La Escoba de Linda

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La escoba de Linda

LA ESCOBA DE LINDA
LINDA, una niita de cuatro aos tena un mal hbito. Nunca se senta feliz con lo
que tena. Siempre pensaba que los juguetes de sus compaeros eran mejores
que los suyos. Y aunque sus compaeros jugaran con los juguetes de Linda, ella
pareca pensar: "Ellos se divierten ms que yo".
La mam de Linda haba conversado muchas veces con ella acerca de ese
asunto.
-T puedes sentirte feliz con las cosas que tienes -le haba explicado. Y cuando
recibes visitas, debieras permitirles jugar con tus juguetes.
Pero a Linda le costaba hacerlo. Pareca que cuando no tena una cosa era
cuando ms la deseaba.
Un da la abuelita lleg a visitarlos. Ella not el mal hbito que Linda tena, pero no le dijo nada acerca
del asunto. En cambio le dijo otra cosa.
-Te gustara ir conmigo a mi casa por una semana?
Eso era algo que le gustaba muchsimo a Linda!
-Oh, abuelita, puedo ir? -exclam ella muy sonriente.
-Por cierto que s-respondi la abuelita. Ella tena una razn muy especial para invitar a Linda a ir a su
casa, pero no quera decrsela.
Linda no tard en escoger los juguetes que quera llevar, y la mam le arregl las ropas en su maletita
roja. Entonces Linda se despidi de su mam, y se fue con la abuelita.
Cuando la abuelita condujo el carro hasta el camino principal, no fue en direccin a su casa, sino hacia
el pueblo.
-Abuelita, por qu vas al pueblo? -pregunt Linda.
-Tengo que comprar algunas cosas en el mercado -respondi la abuelita.
Linda le ayud a su abuelita a elegir la fruta, a buscar el pan y un poco de queso. Entonces la abuelita se
dirigi hacia el fondo del mercado.
-Aqu elegiremos una escoba -dijo ella-. Necesito una para barrer el porche.
All colgadas haba toda clase de escobas. Algunas tenan pajas largas, y otras pajas cortas. Los
mangos de algunas eran rojos, los de otras verdes, azules o amarillos.
-Elige una que tenga el mango rojo! -sugiri Linda
-Muy bien -estuvo de acuerdo la abuelita-. A m tambin me gusta el rojo.
Mientras la abuelita tomaba la escoba que ella quera, con el mango rojo, Linda vio otra clase de escoba.
Esa tambin tena mango rojo, pero era muy pequea. La verdad era que tena exactamente el tamao
de Linda. La nia no pudo menos que tocarla.
La abuelita vio lo que Linda hacia y sonri.

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La escoba de Linda

-Te gusta esa escoba?


-Oh, S! -exclam Linda.
-Entonces la compraremos tambin.
De modo que la abuelita la tom y la puso junto con las dems cosas en el carrito de compras que
llevaba.
Linda estaba tan excitada que sigui a la abuelita hasta la caja, brincando; y cuando la abuelita pag por
la escobita, Linda la llev al automvil.
-Ahora te ayudar a barrer -le dijo a la abuelita.
Al da siguiente de maana Linda y la abuelita comenzaron a barrer el porche. Linda comenz en un
extremo y la abuelita en el otro.
Linda estaba gozando muchsimo hasta que mir a la abuelita. Entonces arrug la frente. La abuelita
haba barrido una superficie mucho ms grande del porche de lo que ella lo haba hecho. Tal vez era
porque !a abuelita tena una escoba mejor. De repente Linda ya no quiso seguir barriendo con su
escobita. Quera probar la de la abuelita.
Mirando por el rabillo del ojo, la abuelita vio lo que le pasaba a Linda.
-Quieres cambiar de escoba?
-Oh, si! -exclam Linda.
Tom entonces la escoba de la abuelita con ambas manos y comenz a empujarla. Pero apenas poda
moverla. Y por ms que procuraba barrer, no lograba hacerlo.
La abuelita tampoco estaba barriendo muy bien con la escobita de Linda, pero no dijo una sola palabra.
Pero Linda no qued callada.
-Abuelita -dijo lloriqueando-, puedo tener de vuelta mi escobita? Yo no puedo barrer con la tuya.
Pero la abuelita no le dio la escobita a Linda, sino que le dijo:
-T estabas muy feliz con tu escobita hasta que te pareci que la ma era mejor. Ayer, cuando tu
amiguita Ana fue a jugar contigo, hiciste lo mismo. No la dejaste que jugara con tus juguetes ms de uno
o dos minutos. Despus le pediste que te los devolviera. Ese es un hbito muy feo, Linda, y quiero que
me prometas algo antes de que te devuelva tu escoba.
A Linda le estaban por saltar las lgrimas, pero respondi afirmativamente con la cabeza.
La abuelita continu:
-La prxima vez que desees tener algo que otro tiene, quiero que te detengas un momento y pienses en
lo que te pas hoy; que no te divertiste con la escoba despus que la conseguiste.
Si- abuelita, lo har! -prometi rpidamente Linda.
Y lo interesante es que Linda ha mantenido su promesa. La escoba de la abuelita le ense a Linda una
leccin que jams olvid.

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