Juan Trejo (Barcelona, 1970) es licenciado en Filología Hispánica por la UB y fue miembro del consejo de redacción de la revista Lateral y codirector de la revista literaria Quimera. En la actualidad ejerce como traductor literario y colabora en diferentes medios de prensa. Ha sido, y es, profesor de literatura española, Medieval y Contemporánea respectivamente, en la UdG y en el Dartmouth College. Además, es autor de las novelas El fin de la Guerra Fría (2008), La máquina del porvenir (2014), X Premio Tusquets Editores de Novela, La otra parte del mundo (2017), La barrera del sonido (2019) y la más reciente Nela 1979 (2024), de la que hoy venimos a hablaros.
En Nela 1979, Juan Trejo pone luz sobre la vida de su hermana Nela, muerta a los 21 años por complicaciones derivadas del consumo de heroína.
Tras cuarenta años en los que en su casa no se hablaba de su hermana, y con el disparador de la película «Sonrisas y lágrimas», la primera película que Juan Trejo fue a ver al cine acompañado de su hermana Nela, el autor se da a rescatar la figura de su hermana, llena de sombras hasta entonces y a la que consigue llenar de luz, poniendo aquel personaje secundario en un primer término y, con ello, sacando a la palestra a toda una generación de jóvenes, los pioneros de la contracultura, que pusieron el cuerpo y la inocencia, las ganas y el amor por cambiar el mundo. Muchos de ellos, desafortunadamente, lo pagaron muy caro; como la propia Nela.
Nela. 1979 es así un homenaje a aquellos que soñaron con cambiar el mundo, que imaginaron otras maneras de relacionarse, de amarse y de entender el mundo y que el relato oficial olvidó o quiso olvidar. Es la historia de un borrado triple: el de Nela, el de la esencia familiar de los Trejo y el de una generación de barceloneses anónimos que fueron los soldados de aquella revolución libertaria de mediados de los años setenta que no pudo ser.
Conversamos con el autor para que nos cuente más cosas sobre esta obra notable que se ha convertido en una de las agradables sorpresas del curso 2024-2025, concitando el respaldo de los críticos literarios y el calor de los lectores y lectoras.
- Por qué ha quedado la contracultura barcelonesa tan olvidada, más allá de los pocos nombres que suelen citarse
La contracultura barcelonesa fue un movimiento amorfo, inconcreto, incluso voluntariamente inmaduro. Es decir, lo que proponía la contracultura barcelonesa no tenía el objetivo de hacer perdurar dicho movimiento en sí, sino de posibilitar cambios y transformaciones culturales, pero sobre todo a nivel social y personal. Y esos cambios y transformaciones han acabado dándose en algunos casos (feminismo, ecología, derechos LGTBI…), pero han acabado siendo adjudicados al sentido común, al paso del tiempo, al contexto. Porque cuando se estableció el régimen de partidos con la llegada de la democracia, se inició un proceso de aceleración, marcado por la economía, que exigió un salto de fe y una renuncia del sentido crítico. Se construyó un discurso oficial y los que no dieron ese salto de fe, que obligaba a borrar el pasado casi por completo, quedaron excluidos de manera radical.
- Tu hermana fue una de las pioneras de la contracultura…
Mi hermana no fue en absoluto una pionera de la contracultura. La contracultura, en España, y concreto en Barcelona, ya llevaba años rodando cuando mi hermana empezó a interesarse por las ideas y los modos de vida que proponía. Yo diría que, de hecho, fue una suerte de soldado de reemplazo, como tantísimos chicos y chicas, que básicamente aportaron su energía, su cuerpo, así como la firme voluntad de que su vida, ya que no su obra, estuviese guiada por esos preceptos. Mi hermana sí podría decirse que fue una pionera, desgraciadamente, en el consumo de heroína.
- Qué ha sido para ti lo más difícil de enfrentar a poner luz a la figura de tu hermana cuarenta años después
En un principio, como disponía de tan poca información concreta sobre su vida, lo más difícil fue lidiar con la frustración de apenas encontrar referencias personales, recuerdos amplios sobre ella. Pero la dificultad aumentó de manera exponencial cuando, precisamente por lo que acabo de decir, opté por adoptar su punto de vista para narrar una parte considerable de la historia. Ponerme en su piel, como narrador, y saber que se dirigía de manera inevitable hacia un final oscuro y terrible, siendo como era una muchacha de apenas veintiún años, no poder cambiar su destino a pesar de tener en mi mano las riendas de la historia, me supuso un dolor y un sufrimiento que jamás habría podido imaginar. Supongo que ese fue mi verdadero proceso de duelo, con cuarenta años de retraso, por la pérdida de mi hermana.
- ¿Cómo se reconstruye una familia después de una perdida tan dolorosa? Porque en el libro dices que «una familia puede perder su esencia para siempre»
Supongo que hay familias sólidas, muy fuertes estructuralmente y con una larga trayectoria histórica, capaces de asumir semejante golpe sin verse desbaratadas por completo. No fue el caso de mi familia. Mi familia no se reconstruyó, tuvo que empezó de cero, siguiendo unos nuevos parámetros, estableciendo nuevas costumbres, más asépticas y universales, que no obligasen a remitir en ningún caso al pasado. Y sin pasado, para bien o para mal, no hay esencia que valga.
- Hacia el final del libro escribes que «a través de las palabras, Nela se fue haciendo presente, fue adquiriendo consistencia». Entiendo que esto te ha servido a ti también para darle un nuevo acomodo en tu vida actual. Me gustaría que nos contaras de que forma se ha concretado esto.
Eso tiene que ver con la respuesta a la tercera pregunta. En mi consciencia, ya no como escritor sino como persona, mi hermana Nela ha adquirido una solidez que nunca había tenido. Ahora ocupa un espacio, ya no hay simplemente un hueco donde debía de estar ella. Tiene otro tipo de presencia que, de manera inevitable, ha desplazado a todo lo demás en la composición. La foto mental de la familia, por consiguiente, ha cambiado, ahora es otra cosa, más completa, más sutil y, sin duda, mejor. Pero, como cabe imaginar, semejante alteración del orden conlleva también efectos secundarios que todavía están por determinar, pues esa nueva imagen de la familia no depende en exclusividad del punto de vista de la persona que quiso narrar la historia de la hermana olvidada.