Sabores de alma y sal
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A Carmen le han diagnosticado una leucemia extraña, llamada tricoleucemia, Inés pierde a su marido tras sufrir un ictus y Olga tiene que cerrar su librería en la que lleva trabajando largos años por la crisis económica. Parece que todo se derrumba; pero el destino de estas mujeres cambia por completo y unidas son capaces de superar cualquier infortunio.
Novela de superación personal, reflexiona sobre la vida para ofrecer una nueva visión acerca de las adversidades que nos van ocurriendo, inevitablemente, que al final se convierten en lecciones de aprendizaje. Cada uno de nosotros podemos experimentar una enfermedad, la pérdida de un ser querido o la de un trabajo... Forman parte del proceso de la vida que tenemos por delante y nos obligan a crecer y seguir para adelante.
“Sabores de alma y sal” apuesta por una alimentación sana, que cura el cuerpo, las emociones y el alma. Busca la verdadera felicidad, la auténtica paz que nos devuelve la sonrisa del día a día y nos descubre a nosotros mismos, seres con un poder extraordinario para sanarnos, capaces de realizar nuestros sueños más deseados.
Micaela Serrano Quesada
Nacida en Viladecans, Barcelona, 1967. Licenciada en Filología Hispánica, especialidad de literatura, por la Universidad de Barcelona. Escribe para el diario local DELTAvisión.tv. Colaboradora habitual de Fundación Espejo de Viladecans. Ha sido socia fundadora y secretaria de la Asociación Artística y Cultural Anceo de la misma ciudad durante los años 2009-2011. Miembro integrante del grupo literario El laberinto de Ariadna y de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña. Coordinadora de la Antología de poesía Vilapoética (Parnass 2011).
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Sabores de alma y sal - Micaela Serrano Quesada
Sabores de Alma y Sal
Micaela Serrano Quesada
OmniaBooks
www.omniabooks.com
Este libro colabora con:
Viladecans contra el cáncer (Asociación coordinadora) www.viladecancer.es, [email protected]
ImatgePara mi sobrina María, el nuevo ángel que está entre nosotros
Dentro de veinte años te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de las que llegaste a hacer. Por lo tanto, ya puedes levar el ancla. Abandona este puerto. Hincha las velas con el viento del cambio. Explora. Sueña. Descubre
Marc Twain
Agradecimientos
Tras la publicación de mi último poemario, El latido de la vida, he tenido la necesidad de explicar con mayor detalle la experiencia del cáncer a través de uno de los personajes de esta novela, Carmen. El cáncer es una enfermedad cada día más tratable y con mayor esperanza de vida, a la que no hay que tener miedo.
Toda enfermedad está enseñándonos una lección para aprender en la vida. Debemos prestarle atención para poder cambiar algunos aspectos que nos pueden perjudicar. Revisar nuestras emociones, el nivel de estrés que padecemos, nuestra alimentación, el descanso y el sueño, necesario para regenerar nuestras células.
Este libro quiere dar importancia a la alimentación. Especialmente a la dieta vegetariana que ayuda sobre todo en la recuperación de muchas enfermedades. En este sentido he conocido la obra de la Doctora Odile Fernandez, Mis Recetas anticáncer, Mi revolución anticáncer, que han sido de gran inspiración.
He descubierto en Barcelona, desde hace algunos años, los restaurantes Teresa Carles y Flax and Kale que cuidan la dieta vegetariana y vegana con mucho cariño y sus platos son sumamente deliciosos.
Doy las gracias a todos los médicos y enfermeras que tratan el cáncer de manera holística, junto a grandes terapeutas ya que pueden ayudar a erradicar esta enfermedad y a minimizar los efectos secundarios de los tratamientos efectuados desde la medicina tradicional.
A ti lector, gracias por leerme. Espero que este libro pueda ser una aportación más en tu vida y pueda ayudarte en tu camino.
Todos los personajes y sus historias son inventados aunque siempre puede haber personas que se identifiquen con alguno de ellos. En cualquier caso, no es mi intención.
Por último, dedico este libro a la bella María, que nació un frío día del mes de enero de 2017, para darnos la alegría más inmensa en nuestra familia.
Micaela Serrano Quesada
Índice
Agradecimientos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Última noche de Olga y Miguel
Última noche de Carmen e Inés
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Sobre la autora
Créditos
Cuando todo se trastoca
Capítulo 1
Carmen se había levantado malhumorada. Eran cerca de las ocho de la mañana y tenía menos de media hora para arreglarse, tomar un café y salir corriendo para el despacho. Había tenido una noche horrible, con miles de pesadillas y estaba agotada. Hacía semanas que se encontraba exhausta y necesitaba un descanso. En la oficina, el trabajo la desbordaba y últimamente su vida sentimental se estaba cayendo en pedazos.
Carlos, su última pareja, la abandonó por una joven y guapa mujer, dejándola destrozada. Anteriormente estuvo con Daniel, un tipo divertido a quién no le gustaba comprometerse. Después de dos años juntos, Carmen decidió romper la relación porque sabía a ciencia cierta que no llegarían nunca a ningún lado. Al cabo de varios meses conoció a Carlos en un viaje a Madrid. Era comercial de una empresa alemana y viajaba con mucha frecuencia. Después de tantos viajes, los encuentros entre ellos resultaban cada vez más difíciles. Vivían el sexo en su máxima potencia; pero la comunicación se volvía complicada, hasta que un día se enteró por un colega de la oficina que estaba liado con Silvia, una jovencita de veinticinco años.
Desde el sofá de su casa, contemplaba como su vida consistía solo en trabajar, dormir y comer, o más bien en engullir hamburguesas, pizzas y litros de Coca-Cola. Tenía a sus dos grandes amigas, Inés y Olga con las que pasaba ratos inolvidables. Luego a las compañeras del despacho y a su madre Julia que la querían con locura. Su padre Daniel había fallecido hacía unos años.
Se sentía protegida y sola al mismo tiempo. ¡Menuda contradicción!
—¡Vaya mierda de vida, nada más que trabajar como una burra! ¡Qué sentido tiene todo esto! —se preguntaba a menudo Carmen.
Esa misma tarde tenía visita con el Doctor Fernández. Esperaba los resultados de unos análisis. Pura rutina. Saldría temprano para no pillar atascos y llegar pronto a la clínica.
Había sido un día de locos, como otro lunes cualquiera:
—¡Carmen, tráeme por favor los nuevos diseños de bambas de Running para la próxima estación! —le gritó nervioso su jefe desde la otra punta de la sala.
—Enseguida, un momento que lo busco —dijo ella sumisa.
En cinco minutos ya tenía todo en la mesa del despacho. Había una reunión general con el Director Comercial y el Gerente.
Ella aprovechó un instante para ir al lavabo y marcharse al médico. Eran las seis de la tarde.
—Perdona, Luis, me marcho, que hoy tengo un poco de prisa. Hasta mañana —comentó con voz entrecortada Carmen.
—Muy bien, hasta mañana —dijo a su vez el jefe con cara de pocos amigos.
Hacía más de diez años que trabajaba en la empresa Lenixing
, que comercializaba marcas deportivas. Era la secretaria del Director Comercial desde hacía cinco. Había pasado por los departamentos de marketing y contabilidad.
Carmen era una persona responsable, segura de sí misma, inteligente y sacrificada. Muy apreciada por todo el equipo directivo, prueba de ello es que recientemente la habían promocionado para ser la nueva Jefa de Logística aunque ella lo rechazó por la salud de su madre. No podría asumir tanta responsabilidad. Esta negativa no gustó especialmente a Luis con el que tenía una relación más o menos tirante. Desde entonces, la machacaba constantemente con informes, emails y llamadas telefónicas por lo que a menudo salía del despacho a las siete o las ocho de la tarde. Poco a poco se sintió cada vez más agotada y apenas tenía ganas de salir con sus amigas o ir al gimnasio, tampoco de cocinar por lo que empezó a comer de manera desordenada, especialmente sándwiches, hamburguesas, pasta y pizza. Lógicamente se engordó ocho kilos.
Aquella tarde frente al doctor, se quedó fría ante la noticia que acababa de recibir.
—Tienes tricoleucemia. Es una variedad dentro de la leucemia. Se cura muy bien con quimioterapia y antibióticos. Te haremos una punción medular para acabar de diagnosticar la enfermedad, pero no te preocupes que es una leucemia leve.
No sabía que decir sinceramente. La saliva se le atragantó y casi no podía respirar.
—¿Pero está seguro del diagnóstico? Puede que haya un error, tal vez… —pronunció con vocablos apenas imperceptibles.
—Carmen, estoy muy seguro de lo que digo —sentenció con un tono grave, mesándose la barba al mismo tiempo—. No es grave, no te preocupes. Lo hemos detectado muy pronto y seguro que te recuperarás en unos meses. Lo mejor que puedes hacer ahora es descansar, tomarte las cosas con calma y coger fuerzas —finalizó el doctor Suárez.
Ella salió por la puerta con lágrimas en el rostro. Estaba muy asustada y no sabía qué hacer. Bajó por el ascensor con la mirada perdida y al llegar a la planta baja, casi tropieza con otros pacientes.
—¡Eh, Usted!, a ver si mira por donde va, que casi me caigo —le dijo un señor con malas pulgas.
—Perdone, no me había dado cuenta —dijo Carmen, disculpándose.
Aún retumbaban en su cabeza las palabras del doctor… no podía creerlo. Tendría que llamar al despacho y explicarlo todo. Tal vez estaría largos meses de baja. Igual perdía el puesto de trabajo… estaría sola, enferma y sin faena… lo peor del mundo.
Capítulo 2
Era martes. Y como todos los martes desde hacía más de un año, Inés se había apuntado a Pilates en el ultramoderno gimnasio recién abierto al lado de casa. Iba por la tarde a partir de las seis y luego aprovechaba para nadar un rato y relajarse en el jacuzzi.
Su vida era de lo más monótona. Se había casado con Jordi cuándo tenía veinticinco y llevaban juntos casi veinte años. Había ejercido como esteticista durante su juventud y luego con los constantes cambios de residencia a causa del trabajo de Jordi, se vio obligada a dejar el empleo, aunque después de todo, no le faltaría nada. Su marido le proporcionaba hasta el último capricho del mundo.
El dinero no era ningún problema para Inés. Vivía en un chalet de lujo a las afueras de Barcelona y tenía una asistenta para todo. Se pasaba el día de compras, tomando café con las amigas o yendo al cine o a la ópera. Frecuentaba ambientes chic de lo más selecto, aunque reconocía que no simpatizaba con toda esa gente.
Se apuntó al gimnasio con la esperanza de encontrar nuevas amistades. Estaba un poco harta del mundillo que la rodeaba. Allí conoció a sus mejores amigas, Carmen y Olga. A pesar de que eran muy diferentes a ella, apreció la forma de ser de cada una. Eran francas y sinceras. Carmen, muy divertida. Le gustaba su coraje frente a la vida y su fuerza. Olga, una mujer sencilla, tenía su propio negocio, una pequeña librería y aunque iba tirando, últimamente las cosas no andaban muy bien.
A menudo, las invitaba a comer en casa, especialmente cuando su marido se ausentaba por motivos de trabajo. Estos pequeños momentos iban tapando los agujeros de su vida vacía. Se sentía sola y no sabía muy bien el porqué. Lo tenía todo: un maravilloso marido, una casa estupenda, salud, dinero… no debería quejarse. Cuando veía a sus dos amigas trabajando