Quiso insistir en lo que había escrito en la columna sobre el bandido en jefe. Las democracias liberales deben ser el hígado de la sociedad: su papel, antes que distribuir la riqueza, es encauzar la maldad y los pensamientos disruptivos en un discurso civilizado. ¡Ah, pero estos tiempos! Trump no es más que la prueba máxima de las compuertas abiertas de la cultura del sentimiento.
Sobre Valencia fue severo: cuando en un país mueren más de 200 personas por unas lluvias, por más federal que sea, ¡o incluso confederal!, el que tiene que responder es el Gobierno de la nación y, por lo tanto, rendir cuentas. Y no solo sobre la tragedia en sí, sino sobre la precaria visita de Estado que puso al rey y al mismo presidente del Gobierno a los pies de la chusma. Pero en fin, tanto el fracaso en la comunicación del peligro, como la falta de responsabilidad, como el paseo tropical en Paiporta, son síntomas de lo mismo: la profunda crisis de autoridad que atraviesa España.
Si algo no desdeña la naturaleza humana son los burning papers que siempre encuentra. El de esta semana acredita lo que para él es obvio: el olor de las mujeres heterosexuales es el más atractivo, independientemente del género y la orientación sexual de quien lo huela.
Celebró el nuevo libro de Emilia Landaluce, sus «Crónicas de Paganini» tan felices, y el vigésimo aniversario de Funambulista, la editorial de Max Lacruz.
Y fue así que Espada yiró.
Bibliografía:
-«Racista, sexista, homófoba, transfóbica y estúpida, sí», por Arcadi Espada, en EL MUNDO.
-«Lo de Íñigo Errejón entre mujeres de derechas», por Emilia Landaluce, en EL MUNDO.
- Comerse Madrid, de Emilia Landaluce.
- Una educación sexual, de Juan Abreu.
-«Una nueva IA descodifica los sonidos y gruñidos de los cerdos para mantenerlos contentos», en Reuters.
-Burning paper: El impacto del olor corporal en la atracción sexual («The Impact of Body Odors on Sexual Attraction and Partner Selection: A Review of Cisgender Homosexual Men and Women», en Archives of Sexual Behaviour).
-Cuestión de olfato, Bill Hansson.