El verano pasado leí recomendado por
Sila Lucio Cornelio, un artículo muy interesante sobre las
20 cosas que podemos aprender de los niños para ser más creativos y lo guardé en favoritos hasta hoy, porque algún día escribiría una entrada. El día ha llegado: ¿El ser más creativos nos hace más felices? Por supuesto, y viceversa. Ser felices, nos hace más creativos.
"Diversos estudios han demostrado que
el afecto positivo facilita la generación de soluciones innovadoras y creativas. Los sentimientos de felicidad influyen de manera notoria en la organización y dinámica de otros procesos cognitivos, así influye positivamente sobre los procesos de pensamiento, solución de problemas, creatividad y motivacionales."
(Fernández-Abascal, E.G.; García, B.; Jiménez, M.P.; Martín, M.D. y Domínguez, F.J. (2010). Psicología de la Emoción. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.)
Cito aquí parte del artículo:
"Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido."
Existen muchísimas cosas que podemos aprender de los niños, de su actitud ante la vida, la forma de enfrentarse a problemas, su decisión… Aún no hemos entendido que realmente no tenemos que esforzarnos en aprender a ser creativos e innovadores, sino que únicamente debemos recordarlo.
¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de "el niño que llevo dentro" o "cuando yo era pequeño"? Demasiadas. Y es que aunque nos duela, cuando crecemos, dejamos algunas cosas de lado en pos de la carrera hacia la madurez, como si alguien fuese a darnos un premio por crecer más de prisa.
Tampoco se trata de ir por la vida a lo tonto y ser siempre como un adolescente. Se trata de encontrar un
equilibrio, y para eso, de vez en cuando hay que mirar hacia adentro, y preguntarnos si nos estamos convirtiendo en los adultos que queremos ser.