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viernes, 4 de mayo de 2012

Importando energía, exportando miseria

Imagen de http://www.indiacause.com

Queridos lectores,

Ayer durante la conversación en Burbuja Radio surgió un tema interesante. Hacia el principio del debate constatábamos que, de acuerdo con los datos que proporciona la Agencia Internacional de la Energía en su último Oil Market Report la producción de petróleo del mundo ha aumentado en el primer trimestre de este año, cerrando así un período de dos años (todo 2010 y todo 2011) en el que la producción de petróleo ha sido incapaz de cubrir toda la demanda y se ha tenido que tirar de los stocks de la industria para mantener una apariencia de normalidad, con precios muy altos, eso sí. La parte del león para cerrar este agujero viene de gran crecimiento de la producción de la OPEP (en buena medida, por el progresivo restablecimiento de la producción libia), pero también es significativo el crecimiento la producción de los EE.UU. Durante los últimos años, los EE.UU. han aumentado constantemente su producción de petróleo (precisemos, de todos los líquidos del petróleo) y ya está llegando a los 10 millones de barriles diarios, como se muestra en el gráfico que sigue a estas líneas, sacado del post "El mito de que los EE.UU. serán pronto un exportador de petróleo" de Gail Tverberg publicado en su blog Our Finite World (en inglés).


Imagen de http://ourfiniteworld.com


Parece, por tanto, que efectivamente los EE.UU. han conseguido revertir una tendencia de décadas y están remontando el vuelo desde su peak oil, acaecido en 1970. En realidad, la tendencia en la producción de petróleo crudo de los EE.UU. no se ha revertido significativamente: lo que realmente está pasando es que la producción de otros líquidos del petróleo está aumentando mucho: biocombustibles, petróleo de esquisto (shale oil), líquidos del gas natural... Petróleos todos ellos sintéticos, fabricados con un enorme insumo de energía y otras materias (generalmente agua y gas natural), con un poder energético inferior al del petróleo crudo -típicamente tienen un 70% de la energía del petróleo por volumen, con lo que la contabilidad actual, en millones de barriles de petróleo, es muy confusa- y con TREs muy bajas, oscilando -según el tipo de líquido del petróleo y el autor que lo calcula- entre 1,5 y 5. Incluso, si se mira con detalle el pequeño aumento de la producción de petróleo crudo, éste proviene sobre todo, como comenta Gail Tverberg, de la producción de tight oil, petróleo atrapado en rocas poco permeables como los esquistos. Este petróleo tiene propiedades similares al petróleo crudo (al contrario que los petróleos de esquisto, shale oil, que son en realidad hidrocarburos poco cocinados y que después tienen que ser procesados para obtener un sucedáneo de petróleo por síntesis con gas natural), y si ahora se ha podido comenzar a explotar es por el desarrollo de las explotaciones de shale oil, que extraen el petróleo por fractura hidráulica de las láminas de esquisto. El uso de una técnica tan compleja y agresiva para extraer un recurso marginal hace que la TRE del tight oil sea también muy baja, inferior a 5 en todo caso.


Tenemos, pues, que los EE.UU. están aumentando significativamente su producción, pero lo está haciendo con petróleos de baja TRE. Como sabemos, existe un valor mínimo o umbral de la TRE media de las fuentes energéticas de una sociedad estructurada, que algunos autores sitúan alrededor de 10. Por tanto, se podría decir que el actual aumento productivo de los EE.UU. es un mero espejismo y si se puede mantener es porque el petróleo crudo que ellos producen y el que importan tienen mejor TRE y así la TRE media estadounidense es bastante superior. Sin embargo, ya vimos que la rentabilidad económica es subsidiaria de la rentabilidad energética expresada por la TRE (salvo si hay subvenciones que desvirtúen los precios, como bien señalaba Juan Carlos Barba ayer), así que tal aumento de producción de petróleo de baja TRE para autoconsumo debería ser nocivo para la economía de los EE.UU., al estar reduciéndose su rentabilidad energética y por tanto así la económica. No es el caso en absoluto: la economía de los EE.UU., a pesar de no estar saneada, está manteniéndose en una buena forma en estos primeros coletazos de la nueva recesión. ¿Cómo se explica tal paradoja?


Se explica porque la economía de los EE.UU. no es un sistema aislado, sino que tiene una fuerte interrelación con el resto de las economías mundiales; más aún, los EE.UU. tienen la divisa fuerte, el dólar, que es aceptada en todas las transacciones internacionales. Así pues, lo que está sucediendo es que los EE.UU. están comprando en el extranjero los materiales que requieren para su explotación local (los tubos de acero para los pozos de fractura hidráulica, los fertilizantes para cultivar sus campos, el petróleo crudo que importan...). Pagan todos esos materiales con dólares, la imprenta de los cuales controlan (ya saben que EE.UU. se ha sometido a dos rondas de alivio quantitivo -quantitative easing - lo que en román paladino quiere decir imprimir billetes a mansalva para pagar sus deudas). 

Gracias a la conversión del coste energético en coste monetario y la depreciación energética real de la moneda los EE.UU. son capaces de explotar un recurso local de baja calidad con un buen retorno económico. Sin embargo, en términos energéticos las cuentas no salen. EE.UU. está importando energía embebida en esos materiales que le están vendiendo otros países endosándoles un pasivo de baja calidad (JC Barba dixit), los dólares, es decir, en un intercambio asimétrico en el cual la energía representada por su moneda no equivale a la energía embebida de los materiales importados. En suma, este tipo de transacción supone una succión energética de los EE.UU. sobre los recursos energéticos del resto del mundo. Los EE.UU. pueden explotar esos pobres recursos locales porque el resto del mundo se lo financia energéticamente.


Si se mira a escala global, este comportamiento de los EE.UU. está llevando a una disminución anticipada de la energía neta, más rápida de lo que en principio cabía esperar. La solución no convencional de los EE.UU. es buena para ese país, pero nociva en términos globales. El desvío de recursos para la explotación de las fuentes locales estadounidenses de baja calidad está lógicamente haciendo que esa energía no se destine a la explotación de otras fuentes de mejor retorno, y eso hace disminuir la disponibilidad energética del resto de los países. La situación se parece a la de una melée de personas en medio del mar, y en la que una se encarama a las otras para poder respirar él mejor mientras el resto se ahogan.

Los líderes políticos europeos que miran con envidia el nuevo paradigma energético americano se equivocan completamente en su análisis si creen que pueden exportar tal modelo a Europa. Y es que al mundo ya le cuesta mantener la sangría energética de los recursos no convencionales estadounidenses, y difícilmente podría mantener otro jugador del mismo juego. En realidad el euro no es ya tan fuerte como el dólar, y en realidad nosotros estamos en la parte de abajo de la melée, quizá justo debajo del pie americano pero con la nariz ya a ras del agua. En realidad deberíamos entender que la estrategia americana nos precipita más velozmente hacia la escasez energética.


¿Cuánto tiempo más durará esto? Tanto tiempo como el dólar siga siendo una divisa aceptada internacionalmente. Poco a poco los países exportadores se darán cuenta de que el poder de compra de los dólares dentro y fuera de los EE.UU. no es el mismo, de que el dólar le sale demasiado barato a los EE.UU. Quizá intenten usar sus dólares para comprar activos masivamente en el país norteamericano, o quizá diversifiquen su cesta de divisas o, simplemente, dejen de aceptar los dólares. En ese momento sobrevendrá un cambio de paradigma, la verdadera revolución que marcará el fin de la presente era. Quizá se postergue cinco años, quizá diez. Quizá los EE.UU., gracias a esta estrategia, consiga sacar pecho y respirar holgadamente durante estos años extra mientras precipita al resto del mundo por una pendiente más acelerada de declive de energía neta. Mientras los demás nos ahogamos, vaya.

Salu2,
AMT