Tal vez sea la hiedra que reúna mi escombro
quien te diga algún día la palabra
que yo no encuentro nunca.
Por qué duele en mis ojos esta tristeza inútil,
por qué tengo la sonrisa lastrada
y las manos tan duras.
Tendrá mi tierra entonces la frescura de un cuerpo
y mi amor detrás de ella
te aclarará los huesos.
Y te caerán goteras
en alguna esquina
que mojen hasta el fondo tu madera.
Cuando sólo eso sea:
una isla de hiedra enamorada
que rescate la lluvia.
(Del libro Crónicas de una tristeza)
viernes, 8 de octubre de 2010
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Da igual lo que decidas ser o lo que quieras expresar, mi querida Elvira: siempre consigues que la belleza alumbre tus versos, y es un brillo tan hipnótico...
ResponderEliminarTe abrazo (a vé cuando es real, cachis).
Maravilloso poema, Elvira. Tienes la facultad de hacer que me pierda entre tus versos y que no tenga ganas de encontrar la salida.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo agradecido por permitirme de posar los ojos sobre tanta belleza.
Leo
Una isla de hiedra enamorada...Como dijo Quevedo "polvo seré, mas polvo enamorado" Hiedra eres tú, y no son gotas de lluvia las que caen sobre su madera, sino lágrimas de un amor increíblemente generoso y vital. Un saludo cordial ab imo pectore.
ResponderEliminar¡Qué belleza!
ResponderEliminarEl cierre es magistral, es ese lugar que se necesita para, después de leerlo y saborearlo, fundirnos en el poema.
Un cordial saludo
Amiga Elvira, si tú no encuentras la palabra, después de las cosas tan hermosas que escribes, ¿cómo crees que la encontraremos el resto de los mortales?
ResponderEliminarUn poema profundo y bello, como todos los tuyos.
Un abrazo.
Tristeza que me llega al corazón.
ResponderEliminarUn abrazo,
Como la hiedra trepas en palabras bellísimas, Elvira, aunque no serás hiedra sino sauce o manzano: cualquier cosa que huela a primavera. Cuán bella es en tu boca la tristeza; aunque duela.
ResponderEliminarBesos.
Como siempre, como con todos tus poemas, me identifico plenamente con los sentimientos que expresas, además de admirar tu forma de expresarlos. Lo que no tengo tan claro es que la tristeza sea estéril o si a veces es más estéril la fatuidad.
ResponderEliminarUn enorme abrazo
¿Quién dijo que la tristeza no es bella?
ResponderEliminar¿Quién lo dijo?
No recuerdo su nombre,
mejor que nadie lo pronuncie.
Maga... un abrazo como el de ayer.
Son tus versos como la fresca lluvia
ResponderEliminarque cae sobre la hiedra
que la hacen brillar
agarrada a la hermosura.
Es un lujo poder leerte.
Mil besos
Me gusta cómo utilizas los elementos de la naturaleza en tus poemas; elegantes y bellos.
ResponderEliminarBesos, Elvira.
Poesía perfectamente elaborada. Siempre es un placer tu lectura.
ResponderEliminarAprovecho(no sé tu correo privado)para unirme a tu interés por Gustavo Pertierra, un gran poeta y sonetista.
Le he enviado un privado exponiendo nuestro interés por sus escritos.
Un abrazo fuerte.
Buscando tus libros en la red, me he encontrado con tu blog. Una belleza. Nos vemos pronto.
ResponderEliminarSólo una isla de hiedra enamorada, pero llena de belleza como estos versos. El agua de la llúvia deseará ir a buscarla recorriendo los vados y pendientes necesarias.
ResponderEliminarUn placer, Elvira.
Intenso y profundo...!!!
ResponderEliminarQue bueno...!!!
Un abrazo Elvira.
Querida Elvira, estoy fascinado con tus versos. Este extraño cordón umbilical, cómo en su día llamaste a este medio, es maravilloso pero yo soy de generaciones anteriores y para leer tú poesía, por ejemplo, prefiero el papel, preferentemente, amarillento de tiempo. Cerrar el libro junto a los ojos después de leer un poema; ponerlos en mi pecho y perderme en el.
ResponderEliminarPerdón por el divague ¿Dónde puedo conseguir tus libros?
Un abrazo, poetisa.