Malo, muy malo. Es el único adjetivo con el que puedo hablar del último libro que me he leído: El ladrón de arte de Noah Charney. Una trama poco interesante, que no involucra al lector y que se enreda para llegar a un final poco convincente y que te sume en la más absoluta indiferencia.
Tan malo me ha parecido que ahora no sé qué leer, necesito algo totalmente diferente. Creo que me voy a atrever con la trilogía de Stieg Larsson. No me hablan mal de ella así que voy a intentarlo. Aunque miedo me da. Pienso que va a ser mucho ruido y pocas nueces...
Normalmente intento intercalar el tipo de libro que leo. He tenido temporadas en las que todo lo que caía en mis manos eran basados en los masones, templarios, tesoros... Después pasé a aficionarme a los "libros fáciles", aquellos en los que no tienes que pensar en nada y dejarte llevar por las situaciones. Además de ser baratos, entretienen. Por poner un ejemplo que todo el mundo conozca: El diablo se viste de Prada de Lauren Weisberger.
Recuerdo que cuando me terminé Ensayo sobre la ceguera de José Saramago necesité unos cuantos libros fáciles para reponerme. Me impactó mucho, fue tan visual que no quise ir a verla al cine ni tengo pensado verla alguna vez en la tele. Un gran libro para el que hay que tener estómago y ganas de pensar.
Lo mismo me ocurrión con El evangelio del mal de Patrick Graham. No es que sea un libro buenísimo, pero me gustó porque consiguió lo que pretende, dar miedo. Es un libro oscuro, de oscuras intenciones que producía pesadillas por las noches. Aun así me lo terminé porque comprendí que el autor estaba consiguiendo lo que pretendió al escribirlo, además, si lo dejaba a medias ¡nunca se acabarían las pesadillas!. Al terminar necesité un par de libros fáciles para digerir el miedo.
Puedo concluir que cuando me leo un libro interesante me deja tan exahusta su lectura que después para descaifeinarme necesito algo sencillito, sin demasiados personajes o que sean superficiales. De momento tengo apartado este tipo de libros porque no consigo leer ninguno que sea bueno, que me atrape y me deje rendida al terminar. ¿Será Stieg Larsson capaz de devolverme a la literatura fácil?