Comunicacion y Conflictos Entre Padres e Hijos
Comunicacion y Conflictos Entre Padres e Hijos
Comunicacion y Conflictos Entre Padres e Hijos
Este Informe es una adaptacin resumida de los contenidos del libro Hijos y padres: comunicacin y conflictos, editado por la FAD (2002) y realizado gracias al apoyo financiero de la Obra Social de Caja Madrid y de la Delegacin del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, del que son autores: Eusebio Megas Valenzuela (coordinador), Javier Elzo Imaz, Elena Rodrguez San Julin, Jos Navarro Botella, Ignacio Megas Quirs y Susana Mndez Gago. El texto de la adaptacin ha sido elaborado por Ignacio Megas Quirs.
FAD, 2003 Edita: FAD Fundacin de Ayuda contra la Drogadiccin Avda. de Burgos, 1 y 3 28036 Madrid Telfono: 91 383 80 00 Fax: 91 302 69 79 Diseo y maquetacin: Quadro Plaza de Clarn, 7 - 28529 Rivas Vaciamadrid (Madrid) Impresin: Ancares Gestin Grfica, S.L. Calle Ciudad de Fras, 12 - Nave 21 - 28021 Madrid Depsito legal: M-
uando la FAD inici su lnea de comunicacin social bajo el lema la educacin lo es todo lo hizo con una idea muy clara de qu objetivos eran los que se pretendan. Obviamente sabemos que hay circunstancias estructurales que resultan ser condiciones, si no definitivas s muy concluyentes, en la vida de las personas y en la trayectoria de los conflictos personales. Sabemos que, stricto sensu, la educacin ni es ni puede serlo todo. Como sabemos igualmente que el concepto educacin es enormemente abarcativo y que incluye todo el proceso de troquelamiento personal que, a muy diferentes niveles, en mbitos muy diversos y con agentes y responsables enormemente variados, se ejerce a lo largo de todo el discurso vital del individuo. Pero tambin sabemos que, en esa diversidad de momentos, oportunidades y exigencias, existen algunos que resultan nucleares. Y dentro de stos subrayaremos especialmente dos: el espacio de la educacin familiar y el espacio de la educacin formal, escolar. No son los nicos pero, en ese magma difcilmente abarcable (menos an, de forma especfica e inclusiva) de lo comunitario, tanto la familia como la escuela resultan elementos fundamentales para la educacin y, por tanto, para crear unas mejores posibilidades de afrontar con xito los avatares de lo existencial. Por eso, asumiendo la forzosa simplificacin de la comunicacin puntual masiva, intentamos apoyarnos en un lema que apuntara directamente a la movilizacin de dos recursos bsicos: los educadores y, antes que todo, los padres. Y lo hicimos, en la certidumbre de la necesidad de esta movilizacin pero tambin con la conciencia clara de las dificultades para la misma. La FAD lleva aos en esta tarea y no es ajena a los problemas que nuestra estructura social actual condiciona en las estrategias educativas, no en las de la mera transmisin de conocimientos, tanto de la escuela como, sobre todo, de la familia.
Los acelerados cambios sociales, no slo estructurales sino tambin ideolgicos, que se han producido en las ltimas dcadas han modificado seriamente las condiciones, y los objetivos, con las que y para los que las familias actan en el campo de lo social. Lejos de los clichs y estereotipos, parecemos estar viviendo una situacin en la que ya no valen los referentes vistos como ms tradicionales, y en la que, esperemos que momentneamente, la situacin de la familia se presenta con rasgos claros de duda y anomia (eso sera lo negativo), y tambin de bsqueda de soluciones innovadoras (lo que resultara la parte esperanzadoramente positiva). En ese horizonte, cambiante y lleno de claroscuros e interrogantes, resulta fundamental conocer mejor qu realidad vivimos, cul es la evolucin de esa realidad, dnde estn sus elementos de duda, qu riesgos son los implicados y cul es el horizonte de nuestras expectativas. Por eso se plante esta investigacin sobre la familia espaola del momento. Por eso se plante de forma ambiciosa y prestando una muy particular atencin a aquellos aspectos que, adems de ser los menos estudiados, eran los que ms nos interesaban (el funcionamiento, la comunicacin, la transmisin de valores, los conflictos), en tanto que elementos bsicos de esa funcin educativa que, en ltima instancia, pretendemos impulsar.
INDICE
I 1
Introduccin
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3 4 5
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Un intento de tipologa
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Resumiendo
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INTRODUCCIN
La familia, como forma bsica de agrupamiento social, y por ser un sistema vivo y dinmico, se presenta como imprescindible fuente de estudio. Su papel en la construccin y mantenimiento de las sociedades es fundamental, pues, al tiempo que es influida por los elementos transversales de lo social (economa, educacin, cultura, religin, poltica...), tambin influye en esos elementos. Por ser el nico sistema en el que el individuo participa durante toda su vida, la familia tiene la capacidad de constituirse en transmisora de costumbres, hbitos, modelos de comportamiento, as como en elemento de apoyo, resolucin de conflictos y sustento del estado del bienestar (del que representa tanto las necesidades como los soportes). Su funcin en el desarrollo social, educativo, intelectual, afectivo y emocional del individuo no slo es clave, sino que adems resulta consustancial a su propia naturaleza; y si resulta bsica para el desarrollo del individuo, resultar bsica para el desarrollo de la sociedad. Con independencia de las variaciones relativas a los roles dentro del ncleo familiar (incorporacin de la mujer al mercado laboral, cambio en la relacin entre hijos y padres) y de las circunstancias socioeconmicas y demogrficas que dan lugar a modelos familiares diversos (tarda emancipacin de los hijos, divorcio, mayor longevidad y menor natalidad, nuevas leyes...), la familia sigue apareciendo en el primer puesto en las encuestas y estudios que preguntan a los espaoles por los valores que consideran ms importantes. Tambin por ello, resulta ineludible abordar los cambios que ha experimentado en los ltimos decenios, as como la percepcin que tienen sobre esos cambios los propios integrantes de la familia. Este Informe pretende abordar esos cambios y percepciones, tanto los relativos a las reglas y composicin interna de la familia (clima familiar, normas de convivencia, comunicacin entre los miembros, manifestacin afectiva, conflictos y discrepancias), como a las variaciones respecto a su funcin social. Adems, a partir de los datos y resultados obtenidos en la investigacin previa al Informe, se propondr una clasificacin de modelos familiares ideales, que bien pueden ofrecer una panormica muy certera de la realidad de la familia en Espaa. Esta panormica viene a demostrar que no existe una familia espaola; ms bien, ese constructo estereotipado aparece como un conglomerado de diferentes tipos y modelos construidos por intentos, de una u otra ndole, con nfasis diferenciados, para adaptarse y encontrar frmulas propias de acomoda-
INTRODUCCIN
cin a una realidad rpidamente cambiante. Es necesario sealar que la informacin corresponde a familias con hijos (alguno de ellos, por lo menos) de edades comprendidas entre los 14 y los 20 aos. Es, en definitiva slo una parte de la realidad de la familia en Espaa1 aunque probablemente la ms significativa e interesante para los objetivos que pretendemos.
METODOLOGA
INVESTIGACIN CUANTITATIVA
Encuesta probabilstica, representativa Universo: hijos/as entre 14 y 20 aos y sus padres/madres Unidad muestral: hijo/a entre 14 y 20 aos, cuyo padre/madre quiera participar Nivel de confianza: 95.5% Margen de error: (P=Q): 3.16%
INVESTIGACIN CUALITATIVA
Cuatro grupos de discusin de padres/madres con hijos entre 13 y 19 aos, seleccionados por status socioeconmico, edad de los hijos y composicin (mixtos, slo padres y slo madres) Realizacin del trabajo de campo: abril/mayo/junio 2001
La masa de resultados obtenidos (respuestas generales, acuerdos o desacuerdos entre los miembros del ncleo familiar: padre, madre, hijo, hija), complementada e interrelacionada con los matices aportados por grupos de discusin, nos situ ante una inmensa cantidad de informacin, tremendamente interesante pero igualmente compleja de cara a su difusin. Por eso, adems del informe completo2 que recoge todos los datos, tablas y porcentajes, hemos elaborado una versin reducida del mismo, sta que aqu se presenta, que refleja la esencia de aqul y que, aunque de forma ms elemental, intenta tambin contribuir al necesario acercamiento a un ncleo social bsico: la familia.
1. Este segmento de familias espaolas con hijos entre los 14 y 20 aos corresponde aproximadamente a un tercio del total. 2. Megas, E. (coord.) et al. (2002). Hijos y padres: comunicacin y conflictos. Madrid: FAD.
Ante la realidad de que un 97% de los padres y un 94% de los hijos consultados (es decir, casi la prctica totalidad) consideran que mantener unas buenas relaciones familiares es un valor bastante o muy importante, notablemente por encima del resto de valores considerados como deseables (obtener un buen nivel de capacitacin cultural y profesional, llevar una vida moral y digna y ganar dinero son los que siguen en importancia), no cabe ms que asumir que la familia sigue siendo vista como la base sobre la que las personas asentamos gran parte de los elementos que propician el desarrollo y equilibrio de los individuos y las sociedades. Es considerada el ms importante de los agentes transmisores de valores y principios, el ncleo que da sentido a la sociedad; todo ello, con independencia de los diferentes modelos de familia que puedan ser considerados, ms an en un contexto socioeconmico, cultural y demogrfico que condiciona las familias muy distante del tradicional ncleo unido, indisoluble, slido y duradero con el que la representacin social describe el tringulo padre-madre-hijos.
EN
E TR
EL I D E
En el discurso de los padres el ideal de familia se mantiene con enorme fuerza, en coincidencia con todo lo encontrado en investigaciones anteriores. Esta valoracin de lo familiar se debe, tanto al mantenimiento de su importancia como valor finalista cuanto a la necesidad de reivindicar un ideal que se presume inmutable ante las agresiones de una realidad que, cada vez ms, parece alejarse de ese ideal. Entre la defensa y la queja, el discurso de los padres sobre la familia permanece enormemente subrayado.
AL
As, por encima de circunstanciales variaciones, al menos en nuestro pas, la idea de familia parece responder a un constructo general, universal e indiscutible, muchos de cuyos elementos definitorios descansan en el modelo ms tradicionalista del mismo. En cualquier caso, existe un discurso bastante aceptado que seala los problemas que los nuevos modelos familiares presentan como ruptura de los pilares fundamentales sobre los que se asienta el modelo ms tradicional: la unin y la transmisin de valores y principios. Y es as porque tiende a considerarse que ncleos familiares ms reducidos, disgregados y desapegados, tienen una menor capacidad para atender adecuadamente las necesidades y problemas de sus miembros (en trminos generales, dotarles de una sensacin de seguridad personal considerada esencial para sobrevivir en un contexto social hostil), al tiempo que vern mermada su autoridad para transmitir todos los valores y principios que asientan la propia idea de la familia como el esqueleto que vertebra la sociedad. Estas consideraciones sobre los nuevos modelos familiares y los cambios experimentados en el seno de los mismos, no impiden que exista acuerdo respecto a la idea de que, en un contexto social donde priman los valores individualistas y competitivos, la familia sigue siendo lo nico que no falla y lo nico en lo que se puede confiar. Frente al resto de cosas, los lazos familiares son indisolubles, y en ltima instancia los padres nunca fallarn a sus hijos3. As debe ser y as se considera que es. Por ello, siempre segn el discurso social, por ser el nico y verdadero apoyo que tienen unos jvenes indefensos ante una sociedad plagada de peligros y amenazas, los padres deben dotar a sus hijos de una serie de valores y habilidades sociales que les permitan enfrentarse a ese contexto aparentemente tan amenazante. En este punto encontramos una de las primeras paradojas a las que se deben enfrentar los adultos en su difcil tarea de educar a sus hijos: al tiempo que son los valores imperantes en la sociedad, como la competitividad y el individualismo, los que amenazan la unidad familiar, los propios padres deben instruir a sus jvenes en el manejo de esos mismos valores para evitar que se vean arrollados por una corriente social ante la que parecen indefensos y vulnerables. En sentido contrario, esos padres, por mucho que estimen idealmente necesarios otros valores (como la solidaridad o la tolerancia), tienen que abstenerse de transmitirlos en un contexto que, se supone, los imposibilita4. En cualquier caso, en ese plano de lo ideal, cuando preguntamos a los padres sobre los valores que consideran ms importantes en la educacin de sus hijos, tres de los cinco ms puntuados responden a cuestiones relacionadas, de una u otra manera, con el xito social: esfuerzo en el trabajo, espritu de superacin y responsabilidad. Los otros dos se refieren a aspectos ticos y actitudinales: que los hijos sean tolerantes, honrados y leales. Los hijos, situados en el mismo plano pero en una postura menos comprometida, de
3. Otra cosa es que los hijos s pueden fallar a los padres. Esta fantasa aparece instalada en significativos grupos de padres y se presenta como una consecuencia tanto como una de las causas de la crisis del modelo familiar tradicional. 4. Megas, E. (dir.) et al. (2001). Valores sociales y drogas. Madrid: FAD.
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espectadores, perciben lo que sus padres dicen quererles transmitir pero con matices: piensan que sus padres querran transmitirles valores ms acomodaticios de los que reconocen (como la obediencia, los buenos modales o la administracin del dinero). Estos valores que idealmente pretenden transmitir los padres se encuadran en un contexto general en el que, tras las buenas relaciones familiares, los espaoles valoran como ms importantes la promocin social (medida por un xito econmico para el que es necesario una preparacin cultural y profesional), las actitudes altruistas y, en sentido inverso, los comportamientos presentistas (vivir al da) y esteticistas (cuidado de la imagen, etc.). Pese a que los padres conceden algo ms de importancia a los valores altruistas y los hijos a los presentistas, podemos sealar que las coincidencias y acuerdos son mayores que las discrepancias: padres e hijos coinciden en valorar la importancia de todo lo referido al mantenimiento del orden y las normas sociales, as como en combinar la exigencia de mostrar virtudes pblicas con una actitud mucho ms flexible con los comportamientos privados. En lneas generales, el sistema de valores de padres e hijos coincide. Por otro lado, en un mbito ms prximo a lo cotidiano, en la percepcin de los adultos, los cambios en la escala de valores predominantes tienen un lgico reflejo en la forma en que se establecen los vnculos entre los miembros de la familia. Esto es algo que, en muchas ocasiones, es vivido de forma problemtica por los padres; es as porque,
Coherentemente con lo encontrado al analizar el horizonte de valores paternos, los padres aseguran querer transmitir a sus hijos elementos o valores fundamentalmente normativos, que forman parte de lo idealmente deseado en nuestra sociedad. La jerarqua de los valores que los padres dicen querer transmitir coincide muy exactamente con la de los valores sociales generales. Los hijos, que en sustancia tambin comparten esta jerarqua, parecen captar con bastante exactitud lo que los padres quieren comunicarles. No obstante, desde la mirada de los hijos, los principales intereses de los padres parecen ms acomodaticios de lo que stos dicen.
Sentido de la responsabilidad Esfuerzo Tolerancia y respeto Solidaridad Buenos modales Capacidad para disfrutar Espritu de ahorro Obediencia Valenta, capacidad de arriesgar Inters social o poltico Cuidado del aspecto fsico Curiosidad Fe religiosa No llamar la atencin
73.9 69.7 65.7 29.6 27.2 24.1 18.6 16.0 8.9 5.0 4.9 3.9 2.8 1.6
74.2 72.1 60.7 23.8 40.3 12.8 28.3 22.8 6.7 4.5 5.8 3.4 5.2 3.9
* Segn porcentaje de padres que dicen querer transmitirlos y segn porcentaje de hijos que perciben que sus padres los transmiten.
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mientras las generaciones que representan vivieron una infancia, adolescencia y juventud donde la relacin con sus padres se estableca, en trminos generales, desde la autoridad, la disciplina y el respeto, actualmente las relaciones con sus hijos han evolucionado de tal forma que dicha autoridad entra en conflicto con grandes dosis de permisividad y una sensacin de mayor libertad y confianza. El fenmeno es analizado por los padres en dos sentidos. Por un lado, valoran muy positivamente el grado de confianza que han logrado entablar con sus hijos, algo impensable comparado con la manera en que ellos se relacionaban con sus propios padres, as como el clima de mayor libertad que respira la familia y la mayor capacidad para consensuar decisiones que existe en su seno. La familia actual plantea una relacin entre padres e hijos ms cercana de la que nunca ha existido, algo que, esencialmente, se vive como enriquecedor y muy positivo. Sin embargo, por otro lado, existen ciertas contrapartidas que provocan que ese modelo de relacin se perciba desde la insatisfaccin y confusin de los padres. Es as porque la mayor confianza se establece ligada a una prdida de autoridad que les resta capacidad para establecer las normas que marquen el comportamiento en el seno de la familia, algo que les sita en una situacin de cierta debilidad frente a sus hijos. Simplificando el planteamiento, muchos padres de hoy en da viven la insatisfaccin de haber sido dominados por sus padres durante la adolescencia y juventud, al tiempo que, actualmente, llegan a sentirse esclavos de sus hijos adolescentes. La escena que describen es la siguiente: hijos irrespetuosos, convencidos de tener muchos derechos y ninguna obligacin, campando a sus anchas por una casa que parece ms una pensin que el seno de una familia. Esto, inevitablemente, se vive desde los padres como una prdida de la unidad y el sentido de la familia, aunque el discurso socialmente aceptado establece algunos matices que lo acercan a un lenguaje ms suave o, si se quiere, polticamente correcto. Es as porque existe cierta conciencia de que el valor autoridad asociado a la educacin, entendido en los trminos en los que era ejercida por sus propios padres, no est muy bien considerado en la actualidad, percibindose su dulcificacin como algo positivo, por cuanto propicia ese mayor acercamiento a los hijos que ya hemos comentado. Sin embargo, s echan de menos cierta capacidad de mando que les ayude en dos sentidos. Por un lado, para potenciar valores que consideran que se van debilitando como consecuencia de su talante ms permisivo, como la ejemplaridad, la educacin, el respeto, la obediencia, la responsabilidad, etc. Por otro lado, para tener mayor capacidad de contrarrestar ciertas preocupaciones referidas a los hijos que, siendo comunes a todas las pocas, se perciben actualmente como mayores y ms problemticas, precisamente por su incapacidad para actuar sobre ellas desde la raz: por ejemplo, tener mucha menor capacidad para prohibir a los hijos que salgan de casa o lleguen tarde. Todo esto, combinado con la sensacin de que el mayor ncleo de influencia del joven se desplaza desde la familia hacia el grupo de amigos, agudiza la preocupacin respecto a temas como el consumo de drogas, la violencia o el sexo. Adems, las concesiones que los padres han hecho a sus hijos en ese proceso que oscila entre la prdida de autoridad y el aumento de confianza, si bien tienden a ser con-
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sideradas como normales en funcin del contexto social en el que vivimos, presentan, o as lo consideran los padres, aspectos contraproducentes por lo excesivas que llegan a ser en muchas ocasiones. Principalmente, porque la permisividad deriva fcilmente en una sobreproteccin de los hijos que puede hacerlos dbiles, malacostumbrados y desagradecidos. La otra cara de la moneda parece inevitable: en una sociedad difcil y amenazante, el papel protector de la familia se antoja inevitable ante la terica situacin de indefensin de los jvenes (la familia est para eso: proteger, dar seguridad y preparar a los hijos para que sobrevivan en el contexto social que les ha tocado vivir). Las concesiones, aun siendo vividas desde la confusin, se dan como bien empleadas si la recompensa es un mayor grado de camaradera, desinhibicin y complicidad con los hijos, todo ello sin olvidar que la relacin entre padres e hijos no es ni debe ser una relacin de amistad. Evidentemente, que esta contrapartida compense los esfuerzos, disgustos e inseguridades, o que se viva con un mayor o menor grado de insatisfaccin, depender del clima y la relacin existente entre los miembros de la familia, aunque, en cualquier caso, se percibe desde los padres como un signo de los tiempos que les ha tocado vivir y contra el que apenas pueden hacer nada (no puedes prohibir a tu hijo salir si todos sus amigos salen, no puedes privarle de ciertas cosas si el resto de compaeros las tienen, etc.). El dilema ideal/realidad se resuelve en
tres ejes de tensin:
En definitiva, en el discurso de los padres podemos diferenciar dos planos: el plano de lo ideal o deseado, donde una educa-
EJES DE TENSIN
PERMISIVIDAD
AUTORIDAD
Transmisin de normas
Autoridad versus permisividad: en este eje se ponen en juego la posibilidad de transmitir normas, la socializacin de los hijos y, como resultante, la capacidad e independencia de estos ltimos. En relacin con este ltimo aspecto aparece la amenza de una sobreproteccin, que se vuelva contra ellos. Roles tradicionales versus nuevos roles: sita los dilemas sobre las funciones, la comunicacin y la responsabilidad en las parejas. En este contexto se mantiene el tpico de la madre abnegada, capaz de cualquier renuncia por sus hijos. Como eje de tensin en lo familiar, en l se sitan tambin reproches cruzados entre los dos miembros de la pareja. Comunicacin con los hijos: ejemplifica el dilema entre una comunicacin ms rgida (que restringe la libertad de los hijos pero facilita los lazos familiares) o una comunicacin ms libre (que corre el riesgo de, a partir de la distancia, convertirse en no comunicacin).
ROLES TRADICIONALES
Reproches en las parejas Libertad y autonoma Comunicacin familiar Tpico de la madre abnegada
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COMUNICACIN RESTRICTIVA
Funciones y responsabilidad
cin sustentada sobre la base de la autoridad fomenta la libertad y la comunicacin en el ncleo familiar, y el plano de lo real, donde la prdida de autoridad propicia que en el seno de la familia surjan unos valores considerados como negativos. El equilibrio entre ambos planos se afronta desde los padres como una de las ms complicadas tareas a las que se enfrentan en su labor como educadores. En la discusin sobre la prdida de autoridad, el exceso de permisividad y la sobreproteccin de los hijos, tambin entran en juego los roles diferenciados de padres y madres dentro del ncleo familiar, es decir, el tipo de papel que desempean unos y otros en relacin con sus hijos. As, segn la representacin que exponen los propios protagonistas y a pesar de la evolucin que ha experimentado la familia en las ltimas dcadas, el padre parece centrarse en los aspectos relacionados con la gestin, el orden y la disciplina, mientras la madre desempea las funciones ms directamente relacionadas con la atencin directa de los hijos, tanto a nivel de necesidades LAS TENSIONES SE RESUELVEN EN concretas y cotidianas (todos los aspectos relaREIVINDICACIN DE LA PROPIA FAMILIA cionados con la casa) como en un plano ms afectivo. Repetimos que lo que estamos descriAORANZA DE UN IDEAL PASADO biendo es el discurso social e, independientemenCONFUSIN Y BSQUEDA te de que puedan existir muchos casos en los que este reparto de roles no se cumpla, lo que s AUTOCULPABILIZACIN es cierto es que parece haber un acuerdo mayoriDELEGACIN DE RESPONSABILIDADES tario respecto a la idea de que las mujeres presentan una mayor capacidad para adaptarse a ambos roles que los hombres.
Las tensiones sealadas se resuelven en elementos contradictorios, de mayor o menor rango: Ante todo una reivindicacin de lo familiar: precisamente porque se siente en riesgo la familia debe ser rescatada y revalorizada (sobre todo la propia). Despus, con menor presencia, la aoranza de un ideal tpico y presuntamente universal: cmo debera ser la familia. Una vivencia de confusin en significativos colectivos de padres, a veces complicada con vivencias de ansiedad. En grupos mucho ms minoritarios, un sentimiento de autoculpabilizacin: la familia, sobre todo los hijos, son como los hemos hecho; nosotros somos responsables. En un porcentaje de los colectivos anteriores, la ansiedad se resuelve en delegacin de responsabilidades: ante la vivencia de impotencia, son otros quienes deben arreglar las cosas (maestros, administraciones, polica).
De la asuncin de estos roles diferenciados se derivan varias consideraciones que afectan al mencionado tema de la prdida de autoridad y la excesiva permisividad con los hijos. Principalmente, como consecuencia de la destacada presencia de una imagen prototpica y estereotipada de la madre: la mujer abnegada y sacrificada, capaz de dar y hacer todo por sus hijos. Desde los hombres, que no dejan de reconocer cierto grado de admiracin respecto al papel desempeado por sus mujeres, se sealan algunos reproches referidos a una actitud que, derivada de esa posicin de sacrificio y abnegacin, da como resultado un incremento de la permisividad, algo que les resta autoridad a ellos mismos frente a los hijos. Y el discurso enfatiza: una vez perdida la autoridad, es muy difcil recuperarla. Por su parte, las mujeres tampoco eluden el reproche a sus maridos: su actitud excesivamente despreocupada y desapegada respecto a las
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actividades y problemas de relacin cotidianos, muy especialmente los referidos a los hijos, provoca que sean ellas las que se vean obligadas a cargar con todo el peso de los mismos. Al tiempo, participando al fin y al cabo del mismo contexto de representacin colectiva, tienden a asumir que todo esfuerzo y sacrificio, incluso a nivel muy personal (dejar carreras profesionales, por ejemplo), compensa si se hace por los hijos, reforzando as la imagen de madre abnegada. Una idea parece generalizada entre los adultos: nadie entiende ni se preocupa de los hijos como sus madres, y stos las necesitan ms que a nadie; ya veremos que la realidad de las relaciones concretas que los hijos refieren parece confirmar algunos aspectos de este estereotipo. En cualquier caso, y a pesar de todos los esfuerzos y dificultades, la labor de educar y, como suele decirse, sacar adelante a los hijos, se contempla desde la satisfaccin y la predisposicin para realizar los sacrificios que sean necesarios en dicho cometido. Los hijos son quienes forman familia, la dotan de sentido y la unen, y por ellos se afrontan las dudas e insatisfacciones que provoca la labor de educarlos, que no son pocas. Esencialmente, padres y madres afrontan su tarea como educadores desde la inseguridad y la confusin. No existe preparacin al respecto, ni apenas referentes a los que aferrarse en el desempeo cotidiano de todas las labores relacionadas con la educacin de sus hijos. As, sta se realizar desde la intuicin, el instinto y la buena voluntad de unos padres que, inevitablemente, tienden a sentirse algo torpes y descolocados ante el desempeo de una labor para la que no sienten haber sido preparados. Esa inseguridad se incrementa desde el momento en que son conscientes de la importancia que adquiere su papel educador en un contexto social repleto de dificultades y en el que los jvenes, antes o despus, tendrn que enfrentarse por su cuenta a diversas situaciones de riesgo (droga, sexo, violencia, desengaos sentimentales, disgustos afectivos...). A partir del momento en que los hijos cruzan el umbral de la casa familiar, la nica proteccin con la que contarn sern las enseanzas aprendidas en el seno de la familia (con la ayuda de las otorgadas por otros agentes educativos, como la escuela), con las que habrn de desenvolverse en terrenos en los que no contarn con la proteccin directa de la familia. As, la familia ser el lugar donde se adquieran las capacidades y las herramientas necesarias para enfrentarse a la vida con garantas de salir airoso del envite. Convencidos de tal cosa, los padres asumen la importancia de su labor en el seno de su familia, en su casa. Encontrar un equilibrio entre las actitudes proteccionistas, autoritarias y ejemplificadoras, y las permisivas, liberales y generadoras de confianza, adems de mantener una imagen firme y coherente ante sus hijos, se antoja como algo fundamental si se pretende dotar a stos de los valores y principios necesarios para vivir en sociedad. Pero, en el desempeo de esta labor, refieren una dificultad creciente y bastante comn a todos ellos: la escasez de tiempo que dedicar a los hijos, ms an por cuanto, independientemente del tiempo concreto que se les dedique, ste siempre tiende a ser percibido como escaso. En una situacin en la que, desde las posturas derivadas de los modelos tradicionales que impregnan la percepcin colectiva, los padres han delegado gran parte de la educacin de los hijos en las madres, el hecho de que las madres vayan incorporndose de forma progresiva e importante al mercado laboral, significa que el tiempo que se pasa con los hijos se reduce de manera importante. Mientras los
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padres tienden a vivir esta situacin como algo bastante normal e inevitable, pues estn acostumbrados a una realidad en la que siempre han trabajado fuera de casa, delegando el cuidado de los hijos en las madres, stas (en el caso de trabajar fuera de casa) suelen experimentar mayores sentimientos autoculpabilizadores (de nuevo nos encontramos ante la imagen de madre abnegada). En cualquier caso, la situacin provoca en ambos la conviccin creciente de estar delegando gran cantidad de importantes parcelas de la educacin de sus hijos en agentes educativos externos, principalmente la escuela. No es extrao escuchar de boca de padres y madres que sus hijos pasan ms tiempo con sus profesores que con ellos mismos, algo que les provoca sentimientos de impotencia, culpa y malestar al tiempo que, mucho ms implcita y ambiguamente, les alivia. Ante esta situacin, contra la que resulta tremendamente difcil luchar (la realidad laboral es la que es y los das slo tienen veinticuatro horas), la respuesta de los padres es clara: el tiempo que se pase con los hijos debera ser de calidad, y habra que aprovecharlo al mximo para la transmisin de los valores y el afecto que los hijos necesitan. De todos modos, esa propuesta (escasez de tiempo, aunque de calidad, disponible para dedicar a los hijos) no evita en muchos padres sensaciones de inseguridad e insatisfaccin, acaso no tanto por la insuficiencia como por el carcter terico de dicha propuesta. En la labor educativa, tan complicada y desconcertante, cualquier ayuda que provenga de agentes externos a la familia resultar esencial. De igual forma, su ausencia ser especialmente sentida y sealada, y es en este punto en el que los padres vuelcan gran parte de sus crticas al sistema educativo en general y a los maestros y profesores en particular. Y es as porque muchos padres afirman no sentirse respaldados en su labor por esos agentes educativos externos: los planes de estudio suelen ser torpes en sus planteamientos y objetivos, mientras los profesores se centran casi exclusivamente en su labor formativa desde el punto de vista acadmico, dejando de lado las cuestiones ms relacionadas con la educacin en s, que recaera casi en su totalidad en los
QU COSAS LE AYUDARAN MS A RESOLVER LAS DIFICULTADES CON QUE SE ENCUENTRA EN LA EDUCACIN DE SUS HIJOS (porcentaje de padres y madres) Ante las diversas peticiones que los padres hacen para sentirse apoyados en la educacin de sus hijos, llama la atencin la demanda de mayor implicacin de los profesores. Es una demanda personalizada (est referida a los educadores, no al sistema educativo), que parece traducir una delegacin de responsabilidades: como si, sintindose desbordados por las exigencias, los padres solicitaran ser sustituidos por los maestros.
% CASOS
Que los profesores educaran mejor Que los medios de comunicacin fueran ms educativos Que hubiera ms ayudas fiscales para las familias Que su pareja se comprometiera ms Que hubiera mejores polticas de formacin laboral Que hubiera ms y mejores recursos para ocio y tiempo libre Que la polica controlara mejor algunas actividades Que el sistema educativo tuviera ms recursos Que hubiera crditos financieros ms asequibles para familias
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padres. En este sentido apuntan las crticas de los padres, que en muchas ocasiones dicen sentirse solos ante las dificultades que tienen que enfrentar, tanto en el seno de la familia como fuera de ella. Resulta especialmente destacable el hecho de que la alusin crtica al sistema educativo no se refiera a la dotacin de mayor y mejores recursos (algo que pocos padres mencionan), sino a la actuacin de los profesores: el 60% de los padres seala que, para que se pudieran resolver mejor las dificultades con las que se encuentran en la educacin de sus hijos, los profesores deberan educar mejor (una queja que se extiende ms entre los padres que entre las madres). Esta insensibilidad ante los problemas de los docentes5, este sealamiento de una responsabilidad personalizada en los maestros, acaso quepa ser interpretado como una sustitucin delegadora de lo personal; quizs, como una forma de desculpabilizacin y descarga, se apela no tanto al apoyo del sistema educativo cuanto a que los educadores sean padres sustitutos. Tambin es cierto que en el mal equilibrio entre la educacin familiar y la educacin escolar, el relato de los padres no puede eludir sus dosis de responsabilidad, en dos sentidos que, en s mismos, pueden resultar un tanto contradictorios. Por un lado, por delegar parcelas de la educacin en agentes educativos externos, cuando les correspondera afrontarlas a ellos (en este caso, muchos de los planteamientos desculpabilizadores inciden en el ya mencionado problema de la escasez de tiempo disponible). Por otro lado, porque la tendencia a la sobreproteccin de los hijos, as como una cierta permisividad, parece haber restado autoridad a maestros y profesores, que se ven mucho ms limitados en su capacidad de influir sobre unos alumnos que slo parecen responder ante sus padres (y, al parecer, no siempre). Aunque en menor medida, los padres tambin extienden algunas exigencias, referidas a las ayudas requeridas en su labor educativa, a agentes o elementos que se encuentran fuera del sistema educativo: los medios de comunicacin (de los que reclaman que sean ms educativos), las polticas fiscales (que no ayudan lo suficiente a las familias) y las polticas de formacin laboral (que no son todo lo buenas que deberan ser). Pero las exigencias no slo se dirigen hacia fuera del ncleo familiar: hasta un 26% de los padres y madres, sobre todo de las madres, requieren un mayor compromiso de su pareja en la educacin de sus hijos. En definitiva, segn la propia voz de los padres y madres, los apoyos necesarios para poder desarrollar correctamente su labor educativa habrn de venir de una combinacin de ayudas externas (implicacin del profesorado, adecuados planes educativos y polticas fiscales, medios de comunicacin concienciados...) e internas (implicacin de la propia pareja en una tarea comn). Slo en la correcta combinacin de tales elementos creen poder encontrar el necesario apoyo para realizar de la mejor manera posible una labor que, en muchas ocasiones, les desborda, y para la que, segn sus propias palabras, no se sienten preparados.
5. En Los docentes espaoles y la prevencin del consumo de drogas (Megas, E. et al., 1999) podemos ver que los profesionales de la educacin formal, no slo refieren respecto a los padres quejas similares a las que stos les reprochan, sino que sealan mltiples insuficiencias estructurales que dificultan su tarea.
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La gran importancia que se concede a la familia, y la terica buena salud de la que parece gozar a tenor de los comentarios de sus miembros, son aspectos que quedan reforzados al observar que a un 86% de padres y madres que sealan que los miembros de la familia pensamos que la unidad familiar es muy importante, le sigue un 82% que afirma que los miembros de la familia nos sentimos muy unidos y un 75% que dice que los miembros de la familia nos pedimos ayuda unos a otros. En definitiva, la mayora de los padres afirma que la unin familiar es muy importante y que, adems, en su familia concreta se produce esa unin y un adecuado clima de colaboracin. Algunas afirmaciones contribuyen a matizar el idlico panorama dibujado: slo la mitad de los padres sealan que a los miembros de la familia nos gusta pasar tiempo juntos, apenas un 40% afirma que existe una rotacin en las responsabilidades de la casa, y hasta un 33% seala que no ha logrado crear una cultura de normas estables en su familia. Respecto a cuestiones ms directamente relacionadas con sus hijos, siete de cada diez padres afirman que no tienen ningn problema con las amistades de stos y que tienen en cuenta la opinin de sus hijos en las normas que les afectan, aunque el porcentaje baja hasta el 50% cuando se trata de seguir las sugerencias de los hijos para solucionar los problemas familiares.
Los miembros de la familia nos sentimos muy unidos En nuestra familia vamos adaptando la manera de hacer las cosas segn las circunstancias Los padres aceptan los amigos que tienen los hijos Se tiene en cuenta la opinin de los hijos en las normas que les afectan A los miembros de la familia nos gusta pasar el tiempo libre juntos A la hora de solucionar los problemas, se siguen las sugerencias de los hijos Nos turnamos las responsabilidades de la casa
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A partir de estos datos, y de otros muchos obtenidos de la encuesta que da origen a este informe, podemos describir cinco estilos bsicos en la forma de organizacin y en el funcionamiento de las familias espaolas. Cinco maneras que, y esto es algo que resulta imprescindible sealar, no son incompatibles ni se comportan como modelos excluyentes unos de otros; es decir, son modos de agrupacin de ciertas caractersticas concretas de la manera en la que puede llevarse a cabo la La mayora de padres se muestran organizacin y el reparto de las funciones en el seno de la satisfechos de cmo es su familia. familia, con independencia de que algunos padres puedan estar de acuerdo con aspectos de diferentes agrupaciones y Hay pocas divergencias en las opinioacten en funcin de ello.
nes de padres y madres. Las madres edulcoran algo ms la realidad. Las madres aceptan algo mejor los cambios. Son escasas las diferencias de opinin entre padres e hijos cuando se hacen valoraciones genricas. Aumentan las diferencias de opiniones entre padres e hijos cuando se hace referencia a cuestiones ms concretas. Los hijos tienen una visin menos positiva del funcionamiento de la familia. Los hijos creen menos que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Los hijos tienen una visin menos optimista de la unidad familiar.
El modelo que mayor acuerdo suscita entre los padres es el que se basa en la cohesin, que resalta de forma especial la importancia que para todos sus miembros tiene la unin familiar; estas personas afirman que, en su caso, se produce efectivamente dicha unin, al tiempo que se muestran de acuerdo con la conveniencia de ir adaptando la forma de actuacin familiar a las circunstancias del momento. A continuacin se situara el modelo que se monta sobre el dilogo y el consenso. Este dilogo est referido especialmente a las relaciones con los hijos: hay que tener en cuenta la opinin de stos en las cuestiones que les afectan y, en trminos generales, a la hora de solucionar los problemas que puedan aparecer en el seno de la familia. El modelo basado en la autosuficiencia muestra una familia mucho ms centrada en s misma, sin gran necesidad de abrirse a los dems, pues se siente muy unida y a sus integrantes les gusta hacer las cosas entre ellos, sin necesidad de personas ajenas.
Suscitando ya menos de la mitad del acuerdo de los padres est el modelo de cooperacin y participacin, centrado en aspectos relacionados con la realizacin conjunta de las actividades familiares por parte de todos los miembros de la familia, que quieren hacer las cosas juntos, compartiendo responsabilidades y sugerencias. Por ltimo, con el menor grado de adhesin entre los padres pero suscitando no obstante la identificacin de un 20% de ellos, encontramos el modelo ms radical, definido por la anomia, y que est representado por situaciones familiares conflictivas, en las que no existen reglas o normas a la hora de organizar la convivencia entre los miembros (dificultad de identificar quin o quines deciden, importante proporcin de hijos que imponen sus criterios al resto de la familia, etc.). Como se ve, un amplio abanico de estilos de relacin y de organizacin familiar, que ilustran claramente sobre la diversidad y la multiplicidad de las familias espaolas del momento. En relacin a todas estas cuestiones relativas a la organizacin y planificacin de la vida familiar, las opiniones de padres y madres, tomadas de forma separada, no presentan
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diferencias importantes. Slo pequeos matices nos permiten sealar algunas peculiaridades: a los padres les resulta algo ms difcil identificar quin manda en casa, mientras las madres tienen una percepcin ms favorable del funcionamiento de la familia, potencian ms la unidad familiar y la capacidad de adaptacin de sta a la hora de encarar los problemas y a la hora de consultar decisiones. Adems, en relacin con los hijos, las madres, en mayor proporcin que los padres, afirman tener en cuenta la opinin de stos y aceptar de buen grado los amigos que tienen. En cualquier caso, stos son pequeos matices que no pueden negar una cosa: existe una gran sintona en la manera en que padres y madres valoran todos estos elementos. El clima de terica armona y de correcto funcionamiento familiar, se ve matizado de manera importante cuando los discursos de padres y madres afrontan la manera en que se entabla la comunicacin entre los miembros de la familia, especialmente en lo que se refiere a la relacin entre padres e hijos. Principalmente, porque la diferencia generacional propicia muy diferentes claves de entendimiento, no slo en lo que se refiere al lenguaje en s mismo (la manera en que los jvenes hablan entre ellos y, sobre todo, con sus padres, se observa, desde stos y en muchas ocasiones, desde la perplejidad y literal incomprensin), sino en lo referido a temticas, intereses y preocupaciones. Por todo ello, la comunicacin entre padres e hijos, sobre todo en los periodos en los que stos se encuentran inmersos en la adolescencia, no resulta nada fcil, dificultando esto el acercamiento y, consecuentemente, la labor educativa de los padres. En el desarrollo cotidiano de la convivencia, los padres sealan un aspecto que ejemplifica perfectamente las dificultades que existen para que se produzca el necesario acercamiento con sus hijos: progresivamente, los hijos han ido retirndose a sus habitaciones, lugares donde se encierran, se incomunican, y de los que no tienen necesidad de salir, pues en ellos disponen de todo lo necesario (televisin, msica, ordenador...). Ello, unido al hecho de que los ritmos del trabajo y las ocupaciones de madres, padres e hijos, dificultan enormemente la probabilidad de coincidir en horarios en los que poder estar juntos (para comer, por ejemplo), y de que la televisin ha sustituido, en gran medida, a la conversacin, pone de relieve un complejo panorama en lo que se refiere a los lazos comunicativos familiares. Ante esta situacin, los padres tampoco eluden su dosis de responsabilidad, de nuevo centrada en los problemas de permisividad y sobreproteccin mencionados con anterioridad: si los hijos tienen todo lo necesario para pasar un da en sus habitaciones sin necesidad de salir de ellas es porque los padres se lo han permitido (porque todos los jvenes lo tienen, y nadie quiere que sus hijos se sientan menos que la gente que les rodea). Tambin como sealamos con anterioridad, los padres se atribuyen la responsabilidad de hacer que el poco tiempo que pasen junto a sus hijos sea de calidad, si bien, aaden, no saben cmo conseguir esa calidad, y la exigencia termina frecuentemente en una vivencia de impotencia culposa. En cualquier caso, por encima de todos estos elementos planea el fantasma de la adolescencia de los hijos, periodo que casi todos los padres viven desde el conflicto y la dificultad para el acercamiento a los hijos. Durante tal poca, los problemas de comunicacin se acentan hasta extremos tales que, en ocasiones, hacen tremendamente complicada la convivencia. Los hijos parecen expresarse en un idioma completamente
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distinto al que emplean sus padres, y pasan a ser prcticamente unos desconocidos para stos, que se encuentran perdidos ante el desconocimiento de sus inquietudes, problemas y pensamientos, y ante la incomprensin de sus comportamientos y razonamientos. La situacin puede derivar en ambientes verdaderamente hostiles, en los que los hijos se sienten incomprendidos y los padres llegan a sentir que son considerados como enemigos por parte de stos. Eso s, tales consideraciones de los padres suelen estar restringidas a esos periodos adolescentes, ms o menos largos segn los casos, pero finitos, tras los cuales (eso siguen opinando los padres) los hijos saldrn de sus habitaciones y se acercarn para hablar y contar sus asuntos y preocupaciones, ahora s desde un lenguaje ms cercano y con mayores dosis de respeto y consideracin. Esto es aceptado y entendido por parte de los padres en base a una explicacin: mis hijos han madurado. El hecho de que estos periodos conflictivos sean vistos como limitados a pocas muy concretas del desarrollo de los hijos, o incluso el que sean considerados como algo normal dentro de los muchos estadios que pueden atravesar las relaciones entre padres e hijos, es, probablemente, una de las razones que explican que, cuando se pregunta a los padres de manera individual por sus consideraciones relativas a la comunicacin con sus hijos, el conjunto de las respuestas dadas resulte claramente positivo. Con un matiz destacable: el mayor grado de acuerdo de los padres se encuentra respecto a consideraciones que implican actitudes y comportamientos de comunicacin unidireccionales: comunicacin de los padres hacia los hijos, sin respuesta o sin necesidad de respuesta por parte de estos ltimos. As, el 80% afirma mostrar abiertamente afecto, cario a mi hijo, el 77% dice poder hablar de mis sentimientos con mi hijo, sin sentirme cohibido, y el 71% est de acuerdo en que le resulta muy fcil expresar mis sentimientos (enfado, alegra) a mi hijo. Cuando la afirmacin supone un comportamiento activo y recproco por parte de los hijos, los resultados, an siendo altos, son sensiblemente inferiores a los anteriores: seis de cada diez padres afirman que mi hijo intenta comprender mi punto de vista, que estn muy satisfechos de cmo mi hijo y yo hablamos y que cuando hago preguntas, mi hijo responde sinceramente (ello no implica que los cuatro de cada diez padres restantes, estn totalmente en desacuerdo con esas afirmaciones; a veces muestran un cierto acuerdo, aunque de grado mucho menor). Incluso podemos encontrar afirmaciones que no son reconocidas ni por la mitad del total: por ejemplo, slo el 43% afirma que mi hijo siempre sabe escuchar. Por tanto, desde los resultados de las encuestas podemos confirmar tambin esa sensacin, por parte de los padres, de no sentirse tan comprendidos y valorados por sus hijos como ellos intentan comprenderlos y valorarlos. Ms que de una buena comunicacin, se hablara de un esfuerzo por comunicarse que, en bastantes casos, no es correspondido. En funcin de los diferentes elementos a partir de los cuales padres y madres describen la relacin de comunicacin con sus hijos, y en base a los resultados estadsticos, podemos establecer cinco formas de relacin que acentan, cada uno de ellos, las distintas maneras en que se establece la comunicacin. Estas formas que, hay que repetirlo, no son exclusivas ni incompatibles (un mismo padre puede posicionarse en varios modelos a la vez), simplemente indican tendencias o prototipos.
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Hay un modelo con el que se identifican tres de cada cuatro padres, y que responde a esa postura ya descrita, en la que los padres muestran un esfuerzo para contactar con sus hijos, que resulta ser unidireccional. Las madres se sienten incluidas en este grupo en mayor proporcin que los padres, lo cual posiblemente habla no tanto de que los hijos les respondan menos cuanto de que ellas hacen ms esfuerzos que sus propias parejas por comunicarse con aqullos. Algo ms de la mitad de los padres se reconocen en un modelo que destaca por mostrar muy buenas relaciones con los hijos, y no slo de manera unidireccional sino recproca: mi hijo/a intenta comprender mi punto de vista, siempre sabe escuchar, cuando hago preguntas responde sinceramente, me resulta fcil hablar de los problemas con l/ella, etc. Resulta destacable el hecho de que son ms madres (y, en concreto, hablando de sus hijas) las que se sitan en este grupo. Adems, cabe sealar que, de igual forma que ocurre con el grupo anterior, la buena comunicacin entre padres e hijos se corresponde tambin con las mejores relaciones entre cnyuges o parejas, crendose as un muy buen clima familiar. Es significativo que este buen clima familiar, que parece engrasar la comunicacin en todas las direcciones en las familias en las que se da, se muestra como un elemento que parece ser protector respecto a las situaciones de conflicto familiar o de riesgo para los hijos; luego lo veremos. Algo menos de un tercio de padres y madres se reconocen en el modelo en el que afirman que no creo que pueda decirle a mi hijo cmo me siento acerca de algunas cosas, hay ciertos temas que evito hablar con mi hijo y tengo cuidado con lo que le cuento a mi hijo. No llega al 15% la proporcin de padres que se situaran en una forma de relacin precavida, muy cercana al modelo anterior, al que se aade un tono de desconfianza defensiva: a veces me cuesta trabajo creer todo lo que mi hijo me dice, a veces no me atrevo a pedirle lo que quiero Muy minoritaria (4%) pero tambin muy significativa por su radicalidad, es la ltima de las posibles formas de comunicacin (en este caso, comunicacin conflictiva), que agrupa a los padres que peor relacin tienen con sus hijos. Afirman cosas como que mi hijo me dice cosas que sera mejor que no se dijeran, cuando hablo con mi hijo/a le digo cosas que no se deberan decir, e incluso que mi hijo me insulta cuando est enfadado conmigo, mi hijo me agobia o cuando tenemos problemas, a menudo dejo de hablar con mi hijo. Sin excluir la posible participacin de los hijos en la situacin de conflicto que se describe, los cruces con otras variables permiten aventurar que en los padres que viven estas situaciones abundan las rigideces en los planteamientos y la no aceptacin fcil de la autonoma de los hijos. Estos padres reclaman, en mayor proporcin que el resto, ayudas externas a la familia, acaso como una confesin explcita de su incapacidad para enfrentar las dificultades de relacin desde los propios recursos. Con independencia de la mayor o menor cercana a cada uno de estos modelos, s es cierto que existen algunas sensaciones de insatisfaccin que recorren todo el discurso de los padres cuando hablan de la comunicacin con sus hijos. Principalmente porque tienen la conviccin de estar cediendo continuamente ante ellos, hasta el punto de que, en muchos casos, se sienten prcticamente sometidos en sus propias casas, algo
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que llega a hacer que afirmen sentirse como esclavos de sus hijos. Esta situacin sume a los padres en un gran desconcierto, pues al tiempo que se sienten impotentes para cambiarla, les remite al tiempo en el que ellos fueron jvenes y sus padres s dominaban la situacin en el hogar familiar. En no pocos casos, asumir la certeza de haber vivido y vivir dos extremos muy alejados de las relaciones paterno-filiales (padres autoritarios e hijos egostas, desagradecidos e irrespetuosos) se constituye en parte importante de la insatisfaccin de algunos adultos, situacin ante la que no saben o no pueden reaccionar ms all de la exasperacin de sus quejas. La insatisfaccin se completa cuando los padres afirman no sentirse comprendidos ni valorados por sus hijos, que es algo que est directamente relacionado con los comportamientos de entrega unidireccional de afecto, comunicacin y cario que caracterizaban algunos de los modelos de comunicacin expuestos: padres que entregan todo a sus hijos, se desviven por ellos, mientras stos no slo se limitan a recibir (cario, cuidados, bienes materiales...) sin entregar nada a cambio, sino que adems no agradecen la entrega de los padres. Durante algn tiempo, a lo largo del desarrollo de los hijos hacia la vida adulta, estas situaciones de insatisfaccin por parte de los padres y de complicada comunicacin entre padres e hijos, producen una sensacin general de cierto desapego del ncleo familiar, unida a una visin del hogar como una pensin en la que unos y otros entran y salen sin apenas tener contacto o comunicacin entre ellos, slo por la necesidad de tener alojamiento y sustento. Este panorama durar ms o menos segn cada familia y alcanzar sus cotas ms preocupantes en aqullas especialmente conflictivas y problemticas, en las que se llega a sentir que se ha perdido el sentimiento y el sentido de lo que debera ser una verdadera familia. En cualquier caso, como suele ocurrir respecto a otras muchas cosas, existe una tendencia por parte de los padres a justificar el comportamiento de sus propios hijos. Por un lado, mediante un mecanismo autoculpabilizador basado en su grado de responsabilidad respecto al comportamiento de sus hijos: si nos comportamos con ellos de manera tan sobreprotectora, tolerante e incluso inocente (a veces te dejas engaar), es normal que se comporten as (pero claro, cmo no vamos a ser as con ellos, si necesitan tanto nuestra ayuda...). Por otro lado, asumiendo la situacin como algo consecuente con los valores imperantes en la sociedad que les ha tocado vivir: si nosotros furamos jvenes ahora, tambin nos comportaramos as. Todas estas cuestiones, expresadas por los padres de forma clara desde los discursos grupales, quedan muy matizadas cuando responden de forma individual a un cuestionario sobre los mismos asuntos. As, en relacin con las sensaciones personales respecto al funcionamiento de sus propias familias, las cuestiones que suponen experiencias positivas cuentan con porcentajes importantes de padres y madres que afirman sentirse as con frecuencia o siempre: mi pareja se implica mucho en la educacin de mis hijos (68.7%); cuando analizo la educacin que le doy a mis hijos siento que lo estoy haciendo bien (67.2%); siento que manejo bien los conflictos de convivencia con mis hijos (57.3%). No obstante, llama la atencin la existencia de porcentajes muy significativos de padres y madres que, o bien dicen no vivir nunca o en todo caso con muy poca frecuencia, las circunstancias tericamente positivas (al menos, que el conjunto de padres valoran como tales), o sealan que en ellos se dan con frecuencia o siempre las circunstancias
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negativas. Adems, hay que tener en cuenta que, segn la dureza de la proposicin, porcentajes tericamente pequeos pueden adquirir, segn la sensibilidad e interpretacin de cada cual, una especial relevancia. Con referencia a lo anterior, cabe destacar: Casi un 40% de los padres dice sentirse desbordado por los problemas con sus hijos a veces y con frecuencia (ms del 16%, con frecuencia o siempre). El 10% afirma que pocas veces o nunca siente que maneja bien los conflictos de convivencia con sus hijos. El 33% slo lo hace a veces. El 10% afirma que a veces, con frecuencia o siempre desea que sus hijos se vayan de casa como consecuencia de los conflictos que vive con ellos. Casi un tercio de los padres (un 31%) apunta que en su casa hay, con frecuencia o siempre, problemas de convivencia con sus hijos. El 12% afirma que siente con frecuencia que sus hijos invaden su vida y le privan de algunos derechos. El 13% siente como si sus hijos pareciesen enemigos a veces, con frecuencia o siempre (frecuentemente o siempre lo sentira un 5%). El 9% siente con frecuencia o siempre que la educacin que ellos recibieron no les permite educar adecuadamente a sus hijos. Ms del 14% afirma que su pareja se implica en la educacin de sus hijos pocas veces o nunca. Un 13% se siente con frecuencia solo ante las responsabilidades de la educacin de sus hijos, y un 6% se siente as siempre o casi siempre. El 15% cree que sus hijos se muestran pocas veces o nunca tal como quisieron educarles. Algo ms del 20% de los padres siente con frecuencia o siempre que las exigencias econmicas de los hijos no tienen lmites y le agobian. Finalmente, el 4% de padres se arrepiente continuamente de haber tenido hijos; otro 5% siente lo mismo a veces.
10.6 14.8
% Padres
Los padres se sienten ms invadidos en sus derechos que las madres. stas se sienten ms solas ante sus responsabilidades que sus parejas.
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De nuevo conviene dejar constancia de que tales porcentajes no dejan de ser minoritarios en su conjunto, y de que las sensaciones generalizadas de padres y madres presentan un tono positivo. A partir de ah, la relevancia de cada uno de los resultados concretos presentados quedar a la interpretacin personal de cada lector. Estas respuestas, que engloban a padres y madres conjuntamente, slo presentan diferencias significativas entre ambos sexos respecto a tres cuestiones: son muchos ms padres que madres los que sienten que su pareja se implica mucho en la educacin de sus hijos, son muchas ms madres que padres quienes afirman sentirse solas ante la responsabilidad de educar a sus hijos, y los padres se sienten algo ms invadidos y privados de derechos por sus hijos que las madres. Todas estas sensaciones que acabamos de apuntar dan lugar a cuatro tipos esenciales de agrupaciones vivenciales en los padres. Dicho de otra manera, los padres y madres espaoles, en lo que respecta a sus sentimientos hacia la familia, sobre todo hacia sus hijos, se sentiran prximos a cuatro modelos diferentes (siendo posible que algunos padres se identifiquen, ms o menos, con aspectos de diferentes modelos). En primer lugar, el modelo que podramos llamar Desbordamiento y resignacin, en el que ms de uno de cada tres padres (37%) se siente encuadrado alguna vez, con frecuencia o siempre. Estos padres reconocen tensiones personales ocasionadas por los conflictos con sus hijos, ante los que se sienten desbordados hasta el punto que, en ocasiones, para defenderse llegan a no reconocer la propia existencia de tales conflictos. Suele ser ms frecuente que los padres que se encuadran en tal grupo sean mayores de 35 aos y, por tanto, tengan hijos de mayor edad que otros: con hijos ms pequeos ser ms difcil tener la sensacin de que esos hijos dominan la situacin en casa, algo que s puede pasar cuando los hijos son ms mayores. Tambin parece lgico, y as lo muestran los resultados, que sean los padres que muestran unas peores relaciones con sus hijos los que, en mayor medida que el resto, se encuadren en este grupo. Uno de cada tres padres afirma sentir a veces, con frecuencia o incluso siempre un conjunto de vivencias de Soledad al enfrentarse a las tareas y responsabilidades que suponen la educacin de sus hijos. Soledad ocasionada porque echan en falta la ayuda de su pareja (sobre todo) o de otros agentes educativos externos a la familia. Cabe destacar que la proporcin de madres que se sitan en este grupo con alguna o mucha frecuencia (casi la mitad de ellas) es muy superior a la de padres que lo hacen (22%). Tambin existe mayor representatividad en las zonas rurales, en las familias con menores niveles de ingresos y entre viudos/as, separados/as y divorciados/as. Algo ms del 7% de los padres y madres se situaran en alguna ocasin en un modelo de Impotencia y hartazgo, caracterizado por las vivencias de malestar, por una sensacin de estar superados por los problemas y conflictos con unos hijos a los que consideran seres extraos y hostiles, por la conviccin de no haber sabido educarles (en gran parte por la educacin que ellos mismos recibieron), e incluso por un cierto deseo de que sus hijos se vayan de casa y desaparezcan de sus vidas. Como parece lgico, existen muchos ms padres y madres que se decantan por este grupo entre quienes afirman que las relaciones con sus hijos son malas o muy malas. Tambin estn representados por encima del resto los de mayor edad (que, por tanto, presentan una mayor
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diferencia generacional respecto a sus hijos), los residentes en ncleos de poblacin ms pequeos y quienes cuentan con menos estudios (acaso en relacin con un contexto social y personal de menores recursos defensivos y de apoyo). Pero la inmensa mayora de los padres y madres (el 93%) se situara con bastante frecuencia en un modelo que podramos denominar como de Capacidad y satisfaccin, algo que nos indica, de nuevo, la ampliamente generalizada sensacin de que la propia familia va bien. Caracterizado por la sensacin de estar haciendo las cosas bien, de que se est capacitado para resolver los conflictos que se plantean (conflictos que no se niegan), y de que los hijos responden a las expectativas que se proyectan sobre ellos a lo largo del proceso educativo. Casi la prctica totalidad de quienes afirman tener unas relaciones buenas o muy buenas con sus hijos y con su pareja, se sitan en este grupo, bajando la proporcin cuando esas relaciones, con unos u otros, no son tan buenas. Destaca, por mostrar diferencia respecto a otros grupos, que en este grupo existen ms padres que no delegan responsabilidades en otros agentes educativos, sino que piden ayudas para desarrollar mejor la propia tarea.
62.7
35.7 28.6 22.2 8.7 6.5 0.7 6.7 11.4 Capacitacin y satisfaccin Soledad
Desbordamiento y resignacin
Impotencia y hartazgo
La mayora de los padres afirman sentirse satisfechos ante la situacin de su propia familia. No obstante aparecen minoras significativas que se reconocen con frecuencia (y mucho ms frecuentemente a veces) en vivencias contrarias a la satisfaccin. Casi 1 de cada 10 padres/madres asegura que con frecuencia se sienten desbordados por los conflictos familiares, con un punto de resignacin ante ese desbordamiento (la resignacin se traduce en pasividad, en inhibicin o en negacin de los problemas). Ms del 5% de los padres/madres sienten a veces la vivencia ms extrema de conflictividad con los hijos: impotencia absoluta y fantasas de desaparicin de la familia. Casi 1 de cada 4 padres/madres (sobre todo madres, en una proporcin doble que la de sus parejas) sienten vivencias de soledad ante las responsabilidades y conflictos con sus hijos. Ms de 1 de cada 10 viven con frecuencia esta situacin.
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A tenor de las respuestas dadas por los hijos en todo lo relativo a las cuestiones de la organizacin familiar y el reparto de funciones en el seno de la misma, podemos concluir que el acuerdo respecto a las opiniones de los padres es muy grande, tanto en lo que se refiere a las cuestiones que valoran positivamente, como a las que valoran negativamente. De nuevo, un altsimo porcentaje de hijos (78%) considera que la unin familiar es algo muy importante, y tres de cada cuatro tambin afirman que en su familia se prestan ayuda unos a otros, y que se sienten muy unidos entre ellos. Por tanto, y como ocurre con los padres, desde los hijos se transmite una imagen de la familia muy positiva, slida y unida. Slo si entramos en detalles encontramos diferencias que, en algunos casos, provocan que sea necesario matizar el tono positivo de las respuestas. Especialmente porque las diferencias entre las respuestas de padres e hijos se acentan cuando se trata de dos cuestiones: las relacionadas con que a los miembros de la familia les guste pasar tiempo libre juntos y sepan qu hacer conjuntamente, y las relativas al hecho de que se tengan en cuenta las sugerencias de los hijos en la resolucin de los conflictos familiares. En estas dos cuestiones, las respuestas positivas de los hijos son sensiblemente inferiores a las de los padres. En lneas generales, y atendiendo a las cuestiones en las que padres e hijos muestran mayor grado de desacuerdo (nunca excesivo, todo hay que decirlo), podemos apuntar que los padres tienen una visin ms positiva del funcionamiento familiar que sus hijos. Las mayores diferencias se encuentran en los asuntos ms concretos, mientras que las cuestiones que muestran valoraciones ms globales y subjetivas y se refieren a la unin familiar muestran altos grados de acuerdo. Haciendo especial hincapi en las dos cuestiones anteriormente mencionadas, podemos afirmar que, en conjunto, unos y otros consideran que la unin familiar es muy importante, lo cual no significa, especialmente para los hijos, que pasen el tiempo juntos, ni que sientan que son consultados en cuestiones que conciernen al conjunto de la familia. Tambin resulta destacable que los hijos perciban en mayor proporcin que los padres que en su casa no hay normas y reglas fijas, algo que cabra interpretar como ausencia de normas (interpretacin negativa), tanto como adaptacin y consenso de las mis-
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mas entre los miembros de la familia (interpretacin positiva), pero que, atendiendo al cruce con otras variables, tendemos a traducir en el primer sentido, ms crtico. Tambin conviene destacar el hecho de que los hijos afirmen en mayor proporcin que los padres que consideran importante que estn todos presentes cuando se renan para alguna actividad, ms an por cuanto eran los padres quienes, en porcentajes superiores, sealaban que estn todos juntos a la hora de realizar cualquier actividad. Por tanto, podemos concluir que los hijos manifiestan que estn menos tiempo con sus padres del que consideran necesario, y del que los propios padres dicen estar. Aproximadamente dos de cada tres hijos defenderan una organizacin y un funcionamiento familiar montados sobre el dilogo, una familia que intenta adaptarse a las circunstancias en el modo de hacer las cosas, que concede importancia a las opiniones de los hijos y en cuyo seno se ayudan sus miembros. La mitad de los hijos se apunta a un modelo de familia que apuesta especialmente por la unidad: prima el gusto por pasar el tiempo juntos y hacer cosas en las que participen slo los miembros de la familia. Igual que en el grupo anterior, en ste se incluyen los adolescentes social y familiarmente mejor insertados, contentos con la vida que llevan. Un 27% enfatizara sobre todo las cuestiones relacionadas con lo participativo; su idea de organizacin familiar girara alrededor de una nica y fundamental cuestin: los miembros de la familia nos turnamos las responsabilidades de la casa. Destaca especialmente que la presencia de chicas en este grupo es muy superior a la de chicos, destacando tambin aqullas que dicen pertenecer a una familia monoparental constituida slo por la madre.
Le muestro abiertamente afecto Me resulta muy fcil expresar mis sentimientos Intenta comprender mi punto de vista Estoy muy satisfecho de cmo hablamos Me resulta fcil hablarle de los problemas Me dice cosas que duelen, ofenden A veces no me atrevo a pedirle lo que quiero Le digo cosas que duelen, ofenden Me agobia Me insulta cuando est enfadado
79.5 70.7 60.5 60.2 56.8 30.1 25.6 11.1 8.1 7.3
56.4 51.8 50.4 45.7 41.2 14.2 34.8 14.1 15.0 8.4
72.2 64.9 69.7 66.2 38.7 15.5 35.8 17.4 16.4 9.4
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Por ltimo, hasta un 13% de los hijos se mostraran de acuerdo en reconocer que en su familia domina un estilo anmico: hablaran de una familia en la que acaban imponindose las opiniones de los hijos, en la que resulta difcil identificar quin o quines mandan y en la que no hay normas fijas. Los adolescentes de este grupo conceden mucha ms importancia que los del resto de grupos a sus amigos como agentes socializadores (muy por encima de la que otorgan a los colegios o a los libros). En este colectivo tambin abundan los jvenes sobre los que la influencia de los padres es menor, y que tienen bastante menor motivacin escolar que el resto. En lo que se refiere a cuestiones ms relacionadas con la comunicacin entre hijos y padres, y a tenor de los resultados obtenidos, podemos ofrecer una conclusin muy clara: sta es mucho ms fluida con la madre que La gran mayora de padres y madres creen que con el padre. Y no slo ms fluida, sino ms frelas relaciones con sus hijos son positivas. cuente, algo que observamos a partir de dos tendencias: cuando los hijos hablan de cuestiones En cambio se muestran menos satisfechos de que hacen referencia a una comunicacin positiva las que sus hijos tienen con ellos. (mi padre/madre sabe cmo me siento, mi Grupos minoritarios, pero significativos, de padres padre/madre siempre sabe escuchar, estoy muy satisfecho de cmo mi padre/madre y yo y madres tienen una visin muy pesimista de alguhablamos, mi padre/madre intenta comprender nos aspectos concretos de la comunicacin y de mi punto de vista, etc.), sitan en mucha mayor las relaciones familiares. proporcin a sus madres; cuando hablan de rela Los hijos creen tener una comunicacin ms ciones negativas (a veces me cuesta trabajo intensa con la madres que con el padre: con ella creer todo lo que mi padre/madre me dice, mi viven muchas ms sensaciones positivas y tambin padre/madre me agobia, mi padre/madre me tienen ms conflictos (porque la relacin es ms fredice cosas que sera mejor que no se dijeran), las cuente e intensa). diferencias tambin sealan una mayor proporcin, aunque en este caso mnima, hacia las Las relaciones padres/hijos parecen correlacionarmadres. Es decir, la gran mayora de cuestiones se con un clima familiar, positivo o negativo. relativas a la comunicacin entre padres e hijos El clima familiar parece influir en determinados indican que sta se produce de forma ms frecomportamientos de los hijos (por ejemplo, en el cuente y natural con las madres que con los padres. La aparente contradiccin (tambin los rendimiento escolar), y tambin en las posturas de aspectos negativos son ligeramente ms frecuendelegacin de responsabilidades de los padres. tes en relacin con las madres) se resuelve entendiendo que si el hijo o la hija hablan ms con la madre, ser normal que, no slo se sientan ms satisfechos por ello sino que tambin tengan algunos problemas ms con ella que con el padre, con quien se comunican mucho menos y, por tanto, tienen menores posibilidades de entrar en conflicto. Tambin podemos sealar, en la comparacin de las respuestas que daban los padres de forma separada (padres y madres, independientemente) con las que dan los hijos, que los padres tienen una percepcin de las relaciones con sus hijos mejor que la que stos tienen cuando se refieren a las relaciones con su padre (cosa que no pasa tanto entre los hijos y la madre). Adems, esos padres perciben su propia disposicin y sentimiento de apertura hacia sus hijos (en el sentido de mostrar afecto, demostrar sentimientos y hablar de creencias), en proporcin bastante superior a la que sus hijos reconocen.
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Sin embargo, las diferencias en la valoracin de la comunicacin respecto a la madre son mucho menores: la sintona entre madre e hijos es mucho mayor, y los hijos muestran mayor acuerdo con sus progenitores al valorar las relaciones familiares cuando se refieren a la madre que cuando se refieren al padre. Se puede decir de otra manera: los padres (el padre) estn, en bastantes ocasiones, un tanto descolocados a la hora de valorar la comunicacin interna en la familia, especialmente en lo que se refiere a las relaciones recprocas; mientras tanto, madres e hijos percibiran las cosas de forma mucho ms parecida. Estas cuestiones se reflejan en el hecho de que los hijos consideren, muy mayoritariamente, que su madre siempre sabe escuchar, mientras que esta consideracin respecto al padre es mucho menor, o que muestren ms dificultades en hablar de sus problemas con el padre que con la madre. En definitiva, la madre, a ojos de sus hijos, representa la figura clave en lo que se refiere a la comunicacin en el seno de la familia. Desde otra perspectiva, podemos sealar algunas tendencias interesantes. En primer lugar, parece existir una correlacin entre el clima de la comunicacin y las relaciones familiares y el rendimiento escolar de los hijos: cuando la insercin familiar del hijo es correcta (buena relacin con los padres, buena relacin con los hermanos, clima familiar positivo), la insercin escolar tambin suele serlo. Por otro lado, tambin se producen dos apreciaciones destacables: los hijos que tienen buenas relaciones con sus padres sealan a la familia y a la escuela como los lugares donde se dicen las cosas ms importantes, mientras que los hijos que mantienen malas relaciones sealan para lo mismo a los amigos y a los medios de comunicacin.
Una aproximacin indirecta, pero muy fiable, a la constelacin de valores familiares est relacionada con la justificacin de determinados comportamientos. En la lnea de investigaciones anteriores encontramos que:
s
Existe una aproximacin clara entre la jerarquizacin de valores de padres e hijos (no existe una subcultura juvenil propia en lo que se refiere a valores).
Padres e hijos se muestran significativamente defensores de valores propios en las cuestiones que se refieren a comportamientos privados o que son relativos a una moral privada.
Todas estas cuestiones relativas a la organizacin y comunicacin en la familia, observadas desde el punto de vista de los hijos, estarn lgicamente relacionadas con el sistema de valores que estos ltimos tengan, as como con su percepcin sobre la manera en que sus padres transmiten los valores que consideran oportunos. Como ya hemos sealado anteriormente, podemos afirmar dos cosas: por un lado, el sistema de valores de padres e hijos, en lneas generales, coincide; por otro lado, los hijos parecen percibir correctamente los valores que sus padres pretenden transmitirles. Las nicas diferencias percibidas, tambin sealadas en su momento, residen en el hecho de que los hijos conceden algo menos de importancia a los valores altruistas (hacer cosas para mejorar el entorno o preocuparse por lo que ocurre en otros lugares del mundo) y un poco ms a los presentistas (vivir al da, disponer de tiempo libre, estar guapo). Respecto a los valores centrados en las normas y el deber ser, las opiniones de padres e hijos son muy similares: en ambos casos, la inmensa mayora se decanta
Los porcentajes de hijos que defienden valores de tipo ventajista o antisocial son mayores que los correspondientes a los padres.
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JUSTIFICACIN DE
% PADRES
% HIJOS
Que se aplique la eutanasia a todo aquel que lo pida Que exista libertad total para abortar Aplicar la pena de muerte a personas con delitos muy graves Beneficiarse de una promocin profesional jugando con ventaja Tener aventuras sexuales fuera del matrimonio Fumar marihuana o hachs en lugares pblicos Comprar algo an sospechando que ha sido robado Conducir bajo la influencia del alcohol Contratar en peores condiciones laborales a un extranjero por serlo Enfrentarse violentamente a agentes de polica
55.4 54.0 27.0 25.7 15.8 9.6 5.8 4.3 3.9 1.0
59.2 58.2 27.0 39.0 29.3 30.7 23.3 9.1 4.5 6.9
por un modelo normativo de valores (llevar una vida moral y digna, tener buenas relaciones familiares, obtener un buen nivel de capacitacin cultural y profesional). Como ocurre con sus padres, los hijos tampoco muestran excesivo entusiasmo, aunque s lgicamente mayor que el de sus progenitores, por los valores que tienden a buscar nuevas y cambiantes sensaciones (aunque socialmente se tienda a creer lo contrario); tambin, como sus padres, justifican o toleran mucho ms los comportamientos privados (eutanasia, aborto) que los que implican cierto dao pblico, sobre todo si ste es de carcter violento. Slo se apunta una tendencia que muestra cierta diferencia generacional: los hijos son ms justificativos o permisivos que sus padres, algo que responde a la tradicional idea que dice que, con la edad, las personas se hacen ms rgidas6. En cualquier caso, las diferencias son bastante pequeas, slo significativas respecto a los comportamientos que no resultan socialmente relevantes. En definitiva, estamos en condiciones de afirmar que, en trminos globales, no existe una subcultura juvenil en lo relativo a los valores, pues los hijos manejan los mismos valores que las generaciones precedentes, slo matizados en aquellos puntos que hacen referencia a comportamientos tpicamente juveniles (relativos a actividades relacionadas con los estudios o con ciertos consumos, por ejemplo).
6. Esta cuestin abre diversos interrogantes: la mayor tolerancia que se encuentra en jvenes es producto de una postura de respeto hacia lo diferente?, es signo de una laxitud moral que hace que todo valga?, se trata de tolerancia o de pasotismo?, la opinin diferente, se respeta o no interesa?
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
A partir de todas las cuestiones consideradas a lo largo del presente informe, y con la ayuda de los procesos estadsticos que nos ayudan a organizar las respuestas de los padres e hijos entrevistados, estamos en disposicin de ofrecer una clasificacin de los modelos familiares predominantes en Espaa. Pero antes de entrar en la tipologa concreta de familias, repetiremos las cuatro tendencias que condensan perfectamente las posturas de los padres frente a muchas de las cuestiones que rodean a la familia (organizacin, funciones, comunicacin, problemas), as como las vivencias que ocasiona el enfrentamiento con esas cuestiones. En primer lugar podemos hablar de un grupo de padres que, siendo minoritario, resulta representativo de muchos de los problemas que afectan a la familia contempornea. Es el grupo aglutinado alrededor de lo que llambamos Desbordamiento y resignacin: padres y madres que aceptan pasivamente la incapacidad para controlar y manejar unos problemas de convivencia familiar que se les han ido de las manos; representan un clima familiar deteriorado y conflictivo (aunque niegan muchos de los conflictos para no tener que enfrentarse a ellos), en el que los padres parecen tener menores recursos formativos y culturales y en el que, en lneas generales, se desconfa del papel socializador de la familia. Otra postura, la de Impotencia y hartazgo, sirve para identificar a los padres que sienten vivir en un clima familiar muy deteriorado y que derivan muchas de las responsabilidades de la educacin y socializacin de los hijos a instancias externas a la familia (escuela, medios de comunicacin, Estado). Ante esta situacin, tienden a reaccionar a partir de un distanciamiento que les aleje protectoramente de los posibles conflictos, mostrndose, al mismo tiempo, indignados ante cualquier comentario relativo a ese alejamiento7.
7. Obviamente no estamos haciendo un juicio de valor calificador de conductas. El alejamiento de estos padres de sus responsabilidades, su tendencia a delegar y la virulencia de sus reacciones cuando se cuestiona este mecanismo, no son ms que funciones defensivas, social y personalmente condicionadas, que nos parecen evidentes desde la pura observacin de los fenmenos y como tales las describimos. Ante la angustia se produce un alejamiento y un desplazamiento de lo que la provoca; cuando algo se opone a ese mecanismo (por ejemplo, el hacerlo consciente), la reaccin tiende a ser contundente y violenta. Esto es lo que decimos, al margen de cualquier valoracin (mucho menos, valoracin moral).
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
Una tercera postura, representada esencialmente por las madres, es la de Soledad: mujeres que se sienten solas ante las responsabilidades que implica la educacin y cuidado de sus hijos, y que reprochan a su pareja el que no se comprometa ms con ello. Destaca la representacin de este colectivo en los entornos rurales, y entre quienes disponen de menores recursos econmicos y culturales. Pese a estas tres posturas, que representan el lado ms conflictivo y amargo de la familia, no podemos dejar de sealar que, en lo que se refiere a la gran mayora de las familias espaolas, stas se autoposicionan en definiciones de Capacidad y satisfaccin. Cuando menos, as lo hacen los padres. La gran mayora de stos afirma tener una buenas o muy buenas relaciones familiares, con un clima de comunicacin adecuado y una ms que aceptable capacidad para resolver los problemas de convivencia. En lneas generales, y aunque en ocasiones puntuaDe toda la complejidad que define les los padres puedan reconocer sentirse cercanos a algunas de cada uno de los tipos, sealamos las cuestiones que sealan los tres grupos enunciados anteriorunas caractersticas bsicas. mente, podemos afirmar que, en la versin paterna, la inmensa Simplificando al mximo podramos mayora de las familias espaolas se sienten satisfechas con decir que la familia familista reprecmo son y cmo funcionan. Cuntas de las respuestas y argusenta al modelo tradicional, ms mentos responden al deber ser (proyectar lo que se supone que prximo al estereotipo ideal, con el debe ser una familia, aunque lo que verdaderamente es difiera en aadido de una cierta distancia de algunos aspectos) es algo que no es fcil percibir (en este sentilas cuestiones ajenas a la propia do, la combinacin de las tcnicas cuantitativa y cualitativa nos familia; el modelo familia conflictiva aporta los matices necesarios para acercarnos a esta realidad, se definira especialmente por los matices apuntados a lo largo del presente informe).
problemas que se dan; la familia adaptativa representara los modelos emergentes, nuevos, de familias, y sus actitudes para encontrar un espacio propio; la familia nominal integrara a aqullas que se caracterizan por su esfuerzo para mantener la imagen formal de familia, muchas veces con descuido o negacin de los problemas que las cuestionan.
Ms all de estas consideraciones sobre las vivencias de los padres, podemos desarrollar los cuatro tipos de familias que, en funcin del conjunto de resultados de la investigacin, bien pudieran representar una certera panormica de la diferente tipologa de familias espaolas. Resulta necesario aclarar que esta tipologa, que pretende distinguir, dentro del total de la poblacin considerada, diferentes grupos en funcin de unas caractersticas sobre las que se investiga, no es la nica posible. Todo depender de la informacin con que se trabaje y de las variables clasificatorias que se consideren. En nuestro caso se han considerado las respuestas de los padres (aunque el anlisis tambin incluye respuestas de los hijos), fundamentalmente sobre la organizacin y las relaciones en el seno de la familia, las causas de los conflictos, y la postura respecto a una serie de valores finalistas. A continuacin presentamos la tipologa resultante.
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
mucho el hacer cosas juntos, y con capacidad para adaptarse a las diversas circunstancias a las que se enfrenta la vida familiar. Modelo de familia sustentado sobre principios que podramos denominar ortodoxos: los padres valoran especialmente llevar una vida moral y digna, obtener un buen nivel de capacitacin cultural y profesional, y piensan que es importante ganar dinero8; tambin afirman tener en cuenta las decisiones de los hijos a la hora de tomar decisiones. Mientras tales principios justifican que nos refiramos a ella como familista, otras posiciones provocan que empleemos la expresin endogmica. Estas familias, aunque no rehuyen las relaciones externas no las buscan especialmente, pues parecen estar ms a gusto en el seno de su propia familia, donde encuenFAMILIA FAMILISTA, ENDOGMICA (23.7%) tran lo que necesitan; adems, en comparacin con Ncleo familiar unido, con buenos modales otros grupos, se preocupan Familia cerrada en s misma menos por lo que pasa en el Altos niveles de socializacin familiar mundo o en el propio barrio o comunidad. Familia, por tanto, centrada en s misma, autosuficiente, que consigue crear un clima clido y agradable entre sus miembros, que vive hasta cierto punto de espaldas a lo que la rodea; parecera que, sintindose cmodos en su propio mbito, los integrantes de estas familias presentan una cierta tendencia a encerrarse en los lmites de su propia zona de bienestar. Como puede suponerse, sus miembros consideran a esta familia como el principal agente socializador. La relacin entre padres e hijos es buena, y los hijos parecen estar en sintona con la mayora de los valores defendidos por sus padres. Entre los padres priman los sentimientos de capacidad y satisfaccin frente a la educacin de sus hijos, los cuales responden a lo que esperan de ellos. Adems, entre los cnyuges existe un buen clima de colaboracin en las tareas relativas a la educacin de sus hijos. En el resto de perfiles no destacan especialmente con respecto a la media general.
8. Resulta importante constatar que el valor ganar dinero, en otros momentos relegado o al menos oculto, cuya explicitacin todava provoca pudor en algunos grupos, ha pasado a estar plenamente integrado en los valores normativos de nuestra sociedad.
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
Son familias en las que no hay dudas sobre quin manda en casa, y en las que las normas y reglas fijas no son discutibles, algo que puede denotar una cierta falta de flexibilidad en las relaciones entre los miembros. Sin embargo, discuten muy poco por cuestiones relacionadas con poltica y religin, probablemente por dos motivos: desinters, o clima poco propicio para que se entable el dilogo entre padres e hijos. Parece bastante probable que buena parte de las causas que propician que la Malas relaciones y conflictos situacin de estas familias sea la que es, tengan su oriMala comunicacin y distancia padres/hijos gen en los propios padres: Normas rgidas, con las que se choca continuamente de valores muy distintos a los de sus hijos, con una concepcin muy rgida de la familia y con un reparto de roles muy severo y determinado. Esto puede ocasionar que, ante determinados comportamientos de los hijos (comportamientos que pueden ser comunes a hijos de otras familias), la fortaleza y severidad de los valores de los padres propicie que el conflicto sea mayor que el que se producira en otro clima familiar, sin que los mismos padres tengan la capacidad de negociacin o la flexibilidad necesarias para minimizar la virulencia de los conflictos o buscar soluciones adaptables.
FAMILIA CONFLICTIVA (15.0%)
Destaca el hecho de que, en esta familia, la representacin de hijos varones (y de los conflictos referidos a hijos varones) sea superior a la media poblacional, y de que los padres sean quienes, en medida superior al resto de padres, piden mayor control policial sobre determinadas actividades que pudieran estar relacionadas con sus hijos, al tiempo que apuestan menos que el resto por invertir ms en recursos educativos; es como si, a partir de su propia experiencia, desconfiaran de la posibilidad de cambiar las cosas desde el acompaamiento dialogante, y aspiraran a un reforzamiento de la autoridad por medios coercitivos. Adems, existen importantes distancias entre los valores que los padres creen que deben transmitir a los hijos, y la percepcin de stos sobre las preferencias de los padres al respecto, especialmente en lo que se refiere a la obediencia (los hijos creen que sus padres conceden mucha ms importancia a este valor de la que stos confiesan), la tolerancia y el respeto (ocurre lo contrario que en el caso anterior: los hijos sienten que sus padres subrayan estos valores menos de lo que dicen hacerlo9). Los padres de la Familia conflictiva son los que experimentan, en proporciones muy superiores al resto, sensaciones de impotencia y hartazgo frente a la familia y los hijos (no de desbordamiento, sino de hartazgo). Tambin en mayores proporciones que el resto de familias piensan que no volveran a tener hijos si pudieran, y quieren que sus
9. Probablemente, aunque con esto no se agote la explicacin de las diferentes percepciones de padres e hijos, estamos ante uno de esos casos en que los encuestados responden de acuerdo con el ideal (que tambin sirve para autojustificarse) y en lo que una mirada ajena pone de manifiesto la manipulacin.
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
hijos se vayan de casa porque no soportan ms los conflictos que ocasionan. Tambin, entre ellos, son importantes las proporciones de los padres que piensan que la educacin que recibieron no les permite educar adecuadamente a sus hijos. Por su parte, los hijos de la Familia conflictiva son los que peor se llevan con sus hermanos; los que, en mayor proporcin, se sitan entre los ltimos de la clase, y los que en menor grado dicen estar contentos con la vida que llevan.
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problemas de convivencia (no hay problemas, porque es normal que la convivencia en una familia sea as y esto, en parte se minimiza y en parte se acepta resignadamente). Padres e hijos de la Familia nominal sitan a los amigos como el espacio donde se dicen las cosas ms importantes de la vida (socializacin informal, por tanto), lo cual no impide que la sintona entre los que los padres quieren transmitir y lo que los hijos perciben sea muy alta: no hay ruptura generacional. En definitiva, se trata de unas familias en las que el inters bsico no estara centrado en el crecimiento de sus miembros sino en el mantenimiento de una convivencia tranquila, cuando no en el mantenimiento de una apariencia de tranquilidad. Parece que lo que prima es la ausencia de compromiso, acaso como muestra de rechazo, o miedo, a ese compromiso. Para mantener ese statu quo, se desvalorizan las situaciones de conflicto o se niegan stas, otorgndoles la categora de normal inevitable (las cosas son as). No es extrao que, en estas circunstancias, se produzca una delegacin de responsabilidades, a la pareja o a los maestros, ni que se adivine una tendencia a subrayar los intereses del presente concreto, con olvido de las inquietudes relacionadas con la construccin del futuro. Al final parece que estas actitudes han contaminado el clima familiar global, determinando un acuerdo bsico entre padres e hijos, que parecen pensar lo mismo. Paradjicamente, una familia que en cierta medida niega su capacidad de socializacin, ha socializado claramente a los hijos, pero en un tono de descompromiso.
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UN INTENTO DE TIPOLOGA
Cabe destacar que los FAMILIA ADAPTATIVA (18.4%) padres de la Familia adaptativa tienen el ms elevado nivel sociocultural, piden Integra nuevos modelos familiares ms y mejores recursos para Buena comunicacin, tambin conflictos, entre padres e hijos el ocio y el tiempo libre y Familia abierta a lo exterior para el sistema educativo, as como ms ayudas fiscales para la familia. Sitan, en mayor medida que el resto, a los centros educativos como los lugares donde se dicen las cosas ms importantes, y destacan en la defensa de valores como la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la honradez y la lealtad. Esos mismos padres tienen la sensacin de manejar bien los conflictos de convivencia con sus hijos (son bajas las proporciones de quienes declaran sentimientos de desbordamiento y hartazgo), aunque no reconocen que stos (los hijos) sean como ellos han querido educarles: quizs tampoco aspiren a ello. Se trata por tanto de un modelo familiar, que acaso integre diferentes modelos emergentes, an en construccin, que parece estar viviendo todas las tensiones de ir conformando una manera nueva de hacer familia (con todas las dificultades pero tambin con el compromiso propios del caso).
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En un momento de la investigacin sobre la que se basa este informe, padres, madres e hijos fueron interrogados sobre los elementos que estaban debajo de algn malestar, de un enfrentamiento en el seno de la familia, o de cualquier modo de alteracin del normal funcionamiento de sta: los conflictos. A primera vista, cabe destacar dos hallazgos. En primer lugar, la mayora de los tericos temas de controversia propuestos no suponen grandes o frecuentes conflictos en la familia. En segundo lugar, tanto padres y madres como hijos coinciden, en lneas generales, en la valoracin de tales posibles conflictos, con pequeos matices que sealaremos. Slo agrupando las categoras con frecuencia, casi siempre o siempre, conseguimos algunos resultados reseables, y an as stos son bastante bajos. Para los padres, slo los conflictos relacionados con la ausencia de colaboracin en el trabajo domstico superan el 30% (el 31,6% de los padres seala que este tipo de problemas se producen en su familia con bastante o mucha frecuencia); a stos les siguen los relacionados con los estudios (26%), la hora de llegada a casa por la noche (19%), el hecho de que los hijos se levanten de la cama cuando les apetece (17%) y el dinero EL DISCURSO DE LOS CONFLICTOS (14%). El resto (relacin con los hermanos, consumo de alcohol, EN GENERAL, LAS FAMILIAS RECONOCEN POCOS CONFLICTOS amistades, consumo de otras drogas, relaciones sexuales, diferenLOS PADRES SUBRAYAN LOS CONFLICTOS DOMSTICOS cias polticas o religiosas) no (orden, dinero, horarios) alcanzan, en ningn caso, el 10% de presencia frecuente o habitual.
LOS HIJOS SUBRAYAN LOS CONFLICTOS EXTERNOS
Ante estos resultados, no cabe ms que reconocer un panorama de familias en las que sus miembros se muestran de acuerdo (cuando menos, no en desacuerdo que suponga problema) respecto a la gran mayora de las
LOS PADRES PARECEN DAR LA ESPALDA A LO QUE SUCEDE FUERA, Y SUBRAYAN LO DE DENTRO DE LA CASA
(La hora de llegar a casa preocupa porque interfiere en lo domstico, no tanto por lo que se haga fuera)
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LO QUE DICEN LOS HIJOS Conflictos con los padres (en porcentaje del total de hijos)
Estudios Colaboracin domstica Hora llegar noche Hora levantarse Dinero Relacin hermanos Consumo drogas Consumo alcohol Amistades Relaciones sexuales Ideas o actividades polticas Religin Pocas veces o nunca A veces Con frecuencia o siempre
cuestiones planteadas. Destaca que prcticamente el 70% de padres e hijos se muestran conformes con la manera como se produce la colaboracin en el trabajo domstico en la casa. Tambin es interesante observar cmo, a pesar de la conviccin existente a nivel social sobre el problema que supone el tipo de actividades que los jvenes realizan durante su tiempo de ocio de fin de semana, as como respecto al alargamiento de la noche de esos jvenes, la traduccin de esas cuestiones en conflictos a nivel familiar (reflejada, por ejemplo, a travs del consumo de alcohol u otras drogas, o en las horas de levantarse) es muy pequea. Tampoco existen diferencias en la valoracin que sobre estos temas hacen padres y madres; cuando menos, no son diferencias estadsticamente significativas. Salvo en una cuestin: hay ms madres que padres (12% frente a 7%) que dicen que en su familia se producen conflictos relativos a las relaciones entre hermanos o con el resto de la familia10. La visin del conjunto de hijos e hijas es prcticamente idntica a la de los padres. El sentido de las respuestas es el mismo (la escasa existencia de conflictos en su familia) y slo presentan matices referidos al orden en que se consideran tales conflictos. As, para los hijos son los estudios el asunto que ms problemas suscita (casi la cuarta parte considera que en su familia existen, con frecuencia o siempre, conflictos relacionados con los estudios), seguidos por porcentajes muy similares de enfrentamientos genera-
10. Acaso la madre, ya lo decamos, ms cargada con la responsabilidad de la comunicacin afectiva, sea ms sensible a problemas que afectan directamente a sta. O quizs se trate de un efecto a partir del distanciamiento, que tambin mencionbamos, de los padres.
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dos por las cuestiones relativas a la colaboracin en las labores domsticas. A continuacin se sitan la hora de llegada a casa (19% de casos conflictivos), la hora de levantarse de la cama (15%), el dinero (15%) y las relaciones con los hermanos y el resto de la familia (14%). El resto de situaciones potencialmente problemticas presentan porcentajes de presencia inferiores al 10%. Respecto a algunas cuestiones concretas, son ms los padres que sealan conflictos relacionados con la organizacin del trabajo domstico y con el hecho de que los hijos se levanten de la cama cuando quieren, mientras son mayores las proporciones de hijos que afirman tener conflictos relativos al trato entre hermanos, al consumo de drogas y a las relaciones sexuales. Los porcentajes son muy similares cuando, padres e hijos, hablan de discrepancias asociadas a los estudios, a la hora de llegar a casa por la noche y al dinero. Quizs convenga subrayar que la enfatizacin que hacen los padres de los problemas domsticos, fcilmente observables, en contraposicin al subrayado de los hijos de los conflictos ms situados en la esfera de lo personal (relaciones fraternas, sexo, drogas...), tanto pueden ser interpretados como producto de diferentes percepciones11 que como derivadas de un cierto problema de comunicacin (los padres seran ajenos a los conflictos ntimos de los hijos). Otra nota a aadir sera lo exiguo del porcentaje de conflictos derivados de discrepancias ideolgicas (polticas o religiosas). Quizs haya que entender que existe un consenso pleno entre padres e hijos en estas cuestiones; ms bien, nos tememos, de lo que se trata es de desinters de todos por estos asuntos (dato ya apuntado en otras investigaciones12). A partir de estos resultados, podemos establecer tres grandes grupos entre los principales conflictos que se producen en el seno de las familias. Cabe destacar que las coincidencias entre las valoraciones de padres e hijos provocan que estos grupos sean idnticos en ambos casos. En primer lugar encontramos los conflictos relativos a la organizacin y las relaciones domsticas: cuestiones de relacin y comportamiento dentro del seno de la familia, as como de cumplimiento de las normas establecidas en la misma; cuestiones como la colaboracin en las tareas del hogar, la hora de levantarse de la cama, el dinero, los estudios, la hora de llegar a casa por la noche y la relacin con los hermanos u otros miembros de la familia. En segundo lugar, tenemos los referidos a relaciones y comportamientos externos, que incluyen los consumos de alcohol y otras drogas, las relaciones sexuales y las amistades de los hijos. Es decir, conflictos relativos a cuestiones relacionales y de comportamiento que se producen fuera del ncleo familiar (aunque, de uno u otro modo, incidan en l). Finalmente est el grupo de conflictos relativos a las ideas y creencias, que incluye discrepancias relativas a ideas polticas o creencias religiosas. An considerando los conflictos que conforman cada uno de los grupos slo con que se produzcan en alguna ocasin (es decir, que se produzcan alguna vez, con frecuen-
11. Aunque, segn el estereotipo social, las sensibilidades ms bien deberan ir en el sentido contrario: se supone a los padres especialmente alertados por los problemas relativos al sexo, al alcohol o a las drogas. 12. Megas, E. (dir.) et al. (2001). Valores sociales y drogas. Madrid: FAD.
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cia, casi siempre o siempre), nicamente los relativos a cuestiones de organizacin y relaciones domsticas alcanzaran porcentajes verdaderamente significativos: casi un 40%. Por su parte, los relacionados con comportamientos externos se situaran en torno al 9% y los referidos a ideas y creencias no llegaran al 4%. La coincidencia entre los porcentajes de padres e hijos es casi absoluta. La consideracin de las variables sociodemogrficas no aporta tendencias reseables, y entre padres e hijos slo existe una diferencia digna de mencin: mientras los hijos presentan, para los tres grupos de problemas considerados, mayor porcentaje de conflictos en los casos en los que las relaciones entre los miembros de la familia son malas, para los padres slo se cumple esto respecto al grupo de los conflictos relacionados con la organizacin y tareas domsticas (es decir, el resto de conflictos son tan escasos, segn la consideracin de padres y madres, que se dan en similares proporciones tanto en los casos en los que los miembros de la familia se llevan bien como en los que se llevan mal). En lo que respecta a posibles diferencias entre padres y madres, slo cabe apuntar una tendencia: los conflictos domsticos son percibidos en mayor proporcin por las madres. No puede tratarse de un fenmeno ajeno a lo ya apuntado respecto a cmo las madres siguen cargando con la mayor parte de las responsabilidades domsticas. Resulta interesante comprobar cmo los discursos de padres y madres refuerzan y matizan algunas de las respuestas que dan en los cuestionarios. En primer lugar, porque al hablar de conflictos se refieren, casi exclusivamente, a los relacionados con cuestiones de organizacin y colaboracin en tareas domsticas o, en cualquier caso, con asuntos relativos al funcionamiento interno de la familia. Es decir, con las cuestiones que incluamos en el primer grupo de conflictos, que era el nico de los tres que presentaba porcentajes realmente relevantes, y que adems es el nico en que padres y madres presentan posturas ms crticas y preocupadas que los hijos. Los principales conflictos incluidos en este grupo se ejemplifican en tres casos concretos: el dinero, los horarios y la colaboracin en las tareas domsticas. El tema del dinero tiene dos vertientes: el dinero que cuestan los hijos (todo lo relativo a su manutencin, educacin y cuidado) y el dinero que piden los hijos. Si bien el primero puede constituirse en un problema en funcin de los recursos de cada familia, el segundo es el que verdaderamente se presenta como fuente de conflictos. Los padres interpretan desde la preocupacin las demandas de los hijos relativas a la ropa, el calzado y otros muchos accesorios de marca, y esto se analiza desde dos planos cuyo equilibrio ocasiona gran parte de los conflictos relacionados con el dinero. Por un lado, padres y madres no quieren ceder a las presiones de grupo que ocasionan esas demandas de los hijos, pues hacerlo supondra caer en comportamientos excesivamente flexibles y sobreprotectores que pueden dar lugar a hijos caprichosos y dbiles. Por otro lado, tampoco quieren privar a sus hijos de las cosas que tienen el resto de jvenes de su edad, pues ello podra dificultar, de alguna manera, su integracin en el grupo de iguales, y con ello ocasionarles verdaderos traumas. Encontrar el equilibrio entre ambos extremos (algo que hace referencia directa a todo lo relatado respecto a la autoridad y la permisividad), y dotar a sus hijos de las armas necesarias para combatir la mencionada presin grupal, ser motivo de preocupacin por parte de los padres.
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Los conflictos relativos a los horarios, principalmente los que se refieren a la hora de llegada a casa en las noches de los fines de semana, presentan un matiz muy interesante. A partir de lo relatado por padres y madres, parece claro que tales conflictos no se producen tanto por el tipo de cosas que pueden hacer fuera de casa, algo que parece no preocupar tanto a los padres, sino por las repercusiones que esto tiene en su comportamiento dentro de la casa: levantarse tarde y no atender las tareas domsticas, principalmente. Una vez ms, el discurso grupal refuerza los datos de la encuesta, por cuanto comprobamos que ocasionan mayores discrepancias las cuestiones relativas a asuntos internos a la familia que las referidas a cuestiones externas (o que ocurren fuera de los lmites del hogar familiar). En lo que se refiere a los conflictos relativos a la falta de colaboracin de los hijos en las tareas domsticas, existe un asunto que prcticamente monopoliza el tema: el orden (ms bien la ausencia de l: el desorden). Si bien, en muchas ocasiones, los padres llegan a asumir la escasa participacin de los hijos en las tareas domsticas comunes (incluso autoculpabilizndose por su actitud excesivamente permisiva), lo que verdaderamente llevan mal padres y madres (especialmente las madres) es que, con su comportamiento, perjudiquen el trabajo de otra persona, que no suele ser otra que la propia madre. Simplificando el tema, podramos decir que la idea de los padres podra resumirse, en la prctica, as: no puedo hacer nada para que en su habitacin sea ms ordenado, pero, por lo menos, que no traslade su desorden al resto de la casa. Para acercarnos a los conflictos desde otro punto de vista, consideramos apropiado, en vista de las posibilidades que nos ofreca el tipo de informacin de que disponamos, acercarnos a aquellas situaciones en las que la unidad familiar discrepa. Es decir, cuando los padres (padre y madre) y sus propios hijos o hijas muestran desacuerdo respecto a algn tema en concreto. El planteamiento descansa en la hiptesis (a contrastar a partir de los resultados) de que mayores proporciones de discrepancias en el ncleo familiar originarn, probablemente, mayor cantidad de conflictos. En las cuestiones relativas a la organizacin y las funciones de la familia, los asuntos respecto a los que se produce un mayor nivel de discrepancia entre los padres y sus hijos (que, por otro lado, coinciden con las discrepancias que se dan entre el conjunto de padres y el conjunto de hijos) son los relativos a las consideraciones de ser una familia en la que todos estn muy unidos y participan, y en la que las opiniones de los hijos son tenidas en cuenta en todo momento. As, los hijos no estn de acuerdo con la visin excesivamente optimista o benvola de sus padres, ni con los aspectos ms endogmicos de esa visin (familia que tiene todo en s misma y no necesita nada que no encuentre en ella). El promedio de desacuerdos en estas cuestiones entre los padres y sus hijos es de un 39%. Destaca en las discrepancias referidas a aspectos relacionados con la comunicacin en el seno de la familia (43% de discrepancias en trminos generales entre los padres y sus propios hijos) que stas son mayores respecto al padre que respecto a la madre (los hijos/as muestran algo ms de siete puntos porcentuales ms de discrepancia con sus padres que con sus madres). Los aspectos en que inciden estas discrepancias hacen referencia a la incomunicacin, la ausencia de confianza y las malas relaciones explcitas
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entre padres e hijos, en el siguiente sentido: los padres suelen ser ms pesimistas frente a todas las cuestiones derivadas de los tres elementos mencionados, adoptando una cierta situacin de queja continua. En la propia percepcin de los conflictos tambin existen discrepancias dentro de las propias familias: un 26% de promedio. Las ms destacadas hacen referencia a la convivencia familiar, los estudios, el dinero, las tareas domsticas y los horarios de llegada a casa. Consecuentemente con lo ya expresado anteriormente, los padres enfatizan los conflictos domsticos, mientras los hijos hacen lo propio con los externos a la familia (drogas, alcohol, sexo...). En funcin de los tipos de familias que planteamos en el captulo anterior, las discrepancias sern mayores o menores, y se producirn respecto a cuestiones diversas. En lneas generales, la Familia conflictiva ser la que presente mayor grado de discrepancias, seguida de la Nominal, la Adaptativa y, por ltimo, de la Familia familista/endogmica. Esta ordenacin en la gradacin de las discrepancias se cumple tanto para los asuntos relacionados con la organizacin y funciones de la familia como para los relativos a la comunicacin en el seno de la misma. Pero en la percepcin de los conflictos observamos una alteracin del orden que conviene sealar: en este caso es la Familia adaptativa la que presenta menores proporciones de discrepancias. La explicacin podra residir en el hecho de que la manera en que se buscan y acuerdan las soluciones en las Familias adaptativas pueda aproximar la forma en que unos y otros (padres e hijos) perciban los problemas, algo que reducir la posibilidad de que se originen discrepancias en torno a esa visin. A la luz de estos resultados, correlacionndolos con la presencia real de conflictos en los hijos (que stos mismos sealan), comprobamos que existe un 52% de relaciones de probabilidad positivas de que se den problemas en los hijos cuando se dan discrepancias en el seno de la familia sobre cmo (los padres y sus hijos) ven las cuestiones de organizacin, comunicacin y conflictos. Es decir, existen algo ms de la mitad de posibilidades de que se produzca un conflicto en una familia cuyos miembros discrepan en cuestiones referidas a las mencionadas, en relacin con lo que ocurrira si no se dieran esas discrepancias. Por ello, podemos concluir que se confirma la hiptesis de que las discrepancias entre padres e hijos en cuestiones referidas a la familia (si comparamos esas discrepancias con las concordancias) aumentan la probabilidad de que se produzcan determinados conflictos (incluyendo entre stos los consumos de alcohol y otras drogas). Pero conviene sealar que no todas las discrepancias resultan igualmente arriesgadas. Respecto a las discrepancias relativas a la organizacin y comunicacin de la familia, la posibilidad de que se produzcan conflictos ser mayor cuando son los hijos los que se muestran de acuerdo con las valoraciones que reflejan el lado ms negativo de la forma en que se produce esa organizacin familiar, o de la manera en que se establece la comunicacin en el seno de su familia (o cuando se muestran en desacuerdo con las valoraciones ms positivas). En relacin con la percepcin de los conflictos familiares, existir mayor probabilidad de presentacin de problemas cuando los hijos perciban dificultades que sus padres no ven (problemas externos: alcohol, drogas, sexo...), o cuando los padres sealen problemas que sus hijos no mencionan (problemas domsticos).
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En definitiva, es la visin de los hijos la que, en la mayora de los casos, determina el sentido de la discrepancia y la probabilidad de que sta derive en un conflicto familiar. As, no ser tan malo el no estar de acuerdo como que el no estar de acuerdo se produzca porque los hijos nieguen una posicin positiva de sus padres, o apunten una opinin negativa que sus padres no consideran. De igual forma, no resulta tan malo no estar de acuerdo en las soluciones a adoptar ante un conflicto, cuando las diferencias estn determinadas por las vacilaciones y la indeterminacin de cualquier bsqueda, como el hecho de que las diferencias se establezcan desde la rigidez y los posicionamientos inamovibles. Por eso el porcentaje de discrepancias que en la Familia adaptativa se correlacionan con conflictos reales es mucho menor (a pesar de que las discrepancias son ms numerosas en esta familia) del que condiciona la misma correlacin en la Familia conflictiva o en la Nominal. Unos criterios paternos claros y evidentes al tiempo que crticos y flexibles, aunque supongan un desacuerdo de los hijos, no implican mayor potencialidad de conflictos en stos. Por el contrario, la falta de propuestas de los padres parece ser vivida por los hijos como la mxima prueba de abandono del rol educativo que les corresponde y deben desempear. De ah que, en las conclusiones de la publicacin original de la que se ha extrado este resumen, terminramos diciendo:
No todas las discrepancias son igualmente dainas (al menos como posibilidad). Algunas parecen tener una clara potencialidad en ese sentido y otras son, ms sencillamente, inocuas. Ms graves las que se determinan por un idealismo paterno falseador (combinado con un desconocimiento de una parte conflictiva de la realidad) o por unas posturas filiales desesperanzadas. Inocuas, incluso probablemente positivas, las que se forman como algo inevitable en los esfuerzos de adaptacin a una realidad siempre cambiante y para la que no hay soluciones inmutables establecidas. De todo ello, que no quepa (ni como mal menor) la adopcin por parte de los padres de posturas ausentes o no beligerantes (que es una expectativa que siempre se frustra: la falta de propuesta paterna es vivida por los hijos como una propuesta articulada, y muy rgida, adems). Lo ms positivo parece ser que los padres tengan sus criterios de actuacin y su planteamiento de lmites y horizontes; de forma clara y evidente, aunque crtica y flexible. Por ah parece que se cumple ms eficazmente el rol paterno y, por otro lado, por ah parece que van las necesidades, y las demandas, de los hijos.
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RESUMIENDO
Aunque no tiene mucho sentido resumir el resumen y somos conscientes de que cualquier intento de seguir sintetizando el presente informe corre el riesgo de distorsionarlo seriamente, acaso con la nica justificacin de sealar diversos hitos de la lectura, pasamos a apuntar algunos elementos sobre los que discurre todo el discurso.
Los valores La organizacin y funciones de la familia La comunicacin en la familia Los conflictos Una tipologa de familias
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RESUMIENDO
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RESUMIENDO
A pesar de todas las tericas dificultades, la sintona entre padres e hijos a la hora de abordar todas las cuestiones relativas a la organizacin de la familia es muy alta. Por sealar algunas diferencias, los hijos tienen una visin menos positiva que los padres, fundamentalmente en lo que se refiere al tiempo que pasan juntos los miembros de la familia y a la forma en que son tenidas en cuenta sus propias opiniones. Una idea atraviesa todo el discurso de los padres al hablar de la forma en que se enfrentan al funcionamiento de sus familias: la inseguridad y confusin que les ocasiona el no sentirse lo suficientemente preparados para desarrollar con xito una labor que, por otra parte, ni se puede aprender ni presenta patrones a los que acogerse, razn por la cual se realiza desde la intuicin y la buena voluntad.
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RESUMIENDO
Los padres (hombres) creen que la comunicacin con sus hijos es mejor de lo que stos consideran, algo que no suele ocurrir con las madres. Existe una relacin directa entre el clima de comunicacin familiar y el rendimiento escolar y la consideracin de la familia como ncleo socializador: cuanto mejor es la comunicacin en el seno de la familia, mejor suele ser el rendimiento escolar de los hijos, y en mayor medida tiende a considerarse a la familia como el lugar donde se dicen las cosas ms importantes de la vida.
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RESUMIENDO
mente en lo que se refiere a la consideracin de que todos los miembros de la familia participan por igual en las decisiones que afectan a todos, en la consideracin que se tiene de las opiniones de los hijos y en la necesidad de que la propia familia busque y encuentre en s misma todo lo que necesita. Existe un mayor nivel de discrepancias de los hijos con el padre que con la madre, sobre todo en lo relativo a la comunicacin y a los lazos de confianza. No todas las discrepancias entre padres e hijos se correlacionan igualmente con conflictos potenciales. Lo hacen mucho ms aqullas que se originan en posturas distanciadas o excesivamente rgidas en los padres. Por el contrario, no parece haber un riesgo de conflictividad cuando, aunque haya discrepancias, stas sean debidas a la bsqueda, siempre vacilante, de soluciones ante situaciones nuevas o cambiantes.
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RESUMIENDO
Familia adaptativa (18.4% de familias de la muestra) Parece integrar a los nuevos modelos familiares. Es un tipo de familia en constante adaptacin y que revisa continuamente las responsabilidades de sus miembros, cosas que ocasionan bastantes conflictos (aunque estos conflictos se sobrellevan y normalmente se manejan bien). Buena comunicacin de los padres con los hijos, a quienes se tiene en cuenta a la hora de tomar las decisiones que afectan a todos. Se valora la unidad familiar, pero no se acepta la unin endogmica, y se considera que hay muchas ms cosas ms all de la familia.
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