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domingo, 13 de enero de 2019

2018, viento a favor para la transición



Si el año pasado al hacer balance del año que terminaba, 2017, destacábamos que había sido el año en el que por primera vez varios comunicados sobre la gravedad del problema medioambiental habían llegado hasta el gran público, el año 2018 destaca por ser el año en el que se inicia un nuevo ciclo de protesta, y el año en el que la ciencia volvió a dar de lado la transición hacia la sostenibilidad, aunque nos abrió una importante oportunidad. Bueno, no exactamente la ciencia, pero sí Joham Röckstrom, uno de los científicos más importantes a nivel mundial en el ámbito de la sostenibilidad, y el más mediático, con acceso a las autoridades políticas y a las personas más influyentes. Röckstrom declaró en la cumbre de las ciudades contra el cambio climático que era posible el crecimiento económico mientras nos manteníamos dentro de los límites planetarios que él, junto con otros científicos, ha ayudado a trazar.



Röckstrom ha adoptado un keynesianismo verde donde juegan un papel destacado los sumideros de carbono y técnicas de geoingeniería, aunque no las más dañinas, que consistirían en enfriar el planeta con alguna técnica a gran escala, mientras se sigue emitiendo carbono. Él apuesta por la geoingeniería para la captura de carbono. A mí juicio, lo que ha pasado en San Francisco es muy importante, porque marca por donde van a ir las élites progresistas y globalistas, si los Trump, Bolsonaro y Le Pen (no parece descabellada pensar su ascensión a la presidencia en breve, dado el descrédito absoluto de Macron, el candidato del statu quo que paró a Le Pen por los pelos en las últimas elecciones), les dejan.

lunes, 10 de septiembre de 2018

La odisea rural




Quiero comenzar este texto abriendo un poco el corazón, este es al fin y al cabo la raíz del problema que enfrentamos como sociedad. Llevo prácticamente dos décadas emboscándome en el retorno al campo, he visto, compartido y vivido de todo, y mas allá de los innumerables fracasos y derrotas, desencuentros, desamores y odios irracionales, que he vivido en mí y en la gente que me ha rodeado, si nuestro corazón camina de la mano de nuestra mente, siempre se saca algo bueno, enriquecedor y revitalizante de todo eso. Del dolor emergen las mujeres y hombres más fuertes, del desamor más preparados para cuidar y amar, del fracaso entendiendo mejor cuál es el camino para la realización personal, sin mascaras, decorados ni teatros innecesarios.

Las élites nos quieren divididos y escindidos, psicópatas fácilmente automatizables y controlables, títeres sin esencia, sentido, ni amor por nada, salvo por el fetichismo de moda implantado. El aprendizaje que he sacado por encima de todo, es básicamente que en la medida que nos cuidamos entre tod@s aumentamos de forma sinérgica nuestra capacidad de intervenir, actuar y cambiar nuestro entorno y realidad.

Ten paciencia amig@, el camino es largo y esta lleno de aventuras y amarguras maravillosas.


Hacia una recomprensión de nuestro papel en la Naturaleza

El cambio de paradigma es imparable y aunque desde luego ni las clases dirigentes, ni la ciencia, ni la sociedad en términos generales sean plenamente conscientes de esta necesidad, en todo el mundo existe un movimiento de recomprensión del papel que desempeñamos como gestores y creadores de ecosistemas, es un proceso arduo, siempre renovándose porque trabajamos con la Naturaleza, ¡demonios! ¡Somos Naturaleza!. Esto implica conocer el recorrido histórico que nos ha traído hasta aquí (pero este es un tema extenso para otro post) y partiendo de ese punto empezar a experimentar estrategias que resuelvan al menos localmente esta enorme problemática heredada. No podemos ni debemos seguir pasándole la pelota a la próxima generación, es más, como no afrontemos este reto ingente ya, es posible que no queden muchas generaciones después de la nuestra.

domingo, 5 de agosto de 2018

Rumbo de colisión


El pasado 13 de noviembre se publicaba en la revista BioScience un artículo que recogía la actualización de la “Alerta de los científicos del mundo a la humanidad”, un manifiesto firmado hace 25 años por 1700 científicos incluyendo la mayoría de los premios nobel vivos. En esta ocasión la segunda advertencia lleva la firma de 15364 científicos de 184 países.

La advertencia es preocupante, ya que las tendencias que se pusieron de manifiesto hace 25 años no se han detenido, ni siquiera frenado. El agua dulce disponible por habitante se ha reducido un 26,1%. La captura de peces se ha reducido un 6,4% (bastante más desde su máximo posterior a 1992) no por un esfuerzo de conservación, sino porque no hay disponibilidad del recurso. El número de zonas muertas en ecosistemas acuáticos ha aumentado un 75,3%. La superficie forestal ha disminuido un 2,8%. La abundancia de vertebrados ha disminuido un 28,9%. Las emisiones de CO2 han aumentado un 62,1%, y la diferencia de temperatura respecto a 1960 un 167,6%. La población de humanos ha aumentado un 35,5%, y la de ganado un 20,5%.


El mensaje que se deriva de estos datos es simple, hay que cambiar de rumbo para prevenir “un deterioro generalizado de las condiciones de vida humanas”, pronto será demasiado tarde ya que nos quedamos sin tiempo.