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El proyecto Smartick, un método de aprendizaje online que ayuda a niños de 4 a 14 años a mejorar sus habilidades en matemáticas y otras disciplinas, nació cuando dos amigos, Javier Arroyo (Sevilla, 1971) y Daniel González de la Vega (Málaga, 1973), decidieron emprender tras desarrollar su carrera en el mundo de la consultoría y el capital riesgo. "Tuvimos al mismo tiempo una buena idea y el empuje para emprender, algo que no siempre pasa", explica González de la Vega.
Ambos se conocieron trabajando en Accenture y se hicieron amigos gracias a su afición por correr maratones. Daniel cambió más tarde al mundo del capital riesgo y se fue a Abu Dhabi a trabajar para el fondo de inversión de la familia real. Pero en 2008, la crisis le obligó a volver a España y empezó a darle vueltas a la idea de lanzar un proyecto de cero. "Cuando Daniel me llamó, lo vi claro", explica Arroyo, que dejó su trabajo en la consultora para montar Smartick. Corría 2009 y ambos rondaban los 37 años. Buena parte de sus ahorros se destinaron al proyecto.
La compañía empezó ofreciendo un método de aprendizaje online para reforzar las matemáticas, aunque en los últimos años ha ampliado su catálogo a otras asignaturas como lectura, programación y pensamiento crítico. El software educativo se ofrece en varios idiomas y lo utilizan niños en más de 100 países.
Propiedad
El capital sigue en manos de los dos fundadores, que reconocen que tienen llamadas de inversores interesados en el proyecto "todas las semanas". De momento, aseguran que no tienen intención de ampliar la base de accionistas, aunque uno de los pilares de su crecimiento va a ser la expansión internacional y para ello van a necesitar la ayuda de socios locales. El primer gran destino será Indonesia, el gigante asiático de 275 millones de habitantes, donde han encontrado a un socio que se encargará de lanzar y hacer crecer el negocio. "Siendo conservadores, Smartick puede doblar su tamaño en tres años gracias al crecimiento en producto y a la expansión internacional", explica Javier Arroyo.
Smartick tiene 20.000 suscriptores de pago, mientras que hay otras 10.000 licencias que se ofrecen de forma gratuita a hospitales y fundaciones benéficas. El precio de una suscripción para una asignatura es de unos 40 euros al mes, aunque hay un plazo de 7días para probar el servicio de forma gratuita.
En 2023, los ingresos de la compañía ascendieron a 7 millones de euros, mientras que este año se espera cerrar con una cifra de 10 millones. El ebitda de 2025 será de 4 millones de euros. Smartick tiene una plantilla de 100 profesionales y oficinas de representación en varias capitales, entre ellas Boston, México y Bogotá.
Crecimiento
Otro de sus vectores de crecimiento será el lanzamiento de Monk, un sistema que se ofrecerá a los colegios y que permitirá evaluar las competencias de los alumnos en relación al informe Pisa. El programa tendrá una versión gratuita para todos los centros que quieran utilizarla y otra premium para los colegios que quieran pagar y tener más servicios.
La creación de Smartick se inspiró en el método Kumon, un sistema de aprendizaje de matemáticas con millones de usuarios en todo el mundo. El éxito del método japonés se basa en la utilización de cuadernos físicos y en ser repetitivo y monótono. Smartick propone también sesiones muy cortas, de unos 15 minutos de ejercicios diarios, pero la experiencia es muy diferente. El componente digital permite que las clases sean divertidas y estén personalizadas, según la evolución del alumno. Esto se consigue gracias al uso de inteligencia artificial y al equipo de matemáticos que está detrás del algoritmo.
"El éxito del proyecto fue tener una idea que atendía a una necesidad real de las familias, al equipo que formamos y a que la tecnología siempre se ha visto como una parte fundamental del producto", dice Daniel González de la Vega.
A pesar de las buenas perspectivas del negocio, los fundadores han tenido que hacer cambios estratégicos en los últimos años. "Uno de nuestros errores iniciales fue pensar que los colegios iban a ser quienes compraran nuestro producto", explica Arroyo. "Al cabo de un tiempo vimos que eso no funcionaba y que nuestro cliente real eran las familias".
Espíritu emprendedor
Daniel González de la Vega estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Málaga y cursó un MBA en Insead. Por su parte, Javier estudió Económicas en la Autónoma de Madrid y un MBA en la École de Commerce Solvay. Ambos han pasado también por programas en universidades americanas como Stanford y Harvard, respectivamente.
El espíritu emprendedor venía de serie en ambos casos, ya que los dos montaron su primera empresa nada más acabar la universidad. Aunque ninguno de los proyectos iniciales llegó a triunfar, ambos mantuvieron la inquietud por emprender y volvieron a ver la oportunidad años después en el proyecto Smartick. "En el capital riesgo estaba cerca de la trinchera, pero no en la trinchera y seguía teniendo ganas de emprender", dice Gónzález de la Vega.
Como consejo a los nuevos emprendedores, González de la Vega asegura que "no hay mejor máster que intentar una aventura emprendedora". A los que ya han tomado esa decisión, les recomendaría "emprender en compañía, porque emprender es muy duro y tener a alguien que te acompañe en el viaje es muy importante". Además, asegura que "hay que evitar rondas de finanación innecesarias porque la financiación es necesaria, pero es un mal".
A la hora de gestionar la empresa, Daniel se encarga de la parte financiera y de producto, mientras que Javier se encarga de márketing, área comercial y atención al cliente. La expansión internacional recae en los dos. Quince años después de montar la empresa, ambos están de acuerdo en que "es mejor emprender en compañía" y tener claro el reparto de papeles. "No discutimos, pero sí debatimos todo el tiempo. Siempre sin cruzar líneas rojas e intentando aportar valor al área del otro", dice Arroyo.
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