Estoy en prisión.
Entretejo barrotes
de sustancia ensoñada
de aire, luz, viento, fuego
Entretejo barrotes
de sustancia ensoñada
de aire, luz, viento, fuego
Aunque a las diez de la noche él sale del trabajo, llega a su casa tres días más tarde. “Me va a montar otra bronca -prevée-. Me tiene harto”. Sólo lleva dos meses casado y no sabe cómo decirle a su mujer que ya no la quiere, en realidad que no la aguanta más.
Al entrar nota el cambio. Va desnuda con las altas sandalias rojas. Lánguida, relajada, habla por teléfono. Lo saluda con un gesto y le sonríe. Se balancea con Aretha Franklin. Lejana, tan lejana.
“Ya dejó de quererme”, comprueba él.
La percibe autónoma, misteriosa, sensual. Lo fascina.
Vuelve a adorarla.Pero sabe que nunca alcanzará a la que ama.
Se le escapa cuando la tiene.