Deslumbrados por el vislumbre
El Vislumbre del Esteko
Santiago del Estero
La Banda
Por Martín Vidal….
…para los compañeros y compañeras, amigos, amigas.
Ahí les comparto algún recuerdo de una noche salamanquera
…en Santiagomanta, en el confín sur del imperio incaico.
Quienes participamos del encuentro de la UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas) en Santiago del Estero en el mes de agosto, algunos, algunas tuvimos la oportunidad de conocer esta banda de la ciudad de La Banda.
Durante el fin de semana que estaba sesionando este encuentro de organizaciones y asambleas de vecinos, vecinas, también se estaba realizando la fiesta de Los Carabajal con el Cumpleaños de La Abuela. Varias noches hemos intentado ir a esa maratón de bandas que concluye con el Carabajalazo, pero entre el cansancio de todo el día, la tradicional peña de la UAC, los fogones y guitarreadas nocheras, el compartir con los y las compas y el trabajo que implica nuestro encuentro, muchos, muchas de las participantes nos hemos quedado en el intento, aunque sabemos que algunos, algunas pudieron darse una escapadita por ahí.
Pero como no nos íbamos a quedar con las ganas, la última noche, luego de finalizar la primera parte del plenario, decidimos entre compas convocar a una salida colectiva y salamanquear un poco este encuentro que ya nos tenía encerrado durante varios días. Con el compromiso de que a las 8.30hs íbamos a estar presentes en el plenario fuimos a parar a una peña en Belgrano y Besares, frente a la estación de La Banda. Nos dijeron que iban a tocar un par de grupos de Folklore, pero nos encontramos con la familia del Esteko. Éramos cerca de 50 compas de distintas provincias que nos reencontramos en ese lugar para compartir una noche, por allá, cruzando el Puente carretero, ese que une a Santiago y la Banda. Son esos momentos, otros momentos con otras maneras de conocerse y reconocerse, en el baile, en el bar, como quien sale con sus amigos, con sus amigas solo que en esta ocasión la salidita se dio con compañeros y compañeras de lucha y a la vez, nos fuimos impregnando un poco de la noche y la cultura Santiagueña.
La Peña de Don Juan estaba repleta, explotaba de gente, pasaba el tiempo y la euforia crecía. En eso que comenzamos a sacar las sillas y las mesas con la intención de preparar la cancha para el baile el diablo se hizo presente, ubicado en la esquina de la escena del Esteko nos vislumbraba su mirada seria y de refilón, pero luego de un rato comenzó a reír: ¡meta! dijo uno, y el baile comenzó.
Entre Chacareras y Guarachas santiagueñas los bailarines y las bailarinas dibujaban el suelo con zapateos y zarandeos entre bombos y timbales, que sonaban desde las historias más profundas, aquellas que recordaban ese pueblo del Esteko, que antes era bastión y ahora leyenda, pero que sigue presente en ese Santiago interior, en el Santiago profundo. Brazos entrecruzados, entrelazados, por momentos entreverados destellando entre luces y ritmo, al tiempo que danzaban al palo, iban pintando y despintando y volviendo a pintar con sombras de rebelión las paredes del lugar que, como la Salamanca, el fuego del diablo nos iba invadiendo en cada canción. Sonrisas; miradas ardientes, penetrantes y seductoras, de esas que se buscan y por momentos se encuentran; movimientos que provocaban, de esos que atraen y que invitan a subvertir la timidez, ese miedo absurdo que te deja a un costado de la historia y no te deja vivir ni escribir esa historia, y que incitaban a seguir el ritmo del Esteko bandeño para escribir nuestra historia. Se escuchaban cantos de misterios, de embrujos y leyendas, de montes y desmontes, de quebrachos y bosques de ensueños, de luchas y resistencias; cantos de compromiso que cuestionan qué nos pasa, eso que pasa y nos pisa y dejamos pasar; cantos que vislumbraban un poco de memoria ancestral e historia santiagueña, pero también de la lucha actual. Mientras sonaban las zambas, algunas tristes con esa nostalgia anhelante del pasado y otras carperas con la fuerza de la esperanza, los pañuelos en rebeldía danzaban en el aire, esos pañuelos que te llevan, te traen, van, vuelven y te mueven, y que te agarran, te atraen, te acercan y te tienen y te vuelven a soltar, marcaban el ritmo seductivo que ritualizaba esa noche salamanquera.
Entre surcos, bombos, ritmo y seducción el tiempo fue pasando y el diablo nos fue dejando. Antes de marcharse nos guiñó el ojo con esa sonrisa cómplice de saber de nosotros, de nosotras, de nuestras rebeldías, a la vez, de haber cumplido con la tarea de salamanquear, al menos por un rato, nuestras derrotas, nuestras miserias que bien internalizadas tenemos por este sistema, pero también de haber aportado con historias de sabidurías y rebeldías ancestrales que se guardan en lo más profundo de la memoria de los pueblos.
Deslumbrados por el vislumbre de Santiago nos fuimos, infinitos caminos e infinitas miradas nos esperaban, provocando nuestro despertar de que es posible otra realidad.
Chingolo Suárez
Paula Suárez
Juan Cruz Suárez
El Vislumbre del Esteko
Santiago Suárez
Para bajarse algunos discos:
Una de las lecciones que aprendí, luego de esa noche, fue: cuántas caricias que nos hacen falta para soñar. En mi intento por salamanquear un poco las distancias, los tiempos y demás, les mando unas cuantas para ustedes, que se que las van a saber apreciar.
Martín
Pañuelos en Rebeldía