El gran libro del T'ai Chi Ch'üan
Por Chang Dsu Yao y Roberto Fassi
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La práctica del T’ai Chi Ch’üan consiste en la ejecución de una serie de movimientos circulares, concatenados y lentos, que se llevan a cabo de forma uniforme y sin interrupción. Una danza silenciosa, que en realidad representa la lucha con un adversario imaginario. Este antiguo arte marcial ayuda a recuperar la calma, favorece la armonía entre cuerpo y espíritu, y conduce a una auténtica y profunda transformación interior.
Dividido en tres partes, este libro trata la historia y la filosofía del T’ai Chi Ch’üan, expone los principios clásicos de este arte (respiración, energía vital, fuerza interna…) y describe los ejercicios básicos, las técnicas dinámicas y las aplicaciones marciales, ilustrándolas, paso a paso.
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El gran libro del T'ai Chi Ch'üan - Chang Dsu Yao
NOTAS
PRÓLOGO
Este volumen es un compendio, revisado y actualizado, de tres obras anteriores escritas por los maestros Chang Dsu Yao y Roberto Fassi, que fueron publicadas en italiano por De Vecchi Editore, y en la actualidad están descatalogadas: Il Tai Chi Chuan (1989), Il Tai Chi Chuan, il segreto dell’energia vitale (1991) y Corso pratico di Tai Chi Chuan (1992).
El primer libro era una introducción al T’ai Chi Ch’üan; el segundo trataba aspectos teóricos y prácticos, como los principios clásicos, la respiración, la energía vital, la fuerza interna y externa, además de la historia y la filosofía del T’ai Chi Ch’üan; el tercer volumen era eminentemente práctico y contenía la descripción completa de los ejercicios básicos y de sus aplicaciones marciales.
El T’ai Chi Ch’üan está conociendo en los últimos años una creciente difusión en Oriente y Occidente.
Se trata de una disciplina fascinante de origen chino que puede ser considerada como una gimnasia suave pensada para mejorar la salud del cuerpo y de la mente, un refinado y eficaz arte marcial de autodefensa y también una forma de meditación. Como veremos, estos tres aspectos, gimnástico, marcial y meditativo, están íntimamente relacionados entre sí.
Hoy en día, a pesar de su creciente popularidad, son escasas las escuelas y pocos los maestros capaces de transmitir correctamente y en toda su amplitud este arte que ha permanecido oculto durante siglos y que todavía se enseña, en la propia China, casi en exclusiva, como un ejercicio gimnástico orientado a mejorar la salud corporal.
Los grandes maestros siempre han puesto de manifiesto, también en los textos que han escrito, que la práctica del T’ai Chi Ch’üan permite desarrollar la denominada fuerza interna, mucho más eficaz que la fuerza muscular o externa. En general, resulta poco creíble que técnicas realizadas lentamente y con el cuerpo perfectamente relajado puedan resultar eficaces en un combate real. De hecho, muy pocos practicantes son capaces, hoy en día, de utilizar dicha fuerza con finalidades de defensa. Uno de los objetivos de este volumen es, precisamente, poner de manifiesto este aspecto tan interesante como poco conocido.
La eficacia del T’ai Chi Ch’üan está relacionada no sólo como arte marcial sino como gimnasia psicofísica y técnica de meditación, con el conocimiento de lo que se denomina el secreto de la energía vital. Veremos que, gracias sobre todo a una correcta técnica respiratoria y a la intervención de la mente consciente, es posible acumular, preservar y estimular la energía vital interior. Este aspecto fundamental, que, a menudo, es tratado en otros textos de manera incompleta, confusa e incluso poco lógica para la mente de los occidentales, es explicado en estas páginas de una manera clara y válida para todos.
De cara a mejorar el estudio del T’ai Chi Ch’üan tienen gran importancia algunos textos breves, denominados comúnmente Textos clásicos, que nos han sido legados por maestros de anteriores generaciones. Estos escritos ilustran los llamados principios clásicos, es decir, las reglas que deben seguirse para realizar una práctica correcta. Los principales textos clásicos, muchas veces mal traducidos e interpretados erróneamente, han sido reunidos en el capítulo decimotercero y comentados en otros capítulos de este volumen.
La denominada forma larga de estilo yang, es decir, el ejercicio fundamental del T’ai Chi Ch’üan y las aplicaciones marciales de cada una de las técnicas de dicho ejercicio, ha sido explicada e ilustrada con numerosísimas fotografías.
Los autores han evitado las extensas y tediosas descripciones de las diferentes técnicas y han preferido dejar que hablasen las imágenes. En efecto, tan abundante material fotográfico contribuye a aclarar las ideas y hace innecesarias, por otra parte, las detalladas explicaciones escritas que a menudo sólo sirven para confundir al lector.
No obstante, conviene destacar que no es posible que uno mismo aprenda solo y por su cuenta con la ayuda de un simple texto un arte refinado como el T’ai Chi Ch’üan. Resulta indispensable disponer del consejo de un buen maestro. Además, algunos ejercicios, especialmente los respiratorios y las aplicaciones marciales, pueden resultar peligrosos para la salud si se aprenden y se practican sin supervisión.
Para la transcripción de los ideogramas a nuestro alfabeto se ha utilizado el método Wade. El lector podrá encontrar en el apéndice todos los ideogramas de las palabras y expresiones chinas citadas en el libro, con su traducción y transcripción, de acuerdo con los dos métodos más utilizados: el Wade y el Pinyin.
Fabrizio Russo ha enriquecido el libro con las fotografías de los principales maestros del estilo yang, así como del maestro Chang Dsu Yao y de Chang San Feng, el mítico creador del T’ai Chi Ch’üan. También son suyos los esquemas sobre la circulación de la energía y los dibujos de las principales posiciones.
Agradecemos a los maestros Chang Wei Shin, Ignazio Cuturello, Alfredo Santini, Giuseppe Ghezzi, Nicola Ragno y Luigi Bestetti las facilidades que han dado para realizar las sesiones fotográficas.
Este volumen quiere ser también una contribución a la memoria del maestro Chang Dsu Yau y de su discípulo Nicola Ragno, que ya nos han dejado. Sin embargo, siempre vivirán en el corazón de todos los practicantes de T’ai Chi Ch’üan.
CAPÍTULO PRIMERO:
INTRODUCCIÓN AL T’AI CHI CH’ÜAN
T’ai Chi Ch’üan
¿Qué es el T’ai Chi Ch’üan?
T’ai Chi Ch’üan significa literalmente «boxeo (Ch’üan) de la suprema (T’ai) polaridad (Chi)». Esta denominación indica que el T’ai Chi Ch’üan es un arte marcial (boxeo) que se basa en las leyes que regulan la interacción y la alternancia de los que son, de acuerdo con el pensamiento chino, los dos «polos» o principios básicos del universo: yin, el principio negativo, femenino, y yang, el principio positivo, masculino.
Pero el T’ai Chi Ch’üan es mucho más que un refinado arte marcial no violento de autodefensa, cuyos principios se encuentran en perfecta armonía con las leyes naturales. Puede practicarse también como una gimnasia suave, especialmente indicada para mejorar la salud psicofísica, porque estimula y potencia la energía vital. Bajo esta forma, sobre todo, el T’ai Chi Ch’üan se difundió en China entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El éxito fue enorme, de manera que, en la actualidad, millones de chinos de todas las edades practican diariamente esta extraordinaria gimnasia suave, adecuada incluso para personas muy ancianas, ya que es considerada como uno de los mejores métodos para mantener un buen estado de salud.
Por último, el T’ai Chi Ch’üan puede ser entendido como una forma especial de meditación considerada «dinámica» porque se realiza en movimiento (lento).
El objetivo del T’ai Chi Ch’üan como arte marcial es obtener la eficacia en el combate sin utilizar la violencia, sino la fuerza del adversario en su contra. Los grandes maestros enseñan que el T’ai Chi Ch’üan es sobre todo un arte pacífico y que la mayor habilidad consiste en vencer sin combatir.
La finalidad del T’ai Chi Ch’üan como gimnasia consiste en obtener vitalidad, salud psicofísica y longevidad.
El propósito del T’ai Chi Ch’üan como técnica de meditación es llegar a la unificación del hombre con el cielo, es decir, de la energía humana con la cósmica, del espíritu humano con el espíritu divino. En China este concepto se expresa con las siguientes palabras: T’ien Jen Ho I, que literalmente significa: «cielo (T’ien) y hombre (Jen) juntos (Ho) una sola cosa (I)». Este es el fin supremo del T’ai Chi Ch’üan.
Las artes marciales tradicionales chinas
El T’ai Chi Ch’üan, que originalmente era sobre todo un arte de autodefensa, forma parte de la gran familia de las artes marciales tradicionales chinas. Estas pueden ser denominadas de diferentes maneras:
♦ Kung Fu: esta expresión difícil de traducir se refiere a los ejercicios que requieren energía, dedicación y que se realizan con habilidad;
♦ Wu Shu: técnicas marciales;
♦ Wu I: artes marciales;
♦ Kuo Shu: técnicas nacionales;
♦ Chung Kuo Ch’üan: boxeo chino.
Kung Fu es el nombre más popular que recibe en Occidente y también es muy utilizado en Hong Kong. En la República Popular China el término oficial es Wu Shu, mientras en Taiwán se utiliza a menudo la expresión Kuo Shu.
Las artes marciales tradicionales chinas se dividen en los siguientes grandes grupos:
♦ Wai Chia o «sistema externo». Está formado por el conjunto de los estilos externos (el principal de los cuales se llama Shao Lin Ch’üan);
♦ Nei Chia o «sistema interno». Está formado por el conjunto de los estilos internos (el más importante de los cuales es el T’ai Chi Ch’üan).
A propósito de estas denominaciones se ha escrito de manera muy inexacta. Por ejemplo, algunos piensan que el término «interno» significa esotérico y que se refiere, por lo tanto, a una enseñanza secreta, reservada a unos pocos adeptos. La palabra «externo» significaría, en ese caso, exotérico y se referiría a una enseñanza abierta, al menos en teoría, a todos. Otros piensan que las palabras «externo» e «interno» se utilizan porque Bodhidarma, al que se considera (equivocadamente) fundador del Shao Lin Ch’üan, era un extranjero y por ello procedente del «exterior», mientras que Chang San Feng, el mítico creador del T’ai Chi Ch’üan, era chino y por ello del «interior». Por último, hay quien piensa que la palabra «externo» se debe al hecho de que para estudiar Shao Lin Ch’üan era necesario trasladarse a vivir a un monasterio abandonando durante muchos años la casa propia. Sin embargo, eso no era necesario para estudiar los estilos internos.
En realidad, los estilos externos reciben este nombre porque en ellos se evidencian, sobre todo, las características externas (velocidad, vigor físico, acrobacia, etc.), mientras que los estilos internos se llaman así por la importancia que atribuyen a las características interiores (energía interna, energía mental, etc.). La división entre Wai Chia y Nei Chia vino establecida, como veremos, por un determinado motivo histórico y resulta bastante artificial porque también en los estilos externos se concede gran importancia a las características interiores, de la misma manera que en las aplicaciones marciales de los estilos internos tampoco se rechaza el uso de técnicas vigorosas y dinámicas. Quizá sería más adecuado afirmar que en el Wai Chia se comienza por el exterior para llegar al interior, mientras que en el Nei Chia se comienza por el interior para llegar al exterior.
Orígenes históricos
A finales del siglo V fue construido, en la ladera del monte Sung situado en la provincia de Ho Nan, un templo que recibió el nombre de Shao Lin Szu, es decir, «Templo (o monasterio) del joven bosque».
A comienzos del siglo siguiente llegó al templo, procedente del sur de India, el monje Bodhidarma (Ta Mo en chino) fundador del budismo Ch’an[1]. Este enseñó a los monjes los ejercicios físicos y de respiración destinados a devolver el vigor al cuerpo tras una larga meditación, y a conseguir la unidad entre cuerpo y espíritu. Muy probablemente se trataba de técnicas de yoga. También se atribuye a Bodhidarma, aunque erróneamente, la creación de las primeras formas de Shao Lin Ch’üan.
Poco a poco, quizá para poder defenderse de los malhechores que infestaban la región, los monjes comenzaron a practicar las artes marciales y adquirieron pronto fama de invencibles. Con el paso de los siglos, el boxeo del templo Shao Lin se hizo popular en toda China y comenzaron a diferenciarse varios estilos, algunos de los cuales concedían especial importancia a aspectos como el donaire y la flexibilidad, que son considerados antecesores de los estilos internos. Solamente conocemos sus nombres: Jou Ch’üan («boxeo flexible») y Mien Ch’üan («boxeo suave»).
Yüeh Fei, un célebre héroe chino, estableció, en el siglo XII, los ocho ejercicios tradicionales de gimnasia (Pa Tuan Chin) que todavía hoy realizan todos los que practican artes marciales tradicionales chinas.
De acuerdo con la tradición popular, el T’ai Chi Ch’üan fue creado por un importante monje taoísta llamado Chang San Feng que vivió y enseñó en un lugar venerado por los taoístas: el monte Wu Tang situado en la provincia de Hu Pei. Aunque su figura es en parte legendaria, según muchos textos habría nacido en los últimos tiempos de la dinastía Sung (960-1279) y habría muerto a comienzos de la dinastía Ming (1368-1644) [2].
Chang San Feng, el mítico creador del T’ai Chi Ch’üan (obra de Fabrizio Russo, a partir de una pintura antigua china)
Narra una leyenda que Chang San Feng, experto en artes marciales, observó un día el combate entre una grulla y una serpiente. Esta última evitaba los bruscos y poderosos picotazos del ave utilizando movimientos suaves, sinuosos, lentos y continuos para después contraatacar con rapidez. El monje comprendió entonces que los movimientos circulares y continuos eran preferibles a los rectilíneos e intermitentes. También se dio cuenta de que en un combate la flexibilidad y la agilidad acaban imponiéndose a la dureza y a la fuerza, como ya siglos antes había enseñado el filósofo Lao Tzu. Por ello, aplicó estos principios a las artes marciales creando el T’ai Chi Ch’üan. Según otra leyenda, Chang San Feng habría aprendido el T’ai Chi Ch’üan durante un sueño. Popularmente se ha atribuido a Chang San Feng un importante texto clásico denominado Teoría del T’ai Chi Ch’üan. Muy probablemente los practicantes de T’ai Chi Ch’üan quisieron ennoblecer el origen de su arte atribuyendo su paternidad a un monje taoísta, igual que los practicantes del Shao Lin Ch’üan habían considerado al monje budista Bodhidarma creador de su estilo.
En 1644 los manchúes, tras invadir China, impusieron un emperador propio. Comenzó de este modo la última dinastía del imperio chino, la de los Ch’ing (16441911). Sin embargo, los practicantes del Shao Lin Ch’üan permanecieron fieles a la depuesta dinastía Ming y el templo Shao Lin se convirtió en un foco de resistencia frente a los Ch’ing; por este motivo fue incendiado y destruido por las tropas imperiales probablemente no una, sino varias veces. Sabemos con seguridad que una de las destrucciones fue ordenada por Yung Cheng (1723-1735), tercer emperador de la dinastía Ch’ing. Según la tradición, también un segundo templo Shao Lin, construido en la provincia meridional de Fu Chien, fue destruido por los manchúes. En esas circunstancias los maestros se dispersaron por toda China dando lugar a numerosos estilos, aunque el nombre de Shao Lin continuó siendo considerado sinónimo de enemigo del imperio. Esos estilos adquirieron entonces las denominaciones más diversas y se fueron diferenciando cada vez más. Los entrenamientos se desarrollaban en secreto y los maestros aceptaban sólo alumnos fieles que debían superar pruebas muy severas antes de ser admitidos.
En esta época no sólo apareció la distinción entre los estilos externos del norte y del sur, sino también entre estilos externos e internos. Los estilos externos del norte se caracterizaron, en general, por utilizar posiciones más amplias y por una mayor variedad de técnicas de pierna respecto a los estilos del sur. Las disparidades se debieron esencialmente a la diferente constitución física de las poblaciones septentrionales y meridionales. También habrían influido las condiciones ambientales. Las provincias meridionales contaban con numerosos ríos y arrozales, por lo que los combates se producían, con frecuencia, sobre barcas o con las piernas sumergidas parcialmente en el agua, es decir, en ambientes poco adecuados para el uso de patadas y técnicas amplias.
Durante este periodo comenzó a aparecer, como ya se ha mencionado, la distinción entre Nei Chia y Wai Chia, y los practicantes de los estilos internos quisieron dejar constancia, para no tener problemas con las autoridades, de que las artes que practicaban no tenían nada que ver con el boxeo del templo Shao Lin.
Durante el reinado de Ch’ien Lung (1735-1795), cuarto emperador de la dinastía Ch’ing y sucesor de aquel que había ordenado la destrucción del templo Shao Lin, desarrolló su actividad Wang Tsung Yüeh, uno de los mayores maestros de T’ai Chi Ch’üan de los que conocemos el nombre, y autor, según la tradición, de un antiguo texto titulado Tratado clásico de T’ai Chi Ch’üan.
En las primeras décadas del siglo XIX el T’ai Chi Ch’üan era enseñado sólo a unos pocos discípulos por miembros de la familia Ch’en que vivían en un pueblo llamado Ch’en Chia Kou en la provincia de Ho Nan. Según algunos, Ch’en Wang T’ing, antepasado de los Ch’en que había vivido en el siglo XVII, habría sido el auténtico creador del T’ai Chi Ch’üan. Según otros, en cambio, la familia Ch’en aprendió el arte de un maestro llamado Chiang Fa, que a su vez lo había hecho del citado Wang Tsung Yüeh.
Sin embargo, fueron los miembros de la familia Yang quienes tuvieron el mérito de difundir por China el T’ai Chi Ch’üan. El primero de ellos se llamaba Yang Lu Ch’an (1799-1871).
Se dice (pero quizá se trate sólo de una leyenda) que, dado que los miembros de la familia Ch’en no aceptaban extraños entre sus alumnos, recurrió a la estratagema de entrar al servicio del maestro Ch’en Ch’ang Hsing (1771-1853) y espiar durante mucho tiempo sus lecciones entrenándose en secreto durante la noche. Parece que, finalmente, habría sido descubierto por el maestro, que, asombrado por la habilidad demostrada por el joven y astuto sirviente, decidió admitirlo como alumno. Al poco tiempo Yang Lu Ch’an era el mejor de todos. Posteriormente, se trasladó a Pekín, abrió una escuela y comenzó a enseñar su arte al público. Allí fue desafiado por muchos practicantes de otras artes marciales que estaban celosos de su popularidad, pero ninguno logró vencerlo nunca. Por este motivo fue llamado Wu Ti, que significa «sin rival». Fue reclamado para enseñar, junto con sus hijos, a los nobles de la corte de los Ch’ing y a los guardias imperiales. Este hecho tuvo, obviamente, una notable importancia en la gran difusión del T’ai Chi Ch’üan.
Los hijos de Yang Lu Ch’an: Yang Pan Hou y Yang Chien Hou
Yang Lu Ch’an tuvo tres hijos. El primero murió joven pero los otros dos, Yang Pan Hou (1837-1892) y Yang Chien Hou (1839-1917), contribuyeron en gran manera al desarrollo de su escuela.
Dos hijos de Yang Chien Hou fueron maestros muy populares. Eran Yang Shao Hou (1862-1930) y Yang Ch’eng Fu (1883-1936). Este último fue, sin duda, el maestro más grande del siglo XX. Viajando incansablemente difundió su arte por toda China.
Es muy importante destacar que Yang Ch’eng Fu enseñaba en público T’ai Chi Ch’üan únicamente como una forma saludable de hacer ejercicio físico. Por este motivo, y también para permitir una práctica adecuada también a las personas ancianas, desarrolló una forma simplificada del denominado ejercicio fundamental o forma larga. Los otros aspectos del T’ai Chi Ch’üan, en especial los marciales y meditativos, continuaban siendo transmitidos a pocos alumnos seleccionados cuidadosamente. Entre estos cabe recordar sobre todo a Ch’en Wei Ming, que también contribuyó con sus escritos a la difusión de la escuela yang. Uno de sus textos más populares, que parece que le fue dictado por el propio Yang Ch’eng Fu, se titula Los diez principios fundamentales del T’ai Chi Ch’üan. Debe recordarse también a Liu Pao Chün, que fue el principal maestro de T’ai Chi Ch’üan y de Shao Lin Ch’üan, además de Chang Dsu Yao, coautor del presente volumen.
Los hijos de Yang Chien Hou, Yang Shao Hou y Yang Ch’eng Fu, el principal maestro del siglo pasado
El maestro Chang Dsu Yao meditando
Chang Dsu Yao recibió también las enseñanzas de otro notable alumno de Yang Ch’eng Fu, el maestro Chang Ch’ing P’o (¿1903?-1963). Este último era experto en muchos estilos de Kung Fu y había estudiado también con Sun Lu T’ang (1861-1932), célebre maestro de estilos internos del que se hablará más tarde.
Aunque no fue discípulo, sino sólo amigo, Chang Dsu Yao pudo disfrutar de las útiles sugerencias de otro célebre alumno de Yang Ch’en Fu: el maestro Chen Man Ch’ing (1900-1975), también muy conocido en Occidente.
Estilos de T’ai Chi Ch’üan
Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX comenzaron a establecerse los diferentes estilos de T’ai Chi Ch’üan que describiremos brevemente.
Estilo Ch’en
Es el estilo más antiguo y por este motivo ha recibido el nombre de Lao Chia («vieja estructura»). A diferencia del estilo yang, aquel se caracteriza por la alternancia de movimientos lentos y suaves con otros rápidos y bruscos. Desde comienzos del siglo XIX se divide en dos corrientes principales, el Viejo y el Nuevo estilo Ch’en:
1. El Viejo estilo Ch’en es el más tradicional. Han sido notables maestros de esta escuela Ch’en Ch’ang Hsing (1771-1853), que fue maestro de Yang Lu Ch’an y de Ch’en Fa K’o (1887-1957), quien hacia 1920 llevó este estilo a Pekín.
2. El Nuevo estilo Ch’en fue creado a mediados del siglo XIX por el maestro Ch’en Yu Pen, que simplificó notablemente el estilo Ch’en tradicional, ya que lo consideraba demasiado complicado para que pudiese alcanzar popularidad. El maestro Ch’en Ch’ing P’ing (1795-1868) modificó después el nuevo estilo adoptando técnicas y movimientos de menor amplitud.
Estilo yang
Fue sistematizado definitivamente por Yang Ch’eng Fu y, hoy en día, es, con gran diferencia, el estilo más difundido. También ha recibido el nombre de Ta Chia («gran estructura») porque prefiere las posiciones amplias. Las técnicas del estilo yang son suaves y continuas, aunque sus aplicaciones marciales son rápidas y vigorosas.Ya hemos hablado anteriormente del fundador y de los maestros más importantes de la escuela yang.
Estilo Wu (Wu Yü Hsiang)
El maestro Wu Yü Hsiang (1812-1880) estudió con Yang Lu Ch’an y con Ch’en Ch’in P’ing. Es, casi con toda seguridad, el autor de uno de los más importantes textos clásicos, Explicación de la práctica física y mental de las trece técnicas dinámicas. Su estilo, caracterizado por técnicas de poca amplitud, ha recibido el nombre Hsiao Chia («pequeña estructura»). Otros conocidos maestros de su escuela han sido su sobrino Li I Yü (1833-1892), autor de varios textos clásicos, y Hao Wei Chen (1849-1920).
Estilo Wu (Wu Chien Ch’üan)
Este estilo no debe ser confundido con el anterior; en realidad, los ideogramas que caracterizan a los dos estilos Wu son diferentes, aunque la transcripción sea idéntica. Este estilo tomó su nombre del maestro Wu Chien Ch’üan (1870-1942), que había estudiado con su padre, Wu Ch’üan Yu (1834-1902), quien, a su vez, había sido alumno de Yang Pan Hou, uno de los hijos de Yang Lu Ch’an; el estilo de Wu Chien Ch’üan se caracteriza por utilizar posiciones inclinadas hacia delante y movimientos de amplitud media. Por este motivo ha recibido el nombre de Chung Chia («estructura media»).
Estilo Sun
Posiciones recogidas y movimientos ágiles y bastante veloces son típicos de este estilo que fue creado por Sun Lu T’ang (18611932), quien había estudiado con Hao Wei Chen; Sun Lu T’ang fue también un importante maestro de los otros dos principales estilos internos, Pa Kua Chang («Palma de los Ocho Trigramas») y Hsing I Ch’üan («Boxeo de la Forma y de la Mente»). Su estilo de T’ai Chi Ch’üan también ha recibido el nombre de Hou Pu Chia («estructura con pasos rápidos»).
La situación actual
El programa de enseñanza del T’ai Chi Ch’üan era para el público en general, como ya se ha indicado, bastante reducido en comparación con el destinado a los alumnos que formaban parte de la escuela o, mejor aún, de la familia del maestro. Al público se le enseñaban exclusivamente las versiones simplificadas de la denominada forma larga, los ejercicios más sencillos en pareja de T’ui Shou («manos que empujan») y un ejercicio con espada. La enseñanza se realizaba (y todavía se realiza) por la mañana temprano en los parques, calles y plazas. Grupos más o menos numerosos de personas intentan imitar los movimientos de un instructor que se limita a realizar los ejercicios, generalmente, sin dar explicaciones ni corregir a los alumnos.
Poco a poco se fueron desarrollando dos tipos de T’ai Chi Ch’üan:
♦ Uno sería el que podemos llamar «de calle» porque se enseña en las calles y los parques, y va destinado al gran público: en este caso, la enseñanza es sólo elemental y se basa en unos pocos ejercicios y su objetivo es practicar una gimnasia saludable.
♦ Otro sería el «de escuela» porque su enseñanza se limitaba hasta hace poco tiempo a muy pocos alumnos cuidadosamente seleccionados; el programa del T’ai Chi Ch’üan de escuela es muy amplio y comprende no sólo los aspectos gimnásticos y saludables, sino también otros marciales, filosóficos y meditativos. La enseñanza de este tipo de T’ai Chi Ch’üan es muy rigurosa, tanto que para el correcto aprendizaje de las técnicas se requieren muchos años de práctica bajo la dirección de un auténtico maestro.
La práctica del T’ai Chi Ch’üan «de calle» ha hecho posible la rápida difusión de este arte en China y en otros países. Sin embargo, la falta de rigor en la enseñanza ha provocado que poco a poco se hayan ido introduciendo sustanciales modificaciones de las técnicas originarias.
También constituye un grave problema la extrema escasez de maestros cualificados que son capaces de enseñar T’ai Chi Ch’üan «de escuela» de manera completa y rigurosa. Esta escasez se debe al hecho de que tradicionalmente los grandes maestros sólo hayan aceptado en su escuela a unos pocos alumnos que eran estrictamente seleccionados. Además, un alumno debía seguir a su maestro durante veinte o treinta años para poder aprender todo el programa, lo que, evidentemente, sólo unos cuantos eran capaces de hacer. Eso ocasionó que, por una parte, en China se experimentase, sobre todo en las décadas de 1920 y 1930, una auténtica explosión de interés por el T’ai Chi Ch’üan y, por otra, un número muy reducido de auténticos maestros. Hoy en día, las artes marciales están rígidamente reglamentadas en la República Popular China y forman parte de un sistema completo denominado Wu Shu («técnicas marciales»). Sería preferible denominar a este sistema Wu Shu moderno para distinguirlo del Wu Shu tradicional. En efecto, en la República Popular China los estilos externos fueron profundamente modificados durante la década de 1950 y considerados más como una forma de gimnasia artística y acrobática que como auténticas técnicas marciales.
El T’ai Chi Ch’üan también ha sido incluido en el Wu Shu moderno y se han establecido diferentes formas modificadas, con un reducido número de posiciones, para facilitar de forma generalizada su enseñanza, entendida, sobre todo, como una gimnasia saludable; mientras, las aplicaciones marciales a menudo se han descuidado y las referencias a las bases filosóficas se han minimizado.
A su vez, tanto en la República China de Taiwán como en algunos países occidentales se ha introducido también en la práctica deportiva la organización de competiciones de T’ui Shou («manos que empujan»). Esto contradice el espíritu profundo de este arte: en una competición la primera finalidad consiste en vencer al adversario y por ello el ataque es más importante que la defensa. El T’ai Chi Ch’üan, en cambio, es un arte exclusivamente defensivo cuyo objetivo no es en absoluto dominar a los demás.
Además, la competición tiende a desarrollar el ego, mientras que en el T’ai Chi Ch’üan lo más importante es, como escribió un gran maestro, «olvidarse de uno mismo».[3] El objetivo de los autores de este volumen es dar a conocer las bases del T’ai Chi Ch’üan tradicional del estilo yang, poniendo de relieve algunos de sus aspectos más profundos.
Las bases filosóficas
Numerosas escuelas filosóficas y corrientes de pensamiento han influido durante miles de años en la vida y las instituciones del pueblo chino. También ha sido grande su influencia en el desarrollo de las artes marciales tradicionales. Como ya se ha visto, el boxeo Shao Lin nació y se desarrolló en un templo budista, mientras que la creación del T’ai Chi Ch’üan ha sido atribuida a un monje taoísta.
Es indiscutible, hoy en día, que un buen conocimiento de la filosofía china permitirá comprender el verdadero significado y el espíritu profundo del T’ai Chi Ch’üan. A continuación examinaremos las principales corrientes de pensamiento que han tenido una estrecha relación con el desarrollo de nuestro arte.
Yin y yang: los dos principios fundamentales
La teoría del yin-yang es muy antigua, tanto que los filósofos chinos la utilizaban para explicar el origen del universo. Este, al principio, se encontraba en un estado llamado Wu Chi, expresión que significa literalmente «ausencia de diferenciación», «ausencia de polos». En un determinado momento se formaron dos polaridades de signo opuesto que son consideradas los principios fundamentales del universo:
♦ Yang: el principio positivo, masculino, representado por el color blanco.
♦ Yin: el principio negativo, femenino, representado por el color negro.
Los dos principios interactuaron inmediatamente entre sí originando la denominada T’ai Chi o «suprema polaridad», tal como se ilustra esquemáticamente en la siguiente figura:
Relación entre Wu Chi y T’ai Chi
La unión de yin con yang ha sido representada gráficamente de varias maneras denominadas T’ai Chi T’u («diagramas del T’ai Chi»):
Diferentes representaciones gráficas del T’ai Chi
El esquema más conocido y popular es el siguiente:
El T’ai Chi T’u más conocido (las flechas no forman parte del diagrama, pero indican que este se encuentra en perpetua rotación)
Los filósofos chinos consideran que la formación