Catorce años
bastaron, entre 1919 y 1933, para que La Bauhaus se convirtiera en la más
mítica e importante escuela de diseño de todo el siglo XX. Muchos de los
objetos cotidianos que hoy nos rodean (lámparas, alfombras, teteras, sillones
de tubo de acero, mesas de comedor plegables, etc.) tienen su origen en esta
institución en la que impartieron docencia nombres imprecindibles del arte de
vanguardia: Gropius, Kandinsky, Pul Klee, Van Doesburg, Mies Van der Rohe, etc.
En sus talleres se creaba y
debatía. La tendencia Expresionista y la Racionalista pugnaron por su dominio
estético del mismo modo que lo hacían en el conjunto del mundo artístico.
La
vida de la Bahuaus fue muy fructífera pero, a la vez, atormentada. Tuvo tres
sedes: Weimar, Dessau y Berlín, antes de ser clausurada por el gobierno
nacional-socialista de Hitler, por considerarla la máxima expresión de lo que
denominó arte degenerado.
En los
últimos años la figura de Gropius, uno de los grandes maestros del Movimiento
Moderno, no ha gozado de demasiado crédito, empeñados, como estaban,
arquitectos y críticos en demoler la herencia del racionalismo. Sin embargo,
entre las muchas obras decisivas o simplemente interesantes de Gropius hay que
destacar el edificio de la Escuela de la Bauhaus en Dessau. Destaca la transparencia
espacial del edificio, conseguida, además, negando la frontalidad del edificio
y acentuando la percepción diagonal del mismo. (Fomento.edu).