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Liderazgo: Leadership presence
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Libro electrónico107 páginas1 hora

Liderazgo: Leadership presence

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La mayoría de los líderes consideran la "presencia ejecutiva" como un factor decisivo en las promociones y ascensos. Pero, ¿en qué consiste esa virtud tan ambigua y cómo se desarrolla?.
De la mano de especialistas de Harvard Business Review, en este libro se explica cómo es posible forjar el carisma, la seguridad y la determinación que proyectan los grandes líderes.
Tanto si estás realizando una exposición decisiva como si diriges una reunión tensa, te sentirás preparado para abordar cualquier situación con renovada confianza.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2019
ISBN9788429195187
Autor

Harvard Business Review

Harvard Business Review es sin lugar a dudas la referencia más influyente en el sector editorial en temas de gestión y desarrollo de personas y de organizaciones. En sus publicaciones participan investigadores de reconocimiento y prestigio internacional, lo que hace que su catálogo incluya una gran cantidad de obras que se han convertido en best-sellers traducidos a múltiples idiomas.

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    Liderazgo - Harvard Business Review

    HBR

    1

    Análisis de la presencia ejecutiva

    John Beeson

    Si a un grupo de ejecutivos que aspiran a ser altos directivos les preguntas qué se necesita para conseguirlo, sin duda te hablarán de la presencia ejecutiva, pero muchas veces no están seguros de lo que significa. Hace poco realicé una serie de entrevistas informales a unos altos directivos encargados de reubicar a los directivos de sus organizaciones. Les pregunté cuáles eran los factores que consideraban claves para promocionar a los directivos. Uno de los criterios clave que mencionaron fue la presencia del directivo, pero ni siquiera aquellos ejecutivos experimentados supieron definir con exactitud qué es una buena presencia o por qué una persona la tiene y otra no. En un mundo cada vez más diverso en el que los altos directivos ya no son hombres de metro noventa que parecen haber salido de un casting, ¿qué se necesita para lograr una imagen ejecutiva impecable? ¿Una vestimenta adecuada? ¿Un firme apretón de manos? Todo esto es importante, pero no lo es todo.

    A pesar de que la imagen ejecutiva es algo muy intuitivo y difícil de precisar, en definitiva no es más que la habilidad de transmitir confianza en uno mismo, la sensación de ser capaz de controlar las situaciones difíciles e imprevisibles, la capacidad de tomar decisiones difíciles en el momento adecuado y de mantenerse firme ante los demás miembros del equipo directivo. Si este es el meollo de la cuestión, ¿qué estilo y qué comportamientos has de tener para demostrar ese nivel de seguridad en ti mismo a los demás? Para responder a esta pregunta, veamos el caso de tres ejecutivos talentosos: dos que no llegaron a la alta dirección y uno que sí llegó.

    A todos los directivos les gustaría tener a un Frank Simmons en su equipo directivo. Un hombre experimentado, orientado a los resultados, colaborador y comprometido con la compañía. Frank estuvo durante varios años en la lista de las promociones, pero nunca le ascendían. A pesar de ser un hombre muy efectivo en su campo, Frank siempre iba desarreglado y un poco encogido. Siempre que tenía que hacer una presentación frente al equipo directivo se la preparaba perfectamente, pero con su lenguaje corporal demostraba que no estaba cómodo. Era un hombre muy elocuente, pero sus presentaciones solían ser largas e incoherentes. Cuando llegaba el turno de preguntas y respuestas, parecía excesivamente respetuoso con los miembros del equipo directivo, y dudaba en participar en los debates entre ejecutivos. Un alto directivo dijo de él en privado: «Frank es un increíble activo para la compañía, pero no me lo imagino tratando cara a cara con el cliente».

    Alicia Wallace era una directora de marketing altamente cualificada que había triunfado en todos los trabajos que le habían encomendado. Pero, cuando llegaba el momento de seleccionar a gente con alto potencial para promocionarla a niveles directivos más altos, Alicia nunca superaba el listón. Los altos directivos de marketing la apreciaban y la respetaban, pero nunca se atrevían a promocionarla. ¿Por qué? Por su evidente desorganización.

    La gente se limitaba a decir que «Alicia es Alicia» cuando, una vez más, llegaba tarde a la reunión, corriendo, acalorada y con sus papeles desordenados. ¿Era esto algo trivial y sin importancia? Quizás sí, pero los altos directivos internamente ponían en duda su capacidad de dirigir a un gran equipo y de mantener la concentración necesaria para implementar prioridades clave.

    Seguramente, si entraras en una sala en la que hay veinte directores, no te fijarías en Lydia Taylor, miembro del departamento legal; pero eso cambiaría cuando empezara el diálogo. Lydia era una persona que hablaba con una voz suave y nada agresiva, pero tanto sus compañeros como todos los directivos con los que trabajaba la respetaban mucho. Lydia tenía unas habilidades excepcionales para escuchar y sabía perfectamente cuándo intervenir en una conversación y expresar su opinión. Pausada, directa e imperturbable, mantenía una actitud calmada y serena cuando los demás se alteraban y utilizaba su sentido del humor para apaciguar los nervios. Cuando otros la desafiaban, sabía mantenerse firme pero sin enfrentarse a ellos. Defendía a toda costa a sus clientes internos, pero no dudaba en actuar si alguno proponía algo que pudiera poner en riesgo a la compañía. Por todo ello, Lydia fue reconocida como una muy buena candidata, y muy preparada, para ser la nueva consejera general de la compañía.

    La eterna cuestión es si la presencia de un directivo se puede desarrollar. La respuesta es sí, siempre que tengas un mínimo nivel de autoconfianza y estés dispuesto a afrontar situaciones imprevisibles propias del ámbito ejecutivo. Empecemos por lo básico. Busca a un par de personas de confianza que puedan opinar sobre tu vestimenta, sobre tu aspecto y sobre el nivel de confianza en ti mismo que reflejas. Ya hemos comentado que el aspecto y la vestimenta no lo son todo, pero sí que pueden ser un impedimento. Los compañeros de una mujer directiva de mucho talento la describían en privado como una «maestra de escuela», mientras que otros decían que era una directora de muy alto nivel pero que parecía una «vendedora de coches usados». Esas connotaciones no son muy halagüeñas, y tienen su importancia. La gente no suele creerse el discurso de los vendedores de coches usados, y los maestros de escuela no suelen ser vistos como gente creativa y que asuma riesgos, dos cualidades básicas para liderar la innovación y el cambio necesarios a nivel ejecutivo.

    Busca oportunidades para perfeccionar tus habilidades para las presentaciones. Además de la habilidad de hablar en público, necesaria para cualquier directivo, el saber estar y desenvolverte correctamente ante el equipo directivo o ante una gran audiencia es un indicador de tu capacidad para enfrentarte a las presiones laborales. Ensaya las presentaciones importantes hasta que te encuentres relajado y sientas que controlas la situación, y presta una atención especial al turno de preguntas y respuestas puesto que, según te desenvuelvas y según sean tus reacciones, transmitirás o no una sensación de seguridad en ti mismo.

    También es importante que encuentres tu propia voz como directivo; es decir, identifica tus activos y aprovéchalos al máximo. Hay gente que es sociable por naturaleza y, solo con su personalidad, puede llenar una sala. Otros, como Lydia Taylor, confían en su habilidad para escuchar, en el sentido

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