Año 1.995
Inspirada en el Castillo de Blanes, la artista realiza esta versión imaginativa añadiendo dos barcas al paisaje.
Las barcas iguales y también diferentes, llevan los nombres de sus hijas.
Ambas barcas están atadas, cada una a un lado del lienzo, como atadas a los brazos extendidos de una madre que se abre a ellas para protegerlas de la mar. Amparadas en la orilla del regazo materno, pero firmes y preparadas para zarpar.
Todo un poema.
La limpieza del color y la luz que ilumina la arena reflejan, indudablemente, su gran amor de madre.