Una Vida Sin Pausa Ni Prisa
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Carmen Rizan
Carmen Rizan Procedente de San Rafael de Heredia, Costa Rica. Actualmente reside en San José, Costa Rica, Centro América. Fue miembro del Comité Editorial de una Revista de índole científico y técnico de 1989 a 2011. Revista que dirigió de 2001 a inicios de 2011. Es autora de varios artículos de índole técnico y científico. En el Año 2011 publicó su primer libro, el segundo, en 2015, el tercero en 2016, y, “Las Crónicas de María “constituye su cuarto libro, publicado en 2018. Es una profesional jubilada. Sus estudios los realizó en una Universidad Costarricense y su experiencia laboral la obtuvo en el campo de la salud infantil.
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Una Vida Sin Pausa Ni Prisa - Carmen Rizan
Una vida sin pausa ni prisa
Carmen Rizan
Copyright © 2016 por Carmen Rizan.
Dibujo de la portada por: Alexandra Rodríguez Ruiz
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2016915815
ISBN: Tapa Dura 978-1-5065-1664-6
Tapa Blanda 978-1-5065-1665-3
Libro Electrónico 978-1-5065-1663-9
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.
Fecha de revisión: 22/09/2016
Palibrio
1663 Liberty Drive, Suite 200
Bloomington, IN 47403
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
PRIMERA INFANCIA
NIÑEZ O ETAPA ESCOLAR
LA PREADOLESCENTE
LA ADOLESCENTE
LA ADULTA JOVEN
LA ENFERMERA GRADUADA
LA TRABAJADORA PROFESIONAL
ADAPTACIÓN AL TRABAJO ROTATIVO
VACACIONES EN ESTADOS UNIDOS
CONSULTA EXTERNA
ESTUDIOS POST BÁSICOS
TRABAJO COMUNAL UNIVERSITARIO
San Jorge de Rivas
Aguantafilo
ADULTA MADURA
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
ENCUENTRO CON JUAN PABLO II
LA LICENCIATURA
VACACIONES EN MÉXICO
INSTITUCIÓN DE BIEN SOCIAL: NIÑOS Y ADOLESCENTES DIABÉTICOS
PRETENSIONES DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
OTROS APRENDIZAJES
COMPUTACIÓN
PUBLICACIÓN DE ÍNDOLE CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
LA SEGURIDAD LABORAL
CONATO DE INCENDIO EN EL HOSPITAL
CONATOS DE INCENDIOS EN EL HOGAR
EL AMOR ROMÁNTICO
VACACIONES EN EUROPA
Holanda
París
Barcelona
VIDA EN FAMILIA
PAPEL MULTIFACÉTICO
VEJEZ
MADRID E IRLANDA
SUR AMÉRICA
BRASIL
Río de Janeiro (Río)
Paraná
ARGENTINA
Buenos Aires
Bariloche
Cruce Andino
CHILE
Santiago
Viñedos
ALASKA
Skagway
Ketchikan
Juneau
Parque nacional Kenai Fjords
El regreso
EN HÁBITAT DE LA CASA
1. La yigüirra heroica
2. La pastora urbana
3. Los jóvenes adictos a las drogas
OTRAS EXPERIENCIAS
Lesionada
Los ladrones
La vida continuará
El retiro
Bibliografía
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas en la mar.
Antonio Machado
Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)
INTRODUCCIÓN
M ara Rizan, la protagonista de esta historia, conversa por escrito con Joaquín, su hermano acerca del transcurso de su vida. Ella nació en setiembre de 1944, una época de crisis globalizada a causa de la Segunda Guerra Mundial; por eso, aunque su familia era pudiente, en su hogar reinaba la austeridad. Fue tercera hija de un matrimonio campesino costarricense. Su nacimiento frustró a los familiares que deseaban un varón, género preferido en un lugar donde se requería mano de obra barata para el sector agrícola y el ganadero, las actividades económicas más significativas en el medio rural de Costa Rica.
La historia vital de la protagonista se estructura con base en las etapas de la existencia humana: inicia en la primera infancia y termina con la vejez. Se organiza en esta forma porque construyó su propia vida sin prisa, un paso a la vez, salvando los obstáculos que le impedían superar la línea de la pobreza y las dificultades para profesionalizarse. Logró la estabilidad laboral en su adultez joven y trabajó con denuedo. Prosiguió caminando paso a paso para ampliar su carrera académica y adquirir nuevos conocimientos hacia la consecución de sus objetivos. Fue una empleada sobresaliente del hospital infantil costarricense y dedicó parte de su tiempo libre a los jóvenes diabéticos del país.
Hoy (2014), está jubilada y continúa desarrollando su plan existencial, porque está consciente de que la vida sigue hasta que la muerte la llame.
PRIMERA INFANCIA
C uando la recién nacida Mara Rizan llegó a su hogar, su papá la tomó en sus brazos y le dijo:
Bienvenida a la casa, pequeña mía.
Con su nacimiento, Dios bendijo a esta familia.
Chiquita linda, vamos a quererte siempre.
De hoy en adelante, disfrutaremos de tu compañía.
Serás la mujer del mañana: valiente, luchadora y humanitaria.
La infancia es un término amplio referido a los seres humanos que se encuentran en la fase comprendida entre el nacimiento y la adolescencia. La primera infancia, por su parte, es la etapa vital que va desde el nacimiento hasta los seis años de vida.
La primera infancia de Mara transcurrió en compañía de sus padres y hermanos(as). El amor y cuidado de los papás, la ayuda de la abuela paterna, así como el lugar de residencia, San Rafael de Heredia, contribuyeron al desenvolvimiento de sus capacidades anatómicas, fisiológicas, emocionales, socioculturales e intelectuales. El desarrollo sicomotor fue natural, porque sus padres desconocían técnicas que ayudaran a los niños, entre el nacimiento y los seis años vida, a desplegar sus capacidades y habilidades. Sin embargo, el amor parental le permitió desarrollar la seguridad y la autoestima.
Según María, la madre, Mara era una bebé delgada, llorona e inquieta que caminó antes del año de edad. Conforme iba creciendo, se integró a los juegos infantiles primero al de sus hermanas, luego los de dos varones que le siguieron y, en raras ocasiones, al de primos(as). Más grandecita, aprovechaba cualquier oportunidad para acompañar a los adultos de la casa, cuando salían a arrear el ganado desde el corral de la vivienda hasta un pastizal u otras diligencias. Por esta actitud, su abuelita paterna la apodó Rabito.
Con tal de ir tras de papá, batía el lodazal, soportaba la lluvia, el viento, el frío y la oscuridad. Cuando debíamos pernoctar en la finca, ubicada lejos de la casa, apenas llegábamos al rancho, él encendía el fuego para calentar el ambiente, hervir el agua para chorrear café que él tomaba y para hacer la aguadulce, mi preferida. Además, saboreábamos un delicioso pan horneado por mamá, mi abuelita paterna o ambas. Para estimularme el sueño, me arrullaba cantándome una canción o narrándome un cuento. Así, me dormía hasta que la claridad del alba me despertaba.
La infantil Mara era muy curiosa e inquieta; durante las caminatas, observaba detenidamente todo ser vivo que llamaba su atención: flores silvestres, árboles enormes, insectos, reptiles, aves, entre otros.
Mi conducta obsesiva muchas veces me dejaba rezagada en el camino y papá se devolvía a recogerme. Me regañaba enérgicamente y me aconsejaba que no me quedara perdida porque el coco me iba a asustar (personaje mítico latinoamericano, conocido también en España y Portugal, con el cual los padres asustan a los niños desobedientes o que se niegan a dormir). Por miedo al personaje, me agarraba de sus manos; pero, si algo me llamaba la atención, yo me soltaba y la anécdota se repetía.
El tiempo pasó en un santiamén. Pronto, la pequeña Mara cumplió cinco años. A medida que crecía, superaba las deficientes condiciones sanitarias de la época, cuando la mortalidad infantil era muy alta, abundaban las enfermedades infectocontagiosas y las infestaciones de parásitos. Los virus, las bacterias y las parasitosis eran causales de diarreas que contribuían a disminuir el peso y la talla de los menores ticos. Mara y sus hermanas(os) sufrieron resfríos, tosferina, sarampión, parasitosis y diarreas. No obstante, el grupo familiar superó los problemas de salud infantiles gracias a que recibían el cuidado empírico y la protección de los adultos.
La vida familiar de Mara se desenvolvía entre la riqueza y la pobreza, entre el estímulo lúdico y el trabajo. Su abuela era una terrateniente y su padre, el único heredero. En la mesa, abundaban productos lácteos y otras proteínas de origen animal; asimismo, verduras, tubérculos, granos y frutas. Sin embargo, escaseaba la buena ropa, el calzado, la recreación y, en ocasiones, la liquidez económica. A los pequeños se les entretenía con juegos infantiles, narración de cuentos, acompañamiento de hermanos (as) pequeños(as), cuidado de plantas y animales domésticos. Todos las(os) menores disfrutaban la forma en que su padre devoraba los libros y escribía anotaciones para comentarlas después con amigos y vecinos que se reunían en el comedor de la casa.
La socialización de los niños fue deficiente porque era un grupo muy cerrado, es decir, tenían poco contacto con otros pequeños:
Yo era muy tímida, solía esconderme cuando llegaban extraños o algunos familiares que vivían en la ciudad de San José.
La familia, la comunidad y la escuela son esenciales en esta etapa de crecimiento acelerado, que requiere las condiciones adecuadas para el aprendizaje, el juego, el descubrimiento, la estimulación de la motricidad, el desarrollo de la creatividad, el aprendizaje de normas sociales y la adquisición de valores como la solidaridad y el sentido de justicia, entre otros. En la enseñanza de valores, su padre fue un maestro nato:
Nos decía que debíamos ser honestos, humildes, valientes, sinceros, veraces, además de una gran lista de valores. Desgraciada la persona que cometiera un delito porque, cada vez que alguien se jalaba una torta (delinquiera), la comunidad sería la primera en señalarla como potencial culpable. En síntesis, fui programada por mi papá para que llegara a ser una líder correcta, valiente, fuerte, humana, solidaria con la familia y la comunidad.
En setiembre de 1950, Mara cumplió seis años de edad. Un mes después, murió la abuela paterna, el bastión familiar y la dueña de las propiedades que heredó a su papá.
Aunque mi papá, JR. (conocido como Chepe), y mi mamá trabajaron con tesón, al pasar el tiempo, la economía familiar fluctuaba entre deudas y pagos, sin lograr solvencia económica por varias décadas. El problema aumentaba porque la familia crecía conforme pasaba el tiempo pues cada dos años o menos, nos daban un hermanito o una hermanita. Durante mi etapa escolar, la deficiente situación económica (que papá llamaba crisis), nos cambió la vida de sedentarios a nómadas: nos trasladábamos del centro del pueblo hacia una finca campestre y viceversa. La muerte de mi abuelita paterna nos acarreó tres pérdidas: su amorosa presencia, la estabilidad financiera y el sedentarismo.
NIÑEZ O ETAPA ESCOLAR
L a etapa escolar comprende la vida humana entre los seis y los once o doce años. La experiencia de