sábado, 11 de julio de 2009
El Prójimo
Cierto día en una tarde de Enero, volviendo del trabajo eso de las 18:00 horas en un día de calor insoportable encontré en el camino a casa, vi a un señor que caminaba por la orilla del camino cargando en sus brazos a una niña no mayor de 4 años.
Este señor de aspecto muy humilde hacía señas para que alguien lo recoja en un vehículo, yo en ese momento pensé en solo llegar a casa para darme un baño y descansar, pero el espíritu me movió a parar y preguntarle hacia donde se dirigía, él me dijo que tenia que viajar a más de 140 km de donde estaba y no tenia plata para el viaje, yo solo iba un par de cuadras más adelante y le
propuse subir y llevarlo aunque más no sea unas cuantas cuadras.
En el transcurso del viaje me contó de todos sus problemas por lo que estaba pasando con su hija enferma, que había estado internada, la acababa de sacar del hospital, que solo le funcionaba un solo riñón y para colmo de males su esposa lo había abandonado.
Fue tanta mi angustia y me veía imposibilitado de ayudarlo económicamente ya que en esos momento no tenia plata y para colmo el combustible del auto ya tenía alarma y solo me alcanzaba para unos pocos km. más.
Decidí acercarlo a una autopista cercana y que dejarlo para que la providencia de Dios toque algún automovilista y lo llevara, pero como yo me sentía impactado por todas las cosas que me iba contando, pasé ese lugar y seguí sin parar, siempre tratando de dejarlo lo más cerca posible, cuando me dí cuenta ya había recorrido mas de 25 km. y tomé la decisión de dejarlo en ese lugar un pueblo llamado Famailla, a todo esto yo tenía que regresar a mi hogar, mi auto sin combustible
y yo sin plata ni siquiera para un litro, solo pensé que si me quedaba alguien me ayudaría.
No se como pero ese día yo regresé a mi hogar llorando, no entendía como en el auto fui casi 55 km. entre ida y vuelta y seguía con combustible.
Hermanos solo Dios ve en lo más profundo de nuestro corazón nuestras buenas obras, y para Él no hay nada imposible y yo soy testigo de esto, cuando tengas la oportunidad de ayudar no veas las dificultades, solo entregate a las manos del Señor que está en los Cielos y Él nunca te dejará, porque todo lo que Dios hace lo hace muy bien y además Él permite siempre que el Prójimo se nos cruce por nuestro camino.
Miguel González (Tucumán - Argentina)
Etiquetas:Testimonio | 0
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