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Un mapa
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Libro electrónico236 páginas2 horas

Un mapa

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Hemos venido a este mundo con una deuda que no podemos saldar con quienes nos precedieron, les debemos casi todo lo que somos. Esa actitud de gratitud nos mueve a ser humildes. A todo lo más que podemos aspirar, seguramente, es a que nos lloren de verdad cuando faltemos. Este credo es la base para este texto, una suerte de ensayo-legado dividido en 2 partes: ocio y negocio. No hay fórmulas mágicas, atajos, ni ideas finales. Se trata de ofrecer cierta guía, altitud de miras, y algo de consuelo para quien se halle algo cansado y desorientado. ¿Qué me gustaría dejarle por escrito a mi hijo? Esto es lo que tienes entre manos, querido lector.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jun 2023
ISBN9788419692108
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    Un mapa - Carlos Pérez

    Un mapa

    Carlos Pérez

    ISBN: 978-84-19925-02-2

    1ª edición, enero de 2023.

    Conversión de formato e-Book: Lucia Quaresma

    Editorial Autografía

    Calle de las Camèlies 109, 08024 Barcelona

    www.autografia.es

    Reservados todos los derechos.

    Está prohibida la reproducción de este libro con fines comerciales sin el permiso de los autores y de la Editorial Autografía.

    Nada te turbe, nada te espante, [...]

    la paciencia todo lo alcanza.

    Santa Teresa de Ávila.

    Prólogo

    Todos los mapas están equivocados, tienen errores, pero algunos nos resultan útiles.

    Pasa con cualquier modelo: Al pasar de la realidad a la representación, incluso cuando se trata de una foto, se sacrifican elementos, pero nos quedamos con lo esencial. Este escrito no es distinto, es un intento de entresacar lo importante de vivencias y lecturas, limpiándolo de lo superfluo, a modo de herencia. Me habría gustado tener algo así a mis 18 años. Pero si lo hubiera tenido, no habría experimentado la necesidad de pasar a limpio las enseñanzas que reúno aquí, con mis mejores deseos. ¡Que aproveche!

    Epílogo

    ¹

    Hijo, durante todo este tiempo hemos tratado de darte lo mejor de nosotros.

    Hace años, con la pandemia (¿recuerdas?), decidí recoger la esencia de lo que te venimos dando en este librito. Así que, lo que contiene, ya lo llevas dentro. Enhorabuena, ya puedes dejar de leer, y seguir con tu vida.

    ¡Que sea larga y próspera!


    1. Sí, has leído bien.

    ¿Sigues ahí? Eres de los míos, curioso, e inconformista.

    ¡Bien!

    Pero, ¿qué te puedo decir para que leas esto? Pues que:

    ESTO NO ES UN LIBRO DE AUTOAYUDA.

    Por lo menos, no en el sentido de los que dicen:

    Sonríe, y la vida te sonreirá. (¿Y si lloras, llorará?)

    Si quieres, puedes. (Vale: Quiero ser millonario... Cri, cri, cri²).

    Si lloras, las lágrimas te impedirán ver las estrellas. (Si estoy mal, ¿qué me importa lo que a lo mejor ni existe ya?).

    Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira a tu favor. (Al universo no le importa qué quieres, no es una persona).

    Los errores nos ayudan a aprender. (Si así fuera, no se repetirían; y no siempre se aprenden cosas útiles).

    Tú eres único. (Como todos los demás).

    ¿Estás triste? No tienes motivo, sé feliz. (Vale, ahora además me siento culpable).

    ... (Y otras m*erdas parecidas).

    De hecho, si alguien habla así, es casi seguro que se limita a repetir consignas que suenan bien, que consuelan, pero no va más allá. Lo mejor que puedes hacer es huir.

    Pero no nos desviemos del tema, que es: ¿por qué leer esto? Bueno, ya hemos dicho qué no es, ha llegado el momento de desvelar la verdad:

    ESTO ES UN LIBRO DE RECETAS.

    Sí. De las recetas secretas que se pasan dentro de una familia, de generación en generación. Te aseguro que no hablo de oídas, todos los ingredientes están probados en carnes propias, y solo están los que han superado la prueba del tiempo. Las ideas se han pulido gracias a haberlas puesto a prueba con la familia (incluido tú, por supuesto), amigos, y todos aquellos con quienes he mantenido relación. Por tanto, no encontrarás aquí ocurrencias biensonantes, para quedar bien.

    Así que puedes llamarlo un legado, tu recetario secreto, tu vademécum, o tu mapa.

    Está organizado en dos bloques: Ocio y negocio. Verás que hay principios que son válidos en ambos ámbitos, pero merece la pena considerarlos por separado.

    Espero que te sirva de inspiración, sobre todo, cuando las cosas no te vayan como esperabas.


    2. Grillos.

    Primera parte:

    Ocio.

    1

    Disputas.

    Lo que habrás oído: En cualquier disputa, la razón solo puede ser de uno. Y si uno la lleva, tiene que defenderla con uñas y dientes. Como no lo hagas, te ganan terreno, y harán contigo lo que quieran. Dejarán de respetarte.

    Lo que tal vez no: Hablar de razón es engañoso, sería más preciso hablar de razones. Puesto que todos nos equivocamos, no es posible tener siempre la razón; como mucho, puede uno tener razones legítimas para defender una postura. Pero si nos fijamos en por qué se trata de imponer un punto de vista, de dónde surge esa necesidad, comprenderemos mejor la situación.

    DISPUTAS POR TODAS PARTES.

    Habrás visto, como yo, discusiones de parejas. Incluso te habrás percatado de esos silencios atronadores que a veces se producen, y que pueden durar hasta meses (créeme, los he visto de cerca).

    No solo les pasa a las parejas, las disputas se dan en cualquier ámbito y escala de las relaciones humanas. En familias, entre amigos, en todo tipo de organizaciones, hasta entre países. Pero nos interesa más la forma de resolver el conflicto que el motivo de la disputa, ¿verdad? En algún punto, un tema en cuestión deja de tratarse de forma racional, el lenguaje se usa como arma, y llevar la razón se convierte en lo único importante. Por su parte, los argumentos pasan a ser ataques personales. De hecho, es un buen indicador: si la conversación ha entrado en el terreno de las acusaciones, es que ya descarriló. Otro buen indicador es el silencio. La adrenalina fluye, y se dispara el mecanismo de lucha o huida. Lo racional deja paso a lo visceral.

    DILEMAS.

    Muchas veces recurrimos al pensamiento dicotómico³, porque nos facilita razonar.

    Cuando nos planteamos un dilema, estamos recurriendo a esa forma de pensar.

    En un juicio se contraponen dos partes, aunque haya muchos matices; pero al final está la acusación contra la defensa.

    En lo político, pocas ideas escapan a la clasificación de ‘izquierda-derecha’, ¿verdad?

    Hay ejemplos para aburrir, pero en el fondo se trata de sobre-simplificar. Lo complejo es un rollo, porque requiere mucho esfuerzo; y por eso necesitamos simplificar los problemas hasta que entren en una categoría, o en la contraria, con sus correspondientes etiquetas y valores.

    CÓMO LIDIAR CON LAS DISPUTAS.

    Muchas disputas se plantean como una lucha entre el bien y el mal, lo acertado y lo equivocado, lo egoísta y lo generoso. La razón y la sinrazón.

    Cuando reducimos la postura del otro a una idea atacable, o cuando nos identificamos con nuestro planteamiento, estamos preparándonos para la guerra. No para comprender mejor, sino para atacar y defendernos. Y de las guerras nunca se sale indemne, sea quien sea que lleve la razón: se trata de imponer por la fuerza, y esto crea resentimiento, como poco. O cerrazón, como la de aquel paisano mío:

    Yo sé que llevas razón, pero no te la voy a dar.

    Cuando dos partes pelean por la razón, es como si dos niños se disputaran un columpio, olvidando que han venido a jugar. Y cuanto más empeño pone uno en quedárselo, más enconadamente se defiende el otro. Recordar esta imagen me ha ayudado a no comportarme como un niño chico.

    También sabemos que, al presionar demasiado para salirnos con la nuestra, podemos poner al otro entre la espada y la pared. Y cuando alguien siente la pared en su espalda, puede pasar cualquier cosa. Pensemos en esos conflictos de tráfico que han acabado en el hospital y la cárcel, por ejemplo.

    ¿Cómo evitar esta deriva? Pues algo que me ha dado muy buen resultado es dar un paso atrás para tener una visión más panorámica. No disputar la razón, sino buscar ver más allá de lo evidente. (De hecho, disputar la razón con la pareja puede convertir la convivencia en un infierno; lo he visto tantas veces, y tardé tanto en darme cuenta...).

    En una situación dada, cualquiera, poniéndose en el lugar del otro, seguramente actuaría igual. Si nos parece que lo que alguien ha dicho o hecho es una barbaridad, seguramente es porque nos falta mucha información. A lo mejor resulta que es una barbaridad, pero a esa conclusión hay que llegar despacio, después de haber considerado todas las explicaciones.

    Sí, pero ¿ cómo sondeamos para conseguir explicaciones? Etiquetar intenciones o emociones es el mejor modo que conozco.

    —"Parece que... esa furia viene de lejos, ¿no?"

    —"Eso suena a que... no quieres volver a sufrir."

    —"Tiene toda la pinta de que...te han herido el orgullo." El caso es que hasta etiquetando mal adrede, funciona:

    el otro querrá desmarcarse rápidamente, y aclarar lo que de verdad siente y quiere.

    Por ejemplo:

    Parece que quieres poner todos los obstáculos para que no vea a mis amigos.

    ¿¿Yo?? ¡Qué va! Lo que pasa es que...

    Sondeando de forma prudente, sin violentar, sin ofender, se puede tener una conversación civilizada. Cosa imposible cuando alguno se pone a la defensiva. Querer saber es legítimo, siempre que a uno le concierna el asunto, claro.

    Para evitar una respuesta defensiva, lo mejor es NO etiquetar a la persona, lo que dice, ni lo que hace, SINO sus emociones e intenciones, tanteando en forma de pregunta.

    Una buena guía es pensar en nuestra meta, que diga: ¡Eso es!. Imaginemos que resumimos con nuestras palabras lo que ha dicho (no tenemos que estar de acuerdo). Si demostramos que hemos escuchado atentamente, el conflicto está casi resuelto (¡La de peleas que hay por no sentirse escuchados, ¿verdad?!). Lo mismo vale para defendernos: Auditar las acusaciones, como hacen los mejores abogados, repasándolas una a una, es el mejor camino para volver al entendimiento. Ejemplo:

    —"Parece que estás molesta. A ver si lo entiendo: Me acusas de ser egoísta por no avisarte de que llegaría tarde (acusación #1), y por haberme servido la cena, sin siquiera preguntarte (acusación #2). Es verdad, he sido un desconsiderado, te pido disculpas⁵ (#1). También te pido que me dejes explicarme: me quedé sin batería en el teléfono (#1), y al llegar, vi que estaba la cocina recogida, así que pensé que ya habías comido (#2). Aunque venía cansado, y ya me conoces cuando tengo hambre, tenía que haberte preguntado... (#2)".

    En el fondo se trata de no dejarse llevar y buscar una explicación aguas arriba. Pero hay formas de prevenir más efectivas. De eso trata el siguiente capítulo, que éste⁶ ya está quedando demasiado largo, ¿no?


    3. A o B, blanco o negro, sí o no...

    4. Etiquetar está mal, habrás oído. Sí, a las personas, porque las reduces a adjetivos, casi siempre, despectivos. Y eso entorpece el buen entendimiento.

    5. Pedir disculpas sinceras es un poderosísimo disolvente de problemas. Mejor usarlo con discreción y autenticidad.

    6. Lecturas que han inspirado este capítulo:

    —Antifrágil, de Nassim Nicholas Taleb.

    —Rompe la barrera del no, de Chris Voss. Muy recomendable.

    2

    Cultivar.

    Lo que habrás oído: Cuando das con la persona adecuada, se produce un tipo de conexión casi mágica, de modo que te entiende sin tener que hablar; te conoce como nadie, y se adelanta a tus necesidades, de manera que ya no hace falta pedir nada. Por eso se dice: Si me quisieras, lo sabrías.

    Lo que tal vez no: Todos cambiamos con el tiempo, por lo que para conocer de verdad al otro hay que mantener un contacto continuo y cercano, para así ver cómo varían sus prioridades, y lo que siente.

    CUÁNDO.

    Para conocer a alguien, hay que compartir un quintal⁷ de sal. Eso se dice en mi tierra, que solo se conoce a alguien cuando has usado esa sal para sazonar las comidas compartidas.

    Es difícil pensar en actividades que unan más que las comidas, unas cervezas, o un café charlado.

    Tomar algo con allegados tiene un efecto en la salud comparable a la dieta. La mera existencia de las zonas azules, lugares del mundo donde se encuentran las personas más longevas, apunta en esa dirección: Sus dietas son muy diferentes, pero tienen en común la importancia que les dan a las relaciones personales (volveremos a esto en el capítulo 16).

    Sea como sea, se sabe que con la comida nos relajamos, y eso propicia que nos abramos. Es lo que se busca en el mundo empresarial para llegar a acuerdos más profundos, con más compromiso de lo que se podría conseguir con la firma de un contrato.

    QUÉ.

    Desde que nacemos, necesitamos sentirnos cómodos y seguros. De hecho, demandamos ser queridos incondicionalmente. Es más, esa necesidad básica evoluciona al hacernos adultos: queremos ser escuchados, estar en lo cierto, nos gusta gustar, que se nos reconozca y acepte, y por supuesto, ser queridos. Esto nos lleva a querer conseguir el éxito, y a mostrar nuestras fortalezas en público, ya sea belleza, títulos, o una personalidad encantadora, y a esconder nuestras debilidades. Con esto esperamos salir

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