Hace dos años nos dotamos de un nuevo Estatuto para alcanzar un desarrollo pleno de nuestros derechos y alcanzar nuevas cotas en nuestro peso específico en el conjunto del país y en el contexto internacional. Sin embargo, la realidad nos demuestra que los andaluces andaluces, pese a ser los mejores, estamos a la cola.
En los últimos 25 años, los andaluces representan el 25% del total de parados nacionales. Más de 280.000 familias tienen a todos sus miembros sin trabajo y las previsiones económicas reflejan que la convergencia real con otras autonomías y el resto de Europa se aleja a pasos agigantados.
Andalucía precisa reformas urgentes y, sin embargo, llevamos ocho años en los que no se ha llevado a cabo ninguna. De hecho, de las 40 nuevas leyes que se deben aprobar para ejecutar el desarrollo estatutario sólo se han aprobado dos, la de Grandes Ciudades y la de Mediación Familiar.
En materia de financiación, el Estatuto está incumplido de la A a la Z, ya que no está preservada la solidaridad, no se ha actualido el sistema de financiación ni se ha garantizado la compensación, año a año, por la desaparición del impuesto del patrimonio.
La deuda histórica ha quedado en papel mojado y el presidente de la Junta ha sumado un nuevo incumplimiento traicionando los intereses de todos los andaluces.
Finalmente, los ayuntamientos, la administración más cercana a los ciudadanos, aún siguen asumiendo competencias que no les corresponden y que no están dotadas de fondos suficientes para ejecutarlas. El Pacto Local, pendiente desde 1990, debe ser una prioridad y, sin embargo, no sólo no se llevará a cabo sino que los ayuntamientos tendrán que cargar con el coste de la aplicación de las leyes de derecho a la vivienda y a la inclusión social.
Andalucía no puede seguir pagando la conducta irresponsable de dirigentes que tienen alergias a cualquier reforma. El futuro sólo se puede encarar desde un andalucismo constitucional, que consagre los principios de solidaridad entre los territorios, en la igualdad de todos los españoles y en la libertad para expresarnos y decidir nuestra suerte. Hay que decir basta a la doble vara de medir. Hay que decir basta. Que unos entren en la Administración por ser de un partido y otros no porque no lo son. Que unos alcaldes reciban inversiones y otros no. Que algunas provincias de Andalucía se vean agraviadas con respecto a las demás como es el caso de Cádiz.
Es la hora de Andalucía. Es la hora de los andaluces.