Mostrando entradas con la etiqueta cinismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cinismo. Mostrar todas las entradas

martes, 16 de enero de 2018

El tsunami de plástico


Queridos lectores,

Con unas importaciones de unos 10 millones de toneladas métricas por año el año pasado, China es el principal importador de residuos plásticos del mundo, absorbiendo un poco más de la mitad del total mundial. A eso debe añadirse que el segundo principal importador es Hong Kong, que suma más del 20%, con lo que la inmensa mayoría de la importación de plásticos del mundo acaba en China, bien sea directamente bien sea a través de la ex-colonia inglesa (que, al fin y al cabo, sólo actúa como intermediario de tan lucrativa actividad). Tal vorágine importadora de lo que en el mundo occidental se considera un residuo se explica por la voracidad de materiales de la economía china, que transforma todo ese plástico usado, tras su clasificación, en resina de plástico que después es usada por las fábricas de la factoría del mundo para crear los mil enseres que luego nos son vendidos. Visto así, el trasiego de plástico usado hacia China y de productos elaborados desde China cierra un círculo virtuoso, al decir de las escuelas de negocios (de aquí). Y así era hasta que la cosa se torció.

En julio del año pasado China anunció a la Organización Mundial del Comercio que a partir de 2018 prohibiría completamente la importación de 24 tipos de plásticos, además de la de papel y material textil (de las que no hablaré aquí aunque también representa otro serio problema). Durante estos seis meses básicamente no se ha hecho nada aparte de intentar convencer al Gobierno de China que se replanteara la prohibición. Y ahora Occidente se encuentra delante de un problema de grandes dimensiones, el cual carece de capacidad de afrontar, dadas profundidad insodable de los cambios que se requeriría hacer.

Esta noticia ha tenido un eco bastante importante por todo el mundo, debido a los problemas ambientales que está empezando a causar la acumulación de residuos en los países de origen, que son básicamente todos los países occidentales (España incluida). Resulta bastante impresionante que ningún medio analiza la noticia desde el punto de vista chino: ¿cómo es que China hace colapsar una industria propia que ocupa a un gran número de personas y prefiere pasarse a la resina de plástico virgen, que es mucho más cara? En algunas noticias se apunta a razones ambientales y de salud de la población, que fueron las razones que alegó China en su anuncio a la Organización Mundial del Comercio, pero se comenta siempre de pasada, y en ningún caso analizando el grave problema ambiental que ya ha causado en China esta industria sucia que se sustenta en la explotación de las clases sociales más desfavorecidas. Pues efectivamente, para conseguir un reciclaje eficiente se necesita hacer una buena clasificación de los residuos plásticos, y la manera más barata y eficiente para hacer eso es usar mano de obra humana mal pagada, que en China aún abunda. Como refleja con horrible precisión el documental "Plastic China", la separación de residuos la hacen miles de personas que literalmente viven en medio de la basura, en unas condiciones de vida miserables e insalubres. Esencialmente, los chinos están explotando en el presente las minas del futuro de las que hablaba en este blog hace más de 7 años, aunque no con el objetivo de conseguir energía sino materiales, y lo están haciendo no introduciendo más tecnología sino con mano de obra semiesclava, justamente como se anticipaba también aquí hace 6 años. Frente a los adalides del tecnooptismo más irredento que se creen que la tecnología es prácticamente un sustituto de la energía, aquí no se ha visto ninguna implantación de nuevas tecnologías extremadamente eficientes a gran escala, no; lo que se ha producido aquí es una explotación inmisericorde del "ejército laboral de reserva" que tanto abarata la Gran Exclusión. No es ninguna casualidad: la tecnología no lleva siempre y necesariamente a un abaratamiento de los costes, y particularmente cuando se trata de hacer procesamientos complejos, para los cuales un ser humano con un poco de entrenamiento habitualmente hará el trabajo mejor y con menor coste energético que cualquier sistema automatizado. Aunque para que las cuentas salgan es fundamental que los salarios sean escandalosamente bajos y que no se respeten las mínimas normas de salubridad, que sólo servirían para encarecer el proceso. Es por eso que este tipo de reciclaje no se ha hecho aquí, aunque lo que ha pasado en China es una advertencia de lo que nos puede acabar pasando a nosotros mismos si continúa progresando la devaluación interna.

Hay dos aspectos de esta crisis que no he visto tratar en ninguna de las noticias que he leído sobre este tema, y que me gustaría destacar. 

En primer lugar, que además del grave problema ambiental y de salud que comporta el procesamiento y reciclaje de esos residuos, es bastante probable que si China se ha decidido a tomar tan drástica medida es debido a que ya no tiene prácticamente capacidad de absorber más residuos. Tengan en cuenta que lo que se reaprovecha para hacer resina plástica es sólo una fracción del volumen total, y el resto ha de ser incinerado (con mayor contaminación atmosférica) o bien enviado al vertedero. Es muy probable que los vertederos chinos estén ya muy saturados, y la peligrosidad de algunos residuos (pues Occidente ha aprovechado el envío de estos residuos para colar de matute materiales muy contaminados, aparte de lo contaminantes que ya de por sí son sobre todo algunos plásticos) hace imposible optar por la incineración. Mientras Occidente ha estado presionando a China para aceptar más de su basura, China se ha encontrado probablemente saturada e incapaz de asumir más.


El segundo aspecto de la noticia que me gustaría destacar es lo que yo calificaría de "cinismo industrial" de muchas de las empresas que en Occidente dicen dedicarse al reciclaje. Como ha evidenciado esta crisis, muchas de estas empresas no son verdaderamente empresas de reciclaje, sino más bien intermediarios o, en el mejor de los casos, plataformas de gestión logística de los residuos en su camino de ida y vuelta a China, seguramente llevándose una buena tajada por no realizar la tarea que se supone que es tan importante hacer, y que ellos en realidad se la han endosado a otros.

Al final, toda esta crisis es un buen ejemplo de cómo algo, que podría haberse anticipado y que se origina bajo la lógica del despilfarro a la que aboca nuestra sociedad de sobreconsumo, se gestiona desde la lógica capitalista imperante. La necesidad de mantener apretado el acelerador del consumo lleva un sobreconsumo de plásticos, sobre todo en forma de envases y embalajes, y este sobreconsumo acaba creando una "industria" que se dedica a su "reciclaje"; y la lógica de seguir creciendo impide poner freno a esta locura hasta que se llega un momento en que el problema tiene dimensiones tales que no se puede gestionar y estalla una crisis como la actual.

¿Y cómo se va a gestionar la crisis actual, una crisis que ya está aquí y que cada día que pasa va generando más residuos que se acumulan en los puntos donde se recogía la mercancía que ya no se puede enviar a China?

Por un lado, estamos escuchando muchos cantos de sirena sobre la oportunidad de negocio que se abre para las empresas de aquí y cómo esto va a favorecer la innovación y gestión local de los residuos, creando nuevos y mejores puestos de trabajo. Pero, como comentábamos arriba, es imposible hacer este reciclaje de manera mínimamente competitiva sin la mano de obra semiesclava que se prodiga en China. E incluso aunque nuestros grandes emprendedores locales consiguieran encontrar la manera (más probablemente, explotando el ejército laboral de reserva local) se requerirían unos cuantos años para poner a punto una industria local a la altura del volumen de residuos que generamos. Y no olvidemos que tal industria tiene fecha de caducidad, porque sólo se recicla efectivamente una fracción del total, mientras que el resto tiene que ir al vertedero o ser incinerado. 

Justamente son esas dos (vertedero e incineración) las dos soluciones terribles que se están proponiendo a corto plazo para abordar este problema. Ya se anticipa el problema ambiental que supondría cualquiera de las dos soluciones, aunque obviamente es mucho peor en el caso de la incineración por la liberación de dioxinas y partículas en general. Pero los plásticos siguen amontonándose a gran velocidad y se tiene que encontrar una solución rápida. Así las cosas, es evidente que los países occidentales van a presionar a algunos países del tercer mundo o asimilables para que se conviertan en los nuevos importadores de residuos de último recursos para el mundo occidental, incluso sin tener la pretensión que estos importadores intenten hacer algo parecido a reciclar y se muestren claramente como lo que serían, los vertederos mundiales. Lo peor de esta lógica absurda de la huida hacia adelante y la búsqueda de la solución más económica a corto plazo que guía los razonamientos de mercado tradicionales es que tan sólo es un parche, una solución a corto plazo, hasta que los nuevos vertederos globales se saturen, y con la seguridad de que durante este tiempo añadido nadie va intentar buscar una verdadera solución a largo plazo.

Lo lógico sería comenzar a dar a este problema un tratamiento integral. No hay duda de que el uso masivo de envases y embalajes mantiene una fuerte industria local en los países occidentales, pero es un malgasto de recursos (que en realidad ya no nos podemos permitir, en las vísperas del declive energético) y genera el grave problema de gestión de residuos en el que estamos inmersos. Hay mucho camino posible a recorrer en la dirección en la que pocos analistas miran, que es la reducción. Si no se quiere explorar ahora que es más fácilmente gestionable, se tendrá que hacer cuando sobrevenga la nueva crisis de altos precios del petróleo. De momento tenemos a China como nuevo cliente global de resina virgen de petróleo tensionando este mercado, justo cuando la producción de hidrocarburos líquidos ya está cayendo.

Salu2,
AMT

jueves, 23 de mayo de 2013

Cinismo en la era del declive



Queridos lectores,

Es moneda común, desde hace muchos años, que las declaraciones públicas de diversos organismos internacionales e instituciones públicas con respecto a un posible escenario de escasez de energía sean desdeñosas. En muchos casos tal actitud refleja una ignorancia de algunos aspectos técnicos asociados a la llegada del peak oil, lo cual no es de extrañar ya que quienes rigen estos organismos suelen ser economistas, y ya sabemos por qué los economistas no entienden el Oil Crash (ni tampoco el problema específico que plantea la disminución de la TRE). En otros casos tenemos auténticos matones, expertos en fabricar la duda con fines completamente espurios (generalmente favorecer la liberalización administrativa y continuar con la fiesta como si nada pasase). En algunos casos, sin embargo, se encuentra tal oposición en medios gubernamentales, que se basan en una confusión de conceptos favorecida por aquellos organismos que tienen como función asesorarlos en materia de seguridad energética. El por qué estos organismos asesores actúan de esta manera es difícil de saber. Puede que tengan miedo de las consecuencias de hablar claramente, puede que a sus responsables se les impongan directrices políticas de no reconocer la verdad... Sea como fuere, el hecho es que ahora que el ocaso del petróleo ya está aquí estoy observando un incremento de declaraciones cada vez más estentóreas por parte de diversos responsables, sin que en realidad haya argumentos nuevos para negar que los recursos del mundo sean finitos y, lo que es más grave, que la oferta posible de los mismo tiene sus limitaciones. Al margen de sus motivaciones, está claro que su actitud es bastante cínica.

El caso es que algunos lectores me han preguntado repetidamente en los últimos tiempos por algunas de esas declaraciones de abundancia energética que sólo se soportan sobre el papel, y dada la recurrencia e impacto de las mismas he pensado que sería buena idea compilarlas en un post; aunque, como verán, no hay realmente nada nuevo bajo el Sol. He aquí mi somera relación:

No hay problema con el petróleo; queda tanto como el que se ha extraído hasta ahora: Esta afirmación la hizo un responsable de CORES en una reciente conferencia en ESADE, en Barcelona. Lo divertido del caso es que la segunda afirmación es factualmente correcta. Efectivamente, si pensamos en petróleo crudo se ha consumido poco más de un billón (español) de barriles de petróleo y las reservas restantes estimadas se estiman en otro billón, aproximadamente. Sin embargo a alguien que trabaja en CORES es imposible que se le escape que el problema es la producción, y no las reservas. ¿De qué me sirve tener 100 millones de euros en el banco si sólo me dejan sacar 100 euros al mes? Justamente el problema es que la primera mitad de las reservas -la que era más fácil de acceder- la hemos sacado en una fase de producción creciente (cada año se sacaba más petróleo que el anterior) mientras que la segunda mitad -la de extracción más difícil- saldrá a un ritmo cada vez más lento (cada año se sacará menos que el año anterior). 



Por tanto, lo que pretende ser una afirmación optimista es en realidad una manera torticera de disfrazar la realidad; un argumento convincente para el no informado: mera propaganda.

El problema de la producción es meramente de inversión: Quien hace esta afirmación desconoce o finge desconocer qué es la Tasa de Retorno Energético (TRE) y las implicaciones que tiene. Porque la cuestión no es si es técnicamente posible extraer todo ese petróleo que hay en el subsuelo, sino si podemos extraerlo de forma rentable. Para el economista, que sólo ve el dinero, es meramente cuestión de mejorar las técnicas extractivas y con la suficiente inversión se podrá hacer. Sin embargo, la clave es la rentabilidad energética, la cual evoluciona lentamente y en realidad tiene tendencia a disminuir a pesar de las mejoras tecnológicas. Y si el negocio no es rentable energéticamente es imposible que lo sea económicamente.

Las reservas estratégicas de petróleo de los EE.UU. están en máximos de los últimos 5 años. ¿Peak oil? Perdonen que me ría: Este comentario, prácticamente literalmente, se lo leí hace semanas a un conocido gestor de fondos. Esta persona en concreto suele insistir sobre el tamaño de las reservas estratégicas de los EE.UU., cuando difícilmente se puede encontrar un peor termómetro de la situación del petróleo. Para empezar, expliquemos qué son las reservas estratégicas de un país. Se trata petróleo almacenado en grandes tanques en ubicaciones clave, y cuyo objeto es garantizar la continuidad del suministro a servicios y sectores clave en caso de una interrupción del suministro de petróleo. Se crearon en los años 70 justamente para amortiguar los efectos asociados a las interrupciones de aquella época (embargo árabe, guerra de Irak-Irán). Todos los países de la OCDE y algunos que no pertenecen a esta organización tienen las suyas. Por ley, tienen que cubrir al menos 60 días de consumo o 60 días de las importaciones típicas en esa época del año, la que sea mayor de estas dos cifras. Dado este mandato legal, lo habitual es que estas reservas se mueven alrededor de ese guarismo, 60 días (el petróleo entra y sale continuamente de estas instalaciones porque una vez extraído se degrada en contacto con el aire y por tanto no se puede dejar almacenado sin más). Así pues, estas reservas estratégicas varían poco, y si acaso tienden a disminuir al ir cayendo el consumo del país. En cada momento del año la variación del volumen de reservas estratégicas con respecto a la media de los 5 años precedentes en la misma fecha son insignificantes en porcentaje, siendo mucho más importantes las variaciones a lo largo del año (puesto que no se consume lo mismo en invierno o verano que en primavera o otoño). Y en todo caso, cómo varía esta cantidad no nos dice nada sobre la evolución futura de la producción, sino sobre los patrones actuales de consumo de los EE.UU.

En la misma línea, aparte de las reservas estratégicas la propia industria guarda petróleo para que le sirva de colchón en caso de contingencias comunes (un petrolero que se retrasa, una avería en un oleoducto...). Este colchón es, en el caso de los EE.UU., de unos 30 días, sin que exista un mandato concreto acerca de su tamaño. Sus variaciones porcentuales son más rápidas que las de las reservas estratégicas debido a que responden más a las previsiones que la industria hace sobre el mercado. En los EE.UU. durante los últimos meses estas reservas han tocado máximos de 5 años aunque ahora están cayendo cerca de los valores medios. Como antes, este indicador tampoco es significativo acerca de la producción (por más que el homo economicus pretenda que la producción responde a los cambios en demanda que se reflejan en estas gráficas - absoluta falacia que se desmonta viendo la actual inelasticidad en la producción de petróleo, sobre la que ya hablamos).


En EE.UU. se está viviendo durante los últimos 5 años un boom de gas natural gracias a la producción de gas de esquisto, que es el combustible del futuro: Parece mentira que, con la abundancia de datos disponibles, se sigan diciendo estas tonterías. Al margen de que la producción de gas de esquisto es, simplemente, ruinosa desde un punto de vista económico, yo no veo ningún boom de gas natural en los EE.UU. Claro que eso depende de a qué llama uno "boom".

Veamos cómo ha evolucionado el consumo de gas natural en los EE.UU.  (datos de la Energy Information Administration):




La gráfica nos enseña los consumos agregados de gas durante los 12 meses precedentes. Fíjense que, si bien el consumo de gas remonta algo desde 2005, en 2009 aún estaba por debajo de los niveles del año 2000. Sólo de 2010 a 2012 el consumo llega a subir a un ritmo significativo, de aproximadamente un billón de pies cúbicos de consumo adicional al año. Es tan pequeño que cuesta hablar de boom: sería de aproximadamente 1 billón de pies cúbicos en tres años, es decir, de menos de un 1,5% anual si lo miramos desde 2010, y del 0,3% si lo miramos desde 2000. En fin, que nuestros comentaristas están exagerando la importancia del crecimiento del consumo.

Exageraciones varias sobre el futuro de la producción de petróleo en los EE.UU.: Ésta fue otra de las afirmaciones del responsable de CORES en ESADE. Seguramente Vd. ha leído que los EE.UU. serán el primer productor de petróleo del mundo hacia 2020 y exportará petróleo a partir de 2035; en algunos sitios, haciendo la ola a tan rocambolescas afirmaciones, llegan a afirmar que exportará petróleo el año que viene - en realidad EE.UU. comercia con petróleo de diversos tipos y procedencias, y con la disminución de calidades de los petróleos disponibles y los problemas con las refinerías (que también discutimos aquí) se pretende exportar excedentes de petróleo pesado hacia otros sitios donde se pueda refinar, aunque se mantengan o incluso aumenten las importaciones de otros tipos de petróleo. 

Todas las exageraciones que circulan actualmente sobre el futuro energético de los EE.UU. se basan en afirmaciones o informes de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que hizo el pasado Noviembre en su informe anual y hace poco ha renovado con motivo de su informe semestral. Sin embargo, del dicho al hecho media un gran trecho (pueden leer la traducción de un excelente post de Matthieu Auzanneau sobre este tema en este mismo blog). Cuando analizamos el último informe anual de la Agencia Internacional de la Energía destacábamos esta gráfica



La gráfica muestra cómo evolucionarán las importaciones de petróleo en los EE.UU. (curva azul inferior) de acuerdo con el escenario central que maneja la AIE. Como ven, incluso en 2035 EE.UU. seguiría importando más de 3 Mb/d (sobre los más 18 Mb/d que consumen los EE.UU. ahora mismo), pero aquí la AIE hace un divertido maquillaje contable. Según la AIE, EE.UU. será autosuficiente de manera neta porque los excedentes del gas natural que producirá equivaldrán a los faltantes de petróleo. Poco importa que a igualdad de contenido energético el petróleo valga más del doble que el gas natural y que posiblemente no tengan suficiente mercado para su gas: este salto al vacío sirve para crear una narrativa estimulante. Con todo, lo verdaderamente grave de esa gráfica (como comentamos en su día) es que se asume como una hipótesis natural que los EE.UU. reducirán su demanda exterior (lo que en la gráfica llaman "Demand-side efficiency") en 4 Mb/d, es decir, en más de un 20% del su consumo actual. Tomando el conjunto del consumo de petróleo, la AIE prevé un descenso del consumo de petróleo en los EE.UU. del 31%, lo cual es bastante grave si se tiene en cuenta que grandes caídas del consumo,  y no tan importantes, sólo se han visto acompañadas de una recesión económica profunda. Ciertamente, si la industria de EE.UU. se hunde el país puede acabar por exportar petróleo, pero no estoy muy seguro de que eso sea una buena noticia... Como tampoco lo es, en realidad, que EE.UU. pudiera llegar a ser el primer productor de petróleo del mundo antes de 2020, ya que lo sería con una marca similar a la actual de Arabia Saudita y Rusia, y si EE.UU. ocupase el primer lugar sería por el declive de esos dos países. En suma, que se maquillan como buenas noticias lo que en realidad son noticias horribles, en la máxima expresión del cinismo.

Sin duda los lectores identificarán ahora o en los próximos meses informaciones del mismo jaez. Si quieren saber qué hay de cierto y qué de exageración en una promesa de abundancia energética, mi recomendación es que busquen los datos originales en los que se basan las declaraciones originales (en la prensa, particularmente española, las noticias llegan a veces muy desvirtuadas por una cierta dejadez o falta de rigor de algunos periodistas, que no comprueban los datos originales). Y una vez con los datos en la mano, tiren de calculadora, y comparen los datos: si hablamos de nuevas reservas de petróleo, compárenlas con el consumo del planeta (90 Mb/d), a ver si son tan grandes; si hablamos de mejoras presuntamente fundamentales verifiquen si al final no tienen más que un impacto marginal en el consumo o producción de tal país; si se habla de tal tecnología revolucionaria, verifiquen si ésta ya está en fase comercial o si sólo hablamos de prototipos o, peor, experimentos aún en el laboratorio; etc. En muchos casos sin gran esfuerzo verán cómo se abusa del anumerismo del lector. Lo cual es preocupante en el caso de un periodista, y es prácticamente una traición a los intereses generales en el caso de los gestores públicos. Y es que en algunas circunstancias tanto cinismo no es disculpable.


Salu2,
AMT