Bienvenidos a un mundo post-apocalíptico. Poco sabemos de lo que ocurrió. Un virus de gripe especialmente virulento arrasó con casi toda la humanidad, la enfermedad que derivó después terminó con quienes habían sobrevivido al virus. El tiempo pasa y Big Hig sigue vivo. Y Jasper, su perro. Los dos sobreviven como pueden, pasando un día detrás de otro. Pero no están completamente solos, tienen un vecino, un fanático de las armas llamado Bangley. Y eso es todo. Casi. Aislados del resto del mundo en su perímetro de seguridad, las visitas que reciben de otros supervivientes son escasas y breves. Tienen lo necesario para sobrevivir, para seguir adelante un día más.
A Peter Heller, autor de esta novela, le gusta la naturaleza y, por consiguiente, a su protagonista también. La caza y especialmente la pesca son muy importantes para Hig, le hacen mantener la cordura cuando ya no queda nada en el mundo que le reconforte.
El paisaje juega un papel muy importante en esta novela, las Montañas Rocosas se alzan imponentes, aislando todavía más a los pocos humanos que quedan vivos: los ríos, que ya no llevan truchas, los bosques, que ya no albergan alces, y las cimas nevadas, que Hig sigue sobrevolando regularmente con la Bestia, su querido avión. La belleza de esta naturaleza salvaje pero maltrecha va íntimamente ligada con los sentimientos y emociones del protagonista, que el autor expresa de una manera bastante poética, cruda y caótica, como la sangre que sale a borbotones de cada herida. La lectura fluye superando grandes altibajos y cambios de ritmo. Se me hicieron especialmente pesadas las partes dedicadas a la pesca, caza y aviación, pues contienen gran cantidad de detalles que interesarán a los aficionados de estas actividades pero que entorpecen un poco el avance de la historia. La otra parte, la de las reflexiones de un hombre y su perro, es la que me mantuvo más atenta durante la lectura, que puede llegar a ser bastante confusa debido al estilo del autor y especialmente al uso que hace del diálogo libre, sin guiones ni comillas, al que no estoy acostumbrada. Aún así, es fácil seguir el curso de la historia ya que la acción no es la parte primordial de la novela sino las consecuencias emocionales que cada hecho y decisión conllevan.
La novela está estructurada en tres partes. El libro primero sirve como presentación y planteamiento de la situación de los personajes. No se menciona gran cosa sobre el origen del fin del mundo ya que la información que se nos transmite es la misma que conoce el protagonista, es decir, muy poca. Lo esencial de esta parte es que el lector consigue meterse en la piel de Hig, así el detonante que nos lleva al libro segundo pega más fuerte. Podría pensarse que esta es una novela de supervivencia aunque en realidad no es ese el objetivo principal, porque ¿qué sentido tiene sobrevivir cuando ya no te queda nada? Jasper, el perro, es el motor de la historia, fuente de energía de Hig y el desencadenante de la búsqueda que le hace salir del perímetro de seguridad, de su zona de confort, hasta el punto de no retorno. Sin embargo, aún nos queda el libro tercero, que vendría a ser la vuelta al hogar, en todos los sentidos, o por lo menos a aquello a lo que nos hemos acostumbrado a llamar hogar.
Resumiendo, La constelación del Perro es una novela que ofrece un punto de vista diferente a otras novelas post-apocalípticas, donde el peso principal recae en el sentimiento de pérdida y en el afán de salir adelante cuando la lógica y la razón pasan a un lado y dejan de tener sentido. Una lectura interesante, un poco inconstante pero cargada de sensaciones humanas e instinto animal. Disfrutable especialmente para amantes de los animales, la naturaleza y la poesía de las estrellas.
A Peter Heller, autor de esta novela, le gusta la naturaleza y, por consiguiente, a su protagonista también. La caza y especialmente la pesca son muy importantes para Hig, le hacen mantener la cordura cuando ya no queda nada en el mundo que le reconforte.
El paisaje juega un papel muy importante en esta novela, las Montañas Rocosas se alzan imponentes, aislando todavía más a los pocos humanos que quedan vivos: los ríos, que ya no llevan truchas, los bosques, que ya no albergan alces, y las cimas nevadas, que Hig sigue sobrevolando regularmente con la Bestia, su querido avión. La belleza de esta naturaleza salvaje pero maltrecha va íntimamente ligada con los sentimientos y emociones del protagonista, que el autor expresa de una manera bastante poética, cruda y caótica, como la sangre que sale a borbotones de cada herida. La lectura fluye superando grandes altibajos y cambios de ritmo. Se me hicieron especialmente pesadas las partes dedicadas a la pesca, caza y aviación, pues contienen gran cantidad de detalles que interesarán a los aficionados de estas actividades pero que entorpecen un poco el avance de la historia. La otra parte, la de las reflexiones de un hombre y su perro, es la que me mantuvo más atenta durante la lectura, que puede llegar a ser bastante confusa debido al estilo del autor y especialmente al uso que hace del diálogo libre, sin guiones ni comillas, al que no estoy acostumbrada. Aún así, es fácil seguir el curso de la historia ya que la acción no es la parte primordial de la novela sino las consecuencias emocionales que cada hecho y decisión conllevan.
La novela está estructurada en tres partes. El libro primero sirve como presentación y planteamiento de la situación de los personajes. No se menciona gran cosa sobre el origen del fin del mundo ya que la información que se nos transmite es la misma que conoce el protagonista, es decir, muy poca. Lo esencial de esta parte es que el lector consigue meterse en la piel de Hig, así el detonante que nos lleva al libro segundo pega más fuerte. Podría pensarse que esta es una novela de supervivencia aunque en realidad no es ese el objetivo principal, porque ¿qué sentido tiene sobrevivir cuando ya no te queda nada? Jasper, el perro, es el motor de la historia, fuente de energía de Hig y el desencadenante de la búsqueda que le hace salir del perímetro de seguridad, de su zona de confort, hasta el punto de no retorno. Sin embargo, aún nos queda el libro tercero, que vendría a ser la vuelta al hogar, en todos los sentidos, o por lo menos a aquello a lo que nos hemos acostumbrado a llamar hogar.