Bocarra 2012
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Guillaume Boccara*
Centre National de la Recherche Scientifique, Ecole des Hautes tudes en
sciences sociales, Paris
QU ES LO ETNO EN ETNOHISTORIA? LA VOCACION CRTICA DE LOS
ESTUDIOS ETNOHISTRICOS Y LOS NUEVOS OBJETOS DE LUCHA
The meaning of history is also in its purpose
(Trouillot 1995)
The scandal is that the human sciences should have had a more
encompassing vision of culture and history from the beginning
(Sahlins 2010)
E-mail: [email protected]
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cientfica consagra autores y publicaciones e inspecciona sus limes. Son tambin el teatro de unas batallas rituales que tienen como meta hacer aflorar los
conflictos, as como nombrar y computar los miembros de la communitas.
Momentos efmeros durante los cuales las figuras dominantes de un campo
ordinariamente estructurado y diferenciado se someten a la evaluacin crtica
de algunos miembros autorizados de su comunidad. Una comunidad que, por
un lapso de tiempo circunscrito, se imagina como una entidad igualitaria,
homognea y fundada sobre vnculos interpersonales.
Este sucinto ejercicio reflexivo con respecto a la conmemoracin no
tiene otra pretensin que desnaturalizar los mecanismos rituales mediante
los cuales se produce esta ficcin real llamada comunidad cientfica. Pues
slo tomando distancia con respecto de la illusio que anima nuestro campo es
posible sopesar lo que est en juego y lo que est fuera de juego en el espacio
disciplinario definido bajo el rtulo de etnohistoria. Inspirndome en Victor
Turner, dira que es nicamente reflexionando sobre las articulaciones entre
la estructura del campo cientfico y la antiestructura de la communitas que
seremos capaces de objetivar lo que, terica y polticamente, est en juego
en las prcticas y en la fbrica de nuestras disciplinas. Desde este punto de
vista, el artculo que Ana Mara Lorandi somete a discusin es un punto de
partida idneo. En primer lugar, porque ha sido redactado por una figura
de mucho peso de la etnohistoriografa latinoamericana. En segundo lugar,
porque adems de haber formado varias generaciones de etnohistoriadores
argentinos esta acadmica ha jugado, a lo largo de varias dcadas, el papel
de mediadora entre los dos lados del Atlntico, reflexionando sobre el valor
heurstico de los enfoques de la antropologa histrica esencialmente francesa.
En tercer lugar, porque Ana Mara Lorandi ha iniciado sus investigaciones en
un momento de plena efervescencia y creatividad terica de la etnohistoria
andina; uno de esos momentos clave en que una corriente de estudios logra
transcender los limites espacio-temporales de su propio objeto de estudio
para alcanzar un nivel de abstraccin mayor.
Tomando en cuenta esas consideraciones preliminares, dira que el
artculo a partir del que se trata de desarrollar una reflexin me interesa
tanto por lo que abarca como por lo que menciona al pasar o deja afuera.
Inscribindome en la continuidad crtica de los planteamientos de Ana Mara
Lorandi, primero intentar mostrar en qu medida los Estudios Etnohistricos
pueden ser considerados como una manifestacin latinoamericanista de la
crtica postcolonial. Aunque las principales figuras de la etnohistoriografa
no lo hayan publicitado de manera sistemtica, los Estudios Etnohistricos
Latinoamericanistas se abocaron, desde sus inicios, tanto a la restitucin de
la agentividad de los grupos subalternos como a la crtica de los procedimientos de nominacin, denominacin y representacin del pasado colonial.
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many forms of resistance and put bandit studies firmly back in the field of
agrarian studies. He also suggested that historians take more seriously the
power relations that underwrote all the documents on which they based
their claims (Mallon 1994: 9).
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narrativa nacional dominante pues se trataba, precisamente, de desnaturalizar al estado y la nacin. En tercer lugar, la mayor parte de la produccin
etnohistoriogrfica se realiz en los pases llamados del Sur, en castellano
o en portugus, y son escasos los trabajos etnohistricos clsicos que fueron
traducidos al ingls.
Ahora bien, la relativa invisibilidad de los aportes de los estudios etnohistricos remite tambin a razones internas al campo regional considerado.
Se podra decir que no existe una comunidad cientfica per se. Se observa la
ausencia de una revista de referencia a nivel del subcontinente y las pocas
revistas de etnohistoria ocupan un lugar marginal dentro del espacio de las
revistas cientficas, ms an si se considera el nuevo sistema hegemnico
de indexacin ISI y Scielo. Aunque se realizan congresos internacionales de
etnohistoria, esos no han tenido la regularidad y la sistematicidad esperadas.
Adems, cabe reconocer que los etnohistoriadores no se han tomado el tiempo
para detenerse a ver lo que realmente estaban haciendo. No hubo ejercicio
sistemtico de reflexividad. Nunca se han dedicado a realizar sntesis y a
debatir con las otras grandes corrientes de estudios que emergan en el mismo
momento en otros lugares del mundo.
De manera ms profunda, dira que no se ha reflexionado lo suficiente
sobre el posicionamiento del etnohistoriador en las sociedades latinoamericanas actuales. En otras palabras, no se ha considerado el estatus de la
produccin etnohistoriogrfica desde el presente poltico pues aunque los
etnohistoriadores han intentado repensar las dinmicas coloniales, no han
articulado esta tarea a la de explorar las condiciones de posibilidad de los
saberes, los procedimientos de construccin de categoras y las modalidades
de legitimacin de los conocimientos (Chivallon 2007: 401). En otras palabras, no han vinculado su reflexin sobre la historia con un cuestionamiento
sobre el pasado y sus usos (Traverso 2005).
Desde este punto de vista, me parece que la reciente emergencia de lo
que llamara los Estudios Histricos Alter-Nativos abre un nuevo camino
que habra que explorar con mucha atencin (Marimn et al. 2006). La representacin de lo indgena en el Nuevo Mundo es compleja, pues aunque
los indgenas son hoy en da ciudadanos de las naciones latinoamericanas,
el colonialismo y el racismo de los que son objeto se perpetan bajo nuevas
formas. El pasado parece no haber pasado y es a partir de su condicin subalterna presente que los estudiosos alter-nativos hacen nuevas preguntas al
pasado y deconstruyen el mito del conocimiento en tanto que contenido fijo
(Trouillot 1995: 147). Lo que denuncian, por ejemplo, los estudiosos mapuche
es menos el estatus del indgena en la historia que el presente racista a partir
del cual las representaciones sobre el pasado estn construidas (Marimn
et al 2006). Desde su condicin socio-histrica presente, interrogan nueva
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plantear nuevas preguntas pues redefinen los trminos a partir de los cuales
las situaciones pasadas se encuentran narradas y reconstruidas. La cuestin, por lo tanto, no es saber lo qu es la etnohistoria sino cmo funciona
la etnohistoria (Trouillot 1995: 25). Lo que importa son las condiciones de
produccin de las narrativas y la manera como el diferencial de poder en el
presente determina las representaciones del pasado. Y en la medida en que
los pueblos originarios emergieron como unos agentes sociales protagnicos
en la crtica de la modernidad capitalista, nacional y estatal contempornea
de Amrica Latina, no es de extraar que sus producciones cuestionen tanto
la representacin del pasado como los modos de escritura del pasado y la
formacin de identidades sociales, polticas y profesionales en el presente.
Reconocer este hecho, no es adoptar una postura posmoderna. Es demostrar
que la crtica no es una simple palabra sino una herramienta reflexiva compartida por todos los seres humanos. Es romper con las falsas jerarquas y
dicotomas arbitrarias que contribuyen a reproducir la dominacin pasada
en el presente. El grito mapuche que nos dice: !...Escucha winka! tiende
a mostrar que mientras algunos discuten sobre el hecho de saber qu es o era
la etnohistoria, otros toman la historia en sus manos (Trouillot 1995: 153). La
historia no se escribe en el cielo puro de las ideas, siempre se inserta dentro
de una narrativa nacional o regional dominante, nutre el imaginario nacional,
contribuye a sacralizar las memorias y a producir lugares de memoria, por
definicin legtimos. Una de las nuevas tareas es, por lo tanto, entrar en dilogo
con esas historias alter-nativas; no porque pensemos que estos historiadores
tengan una cultura diferente a la nuestra sino porque me parece que, del
mismo modo que los escritores anticoloniales de los aos 1950 y 1960 -A.
Csaire, F. Fanon, A. Memmi-, es desde su condicin histrica especfica que
pueden aportar a la relectura del pasado-(presente) colonial y a la manera de
reconstruirlo. Los problemas de la historicidad, de los usos del pasado y de
las polticas de la memoria no son exteriores a la disciplina. Son desafos internos puesto que existen pueblos indgenas para los cuales la representacin
de su historia se ha convertido en un enjeu de lucha. Existen historiadores
indgenas que critican el carcter eurocntrico de la disciplina desde los
mrgenes del campo acadmico y en tanto historiadores profesionales. La
tempestad que estn atravesando los estados nacionales nos propulsa hacia un
nuevo periodo de re-imaginacin de la nacin, de reconfiguracin del estado
y de una redefinicin de las formas de gobernar en las que las experiencias
histricas de los que fueron construidos y excluidos como Otros tienen un
rol protagnico. La cultura se ha politizado, es un terreno de lucha para los
grupos dominados que tienden no slo a repensar la historia sino a poner en
tela de juicio los lugares de memoria dominantes que han contribuido a crear
lugares de no-memoria o de olvido. Las memorias subalternas re-emergen y
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