Cuántas noches pensando, imaginando, creando...en definitiva pidiendo. Y por pedir, que no quede ¿Verdad?
A veces, pedimos y pedimos grandes cosas, pero no nos paramos a pensar, mejor dicho, a valorar los mínimos detalles que ya tenemos y que "tapan" nuestros grandes huequecillos de felicidad. Estos años atrás he aprendido a valorar (si cabe aún más) esos pequeños gestos gratuitos, invisibles que los demás tienen contigo.
Y es que, yo por pedir, pedí una sonrisa tuya dedicada, pedí una mirada asustadiza de un "me gustas", una caricia, pedí una pequeña carantoña, un mordisco, te pedí que me pensases en una canción, que hasta la última neurona de tu memoria se acordara de mí, pedí que tu "en línea" fuera un "escribiéndote", pedí un insulso "me gusta" pegado en mi puto muro, te pedí un mísero hasta luego con sabor a ya te echo de menos, y por pedí seguí pidiéndote más. Te pedí que escucharas mis quejas, mis sollozos, mis enfados, mis pequeños logros, mis profundidades y pedí no aburrirte con todo ello; pedí seguir siendo espontáneo, mágico, pedí seguir estando a tu altura y que nunca me vieras sin ilusión. Pedí por tu felicidad, pedí porque se hiciera realidad hasta el más pequeño de tus sueños, hasta reconozco que pedí por mi egoísmo para que desearas verme en alguno de ellos. Pedí para seguir oliendo tu único perfume, pedí para que se quedase impregnado en mi almohada, en mi piel, en mis manos y hasta pedí porque lo pudiese tocar una y otra y otra vez. Pedí que tu fuente de deseo nunca se agotase, pedí una especie de buffet libre en tus labios, pedí tu flequillo, pedí conducir cada una de tus curvas y hasta me atreví a pedir que me dedicaras, aunque sólo fuese una sístole de ti...no te preocupes, yo me encargaría de la diástole. Pedí que no me abandonaras en mis lágrimas porque de mis carcajadas serías la dueña, pedí como si no hubiese un mañana sin ti, pedí que me dieses la mano, pedí que te sentaras a mi lado, que me mirases mientras me quedase dormido, te pedí en mis sueños. Pedí la luna, el sol, el mar, la tierra y el aire para ti, tranquila, algún día te lo traeré todo.
Pedí para que nadie fuera capaz de mirarte como yo, que nadie lograse descifrar tus ojos y labios y pedí para que ningún otro te entendiera como yo. Pedí para que jamás me borrases de ti.
Pedí que nunca dejara de ser yo.