Cada vez que te rozo me haces apagar la luz.
Encendemos una vela, y bajo su aroma nos
dejamos llevar por caminos de placer.
Caminamos juntos procurando
mantener la llama encendida,
protegiéndola con las manos.
Y cuando llegamos al final del camino,
disfruto viendo como de un suspiro
apagas la luz que nos iluminó el sendero.