Exteriores temía desde hace meses la visita de Delcy Rodríguez
Caracas desmintió el viaje de la vicepresidenta a España horas antes de que despegara
La confusión que rodea la escala en el aeropuerto de Barajas de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en la madrugada del pasado 20 de enero, comenzó mucho antes de que su avión aterrizara. A finales del año pasado se extendió ya el rumor de que la mano derecha de Maduro se proponía viajar a Italia —según algunas fuentes, al Vaticano— y planeaba hacer una escala técnica en Madrid.
Esta posibilidad provocó alarma en el Ministerio de Asuntos Exteriores, ya que, desde junio de 2018, está incluida en la lista negra de altos cargos del régimen bolivariano a quienes se impide la entrada en el espacio Schengen (26 países europeos, la mayoría de ellos de la UE, más Suiza, Noruega e Islandia). Pocos días antes, Maduro la había convertido en vicepresidenta, tras presidir la Asamblea Constituyente con la que pretendía neutralizar el Parlamento controlado por la oposición. El Gobierno español ya dejó claro en aquel momento que no permitiría la entrada en su territorio de la política chavista, según fuentes diplomáticas.
Aquel rumor no se llegó a materializar, pero tampoco se disipó por completo. El sábado 18 de enero cobró tal fuerza que desde el Ministerio de Exteriores se pidió a la Embajada de España en Caracas que realizara una gestión ante las autoridades venezolanas para intentar confirmarlo o desmentirlo. La respuesta fue una negativa tan poco convincente que se pidió a la legación española que repitiera la gestión horas después. Esta vez no hubo respuesta.
Solo tres horas antes de que el avión oficial aterrizase en Barajas, la Embajada venezolana en Madrid comunicó que en el aparato viajaba, además del ministro de Turismo, Felipe Plasencia (que encabezaba la delegación de su país en Fitur), la vicepresidenta Rodríguez
El Gobierno podría haber optado por negarle autorización para aterrizar, forzándole a buscar un aeropuerto alternativo en un país vecino, pero decidió enviar al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, a Barajas, supuestamente con el encargo de asegurarse de que no entrara en territorio Schengen, combinando la firmeza con la amabilidad ante la incómoda visitante.
Las fuentes consultadas no se explican por qué, si el destino último de la vicepresidenta venezolana era Turquía, no solicitó la escala en Marruecos o en algún otro país ajeno al espacio europeo sin fronteras, conocedora como era de que tenía vetada la entrada en su territorio.
O no valoró el problema diplomático que creaba al nuevo Gobierno español o quería ponerlo a prueba. La vicepresidenta venezolana nunca ha ocultado su disgusto por verse tratada como una proscrita por la Unión Europea y Estados Unidos.
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