tu riqueza. Entonces el hada se transforma en bicho y
empieza a enroscarse lentamente en el cuerpo de su interlocutor, anillndolo de pies a
cabeza. Si el mitado aguanta y no se descompone ni siquiera al percibir el aliento del animal
en sus pestaas, ste recula sin apresurarse, regresa a la roca, se instala nuevamente en su
apariencia de espritu femenino, llena el cesto del vaqueiro con objetos sutiles o invisibles y
le conmina a llevarlo hasta su casa sin bajar la vista. Desenlace ms que evidente: se
descubre oro a raudales en el cuvano de quien supo obedecer.
El topnimo de xana es habitual en Asturias. Su nombre se encuentra en casi
todas las partes. El camino del llamado desfiladero de las xanas, (Santo
Adriano/Quirs), hermosa garganta fluvial que encajona el ro Las Xanas o Viscas,
empieza en la zona denominada Moln de las Xanas, poco antes de llegar a
Villanueva (Santo Adriano), y as continuamente nos vamos encontrando a cada
paso con su recuerdo. En Quirs, sobre el pen de Bregola, apareci un da una
xana que llam a los pastores que estaban en la Vallina y les pregunt:
Quers riqueza?
Y les arroj a los pies un puchero lleno de oro en polvo, dicindoles despus:
Entre castros y castrina
Este relato no concluye, como ocurre con otros parecidos, llevndoles la xana
Una de las ocupaciones favoritas de las hadas es hilar y confeccionar lujosos vestidos de
seda o de oro. Muchas de ellas, como cautivas que son, suspiran continuamente por su
perdida libertad, custodiadas por fieros culebres.
Entre sus cenizas aparece una ninfa hermossima: es una ayalga. La ninfa soltar la
cinta de flores que cie su talle, y asiendo un extremo de ella, ofrece el otro al
afortunado descubridor. La ayalga se interna en la gruta, y aqul la sigue, y por fin,
llenndole de oro le vuelve a conducir al mismo sitio, desapareciendo enseguida.
No cesa aqu su fortuna: si es casado, la hermosa hechicera har nacer en el corazn
de su esposa un amor dulce y eterno, que colme su risuea existencia de goces y
encantos. Si es soltero, pronto hallar una joven llena de inocencia y de hermosura
que lo ame con todo el fuego de su virgen corazn.
De esta fuente bebieron sucesivos folcloristas como Gumersindo Laverde
Ruiz en 1879 (el cual aade que estn custodiadas por culebres) y Rogelio Jove y
Bravo en 1897 que, como es su costumbre, traza lneas ms rpidas del mito. A Juan
Menndez Pidal este mito le recuerda a la leyenda de Sigurdrifa, guardada por un
dragn, en espera del mancebo que, guiado por la llama misteriosa, acuda a
desencantarla
Ramn Menndez Pidal considera que ayalga o yalga es un sinnimo leonsasturiano del castellano hallazga o hallazgo, y en el prlogo de la obra de
Aurelio de Llano, Del folclore asturiano: mitos, supersticiones, costumbres (1922),
comenta algo muy significativo respecto de la naturaleza estas damas encantadas,
puesto que nos dice que las voces dialectales guaxa o bho, ayalga o tesoro,
ocasionaron sin duda confusin en las personas que desconocan el valor de estas
palabras dentro del dialecto asturiano y las tomaron por personificaciones de seres
fantsticos.
Aurelio de Llano abunda en esta idea y dice que no son jvenes encantadas,
afirmando que esta palabra ayalga significa tesoro oculto bajo la tierra, no
considerndolo un mito genuino sino una creacin romntica de mediados del
siglo XIX. No lo es porque las ayalgas no son otra cosa que xanas encantadas que,
por sufrir esta condicin, se ven condenadas a custodiar tesoros ocultos
(ayalgas), acabando por confundir, en un mismo personaje, al tesoro y a la
doncella encantada. Al ser su procedencia humana, las leyendas suelen llamarlas
princesas o moras a las que su padre ha castigado por enamorarse de algn infiel o
por haber cambiado de religin o por ambas razones (as ocurre en los
concejos de Carabia y Piioa).
Un caso representativo de ayalga sera el de la reina hechicera que est
encantada en el Lago del Valle (Somiedo) en una pequea isla que alberga un
mundo subterrneo del que dicen que est lleno de tesoros. Con ellos permanece
esta mujer encantada que, por ms intentos que ha hecho, no ha logrado salir de
tan sobrenatural condicin, vistiendo negros ropajes. Nadie se atreve a robar
alguna de las ollas de barro repletas de oro porque al lado de estas ayalgas estn
los feroces culebres dispuestos a engullir al ms osado. No obstante, a pesar de ser
un mito literario y falso, a estas alturas es difcil que desaparezca del panten
mitolgico asturiano, como pretende un folclorista actual como Ramn Baragao,
porque en el momento que a estos seres les asignaron un nombre, empezaron a
tener una existencia real
Las lavanderas
No me atrevo a calificar a las lavanderas como hadas malignas, pues ya
hemos visto que el concepto maniqueo de bueno y malo no se corresponda
exactamente con el que nosotros tenemos cuando hablamos del mundo de las
hadas. En Europa esta clase especial de seres femeninos, poco agradable con el
hombre, se las ha llamado damas blancas, lavanderas o cantadoras de la
noche, siendo muy frecuentes en la zona de Bretaa y en Alemania atrayendo con
sus cantos a los caminantes solitarios para ms tarde atacarlos.
Las lavanderas estn relacionadas con las hadas del agua dulce, con la
fuerzas climatolgicas y, por tanto, con los nuberos y ventolines y con los espritus
de la noche. Se puede decir, siguiendo en esta afirmacin a Jove y Bravo, que en
buena parte son el elemento femenino de los mitos de la tempestad, provocando
tormentas en ocasiones y precipitando inundaciones sobre los que les vienen en
gana. A diferencia de las ninfas, las lavanderas tienen el aspecto de viejas de rostro
seco y arrugado, con abundante cabellera que se asemeja a la espuma y ojos rojizos
(como los del nuberu). Se consideran como una especie de brujas que habitan en
las mrgenes de los ros y en las oquedades de viejos rboles. Los das de tormenta
se agitan gozosas y frenticas.
A mediados del siglo XIX 1853 el folclorista Toms Cipriano Agero nos
proporciona la referencia ms antigua que tenemos de ellas, afirmando que la
llavandera es un mito astur, pintndolas de la siguiente manera:
Viejas vestidas con amarillo ropaje, de rostros enjutos y cabellera ms
blanca que la nieve. Su voz es lgubre, semejante al canto del fatdico bho, sus
ojos despiden con sus miradas un brillo sombro y aterrador Habitan en los
huecos de las corpulentas encinas (Jove las ubicaba en castaos).
Se ha querido ver en estas mujeres de aspecto demacrado como brujas o hadas malignas,
que lavan su ropa en las noches de luna llena en los mrgenes de los ros, pero no todas las
leyendas las conceptan as.
Las lamiak nos fueron descritas por alguien que evidentemente crea en ellas y las
tema, como gentes pequeas que vivan bajo tierra. Otro informante afirm que eran seres
diminutos que aparecan por la chimenea. Las lamiak ansan poseer seres humanos y les
gusta cambiar y raptar a nios sin bautizar; aunque aparte de eso no parecen causarles dao
alguno. Traen la buena suerte a las casas que frecuentan y les gusta la limpieza.
WENTWORTH WEBSTER:
Leyendas vascas
Las lamias
Partamos de una cierta premisa: ni en el Pas Vasco ni en Navarra podemos
decir categricamente que las lamias sean sus hadas locales. Habra que aadirlas a
Mari, numen femenino que puede adoptar la forma de una lamia, pero tambin de
otros seres, estando en un rango superior de jerarqua.
La creencia en las lamias en la Espaa precristiana, y aun entre los pueblos
brbaros que continuaban siendo paganos despus de la llegada del cristianismo,
es sobradamente conocida por un texto, ya clsico y muy citado de San Martn de
Dumio (muerto en el 580), arzobispo de Braga y fundador del Monasterio de
En los pueblos que no son costeros, a las lamias se las ve como bellas mujeres, aunque con
los dedos de los pies unidos por membranas, en forma de patas de oca o de ganso.
El hecho de que en el Pas Vasco se confunda a las lamias con las brujas o
sorguiak se debe, segn el reverendo Wentworth Webster, a un indicio de
decadencia de la fe y el inters creciente con que en otros tiempos se referan los
hechos de las lamias, parecidos a los que desde hace no mucho tiempo suscitaban
las brujas que, como se sabe, ejercieron un papel preponderante durante un
periodo importante de la historia vasca.
Hbitat y formas que adoptan
Aunque hoy casi no es posible encontrar historias y topnimos relacionados
con las lamias, hay zonas de Espaa en las cuales su presencia siempre ha sido
mayoritaria, fundamentalmente en Vizcaya, la parte meridional de Guipzcoa,
norte de Navarra, Cantabria oriental y en menor medida Asturias y Galicia. En el
resto de Espaa, slo quedan oscuras tradiciones, ya perdidas en su mayora, y
algn topnimo, como en Burguilla (Badajoz), donde an existe el denominado
Charco de las Lamias, y los casos sorprendentes de Cuenca y de Garganta la Olla
(Cceres), que luego veremos.
Las lamias son esencialmente subterrneas. Construyen sus hogares bajo el
suelo, en cuevas o cavernas, aunque pasan la mayor parte del tiempo cerca de los
arroyos o de las fuentes que, en general, se encuentran cerca de menhires o de
dlmenes, construcciones megalticas cuyo secreto conocen, tratando por todos los
medios de absorber la energa que de ellos emana. Decoran con brillantez sus
moradas y no aparecen en la superficie hasta que amanece. Sus cavernas se hallan
repartidas por todo el pas: Urepel, Iriberri, Isturitz, Orozco, Marquina, sierra de
Entzia, Ezpeleta, Maaria, Cenuri, Dima
La forma fsica que adoptan, aunque no sus caractersticas generales, vara
segn que las leyendas sobre ellas procedan del interior de la Pennsula o de las
zonas costeras. Se puede hacer la siguiente clasificacin a modo clarificatorio:
En las leyendas de los pueblos costeros del Pas Vasco como Cortezubi,
Zornoza, Lequeitio, Deva, Galdcano, Motrico, las lamias adoptan la forma de
hadas vascas o lamias (y por supuesto de Mari) existen diversos relatos, como
aquel de una mujer que tena tres hijas y un da la ms joven se fue a buscar trabajo
de sirvienta, de ciudad en ciudad, hasta que se encontr a un hada que la acept
como criada. sta le encarg sus tareas de la maana y le advirti: Somos hadas.
Debo marcharme ahora, pero tu trabajo est en la cocina. Rompe el cntaro y todos
los platos, pgales una paliza a los nios y haz que se tomen ellos solos el
desayuno, mnchales la cara y despinalos.
La joven, gracias a la ayuda de un perrito hablador, sabe que lo que
realmente tiene que hacer es barrer la cocina, llenar el cntaro, fregar los platos y
atender a los nios. De hacerlo as, le dar a escoger entre un saco de carbn y un
lingote de oro, y tambin entre una estrella sobre su frente y la cola de un asno
colgando de ella, debiendo contestar que prefiere un saco de carbn y una cola de
asno. As lo hizo, y cuando el hada, de vuelta a casa, comprob satisfecha que su
criada haba hecho todo perfectamente, y ante la disyuntiva del ofrecimiento que le
hizo, recibi, por ese sentido de la contradiccin del hada, lo contrario de lo que
pidi: un lingote de oro y una hermosa estrella sobre la frente.
Hay un proverbio vasco que dice: Lo dado a la negacin, la negacin lo
lleva, y fiel a ese espritu de contradiccin de que hacen gala las lamias y sobre
todo Mari, y por el disgusto que manifiestan hacia la mentira, si uno dice que ha
recogido 100 fanegas de trigo siendo en realidad 120 las cosechadas, se apoderan
de las 20 fanegas que no han sido declaradas.
Mari, y las lamias en general, se mantienen de la negacin (eza en vasco),
siendo sta la que constituye la principal fuente de sus ingresos. Otro ejemplo a
citar para comprender esto sera que si un pastor posee 100 ovejas, pero l dice a la
gente que slo posee 90, las diez que no ha contado (eza) le sern arrebatadas por
las lamias o por Mari en persona. En cierta ocasin le preguntaron a la Dama de
Amboto dnde andaban sus compaeras y ella contest que en Elgibar buscando
el no, la negacin.
Han desaparecido las lamias?
Las lamias han desaparecido de muchos lugares en los que antiguamente
habitaban. En general, se cree que la construccin de ermitas, monasterios e
iglesias cristianas en aquellos lugares en los que vivan, influy enormemente en su
desaparicin y probablemente fue as debido a su marcada carcter antirreligioso.
Este es otro de los aspectos contradictorios: por un lado, ayudaron a la
Esta familia de hadas se distingue por tener unas extremidades en forma animalesca, con
pezuas en lugar de pies, razn por lo que a veces han sido asimiladas al demonio.
ovillos con hilo de oro, suele tener pies de animal, y para colmo, se la convierte en
la ascendiente del linaje de los seores de Vizcaya (la dama del pie de cabra), a
pesar de que su nombre no se menciona en las antiguas crnicas. Pero si
analizamos el mito con ms profundidad, comprobaremos que estamos en
presencia de una de las ms bellas manifestaciones mticas de las fuerzas de la
naturaleza.
Enumerando todas las caractersticas que de Mari se cuentan en las leyendas,
encontramos un cmulo de datos que corresponderan a varios seres mticos,
aunque bsicamente hay dos funciones relevantes que Mari suele hacer y por las
que su personalidad adquiere caracteres ms concretos. Por una parte, se la
representa como genio subterrneo, pero no porque habite en las cavernas, sino
porque en todas las leyendas tiene una aureola de numen o diosa que ejerce su
dominio en las entraas de la tierra. Por otra parte, su influencia y actitud es
decisiva en el clima y en la evolucin meteorolgica, puesto que desata
tempestades, atrae la lluvia, sacude los vientos y produce sequas pertinaces, todo
lo cual le confiere tambin autoridad y seoro en los cielos.
Estoy totalmente de acuerdo con Barandiarn cuando dice que: Atendiendo
a algunos de sus atributos (dominio de las fuerzas terrestres y de los genios
subterrneos, su identificacin con diversos fenmenos telricos o con los que se
suponen que proceden de las entraas de la tierra) lo consideramos como un
smbolo o personificacin de la Tierra.
No me cabe duda de que Mari, desde un punto de vista genrico, es una
clara manifestacin de las fuerzas ocultas de la naturaleza y, por lo tanto, de Gaia,
que premia o castiga a los seres humanos segn el comportamiento respetuoso o
insensato que se tenga con el medio ambiente o con el entorno ecolgico que nos
rodea.
Las cautivas de Mari
El mito de Mari parece renovarse continuamente. Se diversifica, se confunde
deliberadamente con otros mitos, se diluye durante pocas de tiempo, surge y
resurge como un ave Fnix en otras edades Esto se debe en parte a que su
leyenda se alimenta con las jvenes Maris, que seran mujeres humanas cautivas
que estn all retenidas por cumplimiento de una promesa o por una maldicin de
su madre. Existen mltiples ejemplos que corroboran esta afirmacin. Una mujer
del barrio Sarri (Brriz) hizo la promesa de entregar a su hija a la Seora de
Una mujer humana puede convertirse en una de las manifestaciones de la diosa Mari, la
Dama Aizkorri, si sufre una maldicin echada por su madre. As ocurri con una joven
de Cegama.
Refieren los pastores que, cada seis aos, hace acto de presencia en cueva de
Aketegui, permaneciendo all por espacio de tres aos. Luego se traslada a
Txindoki y Amboto, en sistema rotativo, con igual estancia en cada sitio. (No es
extrao encontrar otros relatos que nos digan que suele estar siete aos en Amboto
y otros siete en la cueva de Oiz, esta vez referido a una muchacha natural de
Lazcano que tena un hermano sacerdote).
La permanencia en Amboto se distingua por las continuas tormentas que,
con gran estruendo de truenos y relmpagos, incomodaban a los atemorizados
habitantes de aquellos valles. La gente sola decir: Ah va Dama de Aizkorri de
nube en nube en su carroza. (Aizkorriko Dama bere organ odeik odei dabil).
Cuando estaba en Aizkorri, de las entraas de la sima de Aketegui sala un
agradable olor que a los vecinos de Cegama recordaba el pan tierno recin sacado
del horno. Solan ser aos de sequa, y a la menor niebla asomaba el arco iris por la
boca de la cueva. Desde Txindoki provocaba grandes nevadas en invierno y solan
ser tres aos de esplndidas cosechas para los caseros circundantes.
En cierta ocasin, un pastor la vio pasar montada en su carroza, conducida
por siete machos cabros, hacia la cueva de Aketegui, entre las montaas de lava.
Cuando el muchacho se acerc a la boca del antro, vio cmo la Dama sostena el
peine de oro en una mano y el espejo en la otra, alisando su larga cabellera,
mientras plcidamente se dedicaba a tomar el sol. El pastor qued anonadado, sin
poder pronunciar palabra. Ella dej a un lado el peine y el espejo y, con amable
gesto de cabeza, le indic que se acercara, y lo abraz apasionadamente. Luego la
Dama le previno que le convena regresar a su casa sin prdida de tiempo,
sealando con su dedo la tormenta que asomaba en el horizonte: Ah estn mis
ejrcitos, y procura huir antes de que se hagan sentir aqu sus efectos.
El pastor contempl el espectculo que se avecinaba, y cuando quiso
despedirse de la Dama, sta ya no estaba.
Conviene saber que a la popular Dama de Aizkorri le llaman tambin Dama
de Aketegui, localizacin toponmica del antro en la cima del monte.
Estas mujeres cautivas, por el hecho de serlo, tambin reciben el nombre de
Un mozo se acerc una vez junto a la mora de largos cabellos que all haba y esta le
pregunt:
A qu vienes?
Vengo a verte.
Si slo vienes a verme, vete; si vienes a desencantarme, vas a sufrir.
Puedo yo desencantar a una muchacha tan hermosa?
S, pero vas a sufrir. Yo me meter en la piedra y luego saldr con forma de
culebra, me enroscar a ti y te pondr un clavel en la boca.
Si subes por m y te enroscas, es que eres una culebra. Vete a tomar por el culo!
As contest el rapaz y luego sali corriendo. Nunca ms se vio a la moza, y segn
los libros antiguos se desdobl y no aparecer hasta que le toque.
Cuento referido a una moura y recogido por Felipe Criado Boado en:
Las mouras
No hay que confundirlas con la raza mtica de los mouros, ni pensar que
stos son sus acompaantes masculinos, aunque en algunos relatos se suelen
mezclar a los unos con las otras por la sencilla razn de que sus apariciones
tambin tienen lugar en los mismos territorios: en los castros y en las mmoas
(tmulos). Los mouros, bsicamente, perteneceran a una raza de seres humanos
ancestrales con manifestaciones actuales, mientras que las mouras pertenecen al
llamado mundo de los elementales o espritus de la naturaleza. No obstante, la
relacin mouro-moura es muy habitual, sobre todo porque los mouros suelen
hacer lo mismo que hacen los culebres en Asturias: custodiar al hada y al tesoro
encantado. Asimismo, se suelen diferenciar en que en los mouros prima ms el
aspecto colectivo, de raza, mientras que en las mouras lo que predomina es la
individualidad y lo sobrenatural.
Estos seres fantsticos femeninos moran en pequeas lagunas, ros, castros,
pozos, cuevas, minas pero casi siempre bajo tierra. Suelen ser denominadas
encantadas cuando adoptan la forma de serpiente llamadas serpes y
cbregas en Galicia y relacionadas con el agua y la mujer o mouras cuando
se vinculan a un castro, mmoa o monumento prehistrico, saliendo por las noches
a peinar sus cabellos. En estas tierras existen distintos trminos segn la zona en
que hayan sido vistas. Tenemos a las xacias, con su historia de boda e hijos
incluidos, que moraban en el ro Mio, frente al castillo de Marce. A las Vellas,
que habitan en los nacimientos de ros de alta montaa, as como a las Princesas,
que son pequeas ninfas que viven y sufren en alguna fuentecilla del ro Limia. Por
ltimo, estn las seoras, que son jvenes y bellas mujeres que hacen brotar el
agua debajo de una pea del castro de Donide.
Pero, por lo general, en Galicia designan con el nombre de mouras a unas
encantadoras mujeres muy bellas, que guardan fabulosas riquezas, de las que tan
slo disfrutan ellas y ocasionalmente algunos humanos si aciertan a desencantarlas
o a cumplir ciertos requisitos. El carcter de hadas que tienen estos personajes
femeninos es indiscutible, y as fue destacado por Vicente Risco. El color de su pelo
vara de unas leyendas a otras: en el castro de Santiago de Tortoreos (Las NievesPontevedra), la moura sale a peinar su blanco pelo. En cambio, en el castro de Illn
(Saviao-Pontevedra), son descritas como esposas de los mouros fermosas e
branquias, siendo sus cabellos largos y negros. Sin embargo, lo ms normal es
que cuando se hace referencia a su cabello ste sea de color dorado o de oro. Lo
que no suele variar es la obsesin de estas mujeres por peinarse su larga cabellera
una y otra vez. En alguna que otra ocasin solicitan el favor de pequeas nias para
que las peinen a cambio de algn regalo (aunque no en esa mgica noche). Incluso
existen leyendas en la comarca lucense de Saviao, donde una seora pide a una
jovencita humana que le mirase la cabeza a ver si encontraba algn piojo y se lo
quitase. En agradecimiento, recibe carbones encantados de esos que al final acaban
por convertirse en monedas de oro al llegar a casa. Sobre su eterna coquetera
encontramos ms datos en el castro da Iglesia dos Mouros (Vern-Orense), donde
se relata que unos pastores que apacentaban el rebao en ese sitio trabaron
conversacin con las mouras que all vivan, las cuales les dijeron que sentan una
especial atraccin por los trapos y vestidos de color rojo.
La relacin que guardan los castros y los monumentos megalticos con los espritus de la
naturaleza, tanto en su construccin como en su habitculo, es una constante en muchas de
las leyendas de Espaa y del resto de Europa.
que deben ser recibidas a las doce de la noche de San Juan, consideradas como
milagrosas y dotadas de propiedades salutferas; los nueve besos que hay que dar a
la serpiente-moura para poder desencantarla, las nueve vueltas que se deben dar
alrededor del castro, etctera.
En el siglo XVII encontramos la que tal vez es la primera referencia
documental sobre tesoros encantados y sobre mouras en Galicia, tal y como son
conocidas en la actualidad. Se trata de un pleito que mantuvo el clrigo Vzquez de
Orxas con unos campesinos sobre la pertenencia de unas mmoas en las que
supuestamente haba oro enterrado. En l se da cuenta de una mujer descabellada
y bestida de rraxa parda que llevaba en la nano unos pelos suyos. Se encuentra
con un criado llamado Hilario Alonso, al cual le propone que qual le parescia
mejor, aquello que traha en la mano ella. El criado respondi inmediatamente
que ella, y entonces le dijo que fuera a cavar al otero de la mmoa de Segade y all
encontrara un tesoro para s y para toda su generacin.
Otras veces la moura aparece bajo aspectos tan espectaculares como el
descrito en el relato recogido en el castro de Mourelos (Saviao-Lugo), donde se
cuenta que yendo un da un vecino de Portotide a cortar lea, le sali al paso un
enorme ternero que de sopetn le dijo:
O me salvas o te mato!
El hombre, aterrorizado ante tal disyuntiva, le dio entonces un machetazo
certero en medio de la cabeza, con el que dej seco al animal parlante. Pero al morir
se transform en una bella seorita que se hallaba encantada en aquella forma,
siendo los autores de tan malvolo encantamiento segn confes luego la pobre
mujer los mouros de aquel castro. Al surgir con tan bella forma femenina, el
leador se cas con ella, viviendo felices y llenos de riquezas.
Mouras-serpientes
A pesar de lo dicho hasta el momento, lo normal es que la moura, de no
presentarse ante el humano en su bella forma habitual, lo haga en la de serpiente.
Es un hecho probado, a la par que simblico, que en Galicia a las mouras se las
asocia con las serpientes y con la noche mgica de San Juan (San Xohan). En
determinadas fechas, y sobre todo en esta mgica noche, salen a la superficie del
agua y se colocan a un lado de la fuente, cueva o castro que les sirve de morada,
lavndose y peinando sus cabellos con peines de oro.
Su hermosura es tal que cualquier mortal de sexo masculino que pase por
all se prenda de ellas sin remedio. Pero este amor suele ser imposible, pues cuando
los ms osados, echando arrojo y valenta al envite, se acercan a ellas, stas
desaparecen o se convierten en enormes serpientes. A veces logran entablar
conversacin sin que la mujer pueda abandonar la fuente o cueva a la que est
unida por un encantamiento. Para que sus relaciones amorosas fructifiquen o
simplemente para que se rompa el encanto, es preciso que el hombre desencante
a la moura siguiendo un ritual o protocolo que ella misma le propone. Las
formas de desencantamiento son muy variadas y van desde darle un beso a la
aparente sierpe en la boca, en una rosa o en un clavel que trae el reptil, hasta
llevarle un bollo de pan o producirle una herida. Si este ritual se lleva a cabo de
forma adecuada cosa que se produce muy pocas veces, la mujer abandona el
fatdico encanto, as como su forma de serpiente, convirtindose en una mujer
humana que se suele casar con el varn o le concede innumerables riquezas
pertenecientes al tesoro secreto que custodiaba en el interior de la fuente o castro.
Si el ritual fracasa, es frecuente que el hroe y a veces la herona lleguen a
morir o que se rompa definitivamente la posibilidad de desencantar a la mujer
serpiente.
Como hadas que son, y adems encantadas, les gusta relacionarse
sentimentalmente con los seres humanos, pero suelen ser idilios frustrados. Se
cuenta que en el castro de Ilion (Saviao-Lugo), la mujer de uno de los mouros que
all vivan (aqu se la asocia con esta raza mtica) entabl relaciones amorosas con
un campesino y l, totalmente arrobado, al cabo de varias noches acab hablndole
de matrimonio, proposicin que escuch a hurtadillas el mouro celoso,
sorprendindolos en el galanteo. La moura entonces rompi a llorar pues saba lo
que ello significaba y se despidi para siempre. Cuando a la noche siguiente volvi
el galn a visitarla, no resignado an con la negativa del da anterior, se encontr
con un enorme culebrn de varios metros de longitud que le hizo tomar las de
Villadiego.
Pero la leyenda ms clsica de la aparicin de una moura en forma de
serpiente es, por ejemplo, la que se cuenta en la zona de Chan da Moura
(Ribadabia-Orense), donde uno de estos personajes femeninos encantados se
peinaba sus cabellos con un peine de oro. Muchos la vean pero no se cercaban por
miedo, hasta que un da un mozo se atrevi a hablar con ella y sta confes que era
una mujer encantada, al igual que sus tesoros, y que si l quera desencantarlos,
tendra que venir una noche que fijaran de antemano, presentndose ella con
figura de sierpe con un clavel en la boca, debiendo l permitir dejarse enroscar por
ella y retirar el clavel de sus labios. As lo hizo el mozo, siguiendo todos y cada uno
de los pasos, hasta que en el ltimo momento la aprehensin y el asco pudo con l,
sin conseguir retirar el clavel, motivo por el cual la serpiente cay muerta,
surgiendo a la vez un tremendo ruido en el monte. En otros relatos hay que echarle
mucho ms arrojo y suministrarle nueve besos, tal como sugiere la siguiente estrofa
popular: El que me desencantare, nueve besos en la boca me ha de dare. Al darle
el ltimo, en teora se debe transformar en bella doncella, yndose agarrada del
brazo del galn que ha realizado el desencanto.
El origen de los berberechos
Qu tienen que ver las mouras con los berberechos? Existe un vago pero
interesante relato que relaciona de forma directa a las mouras con la aparicin de
estos moluscos en Galicia, tambin denominados crica.
La leyenda se recoge en el castro de San Luis, en Nova (La Corua), en las
tierras de Barbanza, y dice que al lado del llamado Chan das Murallas existe una
piedra de moura en cuyo interior haba un encanto. En cierta ocasin pregunt la
moura a un seor de Boa que pasaba por las cercanas del castro que si la quera
(nos imaginamos que el tal seor sera muy apuesto, sabiendo el buen gusto que se
gastan las encantadas), a lo que ste respondi de sopetn que no, que ni hablar del
peluqun (versin libre). Ante esta negativa, la moura encantada se desencant,
de tal manera que se march de all echando chispas en direccin a la playa y
desde entonces se dice que aparecieron los berberechos en sus costas (dende
aquela hai os berberechos). Como se puede apreciar, es de una lgica tan rotunda
que huelga todo comentario.
Mouras cantadoras
Es muy frecuente sorprender a las hadas lavando, hilando o tejiendo; en
cambio no lo es tanto sorprenderlas bailando o cantando y, sin embargo existen
algunos relatos donde incluso se han recogido las letras de sus canciones. Las
mouras se convierten as en cantautoras excepcionales, slo audibles para ciertos y
privilegiados odos mortales. Teniendo en cuenta sus habilidades cantarinas y que
son mujeres encantadas, se las podra llamar mouras encantadoras y mataramos
dos pjaros de un tiro.
En el castro de Antorcisa (Fonsagrada-Lugo) la tradicin seala que una
doncella muy hermosa, al bajar por las cercanas de A Vara do Gastelo a
pastorear sus ganados, qued fatalmente embelesada por los hechizos que all
haba y a partir de entonces sala a cantar a una especie de mirador una
cancioncilla que empezaba as:
A vaca marela, est na correla.
A vaca bragada, est na corrada.
Y en el castro Meimn (Boboras-Orense) relatan que muchas veces se vio a
una moura recitar esta nostlgica cantiga maternal:
No castro de Parada (Cameixa)
No castro de Magrs
E no castro de Meimn
Sea cual sea la causa fsica concreta de la extraa sonoridad acutica, ya no nos
abandonar la idea de que las nyades de las fuentes y los ros, como las nereidas y las
sirenas del mar, tienen su origen en una alucinacin acstica, en un embeleso de los odos,
los murmullos de las aguas en la noche. Sin comunicrnoslo, ambos tenemos la misma
sensacin y escuchamos fascinados, suspenso el nimo en la absoluta negrura de la noche,
los cantos, las risas, las llamadas con que las janas afirman su inmortal presencia en las
fuentes. Estos mismos murmullos, en las noches de la humanidad recin nacida, fueron el
firme testimonio de las divinidades de la naturaleza.
sobre las janas de las fuentes del Esla en Los caminos del Esla
actitudes a las mouras gallegas, que proliferan sobre todo por las zonas de
Andaluca, Castilla y Aragn. Buscan como habitculo las cuevas y antros
subterrneos. Estas moras suelen abarcar indistintamente a dos grupos de hadas: a
las encantadas y a las damas del agua.
En la casustica supersticiosa de estas tierras es frecuente que abunden tres
temas concretos: las almas de los muertos, los tesoros ocultos y las moras
encantadas, lo que no quiere decir que sean tratados de forma independiente, sino
que la mayor parte de las veces se entremezclan o se funden en una sola leyenda.
Respecto a las encantadas, es seguro que su creencia proviene de los antiguos
nmenes de las fuentes, seres mticos que moraban en ellas y las defendan,
dndoles propiedades sobrenaturales que se acentuaban sobre todo en la noche de
San Juan, noche donde las aguas de cualquier clase adquiran unas ciertas
propiedades mgicas. A partir de la Alta Edad Media, esos nmenes pasaron a
llamarse moras o encantadas de San Juan, pero sus aguas seguan teniendo los
mismos poderes, razn por la cual existen muchas costumbres relacionadas con
ellas practicadas en la noche sanjiranera, en concreto en su vertiente salutfera y
milagrosa. En algunos pueblos de las provincias de Valladolid y Salamanca creen
que poniendo hierbas aromticas a remojar durante esa noche y lavndose despus
con ese agua se vuelve uno ms guapo o se cura de enfermedades cutneas o de
la vista. Asimismo, bajan el ganado a que se bae en el ro ms prximo en la
creencia de que las aguas les preservarn de todo mal durante un ao, as lo
aseguran en La Cabrera (Len).
Cuando se habla de moras, dejando de lado sus reminiscencias musulmanas,
con las que muy poco tienen que ver, lo normal es que se dejen ver peinando sus
cabellos dorados en el da y noche de San Juan. Se corre el riesgo de confundirlas
con damas del agua, pues tanto unas como otras se manifiestan durante esa
noche y ambas prefieren las proximidades de las fuentes. Es conveniente para
distinguirlas mejor separar y diferenciar aqullas que se presentan dentro de una
fuente de agua a las que trataremos como ninfas, moras de las fuentes o damas del
agua y aquellas otras que se dejan ver en cuevas u otros lugares, que sern las
propiamente encantadas, moras encantadas, princesas, reinas moras, mozas o
moras a secas.
Ciertamente, todas ellas presentan rasgos que podramos considerar
comunes: son seres de aspecto femenino; se manifiestan en la maana de San Juan
y preferentemente a hombres; tienden ropa; se relacionan con tesoros ocultos;
piden ser desencantadas, etc. En Castilla siguen con la dichosa mana, ya vista en
de que en sus aguas habitaba no hace mucho tiempo una mora encantada
sanjuanera.
La provincia de Salamanca est plagada de topnimos que hacen referencia
a estos seres: casa del moro, pata del moro, cueva de la mora, charca de la mora,
fuente de la mora Podemos citar el pueblo de Villar de Argan, en cuya fuente,
llamada de las tahonas, exista y dicen que existe todava una mora
encantada que todas las maanitas de San Juan, antes del amanecer, tiende ropa
que utiliz durante el ao sobre las peas cercanas, lo cual no s si se trata de un
sntoma de limpieza o de todo lo contrario. Es frecuente tambin verlas ejecutar
esta actividad en la localidad de Villar de la Yegua, en la cueva conocida como Los
Castillos. De esta ltima nos refiere Jos Francisco Blanco que su abuela le contaba
que una mora le haba pedido a un joven que le ayudara a romper el hechizo. Para
ello lo llev a su cueva, donde deba superar dos espeluznantes pruebas: dejar que
su cuerpo fuera enroscado por una enorme serpiente y aguantar la embestida de
un toro con los cuernos en llamas, ambas sin inmutarse o asustarse. Su abuela le
asegur que la mora deba seguir sufriendo el encantamiento, pues el joven no fue
capaz de soportar estoicamente tales pruebas, muy similares, por otra parte, a las
que imponen las xanas encantadas asturianas y las mouras gallegas. En la Sierra
de Francia, en la cueva de la Quilama, se ubica el hbitat de una de estas reinas
moras encantadas, as como una extraa e invisible ciudad subterrnea habitada
por enanos
En el pueblo salmantino de Villarino de los Aires se recuerda una clsica
leyenda, igualmente conocida en otros lugares de Espaa: la del ama de cra que se
encuentra con una de estas moras en su cueva, la cual le pregunta si puede entrar y
dar de mamar a su hijo, a cambio de una recompensa. La mujer humana accede a
sus ruegos y, tras dar de mamar al nio durante varios das, la mora le entrega
como pago un montn de astillas que pone sobre el mandil. La mujer, cuando
regresa a su casa, se pregunta para qu le habr dado esas astillas que
aparentemente nada valen. Ante la duda, las va tirando por el camino hasta que
llega a casa, quedndole tan slo una de ellas como muestra. Comprueba entonces
con gran desesperacin que era de oro macizo. Rpidamente volvi a buscar las
dems pero ya haban desaparecido. Fue a la cueva de la mora y le pidi que le
diese ms astillas, pero la mora sentenci que no poda hacerlo porque las haba
despreciado. (Jos Mara de Pereda cuenta algo similar en Cantabria pero referido
a sus enanucos bigaristas de los que hablaremos en el libro sobre los Gnomos).
La provincia de Madrid, a pesar de su gran poblacin, tambin guarda sus
De un fastuoso palacio bajo las ajinas surge la ondina del lago, en actitud majestuosa,
paseando entre las brumas del amanecer del da de San Juan.
el molino de la Griega
ha de moler.
En este punto las versiones varan. Unos dicen que, ante esta blasfemia al
llegar el agua al molino todo vol por los aires. Otros dicen que el agua se volvi
para atrs por la cuesta arriba, contra todas las leyes naturales, hasta esconderse en
el depsito, y la molinera qued condenada a permanecer eternamente en el
molino lavando el metal.
El otro sistema de explotacin aurfera obedece al mito de los Hornos del
Griego que era obligar a la tierra a parir el oro antes de que estuviera maduro
fundiendo en los hornos los sulfuros. Esta forma de proceder era considerada por
los lugareos como irrespetuosa contra la naturaleza, pues no se segua el proceso
normal del metal, pudiendo incomodar a la Madre Tierra. Para aplacar su ira, se
echaban al caldo de fundicin varias gallinas o pavos como sacrificios expiatorios.
De ah brotan, seguramente, los relatos de cuevas donde hay un tesoro en forma de
gallina o pavo con sus polluelos de oro.
Tanto en Barniedo de la Reina, Olleros del Alba, Gete, Barrillos de Curueo
como en los Barrios de Cordn abundan antros donde se encuentran leyendas
alusivas a tesoros en forma de gallina o pavo con sus polluelos de oro. En los
Barrios de Gordn hay una cueva que denominan la Cardosa y en cuyo interior
existe un molino, siempre dando vueltas, custodiado por una molinera encantada
que lo fue por un pecado de amores, as como un pavo de oro macizo con sus
polluelos correteando por all. Comentan que esta cueva se comunica con la sima
del castillo. Los lmites geogrficos casi siempre quedan sobrepasados por una
imaginacin sin lmites.
Los tesoros pueden revestir distintas formas. Una pastora de Rosales,
mientras se lavaba las manos en una fuente del monte, not la presencia de un hilo
mezclado con el agua. Tir de l y observ que sala del mismo manantial. Por ms
que tiraba de l no cesaba de salir, as que tom una piedra y comenz a devanar el
hilo hasta que hizo un ovillo muy grande La pastora se cans de tanto hilillo y con
las tijeras lo cort, pero ste, en vez de quedar inerte en el suelo como era de
esperar, se fue escondiendo a manera de reptil por el manantial adentro. Cuando
desapareci totalmente el hilo, salieron unas burbujas y una voz femenina gutural
que deca:
Devanar, devanaste,
pero no acabaste;
si una vuelta ms
hubieras dau,
hubieras sacau.
La lamia de Cuenca
Por sorprendente que parezca, existen rastros sobre lamias fuera de sus
contornos geogrficos habituales, siendo stos el Pas Vasco y Navarra. Como era
de suponer, lejos de estas tierras no se las suele denominar como lamias, pero sus
rasgos fsicos suelen ser inconfundibles: los pies con membranas las delatan, sean
stos de oca o de gallina, aunque tambin hay rastros de mujeres con pie de cabra.
En la provincia de Cceres, en la Cerdaa catalana, en La Rioja, en Cuenca
se conservan leyendas que hablan de estas mujeres misteriosas, cuyas historias an
no han sido investigadas en profundidad y que plantean algunos interrogantes:
Las lamias estn ms extendidas de lo que parece o son individuos aislados que se
han salido de sus contornos?
Existe una curiosa tradicin en las tierras conquenses, con fenmeno
sobrenatural incluido, cuyo protagonista durante siglos ha sido el demonio
sobre todo para los ms fervientes devotos religiosos, pero que, analizado con
detenimiento, nos encontramos ante un caso cuya protagonista es una autntica
lamia a la vieja usanza, es decir, que concuerda perfectamente con la visin que de
ella se tiene en las tierras del norte de Espaa.
La versin ms popular y, por consiguiente, ms conocida del mito, hace
referencia a un demonio sarasa, con ciertas inclinaciones al sexo masculino. Refiere
la leyenda que hace muchos aos el demonio andaba por esos pagos y se prend
Vayamos a lo que de verdad nos interesa. Esas encantadoras, trgicas y, a veces, algo
crueles, moricas encantadas que pueblan tantos de nuestros rincones aragoneses, y
especialmente las cuevas o fuentes de nuestros escarpados montes.
Aragn Legendario, II
Y en la cabecera tiene
desconocido destino. Pero los aos pasaron, y pasaron los siglos, y la morica con
una paciencia encomiadle sigue esperando el regreso del jinete que venga a
rescatarla. Cuentan las gentes del lugar que todos los aos, en la inevitable maana
del da de San Juan, puede verse a la desdichada mora salir de la cueva y junto a la
fuentecilla, arreglar su larga cabellera con peine de oro. Una vez terminado el
tocado, regresa a su escondite, del que no vuelve a salir hasta un ao despus.
Tambin una doncella encantada de la localidad de Griegos (Teruel) mataba sus
ratos de ocio arreglando con un peine de oro sus cabellos. Dcese que una vez un
joven labrador tuvo la dudosa fortuna de encontrrsela, y que la doncella, al verlo,
le pregunt si la prefera a ella o al peine de oro. El mancebo, ante tal disyuntiva, y
no sabemos si ante la ausencia de belleza de la joven, se fue a lo que l crey seguro
y respondi que elega el peine. La doncella, que habra quedado liberada de su
hechizo al haber sido preferida, arroj el peine contra l y al instante qued
convertido en una astilla.
Melihah, la morica de Daroca
Juan Domnguez Lasierra hace mencin de esta leyenda proporcionando
todo tipo de detalles histricos. Es tal vez la ms famosa de las moricas aragonesas
encantadas. Es sabido que de las extensas ruinas del Castillo Mayor parte una
galera subterrnea que conduce a un pozo. Por aquella galera hace acto de
presencia y aqu entramos en la leyenda nuestra bella morica todas las noches,
blanca y radiante, en busca de su perdido amante.
Con expresin melanclica, peinando con oro sus cabellos negros, la bella morica encantada
espera, ao tras ao, el regreso del jinete que venga a rescatarla.
pozo del castillo es llevada la princesa y es arrojada al pozo. Poco despus, Jaime y
sus hombres penetran en la fortaleza y hacen prisionero a Abn-Gama.
Era el ao 1122. Cuando Jaime supo el trgico fin de Melihah, la melancola
se apoder de su espritu. Todos los das al anochecer suba al castillo y pasaba
largas horas junto a la boca del subterrneo que conduca al fatdico pozo. Y desde
el da de su temprana muerte es fama que la bella princesa mora, a la que llaman
desde entonces la morica encantada, sale todas las noches de aquel subterrneo
vestida de blanco, con una luz en su mano, vagando por las murallas del castillo en
busca del gentil caballero al que an espera para liberarse de su encierro.
Otros autores convierten a la morica encantada de Daroca en Selima,
sobrina de Muza y amante esposa de un tal Ahmar, a la que desea el malvado
Ibnabala, gobernador moro de Zaragoza que, con auxilio de las tropas francas de
Carlomagno, quera apoderarse del reino de Aragn. La esposa es detenida y, al
negarse a satisfacer las apetencias de Ibnabala, es enterrada viva en las mazmorras
del castillo de Daroca. A partir de aqu la leyenda.
Otras moricas que enamoran
El Forato de la Mora, de Aquilu (Huesca), una cavidad en el hoy barranco
de la Virgen de los Ros, conserva el recuerdo de una mora misteriosa que
solamente sala de su cobijo para peinar a una seora principal del pueblo. Era su
trabajo de tal perfeccin que era recompensada con pepitas de oro. No encuentran
algo raro en esta leyenda? Lo normal es que sucede al revs.
De peinadoras trata tambin la historia de la reina mora de la localidad
oscense de Rasal, ocurriendo los hechos en Casa Petrico de Rasal. En las cuevas que
han tomado su nombre vivan un moro y una mora unidos sentimentalmente. Una
anciana de Rasal acuda todos los das hasta all para peinar los hermosos cabellos
de la mora, pese a que nunca perciba gratificacin alguna por su tarea. Hasta que
un da, en pago a su maravilloso trabajo, aquella reina de las cuevas le obsequi
con un gran rebao de vacas, que apareci a sus espaldas. Su generosa donante le
advirti no mirase hacia atrs hasta que la ltima vaca de la manada hubiese
entrado en su corral, pues de hacerlo as, el rebao se dispersara y desaparecera
por el monte. La anciana, con gran excitacin, y acompaada por el concierto de
mugidos y esquilas a sus espaldas, sigui el consejo, y as lleg hasta el establo.
Abri la puerta y empezaron a entrar las vacas, cuyo nmero pareca interminable.
De tal modo, que la vieja peinadora, asombrada de la cantidad de reses que
Algunas cosas ms se podran contar de estos seres benvolos con las gentes vecinas
de los lugares por ellas habitados, alejadas del trato del mundo, posedas de una belleza
incomparable, rodeadas de portentosas maravillas, pero no hay palabras suficientes para dar
una idea de su fantstica existencia.
JOAN AMADES:
ssers fantstics
Els encantades
L os encantats, tanto masculinos como femeninos, forman uno de los
principales grupos de seres mgicos que encontramos en Catalua. La tradicin
cree que se trata de mortales (hombres o mujeres) vctimas de algn tipo de
maleficio o, como su nombre indica, de un encantamiento, por el que se
convierten en seres condenados a una vida eterna y desterrados a un lugar fuera
del tiempo y del espacio ordinario. Este encantamiento los convierte en prisioneros
y trae aparejado que unas veces se puedan convertir en objetos inanimados, como
rocas o piedras, y otras en animales o repugnantes bestias de lo ms variadas (no
olvidemos un caso tpico de la mitologa europea popular: el prncipe convertido
en sapo que es desencantado con un beso). Por lo comn, si son hombres, se los
Las ninfas de la mitologa clsica reciben en Espaa distintos nombres segn las zonas
donde sean vistas: mujeres de los ros, dones daigua, alojas, damas de las fuentes, hadas de
agua dulce, etc.
La inconfundible estrella en la frente suele caracterizar a las hadas acuticas catalanas.
principalmente los estanques de Caranda y Lans como lugares habitados por las
gojes. Las personas que se acercan al lago de Lans, en la comarca de la Cerdanya,
saben que no se deben aproximar mucho pues en determinados das, sean stos
sagrados, de niebla o tormenta, es peligroso asomarse a este lago de la vertiente
cercana del Carlit, y especialmente si son hombres, porque en el fondo del Lans
viven unas dones daigua de lestany que les pueden encantar.
Estas damas del agua tienen a una reina que en su da fue una doncella de
una casa de pays del vecino Canig. Se enamor locamente de un joven del
pueblo de Enveig (hoy francs). La muchacha del Canig le dijo al mozo que le
llevara al fondo del lago para casarse en su palacio de agua y cristal, pero que
durante el viaje a las profundidades no debera mirar hacia atrs ya que, de
hacerlo, no es que se quedara convertido en una estatua de sal, pero s quedara
encantado para siempre en forma de piedra, a la par que ella tambin sufrira las
consecuencias, quedndose prisionera eternamente de las heladas aguas del lago
que, para aquellos que les interese, est por encima de los 2000 metros de altitud.
El lector ya se puede imaginar lo que ocurri: an estn all, uno para ser
contemplado y la otra para seguir eternamente seduciendo a todo mortal que se
ponga a su alcance, sin prisa ninguna, porque lo que se dice tiempo, tiempo no le
falta.
En la zona de Queralbs, bajo el Pas deis Lladres, sita la ms crdula
tradicin unas cuevas encantadas, as como en la denominada Cova de Rialb.[*]
La pubilla caprichosa
Hay una curiosa leyenda, de sas que casi se hallan perdidas en nuestro
folclor, en la cual una mujer decide pasar al mundo de las hadas, gracias a un
encantamiento al que se somete voluntariamente, circunstancia sta que no es muy
normal, pues pocos casos hay en que este acceso sea de motu proprio. La leyenda
refiere que haba en Sant Quint de Mediona (Barcelona) una masa de gran
riqueza, que deba heredar una joven, hermosa y caprichosa a partes iguales, hija
nica de los dueos.
Eran muchos los muchachos del pueblo, y aun de toda la comarca, que
pretendan la mano de la joven por obvias razones; pero a todos los rechazaba
alegando que no haba llegado todava la hora de casarse. Iba pasando el tiempo, y
la pubilla no se decida por ninguno. Tres, entre los muchos que la haban
querido, fueron ms constantes, y continuaron asedindola, a pesar de sus
negativas. Se los encontraba cuando sala a apacentar sus rebaos, cuando iba de
paseo, en las romeras, los bailes
Cansada ya de decirles que todo era intil, se fue a ver a una bruja que
habitaba en la cueva denominada de Bolet y le pidi que la encantara. De esta
manera la dejaran todos en paz. As lo hizo la bruja, y en la misma cueva qued la
joven, toda vestida de blanco, de pie sobre un alto pilar, rodeada de serpientes que
no permitan que nadie se acercara a ella. El encantamiento tena una condicin:
nicamente el que consiguiera atravesar la muralla de vboras y tocar la orla de su
manto blanco podra desencantarla y casarse con ella.
Cuenta la leyenda que muchos fueron los que intentaron entrar en la cueva y
desencantar a la pubilla de Can Fbregas. De ellos son los huesos que llenan el
suelo de la cueva de Bolet, ya que no slo no lo consigui ninguno, sino que ni
uno solo sali de all con vida. All permanece la pubilla, segn creencia de los
viejos del pueblo, y nicamente en la noche de San Juan, a las doce en punto, sale a
tender su ropa en los zarzales que hay frente a la cueva y que casi obstruyen el
paso.
Relato similar a ste se cuenta de una dama encantada, guardada por un
gigante en el interior del Pico Sacro gallego. Los que intentaron salvarla murieron
en el intento y sus esqueletos cuelgan de la entrada del subterrneo como
escarmiento a los ms atrevidos.
Las pedras de las alojas
En el libro sobre los Duendes, al hacer referencia a los follets del Ripolls, se
dijo que posean una pequea piedra que siempre llevaban consigo a modo de
valioso talismn o amuleto, que hacan rodar alegres por la casa que escogan como
habitculo. Su prdida significaba grandes desgracias para el follet y para los
dueos del hogar. Pues bien, las goges del Ampurdn, segn puntuales leyendas,
tambin tenan sus piedras encantadas, aunque no las utilizaban para divertirse,
sino que las guardaban en su interior. Ellas vivan en el viejo castillo de Rupia,
donde resida su reina, y en cierta ocasin, de la que no se nos refiere su causa pero
que debi ser sumamente trgica, vomitaron la maravillosa piedra que les daba su
esencia, convirtindose en humo, pues la prdida de la misma, como si de su alma
se tratara, equivala a su desaparicin, esparcindose por el aire.
El castillo qued entonces abandonado y, por la accin del tiempo, se
Al cabo de un rato de espera dentro del bosque, las hadas hicieron su aparicin,
llegaron saltando y cantando: Dilluns, dimarts, dimecres, dijous, divendres, disapte
sis. El malo enseguida aadi: y diumenge set. Las hadas todas rabiosas se
volvieron hacia l y dijeron: Quin ha sido esta bestia que ha osado desafinar?.
descendientes de esta legendaria raza, e incluso a brujas, pero casi nunca se hace
mencin de hadas.
Por contra, existen numerosos testigos, tanto de aos pasados como actuales,
que aseguran haber visto en algunas zonas muy concretas de las islas Canarias a
unos etreos seres blancos de ambos sexos. Segn los testimonios de los ms
viejos del lugar, se tratara de ancestrales seres humanos de carne y hueso que
habitan en enclaves recnditos del archipilago y a quienes es mejor dejar vivir y
no molestar. Esta idea entronca con la hiptesis que mantienen algunos autores de
que seran antiguos atlantes que viven en el subsuelo y oquedades de ciertas islas,
preservando sus grandes tesoros y conocimientos.
Bastantes datos obtenidos parecen confirmar que un lugar especialmente
propicio para este tipo de apariciones es el barranco de Badajoz, en Tenerife, en
cuyas faldas se levantan las enigmticas pirmides de Gimar. Se trata de un lugar
de difcil acceso, horadado por cuevas, en donde los antiguos guanches
depositaban a sus momias. Hay constancia escrita de que en el ao 1912, durante
unos trabajos en las galeras de aguas de la zona, se derrumb una de las paredes y
los operarios pudieron ver una extraa galera, hasta ese momento ocultaron a tres
extraos hombres blancos e hicieron un ademn de acercrseles, pero los
trabajadores, asustados, corrieron hasta el cuartel de la Guardia Civil de Gimar
para relatar el suceso. Cuando ms tarde regresaron no encontraron rastro de esos
tneles, circunstancia que suele ser habitual en relatos similares de otras partes del
mundo.
Se ha observado, y plasmado reiteradamente por cmaras fotogrficas, que
sobre el cielo nocturno del barranco de Badajoz y sobre la zona de Las Caadas, al
pie del Teide, aparecen, de vez en cuando, misteriosas formaciones o haces
lumnicos que los vecinos asocian a la presencia de extraterrestres o a la de esos
enigmticos hombres blancos. Incluso existe una fotografa hecha a dos nios en
la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma, donde se puede observar detrs de
ellos una extraa y neblinosa figura blanca de aspecto femenino, cuya presencia
todava no se ha podido explicar de forma convincente despus de las pruebas
hechas en laboratorios fotogrficos.
Mucha gente del lugar est fuertemente convencida de la existencia de estos
seres, que unos asocian con espectros del ms all, otros con extra o
intraterrestres (los ms), otros con hadas (los menos) y otros con una antigua y
poderosa civilizacin paralela, y lo estn porque los siguen viendo, aunque pocos
Los payeses catalanes recomendaban, a quien la viera, taparse los ojos si era
necesario o cambiar de rumbo antes que correr el riesgo de tropezarse con ella.
Estas apariciones suelen acontecer en noches de luna llena, donde su ttrica
claridad remarca mucho ms los relieves y consigue que sea mucho ms
fantasmagrica la puesta en escena de esta mujer, que al principio se asemeja a una
blanquecina nube que flota en lo alto de una montaa, pero si el ser humano es
curioso y se va acercando poco a poco, descubre que es una mujer de gran tamao,
de la cual quedar embrujado en el momento que se crucen sus miradas.
La dama blanca es una autntica agorera, pues su aparicin, como ocurre
con la Santa Compaa en Galicia o la Hueste en Asturias, suele anunciar la
muerte y dicen que si es mirada por el viajero, condenar a ste a una muerte no
muy lejana, al menos as lo cuentan en algunos pueblos de Catalua; en Mallorca,
por el contrario, tiene un significado ms ambiguo. Aparece en bosques
deshabitados y ha sido vista en lugares tan concretos como en Son Caulelles, entre
Sa Cabaneta y Portol, considerada su visin como claro mensaje de que alguien del
pueblo va a morir, pero no necesariamente quien la ha visto.
Es tan popular en algunas zonas de Mallorca que incluso se ha dado nombre
a una determinada clase de nube, llamndose sa mala dona a unas nubes muy
gruesas, que tienen forma de una mujer blanca, gigante, como envuelta en una
tnica y que suelen salir por el oeste, pronosticando casi siempre la tempestad, as
lo creen al menos en la zona de Capdepera.
Pero todas estas apariciones de la Dama Blanca no tiene que ver, como
claramente se puede comprobar, con el ciclo ferico de las hadas, sino ms bien con
el mundo de los difuntos y suelen corresponder a mujeres muertas en
circunstancias violentas, pues las autnticas damas blancas (al menos tal como
las conciben en otros pases de Europa) son seres espiritualmente muy
10
Las hadas son bellas y juguetonas y puede aprecirselas clarividentemente casi por
todas partes, en todos los lugares en donde haya plantas con flores, rboles frutales y hierbas
aromticas. Hllanse muy particularmente activas durante la estacin primaveral en la que
la naturaleza cubre de verdor y de flores los prados, los valles, los bosques y los jardines.
Encantadas extremeas
Existen muchos relatos y leyendas que tienen como protagonistas a
hermosas mujeres, sean moras, princesas o aldeanas, que en virtud de algn
perverso encantamiento estn condenadas a hacer las ms extraas extravagancias,
dejndose ver, por lo general, el da mgico de San Juan. Para no cansar al lector
con el detalle de las mismas, expongo algunas de forma telegrfica:
Respecto a moras encantadas, tenemos numerosos testimonios como el de la
reina mora que habita en la fuente de Velasco junto a Cabeza de Buey, dedicada a
bordar eternamente unas babuchas a Zancarrn. La mora de la cueva de
Cantamora, en Talavera la Vieja, que deja estticos a todo ser viviente que llega a
de Pealba, sita en un cerro prximo a la villa del mismo nombre, de la cual se dice
que tiene tres kilmetros de profundidad. An se puede or a la gente del lugar
que antao, antes de salir el sol en el da de San Juan, vean los labriegos una
tienda repleta de objetos a la puerta de la cueva que desapareca nada ms surgir
los primeros rayos de sol. En cierta ocasin, un aldeano se acerc a beber en un
arroyuelo cristalino que surga del fondo de la oquedad y vio un hilo de oro que se
perda en el origen de la corriente, se lo empez a liar al brazo y, cansado de tanta
vuelta y revuelta, rompi por fin el hilo y es entonces cuando oy una voz que sala
del interior de la cueva que le deca:
Incauto, has roto el hilo de mi desencanto con lo que me has perdido y
t perdiste un tesoro!
Una leyenda similar a sta se cuenta de la fuente Labrada, situada en el
pueblo cacereo de Guijo de Granadilla.
Hadas granadinas
Miguel ngel Moreta y Francisco lvarez, en su obra Supersticiones populares
andaluzas, abonan la hiptesis de que las mozas encantadas existen en todo el
variado folclor espaol, siendo divinidades o genios femeninos de las fuentes que
se dejan ver sobre todo en la noche de San Juan. En Portugal y Extremadura es muy
popular la creencia de que en esta mgica noche se manifiestan en forma de bellas
mujeres, a modo de ninfas de las aguas, abandonando su habitual transformacin
en serpientes que es la que adoptan durante el ao, viviendo en el fondo de los
pozos o de los arroyos. Cuando se transforman en figura humana, se dedican a
peinar sus cabellos con peines de oro.
De la mano y la pluma del folclorista Jos A. Snchez Prez ponemos sobre
el tapete la existencia de estas bellas mujeres sobrehumanas en el sur de Espaa,
particularmente en Granada. Seres que podan transformarse a voluntad,
cuidaban de los animales, atraan a los mozos, tenan gallinas de oro, saban hilar y
tejer maravillas y danzaban en la maana de San Juan, es decir, todo un inventario
de quehaceres propios de sus parientes las hadas-encantadas, aunque por estas
tierra al sur de Despeaperros su recuerdo es tan diluido que apenas se las
menciona en el folclor andalus como tal y s como moras cautivas o encantadas.
Francisco de P. Villarreal, en El libro de las tradiciones de Granada (1888), refiere
que en Montes Claros viva una de estas hadas encantadas, rodeada de
descomunal pea se abra en dos, emergiendo una hermosa mujer vestida con
tnica blanca que se diriga andando hasta el arroyo, llamando por su nombre al
caballero don Pedro. Este, recuperado del pasmo, dialog con la encantada, la cual
le dijo que habitaba en las profundidades de la tierra y que era custodiada por un
gigantesco negro, que esa noche le impidi que se pusiera su habitual collar de
perlas, por lo que si don Pedro quera conseguirlo debera acompaarla al interior
del peasco. As lo hizo y, una vez dentro, pudo ver una estancia ricamente
adornada con terciopelos, alfombras y tises. All haba un cofrecillo en el cual
estaba el collar de perlas que entreg a don Pedro, pero en ese instante apareci el
forzudo y grandulln negro que orden al mortal devolverle las joyas, a lo que
negse. Desenvain su espada y lanz una estocada sobre el cuerpo del guardin,
comprobando horrorizado que el acero no haca mella en l, pues al contacto con el
negro la espada se tornaba invisible.
Es seguro que el nieto, en esta parte de la leyenda, estar sumamente
interesado y preguntar ms detalles al abuelo, pero ste, tras esperar los segundos
de rigor, terminar contando que al da siguiente, en el amanecer de la maana de
San Juan, unos pastores que pasaban por el camino de Benamor encontraron el
cuerpo de don Pedro Lpez de Villora sin vida y sin seal alguna de violencia,
junto a la piedra de la encantada. Pronto se divulg la misteriosa y trgica muerte,
y cuando fue conocida por doa Castellana Fajardo, de la impresin perdi el don
de la palabra y tuvo remordimientos hasta el fin de sus das. No sabemos si al nieto
le habr gustado este final, pero, si no fuere as, se le puede compensar con esta
otra leyenda levantina.
La mora de la fuente murciana
Pedro Daz Cassou recogi en 1895 un curioso relato de una mora encantada
escrito en el lenguaje popular panocho, tpico de la huerta murciana. El suceso lo
ubic cerca del castillo del Puerto de la Caena donde narra cmo su protagonista,
Pepurro, iba el da de la Ascensin con su burra y al pasar al lado de la fuente de la
Pin e Tizn quiso beber agua fresca, que sala a chorros y, en ese preciso
momento, sinti a lo lejos que daban las doce de la noche en la campana de la
catedral de Murcia. Al sonar la ltima campanada sali de improviso a su
encuentro una mujer, con aspecto de viejecita, que portaba una jarra verde y a la
cual haba visto el da anterior hacindole la misma proposicin que le haca ahora:
Si quis agua, toma, pero dame un beso.
En esta ocasin, Pepurro accedi, cerr los ojos y le plant un sonoro sculo
donde primero pill, y al abrir sus prpados pudo ver con sumo agrado a una
hermosa mora ms bonica quna peseta isabelina con una bestimenta mu bord
que leca con una vos mu pegalosiqua:
Mas desencantao!
Las hadas no siempre son lo que parecen a primera vista. A veces, una simple anciana que
ofrece agua a beber de su cntaro oculta bajo esa apariencia una bella mora que desea ser
desencantada.
11
Me gustara saber quin ha decidido que no existen las hadas. Ni los gnomos, los
elfos, los trasgos y dems habitantes del mundo crepuscular. Ya s que no hay manera
emprica de demostrar la existencia de estas criaturas fantsticas, pero tampoco hay manera
de demostrar la existencia de Dios, y fjense ustedes la cantidad de partidarios que tiene.
ROSA MONTERO:
odo que no hay comparanza en el cante; adems, las sirenitas siempre conservan
su buena voz porque nunca estn afnicas y porque tampoco se constipan.
No lo entiendo
Pos bien claru y a la vista lo tien replic el capitn. Usted no
comprende que cuando comenzaron esas seoritas a gorgear como los mesmus
angelucos del cielo, les ha entrado a las sirenitas una envidia venenosa y se han
alborotado y por eso est la mar as de revuelta.
Juan Moya, a sabiendas que esta gente marinera saba muchas cosas sobre
estos minsculos seres, aprovech la ocasin, un da distinto, para interrogar a un
tripulante del Agustn cuando este se solazaba en una taberna del puerto. Le
pregunt sobre si era cierta la clsica historia que corra de que las sirenas eran
fruto de una maldicin.
Esas sern las sirenitas o pitusas de otros mares, pues las de por ac no
son tan guapas aunque se dejan ver todos los das del ao. Los del cabildo lo
sabemos como el Padrenuestro, y los mozuelos de la escuela saben tambin que
desde Adn y Eva y puede que antes no ha habido desde Castro Urdiales a
San Vicente de la Barquera denguna de estas ralezas.
Cul es su opinin sobre de dnde proceden las sirenas?
Parece mentira que un seor tan estudiado no haya aprendido al cabo de
los aos que veranea por aqu la verdad de este asunto. Sepa usted, y no lo olvide
en jams de los jamases, que las sirenitas son muchsimas. Ningn cristiano las
podra contar en un milln de aos. No han tenido ni padre ni madre con figura
corporal humana porque forman entre todas el mismo mar del mundo Cuando
el mar da unos alaridos mayores que los del Ojncano cuando va a morir, entonces
es cuando las sirenitas comienzan a juntarse, a saltar y a echar unos espumarajos
amarillentos como bilis, que al hervir se hacen cada vez ms grandes. Estos son los
que, despus de hacer naufragar las embarcaciones, llevan sin remisin a los
tripulantes ahogados a la orilla, cuando no hasta los mismos profundos. Luego del
estropicio les entra la galbana y van muy mansucas, como si n hubiesen hecho, a
recostarse sobre las playas. Sepa usted que las sirenitas son olucas chiquirritucas
pero que estn, muy unas y siempre disciplinadas no van ms que a lo suyo. La
luna dice que las gobierna pero no lo crea usted. El nico que las amansa cuando
quieren cometer alguna catstrofe es Aqul que est all arriba. Lo dems son filfas
Tercera parte
DOLORES MEDIO:
Tradiciones melusinianas
Es fcil imaginar la cara de asombro que debi poner esta mujer sobrenatural al comprobar
que su autentica naturaleza haba sido descubierta.
histricos que hicieron apostillar alegremente a Sinistrari que todos los habitantes
de la isla de Chipre tenan un origen diablico.
Aparentemente, la leyenda de Melusina parece que poco o nada tiene que
ver con el folclor y las tradiciones de nuestro pas, pero ciertamente tiene muchas
ms vinculaciones de las que nos podemos imaginar, al menos en tres aspectos
concretos: uno, el lugar que eligi para morir Raimondin; dos, el reinado de un
nieto de Melusina en Madrid: Len de Lusignan, y tres, la influencia del mito
melusiniano en otros relatos de parecida factura que se encuentran en Espaa.
La tumba de Raimondin
Pasemos a comentar el primero de los aspectos reseados. Como dato
interesante aportado por Garca Atienza, decir que Antoine de Lalaing, que
acompa a Felipe el Hermoso en su primer viaje en 1501, cuando an no era rey
de Castilla, escribi una Crnica donde cuenta, en su libro segundo, que en una
visita del archiduque al monasterio de Montserrat y a las ermitas que lo rodean, le
explicaron que en una de ellas est sepultado Raimondin, marido de Melusina,
que all hizo su penitencia como el mayor desierto del mundo. Esto tiene cierta
explicacin si echamos mano de nuevo de la leyenda referida, la cual acaba
diciendo que los dos ltimos hijos del matrimonio, Ramn y Thierry, continuaron
recibiendo los cuidados nocturnos de su madre Melusina, sin ser vista por nadie.
El compungido Raimondin, despus de haber intentado en vano recuperar a su
esposa, se retirar al cenobio de Montserrat donde pronto morir santamente,
alcanzando su descendencia, no obstante, gran prestigio y poder.
Un nieto de Melusina, rey de Madrid
Respecto a la otra de las vinculaciones del linaje de Lusignan con Espaa,
tenemos que recordar que Jean dArras cuenta que los hijos de Melusina
cumplieron con el destino que se les reservaba, convirtindose, cada uno de ellos,
en reyes: Renaud, en rey de Bohemia; Urian, en rey de Chipre; Guion, en rey de
Armenia donde su ta Melior guardara eternamente el halcn sagrado en su
castillo fabuloso; Antoine, duque de Luxemburgo.
Garca Atienza, con informacin suministrada por Pero Lpez de
Ayala (1332-1407), consejero de Juan I, y de algunos cronistas de Madrid que luego
la repitieron con ms o menos detalle (el padre Mariana, Gonzlez Dvila y Jos
Amador de los Ros, entre otros), indaga en la historia de la dinasta de los
Lusignan armenios, que dur apenas treinta y cuatro aos. En 1375, el reino de la
Pequea Armenia era conquistado por las tropas egipcias y su rey, Len V (el rey
con nombre de fiera al que se refiere la supuesta profeca de Melior en el libro de
Jean dArras), era hecho prisionero y llevado a El Cairo, junto con su mujer y su
hija, donde tendra que esperar casi seis aos a que un soberano como Juan I de
Castilla (1358-1390), que nada tena que ver con su familia ni con la patria de sus
antepasados, acudiera en su ayuda por compasin y lo rescatara a cambio de
entregar al sultn piedras preciosas que no haba en su tierra, sedas y
halcones. Una vez libre, lleg a Medina del Campo enfermo y sin recursos
econmicos. El rey castellano le dio de por vida un nuevo reino consistente en el
seoro de Madrid, Ciudad Real y la ciudad de Andjar, de las que tomara
posesin con el nombre de Len I de Madrid en el ao 1383 (e dile para toda la
vida la villa de Madrid, la villa-real, la de Andjar, con todos sus pechos e
derechos e rentas que en ellas ava; dile a ms en cada ao en toda su vida
ciento e cinquenta mil maraveds), pero esta generosa donacin slo era vlida
mientras el rey armenio viviera, porque a su muerte volvera a pertenecer a la
Corona.
El rey Len Lusignan de Armenia permaneci en el poder durante siete
aos, gobernando a sus sbditos en paz y armona, aunque para ciertos cronistas
se preocup muy poco de Madrid. Durante ese tiempo mand reedificar las torres
del Alczar Real. Cuando muri su protector, el rey Juan I en 1390, se march de
Castilla y pas a Francia, segn nos cuenta el padre Mariana, pero muri al ao
siguiente en Pars.
Con la muerte de Len V desapareci definitivamente la estirpe de los
Lusignan, justo cuando sta empezaba a adquirir una fama inusitada gracias a la
publicacin del libro sobre Melusina de Jean dArras.
El heredero de Juan I, Enrique III, vivi siempre en Madrid e inici la
construccin del palacio de El Pardo (lugar donde pas sus ltimos aos al lado de
su hermosa manceba, doa Mara de Castilla, que era la esposa de don Enrique de
Villena), por una real cdula de 1391, y para que no volvieran a ocurrir casos como
el de Len V, orden categricamente que desde ese momento y para siempre,
Madrid sera patrimonio inalienable de la Corona de Castilla.
Griselda, reina de las encantadas del Canig
Anteriormente he hecho referencia a una de las tres hijas del hada Presilla,
llamada Palestina (hermana de Melusina) que era muy fina Pero dejmonos de
ripios baratos y vayamos al grano. Esta hada fue castigada a permanecer en una
cueva situada al pie del monte Canig, guardando en su fabuloso castillo los
tesoros de las hadas. En Espaa se da la circunstancia de que existe una curiosa
leyenda que ubica a un hada legendaria, llamada Griselda, en este macizo y que
est relacionada con la fundacin del Monasterio de Sant Mart del Canig, cuya
gesta fue recogida y cantada magistralmente por el poeta cataln y mosn Jacinto
Verdaguer, publicada en 1886. En este largo poema, un coro de hadas repiten, a
modo de leiv motiv, la siguiente estrofa:
Montaas deleitosas
todo el ao florecen
luciendo su verdor.
del ms alto linaje y damas de buen ver, pero tampoco faltaron los pastores que
cuidaban de los grandes rebaos. Refiere la leyenda que entre las pastorcillas haba
una de tan candorosa belleza, que Gentil se enamor de ella slo al cruzarse sus
miradas y de inmediato se sinti correspondido. Terminada la ceremonia, bajo la
advocacin de San Martn, que, como San Jorge, es protector de los caballeros,
comenz la msica y el jolgorio. La pastorcilla y el joven caballero, buscando
intimidad, desaparecieron en los jardines.
Fue durante la ausencia de Gentil cuando lleg al castillo un mensajero. A
grandes voces dio la alarma de que los sarracenos, formando poderoso ejrcito,
haban llegado con sus galeras y desembarcado en tierras catalanas. Los dos
hermanos, Guifr y Tallaferro, airados por esta invasin, llamaron a todos los
hombres disponibles a las armas.
En tanto, el caballero Gentil, conducido por la hermosa pastorcilla, se haba
alejado del castillo e ignoraba todo lo sucedido. Haban llegado al pie del
majestuoso y mgico monte del Canig, sorprendindoles a ambos el anochecer, y
el caballero quedse dormido en brazos de la pastorcilla.
Cuando abri de nuevo los ojos, asombrado, vio que se encontraba en un
mundo extrao, irreal, pero de esplendorosa belleza. Todo el agreste paisaje
anterior se haba transformado. La pastora tambin se haba transformado: ya no
vesta sus humildes prendas, sino galas de fulgurante riqueza. En palabras
castellanizadas de Verdaguer, la visin sera as:
En un prado, en la cumbre de aquel monte,
Era la reina Griselda, seora de todas las encantadas del Canig. De pronto
surgieron, no se saba de dnde, todas las hadas de su reino maravilloso y le
formaron sumiso cortejo. Colmaron de atenciones a la pareja. Gentil fue conducido
por maravillosas salas de mltiples colores de un gran castillo. Las salas eras
avencs (grutas subterrneas), todas ellas alumbradas con luces que se ignoraba
de dnde procedan. Sonaban arpas invisibles y todo contribua al propsito de
hacer ms agradable la estancia de Gentil.
Cuando salieron del palacio real les aguardaba una deslumbrante carroza
guarnecida toda ella de perlas y diamantes. En vez de caballos eran siete ciervos
blancos que tiraban de la carroza, y as, desde los aires, el caballero Gentil y la
reina Griselda recorrieron desde la cima del Canig todo el Rossell, Foix y la
Bigorra.
Asmate! dice ella, y en verde panorama
Gentil, encantado por tantas maravillas y por el amor que senta, haba
olvidado totalmente a los suyos. Ignoraba que los sarracenos haban desembarcado
en Alger y que avanzaban peligrosamente.
Guifr y Tallaferro esperaban encontrarse con las huestes del caballero
Gentil, y, unindose a ellos, frenar juntos a los sarracenos. Pero al llegar al punto
donde esperaban encontrar la ayuda de Gentil, ste no dio seales de vida. El
conde Guifr, que haba captado las miradas intercambiadas entre el caballero
Gentil y la pastorcilla, adivin lo que haba sucedido. Enfurecido por lo que
imaginaba, espole su caballo y a la carrera fue ascendiendo hasta la cima del
Canig.
La leyenda no es explcita en este detalle, pero lleg en el preciso momento
en que la pareja de enamorados se dispona a contraer matrimonio. Lleno de ira al
comprobar cmo el caballero Gentil se haba dejado seducir por la bella pastora en
los momentos en que la patria catalana peligraba, se lanz sobre su sobrino y lo
despe por el precipicio. A una seal de su reina, las hadas rpidamente
ascendieron del abismo al infortunado caballero Gentil y en silencio lo depositaron
muerto junto a los pies de la reina. Enloquecida de amor y de dolor, Griselda
emprendi el vuelo, seguida de su corte de hadas y ciervos alados, y desapareci
en las alturas del Canig sin que jams se volviera a saber de ella.
Guifr orden que sonaran los cuernos de guerra reclamando ms hombres
para la lucha contra los sarracenos. Hasta los nios se armaron con las guadaas,
hoces y horcas de sus padres y, seguidos de los perros de sus masas, quisieron
defender la tierra y sus frutos.
Mientras Guifr haba partido en busca de Gentil, el caballero Tallaferro,
conde de Cerdanya y seor del Rossell, haba contraatacado, venciendo a los
sarracenos y logrando acabar con todos ellos. Algunos de sus valientes se haban
adelantado al enemigo y haban prendido fuego a sus galeras, imposibilitndoles la
huida, por lo que todos los sarracenos fueron aniquilados, sin que ninguno de ellos
salvara la vida.
Reencontrados, despus de la victoria, los dos hermanos, Tallaferro le
pregunt a Guifr por su hijo, el caballero Gentil. Con inmenso dolor revel a
Tallaferro cmo, dejndose llevar de la ira, haba despeado a Gentil.
Por mero sentido comn, no deja de extraar que unos seres como las
sirenas (en el supuesto de admitir su creencia), con busto de mujer todo lo bella
que se quiera pero con una parte inferior de cola de pez, puedan tener relaciones
sexuales con un humano. Nuestras tragaderas no dan para tanto, a no ser que a
no ser que todo sea posible en el mundo de las hadas y una sirena no siempre
conserve dicha naturaleza sobrenatural (y as se dice que ocurre en el da de San
Juan donde milagros de este tipo son posibles). Tambin pudiera ser, como ocurre
casi siempre con estos temas, que se confunda a unos seres con otros. En Espaa,
cuyas leyendas sobre estas hadas del mar son menos abundantes que en el resto de
Europa, no se hace diferenciacin entre sirenas y morganas, que igualmente son
seres femeninos de las aguas pero carecen de cola de pez, aunque tambin
conservan ciertos instintos malvados y casaderos. Tienen por costumbre encantar a
los jvenes con su voz o con el movimiento irresistible de su peine de oro sobre sus
cabellos rubios, para luego sumergirlos bajo las aguas.
Estos seres, tambin llamados Mari-morganas (recordemos a nuestra Mari
vasca, a la que se atribuye descendencias mticas), al carecer de una extremidad tan
animalesca, s pueden tener relaciones sexuales e hijos e hijas con los hombres,
convirtindose estas ltimas, a su vez, en morganas. Aseguran, aunque este hecho
no se produce en las leyendas espaolas, que suelen recompensar a sus amantes
humanos con una caja sorpresa: si se abre con demasiada rapidez, se encontrar
en su interior tan slo algunas algas secas, mas si se tiene la paciencia suficiente
para abrirla en el momento adecuado, se adquiere una gran fortuna. En la Bretaa
francesa se sabe de algunos casos de familias enriquecidas por estas fabulosas
uniones.
Hay quien ha credo que las sirenas eran hermafroditas, con lo que se
pretenda solucionar el enigma, y as se recoge al menos en un libro de historia
natural editado en Amsterdam en el ao 1717, donde se habla de su doble
naturaleza.
Las distintas versiones sobre el origen del linaje de los Mario refieren el encuentro y
posterior captura, por parte de un apuesto caballero, de una mujer marina recubierta con
una piel escamosa.
Haciendo un cuadro sinptico comparativo de las dos leyendas (la del conde
don Pedro y la de Hernndez de Mendoza) se vern claramente sus diferencias.
El caballero se llama don Froiam.
Encuentra a una mujer marina durmiendo en la ribera.
La captura antes de que sta se refugie en el mar.
La bautiza y la llama Marina por su origen.
Era muda y tuvo varios hijos con ella, uno de ellos se llam Juan Froiaz
Mario.
Su mujer empieza a hablar y acaba casndose con ella.
Para Hernndez de Mendoza:
El caballero, sin nombre, ve a unos hombres y mujeres arrimados a una pea
tomando el sol, desnudos, cubiertos con un cuero escamoso.
Logran coger a una hembra con grandes dificultades.
La llevan a casa y las escamas se caen, apareciendo una bella mujer.
Aprende a hablar.
Se casa con ella y tienen un hijo: Hernn Mario.
En la versin que suministra Torquemada se dan varias circunstancias no
contempladas en las versiones precedentes y, en general, en ninguna donde exista
una relacin sexual entre mujeres fantsticas y hombres mortales. Es el hecho de
que el protagonista es un tritn o, mejor dicho, un hombre marino (pues no tiene
cola de pez). Adems, se emplea la fuerza (en realidad se trata de una violacin) y,
por ltimo, el ser humano en cuestin es una mujer. Las mujeres son, junto con los
nios, las vctimas principales de los secuestros llevados a cabo por elementales y,
curiosamente, el dejar descendencia parece ser uno de los mviles del encuentro, lo
que en cierto modo aproxima este supuesto a las agresiones nocturnas de los
visitantes de dormitorio.
Sea como fuere, este suceso dej tal huella que fue incorporado
Ver baarse a una lamia no representa problema alguno para una mujer
humana, pero para un hombre es ciertamente un peligro, ya que, en el amor, los
elementales son mucho ms radicales que los humanos, y el hombre que
contempla a una lamia baarse desnuda, o se casa con ella en el plazo de tres das
o morir. Por si esto fuera cierto, el hecho es que existen varios casos de enlaces
matrimoniales entre lamias y humanos, sobre todo en el Pas Vasco, sin olvidar los
devaneos amorosos de la nclita Mari.
Uno de los ms conocidos cuenta que un campesino de la casa Korrione
(Mondragn) vio una lamia a la entrada de la caverna Kovaundi y se enamor de
ella. Concertaron el casamiento con una condicin: que el joven averiguase la
verdadera edad de la lamia. Sucedi que entonces una vecina del pueblo apareci
frente a la entrada de la cueva y situndose de espaldas a la misma, se dobl de tal
forma que, pasando la cabeza por debajo de los pies, poda ver la gruta.
Asombrada la lamia, que se encontraba all, exclam: En los ciento cinco aos de
mi vida jams vi nada parecido. As se enter el muchacho de la edad de su novia.
Sigue diciendo la leyenda que, al ir a casarse con ella, observ atnito que tena
pies de pato, conociendo as que era una lamia. Descubrimiento tardo el del joven,
que deba estar hechizado, ser miope o ser un poco tonto, pues tena motivos
suficientes para sospechar tal eventualidad. El fiasco fue maysculo, como se
pueden imaginar, y comprendi que no deba de casarse con un ser que no era
humano. Al poco tiempo muri de pena y cuentan que, al enterarse la lamia, fue a
Korrione y dulcemente cubri su cadver con una sbana. Estos casos de decepcin
de un campesino enamorado de una lamia, cuando descubre la parte de su
anatoma no humana, son frecuentemente recogidos en el folclor.
Dentro de las tradiciones melusinianas se encuentra la del herrero de Bor, quien descubri
la autntica naturaleza de su mujer cuando mir por el agujero de la cerradura.
aparece en forma semejante a ella, y cuando los dos se juntan se fragua una
tormenta que descarga granizo y piedra sobre la tierra. En otras leyendas, sin
embargo, se dice que su marido es Sugaar o Culebro que, segn la Crnica de siete
casas de Vizcaya y Castilla, sera aquel ser que pre a una princesa que viva en
Mundaca y de su unin naci don Juan Zura, el primer Seor de Vizcaya.
Aunque lo habitual es que se diga que tuvo siete hijos, en ciertas leyendas se
hace mencin de diez, de cinco y de dos hijas de Mari. En otras, en cambio, se hace
mencin de slo una que le acompaa en su habitacin y en otras, por ltimo, se
habla de dos hijos: Atabarri y Mikelats, el bueno y el malo de la pelcula,
respectivamente (de los hijos se dice que uno era bueno y otro rematadamente
malo y endiablado). Tambin se habla de un hijo humano y mortal, don igo
Guerra, sera fruto de la unin con don Diego Lpez de Haro, cuarto Seor de la
Casa de Vizcaya. De hacer caso a las leyendas, las infidelidades de Mari y de
Sugaar seran constantes y mutuas.
Tiene adems una variada servidumbre de genios para su servicio particular,
as se encuentran por ejemplo:
Odei. Genio de la tormenta.
Eate. Genio de la tempestad, del fuego, riadas y viento huracanado.
Aidegaxto. Genio que forma y dirige las tormentas.
Es en el mito de Mari donde mejor se aprecian las caractersticas de la
tradicin melusiniana, pues tanto Mari como Melusina pueden adoptar la forma de
serpiente, se casan con un mortal, ponen una condicin que suele ser violada,
tienen hijos, crean un linaje, salen volando cuando el tab es transgredido, dejan la
huella de un pie, etc., pero hay una diferencia ostensible, Mari no quiere bautizar a
sus hijos, no quiere entrar en la iglesia y no quiere confesarse.
A ella se le llama la Dama de Muru o Murumendi, que es el nombre de una
montaa que est sobre Isasondo, en la provincia vizcana, horadada por simas, en
una de las cuales se supone que vive Mari y donde los ocasionales testigos la
suelen ver, en los anocheceres, pasando de un monte a otro, desprendiendo fuego y
llamas, en forma de bola de luz (muchos ovnis son descritos de esta manera).
Existen varias leyendas procedentes de Ataun, de Villafranca de Oria, de
Arano, etc., que aluden directamente al casamiento de Mari con un mortal. Nos
Linajes mticos
La denominada dama del pie de cabra, que algunas leyendas vascas actuales identifican
con la todopoderosa Mari, fue la esposa mtica del cuarto seor de Vizcaya all por el
siglo XII.
sucederle su primer hijo, Lpez Daz de Haro (1124-1170), ste hered un seoro
ocupado por el rey de Navarra y tuvo que estar ausente de Vizcaya sirviendo a los
reyes castellanos. Lpez Daz de Haro, al que se le suele sealar como cuarto seor
de Vizcaya a pesar de que nunca ostent tal ttulo en ninguno de sus diplomas, fue
el que acu moneda que se llam lobey o lobbis por la figura de dos lobos que
apareca en ella. Pedro Salazar de Mendoza opinaba que estos lobos son los que,
unidos al rbol de Guernica, constituyeron las armas de Vizcaya.
A este supuesto cuarto seor de Vizcaya (genealoga discutida por otros
autores que consideran que el cuarto seor fue Lope iguez apodado el Lindo),
le sucedi su hijo Diego Lpez de Haro el Bueno, quinto seor de Vizcaya entre
1170 y 1214.
D. Lope Daz III de Haro, VIII seor de Vizcaya (1254-1288), padre del fundador de
Bilbao, fue un temible guerrero. Nombrado caballero a los quince aos, alcanz con Sancho
el Bravo de Castilla el rango de mayordomo y alfrez real, pero su arrogancia y despotismo
le llevaron a la ruina. Muri asesinado a los treinta y cuatro aos y, segn las leyendas, por
las venas de su familia corra sangre no humana procedente de la mtica Mari.
Armas: De plata, dos lobos de sable. Bordura de gules con aspas de oro.
Molina y Mesa y alfrez de Alfonso VII. De esta unin naci Lpez Daz de Haro II
Cabeza Brava, sexto seor de Vizcaya (1214-1236), y la segunda esposa fue doa
Toda Prez. Tambin estn los sepulcros de don Martn Lpez de Haro, hijo de
Lpez Daz de Haro (cuarto seor de Vizcaya) y su esposa doa Urraca. Pero hay,
asimismo, un sarcfago que llama poderosamente la atencin, en l se supone est
enterrada una extraa reina denominada doa Sapa, hija de los reyes de Navarra y
Francia, que fue conocida por los sapos de su escudo nobiliario y porque, segn
cuenta una leyenda, tena los pies palmeados, anomala sta que tambin padecen
las mticas lamias. En dicha cripta, adems, existe un panten perteneciente a la
casa de los Manrique de Lara donde se albergan sus restos. Ser casualidad?
Algunas familias, que segn las leyendas tienen sangre lfica, recogen
orgullosamente en sus escudos de armas esta particularidad, como ocurre con la familia
Marino (arriba a la derecha), donde algunos de sus escudos tienen representada una sirena.
No obstante, en el caso concreto de los Marino de Lobeira (arriba a la izquierda) aparece un
lobo, pero no el hada marina.
Otras familias, como los Miranda de Asturias, uno de cuyos escudos representamos
a la izquierda, crearon emblemas herldicos de gran carga simblica. Desconocemos las
razones o motivos por los que esta familia reprodujo en su escudo una escena que parece
sacada del Pas de las Hadas: cinco muchachas rubias se cubren con una venera, que
acenta su desproteccin y desnudez, vigiladas y rodeadas por dos sierpes o culebres.
Dejamos al lector, que ya conoce historias de ayalgas y atalayas, que extraiga sus propias
conclusiones.
Las xacias tienen sus guaridas en profundos pozos del ro Mio, en cuyas aguas juegan y
saltan alegres con los peces, siendo a veces requeridas de amores por algn pescador.
Una versin de esta tradicin dice que un pescador, vecino del lugar de
Marce (Vilar de Ortelle-Pantn), pescando a orillas de dicho ro, vio una xacia,
hermossima, morena y de pelo negro, la cual manifest al pescador que, si la
bautizaba, quedara desencantada y se casara con l. El pretendiente, ante el sbito
arrobamiento que le produjo tan encantadora presencia, accedi de mil amores.
Bautizla el pescador y se realiz el matrimonio. Los hijos que de este matrimonio
nacieron tres, dicen las buenas lenguas eran muy aficionados a baarse en el
Mio, en riachuelos y en cuantos estanques de agua existiesen en el citado lugar de
Marce.
nin Maricn
en aceitn.
en el puerto de Semande.
La dona daigua de la Casa Blanch
En un bello libro de Vctor Balaguer, Al pie de la encina. Historias, tradiciones y
recuerdos (1893), cuando habla de los mgicos valles del Montseny, refiere una
leyenda que sobre el seor de Casa Blanch y su mujer corre por la tierra catalana y
que tiene gran parecido con el mito francs de Melusina y en general con el de la
dama del pie de cabra.
Resumida, siguiendo para ello a Caro Baroja, es como sigue: Una tarde en
la que sesteaba el seor de Casa Blanch, joven atrevido y gallardo, al pie de una
encina, lleg a sus odos una dulce voz de mujer que entonaba una bonita cancin
amorosa. Despus de cerciorarse de que no era en sueos lo que oa, levantse el
mancebo y, acercndose con cautela al sitio donde sonaba la voz, vio a una joven
hermossima recostada lnguidamente junto al arroyo, que serva de lmite a sus
posesiones. El joven qued enamorado, y la muchacha tambin, de suerte que
determinaron casarse, como pronto lo hicieron. Pero en el momento de la
ceremonia la muchacha puso como condicin a su novio la de que nunca le haba
de preguntar ni su nombre ni nada acerca de su origen, ni que jams haba de
llamarla mujer de agua (dona daigua). Casndose, vivieron muy felices y
tuvieron un nio y una nia. Mas con el tiempo sobrevinieron querellas en el
matrimonio, y en una el marido le reproch a su mujer su origen desconocido y la
llam mujer de agua. No bien lo hubo odo, la desgraciada se puso como frentica
y, sin hacer caso a nadie, lanzse Montseny arriba. De nada sirvi al marido,
arrepentido, que la siguiera, pidiendo perdn e implorando piedad para los hijos;
al llegar al Gorg Negre, abismo misterioso, la mujer se arroj. El seor de Casa
Blanch pudo ver cmo desapareca entre las oscuras aguas. Desde entonces la
familia vivi en la desventura. Poco a poco, la ruina se forj como antes la
prosperidad. Una cosa rara se notaba, sin embargo, y ella fue el motivo de que la
casa resurgiera. Todas las maanas el nio y la nia aparecan limpios y aseados,
sin que, al parecer, nadie se preocupara de ellos. Interrogados por el triste padre,
manifestaron que los cuidaba tan solcita su madre, que al alba apareca. Un da,
acariciando a su hija, el seor de Casa Blanch encontr dos perlas en sus cabellos.
Eran dos lgrimas de su madre. Varias veces quiso sorprenderla, pero a la
madrugada le invada un extrao sopor, de modo que no poda cumplir su intento.
La mujer de agua sigui cuidando a sus hijos por mucho tiempo y depositando
lgrimas perlferas en sus cabelleras, y con su llanto la casa recobr el antiguo
esplendor material.
sus cosechas eran ms frtiles y dejaban mayores beneficios que las de sus vecinos.
Al final, movidos por la curiosidad, la gente averigu que la suerte y fortuna del
hombre se deba a que, en secreto, se haba casado con una goja, ser femenino
vinculado a las fuentes, a la que se vea de vez en cuando pasar, como una sombra,
al fondo de las ventanas abiertas de la casa.
Un nefasto da, el dueo y presunto marido de la goja, con ocasin de cierto
arrebato que tuvo, lanz una terrible maldicin sobre la mujer misteriosa; Jos Pella
no nos dice cul fuese, pero no cuesta mucho trabajo imaginar que sera la mencin
de su origen y el mandarla con los suyos. Dicho y hecho, pues la goja desapareci
en ese instante de la casa y con ella la prosperidad de la misma.
A partir de ese momento vinieron calamidades y desastres, y lo que antes
era una buena suerte, ahora se haba trocado en una continua mala suerte que
pareca no tener fin. Hoy dice la leyenda ha desaparecido el ltimo heredero
de la casa solariega, completamente arruinado. As concluye Jos Pella su escueta
narracin de los hechos, transmitidos de segunda mano, y que grosso modo
confirma los detalles de otros casos similares de seres humanos casados con hadas
del agua, como el de la xacia del Mio (Galicia), la dona daigua de Casa Blanch
(Montseny), la dona daigua de Vallderrs (Valles), la dona daigua y el mozo de
Espui (Pallars); la dona daygo de Pollena (Mallorca), etctera.
La dona daigua y el mozo de Espui
La, por desgracia, poco conocida obra de Ramn Violant i Simorra titulada
El Pirineo espaol. Vida, usos, costumbres, creencias y tradiciones de una cultura
milenaria que desaparece, aparte de numerosas leyendas y ancdotas de dichos
lugares, nos transmite uno de los excepcionales casos de descendencias mticas, de
un mortal con una mujer que l denomina encantada pero que, como veremos,
se circunscribe perfectamente al ciclo de las damas del agua, muy similar al
narrado anteriormente, pero digno de inters y de mencionar con todos sus
detalles para ver los puntos en comn que tienen las escasas tradiciones de este
tipo de encuentros carnales.
Se sabe que las hadas del agua usan sus artes y sus sentidos para fascinar a los mortales: su
voz, sus bailes, su msica, su comida, sus profundos ojos capaces de embelesar y seducir
peligrosamente. Si se casan con un mortal, ponen siempre como condicin que nunca se
haga mencin a su origen.
No es fcil convivir con un linda encantada. Todo va normal hasta que el hombre infringe
el tab impuesto. A partir de ese momento, el hada desaparece y la familia deja de ser
prspera y feliz.
La Xana, al or esto, tir la restiella contra las piernas del viudo y sali de
casa diciendo:
Por no haberte resistido cuatro das ms en satisfacer mi curiosidad,
perdiste de ser rico y a m me desencantabas para siempre.
Los nios sintieron mucho la marcha de la Xana. Y al viudo, cuando pasaba
por delante de la cueva del Moru, le deca una voz:
Sigues con la pierna mala?
Pon anzuela y quita anzuela
y vers como te sana.
Nota
Amigo lector: Si despus de haber ledo este libro sobre las hadas espaolas
te ha venido a la memoria algn suceso que te haya acontecido a ti o a algn
pariente o amigo relacionado con ellas, o que por azar hayas ledo o escuchado en
alguna parte relatos y leyendas relacionadas con los seres aqu presentados, te
agradecera que lo escribieras y lo enviaras al Apartado de Correos nmero 53.112,
de Madrid, con el objetivo de ir completando, en la medida de lo posible, una
documentada gua o mapa sobre las apariciones y manifestaciones actuales o no
tanto de estos seres femeninos en nuestro pas.
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Alicia en el Pas de las Maravillas, 17
alma grupal, 36, 45
alma inmortal, 81
alma mortal, 45, 81
alma-germen, 45.
Almenar (casa de), 94, 95.
Almscar, 214
alojas, 26, 55, 93, 120, 195, 198, 199, 202, 205, 239.
Alonso, Hilario, 167.
Altzain (castillo).
158 Altzusta, 152.
lvarez, Francisco, 215.
Alvera, la, 59.
Amades, Joan, 111, 195, 198, 202, 256, 257, 280.
Amad, 67.
Amador de los Ros, Jos, 242.
Amboina, 102.
Amboto, 156, 160.
Amzqueta, 161
amilamias, 55, 146, 147, 150.
Aquilu, 191.
Aquitania, duque de, 115.
Arabia, 190.
Aragn legendario, II, 187.
Aragn, 175, 187, 191.
Aralar, 157, 258, 259.
Arano, 150, 258.
Aranzuel, 190
rboles fericos, 57.
Argel (cueva), 123.
Argensola, Fernando de, 94.
Argos, 100.
Aristomenes, 232.
Armengou, Josep Mara, 197.
Armenia, 238, 242.
Armenteira, 204.
Arpa, 106.
Arradoy, 62.
Arratia,valle de, 155.
Arribas, Antonio, 61.
Arrzala, 150.
Arrogorriaga, 26.
Arrosa, 150.
Arrowsmith, Nancy, 100, 107.
Artemisa, 156.
Arturo (rey), 237.
Ascensin del Seor, 101.
Astorga (catedral), 106
astures, 30.
Asturias, 29, 52, 61,62, 72, 79, 84. 94, 95, 112, 113, 117, 131-135, 141, 144. 149,
164, 176, 179, 209, 234, 286.
Atabarri, 258
atalayas, 55, 136, 138.
Ataun, 151, 157, 258.
Atienza, Juan G., 59, 119, 241, 242, 271.
Atila, 232
atlantes, 204.
Atlntico, 91.
Atzemn, 152.
Austria, 55.
Auvernia, 61.
Avaln, 237
Beasain, 259.
Beatriz, doa, 182.
Beaumont, John, 63.
Bcquer, 94, 95, 200, 206.
Bedia, Antn de, 268.
Begur, 105, 111.
Belarra, 192.
Belasquita, 263.
Belfast Lough, 101.
Belmonte de Miranda, 133, 134.
Beltrn Anglada, Vicente, 213.
Belvs de la Jara, 179.
Benamor, 217, 218.
Benedicto XIV, 232.
Bentez, Juan Jos, 226, 227.
Berber, 132
berberechos, 170.
Bereguini, 55.
Bergers, 54.
Berlanga, 214.
Bernaola (sima), 152.
Chouzn, 273.
DArb, Sabastin, 210
dArras, Jean, 240, 241, 242.
DEs Cubells, 210
dOrcau (barones), 198.
Dafne y ensueos, 222.
Dama Blanca, 203, 207, 208, 209,210
dama de agua, 247.
Dama de Aizkorri, 159, 160.
Dama de Aketegui, 160.
Dama de Amboto, 154, 156, 161, 162.
Dama de Es Vedr, 209.
Dama de Muru, 258.
Dama de Murumendi, 69
dama del pie de cabra (mito), 276
dama encantada, 172, 202 Dama, la 156
damas blancas, 55, 140, 240
damas de las fuentes, 199
damas del agua, 80, 92, 174, 175, 176, 200, 234, 235, 273, 278, 283
damas encantadas, 139, 187
damas sobrenaturales, 68.
Damea, 156.
Dana, 31, 61.
Daniela, 228.
Daro, Rubn, 29.
Daroca, 189, 190, 191.
Daro (ro), 216.
Dartmouth, 101
das Croas, 172, 173.
Dec (rio), 102.
De correctione rusticorum, 94. 145
demonio, 35, 52, 94, 99, 147, 155, 166, 185, 226, 231, 259, 267, 269
demonio-lamia, 186.
Derceto, 100.
Descripcin del reino de Galicia y de las cosas notables, 251
desencantamiento, 81-89, 94, 168,169, 170
desencantar, 164, 167, 196, 197, 201, 218, 219, 283, 285, 287
desencanto, 166, 214, 215.
Despeaperros, 215 devas, 51, 149
diablo, 55, 74, 158, 186, 196, 268.
Diana, 31, 68, 156
dianas, 94, 109, 145.
elementales, 48-52, 69, 83, 103, 107, 1 19, 128, 143, 147, 151, 154,160, 164, 214,
221,226, 227, 228, 231 235,250,253,255
elfos, 31, 32, 43, 60, 74, 221.
Elgibar, 154.
Elins, 237.
Elorrio, 150
enanos, 32, 45, 55, 60, 68, 134, 178, 227
enanos bigaristas, 178
encantada, 68, 69, 71, 77, 85, 89, 107, 122, 132, 133, 136, 164, 166, 168, 169,
170,171, 172, 175, 176, 179, 183, 184, 187, 188, 189, 192, 193, 196, 197, 198, 202, 205,
213, 215, 217, 234, 243, 244, 247, 257, 278, 283
encantadas de San Juan, 176
encantades, 61, 70, 195, 196, 200, 234,
encantado, 189, 196, 235, 238
encantamiento, 81, 82, 85, 87, 113, 115, 132, 134, 166, 172, 195, 197, 201,
213,219,234,275
encantar, 167, 200, 249
encanrares, 55, 70, 195
encantats, 55, 61,70, 82, 195
encantos, 82 85, 88, 89, 166, 177, 180, 214,274.
Enrique II, 254.
Enrique III, 242
entidad astral, 38,45.
Enveig, 200.
Eros, 240.
Erroln, 156.
Ertzia (sierra de), 149.
Es Yedra, 209, 211.
Escandinavia, 128
escandinavos, 31, 55.
Escipin el Africano, 232.
Escocia, 47, 55, 78, 102, 143, 237,261,262, 263
eslavos, 31 esotrica, 35, 52
espectro, 204, 207, 208
espejuelos de asno, 202.
Espeleta, 149.
Espinosa del Rey, 179
espritus, 35, 37, 41,42, 44, 45,47, 50, 52,58,79,91, 94, 99, 107, 1 19, 134, 140,
143, 147, 157, 164, 174, 177, 231.
Espronceda, Jos de, 97.
Espui, 233, 278, 280
espumeros 100, 144
ssers fantstics, 195.
Estany Obert, 61.
Estefana, 269
teres, 37, 38.
Etimologas, 231
eumnides, 54.
Eurpides, 66.
Europa, 26, 27, 28, 32, 36, 52, 55, 59, 75, 79, 101, 108, 114, 128, 140, 147,
165,209, 221, 249.
Euskadi, 108, 109, 147, 156, 257.
Eva, 31, 225
exorcismo, 83.
Extremadura, 177, 215.
Ezkizubarrena, 258.
Ezquerra, igo, 266
fbulas, 50, 103, 105, 113
fadas, 145, 166, 172, 173, 205
fades, 196.
Fairies at Work and Play, 21
fairy elves, 54.
Fajardo, Castellana, 217, 218
fantasma, 24, 143.
Ftima, 214.
gnomo, 24, 36, 37, 40, 45, 68 94, 134, 178, 221
gnstico, 35.
Godofredo de Bouillon, 271
goges, 196
gojas, 55, 198, 234, 277, 278
gojes, 132, 195.
Gonzlez Casarrubios, 179.
Gonzlez de Lara, Pedro, 269.
Gonzlez Marino, Ruy, 254.
Gonzlez Moreno, 179.
Gorbea (cuevas del), 155.
Gorg Negre, 276, 277.
Gorga de les Encantries, 70.
Gozn, 136.
Graller del Castellot de Sopeira, 197.
Gran Bretaa, 78, 102.
Gran Juicio, 99.
Gran Madre, 106.
Gran Sultn de Constantinopla, 196.
Granada, 215, 216, 217.
Grau, 76.
Gimar, 204.
Guin, 238, 242.
Guipzcoa, 149, 150, 158, 169.
Guy de Lusignan, 240, 241 Guyot, 240.
Haarlem, 102
hada de la fuente, 222
hada del agua, 222, 278, 279
hada encantada, 58, 69, 80-83, 86, 166. 215. 222, 283, 284, 285
hada genuina, 83
hada madrina, 270
hada maligna, 142
hada terrestre, 41, 80
hadas acuticas, 37, 52, 58, 80, 81, 91,92, 94, 199
hadas agrupadas, 79
hadas de agua dulce, 182, 199
hadas del mar, 100
hadas diminutas, 79
hadas solitarias, 79
hado, 205.
Haro (casa de), 264.
Haro, 264.
Hartland, 66
haticuenta, 122
hechiceras, 55, 124, 125, 138, 139, 188, 189
hechizo, 63, 75, 87, 103, 108, 110, 141, 170, 176-178, 189, 206, 234, 238.
Heine, Enrique, 42.
Herculano, Alejandro, 263.
Hernndez de Mendoza, Diego, 252, 253, 268, 269.
Herreras (valle de), 120, 121, 126
hilanderas, 55, 126.
Hilderico, 217
hilo de Nochebuena, 152.
Hinojedo, 224.
Hipocrs (hija de), 87.
Historia de la Catalua mgica, 243.
Historia de los heterodoxos espaoles, 263.
Historia del Ampurdn, 277.
Hodson, Gcofffcy, 21
hombre-lobo, 24, 87
hombre-pez, 252
hombres del musgo, 43
hombres del saco, 75
Jarifa, 214.
Jerusaln, 211, 240, 241, 271.
Jess, 47, 52
jianas, 131.
Jofr, 239.
Joule, 156.
Jove y Bravo, Rogelio, 66, 132, 133, 138, 139-141, 143.
Juan el Tuerto, 267.
Juan I de Castilla, 242.
Juan II el Bueno, 240
juanas, 55, 131.
Juaristi, Jon, 263
judo errante (mito), 197.
Jueves Santo, 197.
Juicio Final, 43, 238.
Junquera de Ambia, 174.
Jura, 240
karma, 131.
Kirk, Robert, 23, 43, 46, 47, 50, 52, 63, 75, 119
korred, 60, 146
korrigan, 54, 146.
La Palma, 204.
La punta del iceberg, 226.
La regata de oro, 122.
La Rioja, 185, 264.
La sombra sobre Innsmouth, 254.
La ltima xana, 229.
La Vallina, 180.
La Vera, 214.
Labrada (fuente), 215.
Lago del Valle, 139.
Lagua, Csar Toms, 188.
Lairiella, 134.
Lalaing, Antoine de, 241.
Lamasn, 124
lamias, 30, 32, 52, 55, 57, 59, 60, 62, 68, 69, 79, 80, 83, 94, 103, 108, 109, 132,
136, 145-157, 185, 205, 226, 227, 233, 234, 247, 255, 257, 270.
Lamiategui, 108
lamn, 147
lamiak, 145, 146, 153, 201
lamias, 55, 146, 147, 154.
Lamierreka, 154.
Mala-Rupis, 101
malas fadas, 173.
Malato (rbol), 262.
Malby, Andr, 227, 228
maldiciones, 68-70, 82, 83, 89, 105, 108-111, 113, 115, 118, 125, 278
maleficio, 64, 195.
Mallo, 275.
Mallorca, 205, 206, 209, 278.
Mandevilla, Juan de, 87.
Manrique de Lara, 271.
Manrique, Los, 268.
Mantecn Fernndez, Luis, 124.
Mantiega (casa de la), 76.
Manara, 149, 152.
Marcadal, 125.
Maree (castro de), 164, 273, 274, 276.
Mari, 55, 69, 83, 145, 153, 156-162, 233. 249, 255, 257-259, 262, 264, 267.
Man, o el genio de las montaas, 258.
Mari-morgaos, 249.
Mara de Castilla, 242.
Mara Enganxa, 206.
Melihah, 189-191.
Melior, 237, 238, 242.
Melusina, 27, 54, 233, 234, 235, 237, 238, 239-241, 243, 258, 259, 276.
Mendive, 62, 150.
Menndez Pelavo, 177, 263, 268.
Menndez Pidal, Juan, 138.
139, 140 Menorca, 112.
Memio (barranco), 152.
Mer-Men, 100.
Mer-Women, 99.
Merino, Jos Mara, 175.
Merln, 232, 263.
Mermaids, 99, 101, 102.
Merrien, Jean, 102.
Mev, (cdice de), 263.
Miera, 129.
Mikelats, 258.
Milandre, 240.
Mineta, poza de la, 214.
Mio, 164, 273, 278.
Miranda, los, 131, 233, 270, 285
nixinas, 281.
Nobiliario, 251, 252, 254, 269.
Noguera Ribagorzana (ro), 71.
Nova, 170
nubero, 140
nmenes, 176.
Obeso, 125.
Odei, 258.
Odisea, la, 100, 105
ogros, 75.
Oiz (cueva), 160
ojncanas, 77, 126, 128.
Olimpia (reina), 263.
Olleros del Alba, 184
ondinas, 36, 55, 91,97, 99, 129, 179, 182, 198, 227, 281
onjanas, 55, 126.
Oate, 108, 150.
Ordelina, 217.
Orden de Caballera de la Terraza, 269.
Ordeo, fuerzas de, 262.
Ordua, 262.
patmides, 129.
Pedro (conde), 265, 267.
Pedro Alfonso, 266.
Pedro i el Cruel, 232.
Pedro, don, 218, 252, 255 264, 265
peine de oro, 67-69, 93, 150, 151,166, 168, 169, 172, 174, 189, 198, 215, 222, 223
pelosas, 55, 68.
Pella y Forgas, Jos, 277, 278.
Pennsula Ibrica, 18, 59, 61, 103, 106, 149, 205, 226.
Pea la Mena, 119, 122, 126.
Pea Rubia, 125 Pealiel (castillo), 214.
Peonza, 122.
Pepa, dama, 214.
Pepurro, 218, 219, 220.
Pequea Armenia (reino), 242.
Pequea Gente, 54.
Pereda, Jos Mara de, 178.
Prez de Azagra, Poda, 270.
Prez de Moya, Juan, 105.
Prez del Para, Manrique, 269.
Prez Marino, Vasco, 254.
Psique, 235.
Puebla de Valdavia, 177
pueblo de las brujas, 179.
Puerma (valle del), 180
puerta Capena, 180
puertas inducidas, 128.
Puerto de la Caena (castillo), 218.
Puerto de Pandetrave, 180.
Pui Tabaca (montaa), 200.
Puntal (playa de), 110.
Queralbs, 201.
Quilama (cueva), 178.
Quintana, 128.
Quirs, 135.
Rabelais, 240.
Raimondin, 238, 239, 241.
Raimundo de Poitiers, 238.
Ramrez de Prado, Lorenzo, 265.
Ramn, 241.
Rasal, 192
raza uldec, 31.
Reconquista, 243
reina mora, 166, 176, 178, 179.
Reino de las Hadas, 31, 74, 243.
Reino de las Mujeres, 54.
Reino de los muertos, 31.
Remo, 232.
Renacimiento, 232.
Renau, Xavier, 277.
Renaud, 238, 242.
Reocn (valle de), 125.
Resbaladera, 214.
Reyes Catlicos, 217.
Rianxo, 167.
Ribadabia, 169.
Ribadeeva, 134.
Ribadesella, 76.
Ribagorza, 61, 70-72.
Ribera, la, 61.
Ribes de Freser, 196.
Ricardo Corazn de Len, 241.
Rielo Carballo, Nicanor, 275.
Satrstegui, 158.
Saviao, 164, 166, 168, 169, 273.
Saviau, 168.
Scott, Walter, 153.
Segade, 168.
Segovia, 115.
Segura, 214.
Seleuco, 232.
Selima, 191
selkies, 87, 108.
Selva de Oza, 72.
Sella (ro), 141.
Sello Creo, 265.
Semanario Pintoresco Espaol, 131.
Sencelles, 206.
Seor Bar, 197.
Seor de Casa Blanch, 200.
Seor de Casa, 262.
Seores de Vizcaya, 36, 57, 233, 234, 257 258, 261, 262, 264, 265, 267, 270, 271
seoro de Bertiz, 109.
Ser Alqueries, 206.
Serantellos, 222
serena, 107, 113, 1 14, 116.
Serena, La, 108
seres acuticos, 273
seres blancos, 203, 204
seres fantsticos, 139, 164, 200
seres mgicos, 124, 195
seres mticos, 114, 126, 176
seres mitolgicos, 112, 122, 231
serpes, 164
serpiente, 85-87
serpiente-moura, 167
serpientes encantadas, 197.
Serrana de la Vera, 177.
Serrat, 197.
Servio Tulio, 232.
Sierra de Francia, 178.
Sierra de Trave, 134.
Sierra Pardo, Juan, 120.
Sigiberto, 217.
Sigurdrifa (Leyenda de), 139
Swedenborg, 37
tab, 49, 55, 59, 69, 172, 235, 237, 277, 283, 284 Taga, 196.
Tajua. Valle del, 178.
Talavera la Vieja, 213
talismn, 151, 186.
Tallaferro, Bemard, 243 246.
Tante Arie (mito), 240.
Tarazona, 190, 192.
Tartesos, 183.
Tall, 61.
Teatro crtico, 252.
Teide, 204
tejido energtico, 42.
Teleno (Sierra del), 180.
Tellatubaite, 202.
Templarios, 59, 251.
Tenerife, 204.
Terry-Top, 55.
Teruel, 115, 189
tesoro encantado, 164, 167, 169.
Teverga, 72.
Thierry, 241.
Tielmes, 178.
Tierra de Fuego, 107.
Tiheliture, 55.
Tir Nan Og, 54.
Tire Nam Beo, 54.
Tirfo Thuinn, 54.
Toda (reina), 263.
Toledo, 179, 267.
Tom Tit Tot, 55.
Toranzo, 120.
Torquemada, Antonio de, 105, 147, 252, 253.
Torralba (doctor), 263.
Torre del Tombo, 266.
Torrente Ballester, Gonzalo, 222,223,254
tradicin, 17, 18, 35, 70, 143, 144. 147, 149, 156, 180, 185, 200,201,205,210, 222,
241, 257, 273, 280
tradicin melusiniana, 234, 37, 243, 247, 256, 258, 283
trasgos, 122, 221.
Trastmara, 269.
Tratado contra las hadas, 28.
vell-mari, 112.
Vellas, 164
ventolines, 144.
Vera de Bidasoa, 150.
Verdaguer, Jacinto, 111, 243, 244.
Vern, 165.
Vesteiro Torres, Teodosio, 253.
Vezdemarbn, 115.
Viaje a Galicia, 179.
Viajes de Gulliver, 17.
Vidiago (cueva del), 89.
Viejos mitos de Cantabria, 117.
Vign, Braulio, 113.
Viladniga, 222, 223.
Vilanova (ro de), 70.
Vilar de Ortelle-Pantn, 273, 276
vilas, 55.
Villafeliche (castillo), 190.
Villafranca de Oria, 258.
Villambroz, 115.
Villamor, 132.
Vizcaya, 149, 150, 259, 261, 262, 264, 265, 267, 269.
Vizcaya (seor de), 1 57, 261, 262, 263, 264, 265, 267, 270, 271.
Vosgos, 143.
Webster Wentworth, 145, 148, 150,152.
Wentz, Walter, 78.
Whuppity stoorie, 55.
Winterkoble, 55
xacias, 55, 93, 164, 273-275, 278
xana, 29. 52, 55, 62, 66, 67, 68, 72, 75, 76, 77, 83, 84, 87, 88, 89, 95, 113, 117,
124,125, 129,131, 132, 133, 134, 135, 136, 138, 139, 141, 178, 228, 229, 285,287
xana hilandera, 133
xanas parturientas, 135
xanas religiosas, 135
xanas-encantadas, 285
xaninos, 75-77
xanos, 285
xarrantxa, 150, 151.
Yahv, 31
yalga, 139.
Yeats, W.B, 79.
Zabalaundi (cueva), 156.
Notas
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