Mezquita de Córdoba |
Abd al-Rahman I, al-Dahil, El emigrado, príncipe omeya de Siria, logró escapar a una terrible matanza en Abú Futrus, en el año 750, donde pereció casi toda su familia. Después de eludir una furiosa persecución que lo llevó por el norte de Äfrica, decidió desembarcar en territorio hispánico en 755 y desafiar al Emir de al Andalus, que no pudo evitar la derrota a manos del príncipe omeya. Abd al-Rahman I conquistó Córdoba en 756 y se convirtió en Emir de un poderoso estado que controlaba casi toda la península hispánica, aunque en continua guerra con los cristianos del norte y los sirios rebeldes, los yemeníes, bereberes y otros árabes renuentes a someterse. En 785, tres años antes de su muerte, Abd al-Rahman I inició la construcción de la Mezquita de Córdoba, en el solar de la antigua Basílica visigoda de San Vicente. La Mezquita de Córdoba fusionó elementos hispanorromanos, godos y sirios, iniciando una tradición que llevaría al territorio andalusí a convertirse en un foco de civilización y cultura, esparciendo su luz por la Europa medieval. Menos de dos siglos después, en 929, el Emir omeya Abd al-Rahman III se convirtió en Califa de Córdoba, y llevó sus ejércitos contra musulmanes rebeldes y reinos cristianos enemigos. No conoció la paz, fue cruel y déspota, y un gran promotor de la cultura, fundando bibliotecas, escuelas, palacios y mezquitas.
Encuentro un curioso paralelo entre los agresivos francos de Carlomagno y los belicosos omeyas de Córdoba. Aún cuando su principal ocupación era la guerra, francos y omeyas deseaban alcanzar la paz, instaurar estados poderosos que promovieran las artes y las ciencias, la educación y la fe. Sin el Renacimiento carolingio y sin el esplendor del Califato omeya es imposible entender el tortuoso camino que media entre el caos y el atraso de la Alta Edad Media y los frutos extraordinarios que emanaron del magnífico esplendor de la Baja Edad Media, precursor a su vez del Renacimiento. Rastrear nuestras raíces culturales nos hace comprender mejor nuestro presente y proponer un mejor futuro.
Abd al-Rahman I, al-Dahil |