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Contemplación
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Libro electrónico188 páginas1 hora

Contemplación

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Información de este libro electrónico

La vida actual nos agobia, nos lanza hacia el exterior, nos mantiene distraídos. Necesitamos un espacio de silencio, de soledad, para reencontrarnos cada día con nosotros mismos. Luis López quiere compartir en este libro la búsqueda de la paz y el ejercicio de la contemplación que le han acompañado desde hace décadas. Y hacerlo en esta ocasión rastreando al Dios de Jesús en el silencio del misterio.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 dic 2021
ISBN9788428564946
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    Contemplación - Luis López González

    ÍNDICE

    PORTADA

    PORTADILLA

    CRÉDITOS

    LLAMANDO A TU PUERTA

    CONTEMPLACIÓN

    LA CABAÑA INTERIOR

    EL ALIENTO DE VIDA

    LA LLAMA DE LA ATENCIÓN

    DEJARSE AMAR

    AMANTES DE LA PAZ

    LA MÚSICA CALLADA: SILENCIO

    CUERPOS PARA EL ESPÍRITU

    CONTEMPL-ACCIÓN

    EL CORAZÓN DE LA MATERIA

    AMOR POR LA SOLEDAD

    MI COPA REBOSA

    CUANDO EL DOLOR LLEGA

    LUZ Y VERDAD

    LA UNIÓN CON DIOS

    MI ADENTRO

    BIOGRAFÍA DEL AUTOR

    NOTAS

    portadilla

    Colección dirigida por Luis López González

    © SAN PABLO 2021 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid)

    Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723

    E-mail: [email protected] - www.sanpablo.es

    © Luis López González 2021

    Distribución: SAN PABLO. División Comercial

    Resina, 1. 28021 Madrid

    Tel. 917 987 375 - Fax 915 052 050

    E-mail: [email protected]

    ISBN: 978-84-285-6494-6

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio sin permiso previo y por escrito del editor, salvo excepción prevista por la ley. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la Ley de propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos – www.conlicencia.com).

    A mi amigo Alexandre

    LLAMANDO A TU PUERTA

    Cuando tenía cinco años hice mi Primera Comunión. Recuerdo que, preparándome para ella, leía en la enciclopedia los días de la Creación del Génesis en el jardín de las monjas mercedarias de Lora del Río (Sevilla) y me quedé absorto mirando los jazmines que en él florecían. Era por la mañana. Contemplando la blancura de sus pétalos sentí una enorme paz en mi interior en comunión con todo lo que me rodeaba. Esta experiencia fue determinante en mi camino espiritual. Durante toda mi vida he buscado esa experiencia. Desde entonces «he buscado aquella paz y he corrido tras ella» (Sal 34,15) en todo lo que hacía. Ella me ha guiado siempre en mi discernimiento de aquello que viene de Dios. Por supuesto que no siempre la he encontrado, más bien al revés.

    Cuando tenía diecisiete años tuve otra experiencia de paz profunda. Fue en el convento de los franciscanos de Pastrana donde vivió mi abuelo los últimos años de su vida. Era restaurador de arte y afinador de pianos y órganos.

    Así mismo, recuerdo cómo con veintiuno estaba en el campo con unos amigos y viví unos instantes absorbido por una enorme paz, quietud y contemplación de la naturaleza.

    A los veintidós años caí en una larga y profunda noche oscura del sentido, del alma y de la mente causada por una depresión. Si antes había sentido una paz inconfundible, entonces sentí el más absoluto abandono de Dios. Estando aún enfermo fui a Italia con los alumnos de viaje de final de curso. Al entrar en el Baptisterio de Pisa había un coro cantando mi cantata preferida de Bach. Sentí de una manera especial la compañía del Señor y se me fue la depresión. Mi vida cambió para siempre. Dicha experiencia me ayudó a estar con los que sufren y a saber buscar también a Dios en el dolor, pues, como dice Edith Stein, «la verdadera unión con Dios se hace en la cruz». A cada uno le toca llevar la suya (Mt 16,24).

    Fue un poco más tarde cuando sentía paz, gozo y compasión viendo imágenes de dolor humano. Al principio tuve escrúpulos pero un padre franciscano que me guiaba me tranquilizó diciéndome que Jesús estaba ahí.

    Años más tarde volví a tener otra depresión que me duró dos largos años y me volvió a pasar algo parecido en Italia. Estábamos en San Gimignano en la iglesia de San Francisco, hoy convertida en tienda. Un compañero profesor me pidió unas liras sueltas para iluminar la capilla. Al introducir las monedas se encendieron todas las luces de la iglesia y mi dolor desapareció por completo.

    En la década de mis treinta visitaba a la señora María, una viejecita prácticamente desahuciada por sus dolencias de corazón y que apenas podía caminar. Viví con ella una historia de amor inconfundiblemente fraterno que me pacificaba y me invitaba a seguir contemplando a Jesús en la Cruz.

    Me casé años más tarde y adopté, junto a mi esposa, cuatro niñas de Madagascar, las cuales son, sin duda, la presencia más diáfana de Dios en mi vida.

    Después de muchos altibajos, a mis sesenta años, estoy llegando a la madurez de aquel que se entrega en cada momento en las manos de Dios, aceptando humildemente su voluntad aunque muchas veces no encaje con la mía. Él me ha enseñado a ser un monje casado y en la ciudad.

    En este libro quiero compartir contigo la búsqueda de la paz y el ejercicio de la contemplación que me han acompañado desde hace decenas de años. En este caso, si bien «hablo» desde otras espiritualidades, he decidido hablar del Dios de Jesús. Estoy seguro de que en diferentes pasajes del libro te sentirás identificado. Deseo, si no lo has hecho ya, que transites de la oración a la contemplación, que busques, que rastrees en el silencio del misterio.

    La vida nos agobia, nos exterioriza, necesitamos un espacio de silencio, de soledad para reencontrarnos cada día pues la sociedad en que vivimos no nos lo propone, sino al contrario. La distracción está por doquier, solo hay que escuchar los espacios telefónicos de espera cargados de musiquitas que mal suenan.

    Con este libro deseo llamar a tu puerta para que lo leas degustándolo, sin prisas, con una cadencia contemplativa. Tómatelo como si hicieses un pequeño retiro. Para ello he seleccionado con cuidado un ramillete de textos que expresarán de forma directa la voz de auténticos contemplativos, lo cual nos ayudará en nuestro camino que ahora iniciamos. Así mismo, te propongo algunas prácticas por si te ayudan.

    Cada uno de los capítulos puede ser leído de manera independiente respecto del resto. Incluso te propongo que no leas más de un capítulo por día o semana y te dediques a repetir la práctica que te propongo hasta iniciar un nuevo capítulo.

    Deseo de todo corazón que el libro te aporte algo y que te ayude a caminar o seguir caminando por este camino fascinante, a pesar de sus desiertos, que es la contemplación.

    CONTEMPLACIÓN

    «Gustad y ved qué bueno es el Señor».

    (Sal 33,9)

    Cuando tenía veinticinco años comencé una peregrinación por monasterios de España. Buscaba una paz contemplativa que solo en entornos de silencio y armonía encontraba. Poco a poco fui comprendiendo

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