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El hombre brújula: y otras fábulas para no perderse en la vida
El hombre brújula: y otras fábulas para no perderse en la vida
El hombre brújula: y otras fábulas para no perderse en la vida
Libro electrónico80 páginas30 minutos

El hombre brújula: y otras fábulas para no perderse en la vida

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La fábulas trabajan el poder sanador, creativo y provocador que tienen las buenas historias. Carlos Postigo inventa personajes y situaciones fascinantes que revelan los aspectos más profundos del ser humano. Cuando leemos una fábula, nos vemos absorbidos por una lugar, unos personajes y unos acontecimientos que tienen mucho en común con nuestra historia personal.
Los cuentos apelan directamente a nuestra mente inconsciente y con ellos: 

- Sanarás heridas del pasado
- Aumentarás tu motivación
- Te sentirás con más autoestima
- Sacarás tu poder creativo
- Reflexionarás sobre aspectos de ti mismo que antes pasaban desapercibidos
- Te divertirás
IdiomaEspañol
EditorialKolima Books
Fecha de lanzamiento29 sept 2018
ISBN9788417566081
El hombre brújula: y otras fábulas para no perderse en la vida

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    El hombre brújula - Carlos Postigo Moreno

    ser.

    Prólogo

    Apreciar la notoriedad de este título tan acertado es de vital importancia para adentrarse en los recovecos de estas pequeñas historias acerca de la naturaleza humana. Un conjunto de moralejas dirigidas a la introspección y entendida esta como un viaje temporal, único e irrepetible: el viaje de una persona en busca del sentido propio del viajar.

    El viaje compone la narrativa de las grandes historias universales, como La Odisea o El Quijote. También en la filosofía, la búsqueda del sentido se nutre de numerosos elementos del viaje. El mito de la caverna de Platón es el intento de hacernos conscientes de nuestra condición humana. La luz, como guía, es la que nos permite esclarecer el sentido; una luz que muchas veces se ve entorpecida por las sombras en la cueva, las apariencias de este mundo que nos distraen a la hora de enfrentar esta condición tan extraña en la que estamos. El puerto, metáfora que tanto utilizó San Agustín en sus escritos, es otro elemento esclarecedor. Un barco, perdido en el océano, que busca en medio de la vastedad el refugio de la costa. Estos elementos del viaje vienen acompañados de las fábulas, una forma narrativa de gran utilidad. Las fábulas son esa luz, ese puerto, que nos ayuda en la búsqueda de sentido, una búsqueda que comenzó hace miles de años y que no cesa de perseguirnos. Mientras existamos, el ser humano no puede dejar de preguntarse.

    La condición humana es un hecho fascinante. Un ser que se hace consciente interiormente a través del íntimo diálogo, y que sale de sí hacia el mundo. Ya desde tiempos de Aristóteles dicha condición estaba marcada por la admiración. Admirarse por el hecho de la consciencia del vivir, por la capacidad que tenemos de hacernos preguntas que involucran lo más íntimo de nuestra alma y al mismo tiempo a todos los seres humanos. Es decir, la pregunta se la hace uno mismo, en el silencio, pero dicha pregunta se ha pronunciado y se pronunciará a lo largo de toda la Historia. ¿Qué es más sorprendente entonces? ¿La propia pregunta o la capacidad de preguntarnos?

    La introspección viene determinada por la pregunta y el problema es que la vida es demasiado corta para poder contestarla. Sin embargo, no podemos obviar que la pregunta es un punto de partida. ¿Hacia dónde? De eso se trata el vivir, de un viaje. Y no se puede viajar sin una orientación. El mayor drama humano se resume en esta frase de la fábula Dos minutos: «Tuve toda una vida para preguntar, pero me conformé con las respuestas. Ahora muero sin saber las preguntas».

    Ser conscientes de nuestro existir es ya una curiosidad que no puede cesar, porque la respuesta vive hasta

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