- Educación Los españoles con estudios universitarios tienen peor nivel que los bachilleres de Finlandi
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En la última década se ha disparado la población española con estudios superiores. Pero que haya más gente que accede a la universidad no significa que sepan más que antes. El rendimiento medio en lectura de los universitarios de ahora es de 271 puntos, 10 menos que hace 10 años. Este resultado es uno de los más bajos de los países desarrollados. Un universitario español tiene peor nivel que un bachiller de Finlandia (288), de Suecia (283), de los Países Bajos (274) o de Japón (274).
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentó ayer el Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta (PIAAC), que evalúa el rendimiento de la población en edad de trabajar (entre los 16 y los 65 años) de 31 países y territorios. Este examen, conocido como «el PISA para adultos», se realizó por última vez en 2011/2012 (los resultados se presentaron en 2013) y eso permite comparar la situación actual con la de hace una década.
Las calificaciones de la población española (247 en lectura, 250 en matemáticas y 241 en resolución de problemas) permanecen estancadas y por debajo del promedio de la OCDE y de la UE. Pero son mucho peores si se pone la lupa en el rendimiento los adultos con estudios universitarios o con título de Bachillerato o FP de grado medio.
El nivel de los que sólo han estudiado hasta la ESO es superior al de otros países y se encuentra a la altura del rendimiento del Reino Unido, Dinamarca o Italia. «Los españoles que sólo tienen la ESO lo hacen mejor que la media. Pero luego hay poca diferencia con los de arriba, los de la universidad. Estamos mal arriba, no abajo. Nos faltan élites», señala Antonio Cabrales, catedrático de Economía en la Universidad Carlos III.
El mayor problema que tiene España, sin embargo, es el elevado porcentaje de población que, independientemente de hasta dónde haya estudiado, muestra un bajo nivel o competencias muy rudimentarias, una proporción que se ha incrementado durante esta década y que contrasta con la muy reducida proporción de adultos excelentes. El 31% de los examinados en lectura está en un nivel 1 o por debajo del 1 (de un total de cinco niveles) frente al 26% del promedio de la OCDE. Eso significa que no pueden ir más allá de entender textos cortos de como mucho una página. Hace una década, este porcentaje era del 28%.
En el resto de las materias analizadas tampoco se ha producido una mejora a lo largo de la década. En matemáticas, el 30% de los españoles se quedan en el nivel 1 o por debajo del 1 (en la OCDE es el 25%), lo que se traduce en que se atascan, por ejemplo, si hacen algo más que multiplicar y dividir con números enteros. En resolución de problemas, los adultos con bajo rendimiento llegan al 35% (frente al 29% de la OCDE). Son personas que no saben encontrar soluciones a cuestiones sencillas.
Buena parte de los países analizados por PIAAC ha experimentado un empeoramiento de las competencias lectora y matemática. El informe dice que «no puede atribuirse a la calidad de la educación» -es decir, al currículo o a la formación de los profesores-, sino que más bien depende del «perfil de los estudiantes». Se refiere a que, como se ha incorporado «un creciente número de alumnos que pasan más tiempo en el sistema educativo», puede ser «un desafío» mantener el nivel.
En todos los países analizados por PIAAC, los jóvenes logran mejores resultados que los mayores porque estos «llevan más tiempo sin formarse» y por «el efecto de la edad en su capacidad cognitiva». Pero en España hay menos diferencias entre las distintas generaciones que las que se registran en el promedio de la OCDE, según apunta Ismael Sanz, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos e investigador de Funcas.
El informe también alerta de que hay un 43% de trabajadores españoles que presenta «desajustes» entre su formación y su puesto de trabajo, frente al 38% de la OCDE. «Existe evidencia de que una mejor adecuación de las competencias de los trabajadores a las necesidades de sus puestos de trabajo aumentaría tanto la productividad como los rendimientos de la educación», advierte este estudio, que añade que el 22% de los trabajadores está sobrecualificado -colocado en empleos por debajo de su nivel formativo- y el 8% se encuentra infracualificado -empleado en trabajos por debajo del nivel requerido-.