Como consecuencia del crecimiento de la población carcelaria en Colombia es necesario reflexionar sobre la materia, toda vez que se pretende buscar paliativos al fenómeno sin atacar de raíz la naturaleza del problema. Pensar en aplicar rebajas como consecuencia de la visita del Sumo Pontífice o escalar la posibilidad de introducir la pena capital para buscar reducir el número de internos en los centros de reclusión es un despropósito, frente a la necesidad de aplicar una verdadera y seria política penitenciaria, que requiere voluntad política y decisión administrativa.