Rochabrún Un Marxista Crítico de Martín Tanaka
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Ha sido publicada recientemente una antologa de textos de Guillermo Rochabrn, que reune trabajos dispersos y de difcil acceso, as como algunos inditos, que permite apreciar en toda su magnitud el aporte de varias dcadas de trabajo acadmico (Batallas por la teora. En torno a Marx y el Per. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2007, 559p.). Este libro es, entre otras cosas, un merecido homenaje y reconocimiento al gran maestro de generacin tras generacin de estudiantes de sociologa de la Pontificia Universidad Catlica, quien a travs de los cursos de teora nos form como socilogos, y a un autor importante, cuya valiosa produccin lamentablemente no ha tenido la resonancia que merece. Todos los que tuvimos el privilegio de tenerlo como profesor podemos decir que Rochabrn no solamente hace lo que debe hacer un profesor de teora, que es resear autores y corrientes, y mostrar su utilidad, pertinencia y aplicacin prctica. Lo que hace nico a Rochabrn es que nos ense a pensar, a razonar, con rigor, disciplina, precisin, con un sentido profundamente crtico. Esto lo ha convertido en un autntico maestro, por lo que tantas generaciones de estudiantes le guardamos gratitud y cario. Evidentemente, Rochabrn est exonerado de toda responsabilidad por lo que hayamos hecho sus alumnos despus...
Lo podr encontrar tambin en: http://martintanaka1.blogspot.com/2007/12/guillermo-rochabrnmarxista-crtico.html. Lo publicamos en Interculturalidad.org N5 con la autorizacin del autor.
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Pero no me referir aqu a su trabajo docente, sino a su produccin acadmica, reunida en este libro. Dije que se trata de una produccin valiosa sin la recepcin, influencia, que mereci: por qu? Creo que porque Rochabrn ha sido un intelectual insular y un marxista crtico. La clave de su relativo aislamiento acaso explique tambin su lucidez. Respecto a su carcter insular; el autor menciona en la fascinante introduccin del libro, en la que resea su biografa intelectual (Un marxista acadmico ante el espejo), que ha sido bsicamente un profesor universitario, que no ha pasado por partidos polticos, no ha trabajado en ONGs, no ha sido activista en colectivos sociales o parte de grupos intelectuales (salvo su paso por la Revista Sociedad y Poltica, en la que Rochabrn era un junior al lado de figuras como las de Anbal Quijano o Julio Cotler), es decir, no ha tenido un grupo que haya hecho suyas sus ideas, que las defienda y promocione, a pesar de la importancia de sus aportes, como veremos a continuacin. Otro asunto que explica la difusin de sus ideas es que lo fundamental de sus aportes se ubica en una perspectiva marxista crtica, lo que, en un pas poco acostumbrado al debate, en medio de una comunidad acadmica que en cierto modo reneg del marxismo, reforz tambin esta insularidad. Volver sobre este asunto ms adelante. Llama la atencin, al releer los textos de Rochabrn, constatar su lucidez, anticipacin de temticas de desarrollo posterior, y contrastar esto con su escasa difusin. Veamos algunos de sus textos de teora marxista, la base del pensamiento del autor. Est su crtica a los fundamentos de la economa neoclsica, La zanahoria y el asno: para un anlisis crtico de la nocin de escasez, de 1977, pero publicado recin en 1999, en donde se adelanta el anlisis de lo que hoy llamaramos la existencia de bienes pblicos y privados, la presencia de externalidades, y la internalizacin de externalidades a travs de precios para compensar las externalidades negativas, ideas centrales de la teora de la eleccin pblica, pero que en su momento no generaron mayor debate. Uno lee hoy trabajos como el clsico Base y superestructura en el Prefacio y en El Capital, de 1977, y se pregunta por qu Rochabrn no estuvo terciando en debates centrales de la teora marxista como los que enfrentaron a Louis Althusser, Edward Thompson, Perry Anderson y otros. Recuerden que Miseria de la teora de Thompson es de 1978, y Teora, poltica e historia. Un debate con E.P. Thompson, de Perry Anderson, es de 1980. Lo que estos autores estn debatiendo son temas centrales referidos precisamente a la relacin entre base y superestructura, debate fundamental en la historia del marxismo y del pensamiento social en general, que se puede frasear como el debate entre agencia y estructura, para ponerlo en los trminos de Giddens, quien tambin parte de la obra de Marx para abordar esta discusin (en su libro La constitucin de la sociedad, de 1984).
El aporte de Rochabrn es resolver este debate apelando a la idea de que se trata de una oposicin falsa, cuya naturaleza es revelada mediante el anlisis de El Capital. Segn el autor, en El Capital las cosas estn planteadas de modo que los elementos superestructurales son parte intrnseca del orden econmico-social. En el anlisis del capitalismo Marx muestra cmo en su dinmica, que da lugar a las clases sociales, se entrecruzan elementos econmicos, sociales e institucionales. Sobre esta base, no se erige la superestructura jurdico-poltica, sino discurre la historia, los conflictos entre las clases sociales, en un escenario abierto y contingente (el mundo de lo poltico), donde cada realidad requiere un anlisis particular. De esto se deriva que el estudio de las clases y de la poltica concreta no debe consistir en aplicar las categoras marxistas, sino partir del estudio del funcionamiento del capitalismo en la realidad concreta, y cmo all surgen las clases y se desarrolla la poltica con contornos particulares. Un intento de hacer esta aproximacin al estudio del caso peruano es otro texto clsico, Apuntes para la comprensin del capitalismo en el Per, de 1977, que da pistas fundamentales para no deducir la realidad desde la teora, tpico vicio estructuralista, sino analizar cmo las determinaciones del capitalismo adquieren perfiles propios al operar en el medio peruano. Rochabrn habla as de un capitalismo subdeterminado. A propsito, desde este punto de vista podra pensarse un tema de debate actual, la capacidad del desarrollo capitalista para articular al conjunto de la poblacin del pas, especialmente a los sectores pobres y excluidos. Para Jaime de Althaus, en La revolucin capitalista en el Per (FCE, 2007) el actual tipo de crecimiento, a diferencia del pasado, tiene mayor capacidad de generar eslabonamientos y dar lugar a un desarrollo inclusivo. Algunos crticos de Althaus cuestionan lo que consideran un optimismo excesivo, sealando que se trata de la extrapolacin de un periodo todava muy corto de crecimiento. Desde el punto de vista sugerido por Rochabrn, el problema no sera cuantitativo, sino cualitativo: en el pas se amplan los circuitos mercantiles, los mercados, el uso del dinero, pero no desaparecen relaciones sociales no capitalistas, lo que termina debilitando la expansin y los procesos de acumulacin. Estas ideas permiten entender porqu a pesar del crecimiento econmico la pobreza persiste, as como el descontento ciudadano con el rumbo del pas. De este modo, en la dcada de los aos setenta, mientras la izquierda y los acadmicos de izquierda, al inicio de la crisis asociada con el modelo nacional-popular-estatista, proclamaban el inminente colapso del capitalismo y diagnosticaban la existencia de una situacin prerevolucionaria, Rochabrn por el contrario llamaba la atencin sobre la debilidad del capitalismo para dar cuenta de la dinmica general del pas. Aqu encontramos a un marxista crtico, lejano del predominante folklore marxista tal como
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lo califica el autor, en medio de los debates sobre la feudalidad, semifeudalidad, el carcter dependiente o perifrico de nuestro capitalismo, entre otros. El tipo de aproximacin de Rochabrn habra permitido encarar de manera provechosa el debate sobre la relacin entre la teora marxista, las clases sociales y la realidad latinoamericana, debate que no lleg a darse de manera cabal en nuestro pas. Esta manera de pensar las cosas estuvo relativamente ausente, soterrada en el contexto del peso abrumador de la influencia del estructuralismo. Estos temas se debatan en la regin sin participacin peruana. Ver por ejemplo lo que considero una verdadera joya bibliogrfica, de Ral Bentez, coord.: Las clases sociales en Amrica Latina. Problemas de conceptualizacin. Mxico, Siglo XXI, eds., 1973; donde debaten sobre el tema, entre otros, Alain Touraine, Nicos Poulantzas, Hernando Henrique Cardoso, Manuel Castells, Florestan Fernandes, Rodolfo Stavenhagen, Francisco Weffort, Gino Germani, Edelberto Torres Rivas, reunidos en un seminario en Mrida de 1971 (ningn peruano all: aunque en la introduccin se menciona la lamentable ausencia de Anbal Quijano, que por alguna razn no lleg). Aqu uno encuentra, sobre todo en las intervenciones de Cardoso, el llamado a historizar la temtica de las clases en el contexto latinoamericano, a analizar las caractersticas especficas del desarrollo del capitalismo en la regin; esta fue una lnea de reflexin presente en otros pases latinoamericanos, pero casi ausente en el Per, ms all de los trabajos de Rochabrn . 1977. El Per, junto a toda la regin, iniciaba procesos de transicin a la democracia. El sentido comn marxista pensaba la democracia como una mera fachada legal que encubra la dominacin de clase. Cmo pasar al escenario democrtico desde estas premisas? En el cono sur el aprendizaje del valor de la democracia se realiz por el trauma de la represin de las dictaduras, como sealaron Norbert Lechner y muchos otros autores . En el caso peruano la cosa fue ms difcil, dado el carcter reformista del gobierno militar de Velasco. Es ms, el velasquismo de algn modo implement y agot el arsenal de reformas de la izquierda peruana (Izquierda, democracia y crisis en el Per, de 1988). Sin embargo, hay otro texto de Rochabrn que permite salir del atolladero, Economa y poltica en el anlisis del capitalismo y de la sociedad en Amrica Latina, de 1981. En ese texto la democracia aparece no como el resultado necesario de la forma de produccin capitalista, sino como resultado contingente de la lucha de clases. En esto Rochabrn se pone a la par de trabajos como los de Adam Przeworski, quien defendera tesis similares en libros posteriores, como Capitalismo y socialdemocracia, de 1985, o Paper Stones. A History of Electoral Socialism, de 1986, entre muchos otros. Sin embargo, en nuestro pas se produjo un cambio de paradigma sin ajuste de cuentas; las izquierdas pasaron en lo poltico del paradigma de la revolucin al de la democracia, sin mayor explicacin. El problema es que en lo acadmico tambin se dio una mudanza
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equivalente, de la preocupacin por las clases sociales a la de los movimientos sociales, actores visibles en el contextos de las luchas contra las dictaduras y los procesos de democratizacin; y de la reflexin sobre el carcter de la sociedad, a la preocupacin sobre la democracia como rgimen. Esto es resultado de las estrechas relaciones (al punto de indistincin) en esos aos entre activismo poltico y reflexin acadmica. Rochabrn se mantuvo como terico marxista, con lo que qued relativamente aislado en medio del viraje de las ciencias sociales. Pero al ser un acadmico marxista crtico, tambin qued aislado de las ortodoxias marxistas que continuaron el dcada de los aos ochenta. As, Rochabrn, desde las ideas centrales e intuiciones de Marx, qued como un crtico de las modas intelectuales, de los paradigmas y sentidos comunes existentes en nuestras ciencias sociales. Ahora bien, cabe destacar que lo que ocurri con las ciencias sociales le ocurri tambin a Rochabrn, solo que ms gradualmente. Rochabrn relata en la introduccin cmo con los aos se fue alejando l tambin del marxismo, hasta el punto de pensar que el pensamiento de Marx tiene mucho que decir en algunos casos, poco o nada en otros, y no puede pretender dirigir el conjunto (p. 59). Si algn reproche cabe hacer a Rochabrn es que l era probablemente la persona ms preparada para llevar adelante un ajuste de cuentas con Marx y con las corrientes del marxismo, y de proponer maneras de pensar el Per y el mundo contemporneo. Lo hizo muy parcialmente. Me viene a la mente el caso de Jon Elster, en Una introduccin a Karl Marx, de 1991. All Elster se pregunta qu est vivo y qu est muerto en Marx, y responde: est muerto el socialismo cientfico, el materialismo dialctico, la teleologa y el funcionalismo, la teora econmica, y la teora de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin. Qu vive? El mtodo dialctico, al menos una versin de l; la teora de la alienacin; la teora de la explotacin y la concepcin de Marx de la justicia distributiva; la teora del cambio tcnico; la teora de la conciencia de clase, la lucha de clases y la poltica, aunque con lmites; y la teora de la ideologa, que est agonizante, pero debe ser resucitada. En nuestro medio no encontramos ningn esfuerzo equivalente. El camino que sigui Rochabrn fue asumir el papel de crtico, desde lo que podramos llamar los fundamentos de un mtodo marxista. Recuerdo alguna reunin no hace muchos aos en la Universidad Catlica, entre profesores de la facultad de ciencias sociales y algunos profesores extranjeros visitantes. Quedamos en hacer una breve rueda de presentacin de cada uno; por ejemplo yo dije mi nombre y aad que me interesaban los partidos, la democracia, los movimientos sociales. Otros dijeron otras cosas, segn su especialidad. Cuando le toc el turno a Rochabrn, dijo: yo critico lo que hacen ellos. Antonio Cisneros, en Canto ceremonial contra un oso hormiguero, llam a Marx viejo aguafiestas. Podra decirse que Rochabrn con sus posiciones crticas ha ocupado la
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misma posicin, de permanente y lcido aguafiestas (no estoy llamando viejo al maestro, por si acaso). Esto explica tambin su insularidad. Tarea necesaria, imprescindible, pero ingrata. Uno de los ngulos principales desde el cual Rochabrn ejerci la crtica parte de su carcter de marxista crtico. Al pasarse de la dcada de los setenta a los ochenta, la izquierda pas como vimos del paradigma de la revolucin al de la democracia, y tambin los cientficos sociales y las ONGs asociados a sta. Las circunstancias corrieron mucho ms rpido que la capacidad de procesar los cambios. Rochabrn resalta que el paso se di sin hacer un balance, un ajuste de cuentas; por ello, se arrastraron a la etapa democrtica, sin advertirlo, algunos de los vicios de la etapa marxista. En la dcada de los aos setenta el autor critic una visin esencialista del proletariado, visto como una suerte de motor de cambio llamado por la historia; en la de los ochenta, el lugar que ocup la clase obrera empez a ser ocupado por los nuevos movimientos sociales (ver Del mito proletario al mito popular, de 1992). De all que Rochabrn abogue por una saludable y necesaria autonoma de la academia frente a la poltica. El autor fue as un crtico del entusiasmo frente a los movimientos sociales (ver por ejemplo Izquierda, democracia y crisis en el Per, de 1988). Llega el momento de hacer evaluaciones: Rochabrn tuvo razn. Los nuevos movimientos sociales mostraron rpidamente sus lmites como expresin de un nuevo orden social, o en trminos de su potencial democratizador . Ahora bien, yo sostengo que la crtica de Rochabrn puede perfectamente extenderse hasta el presente: el voluntarismo en el anlisis de la clase obrera y de los movimientos sociales se expresa hoy en la apuesta por la sociedad civil y de la participacin ciudadana como remedios a los lmites de la democracia representativa. Llama la atencin cmo en la izquierda poltica, algunos intelectuales y ONGs, persisten estilos de razonamiento y de trabajo, a pesar de la magnitud de los cambios ocurridos en las ltimas dcadas. Rochabrn fue tambin contra la corriente al cuestionar la centralidad de Sendero Luminoso como fenmeno para pensar el conjunto de la sociedad peruana; en algn texto sostuvo que probablemente el pas no cambiara mucho si es que Sendero Luminoso no existiera. De otro lado, el autor llam la atencin sobre la extraeza que despertaba en las ciencias sociales, a pesar de que Sendero comparta con la izquierda un tronco comn, y lo que haca era llevar a la prctica postulados que muchos otros grupos tenan (Sendero Luminoso y las profundidades del Per, texto indito de 1989). Tambin estuvo a contracorriente cuando plante que las tradiciones racistas, estamentales y excluyentes como forma de organizacin social no resultaban ms vlidas en el pas, a pesar de que subsistieran en el plano de los imaginarios y de algunas
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prcticas (ver Los tiempos y las crisis, de 1986), planteamiento que retoma el cuestionamiento a la idea de la existencia de una herencia colonial, que expuso en su resea crtica al libro Clases, Estado y nacin en el Per ((La visin del Per de Julio Cotler. Un balance crtico, de 1978). Ms adelante, en la dcada de los aos noventa, Rochabrn cuestion la tesis de la existencia de una cultura autoritaria en las clases populares para explicar su apoyo al fujimorismo, y busc entenderlo apelando a los intereses, la racionalidad y el pragmatismo de los sectores populares (Descifrando el enigma de Alberto Fujimori, de 1996). Aqu nuevamente encontramos la idea de que el diagnstico errado de la existencia de una cultura autoritaria es un espejo de la idea, errada tambin, de que habra habido una cultura democrtica en la dcada de los aos ochenta (ver Crisis de paradigmas o falta de rigor?, de 1994). Tambin cuestion la apuesta por la informalidad, como clave para el desarrollo capitalista y la renovacin social (De madres de familia a capitalistas: las trampas de la informalidad, de 1994); tambin la tesis de la existencia de un problema de representacin poltica (que centra la responsabilidad en la oferta poltica), y llam la atencin sobre los problemas de representabilidad de los representados, en un contexto de fragmentacin y desarticulacin social (El problema est en los representados, de 2003); as como la idea de la existencia de una grave polarizacin social en la coyuntura del ao 2000 (Polarizaciones...? Las de mi tiempo! Electorado y ciudadana en los 90 y en el 2000, de 2000); todo esto en textos de formato breve, pero no por ello menos sustanciosos. En suma, el libro de Rochabrn condensa la trayectoria de un intelectual cuya lucidez provino de su independencia, de su insularidad, de un trabajo acadmico riguroso, que no temi ir contra la corriente, y asumir el papel de crtico y de aguafiestas; que tuvo en el marxismo el punto de partida de su reflexin: alejado del folklore marxista, y fiel a la idea de ver la realidad como sntesis de mltiples determinaciones, y unidad de lo diverso, como lo sealara en uno de sus primeros textos, Hay una metodologa marxista?, de 1974). Por todo ello, este libro es un merecido homenaje y una muestra de gratitud para el maestro.