Facundo Cabral en ND Ateneo

“El amor es para siempre.

Lo que uno ama es para siempre porque pasa a ser parte de uno.
Se queda ese amor en uno.
Esa llama da vida, pero ese amor si se queda dentro...
quema.”.
Facundo Cabral.

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“Canciones conversadas” se llama el ciclo en el que Facundo Cabral se reencontró en el mes de Febrero con Buenos Aires y su público. Quería publicar esta pequeña crónica antes pero diversos compromisos me lo impidieron. Aún así quiero contarles porque valió la pena estar junto a él aquel viernes.

-"Todo lo que yo siempre quise fue ser el cantor del barrio, y se cumplió, porque estoy parando en un hotelito acá a tres cuadras..."- nos compartió intimamente a poco de empezar el show el viernes 18 de febrero en ND Ateneo. Llevé a mis chicos porque quería que lo conocieran, pero cuando me preguntaban qué ibamos a ver, no sabía bien qué contestarles.
¿Quién es Facundo Cabral?

Ni músico, ni cantor, ni poeta, ni escritor, algo filósofo y un poquito de cada cosa. -"Quiero que conozcan un trovador urbano, un verdadero juglar"- les dije entonces.

Facundo Cabral, en cambio, se define a sí mismo desde el desapego, como un feliz vagabundo -"Nunca me detuve, no tengo una casa... Siempre estuve de paso. Nada para cuidar, feliz de tener lo mejor de la vida, la libertad."

A mis chicos les sorprende verlo aparecer. Trae un bastón y camina lento. La gente se vuelve loca, de pie lo aplaude y lo vitorea con muchísimo cariño. tanto afecto lo emociona y nos emociona a todos.
Cada viernes de Febrero la presentación se hizo con la presencia sobre el escenario de un amigo, excusa coloquial para hablar sobre sus canciones, sus viajes, la vida, anécdotas, en fin... lo que saliera, de manera que cada show fué distinto y personal.

Construido en parte por el invitado, el público que acota cosas a los gritos, y desde luego Facundo Cabral que escucha, cuenta, comparte y pregunta.

Aquel viernes 18 Mario Mactas fue el respetuoso y ocurrente partenaire. Los chicos lo ubicaron enseguida por el segmento del Gato y el Zorro (zorro con "Z", por favor!) que hace con Lanny Hanglin en su programa a las 17.00hs en AM 710, y les llamaba la atención este -casi diría por momento tímido- Mario que no quería quitarle el protagonismo a Cabral.-

Facundo Cabral se asoma al escenario caminando lento, con ayuda de un bastón. Los años se le notan al tiempo que espejan los nuestros. Comienza el show de una manera muy sencilla, hablando de arte. Una mesa sobre la cual descansan dos copas de vino, una jarra llena, un cuadro detrás como todo adorno, las sillas necesarias para el anfitrión y su invitado, escenografía colorida pero despejada.

Nos cuenta de su madre que "No podía creer que me pagaran por cantar... y a mí todavía me asombra. Que la gente me haya becado para que siga siendo libre y feliz. Y si es posible que contagie esa felicidad".- Y nos introduce con un punteo muy simple en lo que él asegura fue su primera canción: -"Aproveché que estaba naciendo (a los 17 años) y me escribí mi primer canción de cuna." Y canta "Vuele bajo".

-"No nacemos solamente cuando salimos de nuestra madre sino cuando tomamos conciencia de que estamos presente en este mundo." - entonces nos cuenta de su encuentro con un vagabundo, a los 17 años, en Mar de Ajó, quien le habló por primera vez de Dios, llamándolo "Principe", el "Hijo del Rey" como su segundo nacimiento.

Lo miré de reojo a Marcos, mi hijo menor, que abrió los ojos enormes, sorprendido por esa revelación. Supe que no me había equivocado en llevarlo. Más aún cuando luego se fue explayando en algunos de los escritores que lo marcaron con su literatura a lo largo de los años.

-"Como no tengo una mujer, vivo con todas. Como no tengo una casa vivo en el mundo. No necesito automóvil ni yate porque lo tienen mis sobrinos. es decir, soy un vagabundo "first class". No tengo que ocuparme de los pobres orque para eso está la Iglesia... Ni preocuparme de los ricos porque para eso está el gobierno. Nadie te obliga a ir de compras o de vacaciones, no tengo que estar atento ni a la Bolsa de Hong Kong, ni a la moda de Paris, lo que quiere decir... que encontré el secreto: tener menos para tenerme mas."
Así va contando y cantando. Desenredando historias y recuerdos. Cerca de la mitad del show invita a pasar a su invitado y se construye el diálogo, sin urgencias, paladeado. Esta noche gira en torno a Borges, ambos repasan momentos compartidos con el escritor.

Las anécdotas se van sucediendo, el diálogo es jugoso, nos reimos de situaciones simples, nos quedamos pensando, el momento es agradable y el espectáculo se hace breve.

En algún momento de la noche nos muestra un ejemplar de su primer libro, "Paraíso a la deriva". Lo hace con modestia, resaltándolo como un increíble logro de vida. Reserva un recuerdo generoso para el jesuita que le enseñó a leer, de grande,a los 14 años. Acota que alguna vez fue un muchacho perdido, muy perdido. de faltar a la escuela, de pelearse en la calle, de mucho alcohol y otros vicios.

Parece increíble que sea el mismo que hoy además de ser un Ciudadano Ilustre de Buenos Aires sea también "Mensajero Mundial de la Paz", titulo que le concedió la Organización de las Naciones Unidas para la Eduación, la Ciencia y la Cultura.

En algún momento nos habla también de Perón, Mejor dicho de Evita. "Aquella Mujer" que buscó primero en Buenos Aires y luego en un acto en La Plata donde logró detener el auto en el que viajaban para pedirles trabajo. Cómo al día siguiente la propia Eva lo recibe en su despacho y le consigue trabajo para su mamá, en una escuelita de Tandil. La recuerda hermosa como una Reina.
También convoca en el aire a la Madre Teresa, recrea instantáneas del momento en que la conoció, los viajes con ella: "La gente al verla sabía que ella era el mismísimo Amor".

La nombra cuando menciona la pérdida de su hija -y su mujer, en un accidente de avión- y de cómo la Madre Teresa le preguntó qué iba a hacer con ese amor tan grande, dónde lo iba a volcar... y cómo unos días después lo invitó a que estuviera con ella bañando leprosos y asistiendo a quienes estaban por morir... Y que entonces allí entendió acabadamente lo que era el amor.

La despedida es sencilla, como el resto de la presentación. Agradece al invitado con un apretón de manos, comparte unas palabras mas con todos nosotros que aplaudimos de pie, a rabiar. Y luego se va modestamente como llegó, casi una aparición. No habrá bis ni nada por el estilo.
Nos vamos felices, contagiados por su propia felicidad. Nos vamos pensativos, conmovidos.

La cena nos encuentra a los cuatro compartiendo lo vivido desde el corazón, Cada uno cuenta lo que le provocó escucharlo. Hablamos del amor, del conocimiento, de la sabiduría, del propósito de la vida, de la gratitud, del ego, de la verdad, la justicia, la solidaridad, la misericordia...

Ha sido una noche extraordinaria, exactamente lo que deseaba yo regalarle a mis hijos, algo que no van a olvidar, y que de alguna manera les ayuda a cuestionarse.
De esto estoy tan, pero ¡tan segura!

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Facundo Cabral volverá a presentarse el viernes 29 de marzo en ND Ateneo. Acabo de saberlo por la página de Facebook dedicada a él.