Las diferentes anchuras del embudo

Hay en estos momentos dos noticias en primera plana de los periódicos, que ilustran perfectamente la esencia de este sistema capitalista en que vivimos. Una es la que hace referencia a la futura aprobación por las instituciones europeas de la llamada "Directiva de las 65 horas"; otra es la que relata las enormes lagunas de control que dejaron las autoridades de regulación bursátil y financiera esatadounidenses y que sirvieron para dar cobertura (se supone que involuntaria) al estafador norteamericano Bernard Madoff.

Ambas noticias ponen de manifiesto diferentes aspectos de una misma cosa: la desregulación de todo lo relacionado con la economía, como piedra de toque angular de una teoría, la liberal, que ha sido libro de cabecera de la clase dirigente mundial hasta antes de ayer y que hoy, a pesar de ser mirada de reojo y con gesto adusto, sigue rigiendo la práctica totalidad de las conductas económicas de los gobiernos y las corporaciones.

La desregulación en la práctica (aunque no en teoría) de la operativa financiera en Estados Unidos y en el resto de las economías ha sido muy beneficiosa para quien ha buscado en ella un terreno abonado en el que medrar a costa de cientos de inversores de todo el mundo. La falta de imperio de la ley y de control transnacional de las autoridades públicas ha permitido que, como dice el refrán, los unos por los otros y la casa sin barrer.

En el caso de la Directiva de las 65 horas también se pretende alcanzar ese nivel de desregulación, en este caso laboral, dejando al "libre juego de las fuerzas productivas" el establecimiento de un equilibrio entre los intereses de todas ellas. Ésta es la fórmula, tan querida para los liberales, que define falsariamente el idílico futuro que espera a quienes abandonen la tutela estatal para sumergirse en las cálidas aguas de la relación desregulada.

Pero fíjense qué diferentes son los resultados para unos y para otros: Bernard Madoff ha sido descubierto, pero perfectamente podría no haberlo sido. Otras veces le habían cazado en varios gazapos y no le había ocurrido nada y en cualquier caso, mientras tanto, se ha forrado vilmente con ello. En el caso de los trabajadores (primero pueden ser los médicos, pero luego lo serán otros muchos), la desregulación irá en contra de ellos desde el primer momento. Es el embudo de toda la vida, con su boca ancha y su boca estrecha.

Por eso, niños queridos, no creáis nunca a quienes con voz meliflua os canten las excelencias del liberalismo, la privatización, la desregulación y otras zarandajas liberales. Antes bien, arrancadles con brio la gabardina con que cubren su apergaminada piel y dejad al descubierto las viejas y feas carnes de sus propuestas.

Y nunca, nunca, les votéis.

Comentarios

J. G Centeno ha dicho que…
En el fondo, y siguiendo con su inveterada costumbre de meter tres goles y salvar dos, lo que a usted le hubiera gustado es ser el tal Madoff, que ha conseguido meterle goles al sistema con la excusa de salvar al sistema, y de paso forrarse él mismo. Enternecedor
SyrianGavroche ha dicho que…
Lo bueno es que estoy seguro de que si alguien roba algo para comer pasará mas tiempo en la cárcel que el tal Madoff este...

¡Toma Capitalismo!
MADISON ha dicho que…
Extraordinario su ultimo párrafo D. Antonio, lo suscribo íntegramente, no veo, no oigo, no diviso, no atisbo, en definitiva, donde están los liberales que decían que el mercado es soberano, que se autorregula solo.......... ahora corriendo a papa Estado para que les saque del fango. Y lo peor que nos arrastran a todos, y todavía peor que si salimos de esta, dentro de 50 años se volverá a repetir. Ay D. Antonio y los lideres socialdemócratas con sus peleas sin una alternativa ¿y la izquierda? ¿donde está la izquierda? que falta de lideres y de ideas.
Antonio Flórez ha dicho que…
Esa última pregunta, don Madison, es clave: ¿dónde está la izquierda? ¿Dónde estamos?

Un saludo.