Alergia A La Leche de Vaca
Alergia A La Leche de Vaca
Alergia A La Leche de Vaca
Documento de Apoyo
Diagnóstico y manejo de la alergia a la leche de vaca
Dra. Ligia Moscoso de Sandoval
En este artículo se revisan las recomendaciones actuales sobre el tratamiento de la alergia alimentaria
más común en los bebés y niños pequeños
Instrucciones: Lea cuidadosamente este texto y responda los cuestionamientos que se le hacen al final
del mismo.
Introducción
La alergia a la leche de vaca (ALV) es un diagnóstico común en los bebés y los niños. Está claramente
sobre diagnosticada en muchos casos, pero también está infra diagnosticada en muchos otros. Muchos
profesionales de atención médica y padres confunden, a veces, la ALV con la malabsorción de la lactosa.
Se impusieron dietas de eliminación inapropiadas a mujeres embarazadas y mujeres lactantes y a sus
hijos, para prevenir las alergias sin evidencia científica que demuestre su eficacia. Incluso cuando se
indica a bebés y niños diagnosticados con una alergia, el tipo de productos dietéticos para eliminar y la
duración de dicha eliminación no son siempre lógicos.
La eliminación de todos los productos lácteos de la vaca, sin las sustituciones adecuadas, puede llevar a
la desnutrición y/o a deficiencias específicas de nutrientes en un momento en que los bebés y los niños
están en crecimiento. Para todos los que participan en el cuidado de la salud de los niños, es importante
entender los aspectos multifacéticos de la ALV, como su epidemiología, presentación, diagnóstico y
manejo de la dieta, así como su prevención primaria. Las modalidades terapéuticas recomendadas
deberían basarse en la evidencia. Esto es posible siempre que suficientes estudios en un área particular,
en poblaciones homogéneas, ayuden a probar o a refutar un cierto enfoque diagnóstico o terapéutico.
En este caso, los autores discuten pruebas y recomendaciones actuales sobre la prevalencia, historia
natural, manifestaciones clínicas, diagnóstico, manejo y prevención de la ALV enfocados en los
profesionales de atención primaria y secundaria. Para esto, se buscó en MEDLINE en mayo de 2014. Se
le otorgo preferencia a las pruebas y recomendaciones de las sociedades científicas publicadas en los
últimos 4 años (2010-2014). Se incluyeron los documentos encontrados relacionados con las alergias
alimentarias en los niños en general y con la ALV en particular.
Entre los documentos encontrados con respecto a la alergia en general están los del Instituto Nacional
de EE.UU. de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID 2010) y la Colaboración Internacional en Asma,
Alergia e Inmunología (Consenso Internacional ON, ICON 2012). Entre los específicamente relacionados
a la ALV están los publicados por la Organización Mundial de Alergia (WAO 2010), la Sociedad Europea
de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN 2012), y la Sociedad Británica de
Alergia e Inmunología Clínica (BSACI 2014). Aunque en esta revisión, los autores van a presentar la
evidencia disponible, al final, van a hacer algunos comentarios sobre las dudas que pueden surgir en la
práctica clínica.
Definición
El tema de la definición sigue causando confusión entre los médicos. Palabras como "alergia",
"intolerancia" e "hipersensibilidad" se utilizan indistintamente. La definición aceptada de alergia es "una
reacción de hipersensibilidad provocada por mecanismos inmunológicos específicos". No existe la
"alergia a la lactosa", sino más bien la intolerancia a la lactosa.
Prevalencia
Las conclusiones de una revisión sistemática de 2010 llegaron a la conclusión de que la evidencia de la
prevalencia de la alergia a los alimentos está limitada en gran medida por la falta de uniformidad de los
criterios diagnósticos. En consecuencia, no está claro si la prevalencia está aumentando, aunque algunos
datos lo sugieren. La prevalencia de ALV en los niños que viven en países desarrollados es de
aproximadamente 2 a 3%, por lo que es la causa más común de alergia a los alimentos en la población
pediátrica. Sólo entre los lactantes alimentados con leche materna la prevalencia es más baja (0,5%).
Estos números se refieren más probablemente a la ALV mediada por IgE, mientras que la prevalencia de
la ALV no mediada por IgE no es bien conocida
Principales alérgenos
Los mayores alérgenos de la vaca pertenecen a la fracción caseína de las proteínas (αs1-, αs2-, β-y κ-
caseína) y las proteínas del suero (α-lactoalbúmina y β-lactoglobulina). Hay una cierta reactividad
cruzada con la proteína de la soja, particularmente en la alergia no mediada por IgE. Hay fenómenos
alérgicos inmunes y no inmunes. Las reacciones adversas a los alimentos inmuno mediadas se pueden
clasificar en cuatro categorías principales: mediada por IgE, no mediada por IgE, mixta, y reacciones
mediadas por células. La ALV es causada con mayor frecuencia por un mecanismo no mediado por IgE.
Manifestaciones clínicas
La ALV es principalmente una enfermedad de los lactantes y de la primera infancia. Los niños afectados
por lo general se presentan dentro de los primeros 6 meses de vida, y una revisión informó que la
mayoría de los lactantes desarrollaron síntomas antes del mes de vida, a menudo dentro de la primera
semana después de la introducción de las proteínas de la leche de vaca a su dieta. Sin embargo, los
bebés alimentados con leche materna también pueden verse afectados por los productos lácteos
ingeridos por la madre y eliminados por la leche materna. La aparición de los síntomas después del año
de vida es rara.
La mayoría de los niños afectados tienen uno o más síntomas que involucran uno o más sistemas de
órganos, principalmente el tracto gastrointestinal y/o la piel. Una revisión reciente sugiere que las
alergias alimentarias gastrointestinales se asocian comúnmente con una amplia gama de
manifestaciones extra-intestinales como fatiga, ojeras, úlceras orales, dolor articular/hipermovilidad,
falta de sueño, sudores nocturnos, dolor de cabeza, y enuresis nocturna.
Los síntomas de la ALV no mediada por IgE son en su mayoría reacciones retardadas que se producen
más allá de las 2 horas de la ingesta) y por lo general implican el tracto gastrointestinal y/o la piel. Los
síntomas como urticaria y/o angioedema con vómitos y/o sibilancias son sugestivos de ALV mediada por
IgE, lo que generalmente ocurre entre minutos y hasta 2h después de la ingesta de proteínas de la leche
de vaca. La piel está involucrada con frecuencia seguida por el tracto gastrointestinal y, con menos
frecuencia, los sistemas respiratorios y/o cardiovasculares. La mayoría de las reacciones son de leves a
moderadas, pero potencialmente puede ocurrir anafilaxia fatal (2,1%). Junto con el maní y los frutos
secos, la leche de vaca es uno de los alimentos más comunes capaces de causar reacciones
anafilácticas. Es típica la evidencia de sensibilización (presencia de IgE específica).
Otros trastornos mediados por IgE incluyen el síndrome de enterocolitis inducido por proteínas de los
alimentos (está involucrado todo el tracto gastrointestinal), la enteropatía inducida por proteínas de los
alimentos (intestino delgado), proctitis y proctocolitis inducida por proteínas de los alimentos (recto y
colon), y hemosiderosis pulmonar inducida por alimentos (síndrome de Heiner). Las reacciones mixtas
mediadas y no mediadas por IgE, que implican mecanismos humorales y/o mediados por células,
también se manifiestan a nivel de la piel y/o del tracto gastrointestinal. Dichas entidades incluyen
trastornos alérgicos gastrointestinales eosinofílicos y dermatitis atópica (eccema).
En la ALV no mediada por IgE, el valor de las pruebas es mucho más limitado, y el médico debe confiar
en la historia, el examen físico, y los resultados de la dieta de eliminación y la recaída en el desafío a la
leche. El desafío al alimento responsable es el estándar de oro del diagnóstico. Las pruebas de
detección, tales como las PCs, las pruebas de IgEe y las pruebas de parche de atopía, demostraron que
carecen de especificidad y sensibilidad.
Por otra parte, las pruebas tales como Vega (electrodermica), o la citotoxicidad, iridología, kinesiología,
IgG específica a alimentos, el pulso, y el análisis del cabello no se recomiendan para el diagnóstico de
alergia debido a la falta de evidencia científica y la fiabilidad y reproducibilidad. Los estudios fecales para
partículas de alimentos o componentes inmunológicos tampoco son fiables.
Estas fórmulas, como su nombre lo indica, proporcionan proteínas sólo en forma de aminoácidos libres y
no péptidos. Aunque en teoría, las fórmulas de aminoácidos deben utilizarse como tratamiento de
primera línea para la ALV, su alto costo puede ser un factor limitante. Las recomendaciones de la BSACI
para las fórmulas de aminoácidos incluyen los siguientes: lactantes y niños con (1) ALV severa (retraso
en el crecimiento y abundante sangre en las heces), (2) múltiples alergias a los alimentos, (3) síntomas
de alergia o eccema atópico severo con la lactancia materna exclusiva, (4) formas graves de ALV no
mediada por IgE, como la esofagitis eosinofílica, enteropatías, y el síndrome de enterocolitis inducida
por proteínas de alimentos, (5) trastornos del crecimiento, y/o (6) los lactantes en riesgo nutricional con
reacciones o que se niegan a ingerir cantidades adecuadas de fórmula extensivamente hidrolizada.
Se recomienda una fórmula de aminoácidos en lugar de una fórmula extensivamente hidrolizada para
los niños con ALV mediada por IgE con alto riesgo de reacciones anafilácticas (antecedentes de anafilaxia
y que actualmente no reciben fórmula de proteína extensivamente hidrolizada). Se recomienda la
fórmula de proteína extensivamente hidrolizada en lugar de una fórmula de aminoácidos para lactantes
con ALV mediada por IgE con bajo riesgo de reacciones anafilácticas (sin antecedentes previos de
anafilaxia o que actualmente reciben una fórmula de proteína extensivamente hidrolizada).
Fórmula extensivamente hidrolizada de suero o caseína vs. fórmula extensivamente hidrolizada de arroz
La Academia Americana de Pediatría define fórmulas parcialmente hidrolizadas como las que contienen
una proporción reducida de péptidos con un peso molecular mayor de 5000 Da. Estas fórmulas no
deben ser utilizadas para el tratamiento de la ALV presunta o comprobada o para la dieta de exclusión
diagnóstica.
Otras leches
Las preparaciones a base de leche no modificada de leches de otras especies de mamíferos (leche de
oveja, búfalo, caballo, camello o cabra) o de soja no modificada o leche de arroz, no deberían ser usadas
para tratar la ALV debido a su alta tasa de posible reactividad cruzada alergénica y el valor nutricional
insuficiente. Del mismo modo, las "bebidas de leche," derivadas de la almendra, coco, avellana, avena,
papa, arroz o soja, no se recomiendan debido a su insuficiencia nutricional. En comparación con la leche
de vaca, la mayoría de ellas son bajas en energía y extremadamente bajas en proteínas.
Necesidad de calcio
Los suplementos de calcio (también fósforo y vitamina D) son generalmente necesarios en los recién
nacidos que no ingieren cantidades suficientes de fórmula especial. Siempre que el consumo de leche
sea inferior a 500 ml, se recomienda la evaluación por un nutricionista pediátrico, y puede ser necesario
un suplemento de calcio.
Las dietas de exclusión de la leche de vaca sin sustitución adecuada pueden llevar a deficiencias
nutricionales y a un crecimiento inadecuado. El malestar de la enfermedad subyacente, como la
dermatitis atópica o las dificultades de alimentación debido a la alteración de la motilidad esofágica en
la esofagitis eosinofílica puede contribuir aún más a la insuficiente ingesta de nutrientes. Teniendo en
cuenta estas preocupaciones, las organizaciones científicas recomiendan el uso de un sustituto de la
leche adecuado para la edad en niños menores de 2 años y la orientación alimentaria.
Isolauri y colaboradores analizaron 100 niños con una edad media de 7 meses con diagnóstico de
dermatitis atópica y ALV probada con desafío a los que se les evaluó el crecimiento durante la dieta de
eliminación terapéutica. Aunque se logró el control clínico de los síntomas en todos los pacientes, el DE
de la puntuación de talla media y el índice de peso para la talla de los pacientes disminuyó en
comparación con el de los niños sanos emparejados por edad, p <0,0001 y p=0,03, respectivamente.
Además, se observó albúmina sérica baja en el 6%, concentración de urea anormal en el 24%, y ácido
docosahexaenoico fosfolípido sérico bajo en el 8%. El retraso en el crecimiento fue más pronunciado en
un subgrupo de pacientes con inicio temprano que en aquellos con síntomas más tardíos.
Una vez que un niño es diagnosticado con ALV y se indica una dieta de exclusión, la reevaluación se
debe realizar cada 6 meses si el niño es menor de 1 año y cada 6-12 meses a partir del año en adelante,
para determinar si el niño es un candidato para la reintroducción de la leche de vaca. La BSACI sugirió
una escalada de productos, una denominada "escalera de leche," a partir de productos lácteos
horneados, ya que el procesamiento térmico reduce la alergenicidad. Si se tolera bien, pueden
reintroducirse progresivamente más productos alergénicos dejando para el final el queso no cocido y la
leche de vaca fresca, que sólo deben ser introducidos en niños con tolerancia total demostrada a los
productos lácteos horneados.
Más recientemente, un estudio transversal basado en la población, que involucró a 2589 infantes,
encontró que, independientemente del estado del eccema, la introducción tardía del huevo en la dieta
se asoció con un mayor riesgo de alergia al huevo. Los huevos cocidos (es decir, cocidos, revueltos,
fritos, o pasados por agua) más que los huevos horneados (productos que contienen huevo como
pasteles o galletas) más allá de los 4 a 6 meses fueron más eficaces para prevenir el desarrollo de la
alergia al huevo al año de edad. Este hallazgo señala la importancia de la forma en que se prepara el
alimento además del momento en que se introduce.
En la actualidad, falta evidencia científica convincente que indique que la introducción retrasada de
alimentos potencialmente alergénicos (por ejemplo, la proteína de la leche de vaca [excepto la leche de
vaca entera], huevos, maní, nueces, pescado y mariscos) más allá de los 4-6 meses reduciría las alergias
en los niños considerados de mayor riesgo para el desarrollo de enfermedades alérgicas. Los alimentos
altamente alergénicos es mejor incorporarlos por primera vez en el hogar, en lugar de en la guardería o
en un restaurante.
Probióticos
La WAO concluyó recientemente que, hasta hoy, ningún suplemento probiótico solo o en combinación
demostró que influya drásticamente en el curso de las manifestaciones alérgicas o en los resultados a
largo plazo de una manera permanente. Un ensayo controlado aleatorizado (ECA) publicado
posteriormente al documento de la WAO encontró que la adición de Lactobacillus rhamnosus GG (LGG)
a la fórmula terapéutica tiene un impacto en la adquisición de tolerancia. En este ensayo los
participantes eran asignados al azar para recibir una de las siguientes fórmulas: caseína extensivamente
hidrolizada, caseína extensivamente hidrolizada con LGG, fórmula de arroz hidrolizada, soja, o basada en
aminoácidos. La tasa de tolerancia oral después de 1 año de tratamiento determinada por desafío
alimentario fue significativamente mayor en los grupos que recibieron fórmula de caseína
extensivamente hidrolizada si era con LGG (78,9%) o sin (43,6%) en comparación con los otros grupos:
fórmula de arroz hidrolizado (32,6%), fórmula de soja (23,6%), y fórmula a base de aminoácidos (18,2%).
Es necesario repetir estudios.
Una posible forma de inmunoterapia oral podría ser el uso de leche extensamente calentada, así como
la proteína del huevo, porque los estudios demostraron que la proteína tratada de esa manera puede
ser tolerada por los niños que reaccionan a la leche de vaca cruda. Aunque los estudios son todavía
limitados, los expertos sugirieron que podría probarse un desafío de exposición oral bajo supervisión
profesional utilizando leche calentada en los niños con ALV. Las guías todavía no recomiendan en la
práctica clínica habitual el uso de productos lácteos cocinados para la desensibilización.
Hay un papel potencial de los probióticos en la inducción de inmunotolerancia. Un estudio del efecto de
ciertas cepas de probióticos en la adquisición de tolerancia en los niños con ALV dio resultados
negativos. Sin embargo, Berni-Canani y colaboradores asignaron lactantes con ALV al azar mientras
seguían recibiendo fórmula de proteína intacta, a un grupo que recibió ya sea fórmula de caseína
extensivamente hidrolizada o la misma FCEH conteniendo Lactobacillus GG. Después de 6 meses de una
dieta de exclusión, se realizó un ensayo doble ciego controlado con placebo de desafío con leche en 55
pacientes, y se observó evidencia de tolerancia en 21,4 y 59,3%, respectivamente. La diferencia en la
adquisición de immunotolerancia fue significativa sólo para aquellos niños con ALV no mediada por IgE
(p=0,017).
Lactancia materna
Los mecanismos por los que la lactancia materna exclusiva pueden ayudar en la prevención de la
enfermedad alérgica son pasivos y activos: pasivos, por la disminución de la exposición a antígenos
exógenos, y activos, proporcionando sustancias presentes en la leche materna capaces de proteger al
bebé contra las infecciones, induciendo la maduración de la mucosa gastrointestinal, promoviendo el
desarrollo de microbiota intestinal saludable, y confiriendo beneficios inmunomoduladores y anti-
inflamatorios.
Aunque la idea de que la leche materna es eficaz para la prevención de la alergia es muy lógica, la
evidencia científica demuestra que estos efectos beneficiosos no siempre son sostenibles. Muchos
factores juegan un papel en hacer que la demostración sea difícil, lo que refleja una variedad de
problemas metodológicos relacionados con la investigación de la lactancia materna en los estudios.
Estos incluyen la incapacidad para aleatorizar y cegar, el diseño retrospectivo de muchos estudios y el
potencial sesgo de recuerdo de los padres, las definiciones imprecisas de la intervención con una falta
de distinción clara entre "lactancia materna exclusiva" y "cualquier tipo de lactancia materna," la falta
de criterios diagnósticos estrictos para las enfermedades alérgicas, y, finalmente, la causalidad inversa,
lo que significa que las madres de bebés que muestran signos de alergia pueden continuar
amamantando por más tiempo para prevenir el empeoramiento de los síntomas. A pesar de la
controversia, se recomienda la lactancia materna exclusiva durante al menos 4 meses, pero
preferentemente hasta los 6 meses.
Fórmula hidrolizada
Un artículo de resumen de revisiones y una revisión sistemática de ensayos publicados posteriormente
informaron que ciertas fórmulas ampliamente hidrolizadas de caseína y ciertas fórmulas parcialmente
hidrolizadas de suero de leche son capaces de reducir el riesgo de alergia en bebés de alto riesgo. Por lo
tanto, los lactantes de alto riesgo que no son amamantados, tienen indicación de hidrolizados de
seguridad y eficacia documentada para la alimentación del lactante hasta los 4 a 6 meses.
Las recomendaciones actuales también están de acuerdo en que los bebés con un riesgo hereditario
documentado de alergia (es decir, un padre afectado y/o hermanos) que no reciben lactancia materna
exclusiva también se beneficiarían de tales fórmulas como un medio de prevención de las reacciones
alérgicas, principalmente dermatitis atópica. No hay datos relativos a la prevención de alergias por
medio de fórmulas especiales para niños que no son una población de riesgo.
La suplementación postnatal con LCPUFA η-3 mostró resultados mixtos: un estudio sugiere un efecto
transitorio sobre los síntomas de enfermedad respiratoria, mientras que otro no mostró efecto.
Los lactantes con sospecha de ALV que no son amamantados reciben una fórmula infantil especial por
hasta 6 semanas (dependiendo de los síntomas) y luego son desafiados. Si no recaen, se consideran
curados o que el diagnóstico era incorrecto. Sin embargo, la ALV puede recaer con síntomas que son
diferentes de los observados en la presentación. Una forma de ALV es la enteritis que puede conducir a
malabsorción de nutrientes. Se recomienda que se sigan estrechamente los parámetros de crecimiento
de los lactantes luego de la reintroducción de la leche de vaca a su dieta.
Otra advertencia es que los bebés con ALV pueden tener retraso en el vaciado gástrico y presentar
vómitos horas después de haber ingerido leche o alimentos ingeridos. En la evaluación de los lactantes
que experimentan vómitos y teniendo en cuenta el reflujo gastroesofágico, debe tenerse en cuenta que,
en el reflujo gastroesofágico simple, el vómito ocurre durante o inmediatamente después de una
comida (30 min), mientras que los vómitos que se producen horas después de una comida pueden estar
asociados a alergia. Ravelli y colaboradores describen que, en lactantes sensibilizados, la leche de vaca
induce disritmia gástrica severa y retraso en el vaciado gástrico, lo que, a su vez, puede exacerbar el RGE
e inducir el vómito reflejo.
Resumen
Una historia clínica, incluyendo antecedentes de alergia en parientes cercanos, examen físico y dietas
de eliminación diagnósticas son los primeros pasos para el diagnóstico preciso y el manejo de estos
pacientes. Usualmente se realizan mediciones de IgEe, PCs, y los desafíos orales para determinar si el
problema es mediado por IgE o no. Evitar estrictamente al alérgeno causante es la única opción
terapéutica. Las recomendaciones para la prevención primaria de la alergia incluyen la lactancia
materna exclusiva durante al menos 4 meses y hasta 6 meses si es posible.
Los bebés con riesgo hereditario documentado de alergia (es decir, un padre y/o hermano afectado) que
no pueden ser amamantados exclusivamente deben recibir una fórmula con alergenicidad reducida
confirmada, es decir, una fórmula parcial o ampliamente hidrolizada como una manera de minimizar el
riesgo de reacciones alérgicas, principalmente dermatitis atópica. No hay evidencia de que la evitación o
la introducción tardía de alimentos sólidos más allá de los 4-6 meses tenga un efecto positivo para la
prevención de alergias.
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