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miércoles, 11 de septiembre de 2019

Entendiendo el Cambio Climático

 
Queridos lectores:

Hace poco participé en la grabación de un programa de una televisión española (de momento no les puedo decir más sobre el programa en cuestión, salvo que se emite este domingo). En un momento dado, el conductor del programa me preguntó sobre qué pensaba sobre un manifiesto difundido hace unos meses, en el que un grupo de científicos italianos vertían vitriólicas críticas contra lo que consideran "la estafa del cambio climático" y que denuncian que éste no es real porque no se han tenido en cuenta diversos factores (ciclos del Sol, erupciones volcánicas, etc). Yo le respondí que dentro de la comunidad científica que se dedica a estudiar el Cambio Climático hay prácticamente consenso (97%) en que el Cambio Climático es real, antropogénico (causado por el hombre con las emisiones de gases de efecto invernadero) y acelerado; y que toda esta gente que "denuncia" que no se ha tenido en cuenta tal o cual factor miente, porque todos esos factores sí que se consideran en los modelos numéricos que se usan para predecir el clima del futuro. Precisamente la presencia de esos factores, que a veces suman y a veces restan, es lo que explica que la temperatura y el resto de variables climáticas que se examinan no sigan un camino simple, sino punteado con numerosas oscilaciones. Vemos un ejemplo: aumento de la temperatura media de la Tierra durante las 17 últimas décadas, tomando como referencia el año 1970:



Un simple vistazo a la gráfica nos muestra que de 1920 a 1970 probablemente la temperatura de la Tierra comenzó a subir gradualmente, y que a partir de 1970 claramente hemos entrado en una fase de aumento de la temperatura bastante acelerado y consistente. Y sin embargo verán que sobre la tendencia general a aumentar hay superpuesta una oscilación bastante importante, con una amplitud variable pero que puede llegar a ser de 0,4 ºC o más. Fruto de la fase ascendente de una de esas oscilaciones un poco más fuerte, en 2016 la temperatura media del planeta subió mucho con respecto a su valor en los años anteriores; lógicamente, durante 2017 y 2018, entrando ya en la fase descendente de la oscilación, la temperatura media volvió a su línea de referencia, que continua siendo una línea ascendente. Y sin embargo no hace mucho me encontré con el argumento de que en realidad vamos a una glaciación porque en los dos últimos años hemos bajado más de 0,4ºC. Cualquiera que mire esta gráfica se da cuenta inmediata de la tergiversación y la manipulación absoluta de la verdad del que eso afirme. Pero ahí están, una pequeña legión de negacionistas que intentan "demostrar" que "la ciencia oficial" está engañando a la ciudadanía por oscuros y perversos motivos. La realidad es que cualquiera que tenga experiencia directa de campo habrá podido comprobar cualquiera de los numerosos indicadores que nos muestran que el clima está cambiando y que lo está haciendo rápidamente.

Al finalizar la grabación, el conductor del programa se disculpó por haberme planteado esa pregunta tan inoportuna. Yo le dije que, al contrario, me parecía una pregunta pertinente y necesaria, puesto que algunas personas tienen la falsa impresión de que la ciencia del Cambio Climático no se está ejecutando con el rigor debido, como si los que son los verdaderos especialistas no hubieran caído en la cuenta de esos factores "que lo cambian todo". Lo cual es bastante poco verosímil, si se paran a pensarlo, teniendo en cuenta que son los mismos "factores no contabilizados" que llevan alegando desde hace 20 años: ¿alguien se cree que a estas alturas no habría habido ya algún equipo científico que hubiera incorporado esos factores para ver si, efectivamente, contradicen lo que los modelos y la propia experiencia de campo nos indican? Incluso aceptando que la mayoría de la comunidad científica son corruptos o imbéciles, ¿no piensan que alguna petrolera no habría financiado ya un estudio de esas características para contrarrestar la mala propaganda del Cambio Climático? Lógicamente, no pueden financiar tal estudio porque todos esos factores que nos dicen que "no se han tenido en cuenta" (desde la variabilidad de la actividad solar hasta los ciclos naturales del planeta) en realidad sí que se incluyen en los modelos estándar que se usan hoy en día en la predicción climática.

Una de las cosas más curiosas que he observado durante los últimos años, en cuestión de realmente muy poco tiempo, 5 años a todo estirar, es que a estas alturas en ningún foro medianamente serio - en Europa, cabe añadir; luego hablaremos de otras regiones - nadie discute la existencia de un Cambio Climático causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, ni siquiera las empresas a las que más se señala como responsables de la crisis climática actual. De hecho, en ese debate televisivo en el que participaba nadie cuestionaba la veracidad del Cambio Climático, y eso que había un representante de una petrolera. Parece que ya no es el momento de intentar sembrar la duda sobre lo que parece obvio e inevitable. En lo único que sí que hubo cierta discusión y confrontación en ese debate fue en las medidas a adoptar y el calendario para su adopción; ahí sí que claramente se vio que la posición de la industria es en favor de una transición lenta y moderada, mientras que el mundo científico y el activismo son perfectamente conscientes de que hay que apostar por cambios rápidos y radicales. Viendo como ha ido todo, me da la impresión de que el mundo empresarial europeo quizá no ha llegado aún a aceptar esos cambios rápidos y radicales, pero ya llegará. Pensando en esa evolución paulatina de las posturas oficiales, me acordé de los cambios que ha hecho la propia Comisión Europea: hace 20 años hablaba de "prevención del Cambio Climático"; hace 10 años, la idea clave era la "mitigación"; y ya hace unos 5 años que la posición dominante, sin descartar la mitigación, es la "adaptación". Viendo esta evolución, esa aceptación tácita de que cada vez hay menos en nuestro mano para luchar contra este problema, cabría preguntarse si el concepto definitorio de dentro de 5 años no será "sálvese quién pueda".

Al otro lado del Atlántico y en algunos rincones de Centroeuropa nos encontramos otro tipo de líderes que hacen de la negación del Cambio Climático uno de los puntos importantes de su agenda. Y aunque resulte paradójico, esos tipos probablemente están entendiendo lo que significa el Cambio Climático mucho mejor que muchas otras personas que dicen tener "conciencia ecológica". Porque esas personas que se creen que están "salvando el planeta" porque conducen un coche híbrido o eléctrico, instalan paneles solares en su casa o separan sus residuos y los reciclan, al no seguir el ciclo de vida de los materiales que consumen y de los residuos que generan no se dan cuenta de que a lo mejor sus elecciones de consumo tienen un impacto mayor que otras opciones consideradas más convencionales y "sucias", y en todo caso muchísimo mayores de lo que deberían ser si queremos evitar destruir nuestro hábitat. Por el contrario, Donald Trump, Jair Bolsonaro y todos los incendiarios de esta orilla del Atlántico comprenden perfectamente que el Cambio Climático implica la necesidad de un cambio radical, comenzando por una disminución enorme del consumo: es por eso que furibundamente lo niegan, porque si lo aceptasen saben perfectamente que los cambios a hacer no son meramente cosméticos y destinados a aliviar la propia conciencia.

Pero incluso estos adalides de la Reacción tienen sus días contados, o al menos están condenados a modificar su posición con respecto al Cambio Climático. El propio Trump, persona con mucho olfato político, está empezando a suavizar sus diatribas en esta cuestión (a su estilo: un día da la de cal y otro la de arena). Se comienza a detectar el surgimiento de una nueva Reacción (término que prefiero al simplista y no verdaderamente definitorio de "extrema derecha") en el que sus líderes aceptan la realidad del Cambio Climático y comienzan a configurar su programa de Reacción siguiendo una línea hace tiempo anticipada y temida: el ecofascismo.

Sea como sea, y viendo el ritmo de evolución de los acontecimientos tanto climáticos como políticos, es bastante probable que en uno o dos lustros ya ninguna personalidad pública defienda el negacionismo climático. En Europa Occidental su retroceso es más evidente, pero también llegará a los EE.UU. y al resto de los países. Yo vislumbro un futuro nada lejano en el que los trolls que se dedican a dar la murga con el manido argumentario negacionista comenzarán a desaparecer como por ensalmo, como si nunca hubieran existido. Los verdaderamente profesionales, los mercenarios de la mentira y la duda, ésos desaparecerán de la noche al día sin dejar ni rastro, fieles a sus contratos. A los trolls que ejercen de tales por convicciones ideológicas les costará un poco más, pero al final seguirán la enseña de su amo y plegarán velas con él, buscando nuevos frentes donde mejor servirle. Al final quedarán solamente, dispersas, las clases bajas del energumenismo climático, el lumpentrolletariado, ciudadanos de a pie que se han abonado a la supuesta teoría de la conspiración, que han caído en el pozo de la radicalización del que siempre es difícil salir. Esos últimos trolls que languidecerán en foros donde nadie les hará caso, luchando por una causa justa que nadie comprende, tontos útiles de los que los poderes políticos y económicos se han aprovechado durante estos años y que entonces quedarán en tierra de nadie.

Incluso entre la gente que me es afín hay quien tiene una posición beligerante con respecto al drama del Cambio Climático. Hace unos días se revitalizó una discusión recurrente en ciertas partes de la esfera peakoiler: la crítica a los escenarios de mayores emisiones contemplados por el informe del IPCC (el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, por sus sus siglas en inglés) porque, simplemente, no hay suficientes combustibles fósiles para producir tanto CO2 como se considera en tales escenarios. La amarga crítica de estos picoleros nace, probablemente, del desdén que les causa ver cómo el Cambio Climático es ahora un tema de consenso transversal en Europa (y, como digo, pronto en todo el mundo), conocido y aceptado desde el ciudadano común hasta las altas esferas políticas y empresariales; mientras que la escasez de recursos  en general y el peak oil en particular sigue siendo, a pesar de su gravedad concomitante con la del Cambio Climático, un tema mayormente desconocido, cuando no ninguneado. Para mi es una discusión sinsentido: los diversos escenarios del IPCC se plantean para estudiar cómo son de sensibles los modelos climáticos a los diferentes valores de la variable de referencia (concentración de gases de efecto invernadero), y no tanto como trayectorias realistas. Por supuesto que no hay suficientes combustibles fósiles para producir tanto CO2 como se asume en el escenario 8.5, pero tampoco existen sistemas de captura y secuestro de CO2 a la escala que los contemplan todos los escenarios del IPCC (al menos un 40% de CO2 capturado); y tampoco contemplan esos modelos el efecto de la liberación rápida del metano contenido en los clatratos marinos y en el permafrost. Todo eso da igual: los modelos del IPCC sirven para ajustar la sensibilidad a ese parámetro y para darnos un cono de incertidumbre, un idea del rango de valores por donde se va a mover la evolución futura del clima de nuestro planeta. No se trata de hacer una predicción realista de dónde vamos a estar dentro de 30 o 50 años, sino estimar correctamente las tendencias a corto plazo e ir corrigiendo y mejorando los modelos.

Últimamente, todo en mi actividad profesional gira en torno al Cambio Climático. Escribo esto en el tren de regreso para mi casa, después de haber estado en una reunión en la sede de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Roma. La reunión, o más bien pequeño congreso, iba sobre el uso de métodos de inteligencia artificial para mejorar nuestra predicción climática, dentro de la de la Iniciativa contra el Cambio Climático (CCI), un programa científico y técnico de la ESA en el que yo participo a través de un proyecto con diversas entidades europeas, en nuestro caso estudiando la salinidad superficial del océano y sus cambios. Hay mucho interés y mucha necesidad, es un sector estratégico para los intereses de Europa. Reuniones, proyectos, decisiones... Estando allí me comentaron que la líder de nuestro proyecto CCI ha decidido que a partir de ahora se desplazará a las reuniones en tren, siempre que sea posible. Pensaba en eso mientras las turbulencias que generaba el frente que ha barrido Barcelona las pasadas horas nos iba zarandeando salvajamente en el avión en el que volvía. Odio volar y me encantan los trenes, sobre todo los convencionales, como los que cojo cada día para ir a trabajar en Barcelona. Pero viajar lento es un lujo que no está al alcance de todo el mundo; es un lujo no por el precio, y desde luego no por el impacto ambiental (muchísimo menor al del avión), sino por el tiempo, esa materia prima que nos falta con desesperación. Pero, pensaba, dentro de poco, viajar (es igual si lento o rápido) será simplemente un lujo.

Todo en mi día a día se refiere al Cambio Climático.

Hablando de evidencias del Cambio Climático: en la reunión tuve la ocasión de presentar algunos resultados preliminares del trabajo de mi grupo en el Océano Glacial Ártico. Tenemos vigente un contrato con la ESA para producir datos de salinidad superficial del océano en la región, un contrato que está llevando, con gran éxito, mi compañero Justino Martínez. Yo presentaba, entre otros, sus resultados.

Se acordarán quizás de un post que escribí en 2012, "Las Guerras del Hambre". Allí enseñaba unos mapas bastante preocupantes de la superficie de Groenlandia que se había vuelto líquida durante ciertos días de julio.



Entre el 8 y el 12 de julio de 2012, casi el 100% de la superficie de Groenlandia se volvió agua. Un evento que podríamos calificar de extraordinario, de no ser porque volvió a suceder en 2016 y ha vuelto a suceder este año 2019. La mayoría de ese agua se volvió a congelar en el sitio, pero una cantidad desconocida se filtró por las grietas de la cubierta helada de Groenlandia y seguramente acabó en el mar. Toda ese agua fría y dulce puede causar grandes disrupciones en la circulación oceánica con consecuencias de largo alcance no solo para el clima del Ártico, sino de todo el Hemisferio Norte, pero hasta ahora no habíamos sido capaces de observarla.

La imagen inferior, generada por Justino Martínez, muestra las anomalías (diferencia con el valor típico de la zona) de salinidad observadas entre los días 11 y 19 de julio de 2012; están expresadas en gramos de sal por cada kilo de agua marina. Las zonas marcadas en blanco corresponden con la presencia de hielo marino. La gran mancha azul que va desde Groenlandia hasta Islandia es sin duda debida a la descarga de agua dulce proveniente del deshielo superficial en Groenlandia. Es la primera observación de este fenómeno, y sorprende tanto su extensión como su intensidad. Seguramente Groenlandia está descargando más agua dulce de lo que pensábamos. Y éste es solo uno más de los signos de esta catástrofe global; cuanto más investigamos, más problemas descubrimos.




Mucha suerte, Justino. Mis pensamientos están contigo.

Salu2.
AMT

miércoles, 20 de junio de 2018

Si yo fuera presidente



Queridos lectores:

Mi último post ha llevado a algunos lectores a plantearse lo deseable que sería que yo tuviera, de algún modo, acceso las instancias del poder español para poder influir en la política energética o incluso económica e industrial de nuestro país, ya fuera como asesor, alto cargo o incluso como ministro. Yendo aún más allá, un lector me ha propuesto que haga el ejercicio de compilar qué medidas propondría en el caso de encabezar yo mismo la planificación ejecutiva, simplificando esta proposición en "si fuera presidente".

Esto no había pasado nunca antes. Entendámonos: sí que ha habido gente que ha especulado con lo beneficioso que sería que yo o alguien con un perfil como el mío fuera asesor ministerial o incluso que ostentase un cargo de relevancia, y también se me ha pedido en algún momento que propusiera un plan de futuro (cosa que en realidad ya hice, al menos en líneas generales). Lo que no me habían planteado nunca es que diseñase lo que en esencia es un plan de gobierno transicionista. Lo interesante de este ejercicio no sería tanto la parte idealista (los objetivos deseables que se quieren perseguir en el largo plazo) sino la parte pragmática (qué medidas se podrían y se deberían implementar, teniendo en cuenta de dónde venimos y cómo funcionan las cosas ahora mismo). La cuestión no es menor, porque es muy fácil hacerse los exquisitos y decir "esto es lo que hace falta" (por otra parte, lo obvio: cerrar ciclos en el uso de materiales, no consumir energía fósil, favorecer la reparación ambiental, garantizar una vida digna a todo el mundo, preservar la democracia), pero es tremendamente difícil proponer un plan realmente ejecutable que parta de donde realmente estamos y nos lleve a esa soñada y quizá utópica Ítaca (o que al menos se muestre una vía realista por dónde avanzar de veras hacia ella). En el post "Una propuesta de futuro" sintetizaba algunas características lógicamente necesarias es una sociedad estable que se hubiese adaptado a los límites biofísicos; pero en modo alguno proponía cómo se debía llegar a ese estado, mediante qué medidas podríamos conseguir tal objetivo. Por no discutir, ni siquiera comentaba si ese objetivo era alcanzable, o si se podría llegar a él de manera no traumática.

Una propuesta verdaderamente programática tiene el inconveniente obvio de que puede ser fácilmente atacada por sus más que probables deficiencias técnicas. Yo tengo mis propias limitaciones, y al entrar en ciertos detalles, y más particularmente en los múltiples que escapan a mi conocimiento y entendimiento, cometeré errores, algunos de muy grueso calibre, por los cuales podría ser de manera fundada y objetiva atacado con dureza. Por tanto, el ejercicio de un verdadero diseño programático no debería ser jamás abordado por una sola persona, sino por un colectivo más o menos amplio y diverso, con múltiples conocimientos y especializaciones pero que comparta una visión y un objetivo. Es por eso que siempre he sido reacio a diseñar un programa de gobierno, porque aparte del toque de arrogancia que supone implica también una cierta enajenación onanista, la de creerse capaz de tocar todos los instrumentos de una orquesta para interpretar una sinfonía uno solo. Teniendo todo esto en cuenta, les ruego que tomen las propuestas que presentaré más abajo no como un verdadero programa a implementar ya, sino como un punto inicial de discusión, un punto de partida para comenzar a hablar, un mero borrador que necesita forzosamente ser corregido y extendido para que realmente pudiera llegar a ser algo parecido a un programa de gobierno.

Pero, antes de detallarles ese esbozo de programa de transición energética y ecológica fruto de mi ocurrencia (y que, como he dicho, será demasiado banal, pero espero que al menos sirva para empezar una discusión), déjenme que les explique primero por qué no puedo ser, en ningún caso, presidente, ni ministro, ni nada.
  • Porque rechazo los Estados: A lo largo de estos años de discusión sobre los problemas del sostenibilidad de nuestra sociedad me he labrado una imagen de pensador incómodo, por decir lo menos. Lo que realmente me inhabilita para ejercer cualquier cargo de responsabilidad política es que mi perfil es excesivamente radical para ser aceptable. No hablo aquí de mis presuntas simpatías con el independentismo catalán (de las que alguno me ha acusado por razón de mis posts a lo largo de estos años y particularmente los cuatro o cinco que publiqué el año pasado - y eso a pesar de haber repetido prácticamente cada vez que yo no deseo la independencia de Cataluña). No. Lo que verdaderamente me hace incompatible con cualquier cargo en la administración del Estado son, precisamente, mis críticas al Estado mismo. Como he explicado, el Estado supone una concentración del poder administrativo que favorece y entra en colusión con el capitalismo (semejante cuestión, por cierto, pasa también con el comunismo). Ello lleva a una gran interferencia del poder económico en la toma de decisiones y hace muy difícil adoptar resoluciones que realmente vayan a la raíz de los problemas (esto es, que sean radicales, justamente). Y es que la concentración de un poder tan grande en un grupo humano tan reducido aboca, inevitablemente, al distanciamiento del pueblo. Si tuvieron ocasión de verlo y se fijaron bien, durante la reciente moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno español, justo en el momento en el que éste ganó la votación se puso en marcha todo un complejo mecanismo de protección y, sobre todo, de protocolo que automáticamente lo catapultó a una distancia prácticamente sideral. Los gobernantes, por razón de cómo funciona el Estado, en el mismo momento de ser investidos son encapsulados en una invisible pero extraordinariamente tenaz vaina que impide que vuelvan a percibir con claridad qué es lo que pasa en el exterior. Tal cosa no es accidental, sino consustancial a cómo funciona el Estado. El Estado es un macroorganismo y como tal una de sus funciones primordiales es su autopreservación. Acceder a los mandos del Estado implica ascender al monte Olimpo y por fuerza de ello mismo dejar de ver a los hombres y mujeres que penan y se retuercen allá abajo. Por más pragmático que yo quisiera ser, no podría nunca aceptar trabajar en la administración del Estado; desde luego no a ese nivel.  
  • Porque rechazo el sistema de partidos de las democracias liberales: Si el Estado es un macroorganismo que busca autoperpetuarse, una cosa semejante pasa con los partidos políticos. Hay personas cuya carrera profesional se ha desarrollado íntegramente dentro de un determinado partido político. Llegado el momento, esas personas acceden a cargos públicos significativos, y cuando la alternancia de poder les deja fuera de ellos su principal obsesión es tener un trabajo, tener de qué comer. Esto fuerza dinámicas a veces muy viciosas en los partidos, de manera que cuando alguien es desalojado de una administración se va a un cargo más o menos espurio de otra administración que aún controla su partido, y se queda ahí a la espera de tiempos mejores. De ahí la necesidad del propio sistema de partidos de multiplicar sin sentido ni necesidad el número de administraciones, de modo que cada partido siempre controle una porción adecuada de las mismas y así se pueda mantener la élite administrativa de cada partido que sirve para asumir rápidamente el poder cuando corresponde. Eso mismo hace que haya una especial tolerancia mutua entre los partidos cuando se discuten determinados temas, ya que en esto todos comparten intereses, y al final a nadie le interesa agitar demasiado el avispero, no sea que todos salgan malparados. Por todo ello, las estructuras de partido son siempre, independientemente de su signo político nominal, muy conservadoras y tienden a mantener lo esencial del statu quo. Por eso mismo, abordar una serie de reformas muy radicales, necesarias para hacer el cambio necesario, es algo completamente imposible dada la dinámica de los partidos políticos. Es por eso que los discursos transicionistas de los partidos, incluso los nominalmente más progresistas, tienen un exceso de tecnicismo jurídico y una falta prácticamente absoluta de medidas pragmáticas, la cual camuflan con absurdas odas al tecnooptimismo. Y por tanto, yo no me avendría a trabajar con un partido político, sabiendo como sé que forzosamente, más pronto que tarde, acabaría en una confrontación total con él por culpa de sus inconfesables aunque comprensibles intereses.
  • Porque el coste social a pagar es inasumible políticamente: Incluso si un partido político, de manera monolítica, asumiese la titánica tarea de emprender una transición ecológica en serio; incluso si fueran capaces de superar la presión de los lobbies económicos (ejercidos bien directamente sobre ellos, bien sobre los resortes no siempre controlables del Estado) y pusieran al Estado a su servicio en vez de estar ellos al servicio del Estado; e incluso si todos los cargos del partido asumieran la importancia de la meta a conseguir aunque ello les acabe suponiendo estar en el paro, al final habría una última barrera que en la actualidad veo prácticamente infranqueable: el rechazo social a las medidas que serían necesarias. Particularmente porque el resto de partidos, con sus estructuras convencionales que engarzan perfectamente con las estructuras convencionales del Estado, se dedicarían día y noche a hacer propaganda en contra de cualquier medida de calado que se quisiera tomar, y contando como contarían con el apoyo de los grandes medios de comunicación (que están controlados por los poderes económicos que están en colusión con la estructura orgánica del Estado) tendrían mucha más fuerza y predicamento sobre la población que ese Gobierno tan convencido con la transición ecológica. Y lo más probable es que la gente aceptase mucho mejor el discurso de la oposición que el del Gobierno, porque frente la promesa de sacrificios y dificultades ahora para tener un futuro incierto después, aunque con posibilidades de mantener algo digno, la gente preferiría sin duda el mensaje de que todo va a ir bien con el Gobierno de la oposición, que se recuperará la prosperidad perdida, "España primero" y "hagamos España grande de nuevo". La barrera de potencial social a superar es enorme y haría falta una energía inaudita para emprender esa transición. Simplemente, hasta que la sociedad española no sufra con fuerza los embates de varias recesiones fuertes seguidas es harto improbable que sea mínimamente receptiva a un discurso de verdadera transición. Por todo ello, es completamente imposible que yo intentase implementar un programa que mi propio gobierno y la oposición sabrían que es completamente suicida y por tanto ineficaz, y que de hecho acabaría haciendo más mal que bien, ya que las ideas transicionistas quedarían estigmatizadas como "causantes de miseria" (no olvidemos que hace no tanto un conseller catalán rebautizaba la expresión "reparto de la riqueza", tan cara a los movimientos más de izquierda actuales, como "reparto de la miseria", en un eficaz ejercicio de antipropaganda).
  • Porque me gusta mi trabajo actual: Personalmente, no me veo muy capaz para la tarea de ser presidente del gobierno, pero lo que hago lo hago potablemente bien y me gusta, qué demonios. Me gusta mi investigación y son un friki de las ecuaciones: cada uno tiene sus defectos.

En fin, después de todas estas consideraciones formuladas en negativo, déjenme que por fin formule algo en positivo: mi programa de gobierno para un proyecto real de transición ecológica.
  • Información: Para poder planificar cualquier escenario de transición es fundamental contar con información completa y de calidad. A pesar de todo el trabajo que yo he hecho hasta ahora, mi acceso a la información real es muy limitado. Con los datos que tengo se pueden ver las grandes tendencias, pero faltan muchos detalles relevantes. Detalles que, es de esperar, sí que están accesibles a instancias gubernamentales. No se trata tanto de determinar fechas exactas como de saber cuál es la disponibilidad real de recursos y los problemas que se pueden plantear en su abastecimiento. 
  • Equipo: En general, los equipos ministeriales se suelen caracterizar por contener un exceso de juristas y economistas y una falta de científicos. Hay múltiples razones para este desbalance: la falta de interés de los científicos por el trabajo administrativo mientras que ésa es justamente una de las salidas principales de los primeros; la enorme burocratización de los Estados, dada su complejidad, que favorece justamente más a juristas y economistas, etc. Pero dada la complejidad y alcance de los problemas a tratar, y el hecho de que la ciencia económica actual tiene más dogma que de ciencia, se hace fundamental incorporar una mucho mayor cantidad de perfiles científicos, como mínimo para que haya una comprensión de la naturaleza real de los problemas. De todos modos seguiría siendo absolutamente necesario contar con juristas y economistas en los equipos, para poder implementar adecuadamente las medidas y para dotarlas correctamente, pero la intervención de estos expertos debería ser mayoritariamente en el nivel técnico, y no necesariamente en el decisorio. 
  • El dilema eléctrico: Asumiendo que ya se tienen todos los datos y tras meses de trabajo se deberían empezar a implementar el plan de transición. Una de las cosas que me resulta más llamativa cuando asisto a reuniones y congresos sobre la transición energética es que se pone mucho énfasis en incrementar la producción energética renovable en forma de electricidad mientras hay una comparativamente mucha menor discusión en el incremento del uso de la electricidad, cuando es justamente la dificultad de electrificar todos los usos industriales de la energía el principal escollo ahora mismo. Con 108 Gw de potencia instalada, en España hay capacidad eléctrica de sobras para incrementar el consumo de electricidad, si tan solo hubiera un mayor uso. Pero no lo hay, y eso no es casual: de manera parecida a lo que pasa con otros países occidentales, la electricidad representa en España, dependiendo del año, entre el 21 y el 23% de toda la energía final consumida, y lo que realmente es difícil es electrificar ese casi 80% de usos energéticos no eléctricos. Una parte significativa de ese consumo no eléctrico es el petróleo en el transporte, pero ése no es el final de la historia, ni mucho menos. Es hora ya de dejar de centrarse en el coche eléctrico, pues es una pista falsa y un sumidero de recursos, sin utilidad alguna. Por el contrario, hay que poner el mayor esfuerzo en ver cómo se electrifica toda la industria, teniendo en cuenta además que muchos materiales vienen de fuera. Y en los casos en los que la electrificación no sea posible o rentable, se tienen que explorar con seriedad los usos no eléctricos de las renovables. Se podría llegar incluso, llegado el caso, a sacrificar determinadas actividades en pro de una mayor resiliencia.
  • Plan de ajuste duro y real en el uso de recursos no renovables: A pesar de que a menudo se llenan la boca con grandilocuentes afirmaciones, lo cierto es que el actual diseño de las políticas industriales no contempla un plan proactivo de sustitución de los combustibles fósiles o de otros materiales cuya disponibilidad se va a ver comprometida en los próximos años. Todo la planificación, desde la I+D hasta la implementación y mantenimiento, se hace sobre la base de que habrá siempre energía y materiales en la cantidad necesaria para abordar las necesidades de cada momento, haciéndolo siempre de la misma manera. Esta actitud tiene muchísimos peligros, en particular, que nos puede llevar a una decadencia imparable de las infraestructuras que ya no podremos mantener. Por tanto, un cambio radical en la política de uso de fuentes de energía no renovables y de materiales es imprescindible, a pesar de que puede ser muy impopular - y por eso mismo debe ser muy bien pensado, en particular por lo que se refiere al ritmo de implementación. El uso de determinados materiales debe ser directamente prohibido, y el de otros severamente limitado, quizá con una cierta progresividad pero en todo caso de pocos años de duración. Se debe hacer un rediseño absoluto de la actividad industrial, obligando a que los productos puedan ser reciclados y/o reutilizados al 100%, y aquello que no cumpla este criterio debe ser directamente prohibido. Todo esto obligará a cambios drásticos en los hábitos y prácticas de producción y de consumo, hasta el punto que determinadas actividades económicas deberían ser no solo abandonadas, sino que la comercialización de esos productos provenientes del extranjero debería ser prohibida - lo cual, por supuesto generaría un montón de problemas. 
  • Relaciones exteriores: La implantación de todas estas medidas originaría muchos problemas para España en el ámbito internacional. En particular, la introducción de medidas para limitar el comercio de ciertas materias y productos de ellos derivados tendría que ser progresiva, haciendo mucha pedagogía en los foros internacionales, pero aún con los gobiernos que dicen apostar más seriamente por la transición ecológica habría muchos problemas y malos entendidos. Ése es uno de los obstáculos más graves de una transición real, y es que es muy difícil implementarla en un país solo. Aparte de los problemas comerciales, las medidas a implementar forzarían la exclusión o, como mínimo, la marginación de España en los mercados financieros internacionales, con lo que el plan de transición debería incluir una previsión sobre cómo hacer frente a todos los cambios necesarios sin tener que recurrir a financiación ajena (con el agravante que algunos de los cambios implicarían una disminución de la actividad económica y por tanto de la recaudación). En algún momento se tendría que plantear qué hacer con la deuda, y en particular qué parte se va a pagar y qué parte no se pagará, lo cual llevará aún más tropiezos. Otro tema sensible, como se evidencia en las discusiones de estos días pero que lleva años prolongándose, es el de la acogida o rechazo de la masa humana que intenta escapar de la miseria y la muerte en el sur, principalmente en África. Darse cuenta de que son precisamente las relaciones de dominio establecidas desde Occidente las que favorecen la pobreza y la guerra en esas zonas (cuando no la acción militar directa, como en Malí, Libia o Siria) requerirá grandes dosis de paciencia y pedagogía; en particular, hacer entender que la clave está en no destruir aquellos países para no verse en el brete de tener que acoger a todos los que hemos desplazados. Y todo esto, dado que España pertenece a la Unión Europea, será muchísimo más difícil porque lo que se pretende contradice políticas comunes fijadas desde Bruselas. Precisamente lo primero que daría enormes dolores de cabeza en nuestra relación con la UE sería las medidas que afectan a la deuda y a los objetivos de déficit. Los más radicales apostarían, por supuesto, por abandonar la UE; aunque se podría también intentar reformarla desde dentro. Sea como sea sería en este capítulo donde más esfuerzo se tendría que hacer, sin que yo vea claro el cómo ni a qué ritmo.
  • Políticas sociales e inversión en obra pública: Dos aspectos muy ligados desde hace tiempo pero que lo están aún más en una situación de disminución de ingresos. Las mayores empresas españolas dependen de que se ejecute un gran volumen de obra pública, y no van a aceptar de grado que se releguen o abandonen grandes inversiones en infraestructuras, a pesar de que estas infraestructuras son ya obsoletas o serán directamente inútiles de aquí unos años (pensemos, por ejemplo, en las nuevas vías de circunvalación de las grandes ciudades o los proyectos de ampliación de puertos, aeropuertos y autopistas). Lo cierto es que con menores ingresos será necesario ser más selectivo con respecto a en qué invertir, y aunque las políticas sociales sean más importantes desde el punto de vista de la cohesión social, las grandes empresas constructoras dan trabajo directa e indirectamente a mucha gente y tienen por ello una gran capacidad de presión. Ser capaz de proponer un plan de reconversión realista y acordado, haciendo comprender la necesidad del mismo antes que permitir un descenso desordenado, será uno de los pilares de este período. Mantener al tiempo un nivel alto de prestaciones sociales para evitar que crezca por el otro lado el descontento social será el otro pilar. Conseguir ambos será conseguir la cuadratura del círculo.

Aunque quedan muchos otros aspectos por tratar, estos son, a mi juicio, los temas más prioritarios a abordar en el primer período de 5 a 10 años. Como ven, las dificultades que plantean el contexto doméstico e internacional del cual partimos son enormes, y máxime en el contexto del mantenimiento de una superestructura estatal. Quizá justamente las transformaciones que se tienen que hacer no sean posibles desde un Estado como el actual, o quizá hace falta un cambio revolucionario, principalmente a nivel de la concienciación ciudadana. Sea como sea, los próximos años nos irán proporcionando más información sobre la factibilidad de lo que propongo y sobre si es realista plantearse estas cosas. En todo caso, ésa no será labor mía. Lo que no querría es que algunas personas, en su absurdo empeño de atacar cualquier cosa que suene a un cambio que no les gusta (por más inevitable que sea) tomen trozos de este post fuera de contexto en su afán por atacar sin sentido, en vez de hacer lo que verdaderamente se debería hacer, que es entrar en el fondo de la cuestión y discutir cómo hacer de veras la transición ecológica.

Salu2.
AMT

miércoles, 4 de mayo de 2016

El fracaso político



Queridos lectores,

El final de la XI legislatura española, no por más esperado menos abrupto, probablemente marcará un punto de inflexión en la política española. Las elecciones del pasado 20 de diciembre mostraron que el panorama político español ha cambiado de manera radical en los años que llevamos de esta crisis económica que no acabará nunca. De tener dos partidos hegemónicos, nomimalmente situados a la izquierda y a la derecha del espectro político (para cuya alternancia en el poder los partidos minoritarios servían oportunamente de bisagra cuando el electorado no les atribuía la mayoría absoluta) hemos pasado a un nuevo panorama, en el que al menos cuatro formaciones políticas de alcance nacional se disputan porciones considerables del electorado español. Esta división a cuatro hace imposible un discurso de la hegemonía, puesto que las cuatro facciones, de tamaño desigual pero todas ellas significativas, representan cuatro sensibilidades políticas diferentes que necesitan ser tenidas en cuenta si se quiere conseguir una mayoría suficiente sobre la cual asentar un Gobierno estable. Cada una de estas facciones tiene un contrato implícito diferente con su electorado, y eso ha imposibilitado, al menos durante esta legislatura, ciertas coaliciones ad hoc para formar Gobierno. Tras poco más de 100 días de escenificación de la impotencia y de reproches cruzados (reproches muchas veces matizados, pues todos son conscientes de que a quien se veja hoy podría tener que ser nuestro aliado de mañana), sin que nadie lo haya pedido explícitamente pero aceptado tácitamente por todos, se ha forzado la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones, en cumplimiento de los trámites previstos en la Constitución española.

Qué pasará en la nueva convocatoria, prevista para el 26 de junio (pocos días después del crucial referéndum en el que los británicos decidirán sobre su permanencia en la Unión Europea) es un ejercicio más de especulación que de cálculo. Los grandes medios de comunicación se han aprestado a adelantar que la situación cambiará poco, o que como mucho la previsible abstención favorecerá al partido conservador PP, que gobernó hasta diciembre y aún lo hace de manera interina (aunque con sus atribuciones capadas por mandado constitucional). Tampoco se puede descartar que, si el nuevo partido político de izquierdas Podemos llega a un acuerdo con la minoritaria formación Unidad Popular y se presenta coaligados en todas las circunscripciones, podrían cosechar un relativo éxito electoral en la mayoría de ellas, como ya lo hicieron en aquellas provincias donde se presentaron coaligados en las elecciones de diciembre. Tal aumento, en caso de producirse, no les permitiría en ningún caso alcanzar la mayoría absoluta, pero iría fundamentalmente en detrimento del PSOE, quien empeoraría aún más su peor marca histórica (justamente, la de diciembre pasado) y desencadenaría una serie de movimientos telúricos que acabarían probablemente con un pacto de gran coalición PP-PSOE para bloquear el paso a Podemos. 


Incluso sin un ascenso tan marcado de Podemos, el escenario de una gran coalición PP-PSOE continúa siendo el más probable, y eso acabaría suponiendo un grandísimo desgaste electoral, sobre todo para el PSOE. Tal pacto acabaría por minar la base electoral del PSOE, pues el Gobierno que emergerá de las próximas elecciones tendrá que hacer frente a unos años muy complicados: recortes de 10.000 millones de euros impuestos desde Bruselas por el exceso de déficit español en el año 2015, más recortes nuevos para 2016 a medida que las previsiones macroeconómicas vayan empeorando, y una situación económica mundial que anticipa una nueva recesión que acabará arrastrando a España y castigará electoralmente a los partidos en el Gobierno.

Al margen de la forma concreta de la degradación política de España, lo que revela la situación actual es un conflicto entre unos modos de hacer que han funcionado de manera relativamente eficaz (sobre todo para ciertos actores) durante las últimas décadas y unos nuevos modos, no necesariamente mejores que los anteriores pero que buscan adaptarse a una situación cambiante, donde las seguridades son pocas. El modo tradicional está anquilosado en sus costumbres, y por eso ha sido completamente incapaz de plantear pactos políticos acordes con los nuevos tiempos: el planteamiento tanto del PP como del PSOE ha sido de buscar acuerdos a la vieja usanza, como los que están acostumbrados a celebrar con los partidos minoritarios que tantas veces les han servido de bisagra. Obviamente, esto no podía funcionar esta vez. Por la parte del PP, porque el único acuerdo que realmente le servía era el gran pacto con el PSOE, al cual no podía tratar como si fuera una franquicia nacionalista, ofreciéndole pequeñas concesiones a cambio de su apoyo. Por la parte del PSOE, resulta curioso comprobar que se ha sentido más cómodo y le ha resultado más fácil pactar con un partido, Ciudadanos, que en materia de política económica está más a la derecha que el PP (aunque en cuestiones de libertades individuales esté más a la izquierda, lo cual confunde a no pocos) que con un partido de izquierdas, Podemos, cuyo programa electoral podía perfectamente haber suscrito el PSOE de 1982. Desde el PSOE no han entendido que Podemos no haya querido sacrificar su apoyo electoral en la búsqueda de un pacto "con sentido de Estado". Para Podemos determinadas cuestiones sensibles, inspiradas por un contacto más directo con su electorado, eran irrenunciables; lamentablemente, justo esas cuestiones eran inaceptables para el aparato del PSOE, y por esa razón el pacto era imposible.

La emergencia de las formaciones de nuevo cuño (extremadamente poliédricas en el caso de Podemos, donde en realidad la formación se presenta electoralmente como una amalgama de confluencias territoriales) es un síntoma más del hartazgo de la ciudadanía tras más de ocho años de crisis económica que han puesto en evidencia la endeblez institucional del Estado español, debilidad que tiene dos vertientes fundamentales:


  • Por una parte, los continuos recortes y la austeridad impuesta por las instituciones internacionales que, al igual que al resto de países europeos, supervisan de facto la política económica de España (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) han minado los sistemas de protección social españoles de tal manera que una parte de su población se encuentra en condiciones muy precarias; unos españoles que vivían mucho mejor y más protegidas no hace tantos años y cuya caída alimenta su resentimiento contra el sistema: siempre es mucho más duro de aceptar el descenso que haber vivido siempre en la miseria. 
  • Por otro lado, la mayor inestabilidad económica y laboral de la población general ha hecho más insoportable que nunca los altos niveles de corrupción en las diversas instancias del Estado. Tal corrupción no es nueva; tiene tantos años como la democracia española y de hecho muchos más: la corrupción política es el resultado previsible de la mercantilización de las decisiones institucionales en un sistema donde los actores económicos más poderosos están acostumbrados a conseguir lo que quieren a golpe de talonario, y es probablemente consustancial a nuestro sistema económico (a aquellos que recurren a una objeción que es frecuente en España, según la cual tal nivel de corrupción es exclusivo o mayor en España que en otros sitios, les recomiendo que presten más atención a las noticias que se publican en la prensa internacional).

Las dos razones enunciadas arriba (precariedad y corrupción), delante de las cuales poca o nula respuesta ha habido por parte de los grandes partidos en 8 años de crisis, han llevado, de manera bastante lógica, a que los ciudadanos hayan buscado nuevas formaciones que realmente atiendan sus reivindicaciones y aplaquen su indignación. Es cuestión completamente diferente si estos partidos atacarán realmente estos problemas o no: en este momento, simplemente, la gente que ha decidido dar su voto a sus formaciones es eso lo que creen y por eso se lo dan. El punto clave es que ambas razones son fruto inevitable de la crisis de sostenibilidad de nuestro sistema económico. En el caso de la precariedad, resulta obvio: si el sistema económico entra en crisis mucha gente se va al paro, y además, dado que la estrategia para mantenerlo a flote consiste en inyectar (directa o indirectamente) capital público en las grandes empresas, se producen muchos recortes en servicios públicos. El caso de la corrupción es un poco menos evidente: como digo, corrupción y a gran escala ha habido desde hace mucho, pero sólo resulta molesta al ciudadano de a pie cuando empieza a sentirse perjudicado; y aunque la causa directa de su malestar sea la crisis económica y no tanto la corrupción, la precariedad hace más difícil de soportar esta última. El tema de la corrupción es siempre muy delicado de tratar y levanta fácilmente pasiones: hace unos años escribí un post analizando la cuestión de la corrupción, intentando explicar que, si bien la corrupción es inmoral y sin duda es un problema, no es EL problema. Ese post fue entonces muy mal recibido, y para que se entendiera mejor 

el trasfondo de la cuestión escribí un pequeño cuento (que tuvo mucho mejor recepción).

Como vemos, por tanto, la razón última de los problemas actuales es la crisis económica: sin crisis, el sistema se hubiera podido perpetuar sin demasiados sobresaltos durante décadas. Desde los diferentes partidos políticos se percibe claramente que la crisis es el problema nuclear; sin embargo, ningún partido está proponiendo realmente medidas que vayan a la raíz del problema, con lo que todos ellos están condenados al fracaso. En cierto modo es natural: en (casi) todos los partidos, el pensamiento económico corre a cargo de economistas convencionales, y todos ellos pertenecen a la Iglesia del Perpetuo Crecimiento. Para ellos, no es posible que exista algún límite físico al crecimiento económico, lo cual equivale a pensar que la economía no pertenece al mundo físico pues puede superar los límites de la Termodinámica y de la Geología. La cuestión de los límites es tan infactible en el pensamiento económico convencional que es un "no-tema", es decir, es que la cuestión no llega jamás a ser pensada; y si alguien la evoca es inmediatamente descartada como un error propio de un infante, con la misma sonrisa condescendiente y desdeñosa con la que responderíamos a un niño que nos exprese su preocupación por si se apaga el Sol. Por tanto, los partidos políticos ponen el énfasis en la política fiscal y además con una orientación completamente convencional. Pero la política fiscal sólo permite redistribuir los recursos, cosa sin duda importante y en algunos casos de justicia, pero no permite aumentar esos recursos, y mucho menos puede compensar su caída. Ciertamente, un mejor uso de los recursos disponible puede sacarles el máximo provecho posible y ralentizar algo la caída, pero sólo con eso no basta, y menos cuando la fase de estancamiento previo al peak oil podría estar tocando a su fin, paso previo a un declive productivo mucho más rápido debido a la mala gestión (completamente procíclica) de la producción de petróleo


Por desgracia, dentro de los nuevos partidos la tendencia es también a centrarse en las políticas fiscales y económicas convencionales. Esto pasa incluso en aquéllos en los que las voces del decrecimiento y de los límites al crecimiento se dejan oír, y la razón es que cuesta mucho hacer la pedagogía adecuada en la población para proponer ideas completamente nuevas tras décadas de adoctrinamiento en el BAU. En los círculos decrecentistas y peakoilers es bien conocida la anécdota de una conversación con un dirigente de cierto partido, persona inteligente y bien informada y muy consciente del problema del peak oil, en la que éste dijo que no se podía hablar de peak oil y de decrecimiento a la población general porque eso "no vende" electoralmente.


La cuestión del peak oil sólo es abordada en España con sentido y llamándola por su nombre por un puñado de partidos, todos ellos a la izquierda e incluso a la izquierda radical: es el caso de la CUP en Cataluña, de Bildu en Euskadi o de En Marea en Galicia. Y sin embargo lo acuciante del problema (la producción de petróleo en los EE.UU. está comenzando a caer a un ritmo apreciable, y los problemas en Oriente Medio hacen presagiar que, efectivamente, el año 2015 fue el del peak oil - aunque aún tendremos que esperar unos años para confirmarlo) hace que sea estrictamente no ya necesario sino urgente reaccionar delante de este problema, y el primer requisito para reaccionar es reconocer que existe este problema. Ha habido en el pasado pequeños destellos en las instituciones, destellos que quizá ahora son un poco más frecuentes (Marta Rovira, secretaria general de ERC, mencionando el peak oil en el debate de investidura del -fallido- candidato a president Mas, la intervención de Alexandra Fernández de En Marea en la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados citando, entre otros argumentos para oponerse a la construcción de una autovía, el peak oil; las próximas - si son aceptadas - comparecencias del miembros del OCO delante de la Ponencia sobre cambio climático en el Parlament de Catalunya), pero es demasiado poco demasiado lento. Contrasta esta falta de perspectiva de la clase política española sobre la transversalidad de la cuestión con, por ejemplo, la más pragmática actitud británica, cuyo parlamento creó hace poco una comisión parlamentaria sobre los límites al crecimiento.


La incapacidad de traer al centro de la discusión política española el problema de los límites del crecimiento como tema transversal, que todos los partidos deberían abordar de acuerdo con su visión social, hace que el discurso político en su conjunto sea simplemente inútil, una pérdida de tiempo y una fuente de frustración social. Sin un abordaje radical del problema, la política será siempre inútil. Si la clase política española sigue sin entender esto, si sigue apostando por el "esperar y ver", confiando en que los problemas económicos y sociales se arreglarán solos debido al cambio de ciclo económico que ya no es posible en un planeta en decrecimiento forzado, existe el riesgo de que acabe emergiendo un oportunista capaz de capitalizar el resentimiento de los desposeídos y se acabe haciendo política de otro modo y por otros medios.

Salu2,
AMT

martes, 22 de marzo de 2016

Consecuencias del cenit del petróleo

Queridos lectores,

JotaEle nos ofrece un análisis muy exhaustivo que extiende el de sus ensayos anteriores, sobre las consecuencias de la llegada al cenit productivo del petróleo. Estoy seguro de que les interesará.

Salu2,
AMT

Consecuencias del cénit del petróleo
Aunque el mundo todavía no ha llegado al cénit de todos los tipos de petróleo (sí del petróleo convencional), algunas consecuencias de la proximidad del pico ya las hemos sufrido desde hace algo más de una década. Aunque parte de estas  consecuencias han sido atribuidas a la coyuntura económica internacional, muchos picoileros creemos que el petróleo influye mucho en la economía mundial.
Las dos gráficas siguientes nos dan la pista de cuándo y cómo empezó todo.
Gráfica 1   Evolución de la producción y el precio del petróleo       
Datos de BP en miles de barriles diarios (Mbd)
La gráfica 1 refleja la producción mundial de petróleo junto al precio del petróleo superpuesto. La gráfica está señalizada desde el 2004 hasta el 2008 mostrando cómo la producción de petróleo empezó a decrecer en el 2004 entrando casi en una meseta. Coincidiendo con este aplanamiento de la producción el precio del petróleo tiene una subida muy fuerte. Ya tenemos una primera consecuencia, si la oferta de petróleo se estanca y la demanda sigue aumentando, el precio se dispara.
Gráfica 2   Evolución de los porcentajes energéticos de consumo de energía primaria      
Datos de AIE en ktep
La gráfica 2 muestra los porcentajes energéticos de consumo mundiales de las distintas energías junto al precio del petróleo superpuesto en otra escala (gráfica izquierda). A pesar del incremento de consumo de energía primaria en el mundo (gráfica derecha), se observa perfectamente la reducción de consumo del petróleo a favor del gas y del carbón. Las renovables hacen lo que buenamente pueden, aunque están creciendo, su crecimiento queda minimizado por el crecimiento de la demanda mundial de energía. La gráfica muestra a la perfección como ante los altos precios del petróleo el mundo disminuye fuertemente el consumo de petróleo.
A continuación la tabla con el porcentaje energético de cada tecnología energética del primer y último año del periodo disponible.
%
Carbón
Petróleo
Gas Natural
Nuclear
Renovables
1990
25,2
37,2
18,9
5,9
12,7
2013
28,7
31,5
21,3
4,8
13,7

Las gráficas siguientes 3 y 4 representan los porcentajes de consumo de energía primaria del grupo de países OCDE y no OCDE, acompañadas las gráficas con las tablas de porcentajes del primer y último año del periodo. Ambas gráficas tienen superpuesto en otra escala la gráfica del consumo de energía primaria de cada grupo.

%
Carbón
Petróleo
Gas Natural
Nuclear
Renovables
1990
23,8
41,5
18,6
10,0
6,1
2013
19,4
38,7
25,9
9,6
9,5

Gráfica 3                         Consumo energía primaria países OCDE                                             
Datos de AIE en ktep
A destacar en la gráfica 3 la disminución del carbón y del petróleo a favor del gas y en menor medida las renovables; pero sobre todo destacar la disminución del consumo de energía primaria como causa del alto precio de la energía.

%
Carbón
Petróleo
Gas Natural
Nuclear
Renovables
1990
28,3
34,8
20,3
1,8
20,9
2013
36,5
28,2
19,4
1,7
17,3

Gráfica 4                   Consumo energía primaria países no OCDE                                                
Datos de AIE en ktep
En la gráfica 4 podemos destacar la fuerte disminución del petróleo compensada con un fuerte aumento del uso del carbón ante el alto precio del petróleo. La evolución de la energía primaria crece, debido especialmente al crecimiento de China y los demás países emergentes.
Aunque las renovables tienen un fuerte aumento en ambos grupos de países, vemos como en el caso de los países no OCDE este aumento queda eliminado por el crecimiento total del consumo de energía, notándose más el aumento de renovables en los países OCDE que están en declive energético. Esto es una mala noticia, mientras el mundo incrementa el consumo energético, el bajo crecimiento renovable debido a diversos factores intrínsecos que tienen las renovables, hace imposible la sustitución de los combustibles fósiles por renovables, relegando a estas para un futuro tarde o temprano de decrecimiento.
La gráfica 3 nos revela otra consecuencia más del cénit del petróleo, esta consecuencia es la reducción del consumo energético en los países que más energía consumen. En el 2008 junto al pico del precio del petróleo, hubo picos en el precio del gas y del carbón, si bien más suaves que el pico del precio del petróleo. Esta conjunción de picos de precios en la energía produjo una fuerte moderación del consumo energético en estos países. En la siguiente gráfica (gráfica 5) vemos como los países de la OCDE tienen un consumo de energía per cápita mucho mayor que el resto de países, esto hace que queden más perjudicados ante los altos precios de la energía, en el caso de la gráfica es el precio del petróleo, reduciendo finalmente su consumo.
Gráfica 5   Evolución de las toneladas equivalentes de petróleo (TOE) per cápita de los países OCDE y No-OCDE
                                                                                                                                                                   
Datos de AIE
La gráfica muestra perfectamente como el techo y el posterior declive del consumo per cápita de la OCDE coincide con el aumento del precio del petróleo.
En Automóvil y energía veíamos que en los países emergentes existe una relación directa entre el tamaño de la clase media y el uso del automóvil. En este punto es donde se cierra el círculo de la subida del precio de la energía, las nuevas clases medias que surgen en los países emergentes demandan más energía en general y más petróleo en particular especialmente para el automóvil; esta nueva demanda produce falta de oferta en los ya muy explotados yacimientos petrolíferos, que a su vez hace subir el precio del petróleo, produciendo a su vez la disminución del consumo en las antiguas clases medias que tienen consumos más altos y por tanto mantienen un gasto mayor. Esto que está ocurriendo hoy con el petróleo ocurrirá mañana con el gas y el carbón a medida que vayan llegando al cénit. Por supuesto una vez pasados los diversos cénit y comience el declive el proceso se acelerará.

¿Nos encontramos prácticamente en el cénit del petróleo?
Es imposible saberlo, pero probablemente no, en la gráfica uno se ve como a partir del 2010, el petróleo continúa con un crecimiento parecido al de antes del 2004. Este nuevo incremento es gracias al crecimiento del light tight oil, un petróleo no convencional extraído con la técnica del fracking. Este nuevo petróleo extraído en EEUU inunda de nuevo el mercado de petróleo haciendo que desaparezcan los problemas de oferta, como consecuencia de esto tenemos la actual coyuntura de bajos precios del petróleo en la que nos encontramos en la actualidad. En el post Porqué ha bajado el precio del petróleo se explica la aparición de este nuevo petróleo y el posible alcance al que puede llegar.
A su vez, hay también expertos, informes y noticias que nos dicen que algunos países como por ejemplo Arabia Saudita tienen todavía muchas reservas de petróleo.
Gráfica 6              Producción de petróleo de EEUU y Arabia Saudita                                                  
Datos de BP en Mbd
La gráfica 6 compara la producción de petróleo de EEUU y Arabia Saudita, entre ellas encontramos muchas diferencias. En la producción de EEUU se notan tres campanas, la primera con el cénit de la producción continental, la segunda con el cénit de la producción de Alaska y la tercera al final con el crecimiento del light tight oil. En cambio en Arabia Saudita se notan dos comienzos de campanas. Una primera truncada por las dos crisis del petróleo, y una segunda truncada en el 1990 por una meseta ascendente. Si comparamos esta producción con la de EEUU, este último en solo 6 años aumenta su producción el doble que Arabia Saudita en 23 años, claramente Arabia Saudita desde el 1990 está racionando su extracción de petróleo. Como sus datos de producción son secretos y los pocos datos que dan tienen claros indicios de ser falseados, es imposible estimar de cuántas reservas disponen todavía, aunque por su eficacia en los aumentos de producción hay que pensar que todavía les quedan reservas.
En realidad la mayoría de la OPEP lleva haciendo eso, racionando la producción, la siguiente gráfica refleja como la
Grafica 7         Producción mundial de petróleo entre OPEP y el resto del mundo                              
Datos de BP en Mbd
producción de la OPEP mantiene el crecimiento mundial de la producción y a su vez compensa las irregularidades en la producción del resto del mundo; la OPEP compensó el retroceso de la producción del resto del mundo en el 1987, compensó también el lento crecimiento mundial a partir del 1993 y compensó el estancamiento de la producción a partir del  2004, interrumpido este estancamiento al final por el auge del light tight oil.
Pero el que Arabia Saudita y otros países de la OPEP tengan más reservas disponibles no cambia la realidad de la gráfica 1, no sirven de nada estas reservas si no se usan para compensar la falta de oferta que se dio entre el 2004 y el 2008. Para todos los efectos es como si no existieran. Ante problemas futuros de oferta no hay garantías de que Arabia Saudita u otros países compensen dicha escasez de oferta con sus reservas. Y están en todo su derecho, lo más probable es que los altos precios que hemos soportado en la última década sean los más rentables para el crecimiento de las economías de estos países, los más rentables para el crecimiento de los nuevos petróleos no convencionales y posiblemente también los más rentables para la estimulación de los ya muy explotados yacimientos de la OPEP. De hecho actualmente se pueden ver multitud de noticias informando de cómo una gran cantidad de compañías energéticas están en riesgo de quiebra debido a los bajos precios del petróleo.
Precisamente uno de los últimos post de este blog trataba sobre la necesidad de regulación de la producción y del precio del petróleo con el fin de mantener las empresas energéticas a flote. Diversas noticias actuales que tratan sobre conversaciones que se están manteniendo en algunos países productores, apuntan a futuros cambios de la regulación de la producción para volver otra vez a precios más altos y sostenibles para la industria petrolífera.
Viendo los problemas financieros que está causando en el mundo el petróleo barato, se podría considerar esto como otra  consecuencia del cénit: se ha acabado ya la era del petróleo barato, tal como predijeron Colin J. Campbell y Jean H. Laherrere allá por el año 1998.

Influencia del precio del petróleo en los sectores de la energía final
A continuación vamos a ver como afectó el precio del petróleo a los sectores más importantes de la energía final. La tabla siguiente muestra el porcentaje energético correspondiente de cada sector en la energía final del año 2013.
Porcentajes de consumo en sectores de la energía final
%
Industria
29
Transporte
28
Residencial
23
Uso no energético
9
Comercial y servicios públicos
8
Agricultura y pesca
2
No especificado
1
Tabla 1

Sector industria:

%
Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
26,2
18
19,8
6,6
21
8,4
2013
31,4
11,1
19,4
7,2
26,4
4,6

Gráfica 8                   Consumo de energía mundial en el sector industrial                                 
Datos de AIE en ktep
Lo primero que podemos destacar en la gráfica 8 es que en todo el periodo de tiempo, la industria ya usa poco petróleo, tanto la electricidad, el gas y el carbón están por encima. Aún así se puede observar como el mundo reduce fuertemente su consumo de petróleo en la industria compensando esta disminución con carbón y con electricidad. La energía total crece por el tirón de los países emergentes.


%
Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
19,3
20,4
27,2
4,4
26,8
1,8
2013
12,1
12
31,3
9,5
32,2
2,9

Gráfica 9                   Consumo de energía del sector industrial en países OCDE           
Datos de AIE en ktep
Como vemos en la gráfica 9, los países OCDE reducen su consumo de petróleo y carbón en la industria compensando con electricidad y gas natural, y en menor medida con renovables. A su vez vemos que el consumo total de energía está estabilizado.

%
Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
32
15,8
13,5
8,3
16,1
14
2013
39,2
10,6
14,3
6,2
23,8
5,3

Gráfica 10                   Consumo de energía del sector industrial en los países no OCDE                   Datos de AIE en ktep
En el caso de los países no OCDE vemos como es el carbón y la electricidad los que compensan la disminución del petróleo; estas energías también compensan el fuerte aumento del consumo energético que sucede en los países emergentes.
Según hemos visto en los datos del sector industrial, no parece muy problemática la sustitución del petróleo por otras energías, la industria parece prescindir de él sin mucho problema cuando sube el precio.

Sector transporte:

%
Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
0,8
93,9
3,6
0,4
1,3
0
2013
0,1
92,6
3,8
2,5
1
0

Gráfica 11                   Consumo de energía del sector transporte en el mundo                         
Datos de AIE en ktep
La gráfica 11 y sus correspondientes cifras no dejan lugar a dudas, el transporte tal y como lo conocemos ahora vive casi exclusivamente de los derivados del petróleo. A pesar del fuerte aumento del precio del petróleo, no ha sido capaz de reducir su dependencia. Resulta patético el intento de crecimiento de los biocombustibles con el objetivo de hacer el transporte más limpio y sostenible. Y desde luego sostenible no ha sido, según el Banco Mundial ese minúsculo crecimiento fue el mayor responsable de la crisis alimentaria mundial del 2007-2008.
En la misma gráfica y a distinta escala están los consumos totales en transporte del mundo, países OCDE y no OCDE. Vemos el fuerte crecimiento del transporte en los países no OCDE fruto de la aparición de las nuevas clases medias, en comparación con el estancamiento del consumo de los países OCDE debido al alto precio de los combustibles.
Dentro de este sector, el subsector del automóvil es el mayor responsable del consumo de este sector y a su vez también el mayor perjudicado. En Automóvil y energía veíamos como el automóvil se lleva un 48% de la energía del transporte y un 29,1% de la energía de los productos petrolíferos. También veíamos la dificultad de migrar semejante cantidad de energía a la electricidad y a los otros combustibles sin que queden afectados otros sectores de la energía final, altamente especializados en estas otras energías.
Una vez que se llegue a la fase de declive del petróleo parece muy difícil que el sector del automóvil pueda sobrevivir.

Sector residencial:


Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
10,2
12,8
17,9
41,9
14,1
3,1
2013
3,5
9,6
20,0
40,6
21,3
5,0

Gráfica 12                   Consumo de energía mundial del sector residencial                         
Datos de AIE en ktep
La gráfica 12 muestra el consumo energético mundial del sector residencial, en el cual disminuyen el carbón y el petróleo a favor de la electricidad y en menor medida del gas natural.



Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
7,9
20,1
33,2
7,2
28,3
3,3
2013
1,8
12,0
37,4
10,3
35,3
3,2

Gráfica 13                   Consumo de energía del sector residencial en países OCDE                        
Datos de AIE en ktep
La gráfica 13 muestra el consumo energético residencial de los países OCDE. El consumo de carbón y derivados del petróleo baja mucho en favor de la electricidad, el gas natural y en menor medida de las renovables.
El consumo total deja de crecer y se estabiliza debido al pico conjunto de precios del petróleo, del gas y del carbón.
En el post Pérdidas crecientes en el sistema energético mundial veíamos como debido a las grandes pérdidas que tiene la generación eléctrica, la  mayor parte de la electricidad se usa para equipamiento e iluminación dejando los combustibles para calefacción y agua caliente sanitaria. Los países OCDE en este sector, tienen prácticamente el 50% de gasto de energía en uso térmico, usando el gas como combustible mayoritario. O se aumenta mucho la eficiencia y la austeridad en este sector o en el cénit del gas muchos países sufrirán problemas con la calefacción.


Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
11,6
8,1
8,1
64,2
5,1
3,0
2013
4,4
8,4
11,1
56,0
14,2
5,9

Gráfica 14                   Consumo de energía del sector residencial en países no OCDE                     
Datos de AIE en ktep
La gráfica 14 muestra el consumo energético residencial de los países no OCDE. En este caso vemos una fuerte bajada de las renovables y el carbón a favor de la electricidad y el gas natural en menor medida.
Del gran consumo en renovables, el 97% corresponde a biocombustibles y residuos, y en gran medida corresponde al consumo de subsistencia, y en muchos casos no sostenible, de materiales vegetales utilizados directamente como combustible de los países menos desarrollados. De ahí la gran diferencia de magnitud entre las renovables de la OCDE y la no OCDE.
Aunque también aumentan las renovables en este grupo de países, de nuevo vemos que el gran crecimiento de la energía total hace que el porcentaje en renovables disminuya.
A destacar el bajo crecimiento en uso térmico de este grupo de países en parte debido seguramente a que gran parte de la población de estos países vive en zonas más templadas.

Uso no energético:


Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Petróleo
1990
5,2
74,5
19,2
1,1
2013
7,9
72,0
18,9
1,2

Gráfica 15                   Consumo de combustible en usos no energéticos                     
Datos de AIE en ktep
Según se ve en la gráfica 15, este es otro sector que no puede prescindir de los derivados del petróleo aunque su demanda es mucho menor que el transporte; según veíamos en la tabla 1, los usos no energéticos suponían el 9% de la energía final. De nuevo el crecimiento energético viene por los países emergentes dentro del grupo de países no OCDE. También en este caso los países OCDE han detenido su crecimiento.
Por tener alguna referencia comparativa de este sector, en España este sector se divide en 3 subsectores: transporte con un 37%, usos diversos con un 33% e industria con un 30%.

Sector comercial y servicios públicos:


Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
10,7
21,7
25,8
2,1
37,7
2,0
2013
4,8
11,8
25,5
3,6
49,9
4,4

Gráfica 16            Consumo de energía del sector comercial y servicios públicos en el mundo       
Datos de AIE en ktep
En este sector claramente se está creciendo y sustituyendo la energía del petróleo y del carbón por electricidad. De nuevo el crecimiento energético viene por los países emergentes dentro del grupo de países no OCDE. También en este caso los países OCDE han detenido su crecimiento.

Sector agricultura y pesca:


Carbón
Productos petrolíferos
Gas natural
Renovables
Electricidad
Calor
1990
8,6
64,6
4,3
3,5
17,8
1,3
2013
7,6
57,5
3,9
5,2
23,0
2,7

Gráfica 17                   Consumo de energía del sector agricultura y pesca en el mundo                
Datos de AIE en ktep
En este sector vemos que también los productos petrolíferos están disminuyendo a favor de la electricidad y en menor medida de las renovables. Aunque su dependencia de los productos petrolíferos todavía es muy grande no debería ser un sector problemático ya que supone solo el 2% de la energía final (tabla 1). Si lo comparamos con el sector transportes este sector gasta 53 veces menos productos petrolíferos que el otro.

El precio de la energía marca la demanda
Hasta ahora hemos visto como el consumo de petróleo y sus derivados reacciona a la baja si el pecio del petróleo es alto; en la siguiente gráfica vamos a ver como el consumo de gasolina reacciona al alza cuando el precio baja.
Gráfica 18          Consumo y precio de la gasolina en EEUU          
La gráfica representa el consumo de gasolina en EEUU confrontado con el precio de la gasolina; como era de esperar, cuando el precio sube baja el consumo y viceversa cuando el precio baja sube el consumo. En España ha pasado igual con el consumo de gasoil y su precio, aunque en menor medida debido a que la oscilación del precio ha sido menor al tener más impuestos el combustible en este país.
En una sociedad de consumo el precio marca la demanda, si la energía es barata la sociedad la derrocha y si la energía es cara la sociedad se comporta de forma más eficiente. En el caso del automóvil cuando el precio de los combustibles es alto, se raciona el uso del automóvil y se alarga la vida del vehículo (Ver Automóvil y energía).
Actualmente hay una opinión creciente en foros picoileros de que el precio del petróleo ha bajado por destrucción de demanda, lo cual no es correcto. Si bien es posible que se esté destruyendo parte de la demanda en los países desarrollados, gran parte de ella está sustituida por otras energías como hemos visto en este post y otra parte de la demanda está racionada; esto último es un comportamiento lógico dentro de las sociedades de consumo (Ver Sociedad de Consumo y energía-punto 4); permaneciendo la demanda latente hasta que bajan los precios de la energía como se puede ver en la gráfica 18. Si a esta permanente demanda le añadimos además la nueva demanda que se está formando en los países emergentes, tenemos lo que es evidente, que el consumo mundial de petróleo sigue creciendo; al menos hasta lo que estamos viendo en los datos más actuales.  La bajada actual del precio del petróleo vino con el aumento de la oferta de un petróleo no convencional, el light tight oil (se explica en el post Porqué ha bajado el precio del petróleo).
No digo que no se puedan dar periodos de destrucción de oferta y demanda, a mi juicio se han dado ya tres; en el 1973, 1979 y en el 2008; los dos primeros fueron de origen político y el tercero ya de origen físico. Estos tres periodos se pueden ver en la gráfica 1 del post anteriormente relacionado. Una vez se llegue al cénit del petróleo, es de esperar que estos periodos de destrucción de oferta y demanda con grandes fluctuaciones en el precio, explicados por Antonio en el post La espiral, se den cada vez con más frecuencia.

Posibles consecuencias futuras una vez alcanzado el cénit del petróleo
Según los datos que hemos visto, salvo el transporte y el consumo no energético, el mundo está reduciendo  y estancando la dependencia del petróleo de forma satisfactoria. Una nueva gráfica nos confirma los datos anteriores.
Gráfica 19               Crecimiento del consumo de productos petrolíferos en el mundo               
Datos de AIE en ktep
La gráfica refleja el crecimiento de consumo de productos petrolíferos del mundo. Se ve claramente que el consumo está prácticamente estancado, solo está disparado en el transporte, y en menor medida en usos no energéticos.
Ante la evidencia de los datos que hemos visto a lo largo de este post y excluyendo la muy probable debacle del transporte, el cénit del petróleo no debería de resultar demasiado traumático; simplemente con la eliminación del automóvil y una fuerte corrección del transporte por carretera y aviación sería suficiente por un tiempo, ya que estos tres sectores juntos suponen el 83% de la energía del transporte. Este tiempo daría un respiro para que los sectores se vayan acoplando al gas, al carbón y a la electricidad (más gas y carbón).
Sin embargo no es tarea fácil, el automóvil es el principal icono de las clases medias y de las sociedades de consumo. Tiene un fuerte arrastre en el empleo indirecto en los países desarrollados y a su vez también es uno de los mayores contribuyentes a las arcas públicas. Solo quitar el consumo del automóvil haría desaparecer aproximadamente un tercio de la demanda mundial de petróleo, semejante ausencia de demanda hundiría los precios; y por lo que estamos viendo actualmente, esos bajos precios hundirían la industria del petróleo, parte de la industria energética y el progreso de muchos países productores.
Pero como decíamos anteriormente una vez que empiece el declive del petróleo, parece difícil que el sector del automóvil pueda sobrevivir.
Confiar que sucesivos ajustes a la baja de la oferta y la demanda con fuertes oscilaciones de los precios, no van a ocasionar los mismos resultados que decíamos anteriormente parece demasiado optimista. Seguramente se necesitarán medidas especiales. Y si hay que tomar medidas especiales, mejor que se tomen cuanto antes. A fin de cuentas la desaparición del automóvil también traerá consecuencias positivas ya que el automóvil nunca ha sido capaz de cumplir con requisitos medioambientales; tampoco ha sido capaz de acabar con la siniestralidad y finalmente; tampoco ha sido capaz de cumplir con criterios de eficiencia; los pequeños logros tecnológicos en eficiencia quedan minimizados porque gran parte del uso que se da al automóvil no es eficiente (Ver Automóvil y energía).  
Prescindir cuanto antes del automóvil bien podría ser el primer intento de la humanidad de irse adaptando a los recursos limitados del planeta de forma voluntaria, antes que lleguen los cénit que sí serán dramáticos si no se toman medidas anteriormente: el cénit del gas y del carbón.

Gráfica 20             Consumo mundial de energía por sectores y energías 
Datos de AIE en ktep
La gráfica 20  tomada del post Automóvil y energía representa toda la energía consumida en el mundo (primaria y final) del año 2011. En la gráfica vienen las distintas fuentes de energía y el uso que se les da a esas energías. Como puede verse tanto el carbón y el gas natural están fuertemente especializados en generación eléctrica, en consumo industrial, en consumo residencial y en consumo en el sector servicios públicos Y como hemos visto a lo largo de este post, estos combustibles también están cogiendo el relevo de lo que va dejando el petróleo; asumiendo también la nueva demanda de los países emergentes en casi todos los sectores. La escasez de cualquiera de estos dos combustibles producirá un inevitable fuerte aumento del precio del combustible y de la electricidad, afectando a su vez económicamente a todos los sectores. Y no digamos ya si nos tenemos que enfrentar a interrupciones de suministro, no es lo mismo tener las gasolineras desabastecidas que tener interrupciones en el suministro de la luz, la calefacción o el agua caliente.
Algunas fuentes señalan el cénit del gas para la próxima década, y algunas otras fuentes (las menos) incluyen también para esa década el cénit del carbón. Si gracias al cénit del petróleo el mundo toma conciencia de la inevitabilidad del agotamiento de los recursos, podremos mentalizarnos y prepararnos para los otros dos cénit que sí serán problemáticos. Lo peor que podemos hacer es precisamente lo que se está haciendo ahora, estirar la agonía del cénit del petróleo con petróleos de alto riesgo medioambiental y más que dudosa rentabilidad como las arenas asfálticas, el light tight oil y quizás en un futuro los petróleos pesados de Venezuela; estirando el momento del declive hasta el punto que quizás en un futuro coincidan el cénit del petróleo con el cénit del siguiente combustible fósil. Entonces será mucho más difícil enfrentarse al problema.
El cenit del petróleo quizás sea la última oportunidad antes del caos, debería de estimular la puesta en práctica de nuevas ideas de organización, donde la economía, el individuo, la sociedad y la biosfera se relacionen de forma armónica, asumiendo los límites reales de cada uno de los sistemas. Y no como ahora, que nos comportamos como sí dichos límites no existieran.
Saludos