Hacía ya un tiempo que me sentía insatisfecha con mi profesión y decidí realizar la carrera que me planteé al terminar la selectividad y no hice porque no tenía salida.
Hay asignaturas comunes por lo que intenté convalidarlas, una en concreto no me la convalidaron y eso es algo que me dio mucha rabia.
Ir a clase no es algo que me guste, ni que haya hecho en mi anterior carrera, pero siempre se me han dado bien los estudios así que solía aprobar. Sin embargo, ahora exigen asistencia en muchos casos, y en esta, era requisito para aprobar, aunque yo en ese momento no lo sabía. Había sacado un 4.8 en el examen y entre 8 y 10 en los trabajos. Como los trabajos eran un 10% de la nota no entendía el por qué de mi suspenso así que me fui a la revisión del examen hecha un basilisco.
Me perdí un par de veces porque la universidad la pisaba poco, pero al final encontré el despacho. Al llegar la puerta estaba abierta. En la puerta había una placa de metal que ponía "Dpto Física" y abajo "Dr. Serra". Me hizo gracia que fuese doctor, seguro que era el típico estirado que luego no tiene ni idea del mundo laboral.
- Buenas tardes - dije extendiéndole la mano al Dr Serra - Mara Portals, vengo a la revisión del examen de estadística
- Buenas tardes Mara - me dijo estrechándome la mano de forma firme - siéntese
Rebuscó entre todos los exámenes el mío y me lo extendió.
- Aquí lo tiene, un cuatro con ocho
Revisé el examen y estaba todo correcto.
- Los trabajos son un 10% y yo tengo muy buenas calificaciones, ¿por qué me ha suspendido? - le dije en un tono que dejaba ver totalmente mi enfado y desaprobación
- La asistencia de esta asignatura es obligatoria, si no tiene al menos un 80% de asistencia, el resto no sirve de nada, y además, para que le cuenten los trabajos es necesario el mínimo de aprobar, requisitos mínimos que usted no cumple
- Solicité la convalidación y me la denegó, ahora me suspende por dos décimas una asignatura que ya he cursado
- No en esta universidad, y a la vista está, que no da la talla
- No he estudiado así que no me diga si doy o no la talla, su asignatura es absurda y de nada sirve, cosa que ya he comprobado
- Es usted muy soberbia señorita Portals
- Mara - odio que me llamen por mi apellido
- No puede venir, además así vestida y exigir un aprobado que no se merece
Bueno, eso era ya lo último que me podía decir para que montara en cólera, primero no me la convalidaba y ahora pretendía que pasase por el aro del nuevo y estúpido sistema que habían creado con el Plan Bolonia que en nada ha mejorado la educación. ¡Y encima juzgando mi vestuario! Iba con una falda de tiro alto de color caqui de ante, un jersey beige y una chaqueta y unos tacones del mismo color, ni que estuviésemos en el siglo pasado. Además la falda no era tan corta como para que me hiciese ese comentario.Si pretendía sacarme de mis casillas, lo había conseguido. El tema de que los profesores eran como la ley ya lo había superado en mi anterior carrera, ya no me daba ningún reparo tratarlos de igual o juzgarlos.
- Mire señor Serra, me molestó mucho que me denegase la solicitud, podrá negarse a aprobarme, pero juzgar mi vestuario no pienso consentírselo, no sé quién se ha creído que es para realizar un comentario de ese tipo
- Su profesor, soy su profesor - dijo muy calmado recostándose en su silla
- Un profesor muy retrógrado. Además si fuese un mínimo de bueno, habría conseguido que fuese a sus clases y estudiase
Se levantó y cerró la puerta.
- No acude a las clases obligatorias, realiza un examen mediocre, tiene la poca decencia de decirme que no ha estudiado ¿y pretende que la apruebe? ¿por qué? ¿por la cara? ¿y qué pretendía viniendo así vestida?
- ¡Lo que me faltaba! ¡Así vestida! Yo no hago comentarios acerca del mal gusto que tiene vistiendo, es usted un maleducado. En vista que tanto le desagrada mi apariencia, ¿por qué no me aprueba y así nos evitamos tener que vernos nunca más?
- ¿Y si quisiera volver a verla?
La respuesta me dejó fuera de juego. Parece que el título de Doctores viene con un palo de escoba metido por el culo, y así, con su actitud de estirado me estaba diciendo que quería volver a verme.
No era muy atractivo, pelirrojo, sin mucho pelo y un cuerpo normal. Era joven, eso sí, no debía de tener más de 36 años. Para su edad vestía francamente anticuado.
- Bien, le diré lo que haremos, le pondré un diez si se queda y durante los próximos veinte minutos acepta hacer todo lo que le pida, si no puede salir por la puerta, se queda con su suspenso y nos veremos el año que viene en clase
- ¿Qué va a pedirme? - se me pasaron mil cosas por la cabeza y ninguna que no estuviese relacionada con el sexo
- Eso sólo puede saber si acepta
- ¿Si quiero parar en algún momento podré irme con el suspenso?
- Sí, por supuesto ni qué decir que aquí no ha pasado nada en cuanto salga por la puerta
Vacilé un rato. Él se sentó y se quedó mirándome, no tengo claro si estudiaba mi lenguaje no verbal o pretendía intimidarme.
- Tómese su tiempo señorita Portals - dijo mientras se mecía en la silla
- Mara
- Tómese su tiempo Mara
- Acepto pero puede tutearme
- ¿Estás segura de tu decisión?
Nunca he entendido a las personas que cuando tomas una decisión importante te hacen dudar preguntando si estás segura, aquel día estaba muy irascible, en el fondo creo que cualquier cosa que hubiese dicho me hubiese molestado.
- Sí - dije lo más segura que pude
- Bien, inclínate y apoya las manos en la mesa en un ángulo de 90 grados.
Dudé un poco. Él me miró arqueando una ceja. Me habría esperado que quisiera algún favor sexual, una felación o algo similar, esa posición me hacía dudar de cómo iba a discurrir el acto sexual. Se puso detrás de mi y me puso la mano en la espalda empujándome hacia abajo.
- He dicho 90 grados, ¿siempre te cuesta tanto entender las cosas?
- No, siempre y cuando no implique dejar mi orgullo a la altura del betún - dije enfadada
- Ese es tu problema, demasiado orgullo
Escuché la hebilla del cinturón y de reojo vi cómo lo doblaba. ¿Realmente iba a azotarme? Pues sí, salí de dudas pronto porque el primer azote llegó en seguida, el segundo, el tercero... perdí la cuenta. Cuando paró me incorporé pero no fui capaz de girarme.
- No te he dado permiso para moverte Mara
Volví a la posición. Me subió la falda, me bajó las medias y me pasó la mano por el pelo, la espalda y luego el culo. Eran como caricias, en cierto modo lo agradecí porque me escocía un poco. Tiró de mi culot hacia arriba dejando mis nalgas al descubierto, se separó un poco y continuó con la azotaina. Dejó el cinturón en la mesa, me bajó despacio las bragas hasta dejarlas justo debajo de mi culo y me acarició las nalgas.
- ¿Por qué has suspendido?
- Porque no he estudiado
- ¿Y cómo te atreves a exigirme nada sin haber cumplido ninguna de tus responsabilidades? ¿Qué clase de persona eres? - me dijo dándome otros dos azote, esta vez más fuerte y centrándose en el mismo lugar
- He aprobado esta asignatura con anterioridad y no me parece justo lo que has hecho
La respuesta pareció no gustarle porque siguió dándome en la misma zona una y otra vez.
- Eso será en otra facultar, aquí no eres lo suficientemente buena - cambió de nalga y volvió a empezar, fuerte y firme - Así pues, ¿has hecho bien en venir? - otra nalgada.
- No - aquí ya estaba colorada
- Eso está mucho mejor
Me cogió de la muñeca, me giró y se puso a dos centímetros de mi cara, su mano estaba a la altura de mi vagina
- Si la tocara, ¿estaría húmeda? - me quedé paralizada - ¿qué le sucede a tu orgullo ahora?
No respondí y mi cara debió de ponerse del color de mi culo.
- Tu dignidad empieza a caer entre tus piernas, Mara
Me pasó la mano por mi sexo y luego la acercó a mi boca. Eché la cabeza hacia atrás en desaprobación.
- ¿Hace este tipo de guarradas con todas?
Seguía con el cinturón en la otra mano y lo levantó un poco a modo de señal de reanudar. Abrí la boca y lamí sus dedos,
- No, no suelen venir como tú, me estoy empleando a fondo, ¿no querías un diez?
- Si
- Pues aunque no lo creas lo estás haciendo bastante bien
Volvió a pasar su mano entre mis piernas mojadas y a meter y sacar dos dedos en mi boca. Con la otra mano cogió la mía y la puso sobre su pantalón. Podía notar su erección a la perfección. No dejaba de mirarme a los ojos, yo hacía lo mismo.
Desabroché el pantalón, bajé su cremallera y metí la mano en sus calzoncillos. Él bajó su mano a mi vagina y empezó a meter dos dedos, tres. Nos masturbábamos mutuamente. Cerré los ojos y levanté la cabeza como si mirase al techo. Le pasaba la mano por el pene, apretando, firme, de vez en cuando me centraba en la punta y volvía a descender apretando un poco más. Él metía y sacaba sus dedos, hacía presión en una de las paredes mientras con el pulgar masajeaba mi clítoris. Bajé la cabeza, abrí los ojos, aparté mi mano y quité la suya. Le cogí de la muñeca y tiré de él hacia su mesa hasta quedar nuevamente apoyada, al tenerlo delante me puse de puntillas, tiré de él un poco hacia abajo y lo besé. Me senté en la mesa con la falda arromangada y me senté en el escritorio con las piernas abiertas. Siguió masturbándome con una mano y con la otra se masturbaba él mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Me cogió de la mandíbula y me hizo mirarle a los ojos.
- Mírame - me ordenó
De forma súbita sacó sus dedos y me la metió entera, buscando profundidad, la unión de las caderas. De vez en cuando hacía pequeños círculos con las caderas, buscando la máxima fricción, notando con su punta el final, notando como se vuelve estrecha y presiona su miembro. Entró y salió unas cuantas veces, de forma rápida, intensa.
Cogí su mano, chupé dos dedos y se los puse en mi clítoris, haciendo presión con movimientos circulares. Me puse de pie y me giré de espaldas a él apoyándome en el escritorio. Le miré de reojo y le dije que termináramos así.
- ¿Qué nota quieres? ¿Un nueve? - dijo pasando su miembro por mi vagina - ¿O un diez? - dijo mientras lo frotaba por mi culo
Me quedé fría, no me lo esperaba. Estaba muy excitada y la respuesta que dí no me la esperaba ni yo misma.
- Si vas a tener cuidado un diez, ¿lo tendrás?
- Siempre lo tengo
Me cogió de los hombros, bajó sus manos por mi espalda, por mis nalgas, las abrió y me puso la mano frente a mi cara
- Escupe
Escupí toda la saliva que pude. Empezó a lubricarme con mis babas y empezó a trabajar mi culo, primero un dedo, luego dos, tres. Mi respiración era entrecortada, pendiente de todos sus movimientos.
- Sexo anal por un diez, dónde has llegado... - me dijo con sorna
- Si me vas a juzgar paramos ahora mismo - dije tajante
- Perdona, no lo haré - dijo mientras me pasaba la mano por el pelo, imagino que a modo disculpa
- Y ahora dime una cosa, ¿te ha excitado azotarme?
- Sí - dijo mientras seguía metiendo y sacando los dedos de mi culo
- ¿Porque te excita azotar a las mujeres? ¿O porque te gusta ponerlas en su sitio? - dije gimiendo
- Me gusta como tu actitud dominante ha bajado a la de ser una mujer azotada - en su tono de voz se notaba la excitación
Empezó a meterla despacio, hasta el fondo, poco a poco aumentaba el ritmo. Con una mano me masajeaba el clítoris. Se podía escuchar el sonido de su cadera al chocar con mis nalgas. Dejó de tocarme y me dio un fuerte azote mientras con la otra mano ahogaba mi grito de sorpresa. La humedad de mi vagina bajaba en forma de gotas entre mis piernas. La sacó del todo y la volvió a meter de golpe mientras me cogía el pelo enredado en su mano. Aumentaba el ritmo y seguía dándome azotes de vez en cuando. Estaba tan excitada que no sentía dolor, solo placer y un leve escozor. Cada vez gemía más fuerte y no podía controlarme. Me volvió a tapar la boca y terminé con gemidos ahogados. Él no tardó en seguirme y se quedó dejando caer parte de su peso sobre mi espalda, podía notar su sudor.
- Tienes un diez - y me dio un beso en la cabeza.