El hombre que frena la metástasis

El hombre que frena la metástasis

El cáncer es el precio que pagamos por estar vivos. Las plantas, por ejemplo, no tienen cáncer, lo que puede sonar a frivolidad pero en absoluto lo es.

No podía explicarlo mejor ayer el doctor Joan Massagué, director del Instituto Sloan Kettering de Nueva York y uno de los científicos del mundo que más sabe sobre investigación oncológica.

Si el cáncer es algo intrínseco al ciclo biológico de los humanos, “un subproducto de la vida”, aseguró, significa que nunca va a desaparecer.

Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de 'La Vanguardia', conversa con Joan Massagué

Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de 'La Vanguardia', conversa con Joan Massagué 

LV / Xavier Cervera

Una de cada tres personas que lean estas líneas lo sufrirá. Nos lo recordó Massagué, y de inmediato nos vinieron a la cabeza los familiares, los amigos, los colegas que están enfermos. Algunos se salvarán. Otros, no. “La enfermedad está ligada al resto de la fisiología de cada persona”. Así de simple y de complicado a la vez. Eso explica que una misma terapia funciona en una persona y en otra falla, logrando esquivar o evitar la inmunidad. “El cáncer mal utiliza los procesos normales de nuestro organismo. Precisamente ese es el reto de la investigación”, prosiguió el eminente médico con un estilo propio de un maestro de escuela.

Nada en ciencia llega suficientemente rápido para quienes hoy son pacientes oncológicos, tampoco para sus familias. “Aunque la ciencia es la solución a nuestros problemas”, remachó con un optimismo difícilmente rebatible y muy contagioso.

El cáncer es el precio que pagamos por estar vivos, pero algún día será una enfermedad crónica

Quédense con esta idea: “Estamos convirtiendo el cáncer en una enfermedad normal”. Por normal se refirió Joan Massagué a crónica. Una enfermedad crónica, ¡wow! Ahora ya sabemos que el cáncer no va desaparecer nunca, pero sí que el objetivo pasa por cercarlo haciéndolo médicamente normal, como ya ocurrió con las enfermedades infecciosas a mediados del siglo XX.

–¿Cuándo, doctor, cuándo?

–Soy mejor prediciendo el pasado que el futuro.

Esta vez Joan Massagué, de 70 años, no dijo aquello de que en veinte años se llegará a este horizonte de la normalización del cáncer. Sí se le ha oído sostenerlo antes. No hizo falta porque invocó una y otra vez la esperanza.

“Acabar con el cáncer es acabar con la tragedia, la frustración, la impotencia con la que vivimos desde hace una década y media”. Sí que hay esperanza por más que el tiempo de los científicos no se corresponda con el tiempo de los pacientes, ni tampoco con el ritmo de asignación de recursos públicos y privados a una investigación y a unas terapias carísimas en las que se han de medir muy bien los resultados.

El oncólogo tiró de la historia para que nos fijáramos en lo mucho que ha avanzado el conocimiento. Hace 30 años solo teníamos la quimioterapia y la radioterapia. Ahora existen muchas más terapias, de precisión, además de la inmunoterapia, la prometedora biopsia líquida y se está hablando de prevenir la metástasis.

A la metástasis latente, invisible, se dedica este catalán afincado en Nueva York desde hace 35 años (su acento le delata). En 2012 cambió el rumbo de su investigación: en lugar de tratar la metástasis, iba a prevenirla.

En este punto Massagué volvió a hacer un esfuerzo pedagógico hercúleo y se le entendió bien. Cuando nos diagnostican y operan un tumor, luego se irradia la zona por si ha quedado residuo. Si todo va bien, el médico nos dice que no hay focos de metástasis. Ay, qué bien, pues ya está, ¿verdad? No, no está. No hay focos, pero puede haber semillas de metástasis, que el tumor había tenido tiempo de diseminar ya en el momento del diagnóstico. Entonces viene la maldita recaída.

Olvídense de que Massagué regrese. Seguirá en Nueva York volcado en contener las recaídas recurrentes. No quiere aparecer como un héroe, solo como mentor. Y ya tiene a su Masia en todo el mundo, también en Barcelona, discípulos aventajados en cáncer. Cree que “si se enseña al sistema inmunitario a identificar las células cancerosas durmientes, se evitará que acaben burlando nuestras defensas y hagan que la metástasis vuelva cada vez con más fuerza”. Ya se han descubierto los primeros medicamentos experimentales. Es cuestión de tiempo que Massagué cante victoria. Sin ninguna modestia.

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