Urman-Hora de Juego Vincular
Urman-Hora de Juego Vincular
Urman-Hora de Juego Vincular
Ao 2012, N 11
Freud
caracteriz
al
psicoanlisis
como
una
psicologa,
como
una
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apretando con una de sus manos un guardapolvo estrujado, entra con un entusiasta
Buenaaassss. Detrs de ella una chica a la que nunca haba visto antes, de su
misma edad: lleva un delantal doblado sobre uno de sus brazos, y tambin entra
sonriente con un juguetn Buenaaassss. Con un gesto que indica el interior del
consultorio yo les doy la bienvenida con un Buenaaassss. Ac, como en el ejemplo
de la entrevista con Juanito y su padre, tomo a la dada como destinataria de mi
saludo, y la materialidad es la del discurso verbal. Pero en este punto nos
encontramos los tres jugando con las palabras, sobre todo con su msica, siendo sta
parte integrante de la contrasea con la que el ingreso al clan fraterno queda
habilitado. En este caso un saludo convencional ha sido reemplazado por un discurso
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en la sesin les peda que no intervinieran (D. Winnicott, 1977). Si deba entrevistar a
una madre, que vena acompaada por un nio, lo haca sentir cmodo y permita y
estimulaba su juego, porque trataba de que ste no perturbara la informacin verbal
que esperaba recibir de la madre.
Un diferente punto de vista es el que plantea S. Kleiman et al. (2001) cuando
comentan la labor analtica que efecta con una familia con nios. El clima es catico,
se superponen al hablar, cruzan quejas y reproches, los chicos desparraman los
juguetes y corren. Una hija reclama, llorando, que quiere tener Cable en la casa y el
padre le replica que no acepta que vea tantas telenovelas y se compenetre tanto con
sus personajes. La terapeuta seala lo difcil de conseguir tener entre ellos un cable,
vnculo, que les permita sostenerse mejor, y construir juntos una novela que no haga
llorar tanto. Alude a que el ruido, el llanto, las corridas, son una manera de que todo
parezca muy confuso y sea difcil pensar, saber porqu estn tristes, contentos
desesperados.
Vemos en este ejemplo como la intervencin (interpretacin, comentario) se
efecta desde y hacia el conjunto que incluye al terapeuta.
III
Las expresiones ldicas que aparecen en las entrevistas familiares o en las
sesiones de familias con nios sern consideradas al menos en dos aspectos: a) qu
sentido o alcance darles, b) cmo intervenir en esta clnica vincular. El terapeuta,
reconozco, est
que
obraban
siempre
resistencialmente.
Afortunadamente
ahora
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del conjunto, de lo que emerge entre los sujetos presentes, sujetados por ese
conjunto que nos incluye.
Y si nos involucra a todos por igual, cul es el sentido, alcance y
consecuencias, se preguntan algunos colegas, de deslindar la clase nios de la clase
familiares no nios?.
Dejo
entonces de lado la
comprensin
del
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de
significaciones
inconscientes
que
los
determina,
produciendo
en
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les pide que dejen de tirar, la madre ms enrgicamente. Los chicos se ren y tiran
cada vez con ms fuerza. Como intento decir algo y sigue el revoleo de objetos, les
digo a los chicos que deben parar por varias cosas. Una porque parece que estn
haciendo un juego y divertido, pero mi impresin es que el juego ya dej de serlo
porque observo el riesgo que algo o alguien se lastime. Ya ms dirigido a todos digo
que las risas que escucho no son de diversin sino de burla y tambin de mucha
excitacin. El clima es de tensin y enojo. Se los nota a los cuatro muy alterados.
Todo parece hecho a la fuerza: conseguir dinero, jugar, decir que no, querer hablar.
Dejan de tirarse los bolos y escuchan. Van a dibujar.
Un poco despus, en otro momento de la sesin, tratan de hacer una rayuela
con papeles. Se ren, saltan, se caen. La terapeuta les dice:Cuando estn juntos les
pasa algo parecido a querer jugar a la rayuela con papeles sueltos entre ellos y sin
fijarlos al piso. Se tuercen, se mueven, se pueden resbalar.
Si nos detuviramos slo en el juego de los nios, como acontecera si
estuviramos en una sesin con uno de ellos, habramos pensado, por ejemplo, en
trminos de juego excitado (D. Winnicott) o habramos reflexionado acerca de la
impulsividad del paciente, o de los componentes de la tendencia antisocial (D.
Winnicott), que su juego expresa, al igual que el robo o la mentira, y que lo lleva, en
la latencia, a un tipo especfico de juego psicopatolgico: el jugar con trampas. (Su
equivalente en la experiencia de aprendizaje es la apropiacin fraudulenta de la
informacin, olvidarse de entrecomillar las citas, el engao en el examen de lo
aprendido,
machetearse
y,
luego,
el
falseamiento
curricular
de
trabajos
funcionamientos
vinculares,
con
producciones
semiticas
inditas
que
permitan pensar (sera ms correcto decir copensar, ya que todo anlisis es una
reflexin compartida) y construir nuevas configuraciones.
Aunque esta familia es moderna, y sus ideales tambin lo son, recordaramos
que en las actuales circunstancias culturales la normativa disciplinaria estatal y el
ordenamiento industrioso escolar estn en crisis. Si el patriarcado y la infancia
moderna han sido destituidos, y el segundo hogar est tan afectado como el
primero, qu podra hacerse con lo que hay? (cf. M. Cantarelli, 2006).
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Desde luego que estos nios tienen su Complejo de Edipo y que podran
encontrarse fijaciones an ms tempranas. Pero estos conceptos, importantes en la
comprensin de la sobredeterminacin de sus conductas individuales y de la
fantasmtica de su mundo interno no me resultan adecuadas en mi comprensin del
sufrimiento y la conflictiva del grupo familiar. Tampoco le pedira a la madre que
asocie libremente ni empleo aqu la clasificacin de las resistencias que propone Freud
en Inhibicin, sntoma y angustia. Pues las resistencias vinculares que tomo en
cuenta son las que interfieren el conocimiento de la ajenidad y la creacin de
diferencias, las que no toleran que haya inconsistencias irreductibles entre los sujetos,
las que se oponen a considerar un vnculo instituyente que genera un indito contexto
de significacin en una nueva dimensin inconsciente que nos abarca a todos. La
resistencia, en el conjunto, es hacia las nuevas miradas que aportaran nuevos
entramados y complejidades.
El juego de los nios, en los casos presentados, y seguramente en la mayora
de los conjuntos, es un material que privilegiamos, como produccin vincular, como
lectura que la propia familia hace de su circunstancia presente. Es cierto que, si
pensamos en los subconjuntos que integran una familia, los nios tienden a expresar
lo defendido por el conjunto (el rey est desnudo), y los otros integrantes muestran
aspectos ms ligados a lo ya establecido, a la censura o a la crtica culpabilizante (ver
las expresiones de reproches que les suelen dirigir).
En el ltimo ejemplo el clima sadomasoquista es compartido por todos, y dan
la impresin de ser una banda (barra) de chicos en banda. Las diferencias
generacionales est ausentes, las actuaciones son continuas y, en ocasiones,
crecientes y la dificultad para pensar es evidente (es el sentido de mi intervencin,
como invitacin a compartir la responsabilidad de pensar lo que est pasando).El
espanto que los une es esa violencia que generan como nica configuracin posible y
que los protege de una temida dispersin o fragmentacin catastrfica.
El comentario final de la madre enuncia la mtica creencia del pecado que lleva
a la expulsin del ilusorio paraso. Y que reaparece en la sesin. No slo el padre los
ech (al separarse) -o, ms latentemente, fue expulsado por interferir, lo que
muestra la delicada situacin en la que me encuentro-, tambin podran echar a uno
de los hijos por problemas de conducta de una escuela, y ellos mismos tienen
problemas con el administrador del edificio en donde viven, a quien le llegan los
reclamos de sus vecinos, etc.
Si eludo el papel del polica o el del maestro slo me queda, como dije,
invitarlos a pensar juntos lo que se genera en el encuentro, las condiciones o vas de
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formacin de las situaciones que producen malestar, para intentar descubrir juntos
nuevas resoluciones, nuevas estrategias de pensamiento. Mi intervencin procura
transformar el clima de la sesin y la considero preferible a aquella dirigida slo a
alguno de ellos, y que cuestionara la impulsividad ansiosa de los hijos, siendo que la
madre
avala
emocionalmente
(en
su
ambivalencia)
esas
expresiones y
slo
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Urman,F.(2008) Para habitar la casa del lenguaje. El jugar en la psicosis. Rev. Dick, 2,
Bs. As., 2008
Winnicott, D.(1941)La observacin de nios en una situacin fija. En:Escritos de
pediatra y psicoanlisis, Laia, Barcelona,1979.
(1977) Psicoanlisis de una nia pequea.(The piggle), Gedisa,
Barcelona, 1980
Freud,S.(1911) Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psquico. En Obras
Completas. Tomo XII. Buenos Aires, Amorrortu Edit.
______. (1913) Totem y Tab. En Obras Completas.Tomo XIII. Buenos Aires.
Amorrortu Editores
______. (1917) Introduccin al psicoanlisis. En Obras Completas. Tomo XV. Buenos
Aires, Amorrortu Editores.
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