Niños De La Guerrilla
Por Jose Cruz
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Esta desgraciada experiencia se agigant dolorosamente cuando recay en nios inocentes, imberbes, y analfabetas; que fueron arrastrados violentamente desde sus comunidades hasta cruzar por las montaas y los ros, la frontera del vecino pas. Para cumplir con los planes estratgicos y polticos de la guerrilla.
Esta no es la historia del inmigrante comn, que con natural entusiasmo anhela alcanzar El Sueo Americano. Esta es la historia de los nios que espantados ante la violencia y el secuestro; an en sus mseras condiciones escapan y luchan por alejarse de aquellas organizaciones de terror que solamente les mostr una violencia que nunca haban conocido; cuyo fin nico era transformarlos en nios guerrilleros.
Es la transformacin total de su pacifica vida desde el seno familiar. Desde la tranquilidad del campo hasta el infierno de la violencia en las acciones de guerra, la soledad y el abandono en un pas extrao.
Jose Cruz
Jose A. Cruz, nació en Guatemala. Se graduó en Gerencia Pública, Venezuela. Realizó estudios en la USAC en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, en el Centro Universitario de Nor Occidente, CUNOC Quetzaltenango y en la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala donde cerró curriculum en la carrera de Economía. Se graduó como Vista Volunteer of America EE.UU. Ha escrito: Monografía “Incorporación del Indígena a la sociedad en desarrollo”. Monografía “La problemática del reclutamiento forzoso por parte del Ejercito de Guatemala”. Realizó, Estudio socio económico de la Franja transversal del Norte, Guatemala. Escribió: “La Agonía del Comandante”, y Compendio de Poemas, inédito.
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Niños De La Guerrilla - Jose Cruz
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401573
ÍNDICE
RECONOCIMIENTO
APOSTILLA
PREÁMBULO
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
LA TORMENTA
LA MAESTRA CARLOTA
EL ADVENEDIZO
LA MARÍA
CAPÍTULO II
¿CÓMO FUE QUE PRINCIPIÓ TODO?
LOS PADRES DEL NIÑO DESAPARECIDO
CAPÍTULO III
EL NACIMIENTO DE ATANASIO PU
CAPÍTULO IV
EL CASERÍO TZIMATZAT
LA MILAGROSA AGUA CALIENTE
LA VIRGENCITA DEL AGUA CALIENTE
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO I
EL CONTRATISTA
LA PAZ VIOLENTADA
LA TRAGEDIA DE LA DESAPARICIÓN DE ATANASIO
OBLIGADOS A CRUZAR LA FRONTERA GUATEMALA/MÉXICO
CAPÍTULO II
EL TREMENDO TRAUMA DEL SECUESTRO
EN LOS ASENTAMIENTOS EN MÉXICO
CAPÍTULO III
FUGA DEL GRUPO DE SECUESTRADOS
EN TAPACHULA CHIAPAS
ABSOLUTAMENTE SOLO, SIN FAMILIA Y SIN AMIGOS
CAPÍTULO IV
LA PATRONA
INSINUACIONES INQUIETANTES DE VIAJAR MÁS AL NORTE
CAPÍTULO V
¿POR QUÉ VIAJAR MAS LEJOS?
¿QUÉ ES EL SUEÑO AMERICANO?
¿QUÉ HACER EN ESE LUGAR TAN LEJANO?
¿CÓMO VIVIR EN ESE LUGAR?
TERCERA PARTE
CAPÍTULO I
VIAJANDO HACIA EL NORTE
HUIXTLA
MAPASTEPEC
TONALÁ
CAPÍTULO II
RITOS DE INICIACIÓN EN LAS MARAS
EL TREN DE LA MUERTE
CAPÍTULO III
EL DEPREDADOR SEXUAL
JUCHITÁN DE ZARAGOZA. OAXACA
CAMINO A TLACOLULA DE MORELOS
OAXACA
CAPÍTULO IV
CIUDAD DE MÉXICO
EL ASESINATO
QUERÉTARO
IRAPUATO
CAPÍTULO V
LA ABUELITA
GUANAJUATO
CUARTA PARTE
CAPÍTULO I
SU PRIMER GRAN AMOR
AGUAS CALIENTES
CAPÍTULO II
RÍO GRANDE. ZACATECAS
TORREÓN
CIUDAD CAMARGO
CAPÍTULO III
EL TIGRE
CHIHUAHUA
LA APARICIÓN DEL MUERTO
AHUMADA
CAPÍTULO IV
EL CARI-CORTADA
CIUDAD JUÁREZ. (LA CIUDAD DE LA MUERTE)
EL LARGO Y TENEBROSO CAMINO
LOS CHOLOS
QUINTA PARTE
CAPÍTULO I
PLANES PARA CRUZAR LA FRONTERA MÉXICO EE.UU
CARLOS LANUZA
CAPÍTULO II
TERCER INTENTO
FRENTE AL RÍO GRANDE NUEVAMENTE
EL PASO TEXAS USA
LAS CRUCES, EE.UU
SANTA CLARA, NEW MÉXICO
CAPÍTULO III
SILVER CITY, NEW MÉXICO USA.
LA GRINGUITA PELO ‘E MAÍZ
TUCSON ARIZONA
CAPÍTULO IV
LOS ÁNGELES, CALIFORNIA
VENITE VONOS
LOS PREPARATIVOS PARA RETORNAR A GUATEMALA
SU VUELO A GUATEMALA
CAPÍTULO V
SU ARRIVO A GUATEMALA
EL REENCUENTRO CON SU AMADA FAMILIA
EL ENCUENTRO CON LA MAESTRA CARLOTA
SUS ANCIAS DE RECUPERAR LO PERDIDO
ANEXOS: MAPAS
GLOSARIO DE TERMINOS
VOCABLOS MAYA QUICHE UTILIZADOS
EPILOGO
COMENTARIOS
RECONOCIMIENTO
Es justo reconocer y agradecer la colaboración de mi familia, amigos y compañeros. Por su ayuda y aliento en el presente esfuerzo literario. Especialmente a mi esposa, a mis hijos a la amiga Profesora Greys Frankie, al amigo Escritor Victor Ventura Arellano autor de la importante obra La Estrategia Fallida
personas que muy desinteresadamente revisaron el presente trabajo.
Reconocer también a aquellas familias guatemaltecas que se vieron envueltas en el doloroso conflicto armado de la reciente guerra civil en Guatemala. Especialmente aquellas que fueron afectadas por el martirio de la desintegración familiar.
A las almas de los niños que fallecieron y a los que perdieron su efímera infancia en manos de las filas guerrilleras.
En general a todos los niños que en el mundo han perdido la vida o que han sufrido los horrores de la guerra en manos del Comunismo Internacional que irresponsablemente los han utilizado como escudo en sus batallas. A los que aún hoy siguen sufriendo, ya en Venezuela, en Colombia, Perú, Cuba, en África y en tantos otros países donde la guerrilla comunista insiste en conquistar el poder. No obstante las denuncias, aún siguen entrenando y alienando niños inocentes por la fuerza en las montañas y los países comunistas con su tautológico materialismo dialéctico.
Al valiente pueblo de Guatemala que supo resistir y rechazar la invasión del Comunismo a nuestra patria.
El Autor.
APOSTILLA
El desarrollo primario y último de la presente obra tiene que ver con las costumbres y la cultura Maya Quiché. Es importante subrayar el respeto e identificación que nos merece esta cultura con todas sus tradiciones y misticismo en todas sus dimensiones. Aparte que en Guatemala, innegablemente son nuestros ancestros, por eso sin duda, el amor, y la identificación con la etnia maya nos nace de lo más profundo de nuestro corazón.
Intentando acercarnos a la realidad del uso del lenguaje hispano por nuestros nativos, en algunas páginas se encontrarán regionalismos, frases y expresiones coloridas de estos rincones patrios. Indudablemente al intentar plasmar sus expresiones en español, pudiera interpretarse peyorativamente como un mal remedo o como una burla, situación que sería injusta en vista que bajo ningún punto de vista es esa nuestra intención.
J.C.
PREÁMBULO
Son muchas las historias de sufrimiento del pueblo Guatemalteco en la época contemporánea. Especialmente aquellas en las que los paisanos se ven obligados a inmigrar a otros países. Donde creen que encontrarán lo que en nuestra tierra no han podido ni podrán encontrar.
Pero más dolorosa es la historia de aquellas personas que aún siendo niños, de una etnia olvidada pero arraigada con profundas y fuertes raíces, como un árbol frondoso y milenario a la sagrada tierra Maya; misma que los vio nacer, y de la cual fueron arrancados inmisericordemente, desde sus lugares de origen para llevarlos por la fuerza, allende la frontera con el vecino país de México, obedeciendo consignas del Comunismo Internacional.
Niños desposeídos que sin tener conocimiento de nada de esa lucha ideológica, se vieron envueltos en un conflicto interno denominado, Guerra Revolucionaria
. Donde se esgrimieron los intereses e ideologías Este Oeste y que como consecuencia de las estrategias utilizadas; ellos fueron forzados con extrema violencia a salir de sus pueblos, de sus aldeas y caseríos para cruzar a través de las montañas la frontera de su patria e inmigrar forzosamente al vecino país mexicano. Lugar donde se vieron enfrentados a un mundo completamente ajeno al que estaban acostumbrados a vivir. Para someterlos a ese alienante régimen político militar con el fin de transformarlos en Niños guerrilleros
. Régimen del cual se vieron urgidos a escapar y seguir huyendo por las praderas, los montes, ranchos y caseríos, del vecino país. Completamente desamparados, abandonados, con hambre, sed, frió, y temor a ser recapturados y ajusticiados por traidores a la paradójica Causa revolucionaria
. Huyendo en un país extraño donde hasta el hecho de comunicarse les era adverso.
INTRODUCCIÓN
La presente historia tiene como marco referencial en el tiempo, los años 1960, 70, 80 y 90 de la reciente guerra civil en Guatemala. Guerra en que las tendencias ideológicas Este Oeste derramaron sangre por el poder político en esa estratégica región de nuestra América.
Aquellos años en los que la lucha armada por el control del poder, se enseñoreó en Guatemala, lamentablemente se aplicaron con crudeza los principios tristemente celebres, tan inflexibles como crueles, que ingratamente se ajustan a los conflictos armados de uno y otro bando. Principios Maquiavélicos de El fin justifica los medios
.*
La aplicación de estos principios innegablemente afectó a toda la sociedad guatemalteca. Pero se recrudeció y se agigantó dolorosa y cruelmente, con trágicos impactos en aquellos niños mayas, que ignoraban en todo sentido el por qué de esa lucha interna. Niños que estaban al margen de esas luchas, cuando inocentemente solo trataban de vivir una vida simple y llana en sus lejanas comunidades, como sus ancestros se los enseñaron, con profundo misticismo, en sana paz y en completa armonía con el universo y la naturaleza.
Es esta una de las innumerables y crueles historias que le tocó vivir en esta lucha armada a los niños de la etnia maya.
Niños que fueron sometidos al imperdonable sacrificio del secuestro y éxodo forzado, hacia el vecino país, México. Y de cómo brutalmente fueron transformadas y destruidas sus miserables vidas, con la abyecta intención de hacerlos guerrilleros.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
LA TORMENTA
Aquel día el sol alumbraba a plenitud, había un airecito sabroso que apenas soplaba. Bajo aquel brillante sol, el paisaje lucía colorido y contrastante. Parecía que los colores se habían tornado más impresionantes en el valle y hasta en las lomas de las lejanas montañas. Era realmente una tarde bella como pocas. Se escuchaba, a lo lejos, el canto de algunas aves, como el cenzontle de agua, el turpial, el guarda barranco entre otras. De vez en cuando se oía la música del viento que provenía de las copas de los árboles. Las flores parecía que alegremente disfrutaban de aquella vivificante luminosidad de ese esplendoroso día. Todo era tranquilidad y belleza, era indudablemente una calma feliz y envidiable.
Pero,… lamentablemente, poco a poco se fue transformando en una calma premonitoria, como de un presagio maldito. Todo se transformó en una calma rara y extraña, como había ocurrido más de veinte años atrás y en otro lugar.
El viento principió, a acrecentar. De repente sopló aun más fuerte y el cielo se fue llenando de nubes negras. Horas después la claridad del día fue eclipsada, desapareció. Entonces el viento principió a soplar con fuerza arrolladora, y el cielo se oscureció totalmente.
De un rato a otro, todo parecía como un eclipse solar. Repentinamente el cielo bramó con fuerza inusitada varias veces, como un horrible ente satánico y colosal. Abruptamente zigzagueantes corrientes eléctricas hicieron añicos el cielo, aquí y allá con estruendosos y relampagueantes movimientos. Todo el cielo se venía sobre aquel bello lugar. Atronaba el eco de esos estruendosos estallidos en las montañas circundantes, como fuego de artillería pesada. Y principió sobre aquel valle una lluvia espantosa y despiadada.
—¡Vos María,…. ya te fijaste!,… está lloviendo a cántaros, o como dicen los gringos It’s raining cats and dogs
. (Está lloviendo gatos y perros). - Carlos continuó comentando:
—Si, así dicen los gringos cuando hay una tormenta como esta, allá en los Estados Unidos. Aunque allá pareciera que las lluvias no son ni la mitad de estas de acá. Ya quisiera ver yo a los gringos bajo una lluvia así, en un lugar de estos, estoy seguro que se ahuevarían.
—Si patroncit, está re juerte el aguacer, a saber qué le vamos hacer con tanta lluvie. Ojalá que no se salgue el ríe y se lleve tu ranche patroncit
.
—María, ya te dije que no me estés diciendo patroncito, vos sabes mi nombre, te lo repito: Carlos. Me tenés que decir Carlos.
—Ta gueno patroncit, pero es que tenge guergüenze. No tenge el costumbro. Perdoname
.
—Está bien, pero tenés que hacerlo María.
—Ta Gueno patroncit, stese tranquilo
.
Así hablaban Carlos y la María, mientras los relámpagos iluminaban de vez en cuando el interior de su rancho. La fuerte luz de los rayos se colaba por las rendijas de las paredes de bajareque. Afuera el viento soplaba intensamente haciendo crujir las ramas de los árboles, como si éstas fueran a desgarrarse o quebrarse repentinamente y precipitarse sobre la endeble y mísera vivienda.
El exuberante follaje, intermitentemente brillaba con los reflejos de los relámpagos. La broza principiaba a ser arrastrada con la fuerza de las corrientes de agua que se estaban formando ya en el suelo.
A lo lejos se escuchaba, la corriente del rió que denotaba que su caudal iba en aumento. El caballo de Carlos, que recién había comprado, estaba bajo los torrentes de agua y se manifestaba muy inquieto. Relinchaba, dando coces al aire como queriendo escapar de donde estaba amarrado. Los músculos de su lomo azabache relumbraban, con los reflejos de los relámpagos. En el marco de aquella oscura noche se develaba su hermosa figura como una estampa mítica de viejas y gloriosas epopeyas.
—Ahora - Dijo Carlos- Se va a tener que quedar a dormir aquí en nuestro rancho maestra, porque creo que con esta tormenta tenemos pa rato.
—Gracias -Contestó la maestra Carlota- por tu hospitalidad. Realmente no se qué hacer.
—Vos María, ayúdame a arreglarle un lugar donde se pueda quedar la maestra, si es que no le gusta la hamaca. Porque no hay de otra, creo que se va a tener que quedar aquí con nosotros, ya entró la oscuridad y la lluvia no amaina.
—Si don patroncit Carles
- Contestó María.
—Ya está mejor María,… pero quitale el don patroncito
. - Entonces Carlos le preguntó a la maestra:
—¿Que le parece maestra?
—Bueno, si me tengo que quedar me quedaré, pero. es que tengo tanto que hacer en casa.
—Tómeselo con calma Maestra, - le dijo Carlos - que cuando se puede, se puede y cuando no, pues que le vamos hacer.
De esta manera hablaba Carlos Lanuza que recién había llegado al caserío de Tzimatzat en Zacualpa Quiché. Y lo hacía con un cierto acento mexicano que se esforzaba por esconder.
La gente de la comunidad indígena comentaba en su propia lengua Maya algunas cosas de Carlos. Un vecino decía:
—Este muchacho vino recientemente a vivir aquí, pero no se sabe de qué lugares lejanos. México, o de los Estados Unidos, está por acá hace ya algunas semanas.
—Hay que tener cuidado con él, - decía el más alarmista de todos - porque nunca se está seguro con estos advenedizos.
—No hombre, no hay nada que temer, - decía uno de los más viejos - porque este parece buena gente e inofensivo.
—Quien sabe porque razones se vino a meter a esta aldea? - Decía uno de los desconfiados.
—¿Saber que anda buscando en estos pueblos? - comentaba otro - aunque parece muy tranquilo.
—Ojalá no resulte un revoltoso, o mañoso. - Exponía otro vecino.
— Parece que le gusta estar en estos lugares y muestra mucho entusiasmo. -Comentaba una señora.
Esa noche ya tendía su negro manto, era alrededor de las siete de la noche. La tormenta inclemente continuaba. El viento soplaba fuerte arrancando lastimeros quejidos entre la vegetación. El cielo parecía que se rompía inmisericordemente sobre esa región. La lluvia, -Por demás está decirlo, - era tenaz y copiosa.
LA MAESTRA CARLOTA
Era esta Maestra una mujer soltera, sin hijos, como de unos treintisiete años más o menos. Con un semblante serio, pero afable y cariñosa, que denotaba mucho compromiso con su misión de mentora. Lucía un vestir sencillo como su carácter se lo dictaba. Ella era de regular estatura además era más o menos delgada. El color de su piel era más blanco que moreno, pero sus ojos eran claros y grandes, nariz recta y de labios delgados.
Casi desde que se hizo maestra vino a trabajar a estos apartados lugares de Zacualpa, Quiché. Quizás por su sensibilidad de mujer y de maestra se identificó con la gente del lugar, especialmente con los más desposeídos y con la etnia maya.
Sus actividades no se limitaban a la enseñanza estrictamente en el aula, en vista que trataba de alternar con la comunidad, algunas veces ayudándolos en ciertos quehaceres. Muchas veces orientándolos en sus diferentes actividades, y también impartiendo consejos cuando se lo solicitaban. Se hizo parte de la comunidad, se integró a ella.
Su bondad y espíritu de servicio eran realmente conocidos en el área, especialmente en la comunidad indígena. Ellos al principio mostraron un poco de desconfianza, como siempre lo hacían, ante la gente que llamaban ladina, caxlanes o mus.
La Maestra Carlota era originaria de Santa Cruz de El Quiché, provenía de una familia católica, formal y ejemplar, como algunas otras familias en el pueblo, muy correcta en su cotidiano vivir. La maestra recibió sus primeras letras y primeras experiencias en estos lugares de Santa Cruz del Quiché, rodeada del cariño y orientación de sus padres y sus maestros. Lugar donde sin duda - ante la pobreza y el analfabetismo de gran parte de la población - le despertó cierta conciencia social y deseo de ayudar. Quizás por esta razón, tiempo después siguió la carrera del magisterio. Sus estudios de Magisterio los realizó en la Ciudad Capital, pero su formación moral y espiritual tenía raíces muy profundas que provenían del seno familiar, formación que la identificaba plenamente con el hecho de irradiar las enseñanzas del bien y el buen proceder, con lo justo, con los más altos valores morales y cívicos, con un modo de vida simple, disfrutando con alegría de lo que se disponía.
Después de su graduación ella fue nombrada como maestra a uno de aquellos apartados lugares de Zacualpa, la aldea Tzimatzat. Lugar donde encontró el campo perfecto para desarrollar todo el civismo e ideales que guardaba en su corazón. Se condujo no solamente como una maestra más de los alumnos de su escuela. Era también maestra de los hombres y mujeres de su comunidad, niños, jóvenes, viejos y ancianos. Por esta razón acudía ahora al llamado de un miembro nuevo de su comunidad.
Asistía a este requerimiento, como lo había hecho todo el tiempo en su servicio en esa aldea de Tzimatzat, con un tremendo espíritu de servicio y colaboración. Ella llegaba a los diferentes rincones de esa jurisdicción, atendiendo las solicitudes de los vecinos. Lo hacía a pie, a lomo de mula en bicicleta o en vehículo motorizado, pero llegaba. Siempre que lo hacía irradiaba entusiasmo y optimismo, ahora no era la excepción. Especialmente al saber en este caso, que se trataba de un vecino nuevo extraño y enigmático, recién llegado. Se trataba de Carlos Lanuza, El advenedizo, como le decían en la aldea.
La Maestra Carlota y su personalidad. Se podría definir ésta como la de una persona muy consciente de su rol en la sociedad. Era alegre, social organizadora, con un gran sentido de la responsabilidad y la puntualidad. Se evidenciaba además como una mujer cabal, con mucha identificación con el cumplimiento de la palabra y la verdad. Era muy honesta, en todo sentido pero especialmente en los asuntos económicos. Cumplidora de sus compromisos así tuviera que hacer grandes sacrificios de cualquier orden. Además era muy activa siempre estaba ocupada en algo, dando el ejemplo, y muy identificada con los aspectos de la limpieza y la higiene, realmente deseaba dar un buen ejemplo. Su manera de ser sin duda se debía a su conciencia social, producto esta de lo que le inspiraba su corazón ante la realidad de su pueblo, las enseñanzas en el seno de su hogar y las enseñanzas recibidas en la formación de su carrera magisterial.
Esta maestra siempre estaba tratando de educar aún fuera del aula, sin duda porque estaba muy consciente de la realidad social que vivía su pueblo. Quizás por eso la impelía un deseo constante de educar a la gente, educar en todo orden. No solamente impartiendo las primeras letras si no también instando a la gente a que se condujera apegados a la honestidad, identificándose con el bien y el buen proceder.
En el lugar donde trabajaba y radicaba, ella era la solución para muchos de los problemas de la gente. Con gusto trataba de ayudar adentrándose a fondo en los diferentes obstáculos para resolver los variados problemas que le presentaban. Era ella por un lado, mediadora, consejera espiritual, por otro lado era enfermera, curandera, partera, y hasta economista en vista que respecto a los precios de la producción del área, también aconsejaba.
Mostraba mucha fe religiosa, cuando actuaba como curandera, daba los remedios que consideraba atinentes de conformidad con su experiencia y que estaban a su alcance, siempre orando por la salud de los pacientes. La mayoría de veces era con las yerbas de su hortaliza, pero eso sí, acompañados de oraciones muy formales, por la salud, y casi siempre sus recetas tenían el éxito deseado. Quizás era el milagro de la fe, o el verdadero conocimiento práctico de las enfermedades y sus remedios. En casos de gravedad enviaba a los pacientes a ver al doctor hasta el hospital de la región, con quien tenía ya cierta identificación, por esta misma clase de problemas.
De esta manera la maestra se había ganado la confianza y el cariño de todos los vecinos, y por eso siempre la tomaban en cuenta. Era sin duda una líder para la gente del lugar, la llamaban con cariño maestra Carlota o comadre Carlota.
EL ADVENEDIZO
Este era un personaje un poco raro y curioso que había llegado al caserío Tzimatzat de zacualpa, Quiché, recientemente. Hablaba con acento mexicano, algunas veces se le soltaban palabras o frases en Inglés, se notaba su deseo de alternar con los indígenas, parecía que conocía la lengua Maya-quiché.
Se le veía contento de estar en este lugar, y se notaba amigable. Recién había llegado a la aldea. No se sabía de dónde, de que lejanos lugares, pero ya había comprado un rancho humilde como todos en la aldea, sin embargo rancho al fin, además había comprado un caballo y había contratado a una muchacha de nombre María para que le ayudara en la casa.
Era un hombre joven de regular estatura, quizás un poco más alto que los que lo circundaban, se miraba fuerte, de hombros angulosos aunque era más o menos delgado, su rostro era alargado, piel bronceada y pelo negro, su semblante en general denotaba confianza, cierta seguridad, como un hombre muy bregado y sufrido. Se mostraba además alegre, amable, entusiasta. Tenía ciertas características como las de un líder nato en el área, entre ellas su estampa recia y resoluta, su suave y convincente voz, sus lineamientos enmarcados en la moral y la ética, su amor a la gente y al lugar.
Tenía además una cicatriz bien marcada en su brazo derecho como si en su infancia hubiera sufrido una seria y delicada herida, pero se le veía contento y entusiasta de estar en estos lugares.
Este advenedizo fue dándose a conocer como Carlos Lanuza.
Al principio vestía como la gente de las ciudades y pueblos como Zacualpa, con blue jeans y una gorra de beisbolista, pero después poco a poco fue adoptando el modo de vestir de los aldeanos.
Se sabía muy poco de él, pero Carlos trataba de identificarse con la población, trataba de ser amable y amigable, como una persona de buen corazón, aunque la gente siempre lo miraba un poco recelosa con cierta desconfianza, como siempre se ve en estos lugares a los advenedizos.
Poco a poco algunos de la población de la aldea comentaban