Mostrando las entradas con la etiqueta desapercibida. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta desapercibida. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de mayo de 2019

Lo que nos estamos perdiendo


“Un viernes de enero del 2007, un hombre entra a la estación de trenes de Washington. Extrajo su violín y empezó a sonar. Lo hizo por casi cuarenta y cinco minutos, en los cuales ejecutó seis obras de Bach.
Durante este tiempo, ya que era la hora de punta, se había calculado que miles de personas habrían pasado por allí, muchas camino a su trabajo.
Luego de unos minutos, un hombre maduro se dió cuenta que un músico estaba tocando; empezó a caminar más despacio y se detuvo por unos segundos. Luego se apuró, para recuperar ese ‘tiempo perdido’ seguramente.
Después de unos minutos más, el violinista recibe su primer dolar de propina: una mujer arrojó el dinero en el estuche del violín y sin siquiera detenerse continuó a caminar.
Pocos minutos más tarde, un hombre se apoyó a la pared para escucharlo, pero enseguida miró su reloj y comenzó a caminar.
Quien prestó más atención fue un niño de aproximadamente 3 años. Su madre tiraba de su mano, aún así el niño se detuvo a escuchar. Finalmente la madre consiguió llevárselo y éste empezó a caminar girando la cabeza durante todo el trayecto.
Este comportamiento lo repitieron varios niños; y todos, todos los padres sin excepción, los forzaron a continuar.
En los cuarenta y cinco minutos que el violinista tocó, sólo seis personas se detuvieron y quedaron un momento escuchándolo. Alrededor de veinte le dieron dinero, pero continuaron  caminando normalmente.
Cuando terminò de tocar y volvió el silencio, ninguno se dió cuenta. No hubo aplausos ni reconocimientos.”
Sobre el final de esta insólita actuación, se acercó una mujer. Lo había reconocido. El violinista era Joshua Bell, uno de los más grandes y talentosos músicos del mundo. Ella lo sabía bien, tres semanas antes lo había visto en un concierto organizado en la Biblioteca del Congreso, donde la entrada costaba U$S100.


Ese día, Joshua Bell tocó una de las piezas más complejas jamás escritas, con un violín Stradivarius del valor de tres millones y medio de dólares; y en esos cuarenta y cinco minutos, en el estuche de ese violín, recogió 32 dólares.

Todo esto fue organizado por el periódico Washington Post, como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La pregunta era: ¿en un ambiente común, a una hora inapropiada, percibimos la belleza?; ¿nos detenemos para apreciarla?; ¿reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Pero tal vez, la verdadera pregunta sobre la cual deberíamos reflexionar es: si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo, tocando una de las melodías más maravillosas jamás escritas, ¿cuántas cosas nos estamos perdiendo?

Alma & Luna