Preguntas y Respuestas de Youcat

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YOUCAT – Preguntas y Respuestas

Pregunta #1 – ¿Con qué propósito estamos aquí en la tierra?

Estamos aquí en la tierra para conocer y amar a Dios, hacer el bien según su voluntad
e ir algún día al cielo.

Ser hombre significa venir de Dios e ir a Dios. Nuestro origen se remonta más atrás que
nuestros padres. Venimos de Dios, en quien reside toda la felicidad del cielo y de la tierra, y se
nos espera en su eterna e infinita bienaventuranza. Mientras tanto, vivimos en esta tierra. A
veces sentimos que nuestro Creador está cerca; A menudo no sentimos nada en absoluto. Para
que encontremos el camino a casa, Dios nos envió a su Hijo, que nos liberó del pecado, nos
libra de todo mal y nos conduce infaliblemente a la vida verdadera. Él es “el camino, la verdad
y la vida” (Jn 14,6).

Segú n el Ejercicio Espiritual Ignaciano, “el hombre fue creado para alabar, reverenciar y
servir a Dios nuestro Señ or, y por este medio salvar su alma; y las demá s cosas que hay
sobre la faz de la tierra fueron creadas por amor al hombre, y para ayudar al hombre en la
consecució n del fin para el cual él mismo fue creado”.
“Sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que aman a Dios y
son llamados conforme al propó sito que tiene para con ellos” (Romanos 8:28). “Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Nosotros, los católicos,
creemos que el propósito de la vida es tener vida y tenerla en abundancia . Por esta
razó n, tratamos constantemente de amar a Dios con todo nuestro corazó n, mente y alma y
a nuestro pró jimo como a nosotros mismos.1 Es a través de la comprensió n que Jesú s, el
Hijo de Dios, que vivió en la tierra como ser humano, trabajó con manos humanas, pensó
con mente humana, actuó por elecció n humana, amó con corazó n humano y murió por el
perdó n de nuestros pecados que podemos ser para comprender nuestra razó n de ser.2
Dios, que creó al hombre por amor, también lo llama al amor , vocació n fundamental e
innata de todo ser humano. Porque el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, que
es amor (cf. Gn 1,27; Jn 4,8.16). Desde que Dios los creó hombre y mujer, su amor mutuo se
convierte en imagen del amor absoluto e inagotable con el que Dios ama al hombre (CCC
1604).

Pregunta de reflexión: ¿Cómo aprecio la vida que me ha dado nuestro Creador?

Pregunta # 2 – ¿Por qué Dios nos creó?

Dios nos creó por amor libre y desinteresado.

Cuando un hombre ama, su corazón se desborda. Le gustaría compartir su alegría con los
demás. Esto lo obtiene de su Creador. Aunque Dios es un misterio, todavía podemos pensar en

1
https://brisbanecatholic.org.au/life/teachings-of-the-catholic-church
2
Constitució n Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, Gaudium et Spes 23, 24.
él de manera humana y decir: del “excedente” de su amor nos creó. Quería compartir su
alegría infinita con nosotros, que somos criaturas de su amor.

“Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó , varó n y hembra los creó ”. (Gén.
1:27) El hombre ocupa un lugar ú nico en la creació n: (I) es “a imagen de Dios” ; (II) en su
propia naturaleza une los mundos espiritual y material ; (III) es creado “varón y
mujer” ; (IV) Dios lo estableció en su amistad (CCC 355). “De todas las criaturas
visibles, sólo el hombre es 'capaz de conocer y amar a su Creador' (GS 12). Só lo él está
llamado a participar, por el conocimiento y el amor, de la propia vida de Dios. Para este fin
fue creado, y ésta es la razó n fundamental de su dignidad (CCC 356).
Dios creó todo para el hombre (GS 12), pero el hombre a su vez fue creado para servir y
amar a Dios y para ofrecerle toda la creació n: “¿Qué es lo que está por ser creado, que goza
de tal honor? ¡Es el hombre, esa gran y maravillosa criatura viviente, má s preciosa a los
ojos de Dios que todas las demá s criaturas! Para él existen los cielos y la tierra, el mar y
todo el resto de la creació n. Dios dio tanta importancia a su salvació n que no perdonó a su
propio Hijo por amor al hombre. Nunca deja de trabajar, probando todos los medios
posibles, hasta haber levantado al hombre hacia sí mismo y hecho que se siente a su
diestra”3 (CCC 358).

Pregunta de reflexión: ¿Cómo siento o experimento el amor de Dios en mis actividades del día
a día? ¿Cómo es mi amistad con Dios?

Pregunta #3 – ¿Por qué buscamos a Dios?

Dios ha puesto en nuestros corazones el anhelo de buscarlo y encontrarlo. San


Agustín dice: “Nos has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en ti”. A este anhelo de Dios lo llamamos Religión.

Es natural que el hombre busque a Dios. Todo nuestro esfuerzo por la verdad y la felicidad es,
en última instancia, una búsqueda de aquel que nos apoya absolutamente, nos satisface
absolutamente y nos emplea absolutamente a su servicio. Una persona no es completamente
ella misma hasta que ha encontrado a Dios. “Quien busca la verdad busca a Dios, se dé cuenta
o no” (Santa Edith Stein).

La fe es ante todo una persona. Adhesió n final del hombre a Dios. Al mismo tiempo, e
inseparablemente, es un libre asentimiento a toda la verdad que Dios ha revelado. Como
adhesió n personal a Dios y asentimiento a su verdad, la fe cristiana se diferencia de nuestra
fe en cualquier persona humana. Es justo y justo confiarse totalmente a Dios y creer
absolutamente lo que É l dice. Sería inú til y falso depositar tal fe en una criatura (CCC 150).
La fe busca la comprensión .4 Es intrínseco a la fe que el creyente desee conocer mejor a
Aquel en quien ha puesto su fe y comprender mejor lo que le ha revelado ; un
conocimiento má s penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez má s encendida por
el amor. La gracia de la fe abre “los ojos de vuestro corazón” (Ef 1,18) a una

3
San Juan Crisó stomo, en Gen. Sermón II , 1.
4
San Anselmo, Prosl. problema , PL 153, 225A.
comprensió n viva del contenido de la Revelació n; es decir, de la totalidad del plan de Dios y
de los misterios de la fe, de su conexió n entre sí y con Cristo, centro del misterio revelado.
“El mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe con sus dones, para que la
Revelació n sea comprendida cada vez má s profundamente”.5 En palabras de San Agustín,
“Creo para entender; y lo entiendo, es mejor creer”6 (CCC 158).

Pregunta de reflexión: ¿Cuándo fue la última vez que oré de verdad? ¿Cómo fue la
experiencia?

Pregunta #4 – ¿Podemos conocer la existencia de Dios por nuestra razón?

Sí. La razón humana puede conocer a Dios con certeza.

El mundo no puede tener su origen y su destino dentro de sí mismo. En todo lo que existe, hay
más de lo que vemos. El orden, la belleza y el desarrollo del mundo apuntan más allá de ellos
mismos hacia Dios. Todo hombre es receptivo a lo que es verdadero, bueno y bello. Oye dentro
de sí la voz de la conciencia, que le impulsa al bien y le advierte contra el mal. Quien sigue este
camino encuentra razonablemente a Dios.

Segú n Peter Kreeft, quien escribió El cristianismo cató lico, “ la fe nunca puede
contradecir la razón, cuando la razón se usa adecuadamente, aunque la fe va más allá
de la razón . Como resultado de la revelació n divina, la fe cató lica nos dice muchas cosas
que la razó n humana nunca podría haber descubierto por sí sola. Pero tanto la fe como la
razó n son caminos hacia la verdad, y la verdad nunca contradice a la verdad”.7
Dios es infinitamente mayor que todas sus obras: “Has puesto tu gloria sobre los cielos”
(Sal 8,2). De hecho, la grandeza de Dios es inescrutable (Sal 145:3). Pero por ser Creador
libre y soberano, causa primera de todo lo que existe, Dios está presente en lo má s íntimo
de sus criaturas: “En él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. (Hechos 17:28) En
palabras de San Agustín, Dios es “má s alto que mi ser má s alto y má s interior que mi ser
má s íntimo”8 (CCC 300).
La verdad de que Dios actú a en todas las acciones de sus criaturas es inseparable de la fe en
Dios Creador. Dios es la causa primera que opera en y a través de causas secundarias:
“Porque Dios obra en vosotros, tanto el querer como el hacer, para su buena voluntad”. (Fil
2,13) Lejos de disminuir la dignidad de la criatura, esta verdad la realza. Extraída de la
nada por el poder, la sabiduría y la bondad de Dios, no puede hacer nada si se la separa de
su origen, porque “sin un Creador la criatura se desvanece”.9 Menos aú n puede una criatura
alcanzar su fin ú ltimo sin la ayuda de la gracia de Dios (Mt 19,26) (CCC 308).

Pregunta de reflexión: ¿Qué tan sensible soy a la voz de mi conciencia? ¿Cuáles son las bases
de mis decisiones con respecto a elegir lo que está bien y lo que está mal?

5
Dei Verbum, 5.
6
San Agustín, Sermo 43,7,9.
7
Kreeft, Peter J., Cristianismo cató lico, pá g. 26.
8
San Agustín, Confesiones 3,6,11.
9
Gaudium et Spes, 36 pá rr. 3.
Pregunta # 5 – ¿Por qué la gente niega que Dios existe, si pueden conocerlo por la
razón?

Conocer al Dios invisible es un gran desafío para la mente humana. Muchos se


asustan por ello. Otra razón por la que algunos no quieren conocer a Dios es porque
entonces tendrían que cambiar de vida . Cualquiera que diga que la pregunta sobre
Dios no tiene sentido porque no puede tener respuesta se está facilitando demasiado
las cosas.

Dios es la realidad ú ltima. Sin embargo, existen errores fundamentales sobre la realidad
ú ltima. En primer lugar, uno puede ser agnó stico y afirmar que no sabe o no cree nada
acerca de Dios. En segundo lugar, uno puede ser ateo y no creer en ningú n Dios. Para ser
ateo hay que ser elitista y creer que no había nada má s que una fantasía y una ilusió n en el
centro mismo de la vida de muchos. En tercer lugar, uno puede ser politeísta y creer en
muchos dioses, como la mayoría de los paganos antiguos. Cuarto, uno puede ser panteísta y
creer que Dios es todo y que todo es Dios o una parte de Dios o un aspecto de Dios. Quinto,
uno puede ser deísta. El deísmo es otro error opuesto al panteísmo. El deísmo niega la
inmanencia (presencia) de Dios, mientras que el panteísmo niega la trascendencia de Dios.

Pregunta de reflexión: ¿Conozco a alguien que sea ateo? ¿O alguien que tiene una visión
diferente sobre la religión y la fe? ¿Cómo podré comprender sus creencias y de alguna manera
animarlos a creer en Dios?

Pregunta # 6 – ¿Podemos captar a Dios en conceptos? ¿Es posible hablar de él de


manera significativa?

Aunque los hombres somos limitados y la grandeza infinita de Dios nunca cabe en
conceptos humanos finitos, podemos hablar correctamente de Dios.

Para expresar algo acerca de Dios, utilizamos imágenes imperfectas y nociones limitadas. Por
eso, todo lo que decimos sobre Dios está sujeto a la reserva de que nuestro lenguaje no es
igual a la grandeza de Dios. Por tanto, debemos purificar y mejorar constantemente nuestro
discurso sobre Dios.

Dios es infinito. Por tanto, no se le puede definir. Pero esto no significa que no tenga
naturaleza. No es un “lo que sea”, un “todo en general y nada en particular”. É l es una cosa y
no otra; justo, no malvado ni indiferente; sabio, no tonto; misericordioso, no cruel. Pero
cada uno de sus atributos es infinito (ilimitado). É l es infinitamente justo, infinitamente
sabio, infinitamente misericordioso, etc. É l es infinito pero no indefinido. É l es
infinitamente él mismo .
Podemos llegar a conocer este cará cter: (a) mejor por la fe que por la razón; es mejor
confiar en su propia revelación de sí mismo que confiar en nuestra propia inteligencia
; (b) mejor aún mediante la oración , mediante un contacto personal real con Él, tanto
privado como público, tanto espontáneo como litúrgico ; (c) y lo mejor de todo
amándolo , haciendo su voluntad y obedeciendo sus mandamientos, especialmente el
de amarse unos a otros; “Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no
puede amar a Dios a quien no ha visto” (1 Jn 4,20).
Podemos saber algo sobre la naturaleza o el cará cter de Dios por nosotros mismos, por
nuestros deseos má s profundos. Dios es nuestro gozo supremo. Dios es aquel cuya
presencia nos dará un éxtasis infinito e inimaginable sin aburrimiento para siempre. Un
mar de infinita belleza, una luz de infinita comprensió n, un corazó n de infinito amor. Y má s,
siempre má s, infinitamente má s, “lo que ningú n ojo vio, ni oído oyó , ni corazó n de hombre
concibió ” (1 Cor 2,9).10
(Cuente la historia de San Agustín con respecto al niñ o en la playa que intentaba meter el
agua del mar en su pale.)

Pregunta de reflexión: A pesar de mis limitaciones, ¿cómo puedo proclamar la Palabra del
Señor?

Pregunta # 7 – ¿Por qué Dios tuvo que mostrarse para que podamos saber cómo es?

El hombre puede saber por la razón que Dios existe, pero no cómo es Dios realmente.
Sin embargo, como a Dios le gustaría mucho ser conocido, se ha revelado.

Dios no tuvo que revelarse a nosotros. Pero lo hizo... por amor . Así como en el amor humano
sólo se puede saber algo sobre la persona amada si ésta nos abre su corazón, así también
sabemos algo sobre el pensamiento más íntimo de Dios sólo porque el Dios eterno y misterioso
se ha abierto a nosotros por amor. Desde la creación, pasando por los patriarcas y los
profetas, hasta la definitiva: la Revelación en su Hijo Jesucristo, Dios ha hablado una y otra
vez a la humanidad. En él nos ha derramado su corazón y nos ha hecho visible su ser más
íntimo.

Las facultades del hombre lo hacen capaz de llegar al conocimiento de la existencia de un


Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en una intimidad real con él , Dios
quiso revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esta revelació n. Las
pruebas de la existencia de Dios, sin embargo, pueden predisponer a la fe y ayudar a ver
que la fe no se opone a la razó n (CCC 35).
Por la razó n natural el hombre puede conocer a Dios con certeza, en base a sus obras. Pero
hay otro orden de conocimiento al que el hombre no puede llegar por sus propios medios:
el orden de la Revelació n. Por una decisió n totalmente libre, Dios se ha revelado y
entregado al hombre. Esto lo hace revelando el misterio, su proyecto de bondad amorosa,
formado desde toda la eternidad en Cristo, para beneficio de todos los hombres. Dios ha

10
Kreeft, Peter J., Cristianismo cató lico, pá g. 36.
revelado plenamente este plan al enviarnos a su amado Hijo, nuestro Señ or Jesucristo y al
Espíritu Santo (CCC 50).
A Dios le agrada, en su bondad y sabiduría, revelarse y dar a conocer el misterio de su
voluntad. Su voluntad era que los hombres tuvieran acceso al Padre, por Cristo, Verbo
hecho carne, en el Espíritu Santo, y así llegaran a ser partícipes de la naturaleza divina (CCC
51).
El ser mismo de Dios es amor. Al enviar a su Hijo ú nico y al Espíritu de Amor en la plenitud
de los tiempos, Dios ha revelado su secreto má s íntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12): Dios
mismo es intercambio eterno de amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y él nos ha destinado a
participar de ese intercambio (CCC 221).

Pregunta de reflexión: Si Dios se nos reveló a través de la creación, ¿cómo podría valorar
nuestra naturaleza? A mi manera, ¿cómo puedo convertirme en mayordomo de los dones de
Dios?

Pregunta # 8 – ¿Cómo se revela Dios en el Antiguo Testamento?

Dios se muestra en el Antiguo Testamento como Dios , que creó el mundo por amor y
permanece fiel a los hombres incluso cuando se han apartado de él en pecado.

Dios hace posible experimentarlo en la historia: con Noé establece una alianza para salvar a
todos los seres vivientes. Llama a Abraham para convertirlo en “padre de multitud de
naciones” (Gn 17,5b) y bendecir en él a “todas las familias de la tierra” (Gen 12,3b). El pueblo
Israel, surgido de Abraham, se convierte en su posesión especial. A Moisés se presenta por su
nombre. Su misterioso nombre – YHWH, generalmente transcrito Yahweh, significa “YO SOY
EL QUE SOY” (Éxodo 3:14). Libera a Israel de la esclavitud en Egipto, establece con ellos una
alianza en el Sinaí y, a través de Moisés, les da la Ley. Una y otra vez, Dios envía profetas a su
pueblo para llamarlo a la conversión y a la renovación de la alianza. Los profetas proclaman
que Dios establecerá una alianza nueva y eterna, que traerá una renovación radical y una
redención definitiva. Este pacto estará abierto a todos los seres humanos.

En el Antiguo Testamento, Dios se revelaba a través de signos bíblicos compuestos tanto de


hechos como de palabras . Hizo pactos con Noé, con Abraham y con Moisés . Realizó
grandes obras para su pueblo elegido y proclamó su poder salvador y su verdad a
través de las palabras del profeta (cf. CCC 56-64). A través de hombres y mujeres
escogidos – reyes, jueces, profetas, sacerdotes y sabios, Dios dirigió, liberó y corrigió a su
pueblo . Él perdonó sus pecados . Se reveló así como Yahvé, El-que-está -con Su pueblo. É l
es “el Señ or, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y rico en bondad y fidelidad
(É xodo 34:6). Hoy, a través de Su palabra inspirada en el Antiguo Testamento, Dios todavía
se revela a nosotros y nos inspira a responder a Su pacto (CFC 69).

Pregunta de reflexión: Dios permaneció fiel a su pueblo en el Antiguo Testamento a pesar de


sus debilidades y pecados. Conociendo este hecho, ¿cómo puedo describir mi fidelidad a Dios
como mi respuesta a su fidelidad hacia mí?
Pregunta # 9 – ¿Qué nos muestra Dios acerca de sí mismo cuando nos envía a su Hijo?

Dios nos muestra en Jesucristo toda la profundidad de su amor misericordioso.

A través de Jesucristo el Dios invisible se hace visible. Se convierte en un hombre como


nosotros. Esto nos muestra hasta dónde llega el amor de Dios: Él lleva toda nuestra carga. Él
recorre todos los caminos con nosotros. Él está ahí en nuestro abandono, en nuestros
sufrimientos, en nuestro miedo a la muerte. Él está ahí cuando no podemos ir más lejos, para
abrirnos la puerta que conduce a la vida.

Dios envió a su ú nico Hijo para ser nuestro Salvador, semejante a nosotros en todo excepto
en el pecado (cf. Juan 3:16; Gá latas 4:4; Hebreos 4:15; CCC 65). Jesucristo “completó y
perfeccionó la revelació n de Dios con palabras y obras, señ ales y milagros, pero sobre todo
con su muerte y gloriosa resurrecció n de entre los muertos”.11 Así, Cristo Resucitado,
prefigurado en el Antiguo Testamento y proclamado por los apó stoles, es la revelació n
ú nica, irrevocable y definitiva de Dios (CFC 70).
El ser mismo de Dios es amor. Al enviar a su Hijo ú nico y al Espíritu de Amor en la plenitud
de los tiempos, Dios ha revelado su secreto má s íntimo: Dios mismo es intercambio eterno
de amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en ese intercambio
( CCC 221).

Pregunta de reflexión: ¿Cómo muestro el espíritu de amor hacia mis compañeros? ¿Para mis
profesores? ¿Para mi familia?

Pregunta # 10 – Con Jesucristo, ¿está todo dicho o la revelación continúa incluso


después de él?

En Jesucristo, Dios mismo vino a la tierra. Él es la última Palabra de Dios.


Escuchándolo, todos los hombres de todos los tiempos pueden saber quién es Dios y
qué es necesario para su salvación.

Con el Evangelio de Jesucristo, la – Revelación de Dios es perfecta y completa. Para hacerla


comprensible para nosotros, el Espíritu Santo nos lleva cada vez más profundamente a la
verdad. La luz de Dios irrumpe con tanta fuerza en las vidas de muchas personas que “ven los
cielos abiertos” (Hechos 7:56). Así surgieron grandes lugares de peregrinación como
Guadalupe en México o Lourdes en Francia. Las “revelaciones privadas” de los videntes no
pueden mejorar el Evangelio de Jesucristo. Nadie está obligado a creer en ellos. Pero pueden
ayudarnos a comprender mejor el Evangelio. Su autenticidad es probada por la Iglesia.

La economía cristiana, por tanto, por ser Alianza nueva y definitiva, nunca pasará ; y ahora
es de esperar nueva revelació n pú blica ante la manifestació n gloriosa de nuestro Señ or
Jesucristo.12 Sin embargo, incluso si el Apocalipsis ya está completo, no se ha hecho

11
Dei Verbum, 4.
12
Dei Verbum, 4.
completamente explícito; Falta que la fe cristiana comprenda gradualmente su pleno
significado a lo largo de los siglos (CIC 66).
A lo largo de los tiempos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales
han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Sin embargo, no pertenecen al depó sito
de la fe. No les corresponde mejorar o completar la Revelació n definitiva de Cristo, sino
ayudar a vivirla má s plenamente en un determinado período de la historia. Guiado por el
Magisterio de la Iglesia, el sensus fidelium sabe discernir y acoger en estas revelaciones todo
lo que constituye una auténtica llamada de Cristo o de sus santos a la Iglesia. La fe cristiana
no puede aceptar “revelaciones” que pretendan superar o corregir la Revelació n cuyo
cumplimiento es Cristo, como ocurre en ciertas religiones no cristianas y también en
ciertas sectas recientes que se basan en tales “revelaciones”. (CCC 67).

Pregunta de reflexión: ¿Qué sé yo de la aparición en Guadalupe o Lourdes? ¿Cómo aumenta


mi fe en Jesucristo?

Pregunta # 11 – ¿Por qué transmitimos la fe?

Transmitimos la fe porque Jesús nos manda: “Id, pues, y haced discípulos a todas las
naciones” (Mt 28,19).

Ningún cristiano genuino deja la transmisión de la fe exclusivamente en manos de


especialistas (maestros, pastores, misioneros). Somos Cristo para los demás. Esto significa que
a todo cristiano genuino le gustaría que Dios viniera también a otras personas. Se dice a sí
mismo: “¡El Señor me necesita! He sido bautizado y confirmado y soy responsable de ayudar a
las personas que me rodean a aprender acerca de Dios y 'llegar al conocimiento de la verdad'
(1 Tim 2:4b)”. La Madre Teresa hizo una buena comparación: “A menudo se pueden ver líneas
eléctricas a lo largo de la calle. A menos que fluya corriente a través de ellos, no hay luz. ¡La
línea eléctrica somos tú y yo! ¡La corriente es Dios! Tenemos el poder de dejar que la corriente
fluya a través de nosotros y así generar la luz del mundo: Jesús – o negarnos a ser utilizados y,
así, permitir que la oscuridad se extienda”.

Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (1
Tim 2:4) es decir, de Cristo Jesú s (cf. Juan 14:6). Cristo debe ser proclamado a todas las
naciones y a todas las personas, para que la revelació n llegue hasta los confines de la tierra
(CCC 74).
Cristo Señ or, en quien se resume toda la Revelació n del Dios Altísimo, mandó a los
apó stoles predicar el Evangelio, que había sido prometido de antemano por los profetas, y
que él cumplió en su propia persona y promulgó con sus propios labios. Al predicar el
Evangelio, debían comunicar los dones de Dios a todos los hombres. Este Evangelio iba a
ser la fuente de toda verdad salvadora y de má s disciplina.13 (CCC 75)
Lo que la Iglesia enseñ a y resume en su credo no fue inventado por la Iglesia. Le fue
transmitido por Jesucristo, Dios encarnado. Por eso se llama Sagrada Tradició n: “sagrada”
porque vino de Dios y “tradició n” porque fue transmitida.

13
Dei Verbum, 7.
La Sagrada Tradició n forma parte del “depó sito de la fe”, que incluye también la Sagrada
Escritura. Está compuesto por los datos de la Iglesia, que le ha dado el Señ or. La Iglesia
siempre ha sido, es y debe ser fiel a su depó sito de fe. Es la suma de sus datos; ella no es la
autora ni la editora, sino só lo su cartero. Es el correo de Dios. Es sagrado. Ella no tiene la
autoridad para cambiar o eliminar ninguna parte del mismo, sin importar cuá n impopular
pueda llegar a ser para cualquier sociedad o individuo humano en particular.14

Pregunta de reflexión: ¿Cómo puedo difundir nuestra fe? ¿Cómo puedo convertirme en un
canal del amor de Dios?

Pregunta # 12 – ¿Cómo podemos saber qué pertenece a la verdadera fe?

La verdadera fe la encontramos en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la


Iglesia.

El Nuevo Testamento se desarrolló a partir de la fe de la Iglesia. Escritura y Tradición van


juntas. La transmisión de la fe no se produce principalmente a través de documentos. En la
Iglesia primitiva se decía que la Sagrada Escritura estaba “escrita en el corazón de la Iglesia y
no en pergamino”. Los discípulos y los Apóstoles experimentaron su nueva vida sobre todo a
través de una comunión viva con Jesús. La Iglesia primitiva invitaba a la gente a esta
comunión, que continuó de manera diferente después de la Resurrección. Los primeros
cristianos se aferraron “a la enseñanza y a la comunión de los apóstoles, a la fracción del pan
y a las oraciones” (Hechos 2:42). Estaban unidos unos con otros y, sin embargo, tenían
espacio para los demás. Esto es parte de nuestra fe hasta el día de hoy: los cristianos
invitamos a otras personas a conocer una comunión con Dios que se ha conservado
inalterada desde los tiempos de los apóstoles en la Iglesia Católica.

La Sagrada Tradició n y la Sagrada Escritura está n estrechamente unidas y se comunican


entre sí. Porque ambos, brotando de la misma fuente divina, se unen de alguna manera
para formar una sola cosa y avanzan hacia la misma meta. 15 Cada uno de ellos hace
presente y fructífero en la Iglesia el misterio de Cristo, que prometió permanecer con los
suyos “siempre, hasta el fin del mundo”.16 (CCC 80).
La Iglesia, a quien se confía la transmisió n y la interpretació n de la Revelació n, “no obtiene
su certeza sobre todas las verdades reveladas ú nicamente de las Sagradas Escrituras. Tanto
la Escritura como la Tradició n deben ser aceptadas y honradas con iguales sentimientos de
devoció n y reverencia”.17 (CCC 82)

Pregunta # 13 – ¿Puede la Iglesia equivocarse en cuestiones de fe?

Los fieles en su conjunto no pueden errar en la fe, porque Jesús prometió a sus
discípulos que les enviaría el Espíritu de verdad y los guardaría en la verdad.

14
Kreeft, Peter J., Cristianismo cató lico, pá g. 18.
15
Dei Verbum, 9.
16
Mateo 28:20
17
Dei Verbum, 9.
Así como los discípulos creyeron a Jesús con todo su corazón, un cristiano puede confiar
completamente en la Iglesia cuando pregunta sobre el camino a la vida. Dado que el mismo
Jesucristo dio a sus apóstoles el encargo de enseñar, la Iglesia tiene una autoridad docente (el
Magisterio) y no debe permanecer en silencio. Aunque los miembros individuales de la Iglesia
pueden equivocarse e incluso cometer errores graves, la Iglesia en su conjunto nunca puede
apartarse de la verdad de Dios. La Iglesia lleva a través de los siglos una verdad viva que es
más grande que ella misma. Hablamos de un depositum fidei, un depósito de fe que debe ser
preservado. Si tal verdad es públicamente cuestionada o distorsionada, la Iglesia está
llamada a aclarar nuevamente “lo que siempre y en todas partes ha sido creído por todos”
(San Vicente de Lerins, d. 450).

El “Magisterio de la Iglesia” (autoridad docente) ejerce en toda su extensió n la autoridad


que tiene de Cristo cuando define los dogmas (CCC 88). (Nota: La Iglesia define los dogmas;
no los inventa ).
Estos dogmas, o doctrinas fundamentales, también se denominan “misterios” de la fe. “Hay
misterios naturales (por ejemplo, el tiempo, la vida, el amor), así como hay misterios
sobrenaturales (por ejemplo, la Trinidad, la Encarnació n, la Transustanciació n). Los
misterios naturales son como el sol, que nos permite ver de día, mientras que los misterios
sobrenaturales de la fe son como las estrellas, que nos permiten ver de noche. Se llaman
“misterios” porque no podríamos haberlos descubierto por nuestro propio razonamiento
(ni podemos entenderlos completamente), pero Dios nos los reveló sobre la base de la
“necesidad de saber”, ya que se refieren a nuestro destino ú ltimo, nuestra salvació n eterna.
y el camino hacia ello.
Debido a que es tan necesario que conozcamos estos dogmas, Dios no nos dejó só lo
maestros falibles e inciertos. La Sagrada Escritura, la Sagrada Tradició n y el Magisterio vivo
de la Iglesia, cuando definen el dogma, son todos infalibles (preservados del error), ciertos
(porque Dios no puede engañ ar ni ser engañ ado) y autorizados (vinculantes en
conciencia).18
La misió n del Magisterio está ligada al cará cter definitivo de la alianza establecida por Dios
con su pueblo en Cristo. Es tarea de este Magisterio preservar al pueblo de Dios de
desviaciones y defecciones y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar la verdadera fe
sin error. Así, el deber pastoral del Magisterio tiene como objetivo velar por que el Pueblo
de Dios permanezca en la verdad que libera. Para cumplir este servicio, Cristo dotó a los
pastores de la Iglesia del carisma de la infalibilidad en materia de fe y de moral. (CCC 890)
El ejercicio de este carisma toma varias formas:
El Romano Pontífice, jefe del colegio episcopal, disfruta de esta infalibilidad en virtud de su
oficio, cuando, como pastor supremo y maestro de todos los fieles –que confirma a sus
hermanos en la fe– proclama mediante un acto definitivo una doctrina relativa a fe o
moral... La infalibilidad prometida a la Iglesia está presente también en el cuerpo de los
obispos cuando, junto con el sucesor de Pedro, ejercen el magisterio supremo, sobre todo
en un concilio ecuménico.19 Cuando la Iglesia, a través de su Magisterio supremo, propone

18
Kreeft, Peter J., Cristianismo cató lico, pá g. 21.
19
Lumen Gentium, 25.
una doctrina “para la fe como divinamente revelada, 20 y como enseñ anza de Cristo, las
definiciones “deben observarse con obediencia de fe”. 21 Esta infalibilidad se extiende hasta
el depó sito mismo de la Revelació n divina (CCC 891).

Pregunta # 14 – ¿Es verdadera la Sagrada Escritura?

“El libro de las Escrituras enseña con firmeza, fidelidad y sin error [la] verdad...
Escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor” (Concilio
Vaticano II, DV 11).

La Biblia no cayó del cielo en su forma final, ni Dios la dictó a escribas humanos que la
copiaban mecánicamente. Más bien “Dios escogió a ciertos hombres que... hicieron pleno uso
de sus propias facultades y poderes para que, aunque actuaba en ellos y por ellos, fuera como
verdaderos autores que consignaran por escrito lo que él quería escrito, y nada más ( Concilio
Vaticano II, DV 11). Un factor para reconocer textos particulares como Sagrada Escritura fue
su aceptación general en la Iglesia. En las comunidades cristianas tenía que haber un
consenso: “Sí, a través de este texto Dios mismo nos habla – ¡está inspirado por el Espíritu
Santo!” cuáles de los muchos escritos cristianos originales están realmente inspirados por el
Espíritu Santo ha sido definido desde el siglo IV en el llamado Canon de las Sagradas
Escrituras.

Las Sagradas Escrituras, recopiladas en la Biblia, son el registro inspirado de có mo Dios


trató con su pueblo y có mo respondieron, recordaron e interpretaron esa experiencia. Las
Escrituras surgieron, entonces, como expresió n de la experiencia de Dios del pueblo y como
respuesta a sus necesidades (CFC 81).
Así como la Sagrada Escritura surgió de la Tradició n, así es interpretada por la Tradició n: la
vida, el culto y la enseñ anza de la Iglesia. La Tradició n depende de las Escrituras como su
registro normativo de los orígenes y la identidad cristianos, mientras que las Escrituras
requieren que la Tradició n viva de la Iglesia lleve su mensaje bíblico a los nuevos desafíos y
contextos cambiantes que enfrentan los cristianos en cada época (CFC 84).
Se dice que las Sagradas Escrituras son “ inspiradas ” en un sentido especial, no só lo como
un artista o autor puede estar “inspirado” para pintar o componer. Má s bien, la inspiración
bíblica significa que los libros sagrados y canó nicos del Antiguo y Nuevo Testamento,
enteros y completos, fueron escritos bajo la inspiració n del Espíritu Santo, para que
podamos llamar a Dios su "autor" y a la Biblia "la Palabra de Dios". "(cf. DV 11; CCC 105-
106). Dios escogió a ciertos autores humanos, quienes como verdaderos autores dieron
pleno sentido a sus poderes y facultades humanas, pero fueron tan guiados por el Espíritu
Santo que tanto iluminó sus mentes y movió sus voluntades, que pusieron por escrito lo
que Dios quería que se escribiera (CFC 85).
Dado que toda la Escritura fue escrita, compilada y editada bajo la inspiració n del Espíritu
Santo, “debemos reconocer que los libros de la Escritura, con firmeza, fidelidad y sin error,
enseñ an esa verdad que Dios, por el bien de nuestra salvació n, deseó . ver confiado a las
Sagradas Escrituras” (DV 11; cf. CCC 107). Al reconocer la Biblia como normativa, la Iglesia

20
Dei Verbum, 10, pá rr. 2.
21
Lumen Gentium, 25, par 2.
confiesa que, cuando se usa correctamente, las Escrituras imparten una verdad salvadora
en la que se puede confiar para llevarnos a una comunió n má s profunda con Dios (CFC 89).

Pregunta # 15 – ¿Cómo puede la Sagrada Escritura ser “verdad” si no todo en ella es


correcto?

La Biblia no pretende transmitirnos información histórica precisa ni hallazgos


científicos. Además, los autores eran hijos de su época. Sus formas de expresión
están influenciadas por las imágenes culturales, a veces inadecuadas, del mundo que
los rodea. Sin embargo, todo lo que el hombre debe saber acerca de Dios y del
camino de su salvación se encuentra con infalible certeza en la Sagrada Escritura.

Los libros inspirados enseñ an la verdad (cf. CCC 107). La fe cristiana no es una “religió n del
libro”. El cristianismo es la religió n de la “Palabra” de Dios, una palabra que “no es palabra
escrita y muda, sino Palabra encarnada y viva”. Para que las Escrituras no queden en letra
muerta, Cristo, la Palabra eterna del Dios vivo, debe, a través del Espíritu Santo, “abrir
nuestra mente para comprender las Escrituras”. (CCC 108)
Para descubrir la intenció n de los autores sagrados, el lector debe tener en cuenta las
condiciones de su época y cultura, los géneros literarios en uso en ese momento y los
modos de sentir, hablar y narrar entonces vigentes. “Porque el hecho es que la verdad se
presenta y expresa de manera diferente en los distintos tipos de escritos histó ricos, en los
textos proféticos y poéticos y en otras formas de expresió n literaria”. (CCC 110)

Pregunta # 16 – ¿Cuál es la forma correcta de leer la Biblia?

La manera correcta de leer la Sagrada Escritura es leerla con oración, es decir, con la
ayuda del Espíritu Santo, bajo cuya influencia nació. Es la Palabra de Dios y contiene
la comunicación esencial de Dios hacia nosotros.

La Biblia es como una larga carta escrita por Dios a cada uno de nosotros. Por esta razón
debo aceptar las Sagradas Escrituras con gran amor y reverencia. En primer lugar, es
realmente importante leer la carta de Dios, es decir, no escoger detalles sin prestar atención
al mensaje completo. Entonces debo interpretar todo el mensaje teniendo en cuenta su
corazón y su misterio: Jesucristo, de quien habla toda la Biblia, incluso el Antiguo Testamento.
Por tanto, debo leer las Sagradas Escrituras en la fe que las suscitó, la misma fe viva de la
Iglesia.

San Pablo nos dice que “toda la Escritura está inspirada por Dios y es ú til para enseñ ar,
para redargü ir, corregir y educar en la santidad, a fin de que el hombre de Dios sea
plenamente competente y preparado para toda buena obra” (2 Tim 3: 16-17).
El Concilio Vaticano II indica tres criterios para interpretar la Escritura segú n el Espíritu
que la inspiró :
1. Esté especialmente atento “al contenido y a la unidad de toda la Escritura ”. Por
diferente que sea el libro que la compone, la Escritura es una unidad en razó n de la
unidad del plan de Dios, del cual Cristo Jesú s es centro y corazó n, abierto desde su
Pascua.
2. Lea las Escrituras dentro de “la Tradición viva de toda la Iglesia ”. Segú n un dicho de
los Padres, la Sagrada Escritura está escrita principalmente en el corazó n de la
Iglesia y no en documentos y registros, porque la Iglesia lleva en su Tradició n el
memorial vivo de la Palabra de Dios, y es el Espíritu Santo quien le da la
interpretació n espiritual. de las Escrituras.
3. Esté atento a la analogía de la fe . Por “analogía de fe” entendemos la coherencia de
las verdades de fe entre sí y dentro de todo el plan de la Revelació n. (CCC 112-114)

Pregunta # 17 – ¿Qué significado tiene el Antiguo Testamento para los cristianos?

En el Antiguo Testamento, Dios se revela como Creador y conservador del mundo y


como líder e instructor de la humanidad. Los libros del Antiguo Testamento son
también Palabra de Dios y Sagrada Escritura. Sin el Antiguo Testamento no podemos
entender a Jesús.

En el Antiguo Testamento comienza una gran historia de aprendizaje de la fe, que da un giro
decisivo en el Nuevo Testamento y llega a su destino con el fin del mundo y la segunda venida
de Cristo. El Antiguo Testamento es mucho más que un mero preludio del Nuevo. Los
mandamientos y profecías para el pueblo del Antiguo Pacto y las promesas que en él están
contenidas para todos los hombres nunca fueron revocados. En los libros de la Antigua
Alianza encontramos un tesoro irremplazable de oración y sabiduría; en particular, los
Salmos forman parte de la oración diaria de la Iglesia.

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